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Presentación del libro: El teatro en situación, un modelo para la gestión de públicos, del

maestro Sabino Cruz

Iván Zúñiga
Facultad de Teatro

En el marco de los festejos y actividades programadas para el festival del día mundial del
teatro organizado por la facultad de teatro de la Universidad Veracruzana, se presentó el libro
El teatro en situación, un modelo para la gestión de públicos, del doctor Sabino Cruz Barrera,
con una ponencia y charla en torno al tema central del libro.
El maestro comienza incitando a la movilización para la gestión de nuevos públicos,
ya que detecta que en los últimos 15 años la asistencia a los eventos culturales ha ido
disminuyendo, claramente centra su atención en el teatro, y propone volver la mirada hacia
a quien se dirige toda la producción, el espectador.
Cuestiona las técnicas utilizadas y hace una serie de entrevistas a gestores, creadores y
espectadores, concluyendo en una llamada de atención hacia quienes producen actualmente
y a los creadores en formación a hacer estudios de público, relaciones públicas y publicidad,
ya que, encuentra que, hay métodos y fórmulas que funcionan en el contexto xalapeño, sin
embargo, también hay muchas iniciativas que son abandonadas demasiado pronto.
Adentrándonos en la cuestión, este tema se ha abordado mucho en foros y colectivos
de egresados, profesionales del teatro quedando siempre inconcluso, sí detectando y
poniendo el dedo sobre la llaga, pero sin ofrecer nada más que remedios temporales. Dicen
quienes están al frente de los foros más estables de Xalapa: “Tuvimos una junta y llegamos
al consenso de elevar la tarifa a $80.00 general, $60.00 estudiantes” Sin mencionar si dicho
acuerdo mantuvo la afluencia del público o si hubo aumento o disminución.
El tema, claramente se diluye en complejidades: que si el discurso de las obras, la
economía federal, el aumento en los costos de la canasta básica, el empobrecimiento de la
cultura, la fugacidad del contenido electrónico, entre muchos otros factores que alejan al
consumidor de espacios de congregación donde unos cuantos se sientan a ver a otros pocos
haciendo y diciendo cosas… y ¿por qué iban a invertir (perder) su dinero y su tiempo de esta
manera? La pregunta incómoda y cruda que nos atañe como creadores.
No pretendo ofrecer mi respuesta iluminadora, ya hay quien se encarga de eso para
luego enfrentarse con sus teatros vacíos o funciones para uno o dos espectadores, pero bien
puedo problematizar más al respecto, cabe hablar de la centralización; En primer lugar, en
todo estado hay mucho más que un municipio central, son más los municipios y comunidades
que carecen de una cartelera constante que los invite a diversificar sus referentes, más allá de
los límites de las capitales, hay necesidad de cultura, de perspectiva, de coincidencia en las
inquietudes que nos atañen a todos, pero el famoso gremio insiste en centralizar su
producción para “ganar” popularidad.
Por otro lado, y es donde podré el énfasis, la calidad del producto que se ofrece. A raíz
de estar centralizado el consenso de lo que se tiene por “bueno y malo” y que la producción
del teatro circundante gire en torno a propuestas que, si bien en un principio fueron
arriesgadas, pronto se volvieron ensimismadas y sin un contenido sustantivo para las
necesidades sociales de los tiempos que vivimos.
Las compañías titulares de teatro hacen giras a las capitales de otros estados, con obras
dirigidas por directores adjuntos e invitados desde la capital, funcionan como células que se
sostienen unas a otras con una autoaprobación que les permite redundar en resultados tan
extraños para el público y para quienes nos formamos como futuros profesionistas del teatro
que nos hacen preguntarnos vez tras vez: ¿Esto es lo que quiero hacer?
En las respuestas cabe toda la subjetividad, el arte se compone de ello, sin embargo, no
debemos olvidar que el teatro tiene al público que merece. No podemos quejarnos de que el
espectador no quiera pagar un boleto cuando ponemos en escena resultados decadentes de
técnica y de discurso, la sensibilidad de quienes dicen “ocupar” al teatro para difundir sus
posturas es tan frágil que no se acepta la crítica ni la respuesta inequívoca del público; la falta
de consumo es ya una clara y honesta respuesta.
No pretendo señalar a nadie si no a mí mismo, el proceso de formación incluye esta y
otras disertaciones éticas y estéticas, el teatro no esta en decadencia, el teatrista y su modo
de vida sí, es la condición que aceptamos, no hay arte cómodo y reconfortante, el arte, por
definición, debe ser un foco de infección para el sistema, cualquiera que sea, en el arte se
gesta la revolución y si no es así, no sirve para nada y efectivamente, se vuelve una pérdida
de tiempo y de dinero para el público.

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