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Hasta fines del siglo XIX, la industria manufacturera en el Perú estaba restringida principalmente a
las actividades artesanales. A inicios del siglo XX compañías americanas comenzaron a invertir en
la explotación de nuestros recursos minerales y empezó un interés por la minería del oro
incentivado por los gobierno de entonces, creándose numerosas empresas por parte de la élite
nacional dedicadas a esta actividad. Destacó la familia Wiesse que impulsó la mecanización y
electrificación de la mina, así como el importe de maquinaria pesada, pero aun así la mayor parte
de la actividad minera, la tecnológicamente más desarrollada, estaba en manos de capital
extranjero.
El presidente Manuel Prado promulgó en 1940 la Ley de la Promoción Industrial donde estimula la
industrialización del país mediante la exoneración de impuestos y derechos arancelarios, y a su
amparo comenzaron a desarrollarse diversos rubros de la industria. Pronto se inició la producción
local de bienes de capital para la minería y la naciente industria pesquera y se aceleró con la
puesta en marcha de la planta siderúrgica en Chimbote en los años cincuenta.
Por otro lado, en la reciente década se ha registrado un notable crecimiento en las exportaciones
de productos del sector Metalmecánica con tasas superiores al 10%, llegando a superar los 600
millones de dólares en ingresos el año pasado. Asimismo, las industrias dedicadas a la elaboración
de productos metálicos, maquinarias y equipos aportaron en el 2018 más de 270 millones de
dólares por tributos, monto que significa 7,6% de los aportes tributarios de parte del sector
manufactura.
Actualmente el sector metalmecánica aporta el 16% del PBI nacional, genera movimiento de más
de mil millones de dólares anualmente y representa una importante fuente de empleo en el país
(representa el 15% del empleo industrial); todo en gran parte gracias a la creciente inversión tanto
pública como privada.
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