Docencia Universitaria, Volumen 10, pags 143 - 146, diciembre de 2009

Los buenos
profesores:
educadores
comprometidos con
un proyecto educativo

Silvia López de Maturana (2009).

Los buenos profesores: educadores
comprometidos con un proyecto educativo.
Chile: La Serena. 345p.

Elaborado por: Ruby ARBELÁEZ LÓPEZ

INTRODUCCIÓN a los profesores latinoamericanos y con las

“Los buenos profesores: educadores
comprometidos con un proyecto educativo”
devela el compromiso de la autora con la
calidad de la docencia como parte de su
proyecto educativo. En su amorosa relación
con los profesores, reconociendo en ellos los
mejores esfuerzos por convertirse en buenos
profesores abre el camino para comprender
el sentido de la buena docencia.
Nos encontramos con un libro que acompaña
al docente en la más intima reflexión sobre
su quehacer y sobre todo sobre las razones
que lo incentivan en su acción docente. Para
ello, nos pone en contacto permanente con
las ideas de Freire que nos son tan valiosas
experiencias vividas por los profesores que
ella involucró directamente es su obra.
Los preliminares se cierran con el “relato
de Adriana”; para dibujar la vida de una
persona que puede ser considerada una
buena docente. El retrato se logra en una
entrevista en la cual se relacionan aspectos
personales que considera importantes en la
formación del espíritu docente con acciones
que consolidan el ser docente.
DESARROLLO
En el primer capítulo sobre “los buenos
profesores” con un lenguaje claro y un estilo
conciso, sereno, agradable, explicativo y
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motivador se van presentando ante el lector,
los conceptos, las relaciones, los hechos y
las tendencias en una singular dosificación,
que permite construir el contexto en el cual
el lector se apropiará de la obra.
En él podemos revisar el sentido del
rol docente que siempre es humano,
comunicativo, interactivo y perfectible.
Podemos comprender que la formación
docente nunca termina y que la interacción
entre las teorías científicas, la literatura y las
experiencias de la vida cotidiana enriquecen
las concepciones y las acciones docentes.
En el segundo capítulo “la cara educativa
de la enseñanza en la escuela” la
“complementariedad entre la enseñanza y
el aprendizaje para mostrar a través de esta
relación elementos de vital importancia
que configuran la estructura de una buena
docencia. Induce a una reflexión liberadora
que permite al profesor ver como realiza
su función cumpliendo y disfrutando de la
función docente, centrada en “un proceso
intencional, específico y complejo que
necesita del sentido común y de habilidades
específicas para qué, cómo, dónde y para
qué hacerlo” . Porque la “enseñanza
escolar es un proceso complementario
de certezas e incertidumbres que se
desarrolla en tiempos en tiempos y
espacios determinados y en contextos
socioculturales en constante cambio.
Más que en este capítulo, en toda la obra
se lee el concepto de enseñanza como el
conjunto de acciones de mediación, apoyo
y dirección con estrategias diseñadas de
acuerdo con las necesidades en el proceso
educativo. Invita a ver la escuela como un
espacio de oportunidades para los estudiantes
y los profesores. “Oportunidades para
desarrollar su autonomía, sentimiento de
competencia,pertenencia, valía e identidad”.
Invita a la construcción de un modelo
dialógico en el proceso de interacciones
“intencionales” que lleven al desarrollo de
las capacidades esperadas.
En el tercer capítulo la autora invita a
reflexionar sobre “El compromiso con
un proyecto educativo” de todos los
profesores, a verlo como un proyecto de
profesionalización docente, en donde el
compromiso va desde el reconocimiento de
sus acciones hasta la visión de lo que puede
ser para mejorar pemanentemente en la labor
mediadora, en su desarrollo como docente y
en la sistematización de su conocimiento.
En este capítulo define “la implicación
y el posicionamiento político, como
contituyentes del compromiso con el
proyecto educativo”. Definir los ideales
políticos e implicarse dan la fuerza necesaria
para comprometerse para sacar adelante
“aquello que cree que vale la pena hacer,
mantener, transmitir y dedicarles tiempo,
espacio y esfuerzos”. Implicarse hasta salirle
al paso a las dificultades, a las tensiones, a
los peligros de caer en la negligencia y la
pasivida para no tener problemas.
Explica como “los profesores implicados en
un proyecto educativo” logran una mejor
interacción dialógica con los alumnos para
lograr mejores aprendizajes, mejor diseño de
estrategias adecuadas a las necesidades de los
estudiantes y la forma para apoyar y seguir
el ritmo de su progreso; “en su práctica tiene
mayores posibilidades de conseguir una
mejor calidad docente, sentir satisfacción
por su participación, debatir con los colegas
sobre sus innovaciones e incentivarlos
para que se motiven a participar en las
innovaciones y estrategias que permitan
mejorar la calidad de los aprendizajes, ser
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conscientes de las consecuencias de sus
acciones, comprender y asumir la dialéctica
entre realidad y conciencia, práctica y teoría
y discurso y acción.
Finaliza este capítulo invitando con Freire
a hacer lo pedagógico más político y lo
político más pedagógico”.
En el capítulo cuarto inicia el estudio y
reflexión sobre lo que en su práctica docente
e investigativa ha encontrado para decir
“¿Qué ha llevado a los buenos profesores
a ser comprometidos?” En este capítulo
la autora trata convencer al profesorado
con experiencias de la importancia del
compromiso en su vida como persona,
profesional y maestro. Subraya como
características del compromiso a “la
autoconfianza en sus propias capacidades,
gracias a las que refuerzan sus convicciones
profesionales para no declinar ante los
obstáculos del camino; la motivación de
logro que los lleva a la búsqueda de desafíos
profesionales y espacios de superación;
el trabajo colaborativo que les permite
establecer relaciones dialógicas y trabajo en
equipo y la autonomía”.
Además, se resalta entre muchos otros
factores al gusto por la enseñanza y
la disposición hacia el aprendizaje,
confirmando con muchos argumentos que
la satisfacción y motivación permiten al
profesor aprender de sus experiencias, de
la lectura permanente y de la participación
en actividades formales de formación como
docente, es decir, reconocer con Hernández
y Sancho (1994) que “para enseñar no basta
con saber la asignatura”.
Es altamente convincente y gratificante leer
los apartados sobre las experiencias que
dan valor a los atributos de los profesores
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comprometidos con un proyecto educativo
en permanente evolución.
En el capítulo quinto sobre “Criterios
comunes en la práctica de los buenos
profesores” hallamos explicaciones
enriquecedoras sobre los atributos que
veíamos en nuestros profesores y en muchos
colegas en la actualidad que nos hacen volver
la mirada con admiración y respeto. Dice la
autora que los buenos profesores construyen
para sí mismos y contribuyen a construir
para los demás un ambiente de bienestar en
el trabajo; se esfuerzan por tener relaciones
dialógicas, no solo con sus alumnos sino con
sus compañeros y todos los miembos de la
comunidad institucional; invitan al logro
permanente de una sinergia educativa para
lograr procesos formativos de alta calidad.
En el capítulo sexto sobre “Relaciones
docentes y pedagógicas” aborda una
temática que conjuga gran parte de las
dificultades más significativas en la
acción docente. Con análisis personales y
expresiones de los profesores invitados a
su obra, habla de la importancia de poner
en evidencia, reflexionar y saber sobre:
las relaciones afectivo sociales, relaciones
intelectuales, posicionamiento político de
los profesores ante sus alumnos, estrategias
que los profesores utilizan con los alumnos
con dificultades para aprender, cómo
responden los alumnos a la intencionalidad
de sus profesores.
En los dos últimos capítulos sobre
“Trayectorias vitales desencadenantes de
la formación docente y Las reflexiones
finales” consolida la reflexión sobre los
factores que contribuyen a la formación de
un buendocente. Entre los muchos factores
llama la atención sobre la influencia en
las características más sobresalientes del
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buen docente del ambiente familiar en el
que compartió los primeros años de vida.
Al respecto es necesario agregar que como
docente el profesor debe enriquecer a su
familia y propiciar el equilibrio para que los
efectos sigan siendo positivos.
La autora inicia las reflexiones finales con
una interesante cita de Freire (1994) ”La
tarea del docente, que también es aprendiz,
es placentera y a la vez exigente. Exige
seriedad, preparación científica, preparación
física, emocional y afectiva. Es una tarea
que requiere, de quien se compromete
con ella, un gusto especial de querer bien,
no sólo a los otros, sino al propio proceso
que implica. Es imposible enseñar sin ese
coraje de querer bien, sin la valentía de los
que insisten mil veces antes de desistir. Es
imposible enseñar sin la capacidad forjada,
inventada, bien cuidada de amar”.
Sobre estos y muchos apartados de la obra
se dejan pequeñas lagunas y reflexiones a
medio comentar para que los lectores entren
al libro a buscarlos y a hacer su propio viaje.
CONCLUSIÓN
Finalmente, quiero invitarles, a sumergirse en
la lectura de este libro para que comprendan
¿por qué es tan enriquecedor enseñar?, a
encontrar emocionantes coincidencias entre
los relatos y su quehacer educativo, para
volver a disfrutar o disfrutar por primera
vez de una experiencia que no reconoció
en su momento como muy importante.
Leerlo para que en el reconocimiento de
su ser docente actual encuentre el camino
del cambio y la transformación hacia una
docencia placentera.