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El joven iba perfectamente afeitado y pulcramente vestido.

Era un lunes muy de


mañana, y se metió en el metro. Era el primer día de su primer empleo, estaba un
poco nervioso. No sabía con exactitud en qué iba a consistir su trabajo. Aparte de
esto, se encontraba perfectamente bien. Toda la gente le veía bien. Le caían bien los
transeúntes, los que se metían en el metro, y le caía bien el mundo, porque el día era
claro y bueno, y él iba a empezar su primer empleo.
El joven consiguió encontrar un asiento en el metro que iba a Manhattan sin tener
que dar codazos ni patadas a nadie. El vagón se llenó rápidamente, y él miraba a los
que estaban de pie en torno a él y le envidiaban el asiento. Entre esta gente había
una madre y su hija, que iban de compras. La hija era una bella muchacha rubia
cuya piel parecía muy suave, y el joven se sintió atraído por ella inmediatamente.
-Te está mirando -susurró la madre a la hija.

El joven iba perfectamente afeitado y pulcramente vestido. Era un lunes muy de


mañana, y se metió en el metro. Era el primer día de su primer empleo, estaba un
poco nervioso. No sabía con exactitud en qué iba a consistir su trabajo. Aparte de
esto, se encontraba perfectamente bien. Toda la gente le veía bien. Le caían bien los
transeúntes, los que se metían en el metro, y le caía bien el mundo, porque el día era
claro y bueno, y él iba a empezar su primer empleo.
El joven consiguió encontrar un asiento en el metro que iba a Manhattan sin tener
que dar codazos ni patadas a nadie. El vagón se llenó rápidamente, y él miraba a los
que estaban de pie en torno a él y le envidiaban el asiento. Entre esta gente había
una madre y su hija, que iban de compras. La hija era una bella muchacha rubia
cuya piel parecía muy suave, y el joven se sintió atraído por ella inmediatamente.
-Te está mirando -susurró la madre a la hija.

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