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De haber leído el tomo III de El Capital de Marx, él, hubiera dicho: esto es
renta. Sobre estos aspectos, el insigne historiador merideño, afirmó: El caso
de Venezuela no está en los libros. Nosotros tenemos que ordeñar las
petroleras con el Bolívar fuerte al precio actual (Diario de navegación, p. 87).
Adiós con la soñada sociedad telúrica y conuquera, arraigada en la
mentalidad fisiocrática del siglo XIX. En palabras del historiador merideño:
Vea usted:
El petróleo es una vaca y la vaca tienen cuatro tetas. Venezuela puede chupar
a dos carriles tres tetas; pero debe dejar la cuarta al becerro porque si muere
el becerrillo se acaba la leche (p.88).
Puro rentismo ¿Qué hacer? Lo que había que hacer con inteligencia y sentido
común, según Caracciolo Parra Pérez, No matar el becerrillo e invertir parte
de los ingresos petroleros en el crecimiento económico mediante un vasto
plan de inmigración con población blanca sin estar añorando los viejos
bosque del poeta Virgilio. Era de la idea de vivir del petróleo y ayudar a
crecer modestamente la agricultura y la industria con una moneda fuerte sin
estar pensando en la creencia de que había que sentar las bases de una
economía post-petrolera ante el repentino agotamiento natural del oro
negro. Seguramente, para él, el problema era a largo plazo, por un lado. Y,
por el otro, Venezuela, para ese momento, tenía un brillante porvenir por
contar con una abundancia significativa de hidrocarburos para alimentar el
aparato industrial de los países de occidente.