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TEMA 5. LA ACCIÓN HUMANA SOBRE EL MEDIO.

PROBLEMÁTICA ACTUAL
1.INTRODUCCIÓN
El medio, entendido como el contexto natural en el que conviven e interactúan los seres vivos, ha
sido abordado por naturalistas y geógrafos desde bases epistemológicas diferentes, pero nunca
antes se había tratado con la preocupación actual. La expresión “medio ambiente” plantea
problemas a la hora de su definición. Esta complejidad se acentúa desde el momento en que el
aumento de su uso en el lenguaje cotidiano traspasa el ámbito científico, convirtiéndose en un
asunto de preocupación social (asociaciones ecologistas y conservacionistas), política y
económica (ecocapitalismo).
Los ecólogos hablan de medio ambiente para definir el marco en que se desarrolla un organismo,
es decir, el medio biótico (biocenosis) y abiótico (biotopo) interrelacionados entre sí mediante
flujos de materia y energía (ecosistemas de escala planetaria). El hombre forma parte de este
entramado, pero con una capacidad de modificación muy superior a las demás especies, de la que
parte la actual preocupación medioambiental.
2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TRANSFORMACIÓN DEL MEDIO
El ser humano posee una gran capacidad de transformar el medio, incrementada enormemente
desde la Revolución Industrial hasta alcanzar niveles preocupantes en los años 80. Para-
lelamente, sobre todo a partir de los años 60, la sociedad ha ido tomando conciencia del problema,
plasmada en el nacimiento de los movimientos ecologistas y conservacionistas.
El poder transformador del hombre sobre la naturaleza se ha ido manifestando a lo largo de la
historia con distintas intensidades, dependiendo de las progresivas capacidades técnicas:
Durante el extenso periodo Paleolítico, las sociedades humanas, caracterizadas por su economía
cazadora-recolectora, apenas tuvieron capacidad de transformación sobre el medio, puesto que no
existe la necesidad de acumular bienes para la supervivencia del grupo. Circunstancialmente pudo
darse en algunas áreas una disminución de determinadas especies animales o vegetales debido a
la presión de las actividades de caza y recolección. El uso del fuego era la principal técnica de
transformación de la naturaleza de que dispuso el hombre del Paleolítico.
Durante el Neolítico, asistimos al desarrollo de la agricultura y la ganadería. Con las nuevas
prácticas, apoyadas en nuevas tecnologías y necesidades, se empieza a producir una intensa
transformación del medio de la que existen indicios, como la desaparición de la megafauna o la
reducción de ciertas superficies arboladas a través de la quema. El desarrollo de la metalurgia
fue otro de los hitos en la historia de la acción humana sobre el medio. La llegada de los primeros
metales trajo consigo, por una parte, un instrumental más efectivo para la tala y el desbroce de la
vegetación y, por otra, una mayor necesidad de combustible, carbón, para abastecer los hornos
con los que fundir los metales. Esta situación se intensificó en la Edad del Hierro. La actividad
de la obtención del mineral también empezó a producir efectos sobre el paisaje (canteras a cielo
abierto, etc.)
Con la aparición de las primeras civilizaciones urbanas de la Edad Antigua surgen nuevos
sistemas de explotación que supondrán impactos de mayor alcance que durante la etapa anterior
(talas masivas, construcción de infraestructuras, etc.), especialmente en la última fase de esta
etapa.
Durante la Edad Media y Moderna va aumentando la capacidad de transformación del medio,
aunque los efectos cuantitativamente son todavía escasos y de alcance local. Hitos como el
descubrimiento y conquista de América o el inicio de la colonización europea de África
supusieron que nuevas grandes zonas del planeta fueran sometidas a una intensa explotación de
sus recursos, con los consiguientes efectos sobre el medio natural.
Será a partir de la Revolución Industrial cuando la agresión al medio adquiera mayor dimensión
y comience una carrera en su destrucción, alterando el equilibrio natural. Este proceso desemboca
en una situación de “crisis ecológica” donde el medio natural es total o parcialmente destruido en
alguno de sus componentes, apareciendo los primeros indicadores alarmantes (degradación de la
capa de ozono, cambio climático, desertización, etc.).
3. TRANSFORMACIONES DEL MEDIO POR EL HOMBRE
3. 1. Contaminación atmosférica
Puede ser entendida como la emisión de partículas y gases nocivos que alteran la composición
natural de la atmósfera.
Los focos de emisión de contaminantes son fundamentalmente:
• Actividad urbana. La contaminación es emitida fundamentalmente por vehículos y
calefacciones, que emiten dióxido de carbono y óxidos de azufre a la atmósfera.
• Actividad industrial. El sector industrial suele estar concentrado en áreas urbano-
industriales. Por eso, los efectos de la actividad industrial suelen sumarse a los de la
actividad urbana, lo que da lugar a situaciones críticas en la atmósfera de las ciudades,
que se agravan con determinados tipos de tiempo anticiclónico. El alcance de esta
contaminación no es solo local, ya que la propia circulación atmosférica traslada estos
contaminantes a lugares muy lejanos de su origen.
Los efectos de la contaminación atmosférica son múltiples: los directos sobre las personas
(bronquitis, asma, enfisema, e incluso muerte prematura) y los ocasionados sobre el medio, como
la lluvia ácida, producida cuando el dióxido de azufre y los nitróxidos vuelven a la superficie
disueltos en agua en forma de ácido sulfúrico y ácido nítrico. Su efecto destructivo se deja sentir
en edificios históricos (el llamado “mal de piedra”, por sulfatación de las calizas) y en las masas
forestales.
Asimismo, la contaminación atmosférica produce también cambios climáticos. La destrucción de
la capa de ozono está en clara relación con la emisión a la atmosfera de CFCs
(clorofluorocarbonos), productos químicos sintéticos que forman parte de los mecanismos
cotidianos, como frigoríficos, pulverizadores, disolventes, etc. No poseen toxicidad directa en las
capas bajas de la atmosfera, pero cuando ascienden a las mas altas se ven sometidos a la acción
de los rayos UVA. El llamado “efecto invernadero” es otro de los problemas relacionados con
la contaminación atmosférica. Este fenómeno se genera cuando el dióxido de carbono, el gas
invernadero por antonomasia se incrementa de forma artificial (explotación de las energías fósiles,
la combustión de la biomasa y la deforestación), de manera que la captación atmosférica de calor
es superior a la normal, lo que produce un aumento de temperaturas.
3. 2. Contaminación de las aguas
El volumen de agua del planeta es constante y suficiente para satisfacer las necesidades de la
humanidad. El problema deriva de la calidad de la misma y de su desigual distribución, que dan
lugar a problemas de abastecimiento. En la actualidad, además, se asiste a un crecimiento
ininterrumpido del consumo (urbano, agrícola, industrial y personal) que obliga a plantearse el
uso racional y de los recursos hídricos.
Se entiende que un agua está contaminada cuando su composición es alterada por la adición de
contaminantes (pierde propiedades naturales de olor, sabor y color). Su grado de contaminación
se mide por la Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO), referido a la cantidad de oxígeno que
necesitan las bacterias para descomponer las sustancias orgánicas y auto-depurar el agua. Si el
oxígeno se agota (eutrofización) da lugar a la pérdida de la calidad del agua.
Los principales focos contaminantes de las aguas son la actividad agrícola, la industrial y los
núcleos de población:
• Contaminación del agua por actividades agrícolas. En la actividad agrícola se utilizan
una serie de productos químicos para fertilizar los suelos y para desinfectar o prevenir
plagas en los cultivos (fertilizantes, pesticidas, etc.). Estos productos se depositan en el
suelo y se transportan en el agua, afectando a ríos, lagos, mares e incluso a las reservas
de agua subterránea. Cuando la cantidad de estos elementos nocivos llega a alterar la vida
animal, vegetal o al hombre, se habla de contaminación.
• Contaminación del agua por actividades industriales. Los vertidos industriales,
especialmente los residuos químicos y metales pesados, constituyen la mayor fuente de
contaminación de las aguas. Los afectados directos son la flora y la fauna acuática.
• Contaminación del agua por la ocupación urbana. Las áreas urbanas se construyen
con frecuencia cerca de los cursos de agua existentes para facilitar el transporte y el
abastecimiento. La contaminación del agua en áreas urbanas proviene de varias fuentes,
incluyendo las aguas residuales y los residuos industriales y radiactivos.
La contaminación de las aguas continentales y el vertido directo de residuos a los mares son los
factores de la contaminación marina. Aunque el mar posee un elevado grado de autodepuración,
existen graves problemas de contaminación en mares. La contaminación es más intensa en las
zonas costeras, provocando daños en la fauna, problemas sanitarios y económicos. En alta mar,
la limpieza de buques cisterna y los accidentes de los petroleros provocan las denominadas
“mareas negras”. A todo esto hay que añadir el alto grado de dispersión los contaminantes
provocado por las corrientes marinas.
3. 3. Contaminación y destrucción del suelo
La contaminación del suelo está provocada por la acumulación de metales pesados (cadmio,
mercurio, etc.) y biocidas (pesticidas, herbicidas, etc.) que alteran su naturaleza y su fertilidad,
provocando la desaparición de vegetación y fauna. Además, corre el riesgo de que estos elementos
nocivos pueden ser absorbidos por los cultivos e introducidos en la cadena trófica.
La destrucción del suelo viene determinada por la erosión, potenciada por la desaparición de la
cubierta vegetal protectora debido a prácticas agrarias inadecuadas y la deforestación. El
problema puede ser muy grave y desembocar de forma irreversible en un proceso de desertización,
con la consiguiente pérdida de suelo para el cultivo, colmatación de embalses, etc. Por otro lado,
el crecimiento urbano e industrial o la construcción de infraestructuras del transporte producen,
en muchas ocasiones, la desaparición de suelo fértil.
3. 4. Deforestación y destrucción de biodiversidad
La deforestación o tala de árboles es un proceso provocado por la acción humana, en el que se
destruye la superficie forestal. Es causada principalmente por las talas o quemas realizadas por la
industria maderera, así como por la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería.
Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta un serio daño al hábitat por la pérdida de
biodiversidad y el aumento de la aridez, además de tener un impacto adverso en la fijación de
dióxido de carbono (CO2). Las regiones deforestadas tienden a sufrir la erosión de sus suelos,
convirtiéndose frecuentemente en tierras improductivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación a gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia
del valor intrínseco de los bosques, el manejo poco responsable de la forestación y unas leyes
medioambientales deficientes.
3. 5. Contaminación radiactiva
Se denomina contaminación radiactiva o contaminación nuclear a la derivada del uso de
sustancias radioactivas, naturales o artificiales, aunque normalmente se debe a un aumento de la
radiación natural por introducción artificial, hasta superar los limites a los cuales las especies
están adaptadas. Este tipo de contaminación afecta tanto a los seres vivos(de manera interna y
externa), como a los suelos y el agua.
La contaminación radiactiva tiene dos fuentes principales:
• Experimentos nucleares. Generalmente han tenido lugar en la atmosfera, las aguas
marinas y bajo tierra, generando un aumento de la temperatura y contaminando la
atmosfera con partículas nocivas. Estas partículas, a su vez, contaminaran directamente
el suelo, y su posterior arrastra por las aguas hacia horizontes mas profundos hará lo
propio con los caudales subterráneos.
• Usos industriales. El mayor problema lo plantean los cementerios nucleares, que hasta
hace poco eran los fondos marinos. En la actualidad se ha optado por crear y acotar áreas
especias en lugares de baja presión demográfica, y por enterrarlos bajo control.
3.6. Contaminación acústica
La contaminación acústica presenta unas características concretas que lo diferencian de otros
contaminantes. En primer lugar, es el contaminante más barato de producir y necesita muy poca
energía para ser emitido. Además, es complejo de medir y cuantificar, pues no deja residuos,
aunque sí puede tener un efecto acumulativo en el hombre. Por otra parte, se localiza en espacios
muy concretos y solo se percibe a través del oído, lo cual hace subestimar su efecto.
Actualmente la contaminación acústica es una de las mayores preocupaciones en las áreas
urbanas. Sus repercusiones han sido analizadas y se ha constatado que son directas, acumulativas
y de consistencia a largo plazo. Los efectos de esta contaminación se reflejan en derivaciones
psicológicas (nerviosismo, fatiga e irritabilidad) y físicas (pérdida de audición, aceleración del
ritmo cardiaco…).
4. EL DEBATE SOBRE LA DEGRADACIÓN MEDIOAMBIENTAL
Los primeros movimientos ecologistas parten de EE.UU., donde los problemas de la
contaminación se dejaban sentir con especial virulencia como consecuencia del potencial
industrial adquirido durante la etapa posterior a la II Guerra Mundial. Y más tarde inicio otra
concienciación social paralela: los efectos de las armas químicas utilizadas durante la guerra de
Vietnam.
El año 1968 significó un cambio de actitud en las sociedades más avanzadas con respecto al
medio, cuando los movimientos pacifistas y las corrientes de pensamiento difundidas por Russel
y Marcuse introdujeron nuevas mentalidades que, más tarde, quedarían reflejas en los informes
del Club de Roma. Buena parte de las nuevas ideas fue recogida por científicos británicos en el
Manifiesto para la supervivencia, que abogaba por minimizar los riesgos sobre el medio por la
acción incontrolada del hombre.
En 1972 se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, que trató
de llamar la atención de los gobiernos sobre los problemas ambientales. Sin embargo, los
resultados fueron escasos debido, en parte, a las contradicciones entre las naciones
industrializadas y las dependientes de los recursos primarios. Este mismo año el Club de Roma
publicó una serie de informes sobre la situación del planeta, refiriéndose al crecimiento
descontrolado de la población, a la creciente industrialización y a sus efectos sobre los recursos
naturales. En conjunto lograron institucionalizar el problema ambiental, haciéndolo extensible a
escala planetaria.
Tras los desastres ecológicos de Bopal (1984) y Chernobil (1986), el final de la década de los
ochenta fue testigo del creciente interés por el mantenimiento de los ecosistemas y la búsqueda
de un desarrollo económico aparejado a la conservación ambiental. En 1987 ven la luz dos
documentos que sustentan esta idea: el Informe de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y
Desarrollo de las Naciones Unidas (conocido como Informe Brundtland), que habla por primera
vez del concepto de desarrollo sostenible, y el informe “Perspectiva en el horizonte del 2000”,
que marca el comienzo de una estrategia política al respecto, a través del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En mayo de 1990, y como apoyo a la iniciativa del gobierno noruego de organizar allí una
conferencia regional para el seguimiento del Informe Brundtland, la Comisión Económica para
Europa (CEPE) organiza la Conferencia Bergen, a través de la cual se exige a los países
industrializados la integración de las consideraciones ambientales en las políticas económicas.
La década de los noventa fue un periodo de profunda crisis ambiental en el que a los problemas
de deforestación generalizada, cambio climático, etc., se unieron grandes hambrunas, guerras de
enorme contenido ambiental y unos desequilibrios demográficos como consecuencia de la
sobrepoblación del planeta. Todo ello acentuó los desequilibrios no sólo entre países ricos y países
pobres, sino también en el seno de las propias comunidades industrializadas.
En este contexto, planteada la necesidad de una reflexión colectiva sobre las relaciones entre el
desarrollo económico y el medio ambiente, comenzaron los trabajos preparatorios para la que se
denominaría ECO-ED 92, el mayor encuentro de personas de toda índole interesadas por
cuestiones ambientales, que tuvo lugar en Río de Janeiro (Brasil) en junio de 1992.
Los resultados más visibles de esta reunión de Jefes de Estado y de Gobierno se plasman en la
Declaración de Río, en la que se establecen criterios para el desarrollo sostenible y se fijan
responsabilidades individuales y colectivas, si bien no tuvo naturaleza de documento vinculante
para los gobiernos y defraudó en sus expectativas. Otros dos documentos se firmaron en Río de
Janeiro durante esta reunión, esta vez sí vinculantes: el Convenio Marco sobre el Cambio
Climático, que exige a los países firmantes tomar medida en pos de reducir la emisión de gases
de efecto invernadero; y el Convenio sobre Diversidad Biológica, que plasma la conciencia del
valor intrínseco de la diversidad bilógica y el compromiso de los gobiernos firmantes al desarrollo
de programas de sensibilización ecológica.
Tras la convención en Brasil, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo adoptó una estrategia global de acción que se recoge en el denominado Programa
21. Este es un verdadero programa de acción que plantea medidas para la cooperación
internacional con el objetivo de conserva y gestionar los recursos naturales, ofreciendo, además,
directrices sobre los medios de ejecución, asignación de recursos financieros, científicos,
tecnológicos, etc. Un documento tan ambicioso y necesitado de un consenso tan amplio no es de
extrañar que contenga contradicciones profundas, como la de plantear, por un lado, la necesidad
de cambios profundos en los modelos de gestión de los recursos y defender, por otro, que una
mayor liberalización del comercio en todos los sectores económicos, a nivel mundial, sea una
contribución importante para el desarrollo sostenible, cuando es precisamente ese modelo liberal
el que ha producido la crisis ambiental que padece el planeta.
En 1997 se aprobó el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático en la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), un acuerdo internacional que tuvo
por objetivo reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento
global en un porcentaje aproximado de al menos un 5 %, dentro del periodo que va de 2008 a
2012, en comparación a las emisiones a 1990. Esto no significa que cada país debiera reducir sus
emisiones de gases regulados en un 5% como mínimo, sino que este es un porcentaje a escala
global y, por el contrario, cada país obligado por Kioto tuvo sus propios porcentajes de emisión
que debe disminuir. Como hemos señalado, si bien este protocolo fue inicialmente adoptado en
1997, no entró en vigor hasta 2005, siendo ratificado en 2009 por 187 países, a excepción de
EE.UU.
El protocolo fue inicialmente adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero no entró
en vigor hasta el 16 de fe- brero de 2005. En noviembre de 2009, eran 187 estados los que
ratificaron el protocolo. Estados Unidos, mayor emisor de gases de invernadero mundial, no ha
ratificado el protocolo.
A partir de entonces y hasta la actualidad se han celebrado varias cumbres y convenciones entorno
a la problemática medioambiental, destacando la Cumbre de la Tierra de Johannesburgo
(2002), o la Conferencia de desarrollo sostenible de Naciones Unidas de 2010, también conocida
como Río 2012 o Río+20, todas ellas centradas en el respeto al equilibrio de la biosfera y la
reducción de las actividades humanas contaminantes. Y ello solo puede conseguirse mediante
nuevas alternativas energéticas y generando una conciencia ambiental.

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