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¿Y entonces? ¿Siempre hay que estar calzado? Con este posteo aspiro a que
comprendas que el descalce agrega un riesgo adicional,
la posibilidad de ganar (o perder) un poco más. Si decidís ir descalzo por la vida
(financiera), pues estás convencido de que durante
un tiempo la cotización del dólar (sigo con el ejemplo) no se moverá o lo hará
poco, todo bien. Mis dos roles aquí serán advertirte de
los riesgos y acompañarte en las oraciones para que se cumplan los supuestos con
los que tomaste decisiones.
¿El descalce financiero puede ser solo de moneda? No. Te doy un ejemplo más: puede
ser de plazos.
Si un banco toma dinero a corto plazo (un plazo fijo a 30 o 45 días) y lo presta a
un plazo mayor
(digamos, dos años) tiene un descalce de plazos. ¿Cuál es el riesgo? Que se le
corte el financiamiento (
no le renueven los plazos fijos) con el que generó el préstamo. ¿Es así de simple?
No. Este es un ejemplo didáctico:
en las empresas (como los bancos) hay un conjunto de fuentes de financiamiento y
otro conjunto de uso de esos recursos,
y normalmente no es posible (ni aconsejable para la salud mental) asignar una
fuente a cada uso.
El descalce agrega riesgo, pudiendo generar una ganancia o pérdida adicional. Cada
cual (empresa o persona) decidirá
cómo se para frente a eso.
¿Y en la vida? Vuelvo a las zapatillas, aunque no a las de María. Hoy hay una
tendencia que recomienda correr descalzo.
Según me explicó mi entrenador, el Prof. Gustavo Novello, son los cultores del
natural running. Son los que añoran volver
a los orígenes (en este campo) y correr como cuando éramos chicos. Dicen que Lucas
Llach, vicepresidente del Banco Nación
que disfruta de ese deporte, corre descalzo. Yo, que también vivo en Argentina y
tengo miedo de que haya vidrios en el piso,
compro un par de zapatillas para correr por año. Y las uso.
Posted in la AcadéTagged Descalce, lucas llach, préstamo en dólares, riesgo,
running
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