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Bernardino Rivadavia

Bernardino Rivadavia, nacido como Bernardino de la


Trinidad González de Rivadavia y Rodríguez de Rivadavia
Bernardino Rivadavia
(Buenos Aires; 20 de mayo de 1780 – Cádiz; 2 de septiembre
de 1845), fue un político rioplatense y el primer jefe de Estado
de las Provincias Unidas del Río de la Plata que ejerció con el
cargo de presidente,3 que desempeñó entre el 8 de febrero de
1826 y el 27 de junio de 1827. Poco después de iniciada la
Revolución de Mayo tuvo una fuerte influencia sobre el Primer
Triunvirato, del que fue uno de sus secretarios.

Entre 1820 y 1824 fue ministro de Gobierno y Relaciones


Exteriores de la provincia de Buenos Aires durante el gobierno
del general Martín Rodríguez. Partidario de la organización
nacional, durante la vigencia del Congreso General de 1824
destinado a redactar una constitución, el inicio de la Guerra del
Brasil motivó la creación inmediata del cargo de presidente de
la Nación Argentina y —tras ser elegido— fue el primero en
ocuparlo. La sanción de la Constitución Argentina de 1826, de
fuerte contenido unitario, rechazada por las provincias y su
propio repudio a la Convención Preliminar de Paz de 1827 con
el Imperio del Brasil para finalizar la guerra —a la que tildó de
«tratado deshonroso»— motivaron su renuncia a la presidencia,
siendo sucedido por Vicente López y Planes, pero al poco
tiempo las autoridades nacionales se disolvieron, situación que
se prolongó hasta 1852. Su influencia sobre la historia argentina
fue tal que el período marcado por su dominio de la política
1.er presidente de las Provincias Unidas del
nacional es llamado a menudo época de Rivadavia.
Río de la Plata
Luego de su renuncia se exilió finalmente a España, en donde 8 de febrero de 1826 - 27 de junio de 1827
murió en 1845. Sus restos fueron repatriados a Argentina en el Predecesor Nuevo cargo
año 1857, recibiendo honores de Capitán General. En la (hasta 1820, Juan Pedro Aguirre
actualidad descansan en un mausoleo situado en la Plaza como director supremo de las
Miserere, en Buenos Aires, adyacente a la Avenida Rivadavia Provincias Unidas del Río de la Plata /
Anarquía del Año XX / gobernadores
nombrada en su honor.
bonaerenses encargados de las
Relaciones Exteriores de la nación)

Sucesor Vicente López y Planes


Índice
Familia e inicios en la función pública
El Primer Triunvirato
Misiones diplomáticas
Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores
de las Provincias Unidas del Río de la Plata1
Ministro del gobernador Martín Rodríguez
Política interior 1821 - 2 de abril de 1824
Política exterior
El empréstito Baring Brothers Gobernador De la provincia de Buenos Aires
La Revolución de los Apostólicos encargado de nombrar ministros
La Ley de Enfiteusis nacionales:
Llegada a la presidencia
Minería Martín Rodríguez
Navegación
Tratado de Benegas
Sitio de Montevideo
Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Ministro de Gobierno y Hacienda del Primer
Plata Triunvirato1
La Ley de Capitalización
23 de septiembre de 1811 - 8 de octubre de 1812
Política económica
Nacionalización de los recursos
Guerra del Brasil
Constitución de 1826
La guerra civil en el interior Ministro secretario de Guerra del Primer
Renuncia de Rivadavia Triunvirato1
El exilio y muerte 23 de septiembre de 1811 - 8 de octubre de 1812
Repatriación de sus restos y homenajes
Ancestros
Notas y referencias
Teniente del Tercio de Gallegos1
Bibliografía
17 de septiembre de 1806 - enero de 1809
Enlaces externos

Información personal

Familia e inicios en la función Nacimiento 20 de mayo de 1780


Buenos Aires, Virreinato del
pública Río de la Plata
Fallecimiento 2 de septiembre de 1845
Bernardino Rivadavia era hijo de Benito Bernardino González
(65 años)
de Ribadavia, abogado español de origen gallego,4 y de María Cádiz, España
Josefa de Jesús Rodríguez de Ribadavia y Rivadeneyra.
Nacionalidad Argentino
Se educó en el Real Colegio de San Carlos, pero abandonó sin Partido
Partido Unitario
terminar los estudios.[cita requerida] político
Familia
En las Invasiones Inglesas actuó como teniente del Tercio de
Cónyuge Juana del Pino y Vera Mujica
Voluntarios de Galicia. En 1808 Santiago de Liniers lo nombró
(1809-1841)
alférez real pero este nombramiento fue rechazado por el
Hijos José Joaquín,
Cabildo, lo que fue uno de los detonantes de la Asonada de
Constancia,
Álzaga. Bernardino Donato,
Martín2
El 14 de diciembre de 1809 se casó en la Iglesia de Nuestra
Educación
Señora de La Merced, de Buenos Aires, con Juana del Pino
(Montevideo, 28-12-1786 - Río de Janeiro, 14-12-1841), hija Educado en Colegio Nacional de Buenos
del exvirrey del Río de la Plata Joaquín del Pino, con la que Aires
tuvo cuatro hijos: José Joaquín, Constancia (que murió con Información profesional
menos de 4 años de edad), Bernardino Donato y Martín. 5 Ocupación Político
Durante la Revolución de Mayo asistió al Cabildo abierto del 22 de mayo de
1810 votando por la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.

El Primer Triunvirato
La Junta Grande lo tachó de «españolista» y lo deportó a Guardia del Salto.

En 1811, después del golpe institucional que expulsó a los diputados del interior
de las Provincias Unidas del Río de la Plata se instauró el Primer Triunvirato, de
orientación centralista dirigido desde Buenos Aires. Rivadavia fue designado su
secretario de Guerra iniciándose así en la vida pública. Adquirió preponderancia
en las decisiones que se tomaron durante la represión con ajusticiamientos
durante el desarrollo del Motín de las Trenzas, el fusilamiento de Martín de
Álzaga y el Tratado Herrera-Rademaker.

En octubre llegó la noticia de que el Ejército del Norte, bajo el mando del
Busto de Bernardino Rivadavia,
general Manuel Belgrano, contradiciendo las órdenes del Triunvirato de que se
Comodoro Rivadavia, Chubut.
retirara hasta la ciudad de Córdoba, había vencido a las tropas realistas en la
batalla de Tucumán y las habían expulsado hacia el norte. Inmediatamente
estalló la revolución del 8 de octubre de 1812 dirigida por José de San Martín, Carlos María de Alvear, Manuel Guillermo Pinto y
Francisco Ortiz de Ocampo. Exigieron la renuncia del Triunvirato y su reemplazo por un Segundo Triunvirato que tomó la
decisión de arrestar a Rivadavia y obligarle a alejarse de la capital por un tiempo. En su renuncia Rivadavia sostuvo:

Que así como he dado ejemplo de sostener la dignidad y justificación de la autoridad, lo haré mucho
más en obedecerle sin abatirme.

Misiones diplomáticas
Bernardino Rivadavia volvió a ocupar una función en el gobierno cuando en 1814, junto a Manuel Belgrano, viajó en misión
diplomática a Europa, enviado por el gobierno revolucionario del Río de la Plata en busca de un candidato de la monarquía a
quien ofrecer el gobierno de estos países. Tras varios intentos, la misión fue un fracaso.

Sin embargo, en Francia trabó amistad con el filósofo Antoine Destutt, conde de Tracy, quien lo aproximó al pensamiento del
politólogo liberal Benjamín Constant y de los escritores del realismo Honoré de Balzac y Stendhal. Sus libros influyeron
fuertemente en las ideas de Rivadavia.

En Londres se entrevistó con el filósofo Jeremy Bentham, fundador del utilitarismo y se dedicó a traducir sus obras al idioma
español.[cita requerida]

Se trasladó más tarde a Madrid de donde fue expulsado por orden del rey. Permaneció varios años más en Europa, dedicado a
apoyar otros proyectos monárquicos, con varios candidatos españoles y uno francés (este sería el futuro rey de Francia Luis
Felipe de Orleáns).

Producida la Anarquía del Año XX cayeron el Directorio y el Congreso, disolviéndose las autoridades nacionales.

Ministro del gobernador Martín Rodríguez


Bernardino Rivadavia fue convocado por el nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires, el general Martín Rodríguez,
quien lo nombró en el cargo de ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores el 19 de julio de 1821.
Dejando en un segundo plano a sus compañeros de gabinete, Manuel José
García y Francisco Fernández de la Cruz, e incluso al propio gobernador,
Rivadavia llevó adelante casi todas las decisiones políticas del gobierno de
Rodríguez. Las políticas de gobierno que emprendió se las conoce con el
nombre de reformas rivadavianas.

En su discurso de asunción declaró su plan de gobierno:

La provincia de Buenos Aires debe plegarse sobre sí misma,


mejorar su administración interior en todos los ramos; con su
ejemplo llamar al orden los pueblos hermanos; y con los
recursos que cuenta dentro de sus límites, darse aquella
importancia con que deberá presentarse cuando llegue la
oportunidad deseada de formar una nación.

Entre los recursos con los que contaba "dentro de sus límites" estaba la
aduana, de la que se apropió, y cuyas rentas representaban la mayoría de
Monumento a Bernardino Rivadavia en
todos los ingresos públicos del país.
Bahía Blanca.

Proclamó la libertad de comercio, colocando las tasas aduaneras a un nivel


muy bajo, con lo que favorecíó el comercio exterior de la provincia, pero
aisló y ahogó las economías provinciales, que no pudieron competir con los productos importados.

La provincia pasó en esos años por lo que, más tarde, el gobernador Juan Gregorio de Las Heras llamaría la "feliz experiencia":
salía de diez años de desorden económico y político y de un año grandemente complicado. Y entró de lleno en una etapa de
aumento de la calidad de vida de sus clases acomodadas.

Inició una modernización del sistema económico: fundó la Bolsa de Comercio, aunque solo existió en los papeles, el Banco de
Descuentos, dotado de un poder financiero inaudito, y en el que, aunque la participación de la provincia pasaba del 60% del
capital, solo tenía un número mínimo de votos. Estaba controlado por comerciantes ingleses y algunos socios locales, y se dedicó
a otorgar créditos a corto plazo, pensados para el comercio, no para fomentar la industria o la ganadería. Los beneficiarios fueron
casi exclusivamente los socios del Banco, por lo que los comerciantes poderosos de la década pasada, abandonados
financieramente, se pasaron rápidamente a la actividad ganadera y se convirtieron en estancieros. Serían el sector político y
socialmente dominante por varias generaciones, pero nunca tendrían el control económico del país. En 1827 fue el primer default
de la historia de Argentina, tras un boom de préstamos ocasionado por el fin de las guerras napoleónicas que Argentina y otros
países de América Latina consiguieron emitir bonos en Londres para financiar sus guerras de independencia. Este boom crediticio
terminó en 1825 cuando el Banco de Inglaterra subió su tasa de descuento para frenar su caída de reservas. Este ajuste monetario
derivó en un crash bursátil. Argentina entró en default en 1827 y recién reinició sus pagos en 1857. 6

Política interior
Una de las primeras obras de gobierno fue la sanción de la Ley de Sufragio Universal, de fecha 14 de agosto de 1821, que fue la
primera de su tipo en Latinoamérica. Ella permitió que todo hombre libre, natural del país o avecinado a él, desde la edad de 20
años, o antes si fuera emancipado, sería hábil para elegir (art. 2°) y que podían ser elegidos para cargos públicos los ciudadanos
mayores de 25 "que poseyeran alguna propiedad inmueble o industrial".7
Rivadavia era partidario del voto calificado. Dorrego, se opuso al proyecto rivadaviano
de 1826, considerándolo nulo porque se desconocía en él la voluntad general de las
provincias. También negaba el derecho de voto en las elecciones a los menores de veinte
años, a los analfabetos, a los deudores fallidos, deudores del tesoro público, dementes,
notoriamente vagos, criminales con pena corporal o infamante, pero también a los
domésticos y peones que estaban bajo la influencia del patrón. El proyecto consideraba
que “se reputará decente toda persona blanca que se presente vestida de fraque y levita”
el proyecto de Rivadavia negaba el voto hasta a los “criados a sueldo, peones jornaleros y
soldadas de línea”.8

En noviembre de 1821, y con el fin de pacificar la provincia, hizo sancionar una ley de
amnistía para todos los opositores políticos, de modo que pudieron regresar muchos Estampilla de Bernardino
exiliados, como Manuel Dorrego, Miguel Estanislao Soler, Manuel de Sarratea, Carlos Rivadavia.
María de Alvear y otros.

El 24 de diciembre de 1821 creó la Policía del Estado, primera fuerza puramente policial dependiente de un gobierno de
provincia; es considerado el antecedente de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Proclamó una reforma militar, por la que pasó a retiro a los antiguos oficiales que habían luchado en la Guerra de la
Independencia y que no tenían destino fijo aunque también a los que consideró contrarios a su gobierno. Esta reforma puso en su
contra a todos los militares alejados y muchos de ellos se unirían a las rebeliones en su contra.

A través de la denominada Reforma eclesiástica de Rivadavia llevó adelante una modificación en el seno de la Iglesia católica por
la que pasaron a manos de la provincia muchos de los bienes de la Iglesia católica. También ordenó la disolución de las órdenes
religiosas, entre las cuales solo las más numerosas lograron evitar su secularización. Esto llevó a que muchos católicos se unieran
a las conspiraciones. Poco antes habían sido incautados otros bienes inmuebles pertenecientes a la Iglesia, como la estancia con
que se sostenía el santuario de Nuestra Señora de Luján, cuya veneración también pasó a ser costeada por el Estado9

En agosto de 1822 fue denunciada una conspiración en su contra, dirigida por el exministro Gregorio García de Tagle, que fue
rápidamente sofocada. La segunda revolución, llamada la "revolución de los Apostólicos", fue una reacción clerical contra las
reformas rivadavianas, que estalló en marzo de 1823, a la que se unieron muchos oficiales descontentos. Fue rápidamente
sofocada, y sus cabecillas ejecutados tras un rápido juicio secreto.

Rivadavia toleró la disidencia, siempre que se mostrara moderada y que no viniera de sectores clericales.[cita requerida]

Admitió asimismo la libertades de expresión y de prensa.

Suprimió los cabildos, tanto el de la capital como los de Luján y San Nicolás de los Arroyos.

Durante lo que se conoció como la «época de Rivadavia» la ciencia y la cultura prosperaron de manera significativa. Su impulso
reformista dio a la vida intelectual una dinámica desconocida hasta entonces, creando un clima propicio que fructificó en diversos
campos a través de la obra personal de muchos individuos.

Refundó el viejo Colegio de San Carlos como Colegio de Ciencias Morales, en el cual el cambio más importante fue que otorgó
becas a algunos jóvenes de las provincias. Creó también varias escuelas.

Gracias a su gestión se fundó la Universidad de Buenos Aires, inaugurada el 12 de agosto de 1821, designando como primer
rector y cancelario al doctor Antonio Sáenz. Tardó varios años en funcionar orgánicamente. Fue la obra educativa más importante
del gobierno de Martín Rodríguez.

En 1822, por acción oficial o privada, se habilitaron varias instituciones académicas: La Sociedad Literaria, la Sociedad de
Ciencias Físicas y Matemáticas, la Sociedad de Jurisprudencia, la Academia de Medicina y dos academias de música y canto.
Cinco librerías existentes en Buenos Aires en 1825 vendían toda clase de obras literarias y científicas editadas en Europa. Fiel a
su ideario liberal, por un decreto de 1821 derogó antiguas prohibiciones a la introducción de determinados libros sin censura ni
trabas de ninguna índole.

Durante la época de Rivadavia se contrataron a distinguidas personalidades intelectuales del extranjero, como el matemático
mexicano José Lanz, el naturalista francés Aimé Bonpland, los físicos y astrónomos italianos Pedro Carta Molino y Octavio
Fabricio Mossotti, el publicista e historiador, también italiano, Pedro de Angelis, el ingeniero francés Carlos Enrique Pellegrini.
La mayoría de ellos se establecieron a enseñar e investigar en el país.[cita requerida]

Otras muchas nuevas instituciones fueron creadas durante su ministerio. El Museo Argentino de Ciencias Naturales, el cual lleva
su nombre, el Archivo General, el Registro Oficial, el Departamento Topográfico y Estadístico. Se confeccionaron los primeros
plano topográfico y catastrales de la provincia de Buenos Aires.

La ciudad de Buenos Aires comenzó a modernizarse. Construyó edificios públicos, ensanchó avenidas, ordenó construir ochavas,
mejoró la iluminación de las calles y creó el Cementerio de la Recoleta. Estas modernizaciones que emprendió estaban pensadas
principalmente para la ciudad siendo menores las iniciadas en el interior de la provincia.

Su atención estuvo centrada en las clases altas y medias. Para proveer de mano de obra al comercio y a la ganadería impulsó
fuertemente la obligación a los no propietarios de que demostraran que tenían empleo por medio de la “papeleta de conchabo”.
Aquellos que no la tuvieran eran arrestados y enviados como soldados a los fuertes ubicados en la nueva línea de frontera que se
encargaban de la vigilancia y protección de los malones indios.

También apoyó a la Comandanacia política y militar de Río Negro y la Costa Patagónica a cargo del teniente coronel José Gabriel
de la Oyuela.

A ello se sumó un plan de colonización territorial a fin de atraer pobladores a esas tierras fomentando la inmigración europea.

Política exterior
Desde el inicio de su ministerio, el gobierno porteño se negó a colaborar con los ejércitos que luchaban contra los realistas, tanto
el de Martín Miguel de Güemes en Salta, como la campaña de José de San Martín en Perú.

Dos enviados de San Martín tuvieron que oír en la Legislatura que a Buenos Aires le convenía que no se fueran los realistas de
Perú. En parte debido a ello el resultado fue que San Martín tuvo que dejar a Simón Bolívar que terminara lo que él había
comenzado. Cuando finalmente renunció al gobierno del Perú y regresó a Buenos Aires, fue amenazado con encarcelarlo por su
desobediencia de años atrás.

Rivadavia estaba convencido en que la guerra contra el Imperio del Brasil sería inevitable y ese fue su principal objetivo militar
externo enfocando en él los principales recursos.

Cuando el cabildo de Montevideo le pidió ayuda, envió un emisario, Tomás de Iriarte, al gobernador brasileño a exigir la
devolución de la provincia usurpada.

El empréstito Baring Brothers


La Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires sancionó el 19 de Empréstito Baring Brothers
agosto de 1822 una ley que facultaba al gobierno a "negociar, dentro o fuera Monto prestado: £1.000.000
del país, un empréstito de tres o cuatro millones de pesos valor real". Los
6% anual
fondos del empréstito debían ser utilizados para la construcción del puerto de (£60.000 por año
Tasa de interés:
Buenos Aires, el establecimiento de pueblos en la nueva frontera, y la pagadas
semestralmente)
fundación de tres ciudades sobre la costa entre Buenos Aires y el pueblo de Amortización: 1% anual
Carmen de Patagones. Además debía dotarse de agua corriente a la ciudad de (£5.000 por año)
Buenos Aires. Comisión de la
Casa Baring por 1%
La Junta de Representantes había autorizado la colocación a un tipo mínimo los pagos:
del 70%, pero Rivadavia aceptó constituir un consorcio que representara al Tipo de 70% del valor
Gobierno de Buenos Aires para la colocación del empréstito al tipo de 70%. colocación: nominal
Este consorcio estaba encabezado por los señores Braulio Costa, Félix Castro,
Miguel Riglos, Juan Pablo Sáenz Valiente y los hermanos Parish Robertson, quienes en virtud del poder conferido celebraron el
acuerdo en Londres con la firma Baring Brothers & Co.

Como la colocación en el mercado sería fácil, la Baring propuso al consorcio colocarlos al 85%, pagando 70% a Buenos Aires y
repartíéndose el 15% de diferencia con el consorcio.

El 1 de julio de 1824 se contrató con la Banca Baring el empréstito por 1 000 000 de libras esterlinas. El 15% de diferencia de
colocación representó 150 000 libras, de ellas el consorcio en su conjunto se llevó 120 000 libras en carácter de comisión, y los
30 000 restantes fueron para Baring.

El Bono general dispuso que:

Los intereses serían pagados semestralmente, encargándose la Casa Baring de hacerlo a nombre de Buenos
Aires cobrando una comisión del 1%.
El Estado de Buenos Aires "empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto
y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés".
Baring retendría 200 000 títulos al tipo de 70, acreditando a Buenos Aires las 140 000 libras correspondientes y
disponiendo para sí del excedente de su venta.
Por cuenta del consorcio, Baring vendería en bolsa los 800 000 títulos restantes al tipo de 85%, cobrando un 1%
de comisión por ello, y acreditando a Buenos Aires el 70%. Si lograse colocarlas a más del 80%, la comisión
subiría a 1,5%.
En toda suma a entregarse en lo futuro por Buenos Aires, en concepto de intereses y amortizaciones, Baring
cargaría un 1% de comisión a cuenta del gobierno.
Como no se había especificado como llegaba el dinero a Argentina, el consorcio informa a la Casa Baring que la mejor manera
era enviando letras giradas contra casas comerciales de prestigio que dieran garantías en Buenos Aires. No por casualidad, una de
esas casas comerciales era la de Robertson y Costas, dos miembros del consorcio. Al final, del millón de libras que totalizaba el
mismo, solo llegaron a Buenos Aires unas 570 000, en su mayoría en letras de cambio y una parte minoritaria en metálico.

El empréstito solo se pagaría por completo ochenta años más tarde.

En cuanto el préstamo llegó, la Legislatura cambió de idea: el dinero no era necesario. De modo que fue entregado al Banco de
Descuento para que lo entregara como créditos a sus clientes, a intereses mucho más bajos que los que pagaba la provincia por
ese dinero.

El empréstito argentino de 1824 no fue el único de su tipo en Latinoamérica: ya en 1822 Colombia había negociado un crédito
por valor de 2 millones de libras esterlinas, lo mismo había hecho ese año Chile con un crédito por 200 000 libras. El reino de
Poyais (país ficticio creado por el estafador Gregor McGregor supuestamente en la Costa de Mosquitos, ubicada en el litoral del
Mar Caribe de las actuales Honduras y Nicaragua), hizo lo propio por 200 000 libras, y Perú colocó un empréstito por 1 200 000
libras. México también tomó un crédito de este tipo en 1824, y Colombia obtuvo su segundo crédito. Entre 1822 y 1826 las
colonias españolas se endeudaron con Londres por la suma de 20 978 000 libras, habiendo Inglaterra desembolsado una suma real
de solo 7 000 000 de libras.

La Revolución de los Apostólicos


Bernardino Rivadavia era católico pero había adoptado las ideas regalistas. El regalismo no era una corriente de pensamiento
novedosa sino que ya venía aplicándose en Europa y particularmente en España a través de las reformas borbónicas que la corona
española había implementado a partir del siglo XVIII. Rivadavia quiso aplicar el regalismo en el país.10 Esta doctrina sostenía
que no existía un Iglesia regida por el Papa sino que existían comunidades nacionales de fieles a los cuales el gobierno de cada
país podía dirigir. En otras palabras, a fin de cumplir con los fines del estado nacional, este podía interferir en los asuntos de la
religión católica a favor de sus propias políticas públicas. El regalismo en el Río de la Plata fue aplicado por Rivadavia el que
contó con el apoyo de varios sectores del clero entre los que se destacaron los sacerdotes como Valentín Gómez, Gregorio Funes
y Julián Segundo de Agüero.

El 1 de julio de 1822, Rivadavia -como ministro del gobernador Martín Rodríguez- con el fin de incrementar las arcas del estado
provincial publicó una serie de decretos reformistas, que fueron completados seis meses más tarde por la ley de la Cámara de
Representantes que dictó, el 21 de diciembre, la "Ley de Reforma General".

Su articulado afectó principalmente a las órdenes religiosas o clero regular, cuyos miembros eran considerados más adictos a la
Santa Sede que los sacerdotes del clero secular.

Así, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires:

Cerró varios conventos, como los de las órdenes religiosas de los Bethlemitas, Recoletos y Mercedarios; al
mismo tiempo se apoderó de todos los bienes que pertenecían a estas órdenes religiosas.
Incautó los bienes propios del Santuario de Luján, de los de la Hermandad de Caridad, del Hospital de Santa
Catalina y otros.
Tomó sobre sí la responsabilidad de dar permisos para abandonar el estado religioso a quienes así lo deseaban.
Suprimió el diezmo, impuesto tradicional que servía para el sostenimiento del clero.
Limitó el número de religiosos por convento prohibiendo que hubiera más de 30 religiosos menos de 16 en cada
uno de ellos, bajo la pena de supresión y confiscación de bienes.
Limitó la edad mínima para la profesión de los votos religiosos ya que ningún religioso podría pronunciar sus
votos de consagración perpetua antes de lo 25 años de edad.
No reconoció la existencia de ninguna autoridad religiosa que residiera fuera del país y pretendiera tener poder
sobre el clero secular y regular11 12
La reforma eclesiástica desató un enfrentamiento entre los periódicos de Buenos Aires. Por un lado Juan Cruz Varela y Florencio
Varela defendían la posición del gobierno en "El Centinela" y "El Lobera del Año XX". Por el otro fray Cayetano Rodríguez y
fray Francisco de Paula Castañeda atacaban vigorosamente a Rivadavia. El gobierno, aplicando una vez las políticas del
regalismo, decidió exiliar a Castañeda a Carmen de Patagones pero el fraile escapó a Montevideo.

El presbítero Mariano Medrano —Vicario Provisorio de la Santa Sede al haber quedado vacante el puesto de obispo de Buenos
Aires desde 1812— se opuso enérgicamente a las reformas rivadavianas.

Entre los opositores más prominentes a las políticas de Rivadavia se encontraba el fraile Francisco de Paula Castañeda, periodista
y escritor satírico, que le dedicó a Rivadavia las siguientes líneas:

No hay provenir maravilloso


ni otro contenido más delicado
que librarse del Sapo del Diluvio
El Sapo es Rivadavia o Rivaduvio
o el Robespierre el renegado

El 19 de marzo de 1823 estalló la "Revolución de los Apostólicos" encabezada por Gregorio García de Tagle, una reacción bien
organizada contra las reformas del ministro Bernardino Rivadavia, en la que participaron Domingo Achega, Mariano Benito
Rolón y Ambrosio de Lezica (padre). Tuvo apoyo de muchos descontentos, además de frailes y curas, pero fracasó después de
varias horas de lucha. Las fuerzas gubernamentales dispersaron
rápidamente a la manifestación, y la mayoría de los líderes fueron
capturados, ejecutados o castigados con dureza.

Tagle logró escapar a Montevideo que estaba en poder del Reino Unido de
Portugal, Brasil y Algarve, con ayuda de Dorrego (el mismo a quien había
desterrado injustamente en 1816 a España). El coronel José María Urien y
el capitán José Benito Peralta fueron ejecutados, pero el juicio fue
suspendido y sus documentos destruidos por orden de Rivadavia.13 14

Tagle fue arrestado en Montevideo, que era entonces la capital de la


Provincia Cisplatina, gobernada por el vizconde de la Laguna Carlos
Federico Lecor, que tardó meses en liberarlo.

La Ley de Enfiteusis Francisco de Paula Castañeda.


Como garantía del empréstito Rivadavia hipotecó todas las tierras y demás
bienes inmuebles de propiedad pública, prohibiendo su enajenación en
toda la Nación. No siendo posible enajenar las tierras por la existencia de esta hipoteca, les aplicó el régimen de enfiteusis,
mediante el cual se arrendaban contra el pago de un canon.

El 16 de marzo de 1826, siendo ya presidente, ratificó mediante un decreto la prohibición de vender, donar o entregar de
cualquier otra forma las tierras fiscales. Posteriormente, el 18 de mayo, la Ley Nacional de Enfiteusis volvió a ratificar la
prohibición de enajenar tierras de propiedad pública y fijó el lapso de concesión en "cuando menos" 20 años desde el 1 de enero
de 1827. Pero de hecho la ley solo se aplicó en territorio porteño y en la provincia de Corrientes, habiéndola reconocido esta
última recién en 1830. La enfiteusis dejó como consecuencia la concentración de la tierra de 1822 a 1830, 538 propietarios en
total obtuvieron 8.656.000 hectáreas. Siendo los enfiteutas más beneficiados muchos colaboradores del propio régimen de
Bernardino Rivadavia, entre ellos las famlias Anchorena, Alzaga, Alvear, Azcuénaga, Basualdo, Bernal, Bosch, Bustamante,
Castro, los Díaz Vélez, Dorrego, Eguía, Echeverría, Escalada, Ezcurra, Yrigoyen, Lacarra, Larreta, Lastra, Lezica, Lynch, López,
Miguens, Obarrio, Ocampo, Olivera, Ortiz Basualdo, Otamendi, Pacheco, Páez, Rozas, Sáenz Valiente y otras. 15 la Enfiteusis
puso más de ocho millones de hectáreas a disposición de arrendatarios y enfiteutas quienes en general no pagaban o pagaban
cánones muy bajos a la provincia, esta ley tendió a favorecer la gran concentración de la propiedad en unas pocas decenas de
familias.16

Este sistema de alquiler de tierras fiscales fue llamado “enfiteusis”, y no logró alcanzar los objetivos para los que había sido
implementado, ya que las tierras fueron acaparadas por grandes productores creando así enormes latifundios.17

La ley fue sancionada el 18 de mayo de 1826 y establecía:

Art. 1.º Las tierras de propiedad pública, cuya enajenación por la ley del 15 de febrero es prohibida en todo el
territorio del Estado, se darán en enfiteusis durante el término, cuando menos, de 20 años, que empezaran a
contarse desde el 1.º de enero de 1827.
Art. 2.º En los primeros diez años, el que los reciba en esta forma pagará al tesoro público la renta o canon
correspondiente a un ocho por ciento anual sobre el valor que se considere a dichas tierras, si son de pastoreo,
o a un cuatro por ciento si son de pan llevar.
Art. 3.º El valor de la tierra será graduado en términos equitativos por un jury de cinco propietarios de los más
inmediatos, en cuanto pueda ser, al que ha de justipreciarse, o de tres en caso de no haberlos en ese número.
Art. 4.º El gobierno reglará la forma en que ha de ser nombrado el jury del que habla el artículo anterior, y el juez
que ha de presidirlo.
Art. 5.º Si la evaluación hecha por el jury fuese reclamada, o por parte del enfiteuta, o por la del fisco, resolviera
definitivamente un segundo jury, compuesto del mismo modo que el primero.
Art. 6.º La renta o canon que por el artículo 2.º se establece, empezará a correr desde el día en que al enfiteuta
se mande dar posesión del terreno.
Art. 7.º El canon correspondiente al primer año se satisfacerá por mitad en los dos años siguientes.
Art. 8.º Los periodos en que ha de entregarse el canon establecido, serán acordados por el Gobierno.
Art. 9.º Al vencimiento de los diez años que se fijan en el artículo 2.º, la Legislatura Nacional reglará el canon
que ha de satisfacer el enfiteuta en los años siguientes sobre el nuevo valor que se graduará entonces a las
tierras en la forma que la legislatura acuerde.
El espíritu de la ley fue lograr una distribución justa y equitativa de la tierra y evitar que fuese acaparada por grandes propietarios,
que disponían de los medios para adquirirlas. [cita requerida]Además, se proponía favorecer la inmigración, otorgándoles tierras a
los extranjeros a cambio de un canon, para que pudieran dedicarse a producir, en vez de a adquirir un pedazo de tierra. La ley
daba al Estado el dominio de la tierra no escriturada —es decir, la mayor parte del campo porteño— y prohibía todas las
donaciones o ventas de la misma hasta tanto no se contase con una ley que regulara esas transferencias.

Pero, como la ley no limitaba la superficie de tierra que cada solicitante podía obtener, los ganaderos, comerciantes e inversores
extranjeros de la época adquirieron terrenos enormes, que no eran capaces de poblar de ganado sino muy lentamente; y mucho
menos de dedicar a la agricultura. La ley de enfiteusis aceleró el proceso de enajenación de las tierras fiscales, marcando al
mismo tiempo el nacimiento de los grandes terratenientes.18

Llegada a la presidencia
En mayo de 1824 fue elegido gobernador Juan Gregorio Las Heras y
ofreció a Bernardino Rivadavia continuar en el cargo, aunque posiblemente
no sentía simpatías por él. Rivadavia no aceptó y partió hacia Londres, con
una autorización de la Legislatura para gestionar la explotación de minas.
Pero las minas en cuestión no estaban en Buenos Aires, sino en La Rioja,
donde el caudillo Facundo Quiroga se había asociado con el capitalista
porteño Braulio Costa y otros socios, como Tomás Manuel de Anchorena y
Juan Pedro Aguirre, y con capitales de la Baring Brothers formaron la
Famatina Mining Company, nombre extranjero para la Sociedad del Banco
de Rescate y Casa de la Moneda de La Rioja, reconocida por el gobierno
de esta provincia.

Minería
El exministro se asoció en Londres con el banco Hullet Brothers y fundó la
Río de la Plata Mining Association, con un capital nominal de 1.000.000
de libras esterlina, cuyo relativo éxito se debió, sobre todo, a una “burbuja
financiera” que estallaría poco después. El desarrollo de la minería tenía Bernardino Rivadavia.
por objetivo conseguir metales preciosos con que acuñar moneda. Esa
aventura financiera no le sirvió de mucho, pero le ganó la terrible
enemistad de Quiroga. El Congreso, a iniciativa del presidente, otorgó la exclusividad de la acuñación de moneda en el país a la
River Plate Mining. El conflicto entre Rivadavia y Quiroga por los metales de Famatina llevó a la primera guerra entre unitarios y
federales en el interior.

Navegación
Otro insólito proyecto fue la construcción de un canal navegable desde el sur de Mendoza hasta Buenos Aires. Algunos críticos
argumentaban que esta obra era imposible de realizar, alegando que en Cuyo no había agua suficiente para alimentar semejante
canal, y que la poca que había la querrían usar los cuyanos para riego.
Tratado de Benegas
En 1821 se había firmado el Tratado de Benegas, que convocaba a un congreso nacional en Córdoba, que se llegó a reunir a fines
de 1821. Pero el ministro Rivadavia ordenó el regreso de los diputados porteños, con la excusa de que las provincias
representadas no se habían organizado interiormente. La razón real era que un congreso reunido en el interior no podría ser
controlado por los porteños. Por otro lado, Buenos Aires exigía que el número de diputados por provincia debía estar en
proporción al número de habitantes de cada una, lo que siempre había sido rechazado por las demás provincias.

Esto precipitó el fracaso del congreso. El Tratado del Cuadrilátero, firmado en enero de 1822 entre las provincias del litoral y
Buenos Aires, obra de Rivadavia, significó la muerte definitiva del Congreso federal. El ministro invitó a los diputados de las
demás provincias a reunirse nuevamente en congreso cuando la situación interna de las provincias lo permitiera.

El nuevo Congreso General se reunió en diciembre de 1824 en Buenos Aires, y bajo las condiciones porteñas.

Sitio de Montevideo
El Congreso llevaba unos pocos meses discutiendo dificultosamente la futura constitución, cuando en abril de 1825 desembarcó
en la costa oriental la expedición libertadora de Juan Antonio Lavalleja y sus Treinta y Tres Orientales. En poco más de dos
meses, obtuvieron dos importantes victorias, encerraron a los brasileños en Montevideo y le pusieron sitio. Y reunieron un
congreso que declaró que la Banda Oriental se reincorporaba a la Argentina. El Congreso Nacional aceptó la reincorporación de
la Banda Oriental el 25 de octubre de 1825,19 y el emperador declaró la guerra a la Argentina en diciembre.

La Guerra del Brasil obligó al congreso a formar un ejército urgentemente y se pensó que también tenía que formar un Poder
Ejecutivo Nacional para unificar el mando militar. De modo que, sin empezar siquiera a discutir una constitución que le diera
marco legal al cargo, el 6 de febrero de 1826 se sancionó la ley de presidencia, creando un Poder Ejecutivo Nacional Permanente,
con el título de «Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata».20 Duraría en sus funciones el tiempo que estableciese
la Constitución.

Rivadavia resultó elegido presidente. Sus ministros fueron: Julián Segundo de Agüero de Gobierno; Carlos María de Alvear, de
Guerra y Marina; Francisco Fernández de la Cruz de Relaciones Exteriores y Salvador María del Carril de Hacienda.

Rivadavia llevó al gobierno un proyecto centralizador, es decir, unitario. La primera comunicación a los gobernadores del interior
les hacía saber que les concedía a cada uno el mando político y militar que ya tenían como gobernadores, solo que de forma
provisoria, hasta que decidiera reemplazarlos.

Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata


En 1824 terminó el mandato de Martín Rodríguez. Bernardino Rivadavia decidió viajar a Londres, Manuel José García ocuparía
su lugar. El cónsul inglés iba a ir a Buenos Aires a firmar un tratado de reconocimiento de la independencia pero era imposible ya
que las provincias se habían transformado en estados autónomos, era necesario encontrar una autoridad nacional. En 1822 el
litoral firmó el tratado del cuadrilátero que terminaba con las esperanzas del gobernador cordobés, que quería reunir un congreso
en su provincia. Los porteños se comprometieron a concederle al litoral la libre navegación de los ríos.

A fines de 1824 se reunió un congreso para redactar una constitución, entre los elegidos había unitarios y federales, luego de tres
meses la constitución fue aprobada, pero casi todas las provincias la rechazaron. La necesidad de un gobierno nacional que
hiciera frente a la Guerra contra el Imperio del Brasil llevó a nombrar a Rivadavia como el primer presidente en febrero de 1826.
Esta noticia no fue bien recibida en las provincias.

Rivadavia intentó acabar rápidamente con la guerra, debido a que desde Buenos Aires salían casi todos los recursos económicos
para afrontar el conflicto, [cita requerida]y a que el bloqueo naval impuesto por Brasil afectaba el comercio, base de recaudación de
rentas del Estado porteño.
La Ley de Capitalización
Inmediatamente luego de asumir, Rivadavia presentó al Congreso un
proyecto de capitalización de Buenos Aires:21 la ciudad y gran parte de la
campaña circundante se proclamaba capital del Estado. Pocos días más
tarde emitió un decreto en que ordenaba la demarcación de la capital de la
república,22 y de la provincia de Buenos Aires.23

El proyecto originó fuertes resistencias. El federalismo porteño,


encabezado por Manuel Dorrego y Manuel Moreno, se opuso, en defensa
de las instituciones de las provincias garantizadas por la ley fundamental,
en especial el puerto y la aduana, principal fuente de recursos de la
provincia. También fue resistido por los estancieros, quienes no estaban
dispuestos a perder la ventaja que les daban las relaciones en Buenos Aires
y que además comprendían que la pérdida de la aduana significaría
impuestos internos más altos. No obstante, la ley fue sancionada el 4 de
marzo de 1826.

Las Heras cesó en el cargo de gobernador por decreto del Poder Ejecutivo.
La Junta de Representantes fue disuelta, y se nacionalizaron el ejército de
la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades
provinciales. Busto de Bernardino Rivadavia en la
ciudad de América, partido de Rivadavia.
Los hacendados, alarmados por las consecuencias que podía tener la
capitalización, dejaron de apoyar a Rivadavia, y este quedó políticamente
aislado.

Política económica
El Banco de Descuentos de la provincia fue transformado en el Banco Nacional24 en 1826, y estaba autorizado a abrir sucursales
en las provincias. Su capital formado por el aporte del Estado y por acciones que se suscribirían en todo el territorio, sería de
10.000.000 pesos (de la época).

Sus funciones eran: recibir depósitos, tomar dinero a interés, otorgar préstamos, acuñar monedas y billetes convertibles, etc.

El Banco, que absorbió al Banco de Descuentos de la provincia, no logró reunir el capital correspondiente y el papel moneda que
emitió careció de respaldo. Los gastos derivados de la guerra del Brasil llevaron al gobierno a solicitar reiteradas sumas que
provocaron su ruina. En 1836, vencido el plazo de diez años establecido por la ley, Rosas dispuso su disolución.

El mandato Rivadavia coincidió con el incremento de la influencia británica en la política nacional. El esquema de Rivadavia
estaba basado en cinco pilares: el comercio totalmente libre y nada de proteccionismo en contra de las importaciones británicas,
finanzas con un banco central manejado por inversionistas británicos, absoluto control del puerto de Buenos Aires como la única
fuente de ingreso para el país, explotación británica de los recursos naturales y un Unitarismo centralizado en Buenos Aires. 25
Las exportaciones de oro, permitidas por las políticas de libre comercio, agotaron rápidamente las reservas nacionales. Esto
representó un gran problema, ya que el oro era el medio de cambio de la economía local. Rivadavia buscó resolver este problema
al establecer el "Banco de Descuento", un banco central para imprimir dinero. A pesar del rol que jugaba el banco central, este
banco fue puesto a manos de inversores privados británicos. 26

Nacionalización de los recursos


El presidente Rivadavia dispuso la inmediata nacionalización de Buenos Aires y sus instituciones, incluida la aduana;27 la
recaudación pasaría al gobierno nacional, quien la usaría en beneficio de todo el país, pero no se contemplaba la distribución
entre las provincias.[cita requerida] Además, la deuda pública de la provincia de Buenos Aires se nacionalizó.

La ley de Consolidación de la Deuda Pública del Estado28 declaró hipotecadas todas las tierras públicas de la Nación y prohibió
su venta sin permiso especial del Congreso.29 Se nacionalizaron tierras que hasta ese momento se consideraban provinciales,
sobre las que se debía aplicar el sistema de enfiteusis. Durante el breve gobierno de Rivadavia, en 1827 el peso papel se devaluó
en 33% y nuevamente en 68% en 1829. 30 La enfiteusis, a pesar de su carácter progresista, tuvo como consecuencia un fuerte
proceso de concentración de la tierra bonaerense, en total 138 propietarios obtuvieron 18.656.000 hectáreas. Los enfiteutas más
beneficiados fueron muchos colaboradores del propio gobierno de Bernardino Rivadavia, entre ellos las familias Anchorena,
Alvear, Ortiz Basualdo, los Díaz Vélez, Escalada, Irigoyen, Rodríguez Larreta, Lezica, Lynch, Miguens, Obarrio, Ocampo,
Olivera, Ortiz Basualdo, Blanco Villegas, Vidal, Sáenz Valiente y otras. .15 La Enfiteusis puso más de ocho millones de hectáreas
a disposición de arrendatarios y enfiteutas quienes en general no pagaban o pagaban cánones muy bajos a la provincia, esta ley
tendió a favorecer la gran concentración de la propiedad en unas pocas decenas de familias.16 31

Se asentaron capitales británicos destinadas a la explotación de las minas de Famatina en La Rioja, pero se organizaron dos
sociedades rivales y la iniciativa fracasó.

Hacia 1825 hubo en Europa una crisis económica que se reflejó en la Bolsa de Londres, y las acciones de empresas en América
rebajaron sus precios y algunas sociedades quebraron. El capital inglés se retrajo; durante tres décadas no estuvo dispuesto a
afrontar riesgos en estas tierras.

Guerra del Brasil


Como consecuencia del accionar de los Treinta y Tres Orientales y de la reunión del Congreso de la Florida, el pueblo oriental
por la Ley de Independencia, proclamó a la Provincia Oriental

libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil y de cualquier otro del universo

y por la Ley de Unión proclamó que

Queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás de este nombre en el territorio de Sud
América.

La declaración de la independencia del Imperio del Brasil y la reincorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata de la
Provincia Oriental sumadas a las victorias de las tropas orientales fueron apoyadas por el pueblo de Buenos Aires y por el
Congreso Argentino que rápidamente aceptó la reincorporación de la Provincia Oriental el 25 de octubre de 1825 y la aprobación
de los diplomas del diputado Javier Gomensoro, electo por la Provincia Oriental. En respuesta, el Imperio declaró la guerra a las
Provincias Unidas el 10 de diciembre e inmediatamente la poderosa escuadra brasileña bloqueó el puerto de Buenos Aires y la
boca del Río de la Plata, bloqueo que se mantuvo hasta el final del conflicto, en 1828.

La declaración de guerra por parte del Brasil fue respondida por el Congreso argentino el 1 de enero de 1826.

Bernardino Rivadavia fue elegido Presidente de las provincias Unidas el 8 de febrero y, dispuesto a llevar adelante la Guerra del
Brasil, reorganizó el Ejército, incrementó el número de cuerpos de la Escuadra Nacional y creó el Estado Mayor. Si bien
inicialmente la posición del Imperio del Brasil fue más ventajosa, las fuerzas eran parejas y la guerra se alargaba,
transformándose en una carga económica. Luego de que las fuerzas argentinas vencieran en los triunfos parciales tanto en la
batalla de Ombú y en la batalla de Bacacay obtuvieron una contundente victoria en la batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de
1827. Sin embargo, la falta de recursos impidió definir la contienda, tanto por tierra como por mar.

Rivadavia recurrió nuevamente a Manuel José García —quien ya había rechazado su ofrecimiento para encargarse de la cartera
de Hacienda por sus discrepancias con el gobierno presidencialista unitario— para enviarlo en misión diplomática al Brasil e
iniciar las tramitaciones de paz con el Imperio.

Las razones que impulsaron a Rivadavia a cambiar de opinión, fueron las mismas que habían disuadido a García a no ir a la
guerra antes, para ello es importante resaltar la gran labor investigativa de Juan Carlos Nicolau, quien afirma:

La situación económica de Brasil era muy superior a las Provincias Unidas, si se tenía en cuenta que
contaba con una población de 5 millones de habitantes, contra 700.000 de éstas tomadas en su
conjunto, pero que en los hechos, sólo la provincia de Buenos Aires contribuía al esfuerzo bélico. El
estado brasileño, independiente, sin deuda nacional, desarrollaba un comercio con el extranjero muy
activo y floreciente, en continuo progreso, apoyado en su relación con la Gran Bretaña. En cambio, el
Río de la Plata sufría el perjuicio del bloqueo de su puerto, lo que constituía un grave obstáculo para
obtener recursos de sus recaudaciones aduaneras y así la posibilidad de adquirir armas y municiones
para su ejército.
La ayuda que recibía el Brasil de parte de Gran Bretaña, en su virtual alianza, provocó que hombres
como el General Willam Carr Beresford y el Almirante Thomas Cochrane, con amplio conocimiento
del teatro de operaciones del Río de la Plata, contribuyeran a la organización y manejo del ejército y la
armada brasileña.32

El 16 de abril de 1827, García recibió las instrucciones para realizar su misión por parte de Rivadavia y su ministro Francisco
Fernández de la Cruz, informándole que el gobierno se proponía "acelerar la terminación de la guerra y el restablecimiento de la
paz, tal como lo demandan imperiosamente los intereses de la Nación". Esta instrucción refleja la crítica situación interna del
gobierno de Rivadavia, desesperado por encontrar la paz para afrontar los otros grandes problemas que azotaban al país, es decir,
la enorme crisis económica y la oposición de las provincias del interior. El esfuerzo de la guerra contra el Brasil debió ser
afrontado -en cuanto a la provisión de tropa y equipamiento bélico- casi totalmente por Buenos Aires.

Las bases que debía utilizar el ministro plenipotenciario García, serían:

... o bien la devolución de la Provincia Oriental, o la erección y reconocimiento de dicho territorio en


un Estado separado, libre e independiente, bajo la forma y reglas que sus propios habitantes eligieren y
sancionaren; no debiendo en este último caso exigirse por ninguna de las partes beligerantes
compensación alguna.33

Es decir, el presidente Rivadavia instruyó al ministro plenipotenciario García para que la paz con el Brasil se llegara únicamente a
través del reconocimiento por el emperador de la Provincia Oriental como parte intergrante de las Provincias Unidas del Río de la
Plata o, en el supuesto que esto no fuera aceptado, se proclamara la independencia de la Provincia Oriental.

Al despedir a García, el ministro Julián Segundo de Agüero le encargó conseguir la paz a todo trance;

... de otro modo, caeremos en la demagogia y en la barbarie.


García llegó en mayo de 1827 a Río de Janeiro y comenzó sus reuniones con el intermediario británico y los ministros
plenipotenciarios brasileños.34 Apenas iniciadas las gestiones, García se encontró con una gran intransigencia por parte de los
ministros brasileros con respecto a no renunciar a la Provincia Cisplatina: el Emperador Pedro I de Brasil, consternado por la
victoria rioplatense de Ituzaingó y temiendo por la estabilidad de su imperio en esas circunstancias y de posibles intentos
sesesionistas35 había jurado ante el Senado brasileño no tratar la paz ante las Provincias Unidas y continuar la guerra hasta
obligarlas a aceptar su soberanía sobre la Provincia Cisplatina;36 seguramente Pedro I especulaba también con la debilidad de la
Provincias Unidas para prolongar las acciones bélicas.

Viendo la situación, García decidió regresar a Buenos Aires, pero el embajador británico Robert Gordon lo convenció de
entrevistarse con el ministro de relaciones exteriores imperial, el Marqués de Queluz. Tras tres reuniones infructuosas, las
presiones del gobierno británico por terminar rápidamente con el conflicto para reanudar el comercio, la inflexible postura del
gobierno brasileño y el crítico estado político-económico de las Provincias Unidas, llevaron a García a decidir por sí mismo la
paz sobre otras bases. Más tarde explicó al embajador Gordon que:

[...] aunque tenía instrucciones de firmar una convención sólo sobre la base de la independencia de la
provincia de Montevideo; pero, como él se hallaba convencido de que a este estado de independencia
no podía llegarse por cierto tiempo, y que en realidad era de poca importancia para Buenos Aires el
destino de la provincia, siempre que se le devolviera la tranquilidad, no hesitó en llegar a términos que,
en otro sentido, estaban perfectamente de acuerdo con sus instrucciones.37

De modo que, dejando de lado sus instrucciones, el 24 de mayo de 1827 firmó la Convención Preliminar de Paz de 1827 que
disponía, entre otras cosas:

La Republica de las Provincias Unidas del Río de la Plata reconoce la independencia e integridad del
Imperio del Brasil y renuncia a todos los derechos que podría pretender al territorio de la provincia de
Montevideo, llamada hoy Cisplatina, la cual el Emperador se compromete a arreglar con sumo esmero,
o mejor aun que otras provincias del Imperio. El emperador del Brasil reconoce igualmente la
independencia e integridad de la República de la Provincias Unidas del Río de la Plata, y dado que la
República de las Provincias Unidas ha empleado corsarios, halla justo y honorable pagar el valor de las
presas por haber cometido actos de piratería.38

A pesar de que esta Convención Preliminar de Paz contravenía sus instrucciones, García había logrado que se cambiase la
redacción primitiva que incorporaba la Provincia Cisplatina al Imperio y que se omitiera el reconocimiento de cualquier derecho
de soberanía por parte del Emperador del Brasil sobre la Provincia Oriental, ya que la Convención solo se refería a la renuncia
efectuada por las Provincias Unidas. Tal vez sin notarlo los diplomáticos brasileños, se dejaba la puerta abierta a la independencia
uruguaya.39 Sin embargo, en su carta a Ponsonby informando de la firma de la convención, Gordon emitió ciertas opiniones que
permiten inferir que todas las partes eran conscientes de que posiblemente el Emperador se vería obligado a otorgar la
independencia de la Cisplatina tarde o temprano:

Al Brasil se lo deja que luche con la disensión y la revuelta, que seguirán dominando en la Provincia
Cisplatina... El Emperador pronto se convencerá del desacierto de no proclamar, franca e
inmediatamente, la independencia de la provincia.40
A su regreso a Buenos Aires, el 20 de junio, García presentó la Convención Preliminar de Paz al Presidente Rivadavia y al
Congreso Nacional. El primero que desaprobó enérgicamente la actuación de García fue el propio Rivadavia. Al mismo tiempo,
la opinión pública en Buenos Aires reaccionó indignada, se publicaron artículos muy violentos contra el gobierno en los
periódicos, y la ciudad se cubrió de panfletos ofensivos contra García, Rivadavia y Ponsonby. De modo que Rivadavia se
presentó ante el Congreso con un virulento discurso exigiendo su rechazo. La Convención Preliminar de Paz era un "tratado
deshonroso" que no debía ser aprobado.

El ministro Agüero dirigió a García una misiva en la que manifestaba:

En consecuencia, el gobierno hace a Ud. responsable de todos los males y consecuencias que de ello
resultan a la nación, especialmente en el grande y noble empeño en que se halla para salvar su honra.41

La respuesta de García fue de rechazo a los cargos imputados por Rivadavia y Agüero, argumentando en su defensa que la firma
de la mentada Convención podía comprometer su honra personal, pero no obligaba al país hasta tanto no fuera ratificada. En este
sentido, relata:

Para finalizar, el comisionado emite un juicio lapidario respecto a la actitud del gobierno de Rivadavia,
al afirmar con razón que al negociar la cesación de las hostilidades arriesgaba su reputación personal,
pero no causaba obligación alguna al Gobierno hasta tanto el tratado de paz o la convención preliminar,
después de ser examinada detenidamente fuera ratificada. En su opinión, una convención preliminar
aún después de ratificada solemnemente, es un tratado provisorio, pues su objeto principal es hacer
cesar las hostilidades, fijando bases para un tratado definitivo. En la última frase de su exposición
espera que aquietadas las pasiones en el futuro se juzgará su comportamiento, mientras se interroga
acerca de quien merece mayor indulgencia, si el ciudadano que en tan gran conflicto sacrifica su
reputación y acaso la existencia a su patria, o aquel que quiere a todo trance hacer de ésta el
instrumento de su fama.42

El 25 de junio de 1827, tanto el Presidente Rivadavia como el Congreso Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata
rechazaron la Convención Preliminar de Paz.

Sin embargo Rivadavia no logró salvar su gobierno: a pesar de su oposición a la Convención Preliminar de Paz la opinión pública
no le perdonaba su actuación43 y simultáneamente se denunciaban en la prensa su participación en negociados mineros en
Famatina. El 26 de junio, Rivadavia presentó su renuncia irrevocable a la presidencia.44

Las consecuencias de la fracasada Convención Preliminar de Paz firmada por García son objeto de controversia: ciertos autores
creen que el antecedente de un acuerdo de estas características, aun después de rechazado, condicionó fuertemente el accionar del
gobernador Manuel Dorrego para la firma de la Convención Preliminar de Paz de 1828, por la que se disponía la independencia
de la "Provincia de Montevideo, llamada hoy Cisplatina".45 Otros autores, en cambio, afirman que mal puede atribuírsele a este
responsabilidad alguna a García con los términos del tratado final firmado por Juan Ramón Balcarce y Tomás Guido, cuando – al
no haber sido ratificada por el Congreso – la Convención Preliminar no vinculó en forma alguna al Gobierno de las Provincias
Unidas del Río de la Plata.32

Constitución de 1826
En 1826, pese a las dificultades internas y externas (la guerra con el Brasil había sido declarada el 1 de enero de ese año)
Rivadavia instó al Congreso a dictar una constitución. El Congreso sancionó la Constitución Argentina de 1826, que proclamaba
el sistema representativo, republicano, consolidado en unidad de régimen. El gobierno nacional se organizaba en base al principio
de división de poderes. Los gobiernos de provincia estarían a cargo de gobernadores, elegidos por el presidente con acuerdo del
Senado, a propuesta en terna de los Consejos de Administración; estos organismos eran elegidos por el pueblo de cada provincia.
Esta constitución fue considerada de carácter unitario ya que no solo centralizaba las decisiones políticas en Buenos Aires
dejando a las provincias subordinadas a las elecciones que dicha provincia tomara, sin participación en las ganancias aduaneras y
con grandes limitaciones a la libre navegación de los ríos interiores. También entregaba a Buenos Aires prerrogativas personales,
como el hecho de que las autoridades provinciales y locales fueran elegidas por el Ejecutivo desde Buenos Aires, entre ellas el
gobernador. La Rioja, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero, San Luis y Salta rechazaron la constitución
pero manifestaron el deseo de seguir la guerra con el Brasil "sin el Congreso ni el presidente".

La guerra civil en el interior


Las provincias habían sido sacudidas por varias guerras civiles desde el momento mismo en que proclamaron su autonomía.

El gobierno envió al coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid con la finalidad de reunir tropas en las provincias del norte para luchar
en la guerra del Brasil pero frente a la debilidad de las autoridades locales Lamadrid se hizo cargo del gobierno de la provincia de
Tucumán. En lugar de desautorizarlo, Rivadavia lo incitó a usar esas tropas para atacar a los caudillos federales vecinos, que se
oponían a su política. El más capaz de ellos, Facundo Quiroga, lo derrotó en dos batallas, pero esa nueva guerra civil provocó el
rechazo de varias provincias a la autoridad nacional y a la Constitución de 1826, que fue rechazada por las provincias. Las
misiones enviadas por el Congreso ante los gobiernos provinciales fracasaron.

Renuncia de Rivadavia
Además de ganarse la enemistad de las provincias del interior gracias a la Constitución de 1826 y todas las medidas centralistas
que tomó; la guerra con el Brasil había agotado los recursos. Gran Bretaña presionaba para acordar una paz que garantizase la
reanudación del comercio exterior.

La noticia de la negociación de García precipitó los acontecimientos. El presidente desconoció tajantemente la Convención
Preliminar de Paz. Ante el Congreso manifestó que

Un argentino debe perecer mil veces con gloria antes de comprar su existencia con el sacrificio de su
dignidad y de su honra.

Aunque la Convención preliminar fue rechazada por el Congreso, el presidente Rivadavia sufrió las consecuencias o políticas del
pacto por ser considerado responsable de la situación, por lo que renunció como presidente de las Provincias Unidas del Río de la
Plata ante el Congreso el 27 de junio de 1827. Entregó el mando a Vicente López y Planes, presidente provisorio elegido por el
Congreso por una ley de emergencia. Pero el Congreso se disolvió y con él cesaron nuevamente las autoridades nacionales y la
constitución. La provincia de Buenos Aires recuperó su autonomía, eligiendo gobernador al federal Manuel Dorrego, en comicios
en que solamente se presentó la lista de federal.

El conflicto con Brasil continuó hasta que, durante el gobierno de Dorrego y con la presión de Inglaterra, se llegó a una
Convención Preliminar de Paz, que dispuso la independencia de la República Oriental del Uruguay y el cese de las hostilidades lo
que tampoco fue bien visto por los militares que combatieron en la guerra y por gran parte de la población.

El exilio y muerte
En 1829 Bernardino Rivadavia partió hacia España, retornando a la Argentina en 1834, pero el gobernador de Buenos Aires, Juan
José Viamonte, no le permitió desembarcar, motivo por el cual se estableció primero en Mercedes (Soriano, Uruguay) y luego en
Colonia (Uruguay).
Pasó luego al Brasil y volvió definitivamente a España a finales de 1842,
falleciendo en la ciudad de Cádiz el 2 de septiembre de 1845.

Repatriación de sus restos y


homenajes
A pesar de que en su testamento Bernardino Rivadavia pidió que sus restos

no fueran enterrados en Buenos Aires y menos en


Montevideo

Estos fueron repatriados en 1857, rindiéndole el gobierno honores de


Capitán General ante una multitud calculada en 60 000 personas. En ese
año se dispuso darle el nombre de Avenida Rivadavia a la avenida más
larga de Buenos Aires.

Bartolomé Mitre calificó a Rivadavia como


Placa en honor a Bernardino Rivadavia en
Cádiz.
el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos.46

Sus restos, desde 1932, descansan en un mausoleo levantado en la Plaza


Miserere, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, construcción que fue
obra del escultor argentino Rogelio Yrurtia y que se ubica en el centro de
la plaza que tiene como uno de sus laterales a la Avenida Rivadavia.

En México, la ciudad Cholula de Rivadavia, en el estado de Puebla, lleva


ese nombre en su honor. En Venado Tuerto, Santa Fe el Club Sportivo
Bernardino Rivadavia club que milita en el Torneo Federal B lleva el
nombre del prócer Argentino. En Peyrano, Provincia de Santa Fe el Club
Bernardino Rivadavia de Peyrano que compite en la Liga Deportiva del Mausoleo de Bernardino Rivadavia, Plaza
Sur, lleva su nombre. Miserere, Ciudad de Buenos Aires.

Ancestros
Ancestros de Bernardino Rivadavia

Notas y referencias
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1. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rivadavia.htm
Rivadavia como Presidente abril de 2015.
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Genealogía Familiar. (http://www. gonzalez-rivadavia). Consultado web.archive.org/web/201612201
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hecho histórico: República agrega:
Oriental del
La Uruguay". El Sin duda,
interpretación problema es una actitud
de los mucho más poco digna
hechos que complejo de de los
nos legaron lo que se integrantes
nuestros supone. El del
historiadores convenio de gobierno,
clásicos, no paz que habían
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personaje. prodigaron entrar en
En esa las pasiones guerra
creencia desatadas contra el
hemos de la época Brasil y
vivido y con el haber
muchos juicio fracasado
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Bibliografía
El contenido de este artículo incorpora material de una entrada (http://enciclopedia.us.es/index.php/Bernardi
no_Rivadavia) de la Enciclopedia Libre Universal, publicada en español bajo la licencia Creative Commons
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Enlaces externos
Wikisource contiene obras originales de Bernardino Rivadavia.
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Bernardino Rivadavia.
Biografía de Bernardino Rivadavia, escrita por Juan María Gutiérrez y publicada en 1860

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