El agresor también necesita ayuda. Su actitud es como la de una conducta adictiva.
Serie: De control vital
Reconocer su condición de agresor es el primer paso. Debe buscar ayuda calificada
para enfrentar su agresividad y las causas por las que ha llegado a esa condición, así
como la forma de tomar control de sus estados emocionales agresivos. Sin embargo,
debemos insistir en que nada más apropiado que un encuentro personal con
Jesucristo. El agresor o la agresora deben llegar a experimentar un renacer en su
vida.
Eso es exactamente lo que expresa el apóstol Pablo cuando escribió: «De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas» (2 Corintios 5.17).
¿Buscará a Dios para poner bajo control vital su vida?
DE CONTROL VITAL: La violencia
Génesis 4. 1-10
Si usted ha tenido la oportunidad de comprar un vehículo en una agencia
responsable, seguramente le habrán indicado que la garantía de la compra
dependerá de un riguroso control periódico al que usted debe someter su
automóvil. Cosa parecida se nos exige, cuando un médico detecta un estado
delicado en nuestra salud, y nos pide que tengamos un “chequeo” regular que es de
importancia vital. Sucede lo mismo con aspectos de nuestra vida personal en los
que, si no tenemos un control obligado, podemos llegar a ser controlados por
nuestras debilidades.
Nuestro contexto nos dice que la violencia o agresión es una conducta que exige de
nuestra parte un control obligatorio. La violencia es un acto que ofende a Dios. Su
uso provocó la decisión más radical que Dios ha tomado: «acabar con toda la
gente» (Génesis 6.13). Observe Génesis 6.11: «Pero Dios vio que la tierra estaba
corrompida y llena de violencia». La violencia es una conducta aprendida que se
basa en las creencias y mitos que recibimos desde niños y que luego reproducimos
consciente e inconscientemente cuando somos más adultos.
El objetivo de la violencia es maltratar y la degradar. Maltrata a la víctima y degrada
a ambos (víctima y agresor).
Diversos tipos de violencia
Se han identificado varios tipos de violencia que las personas podemos ejercer y que
lastiman y destruyen:
a) La violencia física: se da cuando una persona utiliza los empujones,
bofetadas, puntapiés, puñetazos, intentos de estrangulación, el pellizco.
b) La violencia verbo-emocional: se da cuando una persona utiliza las
amenazas, intimidación verbal, el actuar sin controlarse la rabia, ofensas,
condenas, y palabras o gestos de descalificación.
c) La violencia sexual: que va desde el acoso hasta la violación y la relación
sexual forzada.
d) La violencia patrimonial: que abusa de los bienes materiales que poseen
juntos para castigar a otra persona, como dejar perder la casa, inscribirla a
nombre de otra persona, destruir los muebles y/o artículos del hogar,
entre otras acciones contra bienes que interesan a la víctima.
 e) La violencia ecológica: que se refiere al maltrato que hacemos del resto de
la naturaleza (ríos, árboles, aire, animales), y con lo cual restamos calidad
de vida a sí mismos y a los demás seres vivos.
f) La violencia espiritual: que se da cuando, por ejemplo, un dirigente utiliza
conceptos y prácticas religiosas, sentencias y maldiciones, para degradar,
manipular y culpabilizar a otra persona.
El ciclo de la violencia
El pasaje de Génesis 4.1-10, es un clásico ejemplo de lo que es la violencia. Observe
tres fases en este relato:
1. La fase de calma: 3-4;
2. La fase de tensión: 5-7;
3. La fase de agresión: 8-9.
A estas tres fases se les ha llamado “el ciclo de la violencia”. Se trata de un proceso
repetitivo y reproductivo. Es decir, no solamente la persona agresiva repite esas
fases, sino que también puede llegar a hacer que personas cercanas, como los hijos,
las lleguen a imitar. Traigamos este ciclo de la violencia al campo familiar, y en el
siguiente orden:
a. Fase de escalada de la tensión: El agresor o agresora comienza, poco a
poco, a generar una tensión progresiva. Se irrita. Se enfada hasta sin
aparente motivo, y con frecuencia. Niega su enfado y suele decir a la
víctima: "Eres demasiado sensible". Por su parte la víctima experimenta
una atmósfera de tensión y temor. Comienza a recibir presión, siente
que no está siendo respetada, se ve hasta impedida de estar en contacto
con seres queridos. La víctima entra en un estado de confusión, sobre todo
por una doble conducta del agresor (en público es una cosa y en privado
es otra).
b. Fase de agresión: Llega el maltrato, cada vez con más intensidad y
frecuencia. Entre otros posibles síntomas, en esta fase el agresor tiene la
necesidad de descargar tensiones acumuladas. Insulta, dice cosas hirientes,
pega, lanza o rompe objetos, se emborracha, permanece mudo días, pelea
con otros, tiene algún romance con otra persona, compra cosas muy caras,
juega el dinero, rechaza a la pareja, fuerza las relaciones sexuales con su
pareja, abandona su trabajo, avergüenza a su pareja en público, amenaza a
su pareja (o a sus hijos o padres) con llevarla a un manicomio o llevarse a
los hijos, conduce sin precaución, priva del sueño a la pareja, castiga en el
ámbito emocional. La víctima entra en crisis. La víctima vive una
indefensión aprendida.
c. Fase de la luna de miel (La calma): El agresor se siente mal y se disculpa, y
promete que nunca volverá a agredirla. Es la fase de las comidas especiales,
de regalos, de palabras cariñosas. Esta fase se caracteriza por la calma, el
arrepentimiento, el cariño y la no violencia. Es cuando el victimario
promete buscar ayuda y no volver hacerlo. Va a la iglesia. Se porta bien.
Estamos hablando de fases repetitivas. Tarde o temprano, el victimario volverá a la
primera fase, y a repetir el ciclo. Lea Eclesiastés 4. 1-3. La violencia produce
opresión, y en la Biblia la opresión es una condición que ofende a Dios. La
violencia produce lágrimas. La persona víctima de la violencia de su agresor o
agresora, llega a un estado tal de opresión que desea la muerte.
Un camino para salir de la violencia
¿Hay solución para esta conducta destructiva? En el caso de las personas agredidas,
hay que reconocer que la violencia enferma, hiere y crea sentimientos rebajados.
Para ellos está el mensaje en 2 Reyes 20.5 que es de esperanza y salida a su
situación: «Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano».
El primer paso hacia una salida de la violencia está en Dios. Él es quien «nos
consuela en todas nuestras tribulaciones [violencias], para que nosotros podamos
consolar a los que están en cualquier tribulación [violencia], por medio de la
consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque de la
manera que abunda en nosotros los padecimientos [violencias en contra] de Cristo,
así abunda también por medio de Cristo nuestra consolación» (2 Corintios 1.4, 5).
Un segundo paso es buscar la ayuda adecuada. Antes de que el ciclo se agrave, es
importante recordar que la vida es un derecho dado por Dios a cada persona, y que
sólo Dios determina sobre ella. El propósito de Dios es que vivamos (Juan 10.10).
Una persona agredida debe buscar protección a su vida, y también sanidad para su
espíritu y su condición emocional. Por eso, es necesaria la ayuda calificada y a
tiempo. El proceso de sanidad puede llevar un tiempo prolongado, y será mucho
mejor si la persona encuentra en el consuelo del Espíritu Santo (2 Corintios 1.3-5).