Cuando, en la Iglesia primitiva, Ananías y Safira mintieron a los apóstoles, Pedro
le dijo, refiriéndose a Ananías: «no has mentido a los hombres, sino a Dios»
(Hechos 5.4). Ambos esposos murieron por causa de su mentira.
La condena de Dios al mentiroso es tan radical que Jesús advierte en la visión
apocalíptica: «Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los
que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los
idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y
azufre. Ésta es la segunda muerte.» (Apocalipsis 21.8). Y agrega acerca de los que
no podrán entrar en el reino de Dios: «Nunca entrará en ella nada impuro, ni los
idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el
libro de la vida, el libro del Cordero» (Apocalipsis 21.27), para culminar
finalmente diciendo: «Pero afuera se quedarán los perros, los que practican las
artes mágicas, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los idólatras
y todos los que aman y practican la mentira» (Apocalipsis 22.15). En otras
palabras, Dios coloca la mentira como una de las bajezas más condenables en el
ser humano, sólo comparable con la inmoralidad sexual, la idolatría, la hechicería
y el homicidio.
La actitud del cristiano frente a la mentira
La exhortación de Pablo a los Efesios es la misma que Dios da a los cristianos y
cristianas de hoy: «Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo
con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo» (Efesios
4.25), «…porque ninguna mentira procede de la verdad» (1 Juan 2.21).
En los labios del ser humano que ama y respeta a Dios, no debe haber mentira.
En la actitud del cristiano no debe haber engaño, calumnia. En la forma de vivir
del cristiano no debe existir falsedad. En el corazón del cristiano no se debe
admitir la hipocresía. El cristiano pertenece a la verdad y permanece en ella.
Jesús es la verdad, y esa verdad nos hace libres (Juan 8.36). Declarémonos libres
de cadenas de mentira: ¡Ya!
CONCLUSIÓN
Efesios 4:22-25
“22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad. 25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad
cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.”
DE CONTROL VITAL:
LA MENTIRA
Todas las personas tenemos deseos y gustos que pueden llegar a controlarnos.
Nada más fatídico que una debilidad personal dominando nuestra existencia. Se
trata de inclinaciones y actitudes que merecen tener un control vital que sólo
puede surgir cuando nos colocamos bajo el control o bajo la dirección de Dios.
De control Vital:
LA MENTIRA
Juan 8:42-47
“42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me
amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí
mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque
no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y
los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el
principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.
Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira. 45 Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de
vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no
me creéis? 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís
vosotros, porque no sois de Dios.”
La mentira es uno de los pecados más recurrentes (reiterado y solicitado) y sutiles
de la sociedad. Vivimos entre máscaras y apariencias. La sociedad actual está
dirigida por la publicidad, y un altísimo porcentaje de esa publicidad se basa en
falsedad y trucos. Unos y otros se dicen mentiras “pequeñas” y mentiras
“grandes”; según los criterios de este mundo hay mentiras “blancas”, hay mentiras
“blandas”, y no falta quien diga que hay mentiras “buenas”, como mentiras
“malas”.
La mentira la utilizamos para escudarnos, para no dar la cara, para evadir
responsabilidades, para hacer tropezar (caer). Las personas que utilizan la
mentira como parte de “su forma de ser”, casi como un hábito (costumbre) o una
característica personal. La mentira tiene por esencia el engaño y el contradecir,
oponerse a la verdad. Y la Biblia dice claramente al respecto que Satanás es el
«…padre de la mentira» (Juan 8.44), y que su principal labor en este mundo es
engañar a las personas, a todo el mundo.
Apocalipsis 12:9
“Arrojaron del cielo al gran dragón, que es la serpiente antigua: el diablo, llamado
Satanás. Él y sus ángeles fueron lanzados a la tierra, y se dedican a engañar a todo
el mundo.” (BLS)
De la misma manera, y con gran firmeza, el mandamiento bíblico dice:
«No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» (“no digas mentiras” Éxodo
20.16)
Y más bien «De palabra de mentira te alejarás…» (Éxodo 23.7).
Cuando una persona se vuelve a Jesucristo, y entrega su vida a Él, debe
despojarse de su vieja manera de vivir y experimentar una nueva. En esa nueva
manera de vivir, debe colocar en su corazón el mandamiento que dice:
«Dejen de mentirse unos a los otros…» ¿Por qué? “porque ustedes ya han
dejado la vida de pecado” (Colosenses 3:9)
El origen de la mentira
Existen personas que, como dice el salmista, «aman la mentira» “su mayor placer
es la mentira” “se sienten felices diciendo mentiras” (Salmos 62.4b). Pero, ¿de
dónde viene la mentira?
El apóstol Pablo hace una afirmación a los Corintios que puede ser muy
reveladora sobre este tema. Dice:
«Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros
pensamientos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo»
(2 Corintios 11.3, RV).
“Pero me temo que así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, la mente
de ustedes también se corrompa y se desvíen de la pureza y la devoción que
tienen por Cristo.” (2 Corintios 11:3, PDT)
La mentira comienza a darse a conocer en el huerto del Edén. La primera
mentira pronunciada y creída fue aquella que dijo la serpiente a la mujer: «Pero
la serpiente le dijo a la mujer: — ¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy
bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser
como Dios, conocedores del bien y del mal.» (Génesis 3.4, 5). La mentira es
fruto de la desobediencia a Dios. La mentira busca el engaño.
Jesús fue categórico al explicar el origen de la mentira. Hablando a los religiosos
de su tiempo, Jesús les dijo:
«Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el
principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un
mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!» (Juan 8.44).
Saquemos varias conclusiones: a) La persona que miente o engaña es hijo del
diablo y obedece a los deseos del “padre” diabólico. b) La esencia misma de
Satanás es la mentira; así como Dios es vida y poder, Satanás es mentira. El
origen de la mentira está en Satanás. e) De Satanás no puede venir la verdad.
Es evidente que la tarea de Satanás es el engaño, y su fin es el extraviar al ser
humano de su relación con Dios. La mentira tiene el objetivo de descarriarnos
del camino bueno.
Los hombres al alejarse de Dios hicieron lo siguiente: «Cambiaron la verdad de
Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al
Creador, quien es bendito por siempre.» (Romanos 1.25). Dios reclama al
hombre y a la mujer «...Ya que me has olvidado, y has confiado en la mentira»,
dice Jeremías 13.25.
El ser humano ha utilizado la mentira como un ardid o pretexto para evitar las
consecuencias de sus errores. Tanto miente el que sabiendo algo lo niega, como
el que da testimonio falso y los que utilizan la adivinación. Así nos dice
Proverbios: «El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no
escapará» (Proverbios 19.5, RV) y el profeta Zacarías dice: «los adivinos han visto
mentira, han hablado sueños vanos, y vano es su consuelo» (Zacarías 10.2, RV).
Si algo detesta el Señor es la mentira dicha bajo juramento, por eso dice Levítico
19.12: «una mentira dicha bajo juramento profana (faltan el respeto) el nombre
de Dios».
Lo que Dios dice acerca de la mentira
Dios es claro al dar el mandamiento: «No hablarás contra tu prójimo falso
testimonio» (Éxodo 20.16, RV). Proverbios dice que hay seis cosas que aborrece
el Señor, y una de ellas es «la lengua mentirosa…» o «...el testigo falso que habla
mentira» (Proverbios 6.16, 17, 19, RV). Y sigue afirmando que « El Señor detesta
a los mentirosos, pero se alegra con los que dicen la verdad.» (Proverbios 12.22).