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La Dialéctica o Crítica Hermenéutica y sus implicaciones en

la generación de conocimiento en la Ciencia


Administrativa

Por Carlos Rosales Alvarez

INTRODUCCIÓN

El propósito de este trabajo es presentar a través de un resumen

analítico y un análisis crítico de referencias bibliográficas sugeridas, el

carácter y el modo de conocer así como el conocimiento generado desde

una perspectiva Dialéctica o Crítica Hermenéutica y sus implicaciones en la

generación de conocimiento en la Ciencia Administrativa.

Las referencias bibliográficas sugeridas y/o revisadas fueron:

Hernández-Pacheco, J. (1996): Sección I: La Tradición Dialéctica y la

Escuela de Francfort en “Corrientes Actuales de Filosofía”. Editorial

Tecnos S.A,. Madrid, España; Diccionario de filosofía en CD-ROM.

Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona, España;

Microsoft ® Encarta ® Biblioteca de Consulta 2002. © 1993-2001 Microsoft

Corporation.; y Hottois, G. (1999): La Escuela de Francfort: Teoría Crítica en

Historia de la Filosofía del Renacimiento a la Posmodernidad, Ediciones

Cátedra, Madrid, España.

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RESUMEN ANALÍTICO

En el Diccionario de Filosofía de Herder, la dialéctica es definida,

desde un punto de vista histórico, como el simple arte de la conversación y

discusión y el equivalente medieval de la lógica, como un muy complejo

sistema de pensamiento en Hegel y un método adecuado de interpretación

de la realidad, sobre todo social, en Marx, inspirado en Hegel.

Según la perspectiva de Hegel, la dialéctica supone siempre el

contraste de dos elementos opuestos o contradictorios, que pone en

evidencia el carácter cambiante y progresivo de la realidad, que se desarrolla

en fases históricas que, por la misma fuerza de esta contradicción interna,

suponen transformación y ruptura, y no una simple evolución acumulativa y

lineal.

Fundamentalmente, el pensamiento dialéctico sostiene que tanto el

pensar como el ser, o el conocimiento y la realidad, que son lo mismo, son

movimiento hacia un punto final, el absoluto, que no es meramente el

término, sino el todo o el conjunto, «porque lo verdadero es el todo, esto es,

el ser que se completa mediante su evolución», y que es también sujeto,

porque la realidad es Idea.

El movimiento dialéctico lo describe Hegel como un proceso de

negación y mediación, que siguen a un primer momento de simple posición

de una cosa o un concepto; las fases de este movimiento, o momentos de la

dialéctica, han recibido corrientemente los nombres de tesis, antítesis y

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síntesis. La tesis es la posición o simple afirmación de algo, que por

necesidad se presenta, al poco de examinarlo, como simple apariencia; la

negación o antítesis supone un contraste a la vez que un conflicto; las cosas

y el pensamiento son sustancialmente contradicción, como ya expresaba

antiguamente Heráclito. El empuje dialéctico lleva a una visión de conjunto, a

un tercer momento de mediación o intento de solución de la contradicción,

que se acaba en una nueva posición de la cosa o del concepto, que asume y

a la vez supera el punto de partida inicial, con lo que de nuevo puede

iniciarse el proceso dialéctico. El proceso no es, sin embargo, infinito, porque

ha de acabar con la comprensión total de la realidad y del pensamiento como

un saber completo, o absoluto.

El filósofo alemán Karl Marx aplicaba el concepto de dialéctica a los

procesos sociales y económicos. El llamado materialismo dialéctico de Marx,

con frecuencia considerado como una revisión del sistema hegeliano, afirma

que las ideas sólo son el resultado del determinismo de las condiciones

materiales dadas.

En esta posición dialéctica se sitúa la Escuela de Frankfurt que se

constituyó en 1922 con un grupo de filósofos alemanes, componentes del

Instituto para la Investigación Social, o miembros colaboradores con el

mismo, bajo la conducción del filósofo argentino Félix Weil. Pretendía

inicialmente orientarse hacia estudios marxistas, pero bajo la dirección de

Max Horkheimer, quien sustituyó en 1931 al primer director, Carl Grünberg,

programó metódicamente investigaciones interdisciplinares de filósofos,

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sociólogos, economistas, historiadores y psicólogos, con predominio de la

filosofía. Destacan en este grupo Theodor Wiesengrund Adorno, Herbert

Marcuse y Erich Fromm. Es de ellos de donde surge la llamada Teoría

Crítica. La Escuela de Francfort se desarrolla en dos etapas históricas:

Primera Época de la Escuela de Francfort

Esta etapa se caracteriza porque la Teoría Crítica, corriente filosófica

que en ella predomina, subraya que el análisis teórico de la sociedad no

puede limitarse a la mera comprobación y descripción pasivas. La teoría

social no debe someterse al ideal positivo-objetivista ni al principio de la

neutralidad axiológica de la ciencia en general.

La teoría crítica es una teoría del conocimiento y a la vez, una teoría

de la sociedad, que se basa en una crítica marxista, no dogmática; recurre al

método dialéctico de Hegel, entendido no idealísticamente, y atribuye a la

razón una esencial dimensión práctica (praxis), por la que no sólo se

transforma la sociedad, sino que también se constituye el hombre. En el

trasfondo de la teoría hay, además, profundadas influencias de la filosofía

clásica alemana: Kant, Schopenhauer, Dilthey, Nietzsche, Weber y Husserl.

La teoría crítica plantea la racionalidad como una crítica a todas las

formas de ideología y dominio que aparecen en la sociedad actual,

históricamente derivadas de un concepto de razón (como instrumento) que,

persiguiendo el dominio de la naturaleza, ha terminado por dominar al mismo

hombre. La raíz irracional de esta razón, endiosada durante la etapa de la

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ilustración, se ha mostrado de forma ostentosa a través de los diversos

fascismos y nazismo del presente.

La teoría crítica, a diferencia de su opuesto, la filosofía y la teoría

tradicionales, que pretenden la legitimación de la ideología dominante,

representa una crítica a todas las diversas formas de dominio sobre el

hombre y de irracionalidad, propias de la sociedad burguesa, con el objetivo

de desvelar las auténticas necesidades del hombre y tomar conciencia de las

estructuras sociales que las reprimen. La irracionalidad se ha vuelto un rasgo

tan característico de la sociedad como lo es su racionalidad y la historia de

ésa muestra el carácter instrumental de la razón.

Según Hottois (1999), la razón instrumental es la razón que define los

medios para alcanzar un fin dado. Se interesa exclusivamente por los

instrumentos o herramientas y calcula el camino más eficaz para lograr un

objetivo determinado. La racionalidad instrumental, que el hombre que

trabaja y actúa ha utilizado siempre, ha encontrado su expresión culminante

en la civilización tecno-lógica. Ésta expresa perfectamente los dos aspectos

de la racionalidad instrumental: el reino de la lógica y del formalismo: el

pensamiento lógico formal determina los medios conceptuales, los

encadenamientos necesarios para establecer una verdad. Es el aspecto

teórico de la racionalidad instrumental; el reino de la técnica: la actividad

técnica determina los medios físicos eficaces con el fin de realizar

concretamente un objetivo. El aspecto práctico de la razón instrumental es lo

que reduce la acción humana al trabajo técnico organizado.

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Contribuciones de representantes de la Escuela de Francfort

Horkheimer, Max

En su obra Dialéctica de la Ilustración, publicada con Adorno, intenta

comprender ese escándalo de la razón y de la historia ¿cómo ha podido la

modernidad engendrar la barbarie, precisamente la modernidad, que se

inauguró bajo el signo de la ilustración, el progreso, la emancipación, el

combate civilizador, contra los oscurantismos, las servidumbres y las

alineaciones? La explicación propuesta es dialéctica: la razón emancipadora,

idealista y crítica de la Ilustración se había invertido en su contrario. Pero la

dialéctica de la teoría crítica es más pesimista que la de Hegel o la de Marx:

la inversión de la tesis en antítesis no tiene asegurada una próxima síntesis.

La teoría crítica de Horkheimer, representa una crítica a todas las

diversas formas de dominio sobre el hombre y de irracionalidad, propias de la

sociedad burguesa, con el objetivo de desvelar las auténticas necesidades

del hombre y tomar conciencia de las estructuras sociales que las reprimen.

Adorno, Theodor Wiesengrund

La primera de sus obras importantes, la mencionada Dialéctica de la

Ilustración, escrita en colaboración con Horkheimer, durante la guerra, es una

crítica a la razón instrumental, concepto fundamental de este último autor, o,

lo que es lo mismo, una crítica, fundada en una interpretación pesimista de la

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Ilustración, a la civilización técnica y a la cultura del sistema capitalista (que

llama “industria cultural”), o de la sociedad de mercado, que no persigue otro

fin que el progreso técnico. La actual civilización técnica, surgida del espíritu

de la ilustración y de su concepto de razón, no representa más que un

dominio racional sobre la naturaleza, que implica paralelamente un dominio

(irracional) sobre el hombre; los diversos fenómenos de barbarie moderna

(fascismo y nazismo) no serían sino muestras, y a la vez las peores

manifestaciones, de esta actitud autoritaria de dominio..

En su obra Dialéctica Negativa intenta mostrar el camino de una

reforma de la razón con el fin de liberarla de ese lastre del dominio autoritario

sobre las cosas y los hombres, que arrastra desde que es razón ilustrada.

Opone a la filosofía dialéctica inspirada en Hegel –y, por tanto, al marxismo–

que reduce a identidad o a sistema de las cosas a través del pensamiento,

superando sus contradicciones (y al mismo positivismo lógico, que cree

adueñarse de la naturaleza mediante las teorías científicas), el método

dialéctico de la “no identidad” de respetar la negación, las contradicciones, lo

diferente, lo disonante, lo que se llama también inexpresable: el respeto del

objeto, en fin, y el rechazo del pensamiento sistemático. La razón sólo deja

de ser dominadora si acepta la dualidad de sujeto y objeto, interrogando e

interrogándose siempre el sujeto ante el objeto, sin saber siquiera si puede

llegar a comprenderlo.

Marcuse, Herbert

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Marcuse en sus obras principales: Razón y revolución, Eros y

civilización, El hombre unidimensional y Ensayo sobre la liberación, de

acuerdo al planteamiento hecho por Hernández-Pacheco (1996:112-116), no

hace sino sumarse al diagnóstico de una sociedad enferma: la razón

occidental, que surge de la necesidad del hombre, de distanciarse primero de

la naturaleza, y de dominarla después en servicio propio, se ha convertido

en un órgano autosuficiente de dominación universal, del que, en tanto que

forma parte de la naturaleza, no escapa a la postre el hombre mismo. La

razón subjetivista se ha convertido en un sistema de objetivación universal

que no entiende sino lo que puede ser integrado funcionalmente en un

aparato total que sólo persigue el infinito incremento de su eficacia. Ese

aparato es la sociedad industrial avanzada.

Se distingue Marcuse, sin embargo, de sus antecedentes

francfortianos, por el rasgo de optimismo en su filosofía que le lleva a ver en

la cultura de la sociedad industrial avanzada una perversión de los ideales

ilustrados, y no un consecuente desarrollo de la idea moderna de razón que

ya fuera en su origen una “lógica de dominio”. Marcuse considera que la

filosofía crítica de Marx y de los propios francfortianos es el coherente

desarrollo de una idea moderna de razón que, lejos de ser la afirmación de

un sistema explotador, consiste en la denuncia constante de lo dado.

Marcuse en El hombre unidimensional, presenta el pesimismo

respecto de la liberación humana, donde se afirma que la esperanza de la

revolución está en manos de los que carecen de toda esperanza. Marcuse

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ejerció, gracias a esta obra, una profunda influencia sobre los movimientos

contestatarios de los años sesenta.

Segunda Época de la Escuela de Francfort

Su principal representante es Jüren Habermas quien renueva la Teoría

Crítica manteniendo la perspectiva de oposición al cientificismo positivista y

de intento de transformación de la sociedad mediante la reflexión crítica,

apoyándose más que en la tradición idealista, en la nueva filosofía del

lenguaje. Formula, así su doctrina de la “situación ideal de diálogo” como

núcleo de su teoría.

Habermas señala que toda ciencia supone una relación con el interés,

puesto que los intereses forman parte constitutiva del conocimiento y de la

razón. Distingue así tres formas de interés y, por o mismo, tres clases de

ciencias: Las ciencias empíricas (ciencias de la naturaleza) siguen el interés

técnico de la razón regulado por la objetividad; las ciencias histórico-

hermenéuticas (ciencias del espíritu) se corresponden con el interés práctico

que se regula por la íntersubjetividad, y las ciencias emancipativas que se

vinculan al interés emancipador, a la reflexión crítica.

Según Habermas, la teoría crítica trata de estas últimas ciencias. La

liberación-emancipación progresiva del hombre se lleva a cabo, ya según la

teoría crítica de la primera escuela de Francfort, a través de la crítica de las

ideologías (crítica a la ciencia y a la técnica) y del recurso al psicoanálisis;

así la teoría deja de ser mera teoría y coincide con la praxis, pues en ambos

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casos coincide el conocimiento con el interés: la crítica a la sociedad no

consiste en un mero comprender, sino en liberarse de las diversas formas

injustas de dominación y, en la labor psicoanalítica, el simple comprender es

ya liberación. Nunca ha de separarse la racionalidad del interés; la prueba de

ello está en el mismo lenguaje. Este supone esencialmente comunicación y

el diálogo constituye la forma ideal de comunicación.

ANÁLISIS CRÍTICO

De la posición dialéctica o crítica hermenéutica de la Escuela de

Francfort, se pueden caracterizar los siguientes aspectos:

La evolución de las ideas se produce enfrentando un concepto a su

opuesto y como resultado de este conflicto, se alza un tercero, éste último se

encuentra más cargado de verdad que los dos anteriores opuestos. Este

proceso metal de negación y mediación, que siguen a un primer momento de

simple posición de una cosa o un concepto esta constituido por fases

denominados momentos de la dialéctica que han recibido corrientemente los

nombres de tesis, antítesis y síntesis. La tesis es la posición o simple

afirmación de algo, que por necesidad se presenta, al poco de examinarlo,

como simple apariencia; la negación o antítesis supone un contraste a la vez

que un conflicto; y este empuje dialéctico lleva a una visión de conjunto, a un

tercer momento de mediación o intento de solución de la contradicción, que

se acaba en una nueva posición de la cosa o del concepto, que asume y a la

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vez supera el punto de partida inicial, con lo que de nuevo puede iniciarse el

proceso dialéctico que no es infinito porque debe llegar a la comprensión

total de la realidad y del pensamiento como un saber completo, o absoluto.

El objeto científico en la teoría crítica es vinculado a la utilidad, ligando

la ciencia al proceso histórico-material en el que se hace eficaz como

instrumento social.

La teoría crítica rechaza la pretensión racionalista según la cual la

evidente función social de la ciencia carece de sentido para la ciencia misma

y aprecia a la ciencia como un saber el mundo y de la sociedad que quiere

asumir la materialidad e historicidad de sus objetos propios, como

condiciones de su constitución teórica. La verdad es una categoría técnica

ligada al progreso material concreto y no tiene más valor que el que resulta

de lo que con ella se puede hacer en la historia (materialismo histórico).

La Escuela de Francfort, por otra parte, acepta como parte de la

condición humana la utilidad y la necesidad de la racionalidad instrumental,

por lo que razonar y actuar eficazmente, inventar herramientas e

instrumentos, trabajar y organizar: todo eso es indispensable para la

supervivencia humana pero las condiciones de esta supervivencia no dicen

nada acerca del sentido de la vida ni de los fines de la existencia. Los

representantes de la Escuela de Francfort comprueban que la razón y la

actividad instrumentales se han extendido a tal extremo que ya no dejan

espacio a otras formas de pensamiento y de acción.

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