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Profesora
Ángela Martínez
Primero que todo, y antes de hacer referencia a la teoría de Darwin sobre el origen y
la evolución de las especies es pertinente hacer alusión a la frase de Strathern
(2015) que dice, “La formulación de Darwin de la teoría de la evolución y su tan
asumida idea fundamental de la «supervivencia de los más aptos» es, hoy en día, si
no algo perfectamente demostrado, sí algo generalmente aceptado como lógico y
evidente” (p. 1). Por su parte, Dawkins (1993) afirma que Darwin fue quien
comprendió el por qué de la existencia de la vida sobre la tierra, él fue quien formuló
la respuesta del por qué existimos. Pero no solo son discursos o tratados científicos,
sino que existen experimentos de laboratorio que simularon las condiciones químicas
de la Tierra antes de que surgiera la vida que dieron como resultado sustancias
orgánicas componentes del ADN. En este punto, es necesario recordar que Charles
Darwin generó grandes controversias por la publicación de su teoría en 1859, dado
que en pleno siglo XIX la idea de lo divino como fuente de creación era lo que se
suponía, no solo en la iglesia sino en la sociedad.
Dados los análisis realizados a la teoría darwiniana se puede afirmar que la lucha
dentro de las especies significa que solo los más aptos pueden sobrevivir y
permanecer en el tiempo; evidentemente, el mundo ha sido testigo de la
desaparición de muchas especies, especialmente animales, que no han podido
adaptarse al medio que los rodea, pero también se han visto otras que se han
multiplicado a través del tiempo, esto sin considerar la intervención buena o mala de
la mano del hombre. Indiscutiblemente, el ser humano es una de las especies que ha
logrado adaptarse, evolucionar, multiplicarse y permanecer. En este sentido,
Dawkins (1993) considera que el altruismo es una forma de dar supervivencia al
grupo, dado que si cada individuo está dispuesto a sacrificarse por el bienestar del
resto, el grupo tiene menores posibilidades de extinguirse; por el contrario, si cada
individuo pone por encima su interés personal, o sea “su interés egoísta”, la
tendencia del grupo es a desaparecer.
Pero no solo hay un amplio sustento científico sobre la teoría darwiniana, sino que en
cierta forma la misma iglesia Católica ha aceptado la teoría de la evolución. Esto es
una paradoja, dado que precisamente la iglesia se opuso vehementemente a esta
teoría, pero la realidad científica ha sido tan evidente que pensar que la vida tiene un
pleno origen divino es muy difícil de sustentar sin que medie un convencimiento
consciente. Al respecto Salinas (2007) recuerda que S.S. Juan Pablo II señaló que
“lo que revela el autor de la Naturaleza no puede estar en contradicción con lo que
esa misma Naturaleza expresa”.
Dado lo anterior, se puede concluir que la teoría de Charles Darwin sobre el origen y
evolución de las especies tiene argumentos científicos. No solo esta teoría se ha
mantenido en el tiempo sino que ha evolucionado gracias a las investigaciones y
adaptaciones de otros científicos y estudiosos, no solo de las ciencias exactas sino
de las sociales; ejemplo de ello es el neodarwinismo, los experimentos e
investigaciones que han determinado que la vida es producto de la evolución de
millones de años y que la selección natural es y ha sido una realidad. Lo anterior,
contrario a lo que las teorías de la creación arraigadas en lo divino han sostenido; de
hecho, la iglesia ya no se opone con tanto rigor a la teoría de la evolución y se está
quedando con la concepción del alma como complemento del cuerpo.
BIBLIOGRAFÍA