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ESCUELA PSICOANALÍTICA DE PSICOLOGÍA SOCIAL

TEORÍA DE LA ENFERMEDAD ÚNICA


INTRODUCCIÓN

Lo que Pichon-Rivière llamó “Teoría de la Enfermedad Unica”, conocida entre noso-


tros como TEU, es en el fondo una visión de la subjetividad humana, un abordaje teó-
rico del mundo de lo psíquico.
Para comprender este título es preciso rastrear en las disciplinas de las que Pichon
pro- viene. Como es sabido fue médico psiquiatra, aunque antes de serlo abrevó
en el Psicoanálisis a través de los escritos de Freud. Asimismo, abrazó el
materialismo dialéctico como herramienta metodológica para el abordaje del campo
que eligió re- cortar.
Por una parte su procupación por esa categoría que llamamos “enfermedad”
- específicamente la enfermedad mental- remite directamente a la Psiquiatría. Por
otra, este intento unificatorio, esta búsqueda de una raíz universal capaz de explicar
toda una diversidad de manifestaciones, emana de un pensamiento dialéctico.
Sin embargo, tomando en cuenta el proceso realizado por el propio Pichon, el giro
que lo llevó a generar una teoría y a escribir “Del Psicoanálisis a la Psicología Social”,
expli- ca por qué abandonó el título del que hablamos más arriba para preferir
“Procesos de maduración y desarrollo”: en efecto, la problemática de la
enfermedad, de la psico- patología, no parecía propia de una Psicología Social sino de
la Psiquiatría. Pichon, po- sicionado originariamente sobre el polo de la patología, hace
un corrimiento hacia el de la salud.
Desde otro ángulo, los mismos conceptos teóricos que fue desarrollando lo llevaron
a ese cambio. Considerar la enfermedad como una detención en los procesos
de aprendizaje es de por sí una apuesta epistemológica fuerte.
Hoy, cuando desplegamos la trama conceptual de esta teoría, si bien seguimos
desig- nándola como TEU, preferimos la segunda acepción o una tercera: “Teoría
general de la conducta”.

LA LÓGICA PICHONIANA

A lo largo de este texto vamos a intentar aproximarnos a la estructura racional de esta


teoría, pero sobre todo a la lógica pichoniana, a lo que podríamos definir como
“nú- cleo duro” del pensamiento de Pichon.
Cuando decimos Teoría general de la conducta estamos aludiendo a toda conducta
humana, es decir, tanto normal como a patológica, si bien como anticipamos utiliza-
remos el par aprendizaje-estereotipia.

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El arranque de esta teoría se sitúa en la aceptación de que toda conducta es función


de un proceso adaptativo. Este concepto, originario del pensamiento de Charles
Darwin, alude a que cualquier conducta, aún la más disparatada, responde a una
necesidad de adaptación. No estamos obviamente hablando de una adaptación obli-
gatoriamente feliz, sino de la importancia de comprender que detrás de cualquier
con- ducta hay un sentido profundo.
En otro corte, toda conducta es además función de una red de relaciones.
Ninguna conducta se explica por sí misma, sino en relación a otras, a vínculos, a
complejos cir- cuitos de interacción.
Con esto estamos diciendo que no se concibe un acto humano aislado, sino
asociado a acciones de otros. A esto se refería Pichón cuando definía lo
situacional o cuando afirmaba “El sujeto es el emergente de una trama de vínculos”:
“hombre en situación” es el sujeto que siente, piensa y hace en un marco de nexos
dinámicos con otros su- jetos.
Para comprender mejor este concepto recurramos al ejemplo del organismo más
sim- ple, la célula: si en determinado momento registra un desequilibrio químico, su
mem- brana permea aquella substancia externa cuyo ingreso restablecerá el
equilibrio perdi- do. Este sencillo proceso puesto en juego entre la célula y el
medio es eminente- mente adaptativo. La “conducta” de la célula no es más que un
modo de interacción entre el adentro y el afuera para lograr la satisfacción de una
necesidad.
El registro de desequilibrio que originó el proceso puede ser pensado como una ten-
sión de necesidad o de carencia, la conducta como acción en procura de alivio y el

TENSIÓN DE CONDUCTA
HOMEOS- O ACCIÓN HOMEOS-
NECESIDAD
TASIS ADAPTATIVA TASIS

RUPTURA

restablecimiento del equilibrio como satisfacción lograda.


Jean Piaget, pedagogo francés contemporáneo, comprobó que, con vistas a
establecer una adaptación, toda conducta se despliega según dos opciones: la
asimilación y la acomodación. Mediante la asimilación el organismo transforma lo
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externo para in-

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corporarlo -por ejemplo en la alimentación: el bolo alimenticio es procesado, es
conver- tido en algo potable- y mediante la acomodación se transforma a sí mismo
para in- sertarse en el medio -por ejemplo, los animales que frente al frío engrosan su
pelambre.

ORGA-
NISMO MEDIO

CONDUCTA (EXIGENCIA ADAPTATIVA)

O
M M

ASIMILACIÓN ACOMODACIÓN

Para Pichon la necesidad se define como fundamento motivacional del vínculo.


De lo que deducimos: sin necesidad no hay vínculo.
Por otra parte, definimos vinculo como la estructura dinámica integrada por las
repre- sentaciones de un objeto, del propio sujeto y del nexo establecido entre
ambos:
Si la necesidad es el fundamento motivacional del vínculo, éste es la condición de
la satisfacción. El sujeto de la Psicología Social es un ser de necesidades que se
satisfa- cen socialmente. Este “socialmente” alude a lo vincular, al “socio”, al otro.
Cuando surge la necesidad -categorizada ésta como una tensión displacentera- el
sujeto se ve motorizado a desplegar algún tipo de conducta para lograr la
satisfac- ción, entendiendo por tal un alivio, un descenso de la tensión original.
Este intento adaptativo se da en el marco de un conflicto, de una situación novedosa
que lo supe- ra.
Dijimos que entre necesidad y satisfacción hay un proceso que involucra a un vínculo
y a una conducta. Analicemos dos experiencias dispares:

1. El bebé registra una tensión displacentera, una ruptura de la homeostasis que,


un momento antes, lo mantenía en la placidez del equilibrio. Esta tensión no es otra
cosa que hambre vehiculizado a través del dolor. La conducta desplegada es
automática: llanto, enrojecimiento de la piel, movimientos vivos. La mamá decodifica
estos signos y le brinda alimento. La satisfacción se ha instalado por vía del otro, de
la madre. En la reiteración de la experiencia, este modo comunicacional se va
ajustando elevando en- tre ambos los niveles de entendimiento.
Vemos aquí en marcha la dialéctica del par necesidad-satisfacción: en un primer mo-
mento, pura necesidad. En el otro, satisfacción plena, al menos en términos alimen-
tarios. Entre ambos polos, se despliega el proceso por el cual una polaridad se
trans- forma en la otra, en su opuesta.

2. Un turista perdido en una región selvática es presa del hambre. Se instala un


estado de necesidad. Se impone, por lo tanto, una conducta inmediata cuyo fin es
la obten- ción de alimento. Nuestro turista pone entonces en marcha todos sus
saberes, sus ha- bilidades, sus conocimientos para encontrar alguna materia natural y
para convertir ésta en comida. Tras determinadas acciones, el alimento es obtenido y
el hambre es sacia- da. A simple vista no hay allí un otro sino una tarea desplegada.
Ahora bien: para que esa tarea haya podido ser ejecutada, necesariamente debió
haber operado una instan- cia vincular, sólo que en este caso estamos hablando de
un vínculo plenamente inter- no. La tarea pudo tener lugar porque fue habilitada
desde un cierto aprendizaje, y ese aprendizaje tiene un claro origen vincular.

REPRESENTACIONES DE

NEXO
SUJETO OBJETO

NECESIDAD

VÍNCULO

Cualquier individuo puede, frente a una necesidad concreta, poner en acto una con-
ducta determinada. Cabría establecer, en todo caso, si esa conducta es adecuada o
inadecuada para la obtención de la satisfacción. Es ese grado de adecuación lo
que
señalará el nivel de salud o enfermedad de ese sujeto, o, para decirlo en otros
términos, el nivel de aprendizaje o estereotipia puesto en juego.
La conducta inadecuada no alcanza a resolver el conflicto sino que produce un
sínto- ma, inhibe el despliegue de las potencialidades o genera sufrimiento. Para
Pichon adaptación refiere a intercambio. En cada sujeto progresa un intercambio
interno y otro externo mutuamente relacionados. Claro está que ese intercambio
podrá ser de muy variado signo. Es por ello que Pichon distingue adaptación activa de
pasiva. Hablamos de adaptación activa cuando su efecto es de crecimiento, de
modificación en el sentido de la satisfacción de la necesidad. Y por el contrario
llamamos adapta- ción pasiva a la que emana de una conducta estereotipada, de
conexión pobre, de frustración, de falta de aprendizaje.
Cuando mencionamos “intercambio interno” estamos aludiendo a una dinámica entre
distintos aspectos del mundo interno, o entre aspectos de ese mundo interno y el
cuerpo del sujeto. Intercambio externo refiere, contrariamente, a movimientos entre el
sujeto como totalidad y el mundo exterior.
Ahora bien, la conducta humana es una entidad compleja que se nutre desde dos
ver- tientes: teoría y práctica, tomando aquí teoría como saber acumulado y práctica
como experiencia concreta. Desde este punto de vista podemos afirmar que toda
conducta es en el fondo una praxis, es decir, una síntesis entre ambas instancias.
Cuando el hombre descubre cómo producir fuego, por caso, introduce un corte en
la naturaleza, inserta una variable que no había. El fuego vulnera el orden natural
per- mitiéndole a la especie experiencias que de otro modo no habría tenido. Sin el
fuego, sin el abrigo de piel, el hombre habría quedado, para tomar sólo una variable,
circuns- cripto a determinadas zonas geográficas.
Hacer fuego es un trabajo que modifica la naturaleza, pero al mismo tiempo
modifica al propio modificador, al propio protagonista de la experiencia. Produce
un registro de experiencia en lo que podríamos llamar “su psiquis”, por lo que
podemos afirmar que produce su psiquis.
El trabajo de hacer fuego genera, en definitiva, una representación, y por ende, el
or- den del lenguaje. He aquí el paso de naturaleza a cultura. El lenguaje abre una
bre- cha en el orden natural.
La modificación perpetrada en el exterior instala otra en la interioridad del sujeto. Esta
modificación interior es lo que llamamos “huella mnémica”, el recuerdo, el rastro
de memoria que después le va a permitir repetir esa conducta, transmitirla a un
otro, inscribir el pensamiento, instituir en suma el orden simbólico.
LOS CUATRO PRINCIPIOS

La conducta actual de un sujeto, sea ésta adecuada o inadecuada, -y trátese de


un sujeto sano o enfermo- puede ser entendida de acuerdo a cuatro principios
funda- mentales. Son ellos:

1. de policausalidad
2. de pluralidad fenoménica
3. de continuidad genética y funcional
4. de movilidad de las estructuras

1. EL PRINCIPIO DE POLICAUSALIDAD

La palabra “policausalidad” alude a la multiplicidad de componentes cuya


confluencia deriva en la causación de un efecto.
A su vez, este abanico de causas reconoce tres factores
elementales:

a. el factor constitucional
b. el factor disposicional
c. el factor desencadenante

Llamamos factor constitucional a una instancia de origen, a todo aquello que cada
ser trae como herencia genética -lo cromosómico- más lo que capitaliza a lo largo
de su vida intrauterina, es decir, lo congénito. Lo hereditario es lo genotípico, y lo
adqui- rido en el vientre materno es lo fenotípico.
A partir del nacimiento e incluyendo las experiencias que el bebé vivencia durante los
primeros meses de vida, se inscriben en el psiquismo primitivo del bebé experiencias
que podríamos categorizar como “lo adquirido”.
A la confluencia entre el factor constitucional y lo adquirido llamamos “factor dispo-
sicional”. Se trata de la disposición hacia la salud o la enfermedad que cada
sujeto desarrolla en virtud de la historia que vive en su grupo familiar más próximo.
Es allí, en el nacimiento y durante los primeros meses de vida, que se imprimen los
lineamientos fundamentales de lo que llamamos “matrices de aprendizaje”. Estamos
hablando de las improntas dejadas por los modos en que sus necesidades fueron sa-
tisfechas.
Finalmente, el factor desencadenante o actual es el que completa esta tríada policau-
sal determinante de una conducta. Nos estamos refiriendo a cualquier hecho actual
que suponga una pérdida: un accidente, una privación, una frustración, un duelo.
Esta ecuación etiológica se corresponde con los desarrollos freudianos denominados
“series complementarias”. Freud propuso tres series:

1. Lo constitucional, abarcativo de lo genético más lo congénito.


2. Lo adquirido, que incluye las experiencias infantiles, incluídas las de fijación y
trau- ma. La conjunción entre lo constitucional y lo adquirido determina lo
disposicional.
3. Lo desencadenante.

El gráfico siguiente pretende dar cuenta de lo que engloba el Principio de Policausali-

PRINCIPIO DE
POLICAUSALIDAD

GENOTIPO
(GENETICO O
CROMOSOMICO)
LO ADQUIRIDO FACTOR
(PRIMEROS MESES) CONSTITUCIONAL
FENOTIPO
(CONGENITO, VIDA
INTRAUTERINA)

FACTOR
DISPOSICIONAL

FACTOR HECHO ACTUAL


DESENCADENANTE

dad:

2. EL PRINCIPIO DE PLURALIDAD FENOMÉNICA

Por este principio, Pichon explica la multitud de modos que puede adoptar la
enfer- medad, puesta en acto a través de la conducta y motorizada por los factores
que inte- gran la policausalidad.
Debemos aclarar que por “fenoménico” entendemos lo manifiesto, lo sintomático, lo
que puede ser descripto. Para esta teoría, pues, una cierta variedad de causas
pro- duce un núcleo único que opera como generador de patología -que más tarde
aborda- remos-, y éste desemboca en una amplia gama de posibles enfermedades.
Volveremos sobre este punto cuando abordemos el esquema nosográfico pichoniano.

3. EL PRINCIPIO DE CONTINUIDAD GENÉTICA Y FUNCIONAL

Pichon hace hincapié en lo histórico, en lo genético, en la cualidad evolutiva de la


psi- quis humana. Continuidad genética y funcional nombra la sucesión de instancias
po- sicionales por las que atraviesa el sujeto y en la razón de ser de tales instancias
para que alguien llegue, precisamente, a constituírse como sujeto.
La sucesión de la que hablamos enhebra cinco depresiones. Adelantamos sus
nom- bres:

1. la protodepresión
2. la depresión del desarrollo
3. la depresión desencadenante
4. la depresión regresional
5. la depresión iatrogénica

4. EL PRINCIPIO DE MOVILIDAD DE LAS ESTRUCTURAS

Así como la pluralidad fenoménica da cuenta de las múltiples variantes de la enfer-


medad y la continuidad genética y funcional alude a las cinco depresiones de suce-
sión normal, la movilidad de las estructuras remite a la posibilidad modificatoria
de cualquier estructura psíquica desde una perspectiva correctora.
Cuando decimos correctora nos estamos refiriendo no sólo a la instancia clínica
pro- piamente dicha, sino al valor que a ese respecto tiene lo vincular.
Sobre estos principios nos explayaremos luego, ya que para el despliegue de esta
teo- ría es preciso profundizar previamente en otros conceptos.

EL PAR NECESIDAD-SATISFACCIÓN

Volvamos ahora a nuestro bebé. Dijimos que de una situación homeostática intrauterina
pasa abruptamente a otra caótica signada por la pérdida. La “protodepresión” es,
pues, la primera vivencia de pérdida que experimenta.
Esta pérdida gatilla una conducta adaptativa y un otro acude a proporcionar satis-
facción.
Esa primera experiencia de satisfacción -sin la cual el bebé muere- inscribe un rastro
que operará en el futuro, en sucesivas experiencias de satisfacción, como referente
obligado. En el proceso de ajuste vincular bebé-mamá, ésta no sólo satisfará la
nece-
sidad meramente fisiológica de alimento, sino que aportará un plus de orden
afectivo
que quedará ligado a la satisfacción material.
A partir de aquel momento de gratificación original, se inscribe en la psiquis una repre-
sentación de la experiencia. Coexistirán allí lo biológico y lo ideacional.
Frente a nuevas rupturas de la homeostasis, el bebé inaugura un proceso psíquico
no- table: mientras el objeto satisfactorio no llega, lo reemplaza por su
representación. Esta imagen, que denominamos fantasía, es de orden alucinatorio.
El bebé alucina el objeto y chupetea en vacío. Despliega, pues, una conducta que
tiende a alcanzar la satisfacción por vía de un sucedáneo.
Dado que la tensión de carencia tiene un anclaje corporal, la alucinación no basta
para contenerla y una nueva conducta es puesta en acto: el llanto y todos sus signos
aso- ciados.
Vemos en este proceso el despliegue de la pulsión. Como se recordará, la pulsión, ar-
ticulada entre cuerpo y psiquis, tiene cuatro instancias: una fuente (el soma), un fin
(la descarga), un objeto y un empuje.
Cuando la satisfacción efectiva no llega, la urgencia de la pulsión conduce a la
perma- nencia de la alucinación o a la desestructuración. La paradoja puesta en
juego es la siguiente: cuando el bebé percibe que el objeto capaz de satisfacer está
afuera, apela a la ambivalencia. Hay un afecto positivo porque el objeto es fuente
de satisfacción, pero también un afecto negativo porque está afuera y en tanto no
llega se le niega. Cuando la satisfacción llegue, nunca será como la primera vez. Ha
quedado registrada la impronta de una experiencia oceánica y ésta se ha perdido
para siempre.
La construcción de la memoria permite la posibilidad de retener en
ausencia.
Melanie Klein parte de un modelo binario: lo bueno o lo malo. Esta dualidad
exclu- yente ya estaba presente en Freud cuando polarizó la experiencia infantil
según dos conductas: tragar o escupir.
Este primer cuadro de valores disociados que organiza un mundo vivido como
caótico (divalencia, objeto parcial, vivencia de ataque, posición esquizoparanoide) da
paso a la integración (ambivalencia, objeto total, vivencia de pérdida, posición
depresiva). Precisamente, la constitución del psiquismo es un logro que paga el precio
de esa am- bivalencia. El vínculo a doble vía da lugar al de cuatro vías, lo que implica
vivencias de confusión. El universo simple de lo bueno versus lo malo se ha
transformado en un universo complejo donde ambos valores coexisten en un mismo
objeto y en el pro- pio sujeto.
A las formulaciones de Melanie Klein -quien, así como Freud explicó la conducta
adulta buceando en el niño, dio cuenta de éste reflexionando acerca del bebé-
Pichon les aplica una vuelta de tuerca.
Recordemos que para la visión kleiniana se nace psicótico y con un Yo primitivo
que responde al caos post-natal con una disociación defensiva.
LAS CINCO DEPRESIONES

Recordemos brevemente la secuencia de las cinco depresiones, esencia del


Principio de Continuidad Genética y Funcional:

1. la protodepresión
2. la depresión del desarrollo
3. la depresión desencadenante
4. la depresión regresional
5. la depresión iatrogénica

Para Pichon, antes de la instalación en la posición esquizoparanoide, hay un


estadío depresivo original que irrumpe en virtud de la pérdida del antro materno.
Desapare- cido el estado de Nirvana, de tensión cero, expulsado de una realidad
homeostática paradisíaca, el bebé sufre su primera “castración” (separación) que,
como pérdida, lo sume en una primera posición depresiva a la que Pichon llama,
dijimos, “protode- presión”.
Echemos un vistazo al inventario de pérdidas que supone nacer: para empezar,
hay un desalojo del vientre materno mediante grandes contracciones musculares;
este de- salojo se efectiviza a través del canal de parto, lo que supone un ataque
externo im- portante; es luego extraído con esfuerzo por otros y bombardeado con
estímulos lumí- nicos, sonoros y tactiles; la flotabilidad precedente da paso a la
fuerza de gravedad; sus pulmones se descolapsan y comienza a respirar; es lavado,
es sometido a manio- bras de todo tipo; el cordón que lo asistía es cortado y
suturado.
Por excelentes que sean las condiciones de parto, la vivencia de pérdida y ataque
es muy grande. Luego, se instala la primera experiencia de hambre por vía del dolor
y la carencia.
De manera que, para Pichon, es una posición inicial depresiva la que daría luego
lugar a la posición esquizoparanoide de Klein.
Como todo hecho experiencial, el modo en que el bebé transita la protodepresión
que- dará registrado como impronta histórica, como una marca que formará luego
parte de lo que llamamos “matriz de aprendizaje”.
Esta instancia altamente ansiógena lo lleva a resolver el caos del nacimiento y los
pri- meros momentos de la vida partiendo al mundo -y a sí mismo- según dos
categorías excluyentes: lo bueno y lo malo. Esta partición -primera posición para el
pensamiento kleiniano- es caracterizada por Pichon como disociación instrumental,
en la medida en que resulta eficaz para superar el trance.
Instrumental porque desde esta posición el bebé resuelve una situación transforman-
do el caos en un conflicto de opuestos.
Recordemos que, para Melanie Klein, esta disociación instrumental discrimina el
pecho bueno, el que satisface, del pecho malo, el que frustra, el que ataca; y que
esa mis- ma disociación se instala en el Yo precario del bebé. En esta medida, el
objeto con el que se vincula es parcial.
Los mecanismos de defensa que acompañan a este momento son, por lo tanto, la
di- sociación, la identificación proyectiva y la introyección.
Como se dijo en su oportunidad, el propio crecimiento del bebé -la maduración de
su sistema nervioso central, de su sistema perceptivo y de su motricidad-, en el marco
de la experiencia concreta, lo llevan a complejizar el vínculo, el mundo y su Yo. Un
mis- mo objeto es ahora el que gratifica y frustra, mamá se torna en una entidad
total. Es- tamos, cronológicamente, situados aproximadamente en los ocho meses de
vida.
Se está operando el pase de la posición instrumental a la “depresión del desarro-
llo”, posición depresiva infantil o posición depresiva básica -de esquizoparanoide a
depresiva para Melanie Klein.
Los vínculos a doble vía dejan lugar a los de cuatro vías, la divalencia a la
ambivalen- cia, la parcialidad a la totalidad. Para Pichon la depresión del desarrollo
se reedita en cada momento de crisis, desde la infancia hasta la madurez.
Esta nueva realidad, coincidente con el destete o “segunda castración” -momento de
la dentición, es decir, del pasaje de la oralidad de succión a la canibalística (Freud)-
es intolerable.
Los afectos negativos puestos en juego devienen en culpa y en miedo a la
retaliación (Ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente) por lo que el bebé retorna a
la disocia- ción que le sirvió poco después del nacimiento para organizar el caos. De
ahí en más oscila entre disociación e integración. Aquí se ve claramente el carácter de
la posición
-a la que se puede retornar una y otra vez- opuesta al concepto evolutivo de
fase.
Estos avances y retrocesos, estos procesos de integración y disociación, son
fundan- tes para la constitución del sujeto y deben darse en un marco vincular
adecuado don- de prevalezca la gratificación. De lo contrario, si predomina la
frustración, la posición esquizoparanoide será un refugio permanente y los nexos
con los objetos del mundo exterior serán vínculos enfermos.
En los primeros estadíos de la vida esta vuelta desde la depresión del desarrollo a
una instancia disociativa permite al bebé tomar aliento, darse tiempo para volver
mejor ar- mado a intentar la integración del objeto.
De adultos hacemos cotidianamente estos movimientos en nuestra tarea de
resolver las cosas de todos los días. Las matrices de aprendizaje inscriptas allá y
entonces se reactualizan constantemente y nos permiten operar aquí y ahora. Se
trata de un mo- mento clave para la constitución del sujeto, lo que lleva a Pichon a
caracterizarlo como “punto disposicional”. La posición asociada, es decir, la
estructura en la que entonces
el psiquismo se posiciona, se denomina “posición patogenética”. Su nombre
emana de su potencialidad respecto de la enfermedad.
Puesto en una encrucijada, se abren para el sujeto dos opciones estructuradas
como posiciones: la “posición instrumental” y la “posición patoplástica”.
En el primer caso, el sujeto en formación recurre a técnicas instrumentales para
afrontar la realidad, mientras que en el segundo se perfila hacia cierta estereotipia:
no emplea técnicas instrumentales sino mecanismos de defensa.
Cuando Pichon describe las cinco depresiones típicas de los procesos de madura-
ción y desarrollo, postula la existencia de un “núcleo patogenético” básico y único
que es de índole depresiva. Vemos aquí por primera vez la razón última del nombre
inicial de su teoría. “Enfermedad única” remite a esto, a un único núcleo depresivo
generador de patología.
En algunos de sus escritos Pichon alude a este núcleo cuando afirma que la raíz de
la enfermedad mental es la tristeza, la melancolía.
Ya en la vida adulta el sujeto puede enfrentar situaciones de desborde. Si efectiva-
mente es superado por las circunstancias, su psiquis se instala en lo que Pichon
llamó “depresión desencadenante” o actual. En determinados casos hacen falta
pequeños desajustes, en otros verdaderas catástrofes para que el sujeto se
desestructure.
Son sus factores constitucional y disposicional los que gravitan en tal sentido, los
que en cada persona predeterminan hacia una conducta saludable o enferma. Ya
Freud sostenía la existencia de una clara complementaridad entre disposición y
destino, es decir, que lo que cada uno termina siendo en la vida guarda relación
con las im- prontas que en el pasado lo predispusieron.
Es importante aquí aclarar que las tres depresiones hasta ahora descriptas -
protodepresión, depresión del desarrollo y depresión desencadenante- forman parte
de cualquier proceso normal. Del modo en que el sujeto emerja de la depresión
desen- cadenante dependerá la conservación de un camino de aprendizaje, de
crecimiento efectivo, o la instalación de la estereotipia, la patología, la repetición de
clichés.
Es en este punto donde, para resolver la coyuntura de pérdida, recurrirá a técnicas
ins- trumentales o a mecanismos de defensa. Si vuelve a una posición instrumental,
habrá elaborado el obstáculo y continuará instalado en el polo de la salud. Si, por lo
contrario, retorna a una posición patoplástica, su conducta no será más que una
parodia de re- solución.
En este último caso la depresión desencadenante se transforma en depresión
regre- sional y el sujeto se habrá instalado en el polo de la enfermedad. Se reeditará
así toda una historia de pérdidas. Regresión es un movimiento psíquico hacia el
pasado des- de un punto ya alcanzado del desarrollo hasta otro punto superado; en
este caso, desde un momento actual hasta ese “punto disposicional” del que nos
habla Pichon.
A medida que el sujeto crece, la realidad lo obliga a poner en práctica técnicas de
dis- tinto orden, incorporadas históricamente y dictadas por sus matrices de
aprendizaje. Frente a obstáculos que lo superan, retorna a un “punto
disposicional”, es decir, a posiciones, a estructuras donde ciertos moldes de
conducta le fueron útiles.
Diremos que el sujeto recurrió a “técnicas instrumentales” si el obstáculo actual pudo
ser removido, y a una “defensa estereotipada” si se trató de una parodia de resolu-
ción.
Finalmente, frente a una situación desbordante que sitúa al sujeto en una
estereotipia defensiva, si recurre a un otro que lo ayude en el trance -en este caso
un agente co- rrector- ocurrirá una quinta depresión. No se trata de una instancia
genética, de algo que, como las cuatro anteriores, llega en algún momento del
desarrollo, sino que se instala en virtud de la propia dinámica terapéutica y habiendo
mediado una decisión en tal sentido.
Estamos hablando de la “depresión iatrogénica” (iatros: terapéutico; génico: origen).
Se trata de una depresión inducida por el tratamiento, una situación de pérdida ema-
nada de lo que llamamos “insight” (iluminación o comprensión de una escena).
Un axioma del psicoanálisis dice: “El que no se deprime no se cura”. Esta depresión
es el efecto de la pérdida de lo conocido que como cliché se repite en la conducta.
En el gráfico de la página siguiente intentaremos una comparación entre los
desarrollos de Pichon y Melanie Klein.
Nótese que abarca desde la vida intrauterina hasta la resignificación de la historia
del sujeto por vía de una instancia correctora; que a los efectos comparativos sólo
conside- ramos las dos posiciones tradicionales kleinianas; y que para este gráfico
hemos obvia- do los subesquemas referidos a tres de los principios de Pichon
(policausalidad con sus tres factores; pluralidad fenoménica con sus áreas de
depositación; y movilidad de las estructuras).
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PICHON-RIVIÈRE MELANIE KLEIN

VIDA HOMEOSTASIS
INTRAUTERINA HOMEOSTASIS

NACIMIENTO:
PROTODEPRE- PREVALENCIA DE LA
SIÓN (VIVENCIA PULSIÓN DE MUERTE
NACIMIENTO DE PERDIDA)

POSICION
PRIMEROS ESQUIZOPARANOIDE
POSICIÓN
MESES DE VIDA (VIVENCIA DE ATAQUE)
INSTRUMENTAL
(DIVALENCIA)

DEPRESIÓN
DEL
DENTICIÓN Y DESARROLLO POSICIÓN
DESTETE (FASE (AMBIVALENCIA) DEPRESIVA
ORAL

PUNTO
DISPOSICIONAL INSTANCIA
NÚCLEO REPARATORIA
PATOGENÉTICO
POSICIÓN
PATOGENÉTICA

POSICIÓN POSICIÓN
INSTRUMENTAL PATOPLÁSTICA
(APRENDIZAJE) (ESTEREOTIPIA)

RETORNO A UNA
U OTRA POSICIÓN
SITUACIÓN A LO LARGO DE
ACTUAL DE DEPRESIÓN DE-
SENCADENANTE LA VIDA
PÉRDIDA
O ACTUAL

POSICIÓN DEPRESIÓN
INSTRUMENTAL REGRESIONAL.
(RESOLUCIÓN (REGRESIÓN AL
DEL PUNTO DIS-
CONFLICTO) POSICIONAL)

CONSULTA Y
PROCESO DEPRESIÓN
CORRECTOR IATROGÉNICA

RESIGNIFICACIÓN DE LA HISTORIA
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