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10 Ejemplos de Oraciones Franciscanas

1.- Ángelus.
El Ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. He aquí la esclava del
Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Y el Verbo se hizo carne.
Habitó entre nosotros.
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Ruega por nosotros, santa
Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor
Jesucristo. Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del Ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz,
a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

2.- Oración a Dios Padre Misericordioso.


Dios, Creador del cielo y de la tierra, Padre de Jesús y Padre nuestro. Bendito seas
Señor, Padre que estás en el cielo, porque en tu infinita misericordia te has inclinado
sobre la miseria del hombre y nos has dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer, nuestro
salvador y amigo, hermano y redentor. Gracias, Padre bueno, por el don del Año
Jubilar, haz que sea un tiempo favorable, el año del gran retorno a la casa paterna,
donde tú, lleno de amor, esperas a tus hijos descarriados para darles el abrazo del
perdón y sentarlos a tu mesa, vestidos con el traje de fiesta. A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre. Padre clemente, que en el Año Santo se fortalezca nuestro amor a ti y al
prójimo, que los discípulos de Cristo promuevan la justicia y la paz, se anuncie a los
pobres la buena nueva y que la Madre Iglesia haga sentir su amor de predilección a los
pequeños y marginados. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. Padre Justo, que el
gran Jubileo sea una ocasión propicia para que todos los católicos descubran el gozo de
vivir en la escucha de tu palabra, abandonándose a tu voluntad, que experimenten el
valor de la comunión fraterna partiendo juntos el pan y alabándote con himnos y
cánticos espirituales. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. Padre, rico en
misericordia, que el santo Jubileo sea un tiempo de apertura, de diálogo y de encuentro
con todos los que creen en Cristo y con los miembros de otras religiones, en tu inmenso
amor, muestra generosamente tu misericordia con todos. A ti, Padre, nuestra alabanza
por siempre. Padre omnipotente, haz que todos tus hijos sientan que en su caminar hacia
ti, meta última del hombre, los acompaña bondadosa la Virgen María, icono del amor
puro, elegida por ti para ser Madre de Cristo y de la Iglesia. A ti, Padre, nuestra
alabanza por siempre. A ti, Padre de la vida, principio sin principio, suma bondad y
eterna luz, con el Hijo y el Espíritu, honor y gloria, alabanza y gratitud por los siglos sin
fin. Amén.
3.- Acción de gracias a Dios Uno y Trino.
Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y justo, Señor rey del cielo
y de la tierra, por ti mismo te damos gracias, porque, por tu santa voluntad y por tu
único Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas espirituales y corporales y a
nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos pusiste en el paraíso. Y nosotros caímos
por nuestra culpa. Y te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por
tu santo amor con el que nos amaste, hiciste que él, verdadero Dios y verdadero hombre,
naciera de la gloriosa siempre Virgen la beatísima santa María y quisiste que nosotros,
cautivos, fuéramos redimidos por su cruz, sangre y muerte. Y te damos gracias porque
ese mismo Hijo tuyo vendrá en la gloria de su majestad a enviar al fuego eterno a los
que no hicieron penitencia y no te conocieron y a decir a todos los que te conocieron y
adoraron y te sirvieron en penitencia venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os
está preparado desde el origen del mundo. Y porque todos nosotros no somos dignos de
nombrarte, imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en
quien bien te complaciste, junto con el Espíritu Santo Paráclito, te dé gracias por todos
como a ti y a él os place, él que te basta siempre para todo y por quien tantas cosas nos
hiciste. Aleluya. Y a la gloriosa madre, la beatísima María siempre Virgen, a los
Ángeles y a los Santos, humildemente les suplicamos por tu amor que te den gracias por
estas cosas como te place, a ti, sumo y verdadero Dios, eterno y vivo, con tu Hijo
carísimo, nuestro Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo Paráclito, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.

4.- Oración de San Francisco ante el Cristo de San Damián.


Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza
cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y
verdadero mandamiento. Amén.

5.- Oración franciscana por la paz.


Señor, haz de mí un instrumento de tu paz, que allí donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión, donde
haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo fe, donde haya desesperación,
ponga yo esperanza, donde haya tinieblas, ponga yo luz, donde haya tristeza, ponga yo
alegría. Oh, Maestro, que no busque yo tanto ser consolado como consolar, ser
comprendido, como comprender, ser amado, como amar. Porque dando es como se
recibe, olvidando, como se encuentra, perdonando, como se es perdonado, muriendo,
como se resucita a la vida eterna. Amén.

6.- Oración a San Francisco.


Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene nostalgia de ti
como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón abierto a Dios y al
hombre, de tus pies descalzos y heridos y de tus manos traspasadas e implorantes. Tiene
nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio. Ayuda, Francisco, a los
hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su purificación en la
penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las estructuras de pecado, que oprimen a la
sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las
naciones y entre los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de
contrastar las insidias de las múltiples culturas de muerte. A los ofendidos por cualquier
tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría de saber perdonar. A todos los
crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de nuevo las puertas de la
esperanza. Amén.

7.- No me mueve mi Dios para quererte.


No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el
infierno tan temido, para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el
verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme
tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera, que aunque no
hubiera cielo, yo te amara y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que
dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te
quisiera. Amén.

8.- Oración a San Damián.


Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza
cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y
verdadero mandamiento. Amén.

9.- Lo que voz queráis Señor.


Lo que Vos queráis, Señor, sea lo que Vos queráis. Si queréis que entre las rosas ría
hacia los matinales resplandores de la vida, sea lo que Vos queráis. Si queréis que, entre
los cardos, sangre hacia las insondables sombras de la noche eterna, sea lo que Vos
queráis. Gracias si queréis que mire, gracias si queréis cegarme, gracias por todo y por
nada, sea lo que Vos queráis. Lo que Vos queráis, Señor, sea lo que Vos queráis. Amén.

10.- Oh buen Jesús.


Oh Buen Jesús, yo creo firmemente que por mi bien estás en el altar, que das tu cuerpo
y sangre juntamente, al alma fiel en celestial manjar. Indigno soy, confieso
avergonzado, de recibir la santa comunión, Jesús, que ves mi nada y mi pecado, prepara
tú mi pobre corazón. Pequé, Señor; ingrato te he vendido, infiel te fui, confieso mi
maldad. Contrito ya, perdón, Señor, te pido, eres mi Dios, apelo a tu bondad. Espero en
ti, piadoso Jesús mío, oigo tu voz, que dice ven a mí. Porque eres fiel, por eso en ti
confío, todo, Señor, espérolo de ti. Oh buen Jesús, Pastor fino y amante, mi corazón se
abrasa en santo ardor, si te olvidé, hoy juro que, constante, he de vivir tan sólo de tu
amor. Dulce maná de celestial comida, gozo y salud del que te come bien, ven sin
tardar, mi Dios, mi Luz, mi vida, desciende a mí, hasta mi pecho ven. Amén.

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