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Estrellas fijas, y el Primer móvil. Esos astros están organizados según la jerarquía de los
ángeles. Dante también evoca otras asociaciones, como la existente entre Venus y el amor
romántico. Las primeras tres esferas están asociadas a formas deficientes de Coraje,
Justicia, y Templanza. Las otras cuatro se vinculan a ejemplos positivos de Prudencia,
Coraje, Justicia, y Templanza; por su parte, la Fe, la Esperanza y la Caridad se concentran
en la octava esfera.
Las fases de la Luna se asocian con la inconstancia. Su esfera es por ende la de las almas
que abandonaron los votos monásticos, y por ende presentaron deficiencias en su virtud de
coraje (Canto II). En esta los protagonistas conocen a Piccarda Donati, la hermana de
Forese Donati, amigo de Dante, quien murió poco después de ser obligada a abandonar el
monasterio. También conocen a Constanza I de Sicilia, quien fue arrancada por la fuerza de
un monasterio para que contraer nupcias con Enrique VI (canto III). Beatriz habla sobre la
libertad de la voluntad, el carácter sacro de los votos, y la importancia de resistir a las
presiones (Canto IV).
Beatriz explica que un voto es un pacto firmado entre el hombre y Dios en el cual una
persona ofrece su libertad a Dios. Estas decisiones no deben tomarse a la ligera, y deben
mantenerse una vez realizados, a menos que mantenerlo acarree un mal demasiado grande,
como el sacrificio de la hijas de Jefté y de Agamenón (Canto V).
Dante conoce en esta esfera el emperador Justiniano, quien se presenta con las siguientes
palabras: "Cesar fui y soy Justiniano," indicando que su personalidad permanece, pero que
su cargo terrenal ya no tiene validez (Canto V). Justiniano cuenta la historia del Imperio
romano, mencionando entre otros a Julio César y Cleopatra; y lamenta la situación actual
de Italia, debido al conflicto entre güelfos y gibelinos que así describe en el (Canto VI).
Por asociación, Beatriz habla sobre la Encarnación y la Crucifixión de Jesús, que sucedió
en tiempos del Imperio romano (canto VII).
Dante encuentra a Carlos Martel de Anjou-Sicilia, a quien ya conocía, y quien expresa que
para funcionar correctamente cualquier sociedad necesita gente de diferentes tipos. Esas
diferencias se ilustran con Cunizza da Romano, quien se encuentra en el Cielo, mientras
que su hermano Ezzelino III da Romano en el Infierno, entre los violentos del séptimo
círculo.
El trobador Fulco de Marsella habla de la tentación del amor, y recuerda que el cono de la
sombra de la Tierra toca la esfera de Venus. Condena la ciudad de Florencia por producir
la "flor maldita" responsable de la corrupción eclesiástica, y critica la clerecía por dedicarse
al dinero, en vez de consagrarse a las Escrituras y en los textos de los Padres de la Iglesia
(Canto IX).
Fulco de Marsella lamenta la corrupción de la Iglesia, con la clerecía recibiendo dinero de Satán, (Canto IX).
Al principio un círculo de doce luces brillantes baila alrededor de Dante y Beatriz. Se trata
de las almas de Tomás de Aquino, Alberto Magno, Graciano, Pedro Lombardo, el rey
Salomón, Dionisio Areopagita, confundido con Pseudo Dionisio, Paulo Orosio, Boecio,
Isidoro de Sevilla, Bede, Ricardo de San Víctor y Siger de Brabant. Tomás de Aquino
cuenta la vida de San Francisco de Asís en el Canto XI.
En una segunda etapa doce nuevas luces aparecen, una de las cuales es San Buenaventura,
un franciscano, que cuenta la vida de santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden a la
que Santo Tomás pertenece. Como las dos órdenes no siempre fueron amigas en el mundo
terreno, tener miembros de una homenajeando al fundador de la otra muestra que el amor
reina en el cielo (Canto XII). Las veinticuatro luces giran en torno a Dante y Beatriz,
cantando la Trinidad. Santo Tomás explica la sorprendente presencia de Salomón, quien se
encuentra en el lugar por sabiduría real, más que filosófica o matemática (Cantos XIII y
XIV).
Dante y Beatriz encuentran dos grupos compuestos por doce sabios cada uno en la esfera del Sol, (Canto X).
Las almas en el Canto XIV forman una cruz griega, que el autor compara con la Vía Láctea.
Aunque Dante dice que los sabios están "perplejos" por la naturaleza de la Vía Láctea, en
suConvivio ya había descrito su naturaleza con bastante precisión en los siguientes
términos:
"Lo que Aristóteles dijera no se puede saber con certeza, porque su sentencia no es la
misma en una traducción que en otra. (...) En la Vieja dice que la Galaxia no es sino una
multitud de estrellas fijas, tan pequeñas que no podemos distinguirlas desde aquí abajo,
pero que de ellas aparece aquel albor, que llamamos Galaxia: y puede ser, que el cielo en
aquella parte sea más denso, ya que retiene y refleja aquella luz. Y esta opinión parecen
tener, con Aristóteles, Avicena y Tolomeo."
Cacciaguida predice sin ambages que Dante sufrirá un amargo exilio de Florencia.
Sin embargo, Cacciaguida también encarga a Dante escribir y contar todo lo que ha visto en
los tres reinos de ultratumba. Dante por último encuentra varios otros guerreros de la fe,
como Josué, Judas Macabeo, Carlomagno, Roldán y Godofredo de Bouillón (Canto XVIII).
Las almas que forman la "M" en "TERRAM" se transforman en el Canto XVIII en un águila imperial.
El planeta Júpiter se suele asociar con el rey de los dioses, por lo que Dante lo escoge como
la esfera en que figurarán los reyes que se caracterizaron por su justicia. Las almas
deletrean la versión latina de "Justicia del amor, que juzgas", tras la cual la "M" final de la
frase toma la forma de un águila imperial gigante. (Canto XVIII).
Dante y Beatriz encuentran a Pedro Damián, quien les cuenta su vida, y les habla sobre la predestinación,
(Canto XXI).
La esfera de las Estrellas fijas es la de la Iglesia militante. En este punto, Dante vuelve la
vista atrás para contemplar tanto las siete esferas por las que ha pasado como la Tierra
(Canto XXII):
Dante ve asimismo a la Virgen María y otros santos (Canto XXIII). San Pedro examina a
Dante sobre la fe, preguntándole qué es, y si alberga o no ese sentimiento. Tras la respuesta,
San Pedro le pregunta al protagonista cómo sabe que la Biblia es verdadera, y Dante cita el
milagro de que la iglesia haya crecido tan pronto y tan robusta a partir de orígenes tan
humildes (Canto XXIV).
Santiago, examinando a Dante sobre la esperanza, (Canto XXV).
Santiago examina a Dante sobre esperanza, y Beatriz da fe de que el autor alberga ese
sentimiento (Canto XXV).
Por último, San Juan examina a Dante sobre el amor. En su respuesta, el protagonista se
refiere al concepto de "amor torcido" discutido en el Purgatorio (Canto XXVI).
Por último San Pedro acusa a Bonifacio VIII en términos de gran severidad, y agrega que a
sus ojos la Santa Sede está vacía (Canto XXVII).
Dante y Beatriz ven a Dios como un punto de luz rodeado de ángeles, (Canto XXVIII).
El Primer Móvil es la mayor esfera del universo físico. Dios la mueve directamente,
haciendo que por reacción a su vez se muevan todas las otras esferas que alberga (Canto
XXVII).
El Primer Móvil es la morada de los ángeles, y allí ve Dante a Dios como un intenso punto
de luz rodeado de nueve anillos de ángeles (Canto XXVIII). Beatriz explica la creación del
universo, y el papel de los ángeles, terminando con una severa crítica a los predicadores de
entonces (Canto XXIX).
Beatriz critica a los predicadores contemporáneos del autor, sugiriendo que un "ave" siniestra anida en su
cuello, (Canto XXIX).
El Empíreo
Desde el Primer Móvil, Dante asciende a una región que está más allá de la existencia
física, el Empíreo, que es la morada de Dios. Beatriz, que representa la teología, se hace en
este lugar más bella que nunca, y Dante se ve envuelto por la luz, de modo que es capaz de
ver a Dios (Canto XXX).
Dante ve una rosa enorme, que simboliza el amor divino, cuyos pétalos son las almas
entronizadas de los fieles. Todas las almas que ha conocido en el Paraíso, incluyendo a
Beatriz, tienen su morada en esta rosa. A su alrededor hay ángeles volando como abejas,
distribuyendo paz y amor. Cuando Beatriz pasa a ocupar su lugar en la rosa, Dante ya se
encuentra más allá de la teología y a su vez puede contemplar directamente a Dios, y San
Bernardo, en cuanto místico contemplativo, será su guía en esta última etapa (Canto
XXXI).
Los tres círculos de la Trinidad, (Canto XXX).
San Bernardo continúa explicando la predestinación, y reza a María a favor de Dante. Por
último, el protagonista entra en contacto directo con Dios (Cantos XXXII y XXXIII), quien
aparece como tres círculos idénticos que ocupan el mismo espacio, los cuales representan al
Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.