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En los siguientes versículos, Jesús enseña los pasos que se deben seguir para
resolver los conflictos entre hermanos en el Reino de Dios:
Mucha gente se queda callada ante una ofensa, o peor aún, se quejan con otros
de lo que le hicieron. Pero el Señor claramente nos llama a dar la cara y hablar
directamente con el ofensor. Como dice el refrán popular: “Hablando se entiende
la gente”. En caso que los dos lleguen a un entendimiento o acuerdo, entonces se
debe llevar el asunto a la segunda instancia…
Estos testigos funcionarán como intermediarios para ayudar a las dos personas a
entenderse y encontrar una solución al conflicto. Los testigos deben ser
imparciales, con conocimiento de la Palabra de Dios, para servir como buenos
consejeros—no dando su opinión personal sino el consejo basado en los
principios bíblicos y la sabiduría divina. El propósito de la intervención no es
favorecer a uno sobre otro, sino a encontrar lo que es justo en el caso, según el
orden de Dios.
El principio de tener testigos para dirimir un conflicto viene de la Torá (es decir, el
Pentateuco):
(Deu 19:15) No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier
delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo
por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.
Por lo demás, la Biblia dice que “en la multitud de consejeros hay sabiduría”
(Proverbios 11:14; Proverbios 15:22).
Hasta este momento, las partes han tratado de resolver el conflicto en una forma
bastante privada. Pero si los que han cometido una falta no asumen su
responsabilidad, ni están dispuestos a cambiar, se llevará el caso a la última
instancia…
ATAR Y DESATAR
En el contexto del tema del perdón y solución de conflictos, Jesús dice las
siguientes palabras:
(Mateo 18:18-20) De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado
en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez
os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de
cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio
de ellos.
PERDÓN
Siguiendo la conversación en el tema del perdón, Pedro le hace una pregunta a
Jesús:
(Mateo 18:21) Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces
perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Tal vez muchos de nosotros nos hacemos la misma pregunta: si alguien comete la
misma falta una y otra vez, ¿debemos seguir perdonándole? Y el comentario de
Pedro aún parece ser generoso diciendo “siete veces”. En la tradición judía, los
rabinos consideraban como muy generoso a aquel que perdonaba tres veces por
una misma falta (Tratado Yoma 86b). Pero Jesús fue más allá con su respuesta:
(Mateo 18:22) Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces
siete.
Ante la pregunta alusiva al perdón que Pedro plantea a Jesús: "
Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano
las ofensas que me haga ? ¿ Hasta siete veces ? (Mateo
18,21); el Señor le responde de una manera sorprendente: "
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete" (Mateo 18,22).
¿ Por qué usó Jesús la expresión "setenta veces siete " ? Por la
historia de Caín y Abel narrada en el Génesis. Allí se cuenta que
Caín era tan malvado que cuando alguien le hacía un daño, él
no se vengaba una vez sino siete veces: " Pues si alguien te
mata, será castigado siete veces " (Génesis 4,15). Este
resentimiento se fue transmitiendo a sus descendientes de tal
manera, que uno de sus nietos llamado Lámec adquirió el hábito
de vengarse, por cada ofensa que le hacían, setenta veces
siete: " Si siete veces será vengado Caín, Lamec lo será setenta
veces siete" (Génesis 4,24). Y fue esa violencia creciente la que
provocó la ruina de la sociedad de aquel tiempo, con el diluvio
universal
Se multiplico la maldad
Así como Dios nos ha perdonado a nosotros, de la misma forma el Señor quiere
que perdonemos a nuestros hermanos. Para ilustrar este principio, Jesús cuenta la
siguiente parábola:
Para tener una idea de la enorme deuda que este siervo tenía con
el rey, veamos lo que equivale: un talento son 75 libras de plata ó
6,000 denarios. Un denario era la paga de un día de labor en el
campo. Entonces, para ganar un talento, un hombre debía trabajar
aproximadamente 20 años. Siendo la deuda de diez mil talentos,
entonces eso implicaba que el hombre de la parábola no podría
pagarle al rey aunque trabajare él y toda su familia por el resto de
sus vidas.
G930
basanistes (βασανιστής, G930) , propiamente, torturador
(relacionado con basanizo ), véase ATORMENTAR, A, Nº 1, uno que
consigue información mediante la aplicación de tormento. Se
emplea de carceleros (Mat_18:34), traducido «verdugos» (RV , RVR
, RVR77 , VM , Besson, LBA ; NVI : «carceleros»).¶
AMARGURAS
DOS MOTIVOS:
FUIMOS PERDONADOS