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1. Economía y ecología
Por otro lado, la Crítica de la Economía Política (Marx y otros) mantiene una visión
objetiva del valor y mediante una metodología histórica y la utilización de categorías
dialécticas (fuerzas productivas, relaciones sociales de producción, modo de
producción, plusvalía, acumulación, entre otras), explica los procesos de crisis y
acumulación capitalista, como un sistema de alcance mundial.
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En ambos casos, no hay un estudio permanente y sistemático de los aspectos
relativos a los flujos de energía y materiales dentro del sistema capitalista, sin
embargo, hay algunas expresiones que parciales de los efectos del proceso
económico en el subsistema ambiental. La neoclásica, pasó del estudio de la
economía de los recursos renovables y no renovables a la economía ambiental, en
tanto la Crítica ha generado una vertiente que estudia los procesos espaciales y
ambientales en la acumulación y reconoce los efectos de la acumulación y la crisis
contemporánea capitalista en su escala global (cambio climático), generalmente
conocido como ecomarxismo o ecología política
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2. Contaminación y externalidades
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total constante, aunque se modifique la composición entre capital construido
(tecnología) y capital natural).
Las críticas a esta forma de “resolver” con instrumentos de mercado (los agentes
en el futuro pueden tener preferencias o decisiones indeterminadas), nos llevan a
discutir con mayor profundidad como atender los aspectos sustentables para las
generaciones presentes y futuras, pues estos instrumentos no dan una respuesta
estructural y mantiene como al mercado (en este caso como un mercado de futuros)
como un instrumento para lograr la eficiencia en el uso de los recursos.
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3. El discurso de la sustentabilidad
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“En el discurso del desarrollo sustentable, la preservación de la biodiversidad, los
derechos de los pueblos indígenas, la agricultura sustentable y las tecnologías
limpias aparecen como objetivos compatibles con la ambientalización de la
economía de mercado y la internacionalización de las externalidades y los valores
ambientales transformados en capital natural, cultural y humano. En los documentos
oficiales sobre el desarrollo sustentable, cohabitan ambas tendencias, asumiendo
que podrán integrarse sin conflicto” (Leff, 2001:237).
Por otro lado, otros autores señalan que los acuerdos y compromisos logrados (por
ejemplo, los de la Cumbre de Río en 1992 y su Carta de Principios- Agenda 21),
son parte de un proceso para construir la “transición hacia el desarrollo sustentable”
como un “proceso social de cambio que evidencia, suficientemente, la agonía de
algunos dogmas del desarrollo que derivaron en costosos olvidos y consumo
irracional del potencial natural para el crecimiento” (Borrayo, 2002: 4).
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en la posibilidad de “desarrollar las economías subdesarrolladas” (entre ellas, las
teorías del crecimiento, de las etapas del crecimiento, incluido el enfoque
estructuralista), como las otras corrientes que recalcan las incongruencias del modo
de producción capitalista (teoría imperialista, teoría de la dependencia y teoría
Centro-Periferia), no recogen los “teoremas de lo imposible” que conocemos como
las leyes físicas, ecológicas y termodinámicas de la naturaleza (Jiménez, 2000:90-
94).
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protección ambiental y el crecimiento económico, entre el bienestar de esta
generación y el bienestar siguiente. En suma, desarrollo económico y medio
ambiente no son alternativos ni excluyentes. (Saldívar, 1998:34, 58), sino que
requieren la definición de objetivos, instrumentos y medios para avanzar en la
construcción de la sustentabilidad económica, ambiental y social (incluyendo las
instituciones democráticas).
Sin embargo, también es urgente que la economía ecológica cuente con más y
mejor información para explicar y responder el reto de la sustentabilidad planetaria.
Las explicaciones van más allá de los precios y los flujos de energía, son más
amplios y complejos, porque se involucran procesos históricos y sociales, relaciones
de poder, instituciones e ideologías en distintas escalas temporales y espaciales.
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La economía ecológica “surgió en la década de los ochenta entre un grupo de
académicos que comprendieron que los avances en la política y la administración
ambiental, así como la protección del bienestar de las generaciones futuras,
dependía de la integración [ente economía y ecología] de estos campos del
conocimiento” (Costanza et. al., 1999: 55).
Para otros resulta de la revisión del paradigma termodinámico. Este último explica
el universo a partir de leyes físicas, principalmente la Ley de la Entropía, para
considerar los límites de la acción del hombre en el mundo físico, aunque “no logra
informar correctamente sobre los seres vivos y su evolución” (Corona, 2000: 79).
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Económico”, donde establece la relevancia de la termodinámica para la economía
y construye las bases para la “bioeconomía” que más tarde será fundamento de la
economía ecológica contemporánea (Carpintero Redondo, 1999).
Por ello, contabiliza los flujos energía y los ciclos de los materiales en la economía
humana, analiza las discrepancias entre el tiempo económico y el tiempo
bioquímico, también estudia la coevolución de las especies con los seres humanos,
sin recurrir a un solo tipo de valor expresado en único sistema monetario, por lo que
abarca a la economía neoclásica ambiental y la trasciende al incluir también la
evaluación física de los impactos ambientales de la economía humana (Martínez
Allier y Roca Jusmet, 2001:13-14).
Sin embargo, Jiménez Herrero establece que: “La integración progresiva entre
economía y ecología es el núcleo aglutinador del proceso de aproximación entre las
ciencias naturales y las ciencias sociales impulsado por el cambio global. En parte,
esto se debe a que aún no es posible contar con una “ciencia total” para estudiar la
globalidad, sistemicidad, integralidad y complejidad organizada de las relaciones
entre los sistemas humanos y los ambientales. Pero mientras tanto, el emergente
“híbrido-económico-ecológico” está definiendo con mayor precisión el proceso
general de investigación interdisciplinaria natural-social, que procura orientarse más
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hacia la solución de los problemas que a la mera identificación de los instrumentos”
(2000:197).
Aún más, la visión sistémica tiene la posibilidad de construir un enfoque o visión que
se pueda operar-aplicar a aspectos diversos, ubicados en diferentes escalas y
tiempos, creando marcos de funcionamiento que ayuden a definir los caminos que
permitan la construcción de la sustentabilidad, como un proceso que requiere
generar cambios que finalmente mejoren la calidad de vida, lo que incluye los
ámbitos económico, social, ambiental e institucional (democracia representativa,
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directa y participativa), ámbitos que le dan sentido funcional y operativo al concepto
de desarrollo sustentable, donde la transdisciplinar obliga a los economistas a
generar el dialogo necesario para dejar atrás la visión disciplinar convencional de
ortodoxia económica.
Conclusiones
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La economía debe modificar radicalmente su visión y considerar que los ámbitos de
la producción, la circulación, la distribución y el consumo, para ubicarse en un
marco, donde el planeta contiene estos ámbitos, donde existen otros seres y
organismos que deben mantener su presencia en el tiempo, para preservar el
hábitat con un bien colectivo global y no como un espacio de generación de riqueza
para un pequeño sector (el 1% de la población), a costa de la vida presente y futura.
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