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War
A. J. P. Taylor, 1961
Traducción: Luis del Castillo Aragón
Diseño de cubierta: loto
UN PROBLEMA
OLVIDADO
Francia:
Ministro de Asuntos Exteriores.
El Ministro italiano de Asuntos Exteriores, que
fue fusilado durante la guerra, dejó un diario. El
Ministro alemán redactó una defensa fragmentaria,
mientras aguardaba el momento de ser ahorcado.
Se conservan algunos restos de la correspondencia
del Primer Ministro británico, algunas páginas
autobiográficas del Ministro inglés de Asuntos
Exteriores. Sin embargo no existe ni una palabra,
ni una línea de cualquiera de los tres dictadores
(Hitler, Mussolini y Stalin). Es preciso
conformarse con lo que cuentan ciertos personajes
de segunda fila: intérpretes, funcionarios,
periodistas, que, a menudo, no saben mucho más
de lo que sabe el gran público.
No obstante, hay que señalar que los
historiadores no tienen nunca documentos
bastantes para sentirse satisfechos. Dudo que se
pueda ganar mucho esperando diez o quince años,
y puede que sea mucho lo que se pierda. Los pocos
supervivientes de la civilización podrán, para
entonces, haber renunciado a leer libros, y no
hablemos de redactarlos. He tratado, pues, de
contar la historia tal y como podría forjarla un
futuro historiador; he trabajado con un material
incompleto. Tal vez, el resultado sea demostrar
que los historiadores carecen de informaciones o
que se equivocan, pero no por ello se dejará de
cultivar la Historia. De igual modo que mi
imaginario sucesor, a menudo me veré en la
obligación de confesar mi ignorancia. He
comprobado también que los documentos,
considerados con imparcialidad, me conducían
con frecuencia a unas interpretaciones distintas de
aquéllas que la gente, yo incluido, dieron por
aquel entonces. No ha sido éste para mí motivo de
preocupación. Lo que deseo es comprender lo que
ha sucedido, no justificar o condenar. Estuve en
contra de la conciliación desde el día en que
Hitler tomó el poder y, sin duda alguna, volvería a
adoptar la misma postura en circunstancias
similares. Pero esto no guarda ninguna relación
con la Historia. Considerando las cosas
retrospectivamente, ha de afirmarse que, si bien
muchos fueron culpables, nadie fue inocente. La
acción política debe proporcionar paz y
prosperidad y, a este respecto, todos los hombres
de Estado, por una razón o por otra, fallaron. Éste
será, pues, un relato sin héroes, y quizá, incluso,
sin «traidores».
CAPÍTULO II
EL LEGADO DE LA
PRIMERA GUERRA
MUNDIAL
EL FIN DE VERSALLES
LA CUESTIÓN DE
ABISINIA Y EL FIN DE
LOCARNO
EL ANSCHLUSS Y EL FIN
DE AUSTRIA
LA CRISIS
CHECOSLOVACA
LA GUERRA DE NERVIOS
LA GUERRA POR
DANTZIG