LEY - Es la ordenación que Dios impone al mundo, al universo y a la sociedad
ETERNA hacia el bien.
- Aunque está fuera del alcance de la razón humana no es ni puede ser
contraria a la razón.
- La ley eterna (o ley divina) es el fundamento de la ley natural.
- Es la expresión en la naturaleza humana de la ley eterna prescrita por Dios
para todos los seres creados. La razón humana es capaz de encontrar las obligaciones morales que están inscritas en nuestra naturaleza y guiarnos hacia el bien.
- Dado que la ética tomista se fundamenta en la teología, la ley natural no es
sino una proyección de la ley eterna en la razón humana.
- El hombre actúa correctamente cuando sigue la ley natural que le dicta su
razón.
- El primer precepto de la ley natural se funda en la noción general de "bien"
como aquello que todos los seres apetecen: "Ha de hacerse el bien y evitarse el mal" Esta es la norma básica que establece el criterio de moralidad al que deben atenerse los actos humanos y a la que se reducen todos los demás preceptos relacionados con las tendencias naturales del LEY hombre. NATURAL - Se denomina "natural" porque se trata de una ley basada en la inclinación natural que posee el hombre hacia el bien.
- Es, además, única, inmutable e indeleble, esto es, no puede abolirse ni
desaparecer del corazón del hombre, valiendo universalmente para todos los seres humanos Estas características se refieren solo a los primeros principios y preceptos de la ley natural; en cambio, los preceptos secundarios de la ley natural sí pueden variar, pues su aplicación suele depender de determinadas circunstancias concretas. En este sentido, Santo Tomás señala que el primer principio de la ley natural equivale, en la razón práctica (que se ocupa de conocer el bien), al principio de no contradicción, que constituye el fundamento de la razón teórica (cuyo objetivo es conocer el ente)
- Es una prolongación de la ley natural, constituye el conjunto de normas
morales que le permiten vivir al hombre en sociedad. LEY POSITIVA - Puesto que se basa en la ley natural, la organización del Estado debe adecuarse a ella y, en última instancia, a la ley divina.