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concilio Vaticano II
Enrique Bonete
Cómo nació esta realidad eclesial? Tuvo su primer germen entre los pobres de las
chabolas de "Palomeras Altas" de las afueras de Madrid, alrededor del año 64. La
experiencia del joven Kiko Argüello ( un laico y pintor español convertido del
existencialismo ateo) de que Cristo, "Siervo de Yahvé", estaba vivo y presente entre los
más miserables de aquellas chabolas, junto con la experiencia de Carmen Hernández (una
misionera licenciada en Química y Teología) de las novedades conciliares y del misterio
pascual a través del liturgista P. Farnés en Barcelona, fueron las semillas que, cayendo en
el surco de las barracas llenas de miseria (delincuentes, ex presidiarios, prostitutas,
gitanos...), hicieron surgir una síntesis teológico-catequética ("Kerigma") que, con los años
y en medio de sufrimientos y dificultades, se desarrollaría como un camino de gestación a
la fe o Neocatecumenado.
Sobre la Palabra
Relevancia de la Escritura.
Es bien sabido que la Palabra de Dios es uno de los pilares fundamentales de este
proceso de iniciación a la fe. El contenido esencial de las primeras catequesis para
constituir la comunidad se extrae de la Palabra, cuyo centro es Jesucristo, su muerte y su
resurrección ("Kerigma"). Todas las semanas hay en las comunidades una Celebración de
la Palabra, preparada por un grupo de hermanos que proclama textos del Antiguo y del
Nuevo Testamento. Se escucha con suma atención, se medita, y ante ella se responde
personalmente. Siendo siempre Jesucristo el centro de la Palabra. Según la fase del
camino en que se encuentre cada comunidad se entra en la escritura desde aspectos
distintos (conceptos, personajes, temas, etapas, libros ...). A la luz de la Palabra se va
modelando la fe y la moral de los que la escuchan.
Se podría afirmar que todo lo que se vive durante años en las comunidades en torno a la
Palabra de Dios sólo ha sido posible gracias a la Constitución Dogmática Dei Verbum; la
interpretación "cristocéntrica" de la Escritura (DV 17,18), la insistente presentación del
ambiente cultural judío (DV 12) de los textos principales que introducen a las distintas
etapas del camino, la importancia que se concede al Antiguo Testamento y a la unidad de
ambos Testamentos (DV 15-16), la constancia en apoyar las interpretaciones de la
Escritura en textos de los Santos Padres, de la Tradición y del Magisterio (DV 10), la
difusión de Vocabularios Bíblicos y de la Biblia de Jerusalén en las comunidades por sus
rigurosos paralelos y aclaratorias notas exegéticas (DV 25), el tiempo dedicado a escrutar
personalmente la Escritura en uno de los pasos de este itinerario de fe, y por último, el
presupuesto hermenéutico que subyace a todas las celebraciones de que a través de la
proclamación de la Palabra en un contexto orante se establece un diálogo entre Dios y el
hombre (DV 25)...
Afirmar, como se ha hecho en algunas ocasiones, que las alegorías con las que Kiko
interpreta la Escritura son favorecedoras de su propia trayectoria religiosa y determinan
todas las posibles interpretaciones en el Camino, es olvidar que en miles de comunidades
repartidas por el mundo se proclaman todas las semanas centenares de textos distintos, y
miles de catequistas y presbíteros predican desde su propia experiencia de fe y
conocimiento de la Escritura apoyándose en textos bíblicos del momento litúrgico.
Evidentemente no todos los hermanos de las comunidades, entre los que hay de muy
distinto nivel cultural y social, no todos los catequistas, poseen conocimientos rigurosos de
los métodos histórico-críticos de interpretación de la Escritura. Pero este acceso no agota
toda la riqueza espiritual y vital de los textos bíblicos. Hay otros niveles de lectura (la
hermenéutica alegórica, literaria, existencial, mística, modélica, moral ...), que sin negar las
aportaciones científicas de la exégesis contemporánea, acercan de una manera más
penetrante y viva la Escritura a los problemas humanos en los que están inmersos quienes
se sitúan ante la Palabra. Y ésta es también una de las aportaciones más llamativas del
Camino Neocatecumenal : la capacidad de acercar, de manera profunda y sencilla a la
vez, el acontecimiento salvífico de Cristo a través de un lenguaje directo y liberador. Lo
que para tantos católicos no era más que un voluminoso libro de adorno en sus casas, que
no sabían comprender ni relacionar con sus vidas, tras el paso por esta iniciación cristiana
se convierte en un libro vivo e iluminador de sus diversas situaciones históricas; siendo así
posible, como dice el Concilio, que "llena más y más los corazones de los hombres" (DV
26).
b. Antropología bíblica
Por otra parte, se ha subrayado en alguna ocasión, que la antropología que se transmite a
través de la predicación de la Palabra en el Camino Neocatecumenal es "pesimista". A mi
modo de ver, el término pesimista y su contrario optimista, no son los más adecuados para
expresar lo que es el hombre según la Revelación, según la Tradición de la Iglesia, según
el Vaticano II y según el Camino Neocatecumenal. El problema es mucho más serio.
Desde el Gn 3 y sus implicaciones en la historia de la salvación, pasando por Rm 7,14 , Hb
2,14-15, etc..., se constata una antropología según la cual el hombre vive, como dice la
misma Gaudium et Spes, en una lucha y sometido a esclavitud. Y ésta es la que hay que
hacer patente a los hombres para que pueda ser acogido el Evangelio, la resurrección de
Cristo, como una buena noticia, como una "liberación de las ataduras del pecado y del
miedo a la muerte. Los párrafos del 10 al 18 de este gran documento exponen sin duda la
base antropológica que subraya la predicación del Kerigma en el Camino
Neocatecumenal, ya desde las primeras catequesis de los años sesenta. Aquellos textos
conciliares ilustran magistralmente cuál es la situación existencial de todo hombre. Y por
otro lado, el n. 22 nos expresa el hombre nuevo, los frutos liberadores de la resurrección
de Cristo. Sería deseable que los lectores meditasen el n. 13, que refleja la situación del
hombre al que hay que predicar el Evangelio.
Sobre la liturgia
Hablando de la espiritualidad del Camino Neocatecumenal se ha llegado a afirmar que es
más propia del monacato que del laicado, porque los miembros de las comunidades, a
partir de una de las etapas del itinerario de fe, rezan individualmente - y unidos los
matrimonios - todos los días Laudes, y con la comunidad en Adviento y Cuaresma. Y
también porque viven la liturgia - y especialmente la Eucaristía - con la solemnidad y el
ritualismo propios de los monjes y monjas de clausura, consumiendo energías y tiempo en
"interminables" liturgias.
Y si son tan fecundos los frutos cristianos que el Vaticano II atribuye a la Liturgia en los
textos indicados más arriba, y en concreto a la Eucaristía, qué hay de malo en celebrarla
solemnemente, con toda la riqueza de signos, con la máxima participación de los fieles (
como se recomienda también en SC 30, 35, 48), si constituye la fuente, la fuerza y la
cumbre de la vida cristiana? Teniendo presente este documento conciliar, cabe pensar que
los laicos no estamos llamados a disfrutar de los dones que el Espíritu Santo derrama en
las celebraciones eucarísticas? No parece que el Concilio restrinja la riqueza de la
Eucaristía para los monjes y las monjas. Ni tampoco se puede afirmar desde este mismo
documento que rezar Laudes o Vísperas, en definitiva, que el Oficio Divino, sea específico
del monacato o vida consagrada. En el n. 100 podemos leer una recomendación conciliar
que desde hace muchos años es vivida con agradecimiento en todas las comunidades tras
una intensa iniciación a la oración: "Se recomienda asimismo que los laicos recen el Oficio
Divino, o con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso en particular".
Sin duda alguien puede pensar que hay muchas tareas sociales más urgentes que
celebrar solemnes Eucaristías, o salmodiar comunitariamente Laudes por la mañana antes
de ir a trabajar, y que las energías de los laicos habría que gastarlas dedicándose al
mundo de la marginación, comprometiéndose con la sociedad, trabajando con
organizaciones no gubernamentales... Me consta que no son escasos los que trabajan en
Cáritas y otras organizaciones sociales católicas, al mismo tiempo que recorren los pasos
de este camino de fe. Además, sé por propia experiencia, que son cuantiosas las sumas
de dinero y de bienes que con cierta regularidad - y siempre discretamente - las
comunidades reparten entre los más pobres de sus parroquias o entregan al obispo para
las necesidades diocesanas.
Sobre la Comunidad
Las numerosas Comunidades Neocatecumenales están compuestas, como es bien
conocido, de todo tipo de personas: cultos, ignorantes, ricos, pobres jóvenes, ancianos,
matrimonios, solteras, viudas, sacerdotes, monjas, funcionarios, parados, obreros,
médicos, maestros... Y además de todas estas diferencias de edad, sexo, rango y
situación profesional, las personas poseen distintos caracteres: los hay afectuosos y fríos,
flexibles y dogmáticos, pacientes y exigentes, obedientes y rebeldes, críticos y sumisos,
orgullosos y humildes, inquietos y pasivos, seguros y dubitativos, crédulos e incrédulos,
astutos y sencillos., lobos y corderos... Hay de todo ! Una fauna humana completa. Por ello
mismo, uno de los aspectos más llamativos en estas comunidades es justamente que tan
agudas diferencias y barreras son poco a poco limadas por la fuerza del Espíritu Santo,
suscitándose una comunión y fraternidad tan duradera en años que sólo es explicable
gracias a la acción de la Palabra de Dios y de los Sacramentos vividos comunitariamente.
Los defectos y pecados de las personas que están recorriendo este camino de maduración
en la fe, como de cualquier católico, pueden ser más o menos patentes. Pero también sus
virtudes y carismas que florecen gracias a la riqueza espiritual que, generalmente, se vive
en las comunidades.
Por otra parte, la misión tan destacada de los laicos (unidos siempre a un presbítero que
representa a la persona de Cristo y al obispo, según LG 28) en todo el proceso
evangelizador del Camino Neocatecumenal es sólo pensable desde los números 30-38 de
la Lumen Gentium. Este documento constituye un gran respaldo a la inmensa tarea
evangelizadora de centenares de catequistas itinerantes laicos que han salido de las
comunidades, que abandonan sus puestos de trabajo y su lugar de residencia para ir a
cualquier parte del mundo, acompañados de presbíteros, a predicar el Evangelio, sin
ningún tipo de seguridad, a donde les llamen y les envíen los obispos. Asimismo, de las
comunidades se están ofreciendo numerosos matrimonios con sus hijos pequeños - son ya
más de trescientas familias - que tras abandonar sus casas, sueldos, parientes y países,
se distribuyen por grupos, junto con presbíteros, en zonas alejadas de la Iglesia,
especialmente conflictivas y pobres, para predicar a Cristo Resucitado donde lo soliciten y
los envíen los obispos, colaborando así en la nueva evangelización. En realidad, están
siguiendo una práctica que ya existía con san Pablo (Rm 16,3 ss., Flp 4,3) y que sugiere
también en el n. 33 de la Lumen Gentium.
Por último no quisiera concluir este artículo sin referirme a la experiencia evangelizadora
de los Seminarios "Redemptoris Mater", sobre los que existe más de un prejuicio
infundado: se piensa, por ejemplo, que los futuros presbíteros están al servicio de Kiko,
que no son diocesanos, que reciben una formación teológica a su aire... En primer lugar,
hay que tener presente el hecho de que los seminaristas reciben la formación teológica en
las Facultades más cercanas al seminario. En segundo lugar, en los seminarios que no
cuentan con tales Facultades están colaborando numerosos e importantes profesores de
distintos centros teológicos y bíblicos. Impresiona la disponibilidad y la fructífera
colaboración que profesores de varios países ( la mayoría no mantienen ninguna relación
con el Camino Neocatecumenal) están ofreciendo en los seminarios dispersos por todo el
mundo que, por diversas circunstancias, no cuentan con centros teológicos cercanos. Creo
que se está iniciando con estos profesores itinerantes una nueva forma de enseñar
teología, siempre vinculada a la Liturgia y a la Palabra. Y en tercer lugar, los futuros
presbíteros no están al servicio de Kiko, sino que dependen del obispo de la diócesis en la
que se ha erigido el Seminario Internacional, como señala el n. 10 del Decreto Conciliar
"Prebyterorum Ordinis" (7 de diciembre de 1965) y el documento de la Sagrada
Congregación para el Clero "Postquam Apostoli" (25 de marzo de 1980).
Por todo lo dicho en este breve trabajo, creo que queda suficientemente claro que el
Trípode que sostiene toda la pastoral neocatecumenal coincide con dimensiones
fundamentales del concilio Vaticano II. De hecho , através del Neocatecumenado, las
cuatro grandes Constituciones Conciliares: "Dei Verbum (PALABRA), "Sacrosanctum
Concilium" (LITURGIA), "Lumen Gentium" (COMUNIDAD), y "Gaudium et Spes" (MISIÓN
DE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL), se han ido convirtiendo desde finales de los
años sesenta en fuerza evangelizadora para que sea anunciada la buena noticia de la
muerte y resurrección de Jesucristo (EL KERIGMA) - oportuna e inoportunamente - tanto a
los católicos que necesitan ser fortalecidos en la fe, como a los alejados de la Iglesia que
anhelan ser iniciados en el Cristianismos.