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La tolerancia se basa en el respeto hacia lo otro o lo que es diferente de lo propio, y


puede manifestarse como un acto de indulgencia ante algo que no se quiere o no se
puede impedir, o como el hecho de soportar o aguantar a alguien o algo.

La tolerancia es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las


distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no atenten contra
los derechos fundamentales de la persona.

La palabra proviene del latín tolerantĭa, que significa ‘cualidad de quien puede
aguantar, soportar o aceptar’.

La tolerancia es un valor moral que implica el respeto íntegro hacia el otro, hacia sus
ideas, prácticas o creencias, independientemente de que choquen o sean diferentes
de las nuestras.

Entendida como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y


religiosa, es una virtud de enorme importancia.

Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de


explicar, debido a que desarrolla el espíritu de unidad, facilita la cooperación y la
interacción. Aumenta el grado de confianza entre los miembros de una organización
por la mayor apertura de cada uno.

Por otra parte, en el debate de ideas, acciones, proyectos y programas, con que se
manifiesta la vida y la actividad de una organización, disminuye el tono emocional y
la agresividad en la comunicación, que de tal manera la hacen estéril.

La tolerancia tiene que partir necesariamente del principio fundamental de que


nadie es dueño de la verdad absoluta, porque cada uno tiene una visión singular de
un determinado hecho o fenómeno.

Hay cuatro principios para la tolerancia:

No responder a las agresiones. Cuando somos insultados, provocados, o acusados


injustamente, debemos responder con el silencio; esta fuerza es, naturalmente,
mayor.

Mantenerse calmado frente a los infortunios. Cuando nos encontramos con personas
que nos quieren incomodar, derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma,
evitando cualquier confrontación.
Compasión frente a la envidia y el odio. Frente a la envidia y odio de otros, no
debemos responder igualmente, sino ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra
intención pacífica, demostrando así, con educación, nuestra superioridad.

Gratitud frente a las difamaciones. Si alguien lo insulta y difama, no se enoje con


quien lo provocó, sino acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en
el pasado y sea agradecido por eso.

A través del ejercicio de la tolerancia, se supera la identificación con las ideas, que
resulta mucho más dañina que la identificación con las formas de la materia, las
cosas, los bienes, el poder o la fama. Entonces, es una buena medicina para una
mejor salud mental, individual y social.

La tolerancia y la sociedad

La educación que imparten las sociedades responde a fines socialmente


constructivos vinculados, frecuentemente, a determinados objetivos o problemas.
Del mismo modo que la educación para el desarrollo prepara a los ciudadanos para
participar en los procesos de desarrollo social, cultural y económico, y que la
educación ambiental permite conocer los peligros a que está expuesto el medio
ambiente y alienta a evitarlos.

En los últimos años hemos sido testigos o protagonistas de situaciones en las que
demostramos la perdida de tolerancia en nuestra sociedad. En las mínimas
actividades cotidianas, cómo conducir vemos a personas que se gritan se insultan y
en muchos casos utilizan la violencia para resolver sus desacuerdos en el manejo.

Esta situación preocupa y alarma, a la vez porque, una sociedad sin tolerancia puede
tener repercusiones muy graves cómo acabar con la vida de un ciudadano y,
lastimosamente se han dado casos

Entonces, la pregunta es la siguiente ¿porque hemos perdido la característica de ser


tolerantes con nosotros mismos?

En mi opinión los valores se aprenden tanto el hogar como en los colegios. De allí la
importancia de que nuestros padres de un ejemplo de vida y que los maestros,
debidamente preparados para educar, estén en el aula de clases y nos brinden la
educación que nos merecemos.

sin embargo las noticia vemos a padres de familias que gritan exigen viviendas gratis,
sin trabajar, y realizan protestas que perjudican a una mayoría de la ciudadanía,
entre otras situaciones.
También vemos a profesores que sólo piensan en ellos y buscan satisfacer sus
intereses personales; vemos que los centros educativos no están aptos para dar
clases; vemos a estudiantes que venden droga o tienen hijos a muy temprana edad.

Todas estas situaciones perjudican a las futuras generaciones, porque el ejemplo que
el ejemplo que

observamos todos los días en las noticias porque vivimos en nuestra hogares no es
el mejor. La educación es la semilla de la sociedad y en Panamá esta semilla está
contaminada somos el país de rápido desarrollo económico, la ciudad de los grandes
rascacielos, tenemos el canal de panamá y un centro financiero pero todos esos
atributos se ven emañad0s con el comportamiento de panameño. Tenemos la
obligación y el deber de comportarnos a la altura de lo que aparentamos ser.

La figuras púbicas juegan un papel importante en este cambio. En el caso de los


políticos quien es, en mi opinión. Tienen una ardua labor que hacer para cambiar la
perspectiva que e pueblo panameño tiene de ellos, en general deben tener presente
que son ejemplo de muchos jóvenes que aspiran a ocupar sus cargos para hacer el
bien.

Ellos en particular deben utilizar más el dialogo , apelar a la compresión, respetar las
opiniones y buscar el consenso. Igualmente, los famosos de la televisión, quien son
ídolos de muchos niños, tiene el deber de ser un ejemplo para ellos.

Podemos empezar por cambiar nuestra actitud en las calles y en el trabajo, dando un
buen ejemplo a los niños, comprendiendo que cada persona tiene su forma de pensar
y actuar, y s ele debe respetar. De eso se trata vivir en sociedad.

Tolerancia, fundamental para derechos humanos y la paz

En su forma más simple y básica, la tolerancia consiste en reconocer a los demás el


derecho a que se respete su persona e identidad; siendo ésta, la calidad esencial
mínima de las relaciones sociales que permite descartar la violencia y la coerción en
una sociedad.

Sin tolerancia, la paz no es posible. Con tolerancia es posible hacer realidad


numerosas posibilidades humanas y sociales -y en particular la evolución de una
cultura de paz.

Debemos tener presente que vivimos en un mundo cada vez más globalizado, en el
que las sociedades son cada vez más diversas, por lo que la tolerancia es fundamental
para la convivencia. Sin embargo, en un contexto de presiones económicas y
sociales, la tolerancia se está sometiendo a prueba, ya que encontramos a algunos
intentan destacar las diferencias y los temores a fin de avivar el resentimiento de las
minorías, los migrantes y las personas menos favorecidas.

Para contrarrestar el aumento de la ignorancia, el extremismo, la intolerancia y los


actos basados en el odio, la mayoría moderada debe hacerse oír en defensa de los
valores compartidos, en contra de todas las formas de discriminación, el respeto de
los derechos humanos y el intercambio de culturas para el entendimiento mutuo.

En la promoción de estos valores debemos tomar como fuente de fortaleza y


referencia la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural,
implementando la tolerancia como una condición para la paz, una fuerza que dé
impulso a un mundo cada vez más interconectado y armonioso, que permita la
aceptación de las diferencias entre las personas, el entendimiento y el
reconocimiento de la diversidad.

Panamá es un país en donde cohabitan una gran diversidad cultural, religiosa,


política y social. Por lo que, para garantizar un futuro mejor, es trascendental generar
una actitud positiva hacia los demás bajo un entendimiento de igualdad, aceptación
libre de prejuicios y dogmas; abriendo nuestro panorama a otras formas de pensar,
a otras concepciones y opiniones.

Tolerancia frente a la violencia

La Violencia relacionada con la falta de tolerancia, uno de los valores humanos más
importantes y base del respeto entre las diferentes razas, culturas, ideologías,
religiones y creencias.

Como decía Mahatma Gandhi: "Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia
y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que
pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio".

Imponer nuestras opiniones sólo nos aleja de las personas. Aunque no siempre nos
demos cuenta, ejercemos una discriminación negativa hacia la persona a la que no
aceptamos. No es blanco o negro, y por ello no siempre debemos pensar igual.

Las circunstancias que nos rodean, nuestro pasado, nuestra infancia o los eventos
importantes que han hecho mella en nosotros han cambiado nuestra manera de ver
y aceptar las cosas. Es importante conocer el contexto que rodea el pensamiento de
la otra persona. Sólo así llegaremos a comprender por qué está acertado, equivocado
o, simplemente, es una nueva posibilidad que no habíamos ni siquiera imaginado.

A pesar de continuar fieles a nuestros valores, una mente abierta nos ayudará a
entender y a respetar otros planteamientos. Como explicaba Alexander Pope:
"Nuestros prejuicios son igualitos a nuestros relojes: nunca están de acuerdo, pero
cada uno cree en el suyo". Si simplemente nos ponemos a la defensiva en todo lo que
no siga nuestro camino, es imposible hacernos dueños de la razón. Nos convertimos
en nuestras propias barreras limitantes.

La tolerancia nos ayuda a ampliar nuestro discurso al atender a la otra persona; a ser
más empáticos. Lo mejor de escuchar es todo lo que podemos llegar a aprender del
otro, ser una auténtica esponja de conocimiento y enriquecer nuestra mente y
espíritu.

La paciencia es una habilidad importante para la tolerancia. Ciertas situaciones nos


empujan a mantenernos en nuestra opinión y a empujar fuera los juicios del resto.
Tomarnos un instante para adoptar una visión general nos ayudará a abrir un
diálogo con nuestro interlocutor y a tratar de comprender, no por ello adoptar, lo
que nos quiere transmitir y su contexto.

En un mundo tan diversificado, la disposición de los seres humanos a mantener una


visión global y aceptar el pluralismo es fundamental para disfrutar una vida de
bienestar y abundancia. Como decía John Fitzgerald Kennedy: "Si no podemos poner
fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para
ellas".

Los recientes acontecimientos internacionales como la confrontación entre el Estado


de Israel y los palestinos, la genocida persecución desatada contra comunidades
cristianas en Irak y nuestra propia realidad nacional evidencian que, cada día,
enfrentamos situaciones profundamente polarizadas y violentas, ante las cuales
pareciera que la única salida es la confrontación. Para una parte importante de
nuestra sociedad las razones no sólo son de índole política sino también económica,
y advienen oscuras, pesadas, desesperanzadas y desmotivadoras. Ante el peso de la
realidad, el diálogo, la tolerancia, la convivencia lucen como soluciones vacías, de un
imaginario iluso, con escaso valor y eficacia ante lo complicado de nuestro panorama
nacional y mundial.

Junto a esta realidad, la imagen manipulada de una sociedad dividida en buenos y


malos no sólo ofrece una falsa comprensión del día a día sino que se funda en la más
nefasta ideología que busca ganar o mantener cuotas de poder a costa de cualquier
precio. Así se ha instaurado, evocado y hasta justificado el uso de la violencia que se
configura como la forma ritual del poder. Desmontar la lógica del poder requiere
renunciar a la dinámica de la violencia que coloca al otro como un adversario y no lo
reconoce en su identidad. Desmontar la lógica del poder es colocar el poder al
servicio del otro. Si no sirve imparcialmente, el poder acaba desvirtuándose en
principios mezquinos, particulares y sectarios, y su único fruto es irremediablemente
la violencia.
Pero cabe preguntarnos: ¿es oportuno seguir hablando de la tolerancia? ¿No es la
tolerancia la causa de nuestra indiferencia? ¿Tiene la tolerancia un límite? La
tolerancia ha sido un valor puesto en entredicho. Frecuentemente es confundida con
el conformismo, la convivencia paciente, la indiferencia, la complicidad o la
sumisión. Esta valoración negativa hace dudar del valor ético que conlleva la
tolerancia, una noción que tiene su origen en el reciente tiempo moderno, pues nace
en el contexto de las luchas de las religiones, por lo que en un primer momento se
entendió en el ámbito de la tolerancia religiosa. Pero posteriormente fue considerada
por el modelo liberal donde será apreciada en su valor social y político y se extenderá
su acción más allá del campo religioso.

Toda tolerancia tiene un límite y su límite es ella misma. La tolerancia se construye


no sólo en el reconocimiento de la dignidad del ser humano y su libertad de
conciencia, sino también en su servicio a la justicia y la verdad. Es decir, sin el
empeño en la búsqueda de la justicia y de instituciones jurídicas que la garanticen es
imposible que la tolerancia tenga lugar en nuestra sociedad. Este empeño por la
justicia nos corresponde a todos, y no sólo a las instancias partidistas o grupos
religiosos, pues ella empieza en todo acto que reconoce la vida, la custodia y la
favorece para, finalmente, protegerla, sólo así hay justicia en nuestros actos y en
nuestra sociedad. Fuera de los límites de la tolerancia no hay justicia posible ni
tampoco paz. Sólo violencia y nefastos fundamentalismo.

La intolerancia y la falta de respeto a la libertad de conciencia originan con


frecuencia conflictos en los que los más perjudicados son los niños y niñas. Al
escuchar la palabra conflicto acuden a nuestra mente imágenes de guerras en lugares
lejanos, pero desgraciadamente los conflictos violentos también están presentes en
el entorno cercano. Diariamente conocemos la existencia de discriminaciones
culturales y religiosas que desatan conflictos y alteran la vida de comunidades
cercanas a nosotros/as. La información y el respeto a la diversidad son
imprescindibles para que estos conflictos no conduzcan a la violencia y resulten
positivos para todos/as los implicados/as.

La tolerancia mejora el ambiente laboral

Es una realidad que en cualquier empresa convergen personas diferentes,


poseedoras de rasgos y actitudes que las distinguen, pero que al interior de la
organización requieren establecer vínculos armoniosos y laborar en equipo. Mucho
más si la mayor parte de su tiempo la pasan en el lugar de trabajo, donde interactuar
con sus colegas es tarea obligatoria.
Para hacerlo posible, resulta fundamental aceptar las diferencias, evitar que las
convicciones personales o los propios modos de expresión generen conflictos
innecesarios. En suma, se trata de conducirse con tolerancia, Y es que los seres
humanos somos naturalmente diversos, pero eso no significa que seamos incapaces
de escuchar y comunicarnos, con el claro objetivo de entablar acuerdos sin dejar de
ser quienes somos.

¡Déjalo ser!

Es cierto, las carcajadas de tu vecino son bastante sonoras. Ya no hablemos del


timbre de voz de la asistente y menos del gusto por el futbol de tu colega.

Las particularidades de cada uno pueden ser enriquecedoras, pero llevadas al


extremo, también pueden a ser molestas.

El hecho es que asistir a un centro de trabajo nos expone a la convivencia social y nos
reta a convivir con personas distintas. Por lo tanto, nuestra capacidad para
relacionarnos con sujetos diferentes, marcará la diferencia en el ambiente de trabajo.

Cuando llegamos al punto de reconocer y aceptar a los colegas con sus diferencias,
es más sencillo convivir con ellos. La clave está en no confrontarlos por el simple
hecho de ser cómo son.

La tolerancia permite resolver conflictos con inteligencia y asertividad. Un


colaborador tolerante es capaz de escuchar y comunicarse con sus colegas sin
alterarse. Incluso puede negociar con ellos para que las diferencias no se conviertan
en conflictos.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que también la empresa tiene un grado


de responsabilidad en este tema. Las políticas discriminatorias son un claro síntoma
de falta de tolerancia en la organización y denotan un trato desequilibrado hacia los
colaboradores. Resulta muy recomendable que las corporaciones favorezcan el
respeto a las diferencias sociales, en aras de una sociedad más justa.

Qué tener en cuenta

Es cierto que usted pasa gran parte de su tiempo en la oficina y ya se sienta como en
casa, pero no debe tomárselo literalmente.

Como en toda casa existen normas mínimas que usted no debe olvidar:

1. No olvide el respeto por la diferencia. No asuma que su compañero de trabajo debe


pensar como usted.

2. Sepa escuchar.
3. No olvide cuál es la forma correcta de pedir las cosas.

4. Saber cuáles son sus límites: No olvide hasta dónde va usted y hasta dónde va el
otro.

5. Entienda que su verdad no es la verdad absoluta.

Actitudes infantiles

Una cosa es que su nivel de tolerancia sea muy bajo, y otra muy diferente que tenga
que compartir el mismo espacio con personas un tanto inmaduras que no asumen el
lugar de trabajo con el profesionalismo que así se exige.

Frente al tema, la psicóloga organizacional María Cristina Botero explicó que "si
fuéramos los suficientemente adultos, las relaciones serían diferentes, pero el
problema radica en que vemos al mundo con una mirada infantil y como si todo fuera
un juego".

Frente al tema, Botero agregó que se adulto es ser respetuoso, competente pero no
competitivo. "Muchas veces vemos que esa actitud infantil viene de profesionales
que cayeron en el consumo de la educación, que no han adquirido experiencia laboral
cuando ya están estudiando su posgrado y llegan a las oficinas sin conocer las normas
básicas de convivencia y la seriedad con que se aborda un trabajo".

Día Internacional de la Tolerancia

El 16 de noviembre fue instituido (desde 1996) por la Asamblea General de las


Naciones Unidas, como el Día Internacional de la Tolerancia. Cada año, en esa fecha,
promueven una serie de actividades dirigidas a los centros de enseñanza y al público
en general para recordar la importancia de ser tolerantes.

Acorde con el mencionado organismo, la tolerancia es: “el respeto, la aceptación y el


aprecio de la riqueza infinita de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas
de expresión y medios de ser humanos… Practicar la tolerancia no significa
renunciar a las convicciones personales ni atemperarlas… Significa aceptar el hecho
de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su
aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores,
tienen derecho a vivir en paz y a ser como son.”
CONCLUSIÓN

En conclusión recuerda la Regla de Oro: “Trata a los demás como te gustaría ser
tratado” y trata de aceptar que las personas son diferentes y buscar lo positivo en
ellos nos ayuda a construir una actitud de tolerancia.

Practicar la tolerancia, es necesario recordar que todos somos miembros de una


misma humanidad. Hay rasgos comunes a todos y a cada uno de nosotros. También
hay rasgos que nos diferencian y confirman nuestra propia individualidad y nuestra
personalidad.

Tal vez tengamos que vivir la convicción de que los dones espirituales, o materiales
que poseemos, debemos hacerlos fructificar en bien del prójimo o en bien de la
comunidad, comenzando con la comunidad familiar. Por este motivo es
indispensable adquirir, cultivar y ejercitar las virtudes; principalmente la humildad.

Somos inacabados, insatisfechos, imperfectos, pero estamos en camino hacia la


plenitud de la Felicidad. Esforcémonos en no equivocarnos de ruta.
Recomendaciones

 Cuando se te presenta una situación en la que te parece difícil tolerar las acciones o
las palabras de alguien más. Trata de entender de dónde viene cada persona y evita
que se convierta en una batalla personal.

 Una parte importante de desarrollar una actitud más tolerante es aprender a


apreciar y valorar las diferencias. Las personas que valoran las diferencias y la
diversidad generalmente son más tolerantes que otros, y se estresan menos por la
ambigüedad y la incertidumbre. La intolerancia puede delimitar y simplificar un
mundo en constante cambio, haciéndolo más fácil de comprender porque se ignora
la variedad y la complejidad.

 Una buena manera de volverte una persona más tolerante es educándote más
profundamente acerca de otras personas y culturas. Usualmente, cuando las
personas muestran una falta de tolerancia hacia alguien, es en parte porque se
sienten extrañas o inseguras acerca de lo que la otra persona hace o dice. Tómate el
tiempo de aprender acerca del sistema de diferentes culturas y creencias. No temas
hacer preguntas, pero hazlas siempre de manera respetuosa y educada.

 las personas que no se sienten felices consigo mismas, o no tienen una autoestima
baja o negativa, son más intolerantes con los demás. Esta intolerancia puede ser un
reflejo de cómo una persona se siente acerca de sí misma. Si te sientes más seguro y
confiado en ti mismo, podrías ser una persona más abierta y tolerante con otras
personas.

 Una manera interesante para intentar volverte más tolerante es practicar lidiar con
ideas que te parecen intolerables. Esta es una técnica que los psicólogos usan y puede
ser una forma útil para hacer frente a la intolerancia. Este funciona bajo el principio
de que es complicado mantener una idea difícil, y que tratar de hacer esto te ayudará
a manejar las situaciones complicadas.

 Reconoce que en cualquier centro de trabajo, encontrarás personas que actúan y


piensan diferente. El respeto hacia todos ellos es una premisa fundamental para
mantener una buena convivencia laboral.

 Las diferencias no pueden etiquetarse de “malas” o “raras”, sólo son una muestra de
la diversidad entre seres humanos.

 Acepta los comportamientos distintos al tuyo y negocia, si es que te sientes afectado.

 Escucha a tus compañeros, es muy probable que las diferencias te enriquezcan.

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