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QUÉÉ ÉS LA FÉ

Kenneth É. Hagin

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CAPÍTULO 1

LA DIFERENCIA ENTRE LA FE Y LA ESPERANZA

"Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve"


Hebreos 11:1

La traducción del Nuevo Testamento hecha por Moffat reza así: "Pues, la fe quiere decir que tenemos la
confianza de tener lo que esperamos, convencidos de lo que no vemos". La primera parte de este verso
en la Biblia The New English Bible (Inglés) se lee así: “La fe da sustancia a nuestras esperanzas”. Otra
traducción dice, “La fe es el papel de garantía que las cosas por la cuales usted a esperado
afectuosamente son finalmente suyas”. El Espíritu por medio de Pablo nos dice que la fe es el
apoderarse de las ilusiones de la esperanza, para traerlas al ámbito de la realidad.

Usted espera finanzas para cumplir con sus obligaciones, pero la fe le da la seguridad que tendrá el
dinero cuando lo necesite. Usted espera tener fuerza física para hacer su trabajo, pero la fe dice,
“Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmos 27:1)

La fe, como sabemos, nace de la Palabra de Dios, como dice Romanos 10:17: "Así que la fe es por el
oír, y el oír por la Palabra de Dios".

La fe dice las mismas cosas que la Palabra de Dios dice. La incredulidad, por su parte, se declara en
contra de la Palabra de Dios.

Es triste es que tantos creyentes expresen la incredulidad y se pongan en contra de la Palabra de Dios.
Entonces quieren saber por qué la Palabra de Dios no produce resultados en ellos. El mejor modo de
averiguar lo que algo es, es establecer lo que no es. Sigamos este acercamiento en estas lecciones.

Primeramente, fe no es esperanza. Con frecuencia, la gente está simplemente esperando recibir el


bautismo del Espíritu Santo, sanidad o respuesta a una oración. Pero no es esperar lo que hace el
trabajo; es creer.

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Ahora la fe es. Si no es ahora, no es fe. Cuando alguien dice "Creo que recibiré el Espíritu Santo algún
día" no expresa fe, sino esperanza, porque la esperanza siempre esta en el futuro – apuntando al futuro -
pero la fe siempre es ahora. La fe dice, “lo recibiré ahora. Lo tengo ahora.

Cuando se trata de recibir lo que se necesita de Dios, los principios de la fe son los mismos en
cualquier área, sea para recibir el bautismo del Espíritu Santo, sanidad, respuesta a una oración o
finanzas. Si usted aprender los principios de la fe, es fácil recibir lo que sea que necesite de Dios.

Hace algunos años, llevé a cabo una reunión en una carpa en Waco, Texas. En la tercera noche prediqué
acerca de imponer manos y tener un servicio de sanidad. En ese entonces, siempre ponía a las personas
en la misma línea para que recibieran sanidad o el bautismo del Espíritu Santo.

El primer hombre en la línea vino a recibir el bautismo del Espíritu Santo. Yo le pregunté “¿Usted
recibirá ahora mientras impongo manos y oro por usted?”. “Bueno Hermano Hagin”, el respondió,
“realmente espero que así sea”. Yo le respondí “usted no lo recibirá”. Eso lo hizo enojarse. Yo lo quería
ayudar, no enojarlo, así que añadí “usted no recibe de Dios a través de la esperanza; es por fe que usted
recibe”.

—Él dijo “yo no se si voy a recibir o no, así que no voy a decir que lo voy a hacer”.

—Luego le pregunté “¿si le ofreciera un billete de un dólar, usted diría `Bueno no se si lo puedo recibir
o no’?”.

— “No ciertamente no” respondió el”.

— “Dios le ofrece un regalo que es tan fácil para usted recibirlo, como el recibir el dólar que le
ofrezco”, le dije.

— “Pero he estado buscando por un largo tiempo” dijo él, “de hecho, han sido 13 años, y todavía no lo
he recibido. No se si lo recibiré”

El se enojó bastante al respecto, así que lo abracé y le dijo “hermano, estoy acá para ayudarlo. No
serviría de nada que imponga manos sobre usted y ore por usted. De hecho, bajo estas condiciones,
podría imponer manos sobre su cabeza hasta que se cayera todo su pelo, y usted no recibía nada. Le
sugiero que se siente en la primera fila para observar y escuchar lo que esta sucediendo, y verá la
diferencia entre creer y esperar.”

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Oré por varias personas por sanidad, y luego llegué a una joven que quería recibir el Espíritu Santo. Yo
le pregunté “¿Es usted Cristiana?”

“Soy miembro de la iglesia Bautista”, dijo ella. Yo dije, “usted podría pertenecer a cualquier iglesia y
no ser Cristiana. No se trata de ser miembro de una iglesia; es ser nacido de nuevo”.

“Si” declaró ella, “yo se eso. Y he nacido de nuevo”

“Bueno está bien” dije, “¿usted cree en el Espíritu Santo? Y cree en el bautismo del Espíritu Santo?
(teniendo yo mismo antecedentes Bautistas, yo se que ellos no creen eso)

“Ciertamente lo creo”, dijo ella, “está en la Biblia”. Luego le pregunté “¿recibirá al Espíritu Santo
ahora cuando imponga mis manos sobre su cabeza y ore?”

“ciertamente lo recibiré”, respondió ella. “Usted sabe, me senté esta noche acá y seguí cada Escritura
que dio mientras predicaba, y está todo ahí. Está en la Palabra – el imponer manos para recibir el
Espíritu Santo. Ciertamente lo recibiré”

Vi que estaba lista. Vi fe en operación. Extendí mi mano derecha para ponerla sobre su frente, pero
antes de que pudiera tocarla, ella levantó sus manos y comenzó a hablar en lenguas.

Luego me volteé hacia el hombre que había estado observando en la primera fila. Le pregunté, “¿ahora
ve la diferencia entre esperar el recibir el bautismo en el Espíritu Santo y realmente creer que lo
recibirá?”

“Si”, dijo, “creo que la veo”

El volvió tres noches después. Esa noche tuvimos otro servicio de imponer manos sobre los enfermos y
para recibir el bautismo con el Espíritu Santo. Otra vez, él era el primer hombre en la línea.

Yo le dije “veo que ha vuelto”

“Si”, el respondió, “volví. Y le voy a decir algo – he cambiado mi esperanza por fe. Solo imponga sus
manos sobre mi y seré lleno con el Espíritu Santo ahora”.

Extendí mis manos y casi o había tocado cuando alzó sus manos y comenzó a hablar en lenguas.

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Hace una gran diferencia cuando usted realmente le cree a Dios y no solo espera recibir de Él. Verá, ese
hombre realmente no había estado buscando por 13 años; sólo había estado esperando poder recibir el
Espíritu Santo. Y usted afirmación recibe por esperar.

Jesús dijo, “os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Marcos 11:24).
El no dijo, “Esperad a recibirlo”; Él dijo “creed que lo recibiréis”.

Aquí es cómo se puede ver si realmente le está creyendo a Dios o solo está esperando: la esperanza es
en el futuro. Pero si está buscando sanidad, no es en el futuro cuando quiere ser sanado; es ahora
mismo – especialmente si tiene mucho dolor.

Si está buscando el bautismo del Espíritu Santo, usted no quiere ser lleno en el futuro; es ahora que
usted quiere recibir.

Si es la salvación lo que una persona quiere, no es en el futuro que él o ella quieren ser salvos; podría
ser muy tarde. En días pasados, he hablado con hombres acerca de su salvación y me han dicho que
esperan ser salvos. Ellos dejaron este mundo sin ser salvos porque la salvación que se basa en la
esperanza nunca llega dar fruto.

Parece que siempre nos tropezamos con la misma piedra de tropiezo cuando se refiere a recibir cosas
de Dios: nosotros esperamos que Él oiga nuestras oraciones. Esperamos ser sanos. Esperamos recibir al
Espíritu Santo. Aún si dice “Yo creo que lo recibo algún día”, eso todavía es esperanza. Lo está
llamando creer, pero es esperar porque está en el futuro.

Note que nuestro texto dice “AHORA la fe es…”. Eso es presente. Si no es ahora, no es fe. La fe es
presente. La esperanza es futuro. Este en el tiempo correcto; métase en el presente.

Algunas personas siempre están creyendo que Dios va a hacer algo por ellos, pero la fe cree que Él ya
ha hecho y está haciendo.

Aún cuando se refiere a sanidad, muchas personas dice, “Hermano Hagin, no entiendo por qué no
recibido mi sanidad. Yo se que Dios prometió sanarme”.

“Dios no ha prometido para nada que lo va a sanar”, les digo. Ellos responden, “No dice la Palabra de
Dios ‘Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias’ ¿No es esa una promesa?”

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No, esa no es una promesa. Es una declaración de hecho que nos habla acerca de algo que ya ha
ocurrido.

Algunos citarán 1 Pedro 2:24 "Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero,
para que nosotros, estando muertos al pecado, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados".
Entonces dirán, “eso no me promete sanidad”

Tengo que decirles, “No eso no promete sanidad. Le dice lo que le pertenece”.

He aprendido esto: tan pronto pueda dejar que las personas dejen de esperar y comiencen a creer, son
sanadas inmediatamente.

Hace algunos años estaba predicando en Oklahoma y una mujer en sus 70 que no había caminado un
solo paso en cuatro años fue traída al servicio. Los doctores habían dicho que ella nunca volvería a
caminar. Sus rodillas simplemente se habían desgastado y no funcionaban para llevar su peso. El haber
estado sentada sin hacer ejercicio, ella había engordado mucho.

Cuando llegó el momento para la línea de oración, la trajeron adelante y la sentaron sobre el altar. Me
arrodillé delante de ella y oré. Luego dije, “ahora hermana, levántese y camine en el Nombre del Señor
Jesucristo”.

Esa querida alma hizo todo lo posible para levantarse – y todo el tiempo ella estaba llorando y orando,
“Oh querido Señor Jesús por favor sáname. Señor, yo se que Tú has prometido sanarme. Tú sabes que
carga he sido para mi familia. No puedo hacer nada por mí misma. Querido Señor, por favor sáname.
Por favor sana mis extremidades. Por favor déjame caminar”.

“Espero un momento hermana”, le dije, “tengo una palabra para usted. La puedo ayudar”.

Pero en vez de escuchar, ella simplemente hablaba más fuerte y más fuerte. Dije una segunda vez,
“espere un minuto hermana. Tengo una palabra para usted. La puedo ayudar”. Ella siguió hablando más
fuerte.

La tercera vez dije, “espere un minuto hermana. Espere un minuto. Tengo una palabra de Dios para
usted, yo la puedo ayudar”.

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Ella estaba casi histérica, así que la agarré de los hombros la sacudí y le dije, “le ordeno que se calle en
el Nombre de el Señor Jesús!”.

Ella paró y me miró. Entonces me di cuenta que la congregación había “puesto los frenos”. Lo mismo
le pasó a Jesús en su tierra natal Nazaret. La Biblia lo dice! “No pudo hacer allí ningún milagro (no
dice que no lo quiso hacer, dice que no pudo), salvo que sanó a unos pocos enfermos poniendo sobre
ellos las manos” (Marcos 6:5). El griego original lee que Él impuso manos sobre algunas personas con
“menores padecimientos”. ¿Por qué? Marcos 6:6 nos da la respuesta: “Y estaba asombrado de la
incredulidad de ellos”.

Antes de que pudiera hacer algo para ayudar a esta mujer, tenía que quitar los frenos de la incredulidad.
Tenía que trabajar primero en la congregación.

Dije, “algunos pensaron que fui grosero con esta mujer”. Y algunos hablaron ahí mismo y dijeron: “si,
realmente lo pensamos”.

Respondí, “ahora quiero hacerles una pregunta. Si estuvieran caminando por la calle y alguien en un
carro para y les pregunta por direcciones y luego se voltea y empiezan a irse por el camino que
vinieron, ¿no intentarían pararlos y corregirlos?”.

“Bueno si”, afirmó la congregación.

“Está bien”, dije, “esta mujer estaba en el camino equivocado. Ella no estaba en el camino a la sanidad.
No he hecho nada más que advertirle, y ahora yo tengo su atención”.

Continué, “si ustedes quitan sus pies de los frenos lo suficiente, vamos a sanar a esta mujer”. Sentí que
los soltaron y volví a tratar con esta mujer enferma

— “Hermana”, dije “¿sabía usted que es sana?”. Ella me miró con los ojos bien abiertos y preguntó”
oh, ¿lo soy?”. Abrí mi Biblia en 1 Pedro 2:24, se la pasé, y le pedí que leyera el versículo en voz alta.

Ella leyó “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros,
estando muertos al pecado, vi vamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”

— “Lea la última parte otra vez por favor”, le dije.

— “Por cuya herida fuiste sanados”, ella leyó.

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— “Ahora quiero hacerle una pregunta”, continué, “es fuisteis en presente, futuro o pasado?”

— “Es pasado”, ella contestó.

— “Entonces si usted fue sanada por las heridas de Jesús, ahora usted es sana ¿no es así?”

— “Si”, respondió ella, “¡lo soy!”.

— “Ahora, ¿hará lo que yo le diga?”.

Cuando ella indicó que lo haría, le dije “sólo levante sus manos mire a Jesús y empiece a adorarlo.
Adórelo porque usted es sana – en presente –no lo va a hacer – ya lo es”.

Ella miró hacia arriba, y de una manera simple como de niña dijo, “Querido Señor Jesús, estoy tan feliz
que soy sana”. Ella todavía no había caminado un solo paso – ella no tenía evidencia de sanidad para
nada – de todos modos dijo, “Estoy tan feliz de que soy sana. Querido Señor, Tú sabes que tan cansada
estoy de estar sentada, Gracias a Dios, mis rodillas están bien. Mis extremidades están sanas. Estoy tan
agradecida”.

Liego le dije a la congregación “Démosle gracias a Dios con elle porque ella es – no va a ser – pero es
sana”. La mayoría de la multitud levantó sus manos y alabó a Dios con ella porque ella era sana.
Algunos probablemente dijeron, “ella no es sana; ella no ha caminado todavía. No ha tomado un paso”.

Sin embargo, nuestro texto dice “… la fe es la evidencia de las cosas que no se ven”. (Si usted va a
esperar hasta ver algo antes de creerlo, eso no es para nada fe).

Volviéndome a ella dije, “mi hermana, levántese y camine en el Nombre de Jesús”. Inmediatamente
esa mujer saltó del altar como una niña de 16 años y caminó, dio vueltas y corrió, adorando a Dios.

Dr. Lilian Yeomans dijo algo que leí hace algunos años y nunca he olvidado. Ha sido una bendición
para mí a través de los años. Ella dijo, “si oro una sola vez por algo y no lo obtengo, empiezo a
cambiar. Empiezo a cambiar porque si oro y esa oración no es respondida, debe haber un cambia antes
de que la respuesta venga. Y yo se no puede haber ningún cambio con Dios; Él nunca cambia. Así que
si hay algún cambio, debe ser de mi parte. Por lo tanto, si oro y no recibo, entonces comienzo a
cambiar”.

He seguido esta política a través de los años y he encontrado que funciona un 100% de las veces.
Debemos darnos cuenta que no podemos sustituir la fe por esperanza y obtener respuestas de Dios.
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Pero no me mal interprete: si usted mantiene la esperanza en el lugar correcto, es bendecida,
maravillosa, hermosa y una realidad para usted.

Pablo le escribió a los Corintios “Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el
mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13). Él no dijo que los otros no son importantes; él dijo que
el más grande de los tres es el amor. Cada uno de ellos tiene un lugar. Usted no puede sustituir el amor
por esperanza, y usted no puede sustituir esperanza por fe.

Aún así se de lidiar con tantas miles de personas durante mi ministerio que la mayoría de personas
están tratando de recibir una respuesta a una oración basándose en la esperanza en ves de en la fe. La
razón por lo que lo se es por lo ellos me dice.

Algunos dicen, “si usted me quita la esperanza, no me quedará nada”.

“No”, contestó, “no le estoy quitando su esperanza. Sólo le estoy mostrando que tiene su esperanza en
el lugar equivocado”.

¡Gracias a Dios, tenemos esperanza bendecida! La esperanza bendecida de la Iglesia es el pronto


regreso del Señor Jesucristo – la resurrección de los muertos salvos – el Rapto de los santos vivos – la
esperanza del cielo – la esperanza de ver a nuestros seres queridos y amigos. Pero todo está en el
futuro.

Sabemos que Jesús vendrá otra vez. Sea que una persona lo crea o no, Él va a venir, porque la Palabra
dice que así es. La resurrección va a tomar lugar sea que tengamos fe o no; sea que lo creamos o no.

Los seres queridos y amigos que han muerto, han ido al cielo si eran Cristianos – sin importar en lo que
creamos al respecto – y volverán con Jesús cuando el regrese.

Mi fe no va a traer a Jesús de regreso. Eso es, mi creer que Él regresará hay no la traerá de regreso hoy.
Si eso fuera verdad, entonces la Iglesia podría creer y traer a Jesús de regreso por su fe. Pero el va a
regresar, ¿no es así?

Su regreso está en el futuro. No se si Él volverá hoy, mañana o la próxima semana, pero si sé que
regresará. Esta es una esperanza bendecida. También es una esperanza purificadora, porque Juan dijo,
“todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3).

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Cuando digo que creo que Él regresa, es una combinación de creer lo que la Palabra dice y esperar
(futuro). Pero si digo, “yo creo que voy a obtener mi sanidad algún día!, eso no es creer en lo absoluto;
eso es esperar, y no traerá sanidad.

He visto a bunas personas morir diciendo eso; personas que eran maravillosos Cristianos. No hablaría
despectivamente de ellos para nada. Ahora están en el cielo. Ellos simplemente no sabían lo que es la
fe. Ellos decían, “Yo creo que Dios me va a sanar algún día”. Y eso no es fe, es esperanza. Cualquier
cosa que apunte al futuro o mire al futuro es esperanza no fe.

CAPÍTULO 2

LA FE ES UNA ACCIÓN

Hace algunos años, un amigo mío me contó acerca una mujer evangelista que predicó en los primeros
días del movimiento pentecostal. En una de sus reuniones, ella ministró a cuatro personas en sillas de
ruedas. A las cuatro personas les dijo en una voz apacible, “levántese y camine en el nombre de Jesús”.
Y todas se levantaron y caminaron – excepto la cuarta.

— “No puedo caminar”, dijo ella.

— “Las otras tampoco podía caminar”, mencionó la evangelista, “pero lo hicieron”.

—La mujer respondió, “yo sé lo que lo hicieron, pero yo no puedo caminar. No he caminado en años.
No puedo caminar”

—Y la evangelista tuvo que irse y dejarla sentada ahí, todavía en incredulidad.

Verá, cuando esos primeros comenzaron a actuar en lo que se les había dicho, el resultado vino. Cuando
usted actúa en lo que la Palabra de Dios dice, o actúa en lo que el Espíritu Santo puede decirle en su
corazón, los resultados son venideros. Eso es fe.

Una mujer en una da las iglesias que pastoreé tenía artritis y estaba en una silla de ruedas. El doctor le
había dicho hace algunos años atrás que su cuerpo eventualmente quedaría rígido y ella no podría
moverse. Ella estaría confinada a una silla de ruedas, su cuerpo estático en una posición sentada. Esto
sucedió. Su cuerpo era rígido como una pared.

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Ella y su esposo nunca se perdían un servicio. Ahora, yo podía orar por esta mujer y ella recibiría
sanidad instantánea por dolencias menores como gripa. Pero me molestaba que ella nunca ni una sola
vez pidió que se orara por sanidad para su artritis.

Había personas en la iglesia que habían sido sanas de padecimientos muy serios, y yo sabía que era la
voluntad de Dios el sanarla a ella también.

Algunos argumentarán, “bueno puede que no fuera la voluntad de Dios”, pero yo se que es la voluntad
de Dios el sanar a las personas! (eso no significa que un Cristiano que no sea sano no vaya al cielo.
Solo significa que están siendo robados de una bendición acá en la tierra).

Una tarde un pequeño grupo de nosotros fue a la casa de la mujer paralítica para orar con ella,
determinados a verla liberada de esa silla de ruedas. Mientras orábamos, vi exactamente lo que Dios
quería que hiciera.

Le dije a todo el mundo, “aléjense de ella”. Estábamos en una habitación grande. Atravesé la habitación
a donde ella estaba y dije, “todos miren, pero no quiero que nadie la toque. Manténganse alejados de
ella”. Luego le punte con un dedo y dije, “ahora, mi hermana, levántese y camine ¡en el Nombre de
Jesucristo!”.

Mi esposa y yo y lo miembros de ese grupo de oración somos testigos del hecho que el poder de Dios
la levantó fuera de la silla de ruedas. Se sentó suspendida en mitad del aire por encima de la silla de
ruedas. Ella podía mover sus brazos e inmediatamente los extendió hacia abajo con sus manitos lisiadas
hacia la silla de ruedas. En el momento en que lo hizo, cayó de nuevo en la silla. Al hacerlo, sin pensar
– sé que fue el Espíritu de Dios en mí – le apunté y dije, “hermana, usted no tiene ni una onza de fe ¿no
es así? Usted no cree que será sanada de la artritis, ¿no es así? ”Ella gritó, “no Hermano Hagin, no la
tengo. Moriré e iré a la tumba con ella”. Y así fue.

Usted no puede recibir de Dios más allá de su fe actual. Usted sabe qué habría sucedido si ella hubiera
cooperado con el poder sanador de Dios. Ella hubiera sido sanada. Cada célula de su cuerpo había sido
aflojada. ¡Ella hubiera empezado a caminar!

Demasiadas personas piensan que el poder de Dios – poder de sanidad, poder del Espíritu Santo – se va
a mover sobre ellos y lo va obligar a hacer algo sea que quieran hacerlo o no. ¡No! Ese no sería el
Espíritu Santo; ese sería un espíritu demoníaco.
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Los espíritu malignos fuerzan, llevan a y lo obligan a hacer cosas. Pero el Espíritu Santo, insta, sugiere
o da un empujoncito gentil. Después depende de usted responder. Depende de usted obedecer.

Mientras estaba llevando a cabo una reunión en Texas, una mujer en esa ciudad le escribió a una amiga
en otra ciudad, contándole cómo muchos estaban recibiendo el bautismo del Espíritu Santo en los
servicios. Ella invitó a su amiga que fuera para los servicios del fin de semana.

La amiga manejó y estuvo en dos de nuestros servicios cantes de pasar a recibir al Espíritu Santo.
Impuse mi manos sobre su cabeza, oré, y el espíritu Santo vino sobre ella. El que habla vino. Pero no
podía lograr que ella respondiera o recibiera.

En el siguiente servicio, que fue un domingo por la mañana, ella vino otra vez por oración. Una vez
más el Espíritu Santo vino sobre ella y le dio el que habla, pero una vez más ella no sometió y recibió.
Yo sabía exactamente que era lo que estaba mal, pero sabía que tomaría tiempo el instruirla, y se
estaba haciendo tarde. Le entregué el servicio al pastor. Luego me escabullí por la puerta del lado y
estaba caminando por el parqueadero hacia la casa pastoral cuando la vi sentada en su carro. Ella se
veia tan decepcionada mientras estaba sentada ahí un momento antes de prender el carro para comenzar
su viaje a casa.

Le pedí al Señor que me dejara ayudarla. Instantáneamente el Espíritu del señor me mostró cómo
ayudarla rápidamente. Caminé hacia su carro, abrí mi Biblia en Hechos 2:4, y mientras se la pasaba por
la ventana, le pedí que leyera en voz alta.

—Ella leyó, “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablaran”.

— Hermana, le pregunté, “¿quién dice la Escritura que fue el que habló en lenguas?”

—Ella respondió, “dice que el Espíritu Santo lo hizo”.

Le pedí que lo leyera otra vez. Ella lo leyó otra vez. Le hice la misma pregunta. Ella me dio la misma
respuesta, así que repetí la pregunta. Finalmente, en la cuarta ronda, ella entendió que algo debía estar
mal, así que comenzó a leer despacio, “Todos – fueron – llenos – del – Espíritu – Santo – y –
comenzaron – a hablar…”

—Mirando sorprendida, dijo, “Por qué, ELLOS lo hicieron”

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Ella sacó mi Biblia de su forro y la examinó. Ella dijo que pensó que de pronto yo tenía una Biblia
diferente a la de ella, pero era la misma; una edición de referencia Scofield.

“Uestes sabe”, ella dijo, “”yo siempre pensé que el Espíritu Santo era el que hablaba”. Le dijo que yo
sabía eso. Luego le dije, “Leamos otras escrituras. La Palabra de Dios dice que de la boca de dos tres
testigos una cosa será establecida”.

Leímos Hechos 10:44-46 “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre
todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron
atónitos de que también sobre los gentiles se derramara el don del Espíritu Santo, porque los oían que
hablaban en lenguas y que glorificaban a Dios”

— “Oh”, exclamó ella, “Lo veo”

— “Esos son dos testigos”, dije, “Tengamos tres”.

Así que leímos Hechos 19:6 “Habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu
Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban”.

La mujer dijo, “sabe, Hermano Hagin, si hubiera sido llamada a testificar en una corte y el abogado me
hubiera preguntado quién era el que hablaba en lenguas, hubiera dicho el Espíritu Santo – y hubiera
pensado que estaba diciendo la verdad”.

—Yo dije, “quiero preguntarle algo, cuando impuse manos sobre usted, ¿sintió al Espíritu Santo? ¿Vino
el poder de Dios sobre usted?”

— “Absolutamente”, respondió ella.

— “¿Quiso su lengua decir algo que un era en Inglés?”

— “Por qué”, dijo ella, “fue todo lo que pude hacer para impedir que lo hiciera”

— “No se supone que debe impedirlo, le dije. “Se supone que usted debe cooperar. Cuando el Espíritu
Santo le da el qué hablar, usted debe tener fe para actuar”.

—Inmediatamente ella empezó a hablar en la más hermosa lengua.

Una vez conversé con un hombre quién había sido “clamando” por el bautismo en el Espíritu Santo por
15 años Después de que hablamos un poco, él dijo, “Usted no me puede decir una cosa de clamar. Yo sé

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todo lo que se necesita acerca de buscar a Dios”. Si, puede que él conociera todo acerca de buscar –
pero no sabía nada acerca de recibir de Dios. Hay una diferencia.

Temprano una mañana, una evangelista amigo mío fue a orar a la iglesia donde estaba predicando.
Mientras estaba allí, un hombre entró, lo reconoció como el evangelista visitante, le dio la mano y dijo
sonriendo como si estuviera orgulloso del hecho: “¡he buscado al Espíritu Santo por 19 años!”.

“Usted no ha hecho nada de tal cosa”, mi amigo le dijo. “Jesús dijo, ‘Aquellos que buscan
encontrarán’. Si usted ha estado buscando, usted habría encontrado. Todo lo que usted ha estado
haciendo es pasar el rato alrededor del altar”.

Y eso es todo lo que algunas personas están haciendo – solo pasársela alrededor. Es tiempo de dejar de
pasársela alrededor y empezar a actuar en la Palabra de Dios, porque fe es actuar.

Estaba en una iglesia dónde había un hombre quién había sido quemado severamente en la parte
inferior de su cuerpo. El no podía caminar; él simplemente se arrastraba. En uno de los servicios, el
Espíritu Santo me dijo que hiciera que todas las personas que tuvieran algo mal con ellos de las caderas
para abajo pasaran al frente a la línea de sanidad. Éste hombre fue el primero en la línea.

Esperé hasta que todos estuvieran en línea antes de decirles que más Dios me había dicho que les dijera
que hicieran. Fui a este hombre y pregunté, “¿puede correr?”. Lo tomé por sorpresa. “Oh Dios mío,
no”, dijo él, “no puedo ni siquiera caminar, mucho menos correr”.

Yo dije, “Eso es lo que el Señor me dijo que hiciera – que le dijera que corriera”.

El hombre ni siquiera lo pensó dos veces. Él se volteó y comenzó a arrastrarse por el pasillo tan rápido
como pudo. La tercera vez que dio la vuelta, el Espíritu del Señor vino sobre mí y salté de la
plataforma, agarré al hombre de la mano, y corrí alrededor del edificio con él. Cuando volvimos al
frente, él estaba caminando normalmente; no arrastrándose. Él estaba perfectamente sanado.

Sin embargo, si no hubiera logrado que el cooperara y actuara en su fe, yo no lo hubiera podido ayudar.
Verá, la fe es actuar en la Palabra de Dios – hacer lo que sea que Él dice que haga en Su Palabra, o
cualquier cosa que Él nos siga en el Espíritu.

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CAPÍTULO 3

LA FE SE APROPIA DE LA RESPUESTA AHORA

La fe dice: "Es mío - ¡Lo tengo ahora!" La esperanza dice: "Lo tendré algún día".

Mientras usted espera, la respuesta nunca se materializará. Pero en el momento en que usted empiece a
creer, funcionará. Esa es la lección que aprendí en el lecho de enfermedad hace muchos años. Había
estado postrado en esa cama por 16 largos meses. De hecho, había estado enfermo toda mi vida. Nunca
había corrido o jugado como los otros niños. Yo no tuve una infancia normal. A la edad de 15, estaba
totalmente postrado en cama. Se llamaron a 5 doctores para que vieran mi caso. Uno de ellos había
practicado en la Clínica Mayo y era considerado uno de los mejores doctores en América. Ellos estaban
de acuerdo en que no había absolutamente ninguna esperanza para mí. En lo que la ciencia médica
sabía, nadie en mi condición había vivido más allá de los 16 años.

Gracias a Dios por todos los buenos libros y grabaciones que tenemos hoy en día acerca de la fe y
sanidad. No había mucho escrito acerca del tema en esos días, y lo que había, yo no lo conocía. Cuándo
usted esta postrado en cama por 24 horas al día, usted puede orar mucho. Yo oraba por horas, días tras
días, semana tras semana, mes tras mes. Yo clamaba y oraba, “Querido Señor Jesús, por favor sáname”.
Le rogaba que me sanara. Varias noches oré toda la noche.

Yo era completamente salvo, pero mi oración no trajo resultados. Yo oraba – y yo estaba seguro de que
Dios me oía, porque tenía un sentimiento espiritual de alguna clase. Yo simplemente sentía que esta era.
Así que sentía mi pulso. Mi corazón no estaba latiendo bien. Mis piernas todavía estaba paralizadas,
huesos sin vida con un poco de piel sobre ellos, sin carne, sin músculos en los muslos y pantorrillas.

Empezaba a llorar y decir, “Señor yo pensé que Tú me ibas a sanar. Sentí como si lo hubieras hecho.
Simplemente lo supe. Pero no lo hiciste.”

No podía entenderlo. Por un tiempo – como un mes – ni siquiera miré la Biblia. Decidí que era mejor
darme por vencido.

Después descendía a la puerta de la muerte – descendía a los tronos de la muerte. Usted podía ver
dónde había desgastado todo el barniz de la cabecera de la cama mientras me agarraba a ella, luchando
contra la muerte con cada fibra de mi ser.
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Luego volvía a la Palabra de Dios, y aunque no podía ver dónde me estaba equivocando, trataba de
actuar en la Palabra de Dios. Conseguía ayuda y de alguna manera superaba los ataques, pero todavía n
recibía mi sanidad.

Finalmente, en el segundo Martes de Agosto de 1934, después de estar postrado en la cama por 16
meses, estaba orando más o menos a las 8:30 de la mañana, y le dije al Señor, “ahora, querido Señor
Jesús, cuando estuviste acá en la tierra, Tú dijiste en Marcos 11:24 ‘Todo lo que pidieres orando, creed
que lo recibiréis y os vendrá’. Querido Señor Jesús, deseo ser sanado. Tú dices ‘orando’ y yo he orado.
Tú dices ‘creed’. Querido Señor Jesús, si tu estuvieras aquí a mi lado en la carne, cómo lo hace mi
madre; y si te pudiera ver con mis ojos físicos como puedo ver a mi madre; y si pudiera extenderme
con mi mano física y poner mi mano sobre la tuya, como puedo con la mano de mi madre; y si me
dijeras, ‘Hijo, el problema contigo es que no estas creyendo’, tendría que responderte, querido Señor
Jesús, ‘estas mintiendo al respecto – yo si creo’” (Y dije esto con amabilidad, no con arrogancia)

Cuando dije esto, Él me habló. Describí el secreto de la fe ese día. Ahora Jesús no me habló
literalmente, físicamente, como otro ser humano hablando. Él no esta aquí en la carne. Pero el Espíritu
Santo está aquí. Y el espíritu Santo no hablará por sí mismo. Jesús dijo, “porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga” (Juan 16:13)

El Espíritu Santo oyó a Jesús decirlo, y Él lo habló a mi espíritu. Dentro de mí estas palabras fueron
habladas: “Si, esta bien tú crees – en lo que sabes. Pero la última parte de éste versículo de Escritura es
‘creed que recibiréis y las obtendrás’”

Entonces lo vi. Es como si alguien hubiera prendido un bombillo dentro de mí. Lo vi instantáneamente.
Exclamé: “Querido Señor Jesús, ¡lo veo! ¡Lo veo! Tengo que creer que recibo mi sanidad. Tengo que
creer que recibo sanidad mientras mi corazón todavía no está latiendo correctamente. Tengo que creer
que recibo sanidad para mi parálisis aún cuando todavía estoy paralizado desde el punto de vista
natural. Y si creo que lo recibo, ¡entonces lo tengo!”.

Nunca antes había visto esto. Había querido recibir mi sanidad primero, y luego creerlo. Pero entonces
ya no lo tiene que creer; lo sabe entonces. Vi lo había estado haciendo: había estado esperando todos
estos meses para recibir sanidad, y no funcionó.

16
Si usted sigue la Palabra y al Espíritu Santo, va a hacer cosas automáticamente. Aunque había habido
veces en mi larga enfermedad cuando no pude usar mis manos tampoco, en este momento tenía un
buen uso de ellas; era mi parte inferior del cuerpo la que estaba paralizada. Después de recibir esta
revelación de la Palabra de Dios, yo inmediatamente levanté mis manos. Nadie me dijo que lo hiciera.
No puedo explicar por qué lo hice; simplemente lo hice.

“Padre Celestial, querido Señor Jesús, gracias Dios soy sano”, oré, “creo que soy sano”.

Ahora lo tenía en el tiempo correcto. Ahora lo tenía trabajando para mí. Ahora la fe es. Si no es ahora,
no es fe. Creer que iba a tener mi sanidad no sería en tiempo presente; no sería fe.

“Gracias, querido Señor Jesús”, dije, “por mi sanidad. Creo que mi corazón esta bien. Creo que mi
parálisis es sana. Te doy gracias por la sanidad de mi cuerpo”

Yo no tome el tiempo – y me di cuenta que unos cuantos minutos pueden parecer un tiempo muy largo
– pero creo que lo alabé de esta manera por unos 10 minutos. Pasé esos 10 minutos agradeciéndole
porque mi corazón estaba bien y mi cuerpo era sano.

Satanás me desafió casi instantáneamente, por supuesto. Si, él peleará por cada centímetro de tierra que
usted tome. Inmediatamente él dijo, “tu eres una persona muy interesante. Dices ser un Cristiano, y
ahora haz comenzado a decir mentiras”.

En cualquier otro momento él hubiera negado que hay un infierno y un lago de fuego, pero esta vez me
dijo, “¿sabe que la Biblia dice que todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego
y azufre?”

“Si yo se eso diablo”, respondí, “pero no mentí”. Sabía que era el diablo, porque cualquier cosa que sea
duda o desánimo es del enemigo.

El respondió, “Si, lo hiciste. Dijiste que eres sano y no lo eres. Siente tu corazón”

Yo tenía el hábito de sentir mi corazón para revisarlo, y yo inconscientemente extendí mi mano para
sentirlo. Cuando lo hice, le pegué a mi mano y dije, “No lo hagas. Ahora, diablo, yo no dije que me
sentía como si fuera sano. Si dijera eso, estaría mintiendo. Y no dije que me veo como si soy sano. Si
dijera eso, estaría mintiendo. Yo no dije nada respecto a cómo me veo o me siento. Yo dije que creo que
soy sano. Creo que lo soy, y recibo la respuesta a mi oración. Si dices que no lo creo, entonces tú estas
17
mintiendo. A parte de eso, tú eres un mentiroso de todos modos – Jesús dijo que lo eres. Jesucristo, el
hijo de Dios, cuando estaba en la tierra, dijo en Marcos 11:24 ‘Por tanto, os digo que todo lo que pidáis
orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Jesús lo dijo – y lo que el dijo eso es! Yo lo creo. Si yo lo
creo, entonces lo tengo. Yo le creo a Él ahora mismo. Si quieres argumentar y pelear al respecto, ve y
pelea con Jesús. Yo no lo dije; Él lo dijo”

Eso paró a diablo. Yo volví a mis asuntos de agradecerle y adorar a Dios por la respuesta.

Yo creo que lo había estado adorando por 10 minutos más cuando desde mi corazón, mi espíritu, éstas
palabras fueron habladas: “tú creer que eres sano. Pero la gente sana – gente que se siente bien – no
tiene nada que hacer en la cada. Ellos necesitan levantarse”.

“Eso es verdad”, respondí, “Si Señor, eso es verdad. Me voy a levantar. Gloria a Dios, me voy a
levantar.”

Yo estaba creyendo, pero fe es tener. Creer es tomar un paso arriba – y usted debe tomar todos los
pasos.

No me veía nada mejor, y no me sentía nada mejor. Físicamente, no sentía nada de mi cintura para
abajo. Todavía estaba parcialmente paralizado. Y tenía dos terceras partes de uso de mi parte superior
del cuerpo.

Yo me apoyaba sobre almohadas grandes para poder leer la Biblia. Me empuje a una posición sentado y
jalé mis rodillas hacia arriba sobre mi pecho. Luego hice un esfuerzo de doblar mi cuerpo y empujé mis
pies fuera de la cama.

Me agarré de una de las columnas de la cama al final de la cama y me jalé fuera de la cama. Mis pies
cayeron sobre el piso como pedazos de madera. Yo sabía que estaban allí abajo, no porque los pudiera
sentir, pero porque podía ver que estaban allí. Mis rodillas pondeaban. Ahí estaba parado, abrazando la
columna de la cama, mis rodillas casi tocando el piso. El cuarto empezó a dar vueltas.

El diablo me estaba peleando cada centímetro del camino. Pensamiento estaban viniendo a mi mente
tan rápido como una pistola de balines puede dispara: “no puedes caminar y sabes que no puedes. No
estas sano y sabes que no lo estás. Estas mintiendo al respecto. Te vas a caer aquí mismo sobre el piso y
simplemente tendrás que quedarte ahí”.

18
Una de la mejor manera en el mundo de lidiar con el diablo es ignorarlo completamente. Así que lo
ignoré. Actué como si no hubiera dicho nada.

Colgando de esa columna de la cama de la mejor manera que podía, levanté una mano un poco y dije,
“Gracias Dios, soy sano. Quiero declarar en la presencia del Dios Todopoderoso, el Señor Jesucristo y
los ángeles en el cielo, en presencia del diablo y todos los espíritus malignos, que la Palabra de Dios es
verdad, y yo creo que soy sano. Yo lo creo”

Ese viejo cuarto estaba dando vueltas, porque había estado acostado por 16 meses. Cerré mis ojos. En
unos cuántos minutos me di cuenta de que las cosas habían parado de dar vueltas. Abrí mis ojos. Todo
estaba en su sitio.

Dije otra vez, “Gracias Dios, de cuerdo a la Palabra soy sano”. Yo lo creí.

Después sentí algo como un brillo caliente goteando sobre mi cabeza encima de mí. Parecía fluir hacia
abajo sobre mí, como si un tarro de miel caliente hubiera sido derramado sobre mi cabeza. Y bajo por
todo mi cuerpo.

Cuando llegó a mi cintura, la sensación comenzó a volver a la parte inferior de mi cuerpo. Por unos
cuantos segundos sentí un dolor insoportable. Mis piernas se sentían como si 10 millones de pines las
estuvieran pinchando. Hubiera llorado si no se sintiera tan bien! Cuando no ha sentido nada, aún el
dolor se siente bien. Luego me sentí normal. La parálisis se había ido.

Yo dije, “Ahora voy a caminar”, y lo hice. Y he estado caminando desde entonces.

Así es como aprendí este principio de fe que les estoy enseñando. Funciona para recibir todas las
provisiones de Dios.

CAPÍTULO 4

LA ESPERANZA CAMBIADA EN FE TRAE RESULTADOS

Un hombre de 83 años de edad vino a una de mis reuniones en 1950 en California. Él me dijo que había
“estado buscando al Espíritu Santo “desde el avivamiento en Asuza Street.

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Él dijo, “Hermano Hagin, mi esposa recibió al espíritu Santo en el avivamiento hace 50 años aquí en
Los Ángeles en la vieja Misión de Azusa Street. Algunos han dicho que todos que fue allá recibió al
espíritu Santo. Pero estuve toda la reunión, tres servicios por día por tres años. Estaba en casi todos los
servicios y buscaba al Espíritu Santo cada vez, pero no lo recibí”

La segunda vez que impuse manos sobre este hombre supe en mi espíritu por revelación exactamente
cuál era su problema, pero también sabía que no podía hacer que aceptara ayuda en ese momento. A
veces sabe que es lo que está mal con las personas, pero eso no significa que serán ayudadas. Ellos
tienen que reconocer su problema y hacer algo al respecto.

Empecé a enseñar acerca de fe durante la reunión, y el caballero vino día y noche. Era extraño para mí
que oyera la verdad por más de una semana y todavía no la entendiera. Tenía que oírla una y otra vez.
(Esa es la razón que continúo enseñando ciertas verdades una y otra vez. Las personas no siempre
entienden algo la primera vez que se dice).

Pero después de más o menos 10 días de estar en cada servicio, el se acercó a mi al final del servicio de
la mañana. Él dijo, “Hermanos Hagin, lo cogí esta mañana. He visto porque no he recibido. Nunca he
creído. Por 50 años simplemente he estado esperando el recibir al Espíritu Santo”.

“Yo sabía eso hermano”, respondí, “la segunda vez que impuse manos sobre usted y oré, se me fue
revelado. También supe que no podía hacer que lo viera en ese momento, pero si usted continuaba
viniendo, eventualmente lo vería”

“Usted va a tener que darme un poco más de tiempo”, él continuó,” usted sabe que he estado en este
camino por 50 años, y me a costarme un poco más de tiempo el voltear y dirigirme en la dirección
opuesta”

“Eso está bien hermano”, le dije, “tomase todo el tiempo que quiera, pero siga viniendo a los servicios”

“Oh, estaremos acá en cada servicio”, me aseguró.

Le dije que cuando su esperanza cambiara a fe, yo lo sabría, él lo sabría y entonces recibiría el
bautismo del Espíritu Santo. Cómo unos tres días después, después de que el servicio de la noche
terminara, éste hombre se acercó al pastor y a mí.

20
“Me pregunto si ustedes hermanos pueden imponer sus manos sobre mi?”, preguntó el, “he cambiado
mi esperanza por fe, estoy listo para recibir!”

“¿Está esperando recibir?” Pregunté

“Si, sólo ponga sus manos sobre mi y lo recibiré ahora” dijo él.

El pastor y yo impusimos manos y casi inmediatamente sus manos se alzaron al cielo, su boca estaba
abierta, y él estaba hablando en lenguas. Por casi 50 años el sólo había estado esperando – pero ahora él
había recibido.

Hace algunos años cuando estaba viajando en el ministerio itinerante, algunos síntomas alarmantes se
desarrollaron en mi cuerpo. Ellos continuaron por tres noches, interrumpiendo mi sueño.

Algunas personas no pueden ver la diferencia entre cuando Dios les habla a ellos y cuando el diablo les
habla. La diferencia es que el diablo habla duda e incredulidad; Dios no causará que usted dude Su
Palabra. Entonces fue el diablo el que me siguió diciéndome: “Esta es una vez en la que no vas a
obtener tu sanidad. Esta vez no la vas a obtener”

Cuando él persistió, me empecé a reír de él. No tenía ganas de reírme, pero me hice hacerlo. Me reí en
voz alta, porque sabía que si me reía el tiemposuficiente el diablo me preguntaría de que me estaba
riendo. Dicho y hecho, en poco tiempo el preguntó, “De qué te estas riendo?”

— “Me estoy riendo de usted”, contesté

— “¿Riendo de mí?”

— “Si, me estoy riendo de usted”

— “¿De qué te estas riendo?”

—“Dijo que no iba a obtener mi sanidad. Pero, ¿por qué querría obtenerla cuando Jesús ya la obtuvo
para mí? Yo no estoy planeando obtener sanidad. La Biblia dice en 1 Pedro 2:24 ‘Él mismo llevó
nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!’ Yo fui sanado hace casi 2000 años por la
yagas de Jesús, y eso me pertenece. Yo no estoy intentando obtenerlo; ¡yo lo tengo!”

Los síntomas pararon y nunca volvieron. Yo vencí al diablo por la sangre del Cordero y la palabra de
mi testimonio (Apocalipsis 12:11).

21
Yendo un paso adelante, miremos dos pasajes de Escritura:

Juan 20:25-29

Le dijeron, pues, los otros discípulos: — ¡Hemos visto al Señor! Él les dijo: —
Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los
clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré. 26 Ocho días después estaban
otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las
puertas cerradas, se puso en medio y les dijo: — ¡Paz a vosotros! 27 Luego
dijo a Tomás: —Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28 Entonces Tomás
respondió y le dijo: — ¡Señor mío y Dios mío! 29 Jesús le dijo —Porque me
has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.

Romanos 4:17-21

Como está escrito: «Te he puesto por padre de muchas naciones.» Y lo es


delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos y llama las cosas
que no son como si fueran.18 Él creyó en esperanza contra esperanza, para
llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho:
«Así será tu descendencia.» 19 Y su fe no se debilitó al considerar su cuerpo,
que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la
matriz de Sara. 20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios,
sino que se fortaleció por la fe, dando gloria a Dios, 21 plenamente convencido
de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

¿Puede ver la diferencia entre la fe de Abraham y la fe de Tomás? ¡Decididamente sí!

Tomás dijo, “no voy a creer a no ser que vea la cicatriz de los clavos y la herida en su costado”. Jesús le
dijo, “Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor”
(Juan 20:20)

Por otro lado, Abraham es uno que “llama las cosas que no son como si fuesen” (vs. 17).

¿Cuál fe es fe de la Biblia? ¡La de Abraham por supuesto! Nuestro texto dice en Hebreos 11:1 “Es,

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pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Abraham es mencionado en
el mismo capítulo 11 de Hebreos. Su fe se baso en “plenamente convencido de que era también
poderoso (Dios) para hacer todo lo que había prometido” (Rom. 4:21)

Aquí hay una pequeña formula de fe moldeada a partir de la fe de Abraham, que puede funcionar para
usted:

Primero, Abraham tenía la Palabra de Dios para ella

Segundo, Abraham creyó la Palabra de Dios

Tercero, Abraham consideraba las circunstancias contradictorias

Cuarto, Abraham adoraba a Dios

Siga esos cuatro pasos y usted siempre llegará a Dios. Son cuatro pasos para entrega segura, sanidad, o
lo que sea que este buscando.

Note la fe de Tomás. No estaba basada en lo que Dios dijo; estaba basada en los sentido físicos de
Tomás. Él dijo que no creería a no se de que viera. Algunas personas son así. Ellos dice, “cuando lo vea
o lo sienta, sabré que lo tengo”. Pero esa no es fe Bíblica. Esa es fe humana natural – y cualquier
pecador ya tiene esa clase de fe.

La fe verdadera esta basada en la Palabra de Dios. La fe verdadera en la Palabra dice, “si Dios dice que
es verdad, entonces es verdad”. Creer a Dios es creer su Palabra.

Me gusta algo que Smith Wigglesworth dijo: “no puedo entender a Dios el Padre por sentimiento. No
puedo entender al Señor Jesucristo por sentimiento. Puedo entender a Dios el Padre y al Señor
Jesucristo solo por lo que la Palabra dice acerca de ellos”.

El siguió diciendo, “necesitamos familiarizarnos con Dios el Padre a través de la Palabra. Él es todo lo
que la Palabra dice que Él es. Tenemos que familiarizarnos con el Señor Jesucristo a través de la
Palabra. Él es todo lo que la Palabra dice que Él es”.

Demasiadas personas tratan de familiarizarse con Dios a través de sus sentimientos. Cuando se sienten
bien, piensan que Dios los oyó. Si no se sienten bien, ellos piensas que Él no los escuchó. Su fe está

23
basada en sus sentimientos.

Mi fe está basada en la Palabra de Dios. Si la Palabra de Dios dice que Él me oye, entonces sé que Él
me oye, porque Él lo dice y su Palabra no puede mentir. Si mi fe estuviera basada en mis sentimientos,
estaría usando fe natural humana, y no puedo hacer eso; tengo que usar fe escritural – fe Bíblica.

Además, si mi fe está basada en la Palabra de Dios, creeré la Palabra sin importar la evidencia que
satisfaga mis sentidos físicos. Demasiada gente está tratando de obtener la bendición de Abraham con
la clase de fe de Tomás – y simplemente no funcionará.

Nosotros los creyentes tenemos la clase de fe de Abraham, porque Gálatas 3:29 dice, “Y si vosotros
sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Gálatas 3:7
dice, “sabed, por tanto, que los que tienen fe, éstos son hijos de Abraham”. Eso significa que tenemos
la clase de fe de Abraham. No estamos tratando de conseguirla – nosotros la tenemos.

Cualquiera puede creer lo que siente, escucha o ve en el reino físico – y operamos en lo físico la mayor
parte del tiempo – pero cuando se trata de asuntos espirituales, no caminamos por vista.

Si la ciencia médica sana, sana a través de lo físico. Si la ciencia Cristiana sana, sana a través del
espíritu. Cuando Dios sana, Él sana a través del espíritu. Sanidad espiritual – sanidad divina – es
recibida de Dios el Padre de la misma manera que el Nuevo Nacimiento es recibido: en el espíritu
humano.

El nuevo nacimiento es el renacer del espíritu humano. Cuando usted fue nacido de nuevo, no fue su
cuerpo el que nació de nuevo; fue su espíritu. Usted todavía tiene el mismo cuerpo que usted siempre
tuvo. 2 Corintios 5:17 no esta hablando acerca de su cuerpo siendo hecho nuevo:

2 Corintios 5:17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas
pasaron; todas son hechas nuevas.

Cuando usted es salvo, es el hombre interior – el hombre interno – el que nace de nuevo; su hombre
físico sigue igual. Jesús dijo, “Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es”
(Juan 3:6)

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Usted no puede saber simplemente por ver a una persona que ha pasado con ella en el interior, aunque,
en el proceso del tiempo, se mostrará en el exterior.

Hemos sido engañados a veces. Algunos al venido al altar, llorado, saltado y abrazado a todo el mundo,
actuado feliz, y después nunca los volvimos a ver o a escuchar de ellos otra vez. Realmente pensamos
que había obtenido algo, pero sólo era algo emocional y no el nuevo nacimiento.

Otros no fueron para nada emocionales. Mirándolos, usted podría preguntarse si recibieron algo; no
pareciera que estuvieran el suficiente tiempo en el altar para que pasara algo. Si embargo, los vemos
convertirse en cristianos extraordinarios.

Muchas veces nuestra fe está basada en lo físico – en lo que nuestros sentidos físicos nos dicen.
Ciertamente creo en los sentimientos, pero los pongo de últimas.

La Palabra de Dios viene primero. Fe en la Palabra de Dios viene de segundo. Los sentimientos vienen
de últimos.

Demasiada gente le da la vuelta y permite que los sentimientos vengan primero; fe en sus sentimientos
de segundo; y la Palabra de Dios de último. Esa clase de fe nunca será exitosa para nada.

“Bueno, estoy esperando y orando”, alguien dice respecto a la oración. “Estoy orando y esperando”.

La esperanza es buena esperando, pero mala recibiendo.

Hace algunos años me quedé en el hogar de un pastor que era el pero diciendo, “estoy esperando y
estoy orando”. Él lo decía una docena de veces al día. Lo que me sorprendía era que se sentaba en cada
servicio mientras enseñaba acerca de las diferencias entre esperanza y fe. Pero le resbalaba como el
agua le resbala a un pato. Él se sentaba allí y no lo entendía. Un día mientras estábamos solos en su
carro el pastor dijo, “Hermano Hagin, quiero que ore conmigo acerca de algo”

“Está bien”, le dije, “¿sobre qué?”

“Bueno, hay un hombre de negocios aquí, no es miembro de mi iglesia, que quiere darme la acción de
una cabaña en el lago. Tiene unas cuantas hectáreas con ella. Él solo debe $900 dólares de ella. Él dijo
que puedo tomar sus pagos mensuales o él puede pagarlo y yo le pagaría sin intereses. Su esposa ha
objetado un poco, así que ahora el me dejará saber en 30 días si lo puede solucionar”. Cuando añadió,
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“solamente estoy esperando y orando que el pueda resolverlo., yo intervine.

“Hermano”, le dije, “si eso es todo lo que está haciendo, está perdiendo su tiempo!”. Yo no dije eso
para parecer inteligente. Esta era la segunda reunión que yo había llevado a cabo para este pastor, y él
todavía no había cogido en lo que yo estaba predicando.

Por un minuto no supe él que iba a hacer. Él bateó sus ojos y pensé que él iba a salirse del camino.
Entonces el percibió, “sabe, tiene razón., dijo, “si, eso es verdad. Estoy perdiendo mi tiempo y el
tiempo de Dios también. Ahora que lo pienso, solo estoy perdiendo mi tiempo. Dios no me oyó para
empezar, así que solo estoy perdiendo mi tiempo”.

El pastor obtuvo las hectáreas y la cabaña cuando dejó de esperar y comenzó a creer.

La fe es tan simple, sea en el reino espiritual, el reino financiero o el reino material. La fe es en tiempo
presente. ¡La fe es ahora!

La fe dice, “lo tengo ahora”. La esperanza dice, “Algún día lo tendré” – y eso no funcionará. Ponga
atención a su boca. En vez de orar y esperar, empiece a decir, “estoy orando y creyendo”. Y si usted lo
dice, funcionará para usted – ¡ahora!

Acerca del Autor

Kenneth E. Hagin ministró por casi 70 años luego de que Dios lo sanó milagrosamente de un corazón deforme, y de una 

enfermedad incurable de la sangre a la edad de 17 años. Aunque el Rev. Hagin partió al hogar celestial para estar con el Señor en 

el 2003, el ministerio que fundó continúa bendiciendo multitudes alrededor del mundo. 

Los alcances de los Ministerios Kenneth Hagin incluyen: La Palabra de Fe, una revista gratuita; el Centro de Entrenamiento 

Bíblico Rhema; la Asociación de Exalumnos de Rhema; la Asociación Ministerial Internacional Rhema; la Escuela Bíblica por 

Correspondencia Rhema; y el Ministerio de Prisiones Rhema. El hijo del Rev. Hagin, Kenneth W. y su esposa, Lynette Hagin, son 

coanfitriones de Alabanza Rhema, un programa semanal de televisión, así como de Rhema para Hoy, un programa de radio 

transmitido durante la semana, y de las Cruzadas de Fe Viva, que se llevan a cabo alrededor del mundo. 

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