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LA FORMACION CATEQUISTICA
LA FORMACION CATEQUISTICA
108. Cualquiera actividad pastoral- para cuyo- ejercicio no se cuente con personas bien
formadas va al fracaso. Los mismos materiales de trabajo se hacen ineficaces si no los
usan catequistas bien preparados. La formación catequística, por tanto, tiene prioridad
sobre la renovación de los textos y el mejoramiento de la misma organización
catequística.
LA FORMACION PERMANENTE
De todas maneras, la doctrina debe ser asimilada hasta el punto de hacer al catequista no
solo capaz de exponer con exactitud el mensaje evangélico, sino de suscitar también la
recepción activa del mismo mensaje por parte de los catequizandos y de saber discernir
en el itinerario espiritual de ellos lo que es conforme a la fe. -
b) Las ciencias humanas. Nuestra época se caracteriza por el grandioso desarrollo de las
ciencias antropológicas. Estas ciencias ya no se reservan únicamente a los especialistas;
ellas penetran en la conciencia que el hombre moderno tiene de sí mismo; afectan las
relaciones sociales y constituyen una especie de contexto cultural que es común aún a
los menos cultos.
Considérese que cuando se trata de la formación de-- los catequistas de base (es decir
los que enseñan la catequesis elemental), los conocimientos antedichos se adquieren
mejor si se imparten al mismo tiempo que se realiza el trabajo (por ej. durante las
reuniones en que se preparan y critican las lecciones de catecismo).
113. Se requiere Una preparación- específica para que el- catequista se haga capaz de
interpretar bien las reacciones de un grupo o de una persona, descubrir su capacidad
espiritual y escoger el modo de trasmitirle el mensaje evangélico de modo que pueda ser
recibido con verdadero fruto. Los métodos para tal aprendizaje son varios: ejercicios
prácticos, trabajos en equipo, análisis de casos, etc.
114. La misión que el catequista está llamado a desempeñar requiere en él una intensa
vida sacramental y espiritual, la familiaridad con la oración, una profunda admiración
por la grandeza del mensaje cristiano y por su capacidad para transformar la vida. Pero
requiere al mismo tiempo un afectivo deseo de caridad, de humildad y de prudencia que
permita al Espíritu Santo cumplir en los catequizados su obra fecunda.
LA FORMACION DE LOS CATEQUISTAS
Esta formación se dirige a todos los catequistas (Cfr. AG. 17,26), tanto laicos como
religiosos y también a los padres cristianos que en ella deben encontrar una ayuda válida
para la catequesis inicial y ocasional que es tarea suya específica.
Se dirige a los diáconos y en modo particular a los sacerdotes que "en virtud del
sacramento del orden, son consagrados, a imagen de Cristo sumo y eterno sacerdote
(Cfr. Hebr. 5,1-10;
7, 24; 9, 11-28) como verdaderos sacerdotes del N.T., para predicar el evangelio,
apacentar a los fieles y celebrar el culto divino" (LG. 28). -
Esta formación se dirige por último a los que enseñan religión en las escuelas públicas,
bien sean de la Iglesia o del Estado. Para una tarea de tan gran importancia solo se
pueden destinar personas que se distingan por su capacidad, doctrinal y vida espiritual
(Cfr. GS. 5).
Lo ideal es que en este campo de la formación exista una colaboración entre las diversas
actividades apostólicas y la catequesis, porque todas estas actividades, aunque desde
puntos de vista distintos cumplen una común misión la de comunicar el mensaje
cristiano. -