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SISTEMAS DE FACILITACIÓN
Son estrategias que usa el adulto para facilitar el desarrollo de la competencia
comunicativa y lingüística de quienes presentan trastornos o dificultades en la comunicación,
lenguaje y habla e incluso de alumnos sin dificultades
Es importante recordar que la comunicación y el lenguaje implica los procesos de
comprensión y producción, generalmente atendemos a que el niño “hable bien”, dejando de lado
que primero es la compresión y después la producción (habla), este principio de intervención
debe estar presente en todo el proceso de atención al alumno y debemos hacérselo explícito a
los demás adultos que comparten la responsabilidad de atención. A pesar de que la mayoría de
los sistemas de facilitación que se expondrán median la producción, será importante asegurar
primero la compresión del niño.
La intervención del adulto debe partir de un conocimiento sobre lo que el niño es
capaz de hacer con y/o sin ayuda, es decir sobre sus zona de desarrollo actual y su zona de
desarrollo próximo. Conviene mostrar a padres, docentes y equipo multiprofesional los
diferentes sistemas de facilitación cuyo uso resulta benéfico para el desarrollo de la
comunicación y el lenguaje de alumnos con o sin dificultades. En general, cuando a algún adulto
se le capacita en el uso de dichas sistemas conviene trabajar sólo con uno hasta que lo domine
de manera consiente, posteriormente se mostrará otro y así sucesivamente hasta que sea
capaz de hacer uso combinado de dos o más sistemas.
Otra posibilidad es fomentar la autocorrección y la colaboración entre compañeros,
ello es mas usual en las aulas de educación regular o en aulas de los CAM, en las que asisten
alumnos con buenos niveles de competencia comunicativa y lingüística; la colaboración de otros
alumnos es viable ya que el docente no siempre puede seguir las intervenciones orales de todos
los alumnos.
Cabe mencionar que comúnmente estos recursos se usan de manera natural, pero
hacerlo de manera consiente favorece su uso frecuente y efectividad.
Conviene buscar o crear las condiciones óptimas para que el niño tenga deseo y
necesidad por comunicarse, de lo contrario los esfuerzos del adulto serán en vano.
Cuando se use cualquier sistema se debe ser congruente con el acto comunicativo, por
ejemplo si se utiliza una entonación exagerada, es porque el momento es propicio ya sea porque
se desea llamar la atención del niño o sorprenderle.
En todo momento será necesario medir el grado de corrección ya que su uso
desmedido podrá causar un efecto intimidatorio o inhibidor, más aún cuando el alumno es
tímido, inseguro o sabe que tiene problemas para expresar sus ideas, una corrección
inmediata demasiado constante sería contraproducente ya que se pierde la fluidez y
disminuye la autoestima.
Finalmente será necesario corregir sólo los errores más importantes para lo cual se
tomará como base el desarrollo normal del lenguaje, mismo que nos ofrecerá parámetros de lo
que es esos momentos es más importante con cada alumno.
Enseñar a escuchar: Aquí es importante marcar la diferencia entre “seguir los intereses del
niño” y dejar de lado nuestros objetivos de intervención. Enseñar a escuchar implica mostrar la
manera de tomar turnos, en donde se puede dejar hablar al otro, pero también buscar “tomar
el turno” en el momento preciso, también reconocer cuando tenemos la “obligación” de
responder, o hacer presuposiciones sobre lo que el otro ha comprendido y lo que no ha quedado
claro. El protocolo de observación de las habilidades comunicativas descrito en este trabajo,
ofrece más elementos sobre las implicaciones de “saber escuchar”
Un ejemplo de “enseñar a escuchar” es cuando realizamos una pregunta que nos indicará el
nivel de comprensión del niño sobre unas ilustraciones, pero él desea jugar con un carro, le
permitiremos el juguete cuando haya respondido a nuestros cuestionamientos.
Adulto: ¿Qué hay en este dibujo?
Niño: Quiero este carrito azul.
Adulto: Dime lo qué hay en este dibujo y luego te doy el carrito azul.
Modificaciones y ajustes del habla: Se trata de adaptar algunos de los recursos que de
manera natural utilizan los padres para comunicarse y hablar con los bebés (baby talk),
consistentes en realizar ciertas simplificaciones o sustituciones fonológicas y léxicas.
También conviene modificar ciertos rasgos no segmentales del habla, como utilizar un tono más
elevado, así, cuando se pierde el interés del niño por la conversación, el adulto emite una
oración exclamativa que busca recobrar la atención del niño, por ejemplo;
Niño. (se está jugando con carritos y el niño opta por un plátano)
Adulto: (elevando el tono) ¡Mira, este carrito ya se rompió”.
Además se recomienda el uso de una entonación exagerada por ejemplo, con alumnos con poco
lenguaje conviene enfatizar un palabra dentro de una oración corta (¡se acabó!),además de un
ritmo más lento y el uso de pausas. En el plano morfosintáctico se recomienda emplear
oraciones gramaticalmente bien elaboradas, pero estructuralmente cortas y simples.
Otro ajuste que se puede realizar es hablar buscando la mirada del niño al tiempo que el adulto
deberá agacharse o inclinarse a la altura del rostro del infante.
Espejeo: Su uso es más frecuente con niños con muy poco lenguaje y comunicación, se trata de
que el adulto narre la actividad que realiza el niño y lo que acontece en el contexto inmediato
pero como si él fuese el niño, se usa la primera persona (yo) o el nombre. Se recomienda variar
el tono de voz y señalar los objetos al tiempo que se habla.
Niño: (intenta tomar una galleta).
Adulto: yo quiero una galleta.
Pau quiere una galleta.
Habla paralela: Aquí el adulto respeta la perspectiva del niño, por lo que narra en voz alta lo
que acontece en el contexto inmediato a lo que hace el pequeño, incluso el adulto puede jugar o
interactuar “en paralelo” a lo que hace el niño
Niño: (observa un cuento y señala una bruja).
Adulto: Las brujas vuelan en sus escobas.
Técnica del reflejo: Se usa principalmente con niños no verbales con quienes interesa
fomentar un intercambio comunicativo a partir de diferentes estrategias, en esta técnica el
adulto observa e imita las expresiones motoras no verbales del niño como una forma de aceptar
y comprender su interés.
Niño: (observa e intenta tocar un juguete)
Adulto: observa e intenta tocar el mismo juguete al tiempo que con tono exagerado: ¡Mira!
Imitación de enunciados del niño: La participación del adulto consiste en repetir exacta o
parcialmente las producciones del niño, como forma de demostrarle que ha entendido y quiere
continuar conversando. La imitación se hará con entonación exagerada haciendo contacto visual
y ofreciendo un uso social pertinente. Conviene usar el reconocimiento de la aportación del niño
cuando su expresión haya sido semánticamente atinada, no importando su forma, es decir aun y
cuando la forma del mensaje no es apropiada, se debe reconocer de manera explícita la
intervención del niño.
Niño: mmm...(viendo un coche)
Adulto: mmm....(señala el coche) viajamos en el coche.
Utilización de gestos, pistas o señales no verbales: Son recursos que utiliza el adulto para
afianzar las producciones lingüísticas en el contexto comunicativo que en que se producen. Por
ejemplo, señalar con la mano un objeto, hacer un gesto para afianzar una palabra determinada,
o un gesto que indican un objeto o acción. Con los alumnos con discapacidad intelectual y poco
lenguaje conviene conducir a los niños a producir un gesto simbólico en presencia del objeto en
el momento en el que se les presenta el estímulo verbal. Gesto y estímulo verbal deben
compartir una misma relación semántica.
Niño: mamá..
Adulto: yo soy tu mamá (señalándose frente al niño)
Simplificaciones léxicas y sintácticas: Nuevamente su uso es predominante en niños con poco
lenguaje. Consiste en emplear palabras de alta frecuencia (mamá. papá, niño, dame, toma, ten,
leche, ¡hola!, ¡adiós!) para ocuparlas de manera oral o escrita. Dependiendo de la dificultad que
presente el alumno conviene usar palabras de fácil articulación o que contengan fonemas
visibles /p, m, f, s, l, .../
Se pueden modificar textos escolares o cuentos considerando dicha palabras, elaborando
textos cortos y simples pero bien estructurados. En las simplificaciones es posible usar la
sinonimia, por ejemplo cuando el adulto lee un cuento que dice. “el padre le dio a su pequeña
hija un precioso oso adornado con papeles multicolores”, se realiza la simplificación: “ el papá le
dio a su hija un oso”.
Uso de buenas preguntas: Se trata de que el adulto use palabras que garanticen o faciliten la
continuidad de la conversación, el uso de buenas preguntas también facilita conocer lo que el
niño ha comprendido o tiene como conocimientos previos. Manolson (1985) considera que las
buenas preguntas son fundamentales siempre y cuando se consigan los siguientes objetivos:
demostrar el interés del adulto y crear expectación(¿qué sigue?, ¿y luego?), dar opciones al
pequeño para que éste decida (¿quieres ..... o ....?), ampliar la mente del niño (¿qué pasaría si....?,
¿cómo funciona?, y ¿ahora qué?), o estimular sus curiosidad (¿qué.., quién..., dónde.....,
porqué...?).
Por el contrario deben evitarse aquellas preguntas que agobian o exigen (¿qué es esto?), o que
contienen la respuesta
(quieres chocolate, ¿no Pablo?).
Puesta en duda: En este caso el adulto pone en duda lo que acaba de decir el sujeto para
hacerle tomar conciencia del error y provocar su autocorrección. Al igual que el anterior , este
recurso es más conveniente cuando el adulto sabe que el niño podrá autocorregirse.
Niño: “entonces capeducita doja..”,
Adulto. de verdad se dice capeducita doja.
Revisión: Cuando el adulto realmente duda sobre la intervención comunicativa del niño, se
cuestiona al mismo para tratar de comprender lo que dice y el adulto confirme lo que
interpreta. Si el alumno no confirma entonces se intenta indagar el significado de la
intervención comunicativa con otras preguntas o pidiéndole que explique su idea.
Niño: casa tía coche vede.
Adulto: ¿En la casa de tu tía hay un coche verde?
Niño: Si, coche.
Contingencia semántica: El adulto comenta lo que el niño dice o hace, de manera que funcione
como feedback correctivo. Para ello se suele hacer uso de expansiones mediante las cuales el
adulto devuelve el enunciado del sujeto mejorando y ampliando la estructura morfosintáctica,
en la expansión a pesar de que el adulto amplia la emisión del niño, no agrega información, es
aconsejable emplear un reconocimiento (“sí, tienes razón, etc.”) para introducir la expansión.
Niño: ¡Hola!
Adulto: ¡Buenos días! ¿Cómo estás?.
Respuesta falsa: El adulto espera que el niño responda a una pregunta planteada. Para ello el
propio adulto utiliza una respuesta falsa, paradójica y con una entonación exagerada, por
ejemplo:
Adulto: “¿De qué color es la leche?”
Niño: (no responde)
Adulto: ¡Has dicho AZUL!.
Moldeamiento: Se intenta que el niño consiga llegar por “aproximaciones sucesivas” a expresar
palabra o enunciado que se está trabajando. Para ello, el papel del adulto consiste en reforzar
sistemáticamente cualquier aproximación del niño a la conducta meta. Por ejemplo:
Adulto: “¡Mira un mono!.
Niño: “moo”
Adulto: “Si, es un mono!.
Modelado: Hace referencia al papel de modelo que ejerce el adulto, con el objeto de que el
niño imite dicho modelo para instaurar una determinada conducta verbal o para corregir un
error anterior, por ejemplo:
Adulto: “¡Mira un mono, este es un mono, ¡hola mono!, ¿cómo se llama este animal?”.
Niño: “mono”
Opciones binarias: El niño debe elegir entre dos opciones que le presenta el adulto, lo
anterior con el fin de completar información o de clarificar mensajes.
Adulto: ¿Qué tienes, estás triste o tienes sueño?
Niño: Tengo sueño
Adulto: Había una vez tres________, papá ___, mamá ______ y nene _________.
Niño: osos - oso - osa - osito.