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INDIQUE 5 MANERAS QUE LA GLOBALIZACIÓN BENEFICIA AL ECUADOR

La expansión de la democracia en la medida en que no es sólo formal da paso a


una participación mayor de los distintos grupos sociales en la resolución de sus
problemas y posibilita la existencia de una sociedad civil más poderosa por el peso
de la opinión pública internacional.

La revolución de las finanzas y de las comunicaciones que ha llevado a una rápida


internacionalización de las economías y al rol dominante de las sociedades
multinacionales en el contexto de esta nueva economía

En la actualidad presenciamos una transformación que abarca todos los ámbitos de


la vida, lo que algunos llaman el tránsito de la sociedad industrial moderna a la
sociedad post-moderna, suministradora de servicios

El sistema computarizado de negocios hace girar enormes sumas de dinero. El


crecimiento de un mercado mundial de capitales y de servicios financieros escapa
completamente al control de los gobiernos y de los Bancos Centrales.

El progreso tecnológico en las telecomunicaciones ha dado por resultado la


reducción significativa de sus costos. La tecnología de los computadores está
transformando la velocidad y la índole de las comunicaciones.
La comunicación en los procesos de cambio social en América Latina: Bolivia,
Argentina, Ecuador y Venezuela

Introducción
Latinoamérica se ha visto marcada en su desarrollo histórico por el intervencionismo
de los Estados Unidos y su apoyo a sucesivos gobiernos dictatoriales, en la mayoría
de los casos de carácter militar. A comienzos del siglo XX, coincidiendo con una
fase de expansionismo imperialista de EE.UU, se revitaliza la doctrina Monroe por
el presidente Theodore Roosevelt que formula el Corolario de 1904 (Corolario
Roosevelt) para la interpretación de la misma. Lo que se denominaría la política del
Gran Garrote o Big Stick, en defensa de los intereses económicos norteamericanos.
La lógica del “patio trasero”, derivada de la conocida como “doctrina Monroe”, jalona,
como consecuencia, la historia de América Latina de intervenciones armadas
norteamericanas, invasiones, apoyo a golpes de estado, intervenciones encubiertas
de la CIA, formación de cuadros militares y policiales en la conocida como “Escuela
de la Américas”, y un sin número de acciones de carácter político, económico y
simbólico que han pretendido y conseguido subordinar las políticas de los diferentes
estados al sur del Río Grande a los intereses políticos y económicos de los EE.UU.,
especialmente de sus grandes corporaciones.
La aplicación de políticas neoliberales, incluso por los gobiernos democráticos
surgidos después de la desaparición de las dictaduras militares, y el pago de la
deuda externa, creada por estos gobiernos militares, abocó a un encadenado de
situaciones de emergencia social y de respuesta de la mayoría de los pueblos
latinoamericanos en las décadas de los ochenta y noventa del s. XX
Desarrollo
La comunicación en los procesos de cambio social, método ligado preferentemente
al ámbito de las investigaciones jurídicas, aplicado a las legislaciones sobre
comunicación de Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela. Asimismo, se ha
recurrido a técnicas historiográficas como la consulta de fuentes primarias, en lo
tocante al discurso normativo de los estados objeto de estudio y a otros documentos
de carácter multinacional. También se ha realizado una revisión hemerográfica y
bibliográfica de los estudios que han profundizado en la subregión latinoamericana.
Las llegadas al poder en 1998 de Hugo Chávez en Venezuela, en 2006 de Evo
Morales y Rafael Correa, fueron seguidas de procesos constituyentes. Las nuevas
Constituciones expresaban una voluntad de cambio con los gobiernos anteriores y
todas ellas, aunque en mayor medida la ecuatoriana, reseñaban los derechos de
comunicación de la ciudadanía como una ampliación del clásico derecho de libertad
de expresión.

El caso argentino se diferencia formalmente en la ausencia de un proceso


constituyente, pues la Constitución Argentina data de 1853 y ha sido sucesivamente
reformada, siendo 1994 la última vez. Sin embargo, la llegada al poder de Néstor
Kirchner en 2003 puede ser incluida como parte de este bloque de cambio pues el
eje de su política económica fueron la renacionalización de empresas antes
privatizadas y las políticas sociales, con el objeto de salvar a grandes segmentos
de la población de la exclusión y dinamizar la economía de esta forma. Estas
políticas fueron continuadas por la presidenta Cristina Fernández que accede al
poder en 2007. Los resultados parecen satisfactorios a la luz de los datos del Banco
Mundial, que confirman que la clase media en Argentina paso de poco más de 9
millones en 2003 a casi 19 en 2009.
La llegada de Evo Morales al poder articula uno de los cambios simbólicos más
importantes producidos en los últimos años. La ostentación de la presidencia por un
indígena, en una sociedad donde los espacios públicos han estado negados
tradicionalmente los pueblos originarios, confiere centralidad en el nuevo discurso
de cambio a la multiculturalidad y la lucha contra el racismo (Rovira Kaltwasser,
2014). El hincapié del gobierno se centra en la necesidad ineludible de marcar
estrategias públicas comunicativas para garantizar este cambio cultural.
Esto es así porque el panorama boliviano difiere fundamentalmente en un aspecto.
La propia escala de la economía boliviana, que hace que el tamaño de los grupos
mediáticos sea mucho más pequeño y el panorama mucho más atomizado. El
gobierno aún no se ha planteado el establecimiento de un marco regulador porque
en el plano legislativo, las normas referidas a comunicación están dispersas en un
conjunto de decretos y leyes en los que la Comunicación se aborda de forma
tangencial.
La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual es aprobada en Argentina
en 2009. Está Ley deroga la hasta entonces vigente Ley de Radiodifusión 22.285,
promulgada en 1980 por la dictadura militar. Esto supuso el fin tanto de las políticas
de comunicación de la dictadura militar, vigentes aún a través de la permanencia de
marco regulador, como el de las reformas neoliberales posteriores y que habían
ayudado a la creación de oligopolios mediáticos y un desarrollo transnacionalizado
de la comunicación.

La norma se plantea, tanto desde la intencionalidad legislativa, como desde el


propio articulado como un marco que permita el avance de la democratización y
descentralización de las comunicaciones. Supone una diversificación de la oferta y
la necesidad de la participación social en los contenidos. Las más de 300
organizaciones que participaron en la Coalición para una Radiodifusión
Democrática y la articulación de 24 foros participativos constituyeron un impulso
decisivo para llegar a la promulgación de esta ley, pero no cabe duda que fue el
gobierno de Cristina Fernández quien situó en la agenda y el debate público el
problema que para la democratización de Argentina suponía la concentración de los
medios en cuatro aspectos: primero se declara la incompatibilidad de las empresas
telefónicas con la operación del sistema de medios (Garibotto, 2014). También se
destaca una apuesta por el servicio público –con la creación de RTA– con sus
sociedades Canal 7, R. Nacional y sus emisoras descentralizadas. En tercer lugar
se definen unos límites a la concentración, en el caso del cable, en forma cruzada
con otras propiedades, se crea una autoridad de aplicación para el control, de
notable influencia gubernamental y, asimismo, una Autoridad Federal de Servicio
de Comunicación Audiovisual.
En el caso de Ecuador, la Ley Orgánica de Comunicación, de 2013 establece el
servicio universal de RTV e internet (art 35) y un decidido apoyo al servicio público.
Establece en su art. 15 una fuerte política de cuotas (60% de la programación diaria
se destinará a la difusión de contenidos de producción nacional, incluyendo un 10
% de producción nacional independiente). La música nacional deberá representar
el 50 % del contenido de la programación musical. Se establece, asimismo, una
reserva de hasta un 5% de programación de contenidos para los pueblos indígenas
en su Artículo 36.

Busca una distribución equitativa de las frecuencias radioeléctricas y establece que


las frecuencias de radio y televisión se distribuirán un 33 por ciento para medios
públicos, 33 por ciento para medios privados, y 34 por ciento para medios
comunitarios. Establece límites a la concentración cruzada: no más de una
concesión de frecuencia de radio en OM, de radio en FM y una frecuencia de
televisión a una misma persona natural o jurídica en todo el territorio nacional. Un
solo productor no podrá concentrar más del 25% de la cuota horaria.
Quizá el caso más paradigmático del enfrentamiento entre los medios de
comunicación privados y el gobierno haya sido el venezolano. Este enfrentamiento
ha desbordado los límites del territorio venezolano y ha implicado al conjunto de las
corporaciones mediáticas latinoamericanas y aquellas que como el grupo PRISA,
tiene intereses en América Latina.

La satanización del presidente Chávez, primero, y la de su sucesor, el actual


presidente Maduro, es destacable no solo por la intensidad del odio manifestado,
descalificaciones, insultos…incluido el ejemplo que dejó en evidencia la ausencia
de contrastación de fuentes en la falsa fotografía en el hospital, sino por la
persistencia. Desde la llegada de Chávez al poder los enfrentamientos han sido
continuos manteniendo inalterables los niveles de virulencia.
El debate legislativo, sin embargo, no se ha cerrado. La aprobación por el
parlamento venezolano del proyecto de Ley de Comunicación Popular en noviembre
de 2011 marcó el inicio de un debate no solo legislativo, sino también social, que
sin embargo parece congelado y sin fecha de cierre. A pesar de ello, el Consejo
Nacional de la Comunicación popular, en el que están representados todos los
medios comunitarios, ha realizado aportaciones y enmiendas, continuando con el
debate durante este año 2013. Alguno de los artículos del proyecto ha supuesto un
serio enfrentamiento con las empresas de comunicación, especialmente con la
corporación brasileña Globo (Bentes, 2013).
Conclusión
Ante lo expuesto se concluye que se han observado resultados similares entre los
procesos de cambio social vinculados a la comunicación en América Latina,
identificando algunas diferencias que tienen que ver con características propias de
cada sistema mediático debido a la diversidad de los procesos y las estructuras
socioeconómicas, los resultados del trabajo ponen de manifiesto un imaginario
colectivo basado en la democratización de la comunicación y el reto de la
consecución de una verdadera pluralidad de voces en los escenarios
comunicacionales que favorezca un cambio social a medio y largo plazo.
El Estado debería convertirse, pues, en garante de la neutralidad de estos espacios
públicos garantizando las condiciones materiales del acceso a toda la ciudadanía y
los diversos grupos sociales. Esto conlleva en el ámbito comunicativo legislar para
permitir un reparto entre los tres actores fundamentales: el estado, el sector privado
y la denominada como sociedad civil. También debe garantizar que estas medidas
legislativas se inserten en un debate público plural y democrático, que propicie la
creación de un nuevo bloque social que impulse y consolide este tipo de políticas.

Bibliografía

M Becerra (2014): “Medios de comunicación: América Latina a contramano” en


Nueva Sociedad, nº 249, enero-febrero, páginas 61 a 74.

B Díaz Nosty y J Fernández Beaumont (Eds.) (2010): Comunicación, convergencia


e integración en América Latina, Valencia: Fundación del Área Mediterránea
Latinoamericana.

I Ramos y F Sierra (2014): “Economía política y políticas democráticas de comunicación en


América Latina” en Íconos: Revista en Ciencias Sociales, nº 49.
Comunicación para el cambio social: clave del desarrollo participativo

Introducción
La comunicación aplicada al desarrollo económico y social nació en los años
posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y se desarrolló tomando diferentes
características en distintos contextos. Desde 1950, sobre la base de la experiencia
o de planteamientos académicos, surgieron varios modelos que se desarrollaron
paralelamente, con opciones diferentes muy marcadas y, con frecuencia,
irreconciliables, aunque en años recientes existe una tendencia hacia la
convergencia de algunos de esos modelos.
Una de sus premisas principales es que las causas del subdesarrollo son
estructurales, tienen que ver con la tenencia de la tierra, con la falta de libertades
colectivas, con la opresión de las culturas indígenas, con la injusticia social y otros
temas políticos y sociales, y no solamente con la carencia de información y
conocimiento. Estos modelos promueven cambios sociales colectivos antes que
individuales, y acciones de comunicación desde las comunidades y no para las
comunidades.
La participación de los actores involucrados es esencial en las propuestas de
comunicación para el desarrollo, alternativa y participativa, que son las expresiones
más reconocidas de la comunicación para el cambio social.
Ambas corrientes conceptuales la modernización y la participación se han
desarrollado en paralelo durante varias décadas, a veces en abierta confrontación,
tanto en el ámbito teórico como en el terreno de la práctica. A fines de la década de
1990, sin embargo, pudieron rescatarse algunos elementos de convergencia en
modelos que combinan el uso de los medios masivos con la comunicación educativa
y participativa.

Desarrollo
La comunicación para el cambio social aparece a fines del siglo como un paradigma
reformulado, que rescata y profundiza el camino recorrido por la comunicación para
el desarrollo y por la comunicación participativa, mientras incorpora algunas
nociones innovadoras y progresistas de los modelos de modernización. Lo esencial
es que cuestiona el concepto de un desarrollo que no cuente con la participación de
los sectores directamente afectados, y promueve una comunicación que haga
efectiva la participación comunitaria, particularmente de los sectores más pobres y
aislados.
Durante muchos años se impuso la creencia, basada en la superioridad económica
y tecnológica, de que los países más pobres eran de alguna manera responsables
de su propia pobreza. Los modelos basados en la teoría de la modernización
dominante en muchos organismos de cooperación y desarrollo todavía estiman que
son razones culturales las que impiden que los pueblos del Tercer Mundo den el
salto hacia una vida “moderna”.
Los países industrializados vieron la necesidad, por su propia conveniencia, de
ayudar a los países más pobres, empezando por Europa, donde la guerra tuvo
efectos devastadores; de ahí surgió el plan Marshall. Ante la debilidad de las
antiguas potencias europeas, se agudizan las luchas de independencia en las
colonias de África y Asia, y durante las dos décadas siguientes muchos territorios
coloniales acceden a su independencia.
Sin embargo, la política internacional de las potencias occidentales tuvo que
evolucionar, ante la evidencia de que es imposible someter por la fuerza a los
pueblos. Las nuevas estrategias que surgieron para mantener la influencia de los
países industrializados en el Tercer Mundo incluyen la cooperación militar y la ayuda
para el desarrollo, lo cual tiene como función conservar los lazos políticos y
económicos de las potencias con sus ex colonias, y, al mismo tiempo, abrir nuevos.
Durante muchos años se impuso la creencia, basada en la superioridad económica
y tecnológica, de que los países más pobres eran de alguna manera responsables
de su propia pobreza. Los modelos basados en la teoría de la modernización
dominante en muchos organismos de cooperación y desarrollo todavía estiman que
son razones culturales las que impiden que los pueblos del Tercer Mundo den el
salto hacia una vida “moderna”. Implícitamente, estas teorías defienden que el
objetivo de todos los pueblos debería ser la aspiración a una vida material y
espiritual como la que se conoce en el mundo occidental, y que para lograrlo es
imprescindible sacrificar las conquistas sociales, y deshacerse de creencias,
tradiciones y prácticas culturales que son un freno para la modernización (Lerner,
1958).
la industria y de la academia de Estados Unidos de mostrar una mayor sensibilidad
hacia los temas sociales. En el contexto político de la década de los sesenta,
marcado por las manifestaciones de estudiantes contra la guerra de Vietnam, contra
el racismo y a favor de mayores libertades civiles, la industria y el propio Estado
comprendieron que debían atender también los temas sociales (Gumucio-Dragon,
1991).
Los medios masivos de información han sido la columna vertebral de las campañas
de mercadeo social. La publicidad, en los años ochenta y noventa, se globalizó
gracias a la multiplicación de satélites estacionarios, gigantescas redes de televisión
y, más recientemente, Internet. Ciertos productos de punta se convirtieron en
símbolos de bienestar.
En los años ochenta, cuando otros modelos de comunicación popular y participativa
tuvieron su auge, los promotores originales de los modelos de modernización y de
difusión de innovaciones corrigieron en parte su pensamiento, al recoger en sus
escritos que el cambio social no está motivado únicamente por factores económicos,
sino por la cultura y la identidad. Reconocieron que sus premisas originales estaban
demasiado ancladas en bases sicológicas e individualistas, sin tomar en cuenta los
factores políticos y socioculturales específicos a cada contexto. De alguna manera,
estos nuevos planteamientos estaban asumiendo las críticas hechas desde los
modelos comunicacionales participativos, inspirados en las teorías de la
dependencia.
Uno de los modelos mejor estructurados es la denominada comunicación para el
desarrollo, cuyo principal promotor, desde principios de los años setenta, fue la
Organización para la Agricultura y la Alimentación (fao). En ciertos aspectos, la
comunicación para el desarrollo se inspiró en el modelo de la difusión de
innovaciones. Ambos tuvieron como terreno de experimentación el universo rural y
ambos promovieron la introducción de tecnología para mejorar la producción
agrícola. Sin embargo, las similitudes se detienen allí. La comunicación para el
desarrollo hacía énfasis en una tecnología apropiada, que pudiera ser asumida por
el campesino pobre, y planteaba además la necesidad de establecer flujos de
intercambio de conocimiento e información entre las comunidades rurales y los
técnicos y expertos institucionales, en lugar de asumir que la solución era una
“transferencia” unidireccional de conocimientos.
La comunicación para el cambio social es el paradigma más reciente entre los
descritos. De alguna manera ha estado siempre presente, en parte en las
experiencias de comunicación alternativa y participativa, y en parte en las acciones
de comunicación para el desarrollo. Sin embargo, su formulación conceptual
comenzó a gestarse a partir de 1997, a raíz de una serie de reuniones entre
especialistas de comunicación y participación social, convocados por la Fundación
Rockefeller para discutir el papel de la comunicación en los cambios sociales en el
siglo que se avecinaba.
Estas son las principales premisas de la comunicación para el cambio social
(ccs): la sostenibilidad de los cambios sociales es más segura cuando los
individuos y las comunidades afectadas se apropian del proceso y de los
contenidos comunicacionales;
la ccs, horizontal y fortalecedora del sentir comunitario, debe ampliar las
voces de los más pobres, y tener como eje contenidos locales y la noción de
apropiación
del proceso comunicacional;
las comunidades deben ser agentes de su propio cambio y gestoras de su
propia comunicación
los resultados del proceso de la ccs deben ir más allá de los comportamientos
individuales, y tomar en cuenta las normas sociales, las políticas vigentes, la
cultura y el contexto del desarrollo

Conclusión
La comunicación para el cambio social es un proceso vivo, que no es fácil de
capturar con definiciones académicas. Participación comunitaria y apropiación, en
el contexto de los cambios sociales y del desarrollo, que han fracasado debido a la
falta de participación y compromiso de los actores y sujetos del cambio.
Las experiencias de “acceso” a los medios son claramente insuficientes y con
frecuencia resultan en manipulaciones interesadas. Por ello, una condición
indispensable en la ccs es la participación democrática y la apropiación del proceso
y de los contenidos comunicacionales, en los términos descritos más arriba.
la fascinación por las novedades tecnológicas, que a veces se presentan como
condiciones indispensables para el desarrollo, puede derivar en una mayor
dependencia. Innumerables proyectos han fracasado porque fueron dotados de
tecnología que no podían amortizar, ni renovar, ni controlar. La mistificación de la
tecnología sobre la capacidad humana lleva a distorsiones. La comunicación para
el cambio social promueve los procesos, no los instrumentos. El uso de la tecnología
debe dimensionarse de acuerdo con las necesidades de cada proceso
comunicacional. La capacidad de apropiación que desarrollen los actores
involucrados define, en cada etapa del proceso, las características de la tecnología
que debe usarse.
Bibliografía

Communication for Social Change Consortium (2003), Communication for Social


Change: Listening, Learning, Local Voices Leading Change, New York, cfsc.

Fraser, C. y Restrepo, S. (1998), Communicating for Development: Human Change


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Moemeka, A. (1994), Communicating for Development: A New Pan-Disciplinary


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Communication Strategy of Soul City”, en: Journal of International Communication,
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