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Introducción
Por ejemplo: Atletas, que pasan horas cada día practicando un deporte, para competir
en los juegos olímpicos. Su vida está totalmente dominada por ese deporte.
Políticos, que dedican toda su vida, tiempo, dinero, amistades, etc. para lograr
ocupar un puesto importante en el mundo político.
Por la década de los ’60, un joven norteamericano escribió una carta dirigida a su
novia, en la que le informaba de su decisión de romper el noviazgo. En esa carta
expuso su compromiso con el comunismo, como la razón principal por esta decisión.
Leamos lo que escribió:
“Nosotros los comunistas morimos a cada rato. Nos disparan, nos ahorcan, nos
encarcelan, nos ridiculizan, nos despiden de nuestros trabajos, y hacen nuestra
vida imposible en muchas maneras. Un porcentaje de nosotros morimos, o somos
encarcelados. Vivimos en gran pobreza. Entregamos al Partido Comunista todo el
dinero que nos sobra.
Nosotros los comunistas tenemos una filosofía de vida que ningún monto de
dinero podría comprar. Tenemos una causa por la cual luchar, tenemos un propósito
muy claro en la vida. Subordinamos nuestros deseos personales para poder
promover un gran movimiento mundial. Hay una cosa de la cual estoy muy en serio, y
es la causa del comunismo. Ella es mi vida, mi negocio, mi religión, mi pasatiempo, mi
enamorada, mi esposa, mi amante, mi comida y bebida. Todo el día me dedico a esta
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causa, y por la noche sueño con ella. Por lo tanto, no puedo tener una amistad, un
enamoramiento, ni siquiera una conversación, sin relacionar todo con esta causa que
está guiando y conduciendo mi vida…Ya estuve en la cárcel por esta causa, y si sea
necesario estoy dispuesto a morir por ella”.
¡Ojalá tuviéramos más creyentes con esta clase de compromiso espiritual! La realidad
es que la vida cristiana requiere de esta clase de compromiso absoluto. Pablo lo
expresa elocuentemente, en pasajes tales como Gál 2:20 o Fil 3:8-14.
¿Quiénes fueron estos creyentes? Eran los miembros de “las iglesias de Macedonia”
(v.1). Seguramente había varias iglesia en Macedonia, pero solo conocemos bien a dos
de ellas. La Iglesia en Filipos (Hch 16:6-12), y la Iglesia en Tesalónica (Hch 17:1-4).
Pablo no nos deja en duda acerca del origen del tremendo compromiso espiritual de
estos creyentes en Macedonia. Afirma que se debía a “la gracia de Dios” que fue dada
a estos creyentes (2 Cor 8:1). ¿Cómo se dio esta “gracia”? La gracia de Dios se
manifestó en tres maneras particulares
ii. La obra del Espíritu Santo. Cuando Pablo predicó el evangelio en Filipos,
halló que Dios había preparado el corazón de Lidia, para escuchar la
Palabra de Dios (Hch 16:14). Cuando se dio el terremoto, y el carcelero
estaba por matarse, Dios tocó su corazón, y exclamó a Pablo, “¿qué debo
hacer para ser salvo?” (Hch 16:30). Evidentemente el Espíritu Santo estaba
obrando poderosamente en la vida de estas personas. Luego, como creyentes,
estas personas manifestaron un tremendo compromiso espiritual.
Por un lado, se debió a la soberanía de Dios. Sin embargo, por otro lado, se debió a la
predicación del verdadero evangelio. Si no predicamos el verdadero evangelio, no
podemos esperar que la gracia de Dios se manifieste; y si esta gracia no se manifiesta,
entonces nuestras iglesias no estarán llenas de creyentes comprometidos con el Señor,
como los creyentes en Filipos y en tesalónica.
ADVERTENCIA:
Es más, si somos líderes, y vivimos una vida cristiana ‘diluida’, entonces produciremos
cristianos con una vida espiritual ‘diluida’.
a. En una Entrega al Señor (“se dieron a sí mismos primero al Señor”, 2 Cor 8:5)
El contexto de 2 Cor 8 es la ofrenda que Pablo había pedido para los creyentes pobres,
en Jerusalén. Al escribir a los creyentes en Corinto, motivándoles a ser generosos en
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dar, Pablo cita el ejemplo de los creyentes en Macedonia. Lo que hicieron fue algo
tremendo, que impresionó profundamente a Pablo (2 Cor 8:2-4).
¿Cómo explicar esta generosidad, y deseo ferviente de dar en forma tan sacrificial?
Pablo responde - ¡Se dieron primero al Señor! 2 Cor 8:5. ¡Qué tremendas palabras
de Pablo! Esta es la primera manera en la que se debe manifestar el compromiso
espiritual del creyente. Tenemos un ejemplo de ello en 1 Tes 1:9-10.
El evangelio que Pablo predicó, les llevó a entender que sus vidas ya no les pertenecían
(ver Rom 8:22). Lo podían ver ilustrado en la vida de Pablo (Gál 2:20; 2 Cor 4:5; 1
Tes 2:4-8). Por ende, cuando comenzaron a vivir la vida cristiana, la vivieron con
compromiso. En un sentido, era natural que lo hicieran – porque lo habían escuchado
en la predicación, y lo habían visto en la vida de Pablo (ver Hch 16:25, 40; 1 Tes 2:1-12).
Pablo encontró, para su gran agrado, que los creyentes en estas iglesias no solo se
entregaron al Señor, sino que también se entregaron a Pablo, y a su tarea apostólica,
con la cual se sentían identificados. Por ende, cuando Pablo necesitaba algo, o pedía
algo, estos creyentes estaban dispuestos a dárselo con liberalidad.
Lo apoyaron:
ADVERTENCIA:
Tomemos Fil 1:9-11 como una oración personal, y a las iglesias de Macedonia como un
ejemplo y desafío personal.