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DESÓRDENES ALIMENTICIOS

Vivimos en una sociedad que prima la imagen corporal como uno de los valores a tener
más en cuenta en la valoración personal. En este ámbito, la «obsesión» por mostrar un
cuerpo acorde a los canones de belleza actuales, lleva en muchos casos a problemas
o trastornos alimentarios. La voluntad de delgadez extrema o el sentimiento de
culpabilidad de ingesta de comida son los grandes causantes cognitivos de estos
trastornos.
Se ha encontrado que entre 1 y 2% de las mujeres padecen de anorexia nerviosa (AN), y
entre 1 y 3% padecen bulimia nerviosa (BN). Estos trastornos se presentan en una
proporción de 10 a 1 en las mujeres con respecto a los varones, aunque en los últimos años
se ha incrementado el número de varones que los padecen. Generalmente el inicio de los
trastornos de la conducta alimentaria es de los 14 años hasta los 20. Estos datos sugieren
que las mujeres padecen más presión social que los hombres para adaptarse a los
canones de belleza. En este sentido, las campañas publicitarias y la industria audiovisual
es muy importante. Seguir haciendo hincapié en estos estereotipos no ayuda a cambiar el
modelo de presión social.
Cuando se detecta un caso de trastorno alimentario, se debe acudir a un/a profesional
siempre. Dependiendo de la gravedad, la intervención será ambulatoria o con ingreso. En
muchas ocasiones se requiere el ingreso, debido al deterioro físico y cognitivo. El ingreso
no debe ser valorado como un estigma, sino como oportunidad para revertir la situación. En
cualquier caso, la intervención no debe ir encaminada sólo a la persona afectada, sino
que también debe ir enfocada a la familia y al entorno. Comprender lo que ocurre y
saber como actuar es fundamental en estos casos.
Los trastornos alimentarios afectan a millones de personas en todo el mundo. Son más
comunes en aquellas culturas que se centran en el peso y la imagen corporal y pueden
afectar a personas de todos los géneros, razas, edades y orígenes étnicos. Las personas
que tienen una imagen corporal negativa y las que hacen dieta corren el riesgo de
desarrollar trastornos de la alimentación como la anorexia nerviosa, la bulimia, el trastorno
por excesos compulsivos en las comidas (atracones) o una patología llamada Otro
Trastorno Especificado de la Alimentación (OSFED, por sus siglas en inglés). Los trastornos
alimentarios tienen graves consecuencias para la salud y requieren tratamiento. La
recuperación es posible con la ayuda de profesionales de la salud especialmente
capacitados y con el apoyo familiar.
¿Qué son los trastornos alimentarios?
Los trastornos alimentarios son patologías psicológicas complicadas que afectan la salud
física y emocional de una persona. Implican emociones y conductas intensas con respecto
a la comida. Estos trastornos son enfermedades muy peligrosas que pueden tener
consecuencias físicas y psicológicas permanentes si no son tratadas.
Los cinco tipos de trastornos de la alimentación son la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa, el trastorno alimentario compulsivo, el trastorno OSFED, y el trastorno por
evitación o restricción de la ingesta de alimentos (ARFID, por sus siglas en inglés).
La anorexia nerviosa implica una restricción alimentaria (limitar o no tener ciertos alimentos
o grupos de alimentos). Las personas con anorexia limitan drásticamente su ingesta de
alimentos y tienen un intenso temor a subir de peso, aún cuando el mismo sea
considerablemente bajo.
La bulimia nerviosa (pronunciado: bull-e-me-ah) involucra la alternancia entre ciclos de
atracones y conductas de purga. Las personas con bulimia comen una cantidad
inusualmente abundante de comida en un corto período de tiempo, y luego se ejercitan de
forma excesiva o se purgan auto- induciendo el vómito, usando laxantes, enemas o
diuréticos, en un intento por evitar la suba de peso.
El trastorno alimentario compulsivo (atracón) implica comer una cantidad inusualmente
grande de comida en un corto período de tiempo y sentir una pérdida de control durante
este episodio. Las personas que padecen este trastorno no se purgan después, pero a
menudo sienten vergüenza o culpa por su conducta.
El trastorno OSFED implica una especie de combinación de los síntomas de otros trastornos
de la alimentación, tal como el intenso miedo al aumento de peso y la preocupación por los
alimentos (por ejemplo, pensar en la comida o tener pensamientos relacionados con los
alimentos durante la mayor parte del día). Muchas personas con OSFED tienen síntomas
de los otros trastornos alimentarios, pero es posible que no se encuadren dentro de los
criterios clínicos exactos y, por lo tanto, tienen un diagnóstico de OSFED.
El trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos (ARFID) implica que la
persona que lo padece no come lo suficiente, lo cual se manifiesta por un peso poco
saludable, una deficiencia nutricional y/o una interferencia con respecto al funcionamiento
social. La principal diferencia entre la anorexia y el trastorno ARFID es que una persona
con ARFID no tiene miedo de aumentar de peso ni se preocupa por la imagen corporal. En
el caso del ARFID, el paciente tiene una lista de alimentos restringida, es extremadamente
selectivo con la comida, o demuestra miedo a reacciones adversas relacionadas con los
alimentos, como el atragantamiento o vómitos.
Conducta alimentaria de riesgo (alimentación disfuncional pre-patológica) es una expresión
que se usa para describir a alguien que no tiene un trastorno alimentario diagnosticado,
pero cuyos patrones y comportamientos con respecto a la alimentación le ponen en riesgo
de desarrollar un trastorno alimentario. Por ejemplo, la anorexia puede comenzar cuando
hacer dieta se vuelve una conducta extrema; el trastorno por atracón o la bulimia pueden
comenzar porque al hacer dieta, a menudo se restringe la cantidad y los tipos de alimentos,
de modo tal que cuando esa dieta se rompe, esto puede llevar a una alimentación
irrefrenable y a la pérdida del control sobre los alimentos. A veces, una alimentación
extremadamente saludable – lo cual se conoce como “ortorexia” – no es un trastorno
alimentario diagnosticable, pero aún así puede llegar a convertirse en un problema si
interfiere con la salud o con el funcionamiento cotidiano.
Las tasas de prevalencia o la frecuencia con que ocurren los trastornos de la conducta
alimentaria varían según cada trastorno. Mientras que la anorexia nerviosa y la bulimia
nerviosa son bastante raras, el trastorno por atracón y el OSFED son ligeramente más
comunes. Un estudio realizado en 2011 estimó que el 0,3% de los estadounidenses entre
las edades de 13 a 18 años padecían de anorexia, el 0,9% de bulimia y el 1,6% de trastorno
por atracón (Swanson et al., 2011). Las estimaciones con respecto al trastorno OSFED
difieren de un estudio a otro, pero pueden alcanzar un 15%.
Imagen Corporal y Autoestima: Los adolescentes están constantemente expuestos a
estándares estéticos poco realistas que son publicitados por los medios, como las imágenes
retocadas con aerógrafo, modelos extremadamente delgadas e imágenes de celebridades
que aparecen permanentemente en las redes sociales, y pueden sentirse presionados a
perder peso o a verse de una cierta manera. Debido a estas presiones, muchos
adolescentes desarrollan una imagen corporal de sí mismos y una autoestima negativas.
Es importante para los adolescentes encontrar maneras de sentirse cómodos con la forma
y el tamaño natural de sus cuerpos.
Distorsión del Cuerpo: La distorsión del cuerpo se da cuando alguien ve la forma, el tamaño
y la apariencia de su cuerpo de manera diferente a como lo ven los demás. La distorsión
del cuerpo hace que una persona se centre obsesivamente en defectos o imperfecciones
que la hacen sentir insegura. La mayoría de las personas que luchan con un trastorno
alimentario tienen problemas de distorsión corporal y, a menudo, se preocupan por cómo
se ven o qué pensarán las personas sobre ellos. Estos pensamientos negativos pueden ser
difíciles de eliminar, y es útil aprender estrategias positivas de diálogo interno con un
terapeuta.
¿Cómo puedo mejorar mi imagen corporal?
Anota aquellas cosas que tu cuerpo puede hacer cuando está sano (por ejemplo, correr,
bailar, hacer caminatas, andar en bicicleta, etc.).
Haz una lista de diez (10) cualidades que te agraden de tu personalidad (por ejemplo, tu
solidaridad, tu responsabilidad, tu carácter divertido, tu inteligencia, tu creatividad, etc.).
Haz una lista de los logros de los cuales te sientes orgulloso/a.
Compra ropa con la que te sientas cómodo/a y regala aquella que te haga sentir
acomplejado/a o incómodo/a.
Relájate usando todos tus sentidos. Toma un baño, escucha música, juega, canta o medita.
Pasa tiempo en compañía de personas positivas que te hagan sentir cómodo/a y delante
de las cuales puedas mostrarte tal como eres.Ten siempre presente que el cuerpo de cada
persona es único y que no todos deben tener la misma forma o tamaño.Adopta una actitud
crítica con respecto a los anuncios publicitarios, revistas y medios de comunicación. Son
muchas las personas que escriben cartas a una empresa si encuentran que sus anuncios
o artículos son desagradables o hirientes.
Sonríe a tu propia imagen cuando te miras al espejo. Puedes sentirte extraño al principio,
pero después de un tiempo, puedes comenzar a notar una diferencia en la forma en que te
ves a ti mismo/a.
¿Qué hago si creo que mi amiga/o tiene un trastorno alimentario?
Puede resultar muy difícil acercarse a los amigos cuando crees que están sufriendo un
trastorno alimentario. Las personas con trastornos de la alimentación pueden estar en un
estado de negación y, por lo tanto, es probable que estén muy a la defensiva sobre sus
conductas. También tienden a ser muy reservados acerca de sus comportamientos y, a
menudo, se niegan a hablar sobre sus problemas. A pesar de las fuertes reacciones de
resistencia y negación, es muy importante continuar tratando de ayudar a alguien que te
importa. En la mayoría de los casos, estas personas necesitan ser apoyadas y alentadas
por amigos y familiares para ayudarlos a dar el primer paso en búsqueda de tratamiento.
¿Qué sugerencias hay para apoyar a alguien que me importa?
Habla sobre el tema de una manera solidaria y compasiva.
Recuérdale cuánto te interesa y lo importante que es para ti.
Lee tanto como puedas sobre los trastornos alimentarios para entender mejor por lo que tu
amigo/a está pasando.
Sé directo.
Conversa con él/ella en privado, no delante de otras personas o en público.
En lugar de usar el pronombre que se refiere a tu amigo/a, habla en primera persona (por
ejemplo, “[Yo] he notado que has estado comiendo menos”, o “[Yo] he observado que
siempre vas al baño después de las comidas”).
Sé paciente y ve despacio, ya que a tu amigo/a puede llevarle un tiempo aceptar que tiene
un problema y admitir que está luchando contra el mismo.
Procura estar siempre presente como una fuente de apoyo y alienta a tu amigo/a a buscar
tratamiento, si es necesario.
Si te sientes incómodo al hablar con él/ella de modo directo o sientes que no te escucha,
escríbele una carta.
Habla con tus propios padres o con un profesional, como un maestro, un consejero escolar,
un proveedor de atención médica, una enfermera u otro adulto de confianza que respetará
la privacidad de tu amigo/a.
Hazle sentir a esa persona que cuenta con tu apoyo.
Siempre evita lo siguiente:
Sonar amenazante o crítico.
Hablar de comida o peso corporal.
Ofrecer consejos relacionados con la alimentación, el ejercicio, etc.
Controlar qué y cuánto comen estas personas.
Actuar como “policía de alimentos” (es decir, observar o comentar sobre todo lo que comen),
lo cual podría hacer que se sientan incómodos y que no confíen en ti.
Recuerda, estás allí para apoyar y ser una fuente de aliento durante todo el proceso, no
para actuar como terapeuta ni para decirles qué tienen que hacer.

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