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UNA BUENA COMUNICACIÓN

INTRODUCCIÓN

Moisés
EXODO 18: 13-26

I. QUÉ ES LA COMUNICACIÓN:
- “Con frecuencia suponemos que cuando se mueven los labios de una persona se está produciendo una
comunicación. Pero la conversación es una actividad que comprende dar y recibir información.

- “Conversar consiste en algo más que el mero intercambio de palabras o información. Mediante la
conversación podemos expresar nuestros sentimientos, dar expresión a nuestras emociones,
aclarar nuestros pensamientos,
-
- Reforzar nuestras ideas y establecer contacto con las otras personas , e incluso nuestra postura y
ademanes son importantes en nuestra comunicación”.

- La vida es el mejor medio de comunicación.

- Nade es más convincente como lo ejemplo.

- Lo que importa es predicar lo que se vive y vivir lo que se predica

II. PRINCIPIOS CRISTIANOS DE COMUNICACIÓN

1. Para hablar lo que convine, debemos tener buena voluntad; actuar de buen corazón.
Proverbios 25:11: “Manzanas de oro con figuras de Plata en la palabra dicha como conviene”

2. El Secreto de comunicación no consiste en hablar, sino en saber escuchar.


“Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio” Proverbios 18:13

3. El Secreto de la comunicación al errar, al equivocarnos, es admitir, perdonar y olvidar.


“Confesaos vuestras ofensas los unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración
eficaz del justo puede mucho ”
Santiago 5:16

4. La comunicación involucra a la Persuasión Cristiana


“Hay representantes de Cristo que piensan que las almas se entregan al Señor con solo exponerlas al
mensaje de salvación. Sin embargo para ser efectiva, la predicación del evangelio debe de ir acompañada
de la persuasión” “La Persuasión Cristiana” Ricardo Norton

La Palabra persuasión proviene del vocablo péitho


Positivo Negativo
Convencer Engañar, seducir
Gálatas 5:7 Vosotros corríais bien: ¿quién os embarazó para no obedecer la verdad?

Gálatas 5:8 Esta persuasión no es de aquel que os llama.


Gálatas 5:9 Un poco de levadura leuda toda la masa.
Romanos 8:38 Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades,
ni lo presente, ni lo por venir,
Romanos 8:39 Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en
Cristo Jesús Señor nuestro.
III. JESÚS Y LA PERSUASIÓN
La autoridad de Jesús que desplego en sus predicaciones fue fundamental para persuadir a sus
auditorios.
“Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas” (Marcos 1:22)
Sus enseñanzas coincidían tan bien con sus acciones, que la gente no las podía separar.
1) Una realidad
Otra lección que aprendemos de Jesús, es que los esfuerzos para convencer a la gente no son
siempre fructíferos.

2) La Persuasión y los Milagros


“Jesús dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis”. Juan 4:48

Muchos predican que los milagros y prodigios son elementos genuinos que los cristianos debieran
usar hoy para persuadir a los pecadores y atraerlos a la iglesia.

Algunos, incluso, van al extremo de proclamar que la verdadera iglesia de Dios debe reconocerse
hoy en Día por la manifestación de milagros.

“La generación adultera y mala demanda señal; pero señal no le será dada” (Mateo 12:39)

“Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él”. Juan 12:37

3) Casos:
David Koresh 19 de abril de 1993. 76 personas murieron con él.

Jim Jones, muchos se suicidaron por su manipulación.

IV. LA NATURALEZA DE LA PERSUASIÓN

1. El contenido del mensaje puede ser bueno, pero si no se lo comunica apropiadamente no producirá
resultados deseados

2. La persuasión se produce cuando el mensaje logra que los miembros de una audiencia cambien
voluntariamente sus actitudes, creencias y comportamientos. Esta forma de influir en la gente sin el uso
de la fuerza o la autoridad es la base de la persuasión cristiana.

3. La fuente de autoridad en la persuasión cristiana proviene de la Biblia y del Espíritu Santo, no de


elementos humanos.

4. La persuasión perdurable es más que el despliegue ocasional de elocuencia y el uso de técnicas de


parte del persuasor. La persuasión duradera es un proceso que establece un sistema de relación
continua entre el orador y el oyente. Esta relación se alimenta mutuamente por elementos entre el
orador y el oyente por causa de la necesidad.

“A nosotros también se nos da la misma comisión. Se nos ordena que avancemos como mensajeros de
Cristo, a fin de enseñar, instruir y persuadir a hombres y mujeres, instándoles a prestar atención a la
palabra de vida. A nosotros también se nos asegura la permanente presencia de Cristo. Cualesquiera
fueren las dificultades con las cuales tengamos que contender, cualesquiera las pruebas que debamos
soportar, la siguiente promesa llena de gracia nos pertenece constantemente: "He aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Manuscrito 24, 1903).

1) Conocemos la Verdad
2) Tenemos la mensaje
3) Tenemos la misión
4) Como comunicadores, ¿qué nos falta?

 "Todos que están relacionados con el trabajo de Dios deben llevar las ideas nuevas." Evangelismo,
p. 178
 "Dios quiere que usamos los nuevos métodos, aún no probados." Evangelismo, p. 125
 "Pero el maestro de la sagrada verdad sólo puede comunicar lo que sabe de la experiencia de su
propia vida." Parábolas de Jesús, p. 43

V. ¿VAMOS A CUMPLIR CON LA MISIÓN?


“Dios no escoge siempre, para su obra, a los hombres de talentos más destacados sino a los que mejor
puede utilizar. "Delante de la honra está la humildad." (Prov. 15: 33.) El Señor puede obrar más
eficazmente por medio de los que mejor comprenden su propia insuficiencia, y quieran confiar en él como
su jefe y la fuente de su poder”.

PP, pág. 553


“El permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos abandone, el pelear
las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba.
Testimonios para la Iglesia, t.5, pág.128

En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de
su traición” Testimonios para la Iglesia, t.5, pág.128

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