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El suicidio y su prevención a través de impresos.

Chapter · February 2011

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Tania Rodríguez Salazar Raúl Armando Santana Rivas


University of Guadalajara Universidad Marista de Guadalajara
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CAP  8  EN:  Rodríguez,  T  (2011)  Discursos  e  imágenes  en  movimiento.  Siete  estudios  de  
comunicación  y  cultura,  Guadalajara,  CUCSH-­‐DECS  UdeG    

El suicidio y su prevención a través de impresos


Tania Rodríguez Salazar y Raúl Armando Santana Rivas1

Introducción2

El suicidio es un tema controvertido como tantos otros que evocan discusiones sobre la vida
humana y la libertad de elegir. No obstante, en nuestro país no suele generar debates
públicos intensos, no ha sido sujeto de amplias discusiones legislativas ni bandera de
asociaciones civiles, más allá de propuestas aisladas sobre la eutanasia y medidas muy
generales para la prevención del suicidio. En el caso específico de Jalisco solamente
tenemos noticia de la creación de la Red Interinstitucional para la Prevención del Suicidio3
que opera de modo intermitente, de una propuesta legislativa para establecer un “Día estatal
contra el suicidio” (El Informador, 25-04-05, 11B) que no ha tenido mayor resonancia ni
parece haber sido discutida en el Congreso del Estado.4

Las discusiones públicas sobre el suicidio en esta entidad son escasas y responden más a la
búsqueda de mayor visibilidad de ciertas instituciones y de mayor presupuesto
gubernamental que a la reflexión sobre el asunto y su prevención. En particular, los
instrumentos de prevención del suicidio tienden más a la difusión recurrente de argumentos

                                                                                                                       
1
Tania Rodríguez es Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara, es experta en
el tema de representaciones sociales y es coordinadora del Departamento de Estudios de la
Comunicación Social. Raúl Santana es egresado de la Maestría en Ciencias Sociales por la
Universidad de Guadalajara, periodo 2008-2010.
2
Este trabajo pertenece a una investigación más amplia que se presenta a la par de la tesis de
Maestría en Ciencias Sociales: “Estudio de los discursos sobre el suicidio en la prensa local de
2005 a 2009: El suicidio y los suicidas desde el saber autorizado en los diarios El Informador y
Público”. Por parte de Raúl Armando Santana Rivas.
3
Esta red se fundó en el año 2003 y está integrada por organismos gubernamentales (SALME,
Secretaría de Salud del Gobierno de Jalisco), académicos (Universidad de Guadalajara),
eclesiásticos (Centro de Espiritualidad Diocesano de Intervención en Crisis) y ciudadanos. Su
principal propósito es “prevenir el suicidio dentro de nuestra entidad a través de diversas
actividades como campañas, congresos, conferencias etc”.
4
A nivel nacional encontramos la Asociación Mexicana de Suicidología A.C. (AMS) creada en
septiembre de 2006 con sede en León, Guanajuato que realiza actividades y se integra con
miembros que tienen participación a nivel nacional e internacional:
http://suicidologia.org.mx/directorio.php
o pseudo-argumentos que están a medio camino de lo religioso-moral y lo médico-
científico para indicar que el suicidio es un problema, que la solución es la prevención, y
que tal prevención es prácticamente mental, sea psicológica o psiquiátrica.

En este capítulo analizaremos el discurso de un conjunto de materiales de prevención


elaborados y difundidos bajo los sellos del Instituto Jalisciense de Salud Mental (SALME)
y la Red de Prevención del Suicidio en el estado de Jalisco. Dichos materiales son
considerados ejemplos para ponderar cómo se habla sobre el suicidio y su prevención desde
las instituciones locales que atienden esta problemática. Se trata de trípticos que pretenden
informar a sus lectores de las posibilidades de prevención del suicidio, de las señales de
alarma, así como de los servicios que se ofrecen para apoyar a alguien que enfrenta esta
posibilidad. No obstante, en sus contenidos se encuentran implícitas mezclas de valores
religiosos-morales con médicos-científicos que limitan5 las posibilidades de hablar sobre el
suicidio de manera más abierta a la experiencia de quienes están implicados en el asunto.6
Los mensajes sobre el suicidio que aquí analizamos provienen de instituciones oficiales por
lo que tienden a reflejar la visión gubernamental sobre el fenómeno que podría contrastarse
con otras perspectivas (no obstante, en este trabajo no pretendemos hacer esa comparación).
En ellos podremos observar determinadas representaciones sobre el suicidio y discursos
predominantes en la propuesta de intervención.

Los trípticos para la prevención del suicidio

Nuestro interés en estos materiales preventivos consiste en valorar cómo están informando
sobre el tema del suicidio, cómo cumplen la tarea de promover actitudes o
comportamientos favorables a la prevención y cómo tales mensajes se conectan con

                                                                                                                       
5
Estas limitantes (estigmatización, dramatización y univocidad en el abordaje) han sido identificadas y
sometidas a discusión en algunos foros locales, incluso por uno de los autores de este capítulo: “En nuestra
entidad existen importantes iniciativas y recursos que apuntan a un tratamiento del suicidio cada vez más
eficaz. Desde el punto de vista de este trabajo es claro que se está comenzando a abrir un campo de
investigación sobre el suicidio que sea adecuado para nuestra región. Es bajo esa intención que he señalado la
importancia de intentar incluir mas investigaciones, establecer un dialogo más constante y respetuoso entre
los distintos profesionistas y autoridades, así como dar voz a las personas directamente implicadas en el
problema.” (Santana, 2009:9)
6
Para obtener una síntesis actual de los estudios cualitativos en Suicidología, ver: Hjelmeland & Loa (2010)
“Why we need qualitative research in suicidology” en: Suicide and Life-Treatening Behavior 40 (1) Feb,
2010. The American Association of Suicidology.
representaciones particulares del fenómeno del suicidio, el acto de suicidarse y la persona
que se suicida.

Estos materiales son de carácter impreso y están dirigidos a lectores individuales, si bien
suelen ser distribuidos en colectivos (por ejemplo en escuelas o talleres grupales) y suelen
estar a disposición en ciertas dependencias de salud. La prevención del suicidio impulsada
por el SALME y la red citada se vincula con la atención en la línea telefónica de
intervención en crisis (075) del estado de Jalisco, México, cuyo enfoque de atención es
principalmente psiquiátrico con opción de internamiento.

Es importante señalar que los productos comunicacionales que analizaremos formaron parte
de campañas de prevención más amplias que no solo contemplaban la distribución de
impresos, sino también la implementación de talleres informativos y la organización de
foros especializados. Desafortunadamente no hemos podido obtener datos confiables que
nos permitan valorar las acciones de prevención del suicidio -ni la vitalidad de la red de
prevención- mediante la identificación del número de campañas implementadas por año, las
estrategias y los productos comunicacionales utilizados.

Nuestra impresión es que las acciones de prevención auspiciadas por el SALME y la red de
prevención no son tan sistemáticas como sería deseable7.   Cabe aclarar que esto no es
exclusivo de la atención del suicidio en el caso de Jalisco, sino que más bien es una
tendencia general en la promoción para la salud en los países del tercer mundo. Alfonso
Gumucio, a partir de la reflexión en torno a distintas experiencias, encuentra que la
“promoción de la salud” suele reducirse a la “diseminación de mensajes”, que las acciones
“han estado dominadas por el personal de salud y no por personal especializado en
comunicación”, tienen un carácter improvisado, y se suelen privilegiar las campañas de un
solo día (los días internacionales o mundiales). Lo anterior aunado al hecho de que se
destinan más recursos a la curación que a la “educación y la comunicación para la
prevención”. Con el mismo sentido crítico señala que los mensajes de las campañas “se
                                                                                                                       
7
Idealmente un sistema de prevención integraría distintos actores sociales de manera efectiva, llámense
políticos, científicos, comunitarios, institucionales, etc. Esto parece suceder en otros casos de redes de
prevención como “Último recurso” de Uruguay, Centro de Apoyo al Familiar del Suicida en Argentina o
“Amigos da vida” en Brasil, en los tres casos, estas redes forman parte de una estrategia nacional de
prevención del suicidio.
reducen a consignas despojadas de análisis, mensajes unilaterales de ‘pensamiento único’,
que no toman en cuenta variables socio-económicas o culturales” (Gumucio, 2010: 74)”.

En el caso que nos ocupa el carácter precario de las medidas de prevención del suicidio
podría deberse a muchas causas, entre ellas el escaso presupuesto destinado a la
prevención8, así como a los cambios en las administraciones del Gobierno Estatal, cuyas
autoridades establecen campañas y programas que inician unos y otros abandonan, sin
buscar la continuidad y un seguimiento de sus resultados.

Lo que hemos podido observar es la ausencia de registros oficiales al alcance de los


ciudadanos sobre las campañas implementadas, periodos de duración, difusión y resultados,
en las visitas realizadas al SALME. Por otra parte, un indicador adicional de la precariedad
de la prevención del suicidio es justamente el diseño de los trípticos que nos interesa
analizar en este trabajo. Se puede observar que los textos se repiten con variaciones
menores, algunos tienen erratas y el diseño gráfico es poco profesional.

Estrategia metodológica

Uno de los autores de este capítulo, Raúl Santana, se dio a la tarea de identificar todos los
materiales preventivos que ha publicado el SALME y la red citada, acudiendo a las oficinas
del primero y otras instancias participantes como el Departamento de Clínicas de Salud
Mental de la Universidad de Guadalajara, el Centro de Salud número 3 y las oficinas de la
Región Sanitaria X, Zapopan (ambos de la Secretaría de Salud Jalisco) para obtener dichos
materiales. Como resultado de esta búsqueda se identificaron siete trípticos:
                                                                                                                       
8
  En 2005 Héctor Pérez Plazola, Secretario General de Gobierno en ese año, puntualizó con respecto al
requerimiento de intensificar y hacer permanentes los programas de prevención del suicidio mediante
campañas en los medios de comunicación que “son costosas y no se cuenta con un presupuesto específico
para tal fin, por lo que aún son limitadas” (Público, 25-04-05). Por otra parte en el año 2007 el director del
Instituto Jalisciense de Salud Mental (SALME) lamenta la falta de recursos: “El director del Instituto
Jalisciense de Salud Mental (Salme), Daniel Ojeda Torres, lamentó que las 44 instituciones que conforman la
Red Estatal para la Prevención del Suicidio no cuenten con un presupuesto que les permita tener el personal
necesario para llevar a cabo un trabajo permanente. Agregó que los recursos son proporcionados por el
Instituto Jalisciense de Salud Mental pero que no están etiquetados para la red. Calculó que requieren un
presupuesto anual de tres millones de pesos para contratar más personal que se dedique sólo a ofrecer pláticas
preventivas en escuelas, centros de trabajo, asociaciones no gubernamentales y lanzar campañas permanentes:
Invertimos lo que podemos, este año vamos a invertir alrededor de cien mil pesos, que es lo que nos ha
costado esta campaña semanal.” (Público, 10-09-07).  
Título de los trípticos Siglas para su
identificación
1. ¡Con ánimo de vivir! Campaña Estatal contra la Depresión. Suicidio CECD, 2005
(SALME, 2005)
2. Los jóvenes en la prevención del suicidio (SALME, 2005a) JPS, 2005
3. Los maestros en la prevención del suicidio (SALME, 2005b) MPS, 2005
4. La familia en la prevención del suicidio (SALME, 2005c) FPS, 2005
5. Día Mundial para la prevención del suicidio. Más conocimiento, más DMPS, 2006
esperanza (SALME, RED, 2006)
6. Prevención del suicidio en las diferentes etapas de la vida. Día Mundial para DMPS, 2008
la prevención del suicidio (SSJ, RED, 2008).
7. Haz que el color vuelva a la vida ¡es posible! Día Mundial para la DMPS, 2009
prevención del suicidio. Prevención del suicidio en las diferentes culturas
(SALME, 2009)

Como se puede observar en los títulos el número 1 se enmarca en una campaña estatal
contra la depresión (2005) –el cual parece haber sentado las bases de los textos que
aparecen en los demás trípticos-; los números 2, 3 y 4 son trípticos diferentes difundidos en
talleres realizados en el marco de las “Jornadas de prevención y atención ‘Todos por la
familia’ Prevención del suicidio” dirigidos a jóvenes, maestros y padres respectivamente
(2005); y finalmente, los números 5, 6 y 7 estructuran su contenido a partir del día
mundial para la prevención del suicidio (2006, 2008 y 2009). Todos estos materiales se
continúan distribuyendo ocasionalmente en los organismos de la red y difundiendo a través
del sitio web del SALME9. En lo sucesivo nos referiremos a los materiales preventivos 2, 3
y 4 como trípticos dirigidos a grupos sociales y a los 5, 6 y 7 como trípticos
conmemorativos y citaremos los contenidos provenientes de cada uno a partir de las siglas
que aparecen en la tabla.

El análisis que realizamos contempla como muestra estos siete trípticos producidos en los
primeros años de la década del 2000 y reproducidos con cambios menores en
administraciones gubernamentales subsecuentes. Estos materiales constituyen el tipo de

                                                                                                                       
9
El taller en que originalmente se difundieron se tituló “Dale vida a tu vida”. Las guías educativas se pueden
encontrar en http://salme.jalisco.gob.mx/promocion.html
publicaciones de prevención con las que las personas podrían encontrarse en su vida diaria
en el contexto local estudiado. Desafortunadamente no podemos valorar qué tan exhaustiva
o representativa es la muestra seleccionada, pues, como mencionamos antes, no tenemos
datos confiables del número campañas y de impresos preventivos que se han producido
localmente e incluso las instituciones participantes no parecen contar con un registro
sistematizado de los mismos. Por esta razón el universo nos es desconocido.

El análisis que llevamos a cabo estuvo dirigido al contenido, y en el menor de los casos, a
la forma del discurso. Se trata de un análisis cualitativo que no contempla detalles de la
composición lingüística, sino más bien representaciones culturales sobre el fenómeno en
cuestión. Para cumplir este propósito hemos considerado las siguientes dimensiones: 1)
Vocabulario utilizado para referir el fenómeno del suicidio; 2) Usos del lenguaje que se
refiere a los modos en que está construido el mensaje; 3) Tipos de responsabilidad sobre los
sujetos a los que se apela en el mensaje; y 4) Representación del suicidio y los agentes del
mismo.

La definición del suicidio

El conjunto de trípticos analizados están diseñados como una intervención universal (sobre
este y otros tipos de intervención ver Kalafat 2002). Los mensajes del tríptico de la
campaña contra la depresión (núm. 1 de la lista anterior), los trípticos conmemorativos del
día mundia l (núm. 5, 6 y 7) y los trípticos dirigidos a grupos sociales (núm. 2, 3, 4)
pretenden llamar la atención sobre el fenómeno en cualquier habitante de la región, así
como enseñar o capacitar al lector, sea este un ciudadano cualquiera o un actor estratégico,
para identificar riesgos, proveer un soporte inicial y buscar ayuda apropiada para quien está
en riesgo. No obstante, estos últimos están dirigidos a la prevención de la población joven.

Los trípticos conmemorativos y el de campaña contra la depresión comienzan con una


definición del suicidio como un “acto voluntario”, pero lo sitúan simultáneamente en la
clase de cosas que pueden atenderse y prevenirse con lo que implícitamente se produce una
asociación con enfermedad, riesgo o problema:
“El suicidio es el acto voluntario de quitarse la vida. Sin embargo, es importante
saber que si el riesgo de llevarlo a cabo se detecta y atiende de manera oportuna por
especialistas de la salud mental, PUEDE PREVENIRSE.” (DMS, 2006).

“El suicidio es el acto voluntario de quitarse la vida que si se atiende oportunamente


por parte de los especialistas en salud mental PUEDE PREVENIRSE.” (CECD,
2005)

“El suicidio es el acto voluntario de quitarse la vida. Sin embargo, es importante


saber que si buscamos acciones positivas que fortalezcan nuestra vida diaria, éste se
puede prevenir.” (DMS, 2008; DMS, 2009).

La contigüidad de los atributos de “voluntario” y susceptible de prevenirse conlleva el


argumento de que preservar la vida es una obligación moral de los individuos, así como de
las amistades y las familias, sin importar las circunstancias particulares y atenuando el
carácter voluntario del acto. De modo implícito se usa una noción religiosa católica sobre la
vida y su preservación (se asume que la vida es un don, que el sufrimiento tiene un sentido
espiritual, que el único dueño de la vida de uno es Dios y cosas por el estilo), si bien de
manera explícita se enfoca el suicidio como una problema de salud pública y como
consecuencia de una enfermedad mental, entre las que suele destacarse la depresión. Desde
esta última perspectiva la persona que piensa o habla del suicidio, intenta o se suicida es
estigmatizada casi de inmediato como enferma mental: cuando se les adjudica esa etiqueta
se les considera un “peligro para sí mismos” y, en consecuencia, se tiende a legitimar el
internamiento en instituciones de salud mental (aún en contra de la voluntad propia).

En ninguno de los mensajes de los trípticos se alude ni siquiera mínimamente a las


opciones del suicidio asistido o sobre el derecho a morir. Esto ocurre también en los
trípticos dirigidos a grupos sociales que comienzan una de sus secciones con la afirmación
“El suicidio se puede prevenir” (FPS, 2005; JPS, 2005; MPS, 2005) seguidos –en dos
casos- de una declaración de que “Los padres de familia son claves en la detección
oportuna de conductas y señales en los hijos.” (FPS, 2005) y de que “La intervención del
maestro es clave en la detección de conductas y señales entre los alumnos” (MPS, 2005).
En estos casos el mensaje de que puede prevenirse es directo e inmediato, con lo que el
suicidio se enmarca en el lenguaje de la salud pública. El argumento implícito es que el
suicidio es una enfermedad que como otras puede prevenirse si se detecta y atiende de
manera oportuna, además de pretender involucrar -con un enunciado impersonal y
generalizante sobre la importancia de la intervención de los maestros y los padres de
familia- a otros en la prevención del suicidio en jóvenes. El comienzo del tríptico dirigido a
jóvenes (JPS, 2005) no contempla este tipo de declaración (de que tal grupo social es clave,
aunque por supuesto que la intervención entre pares es quizá más importante que la de otros
agentes) sino que señala de entrada una serie de indicaciones sobre cómo actuar ante
alguien que está “pensando en el suicidio” (esto se analizará más adelante).

En general, en el conjunto de materiales analizados se puede observar la forma en que se


discurre sobre el tema es más bien absolutista: solamente se alude al tipo de suicidios
causados por depresión o por enfermedad mental y a los lectores se les ofrece
exclusivamente la opción de ser atendidos por personal de la salud mental. Con el énfasis
en este tipo de suicidios se patologiza cualquier pensamiento o intención suicida, así como
se minimiza la capacidad de razonar y elegir de las personas directamente implicadas como
veremos más adelante.

Por otra parte, el vocabulario usado para referirse al suicidio (nombres que se emplean para
sustituir alguna referencia al mismo) lo sitúa como “problema” y “problemática”,
cualidades que le quitan el carácter de voluntario que se usa en su definición. Esto se puede
observar en los siguientes extractos:

“…requiere mayor información acerca de este problema” (CECD, 2005);

“[El suicidio] Este problema es de gran trascendencia en todo el mundo.” (DMPS,


2006);

“A iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Asociación


Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) desde el año 2003, en todo el
mundo se conmemora este día para llamar la atención de los profesionales de los
diversos sectores, de los gobiernos y de la sociedad en general acerca de [SIC]
importancia de esta problemática” (DMPS, 2006, reproducido en DMPS, 2008 y
DMPS, 2009 con ligeros cambios e inconsistencia en el dato de creación del Día
Mundial para la Prevención del Suicidio).10

En los trípticos conmemorativos el mensaje de que “puede prevenirse” se sustenta en dos


condiciones distintas: 1) detectarlo y atenderlo “de manera oportuna por especialistas de la
salud mental” (DMS,2006) y 2) buscar “acciones positivas que fortalezcan nuestra vida
diaria” (DMS, 2008; DMS, 2009). La primera condicionante sostiene de modo implícito
que la “solución” al “problema” del suicidio la tienen los profesionales de la salud mental,
mientras que la segunda es más incluyente, está redactada en la segunda persona del plural,
sugiriendo que la “solución” es comunal o ciudadana, aunque el mensaje final culmine con
la alternativa clínica.

El manejo de cifras

En la muestra analizada encontramos que uno de los trípticos conmemorativos (DMS,


2006) y el de la campaña contra la depresión (CECD, 2005) presentan alguna estimación
estadística. Esto se hace más para captar la atención del lector que para informarle sobre el
estado que guarda el suicidio:

“Al año mueren en el mundo casi 1 millón de personas por esta causa. Muchas de
ellas son adolescentes, por lo que son el grupo que requiere mayor información
acerca de este problema.” (CECD, 2005).
“Este problema es de gran trascendencia en todo el mundo. Al año muere alrededor
de un millón de personas por esta causa. Muchas de ellas son adolescentes y jóvenes
adultos, por lo que este grupo de edad se ha convertido en el de mayor riesgo, y por
tanto, el que necesita de mayor información sobre el tema.” (DMPS, 2006)

                                                                                                                       
10
Las citas textuales en los otros dos trípticos son las siguientes (se destacan en cursiva las diferencias): “A
iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Asociación Internacional para la Prevención
del Suicidio (IASP) desde el año 2004, se conmemora en todo el mundo este día para llamar la atención de los
profesionales de los diversos sectores, de los gobiernos y de la sociedad en general acerca de la importancia
de esta problemática” DMPS, 2008). “A iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la
Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) desde el año 2003 se conmemora en todo el
mundo este día para llamar la atención de los profesionales de los diversos sectores, de los gobiernos y de la
sociedad en general acerca de la importancia de esta problemática” ( DMPS, 2009).
Como ha indicado Best (2001) las estadísticas son necesarias para crear una visión de
conjunto y clarificar la naturaleza de los problemas sociales, sin embargo, es común que se
usen de manera interesada por políticos, activistas o medios de comunicación, así como que
los públicos se comporten sin juicio crítico frente a ellas. El manejo de cifras en estos
materiales tiene la intención retórica de mostrar que el suicidio es un fenómeno que está
creciendo, que los riesgos de suicidarse son amplios cuando se combinan determinadas
circunstancias y sentimientos.

En los fragmentos citados se puede observar que el suicidio se construye como problema
social mediante un tipo de dramatización creada con cifras. Esta dramatización se logra a
partir de lo que Best (2001) denomina estadísticas mutantes que se caracterizan por
distorsionar cifras originales con distintos fines o a partir de errores determinados: en este
caso, los datos mutan para mostrar la recurrencia del fenómeno del suicidio a nivel
mundial, legitimar los esfuerzos de prevención y destacar una población de riesgo o “que
requiere mayor información”: en un caso los “adolescentes” solos y, en otro, los
“adolescentes y los jóvenes adultos”. No obstante, el resto del mensaje del tríptico no está
diseñado para ninguna población en específico, sino parece estar dirigido a cualquier
persona interesada en el tema.

En el siguiente fragmento podemos observar también un dato estadístico que pretende dar
por sentado que la causa predominante del suicidio es la depresión:

“Hoy se sabe que el 90% de las personas que mueren a causa del suicidio tenían un
problema de salud mental, entre ellos la DEPRESIÓN, que lamentablemente en
muchos casos no fue atendida a tiempo.” (DMPS, 2006)

La cifra tan contundente, pero igualmente dudosa, carente de referencia alguna, contribuye
a construir una versión limitada o parcial sobre el suicidio, en la que solamente se
contemplan los suicidios causados por la enfermedad mental de la depresión. Con este dato
se excluyen y se minimizan los casos en que están involucradas otras causas posibles del
deseo de quitarse la vida, como podría ser la imposibilidad de tener calidad de vida. Por lo
que es probable que el mensaje preventivo no llegue a quienes están implicados en el
asunto del suicidio pero no se asumen bajo ese estado mental o de ánimo. Otras causas
posibles, no aparecen representadas, ni siquiera mínimamente.
Las cifras se usan para conformar falacias de peligro de modo que el lector sitúe el
fenómeno del suicidio, o en su caso el de la depresión, como algo temible, alarmante, digno
de atención institucional y personal. Este hecho discursivo implícitamente se usa para
legitimar o justificar las propias acciones de prevención e intervención, y a su vez, el
mensaje que se hace circular en el tríptico en cuestión.

Los datos que se mencionan cumplen solamente una función retórica: están lejos de
describir la situación que guarda el fenómeno en un lugar y en un tiempo definido, pero
sobre todo pasan por alto las enormes dificultades que existen para producir estadísticas en
el caso del suicidio. De acuerdo con Jack D. Douglas (citado por Baudelot y Establet,
2008), uno de los principales críticos de la sociología durkhemiana del suicidio (basada en
estadísticas) hay por los menos tres factores que las hacen poco confiables:

1. El suicidio depende de consideraciones morales y sociales por lo que no existe una


definición universal, y a su vez, siempre hay una distancia amplia entre la definición
del sociólogo y las de quienes registran los casos de suicidio a partir de criterios
empíricos o administrativos diferentes (los médicos legistas y los policías suelen ser
quienes deciden si un deceso fue suicidio o no).
2. El suicidio no se puede contar de manera precisa por la impronta de las cuestiones
morales y las presiones sociales para la disimulación de los casos, así como el
acceso diferencial a recursos para escapar al registro.
3. Las distintas fuentes estadísticas suelen no coincidir entre sí por las constantes
discrepancias entre los criterios de la administración judicial y los médicos.

Si las estadísticas sobre número de suicidios son problemáticas, lo son más los datos que
tratan de establecer sus causas. En uno de los trípticos, como vimos antes, se afirma que
“Hoy se sabe que el 90% de las personas que mueren a causa del suicidio tenían un
problema de salud mental, entre ellos la DEPRESIÓN” (DMPS, 2006). De igual manera el
dato solo cumple una función retórica para destacar hiperbólicamente la asociación
suicidio-problema de salud mental-depresión. Sin embargo, los casos de suicidio por
depresión tampoco se pueden identificar fácilmente pues no es posible hacer un diagnóstico
fidedigno a partir de información fragmentada, rápida y obtenida con la presión
administrativa de registrar una causa11.

Toda esta discusión sobre las dificultades para establecer estadísticas sobre el suicidio y sus
causas nos lleva a preguntarnos si efectivamente es necesario incluir este tipo de
información en los trípticos preventivos. Si bien solamente la investigación empírica puede
dilucidar cómo lectores de baja y alta implicación12 decodifican o interpretan tales datos,
podemos sostener la hipótesis de que esta clase de información estadística puede generar
distancia con el lector implicado en alguna posibilidad de suicidio, o convertirse en una
distracción frente a la información de carácter práctico.

No obstante, su inclusión en trípticos con propósitos informativos sobre el tema del suicidio
pudieran ser útiles para la adquisición de una mayor conciencia para las personas, siempre
y cuando fueran citados de maneras más razonables y no con automatismos en la
reproducción de los mismos (nótese cómo se mantiene constante la cifra de 1 millón de
suicidios). En nuestra opinión no se requiere argumentar que la prevención es necesaria
porque hay muchos suicidios, uno sólo podría bastar para justificar esfuerzos en dicho
ámbito. Afortunadamente los trípticos dirigidos a la prevención del suicidio en jóvenes no
presentan este tipo de datos estadísticos para enmarcar el mensaje de prevención.

                                                                                                                       
11
Si tomamos en cuenta que para hacer un diagnóstico de depresión es necesario diferenciar síntomas,
periodos, y trastornos asociados en relación a cada paciente, resulta muy difícil que esto se haya realizado en
las personas que se quitaron la vida y, en consecuencia, registrar dicha causa. Por otra parte, actualmente no
se contempla el diagnóstico puro de “Depresión” sino que dentro de los Trastornos del Estado de Ánimo, se
consideran variaciones o tipos de trastornos entre los cuales están: “ El trastorno depresivo mayor, el trastorno
distímico, El trastorno depresivo no especificado, El trastorno bipolar I, El trastorno bipolar II, el trastorno
ciclotímico, El trastorno bipolar no especificado, El trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad
médica, El trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias, el trastorno del estado de ánimo no
especificado”, etc.” (DSM IV TR: 323) De modo que los diagnósticos de depresión están sujetos a múltiples
sutilezas que se pasan por alto cuando se asocia casi sistemáticamente el suicidio con la causa de la depresión.
12
Los sujetos de alta y baja implicación reaccionan de manera diferente ante los mensajes persuasivos: los
sujetos implicados, es decir motivados a atender y reflexionar sobre el tema, son más receptivos a los
mensajes racionales y los argumentos sólidos, mientras que a los sujetos con poca implicación lo son a las
apelaciones emocionales y vívidas (Flora y Maibach citados por Igartua y Lopes (2002). Por lo que una
medida eficaz para captar la atención de las audiencias poco implicadas con los temas de salud consiste en
insertar los mensajes en contexto de entretenimiento. Este debería ser un componente básico de las campañas
del tipo de intervención universal.
El lenguaje de prevención y el contenido de los mensajes

Para valorar el lenguaje y contenido de los materiales de prevención que analizamos en este
texto retomaremos la clasificación propuesta por Dodds (2002) en el marco del análisis de
materiales de prevención del VIH/Sida en Inglaterra,. De acuerdo con este autor podemos
considerar los siguientes tipos: a) Uso de un lenguaje directivo a través del cual se le dice al
lector qué debe y no debe hacer, con frecuencia a manera de una lista. b) Uso de un
lenguaje informativo que le dice al lector lo que se sabe sobre el tema y le deja la decisión
sobre qué comportamiento tener. El propósito es que las personas reconozcan información
importante, la apliquen a sí mismos y modifiquen su comportamiento de modo congruente.
c) Uso de un lenguaje coloquial o de la calle que crea cercanía con el lector, tiende a
juzgarlo menos y a no comunicar un sentido de culpa. d) Uso de un lenguaje inclusivo en el
que la voz narradora es la segunda persona del plural, de manera que los lectores sientan un
nosotros en lugar de un tú. Con esto se tiende a crear un tono comunal que colectiviza la
responsabilidad, más que individualizarla.

Los mensajes de los trípticos analizados pretenden ser pedagógicos, tienen un propósito de
enseñanza, sin embargo carecen del carácter lúdico que suelen tener los productos de
difusión masiva.

Los trípticos conmemorativos del día mundial de la prevención del suicidio (2006, 2008 y
2009) y el de la Campaña Estatal contra la Depresión (2005) se estructuran con un lenguaje
predominantemente informativo, enunciados impersonales, y listas de atributos, ideas y, en
menor medida, con lenguaje directivo que establece recomendaciones puntuales. Tienen el
propósito de llamar la atención del lector sobre el asunto con una definición, datos
generales, información sobre formas de promover la salud mental, para identificar
“señales”, “señales de alarma” o “señales de mayor alarma” y, en menor medida, actúe para
ayudar a alguien en riesgo.

Dos de los trípticos estudiados recurren al género de la pregunta y la respuesta: con mayor
frecuencia se trata de preguntas generales, neutras o abstractas (“¿qué es?”; “¿cuáles son las
señales de alarma?”, CECD, 2005; “¿Qué es el suicidio?. DMCS, 2006) y, en menor
proporción de preguntas de acción dirigidas al yo (“¿Qué puedo hacer?”, “¿Qué puedo
hacer para ayudarlo?”). Las primeras preguntas suelen responderse con lenguaje
informativo (se usan frases impersonales y verbos en infinitivo), mientras que las segundas
con lenguaje directivo (se usan verbos en imperativo dirigidos a la segunda persona del
singular).

Los trípticos conmemorativos más recientes (DMPS, 2008 y DMPS, 2009) hacen notar que
el suicidio es un fenómeno heterogéneo, cuyas motivaciones o causas suelen ser diversas en
los distintos ciclos de vida. Toman en cuenta la “línea de vida” para “fortalecer la salud
mental” por grupos de edad:

-­‐ Recién nacido


-­‐ Infantes de 5 a 9 años
-­‐ Jóvenes de 10 a 19 años
-­‐ Adultos de 20 a 59 años
-­‐ Adulto mayor, 60 años o más

En cada etapa se señala una frase que destaca aspectos favorables del desarrollo para la
salud mental que involucran distintos tipos de relaciones (familiares, de amistad, laborales,
de tiempo libre) con frases en infinitivo y de carácter general. Con esto se alude a que la
salud mental se fortalece con tipos específicos de acciones cotidianas de las personas en sus
contextos de vida. No obstante, en las recomendaciones concretas solamente se enfatiza la
atención clínica del fenómeno, excluyendo otras formas (la comunal, cívica o familiar).

Como podemos ver, en el siguiente fragmento se insta al lector, primero de modo


impersonal y genérico, con frases en infinitivo a “hablar” a un servicio de urgencias o en su
caso “trasladarse” a un centro de atención. Enseguida se insiste de modo imperativo en que
se busque ayuda profesional para después indicar del mismo modo “no dar consejos” pues
eso es “trabajo de los profesionales:
EN CASO DE REQUERIR APOYO PARA LA SOLUCIÓN DE UN
CONFLICTO
Hablar a las líneas de urgencias a su alcance (al reverso encontrará los
números telefónicos de las instituciones que pueden apoyarlo). Trasladarse a
unidad de atención especializada en salud mental.
Si requieres apoyar a alguien cercano a ti:
-­‐ Busca ayuda profesional: Médico, psiquiatra, psicólogo
-­‐ Al reverso encontrarás las instituciones que pueden intervenir.
Mientras tanto
-­‐ Escucha sin juzgar
-­‐ No des consejos, deja el trabajo a los profesionales
-­‐ Acompaña a esa persona

La insistencia en que la solución al problema del suicidio está en manos de los


profesionales de la salud y la inclusión de múltiples instancias gubernamentales de atención
clínica, nos hacen pensar que los mensajes más que propiciar cambios en la conciencia o en
las acciones de las audiencias, parecen tener el propósito de hacer visibles, legitimar o
avalar sus instituciones de atención en el ámbito de la salud mental. Se acercan a ser
simplemente propaganda de institutos y programas gubernamentales, más que estrategias
de prevención sistemáticas y de largo plazo.

Los trípticos conmemorativos del día mundial y el de la campaña contra la depresión


exclusivamente contemplan información que apelan a un tercero diferente al que tiene el
pensamiento o intención de suicidarse. Los trípticos dirigidos a grupos sociales solamente
consideran, si bien no de modo predominante, mensajes dirigidos directamente a la persona
que está en riesgo en el caso del ejemplar “Los jóvenes en la prevención del suicidio” (esto
es comprensible pues los tres están dirigidos a la prevención en esta población).

En los trípticos dirigidos a grupos sociales (padres, maestros y jóvenes) predomina el


lenguaje directivo, aunque contemplan una o más secciones informativas (como las listas
de señales de que alguien piensa en el suicidio). En ellos se hacen una serie de
recomendaciones sobre lo que se debe saber y hacer para prevenir el suicidio en jóvenes
desde una posición social específica.
Un ejemplo de uso del lenguaje directivo aparece en el siguiente texto que, con ligeras
variaciones, aparece en los trípticos enfocados a maestros y padres de familia:

SI ALGUIEN QUE CONOCES [UN ALUMNO] [ALGUIEN EN TU FAMILIA]


ESTÁ PENSANDO EN EL SUICIDIO:
-­‐ Escúchalo
-­‐ Respétalo
-­‐ Preocúpate
-­‐ Acéptalo
-­‐ Busca Ayuda
Se puede observar que este texto está elaborado con lenguaje directivo, dirigido a la
segunda persona del singular –al tú- para crear cercanía con el lector y consiste en una lista
de cinco elementos formulada con verbos conjugados en imperativo. Las acciones
particulares a las que remiten cada uno de los verbos citados, no obstante, no son claras ni
fáciles de identificar. Escuchar, respetar, preocuparse, aceptar, y buscar ayuda entran en
la clase de acciones que suelen generar adhesión, acuerdo, pero carecen de sentido preciso
y están sujetas a innumerables interpretaciones grupales e individuales.   Lo mismo puede
decirse de varias de las recomendaciones que se hacen en los trípticos dirigidos a grupos
sociales en las que se usan conceptos normativos como “buena comunicación”, expresarse
de “forma positiva y respetuosa” (PPS, 2005), o en su caso, cuando se les aconseja a los
maestros “acentuar las experiencias positivas”, “alentar, más no presionar a los
alumnos…”, o que “Los alumnos deben sentirse especiales sólo por el hecho de existir”,
“Realzar el desarrollo y la consolidación del sentido de identidad” (MPS, 2005). Lo mismo
ocurre cuando se le pide al lector “Propicia la comunicación” (DMPS, 2009) entre otros. Si
uno observa con detenimiento qué es exactamente lo que se quiere decir con estos
conceptos abstractos, capaces de persuadir al lector, de conseguir su acuerdo, pero lejos de
comprenderse cabalmente y llevarse a cabo, puede concluir que se trata de conceptos
vacíos.

Lo que señalamos con respecto a las recomendaciones o los mensajes directivos se


manifiesta también en la información enlistada como “señales” de que alguien está
pensando en el suicidio: por ejemplo en los conceptos de “Falta de motivación”,
“Pesimismo”, “Desesperación”, “Soledad y aislamiento” (DMPS, 2006), o las frases que
indican que “Tiene una baja autoestima”, “Se comporta de manera inadecuada en clase”
(MPS, 2005). En algunos casos se trata de términos técnicos, y en otros, de conceptos
valorativos cuyos significados pueden variar social y grupalmente.

No obstante, es importante considerar que en las listas de “señales” y de


“recomendaciones” también es posible identificar algunas que parecen ser más precisas y
directas, es decir, que son menos normativas o valorativas. Las siguientes frases son
ejemplos: “Está triste la mayor parte del tiempo”. “Muestra interés por el tema de la
muerte”, “Se ausenta en repetidas ocasiones de clase”, “Bajan sus calificaciones” (MPS,
2005), “Abusa de las drogas y el alcohol”; “Se aleja de los demás”, “Repite frases como
‘No valgo’, ‘Todo es inútil”, ‘Nada tiene remedio” (PPS, 2005). Nótese, no obstante, que se
refieren a actitudes o comportamientos de terceros que el lector tendría que juzgar.

En el conjunto de trípticos analizados predomina el lenguaje informativo y directivo,


excluyendo casi del todo los usos del lenguaje que Dodds (2002) denomina lenguaje
coloquial y lenguaje inclusivo. La excepción más clara la encontramos en los trípticos
dirigidos a jóvenes que, en por lo menos una de sus secciones, recurre a enunciados
formulados en la primera persona del plural como los siguientes:

Cuando tenemos dificultades con la escuela, con nuestros amigos o en casa,


podemos deprimirnos y pensar en el suicidio como alternativa.
Un factor que nos protege de las ideas y pensamientos suicidas es el desarrollo de
habilidades para solucionar problemas.” (JPS, 2005)
En estas frases podemos identificar el uso de un lenguaje inclusivo, en el que no se habla de
la persona que piensa en el suicidio exclusivamente en tercera persona, como el que está en
riesgo, el que requiere ayuda clínica, con el que hay que tener determinadas actitudes o
comportamientos para ayudarlo, esa tercera persona que no soy yo. En este mismo tríptico
se enlistan una serie de “recomendaciones para enfrentar los problemas” que se formulan
igualmente en frases imperativas, pero recurriendo a un lenguaje más coloquial. Algunos
elementos de la lista son:

-­‐ NO LO MANTENGAS EN SECRETO. Los secretos no resuelven


problemas, es mejor compartirlos. Nunca debes ocultar una depresión, o
ideas o intentos de suicidio.
-­‐ BUSCA CON QUIEN CONVERSAR Cuando tengas un problema platícalo.
Esto te puede ayudar a ver las cosas desde otra perspectiva (JPS, 2005).
Se puede apreciar en estas recomendaciones formuladas en la segunda persona del singular
que se enlista una frase prescriptiva acompañada de una descripción que profundiza el
sentido de la indicación. De esta manera se ofrece más información al lector sobre qué
hacer para “enfrentar problemas”. Así mismo se puede notar cómo el concepto abstracto de
comunicación es sustituido por verbos precisos como conversar y no mantener en secreto.
Cabe señalar que no obstante que en el contenido del tríptico dirigido a jóvenes
encontramos frases más coloquiales e inclusivas que en el resto de los trípticos analizados,
seguimos encontrando vocabulario directivo- normativo tajante como el de “nunca debes”
que suele ser poco efectivo con los jóvenes (en contraste con el vocabulario de posibilidad
o de elección).

El mensaje de prevención no es convincente, pues cualquiera de nosotros podría tener días


o periodos en que los atributos que ahí se enuncian se hagan presentes en nuestras vidas, sin
la consecuencia de pensar o actuar un suicidio. Por otra parte la lista de “señales” es
demasiado larga, técnica, abstracta y difícil de recordar, tanto para los lectores implicados
como para los no implicados en el tema del suicidio. Esto queda más claro cuando en el
mensaje preventivo se hace necesario utilizar un adjetivo de cantidad para distinguir entre
“señales de alarma” y “señales de mayor alarma” (como ocurre en el tríptico de la campaña
contra la depresión, 2005). Cabe destacar que ha habido algunos cambios menores en la
estructuración de los mensajes de los trípticos. Uno de ellos que merece destacarse es la
supresión en los trípticos dirigidos a padres, maestros y jóvenes del concepto de “alarma” o
“mayor alarma”, conservando solamente el término de señales.

Los contenidos de los trípticos analizados constituyen fragmentos de discursos de


prevención consensuados a nivel mundial. No obstante, la forma en que están distribuidos
en cada tríptico, el hecho de que tengan múltiples propósitos (llamar la atención sobre el
tema, informar y prescribir para ayudar a otros, y en menor medida, a sí mismo) y que no
tengan una audiencia destino definida, hacen dudar de que pudieran tener algún impacto en
la disminución de las tasas de suicidio. Es probable que por su contenido, diseño y forma
de distribución no lleguen a contactar a aquellas personas que esté en alto riesgo de
suicidarse.
La discusión social sobre el suicidio: prejuicios y estereotipos

El intento o el suicidio consumado, e incluso el sentimiento o el deseo de no querer vivir,


están socialmente estigmatizados. La persona que está ante esta situación es catalogada con
un “problema mental” a partir de lo cual se le desconocen sus capacidades de razonamiento
y elección. Esta forma de concebir a la persona que se suicida se manifiesta también en el
hecho de que ninguno de los trípticos analizados está en su totalidad dirigido al yo que
está pensando en suicidarse, sino más bien a un tercero que pudiera intervenir (el amigo, el
maestro o los padres). La voz narrativa no reconoce la lucha de los suicidas potenciales en
sus contextos diarios, quienes no son considerados como posibles depositarios del mensaje
de prevención, quienes son de antemano catalogados como incapaces para reflexionar sobre
el tema y hacer algo por sí mismos13.

Los mensajes de los siete trípticos contemplados en la muestra apelan a lo que Dodds
(2002) denomina responsabilidad compartida, esto es, que piden al lector considerar a las
personas amadas y lo incitan a sostener actitudes y comportamientos que puedan proteger a
otros en sus comunidades. Aconsejan al lector compartir la responsabilidad con otros (tener
actitudes y actuar para ayudar, proteger a los seres queridos de la amenaza o riesgo del
suicidio). Sin embargo, no predominan contenidos que expliciten acciones preventivas
concretas y claras, formulados con lenguaje coloquial e inclusivo. Por otra parte se tiende a
excluir de los mensajes apelaciones a la responsabilidad individual (que alude a los
ciudadanos que cuidan de sí mismos) y a la responsabilidad organizacional (que señale el
rol del Estado y otros cuerpos institucionales en la prevención). Esta observación es
interesante pues la crítica más común a las campañas de prevención es que apelan a la
responsabilidad individual casi de modo exclusivo. Sin embargo, en este caso es probable
que la razón por la cual se excluyen mensajes que enfaticen la responsabilidad individual es
porque la persona que intenta o se suicida está medicamente estigmatizada como alguien
incapaz de responsabilizarse de sí misma.
                                                                                                                       
13
Esta desconocimiento de la persona en cuestión como interlocutor en la prevención, puede ser considerado
como un simulacro de atención y nada más, un asunto no ético incluso: “De esta manera, preguntarse de
nuevo ante cada caso, obedece también a un aspecto científico, a los métodos de conocimiento sobre ese
fenómeno de estudio sobre el cual vamos a intervenir, y si la diferencia es la clave para acceder a ese acto, no
hablamos de técnicas como lo que da sentido a la prevención del suicidio, sino de la ética de esa prevención,
en el sentido filosófico de aplicación del pensamiento, así como de la filosofía de esa ciencia que pueda ser la
Suicidología. Es decir, necesitamos a los doctores, enfermeros, psicólogos guiados más por la filosofía, por el
pensamiento, que por simulacros.” (Santana, 2009:4)
Por otra parte, en dos trípticos (DMPS, 2006; y CECD, 2005) se incluye una sección que
pretende discutir prejuicios en torno al suicidio y las personas que intentan o se suicidan.
En general, se persuade al lector de modo declarativo e impersonal en una parte del
mensaje intitulada “Acabando con los mitos acerca del suicidio”. Para ello se utilizan
cuatro frases que contienen negaciones tendientes a combatir supuestos lugares comunes o
“mitos”, seguidos de afirmaciones que promueven una visión distinta sobre el suicidio.
Estas cuatro frases sitúan el suicidio en el marco de la experiencia del suicida como tercera
persona. Se habla de él, y se intenta, situar su experiencia en sentido positivo, combatiendo
supuestos culturales que lo estigmatizan:

Acabando con los mitos del suicidio:


-­‐ Hablar del suicidio no significa animar a la persona a que lo haga, es una
oportunidad de que exprese lo que siente.
-­‐ Una amenaza de suicidio no es una manera de "llamar la atención" o de
"chantajear", es una petición de ayuda.
-­‐ Quien ha pensado o intentado suicidarse no es un suicida toda la vida si recibe
atención oportuna y adecuada.
-­‐ El deseo del suicida no es morir sino acabar con su dolor y sufrimiento al no poder
encontrar alternativas.

En general en esta sección se incluyen posiciones frente al suicidio que discuten prejuicios
sociales. Invitan a hablar y reflexionar sobre el mismo, aunque de modo categórico, sin
temor a que la palabra misma sea la que propicie la acción. Se trata de persuadir al lector de
que una amenaza de suicidio es algo serio, que merece no ser descalificado como
“chantaje” o “llamado de atención”, propone comprenderla como una “petición de ayuda”.
Por otra parte, combaten la estigmatización de por vida de la persona que ha pensado o
intentado suicidarse, si bien la condicionan a recibir atención “oportuna y adecuada”. Aquí
de nuevo aparecen los adjetivos que persuaden, pero que difícilmente se pueden
caracterizar puntualmente cuando el juicio es retrospectivo. Y finalmente, en estas líneas
aparecen conceptos que refieren experiencias como el “deseo de morir” (en una frase
negativa), “dolor y sufrimiento”, y “no encontrar alternativas. Esta clase de conceptos que
marcan experiencias personales no aparecen en la mayor parte de los textos y trípticos
contemplados en la muestra estudiada.
Conclusiones

Los trípticos como productos de comunicación para la salud forman parte de iniciativas de
prevención con escaso presupuesto y de carácter local (no forman parte de una estrategia
nacional). Difícilmente podría afirmarse que dichos trípticos tienen metas y objetivos
fundamentados conceptual y empíricamente, más bien parecen ser composiciones textuales
y visuales improvisadas que no han sido revisadas a profundidad en los últimos años. Con
esto no queremos decir que estos esfuerzos preventivos deban ser desechados, sino más
bien llamar la atención sobre la importancia de que se inserten en medidas de prevención
mejor orquestadas en las que pueda evaluarse la recepción de las estrategias de
comunicación y de los mensajes preventivos. De otra manera esta clase de productos
difícilmente cumplirán alguna tarea de concientización o prevención del suicidio.

Los materiales analizados están diseñados para el consumo individual, por lo que
promueven cambios que pueden ser implementados en ese mismo nivel a partir de cuatro
puntos básicos: definición mínima, señales, mitos y acciones para ayudar a otros como
medidas de prevención.14 Los mensajes preventivos tienden a contener el fenómeno del
suicidio, asumiendo que las dificultades de vida individuales son las causas del “problema
mental” o “la enfermedad” Así mismo se apela primordialmente a la responsabilidad
escolar y familiar para la identificación y posible prevención de conductas suicidas,
excluyendo la responsabilidad del cuidado de sí mismo.

El principal obstáculo para que los impresos analizados cumplan efectivamente alguna
función de prevención del suicidio es que tienen múltiples objetivos: llamar la atención o
advertir sobre la importancia del suicidio, informar sobre qué es y persuadir al lector de que
se puede prevenir, dar indicaciones para que “otros” identifiquen señales y actúen para
ayudar a personas cercanas con posibles intenciones de suicidarse, combatir lugares
comunes. Este hecho más que contribuir a prevenir el fenómeno desde múltiples frentes,
                                                                                                                       
14
Esto va a contracorriente de las acciones comunes que se realizan respecto a cualquier otro problema de
Salud Pública, pues: “Desde estos puntos de vista, se entendería que el suicidio forma parte de lo que se
considera como enfermedad, en tanto tal que se pueden prevenir o controlar los factores que la desencadenan,
y que todo esto es un tema de salud. Algo importante a resaltar, es que el suicidio visto desde esta perspectiva,
se presenta en una sola persona (o algún sector en casos extraordinarios) pero su dimensión también es
colectiva, es decir, que la comunidad tendría contacto con los mismos factores que llevan a alguien a quitarse
la vida, y que su control o disminución estaría también en manos de la comunidad en conjunto con las
autoridades.” (Santana, 2010). Cuestiones que para nada se mencionan en los materiales de prevención.
conduce a que los mensajes de los trípticos no tengan una audiencia destino específica, pero
sobre todo un propósito de prevención que pueda ser evaluado con estudios de recepción.

Cabe señalar que algo importante en la revisión del contenido de los trípticos de prevención
es la ausencia de materiales dirigidos en su totalidad a la persona que piensa o intenta
suicidarse, no sólo a aquellos que pudieran ayudarla. Por otra parte, el lenguaje de la
prevención se vería beneficiado buscando formulaciones más inclusivas y coloquiales,
menos abstractas, generales o ajenas a la experiencia (esto aún en los casos de los
materiales dirigidos a grupos sociales específicos como padres y maestros).

Llama la atención, por otra parte, que tres de los materiales de prevención analizados hayan
sido enmarcadas en el día mundial de la prevención del suicidio. Como ha planteado
Gumucio (2010) la promoción de los días internacionales teóricamente representan una
ocasión para llamar la atención sobre un tema, convocar a la reflexión, e incluso, ejercer
presión sobre instituciones del Estado a nivel nacional e internacional. Sin embargo, en la
práctica esto conlleva lo que para este autor es un “equívoco notable”:
El equívoco radica en creer que con una campaña de un día al año se pueda realmente crear
conciencia, es decir, comprensión de los problemas y no simplemente una adhesión epidérmica y
oportunista (por lo circunstancial). El costo de este equívoco es muy alto, pues la concentración de
recursos financieros y humanos para las actividades de un solo día, suele ser desproporcionada
(Gumucio, 2010: 87).

Las tareas de prevención son labores muy difíciles que requieren la suma de esfuerzos
individuales y colectivos, así como la reflexión crítica de lo que se está haciendo en esta
materia. Se requiere mayor investigación científica sobre cómo estos materiales logran o no
sus objetivos de prevención, sobre cómo podrían mejorarse sus mensajes y cómo podrían
ofrecerse otras alternativas.
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