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Tejiendo identidad
Es importante por eso, porque uno como mujer tiene que buscarse
otras oportunidades, otras posibilidades de conocer y lograr la
superación, Porque también hemos ganado puestos dentro de la
sociedad, dentro del mismo hogar, estamos participando más dentro de
la toma de decisiones, así lo tienen a uno más en cuenta, como
persona, no como objeto
Reflexionemos y compartamos
- ¿Cuando era joven a quien admiraba más en su familia? ¿qué
influencia tuvo en su vida?
- ¿Con cuáles personajes o héroes cree que se identifica más su
hija?, ¿su hijo? ¿Por qué?
- ¿Cómo contribuimos los padres, hermanos o cuidadores a que los
jóvenes desarrollen su propia identidad?
Consultemos y debatamos
En la adolescencia todos nos hemos preguntado ¿quién soy?, ¿para
dónde voy?, ¿de dónde vengo?, ¿qué función cumplo en la sociedad? Este
proceso ha sido descrito como la gran crisis de la adolescencia: la
crisis de identidad. Para resolverla, el adolescente necesita tiempo,
espacio y períodos de aislamiento.
La identidad es la vivencia qué cada persona tiene de sí misma, en
la cual se experimenta la continuidad y la uniformidad. Lo más
distintivo de la identidad es la diferenciación y la singularidad, la
percepción de sí mismo como algo distinto y separado de los demás,
aunque comparta con ellos los mismos valores e intereses.
Hay dos elementos fundamentales de la identidad del ser humano:
los elementos individuales y los sociales, que interactúan
constantemente produciendo cambios en ella, pero conservando al
mismo tiempo su esencia. Las características biológicas de las
personas generan respuestas sociales acordes con las mismas, de tal
forma que si un extraño alza a un niño y le dice algo relacionado con su
cuerpo, por ejemplo, que niño tan lindo, este estímulo se refleja en la
conciencia del menor y fortalece o modifica así su percepción de
identidad.
Al mismo tiempo, los comentarios, relatos, expectativas e ideas que los
otros tienen y hacen sobre cada persona pueden influir y modificar
según las características individuales los procesos de identidad; de ahí
la fuerza de la presencia afectiva que tienen los adultos
significativos para motivar y fortalecer en los niños y adolescentes un
buen proceso de identidad que hasta ahora ellos están construyendo
La identidad de los niños y adolescentes cambia según las
características mentales, corporales y sociales que les son propias en
cada una de las etapas de su desarrollo, de tal forma que el proceso de
ir construyendo su propia identidad y así forjar su personalidad, son
muy diferentes para un niño de cuatro años que para otro de ocho o
para un adolescente de quince. Entre los elementos básicos
individuales para construir la identidad sobresalen la aceptación o
no de su corporalidad, la calidad de los vínculos afectivos y el
universo mental, emocional y psíquico de los niños y jóvenes.
Los cambios corporales asociados con el fenómeno de la pubertad
movilizan cambios significativos en la identidad de la imagen corporal y
la sexualidad.
Con los cambios en las capacidades mentales surgen dos fenómenos
trascendentales como cambio de la identidad en esta época de la vida:
la posibilidad de soñar con un mundo diferente y la habilidad de
construir mejor sus relatos, de tal manera que el adolescente disfruta
hablando de si mismo, contando su historia y sus anécdotas, lo que
posibilita estructurar el hilo conductor de su identidad.
Este es un proceso de socialización activo y permanente que
requiere además de su mundo familiar, la presencia, compañía y
aceptación de otros jóvenes llamados pares, y así el joven ingresa y
participa de la vida social con otros jóvenes, con los cuales se producen
procesos de identidad grupales importantes y específicos para
caracterizar las identidades individuales de los adolescentes.
Para ser yo tengo que pertenecer, pero no pertenecer demasiado
porque dejo de ser yo: esta es el dilema que plantea el proceso de
identificación que se da en un contexto social, en especial en sectores
urbanos, y que es difícil de integrar: el del sentido grupal y el del
sentido individual.
La importancia del fenómeno de identidad y pertenencia grupal es
una de las razones explicativas de la aparición de las distintas
culturas juveniles. Muchos de estos grupos funcionan como escuelas
para moldear la identidad juvenil, y representan con frecuencia, al
mismo tiempo, un refugio para adolescentes con personalidad muy
débil, incluyendo sus procesos de identidad.
Una comprensión social sana del adolescente requiere asumir lo
que él es, es decir entender y aceptar los elementos constitutivos
de su identidad. Comprender al adolescente y la adolescencia sobre
sus realidades es una tarea fundamental de padres, hermanos y
educadores, que implica romper muchas ideas falsas sobre esta época
de la vida y establecer diálogos reflexivos, presencias afectivas y
solidarias con los jóvenes, estimular sus propios proyectos de vida con
acompañamientos, apoyos, y exigencias acordes con sus deberes y
derechos, sus capacidades y sobre todo, con sus intereses, necesidades
y potencialidades.
Comprometámonos y evaluemos
Reflexionemos sobre nuestro hijo/hija adolescente,
preguntándonos cuál o cuáles de las cosas que ustedes piensan le
pertenecen a ellos y cuál o cuáles pertenecen a lo que nosotros
queremos, imaginamos o deseamos que sean
Seamos conscientes de los cambios que nuestro hijo ha tenido a
través de toda su vida, en sus distintas edades, como una manera
de acercarnos a su identidad
Analicemos las características que definen a nuestra familia
(rasgos físicos, emocionales, de valores y comportamientos,
costumbres, hábitos, etcétera), describiendo cuales
características de aquellas comparte nuestro hijo y cuales le son
diferentes, como un modo de entender su identidad
Conozcamos, reflexionemos y discutamos sobre la conducta
grupal de los adolescentes, los amigos y los grupos a los que
pertenece nuestro hijo
Reflexionemos sobre lo que pensamos y decimos sobre el modo de
ser de nuestro hijo
Respetemos los espacios de nuestro hijo, permitiendo que tenga
su propia autonomía responsable y conciliemos con él, cuando
está con nosotros o esté solo o con sus amigos
Permitamos a nuestro hijo, con moderación y responsabilidad y
según las condiciones económicas de la familia, que tenga
encuentros con amigos y que use el teléfono, como una manera
de entender que con esto se está tejiendo identidad
Aceptemos a nuestro hijo con la esencia de lo que él quiera ser