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De verdad, yo creo que ellos deberían dialogar más, pues cuando discuten
pasan días sin hablarse y siento que sus problemas se “arreglan” solos y que
por costumbre vuelven a conversar. Entonces, los rencores se van quedando
ahí y ellos no hacen nada, por lo que después de tanto tiempo ya no se
aguantan el uno al otro aunque todavía se quieran ¿Qué puedo hacer?
Reflexionemos y compartamos
¿Cuál cree usted que es el principal problema de esta familia?
¿Cómo podríamos entablar una conversación reflexiva con las personas que
viven esta historia?
Si usted estuviera atravesando por una situación similar, ¿qué haría para
solucionarla?
Consultemos y debatamos
Toda familia en cualquier momento de su ciclo vital pasa por
conflictos que se manifiestan por diferentes causas afectando las relaciones
interpersonales y familiares. Dichos conflictos son asumidos desde puntos de
vista diferentes, según el punto de vista de las personas.
Estos conflictos en algunas ocasiones pueden generar crisis. Una de las
mayores y más dolorosas por las que atraviesa una familia es la separación
de los padres.
¿Qué ocasiona una separación? Las causas que pueden producir una
separación son múltiples, dependiendo de la naturaleza de la relación, las
expectativas de cada uno, problemas económicos, familiares, hijos, etcétera,
pero entre los problemas más frecuentes en toda relación de pareja se
destacan:
Problemas de comunicación: la mayoría de las veces no se habla de los
conflictos en su momento y se van acumulando las quejas con respecto al
otro y después se discuten a destiempo. Además, es común que haya
dificultad para expresar sentimientos, necesidades de afecto y, sobre todo,
creer que el otro sabe leer nuestro pensamiento y, por tanto, que conoce lo
que sentimos, pensamos y necesitamos
Discusiones destructivas: falta de respeto hacia la opinión del otro, creer
que uno siempre tiene la razón, no saber ponerse en el lugar del otro para
comprender lo que le ocurre, maltrato y violencia intrafamiliar, alcoholismo y
adicción a sustancias psicoactivas, o también por la descalificación de los
comportamientos del otro, etcétera
Sentimiento de abandono: en ocasiones el exceso de trabajo por parte de
uno de los cónyuges y la falta de interés por la pareja hace que se deteriore la
relación y el otro sienta esa sensación de abandono afectivo y de soledad, de
tal modo que busque una solución al margen de su pareja
Esto en un principio se puede ver como una salida pasajera y momentánea
pensando en una futura solución, pero la mayoría de las veces no es otra cosa
sino el comienzo de una ruptura, ya que los dos miembros de la pareja
empiezan a tener vidas independientes, uno al margen del otro, con intereses
distintos, llegando el momento en que la pareja puede ser vista como un
estorbo o un freno para el desarrollo personal. De ahí la importancia del
diálogo basado en el respeto y la escucha y de buscar soluciones en el
momento en que aparece el problema, sin posponerlo
Rutina: hacer siempre las mismas cosas, hablar siempre de lo mismo, falta
de interés en lo que le ocurre al otro, desafecto, monotonía, falta de ilusión,
etcétera
Decepción: muchas parejas sienten que ellos o ellas no se habían casado
con la persona que habían conocido en un principio, se sienten chantajeadas
y se produce decepción, ya que se ha perdido la admiración que pudo existir
en su momento. También por episodios de infidelidad en la pareja.
Recordemos que los padres siguen siendo padres hasta el fin de sus días, así
no continúen siendo esposos, ya que son los modelos básicos del
comportamiento de sus hijos, tanto por lo que hagan o digan, como por lo
que no hagan o dejen de decir, por lo que deben convertirse para sus hijos
en modelos de respeto de tolerancia, de optimismo y de responsabilidad.
Comprometámonos y evaluemos
Comuniquemos a nuestros hijos/hijas que la decisión de separarse es
exclusivamente nuestra y que ellos no han tenido nada que ver en ello
Conversemos con nuestros hijos de que seguirán teniendo a ambos padres y
que la separación no va a afectar el amor que cada uno les tiene aun cuando
no vivan más juntos
Destaquemos a nuestros hijos que, al igual que los padres, cuentan con otras
personas que también los quieren y se preocupan por ellos, nombrándoselas::
abuelos, tíos, otros familiares o amigos, vecinos, maestros como forma de
reasegurarlos en su autoestima
También, que van a poder hablar sinceramente con ambos padres siempre
que les preocupe algo o necesiten de ellos
No caigamos en la sobreprotección o en el abandono afectivo de nuestros
hijos o, por sentimientos de culpa, tratarlos como niños más pequeños
Mantengamos los valores familiares y los proyectos de vida familiar, con
reglas prácticas, firmes y coherentes. La excesiva indulgencia o tolerancia no
ayuda a los niños en su desarrollo y, por el contrario, muchas veces impide
que el otro padre ponga reglas claras o enfrenta a ambos padres en una
competencia poco saludable para el niño
Debemos hablar con la verdad, con palabras que los hijos entiendan, y si es
necesario, busquemos ayuda especializada. Otro tipo de ayuda es la lectura
de libros apropiados, que deben ser leídos en conjunto por padres e hijos, sin
que esto sustituya el diálogo
Hablemos con nuestros hijos antes de que se produzca la separación
No pongamos a nuestros hijos de parte de uno o de otro, intentando que
rechacen a uno de los progenitores, y evitamos el chantaje afectivo con los
hijos,pues esta situación termina siendo muy perjudicial para el desarrollo,
con grandes repercusiones tanto en su salud emocional, mental y física
Evitemos las discusiones ante nuestros hijos, sin utilizarlos como
espectadores, jueces o mensajeros (razoneros: llevadores y traedores de
razones o mensajes)
Permitamos a nuestros hijos que se expresen, que lloren, que pregunten y
que exterioricen sus sentimientos, dolor, preocupación confusión e ira
Estimulemos a nuestros hijos a que vean al padre que no vive con ellos,
hablándoles bien del padre ausente, sin desacreditarlo jamás
Recordemos permanentemente los intereses de nuestros hijos y sus
necesidades, antes que nuestros intereses o motivaciones personales
No cambiemos a nuestros hijos de escuela o de residencia hasta tener
claro todo lo de la separación