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1. Noción de parroquia
La regla general es que las parroquias sean territoriales, es decir, que comprendan a los
fieles de un determinado espacio geográfico.
Todo lo que la disciplina canónica dispone acerca de las parroquias, se aplica también a
las cuasiparroquias, - quienes también gozan de personalidad jurídica - a no ser que las
mismas normas establezcan otra cosa.
Tiene derecho a adquirir, retener, administrar y enajenar bienes temporales, según las
normas jurídicas que sean aplicables. Es decir, puede comprar, vender, arrendar,
cumpliendo con las reglas que se refieren al tema.
Sus bienes se denominan “eclesiásticos”, por el solo hecho de pertenecer a una persona
jurídica canónica pública, sin que revistan algún carácter distinto frente a otro tipo de
bienes. Están sujetos, en cuanto tales, al Código de Derecho Canónico y a la Legislación
Complementaria emitida por la Conferencia Episcopal.
Con el nombre de capilla se designa un lugar destinado al culto divino en beneficio de una
o varias personas físicas con licencia del Ordinario del lugar. Las capillas no tienen
personalidad jurídica propia, por lo que deben actuar a través y en consonancia con el
párroco del cual dependen.
El Párroco “El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura
pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo autoridad del Obispo diocesano,
en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma
comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también
de otros presbíteros o diáconos(si fuera necesario), y con la ayuda de fieles laicos,
conforme a la norma del derecho”.
El párroco debe haber recibido el orden del presbiterado. No puede ejercer este oficio una
persona jurídica, sin perjuicio que la parroquia puede encomendarse a un instituto
religioso clerical o a una sociedad de vida apostólica, o bien asignarse solidariamente a
varios sacerdotes, con la condición que siempre debe haber uno de ellos que ejerza como
párroco o moderador de la misma. Esto puede operar ad nutum episcopi - mientras el
obispo lo estime conveniente- o por un tiempo determinado y debe constar mediante un
acuerdo escrito entre el Obispo diocesano y el Superior competente del instituto o la
sociedad. En éste se determinará la labor que debe ejercerse, las personas que se
dedicarán a ella y a los asuntos económicos. Por regla general, cada párroco debe tener la
cura pastoral de una parroquia, aunque por escasez de sacerdotes u otras circunstancias
puede confiársele más parroquias a su cargo.
Toma de posesión de la parroquia e inicio de las funciones del párroco: La cura pastoral
del párroco nombrado inicia al momento de tomar posesión del cargo. Ésta es otorgada
por el Ordinario del lugar o un sacerdote delegado por éste, a menos que el Ordinario,
haya dispensado de la observancia de este modo, en cuyo caso la dispensa hace las veces
de la toma de posesión.
Por lo recién expuesto, desde el momento en que toma posesión de la parroquia, debe
comenzar a ejercer sus funciones como párroco. Debe prestar juramento sobre el fiel
desempeño del cargo y emitir profesión de fe católica de acuerdo a la fórmula aprobada
por la Sede Apostólica, por recibir un oficio que se ejerce en nombre de la Iglesia. Tal
juramento debe ser firmado por quien lo emite y por el Ordinario o su delegado.
En esta materia se aplican las normas del Código de Derecho Canónico y las establecidas
por el Obispo diocesano, que a continuación se explican, junto a los principales aspectos a
considerar.
Miembros del Consejo de Asuntos Económicos: Los miembros del Consejo de Asuntos
Económicos o los consejeros son designados por el párroco. Es conveniente que lo haga
por escrito y por un tiempo determinado, sin perjuicio de que los nombramientos puedan
ser renovables. Lo anterior debe ser informado a la Cancillería.
Para que el Consejo pueda cumplir sus objetivos, debe estar conformado por personas
que se caractericen por su integridad moral y profesional; contribuyan al desarrollo
adecuado de la misión de la parroquia y ayuden a solucionar los diversos problemas que
se presentan habitualmente. Así, es útil que esté compuesto por, al menos, un abogado,
un profesional de finanzas y administración y otro vinculado a la construcción. Si no es
posible encontrar especialistas, habrá que buscar la participación de quienes tengan
capacidad de liderazgo y competencia para que sus iniciativas encuentren respuesta en la
comunidad. Reiteramos la importancia de agotar todos los medios para ubicar feligreses
de la parroquia, también fuera de ella, que cumplan con la idoneidad necesaria y la
eclesialidad del cometido. Hay que tener presente que debe tratarse de personas de
capacidad reconocida, y no de amigos de confianza.
No pueden ser parientes cercanos del párroco –hasta cuarto grado de consanguinidad y
afinidad. Esto quiere decir, que quedan excluidos hasta sus primos hermanos y los
cónyuges de éstos.
- Estar capacitados para generar soluciones creativas tanto para obtener los ingresos
permanentes que requieren las actividades normales de la parroquia, como los aportes
especiales para financiar otros proyectos.
- Al menos dos de ellos deben ser miembros del Consejo Pastoral para asegurar la
coordinación entre ambos consejos.