Sei sulla pagina 1di 11

Origen del debido proceso

Cuando se escucha sobre el debido proceso, se conceptualiza un derecho sustantivo que


pertenece a los ciudadanos y que el Estado les reconoce. Por lo tanto, este concepto obedece al
tipo de sociedad en la que los individuos se desenvuelven.

Debido a que cada país tiene sus propias prácticas y su propio contexto, cada sociedad lo precisa
de forma diferente. La génesis y el reconocimiento escrito del debido proceso se encuentran en la
Carta Magna de 1215, que los barones ingleses hacen firmar al monarca Juan sin Tierra ante su
inconformidad por los abusos que sufrieron. En estos años, la práctica del monarca era enviar a los
barones a prisión y encarcelarlos, e incluso matarlos sin previo juicio, cuando a consideración de la
Corona no cumplían sus obligaciones tributarias o cometían crímenes contra el reino (López, 2003,
p. 14).

Esta Carta reconoce que “Ningún hombre libre podrá ser detenido o encarcelado o privado de sus
derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o privado de su rango de
cualquier otra forma, ni se usará la fuerza contra él, ni se enviará a otros que lo hagan, sino en
virtud de sentencia judicial de sus pares y con arreglo a la ley del reino . “La revisión de la Carta
Magna en 1354, bajo Eduardo III, trajo consigo el concepto de due process [debido proceso] en
vez de law of the land [ley del reino]. Según Edward Coke, que consideró ambos conceptos, esta
última expresión significaba ‘indictment and presentment of good and lawful men, and trial and
conviction in consequence’ [acusación y presentación de hombres buenos y legales, y prueba y
condena como consecuencia]” (Ramírez, 2006, p. 1120, n. 37).

El término debido proceso fue utilizado en el estatuto 28 del rey Eduardo III, que declaraba:
“Ningún hombre, cualquiera que sea su estado o condición debe ser sustraído de su hogar, ni
tomado ni puesto en prisión, ni acusado o dársele muerte sin que se le dé una respuesta por el
debido proceso”. Cuando se suprimió el antiguo procedimiento arbitrario del rey y se dio inicio a
un procedimiento que escuchaba a las partes y admitía el desahogo de las pruebas, Inglaterra
implementó la institución del debido proceso. En esa época y en este contexto, el debido proceso
se consideraba como una ley que escucha antes de condenar, que procede después de haber
investigado el hecho y que juzga sólo después de un proceso.judicial. La frase debido proceso
legal, due process of law, en Estados Unidos es una variación del concepto encontrado en la Carta
Magna de Inglaterra.

La 5ª Enmienda de la Constitución estadounidense establece los derechos de todo ciudadano a


tener un proceso judicial: Nadie estará obligado a responder de un delito castigado con la pena
capital o con otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o acusa, a excepción de los casos que
se presenten en las fuerzas de mar o tierra o en la milicia nacional cuando se encuentre en servicio
efectivo en tiempo de guerra o peligro público; tampoco se pondrá a persona alguna dos veces en
peligro de perder la vida o algún miembro con motivo del mismo delito; ni se le compelerá a
declarar contra sí misma en ningún juicio criminal; ni se le privará de la vida, la libertad o la
propiedad sin el debido proceso legal; ni se ocupará la propiedad privada para uso público sin una
justa indemnización.
Por su parte la 14ª Enmienda refiere:

Toda persona nacida o naturalizada en los Estados Unidos, y sujeta por ello a tal jurisdicción, es
ciudadana de los Estados Unidos y del Estado en que resida. […] tampoco podrá ningún Estado
privar a una persona de su vida, libertad o propiedad, sin un debido proceso legal; ni negar a
persona alguna dentro de su jurisdicción la protección legal igualitaria.

Conceptualizando, en Inglaterra el significado del debido proceso desde su reconocimiento inicial


se refería a las reglas básicas a que debía someterse el derecho de defensa, y su objetivo era
obtener una limitación del poder absolutista del rey; sin embargo, el concepto evolucionó, y las
enmiendas a la Constitución de los Estados Unidos de América introdujeron innovaciones
importantes que deben ser reconocidas por el nuevo Estado. Como resultado de ello, los jueces
tienen que preservar las garantías del proceso y ser razonables en las decisiones que adopten.

En el contexto latinoamericano, la mayoría de las códigos políticos no contemplan el calificativo


“debido”, y especifican solamente un procedimiento racional y justo, lo cual ha dado lugar a que
se conceptualice como una garantía innominada (Alvarado, 2004, pp. 167-170).

Esto se debe a que el primer antecedente del debido proceso en Latinoamérica se encuentra en el
artículo 287 de la Constitución Política de la Monarquía Española promulgada en 1812, más
conocida como Constitución de Cádiz, que a la letra dice: “Ningún español podrá ser preso sin que
preceda información sumaria del hecho, por el que merezca, según la ley, ser castigado con pena
corporal, y asimismo un mandamiento del juez por escrito que se le notificará en el acto mismo de
la prisión”.

El debido proceso se entiende como un proceso judicial justo, que es aplicable no sólo a los
procesos penales, sino además a todos los procesos sancionadores judiciales o administrativos. El
debido proceso no es ni más ni menos que el proceso que respeta sus propios principios (2003, p.
267). La institución en Latinoamérica comprende una serie de garantías tales como el derecho del
inculpado a ser oído, la facultad de hacer valer sus medios de defensa y a que se pronuncie una
decisión fundada y motivada. Con ello se asegura la obtención de una decisión justa.

Cabe mencionar que la idea del debido proceso en los países latinoamericanos sigue, por lo
general, el sistema anglosajón, aun cuando la mayoría de éstos pertenezca a un sistema de
derecho civil y no de common law como en Estados Unidos o en Inglaterra.

Según lo acotado hasta el momento, es posible distinguir algunas diferencias entre el debido
proceso reconocido en Estados Unidos y en Latinoamérica. Mientras que en Estados Unidos
garantiza un juicio por jurado, en los países de habla hispana de la región no se contemplan los
jurados. Por otra parte, en los países latinoamericanos es necesario fundamentar la sentencia en
las disposiciones legales que sustentan el acto o actos materia del juicio, y en Estados Unidos los
fallos no se fundan en la legislación. Al reconocerse que “Ninguna persona debe ser privada de la
vida, libertad o propiedad sin un debido proceso legal”, esta institución surge como una garantía
en contra de la arbitrariedad del gobierno, ya sea cometida por el Congreso, por el Ejecutivo o por
el órgano jurisdiccional. Es decir, si la ley priva a una persona de su vida, su libertad o su
propiedad, entonces, se le niega la protección que ofrece un debido proceso. Si el gozo de este
derecho está condicionado por requisitos no razonables, el debido proceso resulta violado.

El debido proceso en los tratados internacionales.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas recoge, en varios
artículos, el reconocimiento al debido proceso. En su artículo noveno se reconoce que nadie podrá
ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.

En el décimo se establece que toda persona tiene el derecho de ser oída en plena igualdad,
públicamente y con justicia por un tribunal independiente para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.

El undécimo declara que toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley y en juicio público en el que se
hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.

Cabe destacar que dicha Declaración, si bien es el primer documento común a todos los países del
planeta en cuanto a derechos humanos y libertades fundamentales, no presenta una fuerza
vinculatoria sino para los Estados que han incluido sus principios en sus propias Constituciones.
Por mencionar un ejemplo, el texto constitucional mexicano, antes de la reforma de 2008 no
incluía la presunción de inocencia recogida por la Convención de 1948, con lo cual se hacían
abundantes las prácticas de privación de la libertad de aquellos que no habían recibido sentencia
condenatoria por el tribunal correspondiente.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos , en su artículo octavo, especifica


notoriamente las garantías judiciales en todo tipo de procesos. Por medio de ella se establece que
toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,
por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad a la
ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella.

Por lo que al proceso penal se refiere, la Convención sitúa la presunción de inocencia como una
prerrogativa para toda persona inculpada de un delito y mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad. Asimismo, distingue garantías mínimas del proceso penal como el acceso del
inculpado a un traductor o intérprete gratuito si no comprende o no habla el idioma del tribunal;
ser comunicado previa y detalladamente de la acusación formulada; que se le conceda el tiempo y
los medios adecuados para la preparación de su defensa; defenderse personalmente o ser asistido
por un defensor de su elección, y comunicarse libre y privadamente con su defensor; ser asistido
por un defensor proporcionado por el Estado si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni
nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley; no ser obligado a declarar contra sí
mismo, ni declararse culpable; recurrir el fallo ante juez o tribunal superior y por lo que compete a
la defensa, interrogar a los testigos presentes en el tribunal, y obtener la comparecencia, como
testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos.

Como se puede apreciar, este tratado amplía el catálogo de prerrogativas concedidas por el Estado
a los acusados y procesados penalmente. Ha sido a consecuencia del desarrollo y evolución de las
sociedades como, cimentadas en formas de gobierno más democráticas, se han hecho necesarias
instituciones que en materia penal empaten con sistemas menos represivos, inquisitivos y más
garantistas.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos8 es más detallado en las prerrogativas que
confiere a los procesados.

El artículo noveno prohíbe las detenciones o prisiones arbitrarias; establece el derecho del
detenido a ser informado del hecho que se le acusa; señala la necesidad de llevar al acusado sin
demora ante un juez, quien fallará en un plazo razonable, decidirá sobre la legalidad de su prisión
y ordenará su libertad si la prisión fuera ilegal. Establece la reparación en el caso de haber sido
ilegalmente detenido o preso.

El artículo décimo prevé que los privados de libertad serán tratados humana y dignamente.
Establece la separación de los procesados y los condenados; así como de los menores y adultos;
además puntualiza que el objetivo del régimen penitenciario será la reforma y la readaptación
social de los penados.

El artículo decimocuarto declara que todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de
justicia. Consagra el derecho de la persona a ser oída públicamente y con las debidas garantías por
un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en juicios penales y
civiles. Señala que la prensa y el público podrán ser excluidos por consideraciones de moral, orden
público o seguridad nacional, y que toda sentencia en materia penal o contenciosa será pública,
excepto en los casos en que el interés de menores de edad exija lo contrario.

Asimismo, señala que toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley. El mismo artículo señala las
garantías mínimas de las que goza todo acusado durante el proceso: ser informado sin demora, en
un idioma que comprenda, de la naturaleza y causas de la acusación; disponer del tiempo y de los
medios para preparar su defensa, y tener un defensor de su elección; ser juzgado sin dilaciones;
hallarse presente en el proceso, y defenderse personalmente o por un defensor de su elección; a
ser informado, si no tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo y, siempre que el interés
de la justicia lo exija, a que se le nombre defensor de oficio, gratuitamente si careciere de medios
suficientes para pagarlo; interrogar a los testigos de cargo, y obtener la comparecencia e
interrogatorios de los testigos de descargo; ser asistido gratuitamente por un intérprete, si no
comprende o no habla el idioma empleado en el tribunal; no ser obligado a declarar contra sí
mismo, ni confesarse culpable.
¿Qué es el debido proceso?

debido-proceso

Para constituir un verdadero Estado Social y democrático de Derecho, es necesario generar


garantías que se enmarquen dentro del espectro legal para todos los ciudadanos. Dentro de esas
garantías se encuentra el debido proceso como un pilar inamovible sobre el que descansa todo el
sistema jurídico, que soporta la convicción en las instituciones y en el Estado.

¿Qué es el debido proceso?

El debido proceso es un derecho fundamental de inmediato cumplimiento consagrado en el


artículo 29 de la Constitución Política de Colombia: “El debido proceso se aplicará a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas.

Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o
tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio.

En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable.

Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable.


Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o
de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso público sin dilaciones
injustificadas; a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la
sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.

Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso.”

También está consagrado en instrumentos internacionales ratificados por Colombia como la


Declaración Universal de Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre y en la Convención Americana sobre Derechos.

¿Qué compone el debido proceso en materia judicial?

El debido proceso dentro del ámbito judicial tiene a su vez unos principios como son:

 El principio de legalidad: puesto que una persona solo podrá ser juzgada por leyes que
existan al momento de haber cometido el hecho punible.
 El principio del Juez natural: Donde solamente un juez que tenga jurisdicción y
competencia podrá conocer del caso y dar un fallo y siempre teniendo en cuenta todas las
formas establecidas por la ley en cada proceso.
 El principio de favorabilidad: Donde en materia penal, una persona podrá acceder a
beneficios que otorgue una ley posterior a su condena, más nunca podrá recibir un castigo
mayor por una ley posterior.
 La presunción de inocencia: Donde se guarda la honra y el buen nombre de las personas
durante las actuaciones judiciales, pues hasta que no haya una sentencia condenatoria, se
presumirá inocente.
 El derecho de defensa: Todas las personas, sin restricción alguna, tiene derecho a
defenderse en un proceso, por un abogado escogido por él, o por un abogado de oficio, si
no puede pagarlo. Dentro del proceso también podrá controvertir y aportar pruebas,
apelar e interponer recursos.

Non bis in ídem: Cosa juzgada, es decir, nadie podrá ser juzgado dos veces por el mismo hecho.

¿Qué es el debido proceso en materia administrativa?

En materia administrativa, ha dicho la Corte Constitucional que: “el debido proceso es exigente en
materia de legalidad, ya que no solamente pretende que el servidor público cumpla las funciones
asignadas, sino además que lo haga en la forma como determina el ordenamiento jurídico”, es
decir, está estrechamente vinculado con la legalidad a la que deben estar sometidas las
actuaciones administrativas, lo cual fundamenta la confianza en las instituciones del Estado.

También tiene un componente de defensa y contradicción, ya sea en las etapas netamente


administrativas o en los tribunales de lo contencioso administrativo.

¿Puedo interponer una tutela por mi derecho al debido proceso?

Claro que sí. Es un derecho fundamental de aplicación inmediata y ha dicho la Corte


Constitucional: “El derecho fundamental al debido proceso es de aplicación inmediata, vincula a
todas las autoridades y constituye una garantía de legalidad procesal para proteger la libertad, la
seguridad jurídica, la nacionalidad y la fundamentación de las resoluciones judiciales.”

EL PROCESO

El procedimiento se lleva a cabo mediante el proceso. ¿Qué es un proceso? El profesor DEVIS


ECHANDÍA nos ilumina al respecto: “En un sentido literal y lógico, no jurídico, por proceso se
entiende cualquier conjunto de actos coordinados para producir un fin; así hablamos del proceso
de producción de un material o de construcción de un edificio.

Ya dentro del terreno jurídico, pero en sentido general, entendemos por proceso una serie o
cadena de actos coordinados para el logro de un fin jurídico, y así hablamos del proceso legislativo
o de la elaboración de un decreto que requiere la intervención de diversas personas y entidades; y
aun del proceso de un contrato, en el campo del derecho administrativo. Proceso procesal es el
conjunto de actos coordinados que se ejecutan por o ante los funcionarios competentes del
órgano judicial del Estado, para obtener, mediante la actuación de la ley en un caso concreto, la
declaración, defensa, o la realización coactiva de los derechos que pretendan tener las personas
privadas o públicas, en vista de su incertidumbre o de su conocimiento o de su insatisfacción o
para la investigación, prevención y represión de los delitos y contravenciones, y para la tutela del
orden jurídico y de la libertad individual y de la dignidad de las personas en todos los casos” .

Se trata, entonces, de una actividad encaminada a producir una providencia —sentencia—, por
medio de la cual concretiza un derecho particular. Implica, su devenir, una serie de actos que son
conexos y sucesivos, que desarrollan las partes de la relación jurídica-procesal —juez, partes de la
relación jurídica sustancial en el litigio— para lograr la debida providencia. Este proceso, entonces,
es una actividad, es decir, un conjunto de actos cuya finalidad es resolver un conflicto con
incidencia jurídica a través de una providencia, la sentencia, en la cual se manifiesta la soberanía al
aplicar el derecho. Esta actividad implica una relación jurídica-procesal2 . En la que participan unos
sujetos —el juez, las partes—, cuyo objeto es una relación jurídica “sustancial”, cuyo devenir se
haya en conflicto, cuya finalidad es la de impartir justicia.

La dinámica del proceso

La dinámica del proceso es la que sigue:

En el trámite del proceso civil, dentro de un sistema de inspiración dispositiva, quien ostenta el
interés de que se declare en su favor un derecho subjetivo acude ante el juez, y presenta la
demanda de su pretendido derecho. El juez decide la procedencia de dicha solicitud, y si la
concede, llama a participar en dicha actividad al sujeto del cual se exige el derecho demandado. En
este momento se “traba la litis”, se establece la relación jurídica procesal. Cada parte defiende su
posición, sustentándola en las pruebas que considere pertinentes para llevar al fallador al
convencimiento a favor de su posición. Lo que se busca acreditar a través de las pruebas es la
razón por la cual debe o no actualizarse el derecho subjetivo demandado4 , conforme con el
derecho objetivo .

Como vemos, el proceso judicial se fundamenta en la facultad con que cuentan los ciudadanos
para acudir al Estado para que a través de la jurisdicción resuelva un conflicto de incidencia
jurídica. Dicha facultad se concreta en el derecho de acción, que no es otra cosa que la puesta en
funcionamiento del esquema institucional por medio del cual se busca como finalidad el bien
común.

EL DEBIDO PROCESO Ya hemos visto de qué se trata cuando nos referimos al proceso. Esta
actividad de adecuación normativa, a través de la cual se dice el derecho, cuya finalidad es la
resolución de una pretensión en orden a una paz social en función de justicia, se hace objeto de
principios en pos de su eficacia.

Definición Dentro de estos principios, el cimero es el del debido proceso. La adjetivación del
proceso como debido permite que su devenir se eleve a derecho fundamental. Dicha calificación
hace del proceso —género— una actividad ordenada en y hacia la justicia —en tanto que
debido—.
En nuestro ordenamiento positivo, es el artículo 29 de la Constitución Política la norma que
consagra el derecho al debido proceso, así:

“El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas Nadie podrá
ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal
competentes y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio.

En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable. Toda persona se presume inocente mientras no se la
haya declarado judicialmente culpable.

Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o
de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso sin dilaciones
injustificadas; a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la
sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho. Es nula, de pleno
derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso”

Ya hemos dicho que el debido proceso es una especie del proceso, una calificación que se hace de
él, cuya diferencia específica radica en la adjetivación de “debido” que se endilga al proceso. Así
las cosas, surge el interrogante: ¿qué se debe entender por “debido?”.

Debido, en una primera acepción, es lo que se debe, lo que un sujeto debe a otro, en términos de
prestación. Así pues, debido es lo que es adecuado para hacer algo, y, como adecuado es lo
conforme con un principio, debido es el proceder conforme con un o unos principios. En este
orden de ideas, Debido proceso es la actividad judicial ordenada a resolver pretensiones, la cual se
desarrolla con arreglo y observancia a unos principios, reunidos en el concepto de justicia, y
particularizados en las normas de procedimiento y las propias de cada proceso. Se trata, en suma,
de lo que la Constitución española de 1978 denomina “un proceso con todas las garantías”.

Tratamiento del debido proceso a través de la jurisprudencia constitucional

Nuestra legislación no contiene ninguna definición del debido proceso. Ni siquiera su


consagración constitucional es clara, como vimos. Tampoco la doctrina se ha referido a espacio al
punto, pues siempre se le invoca como una fórmula salvadora, por su sola calificación como
derecho fundamental, y, por lo mismo, tutelable. Por esto mismo, ha sido la Corte Constitucional
la que se ha referido en extenso al tema, tanto en fallos de constitucionalidad, como en fallos de
tutela.

Así pues, para encontrar un concepto del debido proceso en nuestro ordenamiento jurídico,
hemos de recurrir a la jurisprudencia del tribunal constitucional, esto sin dejar de lado el hecho de
que ya, desde finales de los años sesenta, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia,
había hecho referencia al punto.

Tratamiento del debido proceso a través de la jurisprudencia constitucional Nuestra legislación no


contiene ninguna definición del debido proceso. Ni siquiera su consagración constitucional es
clara, como vimos. Tampoco la doctrina se ha referido a espacio al punto, pues siempre se le
invoca como una fórmula salvadora, por su sola calificación como derecho fundamental, y, por lo
mismo, tutelable. Por esto mismo, ha sido la Corte Constitucional la que se ha referido en extenso
al tema, tanto en fallos de constitucionalidad, como en fallos de tutela. Así pues, para encontrar
un concepto del debido proceso en nuestro ordenamiento jurídico, hemos de recurrir a la
jurisprudencia del tribunal constitucional, esto sin dejar de lado el hecho de que ya, desde finales
de los años sesenta, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, había hecho referencia
al punto.

En la sentencia T–001 del 12 de enero de 1993, con ponencia del magistrado JAIME SANÍN
GREIFFENSTEIN, la Corte se refirió al debido proceso en estos términos: 9 Artículo 24.2. 10 De
acuerdo con los índices de la relatoría de la Corte Constitucional, desde 1992 y hasta agosto de
2001, se han proferido aproximadamente 570 providencias referidas al tema, abarcándolo desde
un sinfín de perspectivas.

“El debido proceso es el conjunto de garantías que protegen al ciudadano sometido a cualquier
proceso, que le aseguran a lo largo del mismo, una recta y cumplida administración de justicia, la
seguridad jurídica y la fundamentación de las resoluciones judiciales conforme a derecho (...). El
debido proceso es el que en todo se ajusta al principio de juridicidad propio del Estado de derecho
y excluye, por consiguiente, cualquier acción contra legem o praeter legem.

Como las demás funciones del Estado, la de administrar justicia está sujeta al imperio de lo
jurídico: sólo puede ser ejercida dentro de los términos establecidos con antelación por normas
generales y abstractas que vinculan positiva y negativamente a los servidores públicos. Éstos
tienen prohibida cualquier acción que no esté legalmente prevista, y únicamente pueden actuar
apoyándose en una previa atribución de competencia. El derecho al debido proceso es el que
tiene toda persona a la recta administración de justicia.

Es debido aquél proceso que satisface todos los requerimientos, condiciones y exigencias
necesarias para garantizar la efectividad del derecho material”.

Este concepto, que recoge los contenidos del debido proceso, tanto como entidad jurídica, así
como derecho fundamental, ha sido referente de los pronunciamientos de la Corporación que
tratan el tema12. Sin embargo, ha habido desarrollos.

En sentencia T-140 del 16 de abril de 1993, con ponencia del magistrado VLADIMIRO NARANJO
MESA, la Corte considera el debido proceso como:

“una institución fundamental dentro del Estado de derecho, y específicamente como un elemento
estructural del sistema judicial colombiano”, y su finalidad, “está constituida por la forma de
asegurar la objetividad en la confrontación de las pretensiones jurídicas”.

Dicha finalidad se satisface a través de las formas procesales, respecto de las cuales, la referida
sentencia se expresa así: “la forma en sí es, en principio inalterable, por cuanto es la que da
estabilidad y adecuación proporcionada a las partes dentro del proceso, de tal manera que hace
que éste sea el debido. Es oportuno recalcar que la forma jurídica es algo más que un requisito y
una apariencia, pues su ser implica la actualización de las potencias que obran en lo jurídico”. De
lo anterior se sigue que:

“la esencia del debido proceso no es otra cosa que la forma de aseguramiento de la objetividad
necesaria en lo jurídico”.

Con posterioridad a estos pronunciamientos, la Corte Constitucional estableció una especie de


“bloque de constitucionalidad” en torno al debido proceso.

En sentencia T-280 de 1998, con ponencia del magistrado ALEJANDRO MARTÍNEZ CABALLERO,
dispuso que: “el debido proceso es todo un conjunto de derechos de las personas expresado en
los artículos 28 (libertad de movimiento y otras cortapisas que se le imponen al Estado), 29 (el
propio debido proceso y el derecho de defensa), 30 (recurso de habeas corpus), 31 (doble
instancia), 33 (inmunidad penal), 36 (derechos de asilo).

La importancia del debido proceso se liga a la búsqueda del orden justo, por consiguiente, en la
Constitución de 1991 el debido proceso es algo más profundo que tipificar conductas, fijar
competencias, establecer reglas de sustanciación y ritualismos, indicar formalidades y diligencias,
como se deducía de los términos empleados por la Ley 153 de 1887”.

Esta concepción se sustenta en lo que, líneas más abajo, la misma providencia expresa: “El debido
proceso que se ampara con la tutela está ligado a las normas básicas constitucionales tendientes al
orden justo (para ello nada más necesario que el respeto a los derechos fundamentales); ello
implica asegurar que los poderes públicos constituidos sujeten sus actos (sentencias, actos
administrativos) no solamente a las normas orgánicas constitucionales sino a los valores, principios
y derechos y ése sería el objeto de la jurisdicción constitucional en tratándose de la tutela”.

Dentro de esta perspectiva, en sentencia C-383 de 2000, con ponencia del magistrado ÁLVARO
TAFUR GALVIS, concibe la conexión del debido proceso con la función jurisdiccional del Estado,
prevista por el artículo 228 de la Constitución13, fundándola en dos presupuestos:

“el primero, que es debido todo proceso que se realiza ajustado a las formas propias establecidas
por el legislador para el respectivo juicio, permitiendo un trato en igualdad para quienes allí
participan, así como el ejercicio en debida forma para la protección de sus derechos e intereses; y,
el segundo, que las reglas procesales establecidas para un proceso deben ser conducentes a la
finalidad que con ellas se pretende y para la cual fueron concebidas, dentro del cumplimiento del
cometido estatal de administrar justicia y de la salvaguardia de los derechos materiales
controvertidos”.

El derecho al debido proceso

Hasta ahora, tenemos una clara referencia al debido proceso como un derecho, es decir, como
algo exigible a alguien. Se tiene, entonces, derecho a un debido proceso. Más arriba nos
referíamos al debido proceso como una especie del proceso. El proceso es debido, es decir,
ajustado a unos principios en razón de su finalidad.

El proceso es el debido cuando se sujeta a las reglas que gobiernan el procedimiento a través del
cual la jurisdicción actúa16. En tanto la actividad judicial se encamina a la construcción de la paz
social, resolviendo conflictos a través del derecho, la actuación de la jurisdicción ha de darse en
dichos términos, ha de ser justa. Ahora, y recordando que por justicia se entiende el hábito
permanente y perpetuo de dar a cada uno lo suyo, veamos entonces cuándo el proceso se puede
tener por debido.

Ahora, en tanto la finalidad del proceso está en concretar un derecho justo, durante su trámite no
es posible referir dicho derecho a alguna de las partes, ni, una vez terminado, volver sobre los
mismos hechos entre las mismas partes y con la misma causa. Así pues, tendremos un debido
proceso cuando en la actividad judicial concurran los siguientes elementos:

• Juez natural.
• Normas preexistentes.
• Legalidad en cuanto a las formas procesales.
• Celeridad o economía procesal.
• Aportación de pruebas y posibilidad de contradicción.
• Publicidad en las actuaciones.
• Presunción de inocencia.
• Cosa juzgada / Non bis in idem.

Estos elementos constituyen el fundamento del debido proceso, y a su concurrencia se tiene


derecho cuando se participa en uno de ellos.

Potrebbero piacerti anche