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Parte IV

Ciencia política, Politología


e Historia Política

297
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política.
U n a c o n t r i b u c i ó n d e s d e la e x p e r i e n c i a
investigativa e n el C I N E P
Fernán González
CINEP

En primer lugar, quiero agradecer a los organizadores la opor-


tunidad de dirigir una mirada retrospectiva a algunos de los
trabajos del CINEP y de los míos propios, relacionados con la
historia política durante los treinta años en que he estado vin-
culado a él. En segundo lugar, quiero tratar de aclararme a mí y
a los lectores hasta qué punto la mayor parte de mis propios
trabajos pueden inscribirse en la categoría de historia política,
ya que yo mismo no tengo muy claramente definida mi identi-
dad profesional, aunque esta indefinición no significa para mí
ningún motivo de preocupación. Entre otras cosas, estudié tanto
Ciencia Política como Historia de América Latina y nunca me
he preocupado mucho por las fronteras que algunos profesio-
nales han construido entre las Ciencias Sociales. Es más, con-
sidero que la combinación de los dos enfoques, diacrónico y
sincrónico, han significado un enorme enriquecimiento de mis
perspectivas de análisis. Lo mismo que la combinación entre el
acercamiento concreto a la realidad histórica de la actividad
política colombiana y la lectura desde modelos teóricos, nor-
malmente abstraídos de otras experiencias históricas.

Por esta dualidad, creo que muchos historiadores tradicionales


pueden considerarme más como politólogo o sociólogo, mien-

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

tras que la mayoría de mis colegas politólogos y mis estudian-


tes me califican claramente como historiador político. Yo ten-
dería a definirme más bien como historiador social y cultural
de la vida política colombiana o como sociólogo histórico de la
vida política, ya que mi interés básico ha sido siempre indagar
por las bases sociales y culturales de la historia política de Co-
lombia. En ese sentido, lo que he tratado de hacer es analizar
los trasfondos históricos de nuestros problemas políticos: in-
tentar responder, desde una relectura de la historia política
ampliamente considerada, a las preguntas que se hace la Cien-
cia Política sobre las actuales violencias, el clientelismo y la
corrupción, la crisis de representación política, las relaciones
entre Estado y Sociedad, e iglesia católica y estado liberal, el
tipo de presencia del Estado en las diversas regiones, etc.

Así, la pregunta guía que ha dirigido mis investigaciones han


sido los malentendidos fundamentales que operan como tras-
fondo de los conflictos entre la iglesia católica y el partido libe-
ral, entre los acercamientos clientelistas y tecnocráticos a la
vida política, entre las miradas a la violencia desde las llamadas
causas objetivas y subjetivas de la misma, etc. También ha guia-
do mis investigaciones la mirada contrapuesta con que esas vi-
siones y los actores de esos conflictos interactúan entre sí: cómo
se miran los actores unos a otros y cómo responden a esas mi-
radas. Con frecuencia, la falta de consenso sobre los problemas
obedece a que estos se entienden de manera diferente. Por ejem-
plo, es claro que las diversas posiciones asumidas en la discu-
sión sobre clientelismo, corrupción y reforma política ocultan
diversas concepciones de la política. Mientras que el fracaso de
las recientes negociaciones de paz evidencian, como ha mos-
trado insistentemente Marco Palacios,1 —amigo y colega his-
1
Proyecciones sobre escenarios de mediano y corto plazo. Trabajo realizado para la
Fundación Ideas para la Paz sobre el campo político y los procesos de

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Lemán Gon?dle?

toriador cuyas ideas han enriquecido muchas de estas reflexio-


nes— una dificultad para crear consenso sobre la naturaleza de
la salida negociada y del conflicto armado mismo. Malentendi-
dos semejantes se ven en la mirada con que mutuamente se
enfrentan la iglesia católica y el partido liberal durante el siglo
XLX y primera mitad del XX.

Desde mis tiempos de estudiante de Ciencia Política en la


Universidad de los Andes, en los ya lejanos años setenta, echa-
ba de menos la mirada histórica de los problemas políticos:
fuera de los cursos de Francisco Leal Buitrago sobre la for-
mación del Estado2 y de Darío Fajardo Montaña, y algunas
lecturas como las del Poder Político en Colombia, de Fernando
Guillen Martínez,3 que leíamos en fotocopias desorganizadas
y mal paginadas, la dimensión histórica estaba bastante au-
sente. Parecía que la historia comenzaba con el Frente Na-
cional. Y, del lado de esta última, el interés por los problemas
políticos era escaso: lo que se consideraba importante era la
Historia económica y social, la Historia de las Mentalidades,
mientras que la Historia Política se relegaba a las tradiciona-
les Academias de Historia, con sus listas de proceres, presi-
dentes, guerras civiles y reformas constitucionales. Quedába-
mos así reducidos a los libros de Henao y Arrubla y Gustavo
diálogo y negociación con las F A R C y el ELN. Bogotá. 22 de marzo de
2001. Publicado en forma parcial como: "Una radiografía de Colombia".
En: La Revista de El Espectador. Bogotá. 23 de septiembre de 2001.
'- Estos cursos se encuentran recogidos de alguna manera en sus libros: Estudio
del comportamiento legislativo en Colombia. T o m o I: Análisis histórico del
desarrollo político nacional. 1930-1970. Bogotá. Tercer Mundo. 1973, y
Estadoy Política en Colombia. Bogotá. Siglo XXI Editores. 1984.
!
La primera edición de este libro postumo de Fernando Guillen Martínez
apareció solamente en 1979, editada por la editorial Punta de Lanza, gra-
cias al esfuerzo de algunos de sus colaboradores y estudiantes de la Uni-
versidad Nacional, apoyados por otros amigos y familiares.

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política
Arboleda, o en el mejor de los casos, al enfoque revisionista de
Indalecio Liévano Aguirre. Incluso en el terreno de la historia
de las ideas políticas, el interés era escaso: los trabajos ya clási-
cos de Jaime Jaramillo Uribe4 y Gerardo Molina5 eran la excep-
ción. De hecho, todavía no tenemos una buena síntesis del pen-
samiento conservador en Colombia, a pesar de las antologías
existentes de José Eusebio Caro, Mariano Ospina Rodríguez,
Miguel Antonio Caro y Laureano Gómez.

De ahí la importancia que tiene el reciente impulso renova-


dor de las investigación en historia política que aparece si-
multáneamente en varias regiones del país. En este contexto,
sumado a los aportes de otras ciencias sociales, se inscribe
nuestro intento de diálogo entre Historia y Ciencia Política.
Este intento de relectura ha venido buscando superar la se-
paración que normalmente existe entre la visión diacrónica
de la Historia política y la mirada sincrónica de la Ciencia
política, intento que se hace evidente en la preocupación de
varias investigaciones del CINEP por indagar sobre las raí-
ces prepolíticas del comportamiento y adscripción política,
sobre las bases sociales, culturales y económicas de la activi-
dad política. En ese sentido, nuestra búsqueda se inspira en
la obra ya citada de Fernando Guillen Martínez, que relacio-
na la adscripción política a los partidos tradicionales con la
estructuras sociales vinculadas con la encomienda indígena
de los tiempos coloniales y la hacienda colonial y republica-
na, lo mismo que en los trabajos de Barrington Moore, que
tratan de interrelacionar las estructuras agrarias de algunos
países con los sistemas políticos posteriormente resultan-
4
E lpensamiento colombiano en el siglo XIX. Bogotá. Temis. 1964.
5
Las Ideas Liberales en Colombia. Vol. I. Bogotá. Tercer Mundo. 1970. Los
tomos II y III aparecieron publicados por la misma editorial en 1974 y
1977.

302
Fernán Gon?ále?^

tes.6 Sin la consideración de las bases sociales, económicas y


culturales del comportamiento político, son ininteligibles el
fenómeno del clientelismo y el surgimiento precoz del siste-
ma bipartidista en Colombia, lo mismo que su permanencia
hasta la segunda mitad del siglo XX.

RELACIONES ENTRE IGLESIA CATÓLICA, SOCIEDAD


Y ESTADO EN COLOMBIA

En esa consideración, es particularmente importante el análisis


de las relaciones que se establecen, desde los tiempos coloniales,
entre la iglesia católica y las localidades y regiones: la presencia
diferenciada del clero católico en los procesos de poblamiento y
cohesión social de las diversas regiones tiene, a nuestro parecer,
importantes consecuencias políticas y sociales. En este punto se
presenta una convergencia de los resultados de nuestras investi-
gaciones sobre las bases sociales del comportamiento político y
los trabajos realizados sobre las relaciones entre iglesia católica y
estado colombiano. Estos estudios se inician antes de mis estu-
dios de Ciencia Política y responden a una problemática de tipo
más personal, pues se enmarcan en la contradicción que vivía
parte de mi familia, en particular de mi padre, entre la militancia
dentro del partido liberal y su firme adhesión a la fe católica, de
la que era fervoroso practicante. En el período de la Violencia
de los años cincuenta, cuando mi familia se trasladó de
Barranquilla a Cali, estaban en boga las pastorales antiliberales

Barrington Moore. Orígenes sociales de la dictadura y demacrada: el señor y el


campedno en laformadón del mundo moderno. Barcelona. Península. 1972. Esta
perspectiva ha sido retomada posteriormente por el mismo autor en: La
Injustida: bases sodales de la obedienriay la rebelión. México. U N A M . 1989. En
una línea semejante, se mueve más recientemente Theda Skocpol. Los
Estadosy las Revoludones Sodales. Un análisis comparativo de Fronda, Rusiay
China. México. FCE. 1984.

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política
y antimodernas de monseñor Miguel Ángel Builes, obispo de
Santa Rosa de Osos y no escaseaban los curas que negaban la
absolución a los que se atrevían a confesarse liberales. Creo que
esta problemática familiar es uno de los orígenes de mi interés
por estudiar, desde el punto de vista liberal, los enfrentamientos
de la iglesia católica con el liberalismo y el mundo moderno. Por
esta razón, mi libro Poderes Enfrentados,7 que recoge varios en-
sayos sobre el tema, está dedicado a la memoria de mi padre.

La otra vertiente de mi interés por el tema tiene que ver con el


momento que vivíamos en Colombia a finales de los años se-
senta y principios de los setenta: yo estudiaba teología en la
Universidad Javeriana, entre los años 1968 y 1971, cuando
empezaban a conocerse y estudiarse en el país los resultados
del Concilio Vaticano II, realizado entre los años 1962 y 1965,
que significaron un verdadero revolcón en el seno de la iglesia
católica. Y mucho más, en América Latina y Colombia, donde
proliferaron muchos movimientos sacerdotales y laicales de
carácter contestatario y radical, que despertaron el rechazo y la
incomprensión de la mayor parte de los jerarcas: como resulta-
do de esta contraposición, se hace evidente la división del cle-
ro católico y su jerarquía en América Latina. En ese momento
surgen Camilo Torres, y posteriormente, los grupos sacerdotales
de Golconda y SAL (Sacerdotes para América Latina).

En ese contexto teológico y político, era obvia la pregunta sobre


las relaciones entre iglesia católica, liberalismo y modernidad, ya
que el Concilio Vaticano II significó un importante intento de
diálogo con el mundo moderno, al reconocerse a la iglesia como
Pueblo de Dios que camina a través de la historia, al lado de
otros pueblos, otras iglesias, otras religiones y un sinnúmero de

7
Poderes Enfrentados. Iglesiay Estado en Colombia. Bogotá. C I N E P . 1997.

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Lemán González

creencias. Para la iglesia colombiana, educada en la lucha contra


el liberalismo y el mundo moderno, el reconocimiento que el
Concilio hacía de la libertad religiosa y de los valores de la mo-
dernidad producía un shock profundo, que hizo confesar a algún
obispo que sentía que les habían desencuadernado el Catecismo.
En ese momento, cuando empezábamos a acercarnos a plantea-
mientos que darían lugar más tarde a la llamada Teología de la
Liberación en América latina, a los enfoques del grupo Golconda
en el caso colombiano, y a leer los trabajos educativos de Paulo
Freiré y las discusiones sobre la teoría de la Dependencia, empe-
cé a escribir mi trabajo de grado en teología sobre los conflictos
entre Religión y Sociedad en Colombia, en torno a la revolución
liberal de 1848.8 Para ese trabajo, descubrí un libro de alguien
que se convertiría luego en un buen amigo y colega: Partidospolí-
ticosy Clases Soáales, de Germán Colmenares,9 que me sugirió una
idea que sería clave para mis posteriores investigaciones: la dife-
rencia entre fe religiosa y la expresión sociocultural de esa fe en
los diversos momentos de la historia.

Esa línea se iría desarrollando luego en mis siguientes trabajos,


como el de los antecedentes históricos del nuevo concordato de
197310 y el de las relaciones entre iglesia católica y partidos polí-
ticos,11 que ya insinúa ideas que se profundizarían más tarde,
8
Publicado con d título: "Religión y Sociedad en confliao: la revoludón ideológica
y social de 1848 en Colombia". En: EclesiásticaXaveriana. Bogotá. 1972.
9
Bogotá. Universidad de los Andes. 1968.
10
"Relaciones entre la Iglesia y el Estado a través de la historia colombiana:
antecedentes históricos del Nuevo Concordato". En: A N A U C I A S . N o .
17. Bogotá. CINEP. Septiembre de 1973.
11
"Iglesia y Partidos Políticos en Colombia". En: Revista de la Universidad de
Medellín. N o . 21.1976. Este artículo serviría de base para el libro: Partidos
políticos y poder eclesiástico. Reseña histórica, 1810-1930. Bogotá. C I N E P .
1977, incluido en: Historia general de la Iglesia en América Latina. T o m o VII:
Colombia y Venezuela. Salamanca. CEHILA. 1981. Algunos capítulos de

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

como la diferenciación regional de la presencia de la iglesia cató-


lica en el país (cuya idea germinal aparece ya en los primeros tra-
bajos de Virginia Gutiérrez de Pineda sobre la familia colombia-
na), las divisiones del clero en torno al proceso de independencia
y la vigencia del patronato bajo el régimen republicano, la lectura
del catolicismo intransigente de las pastorales del obispo de Pas-
to, Ezequiel Moreno (canonizado por el actual papa), que predi-
caba la guerra santa contra el liberalismo y las consecuencias de la
división de la jerarquía en la caída del régimen conservador en
1930. Estas visiones se irían complementando con otros tres en-
sayos: el primero12 explora las relaciones de la iglesia católica bajo
los gobiernos del general Mosquera y del radicalismo liberal, mos-
trando la heterogeneidad interna tanto de la iglesia como del par-
tido liberal en esta materia, mientras que los otros dos muestran
el desarrollo de esta problemática durante la Regeneración y la
hegemonía conservadora, las reformas liberales de los años trein-
ta, la violencia de mediados de siglo y el Frente Nacional.13

De alguna manera, este acercamiento histórico desemboca en


una visión más actual del papel de la iglesia católica en la socie-
dad colombiana a partir de los años setenta y ochenta, recogida
en dos ensayos: "La Iglesia jerárquica: un actor ausente",14 sobre
este libro fueron objeto de una relectura en 1985, en un documento oca-
sional del CINEP: "Iglesia y Estado en Colombia durante el siglo XIX
(1820-1860)". Documento ocasional. No. 30. Bogotá. CINEP. 1985.
12
"Iglesia y Estado desde la Convención de Rionegro hasta el Olimpo Radical
(1863-1878)". En: Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura. No
15.1988.
13
"Iglesia Católica y Estado Colombiano (1886-1930)" e "Iglesia Católica y
Estado colombiano (1930-1985)". En: Nueva Historia de Colombia. Bogo-
tá. Planeta. 1989.
14
En: Francisco Leal Buitrago y León Zamosc (eds.) Alfilodel caos. Crisis
Política en la Colombia de los años ochenta. Bogotá. Universidad Nacional/
Tercer Mundo. 1990.

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Lemán González

la coyuntura de los años ochenta y "La Iglesia católica en la co-


yuntura de los noventa: defensa institucional o búsqueda de la
paz".15 En ellos se analiza la crisis del modelo de presencia de la
iglesia en la sociedad mediante el control de las instituciones
sociales, el desconcierto de la jerarquía frente a los rápidos cam-
bios que se producen en la sociedad colombiana a partir de los
años setenta, que se expresan en una acelerada secularización
de la sociedad, una mayor heterogeneidad del campo religioso y
un reconocimiento de la pluralidad étnica, cultural y religiosa del
país. Estos cambios se reflejan en la oscilación de la jerarquía
entre una defensa del modelo institucional reflejado en la defen-
sa del régimen concordatario y la búsqueda de un nuevo estilo de
presencia en la sociedad que se muestra en la búsqueda de la
paz. Estos ensayos fueron escritos, en buena parte, gracias a la
insistencia de Francisco Leal Buitrago, amigo, profesor y colega,
que no me dejó abandonar el tema.

Esta serie de ensayos sobre las relaciones entre iglesia católica,


sociedad y estado en Colombia se cierra con una reflexión so-
bre el papel de la iglesia en la conquista y colonia españolas,
que se concreta con la ocasión de la discusión sobre la celebra-
ción del V Centenario del descubrimiento de América y finali-
za con la edición del libro Poderes Enfrentados. Iglesiay Estado en
Colombia, que recoge, en 1997, casi todos los ensayos anterior-
mente mencionados. El capítulo I de este libro, "¿Evangeliza-
ción o Conquista espiritual? La Iglesia en la sociedad de la con-
quista y la colonia", sintetiza varias versiones sobre el tema,
publicados previamente de manera diversa.16 Por su parte, el
15
En Francisco Leal Buitrago (comp.) En busca de la estabilidadperdida. Actores
políticos y sodales en los años noventa. Bogotá. Tercer M u n d o / I E P R I /
COLCIENCIAS. 1995.
16
Véase: "La Iglesia. Organización en la Colonia, acción misional y educativa".
En: Historia de Colombia. Bogotá. Salvat. 1989; "Evangelización y estructu-

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Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

capítulo final17 intenta realizar una reflexión de conjunto sobre


los diversos períodos estudiados desde la relación entre Iglesia
y Modernidad, cuyo inicio se debió a un seminario sobre la recep-
ción de la modernidad en Colombia, realizado en 1989 a peti-
ción de la Misión de Ciencia y Tecnología en la facultad de
Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Bogotá.

Para leer la Política: una mirada desde la Historia


A diferencia de los trabajos sobre las relaciones entre iglesia
católica, sociedad y estado colombianos, fruto de un trabajo
predominantemente personal que permitió ir armando paulati-
namente el rompecabezas antes descrito, las investigaciones más
directamente relacionadas con la historia del comportamiento
político han estado siempre vinculadas a investigaciones
interdisciplinarias realizadas por diversos equipos de trabajo
del CINEP, como aparece analizado en el recuento de las in-
vestigaciones relacionados con la política, realizado por Ingrid
Bolívar con ocasión de los primeros 25 años del Centro.18 Así,
los primeros acercamientos al tema del clientelismo y la forma-
ción del Estado Nación se producen en una investigación so-

ra social en la Nueva Granada. Líneas para una reflexión desde la historia".


En: La Evangelizarían en Colombia. Bogotá. Conferencia Episcopal. 1992;
"¿Evangelización o conquista espiritual?". En: Crónicas del Nuevo Mundo.
Colección de separatas. N o 20. Bogotá. El Colombiano/CINEP. Octubre
de 1992. Una versión más breve de este último artículo apareció publicado
en dos capítulos del libro: Un mundo jamás imaginado. Bogotá. Comisión V
Centenario/Santillana. 1992. Estos dos capítulos y la separata de El Co-
lombiano fueron escritos con la colaboración de Marta Victoria Gregory
de Velasco.
17
"El fondo del problema: la relación entre Iglesia y modernidad en Colom-
bia". En: Poderes enfrentados. Op. Cit.
18
IngridJ. Bolívar. "La construcción de referentes para leer la política". En:
Fernán E. González (ed.). Una Opdóny muchas búsquedas. CINEP. 25 años.
Bogotá. CINEP. 1998.

308
Lemán Gemíale?

bre el clientelismo, realizada entre 1975 y 1978, que buscaba


indagar por las bases socioeconómicas del comportamiento
político en el agro colombiano. El equipo estaba dirigido por el
antropólogo Néstor Miranda Ontaneda, ya fallecido, a quien
debemos mucha de nuestra formación como investigadores
sociales los demás miembros del equipo, compuesto por Ale-
jandro Reyes Posada, Eloísa Vasco, Jorge Valenzuela y Fernán
E. González.19 El enfoque entonces adoptado sería el preludio
de los siguientes acercamientos del CINEP al estudio de la
política colombiana: se partía de combinar el análisis del mo-
delo cultural clientelista con un marco histórico general para
desembocar en estudios regionales de caso, como los de Boyacá,
Tolima y Sucre, que muestran cómo la relación clientelista se
adapta a las particularidades específicas de cada región. Los
resultados de esta investigación pionera en Colombia alimen-
taron varias publicaciones del CINEP de entonces.20

Desde ese entonces se vislumbraba una tendencia que habría


de caracterizar el estilo de las investigaciones del CINEP: tra-
tar de superar la mirada meramente coyuntural de los proble-
19
Fernán E. González. "La experiencia del CINEP: una escuela de investigado-
res". En: ibid.
20
La parte más teórica y la visión histórica aparecieron como Néstor Miranda y
Fernán González. "Clientelismo, democracia o poder popular". En: Con-
troversia. Nos. 4142.1976; y Fernán E. González. "Constituyente I: ¿Con-
solidación del Estado Nacional?". En: Controversia. Nos. 59-60.1977. Y
los libros de estudios regionales, como los de Alejandro Reyes Posada.
Latifundioy Poderpolítico. Bogotá. CINEP. 1978; Eloísa Vasco Montoya.
Cíentelismoy minifundio. Bogotá. CINEP. 1978; Jorge Valenzuela Ramírez.
Producción arroceray clientelismo. Bogotá. CINEP. 1978. Años más tarde,
Néstor Miranda y Fernán González retomaron el tema del clientelismo,
desde la lectura de Fernando Guillen Martínez. ElPoder Político en Colom-
bia. Op. Cit. y desde las relaciones con la administración pública, respecti-
vamente.

309
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

mas como el clientelismo y la crisis de los partidos tradiciona-


les para enmarcarlos en una mirada de largo plazo. Así, el
clientelismo es mirado en relación con las estructura social y
económica de algunas regiones del país, miradas desde su dife-
rente desarrollo histórico, como un tipo de relación política
enmarcada en el proceso particular de la configuración del Es-
tado colombiano: se supera así el enfoque ahistórico propio del
funcionalismo donde nace y la crítica moralizante tradicional,
para tratar de mirar la manera como se inserta en las condicio-
nes sociales, económicas y sociales de distintas regiones y de
diversos momentos históricos. En ese sentido, el análisis teóri-
co de Néstor Miranda sobre el fenómeno clientelista como sis-
tema elemental y deformado de seguridad e integración social,
contrastado con los grandes momentos de la historia nacional,
constituyó uno de los primeros acercamientos al tema en Co-
lombia. Esta mirada dinámica del clientelismo, en su dimen-
sión histórica y diversidad regional, permite entender su fun-
ción en el proceso de construcción del Estado y sus contradic-
ciones con las tendencias modernizantes de sectores tecnocrá-
ticos de la administración pública y apreciar la constante trans-
formación de la clase política tradicional, la movilidad de los
políticos clientelistas, donde se observa la decadencia de vie-
jos patronos y el ascenso de nuevos.

En este acercamiento se evidencia el influjo de los plantea-


mientos de Fernando Guillen Martínez, como aparece en el
comentario que hacía Néstor Miranda en 198021 y en mi pró-
logo a la segunda edición de la obra,22 ya que Guillen señalaba
múltiples continuidades entre formas asociativas prepolíticas,
21
"El poder político en Colombia". En: Enfoques Colombianos. N o . 14. marzo
de 1980.
22
"Prólogo" a Fernando Guillen Martínez. E l Poder Político en Colombia. Bogo-
tá. Planeta. 1996.

310
Lemán Gon?ále^

ligadas a los sistemas económicos de la encomienda y la ha-


cienda coloniales, y la posterior adscripción a los partidos po-
líticos tradicionales. Esta idea de indagar por las bases socia-
les y culturales de la política será clave para las posteriores
investigaciones del CLNEP sobre violencia y construcción del
Estado, el comportamiento electoral y la administración pú-
blica.23 Solo que nuestros trabajos posteriores tendrían más
en cuenta a la población campesina, mestiza y mulata, no en-
cuadrada en las encomiendas y haciendas coloniales, ni suje-
ta al control del clero católico, sino vinculada a la coloniza-
ción de zonas periféricas, con poco control de la iglesia y de
las autoridades coloniales

También fueron importantes, en este proceso investigativo,


los primeros contactos con la historiografía anglosajona so-
bre los temas del caciquismo y formación de los partidos tra-
dicionales, a los que tuve acceso gracias a la generosa cola-
boración de una buena amiga y colega, Catherine Legrand,
que realizaba entonces una investigación exhaustiva sobre
los problemas de tierras en la historia colombiana.24 En ese
entonces, ella me proporcionó unas fotocopias de unos artí-
culos de Malcolm Deas y Frank Safford, bastante poco co-
nocidos por esos tiempos: el de Deas se acercaba al tema de
la historia del caciquismo en Colombia25 mientras que el de
23
Fernán González. "Legislación y comportamiento electoral". En Controversia.
No. 64-65.1978, y "Clientelismo y Administración pública". En: Enfoques
Colombianos..No. 14. Fundación Friederich Naumann. Bogotá. 1980.
24
Esta investigación daría lugar a su tesis doctoral, recogida en: Catherine le
Grand. Colonizacióny Protesta campesina en Colombia, 1850-1950. Bogotá.
Universidad Nacional. 1988.
25
Malcolm Deas. "Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colom-
bia". En: Revista de Occidente. T o m o XLHI. Octubre de 1973. Reproduci-
do más recientemente en su libro: DelPodery lagramática. Bogotá. Tercer
Mundo. 1993.

311
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

Safford26 se dedicaba a analizar las bases sociales de las


adscripciones políticas en los primeros tiempos de nuestra re-
pública. Ambos artículos abrieron muchos caminos para nues-
tras investigaciones y su influencia en nuestros trabajos es bas-
tante obvia, pues ayudan a superar la lectura esquemática y un
tanto maniquea con que normalmente se acerca la mayoría de
las personas a estos temas.

Estos enfoques se verán aplicados en una serie de artículos


más directamente relacionados con la historia política propia-
mente dicha, tales como los referentes al proyecto político de
Bolívar, los trasfondos sociales y políticos de la llamada Gue-
rra de los Supremos, la lectura conservadora de la revolución
liberal de mediados del siglo XX a partir del mito antijacobino,
los problemas regionales ocultos bajo la crisis de los gobiernos
del llamado Olimpo Radical y en los inicios de la Regeneración
de Núñez,27 que son recogidos y sintetizados en reflexiones más
generales sobre las relaciones entre adscripción a los partidos
tradicionales, papel de la iglesia católica y formación de identi-
26
"Social Aspects of Politics in Nineteenth- Century Spanish America:
N e w Granada, 1825-1850". En: Journalof Social History. 1972, cuya
versión española, aumentada y revisada fue publicada como: "Aspec-
tos sociales de la política en la Nueva Granada, 1825-1850". En: Frank
Safford. Aspectos del siglo X I X en Colombia. Ediciones H o m b r e Nuevo.
Medellín. 1977.
27
Véase, e su orden: "El proyecto político de Bolívar: mito y realidad". En:
Controversia. No. 112.1993. Este artículo, así como los cinco siguientes,
fue reproducido como capítulo del libro del mismo autor: Para Leer la
Política. Ensayos de historia política colombiana. Bogotá. CINEP. 1997;
"La Guerra de los Supremos". En: Gran Enciclopedia de Colombia. Tomo
II. Bogotá. Círculo de Lectores. 1991; "El mito antijacobino como clave
de lectura de la revolución francesa". En: Anuario Colombiano de Histo-
ria Social y de la Cultura. Nos. 16-17.1988-1989; "Problemas políticos y
regionales durante los gobiernos del Olimpo Radical". En: Memorias del
VI Congreso de Historia. Ibagué. Universidad de Tolima. 1987.

312
lemán Gon^álee-

dad nacional.28 También de ese estilo es el ensayo sobre la Gue-


rra de los mil días, que relaciona el reclutamiento de las tropas
y la adscripción partidista con el tipo de poblamiento y cohe-
sión social de las diversas regiones.29 En estos últimos ensayos,
se nota la influencia de los desarrollos teóricos de Ernest
Gellner, que relaciona las formas de cohesión social en socie-
dades complejas con el surgimiento del nacionalismo y de la
identidad nacional y Benedict Anderson, con su idea de la Na-
ción como Comunidad imaginada, que aplicamos al sistema de
los dos partidos tradicionales.

CONFLICTO SOCIAL Y VIOLENCIAS

Muchos de estos avances y enfoques fueron retomados nueva-


mente en las investigaciones sobre Conflicto Social y Violen-
cia, realizadas en el CINEP entre 1988 y 1992, que también
resultaron de la labor de un equipo interdisciplinar, coordinado
por Fernán González y compuesto por los historiadores Fabio
Zambrano Pantoja y Fabio López de la Roche, la economista
Consuelo Corredor Martínez, la abogada María Teresa Garcés,
la comunicadora social Amparo Cadavid Eringe, la antropóloga
María Victoria Uribe, los sociólogos Elsa María Blair Trujillo y
José Jairo González Arias, el politólogo Mauricio García Duran,
el entonces economista Mauricio Romero y el escritor Arturo
Alape. En esa investigación ya aparecían conceptos que se irían
desarrollando más tarde como fragmentación y privatización
28
"Reflexiones sobre las relaciones entre identidad nacional, bipartidismo e
Iglesia católica". En: Memorias del V Congreso de Antropología. Bogotá.
IC AHN/ICFES. 1989; "Rdaciones entre identidad nadonal, bipartidismo
e Iglesia católica, 1820-1886". En: Memorias del VII Congreso de Historia de
Colombia. Bucaramanga. UIS. 1992.
29
"La Guerra de los mil días". En: Varios. Las guerras civiles desde 1830y su
proyección en el siglo XX. Memorias de la II Cátedra de Historia Ernesto
Restrepo Tirado. Bogotá. Museo Nacional de Colombia. 1998.

313
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

del poder, precariedad del Estado, la relación entre los diversos


procesos de poblamiento regional y las violencias, la debilidad
de la Sociedad Civil y la cultura política de la intolerancia. Los
resultados de la investigación, recogidos tanto en Análisis. Con-
flicto Soáalj Violenáa, folletos de carácter divulgativo, como en
la revista Controversia y una colección de nueve libros, ilustran
la metodología del acercamiento a las múltiples violencias que
aquejan al país. Así, un acercamiento global macroeconómicoe
histórico cultural se complementa con varios estudios de caso
de regiones particularmente violentas, como el Sumapaz, el Mag-
dalena Medio santandereano, la zona esmeraldífera de Boyacá,
el Bajo Cauca antioqueño, Medellín, y una mirada global a las
relaciones de la sociedad civil con las fuerzas armadas y a los
procesos de paz, para culminar luego en una mirada más
globalizante, relacionada con el proceso de configuración polí-
tica del país.30

En ese sentido, las investigaciones de este equipo combinaban


el enfoque histórico y estructural de larga duración, que tenía
en cuenta las dimensiones económica, sociopolítica y cultural,
con acercamientos más coyunturales, de mediano y corto pla-
zo, concretados en los estudios regionales de caso, como los
anteriormente mencionados. Dentro de este conjunto, el traba-
jo sobre la configuración política de Colombia31 sirve de puen-
te entre los análisis estructurales y sus expresiones regionales,
al mostrar a los partidos tradicionales a la vez como federacio-
30
Véase: Fabio Zambrano y Fernán González. L'État inachevé. Las rarínes de la
Violence en Colombia. París. Fondation pour le Progrés de l'homme. 1995.
Reproducida en: Fernán González Violenda en la Región andina. E l caso de
Colombia. Bogotá, Lima. C I N E P / APEP. 1993.
31
Fernán E. González. "Aproximación a la configuración política de Colom-
bia". En: Controversia. Nos. 153-154.1988; reimpreso en: Fernán González.
Para leer la política. Op. Cit.

314
l'ernán Contóle?

nes de poderes locales y regionales que articulan esos ámbitos


de poder con los ámbitos nacionales de la política, así somo
como subculturas que proporcionan cierto sentido de perte-
nencia y relacionan las identidades locales y regionales con la
nación y el Estado. Esta lectura de los partidos como subculturas
debe mucho a los análisis de otro amigo y colega, Daniel Pecaut,
que han enriquecido muchas de nuestros trabajos.

En ese sentido, se rescata el papel de los partidos tradicionales


como respuesta a la fragmentación del poder entre élites regio-
nales, que ha sido tan subrayado por Marco Palacios,32 al mos-
trar cómo se interrelacionan estos poderes locales y regionales,
basados en solidaridades y rivalidades del orden prepolítico,
con el conjunto de la nación. Luchas de familias y grupos de
ellas, enfrentamientos internos entre ellas, rivalidades locales y
regionales, tensiones entre grupos generacionales, enfrentamien-
tos personales, identidades locales y regionales terminan des-
embocando en adscripciones partidistas, diferenciadas por la
relación con la iglesia católica, el grado y estilo de movilización
popular y el ritmo de las reformas sociales y económicas. Los
caudillos locales y regionales y las oligarquías locales se con-
vierten, por esta vía, en intermediarios necesarios del Estado
nacional, del que son a la vez adversarios e instrumentos.

En esta investigación cobran particular importancia las dimen-


siones del espacio y de su ocupación, como bases para la cons-
trucción de poderes e identidades locales. En ese sentido, fue-
ron significativos los aportes de Fabio Zambrano33 y José Jairo
32
"La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia. Una
perspectiva histórica". En: Estado y Clases Sodales en Colombia. Bogotá.
PROOULTURA1986.
33
"Ocupación del territorio y conflictos sociales en Colombia". En: Controver-
j-w.Nos. 151-152.1989.

315
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política
González a las discusiones del equipo.34 En el fondo, la inves-
tigación reposaba sobre la comparación implícita entre territo-
rios integrados y periféricos, donde la presencia del Estado era
importante o periférica: se comparaban así los territorios don-
de se producía la violencia actual con los territorios que fueron
escenario de la Violencia de los años cincuenta, para relacio-
narlos retrospectivamente con los procesos de poblamiento
colonial, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII,
cuando se inicia el proceso de colonización campesina perma-
nente como fruto de las contradicciones de las estructuras eco-
nómicas y sociales de las zonas integradas al centro, y la parti-
cipación diferenciada de los pobladores de las diversas regio-
nes en las guerras civiles del siglo XIX, especialmente la guerra
de los mil días.

Para esta comparación, prestamos particular atención a las zo-


nas donde la presencia y el control social del clero católico era
menor y más difícil la relación con las autoridades coloniales,
inspirándonos en los análisis de Basilio Vicente de Oviedo35 y
Virginia Gutiérrez de Pineda,36 los informes del oidor Francis-
co Moreno y Escanden37 y el arzobispo virrey Antonio Caballe-
ro y Góngora.38 En esta comparación de los territorios, fueron
34
"Caminos de Oriente: Aspectos de la colonizarían contemporánea del oriente colom-
biano". En: Ibid.
35
Cualidadesy Riquezas del Nuevo Reino de Granada. Bogotá. Biblioteca de Histo-
ria Nacional. 1930.
36
Lafamilia en Colombia. Vol. I: Trasfondo histórico. Bogotá. Universidad
Nacional. 1963.
37
Indiosy mestizos de la Nueva Granada afines del siglo XVIII. Bogotá. Banco
Popular. 1985.
38
"Relación del estado del Nuevo Reino de Granada, que hace el arzobispo
obispo de Córdoba a su sucesor el excmo. Sr Francisco Gil y Lemos"
(1789). En: Germán Colmenares (ed). Reladonese informesde los gobernantes
de la Nueva Granada. Bogotá. Banco Popular. 1989.

316
Lemán Gon?ále?

muy útiles los mapas electorales de la colega y amiga, Patricia


Pinzón de Lewin,39 que muestran cómo se agrupan en el espa-
cio y el tiempo las adscripciones a los partidos tradicionales.
Nuestra idea era contraponer este desarrollo territorial de los
procesos electorales con lo que sabíamos de los procesos de
poblamiento y cohesión social de esos territorios a lo largo de
la historia y comparar esta contraposición con los procesos vio-
lentos de los años cincuenta y ochenta. Las relaciones entre
poblamiento, cohesión social y conflicto a través de la historia
colombiana, entresacada de estos trabajos y los estudios de caso
regionales, han sido resumidos en un artículo publicado poste-
riormente.40

Por otra parte, los estudios de caso escogidos (Magdalena me-


dio santandereano, zona esmeraldífera de Boyacá, zonas de
colonización del Sumapaz y Oriente) mostraban formas dife-
rentes de violencia en relación con la presencia del Estado :
había violencia cuya resolución no pasaba por el Estado sino
que estaba totalmente privatizada, otra violencia en zonas de
colonización donde el Estado no poseía el pleno monopolio de
la fuerza y donde los poderes locales apenas se estaban cons-
truyendo, al lado de una violencia que pasaba por el enfrenta-
miento entre los partidos tradicionales. Para entender estos pro-
cesos, recurrimos a los aportes de la Historia Comparada, he-
chos por Charles Tilly,41 que mostraban que los procesos de
construcción del Estado no eran homogéneos sino que respon-
39
Pueblos, Regionesy Partidos. La regionalizaríón electoral. Atlas electoral colombiano.
Bogotá. U N I A N D E S / C E R E C . 1989.
40
Fernán E. González. "Poblamiento y Conflicto social en la historia colombia-
na". En: Territorios, regañes, sodedades. Bogotá. Universidad del Valle/CEREC
1994; reproducido en: Fernán Gonázlez. Para leerlapiolítka. Op. Cit.
41
Coerción, capitaly los Estados europeos, 900-1900. Madrid. Alianza editorial.
1992.

317
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

dían de manera diferenciada a las condiciones locales y regio-


nales previamente existentes: según el poder de los intermedia-
rios o poderes locales, el Estado hacía presencia de manera
directa o indirecta. Estos conceptos de dominio directo e indi-
recto del Estado, diferenciados por el predominio de una buro-
cracia moderna y un ejército con pleno monopolio de la coer-
ción o la coexistencia de estos aparatos modernos con formas
tradicionales de poder, de gamonales y caciques, nos permitie-
ron comprender mejor la combinación de modernidad y tradi-
ción que caracteriza la vida política colombiana,42 lo mismo
que sus bases prepolíticas de sociabilidades modernas y tradi-
cionales, que se combinan en el funcionamiento de los partidos
políticos tradicionales.

Para la comprensión de estas sociabilidades contrapuestas fue-


ron muy útiles las conceptualizaciones introducidas por
Francois- Xavier Guerra43 y Fernando Escalante, que han estu-
diado, para el caso de México, la manera como se combinan
esas sociabilidades, mostrando los efectos que la superposición
de formas e instituciones políticas tomadas de países donde el
dominio directo del Estado se han consolidado produce en paí-
ses donde el dominio del estado sigue siendo de tipo indirecto,
mediante los poderes locales previamente existentes en las co-
munidades. En ese sentido, Guerra llega a defender la necesi-
dad política del gamonalismo como intermediario necesario
entre Estado moderno y sociabilidades tradicionales. En senti-
do semejante se mueve Fernando Escalante,44 que muestra que
42
Fernán E. González. "Tradición y Modernidad en la política colombiana".
En: Varios. Violencia en la Región Andina. Op. Cit.
43
Véase por ejemplo de este autor: "Lugares, formas y ritmos de la política
moderna". En: Boletín de ¿a Academia Nacional de Historia. No. 285. Caracas.
1982.
44
Ciudadanos Imaginarios. México. El Colegio de México. 1993.

318
Lemán González

hay una profunda contradicción entre el proyecto explícito de


las clases dominantes, la creación de ciudadanía y nación mo-
dernas, y su proyecto implícito, que obedecía a la necesidad de
mantener su control clientelista sobre las bases populares, que
eran su base social de poder. Para el caso español, el estudio
clásico de Julián Pitt- Rivers45 ha señalado la importante fun-
ción que cumplió el gamonalismo local para adaptar y descen-
tralizar las reformas centralizantes del régimen de Franco para
las condiciones locales. Estas perspectivas permiten leer de
manera más dinámica el papel del clientelismo como articulador
de sociabilidades tradicionales y modernas para hacer presente
a los aparatos del Estado moderno en condiciones sociales que
no permiten su dominio directo.

Estas ideas son desarrolladas con mayor profundidad en las


dos investigaciones más recientes sobre la evolución del con-
flicto armado, su evolución territorial durante la última década
y las consecuencias de este accionar para la manera como el
Estado hace presencia en el territorio nacional. Estas investi-
gaciones, también de carácter interdisciplinar, han sido desa-
rrolladas por un equipo básico compuesto por Ingrid Bolívar,
Teófilo Vásquez y Fernán González, con el apoyo de Mauricio
Romero y José Jairo González para algunos estudios de caso
regionales y la ayuda de Raquel Victorino y Franz Hentzel como
auxiliares de investigación. La primera de ellas,46 desarrollada
en los años 1999 y 2000, realiza un análisis cuantitativo y cua-
litativo de las acciones de los actores armados en la década de
45
Un pueblo de la Sierra: Grazalema. Madrid. Alianza Editorial. 1989.
46
Fernán E. González, Ingrid J. Bolívar y Teófilo Vásquez. "Evolución re-
ciente de los actores de la guerra en Colombia, cambios en la naturaleza del
conflicto armado y sus implicaciones para el Estado". Informe final a un
proyecto de investigación del CINEP, con la financiación de
COLCIENCIAS y la AE). Bogotá. Marzo de 2001.

319
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política
los años noventa, mostrando los cambios de su cobertura te-
rritorial, en relación con el proceso de formación de la Na-
ción y el Estado, desde los tiempos coloniales hasta nuestros
días. Como trasfondos de larga duración del actual conflicto
armado, se analiza inicialmente el problema campesino, ex-
presado en un movimiento permanente de colonización
periférica, desde mediados del siglo XVIII hasta el surgimien-
to de los narcocultivos y de la guerrilla en los años sesenta,
producido por la concentración de la tierra y la estructura
demográfica de las zonas centrales integradas a la vida eco-
nómica de la nación: la manera como se ha venido poblando
el país periférico y se ha organizado la estructura social y eco-
nómica en el orden local resulta un punto clave para la inter-
pretación de la violencia en el largo plazo. En segundo lugar,
se estudia el proceso particular de construcción del Estado a
partir de una unidad administrativa del Imperio español y del
desarrollo paulatino de procesos graduales de integración de
nuevos territorios y sus poblaciones al conjunto de la nación
por medio de las redes de poder de los partidos tradicionales,
junto con los fracasos parciales de varios intentos de moder-
nización del Estado y de la sociedad.47

Pero, estos trasfondos históricos de largo plazo no bastan para


la comprensión de la violencias más recientes, pues, como ha
señalado reiteradamente Daniel Pecaut,48 al lado de estas con-
tinuidades, se dan importantes rupturas, que hacen al conflicto
actual cualitativamente diferente de las guerras del siglo XIX y
de la Violencia de los años cincuenta: en el mediano plazo, los
cambios socioculturales de los años sesenta, ligados a la rápida
47
Fernán E. González. "Colombia: una nación fragmentada". En: Cuadernos
BAKEAZ. N o . 36. 1999.
48
Crónicas de dos décadas de política colombiana, 1968-1988. Bogotá. Siglo XXI.
1988, pp. 29-33; y Guerra. Op. Cit. pp.43-46.

320
Lemán González

urbanización y a la mayor apertura a las corrientes del pensa-


miento mundial, hacen entrar en crisis las instituciones que,
como los partidos políticos tradicionales y la iglesia católica,
expresaban y daban sentido a las tensiones de la sociedad co-
lombiana. La crisis de representación de la política hace que
los partidos tradicionales pierdan su capacidad de articular a
los nuevos grupos sociales que se consolidan en las ciudades y
en las zonas de colonización periférica y de canalizar sus inte-
reses, lo que hace que los problemas de la sociedad no se trami-
ten por el régimen político y que la vida política se constituya
como realidad "aparte"de la sociedad, totalmente autorreferen-
ciada, como sostiene Pecaut.49 Y, en el corto plazo, la presencia
del narcotráfico en la sociedad, economía y política transforma
totalmente el conflicto, al permitir el financiamiento autóno-
mo de actores armados, lo que profundiza su carácter militar y
desdibuja su dimensión política, al hacerlos independientes de
la sociedad colombiana e insensibles frente a la opinión públi-
ca, nacional e internacional. Este militarismo incide en las trans-
formaciones recientes de los actores armados, que abandonan
sus nichos originales, las zonas de colonización periférica, para
proyectarse hacia zonas más ricas e integradas a la economía
del país, normalmente latifundios tradicionales o modernos,
donde encuentran la respuesta de grupos paramilitares. Por eso,
se muestra cómo el accionar de la guerrilla y las autodefensas
se desarrolla en contravía, con orígenes contrapuestos, corres-
pondientes a distintos modelos de desarrollo rural.

La interrelación de los dos procesos, poblamiento colonizador


y construcción del Estado, constituye la "estructura de oportu-
nidades", en terminología usada por Charles Tilly50 y Sydney
49
Daniel Pecaut. Crónica, Op. Cit. p.126.
50
Véase de este autor: "Reflexiones sobre la lucha popular en Gran Bretaña,
1758-1834". En: Revista Política y Sodedad. 1993.

321
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política
51
Tarrow, o sea, las condiciones de posibilidad para las opciones
voluntarias de los actores que optan por la violencia: nuestro
análisis combina así el recurso a las llamadas "causas objetivas"
de la violencia, las condiciones estructurales que hacen posible
su surgimiento y consolidación, con el análisis de la acción vo-
luntaria de actores sociales, de corte jacobino y mesiánico. Nues-
tra investigación recurre entonces a la categoría de "acción co-
lectiva violenta",52 a partir del mismo Tilly, Fernando Reinares53
y Michael Taylor,54 que correlacionan la formación de movimien-
tos sociales con el proceso de formación del Estado y la acción
colectiva con el tipo de poder imperante en una determinada
sociedad, y muestran cómo en sociedades agrícolas los procesos
de la modernización pueden resolverse por la vía violenta: sólo
en una sociedad industrial y un Estado con pleno monopolio de
la fuerza, la acción colectiva es necesariamente pacífica. Para el
caso de Colombia, la no resolución del problema agrario permi-
tió la inserción de la opción racional y subjetiva de un grupo
guerrillero, de corte mesiánico y jacobino, en las contradicciones
estructurales del mundo rural.

En sentido similar, se orientaron las reflexiones de Ingrid J.


Bolívar55 sobre la construcción social del monopolio de la fuer-
51
"States and opportunities: The political structuring of social movements".
En: D o u g McAdam, J o h n D . M c C a r t h y y Mayer N . Zald (eds.).
Comparative Perspectives on Social movements. Political Opportunities,
Mobilizing Structures, and CulturalFramings. Nueva York. Cambridge
University Press. 1996.
52
Teófilo Vásquez. "Un ensayo interpretativo sobre la violencia de los actores
armados en Colombia". En: Controversia. N o . 175. Diciembre de 1999.
53
TerrorismoyAntiterrorismo. Buenos Aires. Paidós. 1994.
54
"Racionalidad y acción colectiva revolucionaria". En: Fernando Aguiar (ed.).
Op.Cit.
55
"Sociedad y Estado: la configuración del monopolio de la violencia". En:
Controversia. No. 175. Diciembre de 1999.

322
za como fenómeno histórico, que depende de la coyuntura es-
pecífica de las relaciones entre el estado central y los poderes
locales y regionales previamente existentes, de las interdepen-
dencias de la sociedad, de su integración territorial y de las re-
laciones entre economía natural y economía monetaria. Y sos-
tiene que solo cuando el Estado logra centralizar el monopolio
de la fuerza, se puede excluir el recurso a la violencia como
instrumento político: en caso de que no exista pleno monopo-
lio estatal de la fuerza, la violencia seguirá siendo parte del
repertorio de los actores sociales y políticos.

En el tema del proceso de construcción del Estado, es visible


el influjo de las ideas de Norbert Elias sobre el proceso
civilizatorio en Occidente y el papel que juega la consolidación
del Estado moderno en él56: la formación del Estado como pro-
ceso de integración de regiones y estratos sociales, y el papel
articulador de los partidos políticos en ese proceso, son impor-
tantes sugerencias para la comprensión de nuestro proceso his-
tórico. Por otra parte, la relación entre construcción del mono-
polio de la fuerza en un territorio y necesidad de la concentra-
ción de la población dentro de sus límites, tomada de Ernest
Gellner,57 nos ayudó a comprender la relación entre poblamiento
y construcción del Estado. Así, este autor sostiene que no se
puede consolidar el monopolio de la fuerza de un poder central
sobre un territorio delimitado cuando parte de su población
tiene la posibilidad de escapar de él: es el caso de las socieda-

56
Norbert Elias. "La génesis social del Estado". En: E l Proceso de la dvilización.
Investigaciones Pscogenéticasy sioríogenéticas. México. FCE. 1996, y: "Los pro-
cesos de formación del Estado y de construcción de la nación". En: Revista
Historiay Sociedad. N o . 5. Universidad Nacional de Colombia, Medellín.
Diciembre de 1998.
57
E l arado, la espaday el libro. Estructura de la historia humana. México, F C E .
1992.

323
Apones al dialogo entre historia y ciencia política

des pastoriles donde el carácter móvil de la riqueza permite a los


habitantes escapar al control, o el de los campesinos que, a pesar
de estar atados a la tierra, pueden situarse en zonas de difícil
acceso, donde el esfuerzo de imponerles una dominación central
es tan arduo que no vale la pena. Estos planteamientos fueron
aplicados por nuestro equipo a los procesos de colonización
periférica y de construcción de poderes locales en esas zonas.

Los enfoques de Elias y Gellner se combinan con los de Char-


les Tilly, antes utilizados, como los de la dominación directa e
indirecta del Estado, para explicar las relaciones entre los po-
deres locales constituidos en esas regiones y los procesos de
centralización modernizante del Estado, que tiende a conver-
tirlos en sus intermediarios con los pobladores de ellas. En esas
relaciones, el equipo sitúa el concepto de modernización polí-
tica como el paso del dominio indirecto al dominio directo del
Estado. Aquí se introduce la idea de la modernización selecti-
va del Estado, tomado de Ana María Bejarano y Renata Segu-
ra,58 que permite profundizar más en la heterogeneidad de la
presencia de las instituciones del Estado en el conjunto del
país, al mostrar cómo las necesidades de mayor eficiencia ad-
ministrativa y planificación del gasto público llevaron al Esta-
do colombiano a fortalecer ciertas instituciones de estilo mo-
derno, que coexistían con el manejo tradicional de negociación
con la clase política, a la que se despoja de toda iniciativa res-
pecto del gasto público a cambio de "auxilios parlamentarios".
Esta combinación de estilos políticos, moderno y tradicional,
ha sido característica de nuestra vida política, pero en el con-
texto de las últimas décadas trajo como resultado no buscado
la profundización de la crisis de representación política y de la
descalificación generalizada de la actividad política, que tiende
58
De estas dos autoras, véase: "El fortalecimiento selectivo del Estado duran-
te el Frente Nacional". En: Controversia. No. 169. Noviembre de 1996.

324
Lemán González

a ser percibida como "realidad aparte", al quedar marginada de


la discusión de la problemática económica y social.

Aquí se insinúa una línea de reflexión que se profundizaría lue-


go, en torno a la idea de presencia diferenciada del Estado,
moderna en unos sectores y tradicional en otras, que se refuerza
con el análisis de la gradual integración de territorios y grupos
sociales al conjunto de la nación por la vía del bipartidismo.
Para ello, el equipo partió de las consideraciones de Paul Oquist59
sobre el "colapso parcial del Estado" como explicación de la
violencia de los cincuenta, la idea de "precariedad del Estado",
sugerida por Daniel Pecaut60 como "contexto" de la recurrente
violencia en Colombia, y las consideraciones de las investiga-
ciones de Mary Roldan61 y Carlos Miguel Ortiz62 sobre la vio-
lencia de los cincuenta, en Antioquia y Quindío, respectiva-
mente. La diferenciación del tipo de violencia según el grado
de integración al centro del país y de control del bipartidismo,
la existencia de poderes locales capaces de contrarrestar la cri-
sis del Estado central, la falta de autoridad estatal en las regio-
nes de colonización reciente y la incapacidad del Estado para
hacer presencia eficaz en la vida económica y social del país,
junto con la idea de modernización selectiva del Estado, nos
llevaron a percibir que tanto las violencias como la respuesta
del Estado a ellas revestía un carácter altamente diferenciado.

Esta diferenciación de la presencia del Estado obedecía a la


combinación de algunos aparatos estatales de corte moderno
59
Violencia,politicay conflicto en Colombia. Bogotá. Biblioteca del Banco Popular.
1978.
60
"Colombia: violencia y democracia", reproducido en: Crónica. Op. Cit.
61
"Guerrilla, contrachusma y caudillos durante la violencia en Antioquia, 1949-
1953". En: Estudios Sodales. No. 4. Marzo de 1989.
62
Estado y Subversión en Colombia. La violencia en el Quindío años 50. Bogotá.
CEREC/CIDER/UNIANDES. 1985.

325
Aportes al dialogo entre historia y ciencia política

con una presencia mediada por los notables o gamonales locales


y regionales, cuyo grado variable de poder determina que en
muchos casos esa presencia se aproxime a la categoría de "domi-
nio indirecto" de Charles Tilly, sin llegar al grado de autonomía
de los antiguos señores feudales. La dependencia del Estado frente
a los poderes de hecho existentes en localidades y regiones tanto
como redes de poder que como subculturas que fragmentan la
unidad nacional, hacen que su dominio de la sociedad sea preca-
rio. Además, el hecho de la existencia de "territorialidades béli-
cas", término hobbesiano adoptado por María Teresa Uribe63 para
describir situaciones o porciones territoriales donde el Estado
no es soberano sino que su poder coexiste con poderes armados
de hecho, presentan otra faceta del problema. Además, el hecho
de que estas territorialidades bélicas no sean muy permanentes
sino que puedan ser desafiadas por otros poderes de hecho, mues-
tra que el conflicto es cada vez más "desterritorializado", como
muestra Daniel Pecaut.64 Como respuesta a esta falta de sistema
de referencias institucionales, la población civil se ve obligada a
replegarse a estrategias individuales de supervivencia, al estilo
de un "free rider".

Esta línea de análisis caracteriza a nuestra segunda investiga-


ción, desarrollada durante el año 2001, la cual profundiza la
relación entre la evolución regional de las violencias y el proce-
so de configuración del Estado.65 A partir de los mapas de la
evolución territorial del conflicto armado, elaborados por el
Sistema de Información georreferenciada del CINEP, el equipo
63
"Las soberanías en disputa: ¿conflicto de identidades o de derechos?": En:
Nación, ciudadano y soberano. Medellín. Corporación Región. 2001.
64
"Configuraciones del espacio, el tiempo y la subjetividad en un contexto de
terror". En: Daniel Pecaut. Crónica. Op. Cit.
65
Fernán González, Ingrid J. Bolívar y Teófilo Vásquez, "Procesos regionales
de violencia y configuración del Estado". Loe. Cit.

326
l'ernán Gon?álc?

recurrió a la categoría de "presencia diferenciada del Estado",


que intenta recoger las reflexiones de María Teresa Uribe, Paul
Oquist, Daniel Pecaut, Mary Roldan y Carlos Miguel Ortiz, lo
mismo que los análisis de los procesos de poblamiento y de
construcción del Estado, iluminados por la experiencia de los
procesos de consolidación de los Estados nacionales, según Tilly,
Elias, Guerra, Escalante y otros. Así, la paulatina ocupación
del territorio y la manera diferenciada de articulación desigual
y conflictiva de las regiones y sus pobladores obligan a superar
la imagen homogeneizante de los modelos de construcción del
Estado y a mirar de manera diferenciada su presencia en dife-
rentes regiones y sectores sociales. Esto significa recuperar tam-
bién el carácter histórico, socialmente construido, del Estado y
del monopolio estatal de la coerción legítima, lo que los hace
siempre frágiles y vulnerables, esencialmente cambiantes se-
gún las condiciones particulares de la historia, que hacen, en el
caso colombiano, costoso y difícil su proceso de construcción
y consolidación.

327
El redescubrimiento de las
relaciones internacionales para la
historia política de Colombia

Diana Marcela Rojas


IEPRI
Universidad Nacional de Colombia

INTRODUCCIÓN

Estamos en un momento de la historia en el que las dinámicas


internacionales son cruciales para la comprensión de nuestro
presente. Las transformaciones de las últimas décadas, el pro-
ceso de globalización y el final de la guerra fría han puesto de
presente cómo, cada vez más, los procesos sociales y la vida
de las comunidades políticas nacionales está atravesada por
un sinnúmero de flujos internacionales y transnacionales. La
comprensión de los problemas centrales de la vida social con-
temporánea, y en particular de la colombiana, pasa por un exa-
men de los entornos internacionales en los que estamos
inmersos. Baste tan sólo mencionar asuntos como el
narcotráfico, los derechos humanos, el conflicto armado o la
deuda externa, para percatarnos de cuan estrechamente esta-
mos concernidos por los procesos internacionales. De allí la
necesidad de emprender una reflexión seria del lugar que han
ocupado las relaciones internacionales en el estudio de nues-
tra historia política.

En la presente ponencia, dedicaremos una primera parte a se-


ñalar la necesidad y la importancia de una relectura de la histo-

328
ria política del país desde una perspectiva internacional. En
segundo lugar, haremos un balance de la bibliografía existente
sobre el tema, particularmente de aquellas obras que han bus-
cado hacer una historia de conjunto y a largo plazo de la políti-
ca internacional colombiana. Finalmente presentaremos algu-
nas propuestas para un programa de investigación futuro en
este campo.

IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LAS RELACIONES


INTERNACIONALES PARA EL ANÁLISIS HISTÓRICO

La llamada era de la globalización parece haber puesto de pre-


sente la creciente interdependencia entre los países y la manera
cómo aquello que sucede al interior de nuestras fronteras está
conectado, cada vez más, con los acontecimientos en el esce-
nario internacional. A este fenómeno se lo ha denominado de
diversas maneras: "internacionalización", "política interdomés-
tica", "transnacionalización".

Sin desconocer que las últimas décadas del siglo se han ca-
racterizado por una aceleración de los procesos de interde-
pendencia, esta toma de conciencia no debe interpretarse
como una completa novedad. Buena parte de nuestra historia
republicana ha sido forjada en relación estrecha con las diná-
micas internacionales de su momento. De allí que la interpre-
tación según la cual la política colombiana estaría en un pro-
ceso de "internacionalización" ocurrido en los últimos 20
años, debe ser matizada y puesta en su contexto. Lo que se ha
llamado, por parte de algunos especialistas, "internacionali-
zación" de la política en Colombia, no es en realidad una es-
pecie de "apertura" de fronteras hacia lo externo, un descu-
brimiento de la arena internacional, sino más bien una inten-
sificación de las interconexiones entre las sociedades, y so-

329
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

bretodo de la consciencia de un proceso que viene de tiempo


atrás.1

En efecto, la incidencia de los acontecimientos "externos" ha


sido permanente en la historia del país. Más aún, muchos y
significativos episodios de la vida nacional pueden ser leídos
como parte del proceso de adaptación a la política mundial.2
Para mencionar sólo algunos, en la naciente república encon-
tramos el proyecto de Bolívar para conformar la gran nación
suramericana y hacerle contrapeso a la joven potencia norte-
americana. Luego de la experiencia de la Gran Colombia, po-
demos citar la conformación de la economía nacional ante la
necesidad de insertarse en los flujos económicos mundiales
durante el siglo XLX. Igualmente, la pérdida del canal de Pana-
má y los intereses geoestratégicos de las potencias coloniales.
Más recientemente, la interpretación y el tratamiento del con-
flicto armado interno a la luz de la confrontación bipolar du-
rante la guerra fría.

1
No entraremos en detalle en la discusión respecto a los inicios de la
"globalización". En tanto proceso, su fecha de nacimiento puede ser ubi-
cada en una perspectiva de larga, mediana o corta duración, dependiendo
de si la hacemos coincidir con el nacimiento dd capitalismo, la revolución
industrial o la revolución informática. .Véase: Hugo Fazio. Laglobalización
en su historia. Bogotá. Universidad Nacional. 2002. Para efectos de este
trabajo nos referiremos a tal proceso en la mediana y en la corta duración.
Se distingue un primer impulso a la globalización en los cambios tecnoló-
gicos y los subsecuentes cambios sociales a los que dio lugar la segunda
revolución industrial a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y un
segundo empuje en la revolución tecnológica a partir de los años 60.
2
Un ejemplo del enfoque del estudio de las historias nacionales en la perspec-
tiva de la adaptación a las dinámicas internacionales se puede encontrar en
Thomas Skidmore y Meter Smith. Historia Contemporánea de América Lati-
na. Barcelona, Crítica. 2da edición. 1999. Varios aportes en este sentido los
hizo igualmente el enfoque dependentista en América Latina.

330
Diana Marcela Rojas

Hoy esta dinámica de estrecha relación entre lo doméstico y lo


internacional no sólo se mantiene sino que se incrementa en
virtud de los procesos políticos y sociales de la segunda mitad
del siglo XX. Es preciso revaluar el punto de vista de la com-
pleta novedad de la "internacionalización" del país, para lo
cual se hace necesaria una relectura de la historia política co-
lombiana desde una perspectiva de la interacción con las diná-
micas internacionales. Ella nos proporcionaría una mirada más
clara y más compleja de nuestro pasado; una tarea que nos per-
mitiría identificar la novedad de nuestro presente, de estable-
cer el tipo y el grado de cambio y de continuidad en ese proceso
de "internacionalización".

Esta perspectiva nos obliga, así mismo, a replantear nuestra


concepción de la relación interno/externo, de la política do-
méstica y la política internacional como campos separados y
claramente definidos. No sólo en relación con los fenómenos
presentes, sino también en relación con el pasado. No se tra-
ta, como podría parecer a primera vista, de un anacronismo,
sino más bien de aprovechar la mirada en perspectiva que
podemos tener desde donde estamos ubicados hoy respecto
del pasado. Esa perspectiva es la que nos permite dar cuenta
de procesos de largo aliento, en lugar únicamente de aconte-
cimientos puntuales, tal como lo hicieron quienes los vivie-
ron e intentaron explicarlos en la inmediatez. Pero, además
de la perspectiva que otorga la distancia en el tiempo, tene-
mos la oportunidad de ver un panorama más complejo en la
medida en que podemos identificar mas claramente factores
que quedaron relegados, fueron minimizados o sólo se mani-
festaron con posterioridad.

De otra parte, volver sobre la historia de la política internacio-


nal del país tiene sentido en la medida en que se haga una

331
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

reevaluación de los enfoques teóricos y metodológicos a par-


tir de los cuales se han pensado las relaciones internacionales
que, como sabemos, ha sido una de las disciplinas académi-
cas más recientes y en constante reformulación. El dialogo
entre la historia y las relaciones internacionales resulta hoy
más fructífero que nunca. Dicha reformulación pasa por una
revisión del arsenal conceptual del que se ha dispuesto hasta
ahora para entender los fenómenos internacionales. Nos refe-
rimos a conceptos como "soberanía" e "interés nacional", a
la rígida distinción entre el ámbito interno y el externo, al pre-
dominio de los Estados como actores únicos del juego políti-
co internacional y, sobretodo, a la reducción de la interacción
entre la política interna y la internacional al concepto de "po-
lítica exterior"; ésta última vista como una política aislada,
separada y distinta del resto de políticas calificadas como pro-
piamente "domésticas".3

Esta revisión de conceptos e interpretaciones de lo internacio-


nal en la historia política debe comenzar, entonces, por una
revisión de la historiografía existente.4
3
Para esta revisión crítica de las teorías contemporáneas de las Relaciones Inter-
nacional es véase: R.B.J. Walker. Inside/ouíside: Intemational relations aspolitical
theory. Cambridge. Cambridge University Press. 1993; Bertrand Badie. Un
mundo sin soberanía: estados entre artificio y responsabilidad. Bogotá. Tercer
Mundo /Universidad Externado. 2000; Frédéric Charrillon. Lapolitique
étrangere al'épreuve duíransnationál. Paris. L'Harmattan. 1999.
4
Aunque se han realizado algunos esfuerzos por parte de los analistas para hacer
un balance bibliográfico de la política internacional en Colombia, la mayoría
se limitan a hacer un listado de los textos disponibles: el más importante
esfuerzo, por su carácter analítico y su intento de clasificación, ha sido el
realizado por Rodrigo Pardo y Juan Tokatlian, en su libro: Lapolitica Exte-
rior Colombiana: entre la autonomíay la subordinación. Bogotá: Unversidad de
los Andes/Tercer Mundo. 1988. El capítulo 2 del libro está dedicado a la
teoría y la práctica de las reladones internacionales en el caso colombiano.

332
Diana Marcela Rojas

BALANCE HISTORIOGRÁFICO DE LA HISTORIA DE LA POLÍTICA


INTERNACIONAL EN COLOMBIA

Rasgos generales de la historiografía acerca de lo internacional.

En primera instancia, es preciso señalar que la producción acadé-


mica sobre la política internacional en el país ha sido más bien
precaria. La reflexión sobre lo internacional se desarrolla funda-
mentalmente en el marco del derecho internacional, la historia de
los tratados, particularmente la delimitación de fronteras, y la his-
toria diplomática. Se ha dejado de lado el anáfisis de fenómenos de
carácter económico, o temas como los de integración, seguridad o
migración. La geopolítica no ha sido en general objeto de atención
en el país, y tampoco ha sido estudiado a profundidad el proceso
de formación y decisión de la llamada política exterior.

En una primera revisión encontramos que buena parte de la


bibliografía está dedicada a las relaciones económicas externas
de Colombia y a las cuestiones de derecho internacional públi-
co y privado. En lo referente a las relaciones económicas inter-
nacionales, sobresale la preeminencia de la política cafetera.
Igualmente se constató que en el campo de las relaciones inter-
nacionales, mucho más que en relación con otras disciplinas
sociales en el país, sobresalen los trabajos realizados por estu-
diosos y analistas extranjeros.

En relación con los periodos históricos que abarca la bibliografía


revisada, hay un número significativo de trabajos que cubren el
siglo XLX y la primera mitad del XX. Desciende notoriamente la
producción escrita sobre la década de los cincuenta. La etapa del
Frente Nacional (1958-1974) no ha sido estudiada minuciosa-
mente en términos de las conductas internacionales de las diver-
sas administraciones. La evolución de la política internacional

333
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

colombiana entre los años setenta y finales de los ochenta, ha


gozado de mayor atención y de un refinamiento en la investiga-
ción, particularmente en relación con la política de la adminis-
tración Betancur. La década de los noventa ha estado marcada
por una proliferación de centros de investigación, programas
curriculares y estudios internacionales. La producción académi-
ca se ha centrado en la relación con Estados Unidos, y particu-
larmente en lo concerniente al tema del narcotráfico.

Así mismo, abundan los trabajos sobre la participación del país en


organismos y foros internacionales como en el caso de la presi-
dencia colombiana de los "No Alineados" a mediados de los ochen-
ta. El estudio de las relaciones con los países vecinos abandona el
interés único por la demarcación de las fronteras o el comercio
binacional, para abarcar aspectos sociales y políticos antes des-
cuidados, en una perspectiva de estrecha colaboración con inves-
tigadores de los países vecinos. Ejemplo de ello son los trabajos
adelantados desde hace cuatro años por el grupo Académico
Binacional Colombia-Venezuela de la Universidad Nacional y la
Universidad Central de Venezuela. Igualmente se comienzan a
desarrollar investigaciones sobre la política mundial en general,
así como sobre su impacto para la región y el país; es el caso de
trabajos adelantados en la Universidad Nacional, el CIPE de la
Universidad Externado de Colombia, y el CEI de la Universidad
de Los Andes. En suma, ha sido bastante lo adelantado en esta
última década dentro de los estudios internacionales, pero en lo
concerniente a las relaciones internacionales contemporáneas, en
el campo de la historia aún falta mucho por hacer.

UNA PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN

Consideramos que la historiografía sobre lo internacional pue-


de ser dividida en tres categorías: la primera se refiere a aquella

334
Diana Marcela Rojas

literatura que tiene por objeto hacer una historia de la política


exterior o política internacional en la larga duración y con una
mirada de conjunto. La segunda categoría se refiere a aquella
literatura que se ocupa de un fenómeno específico de la políti-
ca exterior o que analiza el comportamiento internacional del
país en un periodo delimitado de tiempo, generalmente con res-
pecto a un gobierno determinado. La última categoría se refiere
a aquella literatura cuyos análisis no se ocupan de manera cen-
tral de la política internacional, pero cuyos desarrollos incluyen
temas relacionados con aquella y aportan elementos explicati-
vos del comportamiento externo.

Por razones de extensión, y dado que ésta es una exploración ini-


cial con miras a un futuro programa de investigación, aquí hare-
mos apenas una breve referencia a la bibliografía más importante
correspondiente a la primera categoría; esto es, a aquellos textos
que han tenido como propósito hacer una historia de la política
internacional colombiana.

En la revisión bibliográfica provisional que realizamos, encon-


tramos sólo unos cuantos textos que tienen pretensiones de
constituir un recuento completo de la evolución y desarrollo de
la política internacional colombiana. Dentro de ellos señala-
mos cinco principales:

a. Historia Diplomática de Colombia (1810-1934)


de Raimundo Rivas.5

Publicada en 1961 por la Imprenta Nacional, reúne las confe-


rencias y clases que, como profesor de la Facultad de Derecho
de la Universidad Nacional y del Colegio Mayor de Nuestra
5
Raimundo Rivas. Historia Diplomática de Colombia (1810-1934). Bogotá. Im-
prenta Nacional. 1961.

335
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

Señora del Rosario, dictó su autor en las primeras décadas del


siglo XX. Se trata, en realidad, de una obra postuma. Su autor
fue también Ministro de Relaciones Exteriores en 1931 y Em-
bajador de Colombia en varios países de América Latina. Falle-
cido en 1946, sería el presidente Ospina Pérez quien ordenara
la publicación de sus trabajos.

Pionero en la investigación sobre asuntos diplomáticos, y vin-


culado desde joven a los archivos del Ministerio de Relaciones
Exteriores, propone el profesor Rivas una periodización de tres
épocas para el estudio de la historia diplomática de Colombia.
La primera, abarca la Gran Colombia y su labor por obtener el
reconocimiento de los demás Estados del mundo. La segunda,
comprende el lapso durante el cual se pretende la fijación de
fronteras a lo largo del siglo XLX. La tercera, es entendida por
el autor como aquella etapa determinada:

por la orientación del mundo moderno hacia la política de


poderío económico y desarrollo comercial, para que esa políti-
ca tenga la armonía necesaria y una estrecha vinculación con las
demás naciones del continente, en el empeño de formar el alma
americana y una franca corriente de amistad hacia todos los
Estados del mundo, con el fin de asegurar a la moderna Co-
lombia el prestigio que alcanzó en los días de Bolívar y Santander,
de Pedro Cual y Joaquín Mosquera [...]*

Esta cita, en extenso y sin comentarios, nos permite vislum-


brar de entrada el carácter de su obra. Tal como lo es su perio-
dización, la interpretación de los hechos y la concepción filo-
sófica que a ellos subyace, corresponde a una visión hoy supe-
rada. Su pretensión es tan sólo la relación de las misiones di-

6
Ibid. p. 84.

336
Diana Marcela Rojas

plomáticas, de los tratados de amistad y de negocios, de fija-


ción de límites y de funciones consulares. Su peso es descripti-
vo y documental. Interesa como fuente y un poco menos como
aporte para el análisis. De hecho, es la obra de un intelectual
vinculado a las funciones diplomáticas y no el trabajo de un
investigador social o de un historiador.

A pesar de que su trabajo posee inclinaciones jurídicas, desde


el punto de vista histórico podría ubicársele entre aquella his-
toriografía a la cual Bernardo Tovar atribuye un corte empirista
o positivista y que, atada a los documentos, intenta encontrar
en ellos "la verdad objetiva de los hechos".7

b. Política Internacional de Colombia


de Germán Cavelier8

Se trata de una obra en cuatro volúmenes cuya primera edición


apareció en 1949 y fue reeditada por la Universidad Externado de
Colombia en 1997, con una actualización hecha por el autor hasta
1996. La periodización, acorde con los volúmenes, está distribui-
da en la siguiente forma: Volumen 1:1820-1860; Volumen 2:1860-
1903; Volumen 3:1903-1953 Volumen 4:1953 -1997.

El texto es pionero en los intentos por analizar, de manera glo-


bal, diferentes aspectos acerca del manejo de la política exte-
rior de Colombia. Cavelier es producto del impulso que a me-
diados del siglo XX obtuvo la historia como disciplina y que
tuvo en Tulio Enrique Tascón y Gustavo Arboleda, sus más
7
Bernardo Tovar. La colonia en la historiografía colombiana. Medellín. Lealon.
1984.
8
Germán Cavelier. La Política Internadonalde Colombia. 2 Vols. Bogotá. Edito-
rial Iqueima. 1949. Ultima edición: Universidad Externado de Colombia.
1997.

337
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

claros y reconocidos exponentes. Cavelier, igual que ellos, adop-


ta el positivismo como teoría y método en la interpretación de
los hechos históricos.

Desde el primer párrafo de su obra, la concepción es clara:

la conquista obedeció no a un capricho de los navegantes y


hombres de guerra sino a un principio de derecho internacional
medieval que, al dar al Papa el poder supremo sobre toda la
cristiandad, le atribuía la facultad de dar o confirmar las con-
quistas que los príncipes cristianos hicieran de las tierras en po-
der de los indios9

Los hechos sociales fenecen ante los hechos jurídicos. Estos


últimos no surgen como producto de aquellos, sino viceversa.
Importa el documento, la huella escrita, el fundamento legal,
como base para definir la certeza de los acontecimientos. Para
Cavelier, entonces, la historia de la conquista se desenvuelve
entre las "Bulas misionales de Alejandro VI", los "Patronatos
reales en España e Indias", y las disposiciones o decretos de
Carlos III y Carlos IV. La historia es vista desde los documen-
tos, como en el caso de Raimundo Rivas. Un tipo de historia
cuya directriz describe Lucien Febvre en forma critica:

Recoged los hechos. Para ello id a los archivos, esos graneros


de hechos. Allí no hay más que agacharse para recolectar. Lle-
nad bien los cestos. Desempolvadlos bien. Ponedlos encima de
vuestra mesa. Haced lo que hacen los niños cuando se entretie-
nen con cubos y trabajan para reconstituir la bella figura que, a
propósito, nosotros le hemos desordenado [...] Se acabó el tra-
bajo, la historia está hecha.10
9
Ibid, p.15.
10 Lucien Febvre. Combatespor la historia. Barcelona. Ariel. 1983, p. 180.

338
Diana Marcela Rojas

El contexto de la Independencia, la irrupción de la Gran Co-


lombia y de la Nueva Granada en la escena internacional, las
relaciones con la Santa Sede -que ocupa gruesos capítulos de
su obra-, transcurre entre el "primer tratado público"11, y las
Misiones de agentes confidenciales y delegados apostólicos que
tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX, hasta el Concordato de
1887. Los trasfondos de la realidad histórica en la lucha por la
independencia, episodios de importancia en la obra de Bolívar
como el Congreso Anfictiónico, las tensiones entre las repúbli-
cas bolivarianas, los proyectos de construcción nacional que
disputan los modelos e influencia inglés, francés y norteameri-
cano, la relación comercial en torno al anís, la quina o el taba-
co, para citar sólo algunos ejemplos, desaparecen de esta histo-
ria y ceden su lugar a los acuerdos y tratados sobre delimitación
de fronteras. La cuestión de Panamá se circunscribe, igualmen-
te, a los contratos, misiones y tratados.

En resumen, y sin necesidad de mayor demostración, la histo-


ria de Cavelier, un esfuerzo importante en el seguimiento a hi-
tos históricos a través de sus documentos, debe observarse, en
ese sentido, por su aporte de síntesis y presentación documen-
tal, más no como análisis en profundidad. Se trata de un re-
cuento de tratados con la mención de episodios históricos. Sin
embargo, el enfoque positivista de la obra no se presenta sólo
en relación con la historia sino también con el derecho; un tipo
de positivismo jurídico en donde lo que importa es el enuncia-
do de la ley —de los tratados internacionales en este caso—, y
en donde se omiten los contextos sociales y políticos en los
cuales tales instrumentos jurídicos surgieron. La obra está fun-
damentada en la idea de que los Estados se relacionan entre sí
11
Firmado el 28 de mayo de 1811 entre el Presidente del Estado de Cundina-
marca, Antonio Nariño, y José Cortés de Madariaga, enviado del Estado
de Venezuela, como compromiso de alianza y federación.

339
El redescubrimiento de las relaciones internacionales
sólo a partir de tratados legales, y se desconocen otros meca-
nismos y canales de interacción que en la vida internacional, en
muchas ocasiones, resultan tanto o más relevantes. La contri-
bución de Cavelier no es desdeñable pero tampoco se deben
pasar por alto sus limitaciones. Al fin y al cabo, como enseña
Carr, el historiador es también producto de la historia y de la
sociedad, y es desde ese punto de vista que debe analizársele.12

c. Historia Diplomática
de José Joaquín Caicedo Castilla.13

Aunque cronológicamente esta obra es posterior a la escrita


por Cavelier, en términos académicos podría considerarse un
retroceso. Político y profesor de derecho, exministro de trabajo
y ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Al-
berto Lleras Camargo, el autor observa la historia diplomática
con un tinte oficial y positivista jurídico. Alega la "imparciali-
dad" y "objetividad" que la historia adquiere al basarse exclusi-
vamente en los documentos y concluye que "la política inter-
nacional colombiana ha brillado por su buena fe, honestidad,
adhesión al derecho y respeto a la comunidad internacional y a
las otras naciones soberanas".

El primer volumen, dedicado en lo fundamental a la demarca-


ción de límites con los países vecinos, por ejemplo, se convier-
te en transcripción de los tratados diplomáticos y copia fiel de
las intervenciones y discursos de presidentes y cancilleres co-
lombianos en su discusión. El asunto del Canal de Panamá con-
tiene los tratados, algunos proyectos y cierta correspondencia
entre los embajadores Martínez y Concha con el gobierno en
Colombia. Sólo un párrafo final sugiere una condena por la pér-
12
Edward Carr. ¿Quées la historia?. Barcelona. Ariel. 1983.
13
En: Historia Extensa de Colombia, tomo 17. Bogotá. Lerner. 1974.

340
Diana Marcela Rojas

dida del istmo, que no es analizada. El segundo volumen refie-


re las Conferencias Interamericanas, el Pacto Andino, la Alian-
za para el Progreso y la participación de Colombia en las Na-
ciones Unidas de forma similar: transcripción de los acuerdos y
discursos con poca o ninguna ubicación histórica o referencia
crucial a los hechos políticos, económicos y sociales en que se
enmarcan. El libro es altamente útil para la consulta de docu-
mentos pero francamente pobre en materia crítica.

d. Relatos de historia diplomática de Colombia


de Alfredo Vázquez Cartizosa14

Los primeros tres tomos de la obra fueron publicados en 1996.


La periodización abarca las siguientes épocas: La gran Colom-
bia, correspondiente al Tomo I y que fue publicado original-
mente como libro independiente bajo el título Historia Diplomá-
tica de Colombia: la Gran Colombia, en 1993;15 "Los limites de
Colombia y la diferencia con Estados Unidos sobre Panamá",
que comprende el Tomo II y cuyos anexos constituyen el Tomo
III. La segunda parte de la obra ha sido recientemente publica-
da en cuatro tomos más, bajo el título Relatos de Historia Diplo-
mática, Siglo XX. No está dispuesta en sentido cronológico sino
temático: Tomo I: "Literatura y política"; Tomo II: "Estados
Unidos, San Andrés y Providencia, y América Latina"; Tomo
III: "La paz internacional, relaciones con la Santa Sede"; Tomo
IV: "La exportación de café, los intercambios internacionales".16

14
Alfredo Vázquez Carrizosa Relatos de historia diplomática de Colombia. 3 Vols.
Bogotá. Centro Editorial Javeriana/Cancillería de San Carlos. 1986; Rela-
tos de Historia Diplomática de Colombia, Siglo XX. 4 Vols. Bogotá. CEJA.
Cancillería de San Carlos. 2000.
15
Alfredo Vázquez Carrizosa. Historia Diplomática de Colombia: la Gran Colom-
bia. Bogotá. Universidad Javeriana. 1993.
16
Ibid.

341
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

Existe una considerable diferencia entre la obra de Vásquez


Carrizosa y la de Germán Cavelier. La fundamentación his-
tórica y social de los "Relatos" de Vásquez es más constante
y expedita. Bolívar, prácticamente ignorado por Cavelier, es
personaje central en el primer volumen de la obra de Vásquez.
No aparecen tan sólo los tratados, está su gesta, sus ideas y
sus acciones. Se aborda la diplomacia inicial en busca del
reconocimiento, la conferencia continental y la expedición
libertadora a Cuba y Puerto Rico que propusiera Bolívar. No
se descuidan las relaciones con la Santa Sede ni las doctrinas
colombianas para la demarcación territorial. Las relaciones
con Estados Unidos y la pérdida de Panamá, obtienen un
contexto de mayor amplitud. La parte correspondiente al Si-
glo XX no olvida pasajes importantes del devenir interno de
nuestro país y logra viajar con sus documentos a lo largo de
los sucesos políticos. Sin embargo, el tratamiento de algunos
temas se circunscribe a la transcripción documental y al co-
mentario sobre ellos. Tal es el caso, por ejemplo, de la Confe-
rencia Continental de Panamá, de las relaciones con la Santa
Sede y de la negociación de límites con países vecinos. La
referencia de muchos episodios es simplemente tangencial:
dos páginas para Rafael Reyes y dos para Marco Fidel Suárez,
personajes de vital importancia en la perspectiva de la políti-
ca exterior colombiana; una página para Gaitán y sus ideas, y
nueve para el Frente Nacional. La obra, que cuenta con el
apoyo financiero de la Cancillería de San Carlos para su pu-
blicación, no resiste a la tentación de publicar en completo y
como anexo diversos documentos que, por supuesto, son una
gran ayuda para el futuro investigador. Un tomo íntegro so-
bre tratados, alegados y laudos de demarcación limítrofe y
sobre la cuestión de Panamá, y otro sobre el Comercio Exte-
rior de Colombia constituyen una joya para investigaciones
más especializadas.

342
Diana Marcela Rojas

De obligada consulta, la obra de Vásquez Carrizosa es un buen


indicio de lo que puede ser un trabajo a profundidad sobre la
historia de las relaciones internacionales. No obstante, como él
mismo lo reconoce, su investigación se limita a señalar los epi-
sodios más destacados de la actividad exterior colombiana. Los
procesos internos, la interacción de la política interior con la
exterior, las circunstancias que de afuera hacia adentro inciden
en la construcción nacional, así como diversos procesos sobre
los cuales indagan más los historiadores profesionales, resultan
ausentes de su trabajo. Las relaciones de lo internacional con
nuestra construcción nacional o con la industrialización, para
citar sólo un ejemplo, no son materia de análisis. La explora-
ción histórica sobre la producción cafetera, tema acerca del cual
existen diversas investigaciones que abordan con algún éxito la
relación con lo internacional, merece más importancia en cuanto
materia de comercio en el trabajo de Vásquez. Desde luego, no
se trata de un historiador y es apenas lógico que la teoría y el
método de esta disciplina no atraviesen su obra.

e. Las Relaciones Internacionales:


Nueva Historia de Colombia}7

Esta reconocida colección, bajo la dirección científica y acadé-


mica de Alvaro Tirado Mejía, ofrece siete capítulos dedicados al
tema. Dos de ellos, sin embargo, escritos por Luis Vítale consti-
tuyen un repaso histórico sobre América Latina a partir del siglo
XLX y algunas comparaciones de su devenir con Colombia. Más
que historia de las relaciones internacionales serían, entonces,
historia de América Latina. Un tercer capítulo, escrito por
Malcolm Deas, refiere "la influencia inglesa —y otras influen-
cias— en Colombia", durante 1880 y 1930. Su contenido es una
17
Varios. Nueva Historia de Colombia. Vol. III: Relaciones Internacionales Movimien-
tos sodales. Bogotá. Planeta. 1989.

343
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

clara muestra de lo que podría obtenerse con un estudio integral


entre lo internacional y otras variables como la económica y la
política. No obstante, su temática es demasiado definida y da por
sentadas o conocidas muchas bases históricas que no se desarro-
llan en el texto porque, seguramente, no era tampoco su objetivo.

Los cuatro capítulos, directamente referidos a las relaciones


internacionales, son los siguientes: "La política exterior colom-
biana". Tres acápites escritos por Fernando Cepeda Ulloa y
Rodrigo Pardo Garcia-Peña, clasificados cronológicamente en
los siguientes períodos: 1930-1946, 1946-1974 y 1974-1986.
El cuarto capítulo pertenece a Germán Zea Hernández y trata
sobre el "Proceso de las negociaciones de Colombia para la
demarcación y señalamiento de sus fronteras terrestres".

En primer lugar, habrá que recordar que el título de "Nueva His-


toria de Colombia", atribuido a la corriente de ruptura con la his-
toria tradicional que liderara hacia los años sesenta Germán Col-
menares, no tiene mucho que ver con el título que la Editorial
Planeta dio a su colección. Los autores que en ella aparecen, no
tienen necesariamente vínculos con la nueva corriente historio-
gráfica. Y ello es importante mencionarlo porque, en el caso de
las relaciones internacionales, los autores no sólo no son historia-
dores sino que, incluso, han estado más vinculados a la política
que a la academia. Desde luego, no se trata de demonizar dicha
relación, pero es claro que, simplemente, nos da una pista inicial
sobre su contenido. Así, el texto de Germán Zea Hernández se
ubica en los tradicionales escritos sobre fronteras a que hemos
hecho alusión en la referencia a libros como el de Cavelier o Rivas.

Otro tipo de mención merecen los escritos de Fernando Cepeda


y Rodrigo Pardo. Se trata, en realidad, de dos especialistas en
materia de relaciones internacionales. Si bien su periodización

344
Diana Marcela Rojas

es cuestionable y tal vez se deba más a razones espaciales de


edición que a una clasificación juiciosa de épocas diferencia-
das en las relaciones internacionales de Colombia, aparece en
su contenido un intento importante por integrar el estudio de la
política exterior a un marco interno en lo económico, en lo po-
lítico, o incluso en lo cultural. Sin embargo, la publicación po-
see serias limitaciones. Salta a la vista, por ejemplo, que el siglo
XIX y las tres primeras décadas del XX, tan importante para
definir orientaciones en la política exterior colombiana, son
omitidos en el análisis. El estudio que se efectúa, situado entre
1930 y 1986, es además breve y de corte monográfico y, final-
mente, dada la fecha de publicación, no alcanza siquiera a su-
poner la dirección que las relaciones, con Estados Unidos por
ejemplo, iban a tomar a raíz del narcotráfico. Aunque el marco
histórico es más complejo y mejor expuesto, se ocupa sólo de
hitos importantes y resalta ante todo las relaciones con Esta-
dos Unidos y su óptica acorde con cada gobierno colombiano.
Se aleja, por tanto, de consideraciones teóricas y de conclusio-
nes concretas acerca del manejo de la política exterior en Co-
lombia y, sobre todo, al supeditar su análisis a las decisiones
gubernamentales, deja escapar actores tan importantes como
las organizaciones sociales, los gremios, los partidos políticos
o los cuerpos legislativos.

LA PERSPECTIVA TEÓRICA DE LA HISTORIOGRAFÍA "CLÁSICA"


SOBRE POLÍTICA EXTERIOR EN COLOMBIA

En términos generales, esta historiografía que podríamos deno-


minar "clásica" sobre la política exterior en Colombia, se basa en
un enfoque de las relaciones internacionales como dadas entre
comunidades políticas organizadas en el marco de un territorio,
esto es, los Estados. Quien formula, controla, da forma a la po-
lítica exterior son los gobiernos, de allí que el análisis tenga como

345
El redescubrimiento de las relaciones internacionales
centro de atención la actividad de las instituciones del Estado
dedicadas al manejo de la política exterior y, para el caso colom-
biano, fundamentalmente al presidente y al Ministerio de Rela-
ciones Exteriores, dentro del cual se halla el dispositivo diplo-
mático de embajadas y consulados. La política exterior, en con-
secuencia, será definida como la interacción de un Estado frente
al contexto internacional, sobretodo en lo concerniente a sus re-
laciones con otros Estados y con organismos internacionales.

La historia de la política exterior ha sido en lo esencial una


historia diplomática, la cual estudia las iniciativas o los gestos
de los gobiernos, sus decisiones, y en la medida de los posible,
sus intenciones.18 Es una historia que olvida que para entender
la acción diplomática es preciso tratar de entender las influen-
cias que la orientan y que, además, deja por fuera actores y
temáticas relevantes para la política internacional.

PROPUESTA PARA UNA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN FUTURA

A la luz de las anteriores consideraciones, no sólo es importan-


te sino necesario formular programas de investigación con el
objeto de "redescubrir" y alentar el análisis de las dimensiones
internacionales en los trabajos de historia política. No sólo el
estado de la cuestión señala la urgencia de acercarse mucho
más al tema. Un solo ejemplo podría indicarnos, igualmente, la
necesidad: el estudio del fenómeno del narcotráfico en Colom-
bia. Para su compresión, la dimensión internacional, aunque
no es la única, es insoslayable. De este modo, podremos pre-
guntarnos cómo se ha adaptado, cómo ha incorporado o recha-
zado el país las dinámicas internacionales y no cómo el estado
colombiano ha "definido" la política exterior. Sobre todo por-
18
Pierre Renouvin y Jean-Baptiste Durosselle. Introduction a l'histoire des relations
intemationales. Paris. Armand Colin. 1991.

346
Diana Marcela Rojas

que suponemos que un país, en la mayoría de las ocasiones no


tiene la facultad de decidir de manera autónoma y totalmente
independiente su agenda de política internacional.

Para dar impulso a este tipo de proyectos, varias tareas podrían


ser propuestas:

1. Una reflexión sobre las teorías de las relaciones internaciona-


les y de los desafíos que enfrentan ante el proceso de globalización.
Dicha reflexión se orientaría principalmente a revisar los arsena-
les conceptuales disponibles y a penetrar en los debates contem-
poráneos de la disciplina. La idea es generar espacios académi-
cos para discutir sobre el sentido y la pertinencia de hablar de "lo
internacional". Para ello sería útil que los estudiantes de historia
tuvieran la posibilidad de tomar cursos y seminarios de Teoría de
las Relaciones Internacionales que sirvan como base a posterio-
res seminarios sobre temáticas específicas. Un proyecto en este
sentido venimos adelantando conjuntamente con el profesor
Roch Little del Departamento de Historia.19

2. Sin lugar a dudas, un trabajo en los términos que se propone


requiere de un esfuerzo interdisciplinario; de allí el interés que
puede tener el conformar grupos de investigación que impli-
quen el aporte de distintas disciplinas para el tratamiento de
núcleos de problemas. Por ejemplo, el aporte de la economía,
de la sociología, del derecho o de la sicología, para mencionar
sólo algunos, resulta muy enriquecedor. Se trata de hacer una
historia que no se quede sólo en el espacio y el discurso de los
historiadores.
Nos referimos al proyecto de investigación presentado recientemente ante la
DIB: Roch Little y Rojas, Diana Marcela Rojas, En busca de la teoría de las
relaciones internacionales: una aproximación genealógica a una disdplina en ciernes.
Bogotá. 2002.

347
El redescubrimiento de las relaciones internacionales

3. Una exploración de la diversidad de fuentes de información


que, en lo concerniente a la política exterior colombiana, cuen-
ta con el archivo ministerial más completo y mejor catalogado
entre las instituciones públicas: el archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores, compuesto no sólo por las Memorias al
Congreso sino además por notas y relatos de las misiones di-
plomáticas; esta documentación se remonta a 1812.

4. Una revisión exhaustiva de la historiografía sobre política


internacional, con miras a realizar un examen analítico que sir-
va como insumo para futuras investigaciones.

a. Se podría aprovechar la conmemoración del aniversario


de algunos episodios claves de la historia política nacional para
volver sobre ellos y alentar una reflexión renovada. Pienso
específicamente en la conmemoración de la "pérdida", para al-
gunos, o la "separación", para otros, del canal de Panamá, y su
significado en la posterior orientación del comportamiento in-
ternacional del país.

b. Para sugerir tan solo dos de los temas sobre los cuales no
ha existido suficiente investigación o sobre los que es notoria
la necesidad de trabajar en la academia, podríamos tomar en
cuenta:

• La relación entre Colombia y Estados Unidos; tema sobre el


cual se han ocupado los analistas en épocas más recientes. Sin
embargo, dada la importancia y la centralidad que ha tenido
para el país esa relación, es preciso abordarla en una perspectiva
histórica. Al respecto existen los trabajos pioneros de E. Taylor
Parks, y del investigador canadiense Stephen Randall.
• Las relaciones con los países vecinos, no sólo y no tanto en lo
que respecta a la delimitación de fronteras y las misiones díplo-

348
Diana Marcela Rejas

máticas, sino y sobretodo en la medida en que nos hemos vis-


tos afectados por los mismos o similares procesos internacio-
nales. El anáfisis de las coincidencias y de las diferencias en las
maneras que tienen países con características y trayectorias simi-
lares ante las dinámicas internacionales, nos podría enseñar mu-
cho respecto a los factores que moldean el comportamiento
externo de un país. Tal vez podría verse ello como historia o
política comparada; sin embargo, en una perspectiva como la
que proponemos, el énfasis no se coloca en las historias nacio-
nales particulares, sino en el común denominador: el escenario
internacional al cual se enfrentan los países en un momento
dado.20

Finalmente quisiera agregar que, si bien en el país el análisis de la


política internacional ha sido más bien escaso por razones histó-
ricas, intelectuales e incluso políticas, la necesidad de subsanar
esta debilidad no obedece sólo a un legítimo interés académico.
Hoy, más que nunca, la reflexión sobre lo internacional es priori-
taria: cada vez más lo que sucede al interior de nuestras fronteras
se ve afectado por los cambios que se están sucediendo a nivel
planetario en virtud del proceso de globalización. Es hora de que
empecemos a pensar seriamente en esto.

;c Respecto a este enfoque, véase: James Rosenau. The study ofpolitical


adaptation. London. Francés Pinter. Chapter 3: "Foreign Policy as
adaptative behavior: some preliminary notes for a theoretical model".
Chapter 4: "The adaptation of national societies"; James Rosenau. Along
the domestic-foreignfrontier. Exploringgovemance in a turbulent world. United
Kíngdom. Cambridge University Press. 1997. Peter Evans. "Building
an integrative approach to intemational and domestic politics", en: Robert
Putnam, Peter Evans y Harold Jakobson (eds.). Double-Edge Diplomacy.
International harganingand domesticpolitics. Berkeley. University of California
Press. 1993.

349
La prensa de oposición como recurso
del historiador de la política:
El caso de Pedro Escudriñez

Alberto Bejarano
Politologo Universidad Nacional
Grupo de Investigadón sobre Partidos Políticos en Colombia

Esta ponencia se refiere al estudio de la historia política desde


un enfoque politológico, teniendo como fuente de estudio los
artículos de la prensa de oposición en el período de la "Regene-
ración"; en especial, los relacionados con un reconocido ensa-
yista de la época que se valía de diversos seudónimos, entre
ellos "Pedro Escudriñez" o "el médico", para expresar sus cri-
ticas al régimen "nacionalista" de Núñez y Caro.

El caso de Pedro Escudriñez permite explotar un camino que ya


ha sido explorado por investigadores como Otto Morales Benitez,
a través de sus antologías de la obra de Rafael Uribe Uribe, y en
los últimos años por historiadores como Mario Aguilera y Renán
Vega, destacándose en especial el libro Ideal democráticoy revuelta
popularj y recientemente a través de la obra El naáonalismo cosmo-
polita,1 del francés Frédéric Martínez. En torno a tales autores ha
surgido la idea de elaborar esta ponencia. Aclaramos que se trata
de una aproximación que no se corresponde con los extensos y
profundos trabajos de archivo realizados por ellos, siendo ape-
1
Mario Aguilera y Renán Vega. Ideal democrático y revueltapopular. Bogotá. Insti-
tuto María Cano. 1991.
1
Frédéric Martínez. E l naáonalismo Cosmopolita. Bogotá. Banmco de la Repúbli-
ca/Ifea.2001.

350
ñas una primera mirada desde la ciencia política al recurso de la
prensa de oposición de esta época.

Tal como lo sostenía Habermas,3 lo que se considera como la


"esfera pública" nace en el siglo XVIII en Francia e Inglaterra
en torno a los debates políticos a través de periódicos, clubes y
cafés. Es precisamente alrededor de los periódicos donde se
había organizado el movimiento de la Reforma, y las primeras
censuras surgieron por la postura de la iglesia católica en con-
tra de la difusión de los panfletos luteranos, dando origen al
"índice de los libros prohibidos".

De allí en adelante, refiere el historiador Peter Burke, que: "Las


guerras de religión en Francia fueron guerras de información
más que de espadas y armas de fuego: conflictos en los que la
producción de panfletos, la creación y destrucción de imáge-
nes y la comunicación oral se revelaron como estrategias fun-
damentales".4

A medida que crecía la producción periodística, también se hacía


evidente su efecto sobre la "esfera pública" y las élites. No era
extraño escuchar declaraciones como la del censor oficial de
Carlos II en el siglo XVII, donde se oponía a la prensa por cuanto:
"permiten al pueblo adquirir demasiada familiaridad con las
acciones de los superiores".5 Luego, ya en tiempos de la revolu-
ción francesa, los periódicos se habían convertido en el medio
por excelencia para influir directamente sobre la opinión públi-
ca, substituyendo en gran medida a la oralidad.
3
Véase: Jürgen Habermas. Historiay crítica de la opinión pública. Barcelona.
Gustavo Gili. 1981.
4
Peter Burke. "Cultura de la política y política de la cultura". En: Revista
Metapolítica. N o 23. México. Mayo-junio de 2002, p. 25
5
Citado por Burke. Ibid. p. 27.

351
La prensa de oposición como recurso del historiador de la política

El estudio de estos "periódicos" que pasaron de ser eventuales


panfletos a publicaciones constantes en el siglo XIX, se consti-
tuye en un campo de investigación que da buena cuenta de las
mentalidades que condicionan los comportamientos políticos.
Tal como lo sugiere Burke: "En este campo los estudios histó-
ricos son menos comunes. Falta todavía una antropología his-
tórica, por ejemplo, del Parlamento Británico o de la burocra-
cia prusiana o de los cuerpos diplomáticos internacionales".6

Una gran contribución a este tipo de estudios es el libro Trésors


et secrets duQuai d'Orsay,7 una historia inédita de la diplomacia
francesa desde el siglo XVI hasta 1968, del historiador francés
Pierre-Jean Rémy, recientemente publicado en francés.

CONTEXTO HISTÓRICO Y POLÍTICO DE LA ÉPOCA


DE PEDRO ESCUDRIÑEZ

Durante la segunda mitad del siglo XLX se llevaron a cabo refor-


mas radicales que respondieron en gran medida al primer progra-
ma liberal. Sin embargo, con el ascenso del movimiento político
de tendencia conservadora, conocido como la regeneración, el
partido liberal estuvo fuera del poder entre 1886 y 1930.8

Con la regeneración y la nueva constitución de 1886, el estado


autoritario conservador impuso sus ideas sobre la unidad na-
cional y regresó al país al centralismo que excluyó las dinámi-
cas sociales, económicas, políticas y culturales de las regiones,
6
Ibid. p 22
7
Pierre-Jean Rémy. Paris, JC Lattés, 2002.
8
La división liberal había comenzado luego de la guerra de 1876-77, el partido
se dividió entre radicales e independientes, de Núñez. El partido conser-
vador se fraccionó entre nacionales, favorables a Núñez, e históricos, opues-
tos a cualquier alianza suprapartidista.

352
Alberto ñejarano

y que causó entre otros efectos, la separación de Panamá y las


guerras de 1895 y la de los mil días.

Guerra civil de 1885

Fue la última oportunidad para los radicales de recuperar el


poder que habían perdido por el ascenso presidencial de Núñez
con el apoyo de los conservadores. Con la batalla de la Huma-
reda, favorable a los revolucionarios liberales, pero que termi-
nó con el incendio de los buques liberales, y la perdida de todo
el parque, el gobierno de Núñez proclamo el fin de la Constitu-
ción de 1863 y convocó un Consejo de delegatarios que redac-
taría la constitución de 1886.

Guerra civil de 1895

El partido liberal se lanza a una nueva revolución, protestando


por los abusos cometidos por el vicepresidente Caro, que res-
tringían las libertades públicas y no permitían al liberalismo
una justa representación en los poderes públicos.9 Esta revolu-
ción recogió las protestas populares que se habían presentado
en Bogotá en los años de 1893 y 1894.10 Apenas duró 53 días,
por la imprevisión de los liberales y la organización militar de la
regeneración, comandada por el General Rafael Reyes.

La Hegemonía conservadora

La Constitución de 1886, redactada por Miguel Antonio Caro y


el antiguo liberal Nuñez, abolió el federalismo, fortaleció el eje-
9
Entre las demandas del partido liberal estaban también las de libertad de
prensa, ya que varios de sus líderes habían sido desterrados.
10
Al respecto véase: Renán Vega y Mario Aguilera. Ideal democrático y revuelta
Popular. Op. Cit.

353
La prensa de oposición como recurso del historiador de la política

cutivo, restableció la pena de muerte, creó un ejercito perma-


nente y una milicia nacional. Con el predominio de los ultras,
tras el retiro de Nuñez, se reprimió sistemáticamente a los libe-
rales, exiliando a sus más destacados jefes, cerrando sus perió-
dicos y prohibiéndoles una justa representación en el Parlamen-
to (un solo liberal),11 lo cual motivaría una nueva guerra civil: la
guerra de los Mil días (1899-1902).

Guerra de los Mil Días

La guerra comenzó en Bucaramanga en 1899, cuando el bando


"guerrerista" del partido liberal se levantó contra el régimen
conservador del presidente Sanclemente. La guerra se extendió
hasta 1902, en Santander, Tolima, Cundinamarca, la Costa At-
lántica y Panamá. Los dos partidos se enfrentaron a las profun-
das divisiones internas que para el gobierno significaron el gol-
pe de estado de Marroquín y para los liberales, la incoherencia
en la dirección de la guerra, por los procedimientos tardíos del
General Vargas Santos.

E L CASO DE PEDRO ESCUDRIÑEZ

En este sentido, el caso de Pedro Escudriñez, permite llevar a


cabo un análisis de las posiciones ideológicas de los partidos
políticos colombianos, a partir de las referencias a los discursos
regeneradores, sobre todo con respecto al Vicepresidente Mi-
guel Antonio Caro, quien se distinguió por mantener en su go-
bierno una permanente disputa con la prensa, por considerarla
un elemento nocivo para la tranquilidad pública y la consolida-
ción de la Regeneración.

11
En la legislatura de 1896 el único representante liberal en el Congreso, era
Rafael Uribe Uribe.

354
Alberto Bejarano

Examinando algunos de los planteamientos de Pedro Escudriñez


en el periódico La Disáplina en 1885, y luego una serie de ensa-
yos publicados en ElAutonomista hacia finales de la década de
1890, puede percibirse la disputa entre el pensamiento conser-
vador y una concepción liberal, promovida principalmente por
Rafael Uribe Uribe, con una clara y cada vez más notoria ten-
dencia hacia el socialismo de estado.

De esta manera, el estudio de la prensa de oposición, es una


oportunidad para presentar desde la ciencia política, un pano-
rama en construcción sobre el análisis de los discursos políti-
cos, basándose en un material de consulta que desborda lo ane-
cdótico, para centrarse en un plano más ideológico.

El objetivo fundamental de la regeneración era según los pro-


fesores Aguilera y Vega: "en lugar de formar ciudadanos for-
mar buenos cristianos". Una acertada síntesis del periodo es
recogida por estos autores así: "la regeneración implantó un
orden social basado en la ideología religiosa, en la exclusión de
los contrarios políticos y en la persecución de todo lo que pu-
diera ser visto como protesta social, que para los regeneradores
aparecía siempre como un engendro de doctrinas liberales, ateas,
masónicas, socialistas, anarquistas y comunistas. Uno de los
principales temores del movimiento regenerador hecho públi-
co, en innumerables ocasiones, lo suscitaba el recuerdo las
movilizaciones populares de los años precedentes".12

De esta manera la restricción de la libertad de prensa se convir-


tió en el principal elemento de la regeneración. Existía cierta-
mente una amplia conciencia en los regeneradores sobre los
beneficios y efectos de la prensa, con una referencia europea

12
Aguilera y Vega. Op. cit. p. 55.

355
La prensa de oposición como recurso del historiador de la política

manifiesta, tal como lo señala el francés Frédéric Martínez: "Es


precisamente en Europa donde los dirigentes de la regenera-
ción —convertidos en términos de Caro, en los protagonistas
de una "imitación inteligente"— van a buscar los modelos de
restricción de la libertad de prensa".13

Caro reconocía a la prensa de oposición como el principal ene-


migo del orden público, y podría ubicársele dentro de la decla-
ración de Napoleón según la cual: "cuatro periódicos son de
temer más que 100.000 bayonetas". Para derrotar a su "enemi-
go", la constitución de 1886 había previsto el articulo transito-
rio K, que después se convertiría en permanente, que como lo
recuerda Martínez: "así llamado por ser la letra K, la letra con
la que los antiguos romanos marcaban a los calumniadores".14

Al respecto se refería Núñez en una carta a Jorge Holguin en


1888: "La imprenta es incompatible con la obra, necesariamente
larga que tenemos entre manos, porque no es elemento de paz
sino de guerra, como los clubes, las elecciones continuas y el
parlamento independiente de la Autoridad".15

La oposición se valía de todo tipo medios para eludir la censu-


ra, y a pesar de que varios de sus líderes eran exiliados, apresa-
dos o confiscados sus bienes, se llegaban a publicar artículos
que no respetaban la vida privada de los regeneradores, en es-
pecial de Núñez y Soledad Román, imitando de cierta manera
los ataques a la conducta sexual de Maria Antonieta

La lectura de la prensa de oposición en esta época, permite no


solo seguir de cerca los acontecimientos políticos de Colom-
13
Frédéric Martinez. Op. Cit. p. 62.
14
Ibid.
15
Rafael Núñez, cana a Holguin, citado por F. Martínez. Ibid., p. 65.

356
Alberto Bejarano

bia, sino también la de los discursos y sucesos europeos, de los


que se hace un uso frecuente; por ejemplo, en un artículo apa-
recido en el periódico EL DEBATE en 1896, se hace mención
al "ravacholismo", como una imputación que al respecto había
hecho Marco Fidel Suárez al partido liberal. La respuesta de la
oposición se plantea en los siguientes términos: "El 30 de abril
de 1891 había sido enterrada en el cementerio de Bonnefonds
la baronesa de Rochetaillée y como circuló el ruido de que la
difunta había sido enterrada con todas su alhajas, Ravachol
penetró a media noche en el cementerio, y no obstante el hedor
infecto del cadáver putrefacto, lo registró minuciosamente, sin
hallar sobre el uno solo dije de valor"16

La referencia a lo internacional también está presente en estas


palabras: "La regeneración no fue producto natural del pueblo
colombiano, sino fruto de la violencia y el fraude; tenerla por
gobierno legítimo del país, por el solo hecho de habérsele im-
puesto y durado es profesar que el derecho prescribe por el
curso de los años; es condenar a Polonia porque durante más
de un siglo no ha podido reintegrar su territorio y reconstruir su
nacionalidad contra sus detentores y tiranos; es absolver a Tur-
quía porque alcanzó a mantener por largos años esclavizada a
Grecia, y porque aun oprime a los armenios y a sus demás sub-
ditos; es reprobar la energía de los patriotas de Cuba y estigma-
tizar la misma obra gloriosa de los proceres de nuestra emanci-
pación .

El papel de la prensa de oposición era en la mayoría de los


casos no sólo informar sino educar la "esfera pública" a la que
se refería Habermas; por ejemplo en torno al tema del sufragio
se hacía el siguiente comentario, aparecido en el Autonomista
16
EIDebaíe. 14 y 15 de junio de 1896.
17
ElAutonomista. No. 61. Noviembre de 1898.

357
La prensa de oposición como recurso del historiador de la política

en diciembre de 1898: "El sufragio, dice Stuart Mili, no es un


derecho que el individuo tiene para sí, sino un cargo público
que el ciudadano ejerce en beneficio de la comunidad".18

El uso del lenguaje también era vital para los propósitos de la


oposición de llegar a un público numeroso pero poco ilustrado.
Así como escribía Burke sobre una cocinera que en la Francia
de 1791 confesó leer cuatro periódicos, para lograr un efecto
similar, se incluían pasajes de canciones o refranes populares
como el siguiente: "el señor don juan de robres, con caridad sin
igual, ha fundado este hospital, más primero hizo los pobres".19

Se buscaba, de este modo, involucrar a la esfera pública con


ideas universales, en especial derivadas de la revolución fran-
cesa, tal como fue señalado por Aguilera y Vega. Se lanzaban
consignas como "viva el pueblo soberano" o "abajo los opreso-
res del pueblo". Para concluir, ilustraremos esta tendencia con
un folleto aparecido en Ocaña en 1898, en el que se decía que:
"Si los mandatarios de las Repúblicas han de pasar a la historia
con algún epíteto que los distinga, a estilo de algunos monarcas
famosos, como Pedro el cruel, Enrique el doliente Carlos II el
hechizado, el Sr. Caro será conocido por Miguel el encubridor,
así como su dos antecesores merecen ser llamados Rafael, el
traidor y Carlos, el cínico".20

18
ElAutonomista. No 62. Diciembre 2 de 1898.
19
ElAutonomista. 5 de noviembre de 1898.
20
'EtAutonomista. 17 de noviembre de 1898.

358

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