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LA SEXUALIDAD EN EL ANTIGUO

PERU
(resumen)

Dr. V.E. Fernández E.

Referirse a la sexualidad en el Perú actual es un desafío, mas aún tiene que ser,
al tratarse del Antiguo Perú, cuya acepción difusa en extremo. Entendemos se
refiere al Perú prehispánico.

Comenzaré por el término sexualidad, el que según tengo entendido no existía


oficialmente en castellano antes de 1974. En la XVIII edición, as como en la
ultima XX que circula desde 1984, la palabra sexualidad, es definida así:
"Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo".

Creo poder afirmar que dicha definición no corresponde a la idea de que sobre la
sexualidad actualmente tenemos. Me parece que nos satisface más la que da el
español Amezua (1) al decir que es: "El modo, la forma y la manera de vivir su
sexo", considerando que sexo humano es: "el conjunto de elementos que
concatenados, unidos, engarzados, hacen que una persona sea masculina o
femenina". Definición esta que como veremos parecería ahora incompleta desde
el punto de vista biológico, pero que es más clara que la existente en la II Edición
del Diccionario de la Academia de 1783 que la define así: "Distinción en la
naturaleza del macho o hembra en el animal. Usase regularmente hablando de los
racionales". O como la de la VII edición de 1823 que es: "la diferencia que ha
puesto la naturaleza en el macho, y en la hembra, así en los racionales como en
los irracionales, y aún en las plantas".

Por esto y otros hechos semejantes y aún peor -como lo señala acertadamente
Seguín (49) el Diccionario de la Academia no es en estos aspectos la fuente mas
adecuada para comprender el significado de algunas palabras.

Es también necesario puntualizar que sobre este tema de la sexualidad en ese


Antiguo Perú existen referencias escritas, historias, leyendas y tradiciones frescas
de la época incaica y muy escasas representaciones artísticas de cerámica que
conocemos con el nombre de huacos.

En este aspecto, los Cronistas nos han dejado prácticamente la única fuente
histórica de información acerca de lo que aconteció en el incario. Con sus
crónicas comienza básicamente la Historia del Perú. Están basadas en lo que
vieron y, en las tradiciones, descripciones de hechos, mitos y relatos, en su mayor
parte a través de segundas o terceras bocas.
Estas Crónicas en lo relacionado con el tema que nos ocupa, han sido criticadas,
por los prejuicios o tabúes religiosos y morales con que venían embebidos sus
autores.

No olvidemos que por 1517 comienza en América a campear la Inquisición. Por


ello, se niega autoridad a los Cronistas para opinar imparcialmente, ya que en
ciertas cosas se les considera que toman partido con la cruz y la espada como
base de la política del Estado español, a más de sus intereses individuales o de
grupo.

Con relación a esto, con la flexibilidad que dá la lógica, recurro a Porras


Barrenechea quien escribe: "Las crónicas de la conquista son la primera historia
peruana...... la leyenda y el mito, la simple tradición oral de los pueblos primitivos
son fuentes remotas de la historia, pues no la constituyen todavía. La historia
puede apropiarse de ello pero, por su índole, ella es esencialmente prosa y no
poesía...... La historia aclara la conciencia de los hechos, y da al hombre la
capacidad y la necesidad para comprobarlos.

No creo que sea la ocasión propicia, ni menos el lugar, para referirme a estos 500
años de descubrimiento, encuentros, hallazgos o como diencefálicamente se
califique a la llegada de los europeos a estas tierras. No sabemos que dirían por
ejemplo los chimús, los chancas o nuestros puquinas ante el arribo de los incas a
sus tierras.

De las culturas pre-incaicas, sólo tenemos la representación artística muda del


hecho sexual. Carecemos de otras fuentes. No hay que olvidar que entre
mochicas e incas hay un milenio o más de separación.

No obstante la historia de los Incas: "tiene sin embargo, mayores características


de autenticidad que la tradición oral de otros pueblos primitivos....... Su eficacia
está demostrada en que, mientras en otros pueblos la tradición oral sólo alcanzó
a recordar hechos de 150 años atrás, la historia incaica pudo guardar noticia
relativamente cierta de los nombres y los hechos de dos dinastías, en un espacio
seguramente mayor de cuatrocientos años".

Tengo que confesar que desconozco un estudio integral que nos dé una idea de
cual es realmente el comportamiento sexual del peruano actual. No obstante,
existen algunas encuestas, tesis y otros trabajos parciales acerca del tema, en
general, ya sea en libros, revistas y diarios. (9-10), (11). (13). (14-), (17), (35),
(18), (27),(28), (12), (29), (31), (37), (45), (47), (54), (55), (56), (57), (58), (59).

Pero creemos que existe una fuente histórica que aún no ha sido explorada in
extenso.

El mestizaje comenzó en el Perú el mismo 12 de Octubre de 1492. De esa fecha


se extendió sin inconvenientes, debido a que: "Si al español católico le tenía miedo
al agua- como sostiene Jos‚ Gil Fortaul -jamás se detuvo ante las mujeres de raza
diferente, fueran moras, judías, negras o indias". De esos usos y costumbres, por
lo menos en parte, procedemos la mayoría de los peruanos.

Creo sí que es importante señalar algunos aspectos del comportamiento del


indígena peruano imbuido en su cultura. En esta existe un estado prematrimonial
temporal de relaciones sexuales, aceptado por los protagonistas, sus familiares y
el ámbito socio-cultural en el cual viven.

Data de tiempo inmemorial y que es citado y por supuesto criticado por los
cronistas y combatido por los conquistadores durante la conquista y el
virreinato. Me refiero al servinacuy, misqui, servinacuy, tincunacuy, tincunacuspa,
sarlasi, topacashca, yachanacuy, pantanacuy (pantanaco) o "matrimonio de
prueba".

El deseo de erradicar esta costumbre fué tal, que el Virrey Toledo en 1575
promulgó unas ordenanzas al respecto, contraviniendo la Cédula Real del 4 de
Septiembre de 1560, que prohibía tener en los "monasterios cepos (ni en ninguna
parte) para poner en ellos a los indios‚ indias que quieren, y aprisionan y azotan
por lo que les parece y los trasquilan, que es un género de pena que se suele dar
a los indios, lo cual ellos sienten mucho".

He aquí unos párrafos de las ordenanzas VIII y XIV, del Virrey Toledo: ...... "Por
cuanto hay costumbre entre los indios casi generalmente, no casarse sin primero
haberse conocido, tratado o conversado algún tiempo y hecho vida maridable
entre sí ..... Ordeno y mando que se procure, así por los sacerdotes, corregidores,
caciques y alcaldes persuadir y quitar a dichos indios esa costumbre tan nociva y
perniciosa ........ El indio cristiano que tuviese acceso con india infiel o estuviere
amancebado con ella, por la primera vez, que lo trasquilen y den cien azotes; y por
la segunda lo remitan preso con la información al Corregidor, para que lo castigue
conforme a derecho....."

También prohibió al aborigen tener a su lado a "hermana suya", ni cuñada, ni tía,


ni primera hermana, ni manceba de su padre, siendo las tales de menos edad de
cincuenta años abajo ..... que ninguna india moza, ni viuda sirva ni de beber a su
hermano, ni cuñado, ni tío, ni primo, siendo de cincuenta años para abajo ...." so
pena de los cien azotes y trasquila y que sirvan dos años en los hospitales".

Anecdóticamente no está demás señalar que en el "Runa Soncco", periódico que


editaba en Juliaca el pionero de la Salud Pública en el Perú, Manuel Núñez
Butrón, están las participaciones o avisos en la Crónica Social en la que se
comunicaba que fulano y zutana "entraron en servinacuy" o que lo terminaban o
se casaban. Villavicencio (61) le dedica a esta costumbre interesantes páginas y
la lucha estéril por erradicarla durante el virreinato.

Así el Concilio de Lima de 1582 lo condenó y dio disposiciones para terminar con
esa costumbre que ahora la practican en gran proporción los habitantes del
primer mundo, abierta, indiferente o solapadamente.
Menos citado es el estudio de Terrazas Contreras ( ) que manifiesta que su
investigación "tiene el mérito de haber sido el primer trabajo sistemático sobre el
particular, en 100 años de arqueología peruana".

Opina que "la preincaica de la costa norte del Perú....se sumergió en el completo
hábito del sexo, plasmando sus más íntimas vivencias, muy lejos de prejuicios y
tabúes aún actuales ........, que fue precisamente el amor lo que sublima toda
actividad vital en el habitante del Perú antiguo", que el coito anal heterosexual era
con fines de evitar la concepción y Cita a Varallanos, quien se refiere a dos
máximos quechuas: "Ama Maclla" (no seas afeminado) y "Ama Mapa" (no seas
invertido).

Entre los libros que he consultado resalta el del Obispo del Obispado de San
Francisco de Quito "en que se tratan las materias más particulares, tocante a ellos
(los indios) para fu buena Administración" que se titula "Itinerario para Parochos
de Indios", en el Tratado X De los Misioneros, Session VIII p: 182, que se ocupa
"Del cuidado que debe tener el Ministro Evangélico en quitar a los convertidos
algunos vicios y pecados "expresando que El Predicador , y Maestro, que rige las
almas de los que fon tiernos en la Fé‚ recién convertidos a Dios, ha de hazer con
ellos lo que haze el buen hortelano, efcogiendo los mas fuaves, ni admirandofe, o
enojandofe demafiado, porque en un dia no vea trocados en Catones, y Senecas
unos Barbaros, ni transformados en Angeles unas bestias......

El primer vicio que ha de quitar es la fodomia, y bestialidad, porque como dizen


Antonio de Herrera, hablando de la Ifla Española y de la Ifla de Corro, es muy
comun entre aquellos Barbaros. Y Garcilafo Inga dize de los Indios del Perú, que
eran muy dados al pecado nefando, y Fray Pedro Martyr, De cada 3. in Hiftoria
Generali Indiarum, cap. 62, cuenta, que en la conquifta que hizo Blafco Núñez
Balboa en la Provincia de Efcaraguan, halló tan manchada aquella tierra defte
vicio, que muchos Indios eftavan veftidos en trage de mugeres, para denotar con
el hábito fu torpeza, y fu‚ tanto lo que fe embraveció defto el Capitan, que quarenta
deflos, que pudo coger a las manos, los echó a los perros, para que muriellen
defpedacados, con admiración y gufto de los dems Indios.

El fegundo vicio, que le ha de arrancar, es la idolatría....

El tercer vicio, y más, dificultofo de arrancar, es la embriaquez .... Lo quanto, fe ha


de advertir, que les enfe¤en a veftirfe, y tratar sus carnes con honeftidad......

porque aunque la defnudez total no es intrinfecamente mala (como dize Santo


Thomas)......

Americo Vefpufio dixo en la relacion que hizo de fu primera navegaci¢n a las


Indias, que entre efta gente bárbara la defundez total no era viciofa, porque no era
provocativa a luxutia, pero como no fabia el interior de los coracones, no haze
mucha fee fu dicho, cubriendo fus carnes con hojas de higuera luego que pecaron;
y afii dize San Agustin: Si nihil in libidine illa ineffer pudendum.
Tambien es abufo comun entre los Indios, y que fe deve atajar, que las mugeres
no eftima la virginidad ante nuptias, que en todas las Naciones del mundo fe
refpeta y honra, mas antes la tienen por afrenta, y fe tien‚ por tan defdichadas, que
ninguno las ha apetecido, como de los Indios del Peru lo dize Acofta... y affi las
donzellas antes de cafarfe, llamaran al primero que toparan, para que las
corrompieffe; costumbre infernal .....Defta coftumbre de la Gentilidad ha quedado
hafta aora el abufo que tienen los Indios, de que no fe han de cafar menos que
teniendo primero por algunos mefes trato malo con la que ha de deler fu muger,
para faber por experiencia fi es a propofito para el matrimonio: eftas y otras
coftumbres comunes entre Indios fe deven arrancar poco a poco,, para que eche
hondas raizes en fus coracones la Fé limpia, de los abufos abominables de la
Gentilidad, pero el zelofo Miniftro del Evangelio fevaya co mucho tiento, no lo ha
de querer acabar todo en un día; que fer echar a perder la cofecha, y dar con todo
el edificio en tierra... Algo fe ha de diffimular, y paffar en filencio,.
haciendofe diferentamente defentendidos en las faltas de gente tan barbara, que
no es poffible menos de que tengan muchas, porque con el ufo de muchos años, y
con el exemplo de tantos convirtieron en naturaleza el vicio; que afi lo hazia San
Aguftin, con gente de mas capacidad, y Chriftianos mas firmes que eftos indios". (
16 )

Creo que conviene recalcar que antes que la idolatría se coloca a la sodomía y al
bestialismo como vicios que combatir.

Lógicamente Kinsey vino al Perú-. Lo hizo a fines de 1954 y visitó la colección de


huacos de don Rafael Larco Herrera, que en esa ‚poca estaba en la hacienda
Chiclín. Ahí pudo observar centenares de huacos, considerándolos como el "mas
franco y detallado documento de costumbres sexuales jamás dejado por ningún
pueblo antiguo".

Aquí su comentario: "Quiero estudiarla (la colección), porque aquí tenemos una
documentación completa, sobria y realista de la vida sexual de un pueblo sin las
inhibiciones que inhiben la vida sexual del pueblo de los Estados Unidos.

Los Mochicas no fueron condicionados en sus hábitos y actitudes sexuales por las
costumbres, principios y prejuicios cristianos, como estamos nosotros. Mi
investigación entre esos huacos me dirá mas acerca de lo que es natural en el
sexo, comparativamente, tanto como la investigación que llevo a cabo entre el
hombre y la mujer Americanos" (3).

Cuidadosamente, recalcó que no sacaría conclusiones acerca de las costumbres


tradicionales y maneras de actuar de los Mochicas, dado que sus estudios
estaban centrados en la vida sexual de los norte americanos modernos.

La visita de Kinsey fue realizada junto con el Dr. Paul H.

Gebhard y el fotógrafo William Dellemback. A la muerte de Kinsey, Gebhard


asumió la dirección del "Institute for Sex Research", a la vez que era Profesor de
Antropología de la Universidad de Indiana. El estudio que hizo Gebhard de los
huacos con motivos sexuales de las colecciones de Larco Hoyle, el Museo
Nacional de Arqueología y Antropología, el Museo Prado y el Museo de Trujillo, la
Colección Wassermann-San Blas y otras privadas, se basó en un total de unos
800 huacos de las culturas Vicus, Salinar, Gallinazo, Nazca, Maranga, Recuay,
Moche, Tiahuanaco, Huaura, Huari, Ica, Lambayeque, Chancay, Chimú, Chimú-
Ica e Inca. La versión traducida que hemos utilizado es la publicada por el Dr.
Denegri ( 24).

De esos huacos, el mayor número de especimenes corresponde a la cultura


Moche con 450, le sigue la Chimú con 111, Lambayeque con 37, Chimú-Ica con
27, Vicus y Recuay con una docena.

De las otras culturas estudió contadas muestras. Señaló que de la Inca no hay
cerámica representacional y si geométrica, concluyendo que esa cultura era
contraria a las representaciones sexuales.

En el estudio que Gebhard hace, resalta lógicamente el de Moche, cultura que


sabemos comenzó a desarrollarse del año 300 a.C. al 700 d.C., época en la que
Alejandro Magno conquista Persia y Egipto. Acababan de morir Platón y Sócrates
y todavía enseñaba Aristóteles. Al mismo tiempo, los galos saqueaban Roma y se
construía la Gran Muralla China. Termina la Moche poco después de la entrada
de Mahoma en la historia, en la ‚poca de Carlomagno. Abarca lo que los
arqueólogos llaman Periodo Intermedio Temprano y la mitad inferior del Horizonte
Medio.

El 8% de los huacos de la cultura Moche corresponden a representaciones en que


no hay actividad sexual manifiesta, como vasijas o artefactos que cumplen la
función de cantimploras terminadas en glandes.

Gebhard clasifica como humorísticos a un 15% de los huacos que sirvieron para
que se bebiese el líquido que contenían tenían que hacerlo por los órganos
sexuales externos, especialmente por el pene. También hay un 4% de ceramios
con penes enormes en general, que representan masturbación exclusivamente
masculina. Nunca ha sido reconocida por ningún autor un huaco en que se
represente una masturbación femenina. Uno se pregunta si es que también
culturalmente, aquí, se hizo un escotoma del placer sexual femenino, como
sucede corrientemente en muchas culturas.

En otro 8% están las representaciones en que se muestran genitales exagerados


en tamaño y a predominio femenino.

Es interesante anotar que los mochicas hicieron un reconocimiento cuidadoso del


clítoris, hecho que no es usual en otras culturas tanto locales como foráneas.

Existe un hecho que llama la atención. Es la presencia de personajes que unos


llaman "cadáveres" los que por lo general representan a hombres que se
masturban o manosean el órgano sexual de una mujer, o, no actúan cuando están
en grupo de tres, no existiendo el de cuatro o más personas.

Tampoco encontró ceramios en que se representen caricias a las mamas, ni


manuales ni bucales. Sí es curiosa la frecuencia de la caricia al mentón de la
mujer por el hombre.

El 8% de las piezas estudiadas representan la felatio. Pero llama la atención que


hasta ahora no se ha encontrado la representación del cunnilinguis en la cerámica
del Antiguo Perú.

No es de extrañar que el coito heterosexual fuera el tema mas tratado por los
ceramistas mochicas. Abarca el 39% de los huacos estudiados por Gebhard. Le
llama la atención el escaso número de posturas para ejecutar el coito, estas son
ocho, en las cuales no se representan por lo general más de dos personas.

En los casos en que hay un tercer personaje, ese parece que duerme y es una
criatura, la que a veces mama normalmente de la madre. Estos representan la
cuarta parte de este tipo de huacos. No encontró coitos de pie, ni sentados. La
mujer está generalmente desnuda y el hombre con vestimenta. No hay besos ni
caricias.

Los coitos son entre seres vivos y, en sólo dos casos, se representa al "hombre
cadáver".

En suma el coito en estos casos, es esencialmente genital, sin manifestaciones


faciales placenteras o de excitación, lo que no sucede en las representaciones de
la masturbación,

En el 21% el coito es anal, lo cual algunos explican como medida


anticoncepcional.

Gebhard y otros autores, se refieren a que hay sólo dos ceramios entre los cientos
de estudiados en que se representa la homosexualidad masculina. La femenina,
no se encontró.

Encuentra sólo un caso de relación sexual de una mujer con un ave, que por el
tema recuerda a Leda y el cisne, que como se sabe fu‚ tratado por Leonardo y
otros artistas. Otro huaco que está en el Museo de Arte de Chicago representa a
una mujer con un perro. Este caso Larco Hoyle lo discute y para él representa a
una mujer atacada y derribada por el perro.

En cambio hay una gran cantidad de huacos de coitos entre animales, 27% son
entre cuadrúpedos: Llamas y roedores, un 19% entre sapos y criaturas que
clasifica como mitológicas.
Entre estas representaciones hay autofelaciones en las que el personaje tiene un
pene enorme.

La cultura Chimú dice Gebhard, "recogió la antigua tradición erótica de los


mochicas", y en menor cuantía las de Huaura y Lambayeque.

En la Chimú, en un 50% se trata de coitos heterosexuales, en que la mujer


está en actitud pasiva, sin la representación de cadáveres.

Después de la conquista Inca todavía quedan rezagos de estas representaciones


sexuales, para durante el imperio incaico desaparecer, posiblemente porque no
quisieron recibir influencias de los vencidos.

En el resto de las culturas, en las que Gebhard encuentra representaciones


sexuales, en una buena parte, sólo se trata de desnudos o coitos, cuya
descripción detallada creo que sobrepasaría los alcances de este artículo.

Por todo lo expuesto puede concluirse que por ahora es casi imposible tener una
idea precisa del comportamiento sexual del antiguo habitante de lo que hoy es el
Perú. Hace falta un estudio integral del tema, ya que no se trata simplemente de
describir con palabras lo que se puede ver en los huacos mismos.

El erotismo estaba presente en todas las partes, en todos los actos, en


todos los momentos de la vida, una mirada, un tocamiento de piel, la
penetración de los cuerpos, el embarazo y el parto, vemos como el varón
sufre los dolores de la parturienta y se acuesta a su lado para compartir
el alumbramiento, todo esto se encuentra muy bien representado en la
cerámica moche.

En la cultura inca, lo masculino y lo femenino representan fuerzas


indisolubles, cuya complementariedad hacía posible la constitución del
orden universal.
El Estado inca interviene directamente en todos los aspectos de la vida
de sus habitantes. La unión conyugal estaba regulada por el Estado.
Legisló hasta el máximo detalle todos los aspectos del matrimonio. Este
matrimonio nunca tuvo una motivación religiosa, sino solamente
administrativa.

Normalmente cada año se acudía a la plaza principal de cada capital de


provincia y se formaban dos filas, una de hombres y otra de mujeres. La
posición de cada uno de ellos estaba marcada por su status social. Era el
monarca inca o en su lugar su el representante provincial, quien
emparejaba a los miembros de ambos sexos y los casaba.

En el mundo inca existía el matrimonio “servinacuy”. que era el


matrimonio a prueba. La pareja convivía durante un tiempo y si este era
positivo confirmaban la unión. En este periodo se practicaba el sexo sin
ninguna cortapisa e incluso se podía tener hijos. Si el servinacuy
acababa con ruptura, estos hijos eran aceptados y se iban con su madre
de regreso a su hogar materno.

Uno de los aspectos más llamativos es que se podían celebrar uniones


matrimoniales entre parientes, pero esto sólo era un privilegio de la
nobleza inca. Estos convivían con sus hermanas con la finalidad de
preservar los privilegios de la noble estirpe.

El servinacuy fue duramente reprimido por la iglesia española como se


demuestra en el catecismo que redactó el jesuita Pablo Joseph de
Arriaga, por orden del Concilio Provincial de Lima en 1582. También en
los Sinodales del Arzobispo de 1613.

La nobleza podía ser polígama, sin embargo la monogamia era


mayoritaria pues resultaba muy caro poder mantener varias mujeres al
mismo tiempo.

En las ordenanzas VIII y IX del Virrey de Toledo dice”… Por cuanto hay
costumbre entre los indios casi generalmente, no casarse sin primero
haberse conocido, tratado o conversado algún tiempo y hecho vida
maridable entre sí… Ordeno y mando que se procure, así por los
sacerdotes, corregidores, caciques y alcaldes persuadir y quitar a dichos
indios esa costumbre tan nociva y perniciosa… El indio cristiano que
tuviese acceso con india infiel o estuviese amancebado con ella, por la
primera vez, que lo trasquilen y den cien azotes; y por segunda lo
remitan preso con la información del Corregidor, para que se lo castigue
conforme a derecho…”

“También se prohíbe al inca tener a su lado a su hermana, ni cuña, ni tía,


ni primera hermana, ni manceba de su padre, siendo las tales de menos
de cincuenta años abajo… que ninguna india moza, ni viuda sirva ni de
beber a su hermano, ni cuñado, ni tío, ni primo, siendo de cincuenta para
abajo… so pena de los cien azotes y trasquila y que sirvan dos años en
los hospitales”.

A la familia campesina no se le permitía cambiar de residencia, ni


cambiar los colores y las formas de su atuendo que representaban su
clase social, por lo que se permitía reconocer su origen y siempre se
casaban con gente de su mismo status. Aquí el ascenso en la escala
social no existía.

La residencia del nuevo matrimonio eran casas o runas que eran


construidas por sus parientes, quienes también aportaban el ajuar. Los
incas no tienen muebles, se comía en el suelo y la cama era un lecho
hecho con piel de llama. Todo se guardaba en cestos y tinajas, en una
especie de nichos que había en las paredes. Su menaje eran recipientes
de alfarería, ollas negras adornadas con dibujos, platos, cucharas de
madera…

Las mujeres viudas y con hijos guardaban la abstinencia y no se volvían


a casar, mientras que los viudos intentaban volverse a casar
rápidamente. En la sociedad inca el hombre era considerado superior a
la mujer, sirva el ejemplo de que la mujer no
podía comer en el mismo cazo que el marido, mientras que sí se permitía
que lo pudieran hacer animales. A pesar de esto, el papel de la mujer era
muy importante, pues cuidaba de la casa, hijos, incluso trabajaba en los
campos y recogía las cosechas.

La edad en que la mujer inca tenía su primer hijo rondaba los dieciocho
años. Las relaciones sexuales entre los jóvenes estaba bien visto. El que
la chica fuera demandada era símbolo de atracción, le daba prestigio
social y le era más fácil tener pretendientes. En este tipo de relaciones
era habitual que ella quedara embarazada, con lo cual demostraba que
era fértil y su valor aumentaba.

Debemos saber que la virginidad no tenía ningún valor en el mundo inca


y tampoco ser files a la pareja, porque tenían hijos con distintas mujeres,
tanto ellos como ellas, era otra forma de organización social, algo que
hoy en día por la diferente manera de estar organizados socialmente y
con leyes mundiales, ya se considera obsoleto, leyes y costumbres del
pasado que no se aceptan.

Cuando la mujer queda embarazada se realizaban unos rituales con el


objetivo de que tuviera un buen embarazo. En su proceso de embarazo
seguía son su vida normal. Si presentaba dificultades el embarazo
enseguida intervenía el hechicero que ponía sobre su tripa una especie
de pasta curativa formada principalmente por el maíz, pero este maíz
debía ser masticado previamente por mujeres jóvenes vírgenes.
Como he dicho anteriormente, la embarazada seguía trabajando
normalmente y paría allí donde se encontrara, cortaba el cordón umbilical
del bebe con un trozo de cerámica o con las uñas. Posteriormente, se
lavaba ella y el bebe, pero sin sumergir al recién nacido, bebía agua en
su boca y rociaba posteriormente al bebe.

La vida cotidiana de la mujer inca era muy monótona. En los primeros


días del nacimiento del bebe el padre permanecía junto a su mujer y el
niño descansaba en una cuna de la cual no se le saca ni para comer.

Las mujeres mientras criaban a sus


hijos se abstenían de tener relaciones sexuales porque consideraban que
era malo para la leche del niño. Se acababa el destete cuando cumplía
los dos años.

A partir de los siete años se producía la división sexual del trabajo, si era
niño la educación le correspondía a su padre y si era niña lo hacía la
madre. Si eran de clase social baja no acudían a las escuelas, pero sí lo
hacían las clases privilegiadas que eran educados en las escuelas de
Cuzco, donde incluso recibían educación sexual.

La instrucción de las clases humildes, se limitaba a los conocimientos


más elementales.

Las niñas de clase privilegiada tenían dos opciones, la primera


permanecer junto a la madre donde se les enseñaban las tareas propias
de la mujer, o la segunda opción, que era entrar en casas escogidas
donde aprendían como maestras expertas y pasaban al rango de
Vírgenes del Sol.

Cuando se llega a la pubertad significa iniciar el camino hacia el


matrimonio y el formar una familia. Cuando la chica llega a la pubertad,
con la primera menstruación se celebraba una ceremonia donde la joven
guardaba ayuno durante dos días, toma un poco de maíz crudo el tercer
día, se lava el cuarto día y recibe sus vestidos nuevos y se trenza los
cabellos.

Desde ese momento se dedica a las labores domésticas hasta que

cumpla los dieciocho años que era el


momento del matrimonio en la cultura inca. Si la chica era bella se
llevaba a la capital del Estado o a la de la provincia y de esta forma
podría convertirse en mujer de un alto funcionario o concubina del Sapa
Inca. Normalmente la chica inca permanecía en su ayllu o pueblo.

La prostitución en el mundo inca existía y era tratados con gran


desprecio por los hombres. Las mujeres no hablaban con ellas pues si lo
hacían podían ser rapadas en público. Si las prostitutas estaban casadas
eran repudiadas por sus maridos. Las prostitutas recibían el nombre de
pampayruna.

Si seguimos las descripción que hace Blas Valero o la de Garcilaso Inca


de la Vega, cuando hablan de las prostitutas dicen “Se permitía que en
semejantes juntas de borracheras y bebidas viniesen las mujeres
rameras o solteras que no fuesen vírgenes ni viudas, o las mancebas o
mujeres legítimas de cada uno, y en casas o escondrijos, que por allí
había muchos, cometiesen fornicaciones y torpezas, porque cesasen los
incestos, los adulterios y estrupos y nefandos”.

Garcilaso describe así la vida de los pampayruna “Vivían en los campos,


en unas malas chozas, cada una de por sí y no juntas: No podían entrar
en los pueblos porque no comunicasen con otras mujeres. Llámenles
pampayruna, nombre que significa la morada y el oficio, porque es
compuesto de pampa que es la plaza del campo llano y runa, que es
singular quiere decir persona hombre o mujer, en plural quiere decir
gente. Juntas ambas dicciones, si las toma en la significación del campo,
pampayruna, quiere decir, gente que vive en el campo, esto es por su
mal oficio; y si los toman en la significación de plaza, quiere decir,
persona o mujer de plaza, dando a entender que, con plaza pública y
está dispuesta para recibir a cuantos quieran ir a ella, así lo están ellas y
son públicas para todo el mundo. En suma quiere decir, mujer pública”.

Dentro del mundo inca la homosexualidad era practicada con frecuencia,


así nos lo relata Pedro Cieza de León o el padre Martín de Murúa que
dice “… y en estrotos, por los tener el demonio más presos en las
cadenas de su perdición se tiene ciertamente que en los oráculos y
adoratorios donde se daban las respuestas hacia entender que convenía
para el servicio suyo que algunos mozos desde su niñez estuviesen en
los templos, para que a tiempo y cuando se hiciesen sacrificios y fiestas
solemnes, los señores y otros principales usasen con ellos el maldito
pecado de la sodomía. Y para que entiendan lo que esto leyeron como
aun se guardaban entre algunos esta diabólica santimonia pondré una
relación que me dio della Fray Domingo de Santo Tomás….”.

“Verdad es que generalmente entre los serranos y yungas el demonio ha


introducido este vicio debajo de especie en santidad, y es que cada
templo o adoratorio principal tiene un hombre o dos o más, según es el
ídolo. Los cuales andan vestidos como mujeres desde el tiempo que eran
niños… De tal manera que lo que les saque de aquí en que estaba el
demonio tan señoreando en esta tierra que, no se contentando con los
hacer caer en pecado tan enorme, les hacía entender que tal vicio era
especie de santidad y religión para tenerlos más sujetos”.

Como vemos la homosexualidad en el Estado inca presenta rasgos de


religión. El rito homosexual tenía mucho de religioso “por eso no era
reprensible porque los participantes. Al ejecutarlo, reproducían lo que el
mito narraba. Por el cumplimiento de la relación homosexual, lo sagrado
se manifestaba”.

Hay un texto que dice “Sucedía muy a menudo que un Alaeq que iba al
templo a tomar los servicios de un prostituto sagrado terminaba
enamorándose de él y celoso de que su amado estuviera en la obligación
de servir a otro noble, pagaba al templo por el derecho de exclusividad.
Solo el gran Ciequich podía comprar a uno de los prostitutos sagrados y
llevárselo a su palacio”.

Además en el sociedad inca había una homosexualidad secular


encubierta que practicaban diversos

pueblos, particularmente los yungas


situados en la costa norte del Pacífico, que los gobernantes incas
reprimieron duramente: “… Tuvo el inga gran rigor en castigar el pecado
nefando… Quien cometiere el pecado de sodomía, que muera arrastrado
y ahorcado, y luego sea quemado con todos sus vestidos y lo mismo si
se juntase con alguna bestia”.

La homosexualidad femenina era muy conocida entre los precolombinos.


Los incas tenían en gran aprecio a las mujeres, que se desenvolvían en
el trato social como si fueran varones, gozando de muchos privilegios e
incluso podían participar en combates y se les daba la posibilidad de
mantener relaciones promiscuas entre ellas. El lesbianismo estaba
idealizado como conducta sexual en los estratos nobiliarios incas.

Hay sociedades matriarcales dentro del mundo inca. como lo podemos


comprobar siguiendo a Antonio de Herrera y Tordesillas que nos habla
de algunas etnias de mujeres que tenían papeles masculinos. Estas
estaban situadas en la zona incaica del Amazonas y las describe
así “algunas mujeres dejan los ejercicios de mujeres, imitan a los
hombres, se cortan como ellos los cabellos, van a la guerra y a la caza
con arco y flechas”. Este pueblo son las conocidas como amazonas

Las amazonas se organizan a través de pequeños reinos que se sitúan


en los límites del imperio inca y eran gobernadas por una reina que era
apoyada por las guerreras. Para conseguir vivir fuera del control
masculino, las amazonas vivían en fortalezas inexpugnables que se
llamaban warmi pucara.

Estos pueblos de amazonas tuvieron fuertes relaciones comerciales con


todo el imperio inca y fueron muy respetadas. Hubo una reina amazona
llamada Goboimilla que significa “cielo de oro”, que pagaba tributo al
emperador con ropa tejida.

Los incas utilizaron los términos chanchak marmi, kakcha, warkana o


komi para denominarlas como lesbianas.

Además de las amazonas nos encontramos con una zona de Perú donde
también se practicaba el matriarcado y eran llamadas capullanas. Si
seguimos el relato de Fray Reginaldo Lizárraga cuenta el siguiente
relato “A orillas del río Motape hallé un pueblo gobernado por mujeres
que eran las capullanas, llamadas así por los españoles a causa de su
vestido que tenía a manera de capuces, con que se cubren de la
garganta hasta los pies, ciñéndose la cintura con bandas. Estas
capullanas que eran las señoras en su infidelidad, se casaban como
querían porque al no contentarlas el marido lo desechaban y se casaban
con otro. El día de la boda, el marido escogido se sentaba junto a la
señora y se hacía gran fiesta de borrachera. El desechado se hallaba allí,
pero arrinconado, sentado en el suelo llorando su desaventura, sin que
nadie le diese una sed de agua. Los novios con gran alegría le hacían
burla al pobre”.

Francisco de Toledo manda un informe la Rey de España sobre la


situación del Perú y decía “Fue la gente de la costa y llanos, a quien
llamaba yungas, gentes muy débiles; en la mayor parte de la costa
gobernaban y mandaban mujeres a quienes llamaba tallaponas y en
otras partes llamaban capullanas. Estas eran muy respetadas, aun que
habían curacas de mucho respeto. Ellos acudían a las chacras y a otros
oficios que se ofrecía, porque lo de más ordinario se remitía a las
capullanas o tallaponas; y esta costumbre guardaban en todos los llanos
de las costa como por ley y estas capullanas eran mujeres de los curacas
que eran las mandonas”.
Huanarpo

En la cultura inca debemos destacar la presencia de los huacos con una


gran cantidad de cerámica escultórica donde se veía las prácticas
sexuales más habituales. Se pueden comprobar cómo existían relaciones
sexuales entre muchachos y estas no tenían ningún tipo de implicaciones
morales ni jerárquicas como las vemos actualmente. Desde pequeño se
enseñaba la experiencia amatoria. Se sabe que existían mujeres
dedicadas a instruir a los niños en la masturbación o como prolongar la
erección.

Todo esto es visto hoy como perversiones


o aberraciones, pero para la cultura inca estas prácticas era lo más sano
y normal. Lo podemos comprobar cómo los moches presentan ocho
formas de hacer el coito y podemos ver en los huacos como se hace la
masturbación y las relaciones homosexuales.

Es frecuente ver en los moches la práctica del sexo anal. Se cree que era
un método anticonceptivo muy practicado. Hay una cerámica donde se
ve a una mujer dando de lactar a su hijo mientras un hombre la penetra
analmente, de esta manera se evitaría el embarazo, pues hay una regla
que dice que durante la lactancia la mujer debe evitar quedar
embarazada.

Hay mucha documentación que nos ha llegado de los incas lo que nos
permite tener una idea aproximada de su vida y costumbres y todo nos
ha llegado a través de la iglesia. Pero debemos saber, que lo que
tenemos ha sido previamente seleccionado por ésta y lo que nunca le ha
interesado en función de su ideología lo ha eliminado. Veamos algunos
ejemplos Julio C Tello en su libro “La Antigüedad de la sífilis en
Perú” dice “la representación de la cópula de seres humanos con llamas
se encuentra con harta frecuencia”, sin embargo actualmente no
encontramos nada de ello

¿Qué ha pasado?
Está clarísimo, la Iglesia católica que ha sido el guardia de la ortodoxia
no puede permitir que determinadas imágenes lleguen a las gentes
actuales y se encargaron de destruirlas. Debemos recordar como la gran
poetisa griega Safo de Lesbos con una ingente obra poética de amor a
las mujeres prácticamente ha desaparecido porque la Iglesia decidió que
debía desaparecer. Aquí sucede lo mismo con determinados huacos

donde se daban representaciones de zoofilia,


así como las prácticas de homosexualidad. Esta ortodoxia cristiana ha
supuesto una pérdida irreparable del legado cultural de nuestros
antepasados.

Lo mismo podemos decir de la iglesia con respecto al matriarcado, que


como hemos visto existía en zonas incas y la iglesia ha ocultado para
imponer el patriarcado con su rigorismo religioso y ético y reducir el papel
de la mujer a la más pura sumisión.

En el mundo inca se han utilizado muy frecuentemente afrodisiacos


sexuales, su finalidad era aumentar la excitación y el placer sexual. Estos
productos eran muy usados tanto por la nobleza como por el sacerdocio
inca. Dos son los productos más consumidos: el chotorpo que era una
planta macho y sirve para aumentar la resistencia en la fornicación y el
guarnapo que tenía el efecto contrario. Además, era frecuente el uso de
amuletos sexuales.

Todavía queda mucho por conocer de este pueblo inca que nos asombra
por su liberalidad

Arte sexualidad y ritos a la naturaleza preincaica

No hace muchos años atrás, Federico Kauffmann Doig publicó su libro « Sexo
y magia sexual en el antiguo Perú », un tema por desgracia poco tratado por
otros especialistas de la cultura andina. Kauffmann considera que el sexo en el
antiguo Perú tuvo relación con la fecundidad de la tierra y señala que
actualmente, en algunos pueblos andinos existen muchos ritos en los que se
combina la sexualidad con lo mágico-religioso : « El objetivo de estos ritos es el
de solicitar por medios mágicos, justamente la fecundidad de los animales y de
las plantas ». Menciona como ejemplo, un rito que se conserva en Langui,
Cusco, donde para cierta festividad, hombres y mujeres se visten con
ornamentos de carneros y llamas y bailan como en una representación sexual
Efectivamente, bajo el Incario existieron muchos de esos rituales. Los jóvenes
participaban de danzas rituales de la fecundidad, como aquella celebrada en
honor de Chaupiñanca, diosa de la sensualidad, en que los hombres
terminaban bailando completamente desnudos porque creían que al verles en
esa guisa disfrutaba más la Pachamama o la « madre tierra ». Otras
festividades terminaban en lo que hoy llamaríamos orgías desenfrenadas.
Existía también otra festividad de la fecundidad, llamada Acataymita, que tenía
lugar en el mes de diciembre, cuando empezaban a madurar los paltos,
Consistía en reunirse hombres y mujeres jóvenes en un descampado rodeado
de huertas, completamente desnudos ; luego corrían velozmente hacia un cerro
algo distante, el varón persiguiendo a la hembra, y el hombre que alcanzaba a
una mujer, la tumbaba y copulaba con ella. Este rito duraba seis días y se creía
que ejercía una influencia mágica en la maduración de los frutos. Sin duda,
todos esos ritos tendrían raigambre preinca, y aunque los cristianos trataron de
extirparlos, siguieron siendo practicados aún mucho después de la conquista
(en la Relación de los agustinos, año 1557, aparece una referencia escueta a la
práctica de esta costumbre en la región de Huamachuco).
También hay evidencia de un culto fálico o sea la erección del miembro sexual
masculino para invocar la fecundidad de la tierra y de los animales. En Chucuito
(Puno) [1] y cerca de la Iglesia principal, existe un bosque de falos agresivos
tallados en piedra, conocido como el adoratorio de Inca Uyo (o « miembro viril
del inca », como jocosamente lo bautizaron los lugareños), aunque se cree que
originalmente dichas escultura estaban desperdigados por la campiña.

En general, al margen de su relación con lo mágico-religioso, podemos


aseverar que los antiguos peruanos practicaron una sexualidad libre de
conflictos de tipo moral, viéndo como algo natural el buscar el placer sin más
objetivo que el placer. El erotismo estaría presente en todas partes, en todos
los actos, en todos los momentos de la vida, el incendio de una mirada, el
tocamiento de la piel, en la penetración de los cuerpos, en el embarazo y hasta
en el parto, cuando el varón sufre los dolores de la parturienta y se acuesta a
su lado, para compartir la dulzura del alumbramiento, escena esta representada
en un ceramio moche.

Según vemos en las representaciones de la cerámica escultórica de diversas


culturas preincas (Moche, Vicús, Chimú), podemos inferir que la cópula era
ejercida de las más diversas formas. Asimismo, de lo expresado en los
documentos que nos han dejado cronistas y « extirpadores de idolatrías »,
tenemos algunos atisbos sobre las prácticas íntimas de los nativos peruanos ;
por ejemplo una simple relación sexual entre muchachos no tenía las
implicaciones morales o jerárquicas observadas en otras sociedades ; ya desde
la pubertad e incluso antes (dependiendo de cada sociedad) se adquiría la
experiencia amatoria y no era un asunto grave la pérdida de virginidad. Por la
documentación existente se deduce también que existían mujeres dedicadas a
instruir a los niños en la masturbación y cómo prolongar la erección. Se sabe
que en elAcllahuasio casa de las escogidas, las muchachas entre 13 y 15
años, destinadas a ser esposas o concubinas de los nobles, eran adiestradas
por la mamacona (o matrona, o sea la aclla de más edad) en las artes que
debía saber una mujer casada, incluido el entrenamiento sexual para que
pudieran satisfacer plenamente a sus futuras parejas.
Todo ello ahora lo llamaríamos perversiones o aberraciones, pero para los
antiguos peruanos era de lo más sano y normal. Por cierto, más conocido por el
gran público es cómo los moches representaron con mucho detalle en sus
ceramios diversas posiciones del coito, contabilizándose en número de ocho.
Generalmente se representa al hombre vestido y a la mujer desnuda. Como
parte del juego amoroso están incluidos el sexo oral y anal. Unos pocos huacos
representan también la masturbación y relaciones homosexuales, aunque estos
últimos sean más dudosos, por hallarse dañados o fragmentados, o bien
porque no se percibe con claridad los detalles. Como ya expliqué
anteriormente, todo indica que los ceramios que representaban
« aberraciones », fueron destruidos por las mismas manos de quienes
supuestamente debían salvaguardarlos, aunque no sepamos exactamente la
cantidad de piezas que sufrieron ese triste fin.
El sexo anal (dentro del ámbito de la heterosexualidad, o sea hombre-mujer)
está representado con « frecuencia extraordinaria » en los ceramios moches
según señala Kauffmann Doig y se cree que era un método anticonceptivo muy
practicado entre los moches, lo cual no es simple suposición gratuita, sino que
se basa en indicios razonables. Por ejemplo, existe un ceramio donde se ve a
una mujer dando de lactar a su hijo mientras que un hombre la penetra
analmente ; de esa manera se evitaría el embarazo, pues era regla firmemente
obedecida, hasta hoy en el mundo andino, de que la mujer debía evitar quedar
otra vez embarazada durante el tiempo de lactancia de la criatura, para no
interrumpir la producción de leche materna.

Por cierto, como una muestra de la pobre mentalidad de cierta gente encargada
de cuidar el patrimonio cultural, en el « Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú », (MNAAHP) de Pueblo Libre (Lima), cientos
de huacos eróticos permanecen escondidos en los depósitos de este enorme
edificio ; recién en marzo del 2004 fueron sacados « a la luz », tras casi medio
siglo de ocultamiento, para una exposición temporal alusiva al tema sexual en
el antiguo Perú, pero, una vez concluido el evento fueron de nuevo guardados
sin mayores explicaciones. En cambio, cerca de allí, en el Museo Larco Hoyle,
la exposición de las cerámicas eróticas está continuamente abierta al gran
público.
La destrucción de los Huacos « aberrantes »
Quisiera precisar algo más en lo que respecta a la información sobre los huacos
eróticos censurados. Eso lo comentó Marco Aurelio Denegri en una diálogo que
sostuvo con Federico Kauffmann Doig en su programa televisivo « La función
de la palabra ». Denegri destacaba que buena parte de nuestro patrimonio
cultural ha desaparecido, no solo por obra de los huaqueros y traficantes de
piezas precolombinas, sino por obra de los mismos investigadores y
arqueólogos, bajo los impulsos de una moralina y un patrioterismo mal
entendido, inaceptable en una labor como esa.

Se destruyeron o mutilaron muchísimas piezas arqueológicas que


representaban « prácticas degeneradas », degeneradas según el concepto
occidental y cristiano, claro está. ¿Cómo sabemos que existieron dichas
piezas ? Por ejemplo, en su conocidísima obra « La antigüedad de la sífilis en
el Perú », el gran Julio C. Tello afirma textualmente que « la representación de
la cópula de seres humanos con llamas se encuentra con harta frecuencia » en
las excavaciones ; el asunto es que actualmente no existe NINGUNA de esas
representaciones. ¿Qué fueron de ellas ?
Denegri contó que el doctor Arturo Jiménez Borja le mencionó como vió en una
ocasión a la doctora Rebeca Carrión Cachot arrojar al suelo cerámicas con
representaciones eróticas que consideraba « degeneradas » o « aberrantes ».
Y no solo dicha arqueóloga, sino que muchos otros procedieron de esa misma
manera, imbuidos en un equívoco afán de querer conservar solo una « visión
digna » de nuestro pasado prehispánico. No solo la representaciones de zoofilia
sufrieron a manos de estos iconoclastas (por llamarlos de alguna manera), sino
también las de homosexualismo y sabrá Dios que otras más. Lo cual
indudablemente ha sido una pérdida irreparable del legado cultural de nuestros
ancestros. Y claro, no faltará alguien por allí que pretenda culpar de todo ello a
la « moral restrictiva » que impone la Iglesia Católica en materia sexual, pero
hay que dejar en claro las cosas.

Los antiguos peruanos tenían también sus tabúes, al igual que nosotros
actualmente, el asunto es que hay que entender las costumbres de acuerdo a
la época y al ambiente en que se desarrollaron y no pretender juzgarlas con
nuestra moderna mentalidad occidental y cristiana. No se puede medir a las
sociedades antiguas con la vara o la medida con que ahora nos medimos. Es
más, uno de los errores de los misioneros y doctrineros católicos fue
indudablemente calificar de « satánicos » los rituales y ceremonias religiosas de
los nativos, cuando estos no tenían el concepto de Satanás, y por lo tanto mal
podrían ser « adoradores del diablo ». Sin duda un absurdo total.

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