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en describir la
presentación en sociedad de los variados miembros de la familia Ghioldi —el socialista y los
comunistas—, de Repetto, de
Santander, Sanmartino y algunos dirigentes obreros que entonces se entreveraban con la alta
clase. En una nota anterior he
había producido, contar lo que me ocurrió una mañana en el Club Argentino, que era nuestro
centro, en la calle Florida entre
Corrientes y Sarmiento.
Yo no tenía la menor idea quien era María Rosa Oliver, pero como ésta viajaba
constantemente y la crónica
izquierdistas que se incorporaban al gran mundo. Sus supuestas cartas de Nueva York, París y
Londres, los tenían al tanto a
Una mañana estaba sentado en una mesa con Juan Pablo Oliver, cuando entró Libertario
Ferrari, un importante
dirigente gremial, viejo afiliado de FORJA que falleció poco después en un accidente de
aviación.
—¡Che!... ¿ Quién es esa María Rosa Oliver que nombrás tanto en "Descamisada"?
—Es mi hermana.
Inútil es decir que, por solidaridad con el hermano que estaba en nuestra línea y es mi amigo,
cambié de
corresponsal.
tradicional, aceptando las diferencias de rango determinadas por la fortuna y por los mayores
adoptar las que creían sus pautas y a comportarse en correspondencia con la nueva situación
que se atribuían. En esta convicción las consolidaba la misma derrota. Esta confirmaba la
existencia de una aberración estética, moral e intelectual que obligaba a diferenciarse como
grupo social de ese pueblo que ya no era el pueblo. En pequeño, lo que pasó en el Sur de los
EE. UU. después de la guerra de Secesión, donde los blancos pobres que eran la última carta de
épocas —la postura dixit— que era lógico en los plantadores, y el todo tiempo pasado fue
mejor,
se incorporó a las pautas de los que poco antes compraban traje en "Los 49" y aun no habían
perdido el hábito de ir de casa y puntualizar que sus padres eran "mi papá y mi mamá", en una
estaban dados todos los elementos para la constitución del "medio pelo".
4 Escribir la “Amalia” de la segunda tiranía, ha sido intentado por muchos antes que por
Beatriz Guido, pero sin el
éxito editorial de ésta. Tal vez la mejor calidad literaria haya sido un obstáculo y también la
incapacidad para expresar en
plenitud la mentalidad del “medio pelo”. Pero una pauta inseparable de toda esa literatura es
ese tono nostálgico, dixit, que
Buenos Aires y prepararles las gacetillas periodísticas y las palabras oportunas. La posición no
era muy importante como
para provocar tales añoranzas. Tal vea sí los contactos, que lo ponían a nivel de Fitzbury Circus.
Además se trata de una
cuestión subjetiva.
El lector que se interese para comprenderlo puede releer “Lo que el viento se llevó” con su
atmósfera de verandas
Fitzbury Circus reproduzcan la imagen elegante que el “plantador” daba a sus tenedores de
libros y capataces de la
“Institución peculiar”.
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CAPITULO X
FILTRO
La estatua de Garibaldi en Plaza Italia, que desde el principio del siglo ha presenciado
preside también el ingreso a la alta sociedad porteña, pues ya se ha dicho que se entra a ésta
por las puertas de la Sociedad Rural y llevando el toro del cabestro; ella ha visto llegar los
aspirantes a las exposiciones, primero como espectadores, después como compradores y ¡al
fin! después de largos años, como expositores. Después como miembros de la directiva, ya
Esto es lo que Imaz refiere, en otros términos, cuando habla de los descendientes de la
alta clase propietaria de la tierra: si la primera generación practicó el aforismo burgués de que
el dinero no tiene olor, la segunda percibió que, socialmente, en la Argentina perfuma y que el
aroma del estiércol es más "bien" que el del aceite y los combustibles. En alguna otra parte ya
había señalado la distinta actitud que a este respecto se tiene en Europa o en EE.UU., donde
Este orden en la preeminencia social ocasiona que la alta burguesía termine por
adoptar conjuntamente con las pautas de comportamiento de la alta clase tradicional, las
pautas ideológicas que la ponen a su servicio en perjuicio y oposición de las que
social.1
triunfadores y absorbido las normas de comportamiento que les permite cubrir los claros de
los que se desplazan por los accidentes de la fortuna o por la división hereditaria de los
patrimonios.
No basta comprar campo para ser estanciero. Esto requiere una adecuación al modo rural en
que los estancieros vecinos de más modesta posición social que la alta clase, y de mucho más
débil
situación económica que el nuevo propietario, son los que dictan cátedra; es un curso
preparatorio
como el de las escuelas británicas en que los futuros gentlemen deben someterse al
ablandamiento que
imponen los alumnos de los años superiores, con pullas y humillaciones de toda clase.
El estanciero “Gath & Chaves” tiene que ir renunciando al atuendo deslumbrante, usando más
1 Esta búsqueda del status por los enriquecidos —que los enerva para cumplir las tareas
inherentes