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Dentro del presente trabajo se tratará de vislumbrar un poco por la postura que toma el
filósofo alemán Martín Heidegger, en lo que respecta a la obra de arte y cuál es la relación
que ella tiene, la obra de arte, con la verdad. Antes que nada, hay que hacer mención de
algunas características generales sobre el mencionado filósofo. Nacido en los albores de
1889, bajo el nombre de Martín Heidegger, fue un filósofo alemán quien expresamente
siguió el método fenomenológico; sus principales obras son Ser y tiempo, Kant y el
problema de la Metafísica, La esencia del fundamento y Sendas perdidas, cabe hacer
mención que en su totalidad las obras heideggerianas están escritas con un lenguaje muy
riguroso1.
Como se ha mencionado antes, se tratará de ver que relación juega la obra de arte
en torno a la verdad. Esa relación es la que se ha querido aborda en el desarrollo del
ensayo pues que encontramos que «Heidegger realiza una crítica a la postura estética que
reduce el acontecimiento de verdad que es la experiencia de la obra de arte, a un mero
efectismo vivencial que el artista comunica y el receptor reproduce»2 Para dar pie al
desarrollo del trabajo hay que caminar por la siguiente cuestión ¿cuál es el origen de la
obra arte? Pero ante tal pregunta hay que interrogarse sobre ¿qué es el origen?
Comenzaremos pues por esta última.
¿Qué es el origen? Origen significa aquí aquello de donde una cosa procede y por
cuyo medio es lo que es y cómo es3. En unas simples palabras podemos decir que es de
donde procede la cosa y que es lo que la hacer ser tal o cuál cosa. Por ejemplo, atendiendo
a lo que lo hace ser tal cosa y no otra cosa, tal vez se esté haciendo referencia a la esencia,
ya que, si observamos una cosa, a la que por acuerdo se le a designado el nombre de vaso
1
Cf. R. Gutiérrez Sáenz, Historia de las doctrinas filosóficas, 190
2
Cf. Arete. Vol. III. NO 2. 1991, 184.
3
M. Heidegger, Arte y poesía, 37.
o taza, esta cosa seguirá siendo vaso o taza por más veces que la persona lo represente en
su mente, independientemente del color, textura, tamaño, entre otras cosas que puedan
variar en su figura, la esencia de dichas cosa no va a cambiar. Es por lo que «el origen de
algo es la fuente de su esencia»4. Poniendo a un lado qué se entiende por origen, pero no
descartándolo, hay que continuar por responder ahora sobre ¿cuál es el origen de la obra
de arte?
Ahora bien, el simple de que algo sea una cosa no quiere decir que esa cosa sea
algo diferente, puesto que en la vida de las personas hay ocasiones en las que se a llegado,
por decirlo de esta manera, a perder u olvidar el nombre particular de dicha cosa. Por
ejemplo, se presentan situaciones en las que la persona quiere referirse a un objeto, así
pues, al no saber como dirigirse para hacia el objeto, y en última instancia la persona
termina denominándola cosa. No obstante, se ha olvidado el uso, o la esencia, ya que esa
cosa siempre tendrá un fin muy preciso.
Así pues, se puede decir que la cosa no es otra cosa más que una cosa, en otras
palabras, aquello que esta fuera de lugar, cuando se encuentra en un lugar que no le
corresponde. Por ejemplo, si se está trabajando en un taller de mecánica y quien se
4
Idem.
5
Idem.
6
Cf. M. Heidegger, Ser y tiempo, 22.
encuentra efectuando su trabajo al necesitar de una herramienta, pero por tal motivo no
la tiene a la mano, pero quizá en su apuro por pedirla se distrae de su nombre, tal como
se insistido tan repetidas veces, se dirige a ella por la cosa.
Dado que, si hablamos en un sentido muy estricto, al hablar de la cosa, todo lo que
nos rodea es denominado como cosa, ya que están ahí, pero «no se muestran»7, es decir,
pasa desapercibido para nosotros. Nos olvidamos de que la cosa se encuentra ahí y
tendemos a denominarlas, valga el pleonasmo, como cosas. Y es aquí donde recuperamos
una de las preguntas iniciales sobre ¿cuál es el origen de la obra de arte? Podemos
responder a ella arguyendo que «e1 origen de algo es la fuente de su esencia. La pregunta
sobre el origen de la obra de arte interroga por la fuente de su esencia. La obra surge
según la representación habitual de la actividad del artista y por medio de ella»8.
En ese sentido todo lo que observamos, tal como ya se mencionó es una cosa.
Ahora al hablar sobre la obra de arte y cuál es su relación con la cosa, podemos decir que
están unidas por el simple hecho de que las dos sólo están y en su mayoría pasan
desapercibidas, por ejemplo, las obras arquitectónicas y esculturas que podemos
encontrar comúnmente en las plazas, iglesias y en diferentes lugares públicos9. Es por lo
que la obra de arte no es algo más que una cosa llevada a su fin10. Todas las obras de arte
como los cuadros que decoran las paredes, o la pintura de Van Gogh en donde presenta
un par de zapatos, tienen siempre el mismo carácter, el de ser cosa11.
Podemos decir que en lo que gira entorno a la obra, es ella quien comunica de una
manera abierta, pública, otra cosa diferente a lo que es. De alguna manera se puede
observar que en las obras de arte se ve reflejada de una manera sensible aquello que en
ocasiones se presenta como algo que es insensible. Diríamos que la obra reúne en ella la
7
Cf. Id,.
8
Ibid, 37.
9
Ibid 39.
10
Cf. Id, El origen de la obra de arte, 19.
11
Cf. Id, Arte y poesía, 39-40.
cosidad de la cosa, en donde descansa esa cosa de la cosa y es ahí cuando se muestra
además la utilidad de la cosa. Ya que en la «utilidad se funda la forma dada»12.
Hay que decir pues que, en esa utilidad es donde se nos muestra la verdad sobre
la cosa, pues sería muy equivocado estar golpeando un clavo en la pared con la suela de
un zapato, es mentira, por llamarlo de esa manera, que del zapato sea propio el clavar.
Encontramos aquí algo fuera de lugar, una cosa, ya que a quien le es propio de golpetear
de esa manera es al martillo, es ahí cuando esa cosa se convierte en útil, ya que «el ente
que está subordinado a esta utilidad es siempre el producto de una confección»13. Asi que
las cosas están diseñadas, confeccionas de tal o cual forma por alguna manera 14. «Por
consecuencia, la materia y la forma, como determinaciones del ente, están naturalizadas
en la esencia del útil. Este nombre designa únicamente lo producido para el uso y el
consumo. Materia y forma no son en ningún caso determinaciones originales de la
cosidad de la mera cosa»15
12
Ibid, 53.
13
Idem.
14
Cf. Idem.
15
Idem.
16
Ibid, 70-71.
Podemos decir que es en la imagen del templo donde se ven manifiestas las
grandes hazañas, desgracias de un pueblo que lo manifestó de cierta manera en una gran
obra monumental, un templo. Se le da un valor inconmovible dándole relieve a lo que
es17, que en un primer sentido atendiendo a los griegos se le ha denominado como nacer,
el cual yace plenamente identificado con la tierra18. Pero no hay que entender aquí a la
tierra solamente con un sentido geológico, si bien es la materia depositada en la superficie
del planeta, aquí la tierra dentro de la obra es una manifestación que se da primera a través
del material de la obra, que no sabría estar comprendida en el modelo de la materia bruta,
por designarlo de esa manera, modelada por el artesano.
BIBLIOGRAFIA
Domínguez, J., La teoría estética en Heidegger, ARETE. Vol. III. NO 2. 1991, 184-
205.
Heidegger, M., Arte y poesía, tr. S. Ramos, Fondo de Cultura Económica, México
1958.
17
Cf. Ibid, 71-72.
18
Cf Idem.
19
Idem.
_______________
., El origen de la obra de arte, Gallimar, París 1962.
_______________
., Ser y tiempo, tr. J. Gaos, Fondo de Cultura Económica, México 19714.
Gutierrez Saens, R. Historia de las doctrinas filosóficas