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El origen del
Estado Colombiano
¿E v o l u c i ó n o F u n d a c i ó n?
A propósito de los 200 años de Independencia
CEPENSAR CARIBE
Centro de Pensamiento Regional del Caribe Colombiano
Cartagena, 2010
B. Ramírez del Valle/El origen del Estado Colombiano
Ingrid Betancourt
B. Ramírez del Valle/El origen del Estado Colombiano
0. Presentación
2ª) La influencia que ejercieron (y siguen ejerciendo desde el siglo XIX) las
teorías organicistas e institucionalistas del derecho público alemán y
francés en la ciencia jurídica contemporánea de los países de América
Latina y, particularmente, en el derecho público colombiano, constituye
otra explicación plausible de las tesis fundacionistas. Bajo la luz de estas
teorías (que predominaron desde la segunda mitad del siglo XIX y a lo
largo del siglo XX), se educaron en las universidades europeas gran parte
de las élites políticas de la oligarquía latinoamericana, cuyos miembros, al
regresar a sus países de origen, ocuparon cargos públicos de gran
preeminencia (presidentes, vicepresidentes, ministros, magistrados,
parlamentarios, etc.), o simplemente se dedicaron a ejercer la cátedra
universitaria, produciendo y reproduciendo, a través del ejercicio de la
política y de la enseñanza el pensamiento político y jurídico dominante en
el viejo continente, las tesis fundacionistas.
una ruptura total con el Estado español y el surgimiento de un nuevo Estado que es el republicano.
Deliberadamente se ignora que el territorio y la población de ese “nuevo” Estado sigue siendo el mismo
de la forma de organización estatal anterior y que lo que se reemplaza es el elemento institucional
representado en el poder público.
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Pero si bien este ensayo pretende reivindicar los aportes que hicieron
nuestros antepasados indígenas y españoles a la actual organización
republicana del Estado colombiano, también tiene por finalidad resaltar la
importancia que han tenido las instituciones republicanas en el desarrollo
social, económico, político y cultural del país. Es innegable que en estos
doscientos años de vida republicana, los colombianos hemos consolidamos
nuestra soberanía estatal que comenzamos a ganar el 20 de julio de 1810 y
sellamos el 7 de Agosto de 1819, una vez quedó asegurada totalmente –en
B. Ramírez del Valle/El origen del Estado Colombiano
El autor
B. Ramírez del Valle/El origen del Estado Colombiano
SUMARIO:
-o-
podemos afirmar que este enfoque politológico tiene origen en esa remota
época. Pero realmente la formulación de la ‘teoría institucionalista del
Estado’ aparece en Francia en la segunda mitad del siglo XIX, de la mano
de la escuela francesa de derecho público, que elaboró y desarrolló el
concepto de ‘institución política’.
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En términos de Khun, podríamos considerar que la teoría institucionalista constituyó para las ciencias
sociales de finales del siglo XIX, una verdadera “revolución científica”.
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Los filósofos-políticos de la Antigüedad crearon y definieron conceptos como los de
monarquía, aristocracia, democracia, poliarquía, demagogia, oligarquía, anarquía, tiranía,
política, constitución política, pueblo, soberanía, leyes, justicia, guerra, paz, etcétera., referidos
a instituciones que, veinticinco siglos después, siguen teniendo plena vigencia en la ciencia
política. En términos generales, la filosofía política de La Antigüedad, en el mundo occidental,
giró en derredor de la interpretación de las instituciones políticas y sociales de la época, la
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naturaleza del poder político, los distintos regímenes políticos y la relación entre los conceptos
de política, moral y justicia.
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Hegel –cuyo pensamiento político estuvo influenciado por Montesquieu y el geógrafo alemán
Karl Ritter–, en sus Lecciones de filosofía de la historia (1817) estableció una correlación entre
las distintas formas de gobierno de las antiguas civilizaciones y la “base geográfica de la
historia del mundo”. Consideró que la historia del mundo pasó por tres fases caracterizadas por
tres tipos de asentamientos: el altiplano, con sus grandes estepas y llanuras (paisaje típico del
Asia Central), donde nacen las naciones nómadas (principalmente de pastores), la llanura
fluvial, que caracteriza las tierras del Indo, del Ganges, del Tigris y del Éufrates, hasta el Nilo,
donde “el terreno fértil lleva consigo espontáneamente el paso de la agricultura”, y finalmente la
zona costera, en las que se desarrollan las actitudes del hombre al comercio y se forman nuevas
razones de riquezas y al mismo tiempo, nuevas condiciones de progreso civil. (En: Bobbio,
1994, p. 147).
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Según Jellinek, el Estado hace parte del mundo de los hechos y, por
consiguiente, está encajado dentro del mundo de lo real en el sentido
objetivo, es decir, tiene existencia fuera de nosotros. (Ibíd. p. 159). Con
todo, el Estado constituye una unidad colectiva o de asociación que
necesita de una voluntad que lo unifique, que no puede ser otra que la del
individuo humano. Un individuo cuya voluntad valga como voluntad de
toda la asociación y sea considerado como instrumento de la voluntad de
ésta, es decir como “órgano” de la misma. Esta idea conduce a Jellinek a
formular una teoría de la representación colectiva o comunitaria basada en
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Según León Duguit, jurista y politólogo francés de finales del siglo XIX
(que combatió con ahínco la existencia de la soberanía y del poder público
como derechos subjetivos del Estado), el imperium constituía el derecho
subjetivo de mandar, derecho absoluto, indivisible, que existe por sí
mismo.
diversos elementos sociales que emergieron del nuevo orden pos feudal. Si
bien, en la Alta Edad Media, las nociones de imperium y de dominium
fueron ignoradas y a veces rechazas por la jerarquizada sociedad feudal,
ésta no desapareció por completo. A medida que el rey de Francia extendía
sus dominios, la idea se afirmaba de una manera más perfecta. Y como en
la concepción feudal el poder iba unido a la propiedad, los legistas de la
corona forjaron una teoría de la soberanía real “amalgamando los
elementos del imperium y del dominium”. (Ibíd. p. 88). Luego, la
Revolución Francesa se apropia de la teoría y traslada ese poder del rey a la
nación, convirtiendo al Estado en una potencia formidable.
Esta sociedad fue una sociedad pluralista, es decir, formada por varios
ordenamientos jurídicos, que se oponían o que se integraban: por
encima de los que hoy son los Estados nacionales, había ordenamientos
jurídicos universales, como la Iglesia y el Imperio, y había ordenamientos
jurídicos particulares por debajo de la sociedad nacional, como los
feudos, las corporaciones y los municipios. También la familia,
considerada en la tradición del pensamiento cristiano como una
sociedad natural, era en sí misma un ordenamiento. El Estado moderno
se fue formando a través de la eliminación y la absorción de los
ordenamientos jurídicos superiores e inferiores por la sociedad nacional,
por medio de un proceso que se podría llamar de monopolización de la
producción jurídica. (Cursivas nuestras adrede). (Bobbio, op. cit., p.
31).
derecho no tiene por objeto solamente la distinción entre “lo mío” y “lo
tuyo”, sino el discernimiento de “lo nuestro”. (1971, p. 148). Contrario a la
naturaleza “egoísta” de la teoría contractualista clásica del derecho privado,
Hauriou plantea la “solidaridad” como fundamento de la vida en sociedad,
en la que surge un tipo de relación entre las personas que no se caracteriza
precisamente por la “igualdad” entre las partes, sino por la “desigualdad”,
donde unos mandan y otros obedecen, surgiendo así la esfera de “lo
público” y del derecho público. (Ibíd., p. 187). En razón de este principio,
los seres humanos nos vemos compelidos, de una manera consciente o
necesaria, a agruparnos y a constituir entes colectivos, que se denominan
“instituciones”.
Según Hauriou, las instituciones tienen origen en una “idea”, que luego
adquiere forma jurídica en la ley, siendo ésta la encargada de dotarla de
“órganos” con el poder suficiente para que tenga incidencia y durabilidad
en la vida social;
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Como veremos, esta concepción idealista y puramente normativa de “institución” contrasta
con la percepción también institucionalista de otro connotado exponente de la escuela francesa,
como fue León Duguit (1859-1928), contemporáneo de Hauriou. En su Traité de droit
constitutionnel, Duguit considera que el derecho es un producto de la vida social en constante
transformación, y, por tanto, las instituciones no son el resultado de una idea organizada
jurídicamente, sino, ante todo, el producto de la praxis social, que precede a la “regla jurídica”.
Poco importa que las leyes positivas y los códigos subsistan intactos en sus textos rígidos, pues
es la fuerza de las cosas y la presión de los hechos y de las necesidades prácticas de los seres
humanos, la que origina constantemente el surgimiento o la renovación de las instituciones
jurídicas, que él llama “reglas de derecho”. Con Duguit la ciencia jurídica adquiere un sólido
sustento sociológico, por lo que se le considera como uno de los fundadores de la moderna
sociología del derecho.
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La concepción legalista de la teoría institucionalista francesa tiene su explicación en la fuerte
influencia del derecho y de la filosofía política de la época en los estudios de los regímenes
políticos y de las Constituciones. (f. Rivas, 2003, p. 5-12).
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Como quedó dicho, este enfoque tiene dos versiones: una primera que
sostiene que el Estado colombiano fue fundado mediante la expedición de
las Constituciones provinciales que se expidieron entre 1810 y 1815, y la
que afirma que el verdadero origen de su fundación estuvo en la norma
constitucional de 1832.
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En 1892 Rafael Núñez fue elegido por cuarta vez en la Presidencia de la República para el
periodo 1892-1898, llevando como fórmula a la vicepresidencia al escritor, filólogo y político
Miguel Antonio Caro.
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Es cierto que los sublevados del Socorro, de San Gil y Charalá iniciaron
su lucha contra la arbitrariedad fiscal a los gritos de “viva el Rey y muera
el mal gobierno”, pero (…) aquél movimiento “en el cual el héroe fue el
pueblo”, negaba en el hecho la legitimidad de los títulos de la realeza,
pues los señores naturales de estos dominios, es decir, los indígenas, no
habían perdido su derecho a ejercer la autoridad. Al adquirir ímpetu la
revolución, ella abría ante sus promotores los horizontes de la
independencia política, necesaria para ponerse al descubierto de las
exacciones tributarias que agobiaban a los pueblos. (Molina, 2004, p.
12).
Estados Monárquicos
Precolombinos
PERIODO
MONÁRQUICO-
FORMATIVO Estado Monárquico Colonial Hispánico
(1550-1810)
S. V a. de C a 1810
Este primer periodo, que tuvo una duración aproximada de veintiún siglos,
corresponde al proceso histórico que antecedió a la creación de nuestra
actual forma republicana de Estado. Durante el mismo, se formaron,
organizaron y desarrollaron los distintos elementos constitutivos del Estado
colombiano, es decir, el territorio, la población y el poder público.
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