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CASO CLÍNICO

Mara es una mujer de 43 años, española, casada, con dos hijos varones (de 10 y 8
años), residente en la ciudad. Trabaja como directora ejecutiva de una empresa de
cosméticos y tiene un estatus socioeconómico medio-alto.

Acude a consulta aconsejada por su hermana que la ve muy estresada y con el ánimo
bajo.

En la primera sesión manifiesta que tiene muchos problemas y cada vez se encuentra
peor. Últimamente ha perdido el apetito, duerme muy mal, no tiene ganas de hacer
nada y llora mucho. Dice que ya no puede manejar su vida.

Sitúa el comienzo del malestar hace un año, coincidiendo con la muerte de su madre.

Su madre estuvo hospitalizada cinco meses, Mara acudía al hospital todas las tardes y
se quedaba algunas noches a dormir. Dice que fue una época de mucho estrés pero
quería estar con su madre porque “yo la adoraba y ella a mí”.

Comenta que desde entonces duerme mal. Le cambió la pauta del sueño. Cuando se
quedaba en el hospital tenía que vigilar el suero y pedir a las enfermeras analgésicos
cada cinco horas, le preocupaba quedarse dormida y la mayoría de las noches no
podía conciliar el sueño.

Desde entonces no puede ir a hospitales, cuando va a entrar en un hospital se marea,


se ahoga mucho y nota taquicardia. En el momento que se aleja todos los síntomas
desaparecen. Esto la preocupa porque le han prescrito unas pruebas médicas y no
puede hacerlas. Lo ha intentado, pero cuando se acerca al hospital se siente tan mal
que vuelve a casa.

Cuando piensa en su madre llora, siente mucho vacío y se plantea el sentido que tiene
su vida.

La situación de Mara se ha complicado desde hace seis meses después de morir su


suegra. Su marido es hijo único y ha llevado a su padre a vivir con ellos.

Su suegro es un hombre dominante y rígido con el que la convivencia resulta muy


difícil. Se mete en todo, en la educación de los niños, en los horarios, critica las
comidas y desde que él está en casa se han despedido dos empleadas de servicio.

El tema de su suegro lo ha comentado con su marido, pero este le dice que su padre
no puede vivir solo, que ella lo tiene que entender

Las relaciones con su marido siempre han sido buenas pero últimamente discuten
mucho. Cuando hay una discusión, Mara termina llorando en su habitación y
sintiéndose muy desgraciada.
Los niños están nerviosos, se pegan, gritan, se muestran muy maleducados y apenas
obedecen. Ella no soporta los gritos, dice que estar en casa es un suplicio por la
enorme tensión que en cualquier momento se desata.

Quiere conseguir que su hijo mayor deje de decir palabrotas y que no grite. Cada vez
se porta peor y ella se siente desbordada.

Últimamente no rinde bien en el trabajo, se bloquea, comete errores en cuestiones


elementales y se siente insegura. Reconoce que esto no le había ocurrido nunca.

Tiene pensamientos negativos frecuentes acerca de si misma (“no valgo”, “todo lo


hago mal” “no puedo aguantar esta situación” ) y todas las mañanas sensación de
mareo, opresión en el pecho y ahogo. A veces estas sensaciones van desapareciendo
a lo largo del día, pero no siempre. Por la noche se encuentra agotada y aun así no
puede dormir.

Se considera una persona inteligente, trabajadora, responsable, muy ordenada y le


gusta ayudar a los demás. Dice que le cuesta decir “no”. Siempre está dispuesta a
complacer a los otros y le preocupa lo que piensen de ella.

Sus padres han muerto, tiene una hermana menor casada, con la que se lleva muy
bien pero que vive en otra ciudad. Le gusta leer, el cine, jugar al paddle y todo lo que
tiene que ver con la estética. Tiene una red social de apoyo amplia, pero últimamente
no ve a sus amigos porque no tiene ganas de salir.

Siempre se consideró capaz de afrontar las situaciones difíciles y lo hizo con éxito,
pero ahora no puede y esto la lleva a pensar que “todo lo hace mal”.

Se define católica no practicante, nunca ha consumido drogas ni alcohol, es fumadora


ocasional y no ha tenido enfermedades importantes. Hace un año se cayó y se rompió
un músculo de la rodilla que fue restaurado mediante cirugía. Actualmente ha vuelto a
tener dolores y su traumatólogo le ha prescrito una resonancia magnética y
radiografías que aún no ha podido realizar.

Su médico de atención primaria la ha recetado Fluoxetina a dosis bajas, pero prefiere


no tomar esa medicación, quiere intentar superar su situación con ayuda psicológica.

Es la primera vez que acude al psicólogo, manifiesta que está muy motivada para el
tratamiento porque así no puede seguir. No existe ideación suicida.

Otros datos recogidos a través de instrumentos estandarizados de evaluación tales


como, Escala de ansiedad estado y ansiedad rasgo (STAI) ( Spielberger. Gorsuch y
Lushene,1970); Inventario de Depresión de Beck (BDI), ( Beck et al.,1996 ) y Escala
de Ansiedad y Evitación Sociales (SAD) (Watson y Friend,1969) muestran que Mara
padece un estado de ansiedad alto, depresión moderada y déficits en habilidades
sociales, especialmente en asertividad.

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