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Nos encontramos ante un retrato realizado por Goya, hacia 1798, en el que representa a uno de
los más ilustres representantes de la Ilustración española como fue Gaspar Melchor de
Jovellanos.
Goya a lo largo de su carrera, tuvo el retrato como su actividad más constante, ya que trabaja para una
clientela selecta que se los demanda. Como retratista, Goya desdeñó el retrato en el que lo accesorio
acapara todo el interés, y se preocupó fundamentalmente de la expresión psicológica del individuo,
aspecto en el que es claramente discípulo de Velázquez, aunque también es notable el trabajo que realiza
en las telas donde consigue crear unas calidades extraordinarias. Si bien toma del genio barroco la
penetración psicológica del personaje, a diferencia de éste, Goya muestra su simpatía o antipatía por el
retratado o por lo que representa socialmente.
Goya aquí en la obra que tenemos ante nosotros, se encuentra en su etapa de madurez en el
retrato, alcanzando la misma a finales del siglo XVIII. Por esta época ya había entrado en la corte
real española, siendo pintor de corte de Carlos IV lo que le permitió frecuentar ambientes de
aristócratas, escritores, ilustrados, gente de teatro etc. Precisamente uno de los grandes
ilustrados españoles como Jovellanos, interesando en el arte, fue admirador de Goya desde fecha
temprana, y no dudo en haberse hecho retratar por el pintor cuando tuvo la ocasión.
El Goya que alagaba a sus retratados ha tocado a su fin, en esta obra el artista realiza un retrato
veraz y realista, pinta a Jovellanos tal y como es, un hombre maduro de pelo cano, mejillas
sonrosadas. Jovellanos era descrito a menudo como un intelectual y un melancólico,
precisamente ambos adjetivos son simbolizados en su mesa de trabajo. Los bucráneos tallados
hacen alusión a la melancolía mientras que el busto de la diosa Minerva lo hace a la inteligencia y
sabiduría. Bajo el busto aparecen las armas de uno de los proyectos más importantes que
Jovellanos llevó a cabo y hacia el que más orgullo sentía el Instituto Asturiano de Náutica y
Mineralogía.
La posición del representado y la aparición de la lechuza hace que algunos historiadores hayan
establecido una relación entre esta obra y uno de los caprichos de Goya “El sueño de la razón
produce monstruos”. En ese grabado una figura masculina, el propio Goya, se desploma sobre
una mesa como parece que va a hacer el mismo Jovellanos de un momento a otro, sobre su
espalda una lechuza le tiende una pluma mientras que en la obra de Jovellanos se limita a
aguardar impasible los acontecimientos.