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Repertorio dariano
2010
Anuario sobre Rubén Darío
y el modernismo hispánico
Compilador:
Jorge Eduardo Arellano
Managua
Academia Nicaragüense de la Lengua
N
868.4
R425 Repertorio dariano 2010 : anuario sobre
Rubén Darío y el modernismo hispánico /
compilador Jorge Eduardo Arellano. -- 1a ed.
-- Managua : Academia Nicaragüense de
la Lengua, 2010
355 p.
ISBN : 978-99924-0-938-1
Sumario
Introducción
J.E.A. / Advertencia ................................................................... 9
Julio Valle-Castillo / R. D.: cronología básica............................13
I. Guirnalda liminar
Pablo Neruda / La muerte en Nicaragua.....................................31
Manuel Mantero / Rubén Darío contesta en 1914 el poema
“Al maestro Rubén Darío” de Antonio Machado..............33
V. Poesía
Jorge Eduardo Arellano / Darío: lírico perdurable
de nuestra lengua..............................................................159
Francisco Arellano Oviedo / “Poema del otoño”:
un análisis en su centenario..............................................199
6 Repertorio Dariano 2010
VI. Narrativa
Jorge Eduardo Arellano / Los cuentos de Rubén Darío
y su proyección en América, España y Francia................209
Julio Valle-Castillo / El cuento “Huitzilopoxtli” y la historia
de su texto.........................................................................239
Rubén Darío / Huitzilopoxtli.....................................................243
Isolda Rodríguez Rosales / El oro de Mallorca: la angustia
como constante y el intertexto como recurso...................249
VII. Crónica
Günther Schmigalle / Darío: el cronista cosmopolita................265
Miguel Ángel Muñoz / La selección de
crónicas darianas: ¿Va a arder París?..............................280
Rubén Darío / Reflexiones sobre el año nuevo
parisiense (notas de Claire Pailler)...................................283
X. Fichero de dariístas
Héctor Vargas / Los chilenos Julio Saavedra Molina y
Raúl Silva Castro..............................................................331
XII. Reseñas
Una lujosa reedición conmemorativa del primer Azul… /
Una pieza ya restaurada de la prosa dariana /
Academia Nicaragüense de la Lengua 7
Introducción
Advertencia
Darío joven
Academia Nicaragüense de la Lengua 13
Julio Valle-Castillo
1867-79
1880
1881
1882
1883
En la velada con la que se conmemora el Centenario del naci-
miento de Simón Bolívar (24-VII) en San Salvador, se lee su oda
Al Libertador Bolívar, que se editará en la Imprenta de La Ilus-
tración. Es maestro de gramática en liceos salvadoreños. Estudia
ocultismo y practica magnetismo y “anduve a la diabla con mis
amigos bohemios”. Conoce a Francisco Gavidia, quien se encuen-
tra adaptando las nuevas formas del alejandrino francés, documen-
tado conocedor de la poesía de Víctor Hugo. Regresa a Nicaragua,
reanuda sus amoríos con la “garza morena” y por diciembre se
encuentra trabajando en un establecimiento comercial de Granada.
Escribe “Alegorías”. Edita A la Unión Centroamericana (León,
Tipografía de J. Hernández).
1884
Desempeña un puesto en la secretaría privada de la Presiden-
cia de Nicaragua durante el período de Adán Cárdenas y trabaja
en la Biblioteca Nacional que dirige el poeta Antonino Aragón.
Miembro de la Comitiva que asiste al encuentro (13-VIII) de los
presidentes de Nicaragua y El Salvador, que se verifica en San Juan
del Sur y Corinto. Intensas lecturas en la Biblioteca Nacional (La
Biblioteca de Autores Españoles, de la colección Rivadaneyra).
Colabora en el Diario de Nicaragua, El Ferrocarril y sobre todo
en El Porvenir de Nicaragua. Escribe las epístolas “A Juan Mon-
talvo” y “A Ricardo Contreras”, esta última en respuesta a los dos
artículos críticos que publicara Contreras sobre “La ley escrita de
Rubén Darío” en El Diario Nicaragüense (16 y 22-X).
1885
Continúa su tarea en la Biblioteca Nacional y aprende de me-
moria el Diccionario de la Real Academia Española. Ante las pre-
Academia Nicaragüense de la Lengua 15
1886
Período chileno
(24 de junio, 1886-9 de febrero, 1889): 19-22 años
1886
1887
1889
Se embarca de Valparaíso (8-II) a Corinto, haciendo una breve
estadía en Lima, donde visita a Ricardo Palma y al general Eloy
Alfaro. Antes de partir escribe su primera corresponsalía para La
Nación sobre la llegada del crucero brasileño Almirante Barroso a
Valparaíso.
Academia Nicaragüense de la Lengua 17
1890
Hace campaña “unionista” con un conjunto de artículos, que
se recogerán póstumamente como Crónica política. Matrimonio
civil con Rafaela Contreras Cañas (21-IV), cuyo complemento re-
ligioso es impedido por el cuartelazo de Carlos Ezeta contra el
general Menéndez. Sale para Guatemala (27-VI) donde colabora
en el Diario de Centro América, antes de pasar a dirigir (8-XII) El
Correo de la Tarde. Se publica la segunda edición, ampliada, de
Azul... (Guatemala, Imprenta La Unión) precedida del estudio que
Juan Valera había hecho para sus “Cartas Americanas”.
En su período salvadoreño, uno de sus principales amigos fue
Francisco Gavidia “con quien penetré en iniciación ferviente en la
armoniosa floresta de Víctor Hugo y de la lectura mutua de los ale-
jandrinos del gran francés, que Gavidia, el primero seguramente,
ensayara en castellano a la manera francesa, surgió en mí la idea de
renovación métrica que debía ampliar y realizar más tarde”.
1891
Manuela Cañas de Contreras y su hija Rafaela llegan a Gua-
temala y se celebra la boda religiosa en la Catedral (11-II). En su
diario colabora el joven Enrique Gómez Carrillo, a quien Darío
consigue una pensión para viajar a España. El gobierno dispone
suprimir El Correo de la Tarde, cuyo último número sale el 5-VI.
Con su suegra y esposa embarca rumbo a Costa Rica (15-VIII),
donde Francisco Gavidia lo incorpora a la redacción de La Prensa
Libre, de la que era director.
18 Repertorio Dariano 2010
1892
1893
Período argentino
(13 de agosto, 1893-8 de diciembre, 1898): 26-31 años
1893
1894
1895
1898
Academia Nicaragüense de la Lengua 21
1899
1900
1901
1903
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1906
1907
1908
1909
1910
1911
1912
1913
ca, María. Invitado por Juan Sureda y Pilar Montaner, pasa el otoño
en Valldemosa, en la isla de Mallorca, en un período de alta activi-
dad creativa. Escribe “La cartuja”, “Los olivos”, “Valldemosa” y
emprende una novela autobiográfica, El Oro de Mallorca, que tam-
bién habrá de dejar inconclusa. Luchando contra el alcohol, tiene
entonces un período de misticismo que se registra en su retrato con
hábito de cartujo. Osvaldo Bazil lo visita y trata en vano de aplacar
su alcoholismo. Se embarca para Barcelona (26-XII).
La Nación ha publicado en este año la Historia de mis libros,
y ha aparecido Los cálices vacíos de Delmira. Agustini, con su
“Pórtico”.
1914
1916
Regresa a León (7-I), acompañado por su esposa y su amigo
médico Luis H. Debayle. Es intervenido quirúrgicamente (8-I) sin
conseguir mejoría. El obispo Simeón Pereira y Castellón le admi-
nistra la extremaunción (10-I). Dicta su testamento (31-I) decla-
rando heredero universal a su hijo Rubén Darío Sánchez, quien
reside en España al lado de su madre. Es operado de nuevo (2-II).
A las siete de la tarde del 6-II comienza a agonizar y expira a las
10:15 de la noche.
La Universidad, el gobierno y la Iglesia le tributan una serie
de homenajes que duran una semana y concluyen con su entierro
al pie de la estatua de San Pablo en la catedral de León (13-II). Su
muerte conmueve a la intelectualidad del idioma; en numerosos
poemas, artículos y discursos se reconoce y exalta su calidad de
clásico de la lengua española.
I. Guirnalda liminar
Pablo Neruda
La muerte en Nicaragua
DESFALLECE en León el león y lo acuden y lo solicitan,
los álbumes cargan las rosas del emperador deshojado
y así lo pasean en su levitón de tristeza
lejos del amor, entregado al coñac de los filibusteros.
Manuel Mantero
Gracias, Antonio, por tu verso puro,
por tu saludo fraternal,
que me redimen del imperio oscuro
del paraíso artificial.
Gabriela Mistral
FRANCISCO Contreras, el buen chileno y el buen americano del
Mercure de France, ha publicado la biografía cabal y colmada de
Rubén Darío, que ya venía siendo una deuda atrasada de nuestros
escritores hacia el maestro.
Al fin tenemos aquí articulada de modo que nada útil nos falte,
la existencia del hombre nacido para nosotros en Nicaragua, za-
randeado en una docena de países nuestros y claveteado como un
pobre quetzal en el cartón frío de Europa —para bien suyo, creía
él— para su bien y para su mal por iguales, decimos nosotros aho-
ra, las criollitas. Aquí están, en la cumplida biografía, los tres ca-
samientos, que llamaríamos mejor “casorios”, por lo mal hechos,
bien seguidos están los viajes en busca de dineros americanos que
nunca dieron de vivir porque no eran estables, y que, si lo hubieran
sido, no le bastaran al amiguero dispendioso que fue siempre, y el
carácter noble, el natural caballero, guardado a pesar de enferme-
dades y pobrezas, para acoger a los amigos —a los de su jerarquía,
a los medianitos y a los ínfimos— dándoles su tiempo liberalmen-
te; la manera reservada, sin perfidia mestiza, y el rebosamiento de
la alegría en las noches de “copas”; con la lengua de hombre pul-
cro, desprovista de obscenidad y lujuria, rara en español pirenaico
o ultramarino, y tantas menudencias valiosas del trato, que sirve
para informar y sugerir, se nos entregan aquí desmenuzadas abun-
dantemente, y son cosas de agradecer al “memorioso” que las supo
guardar, y al acumulador de datos que los ha escogido en montaña
anecdótica.
Cuenta a su Maestro con precioso pudor Francisco Contreras
y, a la vez, sin pujos de defensa protectora: refiere lo romántica
de aquella vida y señala lo feo sin dejar ahí el índice pegado, y no
tiene vergüenza de ser tierno muchas veces y de desenterrar su Lá-
zaro como Jesús al suyo, descompuesto de sepultura, con los ojos
húmedos. El lector dice lo que los otros: “Ved como lo quería”.
Mejor es así que desentierren así los del oficio crítico que como J.
J. Brouston lo hizo y lo sigue haciendo. El que mucha podredum-
bre saca, tiene cierto gusto de ella, y parece que le aumenta en su
mano.
[Decoro personal, hábito laborioso]
Gabriela Mistral
42 Repertorio Dariano 2010
Nicolás Guillén
RUBÉN Darío está ya en el cielo de la gloria no sólo como poeta,
sino como ser cívico, como ciudadano de su propio país. Su patria
lo ama, respeta su genio y sabe cuánto le debe.
Un pequeño pueblo de Nicaragua, de nombre casi griego, Me-
tapa, vio nacer hace ciento quince años a quien sería el poeta más
importante de toda la literatura española contemporánea: Rubén
Darío. Ello acontece cuando la poesía es en la nación colonizadora
flor de menguado aroma. Poetas vivos sólo hay, en reemplazo de
los grandes nombres que ilustraron la época neoclásica y la román-
tica, el familiar y numeroso Campoamor (“¡Pobre Carolina mía, /
nunca la podré olvidar!”), y Núñez de Arce, orador y ministro, so-
plando en su hinchado trombón (“Cayó como !a piedra en la lagu-
na / con rudo golpe en la insondable losa”). Bécquer —él también
“inmenso y delicado”— ha muerto dieciocho años antes. Había
Zorrilla, pero el autor del “Tenorio” gozaba de una popularidad
gruesa, sonora; —que iba— a desvanecerse a fines del siglo para
no dejar otro mensaje que el que recoge todos los años la cartelera
teatral el día de los muertos.
Nadie ignora que, pese a su genio, Rubén Darío rindió parias
a algunos poetas españoles del XIX. Lo hizo con el propio Cam-
poamor, todavía un año antes de aparecer Azul... Lo hizo también
con Bécquer.
Sin embargo, ya lo había iniciado otro americano, Gavidia,
durante la visita del nicaragüense —casi un niño— a El Salvador,
en la técnica del alejandrino francés. De manera que cuando Darío
llega a Chile y allá frecuenta la amistad y los libros del joven Bal-
maceda, hijo del presidente de la República, no hace sino acauda-
lar aún más aquella experiencia, fresca y bien presente después en
su primer gran libro.
44 Repertorio Dariano 2010
Gonzalo Rojas
El retrato de Schiaffino
Darío, el cósmico
Carlos Tünnermann
AUN cuando de vez en cuando aparecen voces discordantes que
niegan la trascendencia y actualidad del legado dariano, y sin des-
conocer que existen círculos intelectuales, particularmente en Es-
paña, que persisten en el vano empeño de disminuir la importan-
cia de la influencia de Darío en la literatura castellana —llegando
algunos al extremo de denigrar su personalidad sobre la base de
apreciaciones falsas y subjetivas—, lo cierto es que predomina am-
pliamente el criterio contrario, es decir, el justo reconocimiento a
lo que significó para las letras en lengua española el advenimiento
de “la maravilla de Rubén Darío”, en palabras de José Coronel
Urtecho.
En primer lugar, voy a recurrir a las voces más autorizadas de
la crítica literaria contemporánea para reiterar, una vez más, los
argumentos que sustentan el reconocimiento a la vigencia de la
obra dariana. En seguida, y sobre esta sólida base crítica, señalaré
cómo su obra no sólo fue en su momento el puente por excelencia
del tránsito de las letras hispanas del siglo XIX al siglo XX, sino
también cómo la permanencia de lo esencial del legado dariano, su
visión de la problemática contemporánea y el testimonio personal
de sus angustias, pesadumbres e incertidumbres avizoraron el con-
texto dentro del cual la humanidad ha doblado la esquina del siglo
XX, y de las inquietudes y del sentimiento de crisis que hoy día
asedian al ser humano postmoderno. De esta suerte, Darío también
nos permite tender un lúcido puente hacia el siglo XXI.
Vicente Huidobro
Un clásico
2
Rama destaca –en el marco de lo que él llama “proceso de modernización”-
la novedosa emergencia de un sistema literario latinoamericano, que “aunque
débilmente trazado en la época, no haría sino desarrollarse en las décadas pos-
teriores” (Rama: 1983, 9). La idea de “sistema” insiste en la dimensión institu-
cional de la nueva práctica estética: el Modernismo no se trató solamente de una
renovación en el terreno de los “temas” y las “formas” literarias. Como señala
Rama, involucró “la existencia de un conjunto de productores literarios más o
menos conscientes de su papel”, “un conjunto de receptores, formando los di-
ferentes tipos de públicos” y un “mecanismo transmisor (lengua) que liga unos
a otros” (ibídem). Noé Jitrik maneja esta misma categoría, en el sentido que
leemos en Rama, pero subraya el rol de liderazgo de la figura de Darío, al hablar
de “sistema modernista o, es bueno declararlo, rubendariano” (Jitrik: 1978, 10).
Desde la tradición del marxismo, Peter Bürger también propone un triple abor-
daje de la noción de “institución literaria” y del contradictorio proceso histórico
de institucionalización del arte para el contexto europeo. Bürger funda una ti-
pología histórica —reformulación de la tríada “autor-obra-lector”— que piensa
en términos de una “teoría de la producción”, una “teoría de la recepción” y una
“teoría de la función social del arte”. Se trata de una distinción en el terreno de
Academia Nicaragüense de la Lengua 65
1
Esta misma palabra, “Consejo”, es la que utiliza el editor del volumen XII de las
Obras completas de Darío para titular el fragmento, incluido en una selección de
textos que pretenden expresar la poética dariana. La cita del tomo Impresiones y
sensaciones de las Obras completas ha perdido el encuadre –las condiciones de
producción que hacen posible tal enunciado se han esfumado misteriosamente.
Pero en el enigma resplandece una clave de lectura sobre la que volveremos: el
mismo Ghiraldo, beneficiario del “consejo” en 1895, se ha encargado de borrar
su nombre propio del fragmento que compila, ahora como “editor” de las Obras
del maestro, en las Impresiones y sensaciones de 1925.
66 Repertorio Dariano 2010
4
“Toda habla viene de un enunciador encarnado; incluso escrito, un texto es
sostenido por una voz, la de un sujeto más allá del texto” (Maingueneau: 2009,
87). Habría que recordar que la reflexión sobre el “ethos” cuenta con una ex-
tensa tradición, que se remonta a la Retórica de Aristóteles. Para un recorrido
histórico sobre los alcances de este concepto véase la primera parte del trabajo
de Maingueneau, “A propósito do ethos”, y el libro de Barthes, Investigaciones
retóricas I. La antigua retórica.
Academia Nicaragüense de la Lengua 69
5
Trabajamos con el texto de 1896 (Los Raros, Buenos Aires, Talleres de “La
Vasconia”). Volveremos sobre Los raros más adelante, a la nota que –en reem-
plazo del prólogo de 1896- introduce la segunda edición. Para el libro de 1905
(Barcelona, Editorial Maucci) seguiremos la edición de Losada (Buenos Aires,
1994).
6
En “Rubén Darío y el legado posible” Zanetti despliega la compleja relación de
la estética dariana con la tradición. Por un lado señala que el poeta “asume una
actitud iconoclasta más intransigente que la de las vanguardias, pues, a diferen-
cia de éstas, no parece encontrar ese padre fuerte al cual derribar o a partir del
cual derivar su proyecto”. Pero también destaca a Martí como antepasado fecun-
Academia Nicaragüense de la Lengua 71
7
Desde esta óptica se podría leer el intercambio con Groussac. El célebre direc-
tor de la revista La Biblioteca publica en octubre de 1896 una mordaz crítica
a Los Raros, que Darío responde en “Los colores del estandarte” (La Nación,
27 de noviembre de 1896). La defensa dariana se fundará más en el desvío que
en el choque. Todo el artículo tiende a reconsiderar la acusación de imitador
de los franceses que le ha hecho Groussac. Antes que justificar su originalidad
Darío le cambia a Groussac la perspectiva sobre el problema de la imitación:
su originalidad consiste justamente en el modo de “imitar” a los escritores que
admira. El procedimiento encaja en una de las categorías que Angenot describe
en su clasificación de “técnicas de la refutación”, propias del discurso polémico.
Se trata del fenómeno de “inversión del punto de vista”, es decir, dar vuelta la
Academia Nicaragüense de la Lengua 73
argumentación adversa y, sin alterar los términos que la componen, extraer una
conclusión opuesta (cf. Angenot, Marc, La parole pamphlétaire. Typologie des
discours modernes, Paris, Payot, 1982, pp. 211-233). Una breve cita de “Los
colores del estandarte” (en Ricardo Gullón ed., El Modernismo visto por los
modernistas, Barcelona, Labor, 1980, p. 52), para poner en evidencia la “treta”
dariana: “Qui pourrais-je imiter pour être original?, me decía yo. Pues a todos.
A cada cual le aprendía lo que me agradaba; [...] los elementos que constituirían
después un medio de manifestación individual. Y el caso es que resulté origi-
nal”.
74 Repertorio Dariano 2010
8
Cito según la edición de Ignacio Zuleta: Prosas profanas y otros poemas, Ma-
drid, Clásicos Castalia, 1983. En adelante, las referencias a este texto se indican
sólo con el número de página entre paréntesis.
9
El penetrante ensayo de Montaldo registra en las proclamas darianas la paulati-
na toma de conciencia de los riesgos que acechan a la “nueva sensibilidad”, ante
el avance de la cultura de masas. No obstante, la amenaza a la sensibilidad mo-
dernista –y aquí la hipótesis que nos separa de los planteos de Montaldo- tendrá
como contrabalance a cierta confianza en nuevas posibilidades para la escritura;
más puntualmente, a la ampliación de la potencia política asignada a la poesía.
Academia Nicaragüense de la Lengua 75
10
La afirmación merece un comentario. Lo que se verifica en Prosas profanas,
en realidad, es cierto corrimiento: los vínculos con los compañeros de “cam-
paña” están borrados del prólogo, pero esto no quiere decir que hayan desapa-
recido del libro. Los nombres que figuraban en la introducción a Los raros,
por ejemplo, reaparecen en Prosas profanas, pero ahora en el interior del libro,
mezclados entre los poemas: Darío le dedica a Ángel Estrada la cuarta sección
de la edición de 1896 y a Miguel Escalada el poema “Canto de la sangre”, inser-
to en esa misma sección. Así, las relaciones de afiliación migran del terreno del
prólogo al de las dedicatorias.
76 Repertorio Dariano 2010
11
La idea de una autoridad enunciativa que se sostiene en el espectáculo de
un “cuerpo disfrazado” es tributaria del excelente trabajo de Ángel Rama, Las
máscaras democráticas del modernismo. También Sylvia Molloy se ha referido
a Prosas profanas como un texto de “pose”, un texto “teatral” (Cf. “Voracidad y
solipsismo en la poesía de Darío”, en Sin Nombre, vol. XI, n.3, oct.-dic. 1980).
Academia Nicaragüense de la Lengua 77
12
Tomamos el artículo de la esforzada y casi completa compilación del corpus
prologal dariano realizada por José Jirón Terán; los números de página entre pa-
réntesis reenvían al volumen de Prólogos de Rubén Darío, Managua, Academia
Nicaragüense de la Lengua, 2003. Anota Terán: “A pesar de que Ghiraldo fue un
gran editor y difusor de toda la obra literaria, y desconocida de Darío, la ‘Carta-
prólogo’ no la difundió en ningún libro de Rubén; fue ya muerto Ghiraldo que
el escritor argentino Héctor Alfredo Cordero la publicó en su libro Alberto Ghi-
raldo. Precursor de nuevos tiempos (Buenos Aires, Editorial Claridad, 1962,
págs. 58-59). Esta ‘Carta-prólogo’ prácticamente es inédita” (Terán: 2003, 44).
El prestigioso dariísta olvida, no obstante, señalar la publicación en La Nación
en diciembre de 1895, dato importante que remite a la lógica de funcionamiento
del discurso prologal que describimos en la primera sección del trabajo en térmi-
nos de “espacio de intermediación”. Habría que recuperar, además, la llamativa
“jugada” del editor de las Obras completas, comentada en las primeras líneas
del trabajo. Treinta años después de aparecido el prólogo, que ha sido publicado
simultáneamente como reseña en La Nación, Ghiraldo recorta el párrafo final
del texto y lo re-incorpora a la Obra dariana, cambiándole el título y borrándose
como destinatario: la “Carta-prólogo” se convertirá en 1925 en un universal e
impersonal “Consejo”.
78 Repertorio Dariano 2010
“Hay, hijo mío, en esta existencia, para los que nacen con el
divino don de los poetas, muchas serias obligaciones que cumplir
[…]” (46)
13
Acotamos el recorrido por el período europeo a un grupo reducido de prólo-
gos, porque el interés principal es dar cuenta de la esfera de preocupaciones que
rodea a Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y Otros poemas. Dejamos en los
márgenes al prólogo de El canto errante, el fundamental manifiesto llamado
80 Repertorio Dariano 2010
14
Cito el “Prefacio” según la edición de Ernesto Mejía Sánchez, en Rubén Da-
río, Poesía, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1984.
82 Repertorio Dariano 2010
15
El párrafo corresponde a la recopilación de José Jirón Terán, op. cit.
Academia Nicaragüense de la Lengua 85
Fuentes
1. Primarias
darío, Rubén. Los Raros, Buenos Aires, Talleres de “La
Vasconia”, 1896.
2. Secundarias
battilana, Carlos. “El lugar de Rubén Darío en Buenos Aires.
Proyecciones”, en Alfredo Rubione (director), Historia crítica
de la literatura argentina. La crisis de las formas, Buenos
Aires, Emecé, 2006.
Rubén Darío
¿Por qué?1
1
El Heraldo de Costa Rica, San José, C. R., vol. I, núm. 61, 17 de marzo, 1892,
p. 2. Seleccionado por Alberto Ghiraldo en Crónica política (Madrid, Mundo
Latino, 1918, pp. 125-128, vol. XI de la primera serie de Obras completas).
Luego se reprodujo en Teodoro Picado: Rubén Darío en Costa Rica, tomo II
(San José, C. R. 1920, pp. 83-86). Lo incluyó Gustavo Tijerino en su Antolo-
gía nacional en prosa (León, Editorial Hospicio, 1942). El presente texto se ha
tomado de los Cuentos Completos de Rubén Darío. Edición y notas de Ernesto
Mejía Sánchez. Estudio preliminar de Raimundo Lida. México, Fondo de Cul-
tura Económica [1950], pp. 174-175
90 Repertorio Dariano 2010
2
Juan Lanas: nombre de origen popular, el hombre de la calle, común y corrien-
te. Ya el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera lo había ficcionalizado en un cuento
del 4 de enero de 1886 con el título “Brick-á-Brác”; con el de “Juan Lanas”, fue
incorporado a sus Cuentos completos y otras narraciones (México, Fondo de
Cultura Económica, 1958, pp. 86-91) por Erwing K. Mapes.
3
Una valoración de “¿Por qué?” la realizó el costarricense Alfonso Chase. Éste
lo considera “sin duda el texto más abso-lutamente profético de Darío, que de-
fine el mundo inmediato que lo rodea, en caracteres apocalípticos, y en donde
afirma, sin redundancias, una visión anárquica, socializante, solidaria con la
vida, para anunciar lo más atroz de las revoluciones del tiempo moderno…”
(Los Herederos de la Promesa. Ensayos sobre la literatura costarricense. San
José, Editorial Costa Rica, 1997, p. 31)
92 Repertorio Dariano 2010
El Hierro4
LA apoteosis del hierro puede decirse que ha sido proclamada en
este siglo, en que se ha pretendido darle un alto puesto como mate-
rial del arte. Huysmans5 atribuye al utilitarismo reinante el triunfo
del hierro. La época de lujuria utilitaria que atravesamos, no tiene
nada que reclamar de la piedra que estratifica, en cierto modo,
los altos impuestos y las plegarias; pero ella puede encarnarse en
monumentos que simbolicen su actividad y su tristeza, su astucia
y su lucro, en obras extrañas y duras; en todo caso, nuevas. Y la
materia señalada es el hierro.
En verdad, como el mármol fue en épocas luminosas y en paí-
ses intelectuales la materia en que el arquitecto simbolizaba un
ideal artístico, el hierro, en este áspero y ciclópeo siglo, es la masa
predilecta del Numen.
Es el sajón quien primero eleva los metálicos, pesados y fríos
monumentos. Del clavo, del riel, de la portentosa tablazón de los
grandes puentes, pasa a ser el hierro el elemento principal de las
modernas construcciones. El artista es sustituido por el ingeniero.
¿El yankee se enorgullece con su puente de Brooklyn? Pues
París consiente que la monstruosa torre de Eiffel humille con su
esqueleto negro la joya gótica, la gran H de Notre Dame.
Bien dijo el escritor que afirmó ser la torre Eiffel6 el campana-
4
La Tribuna, Buenos Aires, 22 de septiembre, 1893, según Emilio Carilla: Una
etapa decisiva de Darío; Rubén Darío en la Argentina (Madrid, Gredos, 1967.
p. 96). Texto seleccionado de Rubén Darío: Obras Completas (Madrid, Afrodi-
sio Aguado, 1955; tomo IV: Cuentos y Novelas, p. 613.)
5
Joris-Karl Huymans (1848-1907), novelista francés. Autor de A rebours (1886),
cuyo héroe, Dés Esseintes —esteta refinado y de minuciosa extravagancia—
inspiró un poema a Mallarmé. Darío lo utilizó como pseudónimo. A rebours fue
frecuentemente citada por él.
6
Construida con motivo de la exposición universal de 1889, lleva el nombre
de su diseñador: Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923), ingeniero francés. La
Academia Nicaragüense de la Lengua 93
torre permaneció después que los edificios de la exposición fueron, poco a poco,
derribados.
7
Jay Gould (1836-1892), uno de los hombres más ricos del mundo en su época
con John D. Rockefeller. Ambos serán citados por Darío en su artículo “Roose-
velt en París”. A Gould también se refiere en “El triunfo de Calibán”.
94 Repertorio Dariano 2010
La Guerra8
LA guerra es hermosa para ti, ¡oh, joven arduo!, que, lleno de ilu-
siones de gloria, has nacido con buena estrella; te respetarán las ba-
las enemigas, mientras tus compañeros vayan cayendo como frutas
maduras de una rama seca; saldrás victorioso en las luchas, de tal
forma que, cuando regreses entre ellos, llores de orgullo vencedor;
te aclamarán como a los primeros hijos de la Patria.
Para ti, mercader, que harás el caldo gordo, explotando inicua-
mente a los patriotas necesitados y negociando con la república,
bendecirás esa discordia, que te habrá llenado el bolsillo de dinero
y el vientre de satisfacciones.
Para ti, joven extranjero, que prestarás tu dinero con un interés
crecido; para ti, manjar de la muerte o señor de la pólvora y de las
máquinas de matar hombres, que venderás sus hierros asesinos a
precios fabulosos, sangre y oro, y de pobres pueblos lanzados al
mar, al viento y a la tumba.
Para ti, político, que después de la carnicería irás a regocijarte
con los restos de la desgracia o a inflarte al amparo de la victoria; y
tramarás una nueva infamia, para que cuando la nación haya reco-
brado la salud perdida y sus venas hayan vuelto a hincharse, bus-
ques nuevas discordias con tu hermano o con tu vecino, discordias
que traerán una nueva aventura de odios y envidias.
Para ti, artista pensador, que encuentras un campo admirable,
donde puedes dejar volar tus fantasías...
Pero para aquellas viejas que no harán más que llorar, para
8
El Cojo Ilustrado, Caracas, tomo XXIII, 1914, p. 661, tomado de Gerald M.
Moser y Hensley C. Woodbridge: Rubén Darío y “El Cojo Ilustrado” (Nueva
York, Hispanic Institute, Columbia University, 1961-64, p. 26). Evidentemente,
por el año de su publicación, esta nota reflexiva fue generada por la Primera
Guerra Mundial. Véase la reproducción íntegra de ese rescate en Boletín Nica-
ragüense de Bibliografía y Documentación (núm. 104, julio-septiembre, 1999,
pp. 13-35).
Academia Nicaragüense de la Lengua 95
9
Otro texto de Darío sobre el mismo tema, “La locura de la guerra”, fue se-
leccionado en el volumen XI de las Obras completas (Madrid, Mundo Latino,
1918, pp. 137-148): “Uno de los primeros comentarios de la teoría del sabio
inglés [Charles Darwin] está escrito en la quijada del asno del eficaz struglforli-
fero Cain” —dice una de sus frases.
96 Repertorio Dariano 2010
El pensamiento social
y político de Rubén Darío
Pablo Kraudy
UNAN-Managua
Introducción
1
Una reproducción de los discursos mencionados, en: Rubén Darío en la Acade-
mia. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 1997. Afín a estos traba-
98 Repertorio Dariano 2010
3
La producción intelectual de los modernistas constituye, a juicio del filósofo,
“la más brillante aportación de Centroamérica a la cultura universal [...] preci-
samente como forma integral de reflexión sobre el mundo y la vida”. En ellos
se revela una paradoja cultural característica: la simbiosis de lo nacional y lo
universal; “siempre lo más local ha sido lo más universal”, afirma.
Cfr.: Constantino Láscaris, Las ideas en Centroamérica. De 1838 a 1970. Re-
visión del manuscrito y edición de Olga C. Estrada. En: Revista de Filosofía de
la Universidad de Costa Rica, Vol. XXVII, No. 65 (Número Extraordinario),
Junio, 1989, pp. 121-122. Respecto de la simbiosis de lo nacional y lo universal,
es recomendable tener presentes los razonamientos ofrecidos por Pablo Antonio
Cuadra en el discurso mencionado.
4
El estudio de las ideas de un autor determinado, no sólo implica el análisis de
los contenidos transmitidos en sus textos, sino que, como explica José Gaos,
siendo las ideas “efectos de causas no ‘ideales’, por lo pronto antropológicas,
individuales o/y sociales, e históricas, por las cuales deben ‘explicarse’ y ‘com-
prenderse’” (José Gaos, Historia de nuestra idea del mundo. México, El colegio
de México – Fondo de Cultura Económica, 1979. p. 7), constituyen transparen-
cias de lo humano y el termómetro de una época, de una personalidad colectiva.
Su estudio involucra historicidad e introspección. En este ensayo, nos instala-
mos predominantemente en el plano de la ideación expuesta, en tanto que tal,
y en el carácter comunicativo de la misma, y por tanto, como hecho reflexivo,
libre de la caducidad que supondría la contención espacio-temporal y orientados
a su actualidad.
100 Repertorio Dariano 2010
5
Véase Rubén Darío, Ramillete de reflexiones. Madrid, Librería de los Suceso-
res de Hernando, 1917. pp. 17-18.
6
Un dato de suma importancia, es la valoración que él mismo tuvo de este géne-
ro de escritos. El juicio presenta dos aristas. Por un lado, las consideraba como
Academia Nicaragüense de la Lengua 101
“páginas alimenticias”, puesto que con ellas “debía pagar el alquiler y otras
urgencias de la casa”, según testimonio de Manuel Ugarte. “La tarea de un lite-
rato en un diario, es penosa sobremanera”, afirma Rubén. Además de enfrentar
el recelo de los periodistas, ve objeto de las relaciones de mercado la labor del
pensamiento: “Hoy, aquí, se paga; mal, pero se paga [...] un artículo de crítica
seria, de trabajo mental, de reflexión se paga lo mismo que un mal trabajo”. Por
otro lado, en consonancia con la veta de pensador que queremos destacar en
su personalidad, los valora desde el punto de vista de la sustanciación eidética
y, habría que agregar debido a la naturaleza del medio en que se difunden, de
democratización de la escritura y conformación de la opinión pública –hacia
1890, La Nación, el diario bonaerense del que Darío fue corresponsal durante 27
años, vendía 35,000 ejemplares por día. Consideraba que la lucha del hombre de
letras es en todos lugares atroz y martirizadora, pero más aún en las sociedades
de “nuestra América” –Rubén usa la acepción martiana–, en donde tanto “se
necesitan los fecundadores de almas”, puesto que aún el alma anda “a tientas y
la especulación del intelecto casi no tiene cabida”.
Con todo y la presión que representa para un literato el trabajo en un diario,
en opinión de nuestro poeta es injusto maldecir ese espacio social. El trabajo
continuo sobre asuntos diversos puede venir en provecho de la agilidad y flexi-
bilidad en el pensar y en el decir. Y agrega:
“Los que aman el hervor continuo de los pensamientos no le temen [al dia-
rio]; los que sienten llamear un deseo de fructificación y de parto, un ansia de
elevación sobre las muchedumbres, o una consagración a un ideal, no le temen.
Antes bien miran en él el campo de batalla. Y no es por cierto sino saludable
su ejercicio y su frecuencia. No mueren las ideas porque tengamos que escribir
del hecho común o que comentar el suceso de ayer; nacen las ideas por eso
mismo”.
La prosa periodística nos muestra, además, el temple observador que tuvo y
la figura pública que era: la faceta no-íntima del hombre. “Su periodismo –ha
dicho Charles Watland– no sólo ayuda a comprender al hombre, mostrándonos
otro aspecto de su mentalidad, sino también puede iluminar su verso”.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío. Edición de E. K. Ma-
pes. New York, Instituto de las Españas, 1938. pp. 100-101 y 151. También:
Raúl Silva Castro, “Prosa periodística y artística en Rubén Darío”. En: Darío.
Santiago de Chile, Universidad de Chile, 1968. pp. 67-81; Charles D. Watland,
“Su prosa, elemento imprescindible para comprender al hombre en Rubén Da-
río”. En: Libro de oro. Semana del Centenario de Rubén Darío 1867-1967. Ma-
nagua, Nicaragüense, 1967. pp. 347-353.
7
Para la citación de la obra dariana, consideramos el criterio de ediciones auto-
rizadas: ediciones crítica o cuidadosamente anotadas en caso de que la hubiere;
edición príncipe; ediciones autorizadas de obra dispersa; edición de Obras com-
pletas.
102 Repertorio Dariano 2010
1. Filosofía y pensamiento
Estudiar el pensamiento de Rubén Darío no supone conside-
rarlo un filósofo y caer en la tentación de efectuar sobre él, como
sostiene Pablo Antonio Cuadra, “el sacrilegio de tenderlo sobre
una mesa de operaciones para una disección dialéctica, lógica e
ideológica”.8 Inútilmente se buscaría algo semejante a una doctrina
organizada. Rubén fue un poeta. Esto, sin embargo, no niega que
en él halla un conjunto de ideas generales y de tendencias del espí-
ritu conjugados con su temperamento intelectual. En la medida en
que penetramos en su estudio, se hace cada vez más evidente que
bajo aquellas impresiones poéticamente recreadas, se respira cierto
hálito de naturaleza filosófica. De hecho, no podría ser de otra ma-
nera. Láscaris reitera este convencimiento afirmando que el poeta
“nunca pretendió ser filósofo, ni metafísico de academia”, ni su
creación intelectual representa forma alguna de trasposición entre
el modo de pensar propio del poeta y el modo de pensar propio del
filósofo, como indica Serrano Caldera, ni del intento de “elevar” la
poesía a “una categoría o reflexión filosófica”. Pero tratándose de
un genio, “su pensamiento es bellamente profundo”, objetivando
el tensionamiento vital que experimenta el ser entre “el mundo que
sueña y el mundo que es”.9
Como es obvio, nos introducimos a un terreno que exige al-
gunas aclaraciones previas, aunque sin ánimo de ahondar en ellas,
acerca de la tipicidad e imbricación de ambos modos de pensa-
miento.
En un breve y sencillo ensayo dedicado a Antonio Machado,
Julián Marías ha definido el pensamiento como aquello que el hom-
bre hace para orientarse, para saber a que atenerse.10 Este atributo,
8
Pablo Antonio Cuadra, “Introducción al pensamiento vivo de Rubén Darío”.
En: Rubén Darío en la Academia, ed. cit., p. 16.
9
Cfr.: Constantino Láscaris, op. cit., p. 124; Alejandro Serrano Caldera, Darío:
filosofía e identidad. Managua, UNAN-Managua, 1991. p. 2.
10
Una conceptualización general, tal y como la propone Julián Marías, posee la
virtud de viabilizarnos la percepción de los usos rubendarianos, además de per-
mitirnos una tipificación de formas de pensamiento a partir de aquellos usos. En
Academia Nicaragüense de la Lengua 103
13
Escasos años antes, en 1907, externaba su inconformidad y desaprobación de
aquellas filosofías en boga que vienen “a quitar, y no a dar”. Su actitud puede
comprenderse en tanto que respecto de la progresiva racionalización, de la frac-
tura ontológica del ser humano y el tono apocalíptico adoptado en la filosofía.
“Hace siempre falta a la creación el tiempo perdido en destruir”, afirma Rubén,
para agregar luego con acento paternal: Construir, hacer, ¡oh juventud!. Juntos
para el templo; solos para el culto. Juntos para edificar; solos para orar. Y con
la constancia no será la mayor virtud, que en ella va la invencible voluntad de
crear.
Cfr.: Rubén Darío, Historia de mis libros. Managua, Nueva Nicaragua, 1988.
pp. 101-102; _____, Poesías completas, Madrid, Aguilar, 1967. v. II, p. 700.
14
Nietzsche –el artista-filósofo lo llama Rubén– entra en esta región de “penum-
bra significativa”. Véase José F. W. Lora Cam, “Pensar con Miró Quesada”, ed.
cit., p. 164.
Academia Nicaragüense de la Lengua 105
15
En las notas incorporadas a la segunda edición de Azul... (Guatemala, Impren-
ta de “La Unión”, 1890), además de agregar material nuevo, Darío incorporó
34 notas. En la nota referente a “El fardo” (XI), afirma el carácter verídico del
relato: “No he hecho sino darle la forma conveniente”.
Téngase presente que el recurso de la máscara de filósofo la empleo el poeta
en otras ocasiones, como ocurre en La caravana pasa.
Cfr.: Rubén Darío, Azul... Managua, Nueva Nicaragua, 1988, p. 372.
16
Rubén Darío, Azul..., ed. cit., p. 155.
17
Rubén Darío, Letras. París, Garnier Hermanos, s. f. [1911]. p. 83.
106 Repertorio Dariano 2010
18
Rubén Darío, Obras completa. Madrid, Afrodisio Aguado, 1950. v. 3, p. 404.
19
Este uso es frecuente al referirse a “las nuevas generaciones americanas” de
escritores, el modernismo: “pensamiento...” americano o de América; “pensa-
miento militante”. En uno de los ensayos dedicados a Amado Nervo, califica
a este poeta mexicano de “tan sutil poeta, tan comprensivo artista y tan dulce
filósofo”.
Para citación de texto, Rubén Darío, Cabezas. Madrid, Imprenta de Galo
Sáez, s. f.. p. 201. El subrayado es nuestro. Para citación de nota, ibid., p. 65.
20
Rubén Darío, Prosa dispersa. Madrid, Mundo Latino, 1916. p. 29.
21
Adviértase el énfasis: “Jamás he manifestado...”. En carta del 26 de febrero de
1886, dirigida a Ricardo Contreras, Darío detalla el plan general de Epístolas y
poemas, y afirma refiriéndose a los poemas que integran su parte tercera: “traba-
jitos de largo aliento, que por las ideas que en ellos desenvuelvo...”.
Academia Nicaragüense de la Lengua 107
Para citación de texto, Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II, p. 699.
Para citación de nota, _____, Cartas desconocidas de Rubén Darío. Edición de
Jorge Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 2000.
p. 53.
22
Las referencias de Darío se presentan como la manera o modo de pensar, sentir
y escribir. Véase: Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II, p. 696.
23
Nuestra interpretación destacará el proceso de subjetivación que experimenta
Rubén, esto es, el proceso de conformación del poeta en sujeto, de “concebirse
el sí mismo como actor”, en términos de Touraine. No obstante, el mismo es
observable en sus escritos sobre arte como criterio para valorar la obra de otros
autores.
La conjugación modélica personal define a quienes cataloga de “varones de
pensamiento”. Se ilustra párrafos antes. El criterio de subjetivación no se ex-
plicita, pero obviamente lo contiene. Aunque dicha citación tampoco especifica
pensador americano, la valoración es extensiva a ellos.
24
Para Darío, la imitación servil –esto es, cuando la imitación se concibe con
fin del proceso creador– constituye una negación de la propia subjetividad, y
por ende, de la originalidad literaria. Rubén comprende la imitación en forma
diferente: como el mecanismo de asimilación de “los elementos que constitui-
rían después un medio de manifestación individual”. En este caso, la imitación
no niega la propia subjetividad, y puesto que sirve al propósito de apropiación
de la tradición –“opimo y fecundo río de la universal historia”, base del proceso
creador–, la originalidad tampoco se reduce a novedad, sino que se comprende
como originalidad relativa. De tal manera afirma:
En la sucesión de los tiempos se advierte que cada época ha tenido sus re-
voluciones, que han dado origen a las obras de pensamiento que sobresalen
en ellas en cualquier esfera del arte, quedando de tal guisa como demarcado
el vasto camino del progreso humano. Las ideas de ayer son repetidas hoy y lo
serán mañana, variando tan solamente la manera de exponerlas al mundo, la
cual será conforme con el espíritu de cada edad.
Desde el punto de vista sustentado por el poeta, el que se conserven conte-
nidos eidéticos a través de la historia del pensamiento, no determina falta de
108 Repertorio Dariano 2010
27
El argumento rubendariano, en forma analógica respecto de la ciencia, se ex-
plica a como sigue: Si un poeta no ha dejado sino diez versos perfectos, cada
uno de esos versos es tan bello, tan inmortal como cada uno de los mil versos
perfectos que haya dejado otro poeta. Éste habrá sido más a menudo, pero no
más poeta que aquél. Un sabio puede ser más sabio que otro.
Una vez alcanzada la elevación bajo la cual se quedan los trabajadores de
la obra, los industriales y los imitadores, es permitido adicionar y comparar
los elementos de conocimiento y los resultados adquiridos. Un descubrimiento
puede tener más importancia que otro.
Un sabio puede ser el primer sabio de su época.
Cfr.: Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., pp. 6-7.
28
Rubén Darío, Historia de mis libros, ed. cit., p. 102.
29
Rubén Darío, Los Raros. San José, EDUCA, 1972. p. 198.
30
Rubén Darío, Opiniones. Managua, Nueva Nicaragua, 1990. p. 153.
110 Repertorio Dariano 2010
31
Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., p. 43.
32
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., pp.15-25.
33
En el siglo XIX latinoamericano, la forma más general y primera de enun-
ciación identitaria es su formulación por vía del enunciado de la diferencia. El
observador percibe los rasgos de un otro-cultural en los cuales no se reconoce a
sí mismo sino en la forma de distinto de aquél. En este sentido es paradigmática
la enunciación bolivariana contenida en la Carta de Jamaica: Nosotros somos un
pequeño género humano; poseemos un mundo aparte... no somos europeos, no
somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles.
El enunciado oscila entre la indefinición, la angustia y el deber ser. Esta mo-
dalidad enunciativa no tardará en derivar, poco después, en la re-enunciación de
Academia Nicaragüense de la Lengua 111
opinión, pasa por ser uno de los oficios “más graves y peligrosos
[que hay] sobre la faz de la tierra”.37 Nos encontramos ante el con-
cepto operativo de la historización del pensamiento hispanoameri-
cano, aplicación que Darío también conoció. De ello resulta que no
todo los intelectuales-artistas americanos entran en dicha catego-
ría. Para él, son catalogables como tales el uruguayo José Enrique
Rodó (1871-1917), el colombiano Baldomero Sanín Cano (1861-
1957) y el peruano Francisco García Calderón (1883-1953).
Rubén cae en una ambigüedad producto de la determinación de
la forma de expresión mediante la cual estos personajes difunden
su pensamiento. Como se sabe, entre los pensadores hispanoame-
ricanos ha sido característica una cierta forma de saber vocado a la
praxis social y cierta modestia en cuanto a las pretensiones de sus
construcciones eidéticas, siendo evidente la tendencia a “formas de
pensamiento y expresión más libres y bellas sobre las más metódi-
cas y científicas”.38 Esta preeminencia, sin embargo, no resulta en
detrimento del interés por tocar los aspectos claves de las deman-
das epocales. Pero, paradójicamente, ambos rasgos han dado lugar
a devaluar la calidad intelectual del pensador, y en esto también
incurre, en alguna medida –seguramente condicionado por el inci-
piente desarrollo de la historiografía de las ideas y la imposibilidad
de resolver ese vacío en forma individual–, el poeta. En su opinión,
la razón por la que casi no hemos tenido pensadores, radica en que,
“con dificultad se encontrará en toda la historia de nuestro desarro-
llo intelectual ese producto de otras civilizaciones: el ensayista”.39
No obstante, la causa fundamental es histórica: las incontables
revueltas, agitaciones políticas y tempestades revolucionarias que
37
En este ensayo atendemos específicamente al pensador latinoamericano. Esto,
si embargo, no niega la existencia de dicha figura (el pensador) en otras regio-
nes y culturas, ni restringe la interpretación rubendariana al tratamiento de su
manifestación en nuestros países. De hecho su afirmación es categórica (uno de
los oficios “más graves y peligrosos [que hay] sobre la faz de la tierra”), y el
recurso a pensadores de otras latitudes, particularmente europeos, es constante
en su obra. Valga mencionar un escrito, a título de ejemplificación: “Dinamita”,
La Tribuna, Buenos Aires, 27 de noviembre de 1893.
Para citación de texto, Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 161.
38
José Gaos, Pensamiento de lengua española. México, Stylo, 1945. p. 42.
39
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 161.
Academia Nicaragüense de la Lengua 113
40
Rubén Darío, Escritos dispersos de Rubén Darío. Edición de Pedro Luis Bar-
cia I. La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1968. p. 259.
41
Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., pp. 124-125.
42
Fidel Coloma González, “Aspectos de la obra y la personalidad de Rubén
Darío”. En: Ciclo dariano 1991. Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura –
Biblioteca Nacional Rubén Darío, 1991. p. 14.
114 Repertorio Dariano 2010
43
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 434.
44
Ibid., v. 3, p. 442.
45
Ibid., v. 3, p. 438.
Academia Nicaragüense de la Lengua 115
2. La simbiosis poeta-pensador
Los auténticos artistas, como los religiosos y los filósofos, son
los seres más susceptibles para percibir la profundidad de los cam-
bios que experimenta una sociedad o una época. Y es esa sensibi-
lidad, humana e histórica, la que da a su persona el sello de com-
promiso que lo caracteriza: su palabra no está reservada para la
individualidad propia; por ella palpitan las creencias, las angustias
y las esperanzas, los odios y los amores, las glorias y las miserias,
los recuerdos y las tendencias de un pueblo, de una generación,
“del hombre en un momento histórico”. En este sentido, Rubén
concebía que “un gran poeta no es más que un revelador...”.47
El concepto rubendariano de la “gran poesía” reúne en el artis-
ta la cualidad del pensador; de quien revela las fuerzas vitales que
invaden y animan las acciones de los hombres y los pueblos; de
quien, como diría Pablo Antonio Cuadra, “pone los andamios de la
cultura de su colectividad, [y] advierte la consistencia o inconsis-
tencia de la historia en proceso”,48 vislumbrando por sus tenden-
cias el tiempo por venir.
La vida de Darío transcurrió en una época crucial y contradic-
toria, una época llena de profundos cambios y riesgos y arrastrada
a la orfandad y la intemperie espiritual. Transita cabalgando entre
mundos, a saltos entre la tradición y la modernidad, y avizorando
un horizonte histórico que “habla ya por mil signos”.49 Experimen-
ta la trabazón de progreso y decadencia que adquiere el proceso
46
Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II p. 697. El subrayado es nues-
tro.
47
Rubén Darío, Ramillete de reflexiones, ed. cit., pp. 17-18.
48
Pablo Antonio Cuadra, “El Doctor Carlos Tünnermann Bernheim en la Acade-
mia”. Contestación de Pablo Antonio Cuadra al discurso presentado por el Doc-
tor Carlos Tünnermann Bernheim ante la Academia Nicaragüense de la Lengua
al incorporarse a ésta como Miembro de Número el 30 de agosto de 1995. En:
Lengua, Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua, 2° época, No. 10,
p. 75.
49
Rubén Darío, Opiniones, ed. cit., p. 81.
116 Repertorio Dariano 2010
50
Rubén Darío, Azul..., ed. cit., p. 164.
51
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 795-796.
52
Darío es enviado por La Nación. Dicho diario bonaerense publicó entre el 18
de enero 1899 y 1 de mayo de 1900, las crónicas remitidas por el poeta, en las
que, según él mismo afirma, diría sólo “lo que en realidad observe y sienta”. La
mayoría de estas crónicas fueron recogidas en su libro España contemporánea
(París, 1901).
53
Años antes, a Darío se le había presentado una ocasión semejante. En su es-
crito “Azul”, publicado en el diario bonaerense La tribuna el 15 de septiembre
de 1893, respondía al “evangelio de la desesperación” contenido en una de las
gacetillas publicas por el mismo medio el 14 de ese mes. “La humanidad está
enferma, es cierto”, decía el escrito rubeniano, pero a la vez objeta la interpre-
tación y respuesta que presentan “los predicadores de la muerte”, pues ellos
“no miran que es peor el remedio [que proponen] que la enfermedad”. En otros
escritos, Darío alude a la misma temática.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p.6.
54
La guerra hispano-cubana (segunda y final guerra independentista cubana),
inicia en 1895. El 1° de abril de 1898, Estados Unidos decide intervenir militar-
mente para sus propios fines. Refiriéndose al impacto que la pérdida de las últi-
mas colonias en América tuvo en la conciencia de los españoles, dice Darío:
La caída fue colosal. Las causas están en la conciencia de todos. La expan-
sión colonial de otras naciones contrasta, al fin de la centuria, con las absolutas
pérdidas de la que fue señora de muchas colonias. (Rubén Darío, España con-
temporánea, ed. cit., p. 376.)
55
Rubén Darío, España contemporánea, ed. cit., p. 122.
Academia Nicaragüense de la Lengua 117
56
La referencia rubeniana completa, en: Rubén Darío, España contemporánea,
ed. cit., pp. 287-291. Para citación de texto, Ibid., p. 288.
57
Rubén Darío, España contemporánea, ed. cit., p. 290.
58
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, p. 963.
59
En Darío, la categoría estética se equipara a la categoría ética. En “Azul”, el
poeta ya había expresado esta convicción: “No es el desdén por la vida –afir-
ma–; no es la cirugía espantosa del suicidio la que cura el mal. Es la higiene, la
higiene moral, la necesaria. Alzar los ojos hacia el firmamento, refrescar el cora-
zón con el rocío del ideal; fumigarse para evitar los contagios de la más horrible
de las pestes; mirar la ola invasora precaviéndose de su empuje y de lo amargo
de su espuma; ser digno de la alteza humana y merecedor de la bondad divina;
ser fuerte y tener siempre en el alma el sursum¡ salvador; esa es la hermosa
acción; esa es la norma. [...] Escritores, el primer deber es dar a la humanidad
todo el azul posible”.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 6.
118 Repertorio Dariano 2010
60
Juana Sánchez-Gey Venegas, “El modernismo filosófico en América Latina”.
En: Cuadernos Americanos, Revista de la Universidad Nacional Autónoma de
México, Nueva Época, Año VII, vol. 5, núm. 41, septiembre-octubbre 1993,
pp.109-110.
61
Para un concepto cabal de la modernidad en la obra del poeta, habría que tener
en perspectiva el estudio de las dos dimensiones y caras que le constituyen:
por cuanto calco de una época que hace pasar por el tamiz de su inteligencia,
y por cuanto un modo artístico de encarnarla; esto es, en tanto que expresión
de la modernidad social y la modernidad estética. Iván A. Schulman ha escrito
caracterizando brevemente uno y otro modo de manifestación de la moderni-
dad: las notas características de la modernidad social podrían resumirse de
la manera siguiente: la defensa de la doctrina del progreso, la confianza en la
eficacia de la ciencia y la tecnología, la preocupación con el tiempo cronológico
o “astronómico”, el culto a la razón, la primacía de ciertos valores colectivos
e individuales como la acción, o las soluciones basadas en los principios prag-
máticos. La modernidad estética o artística en cambio, está vinculada con la
producción de una literatura rebelde, y antiburguesa, desde el romanticismo
europeo y la irrupción de la literatura vanguardista hasta nuestros días. Esta
segunda modernidad constituye una expresión fundamentalmente contestataria,
anti-mercantil, anti-burguesa, anti-racional, y lúdica, centrada en la entroniza-
ción de lo subjetivo...”.
Por lo que refiere a América Latina, si por un lado se produce el malogro de la
modernidad social, por el otro se origina una exitosa expresión de la modernidad
estética. “Nuestras sociedades fracasaron, nuestros poetas no”, ha escrito José
Emilio Pacheco.
Aunque ambas caras de la modernidad son hartamente atrayentes, este ensayo
se ocupa primordialmente de la percepción y caracterización rubendariana de la
modernidad social. Algunos estudios relacionados al tema, son: René Schick Gu-
tiérrez, “Rubén Darío y la política” (Managua, 1966); Saúl Yurkiévich, “Rubén
Academia Nicaragüense de la Lengua 119
65
Algunos datos que permiten valorar el carácter anticipatorio de aquel pequeño
escrito. Para entonces, transcurre la segunda revolución industrial (1860-1930),
cuyos impactos –más inmediatos a la gente en lo general– ya se dejan sentir. Las
áreas principales de este nuevo impulso tecnológico fueron: el desplazamien-
to del hierro al acero como material de ingeniería; la aplicación práctica de la
electricidad (teléfono, 1876; luz incandescente,1880; la primera planta genera-
dora de electricidad comercial de Edison, 1882, abre paso a la electrificación de
ciudades y fábricas); el motor de combustión (automóvil, 1885; primer vuelo a
motor, 1903) y la producción en masa de bienes de consumo.
La navegación submarina tuvo sus inicios en 1772; durante el siglo XIX, se
llevaron a cabo diversos ensayos de navegación aérea. La posibilidad efectiva
de la radiocomunicación se obtiene hacia 1896, y durante la década de 1920
inicia la radiodifusión comercial. De 1895 data el cinematógrafo; a fines de la
década de 1920 se inaugura el servicio público de trasmisión por televisión.
(Para citación de texto, transcripción de Edelberto Torres, op. cit., p. 75.)
Academia Nicaragüense de la Lengua 123
que en ese futuro “ya las telas tenues de las telarañas no estarán
tapizando las tapias; ni habrá tanta devoción ni tanto clérigo, ni
tanta gente llena de piedad ganando indulgencias en vez de ganar
otra cosa [... puesto que] habrá mayor cultura y más...”.
66
Es obvio, como ha señalado Ángel Rama, que dicha crisis histórica “se genera
en una transformación básica de tipo económico-social, y que su centro está en
la Europa decimonónica”. Rama considera el inicio de esta época (modernista)
hacia 1870, por cuanto esta fecha indica “la intensificación de la expansión im-
perial del capitalismo europeo y norteamericano”.
Para citación de texto, Federico de Onís, España en América. Puerto Rico,
Universidad de Puerto Rico, 1955. p. 183. Para citación de nota, Ángel Rama,
Rubén Darío y el modernismo. Barcelona, Alfadil Ediciones, 1985. p. 26.
67
Jorge Eduardo Arellano, Azul... de Rubén Darío. Washington, OEA / OAS,
1993. p. 3.
68
Ignacio Zuleta, La polémica modernista. El modernismo de mar a mar (1898-
1907). Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1988. p. 100.
69
Ibid., p. 23.
124 Repertorio Dariano 2010
70
Saúl, Yurkiévich, “Rubén Darío y la modernidad”. En: Plural, No. 9, México,
1972, p. 37.
71
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, pp. 1348-1349.
72
José Ferrater Mora, Las crisis humanas. Madrid, Alianza, 1983. p. 157.
Academia Nicaragüense de la Lengua 125
73
Apocalipsis, cap. 20. Concluido un periodo de mil años, en que Cristo rei-
naría visiblemente sobre la tierra, y el diablo sería impotente, este último sería
liberado “y se irá a seducir a los pueblos que están en los cuatro ángulos de la
tierra”. Entonces se produciría el juicio final. Los temores milenarista fueron,
sin duda, exacerbados, y a ellos se sumó la Peste Negra que azoló Europa en
aquel entonces.
74
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit, v. 3, pp. 381, 498 y 499.
75
Rubén Darío, Los raros, ed. cit., pp. 67-68.
76
José Ferrater Mora, op. cit., p. 168.
126 Repertorio Dariano 2010
77
Del diagnóstico de dicha crisis, se han efectuado tres deducciones básicas: 1°,
que la modernidad es un proyecto muerto; 2°, que es un proyecto agotado; y 3°,
que es un proyecto inconcluso. Se puede decir, sin pretender a más, que en Darío
se esboza una coincidencia con lo que hoy día constituye la tercera alternativa
enunciada. En su opinión, calificada por René Schick de “humanismo liberal y
cristiano”, el progreso científico debe recuperar su contenido humanista, e in-
cidir verdaderamente en la realización del ideal de perfectibilidad humana y el
optimismo histórico: “No la persecución imposible de una humanidad perfecta,
pues esto no está en la misma naturaleza; pero sí un progreso relativo, seguir el
camino que muchos conductores de ideas han señalado y señalan para bien de
los pueblos”.
Para citación de nota, Rubén Darío en la Academia, ed. cit., p. 132; Rubén
Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 647.
78
Aún cuando, a prima facie, se muestra pesimista, al grado de afirmar que
“nunca como hoy ha podido pensarse en que cualquier tiempo pasado fue me-
jor”, en él hallamos frecuentes declaraciones de fe en el porvenir.
Cfr.: Rubén Darío, Obras completas, ed. cit, v. 3, p. 381; _____, Escritos
inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
79
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, pp. 1038-1050. Se incluye en:
Rubén Darío, Prosas políticas. Managua, Ministerio de Cultura, 1982.
80
Rubén Darío, Prosas políticas, ed. cit., p. 115.
Academia Nicaragüense de la Lengua 127
81
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 782-783.
82
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 58.
83
Según el discurso dariano, la decadencia, el utilitarismo y el vacío de ideal, la
miseria humana que contrasta con los focos de riquezas, el imperio de la fórmula
y la contradicción entre la palabra y el hecho, son, entre otros, los signos de la
devaluación moral de la época.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
84
Un dramático ejemplo dariano lo constituye “Lo fatal” (Cantos de vida y es-
peranza, 1905).
85
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 647.
86
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
87
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1040.
88
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
128 Repertorio Dariano 2010
89
Esta es una clara alusión del poeta al proceso de mundialización, cuya posibi-
lidad observa como obra del progreso científico-técnico (automóvil, telégrafo,
cinematógrafo), el que ya entonces ha empezado a intensificarse. La mudiali-
zación de las relaciones económicas, políticas y culturales, que era uno de los
objetivos del proyecto moderno, se había iniciado en los siglos XV y XVI. En la
actualidad, su manifestación más efectiva son las redes informáticas, elemento
anticipado por el poeta en su “El siglo XX”, citado en página anterior.
Para citación de texto, Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1347.
90
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1349.
91
Ibid., v. 3, p. 647.
92
La irracionalidad llega a tal extremo que, habiéndose informado por medio de
La Nación de un linchamiento ocurrido en pleno París, comenta en La Tribuna
del 18 de septiembre de 1893: “Al paso que va esa cosa que se llama el Progre-
so, tendremos, para entrar en el siglo próximo, que alistar el haz de flechas y el
taparrabo”.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 7.
93
Rubén Darío, Parisiana. Madrid, “Mundo Latino”, 1920. p. 179.
94
Aunque no refiere directamente a una critica del proyecto moderno, sino al
racionalismo como mentalidad y la forma como éste ha dominado a lo largo de
los tiempos, es sugerente la siguiente cita de Darío, en la que contrasta el orden
y la justicia que priva en la naturaleza –entendida esta como obra divina–, con
“las obras de los humanos donde la razón que les ilumina parece que les hiciese
caer cada día en un abismo nuevo”.
En su conjunto, la visión rubeniana atisba la puesta en relieve de un caracte-
rística esencial de nuestro tiempo, que se oculta tras las experiencias negativas
que lo acompañan, denominado por Gianni Vattimo como contrafinalidad de
Academia Nicaragüense de la Lengua 129
96
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 22.
97
Su actitud respecto de la violencia institucionalizada queda clara en “Dinami-
ta”. El poeta reprocha tanto aquélla violencia que procede del “rico avaro” que
hunde en el dolor y la miseria al pobre y al laborioso, a como también la “rabia
anárquica” del populacho.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 25.
98
A fines del siglo XIX e inicios del XX, el capitalismo se convierte en un régi-
men de monopolio. Desde entonces, se anuncian las dificultades sobre el reparto
del mundo. Se producen una serie de conflictos bélicos: guerra chino-japonesa
(1894-1895), guerra hispano-americana (1898), guerra de los boer (África aus-
tral, 1899-1902), guerra italo-turca (1911). Avanza el proceso revolucionario
ruso. Los obreros se organizan y reclaman cada vez más imperiosamente un
nivel de vida más elevado.
99
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 495. La cita a que recurre Da-
río, según su misma indicación, de Enrique Heine.
100
Antes de la década de 1890, su enunciación resulta algo abstracta. Así, en
“El rey burgués” (1887), en donde inscribe dicha intuición en el discurso que el
poeta hace en defensa del ideal artístico: “¡He querido ser pujante! Porque viene
el tiempo de las grandes revoluciones, con un Mesías todo luz, todo agitación y
potencia, y es preciso recibir su espíritu con el poema que sea arco triunfal...”.
Desde entonces, producto de nuevas experiencias, de su crecimiento inte-
lectual y político, al contacto con urbes desarrolladas y con difusores del anar-
quismo, vuelve dicha intuición una vigorosa certidumbre. El énfasis lo pone
Academia Nicaragüense de la Lengua 131
103
Ignacio Zuleta, op. cit., p. 31-32.
104
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 24.
105
Rubén Darío, Opiniones, ed. cit., p. 52.
Academia Nicaragüense de la Lengua 133
106
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 499-500.
107
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 24.
108
Véase nota 59.
109
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 26.
110
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 791.
111
Ibid., v. 3, pp. 668-669.
112
Ibid., v. 3, p. 671.
113
Ibid., v. 3, p. 647.
114
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 28.
134 Repertorio Dariano 2010
115
Octavio Paz, Tiempo nublado. Barcelona, Seix Barral, 1990. pp. 27-28.
116 Román Reyes (Director), Terminología científico-social. Aproximación crí-
tica. (Anexo). Madrid, Anthropos, 1991. p. 28.
Academia Nicaragüense de la Lengua 135
117
Hacia 1889, en carta a José Francisco Aguilar, decía: “Reina como siempre
la política, y esto está hoy como nunca. Es una gran agitación sorda, de muchas
fuerzas, más o menos poderosas, alrededor de un punto fijo”. Semejante am-
biente era asfixiante para el poeta, y el concepto que de ella se hiciera, no podía
menos que ser negativo.
Para citación de texto, Diego Manuel Sequeira, Rubén Darío criollo o raíz y
médula de su creación poética. Buenos Aires, Kraft, 1945. p. 231. Para citación
de nota, Rubén Darío, Cartas desconocidas de Rubén Darío, ed. cit., p. 50.
118
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 77.
119
En distintos momentos de su vida, Darío reiteró esta actitud, esquiva del apa-
sionamiento político de partido o facción. De modo enfático lo afirma en su
artículo sobre Colombia (1911): “No me ocuparé nunca de la política interior de
ninguna nación”.
Para citación de texto, Rubén Darío, Obras desconocidas de Rubén Darío
escritas en Chile y no recopiladas en ninguno de sus libros, ed. cit., p. 147. Para
citación de nota, _____, Las repúblicas hispanoamericanas, ed. cit., p. 64.
120
Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., p. 139.
121
A sabiendas que no son muchos los “hombres públicos” que en nuestras Re-
136 Repertorio Dariano 2010
públicas americanas, tengan amor a las letras y las cultiven, Rubén reconoció el
vigor con que preservaron sus dotes intelectuales Miguel Antonio Caro, Rafael
Núñez, Luis Cordero, Bartolomé Mitre.
Cfr.: Rubén Darío, Las repúblicas hispanoamericanas, ed. cit., p.159; _____,
Cabezas, ed. cit., p. 140; _____, Prosa dispersa, ed. cit., p. 141.
122
Rubén Darío, Parisiana, ed. cit., 127.
123
René Schick Gutiérrez, “Rubén Darío y la política”. En: Rubén Darío en la
Academia, ed. cit., p. 127.
124
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 86.
125
Nuestra citación, extraída de dos ensayos: “Castelar” (La Nación, Buenos
Aires, 1 de julio de 1899) y “Menéndez y Pelayo” (I entrega, La Nación, 7 de
Academia Nicaragüense de la Lengua 137
tarse cada cual con su puchero, más o menos gordo, más o menos
flaco”.129 Pero veladamente se postulan otras. Quizá la más impor-
tante sería elevar el nivel de cultura y sensibilidad de la gente, pues
“por medio del razonamiento tranquilo no se vuelan casas ni se
asesina a nadie”.130
Lo que está proponiéndonos Darío es considerar una solución
dialógica de los conflictos. Ahora bien, ¿hasta dónde nos lleva un
señalamiento como este último?. He aquí la riqueza que encon-
tramos: en ensayo posterior, un año después, Rubén enuncia una
puntual certidumbre: “en el dominio del espíritu público, ser con-
siste en expresarse”.131 Esta opinión, vertida como valoración del
ser-artista, es también extensible a la vida política. Según cuenta
Tucídides, en la antigüedad griega, Perícles, gracias a quien alcan-
zó su punto culminante la democracia ateniense, decía que el que
sabe y no se explica claramente, es lo mismo que si no pensara.
El axioma constituye la enunciación del atributo esencial, iden-
titario, y a su vez, la declaración de un principio normativo de la
persona pública. Obsérvese la explicación que de ella nos ofrece:
No se es poeta o artista sino bajo la condición de mostrar a la
luz los matices espirituales por los cuales se distingue esencialmen-
te, tanto de la multitud de los pequeños como de la débil mayoría de
los grandes: por eso, como lo ha muy bien observado Paul Bourget,
se llega a ser el representante y el jefe de toda una categoría huma-
na, más o menos numerosa, según la naturaleza del pensamiento o
del sentimiento a que se da una forma definitiva.132
129
Ibid., p. 28.
130
Ibid., p. 27.
131
“Dinamita” es del 27 de noviembre de 1893. “El sillón de Leconte de L’isle”,
al cual nos referimos, data del 7 de enero de 1895.
Cfr.: Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 4.
132
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 4.
Academia Nicaragüense de la Lengua 139
133
Adoptamos la definición de buena retórica propuesta por Julián Marías, esto
es, aquella discursividad que apelando a los resortes profundos de lo humano,
sin el recurso de la mentira y sin ocultar ni enmascarar la realidad, es capaz de
persuadir y movilizar a las personas.
Cfr.: Julián Marías, “¿Qué vamos a hacer?”. En: ABC, Madrid, 12 de septiembre
de 1996.
134
Con frecuencia, Darío aduce que las constantes revoluciones son “la enferme-
dad endémica continental”. A los ojos de Europa, esto es producto de un “exceso
de primitivismo y una irremediable propensión a los conflictos sangrientos, y
a las revueltas intestinas”. Rubén, más comprensivo de “nuestro modo de ser
moral y nuestra cultura”, intenta explicarlas en base a lo reciente y la premura
de nuestro proceso histórico: “se ha exigido de ella [las democracias de nuestros
países] una madurez prematura, un desarrollo que por su violenta rapidez habría
sido morboso, se le ha calificado de intratable, sanguinaria, revoltosa, como si
los primeros pasos no fuesen siempre vacilantes, y como si no hubiese una ley
histórica que todo pueblo joven que ha estado en servidumbre, ha menester ren-
dir un tributo de sangre para afianzar sus instituciones y cimentar su libertad”.
Desde su punto de vista, estas conmociones representan un trance difícil en la
constitución definitiva de las naciones de América Latina, cuyo porvenir estará
asentado en instituciones sólidas que garanticen la integración, la libertad, la paz
y el progreso.
Para una imagen cabal de este aspecto, debido a que es constante su trata-
miento, es recomendable la consulta en su conjunto de la serie Las repúblicas
hispanoamericanas. De esta obra extraemos nuestras citaciones.
140 Repertorio Dariano 2010
135
En “Films de Paris”, octubre de 1913 (I ”Cristo vuelve a los hospitales”),
Darío refiere una conversación con su amigo el Dr. Diego Carbonell. De la alo-
cución atribuida a dicho médico, cuyos puntos de vistas el poeta participa (“me
pareció saludable y excelente al compararlo con los dogmatismos suficientes
de los confiados en la semiciencia de los superhomúnculos de la cátedra de los
modernos Diaforinus”) extraemos la frase citada.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos dispersos de Rubén Darío, ed. cit., p. 375.
136
Adelantamos un señalamiento: al transferir estos conceptos a la esfera del
interés general de la nación, en particular en nuestros días, resulta que la parti-
cipación democrática no se reduce al sufragio. Las decisiones que conciernen
al sociedad en su conjunto, no pueden ser tomadas unilateralmente. Para ello se
requiere de la participación de auténticos representantes de los grupos afecta-
dos, dirigidos a conciliar los intereses individuales de los grupos con el interés
general de la sociedad.
137
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 139. También: Rubén Darío, Escritos
inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 66.
138
Rubén Darío, Páginas de arte. Madrid, Imprenta G. Hernández y Galo Sáez,
s. f.. p. 68.
139
Rubén Darío, Cartas desconocidas de Rubén Darío, ed. cit., p. 137. Cabe
Academia Nicaragüense de la Lengua 141
143
Pedro Salinas, op. cit., p. 34.
144
Los distintos sentidos mencionados pueden reducirse a dos formas básicas
de enunciación: una caracterizada por enfocarse en base a la individualidad,
aunque, como es lógico, no pueda reducirse a ella (acepción primera); la otra,
implicando la colectividad (acepciones segunda, tercera y cuarta).
Los sentidos indicados de la noción, en: “La locura de la guerra” (Obras
completas, ed. cit. v. 4, pp. 1145-1148); “Historia de un 25 de mayo” (Escritos
inéditos de Rubén Darío, ed. cit., pp. 180-181); “La fiesta de Francia” (Prosa
dispersa, ed. cit., p. 128-129) y cap. I del Libro IV de La caravana pasa (Obras
completas, ed. cit., v. 3, p. 794). Al parecer, algunas de estas nociones encuen-
tran inspiración en los moralistas clásicos, a quienes, según el mismo dijera,
leyó desde joven (Cicerón, Tusculanæ disputationes: “La patria es donde quiera
que se está bien”; Séneca, Epistulæ ad Lucilium: “Mi patria es todo el mundo”),
y, acaso, en autores contractualistas.
Academia Nicaragüense de la Lengua 143
145
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p.77.
146
Véase: Obras completas, ed. cit., v. 3. p. 794.
144 Repertorio Dariano 2010
147
Rubén Darío, Obras desconocidas de Rubén Darío escritas en Chile..., ed.
cit., pp. 146-147.
148
Ibid., p. 149-150.
149
Véase en: Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, pp. 704-715.
Academia Nicaragüense de la Lengua 145
151
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, pp. 707-708.
148 Repertorio Dariano 2010
152
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, pp. 711-712.
Academia Nicaragüense de la Lengua 149
153
Ibid., v. 2, p. 713.
154
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, p. 714.
150 Repertorio Dariano 2010
155
Rubén Darío, Las repúblicas hispanoamericanas, ed. cit., pp. 33 y 63.
156
Ibid., p. 126.
157
Ibid., p. 88.
158
Rasgos de esta índole, Darío los reconoce también en otros intelectuales ame-
ricanos. Entre ellos, Federico Gamboa.
Cfr.: Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., p. 59-62; _____, Obras completas, ed.
cit., v. 2., pp. 866-867.
Academia Nicaragüense de la Lengua 151
Conclusión
160
Francisco Miró Quesada, “Reyes filósofos y reyes timófilos”, ed. cit., p. 97;
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 24.
161
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1120.
Academia Nicaragüense de la Lengua 153
162
Rubén Darío en la Academia, ed. cit., p. 105.
154 Repertorio Dariano 2010
Bibliografía
V. Poesía
1
Julio Saavedra Molina: Bibliografía de Rubén Darío. Santiago de Chile, Edi-
ción de la “Revista Chilena de Historia y Geografía”, 1945, pp. 54-55. Darío “no
tuvo más intervención, según parece, que la de mal vender la edición [de Obras
escogidas], como dice en la carta a S[antiago] Argüello del 12-I-1909”.
2
Ibid., pp. 63, 66 y 67. “Es edición de lujo impresa a dos tintas en buen papel
vergé, con mayúsculas decoradas y ribetes de color en cada página. El colorido
de cada tomo es diferente: rojo en el I, morado en el II, verde en el IV”.
Academia Nicaragüense de la Lengua 161
3
Pablo Antonio Cuadra: “Cantos de vida y esperanza, un libro que forjó un si-
glo”. El Pez y la Serpiente [Managua], núm. 39, enero-febrero, 2001, p. 97.
4
En su carácter de coordinadores del número doble de la revista Ánthropos de
Barcelona (enero-abril, 1997), consagrado al autor de CVE.
162 Repertorio Dariano 2010
5
Pere Gimferrer: “Introducción”, en Rubén Darío: Poesía, Barcelona, Planeta,
1987, p. xv.
6
Ibid. p. xxi
7
Ibid., p. xvi.
Academia Nicaragüense de la Lengua 163
8
Rubén Darío: Cartas desconocidas. Introducción, selección y notas: Jorge
Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 2000, p.
321
164 Repertorio Dariano 2010
9
Rubén Darío: “El idioma español”, en El Porvenir de Nicaragua [Managua],
núm. 17, 29 de abril, 1882.
10
Ibid.
11
Ibid.
Academia Nicaragüense de la Lengua 165
3. Nada es extraño a mi yo
...entre el 24 de junio de 1886, fecha en que
desembarca en Valparaíso y el 9 de enero de 1889 en
que retorna a su patria, aunque ya con la expectativa
de Buenos Aires, no habrá camino que no explore,
lección que no aprenda, descubrimiento artístico que
no haga. Todo fue experimentado en menos de tres
años: la poesía patriótica de entonación grandilo-
cuente en el Canto épico a las glorias de Chile; las
rimas becquerianas en Otoñales; la poesía satírica y
realista descendiente de Campoamor, Núñez de Arce
o de Bartrina en Abrojos; la poesía culta de inspi-
ración americanista en los “Sonetos americanos”; el
folletín romántico de Emelina; el cuento parisiense,
el cuento realista y la poesía sensual en Azul...
Ángel Rama
[“Prólogo” a Rubén Darío: Poesía. Caracas, Biblio-
teca Ayacucho, 1977, p. xviii].
12
Rubén Darío: “La Poesía Castellana”, en Poesías completas (11ª ed.), intro-
ducción y notas de Alfonso Méndez Plancarte [...] Madrid, Aguilar, 1968, p.
287.
166 Repertorio Dariano 2010
13
Julián del Casal: “Rubén Darío: Azul y A. de Gilbert”. La Habana Literaria,
15 de noviembre, 1891; compilado en Prosas. Tomo I. Edición del centenario.
La Habana, Consejo Nacional de la Cultura, 1963, p. 70.
Academia Nicaragüense de la Lengua 167
4. Convicciones y realizaciones
en la cosmópolis sudamericana
[Ibsen militó] contra los engaños sociales; con-
tra los contrarios del ideal; contra los fariseos de la
cosa pública; cuyo principal representante será siem-
pre Pilatos; contra los jueces de la falsa justicia; los
sacerdotes de los falsos sacerdocios; contra el capi-
tal cuyas monedas, si se rompiesen, como la hostia
del cuento, derramarían sangre humana; contra los
errores del Estado; contra las ligas arraigadas desde
siglos de ignominia para mal del hombre y aún daño
de la misma naturaleza; contra la imbécil canalla
apedreadora de profetas y adoradora de abominables
becerros; contra lo que ha deformado y empequeñe-
14
Rubén Darío: “Dilucidaciones”, en Poesía. Prólogo: Ángel Rama. Edición:
Ernesto Mejía Sánchez. Cronología: Julio Valle-Castillo. Caracas, Biblioteca
Ayacucho, 1977, p. 304
15
Rubén Darío: Los Raros. (2ª ed.) Barcelona, Maucci, 1905, p. 213.
168 Repertorio Dariano 2010
16
Rubén Darío: “María Guerrero”, en La Nación (Buenos Aires), 12 de junio,
1897; inserto en Rubén Darío : Escritos inéditos. Recogidos de periódicos de
Buenos Aires y anotados por E. K. Mapes. New York, Instituto de las Españas,
1938, p. 125. El subrayado es nuestro.
17
Rubén Darío: Historia de mis libros. (Nota preliminar de Fidel Coloma). Ma-
nagua, Nueva Nicaragua, 1988, p. 57-58.
18
Ibid., p. 59.
19
Ibid., p. 61.
20
Ibid., p. 62.
170 Repertorio Dariano 2010
21
Oscar Rivera-Rodas: La Poesía Hispanoamericana del Siglo XIX (Del roman-
ticismo al modernismo). Madrid, Alhambra, 1988, p. 254.
22
Ibid.
Academia Nicaragüense de la Lengua 171
23
Alberto Acereda: Rubén Darío, poeta trágico /Una nueva visión. Barcelona,
Teide, 1992, p. 240.
24
Ibid.
172 Repertorio Dariano 2010
25
Rubén Darío “Historia de mis libros”, Op., cit., p. 84.
Academia Nicaragüense de la Lengua 173
aliterativa (el ala aleve del leve abanico, la regia y pomposa rosa
Pompadour) de Prosas profanas. Ahora su aristocracia léxica es
mesurada.
Por ejemplo, en CVE sólo ofrece ocho helenismos: crisálida,
epifanía, estro, exégesis, filomela, gama, prora, sirte; y veinte y
ocho latinismos: adusto, albo, ámbito, áureo, autumnal, bicorne,
boreal, cornucopia, ebúrneo, fragancia, gélido, ignoto, ínclito, in-
consútil, lustrar, melificar, nefando, numen, prístino, progenir, pur-
púreo, sacro, semen, subitáneo, término, ubérrimo, urna y veste.
Las formas de galicismos sintácticos no presentan en CVE no-
vedad alguna en relación a las obras precedentes. Por tanto, sus
muestras son escasas. Apenas cuatro: el uso del artículo determi-
nado con nombres de países: “el aire de la Francia (“Al rey Óscar”,
v. 1), el uso de dos adverbios en —mente, unidos por la conjunción
y: “...de envidiar malamente y duramente...” (“¡Oh miseria de toda
lucha por lo finito”, v. 21); el uso de una locución francesa traduci-
da literalmente al castellano, en lugar de su equivalente castellana:
“¿Qué signo haces, oh Cisne¡..., v. 1); y el uso adverbial del adje-
tivo todo, con el significado de entera o completamente: “era mi
existencia toda blanca y rosada” (“Allá lejos”, v. 9).
En cuanto a galicismos, se han identificado en CVE pocos vo-
cablos castellanos usados con significación francesa: azur (“voy
adelante... en el vasto azur), lis (los lises han de envidiar tu pure-
za estelar”), palpitantes (“palpitantes ideas”) y revenir por volver
(“gerifaltes de antaño revienen a los puños”). Por su lado, los vo-
cablos franceses castellanizados se reducen a uno: bebé (“lo arrulló
como a un bebé) en “Canción de otoño en primavera”, v. 30; y
los sin castellanizar dos: bouquet (“mi rimado bouquet”, v. 1), de
“Ofrenda”, y sire (“Sire de ojos azules, gracias”, v. 22) de “Al rey
Óscar”.
Pasando a los neologismos, disminuyen visiblemente. Unos
corresponden a nombres derivados de sustantivos o nombres co-
munes: canallocracia (“Letanía de Nuestro Señor don Quijote”,
v. 60) de canalla; cerebración (“Soneto autumnal para el marqués
de Bradomín”, v. 7) de cerebro; y Riflero (“A Roosevelt”, v. 49)
de rifle.
174 Repertorio Dariano 2010
26
Salvador Aguado Andreut: Por el mundo de Rubén Darío . Guatemala, Edito-
rial Universitaria, 1966, p. 129.
Academia Nicaragüense de la Lengua 175
Jorge Eduardo Arellano: Los raros: una lectura integral. Managua, Instituto
27
28
Rubén Darío: Prólogos. Recopilación, introducción y notas de José Jirón Te-
rán. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 2003.
29
Jorge Eduardo Arellano: “Rubén Darío y su papel central en los modernis-
mos de lengua española”, en Fernando Cerezal (ed.): Modernismo y modernidad
desde Nicaragua. Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 2005, pp. 121-122
(capitulillo 7: “Las revistas del modernismo en España”).
30
Rubén Darío: Cartas desconocidas, Op., cit., p. 173.
178 Repertorio Dariano 2010
31
Octavio Paz: “El corazón de la poesía” (Novedades, 30 de agosto, 1943), cita-
do por Alfonso García Morales en “El caracol y la sirena: una lectura surrealista
de Rubén Darío”. Anales de Literatura Hispanoamericana [Madrid], núm.28,
1999, p. 604.
32
Frase de 1911 citada por Ignacio Zuleta en La polémica modernista: el mo-
dernismo de mar a mar (1898-1907). Bogotá, Publicaciones del Instituto Caro
y Cuervo, 1988, p. 21.
33
Edelberto Torres: La dramática vida de Rubén Darío. Cuarta edición, corregi-
da y ampliada. Barcelona, etc., Grijalvo, 1976, p. 330.
Academia Nicaragüense de la Lengua 179
34
Véase su muy conocido “Discurso al Alimón sobre Rubén Darío” con Pablo
Neruda [Buenos Aires, 1933], originalmente publicado en el Sol [Madrid], 30
de noviembre, 1934.
180 Repertorio Dariano 2010
35
Rubén Darío: La caravana pasa. París, Garnier Hermanos, 1902, pp. 203-209
(Libro cuarto, II).
36
Günther Schmigalle, en la introducción a los libros cuarto y quinto de su esme-
radísima edición de La caravana pasa (Managua, Academia Nicaragüense de la
Lengua; Berlín, edition Tranvia, 2004, p. 17), establece que “La fuerza yanqui”
forma parte de toda una serie de crónicas de Darío dirigidas contra el imperialis-
mo estadounidense que abarcan: “Por el lado del Norte” (El Heraldo de Costa
Rica, 15 de marzo, 1892; “El triunfo de Calibán” (El Tiempo¸ Buenos Aires, 20
de marzo, 1898); y entre otras, “Anti-diplomacia. Una nota de Mr. Knox” (La
Nación, 1º de abril, 1910).
37
Gerald M. Mosser y Hensley C. Woodbridge: “Rubén Darío en El Cojo Ilustra-
do”. Nueva York, Hispanic Institute, Columbia University, 1961-1964, p. 47.
Academia Nicaragüense de la Lengua 181
38
Alfonso Reyes: Obras completas, IV. México, Fondo de Cultura Económica,
1956, p. 320.
39
Guillermo de Torre: Vigencia de Rubén Darío y otras páginas. Madrid, Edi-
ciones Guadarrama, 1969, p. 50.
40
Rubén Darío. Historia de mis libros, Op., cit., p. 86.
182 Repertorio Dariano 2010
41
José Coronel Urtecho: “Carta a propósito del Estrecho dudoso”, en Ernesto
Cardenal: El estrecho dudoso. Managua, Ediciones Nicarao, 1991, p. 35.
42
Saul Yurkievich: “Los placeres de la luz en el abismo”. En Celebración del
modernismo. Madrid, Tusquets, 1976, pp. 35-36.
Academia Nicaragüense de la Lengua 183
43
Teodosio Fernández: Rubén Darío. Madrid, historia 16 /Quórum 1989, pp.
205-208.
44
Rubén Darío: “El cuerpo diplomático hispanoamericano”, inserta por Noel
Rivas Bravo en el apéndice de su edición anotada de España contemporánea
(Darío, 1998: 441).
45
Octavio Paz: “El caracol y la sirena”, en Juan Loveluck (comp.): Diez estudios
sobre Rubén Darío. Santiago de Chile, Zig-Zag, 1967, p. 264.
184 Repertorio Dariano 2010
46
Rubén Darío: “Cyrano en casa de Lope” (La Nación, 27 de febrero, 1899) y
España contemporánea (Darío, 1998: 60)
47
Pedro Salinas: La poesía de Rubén Darío. Ensayo sobre el tema y los temas
del poeta. Barcelona, Ediciones Península, 2005, p. 205.
48
Citado por Saúl Yurkievich en “Los placeres de la luz en el abismo”, Celebra-
ción del modernismo, Op., cit., 1976, p. 36.
Academia Nicaragüense de la Lengua 185
Alberto Acereda: Rubén Darío, poeta trágico /Una nueva visión, op., cit., p.
49
85.
186 Repertorio Dariano 2010
50
Felipe B. Pedraza Jiménez (coo): Manual de literatura hispanoamericana.
Pamplona, Cémlit Ediciones, 1998, p. 243.
Academia Nicaragüense de la Lengua 187
9. Gestación y repercusión de
Cantos de vida y esperanza. Los Cisnes y Otros poemas
Si hasta ayer se le juzgó desafecto a predicar
evangelios, a asumir el rol de poeta civil, hoy quiere
ser paladín de causas nobles, predica el culto reve-
rente al arte “fecunda fuente cuya virtud vence el
destino”, el amor a la vida, la sinceridad (ser sincero
es ser potente), y canta los ideales de la familia es-
pañola. Ha exhultado con tal fervor, en los cantos de
su último libro, los ideales de la raza, y ejerce hoy tal
verdadero y poderosa influencia en la literatura de
España, que ha llegado a ser el poeta representativo
de la juventud de nuestro idioma en este momento”.
Pedro Henríquez Ureña
[“Rubén Darío”. Ensayos críticos. La Habana, Im-
prenta Esteban Fernández, 1905].
51
Juan Ramón Jiménez: Mi Rubén Darío (1900, 1953). Moguer, Fundación Juan
Ramón Jiménez, 1990, p. 96.
52
Ibid., p. 99.
53
Ibid., p. 102.
188 Repertorio Dariano 2010
54
Ibid., p. 104.
55
Ibid., p. 107.
56
Ibid., p. 109.
57
Ibid., p. 112.
58
Ibid., p. 113.
59
Ibid., p. 115.
60
Ibid., p. 117.
Academia Nicaragüense de la Lengua 189
Duque de melancolías,
ven a dar a mi jardín
tus primaveralerías
de lira y de violín65
61
Ibid., p. 119.
62
Ibid., p. 121.
63
Seminario Archivo Rubén Darío, núm. 2488. No se trata de un presupuesto,
sino de una factura. Dictino Álvarez la transcribió en su compilación Cartas a
Rubén Darío (Epistolario inédito del poeta con sus amigos españoles). Madrid,
Taurus, 1963, p. 125; y Luis Sáinz de Medrano lo ha reproducido facsimilar-
mente en Anales de literatura hispanoamericana, [Madrid], núm. 26-I, 1997,
p. 93.
64
Tarjeta postal enviada a Darío desde Madrid. Seminario-Archivo Rubén Da-
río, núm. 1841.
65
Ricardo Llopesa: “Un poema desconocido de Juan Ramón Jiménez a Rubén
190 Repertorio Dariano 2010
Ya de vida y esperanza,
ya de erótica añoranza,
ya de plácida bonanza,
71
Véase el estudio de Ernesto Mejía Sánchez “Henríquez Ureña, crítico de Da-
río” en Cuestiones rubendarianas. México, Revista de Occidente, 1970, pp. 35-
52.
72 Id.
73
Eugenio Hortas: “Cantos de vida y esperanza. Rubén Darío”, El Fígaro, año
xxi, núm. 41, octubre, 1905.
74
Oswaldo Bazil: “Rubén Darío y sus Cantos de vida y esperanza”, en Listin
Diario [Santo Domingo, República Dominicana], 30 de agosto, 1906.
Academia Nicaragüense de la Lengua 193
76
En José Rogelio Sánchez: Autores españoles e hispanoamericanos. Estudio
crítico de sus obras principales. Madrid, Sucesores de Hernando, 1911, p. 750.
77
En Carlos Lozano, op., cit., p. 108.
Academia Nicaragüense de la Lengua 195
78
Valery Larbaud: “La influencia francesa en las literaturas de lengua castella-
na”. Nuevo Mercurio [Madrid], abril, 1907, citado por Carlos Lozano, op., cit.,
p. 109.
79
José Rogelio Sánchez: Autores españoles e hispanoamericanos, Op., cit., pp.
749-750.
80
Id., p. 752.
196 Repertorio Dariano 2010
81
Id., pp. 749, 751-752.
82
Rubén Darío: “Cantos de vida y esperanza”, en Historia de mis libros, Op.,
cit., pp. 84-85.
83
Rubén Darío: “Prefacio”, en “Cantos de vida y esperanza. Los Cisnes y otros
poemas”. Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.
1905, p. 3.
Academia Nicaragüense de la Lengua 197
84
Ibid., p. 5.
85
Ibid., p. 4.
86
Juan Carlos Guiano: “Prólogo”, en Cantos de vida y esperanza. Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1967, p.
198 Repertorio Dariano 2010
Postdata bibliográfica
87
Salomón de la Selva: Evocación de Píndaro. San Salvador, Ministerio de Cul-
tura, Departamento Editorial, 1957, pp. 57-58 (“Primer canto: Recordación y
defensa del cisne, 6, 8).
Academia Nicaragüense de la Lengua 199
Cintia, la que habita cerca del cielo; la tracia Cloe, que según
Horacio estaba instruida en los dulces cantos y dominio de la cíta-
ra, más Cidalisa son la personificación del gozo y los placeres de la
vida; y hablando de música el panida nicaragüense dice:
VI. Narrativa
I. Compilaciones y hallazgos
1
Rubén Darío: Cuentos y crónicas. Madrid, Mundo Latino, 1918 (vol. XIV de
la Primera Serie de las Obras Completas. Editorial Mundo Latino (1917-1920).
Contiene: “El caso de la señorita Amelia”, “Cuento de Pascuas” y “La extraña
muerte de fray Pedro”, respectivamente en las pp. 3-17, 19-38 y 39-51
2
Rubén Darío: Primeros cuentos. Ordenación y prólogo de Alberto Giraldo y
Andrés González-Blanco. Madrid, Biblioteca Rubén Darío, 1924 (vol III de la
Tercera Serie de las Obras Completas. Contiene: “El Dios bueno”, “Cuento de
Navidad”, “Las tres Reinas Magas”, “Betún y Sangre”, “La Matuschka”, “Las
pérdidas de Juan Bueno”, “Página oscura (Enriqueta)”, “Rosa enferma (Fugi-
tiva)”, “La admirable ocurrencia de Farrals”, “Febea”, “Las siete bastardas de
Academia Nicaragüense de la Lengua 211
6
Roberto Ibáñez, comp.: Páginas desconocidas de Rubén Darío. Montevideo,
Biblioteca Marcha, 1970, pp. 135-145 y 220-229, respectivamente.
7
Escritos dispersos de Rubén Darío (recogidos de los periódicos de Buenos Ai-
res). Estudio preliminar, recopilación y notas de Pedro Luis Barcia. Advertencia
por Juan Carlos Ghiano. I. La Plata, Universidad Nacional de La Plata, Facultad
de Humanidades y Ciencias, 1968, pp. 98-100 (“Paz y Paciencia”), pp. 100-103
(“Pierrot y Colombina”) y pp. 107-108 (“Cuento de Año Nuevo”).
8
Ernesto Mejía Sánchez: “Otro cuento desconocido de Rubén Darío”. El Pez y
la Serpiente [Managua], núm. 16, invierno, 1975, pp. 103-112.
9
José Jirón Terán y Jorge Eduardo Arellano, comps.: Rubén Darío primigenio.
Managua, Ediciones Convivio, 1984, pp. 51-54.
Academia Nicaragüense de la Lengua 213
10
Rubén Darío: Cuentos completos. Edición y notas: Ernesto Mejía Sánchez.
Estudio introductorio: Raimundo Lida. Adiciones y cronología: Julio Valle-Cas-
tillo. Managua, Nueva Nicaragua, 1993, p. 14.
11
Jorge Eduardo Arellano: “La pluma azul de Darío y su hallazgo”. La Prensa
Literaria [Managua], 27 de julio, 1991.
12
Dedicatoria autógrafa de Mejía Sánchez al autor de este ensayo en un ejemplar
de la primera edición (1950) de los Cuentos completos: “A /Jorge Eduardo Are-
llano, estos viejos cuentos completos, /ya muy incompletos, pero /que me com-
prometo a com- /pletarlos en breve. Su afmo. /Ernesto Mejía Sánchez /México,
abril, 1969”.
13
Rubén Darío: Cuentos. Edición de José María Martínez. Madrid, Cátedra,
1997, p. 18.
14
Antonio Seluja Cecín, comp.: Rubén Darío en el Uruguay. Montevideo, Arca,
1998, pp. 64-65 (“¡Miseria!”) y 81-83 (“Historia verídica de Cenicienta, Cinde-
rella y Centrillón”).
214 Repertorio Dariano 2010
15
Roberto Ibáñez, comp.: Páginas desconocidas de Rubén Darío, Op., cit., pp.
73-74.
16
Estudios dispersos de Rubén Darío, Op., cit., pp. 268-269 (“Menagerie”) y
269-272 (“El ideal de Mlle. Henriette”).
17
Rubén Darío: Todo el vuelo. Madrid, Renacimiento, 1912, pp. 13-14 (“Film
de París. El Faunida”).
18
Rubén Darío: Prosa dispersa. Ordenación y prólogo de Alberto Ghiraldo y
Andrés González-Blanco. Madrid, Biblioteca Rubén Darío, 1919. (vol. XX de
la Primera Serie B de las Obras completas).
19
Rubén Darío: “Catulle Méndez” (sic), en Obras desconocidas de Rubén Da-
río. Escritas en Chile y no recopiladas en ninguno de sus libros. Edición reco-
gida por Raúl Silva Castro y precedida de un estudio Santigo, Prensas de la
Universidad de Chile, 1934, p. 167.
Academia Nicaragüense de la Lengua 215
20
Rubén Darío: “La semana”, en Obras desconocidas de Rubén Darío..., Op.,
cit., p. 111.
21
Carta inserta por Jordi Rubió y Balaguer en su artículo: “Rubén Darío i Rubió i
Lluch a Barcelona”. Cuaderni Ibero Americani /Homenaje a Nicaragua [Roma],
núms.. 42-44 [1974], p. 56.
22
En Dictino Álvarez: Cartas de Rubén Darío. (Epistolario inédito del poeta con
216 Repertorio Dariano 2010
25
El Fígaro [San Salvador], tomo I, núm. 3, 4 de noviembre, 1894, p. 28; texto
rescatado por Carlos Cañas-Dinarte en “Una prosa olvidada de Rubén Darío”
(El Diario de Hoy), San Salvador, 17 de enero, 1998, p. 8).
26
Ibid.
27
“Prefacio de Gotas de Absintio”, en Rubén Darío: Poesías y Prosas Raras.
218 Repertorio Dariano 2010
29
Rubén Darío: Los Raros. [2ª ed.] Barcelona, Maucci, 1905, p. 125.
30
Jorge Eduardo Arellano: Los Raros: una lectura integral. Managua, Instituto
Nicaragüense de Cultura, 1996, p. 200.
31
Rubén Darío: “Novelas y novelistas”, en España contemporánea. París, Gar-
nier Hermanos, 1901, pp. 227 y 228.
32
Ibid., p. 228.
220 Repertorio Dariano 2010
33
Ibid.
34
Rubén Darío: “Los concursos de El Liberal. La literatura y el dinero. La pren-
sa española. Rumbos nuevos”. La Nación [Buenos Aires] 2 de marzo, 1900; in-
corporado por Noel Rivas Bravo a su edición crítica de España contemporánea
(Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 1998, pp. 419-425). La cita
en p. 419 de esta edición.
Academia Nicaragüense de la Lengua 221
35
Rubén Darío: España contemporánea. Edición, introducción y notas de Noel
Rivas Bravo, Op., cit., p. 420.
36
Ibid.
37
Ibid.
38
José Javier Fuente del Pilar: Antología del cuento fantástico hispanoamerica-
no del siglo XIX. Madrid, Niraguano Ediciones, 2003, p. 133.
39 Rubén Darío: España contemporánea. Edición, introducción y notas de Noel
Rivas Bravo, Op., cit., p. 420.
222 Repertorio Dariano 2010
40
Ibid.
41
Ibid., pp. 420-421
42
Rubén Darío: “Las letras hispanoamericanas en París” (La Nación, Buenos Ai-
res, 16 y 26 de febrero, 10 de marzo, 1901); crónica incorporada a La caravana
pasa (París, 1902). Cito la edición de Günther Schmigalle, Libro tercero (Mana-
gua, Academia Nicaragüense de la Lengua; Berlín, edition tranvía, 2001, p. 86.
43
Rubén Darío: La caravana pasa. Libro tercero. Edición crítica, introducción y
notas de Günther Schmigalle, Op., cit., p. 92.
Academia Nicaragüense de la Lengua 223
44
Rubén Darío:
45
Carta inédita en el Archivo del Escritor (Rubén Darío), Biblioteca Nacional,
Santiago de Chile.
46
Alberto Ghiraldo, comp.: El Archivo de Rubén Darío. Buenos Aires, Editorial
Losada, 1945, p. 236.
47
Ana María Hernández de López: El Mundial Magazine. Historia, estudio e
índices. Madrid, Ediciones Beramar, 1989, pp. 250-251.
224 Repertorio Dariano 2010
48
José Enrique Rodó: Hombres de América. Quito, 1971, p. 142.
49
La Revista Ilustrada de Nueva York. History, anthology and index of literary
selections. Veron A. Chamberlain, Ivan A. Schulman. University of Missouri
Press, 1976, p. 17.
Academia Nicaragüense de la Lengua 225
A lo largo de los dos años, seis meses y trece días vividos y pa-
decidos en Chile, Darío escribió 21 cuentos, si se incluye dentro de
ellos —como una sola pieza— los doce cuadros de la serie titulada
228 Repertorio Dariano 2010
50
Rudolf Köhler: “La actitud impresionista en los cuentos de Rubén Darío”. Eco
/Revista de la cultura de Occidente [Bogotá], núm. 48, abril de 1967, p. 604.
51
Rescatadas por Raúl Silva Castro en Obras desconocidas de Rubén Darío,
Op., cit., pp. 111-120 y 128-166: seis en total; la quinta, transformada en “El año
que viene siempre será azul”, ocupa las pp. 143-146.
Academia Nicaragüense de la Lengua 229
52
Ricardo A. Lachman: Antología del cuento hispanoamericano. (2ª ed.) San-
tiago, Zig-Zag, 1962, p. 14.
53
Jorge Eduardo Arellano: Azul... de Rubén Darío /Nuevas perspectivas. Was-
hington, organización de los Estados Americanos, 1993, pp. 17-24.
54
Ibid. p. 19
230 Repertorio Dariano 2010
55
Raimundo Lida: “Los cuentos de Rubén Darío”, en Diez estudios sobre Rubén
Darío. Nota preliminar y selección de Juan Loveluck. Santiago de Chile, Zig-
Zag, 1967, pp. 158-165 [1ª. reimpr.].
56 Seymour Menton: El Cuento Hispanoamericano. Antología crítica-histórica.
México, Fondo de Cultura Económica, 1974, tomo I, p. 186.
57
Rudolf Köhler: “La actitud impresionista en los cuentos de Azul...”, art. cit.,
pp. 602-603.
58
Iber H. Verdugo: “Estudio preliminar”, en Rubén Darío: Cuentos (Selección).
Buenos Aires, Kapelusz, 1971, p. 18.
59
Ibid.
Academia Nicaragüense de la Lengua 231
60
Ángel Rama: Las máscaras del modernismo. Montevideo, Arca, 1985, p.
109.
61
Hernán Rodríguez Necochea: Balmaceda y la contrarrevolución de 1891.
Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1958, p. 15; citado por Ángel Rama:
Rubén Darío y el modernismo (Circunstancia socioeconómica de un arte ame-
ricano). Caracas, Universal Central de Venezuela, 1970, p. 87.
232 Repertorio Dariano 2010
62
Ángel Rama: Las máscaras del modernismo, Op., cit., p. 143.
63
Arturo Maraso: Rubén Darío y su creación poética. Edición definitiva. Buenos
Aires, Editorial Kapeluz, 1954, p. 359.
64
Citada por Pablo Antonio Cuadra en una entrevista complementaria de su en-
sayo “El espectro del cisne”. Revista Conservadora del Pensamiento Centro-
americano. [Managua], núm. 198, enero-marzo, 1988, p. 37.
65
Rubén Darío: Autobiografía. Madrid, Editorial “Mundo Latino”, 1920, p. 54
(vol. XV de Obras completas).
66
Rubén Darío: “Los raros”, en Obras completas. II. Crítica y ensayo. Madrid,
Academia Nicaragüense de la Lengua 233
El artista vs la sociedad
Evidentemente, el tema que estructura Azul... es el replan-
teamiento con nuevos matices de la lucha del hombre contra la
sociedad, bien comprendido que el hombre es en estos ejemplos
el artista. “El poeta está en esos cuentos –señala Ricardo Guyón–
como personaje y como autor”.67 Por eso se identifica con el poeta
desposeído que fallece de frío, tras dar vuelta a un manubrio por
orden de su propietario: el “rey burgués”, para quien aquél era una
cosa, “una rara especie de hombre”; y con el narrador-poeta de “El
fardo”. Este cuento procede tanto de la literatura como de la vida
–de Zola y del Hugo de Les pauvres gens, al igual que de su em-
pleo en la Aduana de Valparaíso y en el que exclama, desplegando
su ironía protestataria: El muchacho era muy honrado y muy de
trabajo. Se quiso ponerlo en la escuela desde grandecito; pero los
miserables no deben aprender cuando se llora de hambre en el
cuartucho.
Por otro lado, se identifica con el harapiento, por las trazas un
mendigo, tal vez un peregrino, quizás un poeta de “La canción del
oro”: letanía amarga e inventario de todas las riquezas abarcadas
por ...la visión de todos los mendigos, de todos los suicidios, de to-
dos los borrachos, del harapo y de la llaga, de todos los que viven,
¡Dios mío!, en perpetua noche, tanteando la sombra, cayendo al
abismo, por no tener un mendrugo para llevar al estómago; con el
harapiento que, antes de marcharse por la terrible sombra, entrega
su último mendrugo de pan petrificado a una anciana limosnera. Se
identifica, igualmente, con el escultor, el pintor, el músico y el poe-
ta de “El velo de la reina Mab”, el más optimista cuento de Azul…,
que alude a una creación de la mitología inglesa: la reina de los
sueños. Los cuatro hombres se quejaban. A uno le había tocado en
suerte una cantera, al otro el iris, al otro el ritmo, al otro el cie-
lo azul. Lo indiscutible es que estos cuatro artistas no encuentran
asidero en la sociedad burguesa para emprender sus misiones y
buscan esperanzador refugio en sus sueños de arte y gloria, confi-
nados como brillantes infelices en sus buhardillas. Señala Carmen
Luna Sellés: “El lector compara lo que les acontece a los artistas
del Ideal en ese mundo otro, con lo que sucede a los artistas en
la realidad contemporánea y percibe el carácter transgresor de lo
maravilloso al que a este relato se suma un recurso también trans-
gresor como la ironía”.68
68
Carmen Luna Sellés: La exploración de lo irracional en los escritores moder-
nistas hispanoamericanos. Santiago de Compostela, Universidad de Santiago
de Compostela, 2002. p. 45.
Academia Nicaragüense de la Lengua 235
69
Seymour Menton: El Cuento Hispanoamericano, Op., cit., pp. 186-187.
70
Keith Ellis: Critical approaches to Ruben Dario. Toronto, University of To-
ronto, 1974, p. 90.
71
Gabriela Mora: El cuento modernista hispanoamericano. Lima-Berkeley, La-
tinoamericana Editores, 1996, p. 82.
236 Repertorio Dariano 2010
72
Carmén Luna Sellés: La exploración de lo irracional en los escritores moder-
nistas hispanoamericanos, op., cit. p. 46.
238 Repertorio Dariano 2010
El cuento “Huitzilopoxtli”
y la historia de su texto
Julio Valle-Castillo
NO empezaba a circular aún la edición de los Cuentos Completos
de Rubén Darío, compilados, ordenados cronológicamente y ano-
tados por Ernesto Mejía Sánchez y precedidos por todo un estudio
de conjunto de Raimundo Lida (México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1950, Biblioteca Americana), cuando Edelberto Torres, el
reconocido biógrafo de nuestro poeta —y estudioso también de
aspectos inéditos de su obra— rescataba de la prensa guatemalteca
de principio de siglo, un cuento sustantivo de Rubén Darío, del
que no se tenía entonces ni sospechas y que en la práctica esta-
ba perdido, y por lo tanto, no aparecía en este primer compendio
de su cuentística.- El nuevo texto se titulaba “Huitzilopoxtli”, con
el subtítulo: Leyenda mexicana, Guatemala, 10 de mayo de 1915.
El mismo periódico, pero con fecha 28 de octubre de 1950, t. 59,
núm. 61, p.2 daba cuenta del singular hallazgo de Edelberto To-
rres, reproduciendo el cuento. Esta exhumación, más que ratifi-
car el alerta del compilador respecto a lo no tan completo de sus
Cuentos Completos y la posibilidad real de encontrar en el futuro
más páginas narrativas perdidas, como ha sucedido, vino a insistir
sobre los mundos que inauguraba la prosa dariana para la nueva
fabulación en lengua española, su prosa narrativa y su prosa perio-
dística, ninguna menos creativa y fecundante que la otra.
Mejía Sánchez, por aquellos años, discípulo de Lida en el Co-
legio de México, hizo conocer a su maestro el nuevo texto, quien
para enmendar la omisión en los Cuentos, lo incluyó en su tomo
Letras Hispánicas/Estudios Esquemas (México, Fondo de Cultu-
ra Económica, 1958) a manera de ilustración de su estudio “Los
cuentos de Rubén Darío”, que con ciertas ampliaciones respecto
a “Huitzilopoxtli” pasaba a integrar su nueva junta crítica. Lida
mismo confiesa en sus Notas que:
240 Repertorio Dariano 2010
O sea: que esta postrera aparición del cuento en vida del poeta,
fue en su cercanía, es decir, de algún modo bajo su supervisión,
de algún modo con su aceptación. ¿Fue el poeta o la redacción del
periódico, cabe preguntarse, el y/o la que agregó el subtítulo? Por
lo menos había un entendido tácito entre ellos. Poeta y periódico
mantenían relación desde antes de su llegada a Guatemala, 20 de
abril de 1915. El Diario de Centro América anunció que publicaría
este cuento empleando ya los términos de Leyenda mexicana.
La gacetilla dice así:
El diario de Centro América y don Rubén Darío. PUBLICARE-
MOS SUS ESTUDIOS ESPECIALES
El dominicano
Oswaldo Basil
y Rubén Darío
Academia Nicaragüense de la Lengua 243
Huitzilopoxtli1
Rubén Darío
Tuve que ir, hace poco tiempo, en una comisión periodística, de
una ciudad de la frontera de los Estados Unidos a un punto mexi-
cano en que había un destacamento de Carranza. Allí se me dio
una recomendación y un salvoconducto para penetrar en la parte
de territorio dependiente de Pancho Villa, el guerrillero y caudillo
militar formidable ... Yo tenía que ver a un amigo, teniente en las
milicias revolucionarias, el cual me había ofrecido datos para in-
formaciones, asegurándome que nada tendría que temer durante mi
permanencia en su campo.
Hice el viaje en automóvil, hasta un poco más allá de la linea
fronteriza, en compañía de Mr. John Perhaps, médico, y también
hombre de periodismo, al servicio de diarios norteamericanos, y
del coronel Reguera, o, mejor dicho, el padre Reguera, uno de los
hombres más raros y terribles que haya conocido en mi vida.
El padre Reguera es un antiguo fraile que, joven en tiempos
de Maximiliano, imperialista, naturalmente, cambió en la época
de Porfirio Díaz de emperador, sin cambiar en nada de lo demás.
Es un viejo fraile vasco que cree en que todo está dispuesto por la
resolución divina. Sobre todo, el derecho divino del mando es para
él indiscutible.
—Porfirio dominó —decía— porque. Dios lo quiso, porque
así debía ser.
—¡No me diga macanas! —contestaba Mr. Perhaps, que había
estado en la Argentina.
1
La Nación, Buenos Aires, 5 de junio, 1914. Recogido por Raimundo Lida: Le-
tras Hispánicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1958, pp. 301-306; mas
la presente reproducción, libre de cortes y adulteraciones vertidas en el texto del
crítico argentino, procede de Roberto Ibáñez: Páginas desconocidas de Rubén
Darío (Montevideo) Biblioteca de Marcha (1970) pp. 220-225.
244 Repertorio Dariano 2010
za: ¿es cierto que todavía se suelen ver aquí cosas extraordinarias,
como en tiempos de la conquista, o antes de la conquista?
—Nada de tal cosa. Lo que hay es que él logró ponerse en co-
municación con los dioses viejos...
“Sí, muchacho, sí, y te lo digo porque aunque yo diga misa, eso
no me quita lo aprendido por todas esas regiones en tantos años,
y te advierto una cosa: con la cruz hemos hecho aquí muy poco; y
por dentro y por fuera, el alma y las formas de los primitivos ído-
los nos vencen... Aquí no hubo suficientes cadenas cristianas para
esclavizar a las divinidades de antes, y cada vez que han podido, y
ahora sobre todo, esos diablos se muestran”.
Mi mula dio un salto atrás, toda agitada y temblorosa. Quise
hacerla pasar y fue imposible.
—Quieto, quieto —me dijo Reguera.
Sacó un cuchillo y cortó de un árbol un varejón, y luego con él
dio unos cuantos golpes en el suelo.
—No se asuste —me dijo—, es una cascabel.
Vi entonces una gran víbora que quedaba muerta a lo largo del
camino. Y cuando seguimos el viaje oí una sorda risita, una sorda
risita del cura ...
—No hemos vuelto a ver al yanqui —le dije. —No se preocu-
pe, ya lo encontraremos alguna vez.
Seguimos adelante. Hubo que pasar a través de una gran arbo-
leda tras la cual oíase el ruido del agua en una quebrada. A poco:
“¡Alto!”
—¡Otra vez! —le dije a Reguera.
—Sí —me contestó.— Estamos en el sitio más delicado que
ocupan las fuerzas revolucionarias. ¡Paciencia!
Un oficial con varios soldados se adelantaron. Reguera les ha-
bló y oí contestar al oficial:
—Imposible pasar más adelante. Habrá que quedar ahí hasta
el amanecer.
Escogimos para reposar un descampado bajo un gran ahuehue-
te. De más está decir que yo no podía dormir. Yo había terminado
mi tabaco y lo pedí a Reguera.
246 Repertorio Dariano 2010
El oro de Mallorca:
la angustia como constante
y el intertexto como recurso
1
“Carta a Julio Piquet, (en Paris), XII. Cartas desconocidas de Rubén Darío, In-
250 Repertorio Dariano 2010
Estructura de la obra
En primer lugar es interesante destacar el debate en torno a
la conclusión o no de la novela. Iván A. Schulman en su intere-
sante ensayo “El oro de Mallorca: ¿Novela inconclusa?” rebate
el argumento manejado por varios estudiosos de la obra dariana,
entre ellos Edelberto Torres, quienes sostienen que la novela quedó
trunca. Schulman demuestra que Darío había escrito una tercera
parte y existe un capítulo inédito, que quizás La Nación ya no qui-
so publicar. 3 Sin embargo, otros estudiosos, entre ellos Fernández
Ripoll, la consideran como un relato acabado en el cual el autor
4
Para las citas del texto en estudio, se empleó la edición de Luis M. Fernández
Ripoll.
252 Repertorio Dariano 2010
5
Julia Kristeva, El texto de la novela, Barcelona: Editorial Lumen, 1981,
p.232.
Academia Nicaragüense de la Lengua 253
6
Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón, 1744-Cádiz, 1811).
254 Repertorio Dariano 2010
7
George Sand, Un invierno en Mallorca. Palma de Mallorca, MCMLI.
8
Citado por Luis M. Fernández Ripoll, Los viajes de Rubén Darío a Mallorca,
Barcelona: 2001, p.101.
Academia Nicaragüense de la Lengua 255
La angustia existencial
Al alcanzar la madurez, Darío entra en una etapa de reflexión
que lo sume en grandes crisis existenciales, reflejadas en la obra
Academia Nicaragüense de la Lengua 257
9
Fernández Ripoll, Op. Cit. p. 105.
258 Repertorio Dariano 2010
10
Fernández Ripoll afirma que existen varias versiones de este episodio, pero él
se inclina por creer que Joan Sureda tuvo la idea de vestir a Rubén de cartujo
con el ánimo de ayudarle en su “debate espiritual”. Otra versión, la más conoci-
da, es que el poeta dominicano Oswldo Bazil recurre al hábito para calmar una
de las crisis alcohólicas de Darío; así recoge la anécdota en su libro Vidas de
Iluminación.
11
Edelberto Torres, La vida dramática de Rubén Darío, Managua: Ed. Nueva
Nicaragua, 1982, p. 383.
Academia Nicaragüense de la Lengua 261
Conclusiones
Bibliografía consultada
VII. Crónica
Darío: el cronista cosmopolita
Günter Schmigalle
EL nicaragüense Rubén Darío, padre del modernismo hispánico,
ocupa un lugar privilegiado en la historia literaria, pero en el pú-
blico general subsisten todavía muchos prejuicios contra él. Se le
reprocha su elitismo, su culto del arte por el arte, su programático
rechazo de la vida moderna. La parte de su obra que se suele valo-
rar más, la poesía y los cuentos, es a la vez la menos accesible para
el lector general: lo sabe cualquier profesor de secundaria que haya
tratado de motivar a sus alumnos para que se interesen por la prin-
cesa triste, la marquesa Eulalia, el olímpico cisne de nieve y otras
prosas profanas. Y no se toma en cuenta que dos tercios de su obra
son textos en prosa, escritos para los periódicos, en su mayoría
crónicas de actualidad, donde el poeta se muestra como un escritor
muy eficaz, inmerso en el mundo moderno al cual abraza, abarca,
interpreta y redefine de mil maneras.
Rubén Darío escribió para la prensa durante toda su vida cons-
ciente, desde los primeros artículos que redactó a los quince años
para el periódico La Verdad en León (Nicaragua), hasta su última
crónica, “Apuntaciones de un hospital”, que apareció en La Na
ción de Buenos Aires el 22 de agosto de 1915. Contribuyó a los
diarios y revistas en todos los países donde vivía – Nicaragua, El
Salvador, Chile, Guatemala, Costa Rica, Argentina, España, Fran-
cia –, en los países que visitaba y en algunos que nunca pudo visi-
tar personalmente.
Su labor de periodista se consolidó cuando, todavía en Chile,
se hizo colaborador de La Nación, y alcanzó su madurez cuando el
diario bonaerense lo envió como corresponsal a Europa. El poeta
puro, convertido en escritor a sueldo, logró asegurar su subsisten-
cia con el pago puntual que el diario le brindaba por los textos que
266 Repertorio Dariano 2010
1
José Olivio Jiménez, “El ensayo y la crónica del modernismo”, Historia de
la Literatura Hispanoamericana, Tomo II: Del neoclasiciscmo al modernismo
(Madrid: Cátedra, 1987), pp. 537-548, aquí p. 545.
Academia Nicaragüense de la Lengua 267
6
En su novela Journal d’un casserolé (París: F. Juven, 1905).
Academia Nicaragüense de la Lengua 275
7
Henry de Groux, Journal, ed. de Rodolphe Rapetti y de Pierre Wat (París:
Kimé/INHA, 2007), pp. 246/247.
280 Repertorio Dariano 2010
Rubén Darío
AL salir del teatro (la Noche Buena), París se sentó a la mesa.
Y la Brama y la Lujuria y la Riqueza y el Dolor y la Alegría y la
Muerte también se sentaron con él. Al llegar el año nuevo, cuando
el mundo vuelve la vista al siglo que pasó, hay alguien que hace
notar su presencia de todas maneras, mientras París no hace sino
quitarse su traje de color de rosa para ponerse otro color de ama-
ranto: la Miseria.
Peor que la miseria de los melodramas, ésta es, cierto, horrible
y dantesca en su realidad. Y no hay mayor contraste que el de esta
riqueza y placer insolentes, y ese frío negro en que tanto pobre
muere y tanto crimen se comete, de manera que las bombas que de
cuando en cuando suenan, en el trágico y aislado sport de algunos
pobres locos, vienen a resultar ridículas e inexplicables. Esto no se
acabará sino con un enorme movimiento, con aquel movimiento
que presentía Enrique Heine, “ante el cual la Revolución francesa
será un dulce idilio”, si mal no recuerdo.
1
Rubén Darío: Peregrinaciones. Prólogo de Justo Sierra (París, Librería de
la viuda de Ch. Bouret, 1901, pp. 150-158). Anotado por la hispanista Claire
Pailler.
2
Colectas.
284 Repertorio Dariano 2010
3
El “Bazar de la Charité” era una organización caritativa, fundada en 1885, en
relación con el “Círculo Católico de Obreros”, en gran parte para contrarrestar
la política del socialista Jules Guesde. Su tradicional “Venta de beneficencia”
debía desarrollarse con un público escogido, el 4 de mayo de 1897, en un vasto
cobertizo de maderamen: el incendio que se desató por accidente provocó la
muerte de 129 personas – entre las cuales 123 mujeres, todas de familia aristo-
crática, en particular Sofía, hermana de la emperatriz Sisi.
4
Capilla Notre-Dame de Consolation.
5
Darío da aquí sólo el nombre y apellido de su esposo, Marie Ernest Paul
Boniface (Boni), conde de Castellane, dandy famosos de la alta sociedad del
momento.
6
Hugues Le Roux (1860-1925), periodista y senador.
7
Caroline Rémy llamada Séverine (1855-1929), primera periodista femenina,
socialista y feminista. Fue amiga de Jules Vallès, quien le ayudó a editar su pe-
riódico libertario Le Cri du Peuple, de 1883 a 1889. El esposo de Vallès era un
mèdico adinerado.
8
Redadas.
9
Palabra del “argot”de la época: alcahuete.
Academia Nicaragüense de la Lengua 285
10
Palabra ya desusada por: ramera, prostituta.
11
Darío nombra aquí a las principales cortesanas (“cocottes”) de la época. Al
lado de Liane de Pougy, muchas veces aludida ya, Agustina Otero Iglesias,
llamada Caroline Otero (1868-1965), más conocida por el apodo de “la belle
Otero”, fue una de las más prestigiosas: figuraban entre sus amantes nobles ru-
sos, ministros, escritores como d’Annunzio, pero también cabezas coronadas:
Eduardo VII de Inglaterra, o Leopoldo II de Bélgica. Ocasionó varios duelos y
seis suicidios...
12
Marion de Lorme, que se contentó con recuperar el nombre de una cortesana
famosa por su belleza en el siglo XVII y que fue el tema del drama romántico de
Víctor Hugo, le deberá a Darío buena parte de su fama póstuma, por el recuerdo
maravillado que le han dejado sus favores, aunque fueran altamente venales:
“He de recordar a quien me diese la primera ilusión de costoso amor parisién.
Y vaya una grata memoria a la gallarda Marión Delorme, de victorhuguesco
nombre de guerra, y que habitaba entonces en la avenida Victor Hugo. Era la
cortesana de los más bellos hombros.” (La vida de Rubén Darío escrita por él
mismo, cap. XXXIV).
13
Henry de Groux (1817-1930), pintor belga. Darío, quien compartió con él y
Amado Nervo un apartamento en París en 1900 le dedicó un ensayo en su libro
Opiniones 1906.
286 Repertorio Dariano 2010
14
Lazare Nicolas Carnot (1753-1823), matemático y físico, fue también un
hombre político importante en los primeros años de la Revolución francesa y
ganó como general el título de “organizador de la victoria”. Sin embargo, no ad-
mitió los excesos cometidos, se exilió y se consagró a sus estudios científicos.
15
Louis André (1838-1913), ministro anticlerical y fervoroso republicano.
16
Joseph Fouché (1759-1820), inició su carrera política con la Revolución fran-
cesa, como brutal ministro de la Policía bajo todos los regímenes que se sucedie-
ron, incluyendo la Restauración monárquica, después de traicionar a Napoleón.
17
Louis Jean-Baptiste Lépine (1846-1933), prefecto de la policía de París, gran
organizador de la vida y seguridad cotidianas y fundador del Concurso nacional
que lleva su nombre, para las invenciones menudas que facilitan esta misma
vida .
18
Luciano Bonaparte (1775-1840), al principio siguió a su hermano Napoleón,
pero una pronta desavenencia lo llevó al exilio y se asentó definitivamente en
Italia.
19
Pierre Waldeck-Rousseau (1846-1904), abogado, gran figura del partido re-
publicano, promotor de leyes sociales que llevan su nombre y todavía hoy son
referencia como progreso social: legalización de los sindicatos, ley sobre el tra-
bajo de mujeres y niños. Ministro del Interior, entabló el recurso de revisión del
caso Dreyfus.
20
Cahen D’Anvers, rica y prestigiosa familia sefardí de banqueros, mecenas de
Academia Nicaragüense de la Lengua 287
pintores y escritores.
21
Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord (1754-1838), hombre político de pe-
netrante ingenio, desempeñó con éxito importantes funciones diplomáticas bajo
todos los regímenes que vio suceder, desde la Revolución de 1789 y el Primer
Imperio hasta la Restauración de los Borbones.
22
Théophile Delcassé (1852-1923), se desempeñó como Ministro en numerosas
ocasiones y, en particular, obró para la realización del Tratado de l’Entente Cor-
diale entre Francia e Inglaterra, firmado finalmente en 1905.
23
Louis-Alexandre Berthier (1753-1815), mariscal del ejército de Napoleón,
participó en todas las grandes victorias: Marengo, Austerlitz, Wagram... pero al
final, cuando se hizo la Restauración, tomó partido por la monarquía.
24
Joseph Brugère general (1841-1918), autor de numerosos y notables hechos
de armas.
25
Teatro Louvois – “Opéra du square Louvois”: Sólo queda una plaza en el sitio
ocupado por el edificio de la que fue la octava ópera de París, edificada en 1792,
destruida en 1820.
26
Se decidió la construcción de una nueva Opera en 1862, con el arquitecto Gar-
nier; en ella se ostenta el puro “estilo Napoleón III”, mezcla barroca y suntuosa
de estilos múltiples. Tardó hasta 1875 antes de ser inaugurada.
288 Repertorio Dariano 2010
27
Henryk Adam Sienkiewicz (1846-1916), premio Nobel en 1905, autor de
numerosas novelas, conocido esencialmente por Quo Vadis (1896).
28
Rosario Guerrero, llamada “la bella Guerrero”, era una “bailaora” sevillana,
de mucho éxito primero en París, luego en EE.UU.
29
Octave Mirbeau (1848-1917), escritor y periodista francés. Anarquista, dejó
varias novelas y algunos dramas.
30
Margarita Eymery (1860-1953), llamada Rachilde: escritora francesa. Esposa
de Alfred Vallette, director de la revista Mercure de France. Fue la única mujer
incluida por Darío en Los Raros (1896).
31
Pierre Louis (1870-1925), poeta, crítico y novelista francés. Autor de obras
eróticas, en su revista literaria promovió a jóvenes como Paul Valéry y Andrés
Gide.
32
Francisco Bilbao (1823-1865), escritor y político liberal chileno, “Apóstol de
la Libertad”.
Academia Nicaragüense de la Lengua 289
33
El caso Dreyfus (“l’Affaire” por antonomasia, más que “asunto”, es causa
judicial): escándalo judicial y político que dividió la opinión francesa, de 1894
a 1906. El capitán Dreyfus, alsaciano (la provincia de Alsacia había sido entre-
gada a los prusianos después de la derrota francesa de 1870) y judío, se vio acu-
sado y condenado por alta traición, por oficiales ultranacionalistas y antisemitas
que no vacilaron en utilizar falsos testimonios y pruebas falsificadas. Una fuerte
y a veces violenta campaña por la revisión de la causa, que oponía la Liga de los
Derechos humanos a los “antidreyfusards” de la Liga de la Patria francesa, logró
obtener, tras dos juicios sucesivos, primero la gracia, luego la rehabilitación del
capitán Dreyfus. Darío vuelve a mencionar este episodio cuando los funerales
de Zola, en Opiniones, y nuevamente en la primera crónica de Parisiana, “Figu-
ras reales”; subraya el aspecto “álgido” de las oposiciones en un caso que “es-
tremeció al mundo”, pero al parecer no se interesó por los principios políticos e
ideológicos de justicia y verdad que se jugaban, considerando que se trataba “de
una personalidad mínima que fue el pretexto de una gran batalla...”
290 Repertorio Dariano 2010
34
Anticuado.
35
El “cómico Lucien Guitry” (1860-1925), renombrado actor de teatro, vio su
fama eclipsada por la de su hijo Sacha-Alexandre Georges Pierre (1885-1957),
autor prolífico y actor en sus propias obras, sean de teatro o de cine, conocido
también por sus éxitos femeninos y sus cinco matrimonios con actrices.
36
Muy divertido.
Academia Nicaragüense de la Lengua 291
37
Felix Faure (1841-1899), elegido Presidente de la República en 1891, murió
de una congestión cerebral en un salón del palacio del Elysée mientras estaba
“ocupado” con su amante.
292 Repertorio Dariano 2010
Hablando así, con una voz extraña en la que cantaba toda una
gama de notas suaves y agudas, voz muy inglesa y llena de contras-
tes, algo cómicos, Wilde pasábase las manos por el rostro, como
deseando modelarse a sí mismo según el canon de la belleza mas-
culina. Y yo pensaba: Este hombre sufre de no ser guapo. Porque, la
verdad sea dicha, aquel primer día, parecióme agradable, fino, inte-
resante, elegante; pero guapo, no. La sonrisa de sus labios blandos y
sinuosos, descubría a cada minuto una dentadura enorme y gris, con
adornos áureos. Sus mejillas, ya un poco pesadas, eran de un rosado
que se acercaba a lo cárdeno. Su cabellera, lisa y luciente, hacía a su
rostro enorme un marco rubio que me chocaba por lo femenino, o
296 Repertorio Dariano 2010
mejor dicho, por lo afeminado de sus bandeaux. Sólo sus ojos, muy
tiernos, muy húmedos, muy claros, engarzados cual dos esmeraldas
de Siberia en los párpados abotagados, tenían una expresión que
podía revelar al poeta. En suma: era un inglés apopléjico, igual a
muchos ingleses que, lejos de parecernos bellos, se nos antojan un
poco grotescos. ¿Cómo, pues, iba yo a adivinar sus pretensiones de
Narciso?… Más tarde no sólo me di cuenta de que se creía hermoso,
sino que hasta llegué a comprender que tenía más vanidad como
beau garçon que como gran poeta. También en calidad de dandy
mostrábase orgulloso. Bastaba verlo para notar su extremada coque-
tería suntuaria, su cuidado en el vestirse, su arte en el choix de las
corbatas, de los guantes, de los pañuelos. “El Wilde que yo conocí
—dice Lord Douglas— consitía en un sombrero de copa luciente, en
una levita impecable, en un pantalón a rayas y en par de botines de
charol. Agregad un bastón con puño de oro y un par de guantes de
Suecia gris; tal era el hombre.” Así lo vi yo, en efecto, aquella tarde
de 1891.
No olvida Gómez Carrillo de transcribir algunos de los famo-
sos “poemas hablados” de Wilde, como el de “La casa del juicio”
y el “Hacedor del bien”, recogidos más tarde en sus Poemas en
prosa, ni de ofrecernos información valiosísima y de primera mano
sobre la gestación y concepción de Salomé, que, como se sabe, fue
escrita en Francia y en francés.
También Rubén Darío conoció a Oscar Wilde. El encuentro
entre ambos artistas de la palabra se produjo en la primavera del
año 1900 en el bar Calisaya en París, lugar muy visitado por los
jóvenes escritores de la época y por los 132 cócteles de su reper-
torio. Darío había llegado por segunda vez a esta ciudad enviado
por el diario La Nación de Buenos Aires, para escribir sus reporta-
jes sobre la Exposición Universal entonces en plena celebración.
Y fueron precisamente el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo y
el escritor francés Ernesto Lajeneuse, quienes se lo presentaron.
Hacía casi tres años que el autor de Salomé había abandonado la
cárcel y vivía refugiado en París, pobre y olvidado, en el hotel
d’Alsace, rue des Beaux-Arts, con el significativo nombre balza-
ciano de Sebastian Melmoth.
En la crónica “Las purificaciones de la piedad”, recogida en
Peregrinaciones, escrita el 8 de diciembre de 1900, ocho días des-
pués del fallecimiento de Wilde, Darío recordaría los detalles de
Academia Nicaragüense de la Lengua 297
Óscar Wilde
Academia Nicaragüense de la Lengua 301
Iván Uriarte
I
ofrece cada vez que uno de sus textos ingresa al campo canónico
de la literatura de lengua española.1
II
1
Véase mi trabajo “El intertexto como principio constructivo en los cuentos de
Azul… y su proyección en la nueva narrativa latinoamericana”, Revista Ibero-
americana, núm. 137, octubre-diciembre l986, págs. 937-944.
2
“La vida y obra de Rubén Darío contadas por el mismo”, Revista de la Univer-
sidad, Tegucigalpa, Honduras, año 4, núm. l2, pág. 59.
304 Repertorio Dariano 2010
3
Citado por Julio Irazusta, Genio y figura de Leopoldo Lugones. Buenos Aires:
Eudeba, l969, pág. 32
4
“La vida y obra de Rubén Darío contadas por el mismo”, opusc. cit. pág. 59
Academia Nicaragüense de la Lengua 305
IV
5
Gerard Genette, Palimpsesto. La literatura en segundo grado. Madrid: Taurus,
l989, pág. 39
306 Repertorio Dariano 2010
6
Véase, Raúl Silva Castro, Rubén Darío a los veinte años. Madrid: Editorial
Gredos, págs. 52-53.
Academia Nicaragüense de la Lengua 307
7
Leopoldo Lugones, Obras poéticas completas. Madrid: Ediciones Aguilar,
l974. De ahora en adelante todas las citas del poeta argentino, serán señaladas
entre paréntesis como LL, OPC y número de página.
8
Todas las citas de la poesía de Darío corresponderán a la conocida edición,
Rubén Darío, Poesías completas, Madrid: Editorial Aguilar, l968. Edición, in-
troducción y notas de Alfonso Méndez Plancarte. Las citas se harán entre parén-
tesis al pie del poema citado como RD, PC, y señalando la página correspon-
diente.
Academia Nicaragüense de la Lengua 309
Héctor Vargas
EN La Ofrenda a España de Rubén Darío (Madrid, Editorial Amé-
rica, 1916-18, pp. 9-10), compilada por Juan González Olmedilla,
se publicó el siguiente y muy difundido poema en alejandrinos de
Antonio Machado (1875-1939), encabezando la primera parte:
Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que no se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
Ellos le salven siempre. Amén.
316 Repertorio Dariano 2010
El caracol: en la gestación de
Cantos de vida y esperanza
Julio Valle-Castillo
Academia Nicaragüense de la Lengua
1
EL esbozo inicial del tercer poemario de Rubén Darío, Cantos de
vida y esperanza, Los cisnes y Otros poemas, acaso se remonte a
1901, cuando ya tuvo lo que sería quizá su primer título y unos
quince o dieciséis poemas (según la manera de contarlos) en dis-
tintos niveles de elaboración. Entonces este poemario se llamó,
algo que no ha sido muy conocido ni divulgado hasta ahora, El Ca-
racol; de ahí que podamos apreciarlo y estudiarlo en perspectiva
como el génesis de Cantos de vida y esperanza (1905).
Su proceso de gestación, producción, organización y estructu-
ración final, fue complejo y lento, quizás unos 13 años (1892-1905).
Estuvo determinado por el conjunto de factores que convergieron
en el paso de un siglo a otro, tanto en el mundo hispanoamerica-
no como en el individual del poeta. Por una parte, la pérdida de
las últimas posesiones españolas, Cuba y Filipinas, y por tanto, la
derrota del viejo imperio en su guerra con los Estados Unidos, el
ascenso del imperialismo norteamericano perfilándose en el Mar
Caribe y sus islas; y por otra, los desplazamientos periodísticos
de Darío entre América y Europa, y dentro de la misma Europa,
su amistad con los Machados, Villaespesa y Juan Ramón Jiménez
como natural consecuencia de la revolución Modernista en Amé-
rica y la península…La vivencia directa del desastre en la misma
España y el prematura o sentimiento otoñal en un hombre que no
alcanzaba los 40 años.
Para 1901, el poeta ha redactado y fechado ya 15 poemas cla-
ves de este libro, que reconoceremos integrando esta unidad diver-
sa, o sea, en cada una de las tres secciones.
Academia Nicaragüense de la Lengua 319
Veamos:
1.- “Tarde del trópico” (1892), en Otros poemas.
2.- “Leda” (1892), en Otros poemas, pero que por el motivo
bien pudo haber pertenecido a Los Cisnes, quizá con el número V.
3.- “A Goya” (¿1892?), en Otros poemas. Por tratarse de la exal-
tación de un pintor español tanto del siglo XVIII como del XIX y
aún más, de la modernidad, pude haber integrado la primera sec-
ción, 4.- “Ofrenda” (1893), en Otros poemas. 5.- “En la muerte
de Rafael Núñez” (1894), en Los Cisnes. 6.- “Marcha triunfal”
(1895), en Cantos de Vida y Esperanza. 7.- “Urna votiva” (1898),
en Otros poemas. 8.- “Al rey Oscar” (1899), en Cantos de Vida
y Esperanza. 9.- “Cyrano en España” (1899), en Cantos de Vida
y Esperanza. 10.- “Salutación a Leonardo” (1899), en Cantos de
Vida y Esperanza. 11 y 12. “Retratos I y II” (1899), en Otros poe-
mas. 13.- “Trébol” (1899), en Otros poemas… 14.- “El Caracol”,
y 15.- “Marina”.
Volviendo a El Caracol, bien podemos afirmar que fue su pri-
mer título y quizá el esquema primigenio, basado en la aparición
en el año 1997 de un lote de unos 45 libros de la biblioteca per-
sonal de Rubén Darío —aunque fragmentaria por la itinerante o
inestable existencia de un dueño—, en los fondos de la Biblioteca
de Harvard, procedentes de los archivos de Widener.
Resulta que en la contratapa dura e invertida del tomo Eglan-
tinas (Buenos Aires, Revista Nacional, 1901), del escritor Pedro
J. Naón (1872-1913), se lee de puño y letra de Darío este diseño:
Rubén Darío / El Caracol / 1901
En sus páginas blancas finales se localizan cuatro poemas ma-
nuscritos: “El Caracol”, “Marina”, “Venecia” y “Epístolas I”. preci-
samente, 1901, es un año muy fecundo para Darío: publica España
contemporánea, que se corresponde en mucho con Cantos de Vida
y Esperanza… y Peregrinaciones; trabaja en una serie de artículos
para La Nación, de Buenos Aires, que recogerá con el nombre de
La caravana pasa y aún oscila entre el ámbito lujoso, verbal y eru-
dito de Prosas Profanas, cuya segunda edición, con las consabidas
adiciones de “Las Anforas de Epicuro”, se enriquecerá mucho más
y saldrá con el prólogo sin afirma de José Enrique Rodó…Es en
este año, 1901, que Darío proyectaba con más seguridad un tercer
320 Repertorio Dariano 2010
Mar armonioso
Mar maravilloso
De arcadas de diamantes que se rompen en vuelos
Rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto,
Espejo de mis vagas ciudades de los cielos,
Blanco y azul túmulo
De donde brota un canto
Inextinguible,
Mar paternal, mar santo,
Mi alma siente la influencia de tu alma invisible.
O galeras de oro,
Velas púrpuras de bajeles
Que miraron el aso del toro
Celeste, con Europa sobre el lomo
Academia Nicaragüense de la Lengua 325
La pequeñez-política
La pequeñez-enfática.
Y la pequeñez-crítica
Y semidiplomática
¿Qué es eso? ¿Y qué más
da?
Sigamos. Continuemos
Puesto que bien sabemos
Que «Ca n’ existe pas»!..
X. Fichero de dariístas
Los chilenos Julio Saavedra Molina
y Raúl Silva Castro
Héctor Vargas
II
ANL
Azul…
Por su lado, la primera edición de Azul… al japonés viene pre-
sidida por dos breves prólogos: uno del Ministro de Relaciones
Exteriores, licenciado Norman Caldera; y el otro del Director de
la Academia Nicaragüense de la Lengua, doctor Jorge Eduardo
Arellano. El primero señala que el trabajo de vertirlo a su lengua
materna le costó a Watanabe más de una década y el segundo pun-
tualiza que Darío con Azul… se apropió de los recursos de los poe-
tas y narradores franceses, respondiendo a la cultura modernizada
internacionalista de la época, para iniciar un proceso de innovación
en las letras de la lengua española.
“Por ello la presente traducción de Azul…, adquiere notoria
relevancia no solo para la literatura latinoamericana sino para los
dariístas del mundo hispánico. Watanabe se concentra en una labor
más difícil e importante: nos proyecta la riqueza lírica y el arte
narrativo de Darío a una lengua exótica para los nicaragüenses. Yo
felicito al actual Concejero de la Embajada del Japón en Nicara-
gua, país que ha aprendido a amar y admirar, de la misma forma
que Darío amó y admiró al Japón”.
336 Repertorio Dariano 2010
Academia Nicaragüense de la Lengua 337
XII. Reseñas
Una lujosa reedición conmemorativa
del primer Azul…
Héctor Vargas
Darío como precursor es, justamente, el tema del libro de San-
dro Abate, basado en una tesis de doctorado en la cual se siente la
mano del gran dariísta Pedro Luis Barcia. Abate se ha armado de
un buen telescopio de teoría y metodología literarias para abrazar
un área de estudio muy amplia. Concentrándose oportunamente en
Darío por un lado, y en Carpentier y García Márquez por el otro,
trata de demostrar que las características principales del modernis-
mo —el cosmopolitismo, el sincretismo y otras— no sólo se repi-
ten, sino que desenvuelven plenamente en las novelas del llamado
realismo mágico.
Es un estudio útil, aunque a veces árido, que se debería com-
pletar en su parte dariana por el excelente ensayo de Wolfgang
Matzat “Transjulturation im lateinamerikanischen Modernismus:
Rubén Darío Prosas profanas y otros poemas” (Romanistisches
Jahrbuch, 48 [1997]. pp. 347-363). Efectivamente, cosmopolitis-
mo y sincretismo, transculturación y cultura híbrida, cuyo reflejo
Academia Nicaragüense de la Lengua 339
Francisco Valle
Esta obra, subtitulada “La Tournée de Sarah Bernhardt en Chi-
le (1886)” recoge diez crónicas o reseñas teatrales de Rubén Darío,
escritas y publicadas en Santiago, para dejar constancia de todas
las representaciones de la famosa actriz francesa durante su gira
artística por dicho país. Crónicas juveniles de Darío, escritas du-
rante su estancia en ese país del Sur, su importancia capital reside
en que son trabajos realizados dos años antes de la publicación de
su libro Azul… y este hecho los vuelve un documento imprescin-
dible para registrar en ellos la presencia temprana de los rasgos ya
emergentes de la prosa modernista que en esa época comienzan a
manifestarse en Darío para adquirir tiempo después su más com-
pleto crecimiento y plenitud.
En una de sus más audaces incursiones, el prologuista señala
que hay que dejar ya de lado las diversas tesis obsoletas sobre la
procedencia de la prosa de Darío antes, durante y después de los
años en que escribe Azul… para afirmar (de acuerdo con las mis-
mas declaraciones de Darío hechas en su Autobiografía) que los
antecedentes con visos de magisterio que conducen los primeros
pasos del poeta nicaragüense en Chile pertenecen a los escrito-
res argentinos Santiago Estrada y Paul Groussac, quienes desde el
periódico La Nación de Buenos Aires, escribían y publicaban sus
crónicas teatrales y sus ensayos sobre arte con una prosa de mati-
ces plásticos y de entonación renovada que revelan la posesión de
cualidades que ya acusan la presencia de un estilo modernista.
De los acápites que componen el estudio preliminar de Llope-
sa, consideramos los titulados “Rubén Darío y el Teatro” y “Rubén
Darío y la prosa moderna” y los más interesantes por la originali-
dad de sus enfoques y la novedad de sus conclusiones. El libro, en
su parte final, cierra con dos textos epilogales firmados por el in-
vestigador dariano y laborioso historiador Jorge Eduardo Arellano,
amigo de panoramas y de letras, y por el matrimonio de Rosario
e Iván Aguilar, quienes en un gesto digno de imitación apoyaron
económicamente la edición de esta obra.
Alberto Acereda
Los estudios dedicados a la figura y a la obra de Darío son
todavía incompletos y requieren de más esfuerzos investigadores.
Uno de ellos, éste de José María Martínez, muestra la importante
labor que resta aún por hacer. Sus trabajos, reunidos a modo de
addenda, son el resultado de una trayectoria investigadora todavía
corta, pero ya lo suficientemente importante como para considerar-
la una de las más lúcidas y prometedoras en torno al modernismo
y a Darío. A través de un orden cronológico, José María Martínez
recoge trece trabajos que, publicados ya en diferentes lugares, con-
figuran un cimentado intento por acercarse a la vida y a la obra del
autor nicaragüense.
El primer estudio ofrece una lectura pan-latinista de Darío a
la luz de la intervención norteamericana y la llamada Guerra de
Cuba. Sigue otro trabajo sobre Cantos de vida y esperanza (1905),
libro capital del modernismo hispánico, así como un estudio sobre
la recepción y el contexto del relato “El fardo”, y un trabajo más
amplio sobre los cuentos de Darío, centrado en su periodización,
sus relaciones con el periodismo, temática y otros aspectos de su
346 Repertorio Dariano 2010
Fausino Sáenz
Prologada por América Mudarra Montoya y precedida del
discurso del autor que pronunció al recibir al doctorado honoris
causa en la Universidad de San Marcos, esta tesis versa sobre el
naturalismo en los cuentos de Darío. Al respecto, los capítulos II
y V tratan del impacto de Zola en “El Fardo” y de la presencia del
gran escritor francés en la obra dariana respectivamente. “Darío
—concluye— no olvidó nunca a Zola, merced al cual, en cierta
forma, se encontró a sí mismo” (p. 42).
Esteban Sandino
En Madrid (dentro de la serie de Biblioteca Nueva de Escri-
tores Españoles/ M. Pérez, Villavicencio, editor, 1907) se editó El
Canto Errante, el más multiforme de los libros poéticos de Rubén
Darío. Sorprende, realmente, el despliegue de su maestría versifi-
cadora y de los acertados registros de sus 47 poemas escritos entre
1886 y 1907, o sea a lo largo de 21 años.
Quizá desiguales, todos se articulan dentro de la heterogenei-
dad programática de su título y del prólogo: “Dilucidaciones” y
una profunda y extensa prospección en la teoría poética.
En Valencia, España, el dariísta nicaragüense Ricardo Llopesa
(Masaya, 1948), lo ha editado con mucho decoro y acierto crítico.
Para el Director del Instituto de Estudios Modernistas, El Canto
Errante constituye un “breviario de técnicas que remodelan el con-
cepto de poesía nueva… El espíritu de los nuevo se da la mano con
los acontecimientos y el estilo de la vida moderna”.
Sin embargo, sus temas estaban ya en la obra anterior de Da-
río: el ímpetu de viajar y los paisajes, la naturaleza americana, la
actitud moral, civil, política; los juegos intelectuales y verbales;
los medallones literarios, la exaltación del arte, el esteticismo, la
introspección, el desahogo erótico, el sentimiento de la tempora-
lidad, la filosofía de la vida, la angustia existencial, la inquietud
esotérica, entre otros.
En su introducción, Llopesa contextualiza el poemario reno-
vador y anota cada uno de sus poemas, llegando a la conclusión de
que lo integra la variedad, la experiencia cosmopolita e itineran-
Academia Nicaragüense de la Lengua 355