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ACADEMIANACIONAL

A DE LA HISTORIA

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HISÏQRIA
NACIÓN
ARGENTINA
7 - LA ARGENTINA lÏ)EL SICJLIO

PLAN ETA
L a Academia Nacional
junta de Historia de la Historia
y Numismática —sucesora
Americana de la
que funda­
ron en 1893 Bartolomé Mitre y otros destacados estudiosos—,
decidida a emprender en los años finales del siglo XX un
amplio esfuerzo de renovación historiográfica que conti­
nuase los realizados en la Historia de la Nación Argentina
(14 volúmenes publicados entre 1936 y 1950) y en la Histo­
ria Argentina Contemporánea (7 volúmenes, entre 1965 y
1967), dispuso en 1997 editar una obra orgánica y colectiva,
de alta divulgación: la Nueva Historia de la Nación Argentina.
Una comisión de académicos, encabezada por el presidente
de la entidad, elaboró el plan general que abarca, en diez
tomos, el proceso histórico desde los tiempos prehispánicos
hasta nuestros días.
En ellos tienen cabida relevantes especialistas, procedentes
de distintos ámbitos y corrientes historiográficas, con el
propósito de realizar una obra integral, no sólo en el sentido
temático sino también con la idea de alcanzar un conjunto
coherente que supere la simple reunión de monografías sobre
diversas áreas. En cada parte se estudian el territorio y la
población, la dinámica de las sociedades, las instituciones, la
economía, la vida cotidiana y la cultura en sus más diversas
vertientes. Un tomo final, de gran valor instrumental y
didáctico, contendrá los índices generales.
Con el prestigio que le otorga su trayectoria de institución
señera en su disciplina, la Academia ofrece al lector este
nuevo y notable aporte que se diferencia de los dos ante­
riores por los enfoques y aspectos que sugiere el actual
movimiento historiográfico, circunstancia que, sin embargo,
no les resta vigencia como referentes en cuestiones que no
se tratan aquí desde la misma óptica.

FOTO DE CUBIERTA: FACHADA DE LA (‘ASA DE GOBIERNO (CARLOS MORDO)


NUEVA HISTORIA
DE LA NACIÓN ARGENTINA
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA _

NUEVA HISTORIA
DE LA NACIÓN ARGENTINA

ToMo VII

PLANETA
COMISIÓN ACADÉMICA ENCARGADA

DE LA DIRECCIÓN DE LA OBRA

DOCTOR VÍCTOR TAU ANzOATEGUI (PRESIDENTE)

PROFESORA BEATRIZ BOSCH

DOCTOR ERNESTO I. A. MAEDER


DOCTOR ROBERTO CORTÉS CONDE

DOCTOR CÉSAR A. GARCIA BELsUNCE

DOCTOR DARDO PÉREZ GUILHOU

DOCTOR EZEQUIEL GALLO

COORDINACION EDITORIAL

DOCTOR MIGUEL ANGEL DE MARCO


Grupo Editorial Planeta, S.A.I. C.
DIRECCIÓN EDITORIAL: Leandro de Sagastizábal
COORDINACIÓN.’ Alejandro Ulloa

EDICION DE TEXTOS: Diego Arguindeguy


DISEÑO y MAQUETA DE INTERIORES: Osvaldo Gallese
COMPAGINACIÓN Y ARMADO: Adriana Martínez

CARTOGRAFÍA.’ Susana Mingolo


IMÁGENES Y FOTOGRAFÍA.‘ Marisel Flores / Beatriz Cabot

Derechos exclusivos de edición en castellano


reservados para todo el mundo:
© 1997, Academia Nacional de la Historia
Balcarce 139. Buenos Aires
© 2001, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.
Independencia 1668. 1100 Buenos Aires

ISBN de la Obra Completa 950-49-0214-6


ISBN del Tomo VII 950-49-0791-1

Hecho el depósito que prevé la ley l 1.723


Impreso en la Argentina
Los originales de las ilustraciones son de la
Ninguna parte de esta publicación. incluido el diseño de la
colección de la Academia Nacional de la cubierta. puede ser reproducida, almacenada o transmitida en
manera alguna ni por ningún medio. ya sea eléctrico. químico,
Historia o reproducciones de las
mecánico, óptico. de grabación o de fotocopia. sin permiso
publicaciones que se indican. previo del editor.
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

MESA DIRECTIVA
(2000 - 2002)
DR. MIGUEL ÁNGEL DE MARCO
Presidente

DR. ERNESTO I. A. MAEDER DR. ROBERTO CORTES CONDE


Vicepresidente 2” Vicepresidente 1"
DR. SAMUEL AMARAL DR. EDUARDO MARTIRE
Tesorero Secretario
DR. HERNAN A. SILvA DR. CARLOS A. MAYO
Protesorero Prosecretario
ACADÉMICOS DE NUMERO*

l. DR. IOsE M. MARILUz URQUIIO 1960 ‘4 19. DR. DARDO PEREZ GUILI-IOU 1991 ‘9
2. DR. VÍCTOR TAU ANzOATEGUI 1970 4° 20. PROE JORGE COMADRAN RUIz 1991”
3. CLMTE. LAURIO H. DEsTEEANI 1971 37 21. DR. EDUARDO MARTIRE 199233
4. DR. EDBERTO OscAR ACEVEDO 1973 5 22. DR. ISIDORO I. RUIz MORENO 1992 2
S. DR. PEDRO S. MARTINEZ C. 1973 3’ 23. DR. EZEQUIEL GALLO 1992 ‘2
6. R. P. CAYETANO BRUNO 1974 " 24. DR. FELIx LUNA 1992 ‘0
7. PROI=. HECTOR H. SCHENONE 1977 32 25. DR. NATALIO BOTANA 1994 3
8. DR. LUIs SANTIAGO SANz 1977 3’ 26. PROE. ENRIQUE ZULETA ÁLVAREZ 19942‘
9. DRA. DAIsY RIPODAS ARDANAz 1980 3' 27. DR. RODOLFO A. RAEEINO 199420
10. PROF. BEATRIZ BOscH 1986 23 28. DRA. NILDA GUGLIELMI 199435
ll. DRA. MARIA AMALIA DUARTE 1986 ‘ó 29. PROP. OLGA FERNANDEZ LATOUR
12. LIC. ARMANDO RAUL BAzAN 1986 3° DE BOTAs 1994 23
13. DR. MIGUEL ÁNGEL DE MARCO 1986 3" 30. DR. HERNAN AsDRUEAL SILvA 1997 3
14. DR. ERNESTO I. A. MAEDER 1986 5 31. DR. CARLOs A. MAYO 1997 39

15. DR. ROBERTO CORTES CONDE 1986 27 32. DR. IOsE EDUARDO DE CARA 1997 25
16. DR. NEsTOR TOMAS AUzA ‘1989 2‘ 33. DR. SAMUEL AMARAL 1997 22
17. DR. CEsAR A. GARCIA BELsUNcE 1989 ‘7 34. PROF. FELIx WEINEERG 1998 4
18. ARO. RAMON GUTIERREZ 1991 ‘5

El año es el de la sesión en que fue electo académico y establece la antigüedad. El número a la extre­
ma derecha indica el sitia] que le corresponde en la sucesión académica.
ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES
ARGENTINA

BUENOS AIRES 2. DRA. MARIA CRISTINA T. SEGHESSO


l. PROF. OSCAR RICARDO MELLI 1977 DE LOPEZ ARAGON 1995
2. DR. FERNANDO BARBA 1987 3. DR. IUAN F. SEGOVIA 1997
3. DRA. NOEMI M. GIRBAL 4. LIC. ROBERTO I. BARCENA 1997
DE BLACHA 1989
4. DR. CARLOS M. STORNI 1989 NEUQUEN
S. ARO. ALBERTO S. I. DE PAULA 1992 l. D. IUAN MARIO RAONE 1991
6. PBRO. DR. IUAN GUILLERMO
DURAN 1993 SALTA
7. CLMTE. PABLO E. ARGUINDEGUY 1996 1. LIC. LUIS OSCAR COLMENARES 1975
8. PROP. SILVIA C. MALLO 1997 2. DRA. LUISA MILLER ASTRADA 1987
9. DRA. MARIA ELENA INFESTA 1998
10. SR. IUAN ISIDRO QUESADA 2000 SAN IUAN
1. PROI=. MARGARITA PERRA DE BARTOL 1992
CHACO
l. DRA. MARIA CRISTINA SANTA FE
DE POMPERT DE VALENZUELA 1997 l. DRA. HEBE VIGLIONE DE ARRASTÍA 1991
2. DR. EDUARDO DE OLIvEIRA CEZAR 1993
CÓRDOBA 3. DRA. PATRICIA S. PASQUALI 1996
1. DR. AURELIO TANODI 1971 4. ARO. LUIS MARIA CALVO 1996
2. PROP. EFRAIN U. B1ScHOI=I= 1975
3. DR. EMILIANO S. ENDREK 1992 SANTIAGO DEL ESTERO
4. DRA. BEATRIZ MOREYRA DE ALBA 1994 l. D. LUIS C. ALEN LASCANO 1989
5. DRA. NORMA RIQUELME 1995
6. DR. EDUARDO ENRIQUE BERBERIAN 1998 TIERRA DEL FUEGO
7. DR. I-IECTOR RAMON LOBOS 1999 1. DR. ARNOLDO CANCLINI 1992
8. DRA. BEATRIZ SOLVEYRA 1999
TUCUMAN
CORRIENTES l. DR. CARLOS PAEZ DE LA TORRE (H) 1985
l. DR. RICARDO I. G. HARVEY 2000 2. LIC. TERESA PIOSSEK PREBISCH 1987
3. R. P. FRAY RUBEN GONZALEZ O. P. 1991
ENTRE RIOS 4. DR. ARMANDO PEREZ DE NUCCI 1992
l. PROP. OSCAR F. UROUIZA ALMANDOZ 1968 5. ARQ. ALBERTO RAUL NICOLINI 1995
6. LIC. CELIA MARIA TERAN 1995
LA RIOIA 7. DRA. ELENA M. ROJAS MAYER 1999
l. LIC. MIGUEL BRAVO TEDIN 1993 8. LIC. SEVERO CACERES 2000

MENDOZA
l. PROF. IUAN SCHOBINGER 1994
CUARTA PARTE

LA ARGENTINA
DEL SIGLO XX
c. 1914 - 1983
INTRODUCCIÓN

César A. García Belsunce

El lector familiarizado con los temas histó­ para las otras naciones, aunque con grandes
ricos tiene conciencia de que las divisiones zonas de atraso. Era un foco de atracción para
cronológicas del tiempo pasado son en gran los inmigrantes, los inversores y los intelectua­
medida arbitrarias y privilegian un tipo de les y menos de tres cuartos de siglo después
proceso —político, económico, social o cultu­ concluyó, tras una serie de espasmos, como
ral- sobre los otros, pues estas evoluciones ra­ una nación desilusionada, una estructura polí­
ramente coinciden en sus inicios o en su fina­ tica desarticulada, una economía en decaden­
lización. En el mejor de los casos se trata de cia y una sociedad dividida ideológicamente.
una suerte de ficción didáctica, siempre cues­ Han pasado diecisiete años desde el punto final
tionable, pero a menudo útil. Cuando se deba­ de esta Nueva Historia, y este breve tiempo
tió dónde comenzar esta Cuarta Parte de la permite una aproximación más razonada a los
Nueva Historia de la Nación Argentina, se optó últimos y más sensibles años, aunque todavía
por el año 1914, que significó para la cultura hay una buena cantidad de información no ac­
occidental no sólo el fin de la Belle Époque si­ cesible para el historiador. El año 1983 signifi­
no el comienzo de la primera de las grandes ca, hasta el día de hoy, el comienzo de un nue­
tragedias bélicas que caracterizaron al siglo XX. vo ciclo constitucional que está en plena
La Argentina, aunque neutral en el conflicto evolución. Por eso se consideró apropiado de­
armado, no fue ajena a un proceso que marcó, tener esta obra en esa fecha, sin perjuicio de re­
no sólo una alteración en el ritmo inmigratorio conocer que cada aspecto de la vida argentina
y en el programa económico agroexportador, tiene su propia dinámica, en permanente inte­
sino que coincidió con una nueva experiencia racción con los otros, razón por la cual las di­
política a través del sufragio universal, secreto y visiones temáticas de la obra contienen cons­
obligatorio, que habría de producir, casi inme­ tantes referencias a las otras que las influyen.
diatamente, carnbios profundos en la política En 1914, la población estaba creciendo a
nacional. un ritmo acelerado, pero a partir de la década
El período aquí tratado, 1914 a 1983, es un del treinta este crecimiento se hizo más lento,
siglo corto pero intenso, signado por grandes especialmente después de la Segunda Guerra
contradicciones. Comienza con una Argentina Mundial, lentitud que continuó acentuándose.
rutilante, modelo de modernidad y desarrollo Era el resultado de una transición demográfica
LA ARGENTINA DEL SIGLO XX

caracterizada por un bajo crecimiento vegeta­ órganos de gobierno y generaron muchas dis­
tivo y una disminución del aporte inmigrato­ posiciones restrictivas, pero en la práctica se
rio. Al mismo tiempo cambió la composición mostraron más bien inoperantes y no afecta­
de la ola inmigratoria que hasta mediados del ron el importante flujo migratorio. De este
siglo fue predominantemente europea y luego modo, paulatinamente, el tano, el gallego, el
fue oriunda, en su mayoría, de los países lirní­ turco y el ruso -motes populares que designa­
trofes. La población sufrió también un cam­ ban las distintas etnias y culturas- se integra­
bio en su estructura: comenzó siendo joven y ron en los barrios y en los pueblos con la po­
masculina, para transformarse en madura al blación criolla, en un proceso de asimilación
promediar el siglo y concluir como una pobla­ que —con ocasionales resistencias- fue cre­
ción envejecida -en términos demográficos- y ciente y que se completó con una enseñanza
con predominio femenino. Contribuyó a este pública obligatoria e igualitaria, donde los hi­
envejecimiento el hecho de que la esperanza jos de inmigrantes se identificaron como ar­
de vida al nacer aumentara en veinte años en­ gentinos. Cuando el hijo del inmigrante pudo
tre las citadas fechas extremas, que disminuye­ acceder a la enseñanza media y luego a la uni­
ra la natalidad y también la mortalidad. Para­ versidad, estuvo en condiciones de integrar las
lelamente se profundizó un proceso de profesiones liberales e instituciones como el
urbanización, que se manifestó más intensa­ Ejército o la Iglesia Católica, lo que significaba
mente en el área del Gran Buenos Aires, que una vía de ascenso social. Ciertos oficios espe­
llegó a concentrar el 30% de la población del cializados, derivados en actividades comercia­
país. les o industriales exitosas, también llevaron a
La proporción de inmigrantes entre los los “argentinos nuevos” a integrar la clase me­
habitantes de la Nación era alta y se distribuía dia de la sociedad. Por supuesto, igual que los
irregularmente en todo el territorio, con pre­ nacionales, no todos triunfaron y los fracasos
dominio en las áreas litorales, en Córdoba y condujeron muchas veces a los inmigrantes al
Mendoza. Una gran cantidad de ellos se afin­ regreso a su país de origen o a tentar otro des­
có en las ciudades, aunque hubo muchos que, tino. Si bien el “crisol de razas” nunca es per­
organizadamente en colonias o en forma indi­ fecto y sigue siendo objeto de discusión, se
vidual, se instalaron en la campaña. Lógica­ puede afirmar que, en ese sentido, la experien­
mente, cada inmigrante traía un bagaje cultu­ cia argentina fue una de las más logradas.
ral propio de su país de origen; su ensamblaje Hacia el comienzo del período, los secto­
con la sociedad argentina no siempre fue fácil res obreros alcanzaban el 40% de la población
y muchas veces el inmigrante era resistido co­ activa del país y los trabajadores “no manua­
mo “distinto”, aunque esa resistencia era más les” llegaban casi al 30%, para rozar el 40% en
promovida por sectores que se autodenomi­ 1946. El país era reconocible como una “socie­
naban tradicionalistas que por los pobladores dad de clase media", con una movilidad social
criollos que eran sus vecinos. Las discusiones ascendente, ya que los descendientes de inmi­
sobre la conveniencia de ciertas inmigracio­ grantes llegados al país en la segunda mitad
nes, de su cantidad y de la conveniencia o no del siglo XIX, lograron insertarse en el sector
de establecer cupos, fueron frecuentes en los dirigente. Si en este nivel hay que discernir en­
INTRODUCCIÓN

tre los grupos terratenientes más antiguos y la donde prevalece un nivel mínimo de desarro­
burguesía industrial más reciente, también en llo, y las provincias restantes, en una situación
la clase media hay que distinguir entre un intermedia. En este cuadro geográfico, la Pata­
grupo formado por comerciantes, industria­ gonia se destaca por haber logrado un progre­
les, propietarios rurales menores, profesiona­ so muy pronunciado en poco tiempo.
les y funcionarios y otro de menor nivel eco­ Dentro de este retrato social, con luces y
nómico, constituido principalmente por sombras, cabe acentuar la movilidad del tejido
empleados públicos y de empresas privadas. social como una característica nacional, resul­
En cuanto a las clases populares, los obreros tante de una vocación igualitaria, no jerarqui­
industriales representaban el 20% de la po­ zante, que va desde el plano social a las rela­
blación activa en 1946, con muy baja concen­ ciones familiares y personales. Esta movilidad
tración por empresas. En los años que siguie­ social que se da con características ascenden­
ron se desarrollaron el “cuentapropismo” y tes hasta los años sesenta, se tranforma en des­
una clase media asalariada formada por ad­ cendente a partir de la década siguiente, tanto
ministrativos, ejecutivos, técnicos industriales en la clase media como en la obrera.
y profesionales, mientras que en el nivel de la El crecimiento urbano fue tan acelerado
clase obrera se produjo un aumento de los que generó problemas de ordenamiento, cir­
trabajadores autónomos. Al mismo tiempo, el culación, vivienda y servicios sanitarios en to­
sector de los jubilados sufrió un deterioro sa­ das las principales ciudades del país y que ad­
larial que repercutió en su condición social. quirieron un nivel muy acentuado en el Gran
Hacia los años setenta se notó un progreso en Buenos Aires. La ciudad capital irrumpe desde
el sector agropecuario, resultante de su mo­ el Centenario como el modelo parisino para
dernización tecnológica, se mantuvo el nivel Sudamérica. Un aire europeo caracterizó el
de empleo anterior y hubo un aumento del Centro y los barrios residenciales, mientras la
cuentapropismo tanto en la clase media como ciudad se extendía hacia los barrios gracias al
en la obrera. Hacia el fin del período se cons­ tranvía y el subterráneo. Pronto se enlazó, sin
tata una declinación de la situación social an­ solución de continuidad, con Flores y Belgra­
te la aparición conjunta de un aumento de los no y la tradicional “casa chorizo” fue reempla­
sectores carenciados, una disminución de la zada por el chalet y el petit hótel. Se hizo sentir
asistencia estatal, el continuo deterioro de las la necesidad de una planificación urbana; pero
jubilaciones y la reducción de las asignaciones los planes, más teóricos que prácticos, queda­
familiares. Un dato elocuente es el del Censo ron en letra muerta y la ciudad se desarrolló al
de 1980 que mostró que una cuarta parte de ritmo de las improvisaciones, impulsadas por
la población vivía con necesidades básicas in­ los intereses inmobiliarios y la corruptibilidad
satisfechas. de los presuntos reguladores. Sólo algunas
Estas características no fueron uniformes obras, como la avenida de circunvalación de
en todo el país, que puede dividirse básica­ la Capital, y más tarde las autopistas, tuvieron
mente en tres áreas. El Litoral, más Córdoba y visión de futuro. Mientras tanto, la construc­
Mendoza, con caracteres predominantes de ción en altura, inspirada en el modelo nor­
país desarrollado; las provincias del Noroeste, teamericano y el ansia de mayor rentabilidad
LA ARGENTINA DEL SIGLO XX

inmobiliaria, fueron cambiando la fisonomía vincias mesopotámicas. Pero la población re­


urbana y eliminando los resabios de épocas quería nuevas y eficientes obras de sanea­
pasadas. Este fenómeno no fue exclusivo de miento. La provisión de agua potable adqui­
Buenos Aires y caracterizó a la mayoría de las rió notable impulso con la creación de Obras
ciudades principales de la Nación. La concen­ Sanitarias de la Nación, que además de las
tración de pobladores generó serios proble­ plantas potabilizadoras, construyó ríos subte­
mas de vivienda, que fueron tímidamente en­ rráneos, acueductos e hizo perforaciones en
frentados en la primera mitad del siglo, con las zonas menos socorridas. Algunas ciudades
más vigor durante la década peronista y final­ presentaron problemas de solución particu­
mente, con planes erráticos que fueron insufi­ lar, como Bahía Blanca, Comodoro Rivadavia
cientes para las necesidades de una población y Presidencia Roque Sáenz Peña. Cerca del fin
de muy escasos recursos que se iba concen­ del período aquí historiado, se inició un pro­
trando en la periferia de las grandes ciudades, ceso de transferencia de estas obras a las pro­
originando una multiplicación de barrios pre­ vincias. Además del agua potable, los residuos
carios, conocidos como “villas miseria”. La cloacales fueron un problema constante y de
congelación de los alquileres y la ley de pro­ solución más tardía. La recolección de basura
piedad horizontal abrieron un camino insos­ fue la tercera gran cuestión para el sanea­
pechado para los inquilinos de clase media, miento urbano y pasó por varias etapas: el de­
que rápidamente y en alta proporción se pósito a cielo abierto, las grandes usinas inci­
transformaron en propietarios. Paralelarnen­ neradoras, los incineradores particulares y el
te, las clases de mayor capacidad económica relleno sanitario. Este último se combinó con
emigraron de las grandes capitales hacia su­ el proyecto del Cinturón Ecológico del Gran
burbios residenciales y barrios cerrados, con Buenos Aires.
más espacios verdes y mejores condiciones de Al margen de esta sociedad, existió en la
seguridad. Durante este período se desarrolla­ periferia del territorio nacional un conjunto
ron la ciudades balnearias y los centros de es­ de diferentes conglomerados indígenas con
parcimiento y vacaciones. El modelo marpla­ ' características muy disímiles, pero que tuvie­
tense se multiplicó a lo largo de la costa ron en común la intención de resistir, sin éxi­
atlántica, adquirieron vigor los centros serra­ to, la presión de la sociedad nacional. En la re­
nos de Córdoba y San Luis, en tanto que San gión chaqueña, en la Puna y sus aledaños, en
Carlos de Bariloche y San Martín de los Andes menor medida en Misiones, y también en la
fueron precursores de un tipo de turismo de región pampeana y la Patagonia, estas socieda­
doble temporada en lagos y montañas, que se des se batieron en retirada, no sólo ante la
extendería hacia el norte y el sur de esa región. ocupación del territorio en que vivían, sino
También fue necesario establecer nuevas inclusive ante la usurpación del que les fuera
vías de comunicación, con programas de pa­ asignado en algunos casos como reservas terri­
vimentación de rutas -la de la ruta 3 tuvo toriales. Pero más grave aún fue el proceso de
fuerte incidencia en el desarrollo patagónico­ aculturación en el que progresivamente desa­
y la planificación de construcción de puentes parecieron sus hábitos comunitarios, sus mo­
que terminaron con el aislamiento de las pro­ dos de subsistencia, sus tradiciones religiosas y,
INTRODUCCION

casi siempre, también su lengua. Hacia el fin ca Radical, asumió su cargo con la convicción
del período habían desaparecido totalmente de que debía cumplir una misión: la de la re­
en Tierra del Fuego y en la Patagonia sur; en generación política de la República. Idealista, o
La Pampa quedaba. poco más de un centenar si se prefiere principista, Yrigoyen no repre­
de individuos. En las zonas restantes, los anti­ sentaba a un partido doctrinario, como era la
guos cazadores, pastores o cultivadores per­ aspiración expresa de Sáenz Peña, sino a una
dieron sus hábitos comunitarios y se transfor­ clara identificación entre ética y política, un
maron en peones estables o temporarios de los cierto nacionalismo liberal y una preocupa­
establecimientos agropecuarios o forestales, ción por los sectores menos favorecidos de la
cuando no emigraron a los suburbios de las sociedad, que dio a su gestión un toque popu­
ciudades para realizar tareas calificadas como lista.
inferiores. Algunos pocos se refugiaron en las La primera preocupación de Yrigoyen fue
prácticas artesanales y una minoría intentó un desmantelar la maquinaria política conserva­
renacimiento de sus tradiciones a través de dora, que además de dominar ambas cámaras
una postura indigenista y reivindicatoria, ejer­ del Congreso, controlaba once de las catorce
citada en ámbitos y con las ideologías de la so­ provincias. El mecanismo para operar la “re­
ciedad que los había absorbido. La inserción paración nacional” fue el de las intervenciones
en la sociedad general se fue operando tam­ federales, pero aunque no logró la mayoría
bién a través de un proceso de mestización, es­ parlamentaria pudo superar muchas situacio­
pecialmente antiguo en el Noroeste, donde nes provinciales, cuyos conflictos excedían a
terminaron censados como criollos. una mera resistencia a la renovación. La ges­
tión económico-social de Yrigoyen no aportó
mayores novedades, el salario obrero mejoró
LA VIDA POLÍTICA apreciablemente y los sindicatos aumentaron
sus afiliados. No obstante, la relación entre el
La República de los notables languidecía Gobierno y los sindicatos no siempre fue bue­
hacia el Centenario y las tendencias renovado­ na, como se evidenció en el conflicto de los
ras que surgían en su propio seno presagiaban frigoríficos en 1917, las derivaciones de la
su muerte natural, mientras a su alrededor los huelga metalúrgica de 1919, conocida como
retoños de nuevas propuestas políticas toma­ “Semana Trágica”, y la huelga de los obreros
ban cada vez más fuerza. La sanción de la lla­ laneros en Santa Cruz en 1921, que termina­
mada Ley Sáenz Peña en 1912 y el vigor con ron todos con el llamado a las Fuerzas Arma­
que el Presidente la sostuvo, crearon un estado das para poner un final drástico a los hechos.
de ánimo político que hizo irresistible su apli­ Uno de los grandes logros de ese momento
cación. El triunfo de la candidatura de Yrigo­ fue la neutralidad argentina en la Gran Guerra,
yen en los comicios presidenciales de 1916, mantenida pese a las presiones políticas inter­
aunque por escaso margen en el Colegio Elec­ nas, la de los anglosajones y las agresiones de la
toral, significaba, en votos, una clara adhesión marina alemana que hundió tres buques argen­
a la política reformista de Sáenz Peña. El nue­ tinos. Una nueva causa de tensión fue el descu­
vo presidente, veterano líder de la Unión Cívi­ brimiento del espionaje realizado desde la em­
LA ARGENTINA DEL SIGLO XX

bajada gennana, pero Yrigoyen y su ministro de las más felices del siglo. El fin de la Gran
Pueyrredón mantuvieron el buen rumbo. Guerra había traído un resurgimiento econó­
Cuando concluida la guerra se invitó a la Ar­ mico, el retorno de la inmigración abundante
gentina a participar de la Sociedad de las Na­ y reinaba la paz social. Incluso la convivencia
ciones, el Presidente se mantuvo irreductible política sólo se alteró en Mendoza y San Iuan.
en sostener la igualdad entre estados belige­ El año 1924 señala la ruptura entre los dos sec­
rantes y neutrales, pese a las gestiones de Al­ tores del radicalismo ante el acuerdo parla­
vear, embajador en París, y del citado ministro, mentario entre antipersonalistas, socialistas
lo que obligó al retiro de la delegación argen­ independientes, conservadores y partidos pro­
tina. El frente ideológico se animó con el mo­ vinciales, que fue designado por los yrigoyenis­
vimiento de la reforma universitaria, con la tas como el “contubernio”. Dos años después,
que sirnpatizaba el partido gobernante, mien­ las elecciones nacionales de diputados ratifica­
tras en las Fuerzas Armadas, el uso de las mis­ ron esta división, en las que el yrigoyenismo
mas en las intervenciones a las provincias y la sufrió una derrota parcial. La respuesta del vie­
selección de los mandos según las simpatías jo caudillo y de sus partidarios fue preparar
políticas de los candidatos, provocaron las una propuesta más nacionalista, populista y
reacciones de los militares que se denomina­ antiimperialista, que procuraba la adhesión de
ban “profesionales”. Mientras tanto, dentro del los obreros y de los intelectuales universitarios
partido gobemante se habían ido perfilando de izquierda. Este programa tuvo éxito y en las
dos tendencias, una fiel seguidora de Yrigoyen elecciones presidenciales de 1928, la fórmula
pero sin figuras de relieve, otra más indepen­ Yrigoyen-Beiró derrotó a la de Melo-Gallo, du­
diente y crítica, en la que militaban Melo y Ga­ plicando casi los votos de ésta. Tamaña victoria
llo. En el dilema de elegir sucesor, el Presiden­ fue vivida por los personalistas como un ple­
te, continuando una vieja práctica de los biscito y como una adhesión permanente del
notables, eligió a Alvear, en quien reconocía electorado. En el bando contrario se puso en
una lealtad que estaba por encima de conoci­ cuestión si el sufragio democrático conducía a
das diferencias de criterio. gobiemos saludables.
Fue así como Marcelo T. de Alvear llegó a El entorno presidencial, ensoberbecido,
la presidencia de la Nación con el 55% de los creyó que quedaba autorizado para cualquier
votos emitidos y en un ambiente de orden. El paso, con un presidente disminuido por la
nuevo presidente inauguraba un nuevo estilo edad y cada vez más lento en sus decisiones.
y un nuevo criterio, lo que algtma vez se ha de­ No obstante que algimas partes de su progra­
nominado el paso del paternalismo populista ma fueron realizadas, el país entró al año 1930
al aristocratísmo popular; pero detrás de estas en medio de una grave crisis económica mun­
diferencias se desarrollaba una división en el dial, con elecciones legislativas en marzo y un
seno del radicalismo entre yrigoyenistas, par­ clima de inusitada violencia política. Las elec­
tidarios incondicionales del veterano caudillo, ciones mostraron al radicalismo gobernante
y antipersonalistas, más proclives al liberalis­ como el partido más fuerte, pero quedó en mi­
mo tradicional. Sin duda, Alvear fue beneficia­ noría frente a sus opositores unidos. En la Ca­
18 do por una época que se recuerda como una pital, el resultado fue desastroso para la UCR,
INTRODUCCIÓN

que resultó tercera, llevándose el triunfo los transcurrido los seis años desde su anterior
socialistas independientes, que contaron con presidencia y el radicalismo se abstuvo. Triun­
un grupo dirigente brillante. En suma, el elec­ fó cómodamente la fórmula Agustín P. Iusto­
torado parecía ver al partido gobemante co­ Iulio A. Roca (h) y el nuevo presidente mantu­
mo inoperante. Todas estas circunstancias die­ vo un difícil equilibrio entre antipersonalistas
ron pábulo para una conspiración golpista y conservadores y dio importantes carteras
promovida desde sectores civiles y por un gru­ ministeriales a los socialistas independientes.
po reducido de militares, que consiguieron el Fallecidos Uriburu e Yrigoyen, Justo se
apoyo del general retirado José F. Uriburu, an­ dedicó a consolidar su poder a través del ejer­
tiguo sirnpatizante de la democracia progre­ cicio del “fraude patriótico” en ciertos distri­
sista. La tradición golpista tenía hondas raíces tos clave, del control policial de los conatos
en la política argentina y había sido practicada subversivos de los radicales más exaltados, y
por los radicales durante el régimen anterior y del retorno al recurso de las intervenciones
continuaron con ella durante el gobierno de la federales a las provincias. La política del Pre­
Concordancia. En medio de la pasividad gene­ sidente condujo a una marcada recuperación
ral, un grupo inicialmente pequeño del Ejérci­ económica, a una fuerte acción en materia de
to materializó el golpe de Estado del 6 de sep­ obras públicas, a una creciente intervención
tiembre, que rompió una tradición de del Estado en el plano económico y social,
gobiernos constitucionales de casi setenta banderas que delataban su tradición radical y
años de existencia. perturbaban a otros aliados; en materia inter­
El curso de nuestra historia política ha de­ nacional mantuvo su preferencia por su alinea­
mostrado, aparte de la responsabilidad com­ ción con los intereses británicos y su oposición
partida por todos en este desenlace inconstitu­ a los Estados Unidos, pese a las advertencias
cional, su profunda irracionalidad. A partir de morigeradoras de ministros como Pinedo.
allí, la vida nacional estuvo signada por mar­ Reinsertó a la Argentina en la Sociedad de las
chas y contramarchas, gobiernos constitucio­ Naciones y obtuvo para su canciller Saavedra
nales y de facto, ilegitimidades de origen o de Lamas el Premio Nobel de la Paz, por su inter­
desempeño. La llamada revolución de sep­ mediación en la guerra paraguayo-boliviana,
tiembre no aprovechó a sus autores. Sin un en abierta oposición al candidato norteameri­
programa definido y con sostenedores que te­ cano Cordell Hull.
nían entre ellos profundas divergencias, su je­ Iusto logró también mantener la prioridad
fe dudó entre el camino organicista, con una de los radicales antipersonalistas frente a los
reforma constitucional que proponían Carlos conservadores y eso se manifestó en la elec­
Ibarguren y su grupo, y el retorno a un_ régi­ ción de la nueva fórmula presidencial, con Ro­
men constitucional apoyado por conservado­ berto M. Ortiz para presidente y Ramón S.
res y antipersonalistas, que contaba con la Castillo, jurista y conservador catamarqueño,
aprobación de los militares seguidores del ge­ para la vicepresidencia. La fórmula oficialista
neral Agustín P. Iusto, ex ministro de Alvear. triunfó, con la lógica ayuda del fraude y sin
La última alternativa prevaleció. La candi­ que la dirigencia política, enredada en sus lu­
datura de Alvear fue vetada por no haber chas partidarias, advirtiera el progresivo aleja­
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

miento y la indiferencia de la mayoría de la claramente presidenciables del país. Castillo,


población. El doctor Ortiz, ex ministro de Ius­ siempre procurando el liderazgo de su grupo
to, asumió la presidencia con un claro objeti­ sobre los radicales justistas, eligió como suce­
vo: curar la ilegitimidad de su cargo con una sor al salteño Robustiano Patrón Costas, rele­
lucha por la honestidad electoral. Este propó­ gando las aspiraciones de Ramírez. Su logia, el
sito le trajo serias dificultades con sus aliados GOU, consideró llegado el momento de rom­
del Partido Demócrata, sobre todo cuando in­ per nuevamente la continuidad constitucio­
tervino la provincia de Buenos Aires, domina­ nal, lo que se concretó el 4 de junio de 1943.
da por el régimen conservador más fraudu­ Tras una muy efímera aparición del general
lento del país, en mayo de 1940. Pero este Rawson, tomó el poder el general Ramírez, de­
proceso legitirnador se frustró por la enferme­ trás de quien estaba la logia militar en la que
dad del Presidente, con una diabetes avanza­ actuaban Farrell, Avalos y Perón.
da, que lo forzó a delegar primero la presiden­ En esta relación han quedado en la sombra
cia en Castillo y luego a renunciar, para morir varias fuerzas políticas que actuaron en un
sólo un mes después, en julio de 1942. plano más modesto, pero cuyo peso ideológi­
La asunción de Castillo se dio en medio de co fue significativo. Para la década del cuaren­
circunstancias muy especiales en el orden in­ ta, los grupos anarquistas, partidarios de la ac­
ternacional y local. Estaba en pleno desarrollo ción directa y de la eliminación del Estado,
la Segunda Guerra Mundial y, hasta esa fecha, habían desaparecido prácticamente. El socia­
las potencias del Eje mantenían su prioridad lismo argentino fue siempre reformista, con
militar y muchos creían en su victoria final, una ideología en permanente revisión, y creía
aunque pocos meses después sus derrotas en que a través del sufragio se podía moderar pri­
Stalingrado y El Alamein iban a señalar “el mero y suprimir finalmente la explotación ca­
cambio de la marea”. Los argentinos se alinea­ pitalista. Tuvieron una fuerte presencia parla­
ban según sus preferencias ideológicas y la na­ mentaria y sus figuras más destacadas fueron
cionalidad de sus ancentros en alguno de los Alfredo Palacios, Enrique Dickmann y Nicolás
bandos en lucha. Los Estados Unidos presio­ Repetto. Los elementos marxistas más extre­
naban para que la Argentina abandonara su mos constituyeron, en 1920, el Parüdo Comu­
neutralidad, mientras Gran Bretaña estaba nista, que desde 1930 se alineó con la ortodoxia
más interesada en que la conservara para ase­ stalinista, con Codovilla y Rodolfo Puiggrós. En
gurar sus abastecirnientos alimenticios y evi­ el otro extremo del socialismo, un grupo —en el
tar la penetración norteamericana. En el Go­ que se destacaban los diputados Pinedo y De
bierno predominaba la línea aliadófila a la que Tomaso— adhería a varios postulados liberales
también adhería la logia militar que manejaba lo que condujo a una escisión y a la creación
Iusto, mientras que surgía otra, liderada por el del Partido Socialista Independiente en 1927.
ministro de Guerra general Ramírez, con no­ Por su parte, el Partido Demócrata Progresis­
torias simpatías por el Eje. Cuando empezaba ta, con el liderazgo de Lisandro de la Torre, te­
a debatirse la sucesión presidencial, ocurrie­ nía por banderas el laicismo, el nacionalismo y
ron, con pocos meses de diferencia, las muer­ el federalismo y adhirió paulatinamente a va­
20 tes de Alvear y de Justo, las dos únicas figuras rios postulados liberales. Los grupos naciona­
INTRODUCCIÓN

listas, de variado tinte, raras veces conforma­ nes pagas, tribunales de trabajo y protección
ron partidos. Frente al nacionalismo liberal para el peón rural. El proletariado industrial,
decirnonónico, surgió otro, con Manuel Gál­ indigente y desprotegido, reconoció en el Es­
vez, que ponía el acento en la tradición y el ca­ tado —y en Perón particularmente- una ins­
tolicismo. Leopoldo Lugones enarboló su con­ tancia protectora. Esto fue decisivo para el fu­
vicción antidemocrática y antiparlamentaria y turo de su liderazgo.
adhirió a una forma de autocracia militar. Cuando, en octubre de 1945, un grupo de
Desde 1930 en adelante pueden distinguirse militares dirigido por el general Ávalos, cansa­
tres corrientes: la católica, con reminiscencias do del predominio de Perón y con el apoyo de
maurrasianas, con Irazusta, Dell’Oro Maini, casi toda la dirigencia civil -liberales, socialis­
Palacio y Pico, la filosofista con Nirnio de An­ tas, radicales, intelectuales y dirigentes estu­
quín y la populista con Iauretche y Scalabrini diantiles- destituyó a Perón de todos sus car­
Ortiz. gos y lo confinó en la isla Martín García, una
El nuevo gobierno surgido del golpe de espontánea manifestación de obreros y gentes
1943 se encontró con el problema de que la de escasos recursos se movilizó hacia el centro
Segunda Guerra Mundial se definía en el sen­ de Buenos Aires y se instaló el 17 de octubre
tido contrario a sus expectativas. Ese hecho y en la Plaza de Mayo vivando a su líder. El go­
la presión de los Estados Unidos obligaron a bierno, indeciso y en todo caso dispuesto a no
una ruptura de relaciones con Alemania y Ia­ tirar contra el pueblo, cedió a las demandas y
pón en enero de 1944, que originó el éxodo de liberó a Perón, que se encontró con todos los
sus filas de los filofascistas más recalcitrantes, resortes del poder en sus manos. El momento
entre ellos el propio Ramírez, a quien sucedió fue aprovechado para llamar a elecciones ge­
en la presidencia el general Farrell. Tanto uno nerales, poniendo fin al régimen de facto. Las
como otro hicieron gala de autoritarismo, an­ manifestaciones multitudjnarias de la campa­
tiliberalismo, intervencionismo estatal y cen­ ña electoral condujeron a lo que se ha llamado
sura. La enseñanza religiosa en las escuelas pú­ “el empate social”; pero en las urnas, el fla­
blicas le ganó el apoyo de una jerarquía mante Partido Laborista que, con el apoyo de
eclesiástica católica que todavía jugaba con la disidentes radicales y de conservadores popu­
idea de la restauración del Estado Católico. listas, sostuvo la fórmula Perón-Quijano, ob­
Pero otra línea de acción más persistente, y tuvo 1.478.372 votos contra 1.21 1.666 de
que caracterizó a toda la era peronista que re­ Tamborini-Mosca, candidatos de la heterogé­
cién se estaba gestando, fue la de la justicia so­ nea Unión Democrática. La diferencia en el
cial. El coronel Iuan Domingo Perón fue de­ colegio electoral fue abrumadora a favor del
signado jefe del Departamento Nacional de ganador, lo que también sucedió en cuanto a
Trabajo, que en noviembre de 1943 se trans­ las bancas del Parlamento.
formó en Secretaría de Estado. Desde allí Pe­ Perón continuó el proceso ya iniciado de
rón inauguró sus contactos con una dirigencia la intervención económica del Estado, espe­
gremial prevenida, pero progresivamente Pe­ cialmente en la órbita de los servicios públi­
rón obtuvo aumentos salariales, extensión de cos y de las fuentes energéticas. La más publi­
las jubilaciones, estabilidad laboral, vacacio­ citada y políticamente explotada fue la 21
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

nacionalización de los ferrocarriles, para sa­ los avances del poder político. Perón había
tisfacción de los ideólogos nacionalistas y si­ contado con el apoyo inicial de los católicos
guiendo los parámetros mundiales predomi­ nacionalistas, pero la Iglesia deseaba preser­
nantes, pero que en definitiva fue una var su acción social iniciada por el padre Gro­
operación ruinosa para el Estado, que pagó te a comienzos del siglo y que se continuaba
ingentes sumas por unas concesiones que es­ con la Juventud Obrera Católica, y con la ac­
taban por caducar. La creación del Instituto ción de monseñor De Andrea, éste en la línea
Argentino para la Promoción del Intercambio del catolicismo conservador europeo. Ade­
(IAPI), y la unificación sindical —un solo gre­ más, una minoría de católicos, seguidores del
mio por industria- fueron instrumentos para pensamiento de Maritain, tenía influencia a
contrarrestar, el primero, a la Unión indus­ través de la prédica de Manuel V. Ordóñez y
trial Argentina y el segundo, a los sindicatos Manuel Río.
no peronistas. El juicio político a la Corte Su­ En el plano internacional, Perón había co­
prema de Iusticia dio la tónica de la hegemo­ menzado sosteniendo banderas antiimperia­
nía presidencial. Este proceso de concentra­ listas y antinorteamericanas, pero hacia 1955
ción condujo a la reforma constitucional de intentó estrechar las relaciones con Estados
1949, que autorizó la reelección del presidente Unidos. La línea intemacional de este y los su­
y consagró el intervencionismo estatal en múl­ cesivos gobiemos fue evitar un notorio alinea­
tiples esferas. Perón, esencialmente autocráti­ miento con la potencia del norte, defender la
co, supo eliminar progresivamente a sus ad­ paz, oponerse a los organismos supranaciona­
versarios en las filas oficiales y tendió a les que coarten la soberanía y diversificar los
presentar a los opositores como “anüpatrias”, mercados comerciales. '
descalificándolos a los ojos populares. En esta Simultáneamente, adquirió un carácter
tarea de captación de la voluntad popular de­ convocante la condición de opositor. Todos
sempeñó un papel esencial la segtmda esposa aquellos que padecieron la obligación de afi­
del Presidente, María Eva Duarte, que se con­ liarse al peronismo para conservar un puesto
virtió —o fue convertida— en el elemento me­ público, la politización de la enseñanza, los
diático entre Perón y las masas y llegó a mere­ arrestos políticos, el control de la prensa, la vi­
cer una adhesión mayor aún que la del propio gilancia y la delación -reales o fingidas— como
Perón. La creación de la Fundación que ella forma de disuasión, fueron confonnando lo
dirigía y la de la rama femenina del Partido que se llamó “la contra”. La muerte de Eva Pe­
Peronista, consolidaron este liderazgo com­ rón cortó uno de los canales de comunicación
partido. entre el líder y el pueblo. Al mismo tiempo, la
Paralelamente, el proceso hacia la Comu­ baja de la capacidad adquisitiva del salario y la
nidad Organizada tuvo un nuevo instrumen­ caída de la producción generaron el Segundo
to en la Doctrina Nacional, por la cual cual­ Plan Quinquenal, en el que la condición dis­
quiera que se opusiera a ella era enemigo de la tributiva del Primero era reemplazada por una
Nación. Comenzó por entonces la disociación productiva. Aunque estos cambios afectaron
entre Perón y la Iglesia, cuando ésta quiso las bases de apoyo al gobiemo, los comicios
22 preservar su identidad y sus derechos frente a presidenciales de 1951 dieron un holgado
INTRODUCCIÓN

triunfo al peronismo; pero la oposición porte­ un ala moderada dentro del antiperonismo. El
ña se mostró irreductible. En noviembre de peronismo seguía siendo el vector que dividía
1954, Perón se lanzó en una campaña anticle­ política y socialmente a los argentinos. Los
rical, denunció a miembros de la Iglesia como partidarios de Perón sentían a la Revolución
antiperonistas y en poco tiempo se sucedieron como una conspiración y los revolucionarios,
el arresto a sacerdotes, rla supresión de los fe­ como la consecuencia de la opresión excesiva
riados religiosos, la eliminación de la enseñan­ del régimen derrocado. Aramburu transformó
za religiosa y la legalización del divorcio. Co­ la Junta Militar cogobemante en Junta Con­
mo respuesta, la procesión de Corpus Christi sultiva, a la par de la preexistente civil del mis­
de ese año no sólo fue una renovación de fe mo nombre. Ésta se convirtió pronto en un fo­
ante la persecución, sino una manifestación de ro de lucha entre los representantes de las
antiperonismo en la que participaron conoci­ diferentes fracciones políticas. Mientras tanto,
dos agnósticos y hasta comunistas. Cinco días los peronistas reaccionaban y el 9 de junio de
después, tras un fallido y sangriento levanta­ 1956 hubo un alzamiento militar de este sig­
miento de la Marina, las iglesias más tradicio­ no, fácilmente dominado. El gobiemo declaró
nales fueron incendiadas por una turba pero­ el estado de sitio y fusiló a los principales
nista. Las cartas estaban echadas. Al forzar su complotados militares y civiles. Perón, desde
dominación, Perón había alejado a muchos de el exilio, condenó el movimiento por no haber
sus simpatizantes y ya no había independien­ sido consultado, con lo que ratificó su lideraz­
tes sino gente en pro y en contra. El 16 de sep­ go omnírnodo. Aramburu, que previamente
tiembre estalló una revolución militar en Cór­ había anulado la reforma constitucional de
doba, con ramificaciones en varias partes del 1949, decidió que la Argentina integrara el
país y en la que participó la escuadra de mar. Banco Mundial y el Fondo Monetario Inter­
Perón se refugió en una cañonera paraguaya. nacional. Buscó entonces una salida hacia la
La Revolución Libertadora triunfó y el general formación de un gobierno constitucional y
Eduardo Lonardi asumió la presidencia de la anunció el llamado a elecciones, pero con la
Nación. exclusión del peronismo. Comenzaba lo que
Militares y civiles antiperonistas estuvie­ se ha llamado “el juego imposible”. Los radica­
ron de acuerdo para derribar a Perón, pero no les eran los naturales aspirantes al futuro go­
proyectaron lo que harían con el poder que bierno y entre ellos primó Arturo Frondizi
habían obtenido. En el seno de las Fuerzas Ar­ con su postura “no peronista”. Pero en la
madas se delineó una actitud conciliadora, Constituyente, el radicalismo apareció dividi­
con el propio Lonardi, y otra marcadamente do: la UCR Intransigente con Frondizi, la
antiperonista, dirigida por el vicepresidente UCR del Pueblo con Balbín. Frondizi pactó
almirante Isaac Rojas, que luego sería denomi­ con Perón, quien le dio su apoyo, y se consa­
nada “gorilismo”. El intento de Lonardi de in­ gró presidente con el 57% de los votos. Este
tegrar su gabinete con nacionalistas y liberales pacto iba a producir una larga sombra sobre
sólo condujo a la lucha interna y a la renuncia su gobierno.
del Presidente, que fue reemplazado por el ge­ El nuevo presidente sorprendió a todos
neral Pedro E. Aramburu, que representaba con una política económica basada en el desa­ 23
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

rrollo del mercado interno y la explotación in­ quien ya había mediado infructuosamente en
tensiva de los recursos petroleros por empre­ los finales del gobierno de Frondizi. La posi­
sas privadas, en contradicción con su prédica ción conciliadora de Aramburu no fue acepta­
anterior. Esto le enajenó las simpatías de los da por los duros de uno y otro bando y se lla­
nacionalistas, muchos radicales y militares; mó a elecciones con una exclusión parcial del
otro frente conflictivo fue su opción por la li­ peronismo, por lo que Perón ordenó a sus se­
bertad de enseñanza frente al monopolio esta­ guidores votar en blanco. Ésta fue la última
tal, en la que fue apoyado por la dirigencia ca­ elección con excluidos.
tólica; por fin se complicó en el plano Se impuso la fórmula Illia-Perette, de la
internacional oponiéndose a la expulsión de la UCRP, aunque con un caudal reducido de vo­
Cuba castrista de la Organización de Estados tos. Cuestionado por los peronistas por ilegíti­
Americanos, y se entrevistó en secreto con el mo, vigilado por el Ejército azul, su honesti­
“Che” Guevara. A tantos frentes simultáneos dad no bastaba para que tuviera margen de
se agregó el retiro del apoyo de Perón, quien maniobra. Con todo, se decidió a terminar
seguía aspirando a ser el árbitro de la situación con las exclusiones electorales y en las eleccio­
política argentina. Aunque se había triplicado nes legislativas de 1964 triunfó la Unión Po­
la producción petrolera, aumentado el salario pular, peronista, con el 29,6% de los votos, se­
real y disminuido la desocupación, la cuestión guida por el partido gobernante (28,4%). Los
política continuaba en crisis. Un planteo mili­ militares no querían el regreso de Perón y éste
tar que exigía la deposición del Presidente, se necesitaba un gobierno más antiperonista pa­
palió más en las formas que en el fondo. Fron­ ra reagrupar a sus adictos. Onganía, en desa­
dizi fue reemplazado por el presidente provi­ cuerdo con Illia, renunció como comandante
sional del Senado, Iosé María Guido. en jefe del Ejército, pero el golpe de Estado era
La gestión de éste estuvo complicada por una cosa anunciada. El 28 de junio de 1966,
las presiones de las fracciones militares en los tres comandantes en jefe derrocaron al
pugna: azules y colorados. Se dio el caso inédi­ doctor IHia. Las Fuerzas Armadas habían deja­
to de que Campo de Mayo, con el general On­ do de ser tutoras de los presidentes para con­
ganía al frente, se sublevara para sostener la le­ vertirse en poseedoras del poder.
galidad y subordinar el Ejército a la autoridad Los jefes militares designaron presidente
civil. Los colorados respondieron con las ar­ al general Juan Carlos Onganía. Éste desarro­
mas, pero fueron vencidos en una operación lló una gestión autoritaria con dos modelos
militar en la que los azules demostraron su su­ contradictorios: liberal en economía pero no
perioridad táctica. Los propósitos políticos de­ liberal en otros campos de gobierno. La ges­
clarados fueron: subordinación al poder civil, tión del ministro Krieger Vasena fue exitosa e
profesionalismo militar y derecho al voto para inició un período de crecimiento ininterrum­
toda la ciudadanía, sin exclusiones. Pero las ri­ pido que duró casi diez años. El neoperonista
validades políticas fueron recortando este pro­ Vandor entró en conversaciones con el go­
grama. En este panorama apareció la idea de bierno. Pero el ambiente cultural estaba agita­
elecciones adelantadas, con el general Aram­ do por una manifiesta inflexibilidad de las au­
24 buru como candidato de unión nacional, toridades que respondían con virulencia a
INTRODUCCIÓN

cuestiones superficiales sin atender a las cues­ definitiva, se llamó a elecciones con el sistema
tiones de fondo. En ese período empieza a ac­ de ballotage. La fórmula justicialísta Cámpo­
tuar la guerrilla urbana, que interviene en el ra-Solano Lima triunfó con el 49,6% de los
“Cordobazo” de 19'69, si bien registraba ante­ votos y la UCR, segunda a gran distancia, re­
cedentes desde lO años antes con el grupo conoció el triunfo de los peronistas.
procastrista de los Uturuncos. Onganía opta El lema “Cámpora al Gobierno, Perón al
por cargar en su ministro de Economía las poder” no se iba a cumplir en forma sencilla. La
culpas de lo sucedido en Córdoba y lo despi­ presión de la Juventud Peronista sobre el nuevo
de cuando más lo necesitaba. En ese ambien­ gobiemo se hizo sentir con el indulto a los pre­
te es asesinado Vandor y poco después es se­ sos políticos, guerrilleros incluidos, que fue se­
cuestrado, y luego asesinado, el general guido de una apresurada anmistía. Simultánea­
Aramburu, por el grupo Montoneros. La “po­ mente se abrieron las cárceles y salieron en
lítica sin política” de Onganía lo lleva al aisla­ libertad presos políticos y comunes, amnistía­
miento y en junio de 1970, la Junta Militar le dos o no, mientras en los días precedentes ha­
pide la renuncia. bían sido asesinados el almirante Hermes Qui­
Tras la fugaz y visiblemente transitoria jada y el sindicalista Kloosterman. El 20 de
presidencia del general Roberto Levingston, junio, Perón volvió nuevamente al país y fue re­
lo sucedió, el 26 de marzo de 1971, el general cibido por una concentración impresionante
Alejandro A. Lanusse. Su diagnóstico fue co­ de gentes que presenciaron un combate todavía
rrecto: el principal problema era político y la más impresionante entre las fracciones de dere­
solución consistía en el restablecimiento de la cha e izquierda del peronismo. Si Cámpora o
legitimidad democrática. Su ministro del In­ quienes lo seguían, identificados con la ultraiz­
terior, Arturo Mor Roig, anunció en abril el quierda peronista, creyeron que podían rodear
fin de la veda política y la restitución de los a Perón, éste condenó los sucesos de Ezeiza co­
bienes a los partidos políticos. No había pros­ mo una amenaza para la sociedad y urdió rápi­
cripciones en tanto los partidos se atuviesen a damente las alianzas con los poderes sindical,
la Constitución Nacional y a las vías pacíficas militar y económico y hasta con la oposición
de acción. En noviembre de 1972 se permitió radical. Así resultó que el rodeado fue Cámpo­
el regreso de Perón al país. Un año antes se le ra, quien debió renunciar, juntamente con Li­
había devuelto el cadáver de Eva Perón. La­ ma, el 13 de julio de 1973.
nusse apareció como el fiador institucional El presidente provisional Lastiri llamó a
del regreso a la democracia, pero poco des­ elecciones presidenciales para el 23 de septiem­
pués se convirtió en una suerte de competi­ bre. La fórmula Perón-Perón, integrada por el
dor de Perón. Todo esto se dio en medio de viejo general y su tercera esposa María Estela
una escalada guerrillera, pero el gobierno se Martínez, demostraba el desprecio de Perón
vio dificultado por las actitudes variables de por los problemas de la sucesión institucional.
Perón que oscilaba entre someterse a las re­ Perón triunfó con el 61,8% de los votos, en su
glas electorales y sostener a sus “formaciones máxima consagración política. Dos días des­
especiales”, los guerrilleros, a quienes Gilles­ pués fue asesinado el sindicalista Rucci. La per­
pie bautizó como los “soldados de Perón”. En cepción, tanto en la esfera militar como en la 25
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

guerrillera, era que se estaba en presencia de Presidente, que había declarado ilegal al grupo
una guerra intema. Ya Lastiri había declarado Montoneros, se fue a descansar al Sur. En el in­
ilegal al “Ejército Revolucionario del Pueblo” terinato de Ítalo Luder se dio la orden de ani­
(ERP), de inspiración trotskista. Perón intentó quilar ala guerrilla y se desarrolló con ese fin el
reconstruir el pacto social, de tono distribucio­ Operativo Independencia en las selvas tucu­
nista y nacionalista moderado, que fue acatado manas, a cargo del Ejército.
en principio, pero que finalmente fue descala­ Se había llegado a lo que podría denon1i­
brado por la guerra intema ya desatada. El narse un nuevo estado de naturaleza, donde la
ERP y Montoneros, éste de origen nacionalis­ violencia estaba en manos de grupos privados.
ta-fascista, adoptaron las prácticas terroristas El pedido de juicio político a la Presidente,
de la guerra revolucionaria, en tanto grupos aunque con muchos apoyos, no prosperó. Los
militares adoptaban esta misma táctica como poderes del Estado habían caído en una suer­
único recurso para salvaguardar la seguridad te de autismo y cada cual se había refugiado en
nacional, constituida en valor absoluto. Pocos sus intereses de grupo. La Constitución no in­
eran los que reclamaban el monopolio de la teresaba, el país tampoco. Mientras tanto, los
fuerza para el Estado, ejercida en el marco del periódicos anunciaban desembozadamente la
derecho. La sociedad, azorada y asustada, con­ probabilidad de una revolución y hacían espe­
templaba esta situación en que había quedado culaciones sobre su fecha. Fue entonces que
atrapada, sin atinar a encontrar una salida. los militares no percibieron que el objetivo in­
El l" de julio de 1974 murió Perón. La cla­ mediato de la guerrilla era el golpe de Estado
se política se dispuso a respaldar a la nueva que estaban dispuestos a dar, cediendo al de­
presidente María Estela Martínez de Perón, co­ seo de orden de la gente, al hasüo político y a
nocida popularmente como “Isabelita”. Pero ni sus ventajas corporativas.
el elenco que la rodeaba, en el que hacía figura El 24 de marzo de 1976, la presidente Pe­
dominante Iosé López Rega, ni el terrorismo le rón fue depuesta y confinada en Villa La An­
dieron margen de maniobra, aparte de sus es­ gostura, Neuquén. Una Junta Militar asumió
casas dotes para el cargo. Quince días después el mando en nombre del Proceso de Reorga­
de asumir Perón fue asesinado Mor Roig y nización Nacional y emitió cinco documen­
continuaron los crímenes a los que se agregó tos a los cuales se atendría el gobierno mili­
por el extremo derecho la Triple A (Alianza tar. Los argumentos básicos justificativos del
Antimperialista Argentina o Alianza Antico­ golpe eran el vacío de poder, la falta de una
munista Argentina), que respondía a la inspi­ estrategia contra la subversión, la corrupción
ración de López Rega. Éste fue designado se­ y la irresponsabilidad económica y el incre­
cretario privado de la Presidencia en enero de mento de los extremismos. Como primer
1975 y tomó prácticamente las riendas del go­ problema, los militares debieron enfrentar el
biemo. El aislamiento de éste era cada vez ma­ mismo faccionalismo interno que atravesaba
yor. El jefe del Ejército, general Numa Laplane, a la sociedad civil y que condujo al error de
que había propuesto cierta participación mili­ dividir los ministerios nacionales, los gobier­
tar con el gobierno, presentó su renuncia y fue nos provinciales y hasta los municipios en
26 reemplazado por el general Iorge R. Videla. La forma proporcional entre los representantes
INTRODUCCION

de las tres Fuerzas Armadas. En la composi­ papa Juan Pablo II y la decisión de Videla de
ción de las sucesivas Iuntas, que fueron here­ aceptarla contra las opiniones belicistas de
dando el poder a un ritmo similar al de los militares y civiles. Pero cuando el general
ascensos militares,‘ se advirtió pronto la in­ Galtieri se hizo cargo de la Presidencia a fines
fluencia de grupos y camarillas que se despla­ de 1981, apoyó un viejo proyecto del almi­
zaban unos a otros. La lucha contra la guerri­ rante Anaya para recuperar las islas Malvinas.
lla y el terrorismo fue exitosa, pero para ello La Iunta creía, como su canciller Costa Mén­
se pagó un precio muy alto, no sólo en vidas, dez, que los Estados Unidos no apoyarían a
sino por la adopción de la metodología de los Gran Bretaña para una recuperación armada
propios terroristas y si bien algunos de los de las islas y que la cuestión, una vez dado el
métodos eran legítimos -infiltración, arres­ golpe de mano de la ocupación argentina, se
tos, lucha sin cuartel-, otros no lo eran -co­ resolvería diplomáticamente. Esta percep­
mo la tortura para conseguir información- y ción era totalmente equivocada, desconocía
comprometían los mismos principios en cu­ los lazos de alianza internacional entre las
ya defensa se luchaba. En la acción contra dos potencias anglosajonas, ignoraba el ca­
guerrilleros y terroristas hubo una etapa legí­ rácter inglés ante lo que sería para ellos una
tima, cuando el objetivo era recuperar y ga­ agresión y, no menor objeción, desconocía la
rantizar el orden público. Pero así como se disparidad de fuerzas a comprometerse en el
combatía contra varias organizaciones más o conflicto. En poco tiempo, todas estas cuestio­
menos independientes, así la lucha militar se nes quedaron en evidencia y las fuerzas argen­
derivó en acciones también independientes, tinas en las islas, donde habían desembarcado
según las armas y los mandos, a lo que hay el 2 abril de 1982, tras el sacrificio de muchas
que agregar el accionar “por cuenta propia” vidas debieron capitular el 14 de junio de ese
de grupos paramilitares. Cuando el terroris­ año. Este conflicto, sumado a los diversos vai­
mo estuvo vencido, según declaración oficial venes en la política exterior, confirmaron ante
del gobierno, esta forma de lucha continuó las grandes potencias su percepción de que
sin necesidad y dio origen a la acusación de en este terreno, la Argentina era errática e
haber incurrido en terrorismo de Estado. impredecible.
La acción económica del Proceso, alerta­ El colapso bélico fue el principio del fin
da por episodios anteriores como el llamado para el régimen militar. Sin una salida política
“Rodrigazo”, comenzó con buena senda de la —que habían desperdiciado en los tiempos de
mano del ministro Martínez de Hoz, con una Videla y de Viola—, desacreditados en el plano
orientación neoliberal con matices demo­ militar y en todos los otros, acusados de viola­
cristianos. Pero poco después cayó violenta­ ciones a los derechos humanos, carecieron de
mente el salario real, la inflación creció a ni­ las posibilidades de negociar una transición.
veles pocas veces registrados y terminó en El general Nicolaides se hizo cargo del Ejérci­
una recesión con inflación. En el plano inter­ to y encomendó al general Bignone la “liqui­
nacional, la discusión con Chile por el canal dación” del régimen. Bignone llamó a eleccio­
de Beagle y sus islas estuvo a punto de provo­ nes generales en las que, por primera vez, el
car una guerra, que evitó la intervención del radicalismo venció al peronismo. 27
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

VIDA RELIGIOSA cas religiosas. Por la misma época se crea la Ac­


ción Católica Argentina, que iba a realizar una
La vida religiosa en este siglo se caracteri­ intensa tarea de formación doctrinaria. Los in­
za por un proceso general de secularización, telectuales católicos, en particular el grupo de
que abarca a la mayoría de las creencias, por tendencias nacionalistas, se agrupó en tomo de
un cambio fimdamental en la concepción ad los Cursos de Cultura Católica y la revista Cri­
intra de la catolicidad, por la apertura a la ins­ terio se convirtió en la expresión católica de al­
talación de las iglesias protestantes, por el de­ ta cultura, bajo la dirección de Atilio Dell’Oro
sarrollo de la comunidad religiosa judía y por Maíni y de monseñor Franceschi.
la aparición de los primeros ritos islámicos. Al El movimiento franquista, presentado en
mismo tiempo, en los últimos treinta años se el exterior más como una cruzada para salvar
advierte una proliferación de las iglesias infor­ la catolicidad del peligro comunista que como
males, conocidas como sectas. una campaña para evitar la disgregación polí­
La Iglesia Católica se movió con relativa tica de España, reunió a su alrededor una ma­
comodidad en sus relaciones con gobiernos en yoría de católicos, mientras que aquellos que
los que primaba la mentalidad positivista y que priorizaban la democracia, eran tachados des­
ejercía la prerrogativa constitucional del Patro­ pectivarnente de “católicos liberales”. Esta si­
nato. Acafladas, o al menos puesta sordina, a tuación se prolongó durante el gobierno pero­
las resonantes discusiones que precedieron y nista, que implantó la enseñanza religiosa
siguieron a la ley 1420 de educación común a católica en las escuelas públicas, más como un
fines del siglo anterior, el ejercicio del Patrona­ recurso político que por afán apostólico, lo
to provocó un incidente durante la presidencia que no percibió la jerarquía eclesiástica. Entre
de Alvear, que estuvo a punto de llevar a una 1953 y 1954 empezó el conflicto entre el go­
ruptura entre el gobierno argentino y la Iglesia. bierno y la Iglesia, que se ha mencionado más
Con excepción de este conflicto, las relaciones arriba. El choque final se produjo en 1955 con
entre Iglesia y Estado fueron generalmente la detención masiva de los dirigentes de la Ac­
buenas y no resultaron afectadas por el trabajo ción Católica, la expulsión de dos obispos y la
del padre Grote en los sectores obreros ni por quema de las iglesias. En ese momento, los ca­
los de monseñor De Andrea que, pese a sus ten­ tólicos nacionalistas se apartaron desilusiona­
dencias conservadoras, era denominado por los dos del peronismo y los democráticos vieron
elementos más derechistas “el obispo rojo”. En confirmada la razón de sus advertencias. Una
este período se destaca la acción educadora de de las causas de la débil inserción de la Iglesia
los jesuitas, bayoneses y lasalleanos, que for­ en los medios populares provenía de su acti­
maron a buena parte de los hijos de la elite tud más administrativa que apostólica, sobre
porteña y prepararon el renacimiento religioso todo en las parroquias, lo que dejó un amplio
de los años treinta. Cabe destacar que, en una campo a la prédica protestante y la de las sec­
sociedad donde prirnaban el positivismo y el tas que hacían de la asistencia social el eje de
anticlericalismo, la realización del Congreso su propaganda religiosa.
Eucarístico Nacional, en 1934, significó una El Concilio Vaticano II (1962-1965) signi­
28 reacción multitudinaria en favor de las prácti­ ficó una profunda modificación en la Iglesia y
INTRODUCCIÓN

tuvo equivalentes ecos en la Argentina. La ac­ nar en el país a fines del siglo anterior, con las
titud de los fieles puede agruparse así: una misiones anglicanas en la Patagonia, que con la
mayoría fiel a las disposiciones conciliares y desaparición de los indígenas de esa región,
papales, aun cuando. no las comprendiera, en continuaron en el Noreste. Entre ellos adquirió
algimos casos, en forma cabal; un grupo con­ relieve nacional el educador William Morris. Es­
servador, luego identificado con el integrismo, tas iglesias se identificaron inicialmente con las
que resistía como heterodoxas las resoluciones comunidades nacionales emigradas. Pero con el
conciliares; por fin, un grupo progresista, lue­ correr de los años, adquirieron características
go identificado con el tercermundismo, que claramente nacionales. Desde comienzos del si­
iba más allá de la posición conciliar y procura­ glo se establecieron los metodistas que en
ba una suerte de revolución religiosa. La situa­ 1914 fundaron el Colegio Ward, mientras los
ción de crisis se manifestó en una disminu­ adventistas creaban la Unión Austral en 1916.
ción de las vocaciones sacerdotales y en el Varias denominaciones comenzaron a actuar
abandono de su ministerio por los sacerdotes en Entre Ríos y Santa Fe en el siglo anterior y
que se sentían coaccionados por las disposi­ pronto se extendieron a otras regiones. La ac­
ciones conciliares. Las ideologías de izquierda ción conjunta comenzó por la enseñanza teo­
y la resistencia al celibato sacerdotal fueron en lógica, en la que trabajaron metodistas, Valden­
parte motivadoras de las deserciones. Pero a ses y luteranos. Otro campo de colaboración
mediados de la década del setenta, consolida­ fueron las sociedades bíblicas. Hacia los años
da la doctrina conciliar y con una mayor ho­ treinta llegaron los menonitas y tuvo un gran
mogeneidad en el cuerpo episcopal, se produ­ despliegue el movimiento pentecostal. Los
jo un retorno de las vocaciones que obligó a años del peronismo, hasta la ruptura de éste
reabrir seminarios que habían sido cerrados. con la Iglesia Católica, fueron difíciles para
Al mismo tiempo aumentó la concurrencia a los protestantes, por la acción de los elemen­
la misa dominical y, sobre todo, el porcentaje tos más clericales del Gobierno y la actitud de
de fieles que recibían la eucaristía. La presen­ la propia Iglesia en nuestro país. En 1946 se
cia de la Iglesia se manifestó en las últimas dé­ creó el Registro Nacional de Cultos, que toda­
cadas por una multiplicación de movimientos vía subsiste, pero sin las connotaciones res­
apostólicos, como los Cursillos de Cristian­ trictivas del comienzo. Con el Concilio Vati­
dad, Legión de María, Movimiento Familiar cano II cambió la actitud de la jerarquía
Cristiano, Opus Dei, etc. Durante los años del católica hacia los protestantes y se inició un
Proceso militar, la Iglesia, pese a algtmas ex­ diálogo de respeto que dio vigor al movi­
cepciones en el ámbito castrense, aportó sus miento ecuménico. Al mismo tiempo, las ra­
reflexiones y su mediación para atenuar los mas protestantes tendieron a unirse por me­
efectos no aceptables de la acción antisubver­ dio de federaciones y por planes de acción
siva. Al mismo tiempo, adquirió renovada común.
fuerza la acción ecuménica, con el frecuente Las iglesias ortodoxas, bastante variadas,
contacto con otras religiones. están principalmente representadas por la
Las iglesias denominadas habitualmente Iglesia Ortodoxa Rusa, cuyo primer templo
protestantes o disidentes, comenzaron su accio­ data de 1901; la Ortodoxa Griega, cuyo primer 29
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

obispo se hace cargo en 1951, y la Iglesia de EL ORDEN JURIDICO


Antioquia, organizada por la misma época.
Hay que agregarles las iglesias uniatas, ortodo­ Al comenzar este período, los pensadores
xas que reconocen el primado del Papa, y la del derecho seguían persiguiendo el ideal de la
Iglesia Maronita, que en realidad es una iglesia codificación como modo de proporcionar a la
católica de rito oriental. Es bastante dificil co­ República normas jurídicas sólidas, claras y
nocer la vida religiosa efectiva de estas comu­ omnicomprensivas. Los cultores del derecho
nidades, pues generalmente se confunden con sumaban en general a su aptitud jurídica, una
las comunidades de origen, que a su vez están aptitud política que realzaba su prestigio so­
divididas entre ortodoxos y católicos, como el cial y lo extendía al derecho y a la ley. Sin em­
caso de los ucranianos. bargo, los códigos constituían, inevitablemen­
La presencia de los judíos en el país data del te, una cierta estratificación del derecho,
siglo XIX, debiendo distinguirse entre la comu­ mientras la vida de la sociedad continuaba
nidad étnica y la práctica religiosa. Esta última cambiando y se diferenciaba del texto de la ley
actividad se organizó en tomo de la Asociación y de la corriente jurídica que se limitaba a la
Mutual Israelita Argentina (AMIA), que consti­ exégesis de las normas.
tuyó un rabinato, una dirigencia y un tribu­ Pero desde el principio de esta situación
nal religioso, con gran influencia askenazi y hubo juristas que comprendieron la necesidad
con predominio de la modalidad ortodoxa, de adecuar la ley a la realidad, iniciando un
especialmente desde 1933. Pese al desafecto período de crítica científica y creativa de los
de las autoridades oficiales, desde esta fecha textos legales. Esto fue vivido por unos como
hasta 1943 ingresaron al país, desde las na­ una crisis, por otros como un proceso de
ciones limítrofes, 30.000 refugiados judíos de transformación y amalgama. Algunos escrito­
la persecución nazi. Por esta época, la prácti­ res plantearon la necesidad de compatibilizar
ca religiosa no era muy grande, en parte por el derecho con la justicia y otros, hacia los
la falta de rabinos. En 1961 sólo había doce y años sesenta, se inclinaron por una crítica más
casi ninguno hablaba español. La creación radical que se tradujo en “jurisprudencialis­
del Estado de Israel, por otra parte, provocó mo”. Dentro de este marco se fueron sucedien­
la emigración de parte de la comunidad. Ese do pequeñas y grandes reformas, pero quedó
mismo año se creó un seminario rabínico de en pie el hecho de la ignorancia de la ley por
orientación liberal. El movimiento reformis­ los ciudadanos, ya que la presunción legal de
ta se organizó aquí hacia 1959. Como en el su conocimiento estaba cada vez más lejos de
caso de los católicos, la década del setenta la realidad.
presencia un renacimiento de las prácticas En cuanto a la aplicación de la ley, tanto
religiosas. desde el liberalismo de principios de siglo co­
La comunidad musulmana practicante es mo desde el positivismo, los tribunales fueron
de muy difícil cuantificación, ya que hasta la firmes defensores de los derechos individua­
fecha aquí considerada (1983) no existía nin­ les, siguiendo las pautas de la Constitución de
guna mezquita en el país, aunque habían cen­ 1853. Pero poco a poco se abrió paso en la ju­
30 tros culturales islámicos. risprudencia un criterio realista que tuvo en
INTRODUCCIÓN

cuenta las exigencias sociales para la aplica­ Hegar en la década del setenta a lo que se ha
ción de la ley. Los cambios políticos incidieron denominado el retorno a la ortodoxia.
no sólo en la composición del Poder Judicial Pero las realidades económicas no siempre
sino también en su criterio sobre la función iban de la mano de sus preceptores intelectua­
del Estado, que fue pasando del Estado protec­ les, pues estaban condicionadas por circuns­
tor al Estado promotor del bienestar y final­ tancias políticas y sociales. Hacia 1914 con­
mente al Estado custodlo de la seguridad. cluía el período de la expansión cerealera de la
En el campo del derecho penal, los cam­ pampa húmeda y de las economías de mono­
bios del pensamiento occidental sobre el tema cultivo —azúcar, vitivinicultura y explotación
se reflejaron en el país en una concepción po­ forestal— que padecían crisis periódicas que se
sitivista del sistema penitenciario, que debía a vieron agravadas durante el período de pos­
la vez ser correctivo y reeducador de los pena­ guerra. El Estado reforzó su intervención y se
dos. Pero la falta de establecimientos carcela­ impuso el bilateralismo en el comercio exte­
rios suficientes y la superpoblación crónica de rior. El plan de Federico Pinedo —frustrado
los detenidos en ellos, sin distingos entre pro­ por falta de apoyo político- procuró conciliar
cesados y condenados, hicieron que las aspira­ la industrialización, una economía abierta y la
ciones reformistas sólo pudieran aplicarse en creación de un mercado de capitales. Hacia
escasas oportunidades. 1945, la agricultura extensiva fue adquiriendo
muchas de las características de una agricultu­
ra moderna, aunque sin resolver buena parte
LA VIDA ECONÓMICA de sus problemas. Muchos factores se dieron
cita para configurar este tiempo como una
El pensamiento económico se manifestó etapa de transición. El crecimiento económico
en la cátedra y los libros, siguiendo los grandes y el consiguiente aumento del consumo hicie­
lineamientos occidentales, pero con caracte­ ron decrecer proporcionalmente el gasto en
rísticas propias. Se sucedieron, en este plano, alimentación y aunque éste también aumentó,
la escuela positiva y el neoclasicismo, hasta y por lo tanto también la producción agrope­
que a fines de los años treinta se plantearon la cuaria, el resultado fue una tendencia a la baja
teoría anticíclica de Prebisch, luego la de las en los precios de este sector.
inecuaciones lineales de Barral Souto y la doc­ El campo se vio más afectado que otros
trina social de la Iglesia según Valsecchi. Tras sectores por factores de incertidumbre —cli­
Figuerola, teórico de la economía peronista, ma, plagas, variaciones de los mercados- que
con el cambio político posterior se abren paso sólo podían mitigarse con nuevas tecnologías
los criterios de la Comisión Económica para (riego, pesticidas, herbicidas, cuidado del sue­
América Latina de las Naciones Unidas (CE­ lo) que implicaban inversiones de capital y
PAL), con Prebisch, y la teoría no monetaria conducción experta. El Estado actuó por vía
de Olivera. Desde la década del sesenta hay de subsidios y regulaciones de los precios, los
una profusión de teorías, con influencia de las que no lograban siempre compensar la inesta­
escuelas norteamericanas, y la creación de nú­ bilidad de los mercados internacionales, de­
cleos de estudio de distintas corrientes, para pendientes del éxito o el fracaso de las cose­ 31
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

chas de los otros grandes países productores. igual que la exportación a los países latinoa­
Esta situación generó en la mayoría de los mericanos. El desarrollo industrial pasó a ser
agricultores y ganaderos argentinos un com­ una política de Estado hasta 1976. Cuando el
portamiento muy conservador, reduciendo peronismo accedió al poder, se planteó si de­
riesgos e inversiones, lo que demoró el ritmo bía privilegiar una industria exportadora o
de la tecnificación. una dirigida a satisfacer el mercado interno, o
Hasta 1913, la industria nacional creció ambas. Se optó por el mercado interno; op­
con una tasa del 8% anual. En su evolución ción poco feliz, pues dio origen a una indus­
posterior se pueden distinguir varias etapas. tria poco competitiva y tecnológicamente re­
Primero, la Gran Guerra tuvo un efecto nega­ zagada.
tivo por el estrangulamiento de la producción Al estallar la Primera Guerra Mundial, la
y la falta de materias primas. Sólo lograron Argentina abandonó el patrón oro, dejando
progresos aquellas que tuvieron una capaci­ fluctuar el valor de su moneda. Desde 1919
dad productiva suficiente y materia prima na­ hasta 1928, el producto bruto intemo creció a
cional, como fue el caso de los textiles, de mo­ un ritmo cercano al 6% anual y aumentaron
do que en su conjunto, en 1920, la industria las inversiones, las exportaciones y el comercio
estaba prácticamente en el mismo nivel que interno; los salarios reales ascendieron y supe­
en 1913. Segundo, en la década del veinte se raron a los europeos de la misma época. Para­
produjo una reacción como resultado de la lelamente hubo cierta deflación en los precios,
depreciación del peso, un nivel de protección lo que permitió retomar el patrón oro en
industrial adecuado y un fuerte aumento del 1927.
consumo interno, destacándose el avance de Cuando la gran depresión de 1929-1930, el
los sectores textil, metalúrgico, cementero y comercio intemacional se derrumbó y la Ar­
petrolero. Al mismo tiempo, la industria se gentina tuvo serias dificultades para amortizar
diversiñcó, comenzó a exportar y Hegaron ca­ sus deudas y pagar sus intereses, pese a que ha­
pitales extranjeros, con predominio de los bía alcanzado el máximo de sus reservas en
norteamericanos. La tercera etapa sigue aula oro y divisas. Estas comenzaron a consumirse
crisis de 1929. Desde 1933, la industria fue el y cuando la pérdida alcanzó al 28% se decidió
sector más dinámico de la economía, con una cerrar la Caja de Conversión. En 1931, el co­
tasa de crecimiento promedio del 7% anual. mercio exterior continuaba en crisis, el Estado
Continuando el proceso de la década anterior, debía cuatro meses de sueldos y era notoria la
este crecimiento obedeció a la caída de las irn­ retracción del circulante, por lo que el Gobier­
portaciones y un proceso de sustitución de los no decidió emitir sin respaldo metálico y bus­
productos extranjeros. La estabilidad del sala­ car el equilibrio fiscal que, tras un esfuerzo de
rio real, el aumento de las obras del Estado y varios años, se logró en 1935. En 1933 se in­
de los capitales extranjeros impulsaron este corporaron al gabinete Federico Pinedo y Raúl
crecimiento, pero la dimensión de las empre­ Prebisch, se crearon el control de cambios,
sas, en promedio, decreció en vez de aumen­ nuevos impuestos, reducciones de gastos y de
tar. Por último, durante la Segunda Guerra salarios, subsidios a la agricultura y a la carne.
32 Mundial, el proceso de sustitución creció, Desde entonces se hizo evidente la superación
INTRODUCCIÓN

de la crisis y el crecimiento del producto bru­ ra sin precedentes en el siglo, como resultado
to intemo. El pacto Roca-Runciman, además de las tasas de interés libres y la garantía esta­
de asegurar la venta de carne al Reino Unido, tal de los depósitos, que estimuló la irrespon­
aunque no en las condiciones ideales, permi­ sabilidad de ciertos agentes financieros y tasas
tió liberar grandes cantidades de moneda blo­ altísimas. El público trasladó buena parte de
queadas en Gran Bretaña. El aumento de las sus activos financieros a moneda extranjera y
obras públicas contribuyó a reactivar el mer­ sus depósitos a bancos estatales o extranjeros;
cado interno y mejorar la infraestructura de muchos bancos privados se vieron en serias
comunicaciones. En 1935 se creó el Banco dificultades, pero buena parte de ellos logra­
Central, con facultades de control del sistema ron recuperarse, aunque las secuelas de la cri­
bancario y de otorgar redescuento. sis perduraron por años.
Desde 1939, la creciente actividad econó­
mica del Estado produjo el retorno a los défi­
cit fiscales abultados, que en 1945 superaron el LA VIDA COTIDIANA

5% del PBI. La nueva guerra mundial produ­


jo saldos favorables en el comercio exterior y En los setenta años aquí tratados, la vida
el incremento de la masa monetaria, lo que cotidiana se transformó radicalmente, como
originó una inflación que llegó en 1945 al ocurrió en el resto del mundo. El impacto de
16%. La estrategia oficial fue favorecer a los la Gran Guerra sobre las costumbres fue tre­
sectores que presentaban mayor dinamismo, mendo y de algtma manera —a veces razona­
pero no se logró la estabilidad monetaria y ble, otras por simple mirnetismo— se instaló en
cambiaria, ni detener la inflación. la Argentina. Los cambios más notorios po­
Desde esta fecha, el país sufrió un proceso drían resumirse así: presencia creciente de la
inflacionario permanente, aunque de variable mujer en el mundo del trabajo —fábricas, talle­
virulencia, con un aumento paralelo de los vo­ res, oficinas-, liberalismo moral como resulta­
lúmenes monetarios y con préstamos restrin­ do de la crisis padecida y del deseo de “vivir la
gidos a causa de que las tasas de interés eran vida” mientras se pueda, multiplicación de las
superadas por el ritmo de la inflación. Pueden formas de sociabilidad extrafamiliar como los
reconocerse tres etapas distintas en este proce­ cafés y los clubes, adopción de la práctica de
so inflacionario: la primera, de 1946 a 1958, deportes y cambios profundos en la vestirnen­
con una inflación relativamente baja; la se­ ta. El baile presenta cambios sustanciales. Prac­
gimda, de 1959 a 1974, de inflación moderada, ticado, salvo las grandes fiestas de los círculos
y la tercera, de 1975 a 1983, de inflación alta. más altos de la sociedad, en las casas de familia
Los planes monetarios para contener esta ten­ y en los clubes, cada vez aparecen más salones
dencia sólo tuvieron éxitos transitorios en de baile, diferentes de los tradicionales del si­
1951-1952, 1958, 1967 y 1972-1973. Cuando glo anterior y en un principio no muy bien
la masa monetaria se reducía, esta economía, afamados.
ya habituada a la inflación, aumentaba la velo­ El paseo era una práctica generalizada, ini­
cidad de circulación de los medios de pago. En cialmente en los días festivos. Cada ciudad te­
marzo de 1980 se produjo una crisis financie­ nía sus calles o parques donde practicarlo, y en 33
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

las modestas se reducía a una corta vuelta que Un gran cambio en la vida cotidiana fue el
recibía el mote irónico de “la vuelta del perro”. cinematógrafo, sobre todo a partir del cine
Pero aun una capital como Buenos Aires, con sonoro. Desde la década del treinta, además
pretensiones europeas tuvo, hasta fines de los de las salas céntricas, se expandieron los cines
cincuenta, áreas de paseo, que lógicamente por los barrios, de modo de constituir una di­
iban cambiando cuando el lugar escogido por versión accesible sin necesidad de ir hasta el
los elegantes comenzaba a ser invadido por los Centro. La popularidad del cine llevó a la
sectores medios que pretendían legitimar su construcción de grandes salas, y en el centro
ascenso social. Esa función fue desempeñada de la Capital se agruparon en zonas como la
por la calle Florida, por los parques de Paler­ calle Lavalle. La aparición de la televisión en
mo, luego por Plaza Francia. A partir de en­ la década del cincuenta, modificó estos hábi­
tonces el paseo sólo subsistió para los sectores tos; la gente dejó de ir con tanta frecuencia al
populares: la Costanera Sud y la Costanera cine y las salas de barrio fueron cayendo en su
Norte, sucesivamente. La gente de más recur­ mayoría. Hacia el final de este tiempo, apare­
sos se dedicó a ir a los clubes que ya tenían sus ce otro tipo de entretenimiento que podría­
versiones con parques, piletas de natación y mos llamar el espectáculo multitudinario.
canchas de juegos diversos. Algunos, como el Grupos orquestales, solistas o cantantes que
Club Universitario Buenos Aires, iniciaron la comenzaron convocando multitudes en tea­
práctica del barrio propio, precursor de los tros y cines, empienzan a actuar en espacios
“country-clubs” y de los barrios cerrados de mayores. El Luna Park y más tarde los esta­
los suburbios elegantes. dios de fútbol, van a ser el ámbito de concen­
Otra transformación de los hábitos derivó tración de multitudes, en las que predominan
de la aparición, en la década del veinte, de la los adolescentes. ’
radiofonía. La difusión masiva de la radio fue La familia rígida, patriarcal, comienza a
rápida, dirigida en buena parte a una audien­ desaparecer; los jóvenes comienzan a ejercer
cia femenina que podía escuchar la radio más su libertad; las mujeres acceden a la uni­
mientras realizaba las tareas hogareñas coti­ versidad y con el correr de pocos años, compi­
dianas; ellas eran también las receptoras de la ten con los varones en las cátedras superiores.
propaganda, reforzando su natural capacidad También la calle cambia su fisonomía: desapa­
persuasiva. Las radios fueron multiplicando recen los vendedores ambulantes y los tran­
sus programas, especializándose algunas en vías; los colectivos, creación porteña, crecen
cierto tipo de emisiones —música clásica, po­ en tamaño hasta parecer verdaderos ómnibus.
pular, deportes—. En 1951 hizo irrupción en La música abandona la calle, los teatros líricos
los hogares la televisión, que hacia 1978 co­ y los de revistas musicales se mantienen por la
menzó las emisiones en color. Hasta fines de devoción de un público fiel pero minoritario.
este período estuvo bajo control oficial y aun­ La música en la casa no es practicada sino sim­
que su difusión fue impresionante, no destro­ plemente oída. Los discos de larga duración,
nó a la radio que permitía oír y trabajar al luego los cassettes y, al final, los discos com­
mismo tiempo y que mantuvo su dominio en pactos, crean una cultura en la que prima la
34 la mayoría de las áreas rurales. música comercial.
INTRODUCCIÓN

Al mismo tiempo se registró un cambio en otros- y de grandes figuras individuales —co­


orden al libro y la lectura. El proceso de alfa­ mo Labruna y Maradona, por ejemplo-, el
betización amplificóy democratizó el uso del fútbol concita un apasionarniento tal que con­
libro. Con una presencia dominante en el voca multitudes. Otros deportes han tenido
mundo de habla española, el libro argentino sus momentos de éxito y han atraído al públi­
tuvo en las décadas del treinta y del cuarenta co; pero ni Guillermo Vilas en tenis, ni Rober­
su edad de oro; pero las circunstancias políti­ to de Vicenzo en golf, han despertado tanto
cas y económicas marcaron, desde entonces, entusiasmo. Sólo en el automovilismo, las fi­
un sostenido retroceso. Los “magazines”, la guras de los hermanos Gálvez y de Iuan Ma­
novela semanal y el libro de bolsillo populari­ nuel Fangio alcanzaron tamaña popularidad.
zaron la lectura en una sociedad convencida
de que la cultura era un factor de ascenso so­
cial y donde las bibliotecas municipales y po­ LA EDUCACIÓN

pulares pusieron el libro al alcance de todos


los barrios y municipios. La educación fue una preocupación cons­
El deporte presenta un doble aspecto: pue­ tante de la sociedad argentina y de casi todos
de encararse como actividad personal -indivi­ sus gobiernos, aunque éstos no siempre acer­
dual o de grupos- pero también como espec­ taron en las soluciones concretas. A través de
táculo. La mayoría de los deportes comenzó todos los cambios políticos aumentó el núme­
por ser una actividad desinteresada, amateur. ro de establecimientos educativos y el de
Este carácter obedecía a la influencia británi­ alumnos inscriptos. Los frutos “argentinizado­
ca, de donde vinieron casi todos los deportes res” de la ley 1420 se hicieron sentir y el Esta­
luego popularizados aquí. Con los años, los do nacional asistió a las provincias más pobres
deportistas se convirtieron al profesionalismo, en el campo educativo con el establecimiento
porque las necesidades de financiación de los de escuelas primarias nacionales. El pensa­
viajes para las competencias en el exterior y de miento positivista dominante iba siendo re­
cubrir los costos de entrenadores profesiona­ vertido por una visión que combinaba el expe­
les, fueron imponiendo este cambio, que se­ rimentalismo de Dewey con una concepción
guía una tendencia universal. Hacia 1983, to­ más espiritualista, representada por Rosario
davía el polo se resistía a abandonar su status Vera Peñaloza, Iuan Mantovani, Iuan B. Terán,
amateur de deporte aristocrático y en el tenis Iosé y Clotilde Rezzano. La escuela fue cons­
había duros debates sobre el tema. El deporte ciente desde un principio de las necesidades
nacional arquetípico, el fútbol, además de al­ materiales de sus alumnos, lo que condujo
canzar gran relieve internacional, se ha difun­ desde comienzos de la década del veinte a es­
dido por todas las provincias y en las diferen­ tablecer la “copa de leche”, cantinas escolares,
tes divisiones por edades de los clubes, hasta luego comedores, asociaciones cooperativas y
los más chicos han encontrado el campo ade­ colonias de vacaciones. En los años cincuenta
cuado para desarrollar sus habilidades. Pero se sistematizó la asistencia sanitaria a través de
aparte de la existencia de grandes equipos -co­ una Dirección General. En el período peronis­
mo Boca Iuniors, Racing y River Plate, entre ta, aparte de las controversias que suscitó la 35
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

enseñanza religiosa primero y el adoctrina­ ideológicos, la educación media continuó


miento político luego, creció el número de es­ avanzando, aunque con ritmo menor, al tiem­
cuelas y de alumnos, en especial las escuelas­ po en que se deterioraba la remuneración de
fábricas y los jardines de infantes. Con los profesores, como la de los maestros, y dis­
posterioridad, aumentó el número de escuelas minuía su prestigio social. Por entonces se
privadas, que condujo en 1962 a la creación tornó más serio el problema, siempre existen­
del Servicio de Enseñanza Privada. En 1978, te, de la deserción estudiantil, pues en 1980
ante el desarrollo de la capacidad educativa de sólo completaba sus estudios el 40% de quie­
la mayoría de las provincias, se produjo un he­ nes los habían iniciado.
cho que fue la contrapartida de la vieja Ley La universidad siempre tuvo un papel do­
Láinez: se autorizó la transferencia a las pro­ minante en la cultura argentina. En 1914 sólo
vincias de todas las escuelas primarias y pre­ existían las de Córdoba, la más antigua, la de
primarias que la Nación tenía en jurisdicción Buenos Aires y la más reciente de La Plata. En
provincial, transferencia que se instrumentó 1920 se creó la del Litoral; tres años después, la
gradualmente. de Tucumán y en 1940, la de Cuyo. En 1918 se
La enseñanza media fue objeto de especial produjo en Córdoba un movimiento que re­
preocupación desde la presidencia de Yrigo­ clamaba reformas programáticas y la partici­
yen, con especial acento en los colegios nacio­ pación estudiantil en el gobiemo universitario;
nales y las escuelas de artes y oficios. Este em­ su programa se conoció por un “Manifiesto re­
puje continuó en tiempos de la Concordancia formista", que dio nombre al movimiento. Éste
y en 1938 ya existían 280 establecimientos se­ logró la modificación de los estatutos de esa
cundarios en el país. El ministro Jorge E. Coll universidad; casi simultáneamente se reforrna­
procuró una adecuación regional de la ense­ ron los de las universidades de Buenos Aires y
ñanza, dando prioridad a los colegios comer­ La Plata. En 1942, los estudiantes matricula­
ciales e industriales, conteniendo la creación dos llegaban a casi 43.000, de los que el 43%
de normales —pues existían muchos maestros correspondía a la Universidad de Buenos Ai­
graduados y sin trabajo- y creando una escue­ res. El período peronista no fue favorable a las
la de minería en San Iuan. El número de esta­ universidades, que comenzaron por ser inter­
blecimientos alcanzaba a 317 cuando se pro­ venidas y sus rectores designados, no por los
dujo el golpe de Estado de 1943, y cuando cayó claustros universitarios, sino por el Poder Eje­
Perón en 1955, llegaban a 679, lo que prueba cutivo. La progresiva aplicación de la Doctrina
que, pese a las peculiaridades ideológicas del Nacional provocó la oposición de algunos pro­
régimen, subsistió una gran preocupación por fesores que fueron exonerados o forzados a ju­
la enseñanza secundaria. El impulso continuó; bilarse. Si bien sólo se creó una nueva univer­
en 1958 se mejoraron los sueldos de los profe­ sidad en este período, la del Sur —que comenzó
sores y al año siguiente se contó entre estable­ como un instituto provincial—, algunas de las
cimientos públicos y privados con 2.390 insti­ existentes abrieron sedes complementarias en
tutos de nivel secundario, con 533.000 ciudades de la región, y al mismo tiempo hubo
alumnos. En 1972, ambas cifras se duplicaron. un extraordinario crecimiento de la matrícula
36 En la década que siguió, pese a los conflictos estudiantil, que llegó en 1955 a 143.452. Desde
INTRODUCCIÓN

la caída del peronismo hasta su retorno, los atender el crecimiento constante de la matrí­
cambios mayores fueron asegurar la autono­ cula estudiantil. El golpe de Estado de 1976
mía total de las universidades en materia de provocó una nueva intervención de las uni­
gobierno y designación de profesores y autori­ versidades. El restablecimiento de la regulari­
zar la creación de universidades privadas dad de clases y exámenes y el desbande de los
(1955). Al año siguiente secreó el Consejo In­ activistas hicieron cesar la agitación. Pero pese
teruniversitario. La creación de las universida­ a la programación de reformas que asegura­
des privadas debía ser reglamentada por de­ ban la autonomía universitaria, el ambiente se
creto, lo que dio lugar a una apasionada —y fue politizando nuevamente y se creó en pro­
politizada- discusión que postergó la solución fesores y alumnos un clima de inseguridad y
definitiva hasta 1958, cuando tras un arduo de frustración, mientras los problemas funda­
debate, que abarcó desde las calles al Congre­ mentales no se resolvían. Por ello, no fueron
so, se sancionó la ley 14.557 que autorizaba el pocos los que, en uno y otro nivel, optaron por
establecimiento de universidades de propie­ la emigración.
dad privada. Como consecuencia de este en­
frentamiento, el movimiento estudiantil do­
minante, FUBA, que sostenía el monopolio DIMENSIÓN CIENTÍFICA Y CULTURAL

estatal, debió soportar la segregación del Mo­


vimiento Humanista, partidario de la libertad La dimensión tecnológica del progreso ar­
de enseñanza. Desde entonces se produjo un gentino es historiada en los diversos capítulos
progresivo florecimiento de universidades pri­ de la sección sobre economía y presentada en
vadas, confesionales o no, que atrajeron estu­ forma específica en el capítulo sobre la tecno­
diantes, entre otras razones, por la creciente logia, desde sus comienzos sobre los frigorífi­
politización de las universidades nacionales. cos y el ferrocarril, las primeras industrias y la
La militancia estudiantil se radicalizaba pro­ formulación, en la década del cincuenta, de
gresivamente y culminó con la aparición de la una política específica con la creación de la
Juventud Universitaria Peronista. La rama más Comisión Nacional de Energía Atómica
extrema de esta organización adoptó una (CNEA) y, sucesivamente, del Instituto Nacio­
ideología insurreccional. nal de Tecnología Industrial (INTI), del Insti­
El año 1973 mostró una proliferación de tuto Nacional de Tecnología Agropecuaria
universidades nacionales, provinciales y priva­ (INTA) y del Consejo Nacional de Investiga­
das por todo el territorio nacional. Sin embar­ ciones Científicas y Técnicas (CONICET), y la
go, la de Buenos Aires mantenía su primacía, transferencia de tecnología desde el exterior,
con el 47,5% de la matrícula del país. A partir para suplir un equipamiento fabril obsoleto.
de entonces, las casas de estudio sufrieron una Los progresos en el campo de la ciencia biomé­
serie de intervenciones y vaivenes ideológicos dica fueron notables y comenzaron ya en 1914,
que sacudieron al cuerpo de profesores y per­ con el descubrimiento por Agote del método
judicaron los estudios. Pero el hecho domi­ para conservar fluida la sangre. Poco después
nante fue que la universidad, en particular la se inauguró el Instituto Bacteriológico y en po­
de Buenos Aires, no estaba en condiciones de cos años lo siguieron el Instituto de Fisiología, 37
LA ARGENTINA DEL SIGLO xx

la Misión para el Estudio de las Patologías Re­ tirse las contribuciones de Anquin, Astrada,
gionales, el Instituto de Clínica Quirúrgica, Estiú, Rizieri Frondizi, Pucciarelli, Vasallo,
etc., que llevaron a una verdadera transforma­ García Estrada y otros. Los filósofos católicos
ción de la clínica médica, basada en la fisiopa­ contribuyeron con la obra de Casares, Derisi,
tología. Al promediar el período, se crearon el Castellani, Sepich, Quiles y varios más. Nueva­
Instituto de Biología y Medicina Experimental, mente, las menciones pecan de injustas con
el Centro de Investigaciones Cardíológicas, el los omitidos.
Instituto Nacional de Endocrinología, etc. Fi­ Uno de los campos en que la cultura ar­
guras de nivel excepcional, como Bernardo gentina brilla con luz propia es la literatura,
Houssay, Alois Bachmann, Horacio Damiano­ donde se cultivaron casi todos los géneros y
vich, Pablo Negroni, Salvador Mazza, Luis F. corrientes con inusual éxito. Muchos de sus
Leloir y muchos otros llevaron la ciencia bio­ autores alcanzaron fama nacional y no fueron
médica argentina a un nivel internacional, en pocos los que adquirieron brillo internacio­
el que Houssay y Leloir merecieron sendos nal. Si al comienzo del período hubo figuras
premios Nobel. Son tantos los científicos des­ como Horacio Quiroga y Ricardo Güiraldes,
tacados que el espacio disponible impide men­ se destacaron en su tiempo medio Eduardo
cionarlos, aun cayendo en notorias injusticias Mallea, Francisco Luis Bernárdez, Roberto
hacia los omitidos. Todos trabajaron sin apo­ Arlt y Leopoldo Marechal, quienes fueron se­
yos estatales y permanentes, hasta que durante guidos por escritores como Ricardo Molinari,
el gobiemo de Iusto se dotó de un fondo a la Jorge Luis Borges —figura emblemática—, Julio
Asociación Argentina para el Progreso de la Cortázar, Ernesto Sabato, Adolfo Bioy Casares
Ciencia. La Fundación Campomar y otras ins­ y Enrique Anderson Imbert. Si Borges y Cor­
tituciones privadas dieron marco y cauce a los tázar fueron involuntarios popularizadores de
investigadores. A partir de 1945 se tropezó con la literatura del mejor nivel, Victoria Ocampo
una penetración de la política en el campo fue una gran promotora y encauzadora de las
científico, que provocó durante una década bellas letras, a través de la revista Sur y de los
una emigración de científicos, entre ellos César cenáculos literarios que organizó.
Milstein, quien al terminar el período aquí tra­ Las artes plásticas comienzan con pintores
tado, también mereció el premio Nobel por sus influídos por el irnpresionismo y el manchis­
investigaciones que, comenzadas en el país, mo italiano, entre los cuales se destacaron Fer­
culminaron en Inglaterra. Poco después, en nando Fader y Malinverno, cuyos temas fueron
1958, se creó el CONICET. principalmente los paisajes criollos. Por otra
La filosofía positivista concluía su ciclo parte, se procuró una búsqueda de lo prirniti­
cuando, en 1916, visitó el país por primera vez vo y un rescate Costumbrista con Gómez Cor­
José Ortega y Gasset. El espiritualísmo comen­ net y Gramajo Gutiérrez. Mientras un grupo
zó a abrirse camino con Alejandro Korn, Co­ de artistas proclarnaba el retorno al orden clá­
riolano Alberini y Alberto Rougés. Los estu­ sico -Horacio Butler, Basaldúa, Alfredo Gui­
dios filosóficos tuvieron un importante sostén do—, hizo su aparición el vanguardismo, que
en la obra de Francisco Romero y el Congreso fue figura dominante en los años cuarenta, con
38 Nacional de Filosofía de 1949. No deben omi­ Emilio Pettoruti y Xul Solar. Mientras la escue­
INTRODUCCIÓN

la abstracta tenía su representante más conspi­ tonces en la falta de celuloide y el país pierde,
cuo en Del Prete, el expresionismo fue el carn­ en manos de México, el mercado conseguido.
po en que se destacaron Raquel Fomer y Car­ El peronismo trae también consigo el exilio,
los Alonso. Deudores del arte italiano y voluntario o forzoso, de muchos artistas y di­
eximios muralistas fueron Lino Spilirnbergo, rectores. Con la caída de Perón se produce un
Raúl Soldi y Antonio Berni. Un carácter pecu­ retomo que no aporta demasiado brillo, pero
liar tuvo la escuela de la Boca, encabezada por surgen nuevos directores de la talla de Fernan­
Benito Quinquela Martín. Mientras en el gra­ do Ayala, Leopoldo Torre Nilsson y Manuel
bado se destacó la obra de Alfredo Guido, algu­ Antín. Tras ellos viene la llamada generación
nos dibujantes cultivaron con éxito la ilustra­ del sesenta, grupo heterogéneo que opuso un
ción de difusión masiva: Alejandro Sirio, Iuan cine de expresión al cine de espectáculo. Por
Carlos Alonso y, en veta caricaturística, Ra­ esos años, aproximadamente, nace la Escuela
món Columba. Los años sesenta se caracteri­ de Cine Documental de Santa Fe y aparecen los
zaron por la irrupción del Pop Art, mientras films etno-antropológicos de Iorge Prelorán.
que a partir de los setenta hay una eclosión de La década siguiente comienza con obras de re­
diferentes tendencias. Todos estos artistas tu­ visionismo histórico, seguidas de cine político
vieron sus ámbitos de reunión y de formación y aun militante. Durante los años del Proceso,
de discípulos: Amigos del Arte, Ver y Estimar, pese a las restricciones a la expresión, se hacen
las galerías de exposición, las bienales hispa­ películas, algtmas con apoyo oficial, que con­
noamericanas, el Instituto Di Tella —Marta tienen críticas fáciles de percibir al régimen
Minujin- y el Centro de Artes y Ciencias imperante. En medio de la mediocridad de un
(CAYC), con Clorindo Testa, Luis Benedit y cine de entretenimiento, surgen cineastas me­
otros. ritorios: Adolfo Aristarain, Alejandro Doria y
La cinematografía aparece tempranamen­ María Luisa Bemberg, única figura femenina
te en la Argentina —el primer film es de 1897­ de alto nivel en nuestra cinematografía.
pero el desarrollo del cine mudo se mantiene Éstos son, en apretada síntesis, los temas
en un plano predominantemente experimen­ que se tratan en los volúmenes de esta cuarta
tal. Su mayor impulso, tanto creativo como de y última parte de esta Nueva Historia, que tes­
espectáculo, nace con el cine sonoro. Si bien tirnonia un siglo particularmente agitado y
en 1931 se estrenan películas protagonizadas con profundos vaivenes en nuestra vida nacio­
por Carlos Gardel, filmadas en Francia, la pri­ nal. Hoy parece predominar en ciertos am­
mera película sonora y nacional fue estrenada bientes y mentalidades una sensación de in­
en 1933. En ese momento nacen las primeras certidumbre y de frustración. La lectura de
productoras industriales —los “estudios’Ï- y estos volúmenes sobre la historia del azaroso
aparecen los primeros directores de prestigio: siglo XX, y la de los tomos anteriores, tal vez
Romero, Soffici, Amadori, Saslavski, Mugica y ponga en evidencia que los pueblos sólo supe­
Demare. Desde entonces hasta 1943 es la épo­ ran los desafíos que les propone su evolución
ca de oro del cine argentino, que conquista el cuando la confianza y la voluntad alimentan
mercado latinoamericano. Las consecuencias su acción comunitaria; en otras palabras, ellos
de la neutralidad argentina se hacen sentir en­ son los responsables de su destino. 39
I. POBLACIÓN Y SOCIEDAD
1. LA POBLACIÓN

Gladys Masse’

Los fenómenos demográficos a los que manifestar tasas inferiores al 20 por mil desde
asiste la población de la Argentina a comien­ la segtmda posguerra en adelante.
zos de la Primera Guerra Mundial son total­ Esta reducción del ritmo de crecimiento es
mente diferentes de aquellos que conviven con resultado del efecto combinado de dos fenó­
los ecos de la Guerra de las Malvinas, durante menos demográficos: la pronunciada disminu­
los últimos años de gobierno del llamado Pro­ ción del aporte inmigratorio, en especial con
ceso de Reorganización Nacional. Los sesenta posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, y
y seis años que median entre 1914 y 1980 el proceso de transición demográfica que se tra­
constituyen para la Argentina un período de duce en un bajo crecimiento vegetativo o natu­
profundos cambios demográficos y de vastas ral, producto de la simultánea caída de los ni­
transformaciones políticas, económicas y so­ veles de natalidad y mortalidad.
ciales. En cuanto al cambio en la composición por
La desaceleración del ritmo de creci­ origen de la migración, a principios del siglo XX
miento de la población, la disminución del el componente del flujo migratorio es en su
aporte inmigratorio, el cambio en la compo­ amplia mayoría europeo. Al promediar el siglo,
sición por origen de la inmigración, la evo­ los países limítrofes conforman el área de ori­
lución hacia una etapa demográfica postran­ gen preferencial de la migración intemacional.
sicional caracterizada por la tendencia al Con respecto a la estructura por edad y se­
envejecimiento y feminización de la pobla­ xo de la población, la Argentina de la década
ción, sumados a una notable concentración del Centenario manifiesta una composición
demográfica en los grandes aglomerados ur­ demográfica joven y con predominio masculi­
banos, integra el conjunto de los principales no. Al promediar el siglo XX se observa una
aspectos demográficos que distinguen al pe­ población madura y en proceso de envejeci­
ríodo. miento, mientras que hacia fines del mismo se
El ritmo de crecimiento dela población, que trata ya de una población envejecida y con
alcanza su máximo nivel hacia la década del preeminencia femenina.
Centenario con una tasa media anual de creci­ La redistribución espacial de la población y
miento superior al 30 por mil, decrece paula­ el acentuado proceso de urbanización incre­
tinamente a partir de los años treinta, y pasa a mentan y profundizan los históricos contras­ 43
POBLAClÓN Y SOCIEDAD

tes regionales en el interior del país. Desde a la producción de alimentos para satisfacer
sus orígenes, la Argentina intenta organizar la demanda de los países industrializados. Sin
su espacio como resultado de una especie de embargo, la crisis económica iniciada en
contrapunto entre el Interior y Buenos Aires, 1929 marca el final de aquella etapa e inaugu­
finalmente definido en el siglo XX a favor del ra el comienzo de una nueva estrategia para
puerto-capital-centro industrial que polariza hacer frente a un mercado internacional que
de manera cada vez mayor el crecimiento reduce bruscamente su comercio, cambia su
económico y demográfico. El Área Metropo­ tendencia expansiva y enfrenta una fuerte
litana (formada por la ciudad de Buenos Ai­ caída de precios. Con posterioridad al golpe
res y diecinueve partidos del Gran Buenos de Estado que derroca al presidente radical
Aires) adquiere un dinamismo demográfico Yrigoyen (1930), la estrategia económica, si
y económico que conlleva a aglutinar aproxi­ bien continúa siendo capitalista dependiente,
madamente la tercera parte de la población apunta a basarse fundamentalmente en la in­
del país desde 1960. dustrialización sustitutiva de importaciones
Ya distantes en el tiempo los ecos de las que perdura durante casi cincuenta años, con
guerras de la independencia y la compleja ta­ sensibles diferencias entre las tres estrategias
rea de la organización del Estado argentino, que se suceden: “justícialista” (1945-1955),
estos profundos cambios demográficos se “desarrollista” (1958-1972) y “aperturista”
hacen evidentes en un marco de transforma­ (1976-1983).
ciones políticas, económicas y sociales. Des­ La primera etapa de ese proceso se inicia
de el punto de vista político, durante la déca­ aproximadamente hacia 1930 y transcurre
da del Centenario la Argentina presencia el hasta después de finalizada la Segunda Guerra
crecimiento y afianzamiento de los sectores Mundial. En ella se promueve el desplaza­
medios, cuya integración política se ve facili­ miento dinámico de la actividad económica
tada a partir de la asunción del poder por el del sector primario exportador al industrial.
radicalismo en 1916. La rebelión militar de Se produce entonces una industria liviana,
1930 quiebra el orden constitucional por orientada hacia el mercado interno, en la que
primera vez en el siglo. La población asiste sobresalen los productos textiles, que lideran
desde entonces y hasta 1983 a la sucesión de el proceso de sustitución, así como los de ali­
gobiernos “de facto”, que detentan el poder mentación y bebidas, que en conjunto ya
político a partir de golpes de Estado, y go­ constituían industrias tradicionales del país.
biernos “de derecho” de origen radical, justi­ Finalizada la Segunda Guerra Mundial, se
cialista o desarrollista. profundiza el proceso a partir de encarar el
Desde el punto de vista de las transfor­ desarrollo de industrias básicas y de mayor
maciones económicas, la estrategia agroex­ envergadura, como por ejemplo siderurgia y
portadora que perdura en el país hasta la ter­ producción de bienes más complejos -elec­
cera década del siglo XX, promueve un trodomésticos, automóviles—. El gobierno
desarrollo capitalista dependiente basado en justícialista (1946-1955) desarrolla una es­
la afluencia de capital y mano de obra extran­ trategia económica de redistribución de in­
jeros que, asociados al fértil suelo, se destinan gresos hacia los sectores asalariados. De esta
LA POBLACION

manera, al promediar el siglo entra en escena EL CRECIMIENTO TOTAL Y SUS COMPONENTES


otro de los actores sociales, la clase obrera, que DEMOGRÁFICOS
junto con la clase media termina por esbozar
la conformación de la sociedad argentina del TAMAÑO Y RITMO DE CRECIMIENTO
siglo XX. DE LA POBLACIÓN TOTAL
Con posterioridad, la estrategia “desa­
rrollista” (1958-1972) enfatiza la necesidad Entre 1914 y 1980, la Argentina incre­
de incrementar la producción de petróleo, menta tres veces y media el tamaño de su po­
electricidad, petroquímica y papel, con el blación, desde aproximadamente 8 millones
convencimiento de que ella constituye el de habitantes hasta alrededor de 28 millones.
motor que activa el resto de la economía. Se A pesar del incremento en la cantidad de ha­
desarrollan las industrias dinámicas de ma­ bitantes, el período se distingue por su ten­
yor complejidad (electrónica, fibras sintéti­ dencia a desacelerar el ritmo de crecimiento
cas, automotores). A principios de la década demográfico y disminuir significativamente
de 1970, sin embargo, el impulso de la se­ su nivel. La tasa media anual intercensal de
gunda fase de la industrialización sustitutiva crecimiento desde la segunda posguerra úni­
de importaciones se está agotando y se plan­ camente alcanza a la mitad de la que mostró
tea la necesidad de aplicar ciertos ajustes el país antes de iniciarse la Primera Guerra
tendientes a intensificar el proceso de indus­ Mundial y sólo manifiesta un leve y excep­
trialización. Una nueva estrategia económica cional incremento en la década de los seten­
y política se impone finalmente durante el ta (véase el cuadro l).
denominado Proceso de Reorganización Na­ El análisis de los factores demográficos
cional (1976-1983) que desaloja del poder al que determinan la evolución de la población
tercer gobierno justicialista (1973-1976). establece que los mayores niveles de creci­
Ella se basa en una liberalización de la eco­ miento durante los quince años que median
nomía acompañada de una “apertura” hacia entre 1914 y el inicio de la Gran Depresión,
el mercado internacional combinado con un se obtienen a partir de una incidencia simi­
marcado autoritarismo político. En 1982, la lar del crecimiento vegetativo y del saldo mi­
Guerra de las Malvinas constituye el suceso gratorio. El primero manifiesta un compor­
que parece poner un fin a la estrategia polí­ tamiento constante, en tanto que el segundo
tica iniciada en 1976. Los acontecimientos se actúa de manera fluctuante. El período que
precipitan y hacia fines de ese mismo año se se inicia hacia 1930 y perdura durante los sí­
pone en marcha el proyecto de reconstruc­ guientes cincuenta años se distingue por un
ción democrática que culmina con la asun­ mayor aporte del crecimiento vegetativo que
ción del gobierno constitucional radical en de la migración al crecimiento demográfico
diciembre de 1983. h total. En consecuencia, la sistemática dismi­
nución del saldo migratorio, que sólo osten­
ta un leve repunte entre 1945 y 1955, explica
la mayor parte de la evidente reducción del
ritmo de crecimiento total. Desde 1960 en 45
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

adelante, el componente migratorio pierde EL CRECLMENTO DEMOGRAHCO


toda relevancia en el contexto nacional y el SEGÚN 3551051135
crecimiento demográfico de la Argentina pa­
sa a depender de manera casi exclusiva del Si bien la tendencia del ritmo de creci­
crecimiento vegetativo (véase el gráfico l). miento de la población total presenta en gene­
ral una constante propensión a disminuir su
CUADRO 1
POBLACION TOTAL SEGÚN ANOs cENsALEs Y TAsA DE CRECIMIENTO MEDIO ANUAL [NTERCENSAL

TOTAL DEL PAIS 1914-1980

Año censal Población Período intercensal Tasa de crecimiento


1914 15.893.827
1947
7.903.662 1895-1914
1914-1947
36
21
(por mil)

1960
1970 20.013.793 1947-1960 18
1980 27.949.480 1970-1980 16
23.364.431 1960-1970 18
Fuente: Indec (1993).

GRÁFICO l
CRECIMIENTO TOTAL DE LA POBLACIÓN (CT)
(CT = CRECIMIENTO vEcETATIvO + TAsA DE MIGRACION NETA)
TOTAL DEL PAIS 1910-1980

40

Tasas anuales por mil

Migración neta I Crecimiento vegetativo


Períodos quinquenales
46 Fuente: Cuadro l del Anexo.
LA POBLACIÓN

nivel y evidencia fluctuaciones periódicas, la vierten la evolución de sus respectivos ritmos de


evolución es sumamente heterogénea en las crecimiento y muestran un sentido decreciente
diversas regiones del país. que se hace más pronunciado para el Area Me­
A partir de 1914 hasta promediar el siglo tropolitana hacia 1970- 1980, en tanto dos de las
XX, el ritmo de crecimiento demográfico tiende restantes regiones —Patagonia y Litoral- presen­
al ascenso sólo en el Area Metropolitana de Bue­ tan una tendencia al aumento durante la prime­
nos Aires y Cuyo, en tanto las poblaciones asen­ ra de las décadas mencionadas, que se hace más
tadas en el resto de las regiones del país —Litoral, sostenido en la segtmda. El resto de las zonas del
Nordeste, Centro/Noroeste y Patagonia— mani­ país -Centro/Noroeste y Nordeste- manifiesta
fiestan una marcada tendencia al decrecirniento una similar tendencia al ascenso del ritmo de
demográfico. Hacia la década de los sesenta, crecimiento demográfico recién en la década de
tanto el Area Metropolitana como la cuyana re­ los setenta (véase el gráfico 2).

GRÁFICO 2
TASAS DE CRECIMIENTO MEDIO ANUAL INTERCENSAL SEGÚN REGIONES
1914-1980

Tasas de crecimiento (por mil)

0lI
l9l4-l947 1947-1960 1960-1970 1970-1980
-— Total — — Patagonia — — 12338223C 1 Noroeste — Cuyo ----- Litoral — — fieetïopolitana
Períodos interoensales
Fuente: Cuadro 2 del Anexo
Nota: Area Metropolitana: ciudad de Buenos Aires y 19 partidos del Gran Buenos Aires: Litoral: resto de los partidos de la provincia de
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Rios; Nordeste: Corrientes, Misiones, Chaco y Fonnosa; Centro/Noroeste: Córdoba, La Pampa, Tucu­
mán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy; Patagonia: Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

La ciudad de Buenos Aires muestra un Del resto de las regiones del país, Cuyo es
perfil demográfico propio y particular. Su ca­ la única que presenta un comportamiento del
racterística esencial es la constante disminu­ ritmo de crecimiento demográfico similar al
ción del ritmo de crecimiento hasta prome­ que manifiesta el Área Metropolitana, pero
diar el siglo XX, para pasar al estancamiento a con niveles sustantivarnente inferiores (véase
partir de una tasa de crecimiento intercensal el gráfico 2). En este caso, la industria vitiviní­
nula en 1960- 1970, e incluso negativa durante cola origina la prosperidad de la región, que
1947-1960 y 1970-1980 (véase el cuadro 2 del amplía sus posibilidades con el cultivo de oli­
Anexo). vares y la horticultura. La cosecha de frutas,
En consecuencia, el crecimiento demo­ nueces y guindas y la fabricación de conservas,
gráfico del Area Metropolitana se sustenta dulces y mermeladas son también actividades
básicamente en el que muestran los dieci­ que atraen inmigración interprovincial.
nueve partidos del conurbano bonaerense a Por su parte, el Litoral muestra una disrni­
partir de la fuerte atracción que ejerce el nudón del ritmo de crecimiento de la población
Gran Buenos Aires respecto del resto de las en el período 1914-1960, de tendencia similar al
regiones del país, incluida la provincia del que manifiesta el total nacional pero con niveles
mismo nombre. Producto del modelo eco­ inferiores a este último. Las áreas cerealeras que
nómico de industrialización sustitutiva de conforman la región -otrora ligadas al auge del
importaciones, el Gran Buenos Aires se erige crecimiento demográfico producto del asenta­
en el principal centro industrial del país y miento de una importante parte del flujo mi­
por ende en área de atracción de la migra­ gratorio de origen intemacíonal, proveniente en
ción interna e internacional -en su amplia su mayoría de países europeos- vivencian este
mayoría originaria de los países limítrofes-, descenso en su ritmo de crecimiento. El proceso
provocando gran parte del elevado incre­ económico de industrialización sustitutiva de
mento demográfico de la zona durante el pe­ importaciones convierte a una parte de la re­
ríodo 1914-1970. Entre 1914 y 1947, la tasa gión en área expulsora de población en edades
anual media de crecimiento intercensal al­ activas, como consecuencia del largo período de
canza valores que superan al del promedio estancamiento que afecta al sector agrícola
nacional, y entre 1947 y 1960 llega a tripli­ pampeano hasta la década de los sesenta y la
carlo (véase el cuadro 2 del Anexo). Luego, la atracción ejercida por los cordones industriales
disminución de los niveles de crecimiento de la provincia de Buenos Aires, de Rosario y, en
demográfico que manifiesta la década de los menor medida, de la ciudad de Buenos Aires. A
setenta, refleja en parte los efectos del agota­ partir de 1960 y hasta 1980, la tasa anual media
miento del modelo económico “desarrollista” de crecimiento demográfico de la región pre­
así como el surgimiento de una estrategia senta una ligera recuperación, pero siempre con
“aperturista” que trata de inducir la instalación valores inferiores al total del país. Luego de la fa­
de polos industriales en otras jurisdicciones se de estancamiento, a partir de 1970 la agricul­
del país, en un intento por descomprimir las tura parnpeana manifiesta el comienzo de una
grandes concentraciones obreras en el princi­ consecuente recuperación del crecimiento eco­
48 pal centro urbano. nómico y demográfico.
LA POBLACIÓN

El Nordeste y el Centro-Noroeste, por su Es notable, por otra parte, el gran dina­


parte, también muestran tasas de crecimiento mismo demográfico puesto de manifiesto por
intercensal cuya tendencia general se asimila a la región de la Patagonia. Este se hace visible a
la del total nacional. Entre 1914 y 1947, la tasa partir de tasas anuales medias que superan
supera a la del promedio nacional para el Nor­ ampliamente a las del total del país durante
deste y es levemente inferior en el Noroeste. todos los períodos intercensales. Entre 1914 y
Entre 1947 y 1960 desciende, mostrando un 1947, aquéllas alcanzan valores ampliamente
ritmo de inferior magnitud al del total nacio­ superiores al promedio nacional. Si bien des­
nal, y a partir de 1960, la tendencia hacia el cienden entre 1947 y 1960, su nivel siempre
descenso se hace más pronunciada. Sólo la dé­ superaal del total del país. A partir de 1960, la
cada de los setenta manifiesta una reversión de tendencia se revierte hacia el ascenso con va­
la tendencia, presentando tasas de crecimiento lores que duplican a los del promedio nacio­
intercensal superiores a la del promedio na­ nal (véase el gráfico 2). Escasamente poblada,
cional (véase el gráfico 2). Por un lado, el mo­ durante el siglo XX la Patagonia presencia el
delo económico de industrialización sustituti­ asentamiento y desarrollo de actividades eco­
va provoca la emigración de población activa nómicas ligadas a la explotación del petróleo,
de ambas regiones, en especial a partir de me­ minería, construcción de centrales hidroeléc­
diados del siglo XX, atraída hacia los polos de tricas, actividades agropecuarias e incluso el
desarrollo económico. Sin embargo, en el inte­ desarrollo turístico, entre las más importantes,
rior de ambas regiones se manifiestan situa­ políticas de promoción patagónicas que im­
ciones de excepción, originadas en procesos pulsan el constante asentamiento de pobla­
económicos propios. Por ejemplo, tales son los ción originaria de otras provincias argentinas
caso Chaqueño y misionero (en especial en el y de migrantes limítrofes.
período 1914-1947) o salteño y jujeño (1947­
1960), que presencian etapas de crecimiento EL PROCESO MIGRATORIO INTERNACIONAL

económico y demográfico. El proceso de recu­


peración demográfica propio de la década de Inicialmente, el auge del modelo económi­
los setenta aparece ligado al quiebre que se co agroexportador en la Argentina hace que la
produce en el comportamiento de la migra­ inmigración se convierta en el motor del cre­
ción interna en dicha década, manifestado en cimiento demográfico hasta las primeras dos
la disminución de las corrientes originarias de décadas del siglo XX. La Primera Guerra
las provincias expulsoras de población. La me­ Mundial (1914-1918) interrumpe el proceso.
nor capacidad de atracción puesta de mani­ Sin embargo, una vez finalizado el conflicto,
fiesto por las condiciones del mercado laboral comienza un nuevo período de inmigración
de las grandes áreas receptoras de mano de hacia el país que durará hasta aproximada­
obra y la tendencia de los migrantes de las zo­ mente 1930 (véase el gráfico l). Durante esos
nas deprimidas de cada provincia a radicarse quince años se hacen presentes grupos prove­
en especial en las capitales provinciales, cons­ nientes de Europa central y oriental, además
tituyen las características del comportamiento de las procedencias tradicionales. Los nuevos
demográfico regional para este decenio. territorios en el Chaco, Misiones y el Alto Va­ 49
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

lle del Río Negro constituyen áreas de recep­ nientes de los países meridionales del conti­
ción para los recién llegados. nente sudamericano, incluida la Argentina.
La crisis económica iniciada en 1929 mar­ En la Argentina, dos quinquenios mere­
ca el final de la etapa agroexportadora y el co­ cen una atención especial por el hecho de re­
mienzo de una nueva estrategia para hacer gistrarse saldos migratorios internacionales
frente a un mercado internacional que se con­ negativos: los correspondientes a 1915-1919 y
trae. La Argentina restringe de manera obliga­ a 1975-1979 (véase el gráfico l). En el prirne­
da la inmigración con el propósito de no agra­ ro, la finalización de la Primera Guerra Mun­
var los niveles de desempleo, en tanto que dial motiva el retorno de inmigrantes euro­
algunos países europeos limitan la salida de peos a sus lugares de origen, y en el segundo,
ciudadanos ante la inseguridad política inter­ la instauración del denominado Proceso de
nacional. Producto del efecto combinado de Reorganización Nacional en el país, sumado a
estas modificaciones en el contexto nacional e la demanda de mano de obra resultante del de­
internacional, el volumen inmigratorio hacia sarrollo europeo, incrementa la emigración de
la Argentina comienza a disminuir de manera argentinos hacia el exterior. Este último suce­
significativa y muestra un descenso sin retor­ so, que comienza a hacerse visible a partir de
no (véase el gráfico 1). mediados del siglo XX, alcanza su máxima ex­
Hacia finales de la década de 1930, el ini­ presión en la década de los setenta. Fenómeno
cio de la Segimda Guerra Mundial provoca la inédito hasta ese momento en el otrora país de
completa interrupción del flujo inmigratorio. inmigrantes, se considera que entre 1955 y
El saldo migratorio llega a descender el 75 por 1985 emigran aproximadamente unos 650.000
ciento, para mostrar un leve repunte sólo en el argentinos.
período de la segunda posguerra. Al prome­
diar el siglo XX, la destrucción de gran parte LA EVOLUCIÓN DE LA MORTALIDAD

del aparato productivo del Viejo Mundo obli­ Y LA FECUNDIDAD EN EL MARCO

ga a muchos trabajadores a emigrar en busca DE LA TEORÍA DE LA TRANSICIÓN

de trabajo, en momentos en que la Argentina DEMOGRAHCA

requiere mano de obra especializada para su


desarrollo tecnológico, por lo que se reanuda El denominado proceso de transición de­
de manera fugaz la corriente inmigratoria ha­ mográfica consiste en el paulatino pasaje que
cía el país. registra la población desde un régimen demo­
Con posterioridad, el aporte de la inmi­ gráfico caracterizado por altos niveles de mor­
gración al crecimiento total de la población es talidad y natalidad, a otro en donde ambos
prácticamente insignificante. A partir de la dé­ asumen valores muy bajos. Experiencia vivida
cada de los cincuenta, la reconstrucción eco­ inicialmente por las poblaciones europeas, ella
nómica europea y la importante disminución ha dado lugar a la elaboración de un modelo
de su crecimiento vegetativo provoca un fenó­ teórico de carácter explicativo.
meno de falta de mano de obra en las naciones El proceso argentino presenta profundas
desarrolladas que comienzan a constituirse diferencias respecto del modelo general euro­
50 entonces en receptoras de inmigrantes prove­ peo. En la Argentina, entre 1914 y 1980, la caí­
LA POBLACIÓN

da de las tasas de mortalidad y de natalidad se cia declinante más suave, a diferencia de la que
produce de manera simultánea e, inclusive, su manifiesta el saldo migratorio (compárense
trayectoria es paralela, mostrando una decli­ los gráficos 3 y l).
nación suave y pareja que descarta la posibili­ Los diversos ciclos del crecimiento vegeta­
dad de generar una explosión demográfica al tivo se originan en las variaciones que mani­
estilo del viejo continente (véase el gráfico 3). fiestan los respectivos niveles de natalidad y
I El crecimiento vegetativo o natural, el com­ mortalidad en la población. En la Argentina
ponente demográfico más estable respecto del evolucionan de manera paulatina desde tasas
crecimiento total de la población entre 1914 y brutas de natalidad y de mortalidad de 39,2 y
1980, desciende de manera paulatina desde un 19,7 por mil, respectivamente, para 1914, ha­
nivel del 19,5 por mil en 1914, hasta 14,7 por cia una etapa demográfica postransicional ca­
mil en 1980. Si bien este fenómeno manifiesta racterizada por sus bajos niveles (23,1 y 8,5
una serie de oscilaciones periódicas, sus ciclos por mil, respectivamente) para 1980 (véase el
presentan períodos más largos y una tenden­ gráfico 3).

GRÁFICO 3
CRECIMIENTO VEGETATIVO (CV)
(CV = TAsA BRUTA DE NATALIDAD — TAsA BRUTA DE MoRTALIDAD)
ToTAL DEL PAIS 1914-1980

40

Tcisa bruta de natalidad


30­

20 —

Tasas (por mil)

13188 hrum dc nu)rta¡it1.1d

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Periodos quinquenales
Fuente: Cuadro l del Anexo. 51
POBLACIÓN Y SOCIEDAI)

Se detecta una primera etapa de ascenso se observa un nuevo descenso del crecimiento
del crecimiento vegetativo, cuyo nivel más al­ natural, producto de la continua disminución
to se expresa hacia mediados de la década de de la natalidad y el simultáneo estancamiento
1920, producto de un descenso relativo más del nivel de la tasa bruta de mortalidad desde
pronunciado de los niveles de mortalidad. mediados del siglo XX en adelante. Al finalizar
Luego, el crecimiento natural manifiesta una la década de los setenta se observa un leve in­
disminución hasta fines de la década de los cremento del crecimiento vegetativo por efec­
treinta, consecuencia del mayor descenso rela­ to de un aumento en los niveles de natalidad.
tivo producido en la tasa bruta de natalidad.
Durante esta etapa y aproximadamente hacia Cambios de la mortalidad general
1942, la tasa bruta de natalidad disminuye
hasta un nivel del 24,2 por mil. Este hecho re­ La disminución de los niveles de mortali­
sulta sumamente significativo, dado que un dad es una constante en la Argentina del siglo
valor de la tasa inferior al 30 por mil indica XX. Ello representa pasar de 15 defunciones
que una población practica la limitación vo­ por cada mil habitantes en 1914, a menos de 8
luntaria de los nacimientos de manera genera­ hacia 1980; es decir que se reduce práctica­
lizada y eficaz. mente a la mitad de su nivel inicial. La “espe­
Una recuperación parcial de la tasa de cre­ ranza de vida al nacer” aumenta de un nivel
cimiento vegetativo se detecta entre principios estimado de 48,5 años para ambos sexos du­
de la década de los cuarenta y mediados de la rante el período 1913-1915, a 68,9 años para
de los cincuenta, cuyo efecto esta vez es gene­ 1980-1981. El aumento significa una ganancia
rado por una leve recuperación de la natalidad de alrededor de 20 años durante un período
y una fuerte disminución de la tasa bruta de aproximado de sesenta y seis años (véase el
mortalidad. Durante la década de los sesenta cuadro 2).

CUADRO 2
TAsA BRUTA DE MORTALIDAD (TBM), ESPERANZA DE VIDA AJ. NACER (EN AÑOS)
E INCREMENTO ANUAL MEDIO SEGÚN sExo Y TASA DE MoRrALIDAD INEANTIL (TMI)
TOTAL DEL PAIS 1914-1980

Año censal TBM TM] Esperanza de vida al nacer


(en años) de Ia esperanza de vida
Incremento anual

sexos de años
(por mil) Ambos Mujer Varón Diferencia Varón Mujer (por mil)
entre los sexos
1914 15,2 48,5 47,6 49,7 2,1 0,9 1,0 116,1
1947 9,9 61,1 59,1 63,6 4,5 0,4 0,4 77,7
1960 8,6 66,4 63,7 69,5 5,9 0,4 0,5 62,4
1970 9,5 65,6 61,9 69,7 7,8 -0,2 0,0 61,2
1980 8,6 68,9 65,5 72,7 7,2 0,4 0,3 33,4
52 Fuente: Indec (1997).
LA POBLACIÓN

Desde 1914 y hasta 1960, el descenso de pecial a las mujeres, ampliando dicho diferen­
la mortalidad adquiere un ritmo uniforme cial a medida que se avanza en ganar años a la
que equivale a una ganancia de 0,4 años de vida para la población en general. Si en 1914 la
sobrevida por año calendario. Entre 1947 y diferencia de la esperanza de vida al nacer es
1965 se registra el aumento más notorio de de algo más de 2 años a favor de las mujeres, la
la esperanza de vida en ambos sexos. A par­ misma supera los 7 años para 1980 (véase el
tir de la década de los cuarenta, asociado a cuadro 2).
los avances de la medicina, la introducción Con respecto a la estructura de la morta­
de la sulfamida y la penicilina, las drogas an­ lidad según causas de muerte, a principios
tibacterianas y los procedimientos de inmu­ del siglo XX prevalecen las enfermedades in­
nización, sumados al progreso en la provi­ fecciosas y parasitarias como causa de muer­
sión de agua corriente y cloacas, y la te de niños y jóvenes. Al promediar el siglo se
concientización de las normas higiénicas en refleja la persistencia, aunque un tanto
el cuidado de los niños, se contribuye de ma­ amenguada, de las enfermedades infecciosas,
nera decisiva a la reducción de las enferme­ la diarrea y enteritis entre los niños y la tu­
dades infectocontagiosas. Sin embargo, a berculosis entre los jóvenes; pero ya hacia
medida que se suman años a la vida, las ga­ 1950 aparecen las enfermedades cerebrovas­
nancias son menores, dado que la mortali­ culares como principal causa de muerte, lu­
dad comienza a concentrarse en patologías gar que no habrán de ceder desde esa fecha
-cerebrovasculares y tumorales- cuya inci­ en adelante. A medida que nos acercamos a
dencia es difícil de reducir. 1980, la estructura de la mortalidad presenta
El descenso de la mortalidad beneficia a la una reducida proporción —descendente a
población de manera diferencial según su medida que aumenta la esperanza de vida­
edad. Los primeros beneficiados en la declina­ de mortalidad por causas exógenas —infec­
ción de la mortalidad son los jóvenes y los ni­ ciosas y parasitarias-; un alto porcentaje de
ños, quienes entre 1930 y 1950 reducen en un las enfermedades tumorales y cardiovascula­
50 por ciento su peso relativo sobre el total de res, y una proporción significativa de muer­
defunciones. La mayor importancia relativa la tes por violencia y accidentes.
detenta el grupo de edad entre los 5 y 15 años. Por su parte, la mortalidad infantil en la
Se advierten marcadas disminuciones en los Argentina manifiesta un descenso significati­
tramos de edad adolescente y adulta joven, vo y continuo entre 1914 y 1980, que repre­
aunque no tan importantes como en el grupo senta pasar de 116 defunciones de menores de
de edad anteriormente mencionado. Menor un año por cada mil nacidos vivos al inicio del
importancia relativa adquiere la disminución período, hasta reducirse a 33 defunciones in­
en los primeros cinco años de vida (que inclu­ fantiles hacia el final del mismo. Si bien pare­
ye la mortalidad de menores de un año) y en ciera que la disminución de los niveles de
las edades adultas. mortalidad infantil se estancan entre 1947 y
Si bien la vida medía femenina supera en 1970, entre 1970 y 1980 se aprecia una impor­
todas las épocas a la masculina, el incremento tante caída que representa una reducción a la
en la ganancia en años de vida beneficia en es­ mitad en sólo diez años (véase el cuadro 2), 53
POBLACION Y SOCIEDAD

disminución similar a la acontecida entre yor que las dos áreas mencionadas a princi­
1910 y 1915, signada por grandes avances en la pios del periodo, mejora su situación relati­
farmacología. En general, los cambios más efi­ va hacia 1960, hasta alcanzar una esperanza
caces que contribuyen a la reducción de la de vida similar a la de la población de la re­
mortalidad infantil en el país están asociados a gión del Litoral. El Nordeste, por su parte,
una más adecuada infraestructura hospitala­ manifiesta una situación intermedia entre
ria y a la ampliación de la atención primaria los niveles de mortalidad del Noroeste y de
de la madre y del niño, y a la extensión del ni­ Cuyo. El Noroeste se presenta siempre parti­
vel educativo de la madre y de la urbanización, cularmente rezagado respecto de las restan­
que permite un rápido acceso a los servicios tes regiones del país. Hacia 1914 su nivel de
de salud. mortalidad, aunque más elevado, se aproxi­
ma al que presenta la región de Cuyo. Sin
Diferencias de mortalidad general embargo, cuarenta y seis años más tarde, a
entre regiones diferencia de la región cuyana, todavía
muestra una mortalidad muy superior a las
La evolución general de la mortalidad en demás regiones del país. La Patagonia, re­
la Argentina esconde significativas diferencias gión para la que recién en 1960 se cuenta
regionales, que si bien tienden a atenuarse a con información estadística acerca del nivel
medida que transcurre el siglo Di, todavía se de la mortalidad, también presenta altos ni­
hacen visibles incluso en 1980. veles de mortalidad, similares a los de la re­
La ciudad de Buenos Aires y la región del gión Noroeste, hasta 1980 inclusive. Para
Litoral manifiestan históricamente una 1980 si bien todas las poblaciones han gana­
mortalidad mucho menor que el resto de las do años a la vida, las diferencias entre regio­
jurisdicciones del país y también resultan nes todavía subsisten: un niño nacido en la
menores sus consecuentes ganancias compa­ ciudad de Buenos Aires se espera que viva en
rativas a medida que avanza el siglo XX. Cu­ promedio 8,5 años más que otro nacido en
yo, con un nivel de mortalidad mucho ma­ el mismo momento pero en Jujuy.

CUADRO 3
ESPERANZA DE VIDA AL NACER (EN mos) AMBOS sExos
SEGUN REGIONES 1914-1980

Años Total Ciudad Litoral Cuyo Nordeste Noroeste Patagonia


del país de Buenos
Aires
1914 48,5 47,8 49,7 41,1 49,4 39,7 S/d
1947 61,1 62,6 61,8 56,3 56,2 52,5 S/d
1960 66,4 71,5 66,2 64,0 6 l ,6 59,5 57,9
1980 68,9 69,8 65,6 64,5 62,4 6 l ,4 6 l ,4
54 Fuente: Total del país: Indec (1997); Regiones: Celton (1995).
LA POBLACION

Cambios de la fecundidad general de la etapa de la segunda posguerra, constituye


el efecto combinado de modificaciones en los
La reducción de la fecundidad, es decir el patrones de nupcialidad —por adelanto y recu­
número de hijos que en promedio tiene una peración de matrimonios- y de fecundidad
mujer al final de su período reproductivo, en —por adelanto y recuperación de nacirnien­
la Argentina se caracteriza por su índole pre­ tos-. Con posterioridad a dicha fecha, la fecun­
coz y temprana. Se sostiene que entre 1895 y didad reinicia su tendencia descendente y se
1914 tiene lugar la primera disminución signi­ mantiene prácticamente estable desde 1950, en
ficativa del nivel de la fecundidad y que entre alrededor de 3,1 hijos por mujer, registrando
las dos guerras mundiales se produce su ma­ sólo un leve repunte hacia la década de los se­
yor descenso relativo. Una vez iniciada la ten­ tenta, cuando asciende a 3,3 hijos por mujer.
dencia descendente, ésta prosigue sin inte­ Uno de los factores que contribuyen a
rrupción hasta alrededor de 1925-1929, para explicar el precoz descenso de la fecundidad
luego acelerar su ritmo de disminución con en la Argentina refiere al efecto indirecto que
posterioridad a la crisis de la década de los provoca el proceso inmigratorio internacio­
treinta. De esta manera, el proceso hacia una nal. Existen evidencias razonablemente fir­
fecundidad dirigida y en descenso parece ha­ mes que hacen posible afirmar que los ex­
berse completado hacia fines de la década de tranjeros —mayoritariamente españoles e
1930. La tasa global de fecundidad presenta italianos- aportan a la sociedad receptora las
una abrupta disminución desde un valor de pautas de comportamiento procreativo pro­
5,3 hijos por mujer en 1914, a 3,2 hijos en pias de sus países de origen, los cuales pre­
1947 (véase el cuadro 4). sentan niveles de fecundidad sensiblemente
Durante el período 1945-1955 se registra más bajos que los de la Argentina. De esta
una inversión de la tendencia anterior, etapa manera, insertos preferentemente en las zo­
conocida bajo la denominación “explosión de nas más urbanizadas, ellos contribuyen a
nacimientos de la posguerra”. Esta recupera­ modificar el nivel de la fecundidad en el país.
ción de niveles de natalidad en ascenso, propia Este último aspecto remite a considerar otro

CUADRO 4
TAsA BRUTA DE NATALIDAD (TBN) Y TAsA GLOBAL DE FECUNDIDAD (TGF)

Año TBN TGF TOTAL Y SEGÚN REGIONES 1914-1980

censal (por mil) (hijos por mujer)


Total Área Litoral Cuyo Noreste Noroeste Patagonia
1914 36,5 5,3 3,8 4,8 4,9 5,2 4,9 4,6
Metropolitana

1947 26,3 3,1


1970 23,2 3,2 2,3
2,4 2,8
3,4 3,5
4,2 4,2
4,5 4,4
4,9 3,5
4,0
1980 24,8 3,3 3,0 3,1 3,3 4,4 4,2 3,9
Fuente: Torrado ( 1993). 55
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

de los factores que intervienen en el descenso Diferencias de fecundidad entre regiones


del nivel de la fecundidad: el proceso de urba­
nización, dado que aquél manífiesta valores De la misma manera que se detecta en el fe­
inferiores en la población que habita en áreas nómeno de la mortalidad, el descenso de la
urbanas respecto de la que vive en áreas rura­ fecundidad también esconde significativas
les. Asimismo, el nivel de instrucción alcan­ diferencias regionales.
zado por la mujer constituye otro de los ele­ Hacia 1914, el Área Metropolitana de
mentos que contribuyen a explicar el Buenos Aires manífiesta una notoria menor
descenso. En todos los casos el nivel de la fe­ fecundidad respecto del resto de las jurisdic­
cundidad disminuye sistemáticamente a me­ ciones (véase el cuadro 4), y a mediados del
dida que aumenta el nivel de instrucción de siglo XX, la modernización del comporta­
la mujer. En especial, se constatan inferiores miento reproductivo en la Argentina conti­
niveles de fecundidad en las mujeres con “ni­ núa concentrándose casi exclusivamente en
vel primario” respecto de aquellas “sin ins­ ella. Asimismo, ya para 1914 la ciudad de
trucción”. Buenos Aires manifestaba un promedio de
Por otra parte, hacia la década de 1930, sólo 3,4 hijos por mujer, cuando el nacional
momento en que parece estar completando­ ascendía a 5,3 hijos; para 1980, el indicador
se el proceso de descenso de la fecundidad, metropolitano desciende a 2 hijos por mu­
son los estratos medios (sobre todo el asala­ jer, mientras el promedio nacional es de 3,3
riado, con un promedio de 3 hijos por mu­ hijos.
jer) los que contribuyen a explicar el bajo Luego de 1914 se produce un importante
nivel del conjunto. Para esa misma época, descenso de los niveles de fecundidad en todas
los obreros calificados evidencian haber co­ las regiones del país, excepto en la del Noroes­
menzado el proceso de descenso (con un te. Recién a partir de 1955, las provincias que
número medio de hijos de 4,4), en tanto los conforman esta última región descienden des­
obreros no calificados se encuentran aún de un nivel cercano a los 6 hijos por mujer, el
más rezagados (número medio de hijos de más elevado de los registrados en ese entonces
5,0). Con posterioridad, entre 1935 y 1950, a nivel provincial, a alrededor de 4,5 hijos pa­
los estratos medios alcanzan en promedio ra 1980. A pesar del comportamiento descen­
los 2 hijos por mujer, en tanto los obreros dente, la región siempre mantiene niveles de
calificados continúan avanzando en el mis­ fecundidad notablemente superiores a los re­
mo sentido (3 hijos por mujer) y los obreros gistrados en el contexto nacional, incluso para
no calificados se mantienen a la zaga (nú­ esta última fecha. Recién hacia 1970 las regio­
mero medio de hijos, 4). Desde 1955 en ade­ nes Cuyo y Patagonia manifiestan una acelera­
lante, el patrón de descenso es similar al ma­ ción del proceso de descenso de la fecundidad
nifestado durante las etapas precedentes: el y evidencian haber iniciado el declive, aunque
estrato medio asalariado es el primero en su proceso parece ser más lento que el de las
comenzar el camino de descenso, seguido regiones litoraleñas. Hacia 1980, el aumento
por el estrato medio autónomo, los obreros de los niveles de fecundidad, que se manifies­
56 calificados y, por último, los no calificados. ta en especial en las áreas metropolitana y del
LA POBLACIÓN

litoral argentino, implica una disminución de y 1980. En este caso, la región también presen­
la distancia de los niveles de fecundidad entre ta signos de relativa estabilidad a partir de la
estas últimas y el resto de las regiones del país, década de 1940. Sin embargo, se constata la
en tanto se mantiene prácticamente constante existencia de una emigración hacia otras pro­
la jerarquía regional. vincias más desarrolladas, que es compensada
por las tasas de natalidad registradas en la re­
gión, las más elevadas del país. La Patagonia
DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LA POBLACIÓN sigue un lento pero ininterrumpido proceso
de incremento relativo de su población res­
DISTRIBUCIÓN REGIONAL pecto de la del total del pais. La región es la
más despoblada del territorio nacional; sin
El proceso de distribución regional de la po­ embargo, mejora su situación relativa de ma­
blación en la Argentina entre 1914 y 1980 está nera pausada pero constante desde el 1,4 por
fuertemente ligado al fenómeno de concentra­ ciento en 1914, hasta el 3,7 por ciento para
ción demográfica en el Área Metropolitana 1980 (véase el gráfico 4).
de Buenos Aires. El peso relativo de su po­ Este fenómeno de redistribución de la po­
blación crece en forma continua, desde apro­ blación en el espacio geográfico es producto
ximadamente el 26 por ciento en 1914 hasta un del efecto combinado de los componentes de­
máximo del 36 por ciento en 1970, para detener mográficos básicos: el crecimiento vegetativo
su hasta entonces constante incremento y man­ y la migración internacional e interna —tanto
tenerse prácticamente estable en el 35 por cien­ de nativos como de extranjeros—. Habida
to en 1980. cuenta de la importante caída que ostentan
La región del Litoral, otrora zona de atrac­ tanto la fecundidad como los volúmenes de
ción migratoria y de incesante incremento de­ migración internacional, así como del efecto
mográfico, reduce su importancia relativa des­ secundario que ejerce el descenso de los nive­
de poco más del 37 por ciento de la población les de mortalidad, el principal factor de la re­
del país en 1914, a ni siquiera alcanzar el 27 distribución espacial de la población en la Ar­
por ciento en 1980. La región Centro-Noroes­ gentina recae en la migración interna de
te, que constituyó el centro demográfico por nativos del país, en particular a partir de me­
excelencia durante el período colonial, tam­ diados del siglo XX. Asimismo, la desigual dis­
bién pierde presencia en el contexto nacional, tribución de los habitantes en las diferentes re­
disminuyendo su importancia relativa desde giones del país se vincula con factores de tipo
el 23,2 por ciento hasta el 20,1 por ciento en­ histórico y con circunstancias económicas.
tre 1914 y 1980. La región sólo muestra una- le­ Los primeros hacen referencia a las caracterís­
ve recuperación del éxodo histórico de sus po­ ticas de la ocupación del territorio argentino
bladores recién hacia 1970-1980. Cuyo, por su en las diferentes etapas de su desarrollo, liga­
parte, mantiene su peso prácticamente estable das a las formas de colonización y ocupación
desde 1914. El Nordeste manifiesta una recu­ del territorio. Las segundas se relacionan con
peración importante entre 1914 y 1947 y reto­ las riquezas naturales de cada región, con la
ma el ritmo decreciente entre esa última fecha posibilidad de su explotación y con las diver­ 57
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

GRÁFICO 4
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN rom. POR REGIONES
SEGÚN mos CENSALES 1914-1980

100% - ------- -- >\\\\\\\\‘ &_\\\\\&


80% ‘í í ___
60% ­
mm 7/////¿

40% ­

20% ­

0% -i
1914 1947 1960 1970 1980
Patagonia Cuyo Centro-Noroeste Nordeste “Tn Litoral Área Metropolitana
Años censales

Fuente: Indec (1993).

sas políticas regionales de difusión implemen­ pampa húmeda. En segundo término, el desa­
tadas desde el Estado nacional. De esta mane­ rrollo de la industria se ubica en el mismo lu­
ra, el desarrollo económico durante el siglo gar, dado que allí encuentra la mayor disponi­
XX, basado inicialmente en la actividad bilidad de mano de obra y también se
agroexportadora y luego en la industrializa­ garantiza un número importante de consu­
ción sustitutiva de importaciones, localizado midores con capacidad de compra. De esta
en las otrora regiones fundadas por los con­ manera, el proceso de industrialización susti­
quistadores de la corriente del este, contribuye tutiva de importaciones refuerza la macroce­
a acentuar el histórico desequilibrio regional. falia de la zona metropolitana, atrayendo in­
Entre 1914 y 1980, el centro demográfico migrantes de otras jurisdicciones del país, en
de la Argentina continúa desplazándose desde especial hasta 1970. Por último, durante el de­
la región del Noroeste a la zona pampeana y cenio 1970-1980 se expresa una mayor redis­
en particular, hacia el Área Metropolitana. Es­ tribución interna de la población a favor de
te intenso proceso de concentración se origi­ los desarrollos económicos regionales, a par­
na, en primer término, en el desplazamiento tir de la instalación de polos industriales en
de la actividad agropecuaria -destinada a la las provincias en detrimento de la macrocefa­
58 exportación y al mercado interno— hacia la lia bonaerense y vinculando el proceso tam­
LA POBLACIÓN

bién con el deterioro de las condiciones so­ mía hasta la primera década del siglo XX in­
cio-económicas en el Área Metropolitana de clusive, la depresión ataca con posterioridad a
Buenos Aires. la agricultura durante alrededor de treinta
años y se hace sentir en su consecuente demo­
DISTRIBUCION PROVINCIAL gráfico.
Hacia 1914, la provincia de Santa Fe con­
Entre 1914 y 1980, los diecinueve partidos forma el 11,4 por ciento de la población total
del Gran Buenos Aires aumentan de manera del país, ocupando el tercer lugar en cuanto a
sostenida e ininterrumpida su participación en tamaño, después de la ciudad y de la provin­
el área, partiendo desde aproJdmadamente el 6 cia de Buenos Aires. A partir de ese momen­
por ciento de la población total del país en to, su participación relativa respecto de la po­
1914, hasta concentrar aproidmadamente un blación total desciende en forma lenta pero
cuarto de ella en 1980. Una vez agotado el apor­ continua hasta disminuir al 8,8 por ciento en
te inrnigratorio europeo, el elevado nivel de 1980. Entre sus principales aglomeraciones
concentración demográfica en el conurbano urbanas se destaca Rosario, cuyo papel co­
bonaerense es producto de la transferencia de mercial y portuario, así como una importan­
población rural hacia áreas urbanas y migra­ te actividad industrial, le impone un notable
ciones provenientes de países limítrofes. crecimiento demográfico, en especial al pro­
Sin embargo, la ciudad de Buenos Aires mediar el siglo XX. Se convierte en la segunda
manifiesta una realidad demográfica diver­ ciudad en importancia del país, hasta que en
gente, pues pasa de reunir alrededor del 20 por 1980 cede esa posición al aglomerado de la
ciento de la población de la Argentina en ciudad de Córdoba.
1914, a no alcanzar el ll por ciento del total Entre Ríos disminuye su incidencia rela­
en 1980. A medida que avanza el siglo, el de­ tiva desde el 5,4 por ciento para 1914 hasta
signado centro político, cultural y económico poco más de la mitad hacia 1980 (3,2 por
del país, tiende a especializarse en la presta­ ciento). Luego de una etapa de crecimiento
ción de servicios, en tanto la actividad indus­ económico basado principalmente en la agri­
trial y la residencia de buena parte de su po­ cultura, la provincia participa durante varias
blación activa se orienta a radicarse en el décadas -en especial en las de los cincuenta y
cinturón del conurbano bonaerense, favoreci­ sesenta- del proceso de migración interna de
da por las mejores vías de comunicación. la población nativa del país. La incipiente
La crisis económica de 1929-1930 ejerce sustitución de importaciones iniciada en la
importantes consecuencias en la evolución Argentina durante los años treinta, el estímu­
demográfica de la provincia de Buenos Aires. lo a la industrialización de bienes de consu­
El resto de los partidos de dicha provincia dis­ mo impulsado desde mediados de 1940 hasta
minuye su importancia relativa de manera la década de los setenta y la vecindad con los
más acentuada antes de alcanzar la mitad del principales asentamientos fabriles del Gran
siglo XX, para luego decrecer más levemente. Buenos Aires y el cordón industrial Rosario­
Amén de reducirse el aporte de la inmigración San Nicolás, son factores determinantes que
extranjera que proveyó de brazos a su econo­ contribuyen a la emigración continua de en­ 59
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

trerrianos. Entre 1960 y 1970, la provincia ca, provocando la consecuente degradación de


sufre el mayor déficit demográfico. Final­ los campos. La población continúa incremen­
mente, la desaceleración de la tasa de migra­ tándose levemente pero la gran sequía que se
ción neta negativa que se observa en la pro­ inicia en 1928 y dura hasta alrededor de 1939
vincia en el período 1975-1979 se relaciona otorga el golpe de gracia. La emigración co­
con la pérdida de atracción que sistemática­ mienza a hacerse sentir entre la población. Las
mente experimenta el Área Metropolitana de dos décadas posteriores a la de los cincuenta
Buenos Aires durante ese último quinquenio. indican una paulatina recuperación de su de­
La proporción de población de la provin­ sarrollo económico y demográfico, debido en
cia de Córdoba se reduce desde el 9,3 por cien­ parte a las nuevas perspectivas que introduce
to en 1914, hasta el 8,6 por ciento para 1980, a la colonización de la cuenca del río Colorado.
pesar de que a partir del proceso de sustitu­ Para 1970, la provincia logra detener la pérdi­
ción de importaciones, la provincia suma a su da de su población originaria y el decenio
actividad cultural, agropecuaria y comercial 1970-1980 experimenta una recuperación de­
un pronunciado desarrollo industrial que mográfica más pronunciada.
atrae trabajadores extranjeros durante el pe­ Tucumán -que es la provincia más pobla­
ríodo de la segunda posguerra, así como inmi­ da de la región Noroeste, ya que ella concentra
grantes de otras provincias argentinas. Benefi­ una tercera parte de la población total de la
ciada por su posición nodal, en el siglo XX zona- muestra altibajos en su dinámica de­
asiste a la radicación de la industria automo­ mográfica, que provocan la paulatina dismi­
triz. Ello provoca un comportamiento demo­ nución de la importancia relativa de su pobla­
gráfico que le permite equilibrar en parte la ción respecto del total nacional. Tucumán
fuerte atracción que ejerce el aglomerado del experimenta un decrecimiento moderado
Gran Buenos Aires y convertirse a su vez en desde el 4,2 por ciento del total nacional en
una de las áreas de recepción de población del 1914, al 3,5 por ciento en 1980. En 1947, el 15
interior. por ciento de la población nacida en la pro­
De escasa incidencia relativa, La Pampa vincia reside fuera de su tierra natal, revelan­
disminuye su importancia desde el 1,3 por do el comienzo de un proceso emigratorio que
ciento en 1914, hasta el 0,7 por ciento para adquirirá características de éxodo veinte años
1980. Hacia 1914, los ecos de la Primera Gue­ después. En la década de los sesenta, la crisis
rra Mundial elevan los precios de los produc­ de la principal actividad económica de la ju­
tos agrícolas, hecho que unido a las buenas co­ risdicción —la producción de azúcar- motiva
sechas, continúa fomentando el incremento la expulsión de mano de obra originaria de la
demográfico de la provincia, aunque a un rit­ provincia, debido al cierre masivo de ingenios
mo menor para la época. Sin embargo, las res­ azucareros, principal fuente de trabajo de la
tricciones que ocasiona el conflicto intensifi­ zona. Los resultados del Censo de 1970 mani­
can la tala indiscriminada del caldén, que fiestan resultados elocuentes, pues la provin­
comienza a reemplazar al carbón importado. cia ha perdido población en valores absolutos
La erosión del suelo empieza a adquirir rele­ respecto de 1960. No obstante ello, entre 1970
60 vancia. El monocultivo extensivo se intensifi­ y 1980 logra revertir esa tendencia y recupera
LA POBLACIÓN

un ritmo de crecimiento que incluso supera al reside en otra provincia. Esta proporción se
total nacional. En 1980 su población pasa a mantiene prácticamente estable hacia 1947 —el
ocupar el sexto lugar en importancia relativa, 32 por ciento de catamarqueños vive fuera de
después de la provincia y de la ciudad de Bue­ la provincia-, para elevarse de manera signifi­
nos Aires, Córdoba, Mendoza y Santa Fe, por cativa al 41 por ciento en 1970. Durante el de­
su volumen demográfico. cenio 1970-1980, el éxodo disminuye y la pro­
Santiago del Estero reduce su incidencia re­ vincia tiende a conservar una buena parte de
lativa desde el 3,3 por ciento en 1914, hasta el su crecimiento vegetativo.
2,1 por ciento en 1980. La provincia sufre el La participación relativa de La Rioja en la
gradual agotamiento de la actividad forestal y población total disminuye paulatinamente a
las condiciones adversas para otro tipo de ex­ partir de 1914 (1,0 por ciento) y se mantiene
plotaciones reactivan el proceso emigratorio, ya estable desde 1960 en adelante, pero con valo­
pennanente, ya estacional, entre 1914 y 1947. res ínfimos desde el punto de vista cuantitati­
Su población originaria provee gran parte de la vo (0,6 por ciento). Como consecuencia del
mano de obra utilizada en la zafra azucarera de nuevo orden económico nacional, mediante la
Tucumán, la cosecha algodonera en el Chaco y competencia de la producción pampeana y del
la de cereales y maíz en las provincias de la comercio internacional, el fenómeno de la
pampa húmeda. Entre 1947 y 1960, la provin­ emigración hacia otras provincias argentinas
cia evidencia el período más crítico de su evo­ pasa a constituir un proceso crónico y crecien­
lución demográfica. La tasa anual media de cre­ te. Sin embargo, durante la década de los se­
cimiento manifiesta valores negativos (-0,5 por tenta, la ciudad de La Rioja se convierte en
mil), consecuencia de la fuerte pérdida de po­ área de atracción de migrantes intraprovincia­
blación por efecto de la emigración. Santiago les ‘que se desplazan hacia las ciudades desde
del Estero pierde alrededor de 3.000 habitantes las áreas más deprimidas, reemplazando en
en valores absolutos, cifra que supera al núme­ parte a las personas que emigran de allí hacia
ro de personas obtenido por crecimiento vege­ otras provincias.
tativo. Si bien durante el período 1960-1970 se La contraparte demográfica del Noroeste
invierte la tenden ia, la tasa expresa un ritmo corresponde a los casos salteño y jujeño. La
muy lento de crecimiento (3,9 por mil). Es re­ participación de la población de la provincia
cién durante la etapa 1970-1980 que se mani­ de Salta aumenta respecto del contexto nacio­
fiesta un repunte respecto de las anteriores. nal, pasando del 1,8 por ciento en 1914, al 2,4
Catamarca es otra de las jurisdicciones que por ciento en 1980. Entrado ya el siglo XX co­
no forman parte de las zonas a las que arriba mienza una nueva etapa provincial con el de­
la inmigración masiva europea y a ello se su­ sarrollo del Chaco salteño, facilitada por la lle­
ma la emigración de sus habitantes hacia las gada del ferrocarril, primero a Embarcación y
áreas de desarrollo de la región pampeana. Su después hasta la frontera con Bolivia. Salta re­
importancia relativa respecto del total nacio­ toma entonces su fuerte crecimiento demo­
nal se reduce del 1,3 por ciento en 1914, al 0,7 gráfico, que incluso permite superar el del to­
por ciento en 1980. Hacia 1914, el 30 por cien­ tal nacional en algunos períodos. De esta
to de la población originaria de la provincia manera, si bien la provincia forma parte de 61
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

aquellas áreas expulsoras de población que a Salinas Grandes; petróleo en la cuenca del Al­
través de sus corrientes de emigración contri­ to Bermejo; San Antonio de los Cobres, cabe­
buye al crecimiento de las más desarrolladas za de rieles del ferrocarril a Antofagasta.
del país, nunca su participación asume la ca­ En Cuyo, la importancia relativa de la po­
racterística de éxodo como se registra en otras blación de la provincia de Mendoza se incre­
jurisdicciones de la región y llega incluso a menta de manera paulatina respecto del total
convertirse en zona de atracción de migrantes nacional durante todo el período 1914-1980.
internos. Al promediar el siglo XX se registra En la década del Centenario su proporción es
en ella la mayor importancia relativa de nati­ del 3,5 por ciento, en tanto dos años antes de
vos de otras provincias, momento que coinci­ la Guerra de Malvinas ella asciende al 4,3 por
de con la expansión de su frontera interna ha­ ciento del total. Si la industria vitivinícola
cia el nordeste, a raíz de la actividad petrolífera origina su prosperidad, el petróleo y manga­
y los cultivos industriales. Incluso conservan­ neso, así como una refinería en Luján de Cu­
do su categoría de provincia expulsora de po­ yo, fábricas de cemento y plantas de electro­
blación, Salta mantiene en forma histórica un química y electrometalurgia que utilizan
intercambio poblacional bastante equilibrado energía de las centrales de El Nihuil, constitu­
con Tucumán y Jujuy, a partir de que la base yen las actividades productivas complemen­
económica de estas provincias presenta sirni­ tarias de la agricultura intensiva. En lo refe­
lares condiciones. rente a la migración interna es evidente que la
Producto de la extraordinaria expansión escasa importancia numérica de sus saldos
de los cultivos de caña de azúcar y la actividad netos, en términos de las tasas de migración
industrial conexa, Iujuy manifiesta un intenso de los últimos períodos quinquenales, encu­
crecimiento demográfico en especial al pro­ bre el real dinamismo de los movimientos in­
mediar el siglo XX. Su incidencia se incremen­ terprovinciales. Si se toma en cuenta la infor­
ta desde el l por ciento en 1914, al 1,5 por mación disponible para los quinquenios
ciento para 1980. Los campos de Ledesma, San 1965-1970 y 1975-1980, se verifica que Men­
Pedro y Tabacal reclutan braceros para la cose­ doza, a la vez que pierde población por efecto
cha cañera y el trabajo en los ingenios azuca­ de la emigración, se ubica también como cen­
reros. Ellos provienen de la Puna, de la Que­ tro de atracción regional y se proyecta a áreas
brada de Humahuaca e incluso de los Valles más distantes.
Calchaquies. La mano de obra temporaria de La participación de la población de la pro­
sus actividades productivas también incluye a vincia de San Juan en el total nacional y en la
la inmigración limítrofe proveniente de Boli­ región cuyana se mantiene prácticamente con
via. A ello se suma la explotación de los yaci­ escasas variaciones (en 1914, el 1,5 por ciento
mientos de hierro de Zapla a partir de 1944. La y en 1980, el 1,7 por ciento) a través de todo el
expansión de la minería provocada por la Se­ período analizado. A pesar del trágico saldo de
gimda Guerra Mundial modifica el entorno muertes por el terremoto que destruye prácti­
jujeño: plomo, plata y zinc en el yacimiento El camente la ciudad capital en 1944, su expe­
Aguilar; estaño en Mina Pirquitas; azufre en riencia demográfica manifiesta una moderada
62 La Casualidad; boratos en Loaros, Cauchari y inmigración de nativos de otras provincias y
LA POBLACIÓN

una simultánea menor emigración de sanjua­ Chaco es la jurisdicción que manifiesta el


ninos. Sin embargo, 1960-1970 constituye el mayor incremento relativo de la región Nor­
período de menor incremento relativo de la deste entre 1914 (0,6 por ciento) y 1947 (2,7
población de la provincia, que recién se recu­ por ciento). Con posterioridad a la Primera
pera durante el decenio 1970-1980. Guerra Mundial comienza la espectacular ex­
Desde 1914 en adelante, la participación pansión del cultivo del algodón y la consi­
relativa de San Luis se reduce prácticamente a guiente creación de nuevas colonias en las
la mitad (en 1914, el 1,5 por ciento y en 1980, que se instalan argentinos que provienen de
el 0,8 por ciento). Las bajas tasas de crecirnien­ otras provincias del país y extranjeros, com­
to íntercensal son efecto de la fuerte emigra­ ponentes de la nueva corriente que reanuda
ción hacia otras provincias argentinas y hacia brevemente el flujo migratorio durante la pri­
el Área Metropolitana de Buenos Aires en par­ mera posguerra. Para 1921 se fundan catorce
ticular. Una imagen de la pérdida de población nuevas colonias en la zona de Sáenz Peña, que
que sufre la provincia a medida que avanza el constituyen el destino preferido por inmi­
siglo XX se observa mediante la proporción de grantes de Europa central y oriental. De ma­
población de este origen que reside en otro lu­ nera simultánea, desde 1925 en adelante, la
gar del país, según los respectivos resultados industria del tanino entra en crisis, pero el
censales. En efecto, en 1914 dicha tasa alcanza paralelo progreso de la agricultura del algo­
al 26 por ciento, mientras que la proporción dón permite a la provincia continuar su desa­
asciende al 35 por ciento en 1947 y al 45 por rrollo económico, incluso durante la gran de­
ciento hacia 1970. presión iniciada en 1930, debido a que la.
En el Nordeste, Corrientes disminuye pau­ escasez y el encarecimiento de los textiles irn­
latinamente su peso relativo respecto del total portados fomenta la producción. Estos dos
del país. Entre 1914 y 1980 su proporción des­ procesos económicos de signos opuestos —la
ciende en prácticamente el cincuenta por crisis del tanino y el auge del algodón- dejan,
ciento de su valor inicial (4,4 por ciento en sin embargo, un saldo demográfico positivo
1914 y 2,4 por ciento en 1980). Desde 1914, el para la provincia hasta promediar el siglo XX.
crecimiento de su población se lentifica y a A partir de esta última fecha se interrumpe el
partir de 1947 prácticamente se estanca. La extraordinario desarrollo provincial, para dar
población de la provincia incrementa su nú­ paso al estancamiento durante los siguientes
mero en apenas unas 7.500 personas entre esa treinta años. Al tiempo que el territorio na­
última fecha y 1960. Ello expresa de manera cional se convierte en provincia en 1951, la
más que elocuente el éxodo de habitantes que crisis algodonera transforma a la zona en un
afecta a la provincia durante el período. Sólo área expulsora de población. El decenio 1970­
durante la década 1970-1980 recupera en par­ 1980 parece mostrar una reversión de esta úl­
te su anterior tendencia al incremento demo­ tima tendencia, dado que manifiesta un creci­
gráfico, en mayor medida producto del creci­ miento levemente superior al promedio
miento vegetativo que tiende a compensar el nacional, ocupando para 1980 el octavo lugar
todavía presente fenómeno de la emigración como posición relativa (2,5 por ciento) por su
de sus habitantes. volumen de población. 63
POBLACION Y SOCIEDAD

Misiones, junto con el Chaco, había consti­ provincia hasta Embarcación en Salta, vincu­
tuido la meta de corrientes de inmigrantes eu­ lando ambas jurisdicciones del país, promue­
ropeos durante el siglo XIX. Hacia 1914, la ven el crecimiento demográfico provincial
composición de la población según origen mi­ (0,2 por ciento en 1914 y 1,1 por ciento en
gratorio denota su incidencia a partir de que el 1980), en especial a partir de la tercera década
38 por ciento de su población es extranjera: del siglo XX.
dos tercios de la misma, de origen limítrofe, y En la Patagonia, la participación relativa
un tercio, europeo. Con posterioridad a la Pri­ de la población de la provincia del Chubut en
mera Guerra Mundial se reanuda el proceso el total del país es prácticamente nula. Con un
inmigratorio, dando paso al auge de la coloni­ porcentaje mínimo en extremo hacia 1914
zación privada en Puerto Rico, Montecarlo, El­ (0,3 por ciento), no llega a alcanzar el l por
dorado, Victoria y Wanda, con predominio de ciento de la población total de la Argentina en
alemanes y polacos, suecos, ingleses y japone­ 1980. La etapa de incremento demográfico de
ses. A partir de 1940, efecto de la disminución la provincia está vinculada con las nuevas in­
del flujo europeo de ultramar, sólo continúan dustrias de tecnología intensiva establecidas
vigentes las inmigraciones japonesa, brasileña en las ciudades localizadas al nordeste de la
y paraguaya. La provincia abastece de bienes provincia, tales como Puerto Madryn y Tre­
gue el área del Litoral no produce: yerba mate, lew. La disminución de los flujos migratorios
azúcar, algodón, tabaco, maderas, cítricos, tung internacionales es acompañada por un incre­
y té. Para 1970, Misiones se encuentra en plena mento relativo de los migrantes provenientes
etapa de ejecución de obras de complejos hi­ de otras provincias. El aporte de los extranje­
droelécuicos. La importancia relativa de la po­ ros originarios de países no limítrofes, tan irn­
blación de la provincia se incrementa de mane­ portante en 1914, resulta casi imperceptible en
ra paulatina respecto del total nacional durante 1980. En lo referente a la migración interna,
todo el período desde 1914 (0,7 por ciento) históricamente la provincia es un área recep­
hasta 1980 (2,1 por ciento). tora de corrientes interprovinciales, de forma
Hacia 1914, el Censo Nacional detecta en tal que el balance entre inmigrantes y emi­
Formosa la presencia tanto de migrantes in­ grantes contribuye de manera positiva a la di­
ternos como de extranjeros, dado que el po­ námica de su población.
blamiento de su territorio se realiza hacia fi­ No obstante su ritmo de crecimiento soste­
nes del siglo XIX mediante dos movimientos nido, la participación relativa del Neuquén en
migratorios simultáneos y opuestos: uno que el total del país no alcanza al l por ciento en
proviene del litoral de la provincia, con pre­ 1980. Para 1914, la actividad del petróleo hace
dominio de paraguayos y correntinos, y otro crecer Cutral-Có y Plaza Huincul, mientras Za­
que procede de Salta y Santiago del Estero. pala surge como un estratégico centro comer­
Formosa sigue similar proceso que la vecina cial que da salida a la producción de la zona
provincia del Chaco, pero en menor escala. El cordillerana. El desarrollo de las actividades
surgimiento de Clorinda, localizada frente a económicas más importantes de la provincia,
Asunción del Paraguay, así como la construc­ agropecuaria y minera y la intensificación, en la
64 ción de la línea férrea desde la capital de la década de los sesenta, de la explotación del pe­
LA POBLACIÓN

tróleo y del desarrollo turístico y la construc­ miento de petróleo en Comodoro Rivadavia,


ción de las centrales hidroeléctricas iniciadas Caleta Olivia y Pico Truncado, impulsa tam­
con El Chocón, la convierten en un polo de bién el crecimiento demográfico de la zona.
auacción para la población residente en ouas Tierra del Fuego constituye el área menos
provincias argentinas. La movilidad interpro­ poblada del país en términos relativos, pues
vincial tiene fuerte incidencia sobre la estructu­ hacia 1980 la población de la provincia sólo re­
ra demográfica de esta provincia. Al igual que el presenta el 0,1 por ciento del total nacional.
resto de las provincias patagónicas, la migra­ Hacia 1917 se instala la industria frigorífica,
ción neta del Neuquén es altamente positiva. sumando a la producción de lana, la de reses
La participación relativa de la población para el consumo, que tienen muy buena acep­
de la provincia de Río Negro se incrementa tación en el mercado internacional de carnes.
desde 1914 (0,5 por ciento) hasta alcanzar el Estas actividades atraen inmigración de países
1,4 por ciento de la población total de la Ar­ limítrofes, en particular de origen chileno. Si
gentina en 1980. En la segunda década del si­ bien la instalación del presidio nacional en la
glo XX se llevan a cabo importantes obras de localidad de Ushuaia, a comienzos del siglo
riego proyectadas por el ingeniero César Ci­ XX, en parte favorece el movimiento económi­
polletti, que amplían el asentamiento de po­ co en su entorno, su imagen y la impresión pú­
blación y la producción agrícola. La Compa­ blica ejercen una traba para el asentamiento de
ñía Ítalo Argentina de Colonización establece nuevos pobladores. La crisis económica mun­
el pueblo de Villa Regina en el extremo orien­ dial de 1929-1930 provoca un duro revés para
tal del Valle y entre 1922 y 1925 se inicia la los productores ovinos: los precios caen estre­
plantación intensiva de frutales. Durante la pitosarnente. El poblamiento se reactiva desde
década de 1930 comienzan a proliferar las 1943, con la creación de la Gobemación Marí­
plantas procesadoras, y las agroindustrias tima de Tierra del Fuego. La construcción de
otorgan una nueva dimensión y perspectiva a barrios para las bases navales de Ushuaia y Río
los centros urbanos del Valle, que en esa etapa Grande, la de aeropuertos y otras obras públi­
inicia la exportación de sus productos, prime­ cas y la instalación de diversos servicios, son
ro a Brasil y luego a Europa. Este desarrollo importantes incentivos para la economía de la
socioeconómico es el factor que promueve el zona. Ello atrae nuevos pobladores desde el
crecimiento demográfico de la zona. resto de las provincias y también desde el ex­
No obstante el dinamismo demográfico tranjero. El crecimiento demográfico se inten­
que presenta la provincia de Santa Cruz, la sifica y se concentra en los dos únicos centros
participación relativa de su población en el urbanos: Ushuaia y Río Grande. Durante la dé­
conjunto nacional es excesivamente baja, pues cada delos setenta se fomenta la instalación de
parte del 0,1 por ciento en 1914 y hacia 1980 industrias en su territorio para inducir su de­
sólo alcanza el 0,4 por ciento. La cría del gana­ sarrollo y descomprimir las grandes concen­
do lanar y el faenamiento en frigoríficos insta­ traciones en los principales centros urbanos.
lados en Puerto Deseado, San Iulián y Río Ga­ La inmigración interprovincial se intensifica.
llegos, constituyen factores preponderantes Desde 1956 integra junto con las demás
del poblamiento de la provincia. El descubri­ zonas australes argentinas el Territorio Nacio­ 65
POBLACION Y SOCIEDAD

nal de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del términos absolutos. Durante los trece años
Atlántico Sur. En 1980 viven unas 185 perso­ transcurridos desde 1947 y hasta 1960 se pro­
nas en los establecimientos de la Antártida duce un importante fenómeno de despobla­
Argentina. Las islas Malvinas alcanzan el ma­ ción rural. En este sentido, las tres estrategias
yor volumen de población en 1931, con apro­ económicas del modelo industrialista de susti­
ximadamente unos 2.400 habitantes. Desde tución de importaciones tienen un rasgo co­
entonces, su decrecimiento demográfico es mún, por lo menos en lo que concierne al em­
continuo, originado en el desvío del tránsito pleo: todas ellas inducen el crecimiento de
interoceánico hacia Panamá, una vez inaugu­ actividades no-agropecuarias, razón por la
rado el Canal del mismo nombre en 1916. En cual se verifica una notable transferencia de
1980 se registran 1.813 personas habitando el mano de obra del campo hacia los sectores ur­
archipiélago. Las islas Georgias y Sandwich banos. En las dos décadas posteriores a 1960, el
del Sur se convierten en la base para la explo­ ritmo de decrecirniento de la población rural
tación de la zona ballenera hasta 1930. Hacia se desacelera.
1980, tan sólo 25 habitantes en las Georgias y Las aglomeraciones mayores (de 100.000 y
ll en las Sandwich constituyen la población más habitantes) aumentan su importancia re­
de esta zona. lativa a medida que avanza el siglo XX. Las
aglomeraciones de menor tamaño (de 2.000 a
19.999 habitantes) disminuyen su magnitud
TENDENCIA GENERAL DEL PROCESO relativa a partir de 1947, a medida que pasan a
DE URBANIZACIÓN formar parte de una categoría mayor, sin ser
reemplazadas por otras. Las localidades de ta­
El proceso de urbanización -redistribución maño intermedio (entre 20.000 y 99.999 habi­
de la población en la que crece la proporción de tantes) presentan una situación heterogénea,
la que habita en localidades de 2.000 y más dado que disminuyen su peso en el total na­
habitantes- en la Argentina del siglo XX se ca­ cional durante el período 1914-1960 y revier­
racteriza por un crecimiento sostenido. Hacia ten la tendencia a partir de 1970 en adelante,
1914, la población urbana ya supera a la rural, período en que estas últimas se convierten en
dado que de acuerdo con los datos censales su zonas de atracción para los habitantes de áreas
porcentaje alcanza al 52,7 por ciento del total. más deprimidas.
Indudablemente, el Censo de 1914 marca un Con respecto a los componentes del creci­
momento sin retorno para el proceso de urba­ miento urbano —considerando crecimiento ve­
nización. A partir de esa fecha, su incremento getativo, migración neta o reclasificación delu­
continúa siendo sostenido y su porcentaje as­ gares antes rurales en urbanos, tanto en el total
ciende al 83 por ciento en 1980 (véase el grá­ de la población urbana como en el Área Metro­
fico 5). politana en particular-, la incidencia del creci­
A medida que avanza el siglo XX, la pobla­ miento rnigratorio supera al del crecimiento ve­
ción rural disminuye su importancia relativa getativo, en especial durante el período
respecto del total nacional; a partir de 1947 en 1947-1960. La migración intemacional deja de
66 adelante, también comienza a disminuir en ser el elemento preponderante del crecimiento
LA POBLACION

GRÁFICO 5
PORCENTAJE DE POBLACIÓN URBANA Y RURAL
TOTAL DEL PAIS 1914-1980

l 00°/o

óÜo/o

4Üo/o —

209/0 ‘

1914 l 1947 1960 ' 197o ' 193o


Población urbana I Población rural
Fuente: lndec (1995).

de las grandes aglomeraciones urbanas, como lo muestran las pirámides de la población total
fue en el pasado, y es la migración neta de los correspondientes a las respectivas fechas cen­
nativos del país la que constituye el factor deter­ sales (véanse los gráficos 6).
minante del crecimiento urbano y, en especial, A principios del período, el Censo de 1914
el de las grandes áreas metropolitanas argenti­ evidencia una población cuya estructura re­
nas durante la mayor parte del siglo XX. mite a una población “joven” (véase el gráfico
6.1). La base ancha de la pirámide y su cúspi­
de angosta no parece reflejar de manera clara
ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN el comienzo de descenso operado en los nive­
les de fecundidad y mortalidad en algunas de
Saxo Y EDAD sus subpoblacíones. El índice de masculinidad
de la población total se eleva en ese momento
Las tendencias pasadas de la mortalidad, la a 116, reflejo del todavía incipiente proceso in­
fecundidad y las migraciones provocan un migratorio internacional de origen mayorita­
efecto directo en la composición de la pobla­ riamente europeo y selectivamente masculino,
ción según sexo y edad. Las consecuencias de y una edad mediana de 20,4 años, con el 40
la evolución de la inmigración extranjera y del por ciento de su población menor de 15 años
proceso de transición demográfica se obser­ (véase el cuadro 5).
van en la estructura por sexo y edad que 67
POBLACION Y SOCIEDAD

GRÁFICOS 6
PIRAMIDES DE POBLACIÓN TOTAL SEGÚN ORIGEN MIGRATORIO

TOTAL DEL PAIS

G|<.—‘\F}K,Uó.í. 19H

W-«W \AFUI'I€‘_\
Ï\‘¿¿[i‘.'« =>

8 ó ‘ v 4 2 V L) ‘ V 2 l 4 V l ó
Base= población total 7.903.662
GRÁFICO 6.2. 1947

¿E78 Varones Ixíujeres


ÜNativos
No nativos

30-33 PHLÏJÏ, Í, ,.ÍS"J


8b4ÉO14ó Base: població total 15.893.827

65-68
70'74No
50-54 Ü
Nativos
75-73 Varones Ifluieres
nativos
GRAFICO 6.3. 1980

644
6 Base: población total 27.849.480
Fuente: Censos Nacionales de Población.
LA POBLACIÓN

CUADRO 5
ESTRUCTURA DE LA POBLACION TOTAL, NATIVA Y NO NATIVA
POR cnupos DE EDAD, EDAD MEDIANA E INDICE DE MASCULINIDAD
SEGÚN AÑOS CENSALES 1914-1980

%%%%
Índice de Edad Población de Población de Población de Población según
masculinidad mediana 0 a 14 años 15 a 64 años 65 años y más origen
1914 Total 116 20,4 40,1 57,6 2,3 100
Nativos 99 14,8 52,8 45,6 1,6 70
No nativos 167 31,7 10,1 86,0 3,9 30
1947 Total 105 24,8 30,9 65,2 3,9 100
Nativos 100 21,2 36,1 61,9 2,0 85
No naüvos 138 43,9 1,8 83,7 14,5 15
1960 Total 100 27,0 30,7 63,8 5,5 100
Nativos 97 23,8 34,6 62,2 3,2 87
No nativos 120 51,9 5,5 73,6 20,9 13
1970 Total 99 27,3 29,1 63,7 7,2 100
Nativos 97 24,9 31,9 63,3 4,8 91
No nativos l 11 53,3 3,3 66,9 29,8 9
1980 Total 97 27,2 30,3 61,5 8,2 100
Nativos 97 25,5 32,2 61,2 6,6 93
No nativos 100 52,6 4,5 65,2 30,3 7
Fuente: INDEC (1980) e INDEC (1993).

Muy diferente se manifiesta la situación Durante 1960, 1970 y 1980 se manifiesta


demográfica en 1947. Pasados treinta y tres un acentuado proceso de envejecimiento de la
años, la pirámide de población presenta no­ población a partir del estrechamiento de las
torias modificaciones respecto de la de 1914. respectivas pirámides por su base, efecto del
En ocasión del Cuarto Censo General de la constante descenso de la fecundidad, así como
Nación, la estructura por sexo y edad ya co­ del ensanchamiento de sus cúspides a medida
rresponde a la de una “población en transi­ que las cohortes de adultos acceden a edades
ción” o “madura” (véase el gráfico 6.2). La más avanzadas. Ya hacia 1970 se puede consi­
base de la pirámide se ha vuelto más estre­ derar a la población de la Argentina como una
cha, producto del descenso de la fecundidad, población “vieja” (la proporción de población
y son menores las diferencias de tamaño en­ con 65 y más años es de 7,2) y también se ob­
tre los sucesivos grupos de edad. El índice de serva una creciente feminización de la pobla­
masculinidad ha descendido a 105 y la edad ción (el índice de masculinidad es 99) (véase
mediana se ha elevado a 24,8 años, con el 31 el cuadro 5). En este comportamiento del ín­
por ciento de población menor de 15 años dice también tiene influencia el cambio nota­
(véase el cuadro 5). ble en la composición por sexo de los inmi­ 69
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

grantes de los últimos años, que acompaña a tura que presenta la población no nativa se
la variación del origen de las corrientes migra­ caracteriza por un acentuado envejecimiento
torias internacionales. de sus componentes, en particular desde me­
Por su parte, el alza coyuntura] de la natali­ diados del siglo en adelante (véase el cuadro
dad producida durante la década de los setenta, 5), producto de la disminución del flujo in­
también se observa en la pirámide de población migratorio y la falta de renovación de las co­
de 1980 (véase el gráfico 6.3), en un incremen­ hortes de este origen.
to de la proporción del primer segmento de su
base (la población entre 0 y 4 años). EL PROCESO DE ENVÉIECIMIENTO

Al considerar la evolución que presenta DE LA POBLACIÓN

la población nativa, su paulatino envejeci­


miento resulta del descenso que manifiestan El envejecimiento de la población es uno de
los niveles de fecundidad. Entre 1914 y 1947 los aspectos demográficos más llamativos que
se registra una notable disminución en la experimenta la población de la Argentina en el
importancia relativa del grupo menor de 15 período 1914-1980, en particular a partir de
años por efecto del descenso de la fecundi­ mediados del siglo XX. En 1914, la proporción
dad. A partir de 1947, la disminución de es­ de población de 65 y más años se eleva al 2,3 por
te grupo de edad joven se produce de mane­ ciento del total y en 1980 alcanza el 8,2 por cien­
ra paulatina, en tanto los cambios más to. Si bien el proceso ya se insinúa hacia 1895, a
significativos se advierten en la población de partir de la disminución relativa del grupo de
65 años y más, cuyo peso se triplica entre edad joven y el incremento de la proporción de
1947 y 1980. El efecto del descenso de la fe­ personas de 65 y más años, en 1947 es el mo­
cundidad y el acceso de las cohortes de adul­ mento en que se advierte que éste se encuentra
tos al grupo de edades más avanzadas ante en una fase ya avanzada (véase el cuadro 5).
las mayores ganancias de años a la vida cons­ Es posible distinguir tres etapas del pro­
tituyen los factores demográficos que expli­ ceso de envejecimiento. La primera, que
can los cambios más significativos en la po­ abarca hasta alrededor de 1925, sin envejeci­
blación nativa (véase el cuadro 5). miento, dado que la proporción de población
La composición de la población según de 65 y más años para ambos sexos oscila en
origen nativo o extranjero refleja la disminu­ el 2,4 por ciento. Otra segunda, entre 1925 y
ción de los flujos migratorios hacia la Argen­ 1970, que se caracteriza por un envejecimien­
tina a partir del período de la Gran Depre­ to rápido, en el que el porcentaje de personas
sión. De acuerdo con los datos del Tercer de este grupo de edad asciende al 7 por cien­
Censo Nacional, el 30 por ciento de los habi­ to. Entre 1947 y 1960, el ritmo de crecimien­
tantes del país había nacido en el extranjero. to de la población de 65 y más años duplica
Al promediar el siglo XX, su proporción se re­ el de la población total. Por último, una ter­
duce a la mitad para continuar disminuyendo cera etapa, entre 1970 y 1980, en la que el
de manera acentuada a medida que avanza el proceso se desacelera pero continúa en as­
siglo y para 1980 sólo alcanza el 7 por ciento de censo y el porcentaje supera el 8 por ciento
70 la población total de la Argentina. La estruc­ en esa última fecha.
LA POBLACIÓN

Este proceso es consecuencia del descenso cativamente diferente a la población femenina


sostenido de los niveles de fecundidad, que respecto de la masculina. El proceso de enveje­
reduce la proporción de nacimientos y, en cimiento se ve acompañado por otro sirnultá­
consecuencia, de jóvenes, sumado a la progre­ neo de feminización, dado que si bien aquélla
siva disminución de los niveles de mortali­ siempre ha mostrado ser más envejecida que
dad, y la falta de renovación de las cohortes esta última, a partir de 1965 su proporción se
migratorias con posterioridad a la Primera incrementa en mayor medida, producto de la
Guerra Mundial. Sin embargo, durante la pri­ menor mortalidad -o mayor sobrevivencia- de
mera etapa, el proceso de envejecimiento de las mujeres respecto de los varones.
la población como efecto del descenso de la Este acentuado proceso de envejecimien­
fecundidad y la mortalidad, demora su evolu­ to, que se observa en la población en general,
ción durante las primeras décadas del siglo manifiesta una evolución provincial hetero­
XX por el formidable aporte de jóvenes y génea. En 1914, las jurisdicciones que pre­
adultos activos que inmigran en gran escala a sentan las poblaciones más envejecidas ape­
nuestro país y ejercen un efecto rejuvenece­ nas superan el 4 por ciento de sus
dor en la población. componentes en el grupo de edad más avan­
Con posterioridad, durante la segunda eta­ zada, en tanto las más jóvenes concentran en
pa, intemimpido el aporte de la inmigración este grupo aproximadamente el l por ciento
masiva, el proceso de envejecimiento adquiere de su población. En 1947, las proporciones
notable velocidad por efecto de la disminución máximas y mínimas son, respectivamente,
de la natalidad y su consiguiente efecto sobre la del 5,1 por ciento y del 1,6 por ciento, valo­
estructura etaria de la población, y porque em­ res que indican una acentuación del proceso.
piezan a acceder hasta los grupos de edades Para 1960, las jurisdicciones exhiben rangos
avanzadas las otroras cohortes de inmigrantes de variación mucho más marcados, dado que
activos. El decenio 1970-1980 participa de un las que manifiestan un mayor proceso de en­
leve proceso de desaceleración del envejeci­ vejecimiento demográfico contienen más del
miento, producto del alza temporal de la fecun­ 9 por ciento de su población con más de 64
didad durante el decenio. El proceso no sólo años, mientras que las más jóvenes no han
varía en intensidad durante el período analiza­ superado en mucho el valor más bajo detec­
do, sino que también afecta de manera signifi­ tado para 1947.

GLOSARIO

CRECIMIENTO Tasa de crecimiento total: es la suma alge­


Tasa de crecimiento anual medio: expresa el braica de la tasa de crecimiento vegetativo o na­
ritmo de crecimiento de una población, es de­ tural y la tasa de crecimiento migratorio corres­
cir cuánto aumenta o disminuye en promedio pondientes a un determinado período.
anualmente por cada mil habitantes, durante Tasa de crecimiento vegetativo o natural: es
un período determinado. el ritmo al que la población aumenta o dismi­ 7l
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

nuye debido al balance entre nacimientos y FECUNDIDAD

defunciones, durante un determinado perío­ Tasa bruta de natalidad: indica la frecuen­


do. Es el cociente entre el crecimiento vegeta­ cia con que ocurren los nacimientos en una
tivo (nacimiento-defunciones) y la población población dada.
media de un período determinado expresado Tasa global de fecundidad: es el número de
por mil habitantes. Refleja la incidencia del hijos que en promedio tendría una mujer de
crecimiento natural en la población media de una cohorte hipotética de mujeres que duran­
dicho período. te su vida fértil tuvieran sus hijos de acuerdo
Tasa de crecimiento migratorio: es el co­ con las tasas de fecundidad por edad del pe­
ciente entre el saldo neto migratorio (inmi­ ríodo en estudio y no estuvieran expuestas al
grantes-emigrantes) ocurrido durante un pe­ riesgo de mortalidad desde el nacimiento has­
ríodo determinado y la población media de ta el término de su período fértil.
dicho período expresado por mil habitantes.
Refleja la incidencia del saldo migratorio en la ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN

población media de dicho período. Índice de masculinidad: indica la cantidad


de varones por cada cien mujeres en una po­
MORTALIDAD blación dada.
Tasa bruta de mortalidad: indica la fre­ Edad mediana: es la edad que divide a la po­
cuencia con que ocurren las defunciones en blación en dos grupos numéricamente iguales:
una población dada. por debajo se encuentra el 50 por ciento de la
Esperanza de vida al nacer: es el número población que tiene menos edad que la media­
de años que en promedio se espera viva una na y por encima, el 50 por ciento que la supera.
persona desde su nacimiento, de no variar la
tendencia observada en los niveles de morta­ URBANIZACIÓN
lidad. Porcentaje de población urbana: expresa la
Tasa de mortalidad infantil: número de importancia relativa de la población que resi­
muertes de niños menores de un año ocurridas de en áreas de 2.000 y más habitantes.
en la población de un área geográfica durante Porcentaje de población rural: expresa la
un año por cada mil nacidos vivos en la pobla­ importancia relativa de la población que re­
ción de esa área durante el mismo año. side en áreas de menos de 2.000 habitantes.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁHCA

Bibliografia general cas de los cambios de la población en la Argen­


tina hasta 1970, con los siguientes contenidos
La obra del INSTITUTO NACIONAL DE EsTA­ por volumen: l. Perspectiva histórica de la
DÍSTICA Y CENSOS (de aquí en más, INDEC), La evolución de la población; 2. El crecimiento de
población de Argentina, Buenos Aires, Cicred la población y sus componentes demográficos
72 Series, 1975, reúne las principales característi­ entre 1870 y 1970; 3. Los cambios en la compo­
LA POBLACION

sición de la población; 4. Redistribución espa­ respecto a la población total, el origen, país o


cial y migraciones; 5. Urbanización; 6. Pobla­ región de procedencia, la composición por se­
ción económicamente activa; 7. Proyecciones. xo y edad y los períodos de llegada de esa po­
Un pormenorizado análisis demográfico e blación. El segundo objetivo aspira a renovar
histórico de la evolución de la población en el la percepción y las ideas que han prevalecido y
país hasta 1980 se halla en INDEC, Censo Nacio­ aún predominan con respecto a la Argentina
nal de Población y Vivienda 1980, Buenos Ai­ considerada como país de fuerte atracción mi­
res; Serie D Población, 1980. gratoria internacional. Sobre ese mismo tema,
Para hallar análisis comparativos ‘con res­ puede consultarse la obra de ALFREDO LATTES y
pecto a la historia de la población en la Argen­ ENRIQUE OTEIZA (editores), Dinámica migrato­
tina hasta 1991, véase INDEC, Censo Nacional ria argentina (1955-1984): democratización y
de Población y Vivienda 1991, serie B n° 25: retorno de expatriados, volumen 1, Buenos Ai­
“Total del país”, Buenos Aires, 1993. res, 1987, que brinda la visión de una Argenti­
na que pasa de ser un país de tradicional inmi­
Temas específicos gración, a ser uno de emigración, al mismo
tiempo, durante las décadas cercanas a la de
En el capítulo 2 de INDEC, La población de 1980.
Argentina cit. pueden estudiarse el crecimien­ Entre los estudios sobre mortalidad, cabe
to de la población y sus componentes demo­ citar los siguientes trabajos: DORA CELTON, “La
gráficos entre 1870 y 1970. A su vez, el trabajo declinación de la mortalidad en la Argentina”,
del INDEC, Estimaciones y proyecciones de po­ en HONORABLE SENADO DE LA NACIÓN, Segundas
blación. Total del país (versión revisada), Serie Jornadas de Estudios de Población de la Argenti­
Análisis Demográfico 5, Buenos Aires, 1995, na, Buenos Aires, 1995, que analiza la declina­
ofrece los resultados de las proyecciones de la ción de la mortalidad en la Argentina durante
población total de la Argentina para el perío­ el siglo XX, a través de la evolución de las tasas
do 1950-2050. Contiene un informe técnico y las causas de deftmción, aportando una vi­
que describe los análisis realizados sobre el sión demográfica e histórica del fenómeno; IN­
comportamiento de las variables determinan­ DEC, La mortalidad en la Argentina entre 1980 y
tes, las hipótesis de trabajo utilizadas y comen­ 1991, Serie Análisis Demográfico 9, Buenos Ai­
tarios sobre algunos resultados. res, 1997. Si bien el objetivo de este documen­
En lo que respecta a las migraciones, es ne­ to es presentar un panorama de la evolución de
cesario referirse a: INDEC, La población no na­ la mortalidad en la Argentina entre 1980 y
tiva de la Argentina. 1869-1991, Serie Análisis 1991, el capítulo 1.1. exhibe los antecedentes
Demográfico 6, Buenos Aires, 1996. Este tra­ temáticos desde 1869 y hasta 1980 inclusive. El
bajo apunta a dos objetivos principales y dis­ trabajo pionero y clásico de la demografía ar­
tintos. Uno es el examen de la evolución cuan­ gentina de JORGE SOMOZA, La mortalidad en la
titativa de la migración internacional que se Argentina entre 1869 y 1960, Buenos Aires,
refleja en los sucesivos censos nacionales de 1971, sienta las bases del conocimiento de la
población desde 1869 hasta 1991. Se examina evolución de la mortalidad en nuestro país
su tamaño y crecimiento, su peso relativo con hasta la década de los sesenta. 73
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

En lo que se refiere a fecundidad, EDITH mortalidad y migraciones- y su influencia en


ALEJANDRA PANTELIDES, “Más de un siglo de fe­ la determinación de la estructura por sexo y
cundidad en la Argentina: su evolución desde edad de la población.
1869”, Notas de Población, año XX, n° 56, San­ Sobre urbanización, puede consultarse
tiago de Chile, 1992, se basa en la estimación CESAR VAPÑARSKY y NESTOR GOROIOVSKY, El
de la tasa global de fecundidad y llega a la crecimiento urbano en la Argentina, Buenos Ai­
conclusión de que el último período de explo­ res, 1990.
sión de nacimientos de los años setenta se tra­ Los datos referidos al envejecimiento de la
tó de un alza real de la fecundidad completa población se encuentran en INDEC, Estructura
de las cohortes. Por su parte, SUSANA Tomm­ demográfica y envejecimiento poblacional en la
DO, Procreación en la Argentina. Hechos e Argentina, Serie Análisis Demográfico 14,
ideas, Buenos Aires, 1993, sostiene que en una Buenos Aires, 1998. El objetivo de este trabajo
población que controla su procreación en los consiste en caracterizar el grado de envejeci­
niveles que lo hace la argentina en la década miento demográfico de la población argentina
de 1970, la tasa global de fecundidad está tan para el total del país y en cada jurisdicción en
afectada por la nupcialidad que es imposible particular, considerando que el acentuado pro­
inferir de ella ninguna conclusión válida en lo ceso alcanzado por la población en general
que concierne a la evolución del comporta­ manifiesta notorias heterogeneidades provin­
miento reproductivo. ciales. Sobre el mismo tema, ZULMA RECCHINI
Los volúmenes del INDEC correspondientes DE LATTES, “El envejecimiento de la población
a la Serie Análisis Demográfico, Buenos Aires, femenina es mucho mayor que el de la mascu­
1995-2000 completan el estudio de la redistri­ lina”, Boletín del Sidema, Buenos Aires, 1999,
bución de la población en las veinticuatro ju­ analiza no sólo el envejecimiento de la pobla­
risdicciones del país. Hacen referencia a la ca­ ción total sino en especial el proceso para el
racterización demográfica de cada una de ellas caso de la población femenina respecto de la
a partir del análisis de las principales tenden­ masculina y sus principales componentes de­
cias de las variables demográficas -fecundidad, mográficos.

74
LA POBLACIÓN

ANEXO

CUADRO 1
TAsAs BRUTAS DE NATALIDAD Y MORTALIDAD, TAsAs DE CRECIMIENTO VEGETATIVO,

MIGRACIÓN NETA Y CRECIMIENTO TOTAL (pon MIL)


TOTAL DEL PAIS 1914-1980

Períodos Tasa bruta Tasa bruta Crecimiento Tasa de migración Crecimiento


de natalidad de mortalidad vegetativo neta total
1910-1914
1915-1919 39,2
36,5 19,7
17,7 19,5
18,8 19,6
-l,6 39,1
17,2
1920-1924
1925-1929 34,9
32,5 15,1
14,1 19,8
18,4 10,3
8,6 30,1
27,0
1930-1934
1935-1939 29,0
25,7 12,5
12,5 16,5
13,2 2,1
2,4 18,6
15,6
1940- 1944
1945-1949 25,5
26,3 11,3
10,5 14,2
15,8 1,2
4,4 15,4
20,2
1950-1954 25,4 9,2 16,2 3,4 19,6
1955-1959 24,3 8,7 15,6 1,4 17,0
1960-1964
1965-1969 23,2
22,6 8,8
9,1 14,4
13,5 1,2
1,1 15,6
14,6
1970-1974
1975- 1979
23,4 8,9
25,7
9,016,8
14,4- 2,3
1,6
16,7
15,2
1980- 1984 23,1 8,5 14,6 0,6 15,2
1910-1949 Fuente: Indec (1975).
1950-1984 Fuente: Indec (1995).
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

CUADRO 2
POBLACIÓN TOTAL Y TASAS DE CRECIMIENTO MEDIO ANUAL INTERCENSAL

SEGÚN REGIONES Y PROVINCIAS 1914-1980

Región Población total (valores absolutos) Tasa de crecimiento medio


anual (por mil)
1914 1947 1960 1970 1980 1914- 1947- 1960- 1970­
1947 1960 1970 I 980
Total 7.885.237 15.893.915 20.013.793 23.364.331 27.949.480 20,4 17,7 15,4 17,9
Área
Metropolitana 2. 034.031 4. 722.381 6. 739.045 8.352. 900 9. 766.030 24,1 27,1 21,4 15,6
Capital
Federal 1.575.814 2.98 l .043 2.966.634 2.972.453 2.922.829 18,7 -0,4 0.2 -1,7
19 partidos
GBA 458.217 1.741.338 3.772.411 5.38 0.447 6.843.201 35,4 56,7 35,1 23,9
Litoral 2.933.744 5.022.873 5.683.972 6.341.356 7.396.066 15,9 9,5 10,9 15,4
Resto Buenos
Aires 1.608.731 2.532.536 2.993.697 3.394.082 4.022.207 13,5 12,8 12,5 16,9
Entre Ríos 425.373 787.362 805.357 811.691 908.313 18,1 1,7 0,8 11,2
Santa Fe 899.640 1.702.975 1.884.918 2 135.583 2 465.546 18,7 7,8 12,5 14,3
Cuyo 513.053 1 015.006 1.350.739 1.540.819 1.876.620 19,9 21,8 13,1 19,7
Mendoza 277.535 588.231 824.036 973.075 1.196.228 2 l ,7 25,7 16,6 20,6
San Iuan 119.252 261.229 352.387 384.284 465.976 22,6 22,9 8,7 19,2
San Luís 116.266 165.546 174.316 183.460 214.416 10,6 4,0 5,1 15,6
Nordeste 466.173 1.316.204 1.616.498 1.807.855 2.247.710 28,9 15,8 11,2 21,7
Corrientes 347.055 525.463 533.201 564.147 661.454 12,4 1,1 5,6 15,9
Chaco 46.274 430.555 543.331 566.613 701.392 48,8 17,8 4,2 21,3
Fonnosa 19.281 1 13.790 178.526 234.075 295.887 43,0 34,1 26,9 23,3
Misiones 53.563 246.396 361.440 443.020 588.977 39,0 29,1 20,3 28,3
Centro­
Noroeste 1.831.611 3.455.784 4.113.828 4.614.274 5.628.401 18,6 13,4 11,5 19,8
Catamarca 100.769 147.213 168.231 172.323 207.717 11,4 10,3 2,4 18,6
Córdoba 735.472 1.497.975 1.753.840 2.060.065 2 407.754 20,7 12,1 16,1 15,6
Iujuy 77.51 1 166.700 241.462 302.436 410.008 22,1 28,2 22,4 30,2
La Pampa 101.338 169.480 158.746 172.029 208.260 15.2 -5,0 8,0 19,1
La Rioja 79.754 110.746 128.220 136.237 164.217 9,9 11,2 6,1 18,6
Salta 142.156 290.826 4 l 2.854 509.803 662.870 20,8 26,7 21,0 26,1
Santiago del
Estero 261.678 479.473 476.503 495.4 l 9 594.920 17,8 -0,5 3,9 18,3
Tucumán 332.933 593.371 773.972 765.962 972.655 17,0 20,3 -l,0 23,8
Patagonia 106.625 361.667 509.711 707.127 1.034.653 33,0 26,1 32,4 37,6
Chubut 23.065 92.456 142.412 189.920 263.1 16 36,4 32,7 28,6 32,3
Neuquén 28.866 86.936 109.890 154.470 243.850 30,4 17,9 33,7 44,9
Río Negro 42.242 134.350 193.292 262.622 383.354 31,6 27,7 30,4 37,4
Santa Cruz 9 948 42.880 52.908 84.457 114.941 - 37,8 16,1 45,9 30,6
Tierra del Fuego 2.504 5.045 11.209 15.658 29.392 20,4 58,3 33,1 61,0
Fuente: Indec (1993).

76
2. LA INMIGRACIÓN

F emando J. Devoto

La Primera Guerra Mundial significó una do una grave crisis en la industria argentina,
brusca interrupción del movimiento migrato­ por falta de insumos y bienes de capital, cuyos
rio europeo a la Argentina, que no había deja­ efectos coincidían con los del fin de la expan­
do de crecer incesantemente desde principios sión agropecuaria alcanzada en 1914. Como
del siglo. El saldo migratorio incluso se con­ resultado, la desocupación había crecido en
virtió en negativo entre 1915 y 1917. Influían modo alarmante y ello por sí solo habría bas­
en ello las dificultades legales para expatriar a tado para reducir significativamente el núme­
causa de la movilización bélica de grandes ro de inmigrantes.
contingentes de personas y los problemas y La situación de dificultad se prolongó en
riesgos de los desplazamientos marítimos los primeros años de la posguerra, signados
transoceánicos. Por otra parte, los contextos por la continuidad de una (para la Argentina)
plenos de incertidumbres, como el provisto elevada tasa de desocupación y por conflictos
por la guerra, son además desalentadores de la sociales crecientes, que culminaron en la “se­
decisión de desplazarse. En vez de llegada de mana trágica” de enero de 1919. Semana en la
inmigrantes hubo un cierto movimiento de que muchos miembros de la elite dirigente
retomo al país de origen, debido en parte a los vieron un complot maximalista dirigido por
mitos patrióticos operantes sobre todo en las agitadores extranjeros (las agresiones de los
clases medias de origen inmigrante residentes grupos parapoliciales se concentraron en es­
en la Argentina. Algunos de entre ellos volvían pecial en los judíos centroeuropeos y en los
para enrolarse en el ejército de la “patria lon­ catalanes). Una consecuencia política inme­
tana”. Otros volvían, en cambio, para reunirse diata fue que el gobierno de Yrigoyen puso en
con sus familias. Sin embargo, no todo puede vigor dos decretos de 1916, que reglamenta­
atribuirse a la guerra. Un país no participante ban el artículo 32 de la Ley de Inmigración de
en ella como España (que desde 1906 consti­ 1876, estableciendo que para ingresar a la Ar­
tuía el primer grupo migratorio hacia la Ar­ gentina se necesitaba poseer un pasaporte con
gentina) redujo su flujo tanto como Italia, que foto y obtener certificados judiciales, policia­
desde 1915 intervenía en el conflicto. Además les o comunales de falta de antecedentes pena­
de la situación europea, influía lo que ocurría les, de no mendicidad y de salud mental. El ra­
en el país de arribo. La guerra había provoca­ dicalismo, en vez de innovar en materia de 77
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

concepciones o de instrumentos, con respecto que parece haber predominado en las elites ar­
al anterior gobierno conservador de Victorino gentinas en la inmediata primera posguerra.
de la Plaza, prefería servirse de disposiciones Lo revela la cronología de las disposiciones
sancionadas por este último. En 1923, el suce­ tanto como las afirmaciones de Remigio Lupo,
sivo gobierno radical de Alvear reforzó las dis­ director de Migraciones. Empero, es evidente
posiciones de control a través de un decreto que a ello concurrían también prevenciones
que reglamentaba la antigua ley de 1876. más antiguas y no sólo un genérico temor
Los decretos puestos en vigor significaban contra “anarquistas” y “maximalistas”. Preven­
un punto de giro con respecto a una política ciones contra aquellos grupos denominados
migratoria muy abierta que había caracterizado “exóticos”, una década antes, por Iuan Alsina,
al período 1852-1914. Sin embargo, las nuevas antiguo director de Migraciones; en especial
disposiciones no alteraban el cuadro jurídico contra los “rusos”, considerados entre los prin­
heredado —cuyos dos instrumentos principales cipales promotores de la revuelta. Es induda­
seguían siendo la Constitución de 1853 y la Ley ble que en dichos “rusos” hay que ver sobre to­
de Inmigración y Colonización de l876-. Ope­ do a los judíos europeos orientales. Mucha
rar restricciones con ese contexto heredado era menos influencia en la adopción de las restric­
problemático y a veces, como lo había exhibido ciones parecen haber tenido, en cambio, los
la Ley de Residencia de 1902, que muchos fallos motivos biologicistas y eugenésicos de mejo­
judiciales vieron en ellos, sensatamente, un ins­ ramiento racial tan populares en la década
trumento inconstitucional, en tanto afectaban precedente.
derechos de los “habitantes” consagrados en el Sin embargo, puestas en un contexto in­
artículo 14 de la Constitución de 1853. Empe­ ternacional más amplio, aquella medida y las
ro, como todo el período en estudio revelará, sucesivas se integran en un clima más general
nunca habrá suficiente consenso para modifi­ de la posguerra, de intervención de los distin­
car aquel marco jurídico general y tres intentos tos Estados en la regulación de los movimien­
de sancionar una nueva ley de inmigración tos migratorios. Intervención que reconocía
(1923, 1938 y 1949) fracasarán, mientras que la diferentes orígenes: el incremento de la xeno­
nueva Constitución de 1949, pese a las prome­ fobia producida por el conflicto bélico hacia
sas previas, tampoco innovará sustancialmente los grupos originarios de países beligerantes o
en la materia. hacia aquellos considerados menos asirnila­
bles (Estados Unidos, Canadá), las necesida­
des de aumentar y regular la mano de obra pa­
ENTRE DISPOSICIONES RESTRICTIVAS ra la reconstrucción (Francia), la voluntad de
Y PRÁCTICAS PERMISIVASZ LAS MIGRACIONES aumentar la‘ tutela y el control (Italia, España).
DE LOS AÑOS VEINTE Fue en esos años, además, cuando se produjo
una primera oleada de acuerdos bilaterales so­
Como se indicó, un peso decisivo en la bre migraciones, en especial entre naciones
adopción de las medidas restrictivas de 1919 europeas.
cabe a los motivos ideológicos derivados del Presionado para modificar la política mi­
78 miedo a la amenaza social y’ “revolucionaria”, gratoria, el gobiemo argentino tenía dos alter­
LA INMIGRACIÓN

i Los italianosZago.
Manrique en la Argentina celebran la victoria en la Primera Guerra Mundial (1918). La otra patria de los italianos,

nativas. La primera, que nunca fue seriamente Miradas en conjunto, las disposiciones no
considerada en la Argentina, era establecer un contenían mucho de nuevo; en la mayoría de
sistema de cuotas según origen nacional. La se­ los casos, eran una sistematización de medidas
gunda era establecer restricciones no por origen puestas en práctica en años precedentes. El
nacional sino según características individuales proyecto de ley generó, sin embargo, mucha
de los inmigrantes. El gobiemo argentino deci­ polémica, que reveló hasta qué punto el idea­
dió recorrer esa última vía. En 1923, el presiden­ rio del siglo XIX seguía vigente, en especial la
te Alvear -y su ministro de Agricultura Le Bre­ libertad de inmigración. El gobierno prefirió
ton- enviaron al Congreso el más ambicioso entonces buscar otro camino y no sancionó
proyecto de ley de inmigración posterior al de un nuevo marco legal. Optó por una vía admi­
1876. Proponía conservar el principio de liber­ nistrativa, a través de otra reglamentación de
tad de inmigración, multiplicando los mecanis­ la ya antigua ley 817 de 1876.
mos de control (sanitario, judicial y policial). El reglamento de 1923 incorporó muchas
Incrementaba las categorías de excluidos por ra­ ambigüedades, que daban plena discreción a los
zones sanitarias, bajaba el tope de edad a S5 funcionarios argentinos para impedir el desem­
años, dificultaba el ingreso de mujeres solas con barco de un inmigrante, ampliando las catego­
hijos menores de 15 años, excluía a categorías rías de excluibles por razones médicas o socia­
sociales marginales (mendigos, prostitutas, al­ les. Reiteró el requisito de obtener certificados
cohólicos) y a los activistas políticos. policiales o judiciales de ausencia de anteceden­
79
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

tes penales por delitos comunes o políticos (vi­ incremento del flujo migratorio a la Argentina
sados por la autoridad consular) para poder de­ y un cambio en la participación relativa de ca­
sembarcar en la Argentina. Mecanismo a través da grupo nacional. Grupos excluidos por las
del cual se aspiraba a excluir a subversivos y restricciones norteamericanas se dirigían aho­
otros “indeseables”, pero sobre todo a disuadir ra hacia la Argentina y ello significaba que la
de la elección del destino argentino. Los certifi­ emigración trepaba a casi 200.000 ingresos en
cados de no mendicidad y de salud serán supri­ 1923 y que el número de inmigrantes del cen­
midos (y reirnplantados años más tarde) pero tro de Europa (pero también del este y del su­
no por razones de mayor liberalidad sino por­ deste) se elevaba notablemente entre ellos. Los
que se juzgaba que eran poco eficaces medios centroeuropeos solamente, que eran 3.240 en
de control (de esa idea era el director de Mi­ 1921, pasaron a 6.409 en 1922 y a 17.619 en
graciones) y que era preferible reforzar el con­ 1923. Incremento enorme en porcentaje inclu­
trol sanitario en el momento de la llegada a so comparado con el de los italianos, un grupo
Buenos Aires. Finalmente, los artículos 18 y 19 de antigua tradición migratoria a la Argentina
daban plena discrecionalidad a la Dirección de también afectado por las leyes de cuota. Estos
Migraciones para “resolver en definitiva” sobre crecieron mucho pero proporcionalmente me­
la admisión o rechazo de cualquier inmigrante. nos. Pasaron de 30.965 en 1921, a 57.827 en
A todo ello se sumaban instrucciones al perso­ 1922, en 1924 a 91.992 y en ese incremento pue­
nal consular para acentuar la rigidez de los con­ de verse también el impacto de las restricciones
troles en la gestión de los expedientes (y veladas estadounidenses, ya que tanto los estudios con
amenazas ante comportamientos laxos) y para datos agregados (que muestran sensibles varia­
que actuasen como agentes de djsuasión de to­ ciones regionales) como las aproximaciones
da migración que se djrigiese a las ciudades. El rnicroanalíticas, que ven la aparición de nuevos
reglamento de 1923 inició, además, un proceso flujos locales, muestran discontinuidades con
de fraccionamiento de competencias adminis­ las cadenas migratorias del flujo precedente a la
trativas que hizo más enrevesada la gestión de la guerra. En números absolutos y no en porcen­
política migratoria. El control se realizaba a par­ tajes (donde la migración del centro y del este
tir de entonces en dos lugares: en origen, a tra­ de Europa pasaba del 3,4% de 1921 al 9,3% de
vés de documentos expedidos por las autorida­ 1923), el movimiento seguía estando dominado
des del país del que procedía el migrante, pero por los españoles e italianos, que en conjunto
visadas por la autoridad consular —que carecía continuaban siendo, en 1923, el 72% del total
del poder de otorgar permisos de embarque- y del flujo. Porcentaje sólo un poco menor al de
en destino, en el momento del desembarco, por antes de la guerra: en el año de máxima inmi­
la Dirección de Migraciones. gración a la Argentina, 1912, momento de ple­
Que las restricciones se incrementasen en na libertad migratoria, los 323.403 inmigrantes
1923, momento ahora de relativa calma social, italianos y españoles eran el 76% del total de
sugiere que en ello influyó, posiblemente, el arribados.
ejemplo y los resultados de la legislación res­ Ciertamente las medidas de 1923 afecta­
trictiva estadounidense de las leyes de cuota, ron a todos pero, inicialmente, más fuerte­
80 que habían provocado dos consecuencias: un mente a los migrantes del centro y del este de
LA INMIGRACIÓN

Desembarco de inmigrantes. Argentina. Edición especial en homenaje a S. A. R. el Príncipe de Gales, con motivo de su visita a la
Argentina. 1925-1926.

Europa, porque tenían una menor tradición 1926, llegó en números absolutos a los niveles
de migración a la Argentina y por ende encon­ de 1923 (18.530) y lo superó en los porcenta­
traban más dificultades para obtener informa­ jes: 14,1% del total de inmigrantes. En 1927, la
ción acerca de la situación jurídica vigente en expansión de los migrantes centroeuropeos se
la Argentina o por un mayor celo de los cón­ hizo aún más evidente, exhibiendo que si el
sules en aplicar las disposiciones de 1923, o objetivo de las disposiciones de 1923 hubiese
por ambas cosas. Si los italianos descendieron sido reorientar los componentes nacionales
en 1924 de 91.992 a 73.119 y los españoles de del flujo ello no se cumplía de modo alguno.
48.428 a 45.691, los centroeuropeos lo hicie­ Los inmigrantes del centro de Europa —25.000
ron de aquellos 17.619 a 9.095 y su porcentaje en 1927- trepaban hasta el 16,1% de la inmi­
en el flujo total descendió al 5,9% (todos da­ gración total de ese año.
tos para arribados de ultramar en segunda o Por supuesto que aquí hay que tomar en
tercera clase). Sin embargo, dentro de esa si­ cuenta que otros factores son decisivos a la
tuación, el grupo más numeroso y más conso­ hora de analizar los volúmenes y las proceden­
lidado, que eran los polacos, tuvo un descenso cias. Ellos tienen que ver con las condiciones
mucho menos significativo que el resto (pasó en el punto de partida, sean económicas, sean
de 9.938 a 6.637). Pero en los años siguientes, jurídicas. Dentro mismo del movimiento cen­
la migración italiana y española siguió cayen­ tro-oriental la evolución de los distintos com­
do en números absolutos y en porcentajes y, ponentes era muy desigual. Si los polacos su­
en cambio, la centroeuropea se recuperó ya en bían del 5% en 1923 hasta el 12% del total de 81
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

arribados en 1927, los procedentes de Checos­ disposiciones a los arribados al puerto de Bue­
lovaquia, en cambio, que habían caído del 3% nos Aires. Analizando los expedientes concre­
al 1% del flujo total entre 1923 y 1924, volve­ tos de migrantes rechazados en el momento de
rían al 3% en 1927. arribo al puerto de Buenos Aires —que conti­
Visto el problema no desde la procedencia nuará siendo uno de los principales mecanis­
regional sino desde el volumen total del flujo, mos de selección—, se percibe que existe poca
el impacto de las disposiciones no era menos rigidez en los funcionarios y que muchos pasa­
ambiguo. Las de 1919 quedaron sepultadas jeros con la documentación incompleta son,
bajo el enorme incremento que significó la de­ sin embargo, autorizados a desembarcar. La
manda insatisfecha para emigrar que habían mayor rigidez de los funcionarios concierne
generado la guerra y las restricciones nortea­ sobre todo a los que tienen enfermedades o le­
mericanas. Las disposiciones de 1923 parecen siones fisicas y en segundo lugar, a los menores
en cambio haber incidido más, ya que el mo­ y las mujeres jóvenes que viajan solas (sospe­
vímiento migratorio a la Argentina descendió chables de ser enroladas en redes de prostitu­
en los dos años siguientes. Sin embargo, esos ción). En estos casos, la mayoría de las demo­
datos son complejos de analizar, ya que el mo­ radas procedía del centro de Europa. La
vimiento migratorio europeo descendió tam­ mayoría de ellas podía, empero, beneficiarse de
bién en esos años hacia el conjunto de los paí­ la actuación a su favor de muchos interrnedia­
ses americanos y hacia Francia, principal rios: desde los mismos agentes marítimos que
destino europeo. Todo coincidió con medidas las habían transportado, que no querían re­
reglarnentaristas de la emigración, en los prin­ conducir al puerto de origen a la migrante o
cipales países proveedores de migrantes para pagar la caución, hasta sus propios funciona­
la Argentina (Italia y España) —que pudieron rios consulares o las asociaciones étnicas de
desalentar el desplazamiento de las personas­ ayuda y protección. Estas últimas parecían ac­
y con una elevación de los precios de los pasa­ tuar más intensamente en el caso de los inrni­
jes. A partir de 1926, el flujo se recuperó en los grantes de origen judío, quizá para sustituir la
tres años siguientes y sólo la caída de volumen poca actividad que hacia la defensa de ellos
del italiano (a partir de las disposiciones res­ mostraban sus agentes consulares (lo que con­
trictivas mussolinianas de 1927) evitó que se cierne desde luego y sobre todo al caso polaco).
arribase al nivel de 1923. El tema sanitario presenta las rigideces
La política migratoria argentina no sirvió más remarcables y perdurables en la política
para los fines que se había propuesto, quizá migratoria en el período de entreguerras. La
por el hecho de que dichos fines no eran muy sobreatención al problema sanitario tenía que
precisos o porque pronto fueron abandonados ver tanto con las concepciones eugenésicas
al compás de la renovada prosperidad econó­ aludidas como con que, en ese tema, la tipifi­
mica. Aunque no es posible percibir cuál era la cación de la causa de rechazo era mucho más
celeridad o mora con que los cónsules cum­ precisa y la posibilidad de eludirla por parte
plían su tarea, desde un comienzo se hizo evi­ de un fimcionario implicaba claramente una
dente la flexibilidad con que aplicaban los fun­ violación legal. Este tema afectaba a todos por
82 cionarios de la Dirección de Migraciones las igual, europeos occidentales o centrales. En
LA INMIGRACION

cambio, ¿cómo se podía hacer para distinguir a menudo, en la Argentina, muy disociados de
a un “subversivo” o un delincuente común? las prácticas. Tampoco se articuló ningún tipo
Si la iniciativa de establecer restricciones de selección “racional” adicional (sea ocupa­
administrativas se vinculaba con la situación cional, ideológica o educativa) con respecto a
de la inmediata primera posguerra, tanto en lo que procedía del período anterior a las res­
relación al problema de la desocupación como tricciones (o sea la cuestión sanitaria). En
al de la amenaza social, es evidente que, pasa­ cualquier caso, su mayor influencia estuvo en
da la crisis, ambas cedieron paso a épocas de dificultar la decisión de emigrar, con lo que los
prosperidad en lo económico y de tranquili­ más castigados eran los que tenían menos
dad en lo social (tranquilidad a la que no ha­ COIIÍQCÍOS 0 lOS que eran ITICIIOS consfantes.
bía sido ajena la fuerte represión legal e ilegal).
Es posible que ese clima más distendido tenga
que ver con la permisividad de las prácticas, LAS MIGRACIONES Y LAS CRISIS

muy visibles por ejemplo en los expedientes DE LOS AÑOS TREINTA

de 1927, aunque las medidas inmigratorias


adoptadas no fueron suspendidas ni sustitui­ Las preocupaciones que generó la crisis
das. Más bien los gobiernos radicales superpu­ económica mundial, con sus efectos sobre el
sieron a ellas otras disposiciones tendientes a empleo, irnplicaron nuevas medidas que inten­
promover la inmigración, que eran en algtmos taban poner más obstáculos a los movimientos
aspectos contradictorias con las restricciones migratorios. La misma vía administrativa, ele­
implantadas entre 1919 y 1923. gida por dos gobiernos democráticos, fue se­
Los años veinte vieron, también, no sólo la guida primero por un gobierno autoritario y
alborada de políticas restrictivas sino la for­ antidemocrático y luego por otro ¡legítimo go­
mulación de opiniones que revelan un inten­ bierno conservador.
sificarse del prejuicio hacía algtmos grupos En 1930, ante los efectos de la crisis econó­
migratorios, en especial centroeuropeos de re­ mica mundial, el gobierno militar triunfante
ligión judía. Esos prejuicios no procedían sólo luego de una revolución, sancionó nuevas dis­
de los incipientes sectores nacionalistas sino posiciones migratorias que, sin embargo, se­
incluso de funcionarios ligados al radicalismo, guían la misma orientación de las precedentes.
como el cónsul argentino en Varsovia, Rober­ Buscando desalentar la inmigración, el gobier­
to Levillier o el director de Migraciones, Juan no elevaba sustancialmente los derechos de vi­
P. Ramos. Aunque se usaban circunloquios pa­ sado consular de los certificados requeridos al
ra referirse al tema, por ejemplo en la Memo­ migrante, que habían vuelto a ser tres. Es decir
ria de Inmigración de 1927, era bien visible que que se optaba nuevamente por la vía adminis­
consideraban a la inmigración centroeuropea trativa y la de los obstáculos burocráticos para
de origen judío como no recomendable. Pese a desalentar la inmigración. Sin embargo, en el
esas prevenciones, la inmigración, sobre todo contexto de las restricciones que caracterizan
polaca, creció significativamente en su pro­ las políticas migratorias internacionales de los
porción con los grupos clásicos, españoles e treinta, las medidas para disminuir el flujo mi­
italianos, demostrando que los discursos iban gratorio eran bastante moderadas. Un decreto 83
POBLACION Y SOCIEDAD

sancionado un año después por el mismo go­ mo requisito indispensable que el inmigrante
bierno militar, lo exhibía una vez más. Al exi­ poseyese un contrato o convenio de trabajo.
mir del pago de los derechos consulares a los Requisito que, como el tiempo exhibirá, tam­
inmigrantes que viniesen como colonos agrí­ bién será eludido con bastante facilidad por
colas, en lo que podía verse la persistencia del parte de aquellos que tenían amigos o parien­
mito civilizatorio agrario original, se dejaba tes en la Argentina. La opción de una ley de
una puerta abierta que era además casi una in­ cuotas, que sería implementada, por ejemplo,
vitación a realizar maniobras dolosas para elu­ por el Brasil en 1934, no sería tampoco en es­
dir las disposiciones migratorias, haciendo in­ te momento tomada en consideración.
gresar cbmo colonos a personas que no lo La inmigración a la Argentina disminuyó
eran. Pero los excluidos de los nuevos dere­ seriamente en los primeros años de la década
chos consulares eran también los parientes, en de 1930. Fue, por supuesto, parte de un proce­
primero y segimdo grados, de los ya inmigra­ so que afectó al conjunto de los movimientos
dos y los que hubieran residido con anteriori­ migratorios transatlánticos. Brasil y Estados
dad en la Argentina. Esta última categoría era Unidos, por ejemplo, estuvieron en la mayoría
un intento de delimitar —y a la vez forzosa­ de los casos lejos de llenar los cupos estableci­
mente conservar—, en acuerdo con la jurispru­ dos por sus respectivas leyes de cuota. En la
dencia argentina, aquellos derechos que la Argentina, un flujo que nunca había descendi­
Constitución argentina de 1853 otorgaba a to­ do delos cien mil arribados en toda la década
dos los “habitantes” extranjeros que quisiesen precedente (con un piso de 124.006 en 1930 y
habitar el suelo argentino. Apoyándose en una un techo de 195.063 en 1923) bajó ahora a
sentencia de la Corte Suprema de Justicia, el menos de la mitad. Si se cuentan sólo los pa­
gobierno daba aquellos derechos a los “anti­ sajeros de segimda y tercera clases, como para
guos residentes”, a los que había que reconocer los años anteriores, el movimiento hasta 1938
derechos “adquiridos e imprescriptibles” -en­ osciló entre los 56.333 de 1931 y los 24. 345 de
tre otros, los de libre tránsito y residencia—, 1933 (momento más álgido de la depresión
pero no a los futuros migrantes. internacional). Aunque el incremento del mo­
Al año siguiente, en 1932, en el momento vimiento de europeos por vía fluvial era signi­
más crítico de la depresión, el gobierno con­ ficativo -entre 1923 y 1927 había sido el 10%
servador que había sucedido al régimen mili­ del de ultramar y ahora oscilaba en tomo del
tar, sancionaba otro decreto que ‘completaba 40%- encubriendo en parte movimientos
la panoplia de disposiciones fundamentales transoceánicos secundarios, no alcanzaba a
con las que la Argentina buscaba frenar el in­ disimular aquel descenso. Descenso que era
greso de inmigrantes. Considerando que el atribuible, en gran medida, a los cambios en
aumento de las tasas consulares no había fre­ las condiciones económicas antes que a las
nado sustancialmente la inmigración, aunque restricciones migratorias, que no parecen ha­
las estadísticas probasen lo contrario (si se ber sido más rígidas en la práctica que las de
descontaban antiguos residentes y parientes el los años anteriores. Coincidieron, por otra
número de nuevos inmigrantes ascendía ape­ parte, con un descenso global de la oferta mi­
84 nas al 25% de los arribados), se establecía co­ gratoria europea transoceánica. Como es bien
LA INMIGRACIÓN

conocido, en épocas de crisis no sólo disminu­ tivas y todo tipo de prejuicios contra ciertos
ye la “atracción” sino también el “empuje” mi­ grupos de inmigrantes. A su vez, las propues­
gratorio. tas de incrementar la inmigración tendrían
Mirando cuánto afectó esta situación a los pronto nuevos defensores, como confirmación
distintos flujos nacionales, puede concluirse de que la relación entre racionalidad económi­
que bastante homogéneamente. Se mantuvo el ca y política migratoria carece de cualquier au­
predominio de los tradicionales flujos español tomatismo.
e italiano y los centroeuropeos se estabilizaban
en el 12,5% del movimiento llegado de ultra­
mar en 1933 y 1934. Es claro que la Argentina LA INMIGRACIÓN Y LA ARGENTINA
no tenía un marco normativo ni eficaz ni siste­ DE ENTREGUERRASZ LAS VÍAS

mático, ni mecanismos de control que pudie­ DE LA INTEGRACIÓN Y LAS FORMAS

ran ejercer una restricción efectiva en el caso DEL PREIUICIO


de que hubiera habido una consistente presión
inmigratoria. Existían, además, muchos víncu­ Si los años de entreguerras vieron la emer­
los interpersonales que podian favorecer el gencia de ideas y políticas crecientemente res­
eludir las disposiciones y organizaciones clan­ trictivas, también fueron el período en el que
destinas que fraguaban documentación. Así, se dieron pasos más significativos en el proce­
por ejemplo, un caso registrado en los partes so de integración de los inmigrantes. El proce­
consulares en 1933 exhibe que en algunos lu­ so fue resultado de múltiples vías. Ante todo,
gares de antigua tradición migratoria, como el emergió una segunda generación de hijos de
norte de España (en este caso, en el puerto de los inmigrantes que habían llegado en grandes
La Coruña), existían ya aceitadas organizacio­ números antes de la Primera Guerra Mundial,
nes destinadas a fraguar toda o parte de la do­ en la que se produjo una rápida absorción de
cumentación requerida por personas que aspi­ los mitos patrióticos generados desde el siste­
raban a emigrar. ma educativo, la política y el servicio militar
Las disposiciones restrictivas, que parecen obligatorio. Por supuesto que a ello contri­
haber influido más sobre la decisión de migrar buían también las fiestas patrias, a las que se
que sobre los obstáculos puestos a quienes de­ había agregado desde 1917, por sanción del
cidían emprender la aventura, no impedían presidente Yrigoyen, el 12 de octubre como
tampoco que la Dirección de Migraciones ad­ “Día de la Raza”, por pedido de las sociedades
mitiese en el puerto de Buenos Aires a inmi­ españolas de la Argentina. En esa elección (tan
grantes con documentación incompleta o que diferente en su simbología al “Columbus Day”
habían sido rechazados en otros puertos como que consagra al mismo dia en los Estados Uni­
Montevideo, en demostración de la persisten­ dos) se buscaba celebrar a la vez el mito del
cia del clima de los años veinte. Por otra parte, “crisol de razas” y la raíz hispánica de la misma.
la economía argentina salió bastante rápido de Desde luego que, como había observado
la depresión, lo que generaría una nueva am­ perceptivamente Iosé María Ramos Mejía, los
bigüedad entre discursos favorables a la inmi­ hijos de los inmigrantes eran los que cantaban
gración y subsistencia de disposiciones restric­ más fuerte el Himno Nacional en la escuela, lo 85
POBLACION Y SOCIEDAD

La banda del maestro Antonio Malvagri, compuesta de inmigrantes, que estrenó en i923 en Mar del Plata la apertura del
concierto de Alberto Williams. La otra patria de los italianos, Manrique Zago.

que exhibía esa voluntad de integración (y en sultados positivos aunque discontinuos. En la


ello, de aceptación social) que caracteriza en Argentina urbana del litoral, un papel impor­
general a los nuevos arribados en los distintos tante ocupó, según las imágenes tradicionales,
contextos de recepción. Incluso, a partir de la el proceso de desplazamiento del centro a los
década de 1930, en las mismas filas del nacio­ nuevos barrios en las periferias urbanas. Ello
nalismo (y aun entre sus componentes más ocurrió al compás de la expansión de la red de
xenófobos) pueden detectarse ya numerosos transportes, de los loteos masivos y de la vo­
apellidos extranjeros (en especial italianos) que luntad de convertirse en propietarios por par­
denotan la reciente instalación en el país. La te de personas que en esa opción exhibían su
experiencia populista de Yrigoyen promovió su voluntad de permanecer en el nuevo país. Si
avance en el sistema político pero también en bien ese desplazamiento del centro a la perife­
otras instituciones, como la Universidad, el ria estuvo articulado a través de cadenas se­
Ejército o la Iglesia Católica, tempranamente cundarias, que mantenían los lazos sociales
penetradas por hijos de inmigrantes que ha­ primarios en los nuevos espacios, no es menos
bían sido enviados a ellas por familias que as­ cierto que, en conjunto, significaba la afirma­
piraban a legitimar su ascenso. ción de nuevos espacios de sociabilidad en las
La integración social, vista desde los com­ que se construirían los argentinos. Por su­
86 ponentes estructurales, también presenta re­ puesto que esos desplazamientos eran parale­
LA INMIGRACIÓN

El hotel de Inmigrantes recibió un notable flujo de huéspedes después de la guerra de 1914-1918. La inmigración, Graciela
Swiderski y Iorge Luis Farjat.

los a la movilidad laboral, que era también re­ vas identidades sociales tenía lugar también en
marcable (por lo menos hasta 1930). Aunque ese plano.
ese proceso estaba también signado por el pa­ Más complejo aún es verificar la relación
pel desempeñado por amigos, parientes y me­ entre esa movilidad laboral y la movilidad so­
diadores en el acceso a las oportunidades ofre­ cial, que ha sido indicada siempre como clave
cidas por el mercado de trabajo, se daba en un en el proceso de integración. El punto es pro­
contexto muy fluido de elevada rotación, so­ blemático desde cualquier ángulo que se mire.
bre todo en los primeros tiempos de la expe­ Para enfoques clásicos faltan datos agregados
riencia del migrante y en los oficios no califi­ entre los censos de 1914 y 1947 y aun la infor­
cados. Desde luego que éste es un terreno en el mación disponible en éstos es demasiado limi­
que faltan estudios, pero hasta donde se po­ tada para una evaluación del proceso que vaya
seen análisis de casos sobre la base de archivos más allá de la cuestión del acceso a la propie­
de fábrica (como Pirelli, Flandria y Alparga­ dad. Desde luego, faltan también las planillas
tas), ellos siguen mostrando, a la vez, la perdu­ censales de esos mismos censos para permitir
rabilidad de los lazos sociales primarios y su otro tipo de estudios, como los realizados en la
paulatina transformación. Alejado de cual­ historia social norteamericana. Las aproxima­
quier linealidad de los modelos clásicos de la ciones (más bien pesirnistas) basadas en análi­
sociología, el proceso de construcción de nue­ sis de los consumos son de dificil generaliza­ 87
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

ción. Ello obliga a caer en aproximaciones irn­ elites y que se agravaron desde el advenimien­
presionistas, basadas en las percepciones de los to del fascismo. En el caso de las entidades es­
contemporáneos. Basándose en ella —y en los pañolas, el distinto ritmo del flujo (compara­
pocos datos puntuales de que se dispone—, es tivamente más moderno), la fuerza de las
posible sugerir un proceso extenso de acceso a entidades regionales (en especial el Centro
profesiones no manuales de la generación de Gallego y el Asturiano), la menor conflictivi­
los hijos de los inmigrantes; aunque desde lue­ dad relativa de sus elites, el papel activo de
go, el proceso fue fragmentario y no afectó a parte de ella en el renacer del hispanismo, el
todos por igual y subseguía al que ya tenía visi­ más tardío eclosionar de la lucha franquismo­
bles resultados en la época precedente. En esas antifranquismo u otros factores, parecen ha­
posibilidades de avance social parecen haber ber promovido un diferente itinerario. En es­
desempeñado un papel de primer orden no só­ pecial, las entidades regionales peninsulares
lo la antigüedad de instalación en el país (se ha tuvieron su florecer durante ambas guerras,
señalado, por ejemplo, que los alemanes arri­ superando a las más antiguas creadas sobre
bados en este período tuvieron muchas más di­ bases nacionales. Por ejemplo, si la más anti­
ficultades que italianos o españoles que habían gua Asociación Española de Socorros Mutuos
llegado en épocas precedentes), sino las dife­ tenía 22.000 miembros en 1907 y el Centro
rentes posibilidades que brindaban las redes Gallego “apenas” 6.600, en 1938 la primera ha­
sociales primarias en las que las personas esta­ bía crecido a 30.000 socios pero el último ha­
ban insertas. En términos macroestructurales, bía alcanzado la impresionante suma de
la expansión de las clases medias derivada de la 57.000 afiliados.
relativa prosperidad de los años veinte contri­ El panorama que presentan las asociacio­
buyó a afianzar la integración social (por mu­ nes de los grupos mayores tiene otras modula­
chas vías, incluidos la expansión del empleo y ciones en casos de grupos menores. Entre los
los salarios estatales de la experiencia populis­ alemanes, por ejemplo, la conflictividad entre
ta yrigoyenista) y el cambio de grupo de refe­ monárquicos y republicanos durante Weimar
rencia de los descendientes de inmigrantes. fue muy marcada y luego la influencia del na­
Los cambios residenciales y ocupacionales zismo, sobre todo entre los sectores medio-ba­
debían afectar (sobre todo en una ciudad co­ jos y bajos, también. En general, los movi­
mo Buenos Aires) también la vida asociativa mientos nacionalistas de derecha europeos en
de las comunidades inmigrantes. Aquí el pro­ el poder jugaron un papel activo sobre sus co­
ceso es muy desigual según cada grupo. Las munidades, sea a través de subsidios a las es­
asociaciones italianas, en especial las mutua­ tructuras comunitarias, sea a través del sostén
listas, sufrieron un serio debilitamiento (al a la visita de intelectuales o políticos prestigio­
igual que la prensa étnica) afectadas por la caí­ sos. Los éxitos en “nacionalizar” y politizar a
da del flujo migratorio, en especial luego de sus respectivos connacionales fueron desigua­
los años treinta, por la competencia de las es­ les, pero eran mayores cuando se apelaba a los
tructuras sanitarias públicas, por la deserción mitos nacionales unitarios (como en parte lo
masiva de los hijos de las entidades de sus pa­ haría el fascismo italiano a mediados de los
88 dres y por los conflictos que embargaban a sus años treinta) que cuando apelaban a lograr
LA INMIGRACIÓN

una identificación con una específica sirnbo­ La situación del asociacionismo es diferen­
logía política. te en los pequeños centros urbanos del inte­
Otro ritmo siguió la vida asociativa de rior. Alli, las entidades étnicas —por ejemplo,
otras comunidades, como las judías o las sirio­ las italianas en la provincia de Santa Fe— pare­
libanesas, que veían el apogeo de su movimien­ cen haber conservado una vida floreciente en
to migratorio, luego y no antes de la Primera el período de entreguerras al asumir nuevas
Guerra Mundial. Las asociaciones sirio-libane­ funciones sociales, culturales o deportivas (un
sas fueron numerosas pero bastante fragrnen­ ejemplo lo proveen las funciones de cine). En
tarias y las estrategias de la elite que, proceden­ otros casos, nacían nuevas entidades con esos
te predominantemente de Harna en Siria, se propósitos, que paulatinamente adquirían
nucleaba en el club Honor y Patria -y contro­ mayor importancia que las entidades mutua­
laba también al banco comunitario y a la Cá­ listas más antiguas. Aquella perdurabilidad iba
mara de Comercio- de vertebrar fuertemente a a veces acompañada de una transformación
la comunidad, tuvieron escaso éxito. A ello desde el interior mismo de las entidades,
contribuía la diversidad religiosa que surcaba abiertas cada vez más a un público no especí­
al grupo (maronitas, musulmanes y drusos) ficamente étnico. Un mismo ejemplo proveen
tanto como la fuerza del regionalismo y quizá otras asociaciones nuevas -por ejemplo, de­
la mayor dispersión espacial de los mismos en portivas- que nacidas desde un pequeño gru­
la Argentina. Mayor éxito relativo tuvieron, en po étnico, se convirtieron en entidades abier­
cambio, las entidades judías en lograr articular tas a todo tipo de público. El caso del fútbol es
una federación que las vinculara (Delegación particularmente relevante: dos pequeñas enti­
de Asociaciones Israelitas Argentinas - DAIA) y dades nacidas en la Boca, fundadas por inmi­
también fue relevante por entonces en ellas (a grantes genoveses o sus descendientes, River
partir de la reproducción de modelos cultura­ Plate y Boca Juniors, aunque siguieron conser­
les aplicados en los países centroeuropeos) el vando una elite dirigente de ese origen, incor­
papel de las escuelas comunitarias, en especial poraron entre los socios o los simpatizantes a
creadas por sectores laicos y progresistas; si personas de todo origen. En realidad, el ancla­
bien estas escuelas tenían un papel limitado, ya je territorial adquirió un peso progresivamen­
que actuaban complementariamente a la es­ te decisivo en las entidades deportivas o cultu­
cuela pública y en las horas que ésta dejaba li­ rales en las grandes ciudades o en los pequeños
bre. De este modo, su reproposición de los pa­ pueblos.
trones culturales de origen estaba en potencial Un punto de observación de todo ello ha
tensión con aquellos símbolos y ritos que se di­ sido el de las pautas matrimoniales de los in­
fundían desde la escuela pública y muchas ve­ migrantes y de sus hijos. La evidencia disponi­
ces llevaban la peor parte. En cambio, aquellas ble es nuevamente contradictoria y la persis­
escuelas que habían aspirado a competir plena­ tencia de uniones endogámicas sigue siendo
mente con la escuela pública ofreciendo una significativa en cualquiera de los múltiples
educación integral y no sólo complementaria, sentidos que se atribuya a esa categoría. Sin
sobre todo las italianas, estaban en plena deca­ embargo, no parecen controvertibles cuatro
dencia ya desde la década del diez. puntos. En primer lugar, que la tasa de endo­ 89
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

i Uno de los contingentes italianos que llegaron en la década del cincuenta. Archivo General de la Nación.

gamia vista en conjunto decae en el período de con la “distancia” social o cultural, sino tam­
entreguerras. No hay necesidad de buscar mu­ bién a las oscilaciones de la curva del respecti­
chas explicaciones culturales para ello; las ra­ vo flujo migratorio.
zones indicadas en el párrafo precedente sobre En tercer lugar, puede sostenerse que esa
la modificación de los espacios de sociabilidad apertura producía sobre todo uniones de los
(con sus efectos sobre el “mercado” matrirno­ descendientes de europeos de distintos oríge­
nial) pueden ser suficientes. De todos modos, nes entre sí. Ciertamente, es relativamente
un lugar decisivo en el proceso le correspon­ sencillo encontrar uniones de hombres de ori­
dió al peso del número. El descenso abrupto gen europeo con mujeres de origen criollo, ya
de los flujos migratorios europeos hizo que la que existía un desequilibrio en el mercado
posibilidad de conseguir un cónyuge del pro­ matrimonial entre hombres y mujeres a favor
pio grupo nacional o regional disminuyese en de las últimas (había más hombres disponi­
mucho y que, además, al producirse un enve­ bles que mujeres, por lo que las posibilidades
jecirniento del conjunto de las comunidades de elección de aquéllos era más reducida). Es
inmigrantes, ello afectase también las pautas mucho más difícil encontrar, en cambio, los
de los hijos. Una segunda comprobación es estudios cuantitativos así lo muestran, casos
que, nuevamente considerando el problema como el ejemplificado en la obra de Florencio
en general, los hijos argentinos tenían pautas Sánchez, La Gringa: el matrimonio entre una
matrimoniales más abiertas que las de sus pa­ mujer de origen europeo y un criollo. Todo
dres, aunque ello presente obvias diferencias ello reflejaba la subsistencia de niveles irnpor­
90 entre los distintos grupos, no sólo en relación tantes de prejuicio en la sociedad, no sólo des­
LA INMIGRACIÓN

de la elite criolla hacia las “clases medias” de Martín Fierro se definían como cultores efica­
origen inmigratorio, sino también desde estas ces del lenguaje en tanto que “argentinos sin
últimas hacia las clases bajas. esfuerzo” no contaminados (como sus rivales
Un cuarto punto era que, por las razones de Boedo) por la “pronunzia exótica” y el “rea­
apuntadas, la exogamia era mucho más eleva­ lismo italo-criollo”.
da entre los hombres que entre las mujeres in­ Los prejuicios existentes en la sociedad ar­
migrantes, aunque atenuada por la existencia gentina no terminaban en el antitalianismo o
de una porcentual elevada de matrimonios en el antisemitismo. Alcanzaban también a
intergeneracionales (o sea, casamientos entre otros grupos como los sirio-libaneses y, desde
inmigrantes e hijas argentinas descendientes luego, a los no europeos. En una intervención
de inmigrantes del mismo grupo nacional o parlamentaria de 1922, el diputado socialista
regional). Dickmann insistía en la inconveniencia de una
El panorama descripto no debe llevar a migración como la china y a la vez subrayaba
ilusiones. El proceso de integración no estuvo que la inmigración terrestre (es decir, los lati­
desprovisto de tensiones y el nivel de prejui­ noamericanos) era “no siempre deseable”. Es
cios en la Argentina fue alto, como ya se obser­ que, muchas veces, los grupos de origen inmi­
vó a propósito de las políticas migratorias. El grante no dudaban en ejercer ese prejuicio an­
período comenzó con numerosos actos de tinativo ya aludido. Por ejemplo, en ocasiones
violencia durante la “semana trágica”, que mu­ se utilizaban injurias políticas de contenido
chos consideraron equiparables a los pogroms racial para denostar a figuras por el color de su
europeos, con las persecuciones en las áreas piel. Así, el epíteto de “mulatillo” se empleó
rurales, de la Patagonia a Entre Ríos, y con el contra el mismo Leopoldo Lugones o contra el
nacimiento de la Liga Patriótica, cuyas conno­ general Uriburu y de modo no menos despec­
taciones antiextranjeras son evidentes; siguió tivo, el de “coya” contra el presidente Victori­
con las recordadas conferencias de Leopoldo no de la Plaza.
Lugones en el teatro Odeón, donde declaró Sin embargo, en conjunto, esa década fue,
que no había guerra civil contra los extranje­ en términos ideológicos, más tolerante que la
ros, porque toda guerra contra extranjeros era sucesiva. Aunque aislado, se conoce algún caso
una guerra nacional o con la aparición de un de oficial judío en el Ejército Argentino, ingre­
grupo de jóvenes tradicionalistas afrancesa­ sado en esos años, y el antisemitismo sería
dos, nucleados en La Nueva República, que ha­ mucho menos virulento y extendido que en la
blaban a veces, entre otras cosas, de una cons­ década siguiente. Los gobiernos radicales fue­
piración “judeo-napolitana” para controlar la ron bastante tolerantes y además promovie­
Facultad de Derecho, o se especializaban _en ron, sobre todo en el personalismo yrigoyenis­
atacar a los diputados radicales Leopoldo ta, el ascenso de hombres nuevos a través del
Bard y Diego Luis Molinari aludiendo a sus canal de la política. Si, en 1916, sólo un peque­
orígenes étnicos. Incluso en el terreno cultu­ ñísimo número del total de parlamentarios
ral, entre las vanguardias literarias se utiliza­ nacionales lo formaban hijos de inmigrantes,
ban ataques que empleaban argumentos en el la situación cambiaría drásticamente desde
mismo registro. Así, los jóvenes del grupo entonces. Los años treinta ven la consecución 91
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

de ese proceso con la emergencia de nuevos tema de los refugiados reavivaba los temores
apellidos, no sólo ya entre los socialistas y ra­ de los grupos dirigentes que estaban en el po­
dicales, sino incluso en la segunda línea de los der desde 1932, ante la “amenaza” subversiva,
conservadorismos provinciales. Se preparaba y convertía al tema en un punto principal de la
así la gran transformación en el personal polí­ agenda política, convirtiéndolos en rehenes de
tico que produciría el populismo peronista al los forcejeos entre los frentes políticos y perio­
favorecer la emergencia de esa segunda línea al dísticos oficialistas u opositores: Aquí, los
primer plano de las elites provinciales. momentos relevantes son el comienzo de la
Guerra Civil española (1936) y el de la Segun­
da Guerra Mundial (1939). Aunque políticos,
INMIGRANTES Y REFUGIADOS EN TIEMPOS los intentos de limitar la llegada de refugiados
DE EXTREMISMOS tenían también justificaciones ideológicas ge­
nerales. Así, se afirmaba que el refugiado no
Los nuevos problemas, que comenzarían a podía ser considerado un inmigrante —ya que
plantearse con fuerza en la segunda mitad de la venida no era una decisión voluntaria de la
la década del treinta, se vincularían, sobre to­ persona sino obligada- y ello limitaba su ca­
do, con los refugiados, una figura que entu­ pacidad productiva y su voluntad de integra­
siasmaba poco a las elites argentinas, y con los ción en el nuevo país. Por otra parte, se soste­
inmigrantes de países limítrofes, que empeza­ nía que estos refugiados eran en su gran
ban a hacerse visibles. El problema era prácti­ mayoría urbanos y del sector terciario, con lo
camente insoluble para la Argentina, dada la que no reunían los requisitos de inmigrantes
longitud de sus fronteras y la falta de medios destinados a las áreas rurales, aunque a veces
para controlar los movimientos terrestres des­ llegaran bajo contratos de ese tipo. Desde lue­
de las áreas contiguas. Igualmente y por razo­ go que estas disposiciones afectaban fuerte­
nes semejantes, era dificultoso el control de mente alas migraciones del centro de Europa,
los extranjeros, en tránsito de o hacia otros en tanto involucraban en un lugar relevante a
países limítrofes (incluidos los refugiados) o los refugiados de religión judía.
que buscasen penetrar por las fronteras terres­ Los gobiernos se orientaban en la segunda
tres. La política de creación de nuevos centros mitad de la década a dar nuevas disposiciones
de control aduanero a lo largo de la Cordille­ de control -que introducían otros requisitos o
ra, del río Uruguay y en la Patagonia austral y que ampliaban y reiteraban la necesidad del
de acuerdos multilaterales (con Brasil, Para­ cumplimiento de los ya existentes- y a iniciar
guay, Bolivia y Uruguay), sólo podía aspirar a una política (llevada luego hasta el extremo
ordenar el fenómeno, pero no a limitarlo. por el peronismo) de creación de nuevos or­
El tema de los refugiados traía otras discu­ ganismos de fiscalización. De las mayores difi­
siones al problema migratorio. Uno de ellos cultades resultantes para ingresar por vías
era el conflicto ideológico que dividía el cam­ normales dará cuenta el aumento ulterior de
po occidental entre fascistas y antifascistas y caminos alternativos, como llegar en primera
que se hacía cada vez más influyente en el de­ clase, ingresar como turistas o con visas de
92 bate político argentino. En segundo lugar, el tránsito hacia terceros países de la región (en
LA INMIGRACIÓN

Antes de inaugurarse. en 1922, los Comedores Populares Israelitas, los judíos recién llegados se alimentaban en el Hotel de
Inmigrantes. Judíos argentinos, Manrique Zago.

especial el Paraguay). Desde luego que el go­ pal del mismo era la imposición a todos los as­
bierno de Iusto y el sucesivo buscaron también pirantes a inmigrar de un permiso de libre de­
cerrar esas vías con decretos que establecían el sembarco, luego de que hubiesen completado
mismo tipo de control para todas las clases y toda la documentación legalmente requerida.
para todos los medios de ingreso. Éste era un instrumento que desde 1923 había
Particularmente importante fue un decre­ ido extendiéndose progresivamente a distintas
to de 1938, tras un recambio entre dos gobier­ categorías de potenciales inmigrantes cuya si­
nos de signo conservador, con la llegada a la tuación o cuya posición no era la ordinaria
presidencia de Roberto Ortiz, que constituyó —de las mujeres que viajaban solas o con niños
el mayor esfuerzo por reducir al mínimo la in­ menores a los ancianos, de los que tenían la
migración a través de mecanismos adminis­ “documentación incompleta”, a los que venían
trativos. Su impacto, combinado con el co­ llamados por parientes, consanguíneos y cola­
mienzo de la Segunda Guerra Mundial, hizo terales hasta el segundo grado-. Originalmen­
descender a la mitad (de 49.000 a 26.000) el te había sido una especie de salvoconducto pa­
número de arribados en todas las clases. El de­ ra resolver irregularidades o situaciones
creto reiteraba las disposiciones de control so­ especiales. Ahora su sentido sería inverso.
bre todas las clases de pasajeros y extremaba el En el nuevo decreto, el permiso no busca­
celo sobre los turistas. Entre sus objetivos esta­ ba resolver situaciones específicas sino, por el
ba, como sostenía en sus considerandos, “se­ contrario, dejar a total discrecionalidad del
leccionar y regular la inmigración prefiriendo Estado argentino quién podía ingresar en la
la de mayor asimilación”. El elemento princi­ Argentina y quién no. Dejaba, por otra parte, 93
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

sin validez los permisos concedidos anterior­ partición-, debía estar menos permeado de la
mente, si el migrante no se encontraba en la agresividad ideológica y el tipo de prejuicios
Argentina antes del 1° de octubre de 1938. que son tan evidentes en el personal diplomá­
Constituía, además, un galimatías administra­ tico y consular.
tivo, ya que solicitado desde Europa a través de Es evidente también que de lo que se tra­
los consulados argentinos, era concedido en taba era de ver quién controlaba la mayor ta­
Buenos Aires por la Dirección de Migraciones, jada de lo que se había convertido en un lucra­
previo asesoramiento de un Comité Consulti­ tivo negocio, ante la desesperada necesidad de
vo, del que participaban funcionarios de tres abandonar Europa por parte de muchas per­
de los ocho ministerios (Interior, Relaciones sonas. Ello se exhibe en acusaciones cruzadas,
Exteriores y Culto, y Agricultura). Ello exacer­ entre funcionarios e instituciones, de violar las
baría una lucha por ocupar espacios de poder, normativas e implícitamente de corrupción,
sobre todo entre los ministerios de Agricultu­ que culminarían con el sumario a la mayoría
ra y de Relaciones Exteriores, dos ministerios de los funcionarios de la Dirección de Migra­
dirigidos por políticos procedentes de distin­ ciones en 1939. La reacción de este organismo,
tos sectores de la coalición conservadora y, a sobre todo a través del interventor designado
su vez, con cuadros administrativos con dife­ y nuevas y más abundantes denuncias de irre­
rentes tradiciones ideológicas y administrati­ gularidades de los cónsules serían formuladas.
vas. En el enfrentamiento, el Ministerio de Dentro mismo del personal del Ministerio de
Agricultura, los funcionarios y sobre todo las Relaciones Exteriores, los enfrentamientos
políticas de la Dirección de Migraciones lleva­ eran recurrentes y aparecen abundantes acu­
rían la peor parte, sobre todo cuando, para saciones cruzadas entre cónsules, entre éstos y
1940, la radicalización del conjunto del go­ embajadores e incluso entre su Asesoría Legal
bierno hacia posiciones fuertemente restricti­ y la posición de ciertos funcionarios consula­
vas se hizo más visible. res por la aplicación arbitraria que hacían de
Por supuesto que esos enfrentamientos las disposiciones migratorias.
pueden leerse no sólo a partir de la proceden­ El Ministerio de Relaciones Exteriores, que
cia política de las cúpulas sino también del estaba en mano de sectores muy conservado­
distinto origen y formación de los funciona­ res, reclutaba sus cuadros en sectores sociales
rios de ambos ministerios. La extracción más más altos, con una instrucción en general uni­
plebeya (y en muchos casos, el reciente origen versitaria -y que albergaba sectores con pre­
inmigratorio que denotan los apellidos), la juicios más fuertes, en especial anticomunis­
falta de estudios universitarios e incluso se­ mo y antisemitismo—, hizo una lectura aún
cundarios completos, un ambiente con menos más restrictiva del decreto de 1938. Revelando
ambiciones y posibilidades de arribismo social así que más allá de lo que decían sus represen­
y con menos influencias de ideologías sistemá­ tantes en los foros internacionales (Evian, Gi­
ticas —como era el de los empleados de la Di­ nebra y Lima), estaba dispuesto a evitar por
rección de Migraciones, que en muchos casos todos los medios el arribo de refugiados. Para
procedían de los escalones más bajos de maes­ ello enviaba al personal consular circulares re­
94 tranza e iban ascendiendo lentamente en la re­ servadas por las que prohibía el visado de do­
LA INMIGRACIÓN

cumentos no sólo a personas que no pudieran a hacer excepciones ahí donde éstas les eran
probar que habían sido agricultoras en los úl­ requeridas por personas amigas, de su círculo
timos cuatro años, sino a las personas “inde­ social, influyentes en general, altos funciona­
seables o expulsados de su país” que, desde el rios o dirigentes políticos del oficialismo y de
punto de vista legal, no hubieran residido, al la oposición. En especial su titular, Iosé María
menos en los últimos cuatro años, en el país Cantilo, que se oponía a toda solución general
donde tramitaban los documentos para emi­ para los refugiados, disponía reiteradas excep­
grar a la Argentina. Ello dejaba fuera de carre­ ciones, incluso a través de vías que constituían
ra a los refugiados, sin nombrarlos específica­ una violación de las normas vigentes, como
mente, englobándolos en categorías más sugerir que se hiciera arribar como turistas a
genéricas. Sin embargo, en contradicción con personas que no venían en condición de tales.
aquellas circulares, el Ministerio de Agricultu­ ¿Cómo afectó todo ello a las migraciones
ra multiplicaba, paralelamente, los acuerdos europeas? Desde luego que mucho y sobre to­
con neonatas empresas especulativas interesa­ do a los grupos centroeuropeos (y en especial,
das en el negocio de la inmigración y la colo­ de religión judía) que eran aquellos que esta­
nización y con la Iewish Colonisation Associa­ ban impelidos a emigrar. Un grupo significati­
tion que aspiraba a salvar a perseguidos judíos vo de exiliados intelectuales y de elite (entre
trayéndolos como agricultores (sin que éstos ellos, empresarios) arribó desde Italia -a par­
tuviesen la obligación de demostrar que lo tir de las leyes raciales mussolinianas de 1938­
eran), lo que obviamente constituía un meca­ y en algtmos casos lograron una inusitada
nismo para facilitar el ingreso de aqueHos re­ convivencia social e intentaron actividades
fugiados que el Ministerio de Relaciones Exte­ económicas conjuntas con grupos filofascistas
riores trataba de obstaculizar. instalados en la Argentina. Un flujo mayor in­
Además de los conflictos de poder y de la tentó llegar desde España luego de la debacle
corrupción imperante, la situación generaba republicana. En este último caso, la posibili­
un caos administrativo muy visible. En mu­ dad de acceder estuvo ligada a relaciones in­
chos casos, la complicada normativa hacía terpersonales con figuras de la política o de la
que, sobre todo los funcionarios consulares, administración argentinas, y de éstas dispo­
no supieran qué disposición aplicar o que hi­ nían más abundantes y mejores los que tenían
cieran un uso totalmente arbitrario de las mis­ parientes ya emigrados o los que poseían co­
mas para tratar de sintonizar con el clima de nexiones políticas o culturales. En términos
sus sucesores. Así se negaban visas a personas comparativos, por ejemplo con México, el nú­
que tenían todo en regla o sc cobraban aran­ mero de refugiados españoles fue mucho me­
celes desmesurados y fuera de toda legalidad nor y también su impacto en el mundo cultu­
para desalentar la emigración. A todo ello se ral y universitario, ante la hostilidad visible
debía agregar, desde luego, la simple y Hana que exhibieron por egoístas intereses corpora­
falsificación de documentos que estaba muy tivos algunos ámbitos profesionales.
extendida. Desde luego que los mismos minis­ Es necesario observar que fue también la
terios -y en especial, el de Relaciones Exterio­ guerra europea el factor más decisivo para dis­
res— eran, en cambio, plenamente permeables minuir drásticamente el flujo migratorio eu­ 95
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

ropeo, ya que ante todo disminuyó enorme­ Más allá de ello (que no es poco), todo es
mente el número de frecuencias de barcos que discrepancia. La discusión de a quién seleccio­
se dirigían con pasajeros al Río de la Plata. nar retorna al tema de los agricultores, pero
También la guerra dificultaba seriamente el combinada en muchos con la idea de preferir a
desplazamiento desde países que estaban en el los migrantes de países latinos y católicos. Una
centro de los conflictos, incluso desde poco minoría se inclina por una apertura irrestricta
antes de su estallido. Así, es bastante revelador o por admitir sin limitaciones a los refugiados
que en 1939, último año con ciertos visos de (los diputados opositores). La oposición de­
normalidad, la migración desde Checoslova­ fendió la admisión también de refugiados, por
quia y Polonia disminuyera mucho más signi­ aquellas razones humanitarias de tolerancia o
ficativamente que la de Alemania. porque podían ser un sustituto a la falta de in­
En el encendido tono de los debates ideo­ migración espontánea, pero varios de ellos de
lógicos en la Argentina de entonces, la discu­ origen socialista indicaron que ese partido ha­
sión acerca del papel de la inmigración adqui­ bía sido y era partidario de esta última (aun­
ría, a su vez, un tono mucho más ligado a la que no sólo rural) y que reconocía que los re­
política partidaria y de coyuntura. En especial, fugiados no se encontraban en ese caso. El
la oposición radical y socialista -y parte de la oficialismo, por su parte, se aferraba a su argu­
prensa- encontraba en ellas un modo de ata­ mento en defensa de la inmigración rural co­
car al gobierno y unificar sus esfuerzos bajo la mo única recomendable, viendo el carácter no
causa antifascista primero y aliadófila des­ recomendable de los refugiados. Aunque el te­
pués. En 1939, una conflictiva interpelación ma del antisernitismo y el del anticomunismo
parlamentaria y en 1940, una encuesta del sobrevuelan el debate parlamentario, nadie
Museo Social Argentino, a políticos y técnicos, alude a ellos sino indirectamente, mostrando
acerca de la inmigración deseable, brindarán cuán poco populares (o políticamente reditua­
buenos puntos de observación del clima de bles) eran las ideas racistas y la discriminación.
ideas dominante en la Argentina. La inmersión en la Argentina de los con­
La imagen que emerge es de una defensa, flictos ideológicos europeos afectaba también
al menos retórica, de todos los actores políti­ la vida interna de las comunidades de inmi­
cos e intelectuales, del papel positivo de la in­ grantes, sobre todo en su prensa y en sus ins­
migración europea. Alberdi y su máxima “go­ tituciones. La intervención de algunas emba­
bemar es poblar” es citada reiteradamente por jadas, como la española y la alemana, no sólo
ministros, parlamentarios oficialistas y oposi­ sobre la vida misma de las comunidades sino
tores, e intelectuales. Ello muestra hasta qué incluso sobre el gobierno argentino, se hizo
punto el imaginario político de las elites per­ intensa. El gobierno reaccionó en 1939, tra­
manece vinculado con los temas dominantes tando de acelerar la integración de las estruc­
de la formación de la Argentina moderna. El turas comunitarias al sancionar un decreto
segundo punto de consenso, casi unánime, era (de pocos efectos prácticos) que disolvía las
la necesidad de una inmigración preferente­ asociaciones de inmigrantes controladas o fi­
mente rural que se arraigase a la tierra a través nanciadas desde el exterior o aquellas con ob­
96 de proyectos de colonización. jetivos políticos. Un año antes había acentua­
LA INMIGRACIÓN

do, sobre todo por sus temores a la difusión de demostración del nuevo clima político puede
ideología nazi en las escuelas alemanas, el con­ percibirse en el hecho de que se comenzó a re­
trol sobre las estructuras educativas comuni­ clamar perentoriamente que la columna de re­
tarias, que eran, como se vio, básicamente ligión fuese completada en las planillas que
complementarias de la enseñanza pública. entregaban los transportistas con los datos de
Más allá de ello, se trataba de tiempos agitados los pasajeros, dato que invariablemente figu­
y los conflictos emergían por sí solos, en espe­ raba en blanco en los años precedentes.
cial en el seno de las elites comunitarias. En la Sin embargo, los grupos de extrema dere­
comunidad judía, sobre todo en la entidad cha no consiguieron estabilizarse ante la pre­
más importante, la Sociedad de Entierros, lue­ sión interna y la internacional, y la ambigua
go devenida en AMIA, pero también en otras solución populista de Perón comenzó a abrir­
entidades regionales del interior, se hizo más se paso desde 1944, culminando en la salida
evidente desde fines de los años treinta el pro­ democrática de 1946. Los efectos sobre las po­
tagonismo de organizaciones sionistas que se líticas migratorias, sin embargo, no fueron tan
enfrentaban al tradicional laicismo de las orga­ inmediatos.
nizaciones más antiguas de orientación en ge­ Si se ha enfatizado el problema de las con­
neral de izquierda. En el caso de otros grupos tinuidades entre las políticas de gobiernos de
donde las tensiones ideológicas eran menores, distinto signo, lo mismo puede argumentarse
como los sirio-libaneses, los enfrentamientos a propósito del peronismo. En términos gene­
estaban surcados por líneas étnico-religiosas: rales, éste llevará mucho más allá tendencias,
la hegemonía ejercida en las instituciones por ideas y líneas de acción que ya estaban presen­
los grupos de ascendencia maronita sobre mu­ tes en la Argentina de entreguerras; comen­
sulmanes y drusos. zando por la noción de que abrir la inmigra­
ción era, a la vez, una necesidad y un motivo
de prestigio que vinculaba al nuevo régimen
LA INMIGRACIÓN Y EL ESTADO DURANTE con los fundamentos de la Argentina moderna.
EL PRIMER PERONISMO En el plano de las ideas, el gobierno peronista
heredaba del pasado la de abrir las puertas a la
En 1943, un golpe impulsado por milita­ inmigración europea y, a la vez, seleccionarla.
res, mayoritariamente neutralistas o sirnpati­ El decreto de creación de la Delegación Argen­
zantes con el Eje, acabó con la década conser­ tina de Inmigración en Europa definía los prin­
vadora. El gobierno, dominado por grupos cipios que debían orientarla “espontaneidad,
nacionalistas y clericales, sacó inmediatamen­ selección y encauzamiento”. Desde luego que,
telas conclusiones de la herencia recibida;_pa­ con su característica improvisación y desmesu­
só, en 1943, la Dirección de Migraciones a la ra, los técnicos y políticos del partido gober­
dependencia del Ministerio del Interior y un nante esbozaban planes que carecían de todo
militar fue puesto a su frente. Es decir que des­ realismo y sustentabilidad, como la propuesta
nudó el hecho de que el problema migratorio formulada en el primer Plan Quinquenal de
se había convertido en un problema policial y incorporar, entre 1947 y 1951, a 4.000.000 de
las políticas, en una cuestión represiva. Una inmigrantes. Empero, como en muchos otros 97
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

terrenos, también en esta idea de abrir las La Nación y La Prensa, también opositora,
puertas a la inmigración había discrepancias aunque con diferencias entre ella, coincidía en
entre los funcionarios peronistas. A veces esos general con la necesidad de apertura; iba más
enfrentamientos seguían líneas bastante trans­ allá de las posiciones del peronismo en el re­
parentes de racionalidad económica. Dentro clamo de una apertura sin más restricciones
del gabinete, mientras el ala económica era fa­ que las de orden público y sin necesidad de
vorable ala apertura, en especial el empresario enviar ninguna misión a Europa. Ello reflejaba
Miguel Miranda, los ministros del Interior y el hecho ya tradicional de que la oposición,
de Relaciones Exteriores, ligados originaria­ mientras lo era, defendía posiciones más libe­
mente con los ambientes sindicales, se opo­ rales que el oficialismo.
nían por razones menos ideológicas que labo­ Dentro de los favorables a la apertura in­
rales: la competencia que los nuevos migratoria en el oficialismo (que finalmente
trabajadores ejercerían en el mercado de tra­ llevaron las de ganar) emergía una segunda
bajo. Ello entroncaba con la tradición sindical cuestión: ¿a qué inmigrantes se debía incorpo­
y socialista de defensa de los trabajadores loca­ rar? El tema del inmigrante colonizador rural
les, expresada muchas veces en el pasado como seguía siendo dominante, pero ahora con in­
respuesta a las que eran vistas como manio­ terferencias de las ideas industrialistas. Las re­
bras propatronales para bajar el costo de los sistencias, conservadoras primero y militares
salarios. Pero el problema no concemía sólo a después, a romper la neutralidad y a alinearse
una lucha entre sectores empresariales y sindi­ con los Estados Unidos, habían sido penaliza­
cales, que conformaban la heterogénea alianza das durante la guerra en el terreno del abaste­
peronista, sino que esas divergencias se exten­ cimiento de armas, expandiendo la idea de la
dían a otros grupos partidarios o afines a la necesidad de un fuerte desarrollo industrial
coalición gobemante. En algunos casos, esas por razones de seguridad nacional; sería uno
discrepancias pueden verse como resultado de de los temas de la elite militar alineada con el
contrastes ideológicos, pero en otros es difícil peronismo. Pensaban que la Argentina debía
rastrear incluso alguna homogeneidad entre aprovechar la situación para surtirse de cientí­
visiones generales de la política y posiciones ficos y técnicos especializados para desarrollar
ante la cuestión migratoria. una política industrial militar.
Desde luego que todo el problema debe ¿Pero seleccionar a quiénes y, sobre todo,
ponerse en el contexto más amplio de la muy cómo? Aquí operaban los numerosos prejui­
enconada lucha entre gobierno y oposición, cios antiguos acerca de grupos deseables y no
aunque el tema de la inmigración (al estado deseables, combinados con nuevos motivos.
actual de la investigación) no parece haber si­ La categoría de indeseables incluirá, en la se­
do una cuestión central en debate. Como en gunda posguerra, a los mismos grupos que a
otros terrenos y como ya se ha visto en el pe­ fines de la década de 1930, aquellos sospecha­
ríodo anterior, la oposición tendía a oponerse dos o sospechables de simpatías “comunistas”,
a las medidas del gobierno, además de por ra­ a aquellos de religión judía, los enfermos, los
zones ideológicas, porque eran del oficialismo. refugiados en general. Se agregaban también,
98 Del mismo modo, la gran prensa liberal, como según cada opinante, otros grupos étnicos o
LA INMIGRACIÓN

religiosos. La heterogeneidad y confusión se


agravaban porque las discriminaciones con­
cernían no sólo a grupos nacionales sino que
discriminaban al interior de los mismos. Así,
las instrucciones a la Delegación Argentina de
Inmigración en Europa requerían reclutar a
inmigrantes sólo “al norte de Roma”. Es indu­
dable que dentro de esas categorías de no de­
seables, los inmigrantes judíos ocupaban un
lugar preponderante junto con los agitadores
políticos‘
El problema de estudiar las políticas mi­
gratorias del peronismo desde las ideas que
las debían inspirar, tiene un primer inconve­
niente mayor: lleva a presentar un panorama
uniforme donde sólo hay familias ideológicas
diversas que operan algunas veces como op­
ciones políticas y otras como simples retóri­
cas justificatorias para incrementar los espa­
cios de poder de los distintos grupos
enfrentados. Por ejemplo, las confusas ideas
El célebre actor y director italiano Aldo Fabrizi, filma la
biologicistas de Santiago Peralta, primer di­ película "Inmigrante", en el puerto de Buenos Aires. Los
rector de Migraciones del peronismo que italianos en Ia Argentina en los últimos cincuenta años,
Manrique Zago.
procedía del régimen militar, eran combati­
das por peronistas de otros repartos de la ad­
ministración que procedían de diferentes ma­ las resoluciones, los funcionarios seguían re­
trices políticas, como los técnicos del mitiendo a los incisos de la ley de 1876, del de­
Ministerio de Trabajo vinculados con las es­ creto de 1923 o del de 1938. En cuanto a las
tructuras sindicales y con el Partido Laboris­ instituciones, el peronismo multiplicó hasta el
ta. Ese énfasis en las ideas lleva también a des­ absurdo la cantidad de entidades que tenían
cuidar las disposiciones administrativas y injerencia en el tema migratorio. Ello se agra­
sobre todo las prácticas concretas, y en los vaba porque, dadas las luchas internas que ca­
años de posguerra, estos aspectos son verda­ racterizaron a los primeros años del peronis­
deramente decisivos. _ mo, la política migratoria estaba en muchas
En el terreno legal, el peronismo heredaba manos, enfrentadas entre sí por espacios de
heterogéneos y contradictorios instrumentos poder dentro del Estado y del partido gober­
de política migratoria, a los que pocos cam­ nante, aunque algunos de esos conflictos pro­
bios de significación aportaría, en espíritu ge­ cedían de antes, como se vio. Si a ello se suma
neral y en eficaces instrumentos operativos. ahora la heterogeneidad ideológica señalada,
En general, viendo los fundamentos de todas puede tenerse una adecuada idea de la confu­ 99
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

sión y los conflictos que dominaban la políti­ La situación descripta plantea una doble
ca migratoria hasta, por lo menos, 1950. A las novedad: ante todo, cuantitativa, y en segtmdo
dificultades que creaba la maraña de institu­ lugar, tipológica: esa avalancha de trabajado­
ciones que ahora se encargaban del tema mi­ res migrantes está acompañada por otra no
gratorio, se sumaba el acelerado deterioro de menos significativa de prófugos. Estas dos ti­
la, desde tiempo atrás, declinante maquinaria pologías migratorias no habían coincidido en
administrativa del Estado. el tiempo con esa intensidad hasta entonces.
Ciertamente, la distinción entre migrantes y
prófugos es ambigua, como lo es también
MIGRACIÓN DE MASAS, POLÍTICAS AMBIGUAS aquella entre migración de masas y migración
Y PRACTICAS PERMISIVAS de elite. En la base de toda experiencia de mo­
vilidad humana, forzada o espontánea, está lo
La continuidad de las ideas y de las políti­ que se llamaba, en el siglo XIX, la búsqueda de
cas migratorias del peronismo con las prece­ una mejor fortuna. Es evidente que todos,
dentes y de los hombres encargados de apli­ simples emigrantes, o personas desplazadas y
carlas, al menos en Migraciones, fue refugiadas, o prófugos y criminales de guerra,
profimdamente afectada por lo novedoso de deben recorrer un itinerario que está surcado
la situación desde el punto de vista de la ofer­ por problemas de distinto grado pero de natu­
ta migratoria y, como se verá, por las prácticas raleza semejante: conocer las oportunidades,
concretas. Ahora existe, luego de 1945, un conseguir ayuda y asistencia para alcanzar su
enorme potencial migratorio de trabajadores, destino por vías legales o ilegales, docurnenta­
refugiados, prófugos e incluso criminales de dos o, más a menudo, indocumentados.
guerra, dispuestos o urgidos a escapar de Eu­ El problema se agrava por la enorme am­
ropa. El incremento de los ingresos anuales lo pliación de la distancia entre las políticas y las
revela. Se pasa del orden de 2.000 ingresos le­ prácticas que ocurrirá desde 1947. En primer
gales anuales provenientes de ultramar en lugar, por problemas estructurales: la Direc­
1943 y 1944 (incluyendo la primera clase) y ción de Migraciones, al igual que las oficinas
4.000 en 1945, a 11.000 en 1946, 49.000 en consulares, con un personal que no cambió
1947, 144.000 en 1947 y 174.000 en 1948. Por muy significativamente en número, debía
supuesto que estos datos dicen muy poco, no atender ahora una masa enorme de personas y
sólo por los clandestinos no detectados, sino expedientes. En Migraciones parecen haberse
porque existe un flujo fluvial que, por ejem­ acumulado primero enormes retrasos que
plo en 1946, cuadruplica al de ultramar —flu­ eran solucionados luego por la vía expeditiva
jo que estaba dominado por un movimiento de despachar más de mil expedientes por día.
pendular entre Colonia y Montevideo y Bue­ De este modo, una estructura compuesta por
nos Aires, pero a la vez encubría otros movi­ escaso personal con poca idoneidad, llegó a
mientos secundarios- y porque existe un mo­ resolver en un año 350.000 solicitudes de ad­
vimiento aéreo de significación. O sea que misión. Mucho control no podía hacerse en
aquellas cifras deberían incrementarse sensi­ esas condiciones y la tendencia a otorgar casi
100 blemente. automáticamente las autorizaciones a grupos
LA INMIGRACIÓN

i Un inmigrante español tramita su salida del país. Archivo de lndianos, Asturias.

juzgados no problemáticos (como italianos, de la Dirección de Migraciones) debían pro­


portugueses o españoles) se combinaba con la ducir enormes efectos que, en los hechos, per­
apelación a opiniones de consultores oficio­ mitían un ingreso bastante indiscriminado
sos, que pertenecían a estructuras comunita­ para aquellos que dispusieran de recursos su­
rias étnicas, en los otros casos; consulta acerca ficientes o de relaciones adecuadas.
de la conveniencia o no de admitir las solicitu­ La competencia jurisdiccional parece ha­
des presentadas según la ideología, la religión ber agravado el problema. La lucha por el con­
o las características sociales o físicas de los trol del tema migratorio se produjo entre la
candidatos. La estructura consular no estaba Dirección de Migraciones y el Ministerio de
mejor equipada. En la Oficina Consular de Relaciones Exteriores. Nuevamente aquí, al
Roma —lugar clave porque además de los in­ igual que a fines de 1939, la Dirección de Mi­
migrantes de esa nacionalidad se encontraban graciones llevó la peor parte y nuevamente
allí millares de refugiados del centro y del su­ aquí defendió o fue acusada de defender, por
deste de Europa- existían tres o cuatro em­ razones espurias, posiciones más permisivas o
pleados que debían atender millares de solici­ aperturistas hacia los grupos “indeseables”.
tudes. La falta de medios materiales y de Todo salió a la luz a través de denuncias cru­
personal, la incuria y la corrupción (como zadas entre parlamentarios y miembros del
muestra un largo sumario a los funcionarios personal consular y funcionarios de migracio­ 101
POBLACION Y SOCIEDAD

nes que encarnaban distintas opciones de po­ La situación resultante de los cambios en
der dentro del partido gobernante y que da­ la Dirección de Migraciones fue una enorme
rían lugar a sumarios administrativos de mu­ arbitrariedad. Por ejemplo, tras sucesivas de­
cho interés para los historiadores. negaciones en un mismo expediente (la gran
La situación de una maquinaria adminis­ mayoría de los cuales en el sumario corres­
trativa muy ineficiente —y con sospechables ponden a inmigrantes judíos), se accedía a lo
grandes niveles de corrupción-, sumada a la solicitado (en especial, radicaciones definiti­
enorme demanda de migrantes para entrar a la vas) sin que cambiasen los elementos docu­
Argentina, debía generar una situación explo­ mentales disponibles. La confección de las re­
siva. Es bien conocido que la combinación en­ soluciones no guardaba, en la mayoría de los
tre políticas restrictivas y demanda migratoria casos, la menor forma y datos contradictorios
agrava los fenómenos de microcorrupción y aparecían en distintas fases del expediente y en
de patronazgo (englobables bajo el rótulo de la resolución final (como, por ejemplo, la reli­
“comercio de la inmigración”), cuya magnitud gión de los solicitantes). Por otra parte, dado
depende del marco jurídico, de las tradiciones que ni siquiera existía un fichero alfabético
administrativas y de los mecanismos de con­ completo de los expedientes tramitados, había
trol de cada país. Tras la gestión más rígida de a veces más de un expediente por cada perso­
Peralta el peronismo designó un director de na y éstos eran a menudo resueltos con crite­
Migraciones (Pablo Diana) de bajo perfil y con rios opuestos (es decir, en uno se le negaba la
poco poder político. Ello coincidió con el pe­ entrada y en otro se le concedía). Sea por las
ríodo en el cual parece haber tenido más in­ razones de parálisis administrativa aludidas,
fluencia una estructura paralela que unía la se­ sea por el grado de irregularidades que todos
cretaría privada de la Presidencia de la Nación podían percibir, la inobservancia de las dispo­
con el director de Migraciones, para hacer pa­ siciones migratorias se hizo general. Incluso se
sar a través de ella a personas que interesaban autorizaba a regularizar su situación a pasaje­
al gobiemo y entre ellos, a los “sabios y peque­ ros llegados clandestinamente, hecho que al­
ños sabios”, entre los cuales se encontraba un canzó tales proporciones que fue insólitamen­
número imprecisado de colaboracionistas de te incluido en las estadísticas migratorias.
los regímenes de extrema derecha europeos y, En sus resultados, esa acción de la Direc­
eventualmente, de criminales de guerra. Esta ción de Migraciones permitió disolver al me­
estructura paralela tenía incluso sus propios li­ nos en parte los fuertes prejuicios ideológicos
bros de registros. Esa situación permitió al di­ que en muchos sectores de la alianza gober­
rector de Migraciones expandir esa estructura nante existían, en especial hacia los migrantes
paralela para incluir en ella a personas reco­ centroeuropeos, refugiados políticos y perso­
mendadas por amigos y otros personajes e ins­ nas de religión judía. Las estadísticas migrato­
tituciones, y para desarrollar lo que parece rias no reflejan adecuadamente dichos fenó­
traslucir como un mecanismo, si no siempre ‘menos y, en especial, los de naturaleza
de corrupción, sí de ilegalidad en gran escala. religiosa ya que el expediente más sencillo pa­
Existía una verdadera “privatización” del fun­ ra alguien que quisiera entrar era declarar otra
102 cionamiento de una institución oficial. religión.
LA INMIGRACIÓN

El grado de ilegalidad manifiesta, la co­ desde la perspectiva de la racionalidad de las


rrupción en gran escala y las denuncias de políticas públicas de los Estados, no necesaria­
los enemigos políticos internos debían llevar mente desde las estrategias de los inmigrantes.
al gobierno a buscar una nueva alternativa.
La solución al caos en que todo el control
migratorio estaba sumido, fue volver a una UN BALANCE DE LAS MIGRACIONES EUROPEAS

política de centralización administrativa, EN LA INMEDIATA POSGUERRA

concentrando las competencias en la Direc­


ción Nacional de Migraciones, recreada y Las incitativas más novedosas del peronis­
potenciada por decreto de 1949, colocando mo estuvieron vinculadas, en cambio, con un
al frente de ella a un militar que había tenido nuevo tema, presente ahora en las políticas de
prestigio y poder en el Ejército (dentro de él, casi todos los Estados: el de la tutela de la emi­
en la logia militar conocida como GOU), du­ gración a través de acuerdos bilaterales entre
rante el gobierno revolucionario comenzado gobiernos y con organismos internacionales.
en 1943: Enrique González. Asimismo, se de­ El gobierno firmó tratados con Italia (1947,
cidía, volviendo a una estrategia de los años 1948) y España (1948) y luego con el Comité
treinta, otorgar prioridad en los permisos de Intergubernamental para las Migraciones Eu­
ingreso al país (hasta el 75% de los mismos) ropeas (CIME, 1953). Los primeros fueron los
a aquellos que vinieran para reunirse con más trabajosos y reflejaron las tensiones acer­
miembros de su familia ya residentes en el ca de qué tipo de migrante seleccionar, quién
país. Si el peronismo volvía al esquema cen­ lo haría y sobre todo, quiénes los transporta­
tralizado anterior, también fracasaba (como rían. A los intereses históricos de las compa­
predecesores y sucesores) en ordenar jurídi­ ñías italianas se sumaban ahora los de compa­
camente la situación mediante la sanción de ñías de navegación argentinas creadas por
una nueva ley de migraciones, para lo que descendientes de emigrantes genoveses (como
había creado una comisión ad hoc. Nuevos Dodero), que el gobierno peronista se esforza­
decretos contradictorios se sancionaban, co­ ba por promover a través de monopolios, cré­
mo el que establecía el requisito de alfabetis­ ditos y otras facilitaciones y para lo cual (co­
mo y aquel que flexibilizaba las restricciones mo había ocurrido en los orígenes de la
sanitarias. navegación mercantil peninsular), el comercio
Casi simultáneamente se darán dos am­ de la emigración con Italia debía desempeñar
plios decreto de indulto, cuya finalidad era un papel primordial. En este punto, buena
blanquear las enormes irregularidades y la parte de la negociación entre Italia y la Argen­
presencia creciente de indocumentados._Esta tina no concernía a una discusión sobre la tu­
solución de la amnistía periódica será, de ahí tela de los migrantes, sino a una tutela o a una
en más, el expediente que utilizarán (sobre to­ reserva de mercado futura (ya que en ese mo­
do los gobiernos democráticos) para resolver mento ninguna de las dos marinas mercantes
las disfunciones recurrentes de los mecanis­ estaba en condiciones de tener un monopolio,
mos de control migratorio. Este sistema (des­ dados los medios de que disponían) en defen­
control y amnistía) es, sin duda, un problema sa de los intereses reales o potenciales de los 103
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

grupos ligados a las compañías de navegación 1950. En ambos casos, era comparativamente
y de la industria de construcciones navales, en bajo respecto de los períodos de la gran inmi­
especial del polo público genovés. En el caso gración de masas de principios de siglo.
del acuerdo con España, las negociaciones fue­ En los años cincuenta, cuando al descenso
ron igualmente difíciles y las concesiones que de la presión de la mano de obra europea se
obtuvo la Argentina fueron menores, dado el sumó el agravarse de la situación económica
menor interés del gobierno de Franco de de­ argentina, la inmigración comenzó a reducir­
sembarazarse de mano de obra (sobre todo es­ se. En números absolutos según las fuentes de
pecializada) en función de sus utopías de de­ origen, la inmigración italiana caía de un pro­
sarrollo autárquico. medio anual de 43.000 inmigrantes en la déca­
Desde un punto de vista formal, aquellos da comprendida entre 1946 y 1955, a 10.000
acuerdos deberían haber favorecido la emigra­ en 1956. El flujo español, a su vez, descendía
ción seleccionada y regulada y, sobre todo, la de un promedio de 19.000 para la misma dé­
reunificación de familias. Éste era el punto cada, a 9.000 en 1956. Lo que ocurría era que,
principal del acuerdo con el CIME y se partía aunque luego de 1954 las cosas comenzaron a
de una ampliación de la parentela incluible en mejorar, algimos de los flujos tradicionales
las cartas de llamada, con respecto a los requi­ hacia la Argentina, como los italianos y los es­
sitos de la legislación de los años treinta. Más pañoles, habían ya establecido redes migrato­
allá del caso del CIME, demasiado tardío para rias hacia otros destinos europeos (Francia,
ser influyente, el alcance efectivo de los otros Alemania) o transoceánícos, como Australia o
dos convenios en el flujo global de inmigrantes Venezuela. Creció además significativamente
arribados es algo que requiere todavía de un el número de retomos (en cinco de los siete
estudio detenido. Desde un punto de vista años sucesivos a 1952, superaron a los ingre­
práctico, dado que la Dirección de Migracio­ sos, alcanzando porcentajes algo superiores al
nes parecía visar bastante automáticamente los 60%), descendió abruptamente el índice de
permisos de desembarco presentados por ita­ masculinidad (los arribos de mujeres supera­
lianos o españoles individualmente, la influen­ ron a los de hombres desde 1952) y cambió la
cia del acuerdo estaría ligada a aquellos grupos estructura por edad de los inmigrantes; pri­
de inmigrantes que no dispusíesen del dinero mero aumentó el número de menores y suce­
para el viaje y por ende tuviesen que apelar a sivamente, el de adultos mayores de 41 años.
las facilidades que brindaba el acuerdo. Ello reflejaba, probablemente, que la nueva in­
Visto en conjunto, el movimiento migra­ migración había descendido mucho más
torio europeo en la segtmda posguerra se re­ abruptamente que lo que indican los datos
dujo a un episodio intenso pero breve entre brutos y que de lo que se trataba era de proce­
1947 y 1951. Era un movimiento integrado sos de reunificación familiar, en los que pre­
por personas que declaraban ser trabajadores dominaban, en un primer momento, la llega­
agrícolas en un porcentaje ligeramente mayor da de las mujeres y los niños y luego la de
que obreros y técnicos especializados, con un mayores de la generación precedente. Todo es­
índice de masculinidad oscilante entre 184 y to se refleja también por otras vías: el porcen­
104 147 hombres por cada 100 mujeres, de 1947 a taje de personas llegadas a través de acuerdos
LA INMIGRACION

de reunificación familiar aumentó hasta el so de los italianos, predominantemente meri­


56% del total de europeos ingresados en 1954 dionales o nordorientales, crearon en muchos
y casi al 100% en 1956. El ciclo de la inmigra­ casos nuevas asociaciones sobre base regional
ción europea llegaba a su fin. Asimismo, crecía y con propósitos recreativos, culturales o reli­
la inmigración limítrofe. giosos. Ello estaba ligado al hecho de que sal­
En la perspectiva del problema de la inte­ vo asociaciones muy amplias, como el Hospi­
gración de los inmigrantes, el peronismo pare­ tal Italiano, las más características, que habían
ce haber sido un período muy activo. Aun si en sido las mutualistas, estaban en completa de­
su momento fundacional emerge en el discur­ cadencia. En el caso de los españoles, la vitali­
so político una dicotomía en torno de blancos dad de las asociaciones regionales les permi­
y “cabecitas negras” (formulado por los oposi­ tió, en cambio, reforzarse con los nuevos
tores pero hecho suyo luego por parte del pe­ contingentes.
ronismo) que refleja cuánto los prejuicios sur­ Acerca de otras pautas, como las residen­
caban a la Argentina por debajo del mito del ciales o las matrimoniales, se carece aún de su­
“crisol de razas”, es evidente que esa dicotomía ficientes estudios sistemáticos aunque el papel
es puramente irnaginaria._El peronismo actuó de las relaciones interpersonales siguió siendo
como un vehiculo fuertemente integrador de importante para determinar el lugar donde vi­
nuevos sectores de origen inmigrante. Ante to­ vir y el trabajo a realizar. En este punto, algu­
do, a través de la política, donde existe el caso nos estudios de caso para italianos del sur en
emblemático de los sirio-libaneses, que pudie­ Rosario, exhiben muy bien cuán desigual fue
ron aprovechar las ventajas de su posición te­ la movilidad social para grupos de inmigran­
rritorial como comerciantes trashumantes pa­ tes llegados en la segunda posguerra, según
ra reemplazar a parte de la antigua dirigencia dispusieran o no de vínculos con grupos in­
tradicional de la que eran muñidores. Pero migrados precedentemente.
también en otras comunidades más antiguas,
como la italiana y la española, la incorpora­
ción a los cuadros y militantes del nuevo mo­ EL CICLO DE LA INMIGRACIÓN LIMÍTROFE

vimiento político no era desdeñable e incluso


entre la judía, el peronismo pudo crear organi­ Los inmigrantes limítrofes llegaron a la
zaciones institucionales nacidas al calor oficial Argentina en números significativos desde el
que actuaban con consignas afines. Es que, en siglo XIX. En general, las estadísticas disponi­
cualquier caso, como ya se señaló para el caso bles los subestimaron por distintas razones.
de Yrigoyen, los populismos expresan anhelos Además de aquellas vinculadas con la ideolo­
e ideales de grupos sociales emergentes, entre gía censal y con la definición de inmigrante,
los que los de origen inmigratorio reciente existían otras. Durante mucho tiempo se trató
ocupan un lugar destacado. de un movimiento flotante de ida y vuelta en
Por otra parte, los nuevos componentes las zonas fronterizas (incluso lo es hoy en zo­
migratorios europeos, aim si podían haber ve­ nas como la frontera argentino-paraguaya) y
nido a reforzar a las antiguas estructuras co­ se podía traspasarlas sin muchos controles.
munitarias, sólo en parte lo hicieron. En el ca­ Estos a veces no existían y cuando sí los había, 105
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

los requisitos de documentación eran escasos hizo más estable, no sólo en las zonas periféri­
(por ejemplo, la posibilidad de entrar con cé­ cas, y emergente en las zonas centrales del país
dula de identidad). Así, el movimiento de in­ y en el área metropolitana. En esta zona, sobre
gresos era ampliamente subestimado. Por otra todo desde los años sesenta, bolivianos y para­
parte, muchos de esos movimientos eran ver­ guayos ocuparon un papel creciente, princi­
daderos procesos temporarios ligados a ciclos palmente en la industria de la construcción.
de cosechas de las economías regionales, quizá Medir el flujo de los migrantes es, como se
con la excepción de ciertas zonas de la fronte­ indicó, muy problemático. Para el período
ra con el Paraguay. De este modo, la presencia 1947- 1970 se han realizado estimaciones utili­
de los migrantes limítrofes era muy reducida, zando distintas fuentes, que dan cifras que os­
no sólo en las mediciones del flujo sino tarn­ cilan entre 400.000 a 720.000. La misma im­
bién en aquellos registros que medían el stock precisión (en razón del subregistro de los
de inmigrantes, como los censos nacionales. limítrofes) concierne al porcentaje sobre el to­
Los migrantes limítrofes oscilaron en éstos, tal de inmigrantes. Si se consideran los arriba­
desde 1869 a 1970, entre el 1% y el 2% de la dos por todos los puestos fronterizos y por to­
población total relevada. Durante el siglo XIX, dos los medios de transporte, los inmigrantes
predominaban los uruguayos; en la primera limítrofes, que eran el 4% del total entre 1946
mitad del siglo XX, los paraguayos, chilenos y y 1950, ascendieron al 30% entre 1951 y 1960
bolivianos. Todavía el censo de aquella última y serían prácticamente el 100% en la década
fecha señalaba, entre ellos, la presencia del 40% siguiente. Por otra parte, aunque escapa a los
de paraguayos, el 25% de chilenos y el 17% de límites de este capítulo, desde comienzos de la
bolivianos. década de 1970, la inmigración limítrofe devi­
En relación con la inserción territorial, al no una avalancha que los datos disponibles re­
estar ligados a ciclos estacionales de demanda flejan muy inadecuadamente, sea por las razo­
de mano de obra no calificada en áreas regio­ nes ya indicadas, sea porque ese movimiento
nales, fueron muy poco visibles durante déca­ se detuvo desde mediados de la década y luego
das en esa vitrina que era Buenos Aires. Por fue acompañado por un significativo flujo de
ejemplo, el flujo de los bolivianos había co­ retomo en la segunda mitad de la misma. Sin
menzado a crecer. junto con la expansión de embargo, los datos corregidos del censo de
mano de obra de la industria azucarera y, en 1980 muestran un porcentaje de limítrofes, so­
especial, luego de la guerra del Chaco a media­ bre el total de la población, cercano al 3%.
dos de los años treinta. A partir de esa base re­ ¡Cuán lejos se está empero de aquel casi 30°/o de
gional, el radio del flujo temporario de traba­ extranjeros de 1914!
jadores adventicios bolivianos se dilató hasta Pese al reducido número en porcentaje de
incluir el ciclo de otros cultivos y otras regio­ los limítrofes, las manifestaciones de hostili­
nes (como Mendoza). dad pública y privada no dejaron de hacerse
La relevancia estadística de los migrantes evidentes, sobre todo en zonas como la Pata­
limítrofes comenzó desde los años cincuenta gonia, donde la presencia de chilenos era más
del siglo XX. Su porcentaje en el flujo comen­ masiva. Aunque existen diferencias de signifi­
106 zó a crecer y, del mismo modo, su presencia se cación entre los distintos flujos -por ejemplo,
LA INMIGRACIÓN

en los índices de masculinidad, la estructura do, la Argentina es un país potencialmente muy


por edades o la inserción laboral de los miem­ subpoblado, tanto según un modelo que rela­
bros de la familia-, puede sostenerse que se cione dimensión territorial con población (ha­
trató en todos los casos de movimientos mi­ bitantes por km2), como según otro que vincu­
gratorios a través de cadenas de llamada de le recursos primarios y población. Es decir,
base parental. Como en los ejemplos clásicos según Alberdi o según Malthus, la Argentina
de movimientos basados en trabajadores ini­ tendría una elevada capacidad para recibir in­
cialmente temporarios y con una alta expecta­ migración. Sin embargo, desde los últimos
tiva de retomo, fue también en su inicio un años, tiene también una elevadísima tasa de de­
movimiento predominantemente masculino y socupación que parece destinada a perdurar.
sólo en fases sucesivas se produjo el acople de Pese a ella, incidiendo poco en ella (como es co­
los miembros femeninos y menores del grupo nocido, una buena parte de los migrantes suele
familiar. Ni en este ni en otro sentido (salvo en operar en un mercado de trabajo secundario
los prejuicios) existen diferencias de irnpor­ diferente al de los nativos), las personas segui­
tancia, ni en las motivaciones, ni en las carac­ rán buscando en la Argentina un modo para
terísticas, ni en la significación, entre los mo­ “mejorar fortuna”. En este sentido, la inrnigra­
vimientos migratorios europeos y aquellos ción es una “historia sin fin”. Del mismo modo
limítrofes más recientes. Ciertamente, el nú­ que otros argentinos, con otras expectativas,
mero de indocumentados fue mayor (lo que con otros recursos profesionales o materiales,
obligó a recurrentes amnistías, de las cuales la seguirán buscando en el exterior esas mismas
más importante fue la de 1974), pero ello tenía opciones de “mejorar fortima” (como se decía
que ver con los lugares de ingreso y los meca­ en el siglo pasado) que otras personas tratan de
nismos de control. hallar aquí. Nunca se recordará lo suficiente
La historia de la inmigración es, como ha cuánto la migración es un fenómeno complejo
sido dicho, una historia sin fin y en este senti­ de idas y vueltas, circular más que lineal.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

La bibliografía sobre las migraciones a la rias en la segimda posguerra y sobre los mí­
Argentina luego de la Primera Guerra Mundial grantes limítrofes en los últimos treinta años.
es menos voluminosa, innovadora y proble­ La historia social y económica ha recibido, en
mática que aquella para el período precedente. cambio, mucha menor atención.
Si bien algunos temas han sido abundante­ Sobre las estadísticas migratorias, deben
mente tratados, se carece de cuadros de con­ consultarse las publicaciones de la DIRECCIÓN
junto y en ciertas áreas hay significativas lagu­ NACIONAL DE MIGRACIONES, Memorias, Buenos
nas. En general, existe una literatura extensa Aires, varios años. Un análisis crítico de las
sobre los refugiados, sobre el tema del prejui­ distintas estimaciones sobre los migrantes li­
cio y sobre las perspectivas ideológicas de los mítrofes, puede hallarse en A. LATTES, “Tratan­
grupos dirigentes, sobre las políticas migrato­ do de asir lo inasible: las dimensiones de la in­ 107
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

migración entre 1945 y el presente”, en Estu­ na migratoria”, EML, año 10, n” 31, Buenos Ai­
dios Migratorios Latinoamericanos (en adelan­ res, 1995, págs. 673-704; I. KLICH, “La pericia
te, EML), nm. 15-16, Buenos Aires, 1990, págs. científica alemana en el amanecer del proyec­
295-310. Para las estadísticas extranjeras, en­ to nuclear argentino y el papel de los inmi­
tre otros, véanse: G. RosoLl, Un secolo di emi­ grantes judíos”, Boletín del Instituto de Historia
grazione italiana: 1876-1976, Roma, 1978, y C. Argentina y América “E. Ravignani”, n” lO,
YANEZ GALLARDO, La emigración española a Buenos Aires, 1994, págs. 61-89; C. BIERNAT,
América (siglos XIX y XX), Colombres, 1994. “Migrantes, refugiados y fugitivos: las ambi­
Sobre el tema de la movilidad social y la guas políticas migratorias del primer peronis­
integración al mercado de trabajo son funda­ mo (1946-1955)”, “Les politiques publiques
mentales los trabajos de M. BARBERO, “Los face au probleme migratoire", Exils et Migra­
obreros italianos de la Pirelli argentina (1920­ tions Ibériques au Xx‘. Siécle, n“ 7, citado, págs.
l930)”, en F. DEVOTO y E. MÍGUEZ (comps.), 95-120.
Asociacionismo, trabajo e identidad étnica, Sobre la Argentina ante los refugiados,
Buenos Aires, 1992, págs. 189-204, y M. CEVA, véase L. SENKMAN, Argentina, la Segunda Gue­
“Las imágenes de las redes sociales de los in­ rra Mundial y los refugiados indeseables, Bue­
migrantes desde los archivos de fábrica. Una nos Aires, 1991. También (concentrado en un
comparación de dos casos: Flandria y Alpar­ caso puntual), puede consultarse D. SCH­
gatas”, en M. BIERG y H. OTERO (comps.), In­ WARZSTEIN, “Actores sociales y política inrni­
migración y redes sociales en la Argentina mo­ gratoria en la Argentina. La llegada de los re­
derna, Buenos Aires, 1995, págs. 203-220. publicanos españoles”, EML, n“ 37, Buenos
Sobre la integración social analizada a partir Aires, 1997, págs. 423-446.
de los comportamientos matrimoniales, una En lo que se refiere a los conflictos ideoló­
equilibrada síntesis de las distintas posiciones, gicos en las elites, en especial fascistas y anti­
desde un estudio de caso, se encuentra en S. fascistas, se cuenta con buena literatura para el
MALUENDRES, “De nuevo sobre las pautas ma­ caso alemán, R. NEwToN, German Buenos Ai­
trimoniales de los migrantes y sus hijos. Pia­ res, 1900-1933, Austin, 1976, y del mismo au­
monteses y leoneses en Trenel, Territorio Na­ tor, en una perspectiva comparativa, “¿Patria?
cional de La Pampa (1911-1940)", EML, n“ 28, ¿Cuál Patria? Ítalo-argentinos y germano-ar­
Buenos Aires, 1994, págs. 449-480. gentinos en la era de la renovación nacional
En lo que hace a las políticas públicas, fascista, 1922-1945”, EML, n" 22, Buenos Aires,
puede consultarse: F. DEVOTO, “Ideas políticas 1993, págs. 401-423. Sobre la intervención de
y prácticas migratorias en una perspectiva de gobiernos extranjeros en la vida comunitaria,
largo plazo (1852-1950)”, en Exils et Migra­ también de R. NlEWTON, El cuarto lado del
tions Ibériques au Xx‘ Siecle, n" 7, París, 1999, triángulo: la amenaza nazi en Argentina, Bue­
págs. 29-60. Un tratamiento extenso ha susci­ nos Aires, 1994.
tado el caso del primer peronismo. Al respec­ Para la segunda posguerra, en especial pa­
to, pueden consultarse: L. SENKMAN, “Perón y ra la inmigración italiana y también las polí­
la entrada de técnicos alemanes y colaboracio­ ticas públicas relacionadas con ella, irnpor­
108 nistas con los nazis, 1947-49: un caso de cade­ tantes contribuciones están reunidas en el
LA INMIGRACION

libro de G. ROSOLI (ed.), Identita degli italiani por I. BESTENE e I. KucH de la publicación
in Argentina, Reti sociali, Famiglia, Lavoro, EML, n" 26, Buenos Aires, 1994. Sobre los es­
Roma, 1993. pañoles se ocupan parcialmente del período
Sobre los distintos grupos inmigratorios (hasta 1930), los importantes trabajos de I.
existe una buena y abundante literatura sobre MOYA, Cousins and Strangers. Spanish Immi­
el caso judío, comenzando por H. AVNI, Argen­ grants in Buenos Aires, 1850-1930, Berkeley ­
tina y la historia de la inmigración judía, 1810­ Los Angeles, 1998 y X. M. NÚÑEZ SEIxAs, Emi­
1930, Buenos Aires, 1983. También se pueden grantes, caciques e indianos, Vigo,‘ 1998. Tam­
consultar varios de los trabajos reunidos en bién puede verse A. FERNÁNDEZ y I. MOYA (edi­
AUTORES VARIOS, Iudaica Latinoamericana, vol. tores), La inmigración española en la Argentina,
II, Jerusalem, 1993. El asociacionismo en un Buenos Aires, 1999.
caso regional, se encuentra en F. TOLCACHIER, En lo que respecta a los grupos limítrofes,
‘Asociaciones israelitas en el partido de Villari­ el mejor atendido ha sido el de los bolivianos.
no”, Studi Emigrazione, n“ 115, Roma, 1994, Para ellos se dispone de los fundamentales tra­
págs. 461-493. Existe un completo trabajo so­ bajos de ROBERTO BENENCIA, entre ellos, “De
bre la educación judía de E. ZADOFF, Historia de peones a quinteros. Movilidad social de fami­
la educación judía en Buenos Aires (1935-1957), lias bolivianas en la periferia bonaerense”,
Buenos Aires, 1994. Sobre los sirio-libaneses, el EML, n“ 35, Buenos Aires, 1997, págs. 63-102,
caso de Santiago del Estero ha sido tratado por y R. BENENClA y G. KARASIK, Inmigración limí­
A. TAssO, Aventura, trabajo y poder. Sirios y liba­ trofe: los bolivianos en Buenos Aires, Buenos Ai­
neses en Santiago del Estero (1880-1990), Bue­ res, 1995. Sobre el mismo grupo, también
nos Aires, 1989, y G. IOZAMI, “Aspectos demo­ puede consultarse I. BALÁN, “La economía do­
gráficos y comportamiento espacial de los méstica y las diferencias entre los sexos en las
inmigrantes árabes en Santiago del Estero”, migraciones internacionales: un estudio de
EML, n“ 5, Buenos Aires, 1987, págs. 57-90. Pa­ caso de los bolivianos en Argentina”, EML, n“.
ra el estudio del asociacionismo, existe un buen 15-16, Buenos Aires, 1990, págs. 269-294. So­
balance de conjunto en I. BESTENE, “Formas de bre los chilenos, véase: A. FRAPICCINI, G. RA­
asociacionismo entre los sirio-libaneses en PART y D. LVOVICH, “Migración y fluctuaciones
Buenos Aires (1900-1950)”, en F. DEVOTO y E. del mercado de trabajo: los trabajadores chile­
MIGUEZ (comps.), op. cit., págs. 115-133. En ge­ nos de Neuquén, 1884- 1930”, EML, n“ 30, Bue­
neral, puede consultarse el número compilado nos Aires, 1995, págs. 333-356.

109
3. LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

Hernán Otero

Los viajeros que visitaron la Argentina en aquellos inmigrantes de la primera mitad del
la época del Centenario encontraron un país siglo- hacia Europa y los Estados Unidos, es­
pujante, caracterizado por una economía pectacular no tanto por su intensidad como
fuertemente expansiva en la que la heterogé­ por el amplio consenso que despierta en el
nea y numerosa inmigración europea encon­ imaginario colectivo, ejemplifica probable­
traba posibilidades abiertas y efectivas a sus mente mejor que ningún otro fenómeno el
deseos de progreso material y movilidad so­ cambio en las bases materiales y culturales
cial. La diversificación de las actividades eco­ ocurrido durante el período.
nómicas y la vertiginosa modernización de la Vista en conjunto, la historia de esos esca­
vida social y material del Litoral y de la ciudad sos setenta años se presenta como la de la ex­
de Buenos Aires —esa “capital de un imperio pansión y crisis de las bases sociales y materia­
imaginario”, como dijo alguna vez Malraux­ les, pero también culturales e ideológicas, que
constituían las pruebas más visibles de un fu­ posibilitaron el surgimiento de la clase obrera
turo social que, aunque promisorio, eviden­ y de los sectores medios. Así, aun cuando más
ciaba ya algunos signos preocupantes a los del 70% de la población argentina llegó a con­
ojos de la elite dirigente. Apenas setenta años siderarse como miembro de las clases medias,
después, la Argentina que asiste esperanzada a resulta difícil hoy decir quién pertenece a ella.
la restauración democrática de 1983 presenta El fin de la movilidad social a gran escala, ras­
una imagen claramente contrastante con go constitutivo de la identidad social argenti­
aquellas promesas del Centenario. La crecien­ na del siglo XX, y el mantenimiento de mar­
te polarización social y la emergencia de inédi­ cadas disparidades regionales desdibujan los
tas formas de pobreza y exclusión definen un rasgos del modelo de integración abierto e
nuevo paisaje social que, contra los supue_stos incluyente que caracterizó a la Argentina du­
integrativos que conformaron al país como rante buena parte de dicho siglo. Iniciado
nación, impone el replanteo de los límites rea­ durante la fase expansiva de la economía
les y posibles del ahora menguado conjunto agroexportadora, ese modelo se consolidó pro­
de quienes pueden considerarse con derecho gresivamente con el afianzamiento del Estado
pleno como ciudadanos del país. La emigra­ benefactor hacia mediados de los años cuaren­
ción de argentinos —descendientes en parte de ta, experimentó avances y retrocesos durante la lll
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

economía desarrollista e inició su fase termi­ gresivo afianzamiento de dos grupos sociales
nal hacia mediados de los años setenta. Si bien de escasa significación en la Argentina criolla:
esta secuencia global reconoce paralelos en los sectores medios y el proletariado industrial
otros contextos latinoamericanos e incluso urbano. Corresponde a Gino Germani, fimda­
europeos, la evolución social argentina se ca­ dor de la sociología científica en nuestro país,
racterizó por un derrotero en buena medida el mérito de ser el primero en suministrar una
singular, dadas las peculiaridades históricas imagen de esa estructura social en la que ha­
que diferenciaron al país de ambos puntos de bría de combinar, en delicado equilibrio, apre­
referencia. ciaciones tanto optimistas como pesirnistas
del proceso histórico argentino. Entre las pri­
meras, y en consonancia con la teoría de la
LA ESTRUCTURA socIAL modernización que inspiró su obra, se desta­
can su interpretación de la evolución social ar­
DESDE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL gentina como producto de una efectiva mo­
HASTA LA CRISIS DE 1930 dernización de las estructuras económicas del
país y el pormenorizado análisis del surgi­
La Argentina conoce a partir de 1880 un miento de los sectores medios, vistos como la
proceso de profundas transformaciones que, expresión acabada de un patrón de estratifica­
en apenas cuatro décadas, cambiaron decisi­ ción de tipo urbano moderno comparable al
vamente su fisonomía. La base de tal proceso de los países industrializados. La notable ex­
fue, como es sabido, el extraordinario desarro­ pansión de estos sectores desde el último cuar­
llo y modernización de la producción ganade­ to del siglo XIX constituye uno de los fenóme­
ra y el surgimiento de una moderna y eficien­ nos mejor documentados de nuestra historia,
te agricultura de corte capitalista. El modelo afirmación que resulta más válida en lo relati­
agroexportador resultante, la inmigración vo a su medición global que en lo que respec­
masiva, la modernización del Estado, las in­ ta a los mecanismos y procesos sociales que,
versiones en infraestructura (sobre todo en el más allá de consideraciones macroeconómicas
estratégico rubro transportes), la expansión evidentes, dieron lugar a tal expansión. Según
de la educación primaria, la veloz y temprana estimaciones del sociólogo italiano, los estra­
urbanización, la existencia de un mercado re­ tos medios no manuales, incluyendo en tal de­
lativamente dinámico con sus múltiples esla­ nominación a propietarios y cuentapropistas,
bonamientos y estímulos hacia la expansión a profesiones liberales y a empleados, pasaron
industrial y el sector servicios, contribuyeron del escaso 11% en 1869, al 29,9 % en 1914, al­
a modificar sustancialmente las relaciones canzando así hacia la segunda década del pre­
económicas y sociales de la región litoral y el sente siglo el convencional aunque no arbitra­
sistema de estratificación social imperante rio umbral del 30%, que permite caracterizar
hasta entonces. a un país como una sociedad de clase media.
Para 1914, la nueva estructura social pro­ Esta evolución se presentaba como el produc­
ducida por aquel proceso se hallaba en avan­ to necesario de una alta movilidad social as­
112 zado estado de consolidación, gracias al pro­ cendente, particularmente fuerte en aquellas
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

áreas del país que, como el Litoral, se benefi­ beral en boga en aquellos años, el proceso de
ciaron del proceso modernizador. industrialización permitió conformar un pro­
A pesar de algunas simplificaciones poste­ letariado industrial urbano de significativa
riores por parte de sus críticos, la visión ger­ importancia que ya para 1914 constituía
manianade este proceso no se agotaba en la aproximadamente el 40% de la población eco­
enumeración detallada de los aspectos opti­ nómicamente activa. De tal suerte, durante el
mistas congruentes con la teoría de la moder­ período 1914-1930 se consolida un modelo de
nización. Antes bien, el modelo de Germani estratificación social caracterizado simultá­
incluyó en clave polémica aquellos rasgos pesi­ neamente por la progresiva diferenciación in­
mistas del modelo agroexportador argentino terna de una elite dotada de rasgos moderni­
que impusieron límites precisos al proceso ex­ zadores y empresariales, en la que por cierto
pansivo, cada vez más evidentes a medida que no se hallan ausentes sectores más tradiciona­
avanzaba el siglo. Entre éstos, la debilidad de la les difícilmente asirnilables a esa imagen; el
primera fase de industrialización (1870-1930), desarrollo de la clase media urbana, producto
considerada como un subproducto imprevisto del crecimiento industrial y de la expansión
y en cierto modo no deseado del desarrollo del del sector terciario, los servicios y el aparato
sector primario, trajo aparejada la formación estatal; el surgimiento de una clase media
de una industria de bajo nivel de concentra­ agrícola, sobre todo en aquellas provincias
ción técnico—económica, con igualmente bajos con experiencias exitosas de colonización co­
niveles de capitalización y de eficiencia. En el mo Santa Fe, y el temprano desarrollo de un
área rural, por su parte, los obstáculos políticos proletariado industrial, bastante más hetero­
e institucionales determinaron la formación de géneo de lo que esta denominación sugiere,
latifundios e impidieron el desarrollo en pro­ concentrado básicamente en las ciudades del
porciones significativas de aquellos sectores Litoral. Los niveles de vida excepcionalmente
medios rurales con los que, a instancias del ob­ altos que las clases populares tuvieron en el
nubilante progreso social norteamericano, ha­ Litoral, al menos en el cuadro hispanoameri­
bía soñado la elite intelectual decirnonónica. cano, como bien ha señalado Tulio Halperin
La elevada proporción, siempre en obligada Donghi, coexistieron con aquellas situaciones
clave comparativa con el caso estadouniden­ más críticas que, como las huelgas de la Pata­
se, de inmigrantes europeos retornados a sus gonia o la Semana Trágica en la capital del
países o reemigrados hacia horizontes más país, marcaron un ciclo de aguda confronta­
promisorios, apuntaba en la misma dirección. ción social hacia principios de los años veinte,
Más importante aún, el proceso descripto só­ testimonio de las sombras de un proceso ex­
lo había alcanzado a una parte del país, e_l Li­ pansivo que ya por entonces comenzaba a
toral, lo que conformó un modelo de estrati­ mostrar sus limitaciones.
ficación que Germani calificó sin ambages Con la única excepción de la clase alta,
como “sociedad dual”. monopolizada por nativos de larga data y por
Más allá de las luces y de las sombras del los descendientes de inmigrantes, sobre todo
cuadro germaniano, por otra parte tributario vascos e irlandeses llegados al país antes de
de las interpretaciones críticas del modelo li­ 1870, en todos los estratos predominaron los 113
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

inmigrantes europeos y sus hijos. Las posibi­ hacia las ciudades. Por tal razón, y en claro
lidades abiertas por la economía, pero tam­ contraste con la etapa anterior, comienzan a
bién la inserción de los inmigrantes en acti­ destacarse progresivamente los migrantes in­
vas redes sociales de familiares y paesani, que ternos que, desde provincias como Santa Fe,
suministraban informaciones, ayudas mate­ Córdoba, Entre Ríos y Corrientes, y desde las
riales y colocaciones laborales, permitieron a áreas rurales, confluyen ahora en grandes
los migrantes ocupar posiciones en la socie­ cantidades hacia los polos industriales de la
dad e iniciar un efectivo proceso de movili­ provincia de Buenos Aires y hacia los barrios
dad social. La inmigración europea, actor periféricos de la Capital Federal, para ir en­
omnipresente del proceso social argentino grosando luego el cinturón suburbano. Estos
hasta mediados de siglo, aportó así lo esencial movimientos representaron ante todo una
de los contingentes demográficos, pero tam­ variación en las proporciones de los flujos
bién las ideas, aspiraciones y pautas cultura­ migratorios, cuya significación se agiganta
les que habrían de distinguir a la clase media tanto por su marcado dinamismo como por
y al proletariado industrial en tanto grupos la progresiva retracción de la inmigración in­
sociales. ternacional, más que un cambio de tendencias
ya que las migraciones de nativos del período
DE IA CRISIS DEL TREINTA AL PERONISMO hunden sus raíces en corrientes migratorias de
muy larga data.
La crisis financiera intemacíonal de 1930 El derrumbe del comercio exterior trajo
y, en otro orden, el golpe militar del general como consecuencia más saliente la expansión
Uriburu que interrumpe el ciclo democrático del desarrollo industrial, favorecido por las
iniciado por la Ley Sáenz Peña, acarrearon políticas del gobierno que, gracias sobre todo
cambios importantes que se tradujeron en un al control de cambios, implicaron una reduc­
vasto conjunto de políticas económicas que ción de las importaciones. A diferencia de eta­
redefinieron el papel del Estado y aumentaron pas anteriores, el nuevo perfil industrial no se
considerablemente su intervención en la eco­ limitó a las actividades derivadas de la econo­
nomía. El desmoronamiento del comercio ex­ mía agroexportadora sino que dio lugar a in­
terior provocó un derrumbe de la producción, dustrias manufactureras orientadas a la satis­
particularmente crítico en el trienio 1929­ facción del consumo interno, principalmente
1932 y la aparición de un nivel de desempleo en áreas como los neumáticos, la extracción y
sin precedentes que, según algunas estimacio­ refinamiento del petróleo y los textiles. Este
nes, rondó el 30% de la fuerza laboral. Los sa­ último sector contaba, según el Censo Indus­
larios en pesos bajaron, en algunos casos más trial de 1935, con más de 6.000 establecirnien­
que el costo de vida, originando una retrac­ tos, de los cuales, más de la mitad tenían me­
ción de los consumos. La crítica situación del nos de cinco empleados.
mundo rural, tanto de asalariados como de Los cambios derivados de la nueva fase de
arrendatarios y pequeños propietarios fundi­ industrialización iniciada hacia 1930 y del pro­
dos por la baja de los precios agrícolas, origi­ ceso de sustitución de importaciones y de los
114 nó un importante movimiento de población nuevos patrones de movilidad de la población,
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

I
i!ta?!
y;
K

l Barrio obrero en Santiago del Estero. Polémica: Primera Historia. Buenos Aires, 1968.

hallaron su traducción en el creciente peso de del Cuarto Censo confirma el esquema tri­
la población concentrada en la industria. Re­ partito —clase alta, clases medias y clases po­
sulta difícil evaluar la importancia de los cam­ pulares— esbozado para el período anterior,
bios ocurridos en la estructura social del perío­ aunque con algunos cambios significativos.
do, dada la dilatada extensión que media entre La clase alta, cuya representatividad numéri­
el Tercer Censo Nacional de 1914 y el Cuarto ca es, desde luego, secundaria en relación con
Censo de 1947. El intenso proceso de migra­ su importancia como grupo dirigente, se
ciones intemas e intemacionales que consagró presenta ahora dotada de una mayor homo­
hacia 1914 el predominio demográfico de la geneidad interna. La posesión de la tierra
región parnpeana, redujo proporcionalmente continúa siendo la base de su poder, y si bien
la población de las provincias del interior que, juegan todavía algún papel formas tradicio­
durante las tres décadas del tercer período in­ nales de prestigio como la herencia, el pano­
tercensal, lograron impedir la realización del rama dominante es el de su enraizamiento en
cuarto censo para no ver menguada su repre­ formas de producción de neto corte capitalis­
sentación en la Cámara de Diputados. A pesar ta. La homogeneidad de este sector es desde
de ello, la existencia de algunos relevamientos luego relativa al resto de la estructura social,
como el Censo Industrial de 1935 y, sobre to­ como lo muestran claramente la división in­
do, la imagen final aportada por el censo de terna entre la burguesía industrial, más re­
1947 permiten vislumbrar las tendencias más ciente y de menor poder relativo, y la burgue­
generales ocurridas en la estructura social du­ sía terrateniente tradicional y, dentro de esta
rante los años del régimen conservador. última, los conflictos entre invernadores y
Vista según su división en grandes gru­ criadores durante la primera mitad de los
pos sociales, la estructura social emergente años treinta. 115
POBLACION Y SOCIEDAD

Las clases medias, por su parte, continúan bierno hasta 1950- y por una estrategia distri­
su proceso expansivo superando en diez pun­ bucionista de desarrollo económico. La indus­
tos su ya notoria proporción de 1914. Confor­ tria, y ya no el modelo agroexportador, pasó a
me con su aumento cuantitativo, aumenta constituir uno de los objetivos centrales del
también la heterogeneidad de su composi­ grupo dirigente encabezado por Perón, me­
ción, destacándose ahora más nítidamente un diante un proyecto de industrialización susti­
segmento superior básicamente urbano, con­ tutiva de importaciones basado en el apoyo a
formado por la burguesía profesional e inte­ las pequeñas y medianas industrias y en el in­
lectual, y uno inferior que encuentra su base cremento de la demanda de bienes de consu­
de sustentación en el sector terciario, en par­ mo masivo en el mercado interno que hacía
ticular del ámbito público, y en el que predo­ imprescindible el aumento de los salarios rea­
minan las actividades en relación de depen­ les y la implementación de medidas redistri­
dencia. Por último, las clases populares, que butivas del ingreso.
constituyen la mayoría de la población activa La política económica del peronismo am­
(seis de cada diez argentinos hacia 1947), se pliará el papel del Estado en la economía, de
concentran también mayoritariamente en ac­ por sí importante desde 1930, a través de la
tividades en relación de dependencia. Los tra­ expropiación parcial de la renta agraria y su
bajadores de la industria, que desempeñarán transferencia hacia el financiamiento de la
un papel político y social clave en la vida ar­ industria, mediante la nacionalización del
gentina desde la década del cuarenta, ocupan comercio exterior de productos agropecua­
alrededor del 20% de la población activa. Más rios y la creación de instituciones como el
del 70% de las clases populares se halla en IAPI. El efecto más evidente de la nueva
condiciones de baja o nula concentración por orientación económica sobre la estructura
empresa, siendo los obreros industriales la social fue el altísimo nivel de creación de em­
única excepción a ese patrón general de corte pleo urbano, proceso en el que la industria
tradicional. -principalmente la de la construcción- ejer­
cerá, por única vez en la historia del período
EL PERONISMO HISTÓRICO que aquí se trata, el papel de liderazgo. Esta
superior capacidad en la creación de empleo
La llegada al poder del peronismo en 1946 industrial, el rasgo más notorio del peronis­
constituyó un cambio decisivo en la evolución mo según Susana Torrado, fue acompañada
política, social y económica de la Argentina. El por un crecimiento moderado del sector ter­
nuevo gobierno, expresión de una nueva ciario que, gracias al surgimiento de puestos
alianza formada por la clase obrera y los pe­ en la administración pública y en los trans­
queños y medianos industriales, apoyados por portes, favoreció la creación de empleos asa­
sectores nacionalistas de las Fuerzas Armadas, lariados, tanto en los sectores medios como
impulsará una política económica en muchos en los obreros.
puntos diferente de las precedentes, caracteri­ Si bien los cambios estructurales más irn­
zada por un decidido proyecto de desarrollo portantes atribuibles al peronismo se sitúan
116 industrial —al menos en su primera fase de go­ sobre todo en el ámbito urbano, también se
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

precios de la tierra, permitieron consolidar un


estrato de pequeños propietarios en proceso
de capitalización creciente, esta situación no
implicó cambios significativos en la estructu­
ra dela propiedad y en el grado de concentra­
ción de la tierra. Según Torrado, el balance
global hacia fines del gobierno peronista su­
puso un moderado incremento de la clase me­
dia, que pasó del 40,6% en l947, al 42,7% en
1960, y un moderado descenso de la clase
obrera que baja en esos mismos años del
58,9% al 56,7%. Si bien este resultado fue el
producto del más rápido crecimiento de la
Los clcxnclorc; ¿le grano.‘- crun il‘
prnpicdad dc empresas ll-mncn
clase media con respecto al de la clase obrera,
ulnn ulm Aspcclu «le l.
rnc kl debe destacarse que la distancia entre los rit­
mos de crecimiento de ambos grupos fue la
menor de toda la historia argentina contem­
poránea. Se produjo, asimismo, un rápido cre­
cimiento del sector asalariado en todas las cla­
ses, sector que para 1945 alcanzaba al 72% del
empleo urbano, nivel asirnilable al de los paí­
ses desarrollados.
El resultado general de la experiencia pe­
Cartel de propaganda sobre la nacionalización de los
elevadores de granos. ronista fue el de un impresionante aumento
del empleo obrero asalariado, gracias sobre
producen variaciones significativas en la es­ todo a la industria manufacturera, la cons­
tructura social agraria, particularmente en la trucción y el transporte público, siendo éste el
región pampeana. Así, sobre el telón de fondo único momento del siglo en que los obreros
del estancamiento del campo en las tres déca­ asalariados de la industria mantienen su peso
das que siguen a la crisis del treinta, las políti­ relativo y aumentan su peso absoluto. El au­
cas del peronismo produjeron la reducción del mento del cuentapropismo, fenómeno que al­
número de arrendatarios y el aumento signifi­ canzará grandes proporciones en etapas pos­
cativo del número de propietarios, que pasan teriores, afectó sobre todo a la clase media (el
del 34% al 53% entre 1947 y 1960. Aunque las caso paradigmático es aquí el comercio), sien­
medidas sociales y económicas del peronismo do escasa su incidencia en la clase obrera. Se­
para el ámbito rural, iniciadas algunas desde gún Torrado, esta evolución no tradujo la
1943, tales como la rebaja de los cánones de existencia de empleo marginal o precario, di­
arrendamientos y aparcerías, la prórroga de fícil de concebir, por otra parte, en el marco de
contratos, la sanción del Estatuto del Peón, el una economía de pleno empleo como la del
mayor acceso al crédito oficial y la baja de los período peronista. 117
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

gresistas en el contexto latinoamericano de


CENTRALES los años cincuenta tuvo efectos muy notables
HIDROELECTRICAS
fr en los niveles de vida, gracias a las sustancia­
les mejoras ocurridas en el salario real (que
experimenta un aumento del 46% entre 1942
y 1954) y a la reducción de los costos en ru­
bros básicos como la alimentación y los al­
quileres, que favorecieron la expansión del
consumo excedente. La participación de los
asalariados en el ingreso nacional fue del 44%
hacia 1948-1955, sin que existan indicios de
aumento de la concentración de ingresos du­
rante el período. Paralelamente, la propor­
ción del gasto social en el producto bruto in­
terno y en el presupuesto nacional alcanzará
su máximo histórico en el bienio 1944-1945.
También tuvieron importantes efectos redis­
tributivos la generalización del sistema de se­
guridad social y la rápida expansión de sus
niveles de cobertura; los significativamente
l Publicidad oficial, 1950. Centrales hidroeléctricas.
altos haberes jubilatorios, que entre 1950­
1955 alcanzan su máximo histórico al repre­
Vistos en conjunto, los cambios operados sentar entre el 80% y el 90% del salario del
durante el peronismo no suponen una trans­ trabajador activo; la obtención de asignacio­
formación drástica de la estructura social ur­ nes familiares gracias a las negociaciones co­
bana, sino más bien una continuación de las lectivas y, sobre todo, la financiación conjun­
tendencias de más largo plazo del período ta por parte de empresarios y trabajadores de
anterior. Ahora bien, mientras la estructura la seguridad social. De tal suerte, los niveles
social se caracterizó por su continuidad con de vida experimentaron progresos considera­
el período precedente, no ocurrió lo mismo bles en áreas como la salud, que muestra una
con los balances de bienestar, determinados evolución favorable de la expectativa de vida;
por los efectos que el gasto social y la dis­ la vivienda, gracias a las mejoras producidas
tribución del ingreso ejercen sobre el consu­ en el sector a partir de 1947, que se prolonga­
mo y el nivel de vida de la población, aspec­ rán hasta la década del sesenta y, sobre todo,
tos por los cuales el peronismo histórico la educación en la que se completa el proceso
habría de erigirse como el pasado glorioso de de escolarización primaria de la población y
una porción mayoritaria de los trabajadores se avanza en la instrucción secundaria y supe­
argentinos. rior a los ritmos más altos de la segunda mi­
La vigencia de un Estado de bienestar con tad del siglo.
118 políticas públicas y sociales claramente pro­
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

LUCES Y SOMBRAS DEL DESARROLLISMO triales, basadas en la sustitución de irnporta­


ciones de bienes intermedios y de consumo
Las condiciones externas e internas que durable, requirieron para su éxito de un incre­
acompañaron a la experiencia peronista hicie­ mento de la demanda, promovido mediante el
ron crisis a mediados de los años cincuenta aumento de la inversión y el gasto público y
por un conjunto de factores, entre los que se por el consumo suntuario del estrato social
destacan el fracaso en la obtención de capita­ urbano de mayores ingresos. Al igual que en la
les, la crisis del sector extemo y la reducida efi­ etapa precedente, el Estado continuó desem­
ciencia del sector industrial protegido por el peñando un papel central en la economía, pe­
Estado. Estos factores, sumados al giro autori­ ro desplegando ahora políticas orientadas ha­
tario del peronismo, habrían de producir el fin cia objetivos opuestos a los del peronismo
del modelo político y económico imperante histórico. La distribución del ingreso, en la
durante la década que finaliza con el golpe de que se induce un proceso regresivo de concen­
1955. tración orientado a favorecer la acumulación
Tras el breve interregno militar de la Revo­ de capital, constituye el ejemplo más claro de
lución Libertadora, la llegada al gobiemo de las nuevas orientaciones.
Frondizi en 1958 dio paso a una serie de go­ El agro pampeano experimentó, desde
biemos civiles y militares que, a pesar de sus principios de los sesenta hasta mediados de los
múltiples diferencias en otras áreas, coincidie­ setenta, una etapa de mecanización favorecida
ron en dos aspectos fundamentales: la pros­ por políticas públicas incentivadoras de la in­
cripción del peronismo y el impulso de estra­ corporación de tecnologías que contribuyeron
tegias de corte desarrollista, centradas en la al crecimiento equilibrado de la producción en
promoción industrial. Se inicia así una larga rubros básicos como los granos y la carne. Sur-_
etapa de inestabilidad institucional y de en­ gen, asimismo, nuevos sectores como los con­
frentamientos entre sectores y corporaciones, tratistas agrícolas, poseedores de las maquina­
testimonio de una sociedad profundamente rias y especializados en la venta de servicios de
dividida por antagonismos políticos pero tam­ laboreo y cosecha, que hacen innecesario el re­
bién más ampliamente culturales, que culmi­ curso al arrendamiento en las explotaciones
nará con el retorno y posterior colapso del go­ ganaderas. Estos cambios determinaron que,
biemo peronista durante el trienio 1973-1976. en términos ocupacionales y sociales, conti­
La nueva orientación desarrollista imple­ nuase la reducción de personal en el sector y se
mentada durante el período, con momentos mantuviera constante el grado de concentra­
de mayor intensidad durante los gobiemos de ción de la tierra.
Frondizi y Onganía, operó sobre una redefini­ Los cambios introducidos en esta etapa del
ción de los acuerdos sociales preexistentes, desarrollo industrial se tradujeron en significa­
consolidándose a partir de entonces una alian­ tivas modificaciones de la estructura social, en
za entre la burguesía industrial nacional y el un contexto general dominado por la profun­
capital extranjero de las empresas transnacio­ dización de las relaciones capitalistas en todos
nales, principal aunque no exclusivamente los sectores económicos o, expresado en otros
norteamericanas. Las nuevas políticas indus­ términos, por el paso de un desarrollo capitalis­ 119
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

los servicios personales. Visto desde el prisma


de las clases sociales, este fenómeno acelerará
la expansión de la clase media asalariada (ad­
ministrativos en principio, pero también téc­
nicos industriales y cuadros empresariales) y
producirá el aumento del cuentapropismo
dentro de la clase obrera. De tal suerte, una ya
numerosa clase media, en proceso de rápida
asalarización, crece más velozmente que la cla­
se obrera, en la que cobra importancia cre­
ciente el sector autónomo. Por su vital irnpor­
tancia en tanto actor político fundamental
para las concepciones marxistas, esta desacele­
1 Maquinarias importadas
Promoción del por el lAPl (Instituto Argentino de
Intercambio). ración del crecimiento de la clase obrera asala­
riada y la pérdida progresiva de su peso relati­
ta en extensión a otro en profundidad. El giro vo en el empleo urbano constituyó una de las
concentrador y oligopólico de la producción novedades significativas del período.
industrial, particularmente tangible en el au­ Un segundo punto de inflexión en las
mento del tamaño de las instalaciones fabriles, tendencias históricas tiene lugar en la evolu­
en los avances de la productividad como conse­ ción del mercado de trabajo, en el que co­
cuencia de la incorporación de tecnología y en mienzan a delinearse dos rasgos novedosos: el
los mayores niveles de segmentación empresa­ principio del fin del pleno empleo, si bien las
rial, fue acompañado de la desaparición de pe­ tasas de desocupación del orden del 6% son
queños y medianos establecimientos industria­ aún equivalentes al nivel normal de las corres­
les, fenómeno que traerá aparejado un pondientes a los países desarrollados, y la apa­
crecimiento prácticamente nulo del empleo in­ rición de signos inequívocos de precarización
dustrial. La industria de la construcción escapa de las relaciones laborales, de los que Iuan Vi­
a esta tendencia global al crear una proporción llarreal ha brindado una clara imagen para la
significativa de empleo asalariado, prefiguran­ década del sesenta.
do así, en la creación de empleo pero no nece­ En términos de la distribución del ingreso,
sariamente en su carácter estable, el papel deci­ y a pesar del considerable aumento de la pro­
sivo que la caracterizará en etapas posteriores. ductividad del trabajo, se produce desde me­
Dado este comportamiento del sector in­ diados de los años cincuenta una significativa
dustrial, la gran mayoría del empleo urbano caída de la participación de los asalariados en el
que con alto ritmo de crecimiento se crea du­ ingreso nacional, que baja al 40%, en detrimen­
rante el desarrollismo corresponderá al sector to sobre todo de los sectores obreros. Como
terciario. Consecuentemente, el rasgo defini­ ocurrirá de modo más acentuado a partir de
torio del período será la rápida y espectacular 1976, este proceso no obedeció exclusivamente
terciarización de la economía argentina, sobre a la lógica de la economía políüca sino que fue
120 todo en ramas privadas como el comercio y posible gracias a los atributos que adquiere la
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

l Arturo Frondizi. Archivo General de la Nación.

política económica en contextos de gobiernos como la reducción de los haberes jubilatorios,


autoritarios y a la menor capacidad de nego­ que pasan de 2 a l entre 1955 y 1972. El balan­
ciación de los sindicatos y organizaciones ce final del período en términos de bienestar
obreras. Si bien tuvo lugar una baja de los sa­ es de difícil evaluación, y se lo puede caracte­
larios reales, el ingreso familiar de los asalaria­ rizar como regresivo o en todo caso neutro, ya
dos continuó generando cierto excedente gra­ que las contribuciones empresarias comien­
cias a los aportes realizados al hogar por la zan a ser parcialmente trasladadas a los consu­
incorporación de trabajadores secundarios, lo midores mediante su incorporación a los pre­
que posibilitó la compra de bienes durables y cios finales.
de servicios y una cierta diversificación de los El conjunto de transformaciones evocadas
consumos. El gasto social realizado por el Es­ otorga una importancia clave a este período, el
tado continuó los lineamientos previos en lo cual en muchos aspectos puede ser visto como
que hace a su composición pero experimentó de transición hacia algunos de los problemas
una reducción considerable de sus niveles, que que caracterizarán a la estructura social argen­
caen en un tercio respecto de los del peronis­ tina posterior al golpe militar de 1976. Como
mo, pudiéndose datar en este período el inicio ha destacado Susana Torrado, durante este
del progresivo e ininterrumpido deterioro de período se operan cambios sustanciales en el
los servicios públicos esenciales. Las políticas salario indirecto que hacen que, a pesar de
de seguridad social continuaron las sendas y perdurar la noción ideológica de un desarro­
los modos de financiamiento precedentes, llismo continuador del Estado benefactor, en
aunque se destacan algimos signos críticos, realidad se produzca desde fines de la década 121
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

del cincuenta un retroceso generalizado de la sector militar con la burguesía agroexportado­


acción pública en materia de bienestar social. ra, el segmento más concentrado de la indus­
Así lo sugieren, por otra parte, el deterioro de tria nacional y el capital financiero. Las políti­
los niveles de bienestar, visible en el estanca­ cas instauradas entonces combinaron la
miento del área vivienda, en la lentitud de los represión de las principales manifestaciones
progresos educativos realizados en los niveles políticas y culturales adversas a los nuevos go­
medio y superior y, sobre todo, en el aumento bemantes, con una serie de medidas económi­
de los niveles de mortalidad hacia la década de cas orientadas a la apertura extema de la eco­
1960-1970. nomía y al fin del proteccionismo estatal de la
industria. En la lógica del Proceso, ambos li­
DEL PROCESO DE REORGAMZACIÓN neamientos fueron complementarios ya que la
NACIONAL A LA RESTAURACIÓN brutal e inédita represión llevada a cabo desde
DEMOCRÁTICA el Estado, constituyó la base indispensable para
el establecimiento de nuevas relaciones sociales
Como en otros aspectos, el proceso inicia­ en las que cimentar, a su tumo, las expectativas
do el 24 de marzo de 1976 con el derroca­ de una nueva cultura política, menos proble­
miento del gobierno constitucional de María mática para la óptica militar que la emergente
Estela Martínez de Perón y la llegada al poder del tejido social urbano e industrial que había
de la Iunta Militar presidida por el general Vi­ caracterizado a la Argentina desde el Cordoba­
dela, supuso un punto de inflexión en muchas zo. Por múltiples canales, aún escasamente in­
de las tendencias históricas que caracterizaron dagados por nuestra historiografía, la estructu­
al país durante el siglo XX. Sería, desde luego, ra social argentina habría de recibir los influjos
erróneo ver la evolución de la estructura so­ negativos de esta política de disciplinarniento
cial posterior al golpe como una creación ex social generalizado, cuyos efectos habrían de
nihilo del régimen militar, ya que algunos as­ perdurar mucho más allá de 1983.
pectos críticos de dicha evolución comenza­ El gobiemo militar se orientó a la apertura
ron tempranamente durante la etapa desarro­ extema de la economía en detrimento incluso
llista. Sin embargo, sería igualmente erróneo de algunos sectores de las clases dominantes,
enlazar ambos períodos en una visión pura­ conformando un esquema productivo que, en
mente gradualista y no percibir los decisivos muchos aspectos, intentó volver a la versión
cambios cualitativos que la política económi­ más ortodoxa del tradicional modelo agroex­
ca del Proceso impuso a la evolución social de portador. La industrialización dejó de ser así el
los argentinos. objetivo central del desarrollo económico, pe­
Llegado al poder en el contexto de una de ro no fue reemplazada por ningún otro sector
las más graves crisis institucionales de la histo­ que actuara como polo dinamizador. Como
ria argentina contemporánea y con el consenso consecuencia de los cambios producidos en la
de buena parte de la clase media y de sectores estructura económica, se opera una irnportan­
dirigentes de algimos partidos politicos, el Pro­ te contracción en los mercados de trabajo, evi­
ceso se apoyó en las alianzas -ciertamente ines­ denciada sobre todo por el menor ritmo de
122 tables y erráticas, como ha sugerido Delich- del crecimiento del empleo urbano y por irnpor­
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

tantes cambios en su composición. En particu­ lariada que, al carecer de bases sólidas y es­
lar, se creó escaso empleo neto en la industria tructurales, se asentó en puestos laborales cu­
manufacturera, el que al hallarse distribuido ya vulnerabilidad resultará dramáticamente
en todos los sectores sociales, retrotrajo el per­ notoria en períodos posteriores. Uno de los
fil socio-ocupacional a fases previas a 1945. En hechos en apariencia contrastante de este pe­
igual sentido, tuvo lugar una atenuada expan­ ríodo es el bajo valor de los índices de desem­
sión del empleo terciario, con cambios en su pleo (inferiores al 3% entre 1977 y 1980), di­
composición que favorecieron a las ramas pri­ sonantes con el deterioro generalizado de los
vadas en detrimento de las públicas, sobre to­ indicadores sociales. Sobre el particular existe
do en rubros como el financiero. cierto consenso de que tales índices obedecie­
El sector agropecuario pampeano experi­ ron a la reducción de la oferta de mano de
mentó desde mediados de los setenta una obra inducida por la retracción de la demanda
nueva fase de expansión, caracterizada por la a causa de la recesión; a la emigración y exilio
modemización e incorporación de nuevas tec­ de argentinos; a la reducción de la migración
nologías y por el sostenido crecimiento de la limítrofe e intema; al envejecimiento pobla­
producción, proceso de especialización pro­ cional, y a las directivas de la cúpula militar
ductiva que, acelerado después de los años que buscaron limitar el desempleo con el fin
ochenta, benefició principalmente al sector de evitar el descontento social que pudiera ser
agrícola. La profundización del capitalismo en útil a las organizaciones guerrilleras. Siguien­
el campo, rasgo típico de esta fase como lo ha­ do tales interpretaciones, los índices traduci­
bía sido durante la precedente el desarrollo in­ rían una imagen artificial del desempleo real,
dustrial, aumentó la heterogeneidad del sector que permite suponer un aumento considera­
en el que se desarrollaron nuevas formas em­ ble del desempleo oculto.
presarias como las empresas medieras agríco­ En términos de la estructura social, el efec­
las y la reducción de los arrendamientos de to más evidente de estos cambios fue la pérdi­
largo plazo. Aumentan, asimismo, las explota­ da de importancia de la clase obrera, tanto por
ciones no trabajadas por sus dueños y surgen su débil crecimiento y el retroceso relativo de
modernas explotaciones de gran tamaño per­ sus efectivos en la estructura ocupacional, co­
tenecientes a grupos económicos, que adquie­ mo por las políticas represivas hacia los traba­
ren significativas proporciones de tierras mo­ jadores y los sindicatos, que disminuyeron su
tivados por las mejoras de la productividad papel como actores políticos y sociales. En
ocurridas en el sector. igual sentido, la notable expansión del cuenta­
En función de estos comportamientos, el propismo en este sector redujo fuertemente la
crecimiento de la fuerza de trabajo urbana. se importancia del sector asalariado de la clase
orientó hacia otros sectores, como la cons­ obrera. En la clase media se detiene el proceso
trucción y el comercio, que crecieron a ritmos de asalarización experimentado durante el de­
muy elevados. La reforma monetaria y el auge sarrollismo y disminuye en su composición la
especulativo que caracterizó al período recor­ importancia del componente público.
dado como la “Patria Financiera” dio lugar así La evolución presentada trae al primer
a un crecimiento inusual de la clase media asa­ plano de la escena un fenómeno que, insinua­ 123
POBLACION Y SOCIEDAD

do en épocas anteriores, marcará profunda­ de la población activa desde sectores produc­


mente la estructura social del período, en cla­ tivos como la industria hacia actividades no
ro contraste con los países desarrollados: la asalariadas, lo que habría dado lugar a un pro­
notable expansión del cuentapropismo tanto ceso de “latinoamericanización” de la estruc­
obrero como de clase media en casi todos los tura de clases —para retomar la gráfica expre­
sectores económicos, pero sobre todo en la in­ sión de Villarreal- que impide asimilar el
dustria, cuyas consecuencias sociales, cultura­ fenómeno a la clase media. La notable hetero­
les y políticas resta aún investigar. La irnpor­ geneidad del sector, que incluye desde profe­
tancia del cuentapropismo, uno de los rasgos sionales liberales exitosos hasta trabajadores
más distintivos de la Argentina no sólo en re­ precarios de la construcción o vendedores am­
lación con los países desarrollados sino tam­ bulantes, impide una respuesta simple a este
bién con respecto a otros países de la región interrogante. Cualquiera sea el caso, el avance
como Brasil, radica ante todo en su espectacu­ de empleos precarios y marginales, de baja ca­
lar crecimiento (pasa del 7,1% de la población lificación y mal remunerados, y la mayor par­
económicamente activa en 1947, al 16,2% en ticipación de trabajadores secundarios en los
1970), en su carácter estructural y de largo hogares, sugieren un deterioro de las condi­
plazo y en su composición predominante­ ciones y de los ingresos laborales a partir de la
mente urbana. La mayoría de los cuentapro­ década del setenta, que otorga cierta consis­
pistas, importantes enla industria hasta la dé­ tencia a las interpretaciones pesirnistas.
cada del sesenta, pasan a concentrarse desde La evolución de la estructura ocupacional
entonces en sectores no vinculados a la pro­ durante esta etapa fue acompañada de otros
ducción directa, como el comercio y los servi­ cambios igualmente significativos que tuvie­
cios y, dentro de la industria, en sectores de ron decisiva importancia en los niveles de bie­
mayor informalidad como la construcción. nestar de las personas. Tres factores, íntirna­
El peso creciente del cuentapropismo en la mente vinculados entre sí, caracterizaron esta
evolución ocupacional argentina ha dado lu­ nueva dinámica: la retracción del Estado de
gar a interpretaciones optimistas y pesirnistas áreas básicas de servicios sociales; el retroceso
sobre las condiciones de vida del sector y su de la participación de los trabajadores en la
ubicación en la estructura social. Mientras las distribución del ingreso, y la drástica caída del
primeras, apoyadas en indicadores relativos a salario real. El gasto social experimentó una
la disponibilidad de capital propio y a los ni­ notable reducción con respecto a los niveles
veles de ingreso, educación, antigüedad, for­ precedentes, acompañado de un cambio de
malidad y estabilidad laboral, consideraron al orientación que constituye un auténtico pun­
cuentapropismo como una parte importante to de inflexión en la historia de las políticas
de las clases medias al menos hasta la década sociales de nuestro país: la adopción explícita
del setenta, las visiones pesirnistas vieron en él del principio de subsidiariedad del Estado en
una deformación de la estructura social, pro­ clara oposición a los principios del l/Velfare
ducida por el carácter dependiente de la eco­ State que, con mayor o menor grado, habían
nomía argentina. Desde esta óptica, su expan­ predominado hasta entonces. El ejemplo más
124 sión traduciría, ante todo, el desplazamiento claro de la nueva orientación fue el área de la
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

salud, en la que se instauró un doble proceso tores, resultó más crítico para la clase obrera.
de traspaso de prestaciones al sector privado y La participación de los asalariados en el ingre­
de arancelamiento de los servicios en los hos­ so cayó en 1977 al 30,8%, valor que constituye
pitales públicos, reservando la intervención el nivel más bajo del período que aquí se trata.
del Estado sólo a la asistencia de los sectores La magnitud de esta caída configura un cam­
sociales en estado crítico. La adopción del bio estructural respecto de los patrones histó­
principio de subsidiariedad del Estado en un ricos de distribución de la Argentina, superio­
contexto de aumento espectacular de los sec­ res por lo general al 40%, agravado por los
tores carenciados será precisamente uno de los efectos regresivos de la masiva fuga de capita­
factores clave de una forma de deterioro social les y por el pago de los servicios de la deuda
que, iniciada en esos años, se prolongará hasta externa.
nuestros días. Los efectos negativos de la re­ El conjunto de procesos evocados hará
ducción de políticas sociales fueron potencia­ que la estructura social adquiera nuevos e iné­
dos por el aumento en la regresividad del sis­ ditos rasgos distintivos que, en líneas genera­
tema irnpositivo, gracias a la fórmula -de les, suponen un doble proceso de homogenei­
monótona recurrencia- de aumentar la tribu­ zación de la cúspide de la pirámide social,
tación indirecta. Ésta, al basarse en impuestos mediante el aumento de la concentración eco­
al consumo, afectó más a los sectores de me­ nómica y empresarial y la diversificación de
nores ingresos. La eliminación en 1980 del fi­ inversiones en los más variados sectores; y de
nanciamiento empresario de las jubilaciones, heterogeneización de su base, inducida por la
reemplazado por fondos estatales originados progresiva precariedad de los mercados labo­
precisamente en esas formas de tributación ge­ rales y por la aparición de nuevas y variadas
neral, operó en la misma dirección. En este formas de pobreza y exclusión social. Como
contexto, no resulta sorprendente que las ero­ sostienen Kessler y Minujín, se asiste desde en­
gaciones del Estado en materia social alcan­ tonces a un proceso de pauperización econó­
zaran niveles extremadamente bajos y que, a mica, social y cultural que, por su magnitud,
pesar del declarado natalismo de las Iuntas rni­ casi no registra equivalente en otros países y
litares, las asignaciones familiares, de cierta que, a partir de la transición democrática, ha­
importancia durante el peronismo histórico, brá de constituir un tema inexcusable de la
pasaran a tener montos despreciables. Los fe­ agenda política de los argentinos. Lo novedo­
nómenos mencionados adquieren mayor irn­ so, desde luego, no es la inexistencia anterior
portancia en el marco de la drástica caída del de tales fenómenos, sino su magnitud y sobre
salario real, que en un solo año (1976) baja el todo, su inédita percepción como punto de no
37% con respecto al bienio 1974-1975. h retorno, tanto para la sociedad en su conjunto
La disminución del salario directo e indi­ como para las personas involucradas. Si los
recto tuvo efectos recesivos en la cantidad y pobres de la inmigración masiva o de las mi­
calidad de los consumos, lo cual aumentó la graciones internas de los años cuarenta o se­
proporción del ingreso destinada a satisfacer tenta podían visualizar su pobreza como un
necesidades básicas y redujo la de bienes dura­ precio a pagar por la movilidad social de sus
bles, proceso que si bien afectó a todos los sec­ hijos o de sus nietos, las nuevas formas de 125
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

pobreza aparecen ahora signadas por el círcu­ CONTINUIDADES Y RUPTURAS


lo vicioso de una reproducción intergenera­ EN LA ESTRUCTURA SOCIAL
cional sin salidas evidentes.
La magnitud de estos cambios es amplia­ Los períodos esbozados, definidos por las
mente elocuente en las nuevas formas que políticas económicas implementadas, las es­
adopta el tejido social y que se continuarán trategias de desarrollo y los modos de acumu­
más allá del precipitado fin del gobíemo mili­ lación irnperantes en cada caso, no reflejan
tar en 1983. Así, entre 1980 y 1990, los trabaja­ con toda la sensibilidad deseable los ritmos y
dores pierden el 40% de sus ingresos, mientras las variaciones de la estructura social, cuyos
que la pobreza crece el 67% en el Gran Buenos cambios se inscriben en lógicas de larga dura­
Aires. El Censo Nacional de Población de 1980 ción, dotadas en algunos casos de considerable
permitió mostrar por primera vez una foto de inercia, y que difícilmente se corresponden
familia de esa nueva Argentina, en la que más con los cambios de gobierno propios de las
de un cuarto de la población (27,7%) se en­ periodizaciones políticas. Los problemas pre­
contraba viviendo en hogares con necesidades sentados por las fuentes censales (cambios de
básicas insatisfechas, contra el 3% de hogares categorías y de criterios de relevamiento; dife­
pobres que había evidenciado el censo de 1970. rencias entre los censos de población y econó­
Además de su magnitud y de su carácter es­ micos; irregulares y, en ocasiones, extensos in­
tructural, las nuevas formas de pobreza inclu­ tervalos intercensales) imponen asimismo sus
yen en su seno a significativos sectores de la límites, exagerando o diluyendo los puntos de
clase media, caídos por las medidas económi­ inflexión de un censo a otro.
cas del “Rodrigazo” de 1975 y el gobierno mili­ Considerados en el largo plazo, los distin­
tar, primero, y por las políticas de ajuste subsi­ tos modelos de desarrollo analizados presen­
guientes a la crisis del Estado en 1989, después. tan ciertas continuidades. La más evidente
Vista en clave histórica, la nueva pobreza se ca­ atañe al empleo y consiste en el crecimiento a
racterizará ante todo por su extraordinaria he­ lo largo del siglo XX de las actividades no
terogeneidad, nacida de la combinación de for­ agropecuarias y la consiguiente transferencia
mas críticas de pobreza con los nuevos pobres de mano de obra desde las actividades rurales
en proceso de deterioro laboral, salarial y de hacia los sectores urbanos, rasgo común a to­
cobertura de servicios sociales básicos. Nuevos dos los países, tanto centrales como latinoa­
pobres, pobres estructurales, línea de pobreza, mericanos, pero profundizado en nuestro ca­
necesidades básicas msatisfechas constituyen, so por la temprana y veloz urbanización.
desde luego, mucho más que términos técnicos En segundo lugar, se destaca la persistente
con los que los cientistas sociales y los aparatos lentitud en el crecimiento del salario directo,
de percepción estadística del Estado intentan más pronunciada a partir del desarrollismo y
definir y medir con precisión a vastos sectores particularmente crítica durante el modelo
de población. Son, ante todo, las claves concep­ aperturista, a pesar de los aumentos experi­
tuales de un nuevo paisaje social que, iniciado mentados por la productividad del trabajo.
hacia mitad de los setenta, se ha instalado des­ Será precisamente en esta asimetría entre el
126 de entonces en la vida social del país. crecimiento de la productividad y el de los
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

Obreras trabajando en la fábrica de sombreros Lagomarsino y compañía. Nuestro Siglo: Historia gráfica de la Argentina
contemporánea.

salarios, inexistente o menos notoria en los ción histórica de la Argentina a la economía


países centrales, que los autores marxistas y de internacional, sino también de la estructura
la teoría de la dependencia percibirán una de de dominación política y de la incapacidad del
las pruebas más contundentes del carácter de­ Estado de asegurar formas de financiamiento
pendiente de la economía argentina. En igual y gasto social progresivamente equitativos, co­
sentido, la caída de la participación de los asa­ mo ha ocurrido, también con avances y retro­
lariados en el ingreso nacional constituye un cesos, en los países de alto nivel de desarrollo.
rasgo crítico de la evolución social argentina, Un importante punto de inflexión en este
que la aleja de los modelos de los países desa­ panorama de continuidades lo constituye la
rrollados. La estructura regresiva del sistema participación de la mujer en el mercado de
impositivo y la evasión fiscal, en cuanto a las trabajo que, siguiendo una tendencia observa­
formas de financiamiento del Estado, y la dis­ da para muchos otros países, experimentó
minución gradual del gasto y de la inversión cambios significativos en el largo plazo. Así, a
social en lo que atañe al salario indirecto, re­ una fase de alta participación femenina en la
fuerzan negativamente los rasgos anteriores. población económicamente activa hacia 1869
La lógica de este conjunto de factores deriva (cercana al 60%), asociada con el escaso desa­
no sólo de las formas peculiares de incorpora­ rrollo del sector industrial y el predominio del 127
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

sector agrícola, se sucede una fase declinante de modo ejemplar la feminización de las acti­
(muy pronunciada entre 1869 y 1914, mode­ vidades de enseñanza. El incremento del nú­
rada entre 1914 y 1947, menor aún entre 1947 mero de trabajadores secundarios en los ho­
y 1960) vinculada con el desarrollo de la in­ gares, principalmente mujeres, desde finales
dustria, concentradora principalmente de ma­ del desarrollismo prefigura, asimismo, una
no de obra masculina, que concluye con tasas tendencia creciente en décadas posteriores,
de participación ligeramente superiores al según la cual la participación femenina tien­
20%. Por último, a partir de la década del se­ de a complementar en muchos casos los bajos
senta se observa un nuevo y sostenido repun­ ingresos familiares, más que a expresar un
te, que alcanza el 27% en 1980, producido por efectivo proceso de igualación de oportuni­
la expansión del sector servicios, tanto priva­ dades. Entre otros aspectos, el mantenirnien­
do como estatal, por la diversificación de las to de la doble jornada consistente en la parti­
actividades económicas y por las necesidades cipación en el mercado de trabajo más las
que las recurrentes crisis de la economía im­ actividades domésticas y de la maternidad, o
ponen a los hogares. Esta evolución no sólo la mayor vulnerabilidad económica y de co­
tradujo las variaciones ocurridas en la activi­ bertura social de las mujeres jefas de hogar
dad económica, sino también un cambio en la alertan contra cualquier lectura armónica del
relación de la mujer con el mercado de traba­ proceso.
jo que se caracterizó, en la larga duración, por Además de las tendencias generales y de
niveles crecientes de asalarización. El aumento los puntos de inflexión ocurridos en el largo
de la participación de la mujer en el mercado plazo, el problema de las continuidades y
de trabajo constituye un elemento crucial de rupturas de la estructura social puede ser
las transformaciones ocurridas durante la se­ analizado en otra clave igualmente fecunda,
gunda mitad del siglo, cuya significación eco­ que remite al nivel de “realidad” de los gru­
nómica, social y cultural acompaña y posibili­ pos sociales estudiados por los investigadores
ta la creciente igualdad de derechos entre sobre la base de indicadores objetivos como
hombres y mujeres, evidenciada, entre otros los ingresos o las ocupaciones. Si bien esta úl­
aspectos, por avances fundamentales como el tima lectura ha dominado ampliamente los
voto femenino en 1951 y la liberación sexual y estudios sobre la evolución social del siglo
la segimda revolución contraconceptiva de los XX, los límites entre grupos sociales, aunque
años sesenta. reales y visibles en numerosas manifestacio­
Tales avances no deben hacer olvidar, sin nes —como las conductas demográficas o las
embargo, que paralelamente tienen lugar tendencias electorales —, son también amplia­
procesos de deterioro que afectaron sobre to­ mente difusos o incluso inexistentes en otras
do a las mujeres. En particular, su incorpora­ dimensiones. Desde esta otra perspectiva, las
ción creciente al mercado de trabajo fue clases constituyen, ante todo, un producto
acompañada de la inserción en puestos más cultural ligado a las percepciones, valores y,
vulnerables e informales, como el servicio do­ sobre todo, autodefiniciones de los indivi­
méstico, o en puestos menos interesantes des­ duos que, huelga decirlo, distan en muchos
128 de el punto de vista salarial, como lo ilustra casos de las categorías académicas. Éstas, en
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

su afán analítico, tienden a definir paisajes UN PAÍS, DIVERSAS ESTRUCTURAS


sociales más segmentados y discontinuos que
suministran una imagen de los grupos socia­ La estructura social del país se caracterizó,
les como unidades aisladas y fácilmente dis­ asimismo, por sus variaciones en términos re­
tinguibles entre sí. Esto ha ocurrido tanto gionales y provinciales; las que, por otra parte,
con las interpretaciones socio-históricas liga­ experimentaron particularidades y ritmos
das a las teorías de la modernización germa­ propios, en ocasiones contrastantes con las
niana en un primer momento, como a las de evoluciones dominantes en la región pampea­
base marxista a partir de los años sesenta, na, considerada como la más moderna y desa­
claramente diferentes en muchos puntos pe­ rrollada. Las dificultades metodológicas que
ro semejantes en la prioridad que ambas presenta el estudio de la estructura social de
otorgaron a las bases económicas y medibles un país aumentan cuando se desciende a uní­
de los procesos sociales y en su visión evolu­ dades de menor escala, tanto por la menor
tiva de la estructura social. Considerada ésta disponibilidad de datos como por los múlti­
desde el punto de vista de los valores y creen­ ples factores (locales, nacionales e internacio­
cias compartidas por las personas y grupos, nales) que afectan a cada región y vuelven
se asiste, en cambio, desde principios de siglo compleja la interpretación de los resultados.
—como bien ha señalado Luis Alberto Rome­ La pregunta de partida consiste aquí en saber
ro- a una clara tendencia a la homogeneiza­ si la evolución del país durante el siglo XX fa­
ción de la sociedad en torno de una cultura voreció la reducción de las desigualdades
compartida por sectores sociales diversos. La regionales, elemento indispensable para “estre­
influencia del deporte, sobre todo el fútbol, char los vínculos que aproximan a los indivi­
amplificada por una red creciente de medios duos y consolidan la solidaridad política”, co­
masivos de comunicación como la radio y la mo sostenían los censistas hacia finales del
televisión; los valores, opiniones y expectati­ siglo anterior. Tanto por los problemas apun­
vas difundidos por la prensa escrita y la lite­ tados como por los principios teóricos adop­
ratura; los gustos promovidos por el arte de tados por cada autor, la literatura existente no
masas en todos los sectores sociales y por las autoriza una comparación sistemática de las
vanguardias en amplios sectores de las clases estructuras socio-regionales a lo largo del pe­
medias, contribuyeron a definir patrones cul­ ríodo; sin embargo, la utilización de algunos
turales amplios, a la vez heterogéneos e inte­ índices en momentos puntuales permite avan­
grativos, que fueron configurando formas de zar algimas respuestas.
identidad ampliamente compartidas por vas­ Basándose en el censo de 1947 y tomando
tos sectores de la población. Iunto a la movi­ como línea demarcatoria la proporción de
lidad social ascendente a gran escala que ca­ miembros de clase media y clase alta y de ocu­
racterizó al país hasta mediados de los años paciones rurales en la población activa, Gino
setenta, esas formas de identidad, plurales y Germani distinguió tres tipos básicos de es­
dinámicas, relativízan cualquier lectura pu­ tructuras socio-regionales. Siempre guiado
ramente objetiva y externa de la estructura por el grado de modernidad que era posible
social. atribuir a tales estructuras, el sociólogo italia­ 129
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

no presentó una clasificación espacial en la ne Torrado- que el aumento de los dos prime­
que alternaban tres tipos de regiones: las pro­ ros indicadores traduce situaciones más mo­
vincias con un elevado componente de clase dernas y el de los restantes una distorsión en el
media urbana (Córdoba, Capital Federal, sentido contrario, puede concluirse que regio­
Buenos Aires, Mendoza); las que evidencia­ nes como el Noroeste y el Noreste, que mantie­
ban sectores medios de menor cuantía y pre­ nen importantes volúmenes de empleo agro­
dominantemente rurales (La Pampa, Misio­ pecuario y altos niveles de empleo público y
nes, Chaco, Formosa, Río Negro); y aquellas terciario en las ocupaciones urbanas, habrían
que aún no habían alcanzado el umbral míni­ incrementado desde 1960 su desigualdad con
mo del 30% (Jujuy, Catamarca, Tucumán). respecto a las regiones más desarrolladas.
Esta geografía de la clase media —asociada a La geografía de las estructuras sociales
las actividades urbanas del sector terciario y emergentes hacia los años ochenta, con zonas
de la administración pública, y en menor me­ claramente rezagadas con respecto al centro­
dida a las actividades industriales- fue, asi­ litoral del país, repite un modelo de retraso re­
mismo, diferencial según se tratase de zonas lativo de las regiones periféricas que recuerda,
urbanas con predominio de la clase media siempre en un juego de simetrías irnperfectas,
dependiente o rurales con mayor peso de los a viejos y nuevos clivajes espaciales de la histo­
patronos. ria argentina, como el célebre país abanico ba­
Tres décadas después, la estructura social sado en índices de capacidad económica, te­
emergente del Censo Nacional de 1980 pre­ matizado por Alejandro Bunge en 1940; el
senta un panorama mucho más diversificado, predominio del sector independiente y la pro­
producto tanto de la evolución real como de ducción mercantil simple, destacado por Vi­
las mejoras ocurridas en las formas de capta­ llarreal para la década del sesenta, o las más re­
ción estadística, en el que resulta posible, sin cientes geografías de las necesidades básicas
embargo, detectar continuidades significati­ insatisfechas y del índice de desarrollo huma­
vas con la geografía germaniana. Así, en líneas no, puestas en relieve por Barbeito y Lo Vuolo
generales, son las mismas áreas detectadas por para 1991. Según estos autores, hacia fines de
Germani las que se encuentran a la cabeza de este período conviven regiones como la Capi­
las regiones con mayor predominio de clases tal Federal, con niveles europeos de desarrollo
medias, hecho previsible si se tiene en cuenta humano, con otras como el Chaco o Formosa
que, una vez iniciados, los procesos sociales con niveles equivalentes a países de muy bajo
tienden a reproducirse en el tiempo. El im­ desarrollo. Vista en términos de la estructura
portante aumento de las clases medias entre de clases, esta geografía de la calidad de vida
ambos períodos se traduce, desde luego, en refuerza los rasgos críticos de aquellas regio­
una geografía menos diferenciada que la exis­ nes en las que el menor desarrollo social rela­
tente a mediados de siglo. Si se incorporan la tivo se ve acicateado desde abajo de la pirámi­
urbanización ocupacional, el nivel de salariza­ de socíal por mayores niveles de pobreza y
ción de la clase media, la incidencia del em­ exclusión.
pleo público y de las ocupaciones terciarias en Esta inercia de la conformación espacial
130 el empleo urbano y si se asume —como propo­ puesta de manifiesto por las estructuras socia­
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

les y los niveles de pobreza constituye un dato rativo de los habitantes del país, sea éste expli­
de primer orden para cualquier refleJdón pro­ citado en la imagen de un ethos cultural per­
funda sobre la integración social del país de sistente, como hacen Minujín y Kessler, o de
los argentinos. Va de suyo que las geografias una forma constitutiva de identidad, como
evocadas, parcialmente intercambiables entre propuso Eduardo Míguez para la Argentina fi­
sí, testirnonian también diferencias socio-cul­ nisecular. La movilidad social pasada, cuyos
turales aún escasamente investigadas, como el niveles reales fueran probablemente menores
peso de valores paternalistas o religiosos, por que los evocados nostálgicarnente desde el
citar sólo un ejemplo, y niveles igualmente di­ hoy, permitió la conformación de un tejido
símiles de movilidad social y realización per­ social relativamente abierto y dinámico, dis­
sonal de los habitantes, que mantienen vigen­ tinto al de otros países de la región. En igual
tes las preocupaciones por la solidaridad sentido, impidió, junto con las políticas de na­
política de los censistas de principio de siglo. cionalización de los inmigrantes y de sus hijos,
promovidas por el Estado a través de la educa­
ción pública, la etnización del tejido social
LA MOVILIDAD SOCIAL emergente de la inmigración masiva, dando
lugar a un modo de integración migratoria
Más allá de las continuidades y rupturas, el que, sin negar la existencia de rasgos pluriétni­
mejor indicador de síntesis de cualquier siste­ cos, configuró un modelo más cercano a la fu­
ma de estratificación es el grado que asume la sión preconizada por Germani. Este hecho
movilidad social de los individuos y familias. fundante no debe hacer olvidar que la movili­
Su importancia no es sólo teórica sino también dad es siempre una dimensión relativa a secto­
política, ya que la movilidad social traduce el res e individuos específicos en un contexto ge­
grado de penneabilidad o rigidez de un siste­ neral dominado, de generación en generación,
ma social y la viabilidad misma de su caracte­ por la reproducción de formas de desigualdad
rización como democrático, en un sentido tan que hacen de la estructura social un sistema
profimdo para la vida de los habitantes como relativamente rígido aun en las sociedades
la existencia —ciertamente imprescindible, co­ más móviles, como las de los países industria­
mo lo muestra para el caso argentino la rela­ lizados del mundo occidental.
ción directa entre autoritarismo y disminu­
ción de oportunidades- de instituciones ETAPAS DE LA MOVILIDAD SOCIAL

representativas.
En esta última clave, corresponde caracte­ A pesar de su importancia, la literatura
rizar los niveles y formas de movilidad social existente para el caso argentino es mucho más
que históricamente tuvieron lugar en la Ar­ abundante en lo que respecta a la estructura
gentina contemporánea, tanto por su propia social que a la movilidad social. Las razones de
importancia histórica como por el hecho de esta disparidad se encuentran en la mayor di­
que el ideal de movilidad social, más allá de su ficultad que acarrea su estudio, a partir de
realización efectiva, constituyó para el caso ar­ unas fuentes que, como las censales, ya pre­
gentino un elemento clave del universo valo­ sentan considerables limitaciones para el aná­ 131
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

lisis de las estructuras. Hecho esencialmente Gracias a estos cambios, los migrantes intemos
dinámico, la movilidad social sólo aparece en entre provincias, pero sobre todo del campo a
los censos como un resultado deducible a par­ la ciudad, pudieron ascender desde las más
tir de los datos, siendo imposible en ocasiones modestas posiciones rurales hacia puestos asa­
el estudio de los mecanismos que la generan. lariados de clase obrera, en el corto lapso de
La información disponible dificulta, asimismo, una misma generación. Se producen, asimis­
el estudio de las formas de movilidad intra e mo, movimientos intergeneracionales dentro
inter generacionales, que requieren abordajes de la clase media, desde los estratos autónomos
metodológicos más complejos (seguimiento y asalariados a posiciones no manuales asala­
de itinerarios, genealogías, encuestas, etc.) y riadas, sobre todo en la industria y la adminis­
por fuerza, más limitados en sus posibilidades tración pública, gracias a la disposición de los
de generalización. Por último, la caracteriza­ capitales culturales suministrados por la esco­
ción de la movilidad social como ascendente o larización primaria y, de manera incipiente. se­
descendente depende esencialmente de las cundaria. Estos pasajes ocurridos en el interior
propias perspectivas de las personas, lo que re­ de la clase media revisten un gran valor, dada
lativiza fuertemente cualquier caracterización la importancia que, en términos de prestigio,
puramente extema. representan el paso de las ocupaciones manua­
A pesar de ello, es posible reconstruir los les a las no manuales. El carácter redistributivo
canales principales de ascenso y descenso so­ de las políticas del peronismo permitió asirnis­
cial, a partir de la vía indirecta de comparar mo una movilidad ascendente por aumento de
los volúmenes y crecimientos relativos de los los ingresos, tanto directos como indirectos,
distintos grupos sociales de un censo a otro. aspecto de exuema importancia en términos
Durante el período 1914-1947, la movilidad sociales y culturales. De tal suerte, durante el
social ascendente fue sin duda muy irnportan­ peronismo se asiste a la expansión cuantitativa
te, como lo muestra la acelerada expansión de tanto de lo que fue su base socio-política y
los sectores medios que, en clave política, fa­ electoral por antonomasia —los sectores obre­
vorecieran el desarrollo del radicalismo. La ros— cuanto de los sectores de clase media
Reforma Universitaria de 1918, con su ideario preexistentes, lo cual dio lugar a una dinámica
democrático y participativo, testimonia -me­ social incluyente de vastos sectores sociales, en
jor que ningún otro fenómeno del período, ­ la que el peronismo habría de sentar las bases
la eclosión política de ese sector social en un de un éxito político y electoral de largo aliento.
ámbito que, como el de la universidad, debió El período desarrollista, por su parte, con­
adaptarse también a los formidables cambios forme a la mayor complejidad de las transfor­
que esa expansión trajo aparejados. macíones económicas operadas en la etapa,
Para la evolución posterior, Susana Torra­ induce cambios igualmente diversificados en
do ha propuesto una interpretación global se­ la movilidad social. En términos globales, es­
gún la cual tuvo lugar, durante el período pe­ tos cambios traducen una importante movili­
ronista, un proceso generalizado de ascenso dad estructural ascendente, acompañada de
social promovido por los cambios ocurridos significativos movimientos entre sectores de la
132 en la economía y en el mercado de trabajo. actividad económica, cuyo sentido resulta
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

3,,“
\S¡|yI .
4g:- .

Aspecto social del conejo fúnebre de un militante socialista muerto por la policía. Los asistentes, empleados, obreros. visten
cuidada indumentaria. Buenos Aires, 1927. Archivo privado.

difícil de caracterizar dada la ausencia de estu­ Puede afirmarse asimismo que la concen­
dios más precisos. En particular, la extraordi­ tración industrial, al disminuir en términos ab­
naria terciarización de la economía trajo apa­ solutos el empleo obrero industrial asalariado,
rejada una fuerte expansión de la clase media, dejó de ser un canal de movilidad social para
expansión que por sí sola supuso un conside­ los migrantes intemos y limítrofes, y fue reem­
rable proceso de movilidad social. Ésta se ha­ plazado por las posibilidades brindadas en los
bría producido mediante dos canales básicos rubros de mayor expansión como la construc­
de ascenso: por un lado, el paso desde los es­ ción. El canal más importante de ascenso del
tratos medios autónomos de la industria hacia período fue suministrado por el empleo no asa­
la clase media del sector terciario en el corto lariado de clase obrera en el sector servicios, si
lapso del propio ciclo de vida de los indivi­ bien la evaluación del grado de movilidad al­
duos; y, por el otro, el ascenso, ahora interge­ canzado depende aquí, como ya se ha visto, del
neracional, desde la clase media autónoma y carácter positivo o negativo que se asigne a la
desde las categorías más bajas de la clase me­ expansión del cuentapropismo obrero. Si se
dia asalariada en general, hacia posiciones de otorga crédito, al menos parcialmente, a las in­
clase medía de mayor capacitación laboral y terpretaciones pesimistas del cuentapropismo,
educacional. puede concluirse que hacia fines del período 133
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

desarrollista comenzaron a manifestarse proce­ particular aquellos que pasan aalimentar las
sos de movilidad social descendente o, cuanto filas del cuentapropismo.
menos, de fuerte desaceleración de las posibili­ Vista en conjunto, la evolución histórica
dades de movilidad, proceso coincidente con la de la estructura y la movilidad sociales de la
radicalización política de importantes sectores Argentina puede representarse mediante dos
obreros y de clase media que tendrá sus puntos parábolas: la de la clase media y la de la clase
culminantes en el Cordobazo y el surgimiento obrera, las cuales, luego de un período en el
de organizaciones guerrilleras. Si bien la géne­ que ambas experimentan una considerable
sis de estos fenómenos es mucho más comple­ expansión, pasan a dibujar una tendencia de­
ja, incluyendo factores como las condiciones creciente, más temprana y contundente en el
políticas generadas por la proscripción del pe­ segundo caso. Elaumento de la pobreza y del
ronismo, el ensayo autoritario de Onganía y la trabajo precario en sus diferentes formas, ya
difusión del modelo revolucionario cubano, la visible a mediados de los setenta, constituye el
relación entre desaceleración de la movilidad correlato de la fase decreciente de ambas cur­
social y radicalización política constituye una vas. Desde entonces, el fantasma que recorre el
vía de indagación aún no explotada, particular­ imaginario del argentino medio será más el
mente sugerente para comprender el compor­ del atribulado trabajador del film Mundo
tamiento político de algunos sectores de la cla­ grúa, cercado por el desempleo intermitente y
se media. los trabajos de baja calificación, que la fantasía
Los rasgos críticos presentes desde fines de no ir a trabajar que había alentado los ím­
del desarrollismo se agravaron en el período petus del empleado de clase media, inmortali­
posterior a 1976, al menos de dos formas. Por zado por Ricardo Talesnik en la versión cine­
un lado, por el predominio, ahora contunden­ matográfica de La flaca, a principios de la
te, de procesos de movilidad social descenden­ década del setenta.
te, tanto en lo laboral como en lo salarial. Por
el otro, por la nueva expansión del cuentapro­ VÍAS Y OBSTÁCULOS DE LA MOVILIDAD SOCIAL

pismo que pasa a afectar de modo significati­


vo también a la clase media. Si bien ambos El análisis de la movilidad social no se re­
procesos no fueron nuevos, adquieren duran­ duce a la descripción de sus tendencias y nive­
te la etapa aperturista una proporción que les, por importantes que éstos sean en térmi­
permite afirmar un cambio cualitativo en las nos históricos y políticos, ya que requiere,
posibilidades históricas de movilidad social de asimismo, un marco explicativo más amplio
la población argentina. En lo que respecta a la que haga inteligibles los procesos observados.
clase media se asiste a dos procesos paralelos La estrecha relación entre los procesos de mo­
que prenuncian algunos de los rasgos poste­ vilidad social y la evolución global de la eco­
riores al fin de este período: mientras algunos nomíá otorga, desde luego, cierta prioridad
sectores experimentan una movilidad ascen­ explicativa a la llamada movilidad estructural,
dente (evidente, por ejemplo, en el crecirnien­ como bien han mostrado Geneletti y Filgueira
to del estrato medio asalariado), otros pade­ para los países de la región. Además de los
134 cen procesos de movilidad descendente, en cambios económicos evocados, desde la ópti­
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

Domingo en el campo. Una familia de inmigrantes italianos. algunos de cuyos integrantes ya habian llegado a la universidad.
Los Toldos, provincia de Buenos Aires, 1925. Archivo privado.

ca de larga duración que aquí interesa, pueden lidad social ascendente por vía intergeneracio­
destacarse otros dos factores explicativos que nal, de la que ’hijo el dotar, la célebre obra de
remiten a la expansión de la educación y al pa­ Florencio Sánchez, se hizo eco en la literatura.
pel del Estado como empleador de proporcio­ Por otro, contribuyó a la definición de formas
nes significativas de la población activa. Dado de pensamiento, hábitos y consumos cultura­
el carácter predominantemente público del les que, aun en los momentos de mayores rigi­
sistema educativo argentino, ambos factores deces de la estructura social, permitieron
se vinculan en esencia con la acción de un constituir una identidad socio-cultural abier­
mismo actor central: el Estado. ta y relativamente igualitaria. Como ha seña­
El primer aspecto, la fantástica expansión lado Luis Alberto Romero, la expansión de la
educativa que hizo de la Argentina uno delos cultura letrada, tanto por la vía de la instruc­
países pioneros de América Latina en la mate­ ción formal como por los múltiples y más va­
ria, se tradujo en una capacitación creciente riados canales de la literatura y la prensa, for­
de la población, que tuvo muy importantes mó parte del proceso de movilidad social
consecuencias. Por un lado, constituyó el fac­ propio de una sociedad esencialmente expan­
tor básico de adquisición de los capitales edu­ siva que tuvo por protagonistas básicos a los
cativos y culturales que posibilitaron la movi­ sectores medios. 135
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

Siguiendo un fenómeno común a otros ros y los índices de deserción escolar, preocu­
países, la expansión de la educación formal po­ pantes desde la última experiencia militar,
sibilitó tanto la adquisición de los títulos edu­ constituyen ejemplos paradigmáticos en tal
cativos necesarios para acceder a puestos de sentido. En segimdo lugar, aunque reales, las
trabajo más calificados y mejor remunerados, posibilidades abiertas por la educación sólo al­
sobre todo en la administración pública y en el canzan su actualización efectiva en el mercado
sector servicios, como la devaluación progresi­ de trabajo, determinado a su vez por las co­
va de esas mismas credenciales a medida que yunturas económicas internacionales y do­
cada vez más importantes sectores de la pobla­ mésticas. En tal sentido, el valor de las creden­
ción accedían a mayores niveles de instrucción. ciales educativas comenzó a verse reducido
Así, por citar sólo un ejemplo, si el nivel reque­ desde la crisis económica de mediados de los
rido para un trabajo de cierta calificación du­ setenta, momento a partir del cual la profundi­
rante el peronismo histórico se situaba en el tí­ zación de una economía con recurrentes caí­
tulo prirnario, hacia la etapa desarrollista, das recesivas, el aumento del desempleo y la
precisamente en razón del éxito alcanzado en caída de los niveles salariales quitaron parte de
la instrucción primaria y secundaria durante el su impacto positivo a las promesas abiertas por
período precedente, fueron necesarios niveles la educación formal. El deterioro salarial y la­
de capacitación superiores. El papel de la edu­ boral de los maestros primarios, sometidos a la
cación como elemento uniformizador de pau­ multiplicación de trabajos para mantener
tas culturales y como disolvente de las líneas niveles mínimos de ingreso, y la conocida irna­
demarcatorias entre grupos sociales se halla gen del profesional universitario conduciendo
bien documentado, al igual que sus efectos po­ un taxi o emigrando hacia otras latitudes, por
sitivos en las posibilidades de acceso al merca­ citar ejemplos de ambos extremos de la escala
do de trabajo y los niveles salariales alcanza­ de credenciales, así lo testimonian. En el final
dos. Sin embargo, esta imagen armónica debe del ciclo histórico que aquí se trata, la com­
ser matizada en, al menos, dos sentidos. En posición socio-educativa de los llamados nue­
primer lugar, por el acceso diferencial de cada vos pobres ilustra claramente las menguadas
sector social a los niveles educativos que, en el —aunque siempre vigentes- posibilidades de
contexto de depreciación de las credenciales, movilidad social abiertas por la educación
confinó a los sectores menos favorecidos so­ frente a los límites más rigurosos de la evolu­
cialmente alos niveles educativos laboralmen­ ción económica.
te menos valiosos. Así, aunque la expansión El segundo aspecto, el papel del Estado co­
educativa permitió elevar la estructura social mo empleador, fue igualmente un importante
en su conjunto y las posibilidades laborales de canal de ascenso gracias a la expansión de
los individuos, no necesariamente desembocó puestos que, en una elevada proporción, co­
en una igualación de oportunidades suficien­ rrespondieron a actividades del sector tercia­
temente amplia como para limar los aspectos rio, lo que permitió operar el estratégico salto
más críticos de la estructura socio-económica. desde posiciones manuales a no manuales. Así,
El casi nulo valor de la educación superior co­ para 1980, el empleo público representaba el
136 mo vía de ascenso social para los sectores obre­ 21% de la población económicamente activa y
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

el 29% del total de los asalariados del país, pro­ y del peronismo histórico- hicieron del em­
medio que incluía fuertes disparidades regio­ pleo público un canal de ascenso social y un
nales, con casos límites como Catamarca y La elemento de atenuación de conflictos sociales.
Rioja, donde uno de cada dos asalariados co­ Este papel del Estado resultó funcional mien­
rrespondía al sector público. Vistos en conjun­ tras el errático crecimiento de la economía no
to, los asalariados del sector se caracterizaban se vio empañado por la crisis financiera del
por una gran heterogeneidad de situaciones Estado. La privatización de empresas públicas
que iban desde el empleado administrativo en iniciada a partir de mediados de los setenta y
actividades burocráticas hasta docentes y las medidas de ajuste de finales de los ochen­
obreros de empresas públicas. ta, por citar algunos hitos históricos relevan­
Si bien el proceso de movilidad a través tes, hicieron que el empleo público dejara de
del empleo público reconoció intensidades ser un canal ascencional. De tal suerte, y para­
diferentes conforme a la evolución del apara­ lelamente a los efectos de la crisis económica
to de Estado y a las posibilidades de la econo­ sobre los sectores privados de la clase media, la
mía, constituyó una constante durante el pe­ crisis del Estado arrastró consigo a una parte
ríodo, como lo muestra la estrecha asociación importante de aquellos sectores medios y
entre la evolución del gasto público y la ex­ obreros que habían sido hijos del secular pro­
pansión de la clase media, fenómeno obser­ ceso de expansión estatal.
vado también para el conjunto de los países Por último, también jugaron un papel irn­
latinoamericanos. La clave de este proceso se portante los comportamientos demográficos
encuentra en dos características básicas del relacionados con la reproducción. En lo que
empleo público. En primer lugar, el hecho de atañe a la fecundidad, la temprana adopción
que el Estado ha sido en América Latina el del control voluntario de los nacimientos por
principal empleador individual, con una par­ parte de las familias de clase media contribu­
ticipación en la fuerza de trabajo que creció yó positivamente a sus posibilidades de ascen­
en muchos casos más rápidamente que la del so social: menos hijos y mejor educados, por
promedio de los sectores productivos. En se­ un lado, y menor consumo que favoreció el
gundo lugar, sus lógicas de contratación que, ahorro, por el otro, constituyeron mecanismos
además de la racionalidad económica propia típicos de este sector social, promotor por ex­
de cualquier empresa, incluye otros tipos de celencia de conductas neomalthusianas de in­
mecanismos, como la cooptación y el cliente­ dudables efectos sobre la movilidad social. En
lismo político y la expansión de burocracias los extremos de la escala social, la mayor fe­
estatales y monopolios industriales promovi­ cundidad de sectores bajos y altos, por la ma­
da por criterios redistributivos de seguridad yor mortalidad infantil y la falta de acceso a
social y asistencia. Estos factores, sumados a medios de planificación familiar retaceados
la capacidad de las poblaciones urbanas de al­ por el Estado en el primer caso y por la exis­
ta calificación para presionar al Estado —par­ tencia de un ideal natalista de inspiración ca­
ticular pero no exclusivamente en momentos tólica en el segundo, operaron en el sentido
de vigencia del sistema democrático, como lo opuesto, aunque con efectos naturalmente di­
sugiere la experiencia del primer radicalismo ferenciales. Globalmente considerados, sin 137
POBLACION Y SOCIEDAD

embargo, estos factores demográficos consti­ de sentir, a representaciones simbólicas y a


tuyen elementos de segundo orden en las po­ múltiples formas de identificación cultural
sibilidades de movilidad social cuando se los que relativizan cualquier lectura puramente
compara con los efectos de la evolución de la objetiva de las clases sociales, no es menos
estructura económica. cierto que en las últimas décadas se fueron
El ciclo histórico que finaliza con el retor­ estrechando los límites materiales y objetivos
no a la democracia en 1983 se caracterizó por de la estructura social y acentuando sus aris­
la inversión de las tendencias de movilidad tas más críticas. A fin de cuentas, como sos­
social que distinguieron al país durante bue­ tuvo Marc Bloch, toda indagación histórica
na parte del siglo XX. Por tal razón, el paso parte de las preocupaciones del presente y és­
del optimismo del Centenario al sombrío pa­ tas apuntan a comprender, ante todo, por
norama de los años ochenta o, para retomar cuáles razones y en qué momentos la socie­
la gráfica expresión de Gerchunoff y Llach, dad comenzó a transitar la conflictiva senda
de la ilusión al desencanto, ha llevado a dar de la exclusión y el estancamiento en contra
prioridad al el análisis de los factores que de aquel ethos cultural de sociedad abierta y
moldearon críticamente la estructura social. móvil que nos vertebró históricamente como
Si bien ésta remite también a modos de ser y nación.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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etapas, resultan de consulta obligada los traba­ ensayística de esos años sobre la clase media,
jos de JUAN VILLARREAL, El capitalismo depen­ en tanto actor político y sus conflictivas rela­
diente. Estudio sobre estructura de clase en Ar­ ciones con el peronismo, ha sido analizada por
gentina, México, 1978, y de HECTOR PALoMINo, CARLos ALTAMIRANO, “La pequeña burguesía:
Cambios ocupacionales y sociales en Argentina, una clase en el purgatorio”, Prismas. Revista de
1947-1985, Buenos Aires, 1988. Véase, asirnis­ Historia Intelectual, n‘ l, Quilmes, 1997. Com­
mo, la obra de E. IOSAMI, P. PAZ y I. C. VILLA­ paraciones intemacionales que incluyen la es­
138 RREAL, Crisis de la Dictadura Argentina. Políti­ tructura social argentina en el más amplio
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

conjunto de los países de la región, pueden ha­ setenta. Una lista no exhaustiva sobre el parti­
llarse en CARLOS GENELETTI y CARLO FILGUEIRA, cular incluye los trabajos de IAIME FUCI-Is, Ar­
Estratificación y movilidad ocupacional en gentina: su desarrollo capitalista, Buenos Aires,
América Latina, Santiago de Chile, 1981, y pa­ 1965; MARCELO ISACOVICH, Argentina económi­
ra los procesos más recientes, en ALBERTO MI­ ca y social, Buenos Aires, 1965; EUGENIO GAS­
NUJIN, “Estrujados. La clase media en América TIAZORO, Argentina hoy. Capitalismo depen­
Latina”, en ERNESTO VILLANUEVA (coord.), Em­ diente y estructura de clases, Buenos Aires,
pleo y globalización. La nueva cuestión social en 1972; MILCIADEs PEÑA, La clase dirigente argen­
la Argentina, Quilmes, 1997. tina frente al imperialismo, Buenos Aires, 1973;
Los aportes y las bases teóricas de Germa­ ISMAEL VIÑAS, Tierra y clase obrera, Buenos Ai­
ni son discutidos en IORGE RAÚL IORRAT y res, 1973, y MONICA PERALTA RAMOS, Acumula­
RUTH SAUTU (comps.), Después de Germani. ción del capital y crisis política en Argentina
Exploraciones sobre la estructura social de la Ar­ (I 930-1974), México, 1978. Una síntesis de los
gentina, Buenos Aires, 1992. Para comprender principales problemas teóricos abordados por
el pensamiento integral de GERMANI resulta el marxismo se encuentra en MIGUEL MURMIS,
igualmente imprescindible su obra Política y Tipos de capitalismo y estructura de clases, Bue­
sociedad en una época de transición. De la so­ nos Aires, 1974. La producción inspirada en la
ciedad tradicional a la sociedad de masas, Bue­ obra del filósofo alemán ha sido menor en
nos Aires, 1962. Una visión de conjunto de su años posteriores. Entre la literatura reciente,
periodización de la estructura social argentina se destacan NIcOLAs IÑIGO CARRERAS y JORGE
puede verse en su texto “La estratificación so­ PODEsTA, Análisis de una relación de fuerzas so­
cial y su evolución histórica en Argentina”, en ciales objetiva: caracterización de los grupos so­
I. F. MARsAL, A. BABINI, F. DELICH y G. GERMA­ ciales fundamentales en la Argentina actual,
NI (comp.), Argentina conflictiva. Seis estudios Buenos Aires, 1989 y, de los mismos autores,
sobre problemas sociales argentinos, Buenos Ai­ Las nuevas condiciones en la disposición de
res, 1972. Más allá de las críticas a la teoría de fuerzas objetiva. La situación del proletariado,
la modernización, base de su esquema con­ Buenos Aires, 1997.
ceptual, la reconstrucción socio-histórica ger­ Además de las mencionadas obras genera­
maniana presenta dos méritos fundamentales: les, el problema de las disparidades regionales
su convicción de que las clases constituyen es analizado por M. MANzANAL, A. ROFMAN y I.
grupos con existencia histórica real y no sim­ LINDEMBOIN (coord.), “Las crisis regionales”,
ples agregados estadísticos, como suele ocurrir Cuadernos del CEUR, n" 15, Buenos Aires,
en la visión funcionalista norteamericana, y el 1985, y para el período más reciente, por A.
haber inaugurado una tradición empírica ri­ BARBEITO y R. LO VUOLO, Informe sobre desa­
gurosa, alejada de las concepciones puramen­ rrollo humano en Argentina, Buenos Aires,
te ensayísticas por entonces dominantes. 1993, y ALEIANDRO ROFMAN y LUIS ALBERTO
Una buena parte de la producción existen­ ROMERO, Sistema socioeconómico y estructura
te sobre la estructura social argentina se ha regional en la Argentina, Buenos Aires, 1997.
inspirado en las teorías marxista y de la de­ Mención aparte merece el clásico texto de
pendencia, dominantes en los años sesenta y ALEJANDRO BUNGE, Una nueva Argentina, Bue­ 139
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

nos Aires, 1940, reeditado en 1984. Si bien es­ ción sobre el mercado de trabajo, etc.) que po­
tas obras abordan la diferenciación socio-te­ sibilitaron la movilidad social de los inmi­
rritorial en términos económicos más que en grantes. Estudios recientes en esta dirección
relación con la estructura de clases, aportan pueden encontrarse en MARIA BIERG y HERNAN
elementos de gran interés para la compren­ OTERO (comp.), Migración y redes sociales en la
sión de esta última. Argentina moderna, Tandil, 1995; MARIA LILIA­
Sobre los aspectos teóricos y metodológi­ NA DA ORDEN, “Inmigración, movilidad ocu­
cos del estudio de la estructura y la movilidad pacional y expansión urbana: el caso de los es­
social, puede consultarse a CLAUDE THELOT, Tel pañoles en Mar del Plata, 1914-1930”, Estudios
pere, tel fils? Position sociale et origine familia­ Migratorios Latinoamericanos, n“ 2l, Buenos
le, Paris, 1982. Véanse, asimismo, los trabajos Aires, 1992, y IOSE MOYA, Cousins and Stran­
de ANTHONY GIDDENS, La estructura de clases gers. Spanish Immigrants in Buenos Aires,
en las sociedades avanzadas, Madrid, 1979, y 1850-1930, Berkeley-Los Angeles, Califomia,
NORBERT WILEY, The Neo-Marxist Synthesis of 1998. Los modelos de referencia de esta pro­
Marx and Weber on Class, London-Beverly ducción pueden analizarse en S. C. BOYLE, So­
Hills, 1987. Para un análisis crítico de los su­ cial Mobility in the United States. Historia­
puestos efectos de la igualdad de oportimida­ graphy and Methods, New York, 1989, y
des educativas sobre la movilidad social, véase FORTUNATA PISELLI (comp.), Reti. L’analisi dí
RAYMOND BOUDON, Lïnégalité des chances. La network nelle science sociali, Roma, 1995.
mobilité sociale dans les sociétés industrielles, La movilidad social como elemento con­
Paris, 1973. formador de una forma de identidad en las
El estudio de la movilidad social de los in­ clases medias es analizada por EDUARDO MI­
migrantes europeos de la primera mitad del GUEZ, “Tensiones de identidad. Reflexiones so­
siglo XX ha recibido cierta atención en los úl­ bre la experiencia inmigrante italiana en la Ar­
timos tiempos. Los modelos de estos trabajos gentina”, en FERNANDO DEVOTO y EDUARDO
han sido la teoría de redes sociales, el pluralis­ MIGUEZ, Asociacionismo, trabajo e identidad ét­
mo cultural y la nueva historia urbana nortea­ nica. Los italianos en América Latina en una
mericana, en particular el ya clásico texto de perspectiva comparada, Buenos Aires, 1992. La
STEPHAN THERNSTROM, The Other Bostonians: historia demográfica del período es reconstrui­
Poverty and Progress in the American Metropo­ da por ZULMA RECHINI DE LATTES y ALFREDO
lis, 1880-1970, Cambridge, Mass., 1973. En LATTEs (comp.), La población de la Argentina,
contra de las interpretaciones estructurales y Buenos Aires, 1975. Aspectos de la interrela­
económicas como la teoría neoclásica, y basa­ ción entre estructura social y fenómenos de­
dos en una perspectiva que privilegia los fac­ mográficos pueden verse en HERNAN OTERO y
tores étnicos y culturales y las perspectivas de GUILLERMO VELAZQUEZ (comp.), Poblaciones
los actores, estos estudios enfatizan la impor­ argentinas. Estudios de demografía diferencial,
tancia de las relaciones sociales para compren­ Tandil, 1997. Las migraciones limítrofes son
der los mecanismos (cadenas migratorias fa­ analizadas por ADRLANA MARSHALL y DORA OR­
miliares o regionales, disponibilidad de capital LANSKY, “Inmigración de países limítrofes y de­
140 social y relacional para acceder a la informa­ manda de mano de obra en la Argentina, 1940­
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

1980", Desarrollo Económico, vol. 23, n“ 89, cas de los niveles de participación femenina
Buenos Aires, 1983. son desarrolladas por ZULMA RECHINI DE LAT­
Las principales fuentes para el estudio de TES y CATALINA WAINERMAN, “Empleo femeni­
la estructura y la movilidad social son presen­ no y desarrollo económico: algimas eviden­
tadas por SERGIO BAGU, Estratificación y movi­ cias”, Desarrollo Económico, vol. 17, n" 66,
lidad social en Argentina. Fuentes bibliográficas Buenos Aires, 1977. Las mismas autoras anali­
(1880-1958), Buenos Aires, 1962, además de zan la invisibilidad censal de las mujeres en
los mencionados textos generales sobre la es­ tanto trabajadoras en El trabajo femenino en el
tructura social del período. Dado que el estu­ banquillo de los acusados. La medición censal
dio de la estructura de la sociedad depende, en América Latina, México, 1981. Para perío­
probablemente más que ningún otro, de las dos más recientes, véase LIDIA KNECHER y
fuentes públicas ciísponibles, los problemas de MARTHA PANAIA (comp.), La mitad más uno
captación, cobertura y definición de las cate­ del país. La mujer en la sociedad argentina,
gorías adquieren particular significación. Al­ Buenos Aires, 1994. Sobre las interpretaciones
gunos de estos problemas son analizados en optimistas acerca del cuentapropismo, pueden
HERNAN OTERO, “Demografía política e ideo­ consultarse JUAN LLACH, Estructura y dinámica
logia estadística en la estadística censal argen­ del empleo en la Argentina desde 1947, Buenos
tina, 1869-1914”, Anuario del IEHS, Tandil, Aires, 1977, y H. DIÉGUEZ y P. GERCHUNOFF,
1999, y en HERNAN GONZÁLEZ BoLLo, “La di­ “Las transformaciones del mercado de trabajo
mensión política de los censos nacionales de urbano, 1976-1981”, Desarrollo Económico, n”
población bajo el orden conservador: intereses 93, Buenos Aires, 1984. Para las concepciones
regionales versus representación electoral, pesirnistas, además de los ya mencionados tex­
1895-1919”, en UNIVERSIDAD NACIONAL DEL tos de ToRRADo y VILLARREAL, véase: ADRIANA
COMAHUE, VII Jornadas Interescuelas-Departa­ MARSHALL y RosALLA CORTES, Salario real, com­
mentos de Historia, Neuquén, 1999. posición del consumo y balanza comercial, Bue­
Dada la importancia capital, aunque desde nos Aires, 1985.
luego no exclusiva, de la ocupación para de­ La distribución del ingreso ha sido anali­
terminar la estructura social, los estudios so­ zada, entre otros, por PABLO GERCHUNOFF y
bre el mercado de trabajo resultan de vital in­ JUAN LLACH, “Capitalismo industrial, desarro­
terés. La expansión del sector terciario es llo asociado y distribución del ingreso entre
analizada por ALVARO ORsATTI, La terciariza­ los dos gobiernos peronistas, 1950-1972”, De­
ción del empleo en la Argentina: antecedentes sarrollo Económico, n” 57, Buenos Aires, abril­
históricos y comparación internacional, Buenos junio 1975; OSCAR ALTIMIR, “Estimaciones de
Aires, 1986. La participación de la mujer en el la distribución del ingreso en la Argentina,
mercado de trabajo ha sido objeto de irnpor­ 1953-1980”, Desarrollo Económico, vol. 25, n“
tantes debates centrados en la discusión de sus 100, Buenos Aires, 1986; ALvARo ORSATTI, “La
efectos sobre la igualdad de oportunidades. nueva distribución funcional del ingreso en la
Sobre el particular, véase LOUISE TILLY y IOAN Argentina”, Desarrollo Económico, vol. 7, n" 91,
SCOTT, Les femmes, le travail et la famille, Paris, Buenos Aires, octubre-diciembre 1983; IORGE
1987. Para el caso argentino, las fases históri­ SCHVARZER, “Martínez de Hoz: la lógica políti­ 14]
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

ca de la política económica”, CISEA, n° 4, Bue­ del presente capítulo, los debates han girado
nos Aires, 1983, y LUIS BECCARIA, “Cambios en en torno de las relaciones entre la expansión
la estructura distributiva, 1975-1990”, en AL­ de los sectores medios y el radicalismo y sobre
BERTO MINUJIN y otros, Cuesta abajo. Los nue­ el papel de los migrantes internos en el surgi­
vos pobres: efectos de la crisis en la sociedad ar­ miento del peronismo. Sobre el particular,
gentina, Buenos Aires, 1992. Estimaciones véanse: MIGUEL MURMIs y JUAN CARLOS POR­
sobre el salario indirecto pueden encontrarse TANTIERO, Estudios sobre los orígenes del pero­
en ADRIANA MARSHALL, Políticas sociales: el mo­ nismo, vol. l, Buenos Aires, 1971; MARTHA PA­
delo neoliberal, Buenos Aires, 1983. Los estu­ NAIA, RICARDO LEssER y PEDRO SKUPCH,
dios históricos y sociológicos sobre niveles y Estudios sobre los orígenes del peronismo, vol. 2,
composición del consumo de la población son Buenos Aires, 1973, y JUAN CARLOS TORRE, La
todavía escasos en la Argentina; para el caso vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes
del consumo alimentario se dispone del análi­ del peronismo, Buenos Aires, 1990. La situa­
sis de PIERRE OSTIGUY y WARWICK ARMsTRONG, ción de la clase obrera en las críticas condicio­
La evolución del consumo alimenticio en la Ar­ nes impuestas por el golpe de 1976 es analiza­
gentina (1974-1984) (un estudio empírico), da por FRANCISCO DELICH, “Después del
Buenos Aires, 1987. diluvio, la clase obrera”, en ALAIN ROUQUIE
El proceso de concentración económica y (comp.), Argentina, hoy, México, 1982. Los es­
la emergencia de nuevos grupos de poder son tudios sobre tendencias electorales muestran
analizados por DANIEL AZPIAZU, EDUARDO BA­ tanto la asociación existente entre preferencias
sUALDO y MIGUEL KHAvIsE, El nuevo poder eco­ electorales y pertenencia a grupos sociales es­
nómico en la Argentina en los años 80, Buenos pecíficos, como los inconvenientes de cual­
Aires, 1986, y MANUEL ACEVEDO, EDUARDO BA­ quier asociación lineal entre voto y clase so­
sUALDO y MIGUEL KHAVISSE, ¿Quién es quién? cial. El lector interesado en estos temas puede
Los dueños del poder económico (Argentina, remitirse, entre otros, a DARIO CANTON, Elec­
1973-1987), Buenos Aires, 1991. ciones y partidos políticos en la Argentina. His­
Las políticas sociales pueden reconstruir­ toria, interpretación y balance: 1910-1966,
se gracias a los trabajos de EMILIO TENTI FAN­ Buenos Aires, 1973, y de ese mismo autor, El
FANI, Estado y pobreza: estrategias típicas de in­ pueblo legislador. Las elecciones de 1983, Bue­
tervención, 2 volúmenes, Buenos Aires, 1989; nos Aires, 1986; MANUEL MORA Y ARAUJO e IG­
CATALINA SMULOVITZ, Políticas estatales de se­ NACIO LLORENTE, El voto peronista. Ensayos de
guridad y asistencia social, 1943-1955, Buenos sociología electoral argentina, Buenos Aires,
Aires, 1979, y JORGE FELDMAN, LAURA GOLBERT 1980.
y ERNESTO IsUANI, Maduración y crisis del sis­ En los últimos años no se puede estudiar
tema previsional argentino, Buenos Aires, la estructura social sin hacer referencia a la
1988, además del ya citado texto de ADRIANA pobreza, sobre la cual existe una importante
MARsHALL. cantidad de estudios a partir de los años
Un aspecto importante es el de las relacio­ ochenta, muchos de ellos de carácter técnico,
nes entre clases sociales, manifestaciones polí­ pero igualmente esenciales. Véanse, en parti­
142 ticas y tendencias electorales. Para el período cular: INSTITUTO NACIONAL DE EsTADIsTICA Y
LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD

CENSOS (INDEC), La pobreza en la Argentina, (comp.), Mundo urbano y cultura popular. Es­
Serie Estudios n" l, Buenos Aires, 1984, y para tudios de historia social argentina, Buenos Ai­
el período posterior a 1983, MINUIÍN y otros, res, 1990. La evolución económica es analizada
Cuesta abajo cit., y ALBERTO MINUIIN y GABRIEL por ROBERTO CORTES CONDE, La economía ar­
KESSLER, La nueva pobreza en la Argentina, gentina en el largo plazo (siglos XIX yXX), Bue­
Buenos Aires, 1995. En clave comparativa con nos Aires, 1997, y por PABLO GERCHUNOFF y
otros países de la región, puede consultarse a LUCAS LLACH, El ciclo de la ilusión y el desencan­
VICTOR E. TOKMAN y GUILLERMO O’DONNELL to. Un siglo de políticas económicas argentinas,
(comp.), Pobreza y desigualdad en América La­ Buenos Aires, 1998. Asimismo, véanse los tra­
tina. Temas y nuevos desafios, Buenos Aires, bajos de IORGE SCHVARZER, La industria que su­
1999. pimos conseguir. Una historia político-social de
Para una visión general del período, con­ la industria argentina, Buenos Aires, 1996, y
súltense las siguientes obras: LUIS ALBERTO R0­ MARIA INES BARBERO, “El proceso de industria­
MERO, Breve Historia Contemporánea de la Ar­ lización en la Argentina: viejas y nuevas con­
gentina, Buenos Aires, 1994; TORCUATO DI troversias”, Anuario del IEHS, n” 13, Tandil,
TELLA, Historia social de la Argentina contem­ 1998. La obra de ROSEMARY THORP, Progress,
poránea, Buenos Aires, 1998, y TULIO HALPERIN Poverty and Exclusion. An Economic History of
DONGHI, Argentina en el callejón, Buenos Aires, Latin America in the 20th Century, Baltimore,
1994. Aspectos relevantes de la historia social Maryland, 1998, permite situar a la Argentina
del período son abordados en DIEGO ARMUS en un marco comparativo más amplio.

143
4. LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

Eduardo A. Crivelli

Desde la segtmda mitad del siglo XIX, el Es­ cas no europeas, conocer (y, con más razón,
tado nacional procuró la unificación del país utilizar) la lengua autóctona o, más sencilla­
según una matriz cultural europea, la desapari­ mente, identificarse como aborigen.
ción de las fronteras intemas y la colocación de Las etnias indígenas no sólo diferían del
productos argentinos en los mercados mundia­ ideal propuesto de nación. Por sus respectivas
les. Algunas de las condiciones para alcanzar inserciones ambientales y trayectorias históri­
estos fines eran capitalismo, liberalismo, indivi­ cas, también contrastaban significativamente
dualismo, intensificación de la agricultura, estí­ entre sí. Cuando estos mundos particulares se
mulo de la inmigración del Viejo Mundo y mi­ tratan como una unidad, es que se ha adopta­
nimización de las idiosincrasias de origen. do la perspectiva hegemónica del Estado o
Según las circunstancias, los procedimientos de bien la estratégica de los líderes indigenistas,
integración fueron persuasivos (educación) o que fortalecen sus demandas refiriendo a sus
coercitivos (campañas militares). representados como un todo.
Frente a este proyecto uniformador, los
aborígenes restaban como una minoría incó­
moda, discrirninada y aun estigmatizada por ESTIMACIONES DEMOGRAHCAS

sus rasgos físicos, sus lenguas y las peculiarida­


des de su conducta étnica. Para diluirla, el Es­ Las estimaciones demográficas reunidas
tado forzó la asimilación y aun acudió al ocul­ en el cuadro que sigue se refieren al año 1966.
tamiento, negando la condición autóctona o Tienen amplio margen de error, debido al dis­
mestiza de buena parte de la población. En tinto alcance que puede asignarse al término
parte por este escamoteo, resulta difícil definir “indígena”, a la comprensible renuencia de
los límites de lo indígena en la Argentina del si­ quienes lo son a identificarse como tales y a
glo XX. Los atributos generalmente adoptados las dificultades que han encontrado los cen­
han sido raciales, culturales o de ambos órde­ sistas para acceder a muchas localidades. A los
nes: ser descendiente de americanos precolom­ presentes efectos, se han considerado indíge­
binos, vivir o haber sido educado en comuni­ nas a quienes se reconocen o son reconocidos
dades que reconocen jefes tradicionales como tales por sus respectivas comunidades,
(“caciques”) y/o que mantienen ciertas prácti­ así como a los descendientes de etnias suda­ 145
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

mericanas que existían a la época de la con­ naba poco y a corto plazo. La escasez se presen­
quista española. taba regularmente a fines del verano, o en cual­
Cabe esperar que en próximos censos au­ quier época si las condiciones habían sido des­
mente significativamente el número de indivi­ favorables. La dispersión y variedad de los
duos y de comunidades que se consideren recursos y el alto riesgo ambiental favorecieron
aborígenes, como respuesta a los cambios so­ la práctica de compartir con todo el grupo los
ciales y legislativos de las últimas décadas. alimentos obtenidos, haciendo de la abundan­
cia o la penuria una condición general. El pres­
tigio se incrementaba exhibiendo generosidad;
LA REGIÓN CHAQUEÑA sirnétricamente, la mezquindad levantaba re­
sentimientos y el riesgo de ataques de brujería.
LAS CONDICIONES A COMIENZOS DEL SIGLO xx Quien estaba conforme con su posición social
podía abstenerse de producir más excedentes
La economía tradicional, basada en la reco­ que los necesarios para el mantenimiento de la
lección, la pesca y la caza, requería amplios te­ reciprocidad señalada.
rritorios de explotación y mucha movilidad, Si no era opulenta, esta economía era al
que permitieran aprovechar, siguiendo un ciclo menos sustentable a largo plazo: las especies
estacional, determinados recursos del monte, animales estaban tuteladas por “dueños”, que
de los campos o del río. Complementariamen­ habían dejado una enseñanza de modera­
te, se hacían pequeños cultivos para el consumo ción en la caza y de respeto por la pieza co­
y se criaban animales; pero estas actividades se brada. El exceso se castigaba con fracaso e
ajustaban a los ritmos de las primeras. Casi no infortunios. En contraste, bajo la sociedad
se generaban excedentes, por lo que se almace­ nacional, la región chaqueña sufrió una ex­

ESTIMACIONES DEMOGRÁFICAS PARA EL AÑO 1966

Comunidades, grupos o etnias Provincias Número de personas


Collas puneños Jujuy y Salta 40.000
Mbyá (guaraníes) Misiones 1.200
Chanés Salta 850
Chiriguanos (abá) Salta y Jujuy 13.700
Tobas (kom), pilagás y mocobíes Chaco, Formosa,
Salta, Santa Fe 21.000
Matacos (wichí), chorotes y chulupíes Chaco, Formosa, Salta 13.200
Pampas, ranquelinos y tribu Coliqueo Buenos Aires y La Pampa 4.100
Mapuches, manzaneros Neuquén, Río Negro,
(gününa küne) 23.200
y tehuelches septentrionales Chubut
Tehuelches meridionales (aónik'enk) Santa Cruz 183

146
Total 1 17.448
Selk’narn (onas)
Yámana Tierra
Tierra deldelFuego
Fuego 13
2
LAS SOCIEDADES ABORIGENES

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN ABORIGEN DEL TERRITORIO ARGENTINO


HACIA 1965

REFERENCIAS

Ptmeños
z Abá (chiriguanos)
'. n.-. -..__
Ch Chanés
E Chorotes
Ü Wichfimatacos)
Nívaklé
w Tobas (komJmmlék)
2 Pilagás
Mbyá (guaraníes)
M Mocobíes
K Enclaves
en áreas tobas
suburbanas
Ranqueles
Pampas y tribu Coliqueo
Mapuches
Aóni kenk
(tehuelches meridionajes)
Selk’nam (onzas)
Yáma na

Principales fuentes
Censo Indigena Nacional, Ministerio del Interior, Buenos Aires, 1968, 4 tomos.
Fock, Niels y Alfredo Tomasini, mapa, en Johannes Wilbert y Karin Simoneau, eds., Folk literature of the Chorote indians,
UCLA Latin American Studies, vol. 60. University of California, Los Ángeles, 1985, pág. XXII.
lmbelloni, Iosé, "Los patagones. Caracteristicas corporales y psicológicas de una población que agonizaÏ Runa, nn 2 (l-2), 1949, mapa
fuera de texto.

Buenos Aires, 1936, pág. 432. 147


Magrassi, Guillermo E. Mapa de la población aborigen, en Atlas total de la República Argentina, m S2, Buenos Aires, sf, pág. 12.
Palavecino, Enrique, Las culturas aborígenes del Chaco, en Historia de la Nación Argentina, Iunta de Historia y Numismática Americana,
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

poliación propia del colonialismo interno: LA DISPUTA POR LA MANO DE OBRA INDÍGENA
deforestación, sobrepastoreo, monocultivo, Y LOS MOVIMIENTOS MESIÁNICOS
sustitución de bosques y de claros por mon­
te hirsuto. En 191 l, las campañas militares habían lle­
La economía tradicional coexistía con el vado la frontera al río Pilcomayo. Uno de los
trabajo asalariado en los obrajes forestales y en objetivos que tuvieron fue abrir el Chaco a los
los ingenios azucareros (la paga se hacía gene­ colonos criollos o extranjeros, para lo cual
ralmente en especie o en vales canjeables por los indígenas (que permanecían dispersos
mercaderías en almacenes determinados por parte del año) debían ser concentrados en co­
la empresa), la entrega de raciones en ciertos lonias o misiones. Aunque la finalidad decla­
puntos de la frontera y el hurto de ganados. rada era imponerles más o menos gradual­
El mundo del chaquense no era un mero mente las pautas de la sociedad dominante,
paisaje de objetos neutros. Estaba poblado de estos agrupamientos sirvieron de hecho para
seres potentes, a veces bien dispuestos hacia facilitar el reclutamiento de mano de obra.
los humanos, pero más frecuentemente hos­ Los ingenios, que se valían del trabajo indí­
tiles, inclinados a provocar la enfermedad y la gena desde el siglo XD(, aumentaron su deman­
muerte. Como las precauciones no bastaban, da en las dos primeras décadas del siguiente.
se confiaba en las capacidades de ciertos indi­ Irnponían condiciones extremadamente riguro­
viduos dotados de poder, los médicos-brujos, sas que los chaquenses juzgaban, al parecer,
conocidos en la etnología como chamanes. compensadas por el aprovisionamiento regular
Para extraer el agente patógeno (una piedra, de alimentos en la estación de la escasez y una
un insecto, una astilla) del cuerpo del dolien­ acüvidad ritual que en las misiones estaba irn­
te, el chamán invocaba con cantos y sonajas a pedida. Entretanto, el algodón se había conver­
sus espíritus aliados y entraba en trance. En­ tido en el gran cultivo industrial del Chaco. Pa­
tonces, su alma dejaba el cuerpo y recorría ra asegurar el concurso de cosecheros baratos, la
distintos ámbitos del universo, para negociar provincia, a instancias de los colonos, prohibió
la curación del enfermo con quienes lo ha­ a sus aborígenes concurrir a los ingenios de Sal­
bían atacado. Viajando por regiones vedadas ta y Iujuy. El perjuicio era grande: en tanto la za­
al común de los humanos, de las que podía fra permitía salvar una época crítica, la cosecha
no regresar, el chamán se informaba asimis­ del algodón interfería con la recolección y los
mo de las perspectivas de abundancia o de cultivos. Esa privación fue causa principal del
hambre. Este vigía protector de la comunidad movimiento mesiánico que brotó en 1924 en la
era, a la vez, temido, porque podía provocar colonia chaquense de Napalpí. El tema requiere
lo mismo que sanaba. La sociedad dominan­ una introducción.
te percibió a los chamanes como focos de re­
sistencia y concentró su hostilidad en ellos: Los movimientos milenaristas
los misioneros les imputaron tratos con el
demonio y los blancos cultos los juzgaron En las sociedades derrotadas, anonadadas,
meros embaucadores; unos y otros se esfor­ desvalorizadas y amenazadas de disolución
148 zaron por suprimirlos. suele darse una forma peculiar de resistencia,
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

rayana en la desesperación: un profeta anun­ los cantos y las danzas, la desnudez primordial
cia la inminente resurrección de los antepasa­ y la renuncia al trabajo, a la espera de la llega­
dos y el retorno de las antiguas condiciones de da de los aviones que traerían de Buenos Aires
vida. En este mundo recuperado, los fieles no ropas y alimentos. Aunque la violencia fue
conocerán la enfermedad, la humillación ni la menor que en Napalpí, el fracaso debe haber
muerte; además, tendrán las mercaderías de agravado el desaliento aborigen.
las que en el día sólo disfrutan los blancos. Pa­
ra -estar entre los elegidos hay que abandonar LA EXPANSIÓN GANADERA

el trabajo, vestirse como antes y participar en


las danzas y los cantos colectivos. El profeta Los ganaderos criollos se expandieron ha­
suele anunciar la aniquilación de los amos. cia el este, desde Santiago del Estero a comien­
Por ser rebeliones traspuestas al plano religio­ zos de la década de 1910 y desde Salta a partir
so, los movimientos mesiánicos generalmente de 1927. La demanda vinculada a la Guerra
se resuelven con violencia. del Chaco (1932-1935), entre Bolivia y Para­
En 1924, la prohibición referida se sumó guay, impulsó aún más estas prácticas extensi­
a una quita en el precio que la colonia paga­ vas. Los animales pastaban libremente en el
ba a tobas y mocobíes por su algodón. En verano, cuando había agua, y en el invierno (la
medio del descontento, tres líderes nativos estación seca) se reunían en ciertas aguadas
afirmaron que un chamán difunto les había permanentes, puntos estratégicos que pasaron
anunciado la inminente resurrección de to­ a ser controlados por los criollos. Las tierras
dos los indígenas que, como él, habían sido aborígenes no cultivadas eran tenidas por fis­
“mal muertos por los cristianos”. Hubo mu­ cales; por otra parte, los vacunos derribaban
chas sesiones chamánicas, bailes, fútbol y fácilmente los cercados que protegían las pe­
amenazas contra los que, dóciles a los blan­ queñas chacras de los wichí (matacos). A cau­
cos, seguían trabajando. Cuando faltó la co­ sa del sobrepastoreo, las especies herbáceas
mida, se echó mano a ganados de colonos. que prosperaban en los campos abiertos fue­
Éstos convocaron a la policía, que en julio de ron siendo reemplazadas por el monte espino­
1924 barrió a tiros el campamento indígena. so de vinal. Ahuyentada la caza, los aborígenes
La sorpresa, el anuncio profético de que los echaron mano a los vacunos, por lo que fue­
creyentes serían invulnerables a las balas ron tratados como cuatreros. I-Ioy, este con­
(una convicción común en estos movimien­ flicto apenas ha menguado.
tos de revitalización) y la desproporción en
las armas confluyeron en hacer de la opera­ IAs MISIONES
ción una masacre: se estima que murieron
unos doscientos aborígenes, en tanto los ata­ Los franciscanos habían intensificado su
cantes no tuvieron bajas. actividad misional a fines del siglo XIX. Algu­
En 1933 hubo episodios comparables en nos de sus centros fueron Laishí y Tacaaglé, en
El Zapallar y Pampa del Indio, provincia del la provincia de Formosa; Nueva Pompeya, en
Chaco, en los que encontramos la profecía del la del Chaco y Tartagal (que sería sede princi­
fin inminente de los padecimientos indígenas, pal) en la de Salta. 149
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

l Interior de una vivienda wichí en Misión San Andrés, provincia de Formosa. Foto A. Pérez Diez, julio de 1979.

Un objetivo de la misión de Laishí (inicia­ se habían instalado por invitación de sus due­
da en 1901) era el de sustraer a los varones to­ ños ingleses. Desde entonces y hasta 1944, esta­
bas del servicio militar, porque cuando se los blecieron varias misiones; entre otras, Algarro­
enviaba de expedición, los soldados de línea bal, cerca de Embarcación (Salta), en la ruta a
merodeaban a sus familias. También se procu­ los ingenios. Los menonitas de Indiana
raba evitar que trocaran las parcelas asignadas (EE.UU.) actuaron en la misión Nam Cum, al
por mercaderías (un lote carece de significado norte de Sáenz Peña, entre 1943 y 1955. Sus
para un cazador-recolector). El régimen era principales objetivos fueron la alfabetización, la
paternalista: el trabajo de los indígenas era educación sanitaria, el estímulo de la agricultu­
obligatorio y vigilado; recibían raciones, ense­ ra y la cristianización, además de la paz interét­
res hogareños y herramientas. Se prohibía el nica (se recordará que los menonitas son doc­
alcohol, las visitas de forasteros y, por supues­ trinariamente pacifistas y que en la perspectiva
to, los ritos tribales. Los resultados fueron limi­ de los Estados, las guerras tribales son incom­
tados: hoy Laishí es un pueblo criollo; los tobas prensibles). Los aborígenes mostraron escaso
fueron desplazados del centro a la periferia, y interés por los contenidos de la enseñanza, des­
no guardan un buen recuerdo de la misión. creyeron de las causalidades de las enfermeda­
Los pastores anglicanos tomaron contacto des que propone la medicina científica y no
150 con los wichí en 191 l, en un ingenio en el que acompañaron la drástica escisión que se les
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

proponía entre la actividad cotidiana (regida nidos por colonias y misiones, frente a los re­
por la racionalidad económica de los blancos) cursos puestos en obra. Las iglesias pentecos­
y la religiosa. La relación con los seres podero­ tales merecen un tratamiento separado, lo que
sos que influían enla vida humana no podía se hace más adelante en este capítulo.
ser confinada a ciertas horas y circunstancias.
Tanto las colonias agrícolas (como Napal­ EMIGRACIÓN

pí) como las misiones católicas, anglicanas o


menonitas, que deberían haber amortiguado Desde la década de 1930, los ingenios
el impacto de la colonización, aumentaron en apuntaron al Noroeste argentino y a Bolivia
los hechos el sentimiento de indefensión y para reclutar el grueso de la mano de obra, por
profundizaron la anomia, esto es, la crisis en lo que la inserción de los chaquenses en la eco­
las reglas de la vida. De manera general, las di­ nomía de mercado dependió cada vez más del
vergencias en las concepciones de trabajo, de algodón. Por su vulnerabilidad a los avatares
seguridad, de enfermedad, de comunidad y aun climáticos y a los precios intemacionales, este
de divinidad conspiraron contra el éxito de las cultivo genera un entomo de pánico. Las crisis
misiones. La idea del trabajo como la ejecución empujaron a muchos indígenas y criollos de la
compulsiva de tareas rutinarias en un espacio región chaqueña a engrosar las masas que emi­
confinado y con miras a largo plazo, chocaba graron alos centros industriales, desde la déca­
con la noción uadicional de productividad, que da del cincuenta y más intensamente, a partir
consistía en la apropiación y rápido consumo, de 1960. Ya por entonces, una ciudad ofrecía
según ritmos estacionales, de recursos varia­ más recursos que el monte. Llevando la pobre­
dos y dispersos. Las misiones franciscanas za del campo a la ciudad, se instalaron preca­
prohibieron en 1914 el curanderismo, limita­ riamente en “villas miseria”, que cumplieron el
ron las fiestas y sometieron el cacicato al reco­ papel adaptador que para los gringos venidos
nocimiento de las autoridades; en la misma lí­ del Mediterráneo habían tenido el Hotel de In­
nea, los misioneros protestantes acordaron en migrantes y el conventillo. Ocuparon puestos
1946 negar la comunión a los chamanes. Estas no especializados, que son precisamente los
disposiciones agravaban el desamparo: los más vulnerables a los ciclos de desocupación;
aborígenes estaban habituados a las alteman­ por esto, frecuentemente altemaron el empleo
cias de abundancia (festejada orgiásticamen­ regular con las más variadas actividades de su­
te) y de escasez (que se enfrentaba con resig­ pervivencia: trabajos ocasionales (changas), fa­
nación); mantenían la cohesión social bricación y venta de artesanías (generalmente,
eligiendo a un jefe y celebrando bailes comu­ respaldados por entidades benéficas), reciclaje
nales y contaban con que los chamanes, a la de basura y mendicídad. La población urbana
vez médicos y centinelas, intermediasen con preexistente (en buena medida, descendiente
los seres potentes que pululaban por doquier. de europeos) apuntó a las diferencias en el fisi­
En contraste, la divinidad cristiana se percibía co, los hábitos y las preferencias de consumo
remota, inaccesible a la comunicación directa. para discriminarlos (“cabecitas negras”, “alu­
Una consecuencia de estas divergencias vión zoológico”, etc.). Ni siquiera la bibliogra­
fue la modestia relativa de los resultados obte­ fía especializada quedó libre de este rechazo. l5l
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

Aunque la meta principal de estas migra­ Bolivia. El proceso de secularización por el


ciones internas fue la búsqueda de trabajo, no que éstas pasaban entre 1910 y 1930, irnpulsa­
fue la única. La atención médica y asistencial y do por el gobierno boliviano, facilitó la pérdi­
la educación son mucho más accesibles en la da de su caudal humano. Por último, el terri­
ciudad. Así, los tobas instalados en Villa Iapí torio argentino sirvió de refugio durante la
(en el Gran Buenos Aires), aunque muy po­ Guerra del Chaco. Ingresaron individualmen­
bres, están mejor sanitaria y socioeconómica­ te o en grupos familiares, lo que precipitó su
mente que sus paisanos de Fortín Lavalle, acriollarniento. Además de los que están en las
Chaco. Por último, la ciudad siempre ha fasci­ misiones franciscanas de Río Caraparí y de Pi­
nado a la campaña. chanal, son numerosos los que viven estacional
o permanentemente en los ingenios, donde de­
sempeñan tareas relativamente calificadas (ca­
LA CUÑA CHIRIGUANA pataces, maquinistas), a veces de carácter per­
manente. Aquí mantienen una actitud de
En el período tratado en este capítulo, ya superioridad hacia los restantes aborígenes, a
estaba instalada una cuña étnica de habla los que imputan prirnitivismo y falta de higie­
amazónica donde el piedemonte andino de ne. Cuando a partir de 1960 la industria del
Salta, Jujuy y sur de Bolivia se hunde en la lla­ azúcar expulsó mano de obra por haberse me­
nura chaqueña. El habla rural conoce a estos canizado, algunos chiriguanos intensificaron
aborígenes como “chahuancos”; en su lengua, la explotación de lotes propios situados a lo
que es del tronco tupí-guaraní, ellos se llaman largo del ferrocarril entre Tartagal y Pocitos
abá, “los hombres”. Fueron marcadamente in­ (Salta), pero muchos emigraron hacia las ciu­
fluidos por sus vecinos andinos, de los que re­ dades de la zona. Aquí, se instalaron en asen­
cibieron el nombre despectivo de chiriguanos tamientos periféricos precarios y pluriétnicos,
con que habitualmente se los conoce. A su vez, generalmente sin servicios sanitarios, y desde
ya en tiempos coloniales habían esclavizado a esta base desempeñaron una variedad de ta­
los chané, también amazónicos, pero pertene­ reas poco calificadas.
cientes a otro tronco lingüístico, el arawak. Por La economía de subsistencia de los chiri­
su condición de dominados, los chané debie­ guanos difiere poco de la prehispánica: se roza
ron resignar buena parte de su identidad cul­ (quema) una parcela próxima a la vivienda,
tural (su lengua se extinguió en la primera dé­ que a los pocos años es sustituida por otra de­
cada del siglo XX, desplazada por la de los bido al agotamiento de la tierra. Se abona con
chiriguanos), pero no se confundieron con sus estiércol caprino para prolongar la productivi­
amos y en 1965 fueron censados como tales en dad. El cultivo principal es el maíz, al que pue­
el nordeste salteño. den sumarse calabazas, maní, porotos, mandio­
Los chiriguanos y chanés migraron a la zo­ ca, papas, etc. También plantan caña de azúcar
na desde fines del siglo XIX por varias razo­ y cuentan con algunos frutales y animales do­
nes, siendo la principal la demanda de los in­ mésticos. El almacenamiento de las cosechas les
genios, que enviaban a sus “enganchadores” o asegura una alimentación más estable, aunque
152 contratistas hasta las misiones franciscanas de no más equilibrada, que la de los cazadores-re­
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

colectores chaquenses. Estas actividades, que durante los eclipses la luna, que es una mujer,
son principalmente para el consumo, conviven se tiñe de rojo. Es que sangra porque está sien­
con el asalariamiento; ante todo, en los inge­ do devorada por un jaguar monstruoso, al que
nios, pero también como eficaces peones quin­ la batahola procura ahuyentar.
teros, braceros, obrajeros, o en aserraderos y la Los chané celebraban ritos que propicia­
industria de la construcción. Obtienen algún ban la maduración del maíz, los cuales popu­
dinero adicional vendiendo artesanías. Y ya que larmente han sido confundidos con el Carna­
la prostitución es una estrategia de superviven­ val tanto por cierta coincidencia en el tiempo
cia de grupos socioculturalmente subordina­ como por el uso de máscaras. Éstas se hacían
dos, anotemos que un censista registró, hacia de calabaza o de madera de palo borracho y
1965, la preferencia de los blancos por las mu­ una vez terminadas las celebraciones eran
jeres chiriguanas y chanés que la ejercían. quemadas o arrojadas al agua; pero hoy las
La organización social de estos aborígenes convierten en objeto de venta.
refleja la prolongada permanencia en corpora­
ciones no indígenas, como las misiones o los
ingenios. Los blancos combatieron el matri­ Los GUARANÍES DE MISIONES
monio preferencial con la prima cruzada, que
aseguraba un máximo de vínculos familiares, y Los mbyá (guaraníes) de la provincia de
la poligarnia de los caciques, que aumentaba la Misiones no son descendientes directos de los
cohesión entre unidades de asentamiento. Para que formaron las reducciones jesuíticas, sino
ganar control sobre las comunidades, trataron inmigrantes recientes de Paraguay, en algunos
de designar a los jefes, por lo que frecuente­ casos empujados por el avance de los obrajes.
mente coexistía uno de este origen con otro le­ En el territorio argentino, su número casi se
gítimo. Los chamanes (ipayé), que a veces eran duplicó entre 1966 y 1979, por lo que su in­
además líderes de la comunidad, han perdido corporación a Misiones es un proceso a largo
protagonismo y se ha olvidado el sentido que plazo, del que toma poca cuenta el registro ci­
tenían los accesorios rituales que se han con­ vil. Se los llama común y despectivamente
servado, como el cigarro (porque se asigna al cainguá (montaraces, en guaraní), término
humo papel terapéutico). La prolongada in­ que se aplicó a los que no habían pasado por
fluencia franciscana y la más reciente que ejer­ las misiones.
cen pastores protestantes de la misma comuni­ La mayoría de los guaraníes practicaba
dad y lengua, han contribuido a que los mitos una agricultura de subsistencia, rozando una
contengan interferencias cristianas, hayan que­ pequeña parcela en un claro de la selva y sem­
dado desacralizados y se relaten como cuentos, brando con palo cavador mandioca, maíz, po­
o que se los tenga por vestigios de la pasada ac­ rotos, zapallos, sandías y raramente tabaco y
tividad del demonio. Sin embargo, se recuerda algodón. El agotamiento del suelo determina­
con mucho detalle un ciclo heroico protagoni­ ba la necesidad de rozar un nuevo cuadro a los
zado por mellizos vengadores, que da sentido a pocos años. Lo cosechado sólo bastaba para
la práctica (compartida en los ingenios por los algunos meses, registrándose una seria escasez
criollos) de gritar y golpear cacerolas cuando hacia octubre. La agricultura se complementa­ 153
POBLACION Y SOCIEDAD

ba con recolección, caza y pesca y, con intensi­ Los mbyá han manifestado una clara des­
dad creciente en el tiempo, vendiendo fuerza confianza hacia los blancos, rechazando sus
de trabajo y artesanías. Hacia 1970, había gru­ ceremonias (el bautismo cristiano equivalía,
pos bastante aculturados, que hablaban yopará hacia 1938, a la exclusión de la tribu) y man­
(el guaraní de los criollos rurales paraguayos) teniéndolos ajenos a las propias. Excepcional­
y español, quedando el uso del mbyá para los mente, el padre Müller pudo observar un ri­
ancianos y los rituales. Otros, más alejados tual en 1915. Veinte años después, en una
geográfica y socialmente de los blancos —con circunstancia similar, Hanke no fue admitida.
los que en general se relacionaban por inter­ La actitud mbyá ha sido descripta como un
mediarios—, confiaban más en los cultivos y la “retiro hacia un misticismo religioso”. En efec­
movilidad que en la venta de objetos o de tra­ to, las relaciones con sus divinidades eran una
bajo. Por último, los del interior de la selva no preocupación central; como corolario, los mi­
hablaban español y evitaban a los colonos. lagros del Nuevo Testamento no los irnpresio­
Las familias extensas (que contaban con naban (“eso también lo pueden nuestros paí”)
veinte o treinta individuos) iban dejando lu­ y mantenían cierto desapego a los bienes ma­
gar rápidamente a las familias nucleares. La teriales. Las fuertes apuestas en los juegos de
mayor aldea que conoció Wanda Hanke en cartas eran bien vistas, tal vez porque redistri­
1935 tenía una quincena de chozas. Hacia buían las pequeñas riquezas que habrían po­
1970, lo común eran caseríos integrados por dido establecer diferencias individuales.
entre dos y cinco familias nucleares. Igual­ Entre los problemas que enfrentan a los
mente persistía la reciprocidad dentro de la guaraníes con la sociedad mayor se cuentan la
parentela, por lo que el prestigio de un indivi­ escasez de tierras fiscales en Misiones, los con­
duo derivaba antes de su generosidad que de flictos que se han suscitado con las autorida­
su productividad. des de la Dirección de Parques Nacionales y
La pérdida de autonomía ante la sociedad los planes provinciales de reunir a las distintas
nacional había debilitado al cacicato ya a prin­ comunidades, que éstas resisten, entre otras
cipios del siglo XX. En cambio, el chamán razones, porque los inmigrantes recientes se
(paí) aún conservaba prestigio en la década mantienen apartados y en potencial tensión
del setenta; incluso entre los criollos, que so­ con los grupos asentados desde tiempo atrás.
lían consultarlo por sus dolencias y temían sus
hechizos. Además de terapeuta, el paí era el re­
presentante de la comunidad ante los contra­ EL NOROESTE
tistas y, de manera general, un intermediario
que trataba de moderar el choque cultural. Pa­ En ningtma región del país resulta tan
ra esto, era importante que supiera español. Él problemática la delimitación de “lo aborigen"
decidía si se aceptaba un trabajo o si se reali­ como en el Noroeste. Durante la época colo­
zaba cierta venta importante; para esto, toma­ nial, la hispanización penetró en casi todos los
ba en cuenta mensajes recibidos en sueños, aspectos de la existencia; por su parte, los go­
que eran verdaderos rituales de recreación de biemos patrios tendieron a desmantelar lo
154 los mitos. que restaba de las instituciones prehispánicas,
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

como la organización económica y social co­ harina, papas, frutas, hortalizas, fideos, “vi­
munitaria. En general, las poblaciones del No­ cios”, etc. A cambio, se vende lana de oveja y de
roeste se consideran criollas y en los censos or­ llama en vellones o hilada, charque, picote, fra­
dinarios, cuucspondientemente, no fueron zadas, sal y, cuando la prohibición no es efecti­
consideradas aborígenes. En el Censo Indíge­ va, cueros de vicuña. El transporte se hace con
na Nacional de 1965 se incluyeron los valles llamas, burros o camiones.
del este jujeño (“zona del Ramal”) sólo por­ La caza colectiva de la Vicuña, básicamente
que en los ingenios había chiriguanos. por la lana (que sirvió de moneda de la región)
y subsidlariamente por la came, fue actividad
L4 ECONOMIA PLINEÑA EN SU MARCO mayor. Se hacía entre camaval y Semana San­
REGIONAL ta, cuando los animales estaban en condicio­
nes óptimas; duraban entre uno y tres meses y
El área del Noroeste en la que más se han participaban de quince a veinte varones, más
conservado las prácticas ancestrales es la Pu­ algunas mujeres. Las encabezaba un director
na, por lo que aquí se la enfocará preferente­ que distribuía el producido equitativamente.
mente. La actividad básica es la pastoril: se Las técnicas eran variadas: se encerraba a los
crían ovejas, cabras, llamas, burros, mulas y animales en grandes cercos de unos cinco ki­
caballos. Los cultivos, de importancia mucho lómetros de diámetro y se los ultirnaba con las
menor, comprenden quínoa, papas de altura y boleadoras, se los cazaba con perros o (como
forrajeras; la primera da un grano muy ali­ se sigue haciendo) a distancia, con armas lar­
menticio, en tanto que con las segtmdas se gas. Las mujeres desollaban las presas y char­
prepara chuño, un producto deshidratado ex­ queaban la carne, además de preparar la comi­
clusivo de las zonas frías y que puede almace­ da. También se cazaban chinchillas, vizcachas
narse durante años. y cóndores. A todos estos efectos, la Puna esta­
Esta economía, como sucede generalmente ba dividida en territorios, lo que da una idea
con las de base ganadera, no es autosuficiente. de la importancia económica de la actividad;
Ahora bien, en el Noroeste hay “complementa­ sin embargo, no faltaban tiroteos de intimida­
ción vertical”, es decir, se intercambian activa­ ción o asaltos entre partidas.
mente los productos de las diferentes fajas alti­ Los cazadores debían enfrentar dos órde­
tudinales. En la Puna coinciden el riguroso nes de prohibiciones tendientes a evitar la ex­
invierno con la estación seca, por lo que la ve­ tinción de la Vicuña: la del gobierno (que data
getación se repone lentamente, la capacidad de 1926, cuando se generalizó la caza con ba­
pecuaria es modesta (del orden de una oveja las) y la del Coquena. Por el cumplimiento de
por hectárea) y el espectro de cultivos posibles, la primera velaba la policía, bien que irregu­
muy limitado. Los campesinos puneños se vie­ larmente y con temor: los vicuñeros tenían
ron forzados a mantener vínculos regulares muy buenas mulas y eran excelentes tiradores.
con los ecosistemas más fértiles de los valles El (o la) Coquena es una deidad protectora de
del este y aun de las selvas (yungas) que bor­ los animales salvajes, que permite la caza bien
dean la llanura chaqueña. En los valles se com­ hecha y ajustada a las necesidades, pero casti­
pra maíz —base de la alimentación puneña—, ga al que deja presas heridas o las veja. Se lo 155
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

propicia con ofrendas de alcohol, harina de cipalmente la de los indígenas chaquenses, que
maíz y hojas de coca. aún mantenían prácticas cazadoras-recolecto­
Hasta aquí, el núcleo de la economía pu­ ras. No parecía la mejor, porque el recluta­
neña. Está vigente, tiene un pasado secular y miento era costoso y no tenía la resignada de­
abarca una gran región de considerable uni­ dicación al trabajo cotidiano que se esperaba
dad cultural, que fue parcelada al constituirse del trabajador de plantación. Los puneños,
los Estados nacionales y que hoy laboriosa­ que aparecían como una alternativa, prefe­
mente hay que asignar al Noroeste argentino, rían la vida pastoril. Por entonces, eran en su
al sur de Bolivia y al norte de Chile. El consi­ mayoría arrendatarios de parcelas en lati­
guiente obstáculo de las aduanas, el desarrollo fundios de propietarios absentistas. Para lo­
desparejo de la economía nacional y el traza­ grar que concurriesen estacionalmente a la
do radial de las vías férreas, con centro en Bue­ zafra, los ingenios compraron o, más gene­
nos Aires, segregaron al Noroeste de aquella ralmente, arrendaron esas haciendas, de ma­
antigua región económica y lo convirtieron en nera que se hicieron acreedores a la renta.
una periferia del litoral, hacia donde saldría en Los campesinos ya no podrían pagarla con
adelante buena parte de la producción. La in­ animales; quedaron monetizados y (ya que
tegración al mercado nacional conllevó el asa­ no podían elegir empleador) debieron sal­
lariamiento de los campesinos. A estos cam­ darla con su trabajo en la zafra. Otro tanto
bios económicos se sumó la presión cultural sucedió con las deudas contraídas con los
(el uso del quechua en la escuela fue práctica­ bolicheros (almaceneros). Al vender su fuer­
mente vedado en 1915) para debilitar los lazos za de trabajo (esto es, al proletarizarse), des­
comunitarios. cuidaron un tanto sus explotaciones y gra­
dualmente reemplazaron su economía
LA ECONOMÍA PUNEÑA EN EL MARCO regional de subsistencia por una dependen­
NACIONAL cia cada vez mayor del mercado nacional, en
el que se opera en dinero. Desde aproxima­
Una fuente principal de trabajo asalariado damente 1942, esta sujeción reemplazó a la
masculino y, secundariamente, un mercado y coerción. Hicieron las veces de contratistas
lugar de abastecimiento, fueron las minas, de los ingenios personas exteriores a las co­
por las que pasaron muchos puneños. Tam­ munidades: bolicheros, jueces de paz, comi­
bién se obtenían ingresos en dinero partici­ sarios y maestros.
pando en la vendimia y en la cosecha de fru­ Pero los ingenios hallaron que los carnpe­
tales en los valles. Aún más incidencia sinos del Noroeste reivindicaban derechos a
tuvieron los ingenios, cuya estrategia, conec­ los que los chaquenses no habían aspirado.
tada con el régimen de propiedad de la tierra, Por eso, pocos años después procuraron atraer
requiere un párrafo. mano de obra boliviana liberada por el final
Hacia 1930, las agroindustrias (incluida de la Guerra del Chaco. Estos trabajadores ha­
la del azúcar) estaban creciendo al amparo bían pasado por la disciplina militar y la frus­
de una política proteccionista. La mano de tración de la derrota, tenían su país arruinado
156 obra que convocaban los ingenios era prin­ y eran extranjeros, condiciones que asegura­
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

ban una conducta sumisa. Los bolivianos se por la carne. Una consecuencia era la vulne­
hicieron realmente numerosos en los ingenios rabilidad a las enfermedades infecciosas. Por
después de 1940, sin reemplazar del todo a las entonces, el 90% de la población infantil esta­
gentes del Noroeste y del Chaco. ba desnutrida. Hay que tener en cuenta que
La ausencia cada vez más extendida de los en general accedía a los comedores escolares
varones jóvenes y adultos determinó un fuer­ —que proveen una alimentación equilibrada­
te predominio demográfico de mujeres, niños hacia los siete años, cuando el sistema nervio­
y ancianos en los lugares propios de residen­ so ya había completado su desarrollo. Eran al­
cia. A veces, los niños acompañan a sus padres tas la mortalidad (sobre todo, infantil) por sa­
a los cañaverales, con lo que deben cambiar de rampíón y neumonía y las deficiencias
colegio. Ésta es una de las razones de la persis­ intelectuales, y el crecimiento estaba retarda­
tencia del alto analfabetismo. do. Muchas viviendas carecían de agua pota­
ble y las normas de higiene no se conocían
EL “MALON DE LA PAZ” bien. Las defunciones sin asistencia médica
eran mayoría.
En mayo de 1946, una delegación de unos
180 aborígenes partió de Cochinoca y Abra RELIGION

Pampa, en su mayoría a pie, con el objeto de


solicitar una vez más, aunque esta vez en Bue­ La principal deidad prehispánica, la Pa­
nos Aires, la expropiación de los latifundios chamama, se ha mantenido al lado del catoli­
privados que habían sido tierras comunales. cismo sin mayor conflicto, en parte por su
Bien recibidos inicialmente por Perón y sus identificación con la Virgen María. La Pacha­
ministros, terminaron siendo prácticamente mama es la tierra madre, productiva, propicia­
expulsados. Sin embargo, tres años después ble, pero irascible y devoradora. Aunque su
quedaron sujetas a expropiación 58 haciendas culto se vincula principalmente con la fertili­
de la Puna jujeña y de la Quebrada de Huma­ dad de campos y de rebaños, recorre todos los
huaca. La entrega efectiva de las tierras nunca aspectos de la existencia, lo que indica que se
se completó, y las que se dieron lo fueron a tí­ trata de un ser activo y omnipresente. En
tulo individual y no comunitario. agosto, cuando culmina la estación de la este­
rilidad, se dice que la tierra está abierta y ham­
ESTADO SANITARIO brienta, por lo que se le hacen ofrendas, como
hojas de coca, libaciones de alcohol o de chi­
A fines de la década de 1940, la Puna no cha, maíz en grano o en harina y sahumerios
contaba con asistencia médica regular, de ma­ con ciertas hierbas (coa). El primer día de ese
nera que los enfermos solían ser asistidos por mes le está especialmente consagrado.
curanderos. Veinte años después, seguía sien­ Otra época especial del calendario es el
do un área de carencias. La ingesta de proteí­ Carnaval, celebración agraria en la que se seña­
nas era muy baja: paradójicamente, la dieta lan los animales. Los que trabajan en las minas
de estos pastores se basaba en el maíz y sólo y aun fuera de la región acuden a sus pueblos
excepcionalmente se sacrificaba un animal de origen para tomar parte, con lo que se re­ 157
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

fuerzan los vínculos familiares y comunitarios, men de propiedad de la sociedad nacional, su­
puestos a prueba por la diáspora. Como en frieron usurpaciones y desalojos. La estirpe de
otras fiestas puneñas, se bebe copiosarnente. Iuan Iosé y de Marcelino Catiiel quedó en Villa
Fidelidad, en las afueras de la ciudad de Azul,
formando un enclave de pobreza conocido to­
LAS PAMPAS davía en la década de 1930 como “el Rancherío
de los Pampas". Por entonces, sólo restaban ves­
PRO VINCLA DE BUENOS AIRES tigios leves de sus tradiciones. Hacia 1966 no te­
nían campos ni explotación alguna. Los varones
El proyecto de erradicar de las codicíadas solían peonar o esquilar en estancias cercanas y
llanuras del centro del país a los aborígenes se reciclaban con buenos resultados un basurero;
ejecutó rigurosamente en el último cuarto del en su niñez y juventud, habían disfrutado cui­
siglo XIX. Sólo se admitieron unos pocos en­ dando caballos; pero también habían trabajado
claves, sobre los que la presión de la sociedad en la cosecha (viviendo en chozas de chala) y en
mayor se hizo sentir con mucha fuerza. En los mataderos. Algimos eran policías o emplea­
cuanto a la provincia de Buenos Aires, los gru­ dos municipales, y las mujeres solían emplearse
pos asentados en los partidos de Iunín, Braga­ como domésticas. Ya por entonces, las uniones
do, 25 de Mayo y Trenque Lauquen eran chicos con criollos eran habituales.
y en poco tiempo se acriollaron. En cambio, La comunidad Ignacio Coliqueo, en Los
los localizados en los partidos de Azul y de Los Toldos, ha resultado más vigorosa, pese a que
Toldos (actualmente, General Viamonte), más los conflictos no han dejado de fraccionarla.
nutridos, sólo se asimilaron parcialmente. En 1866-1868, la tribu del cacique epónimo
Hasta no hace mucho, todavía se decía del recibió en propiedad seis leguas cuadradas, en
arroyo Azul “ésa es, ésa fue siempre la línea de reconocimiento de su alianza con el gobierno.
ellos”, esto es, la frontera con los pampas. En En 1900, cuando la autoridad del jefe Simón
sus cercanías, en el siglo XIX, se habían asig­ Coliqueo declinaba y ya se había fundado el
nado tierras a las tribus de los caciques Ca­ pueblo de Los Toldos en terrenos adyacentes a
triel, Manuel Grande y Mahicá. No era un los de la tribu, una mujer encabezó un movi­
conjunto, sino un agregado: Manuel Grande miento de revitalización indígena. Durante su
había sido enemigo de Cipriano Catriel, y éste permanencia en el grupo de Catriel, María
había sido muerto en 1874 por orden de su Hortensia Roca había sido iniciada como ma­
propio hermano Juan Iosé. Los recuerdos se­ chi (chamán), tal vez por Bibiana García, “la
guían dividiendo a los respectivos descendien­ reina Bibiana”, una prestigiosa líder que había
tes casi un siglo después. Por entonces, la vi­ logrado tierras para su gente. María recorrió
vienda era comúnmente un rancho de adobes diversos puntos de la provincia en los que aún
o de cartón prensado, chico y con pocas aber­ vivían algunos de sus paisanos, instándolos a
turas. Los últimos toldos de cuero se habían la unidad, al rechazo de las costumbres traí­
dejado de utilizar hacia 1920. das por los blancos y a la intensificación de las
Las familias indígenas explotaron sus cam­ celebraciones tradicionales. Ganó muchas ad­
158 pos con poca intensidad e, inexpertas en el régi­ hesiones y el apelativo de “Santa María”. En
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

Los Toldos, convocó a una rogativa (nguilla­ cio de las tierras de la tribu estaban en manos
tún) que, frente al programa asimilacionista no indígenas. En la siguiente, quedaban muy
que habían mantenido las cabezas de la tribu, pocos recuerdos y ninguna práctica de las cos­
resultaba una patente subversión. Simón Co­ tumbres antiguas. Algunos emigrados se hicie­
liqueo encontró que su autoridad era insufi­ ron comerciantes o profesionales; los que que­
ciente para disolver la reunión y llamó a la daron vivían, en general, como propietarios
policía. Hubo resistencia (“Santa María” ha­ minifimdistas semiproletarizados, que obte­
bía asegurado que las armas de los blancos se­ nían la mitad de sus ingresos trabajando como
rían ineficaces), heridos de ambos bandos y tractoristas, esquiladores o cosecheros. En
cuatro aborígenes muertos. La profetisa y va­ 1979 se entregaron parcelas en propiedad in­
rios de sus parciales fueron detenidos, aunque dividual y enajenable. Como no alcanzaban el
por poco tiempo. Dos años después moría el tamaño de una unidad económica, muchas
cacique Simón, y -según su voluntad- no se fueron vendidas, hasta que en 1985 estas ope­
eligió sucesor, lo que significaba renunciar a raciones fueron prohibidas. En 1987, los indí­
una instancia que intermediaba entre el Esta­ genas sólo eran propietarios del 25% de las
do y la tribu. tierras que alguna vez fueron de la tribu, aun­
En los tiempos que siguieron, la inseguri­ que sumaban el 58% de la población que so­
dad jurídica y el debilitamiento de la idea co­ bre ellas se asentaba.
munitaria en un entorno individualista facili­
taron el desarraigo y la instalación de blancos.
Cabe recordar que en 1929, la Corte Suprema Los RANQUELINOS DE LA PROVINCIA
había negado que las tribus o comunidades DE LA PAMPA

tuviesen personería jurídica, con lo que no po­


dían actuar en juicio. En 1933, un parlamento Por más de dos siglos, los ranqueles habían
nombró gestor principal de la tribu a Félix Ca­ frenado la expansión estatal. Derrotados en
yuqueo, cuyas iniciativas sobre educación bi­ 1879, el temor o la vindicta llevó a repartirlos
lingüe (ya querida por el cacique Ignacio Co­ (literalmente) por distintos puntos de país.
liqueo en 1866) y formación de una Para apresurar la pérdida de lengua y costum­
cooperativa no prosperaron. Sin embargo, Ca­ bres ancestrales, se los incorporó a las fuerzas
yuqueo fue elegido cacique en 1959. armadas individualmente, a medida que se ge­
Los testimonios de 1960 indican descapi­ neraban vacantes. Otros fueron remitidos a
talización y éxodo de los jóvenes hacia las in­ los ingenios; pero, menos resignados al castigo
dustrias. Por entonces, las viviendas eran ran­ que los matacos, protagonizaron rebeliones y
chos de ladrillo o de adobe, con pocas fugas. Finalmente, algunos núcleos quedaron
aberturas y a veces sin divisiones internas. El en lo que habían sido sus territorios. El prin­
cacique Cayuqueo murió en 1970, y desde el cipal, y el único que resta en nuestros días, es
año siguiente, la administración fue responsa­ la colonia pastoril Emilio Mitre, creada en
bilidad de una comisión aborigen integrada a 1900 en el norte de la provincia de La Pampa.
la Asociación Indígena de la República Argen­ Las parcelas eran mucho menores que la uni­
tina. En esa década, entre un cuarto y un ter­ dad económica y sólo se dieron en posesión, 159
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

con la obligación de criar animales y hacer maíz, girasol, zapallo, melón y sandía en huer­
mejoras (recién en 1972 se dieron títulos de tas, y se tenían aves de corral. El Mercado Ar­
propiedad a las treinta familias que restaban). tesanal provincial compraba tejidos de lana de
El cacique Santos Morales, ex lenguaraz de la oveja, hechos por las mujeres con técnicas
parcialidad de Mariano Rosas, apostó a la asi­ parcialmente tradicionales, y sogas, boleado­
milación, consiguiendo la instalación de co­ ras, rebenques y estribos salidos de manos
rreo y de escuela, que cesaron a su muerte en masculinas. Los ingresos de la producción lo­
1930. cal no bastaban para detener la emigración es­
Los embalses mendocinos convirtieron en tacional (a la vendimia mendocina, a la esqui­
desierto esta y otras zonas de la provincia des­ la, etc.) o permanente. Ya había una iglesia
de aproximadamente 1920. Por entonces, la pentecostal.
lengua estaba considerablemente perdida, pe­
ro se recordaban las celebraciones, los malo­
nes y las boleadas. Por mucho tiempo siguió LA PATAGONIA

cazándose el ñandú, sobre todo para vender la


pluma, y recolectándose sus huevos y el fruto NORPATAGONIA

del piquillín. La caza menor contribuía a la


economía con pieles para la venta y carne pa­ La formación de las comunidades
ra el consumo.
En 1966 el acriollamiento estaba avanzado Conviene recordar que por lo menos des­
y ya no se realizaban las rogativas comunales. de el siglo XVIII, Norpatagonia había sido el
Campos otrora sobrepastoreados estaban en área de tránsito entre la región productora de
el día casi abandonados. La arena cegaba los ganados -la Pampa Húmeda- y los mercados
jagüeles de los médanos, que debían ser lirn­ de consumo de la Araucanía chilena. Este co­
piados a pala. Las pocas escuelas-albergue que mercio, en buena medida basado en el saqueo,
había daban buenos resultados, pero la deser­ estaba controlado por indígenas de lengua
ción escolar era muy alta. El cuadro sanitario araucana o mapuche, cuya expansión mermó
no era mejor, con alta mortalidad infantil, tu­ los territorios y la individualidad étnica de los
berculosis, mal de Chagas y afecciones gas­ grupos locales. Entre éstos —los gününa küne o
trointestinales. El éxodo rural engrosaba con tehuelches septentrionales- y los mapuches, el
caseríos pobres o villas miseria a ciudades cer­ mestizaje fue muy intenso. Los jefes Inacayal,
canas o lejanas: Victorica, Telén, Luan Toro, Foyel y Sayhueque nacieron de uniones mix­
Santa Isabel, General Acha, etcétera. tas, y ésa era también la composición de sus
Hacia fines de la década del ochenta, en la grupos, conocidos como manzaneros.
colonia Emilio Mitre restaban 130 habitantes, El panorama que sucedió a las campañas
distribuidos en 29 unidades domésticas, un militares puede ser caracterizado con una ob­
ejemplo del patrón disperso característico de servación del perito Moreno: cuando hacia
los crianceros. Los caprinos formaban el gana­ 1897 pasó por donde habían estado durante
do más numeroso; correlativamente, los sue­ años los toldos de Sayhueque, notó escaso
160 los estaban muy erosionados. Se cultivaba progreso, lo que atribuyó a que los campos en­
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

tre Iunín de los Andes y Caleufú eran propie­ tal que sea buen orador y conozca la lengua y
dad de sólo dos personas. En efecto, en el siglo las tradiciones nativas. La propiedad de la tie­
XX, la región patagónica tendría grandes pro­ rra es colectiva, pero el usufructo es familiar y
piedades, dueños absentistas y explotaciones la propiedad de los ganados, individual. Las
extensivas que demandarían poca gente. En el unidades domésticas suelen distar kilómetros
Chaco se había procurado concentrar a los in­ unas de otras.
dígenas para disponer de su fuerza de trabajo; Los toldos continuaron en uso durante
en el sur no hacían falta y se los dispersó, de­ bastante tiempo, especialmente donde la per­
jándolos librados a su suerte. Muchos de los manencia era disputada por los colonos y, por
que tenían parientes en Chile prefirieron refu­ supuesto, durante las cacerías. Hacia media­
giarse allí hasta que cesasen las persecuciones; dos del siglo XX, adultos o ancianos que ha­
otros terminaron, voluntariamente o no, en bían vivido en ellos los recordaban con afecto.
Chubut o Santa Cruz. sucesivamente expulsa­ Fueron gradualmente sustituidos por ranchos
dos, dearnbularon de un campo a otro. Los emplazados en la invernada.
grupos más organizados peticionaron a las au­ En 1965, la lengua tehuelche septentrional
toridades, en muchos casos sin éxito, porque sólo era conocida por unos pocos individuos
se buscaba borrar sus costumbres; sólo en al­ que, por otra parte, ya no la utilizaban. En
gunos casos consiguieron se les asignasen te­ cambio, los hablantes de lengua mapuche son
rrenos fiscales, que podían ocupar precaria­ numerosos, pese a las restricciones autoirn­
mente a cambio del pago de un canon como puestas a las que más abajo se alude.
derecho de pastaje. Así nacieron a principios De las escasas actividades comunales, la
del siglo XX, entre otros, los asentamientos de más importante es el nguillatún que se hace
Ancatruz (Neuquén) y de Nahuelquir Chiqui­ hacia fines de febrero en demanda de prospe­
chano en Yalálaubat (Chubut); el segundo ridad. Es la circunstancia apropiada para ma­
contó con el respaldo de los colonos galeses, nifestar cohesión étnica (suele haber partici­
con quienes los tehuelches habían alcanzado pantes de varias comunidades, e incluso
un régimen de aceptable coexistencia. Algunas argentinos en Chile y viceversa) o expresar
agrupaciones fueron reconocidas muy tardía­ simbólicamente las fisuras que recorren a las
mente; así, la rionegrina de Pilquiniyeu del Li­ agrupaciones, irnputando errores en la ejecu­
may recién lo fue en 1972, aunque comenzó a ción del ritual.
formarse hacia 1900. La composición étnica
de estas comunidades o “reservas”, general­ La economía
mente tenidas por araucanas, es bastante com­
pleja, habiendo contribuido familias del Azul, Durante las primeras décadas del siglo )O(,
del cacicato de Namuncurá, manzaneros, etc. las fajas cordillerana y pedemontana seguían
A todas se siguieron incorporando mapuches muy vinculadas a Chile, cuya moneda se utili­
de ultracordillera. En general, están encabeza­ zaba y desde donde ingresaban tanto los que
das por un cacique de poca autoridad y varia­ allí habían buscado refugio como nuevos in­
ble prestigio, que representa a su gente ante la migrantes. Pero la ocupación militar de las
sociedad nacional. Su cargo es hereditario, con pampas del sur y de la Patagonia septentrional l6l
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

había terminado con los grandes arreos clan­ que la clave del negocio estaba en la relación
destinos al otro lado de la Cordillera. Privada asimétrica que podían mantener con una
de este renglón mayor, la economía indígena clientela cautiva, inexperta y a priori sospe­
hubo de reorientarse hacia la cría de ganado chosa ante la autoridad policial. Una digre­
menor, con destino a la vez al consumo fami­ sión sobre este sistema crediticio tan oneroso
liar y a la venta de lana en el mercado. El pre­ que aún hoy envuelve a los pobres del campo:
cio internacional de la lana fue bueno en las si mercachifles y bolicheros se enriquecen, es
décadas de 1940 y 1950, pero después se dete­ que las unidades económicas con las que co­
rioró y hoy enfrenta una baja crónica. Existe mercian tienen capacidad para producir por
una tendencia a reemplazar el ovino por el ca­ encima del mínimo de subsistencia; el que
prino, más prolífico y menos exigente en pas­ transfieran tales excedentes es un problema
tos, cuidados y gastos. de organización social. Ya que los paisanos, en
Cuando los terrenos lo permitían, se cul­ general, no tienen automotores, un esfuerzo
tivaba trigo y alfalfa. Comúnmente, contri­ del común haría posible la compra de un ca­
buían al consumo una pequeña huerta y, se­ mión con el que llegar directamente a los
gún las zonas, la recolección de piñones, de mercados. De hecho, sin embargo, las coope­
algarroba, de papas silvestres, etc. Todo el año rativas han chocado con indiferencia y des­
se cazaba, pero hacia noviembre y diciembre confianzas, porque imponen papeleos y regla­
llegaba la mejor época del año, la de la chulen­ mentos (en tanto que las relaciones con los
gueada, cuando se perseguían chulengos comerciantes son informales); pero, sobre to­
(guanacos recién nacidos), con cuyas pieles se do, porque se juzga que amenazan la básica
hacían quillangos (mantos). Las cacerías eran igualdad de los productores. Tal vez por esta
precedidas de rogativas y estaban supervisa­ última razón, los líderes de algunos empren­
das tanto por el cacique como por un “dueño” dimientos comunitarios exitosos no pertene­
de los animales salvajes que vedaba el degüe­ cen a la comunidad.
llo de las presas. Otros ítems para el mercado
eran las pieles invernales de zorros y de liebres La escuela
europeas. La demanda indígena (sobre todo,
la de yerba, azúcar, tabaco, harina, bebidas al­ El centro simbólico del asentamiento, que
cohólicas y ropas) era ordinariamente atendi­ tradicionalmente era la casa del cacique, ha
da por mercaderes itinerantes, antecesores de tendido a desplazarse a la escuela, en torno de
los bolicheros que pondrían almacenes en la cual se forma una suerte de aldea en la que
puntos estratégicos y, como ellos, extranjeros durante el período de clases viven los niños y
en su mayoría. Mientras esperaban las épocas sus madres. Este sistema de asentamiento, que
productivas (esquila, chulengueada), los abo­ priva al campo de brazos económicamente
rígenes sacaban mercaderías a crédito, que se útiles, demuestra que los mapuches confían en
les cobraban a precios excesivos o, más preci­ la educación formal para insertarse mejor en
samente, a interés muy alto. Los comerciantes la sociedad nacional. A esta misma finalidad
alegaban el riesgo de falta de cobro; pero la contribuía, desde principios del siglo, la socia­
162 rapidez con que muchos prosperaron sugiere lización de los hijos en español y la negativa a
LAS SOCIEDADES ABORIGENES

enseñarles la lengua propia, despreciada por En conjunto, estos recortes hicieron notar
los blancos. A pesar de estos esfuerzos, hay cuán insuficientes eran los terrenos disponi­
mucha repitencia y deserción. La escuela suele bles. Las consecuencias fueron varias, todas vi­
estar lejos, por lo que los niños son enviados gentes: sobrepastoreo, escasez de leña (pro­
recién cuando tienen 8 o 9 años; el cuidado de ducto de primera necesidad, aun en verano,
los rebaños provoca ausencias; los maestros, para cocinar, y con más razón en invierno) y
venidos de otras regiones, ignoran las pautas emigración. Ante la insuficiencia de la pro­
locales (por ejemplo, esperan que los niños ducción doméstica, uno o más miembros de la
sean inquisitivos, sin saber que en sus hogares familia debieron asalariarse temporaria o per­
se les ha inculcado la circunspección); el espa­ manentemente, trabajando como cosecheros
ñol “oficial” de la enseñanza difiere del que se (por ejemplo, en el valle del río Negro), peo­
habla localmente, que es una variedad dialec­ nes, esquiladores, obreros o empleados. La de­
tal, etcétera. manda de mano de obra para la extracción de
La escuela es, además, un centro de recur­ petróleo y la construcción de embalses fue al­
sos, donde en muchos casos hay un comedor ta, pero también muy oscilante y atada a deci­
para los alumnos, se concentran las donacio­ siones políticas tomadas fuera de la región pa­
nes y se cuenta con un espacio apropiado pa­ tagónica. Muchos de los que fueron a las
ra los encuentros con representantes de la so­ ciudades desempeñan los trabajos menos cali­
ciedad nacional: maestros, agentes sanitarios y ficados, sufren desempleo crónico y viven pre­
otros funcionarios, miembros de asociaciones cariamente. Probablemente hayan dejado sus
no gubernamentales, etc. Por último, a la es­ respectivas majadas (que, se recordará, son
cuela llegan automotores, en los que tal vez propiedad personal) a cargo de medieros con
pueda conseguirse un viaje sin cargo. quienes compartirán el crecimiento o la mer­
ma, si es que no se han desasido del todo de la
El problema de la tierra comunidad de origen, acriollándose, proleta­
rizándose o acaso prosperando como indivi­
Hacia 1930, los alambrados comenzaron a duos sin pasado especial que merezca o con­
trabar seriamente la movilidad, obstaculizan­ venga ser recordado.
do el tránsito entre veranada e invernada, e in­
cluso a invadir las tierras asignadas a las co­ PATAGONM MERIDIONAL

munidades. Aguadas y mallines (vegas)


quedaron generalmente dentro de las estan­ En el interior del sur patagónico, la pre­
cias; sin ellos, los campos circundantes resul­ sencia eficaz del Estado argentino y de los co­
taban mucho menos productivos. Con la crea­ lonos fue muy tardía, por lo que los tehuelches
ción de varios parques nacionales, en esa meridionales (los aónik’enk) pudieron conti­
misma década, los pobladores preexistentes nuar, durante algunos lustros del siglo XX,
vieron recortada la carga de ganado que se les cercando guanacos y ñandúes. El naturalista
autorizaba. En muchos casos, eran indígenas Clemente Onelli estimaba, hacia 1903, que
que habían recibido campos mejores que sus tres partidas de caza colectivas aseguraban a la
paisanos de la estepa. toldería del cacique Manuel Quilchamal (Kélt­ 163
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

l Vivienda mapuche. Comunidad Painefilú, província de Neuquén. Foto Pablo Azar. 1999.

chamn) la comida para el inviemo. Además, se desde aproximadamente 1920, la ilimitada


recolectaban huevos de ñandú y se criaban al­ avidez de tierras de los ovejeros se expresó ba­
gunos caballos, vacunos y lanares. jo la forma de relocalizaciones y usurpaciones.
Por iniciativa del explorador y funcionario La apatía que se ha atribuido a los tehuelches
Ramón Lista, el gobierno llevó a cabo un pro­ del sur parece haber sido una manifestación de
grama de creación de extensas reservas; entre impotencia frente a la presión irresistible de la
otras, Camusu Aike, Cerro Índice, Lotes 6 y 28 sociedad mayor. El propio Quilchamal, que co­
del lago Cardiel, etc., de las que se esperaba noció alguna bonanza, disuadió a Onelli de in­
cumplieran una función protectora. Sin em­ termediar para que se otorgara la propiedad de
bargo, la trayectoria de los tehuelches meri­ las tierras que detentaba a título precario, juz­
dionales en el siglo XX es de empobrecimien­ gando que igualmente se iba a encontrar “la
to material y cultural. Varias condiciones forma de quitarnos el campo, los animales y
explican este deterioro: desde tiempo atrás, es­ todo lo que pongamos en él”. En 1916, el go­
taban vinculados al mercado, sobre todo a tra­ bierno acordó a su comunidad 60.000 hectá­
vés de mercachifles y de bolicheros. A cambio reas, qúe fueron reducidas a 40.000 en 1927.
de pieles y plumas, demandaban estimulantes En la década del cuarenta, el médico y etnó­
(yerba, tabaco, bebidas alcohólicas), azúcar y grafo Federico Escalada encontró en las reser­
164 otros productos de la sociedad nacional. Y vas del Chubut raquitismo, bocio, miseria y
LAS SOCIEDADES ABORIGENES

desorganización social, lo que atribuyó, en héroe Élal, que eliminó del mundo a los
gran medida, a la inseguridad que depara la monstruos prirnigenios, creó a los humanos y
condición de ocupante precario. Entre sus re­ organizó la sociedad. El mito aún no había
legados habitantes estaba la hija de Quilcha­ degradado en cuento: el nombre del héroe se
mal, Agustina. Ella había sido educada en dos pronunciaba con reticencia, como si aún con­
lenguas, la tehuelche meridional y la mapu­ servase una secreta potencia. Una de las más
che, y su esposo era manzanero, lo que mues­ importantes informantes sobre las antiguas
tra que desde el principio, la presencia arauca­ creencias fue Ana Montenegro de Yebes (c.
na en estas reservas era muy fuerte. 1890-1970), quien con sus dos hijos vivía aún
Promediando la década del sesenta, los “detrás de los guanacos y los avestruces”. Pro­
agentes del Censo Indigena Nacional confir­ tagonizó una de las últimas curaciones tradi­
maron la disolución de la vida comunitaria in­ cionales, la de un tehuelche ciego y demente, a
dígena en la Patagonia meridional. Algunos quien se creía poseído por el Walicho. “Se jun­
toldos de cueros de guanaco oficiaban de ane­ taba toda la paisanada. No quedaba ninguno
xos de los ranchos de adobes y cinc y, excep­ en las carpas. Todos tenían que estar (...) los
cionalmente, uno seguía sirviendo plenamen­ invitaban el día antes. Y al otro día se pintaban
te de vivienda. También en otros aspectos, los todos. La que curaba era la pintora [de qui­
adultos añoraban el pasado, pero lo considera­ llangos], la vieja Yebes”. Las mujeres entona­
ban caduco y no habían enseñado a sus hijos ban “cantos muy antiguos, que se saben de
las tradiciones; ni siquiera la más importante, siempre (...) para la corrida del Walicho”. Los
la lengua étnica. Las reservas eran poco más dos muchachos que actuaban de ayudantes,
que abstracciones, en las que estaban instala­ “aunque eran bravos, estaban bien asustados”,
dos numerosos intrusos y se hacían “corridas porque debían “correr al Walicho”. Podían ha­
de alambres” (usurpaciones). Los servicios de cerlo porque “tenían el poder de la vieja, los
protección al aborigen, carentes de personal y cantos y los animales (...) ya no eran ellos,
de presupuesto, eran ineficaces. El analfabetis­ eran ese poder”. En cabalgatas enfurecidas,
mo era la regla, salvo en Camusu Aike, donde montados en chapeados, giraban por cuatro
había una escuela. Ninglma de las familias in­ veces en torno del enfermo atado (“cincha­
dígenas contaba con animales suficientes para do”). Debian cuidar que los caballos no mira­
vivir. Los alambrados y el raleo de la fauna ha­ sen sino para abajo, porque de ver el Walicho,
bían obligado, en la mayoría de los casos, a se espantarían y morirían. Luego, se erigió con
reemplazar la chulengueada de primavera por matras un gran toldo, abierto hacia el este, en
una migración laboral a las estancias cercanas. el que se colocaron los asistentes rodeando al
En el invierno, que se pasaba en las viviendas enfermo y a la curandera. Ésta “hacía (...) sus
de la reserva, se cazaban ñandúes por la pluma aspamentos”, hasta quedar “trastornada” (en
y zorros y liebres por las pieles. Todavía subsis­ éxtasis). Un anciano, “un antiguo que sabía”,
tía el arte de fabricar quillangos pintados. trazó con sus dedos líneas de pintura roja en
En esta época pudo recogerse un impor­ una yegua blanca, hasta dejarla atigrada. Lue­
tante corpus de narraciones mitológicas; par­ go, ésta fue cinchada y se le hizo dar vueltas en
ticularmente, un ciclo protagonizado por el torno del toldo, siguiendo la dirección del sol, 165
POBLACION Y SOCIEDAD

se la enlazó cuatro veces y finalmente se la sa­ ovejas habían desplazado en buena parte a los
crificó. Después de quitado el cuero, se que­ guanacos y muchos cazadores selk’nam (onas)
maron las achuras. El resto de la carne se em­ fueron confinados en misiones o extermina­
bolsó en el cuero y se tiró cuidando que los dos, un proceso que culminó entre 1880 y
perros no la profanaran. Nuevamente se hicie­ 1900. Hoy, apenas restan unas pocas personas
ron cabalgatas rápidas en torno del toldo. La que llevan sangre de esas etnias y las respecti­
sesión terminó por la tarde. Aunque su senti­ vas culturas sólo pueden encontrarse en libros
do no es explícito, cabe suponer que las cabal­ y museos.
gatas violentas tenían por objeto intimidar al Hacia 1914, los selk’nam que frecuentaban
Walicho; los cantos llamaban a los espíritus las estancias de la familia Bridges parecían ha­
auxiliares de la oficiante. Durante el éxtasis, el berse recobrado un tanto de los estragos del
alma de ésta viajaba a diferentes regiones del fin de siglo. Allí disponían de espacio para sí y
universo para negociar la curación, y la yegua trabajaban espaciadamente como esqujlado­
sacrificada era víctima expiatoria, tal vez un res, alambradores o peones. Muchos ya sabían
pago al Walicho para que liberara al enfermo. montar (práctica desconocida en la etapa tri­
El número cuatro, aquí como en muchas cos­ bal) y algunos tenían tropilla. Se les pagaba en
mologías americanas, indica totalidad, consu­ dinero, y a la objeción de que así se les facilita­
mación. ba el consumo de alcohol, Lucas Bridges ha
Un estudio de antropología psiquiátrica contestado que, hasta 1916, las borracheras no
publicado en 1988 encontró implicancias de eran comunes. Más tarde lo fueron, agravando
muerte y destrucción en muchas de las res­ la pobreza, el descenso demográfico y el dete­
puestas de los entrevistados, junto a la acepta­ rioro sanitario. Muchos años después, Rupati­
ción pasiva de un estado de tristeza. Esta diag­ ni, uno de los últimos selk’nam que había co­
nosis no difiere de las de Escalada (“el espíritu nocido la vida tradicional, recordaría que los
moribundo de la estirpe”) o Imbelloni (“los que sobrevivieron fueron los que estuvieron
estertores de la agonía”). con los Bridges.
Pero aquella recuperación, si fue real, du­
ró poco. Era una población muy vulnerable a
TIERRA DEL FUEGO las enfermedades, que fue diezmada por las
epidemias de sarampión de 1924 y 1929. Ade­
A comienzos del siglo XX, las sociedades más, muchos jóvenes selk’nam se dejaban ga­
indígenas de la isla ya habían sido gravemente nar por la abulia. Para L. Bridges, se compor­
desartículadas por la expansión irrestricta de taban como blancos pobres; pero el etnógrafo
los colonos y estaban en franca pendiente de­ Gusinde, testigo entre 1919 y 1924, fue más
mográfica. En las costas, la explotación de lo­ explícito: los halló irnprevisores, dejados y
bos marinos en una escala industrial había mendicantes, destacó su inexperiencia en la
minado la base económica de los canoeros de administración del dinero y percibió que la
los canales fueguinos (los yámana), que en causa última estaba en el naufragio del univer­
buena medida habían vivido de ellos. El inte­ so lleno de riesgos y de sentidos para el que
166 rior había sido parcelado con alambrados, las habían sido educados.
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

La situación entre los yámana no era me­ bas se abrieron paso laboriosamente, ridiculi­
jor. En la década del veinte, solían pasar algu­ zadas por los grupos dominantes; pero están
nas semanas del invierno en Puerto Mejillo­ hoy completamente vigentes. Se las trata a
nes, en la costa norte de la isla Navarino continuación.
(Chile), donde seguían formándose chama­
nes. Durante buena parte del resto del año, na­
vegaban los canales cazando y recolectando. LA POSESION POR EL Espmnv SANTO:
La venta de pieles de coipo (nutria) y los tra­ RELIGIONES EVANGÉLICAS ENTRE

bajos en las estancias les proporcionaban los LOS ABORÍGENES

medios para comprar algunos insumos, in­


cluidas bebidas alcohólicas, a las que uno y Desde aproximadamente 1940, un núme­
otro sexo se habían aficionado. También file­ ro creciente de indígenas ha encontrado en la
ron estragados por las enfermedades. La pro­ prédica de iglesias cristianas reformadas, co­
miscuidad sexual que tanto chocó al padre mo las pentecostales y las evangélicas, un sen­
Gusinde nos recuerda que estos grupos com­ tido para su existencia en crisis. Estos mensa­
partían sus rutas con los marinos. jes se refractaron distintamente según la
Los resultados de las misiones fueron me­ matriz cultural y la circunstancia histórica de
diocres. Ya en 1919, la salesiana de Río Grande cada grupo.
alojaba a muy pocos indígenas, que en este
destino estepario añoraban la abundancia de
leña del bosque. En ella vivieron Lola Kiepja El pentecostalismo chaquense
(que había sido chamán) y Ángela Loij, quie­
nes al tiempo de su fallecimiento (en 1966 y El credo pentecostal, de origen estadouni­
1974, respectivamente) habían referido sus dense, se fundamenta en ciertos pasajes del
amplios conocimientos del pasado cultural a Nuevo Testamento, y en particular el capítulo 2
la etnógrafa Anne Chapman. de los Hechos de los Apóstoles, en el que el Espí­
ritu Santo se manifiesta como un fuego que
posee a los discípulos, concediéndoles el don
LAS ALTERNATIVAS AL HEGEMONISMO de lenguas y de curación. Según este prece­
DEL ESTADO NACIONAL: EL INDIGENISMO dente, el fiel pentecostal en éxtasis no es irnpu­
Y LAS RELIGIONES EVANGÉLICAS table por las palabras que profiere, ya que es
una divinidad la que habla por su intermedio.
El Estado, vencedor, no propuso a las co­ Así exteriorizada, la protesta social se escuda
munidades aborígenes sobrevivientes otro ca­ de posibles represalias. Para el pentecostalis­
mino que el de la asimilación; en otros térmi­ mo, además, la consumación de los tiempos es
nos, la disolución en la sociedad nacional, una inminente, lo que relativiza la posesión de bie­
entidad hegemónica de inspiración europea. nes mundanos. Es plausiblemente por estas
Sin embargo, las propias etnias no dejaron de razones que tanto en su país de origen como
elaborar respuestas alternativas; entre otras, la en las zonas de irradiación (Iberoamérica, Su­
religiosidad evangélica y el indigenismo. Am­ dáfrica), este credo se ha expandido principal­ 167
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

l Chamán wichí de Puesto García, provincia de Formosa. Foto M. Califano, 1970.

mente entre los pobres. Aparentemente esca­ una prohibición, relatan sucesivos cataclismos
pistas, los conversos en realidad enfrentan que pusieron fin a distintas creaciones e insi­
oblicuamente la dominación. núan que uno más sobrevendrá.
El pentecostalismo llegó al Chaco hacia Desde 1946, Pedro Martínez, chamán y ca­
1941. Aunque veía en el pasado tribal la huella cique (una dualidad común), representó a los
del demonio y lo desafiaba imponiendo el as­ tobas ante la Iglesia del Dios Pentecostal y el
cetismo (prohibía el consumo de alcohol, desa­ gobierno de Perón. Éste venía prestando una
lentaba el de tabaco e imponía la castidad pre­ atención desacostumbrada a los reclamos te­
matrimonial), encontró rápida adhesión entre rritoriales y laborales de los indígenas, ganan­
los aborígenes, merced a la marginalidad en do su generalizada adhesión. Por esta vía,
que se encontraban y a la existencia de elemen­ Martínez consiguió tierras, fundó iglesias y
tos comunes con la propia religiosidad, tales nombró líderes. En lo sucesivo, fueron pasto­
como la emotividad vehemente, el trance -que res nativos, sucesores de los chamanes, quie­
hace posible la comunicación directa con los nes dirigieron los actos de culto, en los que se
seres potentes y, por lo tanto, el profetismo— y logra el trance mediante la repetición obsesiva
el carácter a la vez caído y efimero del mundo. de pasajes bíblicos o danzando hasta el agota­
En efecto, los mitos autóctonos recuerdan una miento y se cura expulsando demonios (como
168 edad paradisíaca, que cesó por haberse violado en los Evangelios, como en la toldería). Así se
LAS SOCIEDADES ABORIGENES

trasciende de la gris vida secular y se recupera


la relación inmediata con los seres poderosos.
De la multitud de congregaciones étnicas
que existen en nuestros días, la única que ex­
cedió el nivel local es la Iglesia Evangélica Uni­
da, de origen toba y lineamientos pentecosta­
les. Está asesorada por autoridades de la iglesia
menonita, que otorgan “cédulas” que especifi­
can el cargo de cierto individuo en la organi­
zación y que los fieles consideran objetos po­
tentes. Los tobas tenían la esperanza de que
con la institucionalización de su Iglesia (1958)
les sería posible “vivir del Evangelio”, lo que no
sucedió. Sin embargo, algtmos de sus pastores
suman, a su prestigio, una posición económi­
ca relativamente buena.

La transposición religiosa de los antagonismos


sociales en el Noroeste

Indígenas wichí pescando en el río Pilcomayo. Puesto


En la Puna, la congregación protestante de García, provincia de Fonnosa. Foto M. Califano
más peso es la Iglesia Cristiana Evangélica, de
origen inglés, cuyo culto comenzó a ser predi­ las iglesias evangélicas, indiferentes al santoral
cado en 1940. En la Quebrada de Humahuaca, católico y adversas a los contenidos “paganos” de
la principal es la Bautista (norteamericana), la señalada, las ofrendas a la Pachamama, etc. Es­
establecida allí en 1953. Los pentecostales son ta conducta entraña una callada protesta contra
menos numerosos y más recientes. la condición subordinada que ocupan y el de­
En tanto las etnias chaquenses son igualita­ sencanto con las altematívas que se les ofrecen.
rias y el enfrentamiento es con la sociedad nacio­ Izan valores legitimados por la Biblia (y como
nal, las del Noroeste están lo bastante diferencia­ tales, irreprochables), pero diferentes tanto de
das como para dar lugar a tensiones intemas. los oficiales como de los ancestrales. Un relato
Desde tiempos coloniales, hay una alianza entre ejemplar, también bíblico, reemplaza a la histo­
el catolicismo y el Estado. En las ciudades prin­ ria étnica. El papel integrador de las fiestas, del
cipales, las celebraciones patronales, la Semana alcohol y de los rituales andinos se confia al cul­
Santa y las fiestas populares, como el Carnaval, to, muy emotivo y con adeptos en posiciones cla­
fueron apropiadas por familias tradicionales ves, capaces de dar puestos de trabajo. La tierra y
acomodadas, en general comerciantes y con la­ los rebaños son meros recursos que se explotan
zos en la política. Los llegados de otras partes (la sin otros requisitos que los técnicos, porque la
Ptma, Bolivia, etc.) adhieren en buen número a naturaleza, objetivada, ha perdido la sacralidad. 169
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

El pentecostalismo mapuche niega de las rogativas colectivas, del enérgico


loncomeo (un baile tradicional), de los cantos
En Chile, los pentecostales suman entre el de linaje, de las borracheras (de hecho, dismi­
10% y el 14% de la población. Hacia 1963, in­ nuyó el alcoholismo) y aun de la lengua ma­
migraron pastores y fieles que iniciaron la puche, que en algimos casos se proscribe. La
conversión de los mapuches neuquinos. Estos reivindicación que busca sigue caminos dife­
habían estado por mucho tiempo confinados rentes de los más activos que proponen los di­
entre dos historias, la oral y la escolar. La pri­ rigentes nativistas.
mera recuerda el papel dominante de la etnia
a uno y otro lado de la cordillera, sus riquezas, EL INDIGENISMO

el valor en la guerra y la infame invasión de los


blancos, que la redujo a la condición actual. La Las posturas indigenistas subrayan que los
segunda supone que antes del general Roca, Estados nacionales son de naturaleza pluricul­
los territorios indios eran un desierto y que la tural, ya que las identidades étnicas los prece­
historia transcurría en Europa y Buenos Aires. den. Exigen la participación protagónica de
El pentecostalismo propone una vía distinta: los aborígenes en las cuestiones que les in­
recela tanto de la reivindicación de un pasado cumben, la preservación de la lengua propia y
tribal tenido por báquico y belicoso como de el respeto y aun la restauración de ciertas ins­
los símbolos nacionales. Asegura que hay una tituciones nativas. Por último, y por sobre to­
sola historia verdadera, la bíblica, que además do, reivindican los antiguos territorios aborí­
de universal es actual, por lo que el aborigen genes, a menudo seccionados por las fronteras
que integra el pueblo de Dios puede protago­ modernas.
nizarla. Al situarse más allá de la oposición en­ Si bien los reclamos de los indígenas tie­
tre la sociedad étnica y la nacional, el pente­ nen larga data en la Argentina, no siempre se
costal soslaya las impugnaciones que enmarcaron así y, previniendo de una minoría
secularmente se han opuesto en la Argentina a pobre, fueron poco atendidos. Es verdad que
los reclamos mapuches: su origen trasandino la Constitución de 1949 desistió de la exigen­
y las irrupciones violentas que hicieron para cia dela de 1853 sobre la conversión de los in­
llegar a los ganados de Buenos Aires, en detri­ dios al catolicismo; pero lo hizo para suprimir
mento de quienes estaban en su camino, fue­ un anacronismo, no porque considerase pre­
sen indígenas o colonos. ferible a la Pachamama. El peronismo buscó la
Como en el Chaco, ciertas concepciones protección de los aborígenes, sobre todo en el
aborígenes favorecieron la adopción del pen­ plano laboral; pero apuntó a su gradual absor­
tecostalismo: la enfermedad como resultado ción en “la gran masa del pueblo”.
de la intrusión de espíritus hostiles, a los que El activismo indigenista se hizo sentir en la
el chamán enfrenta a la vista de la comunidad, Argentina en la década del sesenta. Natural­
la anunciada catástrofe del mundo y la eficacia mente, no surgió en el aislamiento de las co­
persuasiva de la oratoria, de gran papel en las munidades rurales sino en el medio informa­
reuniones. El culto aspira a monopolizar los do e interactivo de las ciudades, impulsado
170 recursos de cohesión cultural, por lo que re­ por aborígenes emigrados, que sabían de la
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

l Escena de culto pentecostal. Comunidad wichí de Carboncito, provincia de Salta. Foto M. Califano, 1982.

organización de movimientos similares en nar la ley 23.302, que en 1985 admitió la per­
otros países de Iberoamérica. Entre los prirne­ sonería jurídica de las comunidades aboríge­
ros logros hay que señalar la ampliación en nes, y la más significativa, la Constitución Na­
175.000 hectáreas de las tierras asignadas a las cional (reformada en 1994), cuyo artículo 75
agrupaciones mapuches del Neuquén, decre­ reconoce la preeidstencia étnica y cultural de
tada en 1964. Otro eco de estas preocupacio­ los pueblos indígenas y la propiedad tanto de
nes fue el censo indígena dispuesto en 1965, las tierras que tradicionalmente ocupan como
importante esfuerzo del cual, sin embargo, los de las que se les han de otorgar en el futuro. Al
interesados sólo participaron como informan­ igual que en experiencias anteriores, se ha dis­
tes. A poco se creó el Centro Indígena, presidi­ puesto, con sentido proteccionista, que esta
do por uno de los participantes del Malón de propiedad será comunitaria e inenajenable.
la Paz, y entre 1969 y 1973 se reunieron varios Esta solución no siempre coincide con los de­
congresos nativistas. La corriente estaba insta­ seos inmediatos de aquellos beneficiarios que
lada y pronto se diferenciaría internamente en han estado por mucho tiempo insertos en un
líneas más o menos combativas. medio condicionado por el individualismo, la
De las normas que fueron enmarcando el vida criolla y el mercado. Aunque la materiali­
proceso, en buena medida posteriores al lími­ zación de estas directivas queda, en buena me­
te cronológico de este capítulo, cabe mencio­ dida, para el futuro, ya ha habido resultados, 17]
POBLACION Y SOCIEDAD

no siendo el menor el reconocimiento orgu­ en la sociedad nacional había que luchar por
lloso y esperanzado de la condición aborigen, él.
antes comúnmente ocultada. Las migraciones a las zonas con demanda
de trabajo extrajeron a muchos indígenas del
paisaje mral que les era familiar para surnergir­
SÍNTESIS DE LAS TENDENCIAS GENERALES los, literalmente, en las periferias urbanas. Con
DE LA VIDA ABORIGEN EN EL SIGLO XX el reemplazo de la familia extensa por la nu­
clear, avanzó el individualismo en detrimento
En el plano económico, los restos de la de la solidaridad comunitaria. El conflicto ge­
antigua autosuficiencia cedieron ante la inva­ neracional fue una de las expresiones del des­
sión del mercado nacional; el apropiador­ garrarniento entre tradición y modernidad.
productor libre se convirtió, en la mayoría de La respuesta a la disolución de las viejas
los casos, en un asalariado permanente o, certidumbres fue variada. El enfrentamiento
más comúnmente, temporario. Las antiguas violento con la sociedad central, que podía ser
capacidades de cazador, de recolector o de contrarrestado fácilmente, fue sustituido por
cultivador ya no contaban. Quienes las ha­ vías oblicuas, como la adhesión (desetnifican­
bían detentado apenas calificaban ahora para te) a las iglesias periféricas o la militancia
tareas sin categoría ni estabilidad. Y si en la (reetnificante) en el indigenismo. Todo se ha
comunidad un individuo tenía asegurado un hecho y se hace en un marco de discrirnina­
lugar no muy diferente del de sus paisanos, ción que la ley no logra abolir.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRAFICA

Por el carácter de esta obra, histórico y no bién en su alcance. La inserción coercitiva en


etnográfico, se han enfatizado las relaciones de una sociedad más amplia, a la vez que disol­
los aborígenes con la sociedad nacional. Razo­ vió las instituciones étnicas, dio lugar a diver­
nes de espacio impusieron el tratamiento de sas respuestas creativas, críticas, revalorativas
los distintos grupos indígenas como unidades, y a la construcción de nuevas identidades. Los
aunque, como en cualquier comunidad hu­ aborígenes que salieron del escenario comu­
mana, había considerable diversidad intraét­ nitario para actuar plenamente en el ámbito
nica. Se utiliza el término “blanco” para indi­ nacional no están en este relato sino en otros
car brevemente la condición de “no aborigen”, capítulos de esta misma obra. El capítulo 5
que es la expresión preferida por los autores del tomo IV es un antecedente de los temas
indigenistas. También, se ha prestado más que aquí se tratan.
atención a la realidad socioeconómica que a la Las estimaciones demográficas se basan en
legislación, que en general enmarcó los hechos el Censo Nacional Indígena, 4 tomos, Ministe­
a posteriori. rio del Interior, Buenos Aires, 1968, pero se
El panorama que se ha presentado es in­ han considerado otros cálculos.
172 completo no sólo en sus detalles, sino tam­
LAS SOCIEDADES ABORÍGENES

La región chaqueña gentino”, Scripta Ethnologica, tomo 7, s. l.,


1983, págs. 73-84.
El chamanismo es una verdadera concep­ Por su parte, OSCAR NATALE, “La Inmigra­
ción arcaica del mundo, ampliamente distri­ ción Rechazada”, Todo es Historia, n” 225, Bue­
buida por Asia y América. Sobre el chamanis­ nos Aires, 1986, pág. 52, hace notar el papel
mo chaquense, pueden consultarse MARIO adaptador de las villas miseria. La compara­
CALIFANO y MARIA CRIsTINA DAssO, El chamán ción entre dos poblaciones toba procede de
wichí, Buenos Aires, 1999; EDGARDO CORDEU, FRANCISCO CARNEsE y ALICIA CARATINI, “De­
“Aproximación al horizonte mítico de los to­ mografía genética de una población toba de
bas”, Runa, tomo 12 (1-2), Buenos Aires, 1969­ Villa Iapi (Quilmes, Pcia. de Buenos Aires)”,
1970, págs. 67- 176. Etnia, tomo 36/37, Buenos Aires, 1991-1992,
El tema de los ingenios fue considerado en pág. 16.
el tomo IV, capítulo 5, de esta obra, por lo que Los investigadores de la realidad indígena
aquí se lo trata brevemente. Un testimonio chaquense favorecieron en general planes de
moderadamente crítico, escrito en 1917, lo dio aculturación graduales y fundados en el cono­
IOSE NIKLISON, Investigación sobre los indios cimiento etnográfico; por ejemplo, ENRIQUE
matacos trabajadores, San Salvador de Jujuy, PALAVECINO, “Algunas notas sobre la transcul­
1989. Sobre la expansión de los ganaderos, turación del indio Chaqueño”, Runa, vol. 9, n“
puede verse SANTIAGO BILBAO, “Poblamiento y l-2, Buenos Aires, 1958, págs. 379-389. Acaso
actividad humana en el extremo norte del pecasen de paternalismo, pero contrastan con
Chaco santiagueño”, Cuadernos del Instituto la intolerancia que manifestó MILCIADES A.
Nacional de Antropología, tomo 5, Buenos Ai­ VIGNATI en “El indigenado en la provincia de
res, 1964-1965, págs. 143-206. Buenos Aires”, Anales de la Comisión de Investi­
Acerca de las misiones franciscanas, véa­ gación Científica, tomo l, Buenos Aires,l960,
se JUAN ALFREDO TOMAsINI, “Misiones fran­ pág. 132.
ciscanas entre los grupos aborígenes de las
provincias de Salta y Jujuy”, Cuadernos Fran­ La cuña chiriguana
ciscanos, tomo 35, Salta, 1974, págs. 5-7. La
evaluación algo negativa de las misiones re­ Sobre los chiriguanos se encontrará un
ligiosas es la del etnógrafo y ex pastor pro­ conjunto de trabajos en Cuadernos Francisca­
testante ELMER MILLER, “Simbolismo, con­ nos, tomo 49, Salta, 1978. Véanse también MI­
ceptos de poder y cambio cultural de los GUEL BARTOLOME, “La situación de los indíge­
tobas del Chaco argentino”, en ESTHER HER­ nas en la Argentina: área chaqueña y provincia
MITTE y LEOPOLDO BARTOLOME (comp.), Pro­ de Misiones”, en GEORG GRUNBERG (coord.),
cesos de articulación social, Buenos Aires, La situación del indígena en América del Sur,
1977, págs. 305-338. Sobre las misiones pro­ Montevideo, 1972, págs. 309-346; GUILLERMO
testantes, del mismo MILLER, Los tobas argen­ MAGRAssI, “El complejo chiriguano-chané”, en
tinos. Armonía y disonancia en una sociedad, Censo Indígena Nacional, citado, vol. II, págs.
México, 1979; PABLO WRIGHT, “Presencia 23-60. Sobre procesos recientes, puede consul­
protestante entre aborígenes del Chaco ar­ tarse: MARIO RABEY y OMAR JEREZ, “La fronte­ 173
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

ra en los tiempos del cólera: una etnografía de na, Buenos Aires, 1987. Sobre la imbricación
trashumancias internacionales”, Cuadernos del de economía, estacionalidad y religiosidad,
Instituto Nacional de Antropología y Pensa­ puede consultarse a RODOLFO MERLINO y MA­
miento Latinoamericano, tomo 18, Buenos Ai­ RIO RABEY, “El ciclo agrario-ritual en la Puna
res, 1998-1999, págs. 339-357. argentina”, Relaciones de la Sociedad Argentina
de Antropología, Nueva serie, tomo 12, Buenos
Los guaraníes de Misiones Aires, 1978. Sobre la Pachamama, véase la mo­
nografia exhaustiva de ANA M. MARISCOTTI,
Dos testimonios de la primera mitad del “Pachamama Santa Tierra”, Indiana, tomo 8,
siglo, desde perspectivas distintas, son los del Suplemento, Buenos Aires, 1978, especialmen­
misionero FRANZ MÜLLER, Etnografía de los te las págs. 47-70. Sobre cuestiones sanitarias y
Guaraní del alto Parana, Buenos Aires, 1989, y educacionales, pueden consultarse dos artícu­
de la etnógrafa WANDA HANKE, Dos años entre los publicados en Relaciones de la Sociedad Ar­
los Cainguá, Buenos Aires, 1995. Para condi­ gentina de Antropología, Nueva serie, tomo 6,
ciones más recientes, véase MIGUEL BARTOLO­ Buenos Aires, 1972; son los de NESTOR PALMA,
ME, op. cit. “Un enfoque antropológico de los problemas
El trabajo de ELsE WAAG, “La cestería cain­ educacionales y médico-sanitarios”, págs. 63­
guá”, Relaciones de la Sociedad Argentina de 77, y SUSANA RINGUELET, “Estudio antropobio­
Antropología, Nueva serie, tomo 6, Buenos Ai­ lógico en una población de la Puna argentina”,
res, 1972, págs. 145-162, abarca más que lo págs. 53-62.
que el título sugiere. Sobre el papel mediador
del paí, véase MIGUEL BARTOLOME, “El shaman Las pampas
guaraní como agente intercultural”, en Rela­
ciones de la Sociedad Argentina de Antropolo­ Un tratamiento general se encuentra en
gía, Nueva serie, tomo 5, n” 2, Buenos Aires, LUIS AMOROSO y SARA NEWBERY, “Breve reseña
1971, págs. 107-114. sobre el panorama aborigen del área sur de la
República Argentina”, en Censo Indígena Na­
El Noroeste cional, citado, vol. IV, págs. 17-31. La obra de
ABELARDO LEVAGGI, Paz en la frontera. Historia
Para el marco histórico, pueden consultar­ de las relaciones diplomáticas con las comuni­
se: IAN RUTLEDGE, Cambio agrario e integra­ dades indígenas en la Argentina (siglos XVI­
ción. El desarrollo del capitalismo en Jujuy: XIX), Buenos Aires, 2000, págs. 318-322, trata
1550-1960, San Miguel de Tucumán, 1987, y los acuerdos entre la provincia de Buenos Ai­
ERIK LANGER y VIVIANA CONTI, “Circuitos co­ res y la tribu Coliqueo. Acerca de esta última
merciales tradicionales y cambio económico comunidad, véanse también: MEINARDO HUx,
en los Andes centromeridionales (1830­ Coliqueo. El indio amigo de Los Toldos, 3° edi­
1930)”, Desarrollo Económico, vol. 31, n“ 121, ción, Buenos Aires, 1980, e ISABEL HERNANDEZ,
Buenos Aires, 1991, págs. 91-111. Una auto­ La identidad enmascarada. Los mapuche de Los
biografía oral fue recogida en MARÍA SUSANA Toldos, Buenos Aires, 1993. Sobre el rechazo
174 CIPOLLETTI, Calixto Llampa: una vida en la Pu­ judicial de la personería de las comunidades,
LAS SOCIEDADES ABORIGENES

puede consultarse ABELARDO LEVAGGI, “Trata­ cha información (pese a no conocer bien el es­
miento legal y jurisprudencial del aborigen en pañol ni el mapuche) M. lNEZ HILGER, Arauca­
la Argentina durante el siglo XIX”, en ABELAR­ nian child life and its cultural background,
DO LEVAGGI (coord.), El aborigen y el derecho Smithsonian Miscellaneous Collections, 133,
en el pasado y el presente, Buenos Aires, 1990, Washington, D.C., 1957. Son valiosísimos los
pág. 280. Sobre los grupos del Azul, véase MI­ recuerdos de PABLO PAILLALEE, en GREGORIO
GUEL H. GONZALEZ, “Catrie Mapu. Sociedad y ALVAREZ, El tronco de oro. Folklore del Neuquén,
cultura del indigenado en Azul (Pcia. de Bue­ Buenos Aires, 1968, págs. 281-309. Los traba­
nos Aires)”, Monografías, tomo 2, s. l., 1967, jos de LUIs AMoRoso y SARA NEWBERY, op. cit.,
págs. l-S6. y MABEL R. DE BIANCHI, MARTA BORRUAT DE
La opinión racista de MILCIADEs A. VIGNA­ BUN y ANA M. MARIscoTTI, “Las parcialidades
TI, op. cit., pág. 129-132, era asimismo la de araucanas del Neuquén meridional”, Cuader­
buena parte de la sociedad dominante. HEC­ nos del Instituto Nacional de Investigaciones
TOR GREsLEBIN, “interrogatorios ranquelinos”, Folklóricas, tomo 2, Buenos Aires, 1961, págs.
Cuadernos del Instituto Nacional de Investiga­ 199-234, resumen la situación de la década de
ciones Folklóricas, tomo 2, Buenos Aires, 1961, 1960.
págs. 51-70, reúne recuerdos de la década de Para un análisis de las vicisitudes de los in­
1920. Para épocas más recientes, véase JOSEFA digenas de una de las zonas menos pobladas
SANTANDER, “Contribución a la etnología del país, véase BEATRIZ DEL VALLE MOLDES, “Plu—
pampeana (1966)”, en Censo Indígena Nacio­ mas, pieles, tejidos y ganado. Contribución al
nal, citado, tomo IV, págs. 59-84. Una actuali­ conocimiento de la transición del sector social
zación se encuentra en MARIA I. PODUJE, ANA con economía doméstica en Somuncurá”, en
FERNANDEZ GARAY y SILVIA CROCHETTI, Narra­ RICARDO FREDDY MAsERA (coord.), La meseta
tiva ranquel. Los cuentos del zorro, Buenos Ai­ patagónica del Somuncurá. Un horizonte en
res, 1993, donde se trata más de lo que el títu­ movimiento, Viedma, 1998, págs. 77-206. Sobre
lo haría creer. las comunidades actuales del noroeste patagó­
nico, pueden consultarse: ENRIQUE SANCHEZ Y
Nmpatagonia IULIA, “Economía y grupo doméstico en crian­
ceros”, Estudios y Documentos. Centro de Inves­
Un trabajo pionero es el de TOMAS HA­ tigaciones Científicas de Río Negro, n” 9, Vied­
RRINGTON, “Contribución al estudio del indio ma, 1982, págs. 65-91; CLAUDIA BRIONES DE
Gününa Küne”, en Revista del Museo de La LANATA y MIGUEL OLIVERA, “Correlaciones eco­
Plata, Nueva serie, tomo 2 (n° 14 [Antropolo­ nómicas, sociales y rituales del ciclo anual en la
gía]), La Plata, 1946, págs. 237-275. Conviene comunidad mapuche de Ancatruz (Pcia. de
complementarlo con MARCELO BORMIDA y RO­ Neuquén)", inédito; MIGUEL OLIVERA y CLAU­
DOLFO CAsAMIQUELA, “Etnografía Gününa-ke­ DIA BRIONEs DE LANATA, “Proceso y estructura:
na. Testimonio del último de los tehuelches transformaciones asociadas al régimen de ‘re­
septentrionales”, Runa, tomo 9 (l-2), Buenos serva de tierras’ en una comunidad mapuche”,
Aires, 1958-1959, págs. 153-193. Sobre los Cuadernos de Historia Regional, tomo 10, Lu­
manzaneros al promediar el siglo, obtuvo mu­ ján, 1987, págs. 29-73; ALEJANDRO BALAzoTE 175
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

OLIVER y JUAN C. RADOVICH, “Procesos migra­ de Antropología, Nueva serie, tomo 18, Buenos
torios en dos reservas mapuche de Río Negro y Aires, 1990-1992, págs. 139-180. Sobre la situa­
Neuquén”, Cuadernos del Instituto Nacional de ción hacia la mitad del siglo, pueden consultar­
Antropología y Pensamiento Latinoamericano, se FEDERICO ESCALADA, El complejo “tehuelc ’Ï
tomo 14, Buenos Aires, 1992-1993, págs. 9-22. Estudios de etnografia patagónica, Buenos Aires,
Sobre los mercachifles, véanse: MAURICIO BOI­ 1949, y IOSE IMBELDONI, “Los patagones. Caracte­
vIN y VICTORIA CASABONA, “Desarrollo comu­ rísticas corporales y psicológicas de una pobla­
nítario: una reproducción de la desigualdad”, ción que agoniza", Runa, tomo 2, n‘ l-2, 1949,
comunicación presentada en el Primer Con­ págs. 5-58. Los procesos pueden seguirse en
greso Argentino de Antropología Social, Posa­ EDELMI GRIvA y GRIsELDA DALLA MARTA, “Breve
das, 1983, y JUAN C. RADOvIcI-I y ALEJANDRO reseña sobre los últimos tehuelches meridiona­
BALAZOTE, “Mercachifles y cooperativas: un les”, en Censo Indígena Nacional, citado, vol. IV,
análisis del intercambio”, Runa, n’ 19, Buenos págs. 85-114. En RODOLFO CAsAMIQUELA, OsvAL­
Aires, 1989-1990, págs. 135-146. DO MONDELO, ENRIQUE PEREA y MATEO MARTI­
Tratan cuestiones educativas SILVIA MELLI­ NIC BEROs, Del mito a la realidad. Evolución ico­
No, “A propósito de la antropología educativa nográfica del pueblo tehuelche meridional,
en la reserva de Ancatruz, provincia de Neu­ Buenos Aires, 1991, se presenta y comenta de
quén”, Relaciones de la Sociedad Argentina de manera experta documentación fotográfica
Antropología, Nueva serie, tomo 15, Buenos Ai­ muy valiosa. Sobre mitología, pueden consul­
res, 1983, págs. 133- 143, y MARIA LEONOR ACU­ tarse MARCELO BORMIDA y ALEJANDRA SIFFREDI,
ÑA y ANDREA MENEGOTTO, “Las lenguas de los “Mitología de los tehuelches meridionales”, Ru­
mapuches argentinos”, Cuadernos del Instituto na, tomo 12, n‘ 1-2, Buenos Aires, 1969-1970,
Nacional de Antropología y Pensamiento Lati­ págs. 199-245, y los siguientes trabajos de SIE­
noamericano, tomo 14, Buenos Aires, 1992­ FREDl: “El ciclo de Elal, héroe mítico de los aoni­
1993, págs. 9-22. Sobre mito y rito, véase R0­ k’enk”, Runa, tomo 11, n“ 1-2, Buenos Aires,
DOLFO CASAMIQUELA, Estudio del nguillatún y la 1968, págs. 149-160; “Hierofanías y concepcio­
religión araucana, Bahía Blanca, 1964; y del nes mítico-religiosas de los tehuelches meridio­
mismo autor, En pos del Gualicho, Buenos Ai­ nales”, Runa, tomo 12, n“ 1-2, Buenos Aires,
res, 1988; ambos con amplia bibliografia. 1969-1970, págs. 247-271. La sesión chamánica
oficiada por la señora Yebes consta en FERNAN­
Patagonia meridional DO PAGÉS LARRAYA, JORGE FILIPPO y CARLA SAc­
CHI, Tehuelches: antropología psiquiátrica de la
Sobre el grupo de Quilcharnal a principios extinción, Buenos Aires, 1988, págs. 83-86.
de siglo, véase CLEMENTE ONELLI, Trepando los
Andes, Buenos Aires, 1904, cap. VII. Los despla­ Tierra del Fuego
zamientos indigenas después de las campañas
militares de fines del siglo XIX son rastreados De la obra exhaustiva de MARTIN GUSINDE,
por ANA AGUERRE, “Familias aborígenes del área Los indios de Tierra del Fuego, véanse el tomo
del río Pinturas, noroeste de la provincia de 1, vol. I, Buenos Aires, 1982, págs. 131- 174 y el
176 Santa Cruz”, Relaciones de la Sociedad Argentina tomo 2, vol. I, Buenos Aires, 1986, págs. 217 a
LAS SOCIEDADES ABORIGENES

350. En E. LUCAS BRIDGES, Uttermost Part of the evangélica en los Andes Centrales de Argenti­
Earth, Londres, 1963 (la primera edición es de na”, Etnia, tomo 38-39 (1993), 1994, págs. 85­
1948), el autor relata su vida, que transcurrió 124. Sobre el norte patagónico, puede consul­
en estrecho contacto con los yámana y, sobre tarse: IUAN C. RADOVICH, “El pentecostalismo
todo, con los selk’nam. Aquí interesa la parte V. entre los mapuches del Neuquén”, en Relacio­
En las obras de ANNE CHAPMAN, El fin de un nes de la Sociedad Argentina de Antropología,
mundo: los Selk’nam de Tierra del Fuego, Bue­ Nueva serie, tomo 15, Buenos Aires, 1983,
nos Aires, 1989, y Los selk’nam. La vida de los págs. 121-143.
onas, Buenos Aires, 1986, se reúnen, además
de datos bibliográficos, informes provistos por El indigenismo
los últimos selk’nam que tenían conocimiento
de las tradiciones. LUIS BORRERO, Los Selk’nam Entre los trabajos generales sobre el tema,
(Onas). Su evolución culturaL Buenos Aires, pueden consultarse: IOSE FRIGERIO, “El indio
1991, trata la desaparición de estos indígenas también es argentino”, Todo es Historia, n" 261,
como un accidente ecológico. Buenos Aires, 1989, págs. 78-100; CARLOS
MARTINEZ SARASOLA, Nuestros paisanos los in­
Las religiones evangélicas entre los aborígenes dios, Buenos Aires, 1992; MORITA CARRASCO y
CLAUDIA BRIONES, “La tierra que nos quitaron?
Una hipótesis general sobre la posesión Reclamos indigenas en Argentina, Buenos Ai­
del Espíritu Santo se encuentra en I. M. LEWIS, res, 1996. Sobre los esfuerzos por restaurar los
Ecstatic Religion. An Anthropological Study of valores étnicos en la comunidad Coliqueo,
Spirit Possession and Shamanism, Harmonds­ véase ISABEL HERNANDEZ, op. cit.
worth, 1971. Sobre el evangelismo entre los Con un enfoque indigenista, CURAPIL CU­
wichí, véanse MARIO CALIFANO, “Un ejemplo RRUHUINCA y LUIS ROUX, Las matanzas del Neu­
de hermenéutica bíblica etnográfica: el caso quén. Crónicas mapuches, 3° edición, Buenos Ai­
mataco”, en Scripta Ethnologica, tomo lO, res, 1987, epílogos I y II, tratan el problema de la
1986, págs. 79-85, y CALIFANO y DASSO, op. cit. tierra hasta las entregas de campos en 1964. So­
Sobre los tobas, pueden consultarse: EDGARDO bre el problema de la administración de los bie­
CORDEU y ALEJANDRA SIFFREDI, De la algarroba nes comunales en grupos que están habituados
al algodón. Movimientos milenaristas del Cha­ a la gestión individual de sus intereses, consúl­
co argentino, Buenos Aires, 1971, cap. V; COR­ tense: CARLOS REBORATTI, El alto Bermejo. Reali­
DEU, “Aproximación al horizonte mítico de los dades y conflictos, Buenos Aires, 1998, págs. 96­
tobas”, citado, págs. 159-170; MILLER, Los to­ 97 y IUAN C. RADovIcI—I y ALEJANDRO BALAZOTE
bas argentinos. Armonía..., citado; WRIGHT, OLIVER, Gran obra e impacto social en Pilquini­
“Presencia protestante...”, citado, y “Sueño y yeu, Buenos Aires, 1993, especialmente su capí­
poder entre los Tobas (Argentina)”, en MI­ tulo IV. En 1989, los crianceros de esta localidad
CHEL PERRIN (coord.), Antropología y expe­ rionegrina exigieron que las parcelas con que
riencias el sueño, Quito, 1990, págs. 215-237. fueron compensados cuando Sus campos resul­
Sobre el Noroeste, véase RITA SEGATO, “Cam­ taron afectados por una obra pública, Se otorga­
bio religioso y desetnificación: la expansión sen a título individual y no colectivo. 177
5 . LA CIUDAD Y-SUS TRANSFORMACIONES

Ramón Gutiérrez

LA CIUDAD ARGENTINA EN LA PRIMERA MITAD cipales del país a partir del plan del ingeniero
DEL SIGLO XX Villanueva de 1904. La reestructuración y
compleción de los puertos, particularmente
EL CONTEXTO DE [A CIUDAD el “Puerto Nuevo” de Buenos Aires (1915) y
el desarrollo de los de Rosario, Santa Fe, Co­
La ciudad que se analiza en este capítulo rrientes y luego el de Barranqueras sobre el
desde el punto de vista físico presenta un pa­ Paraná, fueron impactos importantes en esta
norama distintivo de los períodos anteriores. fase de expansión. Iunto a ellos, las usinas (en
En efecto, no es éste un tiempo de grandes Buenos Aires y Bahía Blanca, por ejemplo)
emprendimientos fundacionales sobre el te­ marcaron, al igual que los primeros elevado­
rritorio, sino más bien un momento expresivo res de granos, el perfil inconfundible de aquel
de profundas mudanzas en los antiguos nú­ borde urbano.
cleos urbanos. En estas transformaciones físi­ Pero las condiciones ambientales se ha­
cas tienen peculiar importancia el acelerado bían deteriorado en algunos centros como
proceso de urbanización y concentración de­ Buenos Aires y Rosario, donde la construcción
mográfica —con la creciente demanda de servi­ de nuevos “conventillos” mostraba la para­
cios- la formación de los barrios de vivienda dójica rentabilidad del hacinamiento. Esta
con sus equipamientos comunitarios, la ter­ realidad era la consecuencia del proceso de
ciarización de zonas urbanas y la reformula­ concentración migratoria y la preferencia tra­
ción del espacio público. dicional por la “centralidad” urbana que lle­
Los ensanches urbanos y la consolidación vaba aceleradamente a la decadencia de zo­
de los antiguos barrios residenciales marca­ nas como el antiguo barrrio sur de Buenos
ron la impronta de esta fase de la ciudad ar­ Aires. A partir de la Ley de Casas Baratas,
gentina ya consolidada. Por una parte, una propuesta por el diputado cordobés Caffera­
progresiva densificación de las zonas centra­ ta, comenzó una tímida política por parte del
les fue acompañada por los primeros servi­ Estado para atender la solución del problema
cios de infraestructura y equipamiento, don­ habitacional.
de las redes de saneamiento y agua potable La insuficiencia de las viviendas concreta­
comenzaron a instalarse en las ciudades prin­ das (1.095 unidades entre 1916 y 1947) pron­ 179
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

to hizo olvidar las encendidas polémicas ini­ PARIS.’ EL MODELO URBANO


ciales, que habían llevado a los socialistas a
sostener que la vivienda popular debía resol­ Aquellas antiguas ideas que caracterizarían
verse através de la iniciativa privada (sus coo­ al urbanismo finisecular, basadas en facilitar el
perativas) y no por acciones del Estado, o cu­ tránsito de carruajes a través de anchas aveni­
riosamente, a la posición conservadora de das y calles diagonales, preocupadas en atender
Cafferata que reivindicaba el papel sustitutivo las condiciones de higiene y salubridad, y ad­
del Estado para proteger a los sectores de me­ heridas a los patrones de una belleza urbana en
nores recursos. la organización de los hitos monumentales,
En contraposición con la acción oficial, mantuvieron su vigencia en las primeras déca­
la iniciativa privada extendía la ciudad a tra­ das del siglo XX. Pero, al mismo tiempo, el cre­
vés de loteos, utilizando como punta de lan­ cimiento y diversificación de la demanda, des­
za el tendido de las redes de tranvías que co­ de el paso del carruaje al automóvil, de la
municaban el centro con enormes espacios extensión de las redes de agua potable y sanea­
abiertos, propiedad de los “urbanizadores” miento, del consumo energético en la incipien­
inmobiliarios. A la vez, en torno de las inci­ te periferia industrial y en la acelerada presen­
pientes industrias se formarían las barriadas cia de la obra pública, fueron exigiendo
obreras, que muchas veces eran fomentadas criterios urbanos y planificación física.
por ellas, aspirando a tener próxima la mano Hacia 1914, con el tren subterráneo fun­
de obra que requerían. Los loteos de bajo cionando bajo la Avenida de Mayo, Buenos Ai­
costo y con medios de transporte asegurados res ratificaba el carácter aventajado entre las
expandieron rápidamente la mancha urbana ciudades de Sudamérica e ingresaba en la mo­
y colmaron los espacios abiertos que sepa­ dernidad del transporte articulando los nue­
raban a las áreas centrales de Buenos Aires vos espacios simbólicos del Poder Ejecutivo y
de los antiguos asentamientos de Flores y la Legislatura. La Avenida, converüda en el sa­
Belgrano. lón de la ciudad, era el escenario de exhibición
En la capital del país, las viejas áreas resi­ paradigmático, de aquello que Clemenceau
denciales de la colonia mostraban ya pocos había reconocido como “una gran ciudad de
testimonios de la “gran aldea”, mientras en Europa”. El proyecto mimetizador con París
torno de la Plaza de Mayo se comenzaba a in­ había visto desfilar los diseños innovadores de
sinuar una compacidad de servicios tercia­ José Bouvard (1907-1910), que dejó los em­
rios, bancarios, financieros y comerciales que briones de las diagonales, y los posteriores in­
devendrían en la consolidación de lo que se tentos de Juan Nicolás Forestier (1924) o los
ha dado en llamar “la city porteña”. Todas las buenos consejos de León Iaussely y Alfredo
intervenciones urbanísticas que se pensaron Agache. Los paisajistas franceses como Cour­
en estos años tenían como finalidad actuar tois y Thays, o sus discípulos como Benito Ca­
sobre este conjunto central, ya fuera para rrasco, habían hecho realidad el sueño verde
descentralizarlo o para ratificar sus condicio­ de los higienistas del positivismo finisecular.
nes hegemónicas de la vida política y econó­ Lentamente las ideas del urbanismo fran­
180 mica del país. cés, aquel de la “estética edilicia” que impuso
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

Haussman en París, venían a consolidarse con PROPUESTAS DE GRANDES INTERVENCIONES


los proyectos que la propia Municipalidad URBANAS

propiciaba bajo la tutela intelectual de Martín


Noel. Durante el gobierno de Marcelo T. de Desde el Plan de la Comisión de Estética
Alvear, la intendencia de Carlos Noel propició Edilicia de 1925, las diferentes reparticiones del
el plan que habría de resumir los parámetros Estado vinculadas a la obra pública y al muni­
afrancesados que habían ido perfilando cipio, o directamente los arquitectos relaciona­
Bouvard y Maillart y que consolidó el paisajis­ dos con el urbanismo, plantearon decenas de
ta Forestier. La Costanera Norte como apertu­ intervenciones de fuerte impacto urbano, que
ra de la expansión y la Costanera Sur como eran, a la vez, acompañadas entusiastamente
proyecto de regeneración de áreas populares, con nuevos proyectos generados en las entida­
fueron fruto de estas iniciativas municipales. des intermedias, como la Asociación de Ami­
La apertura de nuevos barrios y la formación gos de la Ciudad o la propia Sociedad Central
de parques o plazas, como consecuencia de la de Arquitectos. La zona central de Buenos Ai­
adquisición de las antiguas quintas de Hale, res vio florecer proyectos para demoler la Casa
Lezica o Lezama, fueron mostrando una es­ Rosada, la Catedral, la Intendencia, el Cabildo
trategia de acción que intentaba articular las y otros edificios significativos del patrimonio
acciones urbanas con unos subjetivos irnagina­ de la ciudad, para construir conjuntos “sis­
rios estéticos. tematizados”, en concordancia con las ideas de
Las preocupaciones urbanas sistematiza­ las acciones urbanísticas totalitarias en boga en
das por la pedagogía francesa se impusieron diversos países de Europa.
sin contrapeso por el prestigio del modelo Los proyectos para crear “centros cívicos”
parisino, aunque un cierto cansancio sobre sobre la Avenida 9 de Julio, trasladar el Muni­
las fugaces visitas de funcionarios y profesio­ cipio al Parque Rivadavia (presunto baricentro
nales extranjeros se demostró en el fracaso geográfico de la ciudad) o crear un “Centro de
de la contratación del arquitecto Chaussemi­ Gobiemo Nacional” mudando Catedral, Casa
che por parte del Municipio. Por su lado, de Gobierno, ministerios y embajadas a Paler­
Carlos Della Paolera impulsó desde 1928 una mo, evidenciaban esta visión del poder omní­
Oficina Técnica en el Municipio y la creación modo del Estado para tomar grandes decisio­
de un Instituto de Urbanismo en la Universi­ nes urbanas, basadas en argumentos tan
dad de Buenos Aires, tratando de formalizar endebles como las equidistancias o la simple
los instrumentos que racionalizarán las deci­ disponibilidad del espacio abierto. Predomina­
siones urbanas desde el Estado. Después que bala visión fundacional, de la gran obra públi­
Le Corbusier declarara a Buenos Aires en ca frente a la vida cotidiana de la ciudad y a sus
1929 como “la ciudad sin esperanza”, algunas elementos emblemáticos.
visiones más optimistas en la década de 1930 Cuando se analizan los proyectos de la
aportarían nuevas lecturas, como las del ale­ Avenida Norte-Sur (luego 9 de Julio) en el
mán Werner Hegemann, quien también ha­ imaginario de su propulsor, el doctor Luro
ría apuntaciones sobre Rosario y Mar del (1909), se ve el intento de sistematización de
Plata. una monótona continuidad de edificios 18]
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

afrancesados. Luego de la apertura de las ave­ El suburbio se iba saturando diferencial­


nidas y con la ubicación del obelisco por Al­ mente. Desde la periferia, que marcaba el há­
berto Prebisch en 1936, se vislumbra otra bitat de las primeras migraciones convocadas
imagen sistematizadora, aunque ahora racio­ por la industrialización de la posguerra, hasta
nalísta, la misma que predomina en las altu­ el barrio residencial que adquiría los modelos
ras y cornisas de las nuevas diagonales. Si se de la “ciudad jardín” inglesa con calles foresta­
toma el proyecto de Angel Guido para la das, amplias veredas y vivienda individual en
Avenida 9 de Iulio, se verá el monumentalis­ espacioso terreno ajardinado. Tramas de dife­
mo urbano a la escala de las intervenciones rencial ocupación, bajas alturas y densidades,
mussolinianas, tan prestigiadas en la década la ciudad argentina hasta mediados del siglo
de 1930. Todas estas intervenciones sobre el XX mantuvo una cierta unidad paisajística
mismo espacio pretendían uniformar un per­ más allá de la división predial y de las trans­
fil urbano que terminó siendo, en un proceso formaciones del tejido urbano.
absolutamente distinto, heterogéneo y des­
controlado; lejano, por lo tanto, de aquella Los CAMBIOS INTERNOS DE LA CIUDAD

uniformidad soñada. Parece, pues, clara la (1 91 4-1950)


distancia entre pensamiento y realidad, o en­
tre ideas y posibilidades en aquella década El período intercensal que va de 1914 a
signada por la euforia de la obra pública co­ 1947 señala una evidente tendencia hacia la
mo símbolo del Estado eficiente. urbanización que se prolongar-ía hasta el fin
Mejor suerte tuvieron las intervenciones de siglo. El impacto de concentración en la re­
sobre las periferias, pues cuando el proyecto se gión metropolitana, favorecido por la expan­
realiza sobre un área abierta, la viabilidad es sión industrial del área y la recuperación de la
mucho más evidente. El caso de la Avenida de actividad portuaria y del papel agroexporta­
Circtmvalación (la General Paz), realizada por dor durante la guerra mundial, marcó trans­
impulso del ingeniero Palauo en 1936, tuvo formaciones intemas claras en los núcleos ur­
desde un inicio el carácter de park-way que se banos del eje Rosario-Buenos Aires-La Plata.
propuso y que mantuvo durante décadas. Es La ciudad argentina no solamente testi­
también éste el momento en que se plantea la moniaba cambios en su paisaje urbano, en su
recuperación del diálogo de la ciudad con su escenografía ambiental. Ello también sucedió
entomo. Las costaneras de Buenos Aires testi­ en su trama. Allí donde el tejido estaba conso­
monian una larga saga de intervenciones en lidado, el relevo de la casa de medio patio
Corrientes, Santa Fe, Rosario, Gualeguaychú, (“casa chorizo” en el léxico popular) se dio
que expresan esta preocupación ambiental y por el petit hótel de varias plantas, donde ca­
paisajística. A partir de 1947, con la creación de da una tenía un usuario diferente. La cons­
la Secretaría de Aeronúatica, se planteó la loca­ trucción de casas fue uno de los elementos di­
lización de los aeropuertos, marcando una námicos de las transformaciones urbanas-,
nueva realidad de impacto suburbano que, su­ pero luego de 1948, con la Ley de Propiedad
peradas las antiguas infraestructuras de los “ae­ Horizontal, el panorama inmobiliario cambió
l82 roclubes”, obligó a un plan estratégico nacional. sustancialmente.
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

Esto no solamente sucedió por el nuevo normas que atendían a las alturas, líneas de
instrumento de aplicación, sino porque la ac­ frente, superficie de ocupación del predio y
tividad constructora residencial había ido for­ remate de los edificios, desde 1928 marcaban
mando la ciudad con el mecanismo de la in­ pautas cada vez más precisas. El ejercicio de
versión para casas de renta. Primero con los pensar la ciudad que podría resultar de ha­
sistemas de viviendas adosadas con núcleos berse construido respetando todas las orde­
diversos por planta y luego, por densificación nanzas en vigencia, evidencia lo absurdo de
ocupacional en varias plantas, al amparo de las normas genéricas aplicadas al conjunto de
las mayores posibilidades que otorgaban las la ciudad. Mucho más grave sería la situación
estructuras de hierro o de cemento armado y cuando en las décadas siguientes, las regla­
la generalización del ascensor. La aplicación mentaciones de Buenos Aires fueron trasla­
de la Ley de Alquileres en la década de 1940 dadas casi sin autocrítica a ciudades media­
marcó una parálisis de esta forma de inversión nas, intermedias y pequeñas de distintas
y generó una manera diferenciada de hacer partes del país.
ciudad a partir de los grandes planes de vi­ En ese contexto, decisiones como las de­
vienda realizados por el Estado. moliciones para la apertura de la Avenida 9
Sin embargo, estas décadas que van de de Iulio o el ensanche de la Avenida Corrien­
1930 a 1950 serán muy importantes en la ex­ tes en Buenos Aires significaban operaciones
pansión urbana de las ciudades intermedias de cirugía urbana que se explicitaban como
como Bahía Blanca (que celebró su centena­ señal de “progreso”, llevando a muchas ciuda­
rio en 1928 con una importante renovación des a acciones reflejas que hicieron perder un
edilicia), La Plata (con la transformación del valioso patrimonio edilicio. A ello se debe
borde y la zona de Punta Lara), Mendoza, Tu­ sumar que algunas de estas intervenciones
cumán, Santa Fe, y sobre todo las mayores, duraban décadas en concretarse, con expecta­
como Rosario y Córdoba. Se trata de una ex­ tivas de demolición en suspenso que desalen­
pansión de baja densidad de viviendas predo­ taban inversiones de cualquier tipo en las
minantemente individuales y de tipología rei­ áreas urbanas.
terativa, generalmente compacta y despojada A la vez, el prestigio del rascacielo creció
poco a poco de ornamentación. El perfil de exponencialmente con vistas al nuevo espejo
los nuevos barrios contrastaba con el alza de norteamericano. El Palacio Barolo (1922) de
los valores inmobiliarios de las áreas centrales Mario Palanti dejó una impronta de ruptura
y sobre todo en la mezquindad del uso del en el diferenciado, pero armónico, conjunto
suelo urbano. El lenguaje de una modernidad de la Avenida de Mayo. Posteriormente, el Mi­
externa aparecía condicionado por el afán de hanovich, el Comega, el Safico y el Kavanagh
rentabilidad, encubriendo reducidos patios de Sánchez, Lagos y de la Torre (1933-1935)
de aire y luz en los edificios de altura con la marcaron los hitos urbanos de una nueva ma­
consiguiente degradación en las calidades nera de prestigiar a la ciudad por los edificios
ambientales. sobresalientes. En Rosario, las obras del estu­
Los códigos de edificación, que fueron re­ dio De Lorenzi, Otaola y Roca, particularmen­
glando los crecimientos urbanos a partir de te en el edificio de La Comercial (1939), seña­ 183
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

lan la coincidencia simbólica. Proyectos ima­ De estos técnicos surgieron ideas como las
ginativos, como el edificio colgado de unos de la ciudad universitaria (ciudad dentro de la
pórticos estructurales que plantea Amancio ciudad) que marcaban los límites posibles de
Williams, eran presentados afirrnándose que una zonificación rígida y excluyente, que tuvo
“su sola existencia en la ciudad [creará] la parcial fortuna en diversas ciudades: Buenos
fuerza dinámica necesaria para empujarla a la Aires (1938 inicialmente), Córdoba y Bahía
verdadera solución urbanística”. Blanca en los tramos finales del gobierno de
Iuan D. Perón. También los centros cívicos,
DE IA TRAZA AL NUEVO PAISAJE URBANO cuyos proyectos emblemáticos fueron el de
Bariloche en 1936 y el de Santa Rosa de La
La década de los cuarenta marcó también Pampa en 1954, prenunciaban esta concentra­
la euforia de los planes reguladores que desfo­ ción de funciones, mientras algunas ideas, que
garon a los antiguos proyectistas de centros cí­ luego han sido históricamente recurrentes, co­
vicos y renovaciones urbanas por todo el país. mo la de la “aeroisla”, se proponían novedosa­
Los anteproyectos para la reconstrucción de mente en la década de los treinta.
San Iuan, luego del terremoto de 1944, pusie­ Pero también aparecieron en este momen­
ron en evidencia la oferta de modelos desde la to las estrategias que no procedían de la ejer­
ciudad jardín, a las supermanzanas del urba­ citación de las prácticas urbanísticas o de los
nismo moderno y, finalmente, a la razonabili­ criterios transculturados desde Europa o Esta­
dad de mantener lo preexistente frente a la dos Unidos. Angel Guido planteaba en la dé­
aventura de la ciudad ex novo. Los concursos cada de 1940 la “reargentinización edilicia por
para los planes de Rosario (1928) y de Mendo­ el urbanismo” y arremetía sobre las antiguas
za (1940), o el del ingeniero Benito Carrasco trazas de Salta y Tucumán, destruyendo la au­
en Córdoba (1927), marcaron hitos en el desa­ téntica huella de la ciudad colonial para posi­
rrollo de la nueva ciencia urbanística. El lla­ bilitar ejes monumentales y valoraciones ex­
mado “Plan Le Corbusier” para Buenos Aires, cepcionales de obras que tendrían, sin dudas,
publicado en 1947, venía a demostrar la prefe­ altos valores artísticos pero que quedaban des­
rencia por el modelo ideal antes que por la prendidas de la trama urbana y del contexto
realidad urbana que ejercían los urbanistas de en que habían sido construidas.
los Congresos Internacionales de Arquitectura La grandilocuencia patriótica de la época
Moderna (CLAM). se canalizaba así en estas propuestas, que a ve­
La crítica a la cuadrícula y a la manzana co­ ces destruían directamente al patrimonio por­
mo soporte fue planteada por los arquitectos que era poco importante, mientras que otras
del Grupo Austral, propiciando un nuevo tipo proponían destruir la ciudad para dar realce al
de ciudad y de barrio, mediante una forma de monumento. Las ordenanzas urbanas de Salta
apropiación del suelo urbano que dejara dela­ (1938), que indicaban que “serán obligatorios
do el mezquino loteo. Algimos de sus miem­ los siguientes estilos: colonial, neocolonial, ca­
bros trabajaron en la Oficina del Plan Regula­ liforniano, sevillano, renacimiento español,
dor creada en 1947 e influirían en las ideas de español y plateresco” en el área central, de­
184 planificación vigentes en las décadas siguientes. mostraban no solamente la confusión de las
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

l Plaza San Martín en Rosario hacia 1920. Permanece la vigencia de los edificios públicos.

autoridades en materia de historia de la arqui­ ferentemente clasicista. Algunas de las obras


tectura, sino la apertura de la compuerta por testimoniaban el anacronismo academicista,
la cual se demolieron decenas de edificios au­ como el Ministerio de Guerra (1937), el de
ténticamente coloniales para construir otros Marina (proyecto no construido) y posterior­
“neocoloniales”. mente la Facultad de Derecho de Buenos Ai­
Finalmente, la sanción en 1940 de la Ley res (1942-1949). En la provincia de Buenos
de Museos, Monumentos y Lugares Históricos Aires el gobernador conservador doctor Ma­
vino a posibilitar una tutela legal sobre aque­ nuel Fresco (1936-1940) en un plan sistemáti­
llos bienes reconocidos específicamente por el co dotaría a muchas de las ciudades de su casa
Estado como integrantes del patrimonio cul­ municipal, mercado, matadero, escuelas y ce­
tural de la Nación. La ley incluía monumentos menterio, realizadas en las expresionistas lí­
aislados y no legíslaba sobre conjuntos y nú­ neas art déco y racionalistas que impuso el ar­
cleos urbanos, lo que configura una carencia quitecto Francisco Salamone.
aún hoy no cabalmente resuelta. Otras obras públicas, como las realizadas
En los años de gobiernos autoritarios, sur­ por el ecléctico arquitecto Alejandro Bustillo
gidos a partir de 1930, la identificación entre para su hermano Exequiel, funcionario de Par­
eficacia de gobierno y obra pública fue muy ques Nacionales (Hotel Llao-Llao y Catedral
clara. En este sentido, el hecho de que el presi­ de Bariloche) o para su otro hermano a cargo
dente Agustín P. Iusto fuera ingeniero tuvo sin de la Dirección de Casinos y Loterías (Hotel
dudas que ver con la preferencia por la acción Provincial y Casino en Mar del Plata), remata­
en el campo del equipamiento vial y el desa­ rían con la casa central del Banco de la Nación
rrollo de grandes edificios que cimentaban la Argentina (1938-1944) para mostrar tanto la
idea del Estado fuerte. La superación de la cri­ versátil extravagancia de su imaginario arqui­
sis de 1930 y la consolidación económica a tectónico, cuanto la endogamia selectiva del
raíz de la guerra mundial apuntalaron la eu­ sistema. En este contexto, Bustillo indicaba que
foria y generaron una arquitectura monu­ el camino cultural de la Argentina estaba vin­
mentalista y retórica, a la altura de los nuevos culado a la “raíz grecolatina”, señalando al Par­
tiempos, con un cierto aire de eternidad, pre­ tenón griego como modelo insustituible. 185
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

Es necesario señalar que en este período se


retomó una política de realización de proyec­
tos en serie para edificios educacionales y sa­
nitarios en diversas partes del país. Escuelas
nacionales y hospitales específicos (Churruca,
Militar, etc.) marcaron la adscripción a los
principios funcionalistas y prestaron servicios
a escala urbana. También la iniciativa privada
emprendía obras a escala nacional; tal fue el
caso del Automóvil Club Argentino (ACA),
que dejó una impronta señera en las capitales
de provincia y en otras ciudades importantes.
La sede central del ACA y el estadio del Club
Atlético River Plate (1938) expresaban emble­
máticamente la gravitación de las nuevas for­
mas de equipamiento deportivo y recreativo.
Para entonces, las oficinas técnicas de las i títñrfit) un, -r;:»:»«p;
reparticiones estatales eran capaces de encarar
edificios públicos en los más variados estilos y
Proyecto del Ministerio de Obras Públicas de la Nación
corrientes arquitectónicas. Los últimos mode­ ( 1934) para “Centro de Gobiemo Nacional" en la
los del academicismo afrancesado, ejemplifi­ Costanera Norte. Nueva Casa de Gobiemo, ministerios,
embajadas. museos y Catedral.
cado en las obras de Norberto Maillart para el
Colegio Nacional de Buenos Aires, el Correo
Central y el Palacio de Justicia, temiinarían velaba las íntimas preferencias por el “estilo
antes de la década del treinta. El Correo y la moderno”, que se vislumbraban también en la
Aduana de Rosario o la Casa de Gobiemo de acción edilicia de Yacimientos Petrolíferos Fis­
Jujuy podrían inscribirse también en esta últi­ cales (YPF). Las obras de la Facultad de Medi­
ma categoría. Políticas nacionales, como la lle­ cina, el Ministerio de Hacienda, el edificio de
vada a cabo por el doctor Cabred durante el los Ferrocarriles del Estado y luego el Banco
gobierno de Hipólito Yrigoyen ( 1916-1922) Hipotecario Nacional, mostraron a la vez una
para instalar hospitales regionales desde el arquitectura mastodóntica pero ya apartadas
Chaco y Misiones hasta Córdoba, imponían de los rigores del academicismo o del indivi­
unas propuestas pintoresquistas de edificios dualismo ecléctico.
con pabellones aislados en grandes predios En este contexto, no debe sorprender que
ajardinados. Luego, el neocolonial posibilitó las mismas oficinas técnicas del Ministerio de
obras señeras como el Puente Uriburu en Bue­ Obras Públicas ofrecieran proyectos de edifi­
nos Aires, el Correo de Salta, el Palacio Arzo­ cios públicos con la misma planta y resueltos
bispal de Santiago del Estero o el templete de en diversos “estilos”, desde el “clásico” al “neo­
Yapeyú (Corrientes). Por su parte, el propio colonial”; y por si acaso el funcionario era au­
186 edificio del Ministerio de Obras Públicas de­ daz, no faltaba el llamado proyecto “moderno”.
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

LAS NUEVAS TIPOLOGÍAS URBANAS agentes dinámicos de un proceso de pobla­


miento y despoblamiento a medida que avan­
La política pobladora del territorio agríco­ zaba la tala de los bosques para la producción
la no decayó en las primeras décadas del siglo de tanino. Algunos pueblos, como La Escondi­
XX. Tal es el caso paradigmático de formación da en el Chaco, nacieron como explotaciones
de nuevas colonias de inmigrantes en los terri­ autónomas, instalándose en 1927 la fábrica
torios nacionales del Chaco, Formosa, Misio­ que daría origen al conjunto urbano. La traza
nes o en la Patagonia. Así, la consolidación de del pueblo fue en este caso más próxima a la
fronteras al norte y al sur permitió la prolon­ de “ciudad jardín”, dentro de un contexto de
gación morosa del sistema de poblamiento de­ calles curvas y manzanas irregulares que dejan
cimonónico. a la fábrica en un extremo del conjunto y dis­
Un ejemplo de estos asentamientos puede tribuyen las casas en áreas densamente fores­
ser Villa Regina, formada en 1924 por la Com­ tadas y ajardinadas.
pañía Ítalo Argentina de Colonización con La obra pública fue también determinante
130 familias de inmigrantes de la zona de en la definición de algunos núcleos urbanos
Trento. El reparto de las chacras de cien hectá­ caracterizados por funciones específicas. Se ha
reas marcaba la diferencia con repartos con­ mencionado con anterioridad el caso de San
temporáneos similares en Italia (doce hectá­ Carlos de Bariloche, un pequeño núcleo urba­
reas), según recordaba el ingeniero Felipe no que fue potenciado desde 1935 por una ac­
Bonoli. La traza del pueblo muestra la persis­ ción mancomunada de la Administración de
tencia de elementos tradicionales como la Parques Nacionales y otras reparticiones esta­
manzana, pero aparecen dos plazas, avenidas tales, con la finalidad de afianzar la frontera
diagonales y se privilegia el sector ferroviario nacional y generar un polo de atractivo turís­
de la estación y un área de vivero. tico. Lo propio podría decirse en la interven­
En la Patagonia, las transformaciones ur­ ción —más reducida- de la Administración en
banas generadas por la actividad petrolera y la formación de Puerto Iguazú en el Nordeste.
carbonífera expandieron notablemente nú­ La articulación con el sistema ferroviario,
cleos urbanos como Comodoro Rivadavia e la construcción del Centro Cívico, la Catedral,
impulsaron la actividad portuaria de Puerto el Hospital, escuelas, los edificios de talleres y
Madryn. En los últimos años del siglo, la viviendas de la Administración de Parques y el
transfonnación tecnológica afectaría a los po­ hotel Llao-Llao configuraban, entre otros sis­
bladores de estos núcleos de rápido creci­ temas de manejo de los parques y de los cir­
miento como Plaza Huincul, Cutral-Có o Río cuitos turísticos, una impronta decisiva para el
Turbio. surgimiento de esta ciudad. Exequiel Bustillo
Otro tipo de pueblos formados en los an­ proclamaba que este Bariloche sería represen­
tiguos territorios nacionales fue el de carácter tativo “de la pujanza económica del país, de su
agroindustrial, como consecuencia de la ex­ cultura y hasta de su propia nacionalidad”, que
plotación del quebracho desde el norte santa­ en su concepción sería europea. Por ello buscó
fesino al Chaco y Formosa. La compañía La crear “una de esas pintorescas ciudades de
Forestal y el Ferrocarril Francés fueron los montaña que son el encanto de Suiza y el Ti­ 187
POBLACION Y SOCIEDAD

rol”. Las obras continuadas dentro del primer rando la creación de una administración pro­
Plan Quinquenal de Perón permitieron com­ pia: el Municipio de la Costa. Similares movi­
pletar el cablecarril en el cerro Catedral, la ins­ lizaciones de génesis urbanas surgieron en las
talación de muelles y la hostería en Isla Victo­ sierras de Córdoba, desde Cruz del Eje a Río
ria y el sistema de atracaderos en el lago Tercero, a partir de la localización de los siste­
Nahuel Huapi. mas de embalses. El turismo basado en las
El conjunto urbano de Bariloche se com­ condiciones climáticas de sierra y valles desa­
plementaba con la formación de nueva planta rrolló poblados como Villa Carlos Paz, La Fal­
de algunas “villas” turísticas en Correntoso, da, La Cumbre y los antiguos asentamientos
Traful, Lago Mascardi y La Angostura, a las de Alta Gracia y Cosquín, donde se había lo­
que se dotaba de edificios escolares y otros ele­ calizado un hospital de “altura” y luego se ha­
mentos del equipamiento urbano. La preocu­ bría de generar un festival nacional folldórico
pación por el control estilístico arquitectónico de notable convocatoria. El complejo turístico
que había manifestado desde un comienzo de Embalse Río Tercero marcó la presencia
Parques Nacionales, se extremó en el caso de activa del Estado en el fomento de turismo
estos núcleos de planta más libre y pintoresca. social.
En Iguazú existía un antiguo proyecto de Vinculadas a estrategias funcionales de ca­
Carlos Thays, centrado en el atractivo turís­ rácter sanitario, se desarrollaron también cen­
tico de las cataratas y que nucleaba el con­ tros de atención en torno de los sitios terma­
junto en torno de un hotel y casino. Una co­ les. Algunos de ellos eran pioneros, como
lonia militar próxima recordaba el carácter Rosario de la Frontera (Salta) o Villavicencio
fronterizo del emprendimiento. El proyecto (Mendoza), y se consolidaron, mientras Ter­
de 1912 muestra una ciudad con trazado mas de Reyes (Jujuy) o Río Hondo en Santia­
radial, bastante próxima, en los loteos, a los go del Estero tendrían una rápida expansión
intentos de la “Ciudad de Invierno” comen­ en el segLmdo tercio del siglo.
zada en l9ll cerca de Empedrado (Corrien­ La consolidación de un núcleo urbano de
tes). En 1939 se formalizaría una traza para fuerte contenido simbólico fue implementado
Puerto Aguirre (hoy Puerto Iguazú) sobre la en Luján, donde la transformación del entor­
base de dos plazas que eran rodeadas por los no de la basílica, la instalación del complejo
edificios significativos, una de carácter pú­ museístico y la restauración del antiguo cabil­
blico y comercial, la otra de carácter educati­ do colonial, irnplicaron operaciones para con­
vo y cultural. solidar la idea del gran santuario mariano na­
Bajo el impulso turístico se consolidaron cional. En la misma época, otros santuarios
incipientes núcleos urbanos en la zona coste­ convocantes fueron intervenidos, rehaciéndo­
ra bonaerense desde la bahía de San Borom­ se la basílica de Nuestra Señora de Itatí en Co­
bón a Mar del Plata. El crecimiento de Pina­ rrientes y completándose el camarín de la Vir­
mar, Cariló y Villa Gesell, con trazados que se gen del Valle en Catamarca mediante el
adaptaban a las condiciones topográficas o a arreglo de la catedral en 1948.
la idea de los balnearios-jardín, marcó una El carácter de ciertos núcleos definidos
188 importante impronta en el territorio, gene­ por sus funciones o vocaciones explícitas se
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

acentuó en el período. Tal fue el caso de la LA CIUDAD ARGENTINA EN LA SEGUNDA


Base Naval de Puerto Belgrano, próxima a MITAD DEL SIGLO
Bahía Blanca, que se consolidó como un
conjunto urbano regido por la disciplina mi­ Hacia mediados de siglo, las transforma­
litar y, a la vez, respondiendo a un carácter ciones urbanas fueron aceleradas por la densi­
claramente funcionalista. Los edificios pú­ ficación de las construcciones que importaron
blicos realizados a través del tiempo mues­ un cambio decisivo en el perfil urbano de ciu­
tran, sin embargo, la autonomía de sus len­ dades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
guajes expresivos más allá de la planificación El papel de la Ley de Propiedad Horizontal
centralizada. significó la dinamización del mercado inmo­
La presencia de grandes conjuntos de vi­ biliario que, unido a la sólida política estatal
vienda popular realizados por el Estado co­ en materia de vivienda, marcaría claras trans­
mienza a tener impacto urbano evidente en formaciones a partir de la década de los cin­
la década de 1930. Las obras del ingeniero cuenta.
Arturo Civit en Mendoza y los grandes con­ La etapa desarrollista de los sesenta, con
juntos que marcan la política social del pri­ altas inversiones en construcción, impulsó la
mer gobierno peronista dejan ya una huella elevación de alturas, generando el contraste
diferencial en las formas de ocupación del es­ con los paisajes más homogéneos de ciudades
pacio, muy atadas todavía a la fuerza de la intermedias como Bahía Blanca, La Plata,
cuadrícula colonial. Las supermanzanas con Mendoza y Tucumán, que fueron perdiendo la
bloques de vivienda (Avenida General Paz) unidad de sus centros históricos. Este proceso
muestran una de las facetas de la arquitectu­ se aceleraría posteriormente afectando a aque­
ra de Estado. El propio gobierno irnpulsaría llas ciudades que como Corrientes, Jujuy o
simultáneamente, a través de líneas de crédi­ Salta habían logrado consolidar un perfil ca­
to específicas, proyectos de ciudad jardín racterístico en su paisaje, vinculado a modos
(“Ciudad Evita”, Lomas del Palomar) que de­ de vida más tradicionales.
mostrarán una mayor capacidad de integra­
ción urbana. CAMBIOS EN USOS URBANOS

En 1938, la Ley de Urbanismo, impulsada


por el diputado radical Martín Noel, venía a Los procesos desencadenantes de la in­
crear un instrumento jurídico que sirviera de dustrialización y la sustitución de importa­
marco nacional a las regulaciones generales de ciones, que posibilitó un desarrollo nacional
carácter urbano, aunque estas medidas se han de la construcción menos atado a los produc­
apoyado, generalmente, en las ordenanzas tos externos, así como la migración rural ha­
propias del poder local. Las transformaciones cia la ciudad aceleraron el proceso de urbani­
del Código Urbano de Buenos Aires, hacia zación y los cambios en la traza, el tejido y el
1944, mostraban la nueva necesidad de legis­ paisaje urbano. Ciudades como Córdoba tu­
lar no solamente sobre la densificación del vieron importantes transformaciones subur­
centro sino también sobre la dinámica de mo­ banas generadas por la expansión de las in­
vilidad de la periferia. dustrias automotores y aeronáutica, mientras 189
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

La expansión de la ciudad y la presencia del automóvil develaron el conflicto urbano de la fricción del tránsito. Autos,
colectivos, carros y tranvías en Plaza de Mayo hacia 1925.

otros núcleos urbanos aparecieron vincula­ Es curioso constatar que ciudades que han
dos a la localización de actividades mineras perdido población, como la Capital Federal en­
especialmente en la zona patagónica (Sierra tre 1947 y la actualidad, en esta segtmda mitad
Grande), o siderúrgicas (Villa Constitución del siglo casi han duplicado la superficie cons­
en Santa Fe, San Nicolás en Buenos Aires o truida. Ello es demostrativo de los nuevos usos
Zapla en Jujuy). del suelo, del traslado de las funciones residen­
La Ley de Propiedad Horizontal en 1948 ciales hacia el “Gran Buenos Aires”, más allá de
abrió nuevas posibilidades y fomentó la cons­ los límites de la Avenida General Paz, y del pro­
trucción en altura, sin un adecuado control de ceso de construcción de alta rentabilidad. Qui­
los municipios, generalmente débiles frente a zás el ejemplo más claro de esta política de in­
la presión de la inversión económica y, a me­ versión especulativa es la construcción en Mar
nudo, carentes de estrategias e ideas propias del Plata, que en estas décadas arrasó el anti­
para la ciudad. Los códigos de edificación eran guo balneario de la aristocracia para erigir casi
permisivos y la política de excepciones mos­ 100.000 unidades de vivienda, utilizadas prin­
traría en reiteradas oportunidades la fragili­ cipalmente durante los meses del verano.
dad de un poder público que no ejercía la tu­ En buena parte de las ciudades de mayor
190 tela del bien común urbano. población, el centro fue sometido a una dura
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

La apertura de las avenidas diagonales. nuevo simbolo de la modernidad y el intento de sistematizar Ia edificación. Diagonal
Norte, 1927.

renovación de usos. Si, por una parte, se man­ menzó a manifestarse a fines del siglo XIX, se
tenía la centralidad de las funciones sirnbóli­ consolidó con la construcción de las grandes
cas y cívicas en torno a la plaza principal —que sedes bancarias (Provincia de Buenos Aires en
no perdió su capacidad de convocatoria—, por 1940, Nación en 1944) y persistió emblemáti­
otra parte, el escenario fue mutando no sólo camente con el Banco de Londres (1962).
físicamente sino también funcionalmente. El La articulación entre el centro y los barrios
espacio comercial y de usos terciarios (ofici­ se fue conflictuando a pesar del flujo cotidia­
nas, servicios, etc.) creció notoriamente, defi­ no de personas que iban a trabajar al centro
niendo lo que en Buenos Aires se ha dado en_ pero residían fuera de él. La centralidad acusó
llamar “la city” bancaria y financiera. La loca­ las fricciones en las horas-pico y los problemas
lización de las casas matrices de importación y de circulación automovilística y estaciona­
exportación, los agentes aduaneros o de corre­ miento han colapsado, hacia fin de siglo, bue­
taje, las sedes de las principales compañías y na parte de las áreas centrales de las ciudades.
empresas tendieron a concentrarse junto a las Buenos Aires, que eliminó sus tranvías en la
agencias bancarias, a las compañías de trans­ década de 1960, ha debido extender de urgen­
porte y otros elementos de la dinámica econó­ cia sus líneas de tren subterráneo y limitar los
mica. Esta tendencia, que en Buenos Aires co­ accesos privados al área central, mientras otras 191
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

ciudades han retomado el sistema de trolebu­ comercio, hasta que verificó las potencialida­
ses (Mendoza y Rosario) para hacer más eficaz des económicas de tales disposiciones. Este
el servicio de transporte. En las áreas céntri­ hecho posibilitó recuperar la “urbanidad” de
cas, los municipios premiaban con exenciones algunos sectores, aunque en la actualidad la
impositivas a quienes destinaran terrenos bal­ mutación de gustos y usos va demostrando la
díos a estacionamiento. El privilegiar el au­ fragilidad de ámbitos tradicionales e, inclusi­
tomóvil sobre la vida urbana se ha reflejado en ve, lugares de connotada identidad como las
políticas de planificación que atendieron pre­ calles Florida y Corrientes en Buenos Aires o
ferentemente a resolver los problemas que su la calle Córdoba en Rosario han obligado a in­
densidad de uso generaba, aunque ello entra­ tervenciones municipales para renovar sus
ra en contradicción con la calidad de vida. atractivos. Otras áreas, como la Recoleta, re­
En la segunda mitad del siglo, el tema del sultaron beneficiadas de esta movilidad de los
espacio público fue adquiriendo un peso rele­ “sitios” de reconocida actividad urbana.
vante. El crecimiento demográfico fue exi­ Los nuevos espacios de las galerías comer­
giendo más espacios para el esparcimiento. ciales comenzaron en esta época y luego, reci­
Los parques y plazas demostraron su insufi­ clando antiguos edificios o con diseños de so­
ciencia porque algunos fueron afectados por fisticadas líneas, se han convertido en los
diversas concesiones que retacearon su carác­ nuevos paseos de la ciudad. Los cines y teatros,
ter público o incorporaron funciones específi­ que habían tenido en los años setenta y ochen­
cas, como en el caso del Aeroparque. No siem­ ta un claro retroceso, han vuelto a ganar irn­
pre los usos deportivos y recreativos fueron pulso al amparo del sistema de microcines
compatibles con los espacios públicos y la in­ concentrados. De esta manera, las rápidas mu­
tensiva utilización fue degradando algunos de taciones de los usuarios favorecen el efecto li­
ellos o exigiendo una permanente tutela para gero de la novedad sobre los valores de una vi­
evitar la contaminación de los lagos (Palermo da urbana más asentada y continua. La cultura
o Parque Centenario) y los ataques vandálicos del espectáculo va creando escenarios coytm­
a las obras de arte y monumentos recordato­ turales, con arquitecturas de materiales efíme­
rios en todas las ciudades del país. ros que garantizan corta vida e inestable re­
La reforestación, colocación de servicios percusión en el proceso de construcción de la
sanitarios, equipamiento y mejor iluminación ciudad.
para posibilitar la utilización de estos ámbitos
durante mayor cantidad de horas, atendiendo Los INIFNTOS DE LA PLANIFICACIÓN.
los nuevos hábitos urbanos de paseo y depor­ IDEAS Y REAUDADES
te, son algunas de las facetas de estas actuacio­
nes sobre el espacio público. Entidades y em­ Las acciones para regular los crecimientos
presas privadas han colaborado eficazmente e inversiones urbanas desde el poder público
en el mantenimiento de espacios públicos me­ demostraron su falta de eficacia en este medio
diante programas de “padrinazgo” y tutela. siglo. Por una parte, se notó la debilidad de los
La peatonalización de algunas arterias municipios desde el punto de vista político y
192 centrales fue resistida originariamente por el económico para imponer criterios de razona­
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

bilidad a la especulación inmobiliaria o sirn­ ciudad de barrios, pasaría ahora a tener una
plemente a los gestos grandilocuentes de los macroconcentración metropolitana y sola­
gobemantes federales o nacionales. Por otra, mente Belgrano, Flores y San Isidro manten­
se evidenció la incapacidad de los técnicos por drían su carácter barrial. En el medio, zonas de
brindar propuestas razonables y operativas bosques, chacras y viveros planteaban una ru­
para resolver los problemas urbanos. ralización que la misma ciudad había desmen­
Fue muy clara la influencia del pensa­ tido en su proceso de avance urbano. La me­
miento europeo moderno, que planteaba la trópoli tendría separado el espacio peatonal
necesidad de una renovación integral de la —el suelo- del automóvil, que se movería sobre
conformación urbana de las ciudades. Nues­ una red de autopistas de 400 metros que abar­
tros urbanistas apuntaron así más al modelo caban unidades de nueve manzanas.
de lo que “debía ser la ciudad” antes que a Una zonificación rígida preveía un “Centro
tratar de impulsar la mejora de lo que había. de Gobierno”, un “Centro Municipal” y un
Este intento de actuación abstracto sobre la “Centro Panamericano”, y todos los ministe­
ciudad, pretendiendo la transformación pro­ rios y sus dependencias se ubicarían en un
funda y extensa de ella, hizo que estos planes gran rascacielos. La zona de Plaza de Mayo se
fueran generalmente inaplicables económi­ reservaba para el gran “Centro de Finanzas” y
camente, facilitando, por lo tanto, pocos ins­ la apertura hacia el río marcaría la localización
trumentos útiles para la regulación urbana. de una isla con cinco torres donde estaría la
El plan de Le Corbusier, Kurchan y Ferrari “Ciudad de los Negocios”, que sería la palanca
Hardoy para Buenos Aires, publicitado en de mando del país. Le Corbusier vislumbraba
1947, inauguró la larga lista de propuestas que estas obras como un gran negocio inmobilia­
no partían de la ciudad concreta sino de un rio para la Municipalidad, sin importarle ma­
modelo externo de lo que debía ser la ciudad. yormente el impacto que las mismas tendrían
Su esquema, formulado en 1938 pero poster­ sobre la ciudad real. Con todo, la zona indus­
gado por la guerra europea, detectaba en su trial se mantendría próxima al Riachuelo.
análisis la división clara entre el norte rico y el La obra social del peronismo desde el mu­
sur pobre, pero además criticaba la extensión nicipio y desde el gobierno central apuntó, sin
de la ciudad, planteando una propuesta de embargo, a resolver los problemas de vivienda
concentración que colocaría los cuatro millo­ antes que a estas grandes transformaciones ur­
nes de habitantes que tenía en ese momento banas. A la caída del peronismo, en 1956 volve­
en el espacio que va desde el río hasta la Plaza rían las ideas corbusieranas de la mano del ar­
Once de Septiembre. quitecto Antonio Bonet, uno de los antiguos
Le Corbusier decía que su papel era “hacer integrantes del Grupo Austral con Kurchan y
al urbanismo y a la arquitectura provocadores Ferrari Hardoy. El proyecto de renovación del
del lirismo. Despertar en la población y en la Barrio Sur, encarado desde el Banco Hipoteca­
nación el sentido de la grandeza. Provocar los rio Nacional, retomaba las ideas de concentra­
actos irnpensables y sucesivos de la voluntad. ción urbana, ubicando en 110 manzanas a
Tal es el fin de un Plan Director”. En esta línea, 450.000 habitantes y arrasando con el centro
Buenos Aires, que se había configurado como histórico de Buenos Aires. El proyecto inducido 193
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

desde el Estado quedaba en manos de la inicia­ bujos e informes técnicos sin aplicación real.
tiva privada, que llevaría adelante los enormes Hubo ciudades como Bariloche o Corrientes
monobloques que modificaban la traza históri­ que tuvieron entre tres y cuatro planes regula­
ca, el tejido y el paisaje de la zona más antigua dores realizados por profesionales del urba­
de la ciudad. La historia aparece en el informe nismo o reparticiones públicas como el Con­
de Bonet como una página inicial que permite sejo Federal de Inversiones (CPI) y que, sin
entender el proceso de degradación urbana, pe­ embargo, no dejaron prácticamente huellas en
ro que es incapaz de percibirla como un ele­ el proceso de desarrollo de esos núcleos.
mento cultural conformador de la memoria de Hacia 1960 ya era claro que no se podían
la ciudad, y por ende, punto necesario de parti­ abordar los problemas de ciudades metropoli­
da de cualquier propuesta razonable. tanas sin tener en cuenta la continuidad de su
La elevada densidad de más de 4.000 habi­ periferia. Así, la Capital Federal requería una
tantes por manzana buscaba asegurar la alta planificación para su área urbana dentro del
rentabilidad que requerirían los potenciales in­ perímetro de la Avenida General Paz, un área
versores. Estas decisiones, que no tenían en metropolitana que formaban los partidos ve­
cuenta ni los modos de vida ni las relaciones cinos de la provincia de Buenos Aires en un
funcionales de los habitantes del sector, mues­ radio de 30 kilómetros desde el centro de la
tran a las claras aquella forma de hacer urbanis­ ciudad y un área regional que incluía sectores
mo sobre el papel con proyectos irrealizables. rurales con un radio de 100 kilómetros desde
Otro de los miembros del Grupo Austral, la Plaza del Congreso.
el arquitecto Juan Kurchan, encabezó en 1972 Es cierto que la planificación estaba afec­
una nueva idea para el Barrio Sur que, mante­ tada también por la limitada continuidad de
niendo ahora la traza urbana, proponía una sus propuestas y el escaso respeto del sistema
ciudad de torres donde el patrimonio históri­ político por las gestiones anteriores. Mientras
co quedaba reducido a un conjunto de “mo­ tanto, la concentración metropolitana parecía
numentos” (casi siempre las iglesias) y el resto imposible de controlar, ya que en torno de
era absolutamente demolido. Encuestados los Buenos Aires estaba radicado el 75% de los ca­
habitantes de la zona sur, el 75% se manifesta­ pitales industriales del país, articulados con el
ba cómodo con el barrio y la casa donde habi­ puerto y con los sistemas de transporte ferro­
taban, pero esto no era un dato válido para los viario y vial definidos en el siglo XIX para la
planificadores, que propiciaban destruirlas concentración de mercancías. La descentrali­
para hacerles nuevas viviendas (departamen­ zación portuaria de Buenos Aires —que aún
tos) que permitieran albergar allí una pobla­ hoy sigue planteada- parecía una de las medi­
ción que duplicara la que en ese momento vi­ das clave para la diversificación territorial. La
vía en el barrio. proyección a través de una red de servicios fe­
Esta distancia entre las aspiraciones del rroviarios a escala metropolitana era otro te­
habitante urbano y las ideas del planificador ma de urgencia en el nuevo contexto.
contribuyeron a que la mayoría de los planes La Oficina del Plan Regulador en 1960
reguladores elaborados en la Argentina desde sugería la hipótesis de diferenciar la zona de
194 1950 hasta 1980 quedaran simplemente en di­ la “Capital” (área central) del resto del muni­
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

La periferia industrial y su fisonomía. Molino harinero Minetti en Rosario.

cipio de Buenos Aires, dejando el distrito Las transformaciones que la ciudad había
central con un carácter de funciones funda­ tenido con el proceso de industrialización
mentalmente terciarias mientras que plan­ quedaron en evidencia. Si los asentamientos
teaba por primera vez la construcción de una iniciales se habían producido en el sur (Ria­
autopista urbana, que separaría la ciudad-ca­ chuelo, la Boca, Barracas, Lanús y Quilmes),
pital de la ciudad-municipio, marcando así luego se expandieron hacia el noroeste (San
una cisura física además de la funcional. El Martín, Boulogne, Villa Ballester, Munro) y
Plan buscaba recuperar, al mismo tiempo, las desde los años cincuenta, a San Iusto, Morón y
áreas marginales como el Bajo de Flores e im­ la Matanza configurando núcleos industria­
pulsar conjuntos de vivienda en antiguas zo­ les-residenciales con escasos servicios de espa­
nas ferroviarias como Casa Amarilla, Catali­ cios públicos y poco control sobre el grado de
nas Sur, el Arsenal Esteban de Luca y hasta en contaminación. Dentro de la misma ciudad,
la Penitenciaría Nacional que estaba siendo las áreas de Villa Devoto, Villa Crespo, Villa
demolida. Pero, en general, se privilegiaban Urquiza, la Chacarita y la Paternal también in­
las medidas vinculadas con el tránsito vehi­ cluían pequeñas industrias y centrales de ser­
cular, la circulación dentro de la ciudad y su vicios, como los depósitos de Obras Sanitarias
conexión con el Gran Buenos Aires (autopis­ de Devoto y Caballito.
ta urbana, extensión de la 9 de Iulio, autopis­ A partir de mediados del siglo, la industria
ta de la costa). dentro de la Capital se redujo notoriamente, 195
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

desalentada por las disposiciones del Código megaproyectos de mercados de concentra­


de Edificación (1944), y se fue desplazando al ción, aeropuertos, puertos y hasta hospitales
Gran Buenos Aires. En el interior del país, des­ regionales, con niveles de decisión que supera­
de el censo de 1954 se notó el crecimiento in­ ban totalmente la jurisdicción de los poderes
dustrial en Córdoba y en Rosario como culmi­ locales.
nación de la expansión a lo largo del río Grandes obras públicas configuraron mo­
Paraná (desde Zárate y Campana hasta Villa dificaciones sustanciales en los modos de vi­
Constitución). También se notó una retrac­ da de algunas ciudades. Tempranamente, en
ción de la pequeña industria en las áreas cen­ 1947, el puente que vinculó a Paso de los Li­
trales de las ciudades y poblados de predomi­ bres (Corrientes) con Uruguayana (Brasil)
nancia agroindustrial, con el consiguiente significó un fuerte impacto sobre los pueblos
decaimiento de barrios (Barracas en Buenos ubicados sobre el río Uruguay. A la vez, sobre
Aires) y de poblados como Las Parejas o Pérez el río Paraná, la construcción del túnel
en Santa Fe. subfluvial articuló complementariamente la
Mientras tanto, entre 1947 y 1960, más de vida de las ciudades de Santa Fe y Paraná. Lo
un millón de personas se trasladaba desde el propio habría de suceder con el puente Cha­
interior del país hacia la región metropolita­ co-Corrientes, fortaleciendo una más estre­
na, acentuando el desequilibrio con las pro­ cha relación de las ciudades de Resistencia y
vincias, cuyas economías regionales se verían Corrientes, e influyendo también en el desa­
duramente quebrantadas. El Gran Buenos Ai­ rrollo de áreas de veraneo, como Paso de la
res, que en 1918 tenía la mitad de la superfi­ Patria.
cie de la ciudad, en 1964 era ocho veces más Las obras del complejo de viaductos viales
grande, ya que incorporaba anualmente y ferroviarios de Zárate-Brazo Largo transfor­
14.000 hectáreas de tierras de cultivo al voraz maron notoriamente el otrora aislado territo­
crecimiento de la mancha urbana. Mientras el rio de la provincia de Entre Ríos y favorecie­
93% de las viviendas de la ciudad tenían cu­ ron el desarrollo urbano de sus ciudades. Las
biertos los servicios de aguas corrientes a me­ obras de la represa de Salto Grande significa­
diados delos sesenta, solamente el 14% de los ron cambios en Concordia, mientras que los
distritos del oeste del conurbano bonaerense puentes de articulación con la República
(Matanza, Merlo, Morón) contaba con red de Oriental del Uruguay potenciaron las vincula­
agua. ciones con Paysandú, Fray Bentos y Salto, así
El gobierno militar estructuró en 1967 el como el desarrollo de San Iosé, Colón, Guale­
Consejo Nacional de Desarrollo, dentro del guaychú y Concepción del Uruguay del lado
cual se formaría la Oficina Regional de Desa­ argentino. Más recientemente, el puente Posa­
rrollo del Área Metropolitana. Nuevamente se das-Encarnación (Paraguay) fue otro elemen­
variaba la escala del planeamiento a una di­ to dinámico que influyó en las actividades co­
mensión territorial nacional, lo que ponía en’ merciales de la ciudad argentina. En este
evidencia el fracaso de las políticas de planes sentido, cabe señalar que la dinámica de rela­
reguladores por municipios a causa de la rápi­ ción con los países vecinos privilegió estas ar­
196 da conurbación regional. Fue la etapa de los ticulaciones con Uruguay, Paraguay y el Brasil,
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

frente a las vinculaciones con Chile, donde los cos. Éstas fueron sancionadas enfrentando
pasos Samoré y Iama recién se han retomado sólidos intereses inmobiliarios que lograron
con interés a fines de siglo. en algunos casos neutralizar su aplicación y en
En 1971 se cambió el Código de Edifica­ otros, ir recortando la delimitación de las
ción en Buenos Aires y en 1977 se irnplemen­ áreas protegidas. La creciente importancia del
tó un Código de Planeamiento Urbano, justo tema en la opinión ciudadana posibilitó, sin
en el momento en que el gobierno de facto embargo, que este tipo de medidas se empeza­
anulaba el control de alquileres, dejando libe­ se también a aplicar en ciudades intermedias y
radas al mercado extensas áreas de las ciuda­ pequeñas de todo el país.
des. La estrategia era fomentar la ocupación Otros patrimonios se encontraban tam­
de zonas de baja densidad con edificaciones de bién en estado de riesgo. Por una parte, aque­
perímetro libre. Se planteaba también el siste­ llos que sufrieron accidentes naturales, desde
ma vial de autopistas urbanas, lo que significó sismos (Caucete en San Iuan) hasta inunda­
la ruptura de antiguas estructuras barriales, y ciones (Carhué y Guaminí en la Provincia de
se vislumbraba un sistema regional de parques Buenos Aires, Puerto Bermejo en el Chaco),
recreativos. que obligaron a cambios intemos o de empla­
La planificación era concebida sobre la ba­ zamiento. Por otra, los pequeños poblados
se modélica de prefigurar un porvenir prede­ afectados por la inviabilidad de una sustenta­
terminado, al cual se ajustaría un esquema di­ ción económica -basada aún en la producción
rector. Entre las ideas esbozadas figuraba la de rural- y el levantamiento de los sistemas de
frenar la expansión metropolitana de Buenos transporte ferroviario, fI.1eron perdiendo po­
Aires, para lo cual se planteaba crear una Au­ blación y se transformaron en sitios de noto­
toridad Técnica con jurisdicción sobre el con­ ria decadencia, afectando a todas las provin­
junto. Se preveía entonces una fuerte inver­ cias, incluida la de Buenos Aires. Los intentos
sión económica en nuestras ciudades, pero los de revitalizarlos mediante estrategias de turis­
argentinos se dedicaron a construir otras ur­ mo cultural han dado hasta el momento lirni­
bes en el exterior, como Punta del Este (Uru­ tados resultados.
guay) y Florianópolis (Brasil), además de ha­ Ciudades que habían tenido un dinámico
cer inversiones inmobiliarias en San Pablo, desarrollo edilicio y poblacional como conse­
Río de Janeiro, en las playas del sur brasileño cuencia de líneas de fomento de radicación in­
(Camboriú, Torres) o en Miami. Los porteños dustrial, como Ushuaia y Río Grande en Tie­
también adquirieron buena parte del casco rra del Fuego, tienen a fin de siglo una
histórico de Colonia del Sacramento en el marcada retracción. Otras ciudades, como San
Uruguay. Luis y algunos centros urbanos de La Rioja,
En las décadas de los setenta y los ochenta, muestran con claridad el impacto que estas
el tema de la preservación del patrimonio his­ políticas de fomento generaron en su momen­
tórico ocupó un papel importante en los to para la radicación de inversiones y concen­
debates urbanos. Ciudades como Córdoba, tración de población regional. Una prolonga­
Corrientes y Buenos Aires promulgaron orde­ da continuidad en la gestión política y las
nanzas de preservación de sus centros históri­ regalías provinciales facilitaron a la ciudad de 197
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

Neuquén una notable expansión, con fuerte rradas” o countries marcan una nueva modali­
movilidad migratoria regional. Allí los gran­ dad de ocupación del suelo, en la búsqueda de
des conjuntos dieron respuesta a la demanda calificadas condiciones de habitar. La amplia­
habitacional y forjaron una nueva fisonomía ción de redes de autopistas y la expansión de
de la capital provincial. los servicios de transporte facilitaron esta op­
Como contrapartida, el impacto provoca­ ción por abandonar el casco urbano de la ciu­
do por el cierre de industrias y el levantamien­ dad. Los crecimientos privilegiados en torno
to de líneas ferroviarias fue generando, en el de las rutas o la expansión hacia estas nuevas
último tercio del siglo, el abandono de pobla­ áreas “cerradas”, señalan un avance de las ciu­
dos del interior y el crecimiento de los subur­ dades sobre las antiguas zonas de abasteci­
bios urbanos de Rosario, Córdoba y de las de­ miento de chacras y quintas.
más capitales provinciales. Este impacto se ha La ciudad ‘histórica culmina el siglo mos­
notado sobre todo en provincias donde la pro­ trándose vulnerable ante estos procesos urba­
ducción agroindustrial era la base casi exclusi­ nos contradictorios por no haber sabido en­
va de la economía local. Los cierres de inge­ contrar una lógica de escala y desarrollo
nios azucareros de Tucumán significaron una sustentable para la población del país. Esa
conmoción social y el despoblamiento de misma población cuyo 50% se concentra en
áreas urbanas como Monteros, Concepción y una megalópolis de 350 kilómetros cuadra­
otros lugares próximos a las otrora grandes dos, dejando semivacío el resto del territorio
concentraciones cañeras. El flujo hacia San nacional.
Miguel de Tucumán y otras ciudades de la re­
gión o hacia el sur ha sido continuo. LAS POLITTCAS DE VIVIENDA

Así, el proceso de urbanización y metro­


polización se aceleró notoriamente y la ciudad El ascenso de Perón al poder marcó un
no encontró los modos de integrar a estos sec­ cambio relevante en las políticas de vivienda
tores rurales o a los inmigrantes de países ve­ del país. El funcionamiento de la Comisión
cinos. La ciudad argentina comenzó a mostrar Nacional de Casas Baratas había demostrado
sus dos facetas de la formalidad y la informa­ su ineficacia para atender el problema, tanto
lidad, sobre cuya realidad habría de desenvol­ por la escasa cantidad de obras realizadas
verse a fin de siglo. Los municipios evidencia­ cuanto por su concentración casi exclusiva en
ron su fragilidad para actuar sobre la ciudad la Capital Federal.
formal, pero también su imposibilidad prácti­ Perón creó la Administración Nacional de
ca para actuar sobre la informal, que crece a Vivienda (ley ll.l57/45) y convirtió al anti­
suma velocidad y donde las normas de plani­ guo Banco Hipotecario Nacional (decreto
ficación sirven solamente para consolidar he­ 24.155/47) en el instrumento dinámico de su
chos consumados. política de fomento de la vivienda. Esta nueva
En las últimas décadas, como contracara visión de la obra pública con contenido social
de estas periferias de escasos recursos, apare­ fue acompañada por la gestión de los inten­
cen otras manifestaciones en zonas suburba­ dentes de los principales municipios del país
198 nas del Gran Buenos Aires. Las “ciudades ce­ que, de Córdoba a Corrientes, siguieron esta
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

R É: » s má“; ­
I Barrios de vivienda de interés social en Mendoza en la década del treinta. Expansión de la trama urbana.

estrategia de atender a un sector clave de la crediticias de bajo interés posibilitó el acceso a


población que había migrado a la ciudad. El la vivienda propia a millares de familias en to­
Segundo Plan Quinquenal definía que la cons­ do el país. Muchos pequeños pueblos fueron
trucción de la vivienda “será auspiciada, esti­ consolidados por la vivienda individual reali­
mulada, protegida y promovida por el Estado”, zada al amparo del “Plan Eva Perón”, inclusive
y que las inversiones privadas en el sector de­ utilizando las variables de diseño que el pro­
berían coordinarse “dentro de la planificación pio plan facilitaba a los interesados.
establecida por el Estado”, dejando la cons­ En este cuadro de situación, en los años
trucción de las viviendas suntuarias a cargo de 1951-1952 se realizó una inversión tal en vi­
la iniciativa privada. vienda que alcanzó al 5,9% del PBI, cifra ja­
Los barrios encarados en esta época supe­ más igualada en nuestro país. La mano de
raton el antiguo debate de la vivienda indivi­ obra ocupada en la construcción fue otro de
dual o la vivienda colectiva, apelando a la los pilares de una economía urbana que toda­
construcción de unidades en altura de una vía no acusaba las señales del receso de los
densidad aceptable y con espacios verdes pro­ años subsiguientes. Entre 1947 y 1960 aumen­
porcionados a la población que los habitaría. taron los propietarios de vivienda en el subur­
Aún hoy, conjuntos como Los Perales o el Si­ bio de Buenos Aires, del 43% al 67%, lo que
món Bolívar muestran calidades ambientales señala la importancia de una política basada
y tecnológicas. Junto a esta política de acción en el afincamiento de los migrantes. La exten­
directa desde el Estado, el fomento de líneas sión de la mancha urbana con limitados servi­ 199
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

cios y equipamientos, generada por la baja tregar viviendas definitivas, de manera de


densidad de las casas de una planta, fue la con­ educar a los destinatarios de la inversión. Para
trapartida de esta política. ello se construyeron barrios como el Rivada­
En la visión de los sectores de menores re­ via de Buenos Aires, con casas donde mesas y
cursos que accedían a la vivienda individual, el camas eran de cemento. Estos barrios proviso­
chalet que era habitual para las clases medias rios devinieron en definitivos y hoy son villas
en los balnearios o en la periferia calificada, se de emergencia.
constituyó como el modelo emblemático. La De 1954 a 1958, la participación del sector
casa de muros encalados y techo de teja con vivienda en el PBI cayó del 3,49% al 1,83% y
jardín frontal y lateral se convirtió en un para­ durante el gobierno de Frondizi cayó al
digma que coincidió con la difusión del irna­ 0,32%, justamente cuando su ministro Álvaro
ginario de la llamada “arquitectura california­ Alsogaray irnpulsaba la fabricación de vivien­
na”. Algunos de los grandes conjuntos urbanos das realizadas con chapas de fibrocemento en
realizados en esta época, como “Ciudad Evita” forma de bóvedas de cañón corrido.
(General Belgrano), Parque Saavedra e inclu­ En la década que va de 1960 a 1970, la con­
sive, en menor escala, como el Yapeyú en Co­ centración del crédito por otros sectores so­
rrientes o el Monseñor De Carlo en Resisten­ ciales y el fomento de los sistemas de “ahorro
cia, ayudaron a afianzar este modelo urbano y préstamo”, generó la densificación de áreas
en la población que aspiraba a una nueva refe­ centrales urbanas por la expansión de la cons­
rencia social. trucción en propiedad horizontal, mientras a
Este lenguaje se emparentaba, además, con la vez_ tendían a desaparecer los planes de vi­
una de las corrientes dominantes de la arqui­ vienda de interés social. En 1967 se estimaba
tectura oficial, particularmente con aquella un déficit de más de 600.000 unidades en el
que valoraba los rasgos vernáculos y que pro­ Área Metropolitana. El censo de 1957 calcula­
piciaba la confluencia del neocolonial con el ba que el 2,5% de la población del Gran Bue­
pintoresquismo. Muchas de las obras públicas nos Aires vivía en villas de emergencia, lo que
de carácter social, como los hogares escuelas o tendía a incrementarse rápidamente. En la dé­
los hoteles de turismo, fueron realizados en cada desarrollista de los sesenta, la Argentina
una arquitectura que reiteraba estas premisas recibió líneas de apoyo externo para viviendas
formales. de interés social de organismos financieros co­
A la caída de Perón se generó una situa­ mo el BID y en 1965 se puso en marcha el Plan
ción regresiva que afectó la participación de Federal de Vivienda.
los sectores populares en la distribución del El nuevo Plan de Erradicación de villas de
ingreso y, sobre todo, en el acceso a la vivien­ emergencia de 1967 preveía la construcción en
da, tanto por la restricción de los créditos Buenos Aires de 8.000 alojamientos transito­
cuanto por la convicción de que había existido rios sobre terrenos fiscales, para ir rotando
una confusión con respecto a las políticas de luego a los habitantes y construyendo a la vez
entregar en propiedad las viviendas. Se esti­ 8.000 unidades definitivas. En la Argentina, lo
maba entonces que era necesario hacer prime­ transitorio es casi siempre definitivo y a partir
200 ro habitaciones de transición para luego en­ de allí se abrió la compuerta para el empobre­
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

cimiento de lo que el Estado entregaría en ma­ Fe o Rosario con arquitecturas carentes de


teria de vivienda, para llegar en la década de imaginación y de efímera calidad.
los setenta a hablar de “soluciones habitacio­ En la ciudad de Buenos Aires, las interven­
nales” que podían ser suelo con servicios, te­ ciones barriales de Catalinas Sur (1962-1965),
cho y paredes o simplemente el núcleo húme­ Constitución y luego los conjuntos del Parque
do de la vivienda. Almirante Brown, particularmente el de Luga­
Las sucesivas legislaciones de los planes de no con 10.000 unidades de vivienda, San Pe­
Viviendas Económicas Argentinas (VEA drito, Soldati y los cercanos de San Iusto y
1969), el Plan de Acción Directa que articuló Ciudadela, sirvieron de ejercicio para la apli­
la política del Banco Hipotecario con inversio­ cación de tecnologías de prefabricación y ge­
nes de los sindicatos obreros y, finalmente, la neraron episodios urbanos sin contacto con la
Ley del Fondo Nacional de Vivienda (FONA­ ciudad real, que sufría definitivamente el irn­
VI 1972) indicaban el carácter errático de una pacto de estos conjuntos.
política que terminó sustentándose más en el Un impacto que no era simplemente físico
lucro de las empresas constructoras y de los y de conflíctuación de servicios, sino también
intermediarios que en atender a fondo el pro­ social. Algunos de estos conjuntos han adqui­
blema de la vivienda social. A éstos les segui­ rido tal calidad de violencia cotidiana, como el
rían los Planes PEVE para Villas de Emergen­ de Ciudadela, luego rebautizado “Fuerte Apa­
cia (1973) y, durante los gobiernos militares, che”, que hacen casi imposible el control poli­
las operatorias de inversión que incluían pro­ cial sobre un foco permanente de marginali­
visión de terreno, financiamiento y construc­ dad. El divorcio entre los diseños y los
ción, articulando rentables soluciones al unir usuarios agudizó esta falta de relación afectiva
agentes inmobiliarios, empresas constructoras entre la vivienda y la familia que la habita. Los
y bancos para el financiamiento. espacios públicos, que eran de todos, se con­
El resultado de esta estrategia fue la crea­ virtieron en ámbitos residuales, que son de
ción de conjuntos de 1.000 a 5.000 unidades nadie, y por ende se transformaron en sitios
habitacionales, que ocuparon obviamente las en rápida degradación.
tierras residuales y de baja calidad de los su­
burbios (áreas anegadizas, suelos de baja IA ARQUITECTURA PÚBLICA
consistencia y de dificultosa accesibilidad). La
mayoría de las ciudades capitales y las pobla­ Las transformaciones introducidas en la
ciones intermedias de las provincias vieron administración en 1946 ponían en evidencia
surgir enormes conjuntos de viviendas sin la intencionalidad de una tendencia diferen­
adecuado equipamiento, que forman “ciuda­ ciada para la obra pública. Perón creó la Di­
des dentro de las ciudades” y colapsan los sis­ rección Nacional de Arquitectura, unificando
temas de transporte y abastecimientos, obli­ antiguas reparticiones existentes en las áreas
gando por ello a rápidas operaciones de de Educación, Salud y Iusticia, facilitando de
construcción escolar y asistencial. Estos ba­ esta manera una acción centralizada.
rrios marcaron el perfil suburbano de ciuda­ Los gobiernos de Perón mantuvieron el
des como Resistencia, Corrientes, Jujuy, Santa carácter emblemático de la obra pública, pero 201
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

cambiaron sustancialmente sus destinatarios. variables eclécticas y regionalistas del neoco­


Bajo las banderas de la justicia social, el go­ lonial y que impulsó el equipamiento de bue­
bierno encaró una sostenida acción para aten­ na parte de la arquitectura escolar y sanitaria
der a las demandas básicas de la población en en todo el país. Aquí puede señalarse la falta de
materia de educación y salud, pero agregó vinculación de algunos modelos (los hogares
otros campos como el deporte y la recreación. escuelas, por ejemplo) que eran resueltos, en
El peronismo comprendió el profundo climas muy diversos como los del Chaco y de
cambio social que había sufrido la ciudad de la Patagonia, con similar propuesta. La tercera
Buenos Aires en el proceso de urbanización y vertiente fiie la de la arquitectura del “.Moví­
la necesidad de fortalecer las ciudades capita­ miento Moderno”, desarrollada sobre todo a
les de provincia y de los territorios nacionales partir de conjuntos de edificios como los rea­
para vertebrar de una manera más equilibrada lizados desde 1946 por la Dirección de Arqui­
el país. El cambio social en la zona metropoli­ tectura de Correos y Telecomunicaciones en
tana requería atender a espacios de concentra­ Santa Fe, Mar del Plata, Córdoba, Santa Rosa
ción de masas, que el peronismo convirtió en y Corrientes, además del edificio “Movimien­
un ritual de aval al gobierno, y canalizó inver­ to” y la Central de Telecomunicaciones en
siones hacia actividades recreativas y deporti­ Buenos Aires.
vas (nuevos estadios, Velódromo, Autódro­ Sin embargo, la arquitectura del peronis­
mo). Las actividades culturales no fueron mo quedó vinculada en el imaginario popular
soslayadas: Teatro San Martín en Buenos Aires a las realizaciones de los barrios de viviendas
(1953), Ciudad Universitaria en Horco Molle, unifamiliares del chalet califomiano, a los ho­
Tucumán (1947), proyectos de Ciudad Uni­ teles de turismo regionales, a las colonias de
versitaria para Córdoba (1949) y para Mendo­ vacaciones y a los edificios asistenciales y esco­
za (1948). lares que, en general, configuraron una pro­
Las oficinas públicas de arquitectura que puesta más humanizada que la tradicional
fueron jerarquizadas, mantuvieron los tres obra pública estatal.
grandes lineamientos de la arquitectura argen­ En este contexto, cabe señalar la irnportan­
tina del siglo XX: el academicismo clasicista, el cia de la propuesta de arquitectura hospitalaria
eclecticísmo pintoresquista y el “modemo”, que deviene de la creación del Ministerio de
concebido como un estilo más en las opciones Salud Pública bajo la conducción del doctor
formales. La vertiente clasicista fue probable­ Ramón Carrillo, quien introdujo la prácfica de
mente la menos gravitante, aunque la voluntad la medicina preventiva en su política sanitaria.
de un “estilo imperial” está presente en obras Con una visión federal, Carrillo proponía la
como la Fundación Eva Perón (hoy Facultad estructuración de un sistema planificado de
de Ingeniería de la Universidad de Buenos Ai­ diversas escalas que irían hasta el macroem­
res), el Monumento a la Bandera en Rosario prendimiento de la “ciudad hospital”. Para ello
(inaugurado en 1957), el edificio ALBA y has­ se colocarían en las provincias más desprotegi­
ta el fracasado Altar de la Patria (1974). das redes de “centros sanitarios" que articula­
La línea de mayor peso fue, sin dudas, la rían la atención preventiva con centros hospi­
202 denominada “populista”, aquella que tomó las talarios de mayor envergadura.
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

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Los modelos externos. Propuesta de destrucción del área histórica del barrio Sur y nuevas construcciones de alla densidad.
Plan de Antonio Bonet y el Banco Hipotecario Nacional en 1956.

Las ideas sanitaristas del doctor Carrillo se dicaría la obra de la Casa de Gobierno de La
proyectaban hasta en el diseño funcional de los Pampa (1954), mientras otros edificios como la
núcleos asistenciales, atendiendo a los servicios Casa de Gobierno del Chaco (1953-1969), la
generales, los externos y los de intemación. Era Municipalidad de Córdoba (1953-1962) o el
interesante constatar que por primera vez la Mercado del Plata de Buenos Aires (1947-1962)
planificación de una política territorial del Es­ se concretaban asimismo en el lenguaje emble­
tado planteaba un nivel de profundización so­ mático de la arquitectura moderna.
bre las respuestas arquitectónicas que debían
estudiarse desde el punto de vista funcional, to­ LAS NUEVAS TIPOLOGÍAS URBANAS

mando el propio gobierno la decisión de con­


vocar a profesionales calificados para la realiza­ La segunda mitad del siglo fue bastante
ción de estas obras. menos generativa de procesos urbanos de
En 1947, cuando estaba por realizarse el nueva fundación que las etapas anteriores. Por
Plan de Aeropuertos del país, el gobierno, de co­ una parte, el país aparecía consolidado y el
mún acuerdo con el Departamento de Estado proceso de metropolízación en torno de Bue­
de los Estados Unidos, envió una delegación de nos Aires era irreversible. En otro aspecto, la
profesionales para estudiar la red aeroportuaria colonización agraria habia desaparecido por la
norteamericana y percibir las mejores solucio­ escasa retención que tuvo la migración euro­
nes. También por un concurso público se adju­ pea de la inmediata posguerra. Mucha de ella 203
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

optó por regresar o por radicarse en núcleos que en el caso del Chocón —una población pe­
ya definidos, aunque hubo excepciones, como queña— privilegió las relaciones paisajísticas y
los colonos de la zona central chaqueña. de núcleo de baja densidad. En Federación, la
Durante el gobierno de Perón, sin embar­ opción urbanística fue más compleja y se
go, aparecieron algunas iniciativas peculiares planteó la ausencia de la tradicional plaza cen­
como “La Ciudad de los Niños” en el camino tral, utilizando como vertebración una vía co­
a La Plata, una suerte de parque de diversiones mercial donde se privilegiaba un tipo de equi­
con edificios en escala infantil. pamiento que desconocía el modo de vida de
En Tucumán, la planificación de la Ciudad los pobladores (confitería que remplaza al ca­
Universitaria en Horco Molle fue realizada en fé, supermercado que remplaza al almacén y a
1947 sobre la base de 18.000 hectáreas adqui­ la tienda, desaparición de los clubes). Como
ridas en el cerro San Iavier. Dentro del conjun­ consecuencia de ello y de la distancia a los
to se planteaba una “Ciudad Hospital” que, puntos de trabajo, una parte de la población
como el resto de la obra, quedó inconclusa quedó en la periferia de la antigua ciudad sin
desde antes de la caída de Perón. aceptar el traslado a la nueva.
Las ciudades universitarias configuraron Las iniciativas malogradas en estas trans­
proyectos que tienen vigencia hasta la actuali­ formaciones urbanas y los desencuentros de
dad, a pesar de los problemas que generan es­ los ciudadanos con planificadores y autorida­
tos reductos cerrados dentro de la vida urbana. des, fueron marcando la necesidad de repensar
Utilizando un antiguo hogar escuela de niños, las modalidades del planeamiento democráti­
se realizó en Resistencia la Ciudad Universita­ co, asegurando una creciente participación de
ria a partir de 1957 y se comenzaron, en la dé­ la población en las decisiones. En este sentido,
cada del sesenta y junto al río, los pabellones de el camino del planeamiento participativo y
las facultades en Buenos Aires. Esta tendencia consensuado, el que permite escuchar la opi­
se fortaleció en los últimos años del siglo, con nión de los vecinos involucrados en la deci­
los campus de las universidades privadas o las sión, el que posibilita transparencia en las in­
públicas de nueva fundación. versiones que se realizan y en las decisiones de
Los núcleos urbanos generados en las prioridades de los proyectos, ha sido una de las
grandes obras hidraúlicas de gran impacto te­ crecientes exigencias de la ciudadanía hacia fin
rritorial, como fueron las de Chocón-Cerros de siglo.
Colorados y la de Salto Grande, determinaron
la formación de poblados de nueva fundación.
Tales son los casos de la Villa del Chocón y de
la ciudad de la Nueva Federación que reem­
plazó a la antigua Federación, sumergida por
la represa de Salto Grande. El urbanismo de
esta nueva fase adoptó partidos variados, ya

204
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

ORIENTACIÓN BIBLIOGRAHCA

Las ciudades argentinas. Historia y propuestas les protagonistas del planeamiento urbano
en el país, ODILIA SUAREZ, analiza las razones
Con respecto a la historia de las ciudades y los efectos de los proyectos y planes para
argentinas, es evidente que Buenos Aires Buenos Aires, en Planes y Códigos para Bue­
cuenta con mucho mayor análisis que otros nos Aires. 1925-1985, Buenos Aires, 1986;
centros urbanos del país. Los acentos de estos mientras que en la obra de RAMON GUTIE­
análisis pueden ser muy diversos, pero los más RREZ, Buenos Aires. Evolución histórica, Bogo­
vinculados a los temas específicamente urba­ tá, 1992, se presenta la evolución de la ciu­
nos que pueden consultarse son los mencio­ dad vinculada al mundo de las ideas urbanas
nados a continuación. y las circunstancias contextuales de orden
Una obra que facilita una identificación social, económico y político en que se de­
amplia de los proyectos, estudios y planes sarrolló.
realizados para regular o dirigir el planea­ Las transformaciones físicas a partir de
miento urbano en la Argentina es la de MA­ los indicadores socioeconómicos de la ciu­
RIA ADELA IcARzABAL DE NISTAL, El urbanismo dad, abarcando la relación con el Gran Bue­
en la Argentina. Inventario de los estudios de nos Aires, se pueden verificar en MARGARITA
Planeamiento Urbano y Territorial, Buenos GUTMAN y IoRGE ENRIQUE HARDOY, Buenos
Aires, 1982. El llamado “Plan Noel”, INTEN­ Aires, Madrid, 1992. Los estudios referentes a
DENCIA MUNICIPAL. COMISIÓN DE ESTÉTICA espacios públicos, en los avances realizados
EDILICIA, Proyecto orgánico para la Urbaniza­ por SONIA BERIMAN, Plazas y Parques de Bue­
ción del Municipio. El Plano Regulador y de nos Aires: La obra de los paisajistas franceses.
Reforma de la Capital Federal, Buenos Aires, 1860-1930, Buenos Aires, 1998, encuentran
1925, presenta los proyectos realizados desde respuestas sobre la presencia de modelos
principios de siglo por los urbanistas y pai­ paisajísticos y formas de uso funcional y
sajistas franceses, particularmente Bouvard, simbólico. El trabajo de RAMON GUTIÉRREZ y
Maillart y Forestier para intervenir en distin­ SONIA BERIMAN, La Plaza de Mayo. Escenario
tas zonas de Buenos Aires. Muestra, a la vez, de la vida argentina, Buenos Aires, 1995, ana­
el trabajo propio de la Comisión de Estética liza las transformaciones en la traza, el tejido
Edilícia, con sus recomendaciones para la y el paisaje urbano y documenta los proyec­
transformación urbana de Buenos Aires, tos que desde la administración pública o la
enfatizadas desde la perspectiva del paisaje iniciativa privada planteaban el imaginario
urbano. de este escenario emblemático para los ar­
El trabajo de IUAN MOLINA Y VEDIA, Mi gentinos.
Buenos Aires herido, Buenos Aires, 1999, ana­ Entre los estudios sobre otras ciudades
liza la incidencia de los distintos Planes que argentinas, pueden citarse las siguientes
se formularon, explicitando las distancias obras: RAMON GUTIÉRREZ y ANGELA SANCHEZ
entre las ideas y los hechos en la vida de Bue­ NEGRETTE, Evolución urbanística y arquitec­
nos Aires. Por su parte, una de las principa­ tónica de Corrientes, 2 tomos, Buenos Aires, 205
POBLACION Y SOCIEDAD

1988, verifica los ensanches sucesivos de su La arquitectura y el paisaje urbana


traza, el desplazamiento de la centralidad
original hacia el eje comercial y el surgi­ En lo referente a los aspectos arquitectóni­
miento de los nuevos conjuntos de barrios cos y a las influencias que se verifican en el
residenciales en dicha ciudad; ÁNGEL GUIDO, paisaje urbano de las ciudades argentinas du­
Plan Regulador de Tucumán, Rosario, 1941, rante este período pueden consultarse las si­
enfoca sus ideas sobre la “reargentinización guientes obras:
por el urbanismo” que aplicaría en este plan OLGA PATERILINI DE KocH, Pueblos azuca­
para transformar a Tucumán en una ciudad de reros de Tucumán, Tucumán, 1987, presenta
grandes espacios públicos y un paisaje edilicio una interesante visión de los pueblos de ori­
unificado por la arquitectura neocolonial; IE­ gen industrial que comienzan a organizarse
RÓNIMO M. RETTAROLI y I. MARTINEZ, Evolución en las últimas décadas del XIX y se consolidan
de la planta urbana de la ciudad de Córdoba. en el XX con estructuras urbanas supeditadas
Primera Expansión. 1880-1930, Córdoba, 1994, a la producción azucarera. El funcionalismo
ofrece una interesante documentación carto­ de los mismos radica en su articulación inicial
gráfica de Córdoba y de algunos barrios reali­ con la fábrica que consolida el poblado y las
zados durante el período anterior a 1930, diversas áreas urbanas con usos residenciales
que permite comparar la evolución a partir jerarquizados.
del Catastro Machado realizado en 1890; El trabajo de CLARA BRAUN, IUuo CAcc1A­
GUILLERMO M. IROS, Desarrollo urbano: refle­ TORE y otros, Arquitectos europeos y Buenos Ai­
xiones y acciones, Córdoba, 1991, desarrolla res. 1860-1940, Buenos Aires, 1996, recoge las
las intervenciones realizadas en la ciudad en diversas influencias europeas que se vuelcan
los últimos años, con un interesante diag­ en la conformación del paisaje urbano porte­
nóstico del proceso de evolución urbana an­ ño, caracterizado por su eclecticismo y cos­
terior; FERNANDO DE TERAN, Iuuo A. Mono­ mopolitismo.
SI y otros, La Plata. Ciudad nueva, ciudad La génesis de otros núcleos urbanos y vi­
antigua. Historia, forma y estructura de un llas formados en regiones con fuerte atractivo
espacio urbano singular, Madrid, 1983, per­ turístico, se vinculan, a la vez, a decisiones po­
mite disponer de un análisis de las transfor­ líticas nacionales para la consolidación de
maciones formales de la traza y de la evolu­ fronteras. Sobre este tema, véase: SONIA BERJ­
ción del paisaje urbano de La Plata. Hay MAN y RAMON GUTIERREZ, La arquitectura en
menciones específicas a los servicios urba­ los Parques Nacionales, Buenos Aires, 1988.
nos (canales y flujos), al uso de la vía públi­
ca y hasta la presencia del elemento vegetal EI equipamiento y la infiaesmicmra
en la ciudad, lo que es importante para com­
prender la rápida transformación de una Los siguientes libros abordan el proceso de
ciudad “moderna” del siglo XIX en las pri­ formación de la infraestructura de abasteci­
meras décadas del siglo XX. miento de agua y de la formación de la red de
saneamiento de Buenos Aires, Rosario y Santa
206 Fe, evidenciando la importancia de estas obras
LA CIUDAD Y SUS TRANSFORMACIONES

en la expansión de la ciudad: IORGE TARTARINI dustrialización y a las migraciones internas.


y ELISA RADOVANOVIC, Agua y saneamiento en Asimismo, presentan los factores estructurales
Buenos Aires. 1580-1930. Riqueza y singulari­ que evidencian las contradictorias actitudes
dad de un patrimonio, Buenos Aires, 1999; del Estado y de la iniciativa privada frente al
ADRIANA COLLADO y LUIS MULLER, Agua y sa­ problema social de la vivienda para sectores de
neamiento en Rosario y Santa Fe. Un patrimo­ menores recursos.
nio con fitturo, Buenos Aires, 1999. Ponen Para entender los impactos que originan
también en evidencia la mejora de la calidad determinadas políticas y legislaciones, puede
de vida que implican la provisión de agua y sa­ consultarse la contribución de DIEGO LECUO­
neamiento, y la vinculación de estos servicios NA, Legislación sobre locaciones urbanas y el
con las grandes obras ferroviarias, de puentes problema de la vivienda, Buenos Aires, 1992.
y de puertos. Los cambios que se introducen con la ley de
alquileres, la supresión de la misma o la vigen­
La ¡rivienda de interés social cia del sistema de propiedad horizontal mar­
can huellas precisas en la configuración de la
El tema de la vivienda, manifestado en sus ciudad y sus sitios.
carencias o en las políticas definidas desde el En el trabajo de HORACIO BERRETTA, Vivien­
Estado, configura un impacto decisivo en la da y promoción para las mayorías, Buenos Aires,
ciudad del siglo XX, tanto para conformar las 1987, se explicita una visión humanística desde
periferias cuanto para renovar las áreas cen­ el interior del país, para buscar la resolución
trales. Sobre el tema pueden consultarse los si­ del problema de la vivienda asegurando el aba­
guientes títulos: ratamiento de costos y potenciando los siste­
RAMON GUTIÉRREZ y MARGARITA GUTMAN, mas de autoconstrucción dirigida, para facili­
Vivienda: Ideas y contradicciones. 1916-1956. tar una mejor calidad de vida en las periferias
De las casas baratas a la erradicación de Villa de urbanas.
Emergencia, Buenos Aires, 1988, analiza la
evolución de las ideas sobre la vivienda de in­ El patrimonio arquitectónico y urbana
terés social a través de textos que incluyen el
debate sobre la creación de la Comisión de En las últimas décadas, los temas del patri­
Casas Baratas y culmina con las propuestas de monio urbano y las políticas de protección se
la Revolución Libertadora para realizar vi­ tradujeron en ordenanzas urbanas y legisla­
viendas de adaptación. ciones que han tenido incidencia en la vida de
Los trabajos de OSCAR YUINOVSKY, Factores las áreas centrales de las ciudades argentinas.
de demanda y situación habitacional en el Gran Al respecto, pueden consultarse:
Buenos Aires. 1947-1970, Buenos Aires, 1980, y JORGE ENRIQUE HARDOY y otros, Impacto
Claves políticas del problema habitacional ar­ de la urbanización en los Centros Históricos
gentino. 1955-1981, Buenos Aires, 1984, reali­ latinoamericanos, Lima, 1983, y RAMON GU­
zan un análisis de la expansión de la periferia TIERREZ (coord.), Centros Históricos de Améri­
urbana del Gran Buenos Aires, desde la inme­ ca Latina, Bogotá, 1991-. Ambos trabajos es­
diata posguerra, vinculado al proceso de in­ tudian los fenómenos de transformación de 207
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

las áreas centrales de las ciudades latinoame­ Por su parte, JAVIER FEDELE, La memoria
ricanas. Así se presentan rasgos comunes en extraviada. Logros, fracasos y contingencias de
cuanto hace a la movilidad de su población, experiencias sobre preservación urbana en Ar­
terciarización y generación de otras zonas de gentina, Santa Fe, 2000, realiza un balance crí­
concentración de servicios. También se anali­ tico de la aplicación de políticas de preserva­
zan las políticas de protección de centros his­ ción del patrimonio a escala urbana, a la luz
tóricos en el continente, mencíonándose, en­ de los logros obtenidos y de las normas legales
tre otros, las ciudades de Corrientes y Buenos aplicadas en las ciudades de Buenos Aires,
Aires. Córdoba y Corrientes.

208
6. EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

Ricardo M. Bach

EL DESARROLLO DEL SANEAMIENTO LA PLANIHCACIÓN EN LAS PRIMERAS DECADAS


URBANO DEL SIGLO

El desarrollo del saneamiento urbano en El ingeniero Guillermo Villanueva, prirne­


la Argentina adquiere una especial relevan­ ro como presidente de la Comisión Especial
cia a partir de las últimas décadas del siglo de Obras de Salubridad de la Capital (1891­
XIX y principios del XX, como consecuencia 1895) y luego al frente de la nueva Dirección
del acelerado crecimiento demográfico de General de Obras de Salubridad (1900-1911),
las principales ciudades emplazadas en el se constituye en una figura clave en la promo­
Centro y el Litoral y, muy especialmente, de ción de un conjunto de leyes en materia de
la transformación que experimentaba la ciu­ política sanitaria, que sentó la base institucio­
dad de Buenos Aires, que ya entonces se per­ nal y legal para la ejecución de sus propios
filaba como la gran urbe del mundo hispa­ proyectos y los de quienes lo sucedieron en la
noamericano. implementación de los planes de saneamien­
Las palabras de Sarmiento al inaugurar el to, concebidos tanto para la Capital Federal
20 de septiembre de 1868 el primer suministro como para el interior del país.
de agua potable a la ciudad de Buenos Aires, Durante la presidencia de Roque Sáenz
“el agua potable es para las ciudades como la Peña, en 1912, en virtud de la ley 8.889 se crea
sangre para el cuerpo humano”, se propagaron Obras Sanitarias de la Nación, y se le confiere
en las sucesivas décadas. El Estado concretó una autonomía institucional que le permitirá
una acción que, aun con intermitencias, im­ continuar sostenidamente y con un éxito re­
pulsó un remarcable progreso al saneamiento marcable los planes formulados en los años
urbano en el país, que al promediar el siglo XX anteriores. En el período 1912-1914 se termi­
se estimaba no tenía parangón respecto del re­ nan las obras nuevas de captación en el Río de
gistrado en los demás países de Latinoamérica la Plata y se habilitan los primeros decantado­
en esta materia. res y filtros lentos del Establecimiento Paler­
mo, comenzando a reemplazar las insuficien­
tes instalaciones de potabilización de agua de
la Recoleta inauguradas en 1869. 209
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

Siendo presidente de la institución el doc­ ro Antonio Paitoví, se actualiza el proyecto de


tor-ingeniero Marcial R. Candiotí (1914­ saneamiento integral de la Capital Federal,
l924), se efectúan importantes extensiones de inicialmente formulado en 1908 y que preveía
los servicios de agua en la Capital Federal, in­ cubrir los servicios para una población esti­
cluyendo la construcción de los grandes depó­ mada en seis millones de habitantes. Este plan,
sitos distribuidores emplazados en los barrios ¡considerado en gran medida la base de la in­
de Caballito y Villa Devoto. En el período de fraestructura de saneamiento de la ciudad, in­
1904 a 1915, la acción de Obras Sanitarias de cluía la construcción de cloacas de grandes
la Nación ya se había extendido a distintos diámetros que, atravesando el Riachuelo por
centros urbanos del interior de país, habilitan­ debajo de su lecho, condujeran los líquidos re­
do obras de servicio de agua potable en trece siduales urbanos a descargar en el Río de la
capitales provinciales y tres ciudades más, in­ Plata, a la altura de Berazategui, mediante un
cluida, entre estas últimas, la de Mar del Plata conducto que se internara tres mil metros en
que, dado su relieve turístico, demandaba con­ sus aguas. Con este sistema se apuntaba a ale­
tar con tales comodidades. jar suficientemente la descarga, aprovechando
En 1919, durante la presidencia de Hipóli­ el poder de “auto-depuración” atribuido al
to Yrigoyen, se sanciona la ley 10.998, conoci­ caudaloso río y prevenir, así, efectos degra­
da como ley Candiotí, mediante la cual se pro­ dantes sobre la franja costera.
mueve la realización de estudios y obras de El plan del ingeniero Paitoví, si bien ejecu­
saneamiento urbano en todas las ciudades y tado en sus ideas básicas, resultó luego ajusta­
pueblos de la República. do e implementado al ritmo que, según las
Como consecuencia de los objetivos de es­ prioridades políticas y de inversión, le fueron
ta ley, en el período de 1926 a 1935, se concre­ asignando los sucesivos gobiernos nacionales
taron en obras numerosos proyectos de sanea­ en las décadas posteriores. Una de las obras de
miento elaborados en los años precedentes, ingeniería más interesantes, concebida en 1933
habilitándoselas en treinta ciudades del inte­ y concretada en 1942, resultó sin duda la de los
rior del país; entre ellas, ocho pertenecían a te­ denominados “ríos subterráneos”, enormes
rritorios nacionales. Asimismo, y pese a los conductos de hasta 4,60 metros de diámetro
dos años de crisis económica mundial que sig­ que, partiendo de la Planta Potabilizadora de
nó este período, se efectuaron ampliaciones de Palermo, transportaban el agua hasta los gran­
envergadura en ciudades como Córdoba, Tu­ des depósitos distribuidores situados en los ba­
cumán, Mendoza y Salta, cuyo crecimiento rrios de Caballito, Devoto y Constitución.
demográfico era ostensible. También fueron La ampliación del Establecimiento Potabi­
habilitadas obras de desagües cloacales en do­ lizador de Palermo, provisto de modernos fil­
ce ciudades, todo lo cual permite calificar a di­ tros rápidos, llegó a constituirse en su mo­
cho decenio como excepcional en materia de mento en uno de los mayores del mundo y
obras de saneamiento urbano en todo el terri­ alcanzó el objetivo propuesto de producir tres
torio del país. millones de metros cúbicos por día de agua
En 1924, siendo presidente Marcelo T. de para el consumo humano en 1964. Era preci­
210 Alvear y bajo la dirección técnica del ingenie­ samente otro ingeniero Paitoví, hijo del ante­
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

rior, quien ocupaba en ese momento la Direc­ nas, abastecieran estos pueblos y ciudades del
ción de Estudios y Proyectos de Obras Sanita­ interior. En la década del cuarenta se había so­
rias de la Nación. lucionado por este medio el problema de la
En el interior del país, Obras Sanitarias de ciudad cordobesa de San Francisco, transpor­
la Nación continuaba generando proyectos e tando el agua desde la ciudad de Villa María,
incorporando servicios de saneamiento en di­ captándola mediante una galería filtrante del
versas ciudades. En algimos casos, los servicios río Tercero. Otro acueducto, desde Ayacucho a
eran aún explotados por empresas extranjeras. Dolores, inaugurado en 1947 en la provincia
Luego de prolongados trámites de expropia­ de Buenos Aires, salvó las carencias de agua
ción, en 1944 pasaron a ser administrados por que acusaba esta última ciudad.
el organismo nacional, respondiendo a una Atendiendo a la misma problemática de la
política coherente con la ejercida en materia de escasez de agua, pueden citarse las inversiones
servicios públicos por el gobiemo de la revolu­ efectuadas para satisfacer la demanda de la
ción de junio de 1943. Esta acción de gobierno, ciudad de Mendoza y poblaciones circundan­
aplicada al sistema de suministro de agua en tes como Godoy Cruz, San Iosé de Guayma­
los partidos de Avellaneda, Lomas de Zamora y llén y otras. En marzo de 1942, Ramón S. Cas­
Almirante Brown, se repitió años más tarde tillo, en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional,
para el caso de la ciudad de Rosario, abasteci­ inauguraba las obras del nuevo acueducto del
da también por una empresa extranjera. río Blanco, para satisfacer así las necesidades
de dichas poblaciones.
los problemas del agua en ciudades Con el objeto de surtir de agua potable a
del interior del país localidades de muy escasos recursos, los servi­
cios por surtidores públicos adquieren espe­
La desigual distribución de los recursos hí­ cial relevancia dentro de la política institucio­
dricos del país, con los dos tercios de su terri­ nal de Obras Sanitarias, acción sustentada por
torio clasificado como árido o semiárido, la ley 12.404 del año 1938. Con este fin se ha­
constituyó un desafío para los técnicos aboca­ bilitaron perforaciones en Santiago del Estero,
dos a la búsqueda de soluciones para el abas­ y se extendieron trabajos similares en Cata­
tecimiento de agua potable a grandes ciudades marca, La Rioja, San Luis y otras provincias.
del interior. A ello se agregaba la objetable ca­ El acuciante problema del agua apta para
lidad natural para el consumo humano de el consumo en extensas zonas del interior del
muchos de los ríos de montaña y también del país, no siempre recibió soluciones a corto
agua subterránea de diversas zonas del territo­ plazo. Tal fue el caso de Presidencia Roque
rio nacional en donde se asentaban centros Sáenz Peña en el Chaco, que hubo de surtirse
urbanos, tales como, entre otras, Bell Ville en exclusivamente de agua de lluvia hasta que en
Córdoba y Venado Tuerto en Santa Fe. la década del setenta se concretó la construc­
Esta situación motivó que Obras Sanita­ ción del acueducto desde Puerto Barranque­
rias de la Nación dedicara especial atención a ras, captando el agua del río Paraná. No esca­
la construcción de acueductos que, trasvasan­ pan a estas carencias las ciudades del litoral
do agua apta desde fuentes relativamente leja­ atlántico patagónico; merece mencionarse el 211
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

' i” "' ‘23,;¿ÏÏ’Ï>.:

l Grupo de jinetes que asistieron a la ceremonia de la inauguración de las obras del acueducto del Río Blanco. Mendoza. 1942.

caso de Comodoro Rivadavia en Chubut, para construcción de la Planta Potabilizadora de


cuya provisión se decidió la construcción de Bernal para proveer de agua a gran parte de
un acueducto desde el lago Munster, ubicado las ciudades emplazadas en la zona sur de di­
en el interior de dicha provincia. Para la ges­ cho Aglomerado.
tión del proyecto contribuyó, en buena medi­ Cabe consignar que las predicciones sobre el
da, la expectativa de una explosión demográ­ desarrollo demográfico de la Capital Federal
fica en la zona, motivada por la política durante las primeras décadas del siglo en la pla­
petrolera impulsada en su momento por el nificación de los proyectos de saneamiento ur­
gobierno de Arturo Frondizi. bano, no resultaron del todo válidas ya que, a
partir de 1947, el número de sus habitantes se
Los SERVICIOS DE SANEAMIENTO estabilizó alrededor de los tres millones, perrna­
EN EL AGLOMERADO BONAERENSE neció en tomo de esa cifra en los censos poste­
riores, aunque hizo eclosión con grandes tasas
En 1940, las necesidades del saneamiento de crecimiento en la mayoría de los partidos cir­
urbano alcanzan al nuevo concepto del “Aglo­ cunvecinos de la provincia de Buenos Aires.
merado Bonaerense” o Gran Buenos Aires,
habida cuenta de los importantes núcleos ur­ EL DESARROLLO DEL SANEAMIENTO A PARTIR

banos que circundaban la Capital Federal y DE LA DECADA DEL CINCUENTA

que disponían de servicios sanitarios insufi­


cientes, exhibiendo un marcado retraso res­ En 1952, después de 84 años de iniciado en
pecto de la evolución alcanzada en este senti­ el país el desarrollo del saneamiento urbano,
do por esta última. Es así como en 1947, bajo Obras Sanitarias de la Nación contaba con 125
la presidencia de Iuan D. Perón, se aprobó el obras habilitadas de servicio de agua con co­
212 plan de inversión de las obras, que incluían la nexiones domiciliarias, cubriendo las necesi­
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

i Posesión por el Gobierno Nacional de los Servicios Sanitarios de Rosario. Acto público en el centro de la ciudad, 1948.

dades de siete millones y medio de habitantes, LA DESCENTRALIZACIÓN DE LOS SERVICIOS


de los cuales, algo más de cuatro millones no
pertenecían a la Capital Federal, agregándose En 1978, mediante una ley nacional, se
unos ciento cincuenta mil más que disponían, concreta un proceso de descentralización de
al menos, de surtidores públicos gratuitos. los servicios de Obras Sanitarias de la Nación,
La acción provincial, municipal y privada transfiriéndolos a las provincias. El hecho ya
también contribuía a acrecentar esa cifra en contaba con iniciativas fallidas, como la inten­
por lo menos un millón de habitantes. En este tada en 1962 a través del gobierno nacional. A
sentido, se destaca la labor de Obras Sanitarias partir de ese momento, el organismo que
de la Provincia de Buenos Aires, que proveía otrora había sido identificado como el actor
servicios a la ciudad de La Plata y otros cen­ fiindamental del saneamiento urbano a lo an­
tros urbanos de mucha entidad, tales como cho y largo del país, vio reducida su jurisdic­
Bahía Blanca. ción al ámbito de la Capital y algimos partidos
En 1964, la creación del Servicio Nacional del conurbano bonaerense.
de Agua Potable y Saneamiento Rural, en el Los cambios institucionales, las dificulta­
ámbito del Ministerio de Salud Pública, desa­ des para concretar políticas de inversión soste­
rrolló un exitoso plan destinado al abasteci­ nidas en las obras públicas del saneamiento de
miento de agua potable, concebido inicial­ las ciudades y el acelerado proceso de urbani­
mente sólo para comunidades de hasta 3.000 zación que se daba en el país, motivaron que a
habitantes. A fines de 1983, numerosas locali­ fines de 1983, los sistemas de abastecimiento
dades de las distintas provincias se habían be­ de agua y de desagües cloacales no sólo no ha­
neficiado con esta acción estatal, parte de las bían logrado expandirse a áreas densamente
cuales era operada por cooperativas locales, pobladas carentes de infraestructura sanitaria,
con una activa participación de los usuarios. sino que tampoco alcanzaban a cubrir el cre­ 213
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

cimiento vegetativo de la población registrado rambla para automotores y público, paralelo


en los veinticinco años precedentes. A menos al murallón costanero, incluía amplias escali­
de veinte años de la finalización del siglo )O(, natas para el acceso de los bañistas a las aguas
la población urbana surtida con agua corrien­ del Río de la Plata.
te no alcanzaba al 70% y disminuía a menos En las costas de Vicente López y San Isi­
del 40% la que contaba con servicios de desa­ dro, se creaban a su vez balnearios populares.
gües cloacales, situación que comprometía el El acceso a sus playas fue facilitado por la
grado de avance alcanzado en materia de construcción de nuevas estaciones ferroviarias
obras de saneamiento urbano durante la pri­ como Anchorena, Punta Chica y Las Barran­
mera mitad del siglo. cas, de la línea del ferrocarril Mitre-Delta.
La atracción de los balnearios en las pri­
meras décadas del siglo, también generó pro­
BALNEARIOS, VILLAS TURISTICAS yectos en el interior del país, tales como el de
Y CENTROS TERMALES la laguna de Melincué, en el sur de Santa Fe,
frecuentado especialmente por familias de las
LOS BALNEARIOS POPUIARES ciudades de su área de influencia.
A pardr de la década del cincuenta, el bal­
A partir de la década del veinte, el cre­ neario de la Costanera Sur veía extinguir su an­
ciente interés que despierta en la población el tiguo esplendor. Aparte de los factores socioe­
uso recreativo del agua se traduce en la insta­ conómicos y urbanísticos que han incidido en
lación de balnearios urbanos, emplazados a el correr del siglo para modificar las preferen­
orillas de ríos o en las cercanías de lagos o la­ cias recreativas de la población, la contarnina­
gunas, que se convierten en lugares de espar­ ción de las aguas en la franja ribereña del Río
cimiento masivo, especialmente durante los de La Plata conculcó en gran medida la posibi­
meses de verano. lidad del “baño en el río”, contribuyendo a des­
En la ribera del Plata, el balneario de Quil­ vanecer uno de los auactivos básicos del uso
mes, al que se podía acceder económicamente recreativo de la costa.
desde la Capital Federal, mediante una línea
de tranvías, fue uno de los primeros balnea­ LA “CIUDAD DE INVIERNO ” DE EMPEDRADO.
rios populares. A él concurriría una verdadera Los eramos TERMALES
multitud para gozar de los baños en el río o en
una gran pileta de natación alimentada por La concesión autorizada en 1909 por ley
agua de pozo. de la legislatura de Corrientes al doctor An­
El Balneario Municipal de la Ciudad de drés Demarchi para construir “en algún lugar
Buenos Aires, inaugurado en 1918, adquirió sobre la costa del Río Paraná una Mansión de
también particular popularidad. Esta área Invierno”, se tradujo en un emprendimiento
recreativa de la ciudad, desarrollada entre las que aspiraba a reproducir similares y afama­
calles Brasil y Belgrano, contemplaba la dos centros europeos de gran moda en esa
construcción de la avenida Tristán Achával época. La Sociedad “Ciudad de Invierno”, en­
214 Rodríguez que, con el carácter de un paseo­ tre cuyos accionistas se contaban personali­
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

dades de la talla de Ángel Gallardo, Manuel males ya había adquirido renombre a partir de
Güiraldes y Gregorio de Laferrere, entre 1880. En Jujuy, las Termas de Reyes, denomi­
otros, adquirió un campo a la vera del anchu­ nadas inicialmente “Baños Calientes de Re­
roso río Paraná para levantar una estructura yes”, se constituyeron en un centro de atrac­
hotelera de jerarquía, que convirtiera el lugar ción próximo a la ciudad capital de esa
en una selecta “estación invernal”, como ya lo provincia. Su privilegiado paisaje y sus condi­
era Mar del Plata como “estación veraniega”. ciones naturales para convertirse en una esta­
A fines de junio de 1913 se inauguraba, con el ción termal que ofreciera condiciones de con­
mayor boato y con la asistencia de lo más fort a los turistas, motivaron que se asignaran
granado de la sociedad porteña y personali­ recursos provinciales para la “puesta en valor”
dades del extranjero, el fastuoso Hotel Conti­ de los atractivos de la zona, los que se traduje­
nental que contaba, además, con un suntuo­ ron en la década del cincuenta en el frecuenta­
so Casino. do Hotel de Turismo.
A pesar del éxito que pronosúcaban los En Mendoza, a partir de 1913, comienza a
medios periodísticos del país a esta “Estación consolidar su prestigio Cacheuta, como cen­
de Inviemo”, emplazada en un área de mode­ tro de aguas termales. Se erige un gran hotel,
rado clima y de la singular oferta recreativa y totalmente equipado para la demanda de co­
paisajística que ofrecía la costa del Paraná, su modidades y esparcimiento de la alta burgue­
naciente esplendor no perduró por mucho sía. Un aluvión, producido en 1934, destruyó
tiempo. Las dificultades económicas, acrecen­ sus instalaciones y trajo el fin de una época en
tadas por el conflicto bélico mundial de 1914, donde las aguas curativas y el paisaje habían
condujeron finalmente al cierre del hotel, su embelesado a una nutrida concurrencia de
progresivo deterioro y abandono ed.ilicio, y turistas. La estación termal de Cacheuta, lue­
terminaron en su definitiva demolición en go de este embate de la naturaleza, no pudo
1942. recuperar en las décadas siguientes el esplen­
La diversidad geográfica que presenta el dor de otros años y el hotel cerró sus puertas
país facilitó, a principios del siglo XX, la crea­ en 1970.
ción de estaciones termales en diversas pro­ En mayor o menor escala, la atracción de
vincias, estaciones en ese entonces de gran las villas termales continuó vigente a lo largo
moda en muchas villas europeas, las que cons­ del siglo, toda vez que las aguas surgentes de
tituían permanentemente un muestrario de distintas zonas del país expandieran “boca a
inspiración para encarar emprendimientos si­ boca” sus propiedades curativas y fortifican­
milares. Las virtudes terapéuticas de las aguas, tes de la salud. Carhué, al sudoeste de la pro­
tanto para su bebida como para “tomar baños vincia de Buenos Aires, con su lago Epecuén
reconstituyentes”, atrajeron turistas a dichos pleno de contenido de sales reconstituyentes,
centros termales, los que ofrecían, además de Copahue en Neuquén y la Villa de Río Hondo
una serena y saludable estadía, el goce del pai­ en Santiago del Estero, son algunos ejemplos
saje, excursiones y actividades sociales. de centros turísticos surgidos bajo el tan anti­
En Salta, a siete kilómetros de Rosario de guo como irresistible poder terapéutico del
la Frontera, una de las primeras estaciones ter­ agua. 215
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

LAS CIUDADES Y VILIAS DE LA COSTA tectónicos, inspirados en las residencias de los


ATIÁNTICA más afamados balnearios europeos.
En la década del treinta, el progreso edili­
En las primeras décadas del siglo XX, el cio de la ciudad adquiriría un perfil que tendía
atractivo de los “baños de mar” en las ciudades a satisfacer tanto su condición de gran centro
y villas veraniegas de la costa atlántica, conci­ turístico del litoral atlántico como las deman­
taba predominantemente una concurrencia das de su propia administración, con una por
selecta de veraneantes, que en sus estadías en entonces acrecentada población permanente.
los balnearios desplegaban una intensa activi­ La superficie de la sala de juegos del complejo
dad social. del Casino, inaugurado en 1939, se la catalogó
Mar del Plata, la ciudad fundacional de los como la mayor del mundo. La amplitud de la
balnearios marítimos, a partir de la prolonga­ remodelada área de la rambla sobre la Playa
ción en 1886 del ramal ferroviario desde lalo­ Bristol, se constituyó en un paseo obligado de
calidad de Maipú hasta la villa atlántica, acre­ los veraneantes durante las horas de la tarde,
centó las perspectivas de sus actividades ya que los hábitos de aquel entonces reserva­
turísticas, las que fueron concretándose en ban el goce de las playas y el baño de mar nor­
ambiciosas realizaciones, impulsadas por sus malmente sólo hasta el mediodía.
más fervientes promotores, comenzando por El sorprendente suceso que alcanzaba Mar
su fundador, don Patricio Peralta Ramos, y el del Plata como ciudad balnearia en los prirne­
indiscutido propulsor de su asombroso pro­ ros años de su existencia, originó diversas ini­
greso, don Pedro Luro. ciativas para crear nuevas villas veraniegas en
¿ El uso recreativo de sus playas y de las be­ la extensa costa atlántica de la provincia de
llezas naturales que ofrecía su serpenteante Buenos Aires. Miramar, asentada en sus oríge­
costa marítima, atrajo a una concurrencia en nes en terrenos de la estancia “La Saboyera”,
ese entonces de notorio nivel social. Esta situa­ propiedad del señor Fortunato de la Plaza,
ción contribuyó a la construcción del lujoso pronto se constituyó en un centro de excur­
Bristol Hotel, inaugurado en enero de 1888 y sión de los veraneantes que acudían a Mar del
que fimcionó hasta abril de 1944, cuando po­ Plata. La llegada del primer tren, en febrero de
siblemente se cerró un ciclo de esplendor que 191 l, a la estación ferroviaria inaugurada con
no ofrecía parangón entre las ciudades balnea­ el nombre de “Miramar”, en lugar de “Mira
rias de Latinoamérica. Mar” como figuraba en el proyecto original,
La ciudad que, ya en 1905, registraba más motorizó el desarrollo turístico de la zona.
de 20.000 veraneantes, se convirtió en las dos En la década del veinte, Miramar recibió el
décadas siguientes en el balneario preferido de mote de “balneario democrático”, porque in­
la sociedad porteña. Se apreciaban sus majes­ dependientemente del estrato social que lo
tuosas mansiones en el Boulevard Marítimo frecuentaba, a diferencia de Mar del Plata,
entre la Plaza Colón y el Torreón del Monje, y muchos de sus veraneantes daban mayor pre­
luego hasta Cabo Corrientes, incluyendo la ferencia a la tranquilidad de sus playas que a
Loma de Stella Maris y la Avenida Colón, que las actividades sociales. En el desarrollo histó­
configuraban un muestrario de estilos arqui­ rico de Miramar, la creación del “Vivero Duni­
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

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l Playa Bristol, Mar del Plata.

cola” en 1923, constituyó un factor fundamen­ En 1914, luego de muchos factores econó­
tal para el progreso urbanístico de su costa, micos que incidieron en su desarrollo, volvió
impidiendo el desplazamiento de las dunas a funcionar el hotel que con el nombre de
hacia el norte y dando lugar al inicio de cons­ “Atlántico” y respetando un estilo europeo, se
trucciones particulares de veraneantes en esa había inaugurado en 1885, anticipándose al
zona de la ciudad. Hotel Bristol de Mar del Plata. El establecí­
Unos veinte kilómetros hacia el sur, ya a fi­ miento resultaba representativo del ambicio­
nes del siglo XIX, el señor Fernando I. Ota­ so proyecto turístico que se pretendía; pero en
mendi, avizorando el desarrollo de un balnea­ las décadas posteriores, no alcanzó el progre­
rio que pudiera competir con el incipiente so esperado que habían soñado sus primeros
atractivo que se manifestaba por Mar del Pla­ promotores.
ta, encargó el parcelarniento y venta de lotes El desarrollo de la “Villa Balnearia” de Ne­
de su propiedad al Banco Constructor de La cochea remonta sus orígenes a las gestiones
Plata. Así nació el pueblo que denominó llevadas a cabo en 1901 por don Eustaquio
“Boulevard Atlántico”, al sur del arroyo La Ca­ Díaz Vélez, terrateniente de la zona, para fun­
rolina y que en el transcurso del tiempo ad­ dar un nuevo pueblo en campos de su propie­
quirió su actual nombre de Mar del Sud. Sus dad y que se extendian desde el límite del eji­
anchurosas playas, bordeadas de una cadena do municipal hasta la playa. El pueblo de
de dunas cuyo punto culminante es el deno­ Necochea había sido fundado veinte años an­
minado Médano Grande, conformaban un es­ tes en tierras localizadas a treinta cuadras de la
cenario especialmente singular del litoral costa, “eludiendo los médanos”, el embate de
atlántico. los fenómenos marinos y prudentemente ale­ 217
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

l Rambla sobre la playa de Quequén, 1914.

jado su núcleo central de las actividades por­ de la playa, y destacables chalets de costosa
tuarias. Recién en 1914, la “Villa” se incorpora construcción, aspectos que le auguraban un
al ejido de la ciudad, incluyendo 16 manzanas porvenir al pueblo balneario acorde con la tó­
y las subdivisiones de las áreas playeras. nica que pretendían otorgarle sus promotores,
La playa, calificada en la época como “la en general, destacados hacendados de la zona.
más segura para los bañistas” por su suave Así como Mar del Plata había conjugado la
pendiente, se encontraba circundada al pro­ atracción de sus playas con el pintoresquismo
mediar la década del veinte por varios hoteles de su puerto y barrio de pescadores, indisolu­
surgidos como emprendimientos privados; blemente asociado a la fisonomía de la ciudad,
entre ellos, el destacado edificio del “Necochea en el caso de Necochea-Quequén es la activi­
Hotel”, frente al mar. dad agroexportadora del puerto de ultramar la
En el vecino partido de Loberías, separado que se identifica como aquella difícil de escin­
del de Necochea por el río Quequén Grande, a dir en la historia del desarrollo de su progreso
principios de siglo adquiría identidad la po­ como villa balnearia en lo que va del siglo.
blación de Quequén; no sólo porque, ya en
1914, se encontraba en construcción un ansia­ LAS VILLAS DE LAS SERRANÏAS

do puerto de ultramar para la salida de las ex­


portaciones agropecuarias, sino también por El atractivo paisaje de las serranías cordo­
su atractiva playa de mar, cualidad que rápida­ besas, con sus arroyos y embalses para apro­
mente constituyó el lugar en un tranquilo y vechamiento energético y recreativo, propul­
selecto lugar de veraneo. Se erigía en ese en­ só el desarrollo de numerosas villas turísticas,
tonces el afamado y confortable hotel de Que­ que a partir de la década del cuarenta, adqui­
quén, una singular rambla de madera desarro­ rieron una singular preferencia por parte de
218 llada sobre unos cien metros en la “infinitud” la población.
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

En el valle de Punilla se va desarrollando


una sucesión de villas vinculadas por el ferro­
carril, que adquieren fisonomía propia de
acuerdo con los proyectos y acciones de sus
principales gestores, originalmente propieta­
rios de las tierras donde se formaban las po­
blaciones. En 1914, el señor Carlos Paz encar­
ga el trazado de un pueblo que, en las décadas
posteriores, se fue desarrollando como centro
turístico en torno del pintoresco lago. A par­
tir de 1930, se forman pequeñas poblaciones
turísticas como Huerta Grande, Villa Giardi­
no y Thea, aprovechando la cercanía de ríos y
arroyos para la instalación de balnearios para
los veraneantes.
l Hotel Edén. la Falda. provincia de Córdoba, 1940.
La Falda, a diferencia de otras villas serra­
nas, tiene como referencia insoslayable en la ba también en otras provincias. Adquirieron
historia de su desarrollo al famoso “Hotel renombre El Volcán en San Luis, Tafí del Valle
Edén”, inaugurado en la temporada 1898­ en Tucumán y San Lorenzo en Salta.
1899. La diagramación de la avenida que lo En los albores del siglo, el singular y her­
vinculaba con la estación del ferrocarril y los moso paisaje de las sierras australes de la pro­
loteos de terrenos iniciados a partir de 1913, se vincia de Buenos Aires, despertó el interés de
centraban primordialmente sobre la actividad capitales argentinos y extranjeros para insta­
de este último, confonnándose así el pueblo lar un imponente “Club Hotel y Casino Sie­
que, en 1930, se conocería con el nombre ofi­ rra de la Ventana”, al pie del cerro Napostá.
cial de “Pueblo de La Falda”. Este constituyó el germen del posterior desa­
La localidad serrana de La Cumbre, cuyo rrollo de Villa de La Ventana. El estableci­
nombre probablemente se lo asignó la empre­ miento hotelero, inaugurado en 1911, res­
sa Otto Bemberg, por ser el punto de mayor pondía a un emprendimiento turístico del
altitud de la línea férrea que la misma constru­ Ferrocarril Central Sud, y se lo catalogó en su
yó entre Cosquín y Cruz del Eje, también re­ época como a la par de los existentes en con­
sultó un lugar de veraneo selecto, diagramado tadas villas de descanso de Europa. El selecto
con un loteo de terrenos de dimensiones gene­ lugar de turismo, con un entorno natural de
rosas. En 1935 se inauguró la estación para cambiante belleza acorde con la estación del
transporte de pasajeros. El perfil aristocrático año, tuvo un efímero tiempo de esplendor.
de esta zona del valle de Punilla se prolongaba Sólo funcionó seis años, afectado económica­
hacia Cruz Chica, y al paisaje se integraban re­ mente, entre otros factores, por la contienda
sidencias veraniegas de gran jerarquía. bélica europea de 1914-1918. En la madruga­
La valoración del paisaje serrano como lu­ da del 8 de julio de 1983, a 67 años de la vís­
gar de descanso y esparcimiento se desarrolla­ pera de la fastuosa fiesta celebrada en l9l6 en 219
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

los salones del lujoso primer hotel de la villa, La creación del Servicio Nacional de Par­
un incendio destruyó un nuevo y ambicioso ques Nacionales en 1934, a instancias de la Co­
emprendimiento hotelero que apuntaba a misión de Parques Nacionales presidida por el
convocar al disfrute del paisaje a otra genera­ doctor Angel Gallardo e inspirada en las ideas
ción de turistas. conservacionistas originadas en Canadá y Es­
tados Unidos, inicia una década en la cual se
incrementan significativamente en el país las
EL PATRIMONIO NATURAL Y EL PAPEL unidades ambientales sujetas a la preservación
DE LAS CIUDADES de su patrimonio natural y arqueológico-cul­
tural. En este proceso organizativo de protec­
La valoración de los recursos naturales en ción del patrimonio natural del pais, su defini­
zonas escasamente exploradas por el hombre tivo fortalecimiento institucional se registra en
en el siglo pasado, aparte de constituir un pa­ 1981, con la vigencia de la Ley Orgánica de la
trirnonio nacional estrechamente ligado a la Administración de Parques Nacionales.
protección del medio ambiente, ha significado En el desarrollo de las ciudades y pueblos,
un factor de fundamental relevancia en el de­ cuyos ejidos municipales han quedado deli­
sarrollo de ciudades y pueblos del país, moto­ mitados dentro de los Parques Nacionales o
rizado en gran medida por la oferta turística próximos a eHos, e identificados con el atrac­
que ofrecen escenarios de singular belleza pai­ tivo de los mismos, ha confluido histórica­
sajística en el ámbito geográfico de sus lugares mente una serie de factores. Especialmente en
de emplazamiento. los de creación más antigua, han tenido pon­
deración aquellos ligados con la defensa y
GESTACION Y POLÍTICA DE LOS PARQUES ocupación del territorio, que apuntan a con­
NACIONALES solidar una política de fortalecimiento de las
zonas de frontera.
En 1904 se registra oficialmente la prime­ Por otra parte, el dificil equilibrio entre el
ra área protegida de la Argentina en la zona proteccionismo ortodoxo de las áreas natura­
del lago Nahuel Huapi. El concepto de dispo­ les y las facilidades de acceso de la población a
ner de reservas naturales de considerable ex­ la oferta turística se presentó regularmente co­
tensión se había originado en Estados Unidos mo un problema de delicada solución, no
en 1872, fecha en que fue creado el primer siempre resuelto con la debida consideración,
parque nacional de Yellowstone, “como par­ especialmente a juicio de los defensores de las
que público de recreación y goce del pueblo”. posturas extremas.
La Argentina fue el tercer país en el continen­ El desarrollo histórico y el papel de las ciu­
te americano (luego de Canadá) en concretar dades vinculadas a los Parques Nacionales
una acción de gobierno similar. La iniciativa ubicados en la región de los lagos cordillera­
de 1904 se consolidó en abril de 1922, me­ nos y en la selva misionera, constituyen casos
diante la creación por ley del denominado representativos de los factores mencionados.
Parque Nacional del Sur, al que se asignaban Estos factores han impulsado con distinta mo­
220 785.000 hectáreas de tierra fiscal. dalidad, según la época, la política nacional
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

impresa por las sucesivas administraciones a La firme política de fomento turístico irn­
cargo de la gestión de dichas áreas naturales. plementada en la década de 1934 a 1944, se
materializa en la construcción del Centro Cí­
SAN CARLOS DE BARILOCHE vico de Bariloche y del Hotel Llao-Llao. Este
Y ams VILLAS último responde a un proyecto de privilegiado
emplazamiento, identificado con la jerarquía
La política colonizadora en las acciones turística que se pretendía imponer a la zona
del gobierno de Iulio A. Roca, condujo a la La institucionalización del turismo social,
fundación, por decreto de abril de 1902, de un experimentada a partir de fines de la década
asentamiento agrícola- ganadero en el perilago del cuarenta y las facilidades para la adquisi­
del Nahuel Huapi, en tierras asignadas a la zo­ ción de vehículos familiares surgida con el
na de San Carlos en la provincia de Río Negro. “boom” de la industria automotriz en la déca­
A pesar de las restricciones aduaneras con la da del sesenta, incidieron marcadamente para
vecina República de Chile que frenaron su que San Carlos de Bariloche se constituyera en
previsible desarrollo, el asentamiento duplicó un centro de recepción preferencial de las co­
su población entre 1915 y 1930, pasando de rrientes turísticas internas, que se sumaban a
1.000 a 2.000 habitantes. La génesis de su fun­ las de origen internacional.
dación es, por otra parte, el motivo principal La expansión de la ciudad en las dos déca­
por el cual actualmente es la única ciudad ar­ das posteriores se tradujo, en el censo de 1980,
gentina cuyo ejido ha quedado dentro de los en una estimable radicación de población per­
límites de un parque nacional. manente. Por entonces, ya la Administración
En 1934, constituido el primer Directo­ de Parques Nacionales asignaba sus recursos al
rio del Servicio Nacional de Parques Nacio­ cumplimiento de la ley 22.351 de dicho año
nales bajo la presidencia de Alejandro Busti­ que, como una herramienta actualizadora del
llo, se modifica la impronta marcadamente marco jurídico que le dio origen en 1935, le
“conservacionista” inicialmente legada por el confería autarquía en la protección del patri­
Perito Moreno. monio natural. A partir de 1935 se fueron
En esa época, los actuales estudios del im­ conformando, en sitios panorámicamente pri­
pacto ambiental de los emprendimientos turís­ vilegiados, villas cuyos nombres están asocia­
ücos sobre sus áreas de influencia eran suplidos dos a los cursos de agua y cuerpos lacustres ve­
principalmente por criterios marcadamente cinos a sus emplazamientos. Entre ellas, cabe
subjetivos acerca de los sitios de emplazamien­ mencionar a Villa La Angostura, Villa Traful,
to de las construcciones y de los materiales que Villa Correntoso, Villa Lago Mascardi, San
se debían utilizar. La administración de Bustillo Martín de los Andes sobre el Lago Lácar —sede
impulsó a un ritmo acelerado la edificación ho­ administrativa del Parque Nacional Lanín- y
telera y de infraestructura de servicios públicos muchas otras que, con el transcurso de los
en el ejido de San Carlos de Bariloche, tenien­ años, se nutrieron de una infraestructura ho­
do presente en sus realizaciones la idea de con­ telera destinada a satisfacer corrientes turísti­
venir el área en un centro de atracción de fama cas en búsqueda de escenarios paisajísticos no
intemacional. perturbados por los problemas ambientales
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

i Hotel Llao Llao, San Carlos de Bariloche.

derivados de las concentraciones urbanas de En este período, la gestión institucional se


cierta magnitud. abocó a la tarea del ordenamiento territorial
de Puerto Aguirre, al cual los vapores de la lí­
PUERTO IGUAZÚ Y EL PARQUE NACIONAL nea Mihanovich ya arribaban desde 1920. En
el Parque se instalaron las pasarelas colgantes
El Parque Nacional Iguazú constituye el sobre el brazo San Martín, el acondiciona­
primer proyecto en el país con ese carácter, ya miento del Hotel Cataratas y el mejoramiento
que en 1902 el ilustre arquitecto paisajista de las rutas de acceso.
Charles Thays, por encargo del gobernador En 1946, Puerto Aguirre, con la nueva de­
del territorio de Misiones y del Ministerio del nominación de Puerto Iguazú, contaba con
Interior, arribó a Puerto Aguirre con el objeto 480 habitantes. En su expansión incidía mar­
de realizar los primeros relevamientos de las cadamente la oferta turística del Parque Na­
Cataratas y la selección de la ubicación más cional, lo que sextuplicó su población en 1960,
apropiada del Chalet-Hotel para que sus futu­ año en el que ya contaba con un importante
ros huéspedes pudieran admirar en toda su hotel.
magnificencia los saltos Argentino, San Mar­ En las últimas décadas, las facilidades de
tín y Brasilero. En 1934, al crearse la Dirección acceso por vía área y terrestre y el desarrollo
de Parques Nacionales, se formalizó la crea­ de la infraestructura turística han motivado
ción del Parque, aun cuando Thays previa­ que en el Parque Nacional de más antigua
mente le había asignado el carácter de una re­ gestación se conjuguen, no sin controversias
222 serva natural. por el delicado equilibrio que ello implica, los
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

l Motonave de pasajeros Guayra. Viaje a Puerto Iguazú, 1927.

contenidos que se enunciaban en la ley LA HIGIENE URBANA: RECOLECCION


12.103 de creación de la Administración. És­ Y DISPOSICIÓN DE LOS RESIDUOS
tos están dirigidos a “mantener intactos los
tesoros naturales de las regiones más bellas LA ORGANIZACION DE LOS SERVICIOS
del país y ofrecerlas, luego de su debida pre­ EN LA CAPITAL FEDERAL
paración, como centros mundiales de turis­
mo”. Durante 1979, la estadística registraba Los servicios de la higiene urbana, transcu­
300.000 visitantes. rridos tres lustros desde el inicio del siglo, con­
En 1980 se clarifican, mediante el nuevo tinuaban siendo un desafío para Ia gestion de
régimen legal para la Administración del Sis­ las autoridades municipales de las principales
tema de las Áreas Naturales del país, las dife­ ciudades del país. Motivaban continuas y recu­
rencias entre los parques nacionales, las reser­ rrentes controversias acerca de sus posibles so­
vas nacionales y los monumentos naturales. luciones, las que se tomaban particularmente
La ley 22.351 establece las definiciones para críticas al momento de discutir los aspectos re­
cada uno de ellos y las condiciones de su ma­ lativos a la eliminación o destino final de los
nejo ambiental. residuos generados por la población.
Posteriormente, en 1981 y 1984, respecti­ En 1910, la ciudad de Buenos Aires, a pe­
vamente, fueron declarados parte del Patri­ sar de la impronta modernizadora que acom­
monio Mundial de la Humanidad, los monu­ pañaba las obras públicas del saneamiento, no
mentos naturales del Glaciar Perito Moreno y había podido superar muchos de los proble­
de las Cataratas del Iguazú. mas inherentes a los servicios de limpieza ur­ 223
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

bana, heredados desde el mismo momento disciplina esta última difusamente presente en
que fuera declarada Capital de la República en las ideas de aquella época.
1880. La inauguración de la usina provisoria de
En los primeros años del siglo XX, los ba­ Nueva Pompeya contaba como antecedente el
surales a “cielo abierto”, la deficiente combus­ contrato firmado entre el ingeniero Roberto
tión que se practicaba de los residuos y las se­ Balmer, representante de la firma Ioseph Ba­
cuelas inaceptables que social y sanitariarnente ker Br Son Ltd., y el intendente de la Ciudad de
generaba la operación y la práctica del “ciru­ Buenos Aires, Manuel I. Güiraldes. Este con­
jeo” en diversos sitios de la ciudad, influyeron trato establecía el compromiso de construir
ciertamente para que las autoridades del Mu­ cuatro usinas incineradoras, ubicadas en dis­
nicipio comenzaran a considerar con seriedad, tintos barrios de la ciudad y con una capaci­
a partir de 1907, la factibilidad de instrumen­ dad adecuada para eliminar entre todas ellas
tar la incineración domiciliaria de los residuos, casi mil toneladas diarias. Sobre la base de las
dejando para los carros municipales sólo la cláusulas de este contrato y a partir de marzo
misión de recolectar las cenizas producto de de 191 l, la usina provisoria fue entregada pa­
dicha operación. ra su explotación al ingeniero Balmer en cali­
La organización de los Servicios de Lirn­ dad de concesionario. En marzo de 1916, la
pieza Pública de la ciudad de Buenos Aires, Municipalidad se vio forzada a hacerse cargo
que en 1914 ya sobrepasaba holgadamente el nuevamente de la incineración de la basura, al
millón y medio de habitantes, se veía someti­ rescindirse el contrato que había sucedido al
da a marchas y contramarchas en su estructu­ de Balmer.
ración y modalidades operativas. En 1918, siendo intendente Ioaquín S.
Llambías, volvió a cobrar impulso la idea de
LAS PRIMERAS USINAS INCINERADORAS eliminar los residuos in situ, imponiendo la
obligación a los habitantes de la ciudad de ins­
A fines de la década de 1910, la influencia talar incineradores domiciliarios. Se trataba
que ejercían las grandes urbes europeas sobre de minimizar así los inconvenientes sanitarios
el perfil arquitectónico y cultural que iba ad­ que acarreaba la basura colocada inapropiada­
quiriendo Buenos Aires, se tradujo también en mente en las aceras por la población.
la importación de tecnologías avanzadas para En los inicios de la década del treinta, las
la eliminación de los residuos. Entre éstas, la usinas incineradoras de Chacarita, Flores y
adopción de los hornos incineradores resulta­ Pompeya funcionaban a plena actividad, pero
ba la modalidad más recomendable. se acusaba una marcada obsolescencia e insu­
Las conclusiones y recomendaciones de ficiencia en el material rodante de recolección
comisiones designadas a tal efecto a fines de de los residuos. Esta circunstancia motivó la
siglo, no habían diferido en su concepción de importación de camiones y de barredoras-re­
algtmas de las actualmente disponibles, sal­ gadoras mejor diseñados para su función.
vando, claro está, los avances tecnológicos de Al promediar la década del cuarenta, el
los métodos aplicables y las restricciones im­ servicio de recolección, transporte y disposi­
224 puestas por la calidad ambiental y la ecología, ción de basura resultaba insatisfactorio, con
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

una flota de camiones deteriorada, com­ óptica ambiental al problema- era en general
plementada aún por vehículos de tracción a considerado por los municipios como un pro­
sangre, y con tres usinas que funcionaban en blema de “transportar” la basura doméstica, lo
condiciones muy objetables. Además perma­ más “eficientemente posible”, a lugares sufi­
necían sin solución los oprobiosos vaciaderos cientemente alejados del centro de la ciudad,
“a cielo abierto”, como un estigma social y am­ pero con muy escasa consideración para el
biental cuya erradicación definitiva parecía destino final de los residuos. El vertido de los
una utopía. desechos en terrenos seleccionados con crite­
Si bien en las décadas siguientes el proble­ rios errados, la presencia de basurales para ali­
ma del servicio del aseo urbano de la ciudad mentar cerdos sin ningún control sanitario y
sólo aportó soluciones coyimturales, como la la infaltable “industria del cirujeo” son sólo al­
necesaria modernización de la flotilla de ca­ gunas de las prácticas altamente objetables
miones recolectores, cabe consignar que en que resultaban fáciles de constatar en gran
1968 se dejaron fuera de servicio las últimas parte de los pueblos y ciudades del país.
chatas a tracción a sangre que, con su carga de En las décadas siguientes comenzaron a
desperdicios y mal olor, aún circulaban por al­ introducirse, sobre la base de experiencias ex­
gunos barrios de la ciudad. Esta acción de la tranjeras, las plantas de tratamiento de la ba­
administración municipal culminaba, en cier­ sura que apuntaban a obtener un producto,
ta manera, la iniciada en 1961 con el acto de con la utilización de la transformación de la
desmantelamiento del “Corralón Sur”, en el materia orgánica contenida en los residuos, y
mismo predio que, en 1876, había sido habili­ que se consideraba sería fácilmente comercia­
tado con la denominación de “Corralón del lizable como mejorador de suelos. Montevi­
Progreso”. deo fue la primera ciudad de Latinoamérica
entusiasmada con este tipo de proyecto. Hubo
EL PROBLEMA DE LOS RESIDUOS intentos en Córdoba, Rosario y Avellaneda. En
EN OTRAS CIUDADES DEL INTERIOR este último caso, las inversiones fueron de
apreciable entidad y se vieron sometidas a liti­
Si en la ciudad de Buenos Aires, dada la es­ gios para su apropiada habilitación. Todas es­
cala de magnitud de su población y su condi­ tas “soluciones” no prosperaron, al menos tal
ción de capita] de la Nación, el problema de como habían sido concebidas. Especialmente
recolectar y eliminar los desperdicios domés­ fracasaron en lo que concierne a su supuesta
ticos era motivo frecuente de conflictos y de autofinanciación o rentabilidad.
una continua búsqueda de soluciones por par­ A principios de la década del setenta se es­
te de las autoridades municipales, los princi­ timaba que el número de incineradores en la
pales conglomerados urbanos del interior Capital Federal rondaba ya los 17.000, sirvien­
-como Rosario, Córdoba, Tucumán y otras do a, por lo menos, la mitad de sus habitantes.
ciudades capitales de provincias- presentaban Sustentándose en la necesidad de suprimir es­
carencias similares. La concepción del servicio tos focos de contaminación del aire, una orde­
de limpieza —gradualmente modificada a par­ nanza dictada en 1976 prohibió la instalación
tir de la década del setenta, al incorporar la de nuevos incineradores domiciliarios y el uso
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

de los existentes, y ordenó su reemplazo por acrecentar la producción de insumos y bienes


compactadores mecánicos. intermedios, este modelo agudiza también los
La letra de esta ordenanza se extendió a las problemas típicos de las grandes concentra­
propias usinas de la Municipalidad, de modo ciones urbanas, agravados por la carencia de
tal que dejaron de funcionar, fueron desman­ una planificación adecuada del uso del suelo y
teladas y posteriormente demolidas las de de la prevención y control de los efectos am­
Nueva Pompeya, Flores y Chacarita. Para ese bientalmente negativos.
entonces había también dejado de operar una En las décadas siguientes, la dinámica del
usina tecnológicamente avanzada instalada en desarrollo industrial no se detuvo. En 1966 se
la calle Varela en el sudoeste de la ciudad, a contabilizaban más de sesenta mil industrias
principios de la década del setenta. Sólo había en el Gran Buenos Aires, y las instaladas en la
funcionado desde mayo de 1975 hasta abril de provincia de Córdoba alcanzan un número
1976. Factores de orden económico y político próximo a catorce mil en 1970, luego del
motivaron que la Municipalidad no llegara “boom” de la industria automotriz. Las ciuda­
nunca a aprobarle a la empresa constructora la des ribereñas y portuarias del río Paraná —ta­
recepción definitiva de las instalaciones, he­ les como Campana, Zárate, San Nicolás de los
cho que generó un juicio prolongadísimo en­ Arroyos y Rosario de Santa Fe- y Bahía Blan­
tre ambas partes y que fue finalmente resuelto ca en el litoral atlántico de la provincia de
casi al expirar el siglo. Buenos Aires, debieron enfrentar concurren­
El antiguo sistema de enterrar la basura se temente con el progreso y la prosperidad de la
convertía así en el método más atractivo para actividad fabril, la hasta hoy día ardua y com­
disponer los residuos, pero ahora adecuado a pleja solución del control de la contaminación
las reglas del arte de la ingeniería sanitaria. Es­ ambiental.
te método, denominado “relleno sanitario”, El problema de la contaminación hídrica
constituyó una de las principales bases sobre en los centros urbanos ya no sólo se reducía al
las que se desarrolló la idea del Cinturón Eco­ paradigmático caso del Riachuelo en la Capí­
lógico en 1977, como se verá más adelante. tal Federal y partidos vecinos de la provincia
de Buenos Aires, sino que se agregaban al mis­
mo otros tan preocupantes como la degrada­
EVOLUCIÓN Y NUEVOS ENFOQUES ción del río Salí en la ciudad de Tucumán y del
DE LOS PROBLEMAS AMBIENTALES lago San Roque, a cuya vera se desarrolla la
ciudad turística cordobesa de Villa Carlos Paz.
LA SITUACIÓN AMBIENTAL DE ACUERDO Los organismos nacionales y provinciales
CON LAS DISTINTAS FASES DE DESARROLLO con competencia en el tema se encargaron de
ECONÓMICO promover leyes y normativas para poner en
vigencia el control de la contaminación y la
A partir de 1950, la intensificación de la sanción a los que la generaran. La provincia de
actividad manufacturera genera en el país un Buenos Aires, ya en 1958, disponía de una he­
nuevo modelo de producción. Basado en la in­ rramienta legal, denominada “Ley de protec­
226 tegración vertical de la industria, además de ción a las fuentes de provisión y a los cursos y
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

cuerpos receptores de agua y a la atmósfera”. foque y competencias a través de distintas re­


Estaba dirigida a controlar las acciones degra­ particiones de la administración pública, se
dantes sobre la calidad ambiental, poniendo concentró en la Secretaría de Estado de Recur­
especial énfasis en las generadas por las activi­ sos Naturales y Ambiente Humano, dentro del
dades industriales asentadas en importantes ámbito del Ministerio de Economía. El nuevo
centros urbanos de su territorio. Obras Sani­ nivel institucional del organismo ambiental
tarias de la Nación, por su parte, apuntaba sus no perduró, ya que se redujo su nivel al de
acciones de control a preservar la calidad de subsecretaría a partir de 1976. Con diferentes
las fuentes de agua que utilizaba para proveer dependencias jerárquicas, fue transferida pri­
el servicio a las poblaciones. mero al Ministerio de Obras Públicas y des­
pués al de Salud y Vivienda. En la práctica, fi­
LA PARTICIPACIÓN EN LA CONFERENCIA nalizó con el rango de una dirección nacional,
DE ESTOCOLMO situación que no se había modificado a fines
de 1983.
Los problemas ambientales, aumentados En las provincias, los vaivenes institucio­
en su complejidad en las décadas posteriores a nales en cuanto a las competencias de los te­
la Segunda Guerra Mundial, amenazaban la mas ambientales y al control de la contamina­
modernamente denominada “calidad de vida” ción urbana no se diferenciaban mayormente
de los habitantes como así también la conser­ de los que se registraban en el plano nacional.
vación de los recursos naturales del planeta. Gran parte de los programas y las acciones, en
Esto condujo a que Suecia propusiera convo­ la casi totalidad de los casos, permaneció en el
car en 1970 a la Asamblea General de las Na­ sector de la Salud Pública, en los organismos
ciones Unidas para una Conferencia Mundial del Estado que prestaban servicios de agua po­
sobre Medio Ambiente, la cual se celebró en table y saneamiento y en las estructuras muni­
Estocolmo entre el 5 y el l6 de junio de 1972. cipales con funciones afines a los problemas
La Conferencia de Estocolmo generó, en ambientales bajo su jurisdicción.
los años siguientes, una jerarquización insti­
tucional en nuestro país, signada por acciones EL IMPACTO AMBIENTAL EN LAS GRANDES

exitosas y fallidas y de una prioridad errática OBRAS PÚBLICAS

otorgada al tema por los distintos gobiernos


que se sucedieron posteriormente. No obs­ A partir de 1970, la protección del medio
tante ello, a principios de la década del seten­ ambiente ante el efecto de las grandes obras
ta, se gestaron numerosas leyes y reglamenta­ que encaraban los gobiernos para satisfacer la
ciones específicas para poner en vigor una demanda de bienes y servicios de la sociedad,
efectiva acción del control ambiental por par­ se tradujo en los países sajones, especialmente
te de los organismos del Estado nacional y de en Estados Unidos, en una serie de procedi­
los provinciales. mientos, estudios y reglamentaciones, cuyos
En 1973, la política ambiental a escala na­ principios comenzaron a ser incorporados
cional, que históricamente se encontraba ge­ por la Argentina para grandes proyectos de ca­
neralmente atomizada y parcializada en su en­ rácter binacional, cumpliendo con requeri­ 227
POBLACIÓN Y SOCIEDAD

mientos de los organismos internacionales de ta no responde a una iniciativa del individuo


crédito. y, por ende, constituye un “traslado forzoso”
El primer estudio de impacto ambiental in­ como lo califica el Banco Mundial.
tegral correspondió al emprendimiento hi­ Los otros grandes emprendimientos hi­
droeléctrico binacional de Salto Grande. La droeléctricos binacionales generados en la dé­
obra se encuadraba en los tratados internacio­ cada del setenta también estuvieron sujetos a
nales de la década del cuarenta, firmados con prolongados y específicos estudios de impacto
Uruguay y Brasil para el aprovechamiento del ambiental. Se indagaron los efectos sobre el
río Uruguay como recurso hídrico compartido. clima, la flora, la fauna en el medio natural y
Aparte del impacto provocado por la pér­ los atinentes al medio socioeconómico involu­
dida de tierra agrícola y forestalmente produc­ crado en el proyecto. Tal es el caso del colosal
tiva a causa de las 30.000 hectáreas afectadas aprovechamiento energético de Yacyretá,
por la inundación, resultaban alcanzadas por compartido con la República del Paraguay, en
este efecto la ciudad de Federación en la pro­ el río Paraná. En él, la formación del lago ane­
vincia de Entre Ríos, emplazada al sur del la­ gaba sectores urbanos de significancia en el
go, y la pequeña población de Santa Ana, si­ ejido de la ciudad de Posadas.
tuada al norte del mismo. La complejidad de los estudios de impacto
El estudio del impacto ambiental, en su ambiental de obras de esta magnitud, conlleva
componente socioeconómico, debía conside­ a una gestión en general de difícil compatibi­
rar entonces la relocalización de la ciudad de lización de intereses entre los niveles munici­
Federación, apuntando a minimizar los efec­ pales, nacionales y, obviamente, de la propia
tos sobre los hábitos culturales y medios de vi­ población involucrada en los proyectos.
da de sus habitantes a consecuencia del trasla­
do. Era necesario, además, restablecer su EL CINTURON ECOLÓGICO
vinculación con otros centros poblacionales
de la provincia, ya que la ruta 14 y el ferroca­ La idea de la utilización del relleno sanita­
rril atravesaban el centro de la ciudad. rio cumple el doble objetivo de dar solución al
En octubre de 1974, mediante una consul­ creciente y acuciante problema de la disposi­
ta popular, los habitantes de Federación eligie­ción final de los residuos domiciliarios y, a la
ron, entre cuatro opciones preparadas por los vez, de recuperar terrenos bajos e inundables
equipos técnicos, una zona al norte del límite destinados a otros usos beneficiosos para la so­
de la ciudad, separada de ésta por el arroyo La ciedad. Cuando se lo introdujo en la Argenti­
Virgen. na, ya contaba con numerosos antecedentes
El reconocimiento mundial que existe res­ exitosos en los países sajones. El aeropuerto de
pecto de la criticidad del impacto ambiental La Guardia en Nueva York y diversos centros
sobre el medio socioeconómico en todo em­ comerciales y recreativos en los Estados Uni­
prendimiento que implica reasentamiento de ' dos habían sido construidos sobre terrenos re­
población, se manifestó también en la ciudad llenados inicialmente con basuras domésticas,
de Federación ya que, aun compensando los utilizando la técnica del “sanitary landfill” (re­
228 efectos de la mudanza, es considerado que és­ lleno sanitario). Se sumaban a ellos otros pro­
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

yectos de mejoramiento ambiental, ta.l como el


encarado en la ciudad de Sydney en Australia, LA CONCIENTIZACIÓN ECOLÓGICA

con la configuración de un “cinturón verde” Y LA RE VALORACIÓN DEL PAISAJE NATURAL

que circunvalaba el conglomerado urbano.


El plan no sólo reformulaba el sistema de A comienzos de la década del ochenta,
higiene urbana de la ciudad de Buenos Aires, acompañando una tendencia mundial inicia­
sino que se encontraba concebido para trans­ da en la Conferencia de Estocolmo, comien­
formar las tierras seleccionadas para el relleno za a incorporarse en la población una “con­
con residuos en áreas recreativas y así vincu­ cientización ecológica" y un interés por la
larlas con otros espacios verdes ya existentes, temática ambiental. Esta problemática se ex­
para conformar lo que se denominó un “Cin­ pande en los ámbitos educativos y lleva a una
turón Ecológico”. Rodeando el área metropo­ participación comunitaria, traducida ésta en
litana, era integrado por cinco secciones de el surgimiento de múltiples organizaciones
treinta kilómetros cada una. Dos de ellas se no gubernamentales abocadas a desempeñar
desarrollaban sobre las franjas costeras de los un papel activo en la gestión de los aspectos
partidos de la provincia de Buenos Aires situa­ ambientales de obras públicas y privadas,
dos al norte y sur de la Capital Federal, con­ que incluso otorga especial valoración a los
templando la conexión de los tres grandes de carácter estético y paisajístico. Este nuevo
centros recreativos del conurbano: el Delta, los escenario motivó la sanción de nuevas leyes y
bosques de Ezeiza y el Parque Pereyra Iraola. reglamentaciones dirigidas a la protección y
El nuevo enfoque dado a la gestión de los el control ambiental en todo el país, susten­
residuos urbanos se conjugaba entonces con tadas por mandatos constitucionales tanto
un ambicioso proyecto de creación de parques nacionales como provinciales. Mientras tan­
regionales. El criterio paisajístico que se pre­ to, el nuevo concepto del “desarrollo susten­
tendía imprimir a las vías de vinculación entre table”, acuñado en la Segunda Conferencia
los mismos se traducía en el diseño del “carni­ Mundial de Medio Ambiente, celebrada en
no del Buen Ayre”, bordeando el curso del río Río de Janeiro en 1992, se incorporará al len­
Reconquista, en los partidos del norte y oeste guaje de la temática ambiental en la última
del conurbano bonaerense. década del siglo.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

En lo que concierne al análisis de los distin­ El desarrolla del saneamiento urbana


tos aspectos que constituyen la amplia proble­
mática ambiental en el país, si bien pueden con­ La colección de la Revista de Obras Sanita­
siderarse relativamente profusos los trabajos de rias de la Nación, constituye una interesante
carácter técnico-científico, no puede decirse lo fuente de consulta bibliográfica sobre el desa­
mismo en lo que atañe a los dirigidos particu­ rrollo del saneamiento urbano e incluye rese­
larmente a un enfoque histórico del tema. ñas de carácter histórico sobre el tema. A par­ 229
POBLACION Y SOCIEDAD

tir de 1970, la Revista comienza a tratar tam­ desarrollo de Mar del Plata en las primeras dé­
bién otros problemas del país relacionados a la cadas del siglo. En el relato, enfatiza los atrac­
temática ambiental. tivos paisajísticos y turísticos del balneario (en
Sobre este mismo tema, la obra de RAMÓN varias ocasiones, puestos en boca de persona­
GUTIÉRREZ (director), ELISA RADovANovIc y lidades políticas y culturales de la época), co­
lORGE TARTARINI, Agua y saneamiento en Bue­ mo así también las actividades sociales que se
nos Aires 1580-1930. Riqueza y singularidad de celebraban. Al mismo tiempo, describe el va­
un patrimonio, Buenos Aires, 1999, desarrolla riado perfil arquitectónico que adquiría la ciu­
con un detalle pormenorizado y profusa docu­ dad, tanto por la construcción de las residen­
mentación gráfica, la gestión y evolución de los cias privadas como por los emprendimientos
planes, proyectos y obras para Buenos Aires, en de carácter público.
materia de infraestructura de distribución de Otras obras que pueden consultarse sobre
agua potable y desagües cloacales. Especial­ la historia de los balnearios y centros turísti­
mente a partir del capítulo IV, los autores efec­ cos, son las siguientes: EGIsTO RATTI, Monogra­
túan una acabada descripción de los antece­ fia del Partido de Necochea, Necochea, 1980;
dentes que, en las primeras décadas del siglo, lUAN IOsE SEBRELI, Mar del Plata, el ocio repre­
generaron las obras más destacables, como así sivo, Buenos Aires, 1986; GOBIERNO MUNICIPAL
también sus características técnico-constructi­ DEL PARTIDO DE GENERAL ALVARADO, Libro del
vas y arquitectónicas. De estos mismos auto­ Centenario de Miramar, Miramar, 1988; PE­
res, se puede consultar asimismo: El Palacio de DRO F. KROPFE, La metamorfosis de San Isidro,
las Aguas. Monumento Histórico Nacional, Bue­ San Isidro, 1994; TEODORO SARAvIA y EULOGIO
nos Aires, 1996. SARAVIA, “Geografía de la Provincia de Iujuy.
El libro de OSVALDO REY, El saneamiento en Guía Cultural. 1950", notas insertas en el Libro
el Área Metropolitana. Desde el Virreinato a del Cuarto Centenario de la Fundación de Iu­
1993, Buenos Aires, 2000, dedica un capítulo juy, San Salvador de Iujuy, 1993; SECRETARIA DE
para describir y analizar los aspectos técnicos CULTURA DEL GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE
y económicos de las obras de saneamiento en­ CORRIENTES, Revista Siglo XXI, año l, n" l, Co­
caradas por Obras Sanitarias de la Nación en rrientes, 1987.
el período 1912-1980, con acotaciones sobre
los acontecimientos políticos que acompaña­ El patrimonio natural y el papel
ron dichas realizaciones. de las ciudades

Balnearios, villas turisticas En el libro de SONIA BERIMAN y RAMÓN


y cen tros termales GUTIERREZ, La arquitectura en los Parques Na­
cionales, Buenos Aires, 1988, los autores anali­
El libro de ROBERTO T. BARILI , Historia de zan la política arquitectónica y urbanística de
Mar del Plata, Buenos Aires, 1991, luego de Parques Nacionales, suministrando abundan­
dedicar parte del mismo a relatar hechos y ci­ te documentación testimonial e información
tar documentos relativos a la etapa fundacio­ bibliográfica sobre el proceso de creación y
230 nal de la ciudad, efectúa una crónica sobre el desarrollo de las ciudades de San Carlos de
EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE

Bariloche y Puerto Iguazú y su estrecha vincu­ gunas medidas para su corrección, Buenos Ai­
lación con la protección del patrimonio natu­ res, 1974, y La ingeniería sanitaria en la Re­
ral circundante. pública Argentina. Algunos antecedentes para
Otras dos obras recomendadas para el tra­ su historia, Buenos Aires, 1982. En algunos
tamiento de estos temas, son las de EZEQUIEL de sus capítulos, conjugan adecuadamente
BUsTILLO, El despertar de Bariloche, Buenos Ai­ los aspectos técnicos, institucionales y lega­
res, 1971, y de FRANCISCO ERIZE, MARCELO CA­ les del desarrollo de las disciplinas medio­
NEVARI, GUSTAVO COSTA y MAURICIO RUMBOLL, ambientales en la Argentina, con una rela­
Los Parques Nacionales de la Argentina y otras de ción histórica acerca de su gestación y
sus áreas naturales, Buenos Aires-Madrid, 1993. actores intervinientes, todo ello matizado
con un anecdotario nacido de la propia ex­
La higiene urbana: recolección periencia del autor.
y disposición de los residuos El libro de GUILLERMO D. LAURA, E1 Cintu­
rón Ecológico, Buenos Aires, 1979, proporcio­
La obra de ÁNGEL O. PRIGNANO, Crónica de na un compendio abarcativo de los antece­
la basura porteña. Del fogón indígena al cintu­ dentes y las principales características del
rón ecológico, Buenos Aires, 1998, describe y emprendimiento, complementado con la do­
analiza el desarrollo de los servicios de higiene cumentación legal que consolidó el inicio de
urbana en la ciudad de Buenos Aires desde los las obras y su gestión administrativa.
tiempos de su fundación hasta fines de la déca­ Por su parte, en ALEJANDRO ROFMAN y
da de 1970. El tema es tratado exhaustivamen­ AGUSTÍN CAFFERATA (comp.), Efectos sociales de
te por el autor, puntualizando fechas, cifras, las grandes represas en América Latina, Monte­
funcionarios de la administración municipal video, 1984, a través del trabajo de distintos
actuantes y un buen número de ilustraciones, autores se efectúa, especialmente en su capítu­
además de citas documentadas. lo III, un análisis de los aspectos sociales de la
Sobre este mismo tema, puede consultarse relocalización de la población afectada por la
a ROGELIO TRELLEs, El problema de Ia evacua­ construcción de grandes represas. Resulta de
ción y disposición final de los desechos sólidos especial interés el capítulo atinente al proceso
municipales (basuras), Buenos Aires, 1977. de reasentamiento en el área de la represa de
Salto Grande en general y de la ciudad de Fe­
Evolución y nuevos enfoque deración en particular, analizado por Rofman
de los problemas ambientales y Cafferata.
Asimismo, puede consultarse el libro de
Se recomiendan dos trabajos de ROGELIO ANTONIO E. BRAILOVSKY y DINA FOOUELMAN,
TRELLES, Los profetas de la contaminación. Historia ecológica de la Argentina, Buenos Ai­
Nuestros problemas del medio ambiente y al­ res, 1999.

231
II. LA DIMENSIÓN POLÍTICA

(ACONTECIMIENTOS, IDEAS E INSTITUCIONES)


7. Los RADICALES EN EL GOBIERNO

Félix Luna

Si entre 1914 y 1930 hubo un sistema ins­ en sus filas contaban con personalidades como
titucional sólido y estable en América Latina, Honorio Pueyrredón. Era como una marea
éste fue el que regia en la Argentina. La Ley que ascendía inexorablemente y la muerte de
Sáenz Peña había hecho posible la legitimación Sáenz Peña, ocurrida casi contemporánea­
de formas republicanas que se habían preser­ mente al estallido de la guerra europea, no in­
vado desde la organización nacional pero que terrumpió este ascenso. Pero si el general Julio
ahora, con la participación del electorado, ad­ A. Roca no manifestaba preocupación alguna
quirían un indiscutible contenido popular. Las por la eventual llegada del radicalismo al po­
representaciones parlamentarias se renovaban der, muchos elementos vinculados al régimen
con la presencia de partidos cuyas voces ha­ conservador se alarmaban y algunos trataron
bían estado ausentes hasta entonces de los de armar una fuerza que representara una op­
cuerpos colegiados. Y esta transformación se ción frente a la “montonera radical” -la expre­
había llevado a cabo pacíficamente, sin i1npac­ sión era de Lisandro de la Torre, el más activo
tos traumáticos, como consecuencia de un es­ e inteligente de este grupo—.
tado de opinión que Roque Sáenz Peña aten­ El Partido Demócrata Progresista pudo ser
dió y el Congreso de 1912 no pudo ignorar. el gran partido de derecha que exigía ahora el
juego político para hacer contrapunto al as­
cendente radicalismo. Su fracaso obedeció a la
Los CAMBIOS diferencia ideológica entre su principal ani­
mador, municipalista, agrarista, acendrada­
En 1914, el radicalismo ejercía el poder en mente laicista y aun anticlerical, que buscaba
dos provincias importantes, Santa Fe y Entre la renovación de las viejas fuerzas conservado­
Ríos, y había obtenido la mayoría de diputados ras, y quienes aportaban sus capitales políticos
de la Capital Federal. Poco más tarde, en 1914 al nuevo emprendimiento, caciques compro­
conseguiría la gobernación de Córdoba. Para metidos con todos los vicios del sistema ago­
entonces, distintos grupos políticos en varias nizante, como lo fue Marcelino Ugarte, que
provincias y también en la Capital Federal se le desde la gobernación de Buenos Aires erosio­
habían aproximado, siendo la más significativa nó la conducción de De la Torre para obtener
de estas adhesiones la de los “udaondistas”, que la candidatura presidencial. 235
LA DIMENSIÓN POLITICA

Era imposible concretar un programa


común y dibujar una imagen progresista con
elementos tan dispares, difícil insuflar un to­
no renovador a una colectividad que juntaba
a expresiones provenientes del riñón del
“Régimen”.
Así, el Partido Demócrata Progresista no
logró convertirse en una fuerza nacional y li­
mitó su influencia posterior a la provincia de
Santa Fe, sobre la base de la antigua Liga del
Sur. Fue un grave fallo para el país. Si se hubie­
ra logrado un gran partido con los restos res­
catables del conservadorismo, habría existido
un cauce legal con posibilidades de protagoni­
zar la alternancia que es propia de la democra­
cia, y las intenciones golpistas o de una ciega
oposición a los gobiernos radicales se hubie­
ran canalizado institucionalmente. Egoísmo y
ambiciones personales frustraron el empeño
que, por otra parte, descontaba un apoyo pre­
sidencial que Victorino de la Plaza, contra­
riando la costumbre de los mandatarios ante­
riores, se negó a otorgarles.
En estas condiciones, la Unión Cívica Ra­ El presidente Hipólito Yrigoyen durante su primer
mandato gubernativo. Archivo Histórico y Centro de
dical (UCR) afrontó la elección presidencial Documentación de la Unión Cívica Radical.
de abril de 1916.
Describiendo el estado de espíritu de aque­ Este espíritu quedó bien reflejado en los
lla época, ha escrito Eduardo Mallea: “Entonces, comicios presidenciales y en el proceso poste­
algunos hombres, algtmos grupos, luego el pue­ rior. La fórmula radical, Hipólito Yrigoyen­
blo todo, comenzaron a preocuparse, no priva­ Pelagio B. Luna, obtuvo 370.000 votos sobre
da sino general y nacionalmente. Sobrevino un 340.000 de Ángel Rojas, Iuan B. Iusto y De la
estado de pureza cívica. Y una gran seriedad de Torre en conjunto. Pero el Colegio Electoral
conciencia culminó en 1916 con el advenirnien­ no reflejaba este resultado, pues al candidato
to de un gobierno austero y popular. (...) era radical le faltaban sufragios para lograr la ma­
una gran necesidad civil de decencia contra mu­ yoría absoluta. En Santa Fe, una disidencia ra­
chos años de explotación y de fraude. Nadie dical había ganado la elección, adjudicandose
pensaba en su medro personal. Era una cuestión diecinueve electores que podían darle el triun­
de limpieza y honor. Era un movimiento de fo al candidato radical. Se tejieron mil intrigas
conciencias, de corazones, de almas. Era un es­ alrededor de estos votos decisivos, pero Yrigo­
236 tado de nobleza colecúva, de salud nacional”. yen se negó a urdir cualquier tipo de negocia­
Los RADICALES EN EL GOBIERNO

ción con sus antiguos correligionarios. Más el pueblo más pequeño, en el barrio más aleja­
aún: se fue a uno de sus campos y dio estrictas do se levantaba un comité radical que era lu­
órdenes de no recibir a nadie. Pese a esta acti­ gar de reunión y confidencia, espacio para pe­
tud, los electores santafesinos se negaron a ab­ didos y favores, base de lanzamiento de los
jurar de sus orígenes comunes y dieron sus vo­ actos y reuniones con que el partido se mani­
tos a Yrigoyen, quien resultó triunfante por festaba. Contaba con periódicos propios y
una cómoda mayoría. otros que lo apoyaban espontáneamente y, so­
Era presidente y lo era sin pactos ni acuer­ bre todo, estaba animado por una mística que
dos, una marca que contrastaba con nitidez lo convertía en una fuerza cívica formidable.
sobre más de tres décadas de política. “Era un Era el resultado de años y años de trabajo
estado de nobleza colectiva.” El 12 de octubre constante y esforzado, de una prédica que ha­
de 1916, el nuevo presidente fue llevado del bía llevado al pueblo radical a la abstención, la
Congreso a la Casa Rosada por una enfervori­ revolución o la intransigencia, los caminos
zada multitud que lo transportó casi en andas, más duros de la política, y esta forja era la obra
tumultuosamente, muy lejos del helado pro­ perseverante de Yrigoyen. Ahora, después de
tocolo de sus antecesores. Era indudable: con la sanción de la Ley Sáenz Peña, lo que parecía
Yrigoyen, el pueblo llegaba al poder. un grupo de románticos iluminados se había
convertido en una organización perfectamen­
LAS FUERZAS POLÍTICAS te aceitada, que se había hecho ducha en el ar­
te del proselitismo y la técnica de las campa­
Las inquietudes de muchos sectores en ñas electorales.
torno del acceso de Yrigoyen, no eran injusti­ En contraposición con esta organización
ficadas. El radicalismo era, en realidad, un irnbatible, el radicalismo era una fuerza esca­
gran interrogante. No había proclamado pro­ samente disciplinada. Ambiciones personales
grama algimo, salvo el muy obvio de cumplir desatadas por la proximidad del poder, posi­
la Constitución. Su cúpula dirigente estaba ciones ideológicas distintas, que iban desde la
integrada por ciudadanos que no habían defensa del status quo hasta las más avanzadas,
desempeñado ningún cargo público. El propio sobre todo en materia social, convivían traba­
Yrigoyen era una personalidad enigmática, josamente en su seno y a veces estallaron en
imponente en su aspecto físico pero parco en ruídosas peleas internas y deserciones del vie­
declaraciones públicas y nada aficionado a de­ jo tronco.
jarse ver. Sus huestes incluían a gente humilde, En cambio, si había un partido disciplina­
urbana y rural, integrantes de la ascendente do al máximo, éste era el Socialista. Fundado
clase media, y no pocos estancieros y descen­ por Juan B. Iusto y organizado con paciencia
dientes de familias próceres, tanto en Buenos benedictina, había conquistado la minoría de
Aires como en el interior. Era como un corte diputados de la Capital Federal en 1912, un re­
histológico del país, con todas sus contradic­ sultado que sorprendió a muchos. Los socia­
ciones y ambígüedades. listas se caracterizaban por el dogmatismo de
Pero a cambio de estas indefiniciones, la sus ideas y sus legisladores fueron los adversa­
UCR estaba admirablemente organizada. En rios más duros del radicalismo. Iusto había 237
LA DIMENSIÓN POLI’I'ICA

impuesto a sus compañeros una rigidez que se oficialismo. Pero su fuerza no radicaba sólo en
manifestó, por caso, con la expulsión de José las bancas que ocupaban ni en los gobiernos
Ingenieros por el delito de haberse presentado provinciales que poseían, sino en el poder de
en un acto partidario vestido de etiqueta; más convicción de los grandes diarios y el peso de
tarde echarán de sus filas a Alfredo Palacios las clases altas. Se sentían traicionados por la
por haber intentado batirse a duelo, y a Fede­ Ley Sáenz Peña, ellos, cuyos estadistas habían
rico Pinedo por contraer matrimonio religio­ llevado a la Argentina de su condición de país
so. A veces, la lucha antialcohólica y antitabá­ pobre y periférico a la jerarquía que ostentaba
quica del líder socialista llegaba a extremos ahora en el continente y el mundo, y estaban
ridículos, lo que provocó el asombro de Iean persuadidos de la ingratitud de las masas:
Iaurés cuando fue invitado a comer en la casa años más tarde, Matías Sánchez Sorondo resu­
de Iusto y rezongó con incredulidad: “Mais... Il miría este sentimiento al aludir a “la encruci­
n'y a pas du vinl”. jada alevosa del cuarto oscuro”. Temían ata­
Pese al esforzado trabajo de sus dirigentes, ques a sus intereses que Yrigoyen nunca les
el socialismo no alcanzó a cobrar envergadura asestó, pero igualmente su actitud fue de re­
nacional: sólo hizo pie en la Capital Federal y chazo total a esos advenedizos de apellidos in­
en unas pocas ciudades del interior. Pero sus migratorios que ocupaban las posiciones que
diputados hicieron un brillante papel y obtu­ habían creído suyas para siempre; y estaban
vieron leyes de mejoramiento social. En reali­ animados, en su desolación, por la convicción
dad, hasta que en 1946 apareció el legendario de que algún día habrían de volver, como fue­
“Bloque de los 44”, no hubo en la historia par­ ra, para poner las cosas en su quicio.
lamentaria argentina un conjunto de legisla­ Al ser elegido presidente Yrigoyen, su par­
dores más capaces, estudiosos y provistos de tido estaba en minoría en las dos cámaras del
armas políticas tan filosas. Congreso, todas las provincias menos tres se
Finalmente, los conservadores. Después encontraban en manos de sus adversarios, la
del fracaso del Partido Demócrata Progresista, administración pública, el Poder Judicial, la
las corrientes que venían del antiguo régimen diplomacia y muchos capitalistas, locales o ex­
siguieron actuando individualmente. Tenían tranjeros, evidenciaban, en el mejor de los ca­
diversas denominaciones: Liberal, Autono­ sos, un escepticismo que fácilmente podía
mista, Constitucional, Demócrata, pero de he­ convertirse en hostilidad. El cambio había
cho se unificaban en el Congreso y sobre todo ocurrido, por cierto, pero los cambios serían
en el Senado, su principal trinchera, en la opo­ arduos.
sición al radicalismo. Durante el gobierno de
Yrigoyen mantuvieron alguna fuerza en Bue­
nos Aires, Córdoba, Salta y Corrientes, pero EL PRIMER GOBIERNO RADICAL

tanto tiempo habían estado amparados por el


poder de turno, que ahora les costaba mucho En cierta manera, Yrigoyen era un hombre
permanecer en el páramo: no pocos de sus di­ del Ochenta. Además, era un estanciero, que
rigentes, sobre todo en las provincias chicas, conocía bien el negocio ganadero sobre el que
238 fueron transfiriéndose discretamente al nuevo habia construido su fortuna. Estas notas expli­
Los RADICALES EN EL GOBIERNO

can por qué el presidente radical no intentó Sin duda, el líder radical se equivocó en
ningtma reforma de fondo sobre el régimen de muchos temas menores, aquellos relacionados
la tierra o sobre la relación con los capitales con su necesidad de construir un poder fuer­
extranjeros. En ambos casos se limitó a adop­ te. Pero nunca erró en las cosas importantes
tar algunas acciones correctivas, como la recu­ del país, como cuando mantuvo obstinada­
peración de concesiones de tierras fiscales mal mente la neutralidad argentina frente a la gue­
otorgadas o la determinación de la cuenta ca­ rra europea, cuando apoyó la Reforma Uni­
pital de los ferrocarriles, medida indispensable versitaria (“el espíritu nuevo”, como solía
para establecer si las tarifas superaban o no el decir) o cuando se empeñó en la preservación
límite de una ganancia razonable. Por otra del petróleo nacional. Algunos de sus adversa­
parte, el esquema agroirnportador que había rios reconocieron más tarde sus aciertos.
contribuido a la grandeza del país seguía fun­
cionando bien, pese a los efectos de la guerra LAS INTERVENCIONES FEDERALES

europea, y no se concebía entonces la conve­


niencia de cambiarlo. La primera intervención federal irnpor­
Sin embargo, el sexenio de Yrigoyen fue tante cayó sobre Buenos Aires. La presencia de
profundamente renovador. Lo fue por su inva­ Marcelino Ugarte, arquetipo de gobernante
riable contenido democrático, su sensibilidad del viejo régimen, era incompatible con el
social, el sentido nacional y latinoamericano de nuevo signo del gobierno nacional. Previa­
su política exterior y el abandono, en muchos mente a la medida se había suscitado una po­
casos, de los principios liberales en el terreno lémica con Ugarte, durante la cual Yrigoyen
económico, mediante una mayor intervención proclamó que “las autonomías provinciales
del Estado. También lo fue en la integración de son de los pueblos y para los pueblos, y no pa­
sus equipos de gobierno con gente joven, como ra los gobiernos”. Este discutible principio se­
lo señaló José Gabriel, y con hombres que eran ría la base de las medidas análogas que se rei­
hijos de la gran inmigración. terarían en los años siguientes para completar
La política menuda —intervenciones fede­ en las provincias el desalojo de sus antiguos
rales, disidencias en el seno de su propio par­ oficialismos. Meses después, Mendoza fue in­
tido, arbitrajes en las querellas internas- le lle­ tervenida, y casi al mismo tiempo, por pedido
vó mucho tiempo, desgastó su figura y de su gobernador, Corrientes. En abril de
constituye el costado más criticable de su ges­ 1918, el poder federal cayó sobre La Rioja, Ca­
tión. Esto y su obsesión por ganar la mayoría tamarca y Salta. Al año siguiente, San Luis, y
del Congreso, que lo llevó a recorrer sínuosos meses más tarde, Santiago del Estero y San
caminos. Pero en estos aspectos también hay Iuan. La última intervención decretada por
que tener en cuenta los inevitables desfasajes Yrigoyen fue la de Tucumán, en noviembre de
institucionales que conllevó la reiterada apli­ 1920.
cación de la Ley Sáenz Peña, esa novedad po­ Esta nómina podría hacer pensar en un
lítica, así como el obstruccionismo tozudo del autoritarismo sin límites y, desde luego, la
Senado, un baluarte opositor que Yrigoyen ja­ oposición clamaba esta acusación. Sin embar­
más pudo expugnar. go, algunas de tales medidas se tomaron en 239
LA DIMENSIÓN POLITICA

virtud de leyes del Congreso y otras tendieron ciones que, bien o mal, iban atenuando los al­
a ordenar situaciones locales tan enredadas borotos locales. Esto ocurrió por caso en Co­
que no tenían otra solución que el remedio fe­ rrientes, donde el fallecimiento inesperado del
deral. Algunos de los conflictos, por cierto, candidato radical, el legendario coronel Angel
fueron provocados por radicales para crear las Blanco, posibilitó al autonomismo y al libe­
condiciones propicias a una intervención ami­ ralismo renovar su viejo pacto e imponer un
ga. En Buenos Aires, José Camilo Crotto, des­ gobernador de sus filas, decisión que fue res­
pués de haber sido elegido gobernador en petada por el gobierno nacional. En Córdoba,
reemplazo de Ugarte, incurrió en actitudes ex­ por su parte, en 1922 fue elegido Iulio A. Roca
travagantes e impolíticas hasta que debió re­ (h) por el voto de 30.000 ciudadanos sobre
nunciar. En otros casos, como el de Salta, to­ 160.000 inscriptos en el padrón electoral, de­
dos los partidos opositores, incluso el bido a la abstención declarada por el radicalis­
socialista, pidieron el cese del gobierno con­ mo; el gobierno nacional declaró cortadas sus
servador. En San Juan debió mediar el asesina­ relaciones con el cordobés, pero no hubo in­
to del gobernador Amable Iones a manos de tervención.
elementos cantonistas y la acefalía total de la El Congreso que en 1912 sancionó la Ley
provincia, para que la intervención se hiciera Sáenz Peña pudo imaginar que el inevitable
inevitable. Puede decirse que durante el go­ traspaso del poder sería formal y caballeresco.
bierno de Yrigoyen en todas las provincias es­ Lo fue en el plano nacional pero no en la ma­
tallaron conflictos institucionales o políticos, yoría de las provincias. Era el precio que se de­
en todas ellas las competencias internas del ra­ bía pagar por el encumbramiento de la verdad
dicalismo produjeron convulsiones, en todas electoral como valor supremo de la vida pú­
las luchas por el poder local fueron feroces. blica, un proceso azaroso que escandalizó a
En realidad se trataba de fenómenos atri­ muchos pero que fue fatal, inevitable y, en úl­
buibles a los efectos de la irrupción popular en timo análisis, beneficioso para la República.
la vida política. En los tiempos del “Régimen”,
este tipo de alteraciones, a veces más graves y POLÍTICAS TRANSFORMADORAS

frecuentemente sangrientas, se pacificaban


mediante negociaciones y conciliábulos de las “La democracia no consiste sólo en la ga­
clases gobernantes, que trataban de arreglar rantía de la libertad política: entraña a la vez la
sus intereses a través de periódicos repartos de posibilidad para todos de poder alcanzar un
poder. Ahora, en cambio, la nueva realidad mínimo de felicidad, siquiera.” Este concepto
tornaba a la política más ardua, más tumul­ del mensaje del Poder Ejecutivo al Congreso
tuosa, más vociferante y escandalosa. Adaptar en 1920 definía una posición del Estado en
esas corrientes desbocadas a las instituciones, materia social, muy diferente al cerrado libe­
encauzarlas, domar las desatadas ambiciones, ralismo del antiguo régimen.
acostumbrar, en fin, a un juego más limpio, Cuando Yrigoyen asumió el poder, la gue­
era arduo y no siempre pudo lograrse. Pero a rra europea llevaba ya dos años y sus efectos
diferencia del sistema derrotado en 1916, el no podían menos que repercutir fuertemente
240 voto popular confería legitimidad a las solu­ en una economía como la argentina, tan liga­
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

l El primer mandatario de la Nación. Yrigoyen, inaugura Ia Exposición Ganadera de Buenos Aires.

da a los mercados del Viejo Continente, con mentaba el trabajo a domicilio y benefició a
sus negativas consecuencias en el campo de la miles de mujeres. El Poder Ejecutivo envió
producción y el trabajo. Proliferaban las huel­ proyecto de ley sobre conciliación y arbitraje,
gas, algunas muy graves, como la de los por­ sobre asociaciones profesionales y sobre con­
tuarios, los trabajadores de frigoríficos y los tratos colectivos de trabajo: ninguna fue apro­
ferroviarios, además de muchas otras en sec­ bada por el Congreso. El proyecto de ley sobre
tores menos gravitantes. El gobierno radical trabajo en obrajes y yerbatales fue enviado en
marcó de entrada una actitud muy diferente a 1919 y se aprobó recién en 1925 (ley 11.728).
la de sus predecesores y no bien iniciado su En 1921, Yrigoyen envió al Congreso el “Códi­
mandato, Yrigoyen instruyó terminantemente go del Trabajo”, una refimdición orgánica de
a la policía de la Capital Federal para que las iniciativas anteriores, que tampoco fue trata­
asambleas obreras y sus manifestaciones no do en la instancia legislativa. Pero de este cuer­
fueran molestadas. En la misma tónica y con po surgieron posteriormente varias leyes, co­
gran escándalo de la oposición, en 1917 el mi­ mo las de jornada legal de trabajo (11.544),
nistro de Obras Públicas se dirigió al consejo asociaciones profesionales (12.921), arbitraje
de delegados del sindicato ferroviario, en ese y conciliación y justicia laboral (12.948).
momento en huelga, para pedir que no se in­ También promovió el gobierno radical ini­
terrumpiera el abastecimiento de la Capital ciativas sobre previsión social, como la de jubi­
Federal. lación de ferroviarios, de empleados y obreros
Se sancionaron leyes que mejoraron la de servicios públicos y de empleados banca­
condición de los trabajadores —algunas por rios. En noviembre de 1923 —ya bajo la admi­
iniciativa socialista- como la 10.505 que regla­ nistración de Marcelo T. de Alvear- se sancio­
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

nó la ley 11.289 que venía de un proyecto de en el proceso intemo del organismo social,
Yrigoyen y constituía un paso fimdamental pa­ abrogándose enérgicamente los viejos lugares
ra la jubilación de todos los trabajadores; la­ comunes del liberalismo que todavía se invo­
mentablemente, dos años más tarde y a pesar caban como explicación de la indiferencia o de
de los esfuerzos del bloque yrigoyenista, esta la hostilidad estatal”. Líneas arriba afirmaba:
norma fue suspendida por la ley 11.358. “La conquista de la libertad política sólo fue
Pero más que la normativa nueva, irnpor­ para el radicalismo un fin provisional; se apo­
tante en sí misma, lo significativo fue el cam­ deró de ella y la transformó en medio ejecuti­
bio de actitud del Estado frente a los conflíctos vo de un ideario de justicia social”.
obreros. La simpatía de las autoridades frente En esta nueva tónica hay que señalar dos
a los reclamos justificados de los trabajadores iniciativas auténticamente revolucionarias,
atenuó la dureza que había caracterizado a las cuyo significado fue mayúsculo en la defini­
luchas anteriores, y se tradujo en un aumento ción del nuevo papel del Estado.
de la sindicación. La Federación Obrera Re­ Una de ellas fue la ley de alquileres, en rea­
gional Argentina (FORA), la principal central lidad, dos leyes (11.156 y 11.157) que entre
obrera, que contaba con 51 sindicatos adheri­ otras cosas establecían plazos mínimos para
dos en 1915 con 320.000 de aportes, en 1920 los contratos y lapsos para la desocupación
tenía 754 asociaciones profesionales y por desalojo. Con estas normas se reemplaza­
5700000 de cotizaciones. La mejora en las ba la voluntad de las partes por presunciones
condiciones de vida de los trabajadores era legales y obligaciones que tendían a establecer
notoria: el salario medio, que en 1916 era de un mayor equilibrio entre locadores y locata­
54,36, subió en 1921 a 86,75 con moneda rios, en momentos en que la escasez de vivien­
constante; la jornada de trabajo, que se pro­ da se hacía sentir fuertemente. El derecho ab­
longaba término medio durante 8 horas y 56 soluto del propietario quedaba matizado, de
minutos en 1916, había descendido en 1921 a este modo, con normas tendientes a proteger a
8 horas. La población ocupada subió de la parte más débil de la relación contractual.
312.000 en 1916 a 360.000 en 1921. El total de La otra ley revolucionaria fue la de expro­
indemnizaciones por accidentes de trabajo fue piación del azúcar. Sucedía que en 1920 enca­
3282000.000 en 1916 y cinco años más tarde, reció abusivamente el producto, básico en la
de Sl.328.000.000. Los obreros asegurados, dieta familiar. Entonces el Poder Ejecutivo so­
200.000 en 1916, en 1921 eran 465.000. licitó autorización al Congreso para expropiar
Víctor I. Guillot, uno de los íntimos del 200.000 toneladas de azúcar a fin de venderlo
caudillo radical, después que éste concluyó su a la población a precio de costo. Nunca se ha­
gestión, escribía: “El primer presidente radical bía aprobado una expropiación que no fuera
arranca al Estado de su posición indiferente u de inmuebles; hacerlo con mercaderías era ab­
hostil frente a las colisiones entre capital y tra­ solutamente insólito y el lobby azucarero puso
bajo, y practica un intervencionismo orgánico el grito en el cielo clamando por el despojo
y sistemático, conducido por elevadas inspira­ que supuestamente sufriría. El proyecto se di­
ciones de humana equidad. Así afirma en la rigía directamente a alterar la sagrada ley de la
242 realidad el derecho de intervención del Estado oferta y la demanda en aras del bien común.
Los RADICALES EN EL GOBIERNO

Fue aprobado por la mayoría oficialista de Di­ y no obstante el mensaje especial de Yrigoyen
putados pero se atrancó en el Senado, donde recomendando su aprobación.
varios legisladores radicales hicieron causa co­ Nunca el Estado había operado en la Ar­
mún con los conservadores: la iniciativa gu­ gentina en funciones comerciales. La nueva
bernativa hería intereses económicos cuya concepción de su papel en el juego económico
fuerza política era enorme. Fue una durísirna era novedosa, audaz, y desde luego, buena pa­
batalla legislativa en la que el radicalismo se ra los intereses del país.
jugó entero, llegando a insinuar que, de prose­ Idéntica concepción fundamento la crea­
guir con su obstruccionismo, el Senado sería ción de la Dirección General de Yacimientos
disuelto. Es difícil creer que el legalismo de Petrolíferos Fiscales (YPF), establecida por de­
Yrigoyen le permitiría llegar a semejante ex­ creto de Yrigoyen en los finales de su manda­
tremo, pero, como maniobra, la versión tuvo to. Ante ese enorme y vital recurso natural, el
éxito. Pues al fin, la Cámara alta se limitó a Estado no podía ser un espectador pasivo. La
modificar la media sanción de Diputados y creación de un ente estatal de referencia era un
ante la insistencia de éstos, el proyecto se con­ primer paso hacia lo que en esos años fue una
virtió en ley. obsesión del radicalismo yrigoyenista: la na­
También puede registrarse una concep­ cionalización del petróleo, que en 1930 ya
ción nueva en el papel y función del Estado contaba con sanción en Diputados y se había
cuando se examinan los convenios de nación a convertido en una bandera de todos los secto­
nación que se elaboraron durante la gestión de res progresistas del país.
Yrigoyen. En 1918, el gobierno concretó con El mismo sentido tuvo la construcción del
Francia y Gran Bretaña un convenio por el ferrocarril de Salta a Antofagasta (Ferrocarril
que se vendía a estos países el excedente de de Huaytiquina), ordenada por Yrigoyen en
nuestra cosecha de trigo. Este acuerdo funcio­ acuerdo de ministros, en vista de las reiteradas
nó perfectamente, pero en cambio, el que se demoras del Congreso para autorizar este gas­
hizo con los mismos países para venderles la­ to. En el pensamiento del presidente radical,
na no fue aprobado por el Senado, pese a las esta línea férrea habría de romper la forma del
insistencias presidenciales. Más tarde, en el se­ “solar colonial” que tenía el país, con una pe­
gundo gobiemo de Yrigoyen se establecieron queña entrada y un enorme fondo ciego en el
tres convenios, ninguno de los cuales pudo ha­ interior: la obra tendería a abrir una salida al
cerse efectivo: con México, interrumpido por Pacífico por el norte, para que la producción
la caída del gobierno radical, con la URSS pa­ nacional pudiera llegar a los mercados del oes­
ra adquirir petróleo a cambio de productos te norteamericano y del Extremo Oriente asiá­
agropecuarios, frustrado por el mismo moti­ tico. Interrumpida varias veces, la obra, orgu­
vo, y finalmente con Gran Bretaña (Tratado llo de la ingeniería argentina, tardó treinta
D'Abernon-Oyhanarte), permuta de produc­ años en terminarse.
tos agropecuarios por material ferroviario por Finalmente, cabe una breve referencia a la
valor de 5100000.000. Este acuerdo fue apro­ marina mercante nacional, con la que el go­
bado por Diputados pero el Senado no lo tra­ bierno intentó paliar la falta de bodegas que,
tó, pese a incluirse en las sesiones de prórroga en plena guerra, afectaba a nuestro país. Se ad­ 243
LA DIMENSIÓN PoLmcA

quirieron varios buques de ultramar y se reci­ Hubo dos momentos especialmente difí­
claron algunas naves de la Armada, pero la ini­ ciles que pusieron a prueba su templanza. En
ciativa del Poder Ejecutivo no alcanzó a for­ abril de 1917 fuerzas navales alemanas hun­
mar una marina de envergadura. dieron el buque argentino Monte Protegido,
En suma, durante el primer gobierno radi­ como consecuencia de la “guerra sin restric­
cal, el Estado avanzó sobre terrenos que antes ciones” anunciada poco antes por el gobierno
nunca había transitado. Este avance fue mode­ imperial. Frente al atropello, nuestra cancille­
rado y siempre inspirado en motivos de bien ría hizo un enérgico reclamo al que Berlín
público, pero de todas maneras el principio respondió prometiendo reparar los daños
ultraliberal de la inercia del Estado fue que­ causados.
brado con un criterio más moderno y renova­ Dos meses más tarde es echado a pique el
dor y sin que esto significara una política esta­ Toro; esta vez, nuestro gobierno no sólo plan­
tista o intervencionista. tea la protesta pertinente sino que exige “la se­
guridad del gobierno alemán de respetar en lo
LA POLÍTICA INTERNACIONAL sucesivo a los barcos argentinos en su libre na­
vegación de los mares”. Se está al borde de la
La política internacional de Yrigoyen ruptura de relaciones y Alemania responde
también marcó una neta diferencia con las con una vaga comunicación. El gobierno ar­
administraciones anteriores. Pacifista por gentino replica insistiendo en que se den las
formación filosófica, el presidente radical veía seguridades exigidas anteriormente. Veinte
a la guerra europea como un conflicto que días más tarde, el gobierno de Berlín promete
nos era ajeno y estaba resuelto a mantener al indemnizar ampliamente a los propietarios
país alejado del mismo. Pese a los muchos que del Toro, reconoce las normas del derecho in­
creían que la Argentina estaría sujeta a san­ ternacional y la libertad de los mares y se com­
ciones por parte de los vencedores si persistía promete a honrar la bandera argentina en la
en no alinearse a favor de los aliados, Yrigo­ primera ocasión posible -lo que ocurre en la
yen mantuvo obstinadamente su posición, en base naval de Kiel en 1921, en presencia de di­
la certeza de que correspondía al sentir y a los plomáticos del país—. Así pues, el triunfo es ro­
intereses nacionales. Hubo momentos, sobre tundo y en adelante no habrá más barcos hun­
todo después del ingreso de Estados Unidos a didos de bandera argentina.
la conflagración, en que Yrigoyen debió so­ Días más tarde se suscitó un incidente que
portar casi solo el embate de la opinión públi­ sacudió a la sociedad. El Departamento de Es­
ca que simpatizaba con Francia, de los inte­ tado entregó al ministro argentino en Washing­
lectuales, de los grandes diarios, de todos los ton la traducción de mensajes cifrados que ha­
partidos políticos (incluso buena parte del bía enviado a Berlín el representante germano
suyo) y del Congreso. Pese a todo, Yrigoyen en Buenos Aires, conde von Luxburg. Las co­
persistió en trazar una línea que años más municaciones eran de una insolencia y una
tarde, en circunstancias análogas, habrían de crueldad tan grandes, que provocaron una
seguir tanto gobiernos conservadores como gran reacción emocional. Los cables recomen­
244 militares. daban hundir a los barcos argentinos “sin de­
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

jar rastros” y calificaban a Honorio Pueyrre­ Tan independiente como su política neu­
dón, ministro de Relaciones Exteriores, como tralista frente a la guerra europea, fue la que
un “asno notorio”. Es de señalar que investiga­ llevó adelante Yrigoyen respecto de los acuer­
ciones posteriores sugirieron que la traduc­ dos de posguerra. Movido por sus principios
ción tergiversaba algimas expresiones del mi­ igualitarios y democráticos, que afirmaban la
nistro alemán. Donde decía, por ejemplo, que necesidad de que la futura Sociedad de las
nuestro canciller era tenido como un “notorio Naciones, sin distinción de vencedoras o ven­
anglófilo” (“as a notorious anglophyle”), se cidas, se integrara con todos los países, el pre­
había escrito “as a notorious ass”. De todos sidente radical debió presionar a sus represen­
modos, los mensajes eran inaceptables. La ex­ tantes -Pueyrredón y Alvear- para que no
presión alemana “spurlos versunken” (“desa­ participaran en ninguna actividad del futuro
parecer sin dejar rastros”) fue usada durante organismo si previamente no se aprobaban
mucho tiempo en el lenguaje coloquial de los las condiciones planteadas por la Argentina,
argentinos para mentar a alguien difícil delo­ que incluían, además, que el órgano directivo
calizar, extraviado o perdido. de la Sociedad fuera elegido por todos los
El gobierno de Yrigoyen hizo lo que co­ miembros según el principio de igualdad de
rrespondía. Expulsó al diplomático y comuni­ los Estados.
có el episodio a la cancillería imperial, la que Fue una dura pulseada entre Yrigoyen y
desaprobó la conducta de su representante, Alvear. Éste sostenía que la posición postulada
expresó su pesar por lo ocurrido y se abstuvo por nuestro gobierno nos convertiría en “abo­
de presentar reclamación alguna. Más tarde se gado de los vencidos” y que era utópico pre­
dijo que von Luxburg tenía alteradas sus facul­ tender la inclusión de todos los países en la
tades mentales. nueva organización. Desde Buenos Aires, el
Estas actitudes, que se han reseñado en po­ Presidente enviaba cable tras cable instando al
cas líneas, estuvieron enmarcadas por vocife­ cumplimiento estricto de sus instrucciones.
rantes manifestaciones, editoriales periodísticos Finalmente, después de un debate en el seno
apocalípticos, discursos airados de personajes de la delegación, la representación encabezada
eminentes, todos reclamando la ruptura de re­ por Pueyrredón anunció su retiro de la asam­
laciones con los imperios centrales y aun la de­ blea en vista de que las cuestiones previas que
claración de guerra. Las dos cámaras del Con­ había planteado no habían sido consideradas.
greso aprobaron sendas declaraciones en el Después de producirse el retiro, decía Yrigo­
mismo sentido, y no fueron pocos los legislado­ yen que la Argentina se había encontrado sola
res radicales que adhirieron a ellas, incluso el en la asamblea, a la que llegó “sin prejuicios ni
presidente del Comité Nacional de la UCR, que inclinaciones”, pero que había dejado cumpli­
también votó por la ruptura. Pero la posición de do su propósito de hacer un aporte a una or­
Yrigoyen no varió. Diez años más tarde, uno de ganización más justa de la futura Sociedad de
los grandes adversarios del caudillo radical, las Naciones, en la convicción de que “al fin la
Carlos Sánchez Viamonte, confesó: “Yrigoyen suprema justicia se impondría en el mundo".
salvó, junto con la neutralidad, el sentido ame­ De este modo, la Argentina no participó
ricano de la vida”. en la primera etapa de la Sociedad de las Na­ 245
LA DIMENSION POLITICA

ciones, coincidiendo curiosamente con la po­ la Universidad Nacional del Litoral y naciona­
sición de Estados Unidos. Como en el caso de liza la provincial de Tucumán.
la neutralidad, se hicieron agoreras prediccio­ Yrigoyen, pues, no sancionó a los estu­
nes sobre el aislamiento que castigaría al país diantes ni desoyó sus reclamos, a pesar del es­
por su rebeldía. Desde luego, nada de esto cándalo que se hizo alrededor de las medidas
ocurrió. de fuerza que a veces adoptaron y los alboro­
tos que se produjeron. Los apoyó, hizo suyo su
LA REFORMA UNIVERSITARIA ideario y lo convirtió en realidad. Se lo acusó
de demagogia y electoralismo, pero los diri­
Otro tema cuya solución marcó una tajan­ gentes reformistas apoyados por Yrigoyen no
te diferencia entre el gobiemo radical y sus pre­ eran radicales y muchos fueron activos adver­
decesores, fue el de la Reforma Universitaria. sarios del caudillo radical.
El malestar estudiantil por la anacrónica El pronunciamiento de Córdoba tuvo una
enseñanza que se irnpartía en las universidades enorme repercusión en América Latina, don­
y su conducción eliüsta y oligárquica, venía de de se produjeron movimientos similares. Y en
años atrás, sin poder manifestarse de manera los países gobernados por dictaduras, la ju­
orgánica. El 15 de junio de 1918, los estu­ ventud reforrnista fue la protagonista de las
diantes cordobeses ocuparon la Universidad y primeras resistencias y generó camadas de po­
difundieron el famoso “Manifiesto a los Hom­ líticos progresistas.
bres Libres de Sud América”. El episodio cul­ Cuando Yrigoyen tenninó su gestión, en
minaba un largo proceso de irregularidades y las cinco universidades existentes reinaba in­
los jóvenes exigían libertad académica, ense­ discutiblemente un nuevo espíritu, cuya tóni­
ñanza libre, asistencia a clases no obligatoria, ca fecunda y libre tiñó la creación cultural y
extensión universitaria. En realidad, lo que científica de esos años. “Buscando un maestro
querían eran nuevos maestros, con mentalidad ilusorio descubrimos un mundo”, escribió
más amplia, y una participación de los alum­ Deodoro Roca. Esta apertura, esta democrati­
nos en la conducción de las casas de estudio. zación de las aulas corrió pareja y fue coheren­
El episodio de Córdoba fue apoyado con te con la democratización del país. Fue la in­
entusiasmo en las universidades de Buenos Ai­ tuición de Yrigoyen y su confianza en la gente
res y La Plata. Dos meses más tarde, Yrigoyen joven la que hizo posible esta auténtica revo­
interviene la casa de Trejo. En Buenos Aires el lución cultural.
Consejo Superior, adelantándose a los inevita­
bles alborotos, sanciona algunas reformas UN ESTILO PARCO

acordes con el “espíritu nuevo”. En La Plata, la


concreción de la Reforma es más ardua, con El estilo de gobiemo de Yrigoyen fue parco,
huelgas y violencías, pero en 1920 los recla­ sobrio. Escandalizaba a la oposición el hecho
mos son aceptados. Yrigoyen envía en julio de de que el Presidente no concurriera personal­
1918 un proyecto de ley orgánica de la ins­ mente a la Asamblea Legislativa para leer su
trucción pública, en el que incorpora los pos­ mensaje anual: en realidad, no tenía obligación
tulados de la Reforma. Además, en 1919 crea de hacerlo de viva voz. Concurría a pocos actos
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

públicos. Su despacho en la Casa Rosada estaba Nunca habló en público y este laconismo
asediado permanentemente por una multitud también erizaba a la oposición. Prefería la
de pedigüeños, correligionarios del interior conversación individual, en la que desplegaba
que venian a solventar sus rencillas, o admira­ toda su capacidad de seducción y su enorme
dores que simplemente deseaban saludarlo, autoridad política. Soltero, siguió viviendo en
dando a la sede presidencial un pintoresco aire su modesta casa de la calle Brasil (“rica sólo en
de romería: una fauna jamás vista en esos ám­ sol y en libros”, exageraba Horacio Oyhanarte,
bitos, tal como ocurrió en Estados Unidos du­ uno de sus discípulos dilectos), acompañado
rante la administración de Andrew Jackson. por su hija mayor. No firmaba, no tomaba ca­
Fue prudente en el manejo presupuesta­ fé, no bebía alcohol salvo media botella de
rio. Redujo la deuda extema, no emitió títulos champagne por comida y casi no veraneaba ni
ni pidió empréstitos en el exterior. A pesar del iba a sus campos.
inevitable clientelismo de su partido, redujo el
gasto público. Mantuvo la clausura de la Caja ÜHCIALISMO Y OPOSICIÓN

de Conversión, medida adoptada por su ante­


cesor De la Plaza al estallar la guerra, lo que Entretanto, el juego de los partidos conti­
permiüó acumular reservas de oro que llega­ nuaba. El socialismo, que en 1915 sufrió una
ron a cubrir el 80% de la emisión monetaria, escisión liderada por Alfredo Palacios, dos
es decir que podría haberse hecho una emi­ años más tarde vio a un número importante
sión tan cuantiosa como la de los billetes en­ de afiliados constituirse en Partido Socialista
tonces circulantes sin que nuestra moneda de­ Internacional, que en 1920 se definió como
bilitara su respaldo en metálico. Pero Yrigiyen Partido Comunista. Era una de las tantas re­
era un hombre del Ochenta y tenía un santo percusiones que tuvo aquí la revolución bol­
horror por el emisionismo descontrolado que chevique, atractiva para muchos espíritus. Sin
había llevado al país a la catástrofe en 1890. embargo, el partido de Iusto siguió haciendo
Así, la moneda argentina mantuvo su poder un buen papel electoral en la Capital Federal y
adquisitivo a pesar de los efectos de la guerra. continuó acreciendo su representación parla­
En 1917 y 1919, el Poder Ejecutivo presentó mentaria.
un proyecto de ley para crear un “Banco de la El conservadorismo de Córdoba (Partido
República”, encargado de emitir moneda, con­ Demócrata) logró recuperar la gobernación
trolar su circulación, el descuento de docu­ de la provincia en 1918 con Rafael Núñez, y
mentos, el fomento del crédito y la regulación mantenerla en 1922 con Iulío Roca (h), faci­
de las tasas de interés. La iniciativa no fue ‘con­ litado este triunfo por la abstención radical.
siderada por el Congreso. Lo mismo ocurrió en 1919 en Corrientes,
La educación se llevó hasta el 13% del pre­ cuando el pacto autonomista-liberal se impu­
supuesto nacional, proporción pocas veces al­ so en el colegio electoral sobre la división de
canzada en la historia argentina. Fue de Yrigo­ los radicales. En el resto del país los conserva­
yen la iniciativa igualitaria de que los alumnos dores se disgregaron, lo que no impidió que
de las escuelas primarias usaran un delantal mantuvieran sus estratégicas posiciones en el
blanco que borrara las diferencias sociales. Senado. 247
LA DIMENSIÓN poLmcA

En cuanto al radicalismo, fueron muchos dos aquéllos por Ramón Gómez, entonces mi­
los conflictos que afectaron al partido gober­ nistro del Interior, y éstos por Vicente Gallo.
nante. Algunos tuvieron causas puramente lo­ Triunfaron los primeros e impusieron a Ma­
cales y se debían a enfrentamientos personales nuel Cáceres, un radical nuevo, como gober­
entre dirigentes, otros ocultaban una cierta nador. Pero “blancos”y “negros” se unificaron
resistencia a Yrigoyen. Todos, aunque no adel­ después para oponerse al mandatario y serían
gazaron la vigencia popular de la UCR, produ­ la base del futuro antipersonalismo.
jeron choques, desgastes, resentimientos y si­ En Mendoza, la consagración como gober­
tuaciones enredadas. nador del pintoresco y popular “Gaucho” Len­
En Santa Fe, la disidencia interna comen­ cinas, desató problemas de toda índole, al
zó dos años antes que Yrigoyen asumiera la punto que el mismo Yrigoyen debió arnones­
presidencia y fueron inútiles los esfuerzos de tarlo casi públicamente. Lencinas murió en
Alvear, enviado por el Comité Nacional, para 1920, pero sus tres hijos siguieron alirnentan­
doblegar la rebeldía local, que en verdad era do una corriente interna de tono antiyrigoye­
apoyada por la mayoría de la masa partidaria. nista que luego se convertiría, como ya se ve­
Como se ha relatado, la disidencia santafesina rá, en un partido populista de notable vigor.
arbitró la elección presidencial de 1916; con­ En San Iuan, el radicalismo triunfó en
cluyó recién en 1920, alrededor de la candida­ 1920 llevando al médico Amable Jones como
tura de Enrique M. Mosca; pero durante casi gobernador, pero con la hostilidad del tam­
toda la gestión radical los correligionarios bién médico Federico Cantoni quien, con sus
santafesinos se mantuvieron en una posición dos hermanos, formaron el “radicalismo blo­
independiente, y en ocasiones enfrentados al quista”. Un año después, la Legislatura, de ma­
jefe del partido. yoría bloquista, inició juicio político a Jones.
En Corrientes, la división de los radicales Yrigoyen decretó la intervención y el repre­
que hizo posible el triunfo autonomista-libe­ sentante federal, un magistrado judicial, arbi­
ral, continuó en el tiempo y una de sus ramas tró a favor del bloquismo y dio por terminada
sería, más tarde, la base del antipersonalismo su misión. Pero los conflictos seguían y el cli­
en la provincia. ma de violencia en la provincia era cada vez
En Entre Ríos, un conflicto interno alrede­ más grave. Se dicta una nueva intervención:
dor de la candidatura a gobernador de Leo­ no alcanza a efectivizarse porque, en noviem­
poldo Melo, desemboca en la sustitución de bre de 1921, el gobemador es alevosamente
éste por Celestino Marcó. El Comité Nacional asesinado por elementos cantonistas. Se con­
desconoce esta proclamación y desde enton­ creta entonces la intervención, se detiene y
ces, el radicalismo entrerriano, bajo la podero­ procesa a Cantoni y sus cómplices, pero la po­
sa hegemonía de Miguel Laurencena, se man­ pularidad del dirigente bloquista es tan gran­
tuvo en una posición independiente del resto de que, como ya se verá, logrará ser elegido
del partido, que prefiguraría el antipersonalis­ gobernador desde la cárcel. Esto abre una nue­
mo al que más tarde adhirió. va secuela de enfrentamientos.
En Santiago del Estero, dos fracciones, los Los descalabros internos no eran signos de
248 “negros” y los “blancos”, se enfrentaron movi­ decadencia del radicalismo, sino expresiones
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

de su vigor y dinamismo. Los pronunciamien­ sar que en aquel entonces un joven ciudadano
tos electorales fueron ratificando el apoyo po­ podía decir bajo su firma, en los periódicos,
pular a Yrigoyen. En la renovación legislativa tan tremendas cosas contra el señor Presiden­
de 1918, el radicalismo obtuvo 350.000 votos te sin ser perseguido ni acusado. Ahí están
sobre 312.000 de toda la oposición en conjun­ esos artículos como prueba de que había un
to; fueron estos comicios los que permitieron Presidente de la República que respetaba la li­
al Presidente contar con mayoría en la Cáma­ bertad por encima de su susceptibilidad
ra de Diputados. En 1920, los votos oficialis­ personal”. Aunque hay que señalar, también,
tas, contando alguna disidencia provincial, que el respeto por las libertades públicas que
fueron 370.000 contra 363.000 de toda la opo­ caracterizó a Yrigoyen no fue sino la conti­
sición, y en 1922 la UCR obtuvo 411.000 su­ nuación de una tradición liberal que habían
fragios contra 397.000. Las elecciones fueron mantenido, en general, los gobernantes del
limpias: los escándalos que se hicieron en tor­ Régimen.
no de casos como la celebérrima “urna de An­
dalgalá”, un remoto caserío catamarqueño, y LOS CONHJCTOS SOCIALES
Villa Guillermina, un pueblito de Santa Fe,
evidencian por su excepcionalidad la correc­ Sin embargo, ocurrieron dos episodios
ción de la generalidad de los actos cívicos. Lo que han dejado una luctuosa mancha sobre la
que no quiere decir que muchas veces el poder gestión del presidente radical. La responsabili­
oficial no se volcara hacia tal o cual candidato, dad de Yrigoyen en ambos sucesos fue indirec­
o que en algunas ocasiones se echara mano a ta y discutible y además los hechos significa­
recursos propios del régimen anterior, como ron algo insólito y excepcional dentro de la
la presión policial o el manejo del empleo pú­ tendencia de su política social; pero no por
blico como instrumento proselitista. De todos ello la Semana Trágica (enero 1919) y la repre­
modos, las prácticas ciudadanas, los debates sión de los trabajadores rurales de Santa Cruz
parlamentarios, las campañas de las distintas (1921-1922) fueron menos graves.
fuerzas y en general el tono del ámbito políti­ La Semana Trágica comenzó con una agre­
co mostraban una evidente mejora en el ejer­ siva huelga de los obreros de los talleres meta­
cicio de la incipiente democracia, rodeada lúrgicos Vasena. Sitiaron a los dueños de la em­
además de un absoluto respeto por la libertad presa, atacaron al jefe de policía que venía a
de prensa. El dirigente conservador Reynaldo interiorizarse de los hechos y dos compañías del
Pastor recordaba en 1949 en plena Cámara de Arsenal de Guerra, llamadas por los empresa­
Diputados que “yo era un muchacho, joven es­ rios, se trabaron en tiroteo con los huelguistas,
tudiante del colegio nacional, cuando Yrigoyen con un saldo de cuatro muertos y más de trein­
fue por primera vez presidente de la Nación y ta heridos. Las centrales obreras declararon la
recuerdo que realizaba violentas campañas que huelga general con un acatamiento unánime
no eran sólo el fruto de una inspiración cívica que paralizó a Buenos Aires y sus suburbios. El
sino también el arrebato de la irresponsabili­ entierro de los obreros muertos llevó la tensión
dad con que muchas veces procede la juventud a su pico máximo. Fue entonces cuando, ante la
(...) A veces los releo y me estremezco al pen­ pasividad del gobiemo, bandas de jóvenes de 249
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

clase alta, provistos de armas en el Centro Na­ vez al frente de dos regirnientos de caballería y
val, recorrieron los barrios con población judía rabioso con los obreros, que a su juicio se ha­
haciendo toda clase de desmanes y asaltando lo­ brían burlado de su buena fe. Munido de facul­
cales obreros. Esta situación anáquica duró dos tades que nadie le había otorgado, puso en pie
días hasta que el general Luis Dellepiane, jefe de guerra a Santa Cruz, anunció que cualquier
del acantonarniento de Campo de Mayo, avan­ persona que portara armas sería fusilada e hi­
zó sus fuerzas sobre la Capital Federal -se igno­ zo detener a centenares de huelguistas, muchos
ra si espontáneamente o por indicación de Yri­ de los cuales fueron ejecutados sin la menor
goyen- y el orden se fue restablecíendo. forma de juicio y con lujo de crueldades.
En la Semana Trágica pesó el miedo de las Los hechos llegaron a Buenos Aires con re­
clases altas a una supuesta revolución “maxi­ traso y generalmente deforrnados. Pedidos de
malista” que aspirar-ía a instalar soviets a la ma­ informes en el Congreso quedaron sin res­
nera rusa. También gravitó un sentimiento an­ puesta. Sólo algtmos diarios socialistas y anar­
tisemíta que vinculaba estúpidamente a la quistas dieron noticias de los trágicos sucesos.
colectividad judía con el comunismo más ex­ En cuanto a Yrigoyen, se negó a investigar. A
tremista. Aquellas jomadas quedaron en la algimo que vino a reclamar que se hiciera jus­
memoria colectiva de los porteños como días ticia, le dijo que el pueblo confiaba en el Ejér­
de pavor e incertidumbre que alteraron la pa­ cito y no se podía someter a la institución a se­
cífica convivencia que hasta entonces había mejante proceso. El hecho es que la represión
sostenido a la comunidad. Y mostró al Presi­ de Santa Cruz se silenció y no hubo de parte
dente inexplicablemente desconcertado en una del Presidente ni de su partido el menor inte­
circunstancia que hubiera podido paliarse a r_és por esclarecerla.
tiempo con medidas de gobiemo oportunas.
Lo de Santa Cruz fue cuantitativamente
más grave, aunque la lejanía del teatro amor­ LA RENOVACION PRESIDENCIAL

tiguó un tanto su repercusión.


En el verano de 1920-1921 hubo expresio­ Se aproximaba el final del período de Yri­
nes de malestar entre los obreros de la lana en goyen. Aun con las resistencias que había des­
Santa Cruz. Reclamaban mejoras en sus condi­ pertado en su propio partido, seguía siendo su
ciones de trabajo y en algunos casos ocuparon jefe indiscutido. Su prestigio en América Lati­
pacíficamente estancias de la zona. El teniente na era grande. Tenía 70 años, gallardamente
coronel Héctor Varela, enviado desde Buenos llevados. Estaba en condiciones de señalar a su
Aires, parlamentó con los huelguistas y consi­ sucesor, antes que el radicalismo se enzarzara
guió llegar a un acuerdo. A fines de 1921, el en crueles luchas alrededor de los varios aspi­
precio de la lana bajó y las empresas se encon­ rantes. En esto, Yrigoyen no actuó de manera
traron con un gran stock sin vender y la esqui­ diferente a sus antecesores del Régimen: de­
la que se venía encima. Se acentuó el malestar sestimando suavemente diversos nombres,
y dirigentes de los peones nirales recorrieron el trazando el perfil que deseaba para quien lo
territorio proclamando otra vez la huelga. En­ sucediera, insinuando, persuadiendo, sin ma­
250 tonces volvió el teniente coronel Varela, esta yor esfuerzo impuso a Marcelo T. de Alvear.
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

Esta preferencia no deja de plantear un in­ los conservadores, 200.000; los demócratas
terrogante. ¿Por qué escogió a un ciudadano progresistas y los socialistas, 75.000 votos
con el que había mantenido discrepancias en aproximadamente cada partido. Una improvi­
oportunidad de la reunión de Ginebra? Alvear sada “UCR Principista”, liderada por Miguel
e Yrigoyen eran compañeros de causa desde la Laurencena con el apoyo de otros radicales
época de Alem, y mantenían una relación cor­ contrarios a Yrigoyen, apenas obtuvo 18.000
dial y respetuosa; no se tuteaban pero se lla­ sufragios.
maban por sus respectivos nombres de pila. Mas allá del resultado electoral, la renova­
Pero sin duda, el ministro argentino en París ción presidencial de 1922 marcó el grado de
pensaba de manera muy diferente al Presi­ madurez institucional de país. En 1916, pare­
dente. ¿Por qué, entonces, le entregaría el po­ ció a muchos que el brusco salto del nuevo
der a alguien que podía modificar su política electorado llevaba a un precipicio, a una aven­
y hasta disputarle el mando partidario? No tura de demagogia y desorden que podía ter­
hay una respuesta definitiva, pero es posible minar en cualquier desastre. Seis años des­
conjeturar algtmas razones. En primer lugar, pués, la transición no era más que un pacífico
no existía dentro del grupo íntimo del caudi­ y rutinario rito cívico; simplemente se abría
llo una personalidad con la entidad suficiente otro período gubernativo en afirmación de las
como para asumir la primera magistratura. condiciones de la democracia. Partidos políti­
Estaba casi obligado a elegir alguien del bri­ cos de diverso signo habían participado en la
llante grupo con el que tenía escasa afinidad. competencia sin que el triunfo de unos o la
Entre optar por un Gallo o un Melo, prefería derrota de otros fuera algo dramático para na­
a quien ostentaba un impecable cursus hono­ die. El vigor del sistema parecía más fuerte que
rum radical desde la Revolución del Parque. Y nunca. Nadie podía pensar que este tinglado
en todo caso, si hubiera enfrentamientos, cir­ pudiera ser destrozado algtma vez.
cunstancia casi inevitable, Alvear se atendría
al fair play con que siempre había actuado.
Podría distanciarse de él, pero nunca le juga­ OTRO ESTILO, OTRO PENSAMIENTO
ría sucio.
A su debido tiempo, los diversos partidos El l2 de octubre de 1922 asumió Alvear la
hicieron sus proclamacíones. Los conservado­ Presidencia de la Nación con la pompa acos­
res llevaron como candidato a Norberto Pi­ tumbrada. Ausente del país durante varios
ñeiro, los demócratas progresistas a Carlos años, por su extracción social y su personali­
Ibarguren, los socialistas a Nicolás Repetto. La dad representaba un estilo muy diferente al de
Convención Nacional de la UCR consagró a su predecesor. Esto se manifestó al presentar
Alvear y, tal vez como un reaseguro para Yri­ su gabinete, integrado en su mayoría por ra­
goyen, a Elpidio González como candidato a dicales poco afectos a Yrigoyen y con la parti­
vicepresidente. cularidad de que el ministro del Interior era
En las elecciones de abril de 1922, el can­ un ilustre constitucionalista sin adscripción
didato oficialista —que todavía estaba en París política alguna. También se expresó cuando el
cumpliendo su misión- obtuvo 450.000 votos; nuevo mandatario afirmó que su gobierno era 251
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

l
l El presidente Hipólito Yrigoyen y otros líderes partidarios aguardan en el puerto de Buenos Aires al primer mandatario electo
doctor Marcelo T. de Alvear.

“de orden común”, lo que marcaba una dife­ nes, atribución que reglamentariamente co­
rencia con su antecesor, que estaba convenci­ rrespondía al presidente. Pero éste era Elpidio
do de liderar una histórica Reparación. González, el vicepresidente de la Nación, yrigo­
En estas circunstancias era inevitable que el yenista sin matices; al quitarle esta atribución,
radicalismo se dividiera entre los que mante­ se hostilizaba indirectamente al caudillo. La
nían su fidelidad al caudillo y los que apoyaban modificación se aprobó con el apoyo conserva­
a la nueva situación. En realidad, la diferencia­ dor. El Senado por sí designó a los integrantes
ción venía de atrás, aunque en sordina y ate­ de las comisiones en largas y complicadas sesio­
nuada; ahora se potenciaba con la presencia de nes. Los yrigoyenistas no aceptaron integrarlas
Alvear, que, con toda razón, quería gobemar y las tareas del alto cuerpo se frustraron con es­
por sí solo sin interferencias de quien seguía te absurdo embrollo. Un manifiesto de los se­
siendo el jefe de su partido, ahora en el llano. nadores antipersonalistas denunciaba, en junio
El primer síntoma fue la modificación del del mismo año, un supuesto plan tendiente a
reglamento de la Cámara de Senadores, propi­ supeditar el bloque de senadores radicales a di­
ciada por siete legisladores radicales autodeno­ rectivas extrañas: no se mencionaba a Yrigoyen,
minados “antipersonalistas”. En 1923, contra la pero las referencias eran transparentes.
tradición parlamentaria universal, este grupo Al año siguiente, el escenario de la ya indi­
proponía que fuera el propio cuerpo quien de­ simulable división fue la Cámara de Diputa­
252 signara a los miembros de las distintas comisio­ dos. Se trataba de incorporar o no a los legis­
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

ladores por Córdoba. Como el radicalismo se­ fracciones provinciales como los lencinistas
guía en abstención en esa provincia, la repre­ mendocinos, los bloquistas sanjuaninos, los
sentación estaba compuesta por demócratas laurencenistas de Entre Rios, los cordobeses
(mayoría) y socialistas (minoría), que en con­ del ala clerical y reaccionaria.
junto sólo representaban a la sexta parte del Entre todos conformaban un frente fuerte,
electorado. Llegado el momento de votar la unidos sólo por su odio a Yrigoyen, pero con
incorporación o el rechazo de los representan­ suficiente poder como para neutralizar al cau­
tes cordobeses, la cámara se dividió, por dos dillo, a quienes ya llamaban “el Peludo” por su
veces, con 66 votos cada fracción: yrigoyenis­ costumbre de aparecer poco en público y per­
tas por un lado y antipersonalistas, socialistas manecer recluido en su casa.
y conservadores por el otro. Finalmente, para Pero para que este frente antipersonalista
destrabar la puja, el presidente del cuerpo, lograra su objetivo final -imponer uno de sus
Mario Guido, antipersonalista, vota a favor de hombres como sucesor de Alvear- se necesita­
la incorporación. Días antes, al inaugurar Al­ ba el apoyo activo del Presidente. Y Alvear era
vear la Asamblea Legislativa, ni el vicepresi­ un hombre legalista: favorecería en lo posible
dente González ni los legisladores yrigoyenis­ a sus amigos del frente antipersonalista, pero
tas estuvieron presentes. El diario yrigoyenista no violaría la ley para ayudarlos.
La Época interpretaba que esta ausencia signi­ Así estaban las cosas hacia mediados de la
ficaba “que el radicalismo se siente ya distante década de 1920, década tranquila, próspera,
del gobierno”. sin grandes conflictos ni problemas arduos,
Este proceso culminó en agosto de 1924, con una economía en ascenso, exportaciones
con una asamblea reunida en el teatro Coliseo crecientes, con flujos inmigratorios no tan al­
con representantes de corrientes antiyrigoye­ tos como los anteriores a la guerra europea
nistas del radicalismo en todo el país. Se desig­ pero de todos modos significativos, con inver­
nó una comisión integrada por Leopoldo Me­ siones norteamericanas cuyos productos y
lo, Enrique Mosca, Iosé P. Tamborini, servicios irrumpieron en el mercado nacional,
Fernando Saguier, Aldo Cantoni y Miguel creando nuevos empleos sobre todo para las
Laurencena, entre otros, que resolvió promo­ mujeres. Se aprobaron algunas leyes de mejo­
ver una reorganización de la UCR y la desig­ ramiento social, como la de jornada de traba­
nación de nuevas autoridades, alegando que jo de mujeres y niños y la que obligaba el pa­
las actuales no representaban el sentir de los go de salarios en moneda nacional. Se derogó,
afiliados. El grupo antipersonalista nucleaba a lamentablemente, la ley de jubilaciones de
dirigentes prestigiosos y con gravitación den­ empleados y obreros de empresas particulares.
tro del partido. Estaban allí algunos viejos La ley de represión de los “trusts” quedó vir­
amigos de Leandro N. Alem, como Francisco tualmente anulada por falta de reglamenta­
Barroetaveña, Joaquin Castellanos y Martín ción. Alvear, consecuente con su posición en
Torino, algunos dirigentes que alirnentaban Ginebra, pidió reiteradamente al Congreso la
agravios contra el caudillo como Fernando Sa­ autorización para que la Argentina ingresara a
guier, José Camilo Crotto, el antiguo núcleo la Sociedad de las Naciones, aunque no logró
“azul” o “galerita”, con Melo y Vicente Gallo, y que su pedido se tratara. La Dirección de Yaci­ 253
LA DIMENSION POLITICA

mientos Petrolíferos Fiscales, dirigida por el darios sobre San Iuan (mayo 1923). Lo prime­
coronel Enrique Mosconi, desarrolló una bri­ ro que hizo fue cobrarse las persecuciones que
llante actuación que permitió al organismo habia sufrido, metiendo presos al gobernador
competir con las empresas privadas. Pero las saliente, a sus ministros, a muchos de sus fim­
denuncias de Pueyrredón ante la IV Confe­ cionarios y a numerosos dirigentes yrigoyenis­
rencia Panamericana de La Habana sobre la tas. Hizo una adelantada política obrerista pe­
política comercial restrictiva de Estados Uni­ ro mantuvo aterrorizada a la oposición,
dos no fueron respaldadas por Alvear ni por cometió exacciones contra bodegueros y pe­
su canciller Angel Gallardo. Y se enviaron in­ queños comerciantes y manejó arbitrariamen­
tervenciones contra la Reforma Universitaria te los fondos públicos. A tal punto llegaron sus
en las universidades de La Plata y el Litoral. excesos que en julio de 1925 el Congreso san­
De todas maneras, la memoria colectiva ha cionó la intervención a la provincia, con el vo­
registrado la presidencia de Marcelo de Alvear to de todos los sectores menos los antiperso­
como la época más feliz, tranquila y rica del si­ nalistas, que veían en Cantoni un elemento
glo XX. La visita de personalidades extranjeras agresivo y rodeado de popularidad contra Yri­
como los príncipes herederos de Italia y Gran goyen. Pero a fines de 1926, el voto de los san­
Bretaña, las hazañas deportivas como el vuelo juaninos consagró a Aldo Cantoni, quien re­
del “Plus Ultra”, las expresiones literarias y ar­ nunció a su banca de senador para ocupar la
tísticas que florecieron al amparo de diversos gobemación y dejó a su hermano Federico la
signos estéticos, evidencíaban una sociedad curul vacante.
estable, inquieta por acceder a bienes cultura­ En esta segunda gestión bloquista el des­
les, activa y razonablemente consumista. In­ quicio administrativo y la falta de justicia
dudablemente el sexenio de Alvear parecía la (había un solo juez en toda la ciudad de San
culminación de un largo proceso institucional Iuan para atender todos los fueros) movieron
y social que prometía un gran destino históri­ al Congreso a intervenir nuevamente la pro­
co a este país, conocido y respetado en todo el vincia. Entretanto, los Cantoni se habían con­
mundo civilizado. vertido en una temible fuerza, a pesar de su
carácter local. El bloquismo heredaba del
INQUIETUD EN CUYO tronco radical un idéntico anhelo de justicia
social y similar contenido popular, pero des­
En dos provincias se suscitaron aconteci­ conocía los derechos de sus adversarios y era
mientos que significaron un retroceso en las brutal en sus métodos politicos. Era como
costumbres políticas y enredaron al presiden­ una caricatura populista y fascistoide del ra­
te con sus alternativas. dicalismo, y la fuerte personalidad de sus ani­
El triunfo de Federico Cantoni, todavía en madores, progresistas en algunos temas, lo
la cárcel, se concretó en San Juan con la abs­ convirtieron en un fenómeno único en aque­
tención radical. El flamante gobemador mar­ lla época.
có el tono de su futura administración toman­ Un proceso similar, aunque tal vez menos
do el poder por la fuerza dos meses antes del violento, transcurrió en Mendoza. Después
254 día fijado, mediante una marcha de sus parti­ del fallecimiento del “Gaucho” Lencinas, fue
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

elegido gobernador su hijo Carlos Washing­


ton, “el Gauchito”, joven, buen mozo, se­
ductor y conocedor de todos los trucos de la
demagogia. Su administración pudo enorgu­
llecerse de algunas buenas iniciativas, sobre
todo en‘ el campo social, y tuvo parecidas ca­
racterísticas que las de su vecino Cantoni; en
octubre de 1924 fue intervenido por el Con­
greso. El remedio federal duró más de un año
y sacó a luz graves irregularidades del gobier­
no lencinista. Pero la elección posterior fue
ganada por el partido del “Gauchito”, con la
abstención de los yrigoyenistas. Fue con­
sagrado Alejandro Orfila, cuya gestión tam­
bién se interrumpió por la intervención
sancionada por el Congreso en septiembre
de 1928.
Como en el caso de San Juan, Alvear pro­
mulgó la ley de intervención pero no proveyó
al titular, ya que estaba en las últimas semanas
de su mandato. El Presidente había tratado de
ser prescindente en el manejo de esas ardien­
Retrato y firma autógrafa del presidente Marcelo T. de
tes brasas que eran las provincias cuyanas, y se
Alvear.
limitó a homologar las decisiones legislativas.
Pero se trataba de situaciones sin solución, en LA DIVISIÓN DEL RADICALISMO

vista de los durísimos enfrentamientos que


habían ocurrido: en San Iuan, los yrigoyenis­ El hecho político más importante de la dé­
tas no perdonaban a los bloquistas el asesina­ cada de 1920 fue la división de la UCR, que
to de Iones y los bloquistas no olvidaban la puso al desnudo las contradicciones intemas
prisión que había sufrido su líder. En Mendo­ de esta fuerza y aceleró sus definiciones pro­
za, el lencinismo arrastraba todos los agravios gramáticas. Hacia 1924 ya existían dos radica­
que el “Gaucho” cargaba a Yrigoyen, y los par.­ lismos: el que seguía a Yrigoyen y el antiperso­
tidarios de éste acusaban a aquél de toda clase nalista, organizado en todo el país sobre la
de desmanes. base de las disidencias ocurridas durante el
Fueron hechos insólitos dentro del pano­ gobierno del caudillo. Se trataba, sin duda, del
rama general de relativa convivencia política ala más conservadora del viejo radicalismo,
que reinaba en aquellos años. Todavía se da­ que había enfrentado al jefe partidario en va­
rían luctuosas secuelas en las tierras de Cuyo, rios terrenos: en la política internacional y en
que serían letales para el segtmdo gobierno del leyes como las de alquileres y la expropiación
caudillo radical. de azúcar, así como en el apoyo a todas las di­ 255
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Después del término de la presidencia de


Yrigoyen, espontáneamente o en forma indu­
cida habían aparecido varios libros y artícu­
los periodísticos que exaltaban la obra de go­
bierno del ex presidente en materia
internacional, política y social, reforma uni­
versitaria y otros temas. Sobre estas fuentes se
iba definiendo un pensamiento partidario
coherente, que en muchos casos se contrapo­
nía al del gobierno de Alvear y sería la base de
un programa puntual con vistas a la elección
presidencial de 1928. Como se ha señalado
más arriba, al llegar al poder en 1916, el radi­
calismo no tenía elaborados pronunciamien­
tos concretos sobre la realidad del país. Fue­
ron los hechos los que obligaron a Yrigoyen a
optar, elegir, decidir en cada problema, y así
se había ido construyendo un soporte ideoló­
Alvear con un antiguo dirigente radical en 1923, durante
su visita a la ciudad de Concordia. Archivo General gico que ahora, con el alejamiento del sector
de la Nación. antipersonalista, podía presentarse como na­
cionalista, antiirnperialista, obrerista, con es­
sidencias antiyrigoyenistas provinciales; aho­ pecial énfasis en algunos temas como el man­
ra, con Alvear en la presidencia, el bloque de tenimiento del cierre de la Caja de
legisladores antipersonalistas hacía causa co­ Conversión, la nacionalización del petróleo y
mún con los conservadores en el Congreso pa­ la construcción del ferrocarril de Huaytiqui­
ra frenar el proyecto de nacionalizar el petró­ na. Era una postura muy a tono con la at­
leo. No eran, entonces, sólo motivos de mósfera intelectual de la época, muy influida
predominio personal los que empujaban la di­ por la vocación latinoamericanista de la Re­
visión radical, sino también discrepancias forma Universitaria y su posición combativa
ideológicas profundas que siempre habían frente a la intervención norteamericana en
existido dentro del partido y ahora se ponían Nicaragua y a las dictaduras que pesaban so­
de manifiesto a la luz pública con creciente vi­ bre varios países del continente. También
rulencia. Para Yrigoyen, no se trataba de una contribuía a esta atmósfera ideológica una le­
división sino de una depuración: el radicalis­ jana simpatía por la experiencia soviética. De
mo se habría liberado de sus elementos reac­ este modo, el radicalismo yrigoyenista se des­
cionarios y esta fuga permitía esgrimir un lizaba hacia posiciones de izquierda, que sólo
programa progresista, con la ayuda de hom­ la prudencia del caudillo podía acotar, y sus­
bres jóvenes que lo seguían fervientemente y citaba adhesiones en sectores juveniles e inte­
venían a llenar los claros que habían dejado lectuales.
256 los correligionarios expectables.
Los RADICALES EN EL GOBIERNO

LA PUIA ELECTORAL DE 1923 poldo Melo y a Vicente Gallo como sus candi­
datos: eran los dirigentes más conspicuos de
El año 1925 sería decisivo para la batalla esta fuerza y meses más tarde recibieron la ad­
electoral de 1928, en la que se elegiría al suce­ hesión de la Confederación de las Derechas.
sor de Alvear. A través del ministro del Interior De este modo se iba perfilando un frente antiy­
Vicente Gallo, los antipersonalistas presiona­ rigoyenista, al que el caudillo fulminó con un
ban al Presidente para que decretara la inter­ nombre que tuvo mucho andamiento político
vención de la provincia de Buenos Aires, dis­ en esos años: el “Contubernio”.
trito clave en la futura definición presidencial; Entre diciembre de 1927 y abril de 1928 se
pero el legalismo del primer magistrado le irn­ realizaron elecciones de gobernador en Salta,
pedía tomar semejante medida, que hubiera Tucumán, Santa Fe y Córdoba; en las cuatro
sido un verdadero golpe de Estado por la au­ triunfaron los yrigoyenistas. Era un claro pre­
sencia de motivos y su cruda intención electo­ nuncio de lo que ocurriría en las presiden­
ralista. Cuando Alvear concurrió en mayo a ciales. Ante esta ascendente marea, Melo y un
inaugurar la Asamblea Legislativa, tanto el vi­ representante de la Confederación de las De­
cepresidente González como los legisladores rechas se entrevistan con el presidente de la
yrigoyenistas se hicieron presentes, y hasta se Nación para solicitarle, una vez más, la inter­
iluminó el local del Comité Nacional de la vención de Buenos Aires. Alvear se niega y un
UCR en la Avenida de Mayo al paso del corte­ comunicado conjunto del ya llamado “Frente
jo presidencial. Gallo renunció en junio y fue Único” responsabiliza al primer magistrado
reemplazado por José Tamborini, que tenía de lo que pueda ocurrir en el futuro.
una posición acorde con el jefe del Estado. Pe­ Contrastando con la actividad frentista, en
ro un año más tarde fueron los socialistas el campo de Yrigoyen se da una extraña pasi­
quienes presentaron un proyecto de ley de in­ vidad: un mes antes de la elección presiden­
tervención en la provincia; una entrevista cial, la UCR no ha proclamado todavía su can­
mantenida entre Yrigoyen y Iuan B. Justo de­ didato. Sin embargo, el partido de Yrigoyen se
cidió el retiro de la iniciativa. mueve silenciosamente, con la convicción de
La renovación legislativa de 1926 demostró que el nombre del caudillo es suficiente para
que las dos fuerzas de origen radical estaban en lograr una amplia mayoría. Recién a fines de
una posición electoral relativamente pareja. marzo se formaliza la postulación del caudillo,
Los yrigoyenistas obtuvieron en total unos acompañado por el respetado dirigente entre­
332.000 votos en todo el país, contra 218.000 rriano Francisco Beiró.
de los antipersonalistas y 170.000 conservado­ Fue un alud de votos: Yrigoyen obtuvo
res. Estos habían constituido poco antes una 840.000 sobre 440.000 de Melo-Gallo y 65.000
Confederación de las Derechas, sobre la base socialistas. Los “peludistas” llamaron a esta
de los partidos afines en once provincias, aun­ elección “el plebiscito”. Dos años antes se ha­
que sin llegar a fusionarse en una única fuerza. bía llevado a cabo un nuevo empadronamien­
Por su parte, los antipersonalistas reunieron su to nacional, por lo que estos resultados refleja­
convención nacional en abril de 1927 y des­ ban la auténtica composición del electorado.
pués de un arduo proceso proclamaron a Leo­ El radicalismo yrigoyenista había triunfado en 257
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Marcelo T. de Alvear con el príncipe Humberto de Saboya, heredero de la corona de Italia. y su ministro de Guerra. general
Agustín P. Iusto. Museo de la Casa de Gobierno.

todos los distritos menos en San Iuan, donde La victoria de Yrigoyen fue la de un mito
se abstuvo por falta de garantías. que parecía encarnar el patriotismo profun­
Este triunfo enorme, a la larga no fue po­ do, la democracia, la independencia en las
sitivo. Embriagó al yrigoyenismo con la enga­ decisiones nacionales, el cuidado de los bie­
ñosa sensación de que la mayoría que disfru­ nes propios, el sentir criollo y popular. Nadie
taba sería eterna. Fue la justificación de malas reparó que el personaje ya tenía 76 años. Na­
prácticas que vinieron después; total, el “ple­ die advirtió que los vencidos tenían mucho
biscito” borraba todo lo malo, absolvía y blan­ poder económico, mucha influencia en la
queaba. Se convirtió en un símbolo, un hecho opinión y en las clases dirigentes, y sobre to­
emblemático frente a cuya potencia no cabía do, nadie tuvo en cuenta que el país tenía una
hacer otra cosa que seguir idolatrando al cau­ democracia aún frágil, nueva, y carecía de
dillo. Y además, lo más grave: en el campo de una fortaleza intrínseca que la hiciera intoca­
las fuerzas opositoras a Yrigoyen, la aplastante ble. La elección plebiscitaria de 1928 se pre­
derrota pareció evidenciar que los caminos de sentaba como la apoteosis del sistema inau­
la democracia ya no servían para ganar go­ gurado en 1912 y legitimado por la presencia
biernos y que había que pensar en otros recur­ popular. En realidad, fue su último gran mo­
258 sos para sobrevivir políticamente. mento.
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

HACIA LA CATÁSTROFE Instituto de la Nutrición, el Instituto del Cán­


cer y el Instituto del Petróleo. Fundó 1.700 es­
Visto en perspectiva histórica, lo que más cuelas primarias. Impidió la venta inconsulta
llama la atención del lapso 1928-1930 es la es­ de tierras fiscales. Hizo investigar las concesio­
calada de hostilidad con que se enfrentaron nes eléctricas de Córdoba. Cerró la Caja de
los sectores en pugna. Por una parte, los yrigo­ Conversión, reabierta durante el gobierno de
yenistas, ensoberbecidos por el “plebiscito”, Alvear, para evitar el drenaje de oro. Promul­
pretendían aplastar a la oposición como si gó leyes sobre jornada legal del trabajo, censo
obedecieran a una suerte de mandato nacio­ ganadero nacional y jubilación de bancarios.
nal. Debe señalarse que la oposición, además Instó reiteradamente a la nacionalización del
de los antipersonalistas y los conservadores, petróleo, trancada en el Senado. Concretó el
estaba ahora reforzada por los socialistas inde­ convenio D'Abernon-Oyhanarte, que no fue
pendientes, un brillante grupo de dirigentes tratado por el Congreso. Proyectó un plan de
del partido de Iusto que hicieron punta, sobre fomento y colonización de la Patagonia y la
todo en Diputados, en la lucha contra el ofi­ fundación de una ciudad que fuera “el faro
cialismo. Esta rispidez en la lucha política se austral del progreso”. Obtuvo del presidente
evidenciaba, sobre todo, en Mendoza y San electo de Estados Unidos, Herbert Hoover, la
Iuan, donde las intervenciones usaron méto­ promesa de que no intervendría en asuntos
dos de coacción e intimidación contra blo­ internos de otros países y fue en conversación
quistas y lencinistas. con aquél que acuñó una de sus frases emble­
Pero también en la otra parte del abanico máticas: “Los hombres deben ser sagrados pa­
político, la oposición era cada vez más desafo­ ra los hombres y los pueblos para los pueblos”.
rada. Además de las imputaciones políticas Es probable que durante su segundo
previsibles, sus expresiones se dirigían contra mandato le pesara su edad; que su caracterís­
la persona del Presidente, a quien acusaban de tica lentitud en las decisiones se acentuara y
senilidad e incapacidad para gobernar. En el que el grupo de sus íntimos lo protegiera ex­
Senado, donde el oficialismo seguía siendo cesivamente, nublando así su percepción de
minoría, Federico Cantoni hacía el proceso del la realidad. Pero de ningún modo puede ad­
gobiemo durante dos meses de sesiones con mitirse que se encontrara en un estado de
una oratoria que rozaba lo chabacano y mez­ ineptitud para el ejercicio del gobierno. Sin
claba verdades y mentiras con un sorprenden­ embargo, sus opositores martillaban una y
te desenfado. Se echaban a correr toda clase de otra vez sobre esta circunstancia, los socialis­
versiones, como aquella famosa de un negro tas independientes pidieron su juicio políti­
nombrado ama de leche en un dispensario co y al empezar 1930 se agigantaba una me­
municipal, o aquella otra que afirmaba que se fítica atmósfera alrededor del hombre que
fraguaban ediciones de los diarios para man­ un año y medio antes había sido aclamado
tener al Presidente en ignorancia de lo que por los argentinos. Frente a estos ataques, sus
realmente ocurría. partidarios acentuaban su exaltación del
Sin embargo, la labor de la segunda ges­ caudillo, silenciaban sus propias críticas y
tión de Yrigoyen fue bastante activa. Creó el miraban como traición cualquier objeción 259
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

tas disparó unos tiros contra el auto oficial en


que Yrigoyen se trasladaba hacia la Casa de
Gobierno, y fue acribillado por la custodia
presidencial. Eran hechos graves que repercu­
tieron hondamente en la opinión pública,
asombrada por estas inéditas manifestaciones
de violencia.
Así se entró al año 1930, en medio de una
crisis que estaba afectando a los mercados de
todo el mundo y que también golpeaba con du­
reza la economía argentina, produciendo una
disminución de sus exportaciones, la baja en la
recaudación fiscal y un alarmante crecimiento
de la desocupación, que alcanzaba magnitudes
no vistas durante más de medio siglo. Se desta­
paba el sórdido aflhire de la Migdal, crecían las
Hipólito Yrigoyen en el balcón de la Casa de Gobierno al hazañas delictivas de la mafia y los atentados
asumir por segunda vez como presidente de la Nación
terroristas de Severino Di Giovanni. La campa­
Argentina. Archivo General de la Nación.
ña electoral que debía preceder a las elecciones
interna sobre la marcha del gobierno. Ahora legislativas de marzo se constelaban de inciden­
sí era verdad aquello del “personalismo” de tes violentos: tiroteo en Lincoln (Buenos Aires)
Yrigoyen, pero no por su culpa sino por el con muertos y heridos, tiroteos en Toledo y Ol­
quietismo y la falta de imaginación de su mos (Córdoba), tiroteo en Godoy Cruz (Men­
partido, cuya complacencia por el “plebisci­ doza), asesinato del abogado bloquista Manuel
to” parecía no cesar nunca. Castellanos en San Iuan.
En la Capital Federal, la oposición fue en­
LA CEGUERA POLÍTICA cabezada por los socialistas independientes, a
los que el vespertino Crítica apoyó abierta­
A fines de 1929, un hecho luctuoso con­ mente. Los radicales sólo habían atinado a
movió al país: el “Gauchito” Lencinas, sena­ presentar como candidatos a los diputados en
dor electo por su provincia, fue asesinado en ejercicio por el distrito, obstaculizando el de­
Mendoza cuando se disponía a hablar en un seo de renovación de muchos afiliados. Aun­
acto partidario. El matador, un humilde pai­ que la juventud partidaria difundió los logros
sano yrigoyenista, que habría actuado por del gobierno de Yrigoyen, como YPF, la lucha
venganza contra Lencinas, fue masacrado por por la nacionalización del petróleo, y vistas ci­
la multitud. Aunque está fuera de toda duda nematográficas del ferrocarril de Huaytiqui­
que el Presidente haya inspirado el atentado, na, la campaña no tuvo el fervor de otras jor­
de inmediato la oposición le cargó la muerte nadas electorales.
del dirigente mendocino. Semanas más tarde, En conjunto, las elecciones legislativas de
260 un desequilibrado de antecedentes anarquis­ marzo significaron que el apoyo a Yrigoyen no
LOS RADICALES EN EL GOBIERNO

se había desvanecido, pues el oficialismo totali­ tario. Se sumaria a ellos la oposición legislati­
zó 655.000 votos en todo el país contra 695.000 va para animar a los grupos militares embar­
de los cinco partidos opositores juntos. Pero lo cados en la propuesta golpista.
de la Capital Federal fue una hecatombe. Los so­ La crónica de la revolución septembrina no
cialistas independientes lograron más de corresponde a este capítulo, pero conviene se­
100.000 sufragios; los socialistas tradicionales ñalar algunas precisiones sobre el tema. En pri­
recogieron 84.000 y la UCR, el partido de Yrigo­ mer lugar, la agitación previa al movimiento y el
yen, llegó en tercer término, con 83.000 boletas. alzamiento militar en sí, fueron exclusivamente
El sismógrafo del electorado porteño mar­ de Buenos Aires: el resto del país asistió pasiva­
caba un estado de ánimo que tendía a exten­ mente a los hechos, como también fue pasiva la
derse. La gente tenía la sensación de que el go­ actitud del Ejército puesto que el jefe de la revo­
bierno era inoperante y que el radicalismo se lución sólo contó con el Colegio Militar y algu­
había convertido en un mero gestor de pues­ nos elementos sueltos de Campo de Mayo.
tos públicos. Frente a una realidad cada vez El país estaba en tranquilidad cuando
más sombría, los votantes porteños querían ocurrieron los sucesos, salvo San Iuan y Men­
caras nuevas y palabras distintas. Los jóvenes doza, donde la proximidad de las elecciones
socialistas independientes, Antonio De Toma­ había llevado la lucha política a extremos de
so, Federico Pinedo y otros, parecían llenar es­ violencia.
tas necesidades. Si en 1928 había sido “el ple­ En segundo lugar hay que decir que nin­
biscito”, la elección metropolitana de 1930 fue gún hecho pudo justificar la cancelación de la
“el batacazo”, como gozosamente proclamaba Constitución. No existieron medidas despóti­
Crítica en lenguaje turfístíco. Y nada refleja cas por parte del gobierno, la libertad de ex­
mejor la parálisis del radicalismo como el he­ presión era irrestricta, las garantías constitu­
cho de que la derrota en la capital de la Repú­ cionales se mantuvieron intactas. Ningún acto
blica no haya provocado reacción alguna. No gubernativo provocó el rechazo de la opinión
se analizaron las causas del contraste, no hubo pública y la marcha de la administración era
debates ni se plantearon cambios. Pocas veces, normal, tal vez lenta pero normal. Existían los
en la historia política del país, se habrá visto mecanismos de recambio previstos por la ley.
una ceguera tan suicida. Nada ocurría que pudiera interpretarse como
un descalabro del sistema. Fue una gigantesca
LA CONSPIRACIÓN GOLPISTA operación psicológica instrumentada por dia­
rios como Critica con la complicidad tal vez
Podría decirse que éste fue el momento en involuntaria de los estudiantes universitarios
que se puso en marcha la conspiración cívico­ de Buenos Aires, la que preparó el golpe: la
militar que derrocó al gobierno constitucional gente se había convencido de que Yrigoyen era
el 6 de septiembre de 1930, conspiración has­ un tirano senil y que no existía rumbo alguno
ta entonces difusa y apenas esbozada, sobre en su gobierno. El encanto del “plebiscito” se
todo en los círculos pro fascistas que nuclea­ había desvanecido y ahora el viejo caudillo pa­
ban a jóvenes embelesados con un modelo sin recía representar lo anacrónico, la pasividad,
democracia ni partidos, jerarquizado y autori­ la ineptitud, lo mezquino y sin vuelo. 261
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

éiíázuárnachuv
.J¿¿a¿ZLuauuuJ¿53;aua¿lL«a

«TJ-TT
Ante los sucesos ocurridos, presento cn absoluto
la renuncia del argo
Argentina.­ e Presüjáïtírïf la Nacion
#7 ¿44/íL4/

á5/»;
L/Ó lt,

A1 señor Jefe de las fuerzas militares de La Plata

La Plata Setiembre seis de 1930

l Renuncia del presidente Yrigoyen.

Es inútil que casi todos los protagonistas ron el camino a aventuras militares y políti­
del 6 de septiembre se hayan arrepentido de cas de todo signo. La experiencia de la legiti­
lo que hicieron. Yrigoyen fue derrocado pero, midad abierta en 1912 había sido menos só­
con él, derrocaron la Constitución. El golpe lida de lo que aparentaba. El tinglado de la
inauguró una triste secuencia de proscripcio­ representación política, con sus institucio­
nes, fraudes electorales y burlas a la ley y a la nes, sus partidos, sus rituales cívicos, había
voluntad popular, que aparejaron el descrei­ sido deshecho de un sablazo. No sería el últi­
miento del pueblo en la democracia y abrie­ mo en el turbulento siglo XX.

262
Los RADIcAIEs EN EL GOBIERNO

ORIENTACIÓN BIBLIOGRAFICA

Sobre la personalidad del primer presi­ quejo de una historia y doctrina de la Unión Cí­
dente radical, pueden consultarse: MANUEL vica Radical, Buenos Aires, 1928; IORGE GUI­
GALVEZ, Yrigoyen. El hombre del misterio, Bue­ LLERMO FOVIE, Discursos, escritos y polémicas
nos Aires, 1951, y FELIX LUNA, Yrigoyen. El del doctor Hipólito Yrigoyen, Buenos Aires,
Templario de la Libertad, Buenos Aires, 1954. 1932; IOSE GABRIEL, Bandera celeste. La lucha
Con respecto a la Obra de gobiemo de Yri­ social argentina, Buenos Aires, 1932; LUIS REY­
goyen, véanse los trabajos de GABRIEL DEL MAzO, NA ALMANDOS, Hacia la anarquía. Examen de
La primera presidencia de Yrigoyen, Buenos la política radical, Buenos Aires, 1919; MIGUEL
Aires, 1984; El radicalismo. Ensayo sobre su histo­ ANGEL CARCANO, Sáenz Peña. La revolución por
ria y doctrina, tomo I, Bs. A5., 1957, y El pensa­ los comicios, Buenos Aires, 1986; FRANCISCO
miento escrito de Yrigoyen, Buenos Aires, 1945. BARROETAVEÑA, El gobierno del doctor Alvear.
Muy importante es la recopilación en doce “Post Nubila Phoebus”, Buenos Aires, 1923;
tomos publicada bajo el título Pueblo y Go­ HEBE CLEMENTI, El radicalismo. Trayectoria po­
bierno, Buenos Aires, 1956, que contiene do­ lítica,iBuenos Aires, 1983; HORACIO OYHANAR­
cumentos y análisis exhaustivos sobre la ges­ TE, El hombre, Buenos Aires, 1934; RODOLFO
tión del primer presidente radical. Asimismo, PUIGGROS, Historia crítica de los partidos políti­
pueden consultarse: ARTURO CAPDEVILLA, “Pri­ cos argentinos, 2 tomos, Buenos Aires, 1986, y
mera presidencia de Yrigoyen”, en ACADEMIA El yrigoyenismo, Buenos Aires, 1974; DAVID
NACIONAL DE LA HISTORIA, Historia Argentina ROCK, El radicalismo argentino. 1890-1930,
Contemporánea, vol. I, Buenos Aires, 1963; Buenos Aires, 1977; LUIs RODRIGUEZ YRIGOYEN,
ROBERTO ETCHEPAREBORDA, “La segunda presi­ Hipólito Yrigoyen, 1878-1933, Buenos Aires,
dencia de Hipólito Yrigoyen y la crisis de 1934; ARTURO ANDRES ROIG, Los krausistas ar­
1930”, en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, gentinos, Puebla, 1969; PETER SNOW, Radicalis­
op. cit., e Yrigoyen, Buenos Aires, 1984; HEC­ mo argentino. Historia y doctrina de la Unión
TOR I. IÑIGO CARRERA, La experiencia radical. Cívica Radical, Santiago de Chile, 1972; LEO­
1916-1922, Buenos Aires, 1980; LUIs H. SOM­ POLDO VELAzCO, Pedro C. Molina, caballero de
MARIVA, La república federal. 1912-1936, La la democracia, Córdoba, 1947; EDUARDO MA­
Plata, 1955; LUIs V. SoMMI, Hipólito Yrigoyen, LLEA, El sayal y la púrpura, Buenos Aires, 1941.
su época y su vida, Buenos Aires, 1947. Con respecto a diversos aspectos puntua­
Sobre las ideas, doctrinas y polémicas en les del período tratado en este capítulo, se
torno al radicalismo, cabe citar los siguientes pueden consultar: DARDO CÚNEO, La reforma
trabajos: IOSE BIANCO, La doctrina radicaL universitaria argentina, Caracas, 1973; LUCIO
Buenos Aires, 1927; OsvALDo ÁLVAREZ GUE­ MORENO QUINTANA, La diplomacia de Yrigo­
RRERO, El radicalismo y Ia ética social. Yrigoyen yen, La Plata, 1928; LUIs C. ALEN LAscANO, Yri­
y el krausismo, Buenos Aires, 1986; SALVADOR goyen y la Gran Guerra, Buenos Aires, 1974;
DE ALMENARA, Radicalismo. Doctrina e historia, IULIO GODIO, La semana trágica, Buenos Aires,
Buenos Aires, 1935; ALBERTO M. ETKIN, Bos­ 1973; JOSE RAMON ROMARIZ, La semana trági­ 263
LA DIMENSIÓN POLITICA

ca. Relato de los hechos sangrientos del año nía del odio que encabeza Yrigoyen, Buenos Ai­
1919, Buenos Aires, 1952; PAUL GOODWIN, Los res, 1929.
ferrocarriles británicos y Ia UCR, Buenos Aires, Por otra parte, resultan también de interés
1974; PETER H. SMITH, Carne y política en la las referencias contenidas en libros de memo­
Argentina, Buenos Aires, 1968; ROBERT A. PO­ rias, como son los de RAMON COLUMBA, El
TASH, El ejército y la política en la Argentina. Congreso que yo he visto, Buenos Aires, 1983;
1928-1945, Buenos Aires, 1981; DARIO CAN­ CARLos IBARGUREN, La historia que he vivido,
TON, Materiales para el estudio de la sociología Buenos Aires, 1955, y NICOLAS REPETTO, Mi
política en la Argentina, 2 tomos, Buenos Aires, paso por la política, Buenos Aires, 1956.
1968, y también de este último autor, Eleccio­ No se incluye aquí bibliografía sobre ante­
nes y partidos políticos en la Argentina, Buenos cedentes y realizaciones de la revolución del 6
Aires, 1973. de septiembre de 1930, por corresponder a
Sobre los caudillos radicales antiyrigoyenis­ otro capítulo de esta obra. Sin embargo, dos
tas de Cuyo, pueden verse: DARIO OLGUIN, Len­ libros resultan imprescindibles para percibir
cinas, historia y mito, Mendoza, 1961; IosE HI­ el tono de algtmos opositores contra Yrigo­
POLITO LENCINAS, Carlos Washington Lencinas. yen: BENJAMIN VILLAFAÑE, Degenerados. Tiem­
Economía y política, Mendoza, 1963; CELSO RO­ pos en que la mentira y el robo engendran após­
DRIGUEZ, Lencinas y Cantoni. El populismo cuya­ toles, Buenos Aires, 1928, y CARLOS SANCHEZ
no en tiempos de Yrigoyen, Buenos Aires, 1977, VIAMONTE, El último caudillo, Buenos Aires,
y FEDERICO CANTONI, Yo acusa. Proceso a la tira­ 1951.
8. Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

Enrique Zuleta Álvarez

Los años posteriores al golpe de Estado del Este sector, que en la historia argentina de es­
6 de septiembre de 1930, lapso que cierra con el tos años se ha llamado conservador, con las sal­
4 de junio de 1943, corresponden a una infle­ vedades ya señaladas, no logró su legitimación y
xión decisiva en el curso de la normalidad cons­ abrió paso a las opciones disidentes -también
titucional. Por esa razón, la historiografía abun­ minoritarias- que preconizaban la revolución,
da en polémicas que se detienen en el tema del con ideologías distintas pero iguales en su recha­
fraude electoral y proponen la legitimidad de la zo del orden constitucional, conflicto que incidió
vida democrática o, como en los casos de los en la incorporación de los sectores medios a la
que protagonizaron los intentos de la norma­ vida política. El reemplazo de la elite conserva­
lización conservadora, buscan explicar dicha dora por las promociones que impulsaban radi­
época y aun defenderla. Alberto Ciria señala que cales y socialistas fue demorado por la crisis eco­
estas antinomias simplistas no advierten la nómica y la irregularidad de la república legal.
“perdurabilidad dentro del cambio”, es decir, no En ese proceso se insertó la “Argentina aluvial"
profundizan en la red de hechos e ideas que, —para usar la expresión de Iosé Luis Romero­
tanto en Buenos Aires como en las provincias, con aportes étnicos y culturales cambiantes, con
buscaban la “legitimidad politica" del sistema. momentos de estancamiento o de aceleración
Este capítulo asume la perspectiva del proce­ que ofrecen diversas imágenes históricas de una
so de legitimación de la República, cuya opción misma Argentina.
por la democracia a partir de la Ley Sáenz Peña También hay que situar aquí el conflicto en­
fue sometida a prueba por los gobiernos radica­ tre el proyecto modernizador, racionalizador y
les. En los años treinta seguía vigente una mino­ universalista que el liberalismo impuso en el si­
ría cuya actitud y estilo, opuestos al progresismo glo XIX con el orden constitucional, pero que
reformista (como el de la Unión Cívica Radical), debió luchar contra las ideas y sentimientos de
adherían al liberalismo por su contenido teórico, una Argentina ligada a ciertas formas de la cultu­
ya que defendían el Estado de Derecho y garan­ ra hispánica. Para estas últimas, aquella moder­
tizaban libertades y derechos civiles y políticos nización implicaba el abandono del Estado-na­
en el marco de una constitución que establecía la ción que conservaba la tradición del fundamento
representación parlamentaria y la renovación católico y del caudillismo autoritario, es decir, de
periódica de los gobernantes. un orden político que sólo concebía un concep­ 265
LA DIMENSION POLITICA

to unitivo y subordinante, una homogeneización democracia liberal desde el ángulo teórico de la


opuesta al conflicto y a la contradicción perma­ filosofía, la sociología y la ciencia política, con
nentes que son esenciales en la democracia mo­ obras como las de Max Weber, Karl Mannheim,
derna. El primero suponía, como horizonte his­ E. Michels, Wilfredo Pareto y Gaetano Mosca,
tórico, el desarrollo de un contrato social entre entre muchos otros.
individuos que perfeccionara el igualitarismo y Más importantes fueron los factores inter­
la justicia; para el segundo, la realización huma­ nos y, sobre todo, la formación de la opinión pú­
na sólo era concebible en la plenitud de la sobe­ blica, en particular la de Buenos Aires, por obra
ranía del Estado nacional. de los medios periodísticos. Sin ésta hubiera si­
La historiografía del período presenta un dé­ do imposible lograr el apoyo popular que, en su
ficit de enfoques generales en los cuales se pue­ momento, obtuvo el golpe de Estado de sep­
dan insertar las investigaciones parciales que dan tiembre, sobre la base, desde luego, de los desa­
cuenta de la síntesis histórica. Es, por lo tanto, un ciertos del gobiemo yrigoyenísta. Un protago­
tema abierto y el conjunto de estudios —que van nista de la crítica al gobierno en aquellos años,
desde las biografías hasta la consideración de las Rodolfo Irazusta, siempre sostuvo la populari­
estructuras sociales, políticas, económicas y cul­ dad que, en ese momento, obtuvo el movimien­
turales— se enriquece día a día con aportes a los to militar, situación que se comprende si se co­
cuales espera contribuir el presente capítulo. nocen los mecanismos de preparación mediática
de la opinión pública.
Esta campaña fomentó el odio personal con­
DECLINACIÓN Y CAOS tra Yrigoyen —“el Peludo”-, para revertir su apo­
yo electoral. Se manifestó, así, la lucha del libera­
Aunque el final del segundo gobierno de Hi­ lismo democrático -tanto el de los conservadores
pólito Yrigoyen ya fue tratado, desde la perspec­ como el de la izquierda- contra los caudillos ca­
tiva de la década de 1930 cabe subrayar algunos rismáticos y plebiscitados que intentan mandar
hechos cuyas consecuencias se advertirán des­ por encima de las estructuras de los partidos po­
pués del 6 de septiembre. Se sabe que actuaron líticos, en ejercicio del llamado populismo y con
factores externos e internos. Entre los primeros, apoyo en movimientos de masas alimentadas por
la Gran Depresión iniciada en 1929 y la crisis pasiones opuestas al racionalismo de la organiza­
económica en Hispanoamérica y la Argentina. ción política moderna.
También la desconfianza en el liberalismo, que El encono contra Yrigoyen explica la virulen­
había aceptado, después de la Primera Guerra cia en las luchas políticas, en los debates par­
Mundial, la planificación, y la intervención del lamentarios y en la formación de la opinión
Estado. Por último, las nuevas experiencias de pública. Denuncias de vicios y fracasos del yrigo­
organización social: la revolución soviética de yenismo, pero también calumnias cuyos ecos He­
1917, el ascenso del fascismo en Italia en 1920 y gan hasta nuestros días. La oposición conserva­
la dictadura del general Miguel Primo de Rivera dora era apoyada por la izquierda -desde el
en España, en 1923. Decayó el prestigio de un sis­ socialismo hasta el comunismo- que repudiaba
tema fundamental en los países hispanoamerica­ al radicalismo, beneficiario del afecto y de los vo­
266 nos, mientras se intensificaba la discusión de la tos populares que en vano reclamaba la izquierda
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

desde sus reductos minoritarios. Se sumaron los de las Fuerzas Armadas, originada en el legado
estudiantes universitarios, convertidos en prota­ hispánico y fortalecida por las guerras de la Or­
gonistas políticos desde la Reforma Universitaria ganización Nacional. Mitre y Roca, dos genera­
y partidarios de las diversas formas de las ideolo­ les, troquelaron la Argentina moderna y los radi­
gías revolucionarias. Se iba hacia el golpe de Esta­ cales participaron de luchas armadas, aparte de
do del 6 de septiembre de 1930, cuya trama inter­ la habilidad de Yrigoyen para urdir conspiracio­
na sólo se conoció gracias a los documentos, nes con los militares, que no formaban una cas­
informes diplomáticos extranjeros, memorias y ta y estaban ligados a todos los estratos sociales,
relatos de algunos de sus actores: Sarobe, Orona, cuyas reacciones y sentimientos compartían. Hu­
Rottjer, Reynolds y otros. bo, además, una corriente “profesionalista” como
la del general Pablo Riccheri, pero el apoliticismo
no fue una costumbre de las Fuerzas Armadas,
LAS CONSPIRACIONES que vivían las mismas tendencias de la opinión
pública. El propio general Uriburu, cuando fue
Surgieron dos sectores partidarios del cam­ profesor en la Escuela Superior de Guerra, recha­
bio. El primero, en el seno del gobierno radical, zó explícitamente el militarismo.
donde se advertía la inminencia de una catástro­ En el Ejército también había disensiones y
fe y se trataba de desplazar a Yrigoyen y sus adic­ enfrentamientos, los cuales reaparecieron, del
tos sin que cayera todo el gobierno. Según algu­ mismo modo que las logias militares. Pero el
nos investigadores, en esta operación estaban los golpe de Estado creció en la oposición a.l yrigo­
ministros Horacio Oyhanarte, de Relaciones Ex­ yenismo de los conservadores y sus heterogé­
teriores, Elpidio González, del Interior y Iuan de neos aliados de entonces. La opinión pública,
la Campa, de Iusticia e Instrucción Pública, quie­ configurada por la prensa y los demás sectores
nes junto al general Luis I. Dellepiane querían de la sociedad, y la economía pesaron sobre las
reemplazar a Yrigoyen por el vicepresidente En­ Fuerzas Armadas y los militares “legalistas” ce­
rique Martínez y asegurar la continuidad radical dieron ante el empuje y la decisión de los revo­
sin el núcleo yrigoyenista. Según Díaz Araujo, lucionarios. La oposición conservadora y socia­
hubo quienes querían aplicar la Ley de Acefalía, lista fue, quizá, más importante que la opinión
sacar a Yrigoyen y Martínez y reemplazarlos por minoritaria de los nacionalistas, quienes sólo tu­
el presidente del Senado, el senador por Entre vieron un protagonismo fugaz en la preparación
Ríos, Luis Etchevehere, radical antipersonalista. del ambiente previo al golpe y en alguna oportu­
Este sector estaba alentado por el general Agustín nidad posterior al mismo, pero siempre en un
P. Iusto (1876-1943), ex ministro de Alvear y per­ lugar secundario.
sonalidad política de la cua] se hablará. El nacionalismo se agrupaba en el periódico
Un segundo grupo era el del Ejército, con el La Nueva República, dirigido por jóvenes intelec­
general Iosé Félix Uriburu (1868-1932) y el ya tuales como Rodolfo y Iulio Irazusta, Ernesto Pa­
mencionado Iusto. Estas conspiraciones no co­ lacio, Alfonso de Laferrere y otros. Fueron influi­
rrespondían a un militarismo sistemático o doc­ dos por el nacionalismo “integral” de Charles
trinario. Desde la conquista y la colonización, en Maurras, pero sólo parcialmente, pues éste im­
Hispanoamérica existía la tradicional presencia plicaba un monarquismo imposible en la Argen­ 267
LA DIMENSIÓN POLITICA

tina. Lo mismo sucedía con el inoperante antica­ minio en la Argentina, mientras crecía la difu­
pitalismo maurrasiano y el odioso antisemitis­ sión dela revolución mundial. Más allá de la re­
mo, que aunque no era central en el estilo de es­ tórica, pensaban que la democracia real sólo
‘te grupo, lo practicaban algunos elementos, al traería un caos y la experiencia en “la encrucija­
igual que en otras colectividades políticas argen­ da aleve del cuarto obscuro", como dijo Leopol­
tinas. Además, su agnosticismo, condenado por do Melo, había sido contundente. Sus conviccio­
el Vaticano, repugnaba a quienes se declaraban nes e intereses no alcanzaban para esperar una
abiertamente católicos. lejanísima maduración de las instituciones y de
Este grupo minoritario, reducido a un pe­ la opinión popular. Para ellos, el recurso a la
queño periódico intelectual, no preconizó el fuerza militar era inevitable.
cambio del sistema político ni un régimen dicta­ Los socialistas y los grupos de izquierda —pe­
torial fascista. Defendió la Constitución y acusó riodistas, intelectuales, artistas, universitarios y
a Yrigoyen de violarla en nombre del caudillismo sindicalistas- también se sentían defraudados. Su
plebiscítario. Lo cual, afirmaban, no era incohe­ fe democrática no soportaba que el pueblo, lejos
rente con la crítica a la democracia que “no esta­ de las cartillas marxistas y de toda “conciencia de
ba en la Constitución". Reclamaban un régimen clase”, prefiriera al radicalismo, a la odiada “políti­
electoral que moderara el factor plebiscitario de ca criolla” estigmatizada por Iuan B. Justo. Repu­
acuerdo con la tradición liberal-conservadora de d.iaban a los conservadores y a los militares, pero
la Constitución. Tampoco defendieron el milita­ pensaban que el desplazamiento del yrigoyenis­
rismo sistemático como Leopoldo Lugones, para mo, con todos sus peligros, ofrecía una oportuni­
quien sólo el Ejército mantenía la jerarquía y el dad más a la conquista del favor popular.
orden. Amigo de Uriburu, Lugones sólo en vís­ En función del “antiimperialismo” difundido
peras del golpe de Estado se acercó a los jóvenes con posterioridad al golpe de Estado, se insistió
intelectuales nacionalistas, los cuales mantuvie­ en que éste pudo haber respondido a los Estados
ron con él una relación crítica. Unidos, pero las investigaciones de Robert Po­
La oposición de los partidos -conservadores, tash han desvanecido aquella hipótesis. Del mis­
socialistas, demócratas progresistas y antiperso­ mo modo, no parece probada ni lógica la inter­
nalistas- optaba, por lo menos exteriormente, vención de las compañías petroleras, conjetura
por las formas constitucionales, ya que a pesar más bien literaria y periodística de, hasta ahora,
del triunfo radical de 1928, las urnas habían imposible verificación documental.
mostrado un aumento de sus posibilidades. Pero El general Iosé Félix Uriburu, por su parte,
si bien coincidían en el antiyrigoyenismo, dife­ estaba lejos de ser un apolítico. Había participa­
rían en sus proyectos políticos y temían la im­ do de la revolución de 1890, fue diputado nacio­
plantación de una dictadura militar. nal por Salta en 1913 por el partido Unión Pro­
La Ley Sáenz Peña había socializado la polí­ vincial y en 1914, candidato por el partido Unión
tica, hasta entonces patrimonio casi exclusivo de Cívica de Buenos Aires. Ligado al Partido Demó­
una elite. Pero después del integrador primer go­ crata Progresista, admiraba a Lisandro de la To­
bierno de Yrigoyen, del esplendor alvearista y de rre y en 1920, ya general, había sido candidato a
la decadencia del segundo yrigoyenismo, los diputado nacional por esta agrupación en Bue­
268 conservadores advirtieron el ocaso de su predo­ nos Aires.
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

Su oposición a Yrigoyen respondía más al versidad de Buenos Aires, el socialista Alfredo Pa­
repudio conservador que a su adhesión a ningu­ lacios, solicitó la renuncia de Yrigoyen. Pero
na doctrina fascista, siempre que se entienda por cuando reflexionaron sobre el carácter lógi­
esta expresión las formas propias del sistema ita­ camente militar del movimiento, algunos socia­
liano y no se la use como improperio descalifi­ listas quisieron retroceder y hasta lanzaron un
cador de todo autoritarismo. Sus ideas, a veces, manifiesto llamado “¡Marcha atrásl”, tardío e ino- .
se confunden con las de su primo y amigo, Car­ cuo. Ante estos hechos, Yrigoyen delegó el cargo
los Ibarguren, partidario de un cambio de régi­ en el vicepresidente Martínez.
men político en el cual se recogieran las expe­ Los militares legalistas carecieron de direc­
riencias, entonces exitosas, del fascismo italiano ción y Uriburu contaba, potencialmente, con
y que aspiraba a una especie de representación cerca de 4.000 hombres y, en especial, las tropas
corporativa, propuesta también por la Iglesia de El Palomar, la aviación militar y la Escuela de
Católica. Comunicaciones. La mañana del 6 y acompaña­
También conspiraba el general Agustín P. do por Natalio Botana, Antonio De Tomaso,
Justo. Nacido en Entre Ríos, revolucionario en Héctor González Iramain, Federico Pinedo,
1890, graduado de ingeniero civil en la Universi­ Manuel Fresco, Leopoldo Melo y Antonio San­
dad de Buenos Aires, ministro de Alvear y direc­ tamarina, Uriburu partió para Buenos Aires. En
tor del Colegio Militar, Iusto tenía vocación, am­ la esquina de Córdoba y Callao se recibió la no­
bición y condiciones políticas. Liberal, deseaba la ticia de que Martínez ofrecía parlamentar. Uri­
remoción de Yrigoyen, pero mantenía sus rela­ buru contestó que sólo admitiría la renuncia de
ciones con los radicales que, desde el gobierno, todo el gobierno. La aviación lanzó proclamas
pensaban deshacerse del Presidente y sus segui­ sobre Buenos Aires, se sumaron más tropas y la
dores sin perder el poder. sublevación del Regimiento de Granaderos a
Caballo completó el triunfo uriburista, con
apoyo de las guarniciones de las provincias, más
EL GOLPE DE ESTADO la Marina y otros efectivos, que ocuparon la ciu­
dad dentro de un plan que probó el profesiona­
Desde mediados de 1929, Uriburu se había lismo de Uriburu.
asegurado la colaboración militar y política Ante el derrumbe, Horacio Oyhanarte llevó
necesaria. En 1930 ya existía un manifiesto re­ a Yrigoyen a La Plata. Allí, en el Regimiento 7 de
dactado con Lugones, texto luego depurado de Infantería, se refugió para redactar su renuncia.
las expresiones hostiles a la democracia y com­ En Buenos Aires, algunos choques armados (co­
prometido con los políticos que sólo deseaban la mo los registrados frente a la Confitería del Mo­
desaparición de Yrigoyen y el llamado a nuevas lino y el diario radical La Época) provocaron sa­
elecciones. La tendencia al cambio del sistema queos e incendios y el vandalismo destruyó los
que, según ellos, había arruinado al país, sólo se símbolos radicales. La misma turba miserable sa­
conservó en los volantes que la aviación rebelde queó la modestísima casa de Yrigoyen. A la hora
lanzaría en su hora sobre Buenos Aires. 18, llegaron Uriburu y Iusto a la Casa Rosada y
Los civiles colaboraron y el 5 de septiembre, recibieron la renuncia del vicepresidente Martí­
el decano de la Facultad de Derecho de la Uni­ nez. En la Plaza de Mayo ya estaba reunida una 269
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

multitud que festejaba a los triunfadores, con el


mismo entusiasmo veleidoso con que había ido­
latrado a Yrigoyen.

DESPUÉS DEL GOLPE

En su manifiesto del 6 de septiembre, Uribu­


ru había declarado su respeto a la Constitución y
la aspiración a volver a la normalidad con comi­
cios libres. En su discurso desde la Casa Rosada
reivindicó la “tradición democrática" de las Fuer­
zas Armadas y su decisión de que el pueblo vota­
ra utilizando la Ley Sáenz Peña, “el arma demo­
crática más poderosa”. Abandonó los proyectos
reformistas y la opción por sus consejeros con­
servadores se confirmó con la elección de sus co­
laboradores: Enrique Santamarina como vice­
presidente; Matías Sánchez Sorondo, ministro
del Interior; Ernesto Bosch, de Relaciones Exte­
riores; Enrique S. Pérez, de Hacienda; Ernesto
El presidente provisional de la Nación, teniente general
Padilla, de Iusticía e Instrucción Pública; Hora­ José Félix Uriburu.
cio Beccar Varela, de Agricultura; Octavio S. Pi­
co, de Obras Públicas; el general Francisco Medi­ Los conservadores aspiraban a una repúbli­
na, de Guerra y el almirante Abel Renard, de ca como la que hubo antes del radicalismo, con
Marina. Designó también a Iusto como coman­ elecciones libres pero manteniendo la primacía
dante en jefe del Ejército, cargo que abandonó de sus elites, vía confirmada por Uriburu, cuyo
para preparar su ascenso a la Presidencia. continuismo les fue beneficioso. La Corte Supre­
Ibarguren fue enviado como interventor a ma de Iusticía, el l4 de septiembre, lo aceptó con
Córdoba, donde reiteró sus proyectos reformis­ una acordada que hizo jurisprudencia para re­
tas. Uriburu los retomó parcialmente en el dis­ conocer los gobiernos “de facto". También lo hi­
curso del 15 de diciembre en la Escuela Superior cieron los países extranjeros, con el beneplácito
de Guerra, en el sentido de que reformar la de políticos como Lisandro de la Torre, que ha­
Constitución y establecer un régimen electoral bía rechazado la presidencia que le ofreció Uri­
que permitiera la representación de las “fuerzas buru. Hasta Marcelo T. de Alvear, desde París,
vivas” y los diversos intereses y profesiones. Fe­ repudió al gobierno yrigoyenista y los conserva­
derico Pinedo, tiempo después, contó sus discu­ dores formaron la Federación Nacional Demo­
siones con Uriburu para que abandonara estos crática, con perspectivas más interesantes que la
proyectos, pues la representación gremial y cor­ continuidad constitucional, que entonces no pa­
270 porativa sólo tenía un apoyo minoritario. reció tan importante.
LOS GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

Fue el predominio de lo que se denominó la social y el reemplazo del Estado y las institucio­
oligarquía, ya que como en todo sistema político, nes republicanas por el modelo soviético. Parti­
regia el poder una minoría que, en este caso, co­ cipaban de una corriente mundial que ya conta­
rrespondía al nivel superior de la economía,las ba con experiencias violentas en Europa, todo lo
finanzas, los terratenientes y las instituciones so­ cual hizo que, después del 6 de septiembre, el
ciales del país y, desde luego, con abogados de los gobierno aplicara medidas represivas como la
intereses extranjeros, de acuerdo con una larga Ley de Residencia -dictada en su momento con­
tradición, pocas veces interrumpida en la Argen­ tra los anarquistas- para deportar a dirigentes
tina, de que los gobernantes acepten una relación extranjeros que fueron enviados a Italia y Espa­
más o menos dependiente de estos últimos. En ña, aunque la mayoría logró eludir estos desti­
esta época, la clase dirigente creía que lo más be­ nos. Por esos años arreciaba un pistolerismo,
neficioso para la Argentina era la relación estre­ que a veces pretendía justificarse como “anar­
cha con Gran Bretaña. quismo expropiador”, y el gobierno militar fusi­
Valido del estado de sitio y su ley marcial, el ló a Severino Di Giovanni, Paulino Scarfó y Ta­
gobierno persiguió a los yrigoyenistas. En Cór­ mayo Gavilán.
doba se sofocó un intento sedicioso con la deten­ Desde la instalación del gobierno militar se
ción de Amadeo Sabattini. En la Universidad de sancionó a personas e instituciones comprome­
Buenos Aires se produjeron reacciones adversas, tidas con esta ideología, que se consideraban
como la renuncia de Palacios a su decanato. Los subversivas y debían ser prohibidas, aun a costa
desórdenes prosiguieron hasta su intervención de la libertad de las ideas, lo cual chocaba con
con Benito Nazar Anchorena, quien dictó un una tradición argentina de todos los tiempos.
nuevo estatuto para la institución. Como en las Tiempo después, el senador conservador Matías
calles continuaban los tumultos, se detuvo a Yri­ Sánchez Sorondo presentó un proyecto de una
goyen, quien, más adelante, sería confinado en la ley para reprimir el comunismo.
isla Martín García. En febrero de 193 l, el general Los uriburistas de ideas autoritarias consti­
Severo Toranzo fracasó con otro golpe militar ra­ tuyeron el Partido Nacional y luego, el 20 de ma­
dical y se establecieron la censura periodística y yo de 1931 y con el apoyo de militares como los
la prohibición de actos públicos, se detuvo y se tenientes coroneles Emilio Kinkelin y Iuan Bau­
torturó a opositores. tista Molina, se creó la Legión Cívica, a la manera
Los anarquistas formaban la Federación de los movimientos filofascistas, con uniformes y
Obrera Regional Argentina (FORA), pero su pe­ jerarquías. Se les sumó la Liga Republicana, ins­
so en el movimiento sindical no era grande, ya pirada por Roberto de Laferrere. Tuvo poca du­
que la mayoría era simplemente sindicalista y la ración y sólo quedó como un antecedente de
minoría socialista se imponía gracias a las leyes proyectos similares que se repitieron, también
que había logrado desde las legislaturas. El 27 de infructuosamente, años después.
septiembre de 1930 se constituyó la Confedera­ Otra manifestación nacionalista, francamen­
ción General del Trabajo (CGT), sobre la base de te opositora, fue la publicación, el 9 de julio, de
varios gremios ya existentes. Los comunistas un folleto de Acción Republicana, firmado, entre
eran una minoría, acataban una dirección ex­ otros, por Leopoldo Lugones, Iulio y Rodolfo
tranjera y su programa prescribía la revolución Irazusta, Ernesto Palacio, Angelino Zorraquín, 27]
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Carlos Obligado, César Pico, Mario Lassaga, Ar­ Yrigoyen se hizo de la dirección radical. Se entre­
turo Ameghino y Lisardo Zía. Allí se reiteraba el vistó con Uriburu, rechazó que el radicalismo
programa original de estos grupos, se criticaba el purgara a los yrigoyenistas y se confirmó como
proyecto de restaurar sin modificaciones el siste­ opositor. En Corrientes fracasó la revolución del
ma institucional y se advertía sobre el peligro del teniente coronel Gregorio Pomar y el gobierno
comunismo y de la anarquía. extremó la represión de los radicales. Sus diri­
gentes, encabezados por Alvear, fueron “invita­
dos” a exiliarse, con lo cual el radicalismo volvía
ELECCIONES a la desorganización, mientras se convocaba a
elecciones para el 8 de noviembre de 1931.
Los conservadores, uno de cuyos líderes era En la Unión Cívica Radical se impuso la can­
el ministro del Interior, Matías Sánchez Sorondo, didatura de Alvear, pero fue vetada por el gobier­
engañados por el estallido popular del 6 de sep­ no alegando que no habían pasado los seis años
tiembre, creyeron posible un triunfo electoral y desde que fuera presidente. La UCR se abstuvo
lo probaron en la provincia de Buenos Aires, de concurrir a las elecciones. Entre tanto, algunas
donde existía un Partido Conservador y debía figuras de relevancia intelectual se habían incor­
elegirse gobernador. En esta provincia también porado al radicalismo: el poeta e historiador de
pesaban decisivamente Antonio Santamaría y el la literatura Ricardo Rojas, que escribió El radi­
poderoso caudillo de Avellaneda, Alberto Barce­ calismo de mañana, el historiador Emilio Ravig­
ló. En Córdoba y en otras provincias se organiza­ nani y el penalista Iosé Peco.
ban movimientos análogos y el 1° de agosto se Los conservadores lograron aumentar su pre­
había fundado en Buenos Aires el Partido Demó­ sencia política con los antipersonalistas, y socialis­
crata Nacional, presidido por el salteño Robus­ tas Independientes y se congregaron en la “Con­
tiano Patrón Costas. cordancia”. Eligieron como candidatos a
Las elecciones fueron el 5 de abril de 1931 y presidente y vice a Justo y a Iulio A. Roca, hijo del
triunfó la fórmula radical de Honorio Pueyrre­ general y ex presidente. No fue fácil, pues la unión
dón y Mario Guido, con 218.000 votos contra chocaba con situaciones provinciales: autonomis­
187.000 de los conservadores. Los radicales no tas de Corrientes, liberales de Mendoza, provin­
tenían una mayoría propia en el Colegio Electo­ ciales de Salta y Iujuy, demócratas de Buenos Ai­
ral y los socialistas, que podían inclinar sus res, populares de Entre Ríos. Con la ayuda de
41.000 votos a la UCR, pretendieron negociar Robustiano Patrón Costas se organizó una fuerza
aquel apoyo. El encono antirradical del socialis­ electoral capaz de enfrentar al radicalismo y llevó
mo fue más fuerte que el respeto a una mayoría como candidado a presidente a Agustín P. Iusto,
democrática. La dilación en esta instancia fue un antipersonalista. Dentro de la Concordancia,
aprovechada por Uriburu para, el 8 de octubre otro sector propuso a Iosé Nicolás Matienzo —otro
de 193 l, anular la elección, invocando irregulari­ antipersonalista— como vicepresidente.
dades. Sánchez Sorondo renunció y fue reempla­ El socialismo y la democracia progresista
zado por Octavio S. Pico. formaron la “Alianza Civil”, con la fórmula Li­
Se preparaban las elecciones nacionales. Al­ sandro de la Torre-Nicolás Repetto y el apoyo de
272 vear había regresado de París y con el apoyo de militantes de izquierda como Deodoro Roca y
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

Gregorio Bermann, ambos cordobeses. Como guía siendo fuerte y en las provincias había sec­
senadores por la Capital llevaron a Alfredo Pala­ tores de estirpe radical antiyrigoyenista, a los
cios y Mario Bravo. En cuanto a los jóvenes del cuales había que coordinar con alianzas y cola­
Partido Socialista Independiente, a quienes se les boraciones. En el elenco gobemante pronto se
ofrecía la oportunidad de llegar al poder, deci­ destacó Federico Pinedo, por su preparación in­
dieron su incorporación franca a la Concordan­ telectual y firmeza para impulsar la política eco­
cia de Iusto y pusieron como candidatos a Anto­ nómica de entonces. El nuevo gabinete reflejó es­
nio De Tomaso, Héctor González Iramain, ta orientación: Leopoldo Melo, en Interior;
Federico Pinedo, Roberto F. Giusti, Augusto Alberto Hueyo, en Hacienda; Manuel de lriondo,
Bunge y Roberto I. Noble, entre otros. en Iusticia e Instrucción Pública; Manuel Alvara­
do, en Obras Públicas; Carlos Saavedra Lamas,
en Relaciones Exteriores; el general Manuel Ro­
LAS PROVINCIAS dríguez, en Guerra; el contraalmirante Pedro S.
Casal, en Marina y Antonio De Tomaso, en Agri­
El gobiemo de Iusto se inició el 20 de febrero cultura y Ganadería.
de 1932 y llevó su sello personal: el liberalismo La centralización política del país se acentuó
con sus modelos en Mitre y Roca, a los cuales y las intervenciones federales fueron utilizadas
quería continuar como el gran militar-civil. Era para reemplazar los elencos desafectos por los
opositor a las formas autoritarias, se solidarizó adictos al gobierno. Las elecciones en la Capital
con Gran Bretaña y los Estados Unidos, quería fueron moderadamente correctas, pero en mu­
modernizar la administración y normalizar la chas partes del país el fraude se repetirá durante
economía. Había comprendido las nuevas ten­ varios años. La corrección electoral estaba muy
dencias del intervencionismo y la regulación es­ lejos de consolidarse y cada elección se convertía
tatal —Estados Unidos ofrecería muy pronto el en un conflicto de caracteres a menudo violen­
modelo del New Deal de Franklin D. Roosevelt­ tos, donde se ponía a prueba la fuerza del poder
pero debía equilibrarlas con una elite conserva­ oficial y las convicciones políticas de los oposito­
dora, a la cual incorporó, remozada, a su gobier­ res. En las provincias se repetía la división entre
no y al contralor del radicalismo antipersonalista. conservadores y radicales, si bien con nombres
Contaba para ello con su tenacidad, su inteligen­ que cambiaban según las circunstancias y siem­
cia y una despreocupación absoluta por todo pre con matices que traducían la heterogeneidad
aquello que no contribuyera al afianzamiento de de las situaciones provinciales y la personalidad
su poder político. Siempre sonriente y audaz, Ius­ de los caudillos locales.
to fue inmune a los ataques personales que pro­ En Mendoza, por ejemplo, se había despren­
vocó y no dejó que ningún escrúpulo principista dido del radicalismo el “lencinismo”, que llegó al
estorbara la realización de su programa. poder con un liderazgo que representaba las
Aunque algunos dirigentes conservadores nuevas fuerzas sociales. Carlos Washington Len­
estaban lejos de la función ejecutiva, ocupaban cinas gobernó con un estilo revolucionario, entre
bancas en el Congreso; por ejemplo, Matías Sán­ populista y demagógico, que se caracterizó por la
chez Sorondo. Alvear, por su parte, estaba apar­ ruptura de las reglas del juego político y la inco­
tado por la abstención, pero el radicalismo se­ rrección administrativa. El gobierno nacional 273
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

envió, en 1928, la intervención de Carlos A. Bor­ mente como se desarrollaron. Una de sus carac­
zaní para preparar las elecciones, Lencinas fue terísticas comunes fue la desaprensión política,
asesinado en un episodio confuso y el golpe de institucional y administrativa con que actuaron.
Estado de septiembre representó para los lenci­ Sólo tenían en cuenta la conquista y el manteni­
nistas el fin del gobierno radical. El nuevo inter­ miento del poder sin otro fin que la transforma­
ventor federal fue el doctor Iosé María Rosa. ción social que, sin duda, estaba en las ambicio­
En las elecciones de noviembre de 1931, los nes y las emociones de las masas que los seguían.
radicales estaban muy divididos. Los herederos Los escrúpulos principistas y la conducta ética
de Lencinas, sus hermanos Hipólito y Rafael, ca­ que distinguían al discurso de Yrigoyen —más
recían de condiciones para liderar su partido. La allá de las inconsecuencias de los gobiernos ra­
Unión Cívica Radical se abstuvo y aunque otro dicales— carecían de sentido para unos revolu­
grupo decidió participar, una división en cuatro cionarios que deseaban anular toda oposición a
sectores fue derrotada por un nuevo Partido De­ sus fines.
mócrata —herederos del Partido Liberal de Men­ Como lo ha estudiado Celso Rodríguez, la
doza- que otorgó la gobernación a Ricardo Vide­ tempestad de Lencinas y Cantoni fue una prueba
la, acompañado por Gilberto Suárez Lago. de las potencialidades de una democracia de ma­
En San Iuan imperaba otro desprendimiento sas liberada del respeto a la ley. La oposición con­
del radicalismo: la Unión Cívica Radical servadora tomó muy en cuenta esta experiencia,
Bloquista, liderada por Federico Cantoni y sus que trató de evitar por todos los medios para el
hermanos, con la voluntad de producir reformas futuro. No advirtió —o no quiso creerlo- que era
sociales. Como los Lencinas, practicaron un cau­ una consecuencia casi inevitable del ascenso de
dillismo paternalista, violento e intolerante que las masas que se estaba produciendo en una es­
mantenía a San Iuan en un conflicto civil perma­ cala mundial y que los límites éticos y jurídicos
nente. La provincia fue intervenida varias veces y no bastaban para equilibrar la manipulación de
al llegar el golpe del 6 de septiembre gobernaba aquéllas por obra de los líderes carismáticos, pa­
San Iuan el interventor yrigoyenista, Modestino ra cuya legitimación bastaba el apoyo popular.
Pizarro.
En 1932 y en nuevas elecciones, volvió a ser
elegido Federico Cantoni con una mayoría abru­ REVOLUCIONES Y ELECCIONES
madora del 70% de los votos. Retornó la violen­
cia y, finalmente, los conservadores, junto a otros Conünuaba el intento de sustituir a los radi­
opositores, en 1934 llevaron a cabo una revolu­ cales. En Córdoba, la intervención federal de Car­
ción en la cual trataron de asesinar a Cantoni. La los Ibarguren tuvo un compromiso con la refor­
provincia volvió a ser intervenida y se convocó a ma del sistema político, expuesto por aquél en su
unas elecciones donde triunfó el nuevo Partido conferencia del teatro Rivera lndarte el 15 de oc­
Demócrata Nacional, con la fórmula de Iuan tubre de 1930. Allí reiteró que su propuesta de re­
Maurín y Oscar Correa Arce. formas no pretendía convertir al Congreso en un
Las dos experiencias de un radicalismo sui “parlamento fascista”, integrado sólo por delega­
generis, sobre la base de caudillismos carismáti­ dos gremiales y corporativos. Tanto Ibarguren co­
274 cos y revolucionarios, terminaron tan violenta­ mo sus colaboradores tomaron contacto en Cór­
LOS GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

doba con el núcleo tradicionalista formado en La Convención Nacional del radicalismo y


tomo de Luis Guillermo Martínez Villada, a quien Alvear rechazaban la vía armada; pero Iusto, que
acompañaban jóvenes filósofos como Nimio de había indultado a Yrigoyen, ante el levantamien­
Anquín y Rodolfo Martínez Espinosa. También se to de Paso de los Libres y el peligro de otras sedi­
había creado en esta provincia una filial de la Le­ ciones implantó el estado de sitio, desterró a Al­
gión Cívica, igual que la de Buenos Aires. vear a Europa y envió a Ushuaia a Honorio
Decidido por el gobierno nacional el aban­ Pueyrredón, Mario Guido, Enrique Mosca, Iosé
dono de las reformas, las ideas del interventor Luis Cantilo, Iosé Peco y muchos más, junto a Ri­
fueron rechazadas por la flamante Federación cardo Rojas, que allí compuso un poema simbó­
Nacional Democrática, con manifestaciones de lico: “El Albatros”.
Antonio De Tomaso, H. González Iramain y Mi­ Alvear -en la oposición- y Iusto —que necesi­
guel Ángel Cárcano. Ibarguren renunció el lO de taba disponer de un Congreso para sancionar la
junio de 1931. Con la abstención radical, triun­ nueva legislación económica, política y social­
faron los conservadores, cuya tradición era más terminaron por reducir a un nivel minoritario al
liberal y legalista que en otras provincias, con lí­ descontento yrigoyenista. El 9 de julio de 1934,
deres distanciados de Ibarguren y sus ideas. Ele­ Iusto levantó el estado de sitio y los “concurren­
gido gobernador Emilio F. Olmos, ante su muer­ cistas” radicales, ante el regreso de Alvear a la Ar­
te asumió el cargo su vice, Pedro I. Frías. No gentina el 19 de octubre de 1934, suspendieron la
hubo fraude y el gobierno conservador se carac­ abstención electoral. Esta restauración de la lega­
terizó por su legalismo y el progreso económico lidad, con todas sus restricciones y cortapisas,
y social, necesario, pues ya se sentía la crisis en permitió que en Entre Ríos triunfara el radicalis­
todo el país. Su ministro de Hacienda fue Iosé mo antipersonalista, con la fórmula de Tibiletti­
Aguirre Cámara y hubo adelantos en una políti­ Lanús y en Córdoba, el 3 de noviembre de 1935,
ca social que, en realidad, nunca retrocedió, gra­ Amadeo Sabattini como gobernador y Alejandro
cias a la legislación nacional y provincial que Gallardo como vice.
conservadores, radicales y socialistas impusieron Médico radicado en Villa María, Sabattini
desde el Congreso. forjó una personalidad con rasgos yrigoyenianos
Seguían los intentos revolucionarios radica­ -austeridad, reservas, rechazo del exhibicionis­
les: en enero de 1932, los hermanos Kennedy en mo oratorio, captación personal de partidarios­
La Paz (Entre Ríos), y de nuevo a finales de 1933, y reorganizó el radicalismo de Córdoba, junto
en Paso de los Libres (Corrientes), Buenos Aires con Donato Latella Frías, Arturo H. Illia, Ioaquín
y Entre Ríos. Los acompañaron Benjamín Ábalos Manubens Calvet, Iuan S. Palmero, Antonio So­
y el teniente coronel Roberto Bosch, con graves bral, Agustín Garzón Agulla, Santiago H. Del
derramamientos de sangre. Un protagonista, Ar­ Castillo, Humberto Cabral y otros. Celoso de su
turo Iauretche, relató estos hechos en un poema mando provincial, sólo aceptó a regañadientes la
que luego se publicó con prólogo de Iorge Luis conducción de Alvear, pero no se apartó de la
Borges. En Curuzú Cuatiá (Corrientes) fue asesi­ UCR, dentro de la cual creó una corriente inter­
nado el mayor Regino Lescano, yrigoyenista. En na: será la “Intransigencia Nacional”. Probó su
diciembre de 1932, fracasó otro radical, el te­ capacidad de gobernante honesto y respetuoso
niente coronel Atilio Cattaneo. de las leyes, dentro de un estilo que acentuaba
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

3 m: Novisnani‘
s‘ 021935.

Afiche propagandistico de la fórmula Amadeo Sabattini - Alejandro Gallardo. triunfante en las elecciones gubernativas de
Córdoba en 1935. Biblioteca y Archivo Histórico de la Unión Cívica Radical.

sus diferencias con una Córdoba que todavía sus países llevaban las ideas captadas en Córdoba
mantenía un tono social tradicional. También y se convertían en sus difusores. En el caso argen­
impulsó las obras públicas, tales como los diques tino, estos profesionales -médicos, abogados, in­
San Roque, la Viña, Cruz del Eje, la red de cami­ genieros- serán los núcleos partidarios que ex­
nos y la construcción de escuelas, en la orienta­ tenderán su influencia política en un vastisirno
ción pedagógica y filosófica que definían Anto­ abanico de regiones y pueblos donde se consoli­
nio Sobral y, sobre todo, Saúl Taborda. dó la personalidad nacional del radicalismo.
La Universidad de Córdoba atraía a estudian­ Con entusiasmo juvenil y cuando se creía en
tes del Noroeste y de Cuyo. Sus organizaciones la utopía de que la revolución social se produci­
(sobre todo, la Federación Universitaria) vivían ría de un momento a otro, se forjó la tradición
un clima de exaltación ideológica bajo las consig­ radical de que los militantes se iniciaran en su
nas de la Reforma Universitaria y un acento de iz­ Centro de Facultad, ascendieran luego a la Uni­
quierda que favoreció a los sectores socialistas y versidad y de allí al escalafón político provincial
comunistas, ya que se aceleraba la ideologización y nacional. La fusión de Reformismo universita­
de la política argentina con los colores diversos de rio y actuación en el radicalismo —que ha conti­
las revoluciones europeas. También fue Córdoba, nuado hasta el presente- se consolidó durante la
como La Plata, un lugar preferido por los estu­ época de Sabattini y provocó, desde luego, la
diantes hispanoamericanos: peruanos, bolivia­ reacción de sectores estudiantiles que, desde el
nos, paraguayos, en cuya militancia resonaban los nacionalismo y el conservadorismo, protagoni­
movimientos revolucionarios de sus países res­ zaron luchas violentas que constituyen otra face­
276 pectivos. Cuando regresaban a sus provincias o a ta de la vida política de entonces. Aquí cabe men­
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

cionar el asesinato del dirigente socialista Iosé miembros de un sector social proveniente de la
Guevara en 1933. emigración siria y libanesa extendida por el No­
En la provincia de Tucumán, central para el roeste del país. Rosendo Allub y Elías Llugdar,
desarrollo del Norte y donde la industria azuca­ por ejemplo, respondían a una cultura singular
rera definía el signo político, se destacó Iuan Luis donde las fortunas personales se convertían en
Nougués y su Partido Bandera Blanca. Después núcleos de conquista del poder político. Fieles a
del golpe de 1930 se sucedieron las intervencio­ su comunidad, grandes clanes familiares se ex­
nes federales. Al llegar las elecciones de noviem­ tendían por aldeas, campos y ciudades como una
bre de 1931, triunfó Nougués apoyado por el so­ red solidaria que apoyaba esa presencia política
cialismo de Mario Bravo y con la abstención en cargos públicos municipales, provinciales y
radical. Pero Nougués padeció una crisis econó­ nacionales, con una preocupación casi excluyen­
mica con protestas del sector azucarero y huelgas te por el manejo hábil de las tácticas políticas.
obreras en un marco de recesión. Esta política, su La obra de progreso en estas provincias mos­
federalismo tucumano y su rechazo del contralor tró la voluntad de desarrollar al país en todos sus
justista, provocaron las intervenciones federales aspectos, a pesar de los altibajos y retrocesos de
del general Solá y luego Manuel Bonastre. En una historia política en la cual sólo se han adver­
otras elecciones volvió el radicalismo con Miguel tido las dificultades para el ejercicio de la volun­
M. Campero, quien reordenó la administración y tad popular. La historia política no sólo se com­
las finanzas con un programa de obras públicas pone de luchas contra el fraude electoral. Se debe
y, sobre todo, consolidó la Universidad de Tucu­ señalar que las nuevas elites políticas, tanto con­
mán, fundada por Iuan B. Terán como miembro servadoras como radicales, prosiguieron con los
de una generación brillante de la Argentina de su adelantos que, en algunos casos, habían sido ini­
tiempo. ciados antes de 1930 pero que, de todos modos,
También en Santiago del Estero, el radicalis­ no fueron abandonados sino Continuados con
mo estaba dividido entre los seguidores de San­ mayor y más actualizada técnica administrativa y
tiago Maradona -gobernador yrigoyenista- y de gobierno.
Santiago E. Corvalán, alvearista. Uriburu envió Del mismo modo y de acuerdo con la pre­
como interventor federal a Dimas González sencia de las minorías socialistas en los órganos
Gowland, a quien sucedió el tucumano León legislativos, todos los gobiernos —el nacional y los
Rougés. Al llegar las elecciones y mientras el con­ provinciales- contribuyeron a una legislación
servadorismo trataba de levantarse con Raúl que defendía los derechos de los obreros dentro
García Gorostiaga, en el radicalismo se consolidó del marco de estas etapas históricas. Sin duda ya
la división y se afirmó la Unión Cívica Radical había comenzado, en la Argentina y en el mun­
Unificada. Surgió entonces el líder de este radica­ do, la priorización de estas tendencias, pero las
lismo, Iuan B. Castro, quien comenzó su gober­ elites políticas las aceptaron, implementaron y
nación el 18 de febrero de 1932. mejoraron con los estilos y ritmos de su tiempo.
Iunto al “Gaucho” Castro y figuras como Pío Fue decisiva, por ejemplo, la defensa de las eco­
Montenegro, Iulio César Gancedo, Santiago Dar­ nomías regionales, cuyas exigencias sólo se com­
do Herrera, Carlos A. Bruchman y muchos otros, prendían desde el gobierno nacional dentro del
habían iniciado sus carreras políticas algunos marco de las reformas institucionales y adminis­ 277
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

trativas. Tanto los gobernadores de las provincias sentimiento que se agravó con la burla del frau­
como los legisladores que las representaban en el de electoral y la inoperancia de las elites políticas
Congreso tenían que equilibrar su subordina­ para aliviar los problemas colectivos. Ese estado
ción al gobierno de Iusto con los reclamos de los de ánimo ya estaba presente en Enrique Santos
comprovincianos que los votaban. Discépolo, autor de las letras de los tangos “Yira
Así se comprenden situaciones como las de yira” (1930) y “Cambalache" (1935), trágicas y
las provincias mencionadas, aunque en otras, co­ desesperanzadas. Un sentimiento de tristeza y
mo Corrientes, continuaban viejas tendencias decepción invadió al país, sobre todo en sus ca­
como los liberales, los autonomistas.y la consabi­ pas populares y se manifestó cuando Hipólito
da presencia de los radicales antipersonalistas. El Yrigoyen murió en Buenos Aires el 3 de julio de
autonomismo compuso su triunfo aliado a la 1933. En una dimensión pocas veces vista, miles
Concordancia nacional en medio de estallidos de ciudadanos acudieron al sepelio del caudillo
violentos de situaciones nunca resueltas por los radical para testimoniar su pena y un afecto que
actos electorales. Pero la defensa de los intereses no había desaparecido a pesar de las vicisitudes
agrarios e industriales de Corrientes —crecía el de su derrocamiento.
cultivo de cítricos- y las medidas de progreso En varias provincias las elecciones se hacían
económico y administrativo, que también se con fraude, escandalosa práctica acreditada en la
produjeron, quedaron sujetas a la habilidad ne­ provincia de Buenos Aires, donde los conserva­
gociadora de figuras caudillescas, como el sena­ dores contaban con el apoyo de Alberto Barceló,
dor Iuan Ramón Vidal. intendente de Avellaneda y caudillo de una má­
quina electoral que llegaba a triunfos mayorita­
rios. Lo secundaba Manuel Fresco y, en el mismo
EL GRAN CAMBIO partido, se planteó la disidencia de otro sector,
más cuidadoso del formalismo democrático, in­
Aunque el análisis de la crisis económica no tegrado por Rodolfo Moreno y Vicente Solano
corresponde a este capítulo, se debe decir que Lima, entre otros. Fue elegido gobernador Fede­
Iusto propuso un cambio para superarla. La dis­ rico Martínez de Hoz, pero los conflictos inter­
minución de las exportaciones agropecuarias, el nos provocaron la intervención federal y en no­
descenso de sus precios y la suba de los que se viembre de 1935, la elección como gobernador
importaban, se agregaron a la caída de los índi­ de Manuel A. Fresco. Estos hechos desataron
ces de la construcción. Aunque algunos aspectos protestas enérgicas en el Congreso, la prensa y las
de la crisis se atemperaron por el acierto técnico manifestaciones públicas. Se aplicó el “fraude pa­
de las medidas financieras, se acrecentó la deso­ triótico” y el “voto cantado” -en lugar del secre­
cupación. to- y se recuerda la jactancia de Uberto Vignart,
Iunto al Puerto Nuevo, en Buenos Aires, cre­ de Buenos Aires, de que “era el diputado más
ció un arrabal de casuchas miserables y en las fraudulento" del Congreso. La positiva obra de
provincias el panorama se agravó. La desocupa­ Fresco en materia administrativa, social y -de
ción, la pobreza y el descenso del nivel de vida de obras públicas, fue opacada por la violencia elec­
los sectores medios —protagonistas principales de toral y por un autoritarismo donde hubo rasgos
278 la política- crearon una atmósfera de rabia y re­ filofascistas, que aquél desarrollaría, más tarde,
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

ara solucionar los problemas financieros sin


apelar al crédito externo, lanzó el “Empréstito
MURIO IRIGÜYEl patriótico”, cuyos cien millones se cubrieron de
a 1,4 57.41.21 I;‘_\’I’II.’U 13/. ( 1 u ‘m1. u inmediato. También fue notable la acción del mi­
l.’U4l)I;’¿ ¡no m; .51 ¿w 131 i JIIL I. a 1er.;­ nistro de Agricultura y Ganadería, Antonio De
Tomaso, suspendida por su muerte prematura.
Hay que destacar dos hechos principales:
uonunrs but PRESIDENTE LE primero, la ya mencionada reforma administra­
ANDECRETABA MkNllgllhiLhnfikE.
me; La m “"""“" ' ‘i tiva, institucional y legal y segundo, los intentos
conservadores de revertir su relativa inferiori­
UVULSBJFPNLBBA
l1,’?Jü*\‘%iMRJfiül'EM
dad electoral frente al radicalismo, mediante la
manipulación de los diversos grupos y partidos,
cuyos representantes trasladaban sus operacio­
nes políticas al ámbito parlamentario, provincial
y nacional.
La intervención del Estado en la vida econó­
mica fue auspiciada por los políticos que, como
El diario Crítica anuncia con grandes titulares la muerte de Federico Pinedo y sus correligionarios del socia­
Hipólito Yrigoyen en su modesta casa de la calle Brasil. lismo independiente, la promovieron pues era el
aire de los üempos y estaba de moda en los cen­
en proyectos políticos propios. Ésta fue una de nos teóricos de la economía mundial, como lo de­
las características peores de la política argentina mostraron Franklin D. Roosevelt y las ideas de
en esta década y, sin duda, exhibía la resistencia Iohn Maynard Keynes. Por inspiración de Pinedo,
de las fuerzas políticas a la aceptación correcta el gran orientador de la política de Iusto, se dictó
del régimen electoral. Estos métodos se conside­ una serie de medidas cuyo estudio no correspon­
raron necesarios para lograr un Congreso que de a este capítulo, pero que se debe mencionar
aprobara los cambios profundos en lo político, porque formó el marco político de esa hora.
social y económico. La teoría y la técnica consistió en sanear las
En algunos aspectos, Iusto continuó con pro­ finanzas, mediante un pago de las deudas inter­
yectos suspendidos desde la época de Yrigoyen. nacionales que permitiera a la Argentina solven­
Por ejemplo, la Ley de Vialidad, que fomentará la cia crediticia, achicar el presupuesto y disminuir
construcción de la red caminera con el impuesto el déficit mediante la reducción de los sueldos, de
a la nafta. En otros casos siguió la política de Uri­ los gastos considerados innecesarios y, sobre to­
buru en el refuerzo de los elementos para la se­ do, aumentar los impuestos para acrecentar los
guridad nacional. Nombró funcionarios idóneos recursos monetarios del gobierno. Ya en el go­
como el ingeniero Pablo Nogués, en Ferrocarri­ bierno de Uriburu se habían establecido los irn­
les; el ingeniero Iustiniano Allende Posse, en Via­ puestos internos a las transacciones -se dijo que
lidad y el ingeniero Ricardo Silveyra, en Yaci­ por primera y única vez- y en la misma línea se
mientos Petrolíferos Fiscales. También acertó su aprobó, en 1934, la Ley de Unificación de los Im­
ministro de Hacienda, Alberto Hueyo, cuando puestos internos. 279
LA DIMENSIÓN POLITICA

A partir de 1933, la ruptura del dogma libre­ del Banco Central, para cuyo asesoramiento vino
cambista con el intervencionismo del gobierno de Gran Bretaña, sir Otto Niemeyer, especialista
permitió la regulación de las industrias y la acti­ inglés. Por el mismo tratado se concedió a las em­
vidad agropecuaria, a través de juntas y comisio­ presas de transporte de propiedad británica “un
nes nacionales; se subsidió la destrucción de al­ tratamiento benévolo”, que implicaba la acepta­
gunos sectores de la producción para mantener ción de las tarifas ferroviarias y el control casi to­
el nivel alto de sus precios y la rentabilidad de tal de los transportes por tierra y agua.
ciertas empresas. Así sucedió con las carnes, la le­ Desde el punto de vista estrictamente finan­
che, el algodón y la yerba mate. En Mendoza, por ciero se ha dicho que estas reformas, si bien limi­
ejemplo, en una crisis vitivinícola, se derramó el taron las posibilidades de expansión de las in­
vino y se destruyeron cosechas. dustrias agropecuarias argentinas —en un
Iusto, Pinedo y su elite política estaban con­ momento mundial que les era propicio-, favore­
vencidos de que había que fortalecer la relación cieron la política monetaria y enriquecieron al
con Gran Bretaña, que había abandonado el pa­ Estado nacional pero a costa de hipotecar su de­
trón oro y después de la reunión de Ottawa, en sarrollo económico. Pero como se dijo y de
1932, amenazaba con limitar sus compras de car­ acuerdo con una tradición apenas interrumpida
ne. Para solucionar ese problema, Justo envió en la historia argentina, la aceptación de la su­
una misión a Gran Bretaña encabezada por elvi­ bordinación a Gran Bretaña —o a Estados Uni­
cepresidente, Iulio A. Roca (h), e integrada por dos- ,según la elite dirigente, era la mejor opción
Guillermo Leguizamón, Miguel Ángel Cárcano y posible para un país que no podía aspirar a una
Raúl Prebisch. Se trataba de reafirmar los benefi­ soberanía total ni menos a una política exterior
cios que la Argentina derivaría de una mayor y propia. Después del tratado Roca-Runcirnan se
más dominante presencia extranjera en su eco­ crearon la Iunta Nacional de Carnes y en 1935,
nomía, premisa constante en las sucesivas elites luego de haber cerrado la Caja de Conversión, el
gobernantes, aunque haya sido criticada por mi­ Banco Central, el Instituto Movilizador de Inver­
norías intelectuales que nunca han logrado hacer siones Bancarias y la Comisión Nacional de Gra­
prevalecer su oposición. En ese momento se ha­ nos y Elevadores.
bía consolidado la defensa de los intereses ex­ La discusión en el Congreso del pacto Roca­
tranjeros con el sector de la elite dirigente que, Runciman provocó uno de sus debates más fa­
durante muchos años, se conocería en la literatu­ mosos. En la Cámara de Diputados lo protagoni­
ra política como la “oligarquía”. zó el socialista Nicolás Repetto y en la de
El resultado de esta misión fue el Pacto Roca­ Senadores, el demócrata progresista Lisandro de
Runciman, firmado el 1° de mayo de 1933. Gran la Torre, quien en 1935 acusó al gobierno de co­
Bretaña volvió a comprar nuestras cames en más locar al país en un nivel inferior al de los propios
del 80%, siempre y cuando la Argentina concedie­ dominios británicos. Las críticas al tratado pro­
ra facilidades a los capitales ingleses para que se vocaron la renuncia del ministro de Hacienda,
los giraran sin las dificultades del control de cam­ Alberto Hueyo, cargo que fue ocupado por el po­
bios. La Argentina limitaría su desarrollo ganade­ lítico más activo y audaz del justismo, Federico
ro y crearía un nuevo sistema bancario y moneta­ Pinedo. De la Torre logró, en septiembre de 1934,
280 rio. Ése fue uno de los motivos para la creación la creación de una comisión investigadora para
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

abrir el “debate de las cames”. A pesar de las reti­ nominada Compañía Argentina de Electricidad
cencias de los medios y las instituciones tradicio­ (CADE), cuyas tarifas abusivas se permitieron
nales y de que los frigoríficos británicos negaron gracias a la política benevolente hacia ese sector.
la información solicitada, se conocieron las vin­ Estas medidas se aprobaron con la complicidad
culaciones entre algunas figuras del gobierno y de los representantes del radicalismo alvearista,
los intereses británicos. Uno de los acusados fue tanto en el Congreso Nacional como en el Conce­
Luis Duhau, ministro de Agricultura, ganadero jo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, en
que se beneficiaría con los acuerdos firmados. medio de una gravísima crisis interna.
Tanto el informe oficialista de los senadores Otros protagonistas de este período fueron
Carlos Serrey y Laureano Landaburu, como el los sindicatos obreros que crecían en el mundo y
opositor de De la Torre criticaron el tratado. El en Hispanoamérica. En la Argentina, como se
senador por Santa Fe lo hizo en un contexto po­ vio, formaron la Confederación General del Tra­
lítico que condenaba al gobierno de Iusto. Los bajo con las ideologías sustentantes del anarquis­
ministros Duhau y Pinedo defendieron ante el mo y, luego, el socialismo; pero la nueva organi­
Senado la posición oficial y acusaron a De la To­ zación, a la manera norteamericana, redujo su
rre de falsear sus datos. En la discusión, Duhau función política para reforzar su lucha gremial.
empujó a De la Torre. Acudió a ayudarlo el sena­ La manipulación por el socialismo, sin embargo,
dor electo por Santa Fe, Enzo Bordabehere y, en era casi universal y así se destacaron los socialis­
la pelea, un sujeto llamado Ramón Valdéz Coria, tas Iosé Domenech, Ángel Borlenghi y Francisco
que estaba entre el público asistente, hizo fuego Pérez Leirós, cuyo apoyo eran los sindicatos de
sobre el grupo, hirió a Duhau y mató a Bordabe­ gráficos, empleados de comercio y municipales.
here. Este gravísimo incidente confirmó la vio­ Esta fuerza se concentraba en la Capital Federal y
lencia del debate político; el despacho opositor las grandes ciudades (Rosario, Córdoba, Mendo­
fue rechazado, y los ministros comprometidos za, Mar del Plata, etc.) pero en el campo, en cu­
renunciaron. Aunque los beneficios y perjuicios yas grandes explotaciones había serios proble­
del tratado se modificaron tiempo después, se mas obreros, era casi inexistente.
había desnudado la complicidad del gobierno Sus reclamos exigían leyes y reglamentos que
con los intereses británicos sólo podían provenir de las legislaturas, a las cua­
De igual modo ocurrió en 1936, con las me­ les llegaron como socialistas, con el repudio de
didas de coordinación de los transportes de la los anarquistas, que los tildaron de “amarillo?
ciudad de Buenos Aires, de acuerdo con las cua­ por su renuncia a la violencia de otros tiempos.
les se estableció un monopolio a favor de una Los comunistas, que también se organizaban en
corporación donde tenían intereses preponde­ esta década, tenían escasa significación pues los
rantes los tranvías de propiedad británica. La me­ subalternizaba su obediencia a la Rusia soviética
dida significó, de hecho, la liquidación de las pe­ y su consagración a la lucha ideológica los redu­
queñas empresas argentinas de “autos colectivos” cía al periodismo y a pequeños núcleos intelec­
de la ciudad de Buenos Aires. También provocó tuales. En esos años, el gobierno intensificó su
denuncias y protestas la prórroga de la concesión represión de las “ideas subversivas” y cesaron, en
de servicios eléctricos de la Compañía Hispano la universidad y la enseñanza, los profesores acu­
Americana de Electricidad (CHADE), luego, de­ sados de difundirlas. 281
LA DIMENSIÓN POLITICA

EL ESCENARIO PROVINCIANO En San Iuan, el gobierno conservador de


Iuan Maurín y Oscar Correa Arce, trató de incor­
La consolidación del poder de Iusto no fue porarse a la ola modernizadora con escuelas, me­
fácil y sus adversarios también obtenían triunfos, joras sociales y obras públicas; pero su plan fue
como ocurrió en Santa Fe, donde gobernaba, dificultado por la lucha intestina entre el sector
desde 1932, Luciano Molinas, del Partido Demó­ oficialista y el que respondía a Santiago Graffig­
crata Progresista. Su oposición al poder nacional na. El estilo conflictivo y violento, donde perdu­
provocó la intervención federal de 1935, con el raba la huella de los Cantoni, se había instalado
objeto de realizar nuevas elecciones, con un frau­ en la provincia y provocó el envío de varias inter­
de que permitió la gobernación de Manuel de venciones federales, hasta que el conservadoris­
Iriondo. mo retornó con la fórmula Pedro Valenzuela­
En Mendoza, en 1935, Ricardo Videla fue su­ Horacio Videla (1942-1943).
cedido por el gobierno demócrata de Guillermo Desde los tiempos de la conquista y el Virrei­
Cano y Cmz Vera -según sus adversarios, me­ nato, la Argentina había crecido en torno del eje
diante el fraude y la intimidación de los votan­ que iba desde el Alto Perú hasta Buenos Aires y,
tes- el cual se impuso a los restos del lencinismo, en esa columna vertebral, las provincias habían
a la Unión Cívica Radical Federalista (el otro ra­ dado personalidad sustancial a la vida política y
dicalismo estaba en la abstención electoral) y al cultural argentina. Pero, durante esta década, las
Partido Socialista Obrero, donde ya se destacaba provincias languidecieron en el estancamiento
Benito Marianetti. El gobierno de Cano (1935­ del subdesarrollo social, económico e industrial.
l938) se continuó con los de Rodolfo Corominas En el escenario provincial apenas había espacio
Segura-Armando Guevara Civit (1938-1941) y para un mínimo juego político, cuyo resultado
de Adolfo Vicchi-Iosé María Gutiérrez (1941­ estaba casi previsto por la presión del gobiemo y
I943), en elecciones que se fueron haciendo más sus intereses sobre el resto de la sociedad. El em­
conflictivas. Desaparecida el lencinismo, la pleo público era la fuente principal de ingresos y
Unión Cívica Radical, con el aporte de una diri­ enfeudaba a los ciudadanos a las elites dirigentes
gencia renovada, recogió lo que quedaba de que, reducidas a un grupo de familias principa­
aquél e incorporó a jóvenes como Alfredo Vítolo les que se alternaban en el poder, se enredaban
y Leopoldo Suárez, entre otros. También creció el en querellas menores, mientras las intervencio­
socialismo, con peso en la vida comunal como nes federales asolaban las escuálidas posibilida­
ocurría en otras ciudades argentinas. Los gobier­ des de maduración política.
nos demócratas, también en la modernización La vida cultural implicaba un heroísmo y la
institucional y económica, y sin renunciar a su mantenían figuras e instituciones que lograban
base de sustentación en una clase media ascen­ crear y subsistir, pero los pobladores emigraban
dente, llevaron a cabo una obra notable en mate­ hacia Buenos Aires en un proceso que las desan­
ria de legislación, en la construcción de caminos graba sin remedio. Las capas más pobres se dis­
y diques y en la educación, donde además de es­ tribuían en los barrios y suburbios de la Capital
cuelas, en 1939, el doctor Edmundo Correas lo­ y engrosaban la mano de obra requerida por las
gró la creación de la Universidad Nacional de labores más humildes. Las personalidades supe­
282 Cuyo. riores, más rebeldes y originales, también emi­
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

graban y desde los cargos en el gobierno o en la Tabacal”. Pero el radicalismo logró imponerse y
oposición, la prensa y los mismos partidos, en septiembre de 1930 gobernaba uno de sus di­
aportaban una cuota de participación que sin­ rigentes, Iulio Comejo (1928-1930), sucedido
gularizó a los provincianos en el panorama de por una serie de intervenciones federales y varios
esa época. Así creció el protagonismo cada vez gobiernos constitucionales, que culminaron en
más dominante y absorbente de Buenos Aires, el de Ernesto M. Aráoz (1941-1943).
cuya tradición centralizadora se reforzó con el Patrón Costas, amigo de Uriburu, lo aconse­
contralor de la política de Iusto y las medidas del jó en favor de la solución constitucional con Ius­
cambio económico. to y, habiendo él mismo renunciado a ser candi­
En La Rioja y dentro del mismo contexto po­ dato a vicepresidente, propuso a Iulio A. Roca
lítico de oficialismo conservador y oposición (h). Patrón Costas fue clave para la unificación
mediatizada del radicalismo, imperaba un clima de los conservadores en el Partido Demócrata
de concordia política relativa. Se sucedieron go­ Nacional, redactó su plataforma junto con Roca
biernos como el del ingeniero Carlos Vallejo y en su primera convención (1933) fijó sus prin­
(1932-1935), quien promovió una reforma cons­ cipios. Más tarde, elegido senador nacional por
titucional (1933) y emprendió un plan de obras Salta, ocupó la presidencia de la Cámara alta
públicas continuado por el general Eduardo Fer­ (1932-1943) y un lugar relevante en la política
nández Valdés (1935-1938) y por Héctor de la justista. Para sus críticos simbolizaba la unión
Fuente (1939-1943). del dinero con el poder, característica de la ya
En Catamarca, el golpe de Estado de sep­ mencionada oligarquía.
tiembre sorprendió al gobierno de Urbano Gi­ En Tucumán había vuelto el radicalismo
rardi (1928-1930), y después de varias interven­ con Miguel Campero, quien luego de arreglar
ciones federales, las elecciones de febrero de las finanzas y obtener la nacionalización de la
1932 permitieron la elección de un radical, Ro­ Universidad de Tucumán -que alcanzó uno de
dolfo Acuña, quien sólo gobernó entre 1932 y sus mejores momentos académicos-, llevó a ca­
1935, pues ante la imposibilidad de solucionar bo una modernización administrativa y legisla­
un conflicto en la Legislatura provincial, solicitó tiva, y obras públicas de envergadura, como así
la intervención federal. Gobernador constitu­ también un intento de solucionar los problemas
cional fue Gregorio Cerezo (1936-1940), pero el de la industria azucarera, en torno de la cual gi­
fraude electoral que permitió para elegir a su su­ raba la vida económica de la provincia. En la
cesor fue tan notable, que en 1940 llegaron más oposición de la Concordancia justista, se desta­
intervenciones y el último gobernador constitu­ có Iuan Simón Padrós. Su candidatura a gober­
cional de esta etapa, Ernesto M. Andrada (1942­ nador fue derrotada por la del radical Miguel
1943). Critto (1939-1942), quien continuó con los pla­
En Salta, provincia de rasgos tradicionales y nes de obras públicas y el auspicio de las activi­
patriarcales, donde en el poder sólo se alternaba dades culturales que acompañaron el momento
el grupo de familias de mayor peso social y eco­ progresista que vivía Tucumán. Volvieron los
nómico, los conservadores de la Unión Provín­ problemas de la industria azucarera y la habi­
cial habían llevado dos veces a la gobernación a tual queja de los provincianos por el apoyo na­
Robustiano Patrón Costas, dueño del ingenio “El cional que algunas industrias recibían en des­ 283
LA DIMENSIÓN POLITICA

medro de otras. El Partido Demócrata Nacio­ tralidad fue difícil, pues ambos países buscaron
nal, al igual que en otras provincias, crecía y no el apoyo argentino. El gobierno de Iusto ayudó
necesitaba del fraude para ganar. Ante un radi­ subrepticiamente al Paraguay, con asesoramien­
calismo dividido, obtuvo la gobernación de Tu­ to y armas.
cumán con Adolfo Piossek, pero un conflicto en El ministro de Relaciones Exteriores, Carlos
el Colegio Electoral provocó la intervención fe­ Saavedra Lamas -yerno de Roque Sáenz Peña y
deral de Alberto Arancibia Rodríguez, conser­ admirador de su actitud crítica frente a los Es­
vador que gobernó hasta el golpe de Estado de tados Unidos- trató de equilibrar la influencia
1943. de Estados Unidos y el programa de Franklin D.
En Córdoba, el gobierno radical fue sucedi­ Roosevelt, con la vinculación con Inglaterra,
do por el de Santiago del Castillo, quien prosi­ clave para esa época como herencia del siglo
guió la misma línea de su antecesor y se logró un XIX. Iusto no había advertido el cambio histó­
desarrollo notable de la potencialidad económi­ rico y había ligado la suerte de la Argentina a un
ca y cultural de la provincia. Este proceso finali­ Imperio Británico en decadencia. Su elite más
zó en 1943. joven -sobre todo, Pinedo- lo comprendió,
pues veía el crecimiento de los Estados Unidos y
deseaba tomar parte en el nuevo diseño del or­
OTROS ESCENARIOS den mundial; pero las opciones posibles sólo se
plantearon años después en condiciones muy
En el Congreso continuó la aprobación de diferentes.
leyes modernizadoras: las del llamado “sábado Para ajustar estas relaciones, en octubre de
inglés (1931), de Sociedades de Responsabilidad 1933, Iusto viajó al Brasil y se entrevistó con el
Limitada (1932), Propiedad Intelectual (1933), presidente Getulio Vargas, quien, a su vez, visitó
Limitación de la jornada de trabajo (1933), Buenos Aires en mayo de 1935. En junio del mis­
Quiebras (1933), Preaviso y despido de los em­ mo año se logró, en Buenos Aires, la firma del
pleados de comercio (1934), Minas de petróleo e acuerdo entre Bolivia y Paraguay. En diciembre
hidrocarburos fluidos (1935), Censo semestral de 1936 y en el marco de la Conferencia Paname­
de desocupados (1934) y muchas más, con las ricana, había visitado Buenos Aires el presidente
mencionadas juntas, el Banco Hipotecario y Roosevelt, acompañado de su secretario de Esta­
otras del mismo carácter progresista. do, Cordell Hull, en otro acto más de su política
En septiembre de 1933, la Argentina reingre­ de “buena vecindad”, visita que coronaba el pro­
só en la Sociedad de las Naciones; pero su mayor grama intemacional de Iusto. Poco tiempo des­
protagonismo fue con la guerra entre Bolivia y pués, en junio de 1937, Saavedra Lamas obtuvo
Paraguay por los territorios del Chaco (1932­ el Premio Nobel de la Paz.
l935). El conflicto interesaba por tratarse de dos En Buenos Aires, además, se cumplió el pro­
países limítrofes, vinculados al Norte y al Litoral yecto urbanístico del intendente, Mariano de Vedia
argentinos. Aunque no suscitó conmoción ideo­ y Mitre, con la colaboración del arquitecto Alberto
lógica en la opinión pública, importó para el Prebisch: creció la red de trenes subterráneos, se
planteo geopolítico y militar, ángulo desde el amplió la calle Corrientes, se construyó el Obelis­
284 cual se siguió atentamente el conflicto. La neu­ co y se inauguró la Avenida 9 de julio.
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

En julio de 1936 estalló en España la Guerra (en el gobiemo y en la oposición), estaban cada
Civil y en la Argentina se enfrentaron las bande­ vez más distanciados de las mayorías que con­
rías ideológicas de derecha y de izquierda, pues templaban con indiferencia y hostilidad un esce­
había una numerosa colectividad española y se nario en el cual apenas estaban representadas.
polarizaron las tendencias. En apoyo a la Repú­ Consecuentes con la ideologización de la po­
blica se expresaron radicales, socialistas y comu­ lítica, en el radicalismo había crecido una ten­
nistas, y a favor de Franco y su alzamiento, los dencia al liberalismo de izquierda, un poco al
conservadores, los católicos y los nacionalistas, compás de la presión de socialistas y, sobre todo,
con todos los matices que se quiera dar a estas de los comunistas, que impulsaban la formación
posiciones y corrientes. Esta división afectó al de los "Frentes Populares”, como se había proyec­
sector político, pero más decisivamente a los in­ tado desde Moscú para vencer a las tendencias de
telectuales y cavó un foso ideológico que dura derecha. Alvear simpatizaba con el liberalismo
hasta nuestros días; pues a la bandería surgida de que tenía su modelo en el radicalismo francés,
la Guerra Civil española, se agregó, casi de inme­ pero a pesar de los compromisos ideológicos del
diato, la provocada por el estallido de la Segunda “antifascísmo" —otra poderosa consigna comu­
Guerra Mundial, en 1939. nista-, la UCR se resistía a entrar en alianzas
electorales que, sin duda, estorbarían la dirección
de su oligarquía partidaria. Dísconformes con
DE ORTIZ A CASTILLO esta dirección, un núcleo de radicales, sin dejar el
partido, formaron un sector que se autodenomi­
Hacia mediados de la década de 1930, Iusto nó “intransigente” y que cobraría más fuerza con
había logrado dominar el panorama político y un la presencia, entre otros, de Arturo Frondizi y,
alivio relaúvo de la crisis. Sobre esa base, eligió pa­ más tarde, de Moisés Lebenshon.
ra sucederlo a dos de sus ex ministros: el radical Entre los conservadores predominaba el
antipersonalista Roberto M.Ortiz y, luego de in­ pragmatismo y se dejaba a las actitudes indivi­
tentos con Patrón Costas y Cárcano, a un conser­ duales la simpatía por las ideologías de derecha.
vador, Ramón S. Castillo, catamarqueño, catedrá­ Federico Pinedo, por su parte, intentó la forma­
tico de Derecho. Se le opusieron las fórmulas de los ción de un “Frente Nacional”, pero el proyecto no
radicales Marcelo T. de Alvear-Enrique Mosca y de logró consolidarse. Las operaciones políticas,
los socialistas Nicolás Repetto-Arturo Orgaz, que desde la presidencia de Iusto, ponían más el
fueron derrotadas por la Concordancia en sep­ acento en la captación del electorado radical que
tiembre de 1937. A pesar del fraude electoral, el ra­ en la definición conservadora, demasiado tajan­
dicalismo ganó en Córdoba, Tucumán y La Rioja. te y excluyente para la visión de Iusto.
Los partidos políticos, estancados por la de­ Ortiz asumió la Presidencia en 1938, con mi­
bilidad de las elites dirigentes, por el fracaso de nistros que reflejaban la ambigüedad de un con­
sus tentativas opositoras y por su proclividad a servadorismo duro obligado a pactar con los radi­
comprometerse con la ideologización de las ten­ cales antipersonalistas. Entre estos hombres había
dencias europeas, no advertían su alejamiento de desafectos a Iusto pero, desde luego, se continuaba
los reclamos populares. Inmersos en luchas in­ con la vinculación a los intereses británicos, a los
ternas y en la conquista de los cargos públicos cuales el propio Ortiz había estado ligado en un 285
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

momento de su carrera. El ministro del Interior tervención federal era conocida en los círculos
fue Diógenes Taboada, abogado de los ferrocarri­ íntimos del gobierno nacional.
les ingleses; Iorge E. Coll, de Justicia e Instrucción Hacia finales de 1939 se realizaron elecciones
Pública; Manuel R. Alvarado, de Obras Públicas; y el conservadorismo triunfó con la fórmula Bar­
lose Padilla, de Agricultura; lose’ María Cantilo, de celó-Míguez frente a la radical de Obdulio Siri­
Relaciones Exteriores; el almirante León Scasso, de Alejandro Suárez. El conservadorismo contaba
Marina; Pedro Groppo -vinculado a la banca con auténticas mayorías electorales, ganó por es­
Bemberg y Alberto Barceló-, de Hacienda, y el ge­ caso margen de votos y, según algunas opiniones,
neral Carlos D. Márquez, de Guerra. La intenden­ las elecciones no fueron todo lo fraudulentas que
cia de Buenos Aires fue ocupada por otro radical alegaron radicales y socialistas. De todos modos,
antipersonalista, Arturo Goyeneche. las quejas fueron innumerables y Ortiz reiteró su
A pesar de su salud endeble, Ortiz repudió la decisión de realizar comicios libres: el 7 de marzo
inclinación conservadora a mantener el fraude y de 1940 se intervino Buenos Aires. Fresco no
la dureza con sus opositores y se propuso insta­ opuso la resistencia con que había amenazado y
lar una república con elecciones libres, lo cual ese mismo año abandonó el conservadorismo.
pondría problemas a la línea de Iusto, de quien Junto con su programa de restablecimiento
sabía que tramaba su fiitura reelección. El go­ de la libertad electoral, estaba clara la finaliza­
bierno aceptó los triunfos radicales en Tucumán, ción dela etapa del conservadorismo iniciada en
con Critto y en Entre Ríos, con Emilio Mihura. septiembre de 1930. Era el triunfo de la línea po­
Ante el fraude electoral, envió una intervención lítica de Iusto. A partir de ese momento, los con­
federal a San Iuan en 1939 y en 1940, otra a Ca­ servadores -pese a tener fuerza en muchas pro­
tamarca. Decidido a respetar la libertad de] voto, vincias, mantener el prestigio cultural y social de
aceptó que los triunfos radicales en la Capital Fe­ su elite dirigente y no necesitar del fraude para
deral, Santa Fe, Iujuy y Buenos Aires permitieran triunfar en muchas elecciones- no lograban su
el aumento de legisladores de esta tendencia en el legitimación democrática. Este proceso político,
Senado y la Cámara de Diputados. además, se distorsionó por el escándalo en el
Su decisión más enérgica la tomó en la pro­ Congreso por las tierras de El Palomar, la enfer­
vincia de Buenos Aires, donde Manuel A. Fresco medad del presidente Ortiz, la presión nortea­
había hecho un gobierno con progresos notables mericana contra la neutralidad argentina y la su­
en todos los aspectos —economía, finanzas, admi­ cesión presidencial.
nistración, legislación, obras públicas, educa­ El 16 de mayo de 1940, el senador jujeño
ción-, aunque siempre con un fuerte personalis­ Benjamín Villafañe denunció la compra ilegal
mo, declarados rasgos de autoritarismo de las tierras en El Palomar y las investigaciones
filofascista y, desde luego, sobre la base del frau­ comprometieron al ministro de Guerra, el ge­
de electoral cuando era necesario. Fresco aspira­ neral Carlos D. Márquez, solidario con el de­
ba a la Presidencia de la República, se oponía a la mocratismo de Ortiz. El Presidente, doblegado
condescendencia con los radicales y socialistas. por su enfermedad y la muerte de su mujer, el 3
También se había enfrentado con Alberto Barce­ de julio de 1940 delegó su cargo en Castillo y
ló, de quien se suponía estaba apoyado por Ortiz, poco tiempo después, frente a los rumores de
286 cuya voluntad de remover a Fresco con una in­ complicidad en el ajfaire, presentó su renuncia
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

nio de 1942, Ortiz renunció a la Presidencia y


murió el 15 de julio de ese año.
La actividad política fue dominada, cada vez
más, por la ideologización provocada por la gue­
rra. Los temas específicamente argentinos pasa­
ron a un segundo plano y se instaló la presión del
periodismo y los partidos para que la Argentina
se aliara en el bando democrático. En ese marco
y ante las muertes de Alvear (1942) y de Iusto
(1943), tuvieron que moverse las gestiones para
elegir al sucesor de Castillo, quien manifestó su
preferencia por Robustiano Patrón Costas.

LA GUERRA

El 3 de septiembre de 1939 estalló la Segun­


da Guerra Mundial entre las potencias del Eje
(Alemania, Italia y Iapón) y los Aliados (Gran
Bretaña, Francia y, más tarde, los Estados Uni­
dos), en un marco donde las ideas e intereses en
pugna estaban muy lejos de presentarse con la
El presidente doctor Roberto M. Ortiz. Archivo General de
la Nación. nitidez con que se pueden ver desde el presente.
Recuérdese, además, que estaba minada la
a la Presidencia, que fue rechazada por el Con­ confianza universal en la democracia liberal y re­
greso. Castillo, si bien mantuvo el neutralismo presentativa, que los sistemas totalitarios exhibían
anglófilo, abandonó la apertura al radicalismo logros espectaculares en todos los planos de la vi­
para fortalecer el poder conservador, como lo da social, que apenas si se conocían los atrocida­
probó al aceptar las elecciones en Santa Fe des que precedieron y continuaron con la guerra y
(1940), Mendoza (1941) y Buenos Aires (1941), que los primeros triunfos del Eje parecieron pro­
pese a las denuncias de fraude. Asimismo, de­ bar una superioridad bélica y política y el fin de la
signó un grupo de ministros en los cuales se re­ era hegemónica de las democracias europeas.
flejaba la pugna entre Iusto y Alvear por lograr Los Estados Unidos estaban decididos a des­
la benevolencia del gobierno en la trama de la plazar a los británicos de su posición privilegia­
sucesión presidencial. da en la Argentina y presionaban a favor de una
Ante el endurecimiento de Castillo, los radi­ alineación continental que ellos encabezarían. A
cales, liderados por Alvear, volvieron a conspirar Gran Bretaña le convenía más una neutralidad
con los militares para reponer a Ortiz en la pre­ que mantuviera el bilateralismo y evitara el ma­
sidencia, conjura que fracasó por diversos moti­ nejo de la ayuda por intermedio de los nortea­
vos. Pero estos proyectos cesaron cuando, en ju­ mericanos. La neutralidad, por lo tanto, pareció 287
LA DIMENSION POLÍTICA

ser la actitud más acorde con la tradición argen­ sus relaciones con los sectores políticos, motiva­
tina desde fines del siglo XIX: aislacionista, anti­ ron serias denuncias y la participación del Con­
norteamericana y pro británica, títulos revalida­ greso, donde se creó la “Comisión de actividades
dos en el gobiemo de Justo. A esta actitud le anti-argentinas”, campaña que fue seguida de
chocaba la presión norteamericana. Hasta el tra­ clausura de periódicos, detención de particulares
dicional “antiimperialismo” de la izquierda se y vigilancia de toda actividad sospechosa de
había aplicado casi exclusivamente a la lucha complicidad con el Eje.
contra los Estados Unidos. El canciller lose’ María Cantilo reiteró la po­
Pero ése sólo era un aspecto del tema, porque, sición argentina en Lima, al realizarse la Octava
al igual que lo ocurrido en la Primera Guerra Conferencia de Estados Americanos en 1938 y lo
Mundial, la opinión pública estaba dividida por mismo hizo Leopoldo Melo, después de estallar
la propaganda de guerra en un país donde las co­ la guerra, en la reunión en Panamá de los minis­
lectividades extranjeras y la gran masa de intere­ tros de Relaciones Exteriores, aunque con más
ses económicos y culturales europeos pesaban so­ salvedades y concesiones. Se demoraba la decla­
bre la política. La opinión de todos los partidos ración de guerra y la Argentina mantenía una
políticos, de los diarios y las instituciones más re­ neutralidad benévola hacia Gran Bretaña, Fran­
presentativas era francamente partidaria de Gran cia y sus aliados. Al nuevo canciller de Castillo,
Bretaña y sus aliados y se manifestó en reuniones Enrique Ruiz Guiñazú, le correspondió una tarea
multitudinarias, en asociaciones y testimonios ímproba.
individuales y colectivos de toda índole a lo largo Como en la Primera Guerra, el aislamiento
de todos los años de la guerra. También estaban del país y la alteración del comercio exterior pro­
aquellos que se inclinaban decididamente por el dujo resultados positivos: se intensificó la fabrica­
apoyo por cada uno de los bandos, tanto por ra­ ción de productos nacionales, creció la industria
zones ideológicas como por recibir recursos del liviana y se movilizó la economía con mayores in­
Eje o de los Aliados. Finalmente, era partidario de versiones, producción y trabajo. Cuando llegó
la neutralidad un reducido sector disidente que, Castillo, reforzó este crecimiento con empresas
opuesto a la influencia británica, pensaba que su como la Flota Mercante del Estado (1941), el
derrota en la guerra podía ofrecer una coyuntura Puerto de Rosario, la Compañía de Gas y los Fe­
favorable a una independencia total, sobre todo rrocarriles del Estado. En cuanto al comercio ex­
en materia económica y política. terior, se mantuvo la vinculación y la ayuda a
La oposición entre “cipayos”, partidarios de Gran Bretaña, que anotaba nuestra deuda en una
los Aliados, como la Acción Argentina, la gran cuenta de “libras bloqueadas" en Londres.
prensa y periódicos ideológicos como Argentina
Libre, Antinazi y otros se enfrentaban con los
“nazis” -así se acusaba a los partidarios del neu­ Los DISIDENTES
tra1ismo—, mientras el gobierno alemán subven­
cionaba al diario El Pampero y otras publicacio­ Frente al estancamiento de la línea histórica
nes de la misma orientación, en correspondencia del perfeccionamiento democrático, retomó la
con el apoyo financiero que también recibían los que privilegiaba la soberanía nacional. En esta
288 primeros. Las actividades del espionaje alemán y circunstancia resurgieron los intelectuales nacio­
LOS GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

británica del gobierno, tales como Ernesto Pala­


cio, que había publicado Catilina contra la oligar­
quía (1931) y Ramón Doll, un agresivo critico li­
terario que había abandonado el socialismo para
abrazar el nacionalismo. Con mayor o menor ri­
gor se editaron libros y folletos, se iniciaron so­
ciedades y agrupaciones para investigar temas
económicos y se lanzó sobre el gobierno y los po­
líticos una avalancha de críticas por su desempe­
ño en el turbio ambiente de la época. Aquí cabe
citar a Iosé Luis Torres, agresivo periodista tucu­
mano que popularizó la expresión de la “Década
infame” para esta época.
Este grupo nacionalista centró su prédica en
la independencia económica como base de la so­
beranía política y sostuvo que el problema argen­
tino no era cambiar o perfeccionar las formas del
régimen político, lo cual podía lograrse sin acudir
a ejemplos ajenos a la tradición republicana, sin
jefaturas mesiánicas ni movimientos militariza­
dos. Con el correr del tiempo esta tendencia se va
a diferenciar de otras ramas del nacionalismo, ba­
sadas en un cambio cultural, religioso y político,
para lo cua] era necesario realizar una revolución
que modificara el rumbo del liberalismo que, a su
entender, había extraviado a la Argentina.
La primera corriente puede denominarse el
nacionalismo republicano, en razón de su volun­
Ante la enfermedad del ‘doctor Ortiz asumió la primera
magistratura el vicepresidente doctor Ramón S. Castillo. tad de insertarse en la tradición de la República y
Archivo General de la Nación. de aceptar el juego de los partidos, sin otra exi­
gencia que el predominio de los intereses econó­
nalistas como Iulio y Rodolfo Irazusta, que cola­ micos y políticos del país. La otra corriente, cabe
boraron con la campaña que ya se llamaba “an­ denominarla nacionalismo doctrinario, ya que se
tiimperialista”. Publicaron su libro La Argentina y basaba en una doctrina religiosa, filosófica y po­
el imperialismo británico. Los eslabones de una ca­ lítica, con un sistema orgánico y coherente que
dena. 1806-1833 (1934) y colaboraron en una sólo podía imponerse mediante una revolución
prensa ideológica minoritaria, formada por ór­ que, como era lógico, requería un liderazgo fuer­
ganos como Señales, La Gaceta de Buenos Aires y te y sostenido.
otros, junto a un grupo heterogéneo de intelec­ El nacionalismo republicano fue una pro­
tuales unidos por el repudio a la dirección pro puesta estrictamente intelectual y periodística 289
LA DIMENSION POLITICA

que los Irazusta, con Ernesto Palacio, Ramón pusieron de la revista y la editorial Claridad, y en
Doll y unos pocos escritores políticos desarrolla­ 1931, los marxistas habían creado Insurrexit.
ron en dos periódicos: Nuevo Orden (1940-1942) Proliferaron los centros de estudio, la edición de
y La Voz del Plata (1942-1943), pero sólo logra­ folletos y la militancia en la universidad, con fi­
ron una ínfima organización política en 1942 guras como Ernesto Giudici, Aníbal Ponce y
con el Partido Libertador. Héctor Agosti. En Córdoba, en 1935, Deodoro
En cuanto al nacionalismo doctrinario, tuvo Roca editó su periódico: Flecha. Una característi­
dos actitudes: una teórica en pequeños periódi­ ca de estos sectores era que se nucleaban en tor­
cos con acento en lo cultural y religioso, de la no de una, dos o tres personalidades fuertes y
cual fueron ejemplos Sol y Luna (1938-1943) y con voluntad de influir en la política.
Nueva política (1940- 1943), estrictamente políti­ La formación de estos grupos ideológicos no
ca, dirigida por Marcelo Sánchez Sorondo, con era nueva, desde luego, y tanto en la izquierda
Máximo Etchecopar, Héctor Llambías y otros. La como en la derecha aparecían manifiestos, decla­
segunda actitud, activa, siguió las huellas del filo­ raciones, artículos periodísticos y libros que pro­
fascismo de la Legión Cívica y constituyó varias ponían cambios más o menos revolucionarios.
organizaciones de escasa significación. De ellas, Se trataba de intelectuales que estaban al margen
la más importante fue la Alianza de la Iuventud y en contra de los grandes partidos políticos, ya
Nacionalista (1937), bajo la dirección de Iuan que casi todos ellos, en algún momento, habian
Queraltó, sector vinculado a jefes militares y, en intentado, sin éxito, participar en estas agrupa­
especial, al general Iuan Bautista Molina. La ciones de las cuales habían sido segregados por
Alianza creció en la época de la guerra, defendió las respectivas oligarquías. Como el sistema de la
la neutralidad y persistió en la ilusión de una re­ república democrática y representativa exhibía el
volución que hiciera triunfar al filofascismo sin fracaso del fraude electoral y la impotencia de
los compromisos de la democracia. sus opositores, se creyó entonces que la fuerza
En otro sector, los radicales yrigoyenistas se idealista, patriótica y moral y la calidad de la lite­
apartaron de la UCR y bajo el liderazgo de Luis ratura política podían alterar el rumbo marcado
Dellepiane y Arturo Iauretche crearon, el 29 de por los partidos. Ayudó a esta ilusión que la iz­
junio de 1935, la Fuerza de Orientación Radical quierda veía inminente el derrumbe del capita­
de la Ioven Argentina (FORIA). Los acompaña­ lismo y la derecha tenía la experiencia del triun­
ban Gabriel del Mazo, Homero Manzi, Atilio fo de un golpe de Estado militar.
Garcia Mellid, Héctor Maya, Francisco D'Hers y Desde el punto de vista de una historia po­
muchos más. Algunos de sus partidarios iniciales lítica de esta época, estos grupos ideológicos no
abandonaron más tarde FORIA, pero se les sumó representaban casi nada en la marcha real de los
Raúl Scalabrini Ortiz, quien contribuyó con dos acontecimientos, cuyos protagonistas eran los
investigaciones sobre el petróleo y los ferrocarri­ partidos políticos, el gobierno y la oposición le­
les y fundó una editorial, con el periódico Recon­ gislativa. Pero cuando estas elites entraron en
quista y dos libros: Política británica en el Río de crisis, su vacío fue llenado por la ola ideológica
Ia Plata (1940) e Historia de los ferrocarriles ar­ que, aunque minoritaria, inundaba a otras mi­
gentinos (1940). norías, a las cuales saturaba con sus denuncias,
290 ‘Desde 1926 y hasta 1941, los socialistas dis­ críticas y propuestas. Los destinatarios de esta
LOS GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

ofensiva de ideas fueron, precisamente, las que aumentó la conciencia de su eficacia como
Fuerzas Armadas. institución.
La fracasada militarización de los civiles —la
Legión Cívica y otros intentos similares- y la ex­
Los MILITARES hibición del autoritarismo que oficiales como el
general Francisco Fassola Castaño hicieron des­
Con dos presidentes generales, Uriburu y pués de 1930, tuvieron pocos seguidores. El más
Iusto, con sus equipos de jefes y oficiales y el importante de ellos fue el general Iuan Bautista
desplazamiento de las elites, los militares, lanza­ Molina, quien congregó a los civiles ansiosos de
dos al protagonismo político, después del 6 de un régimen autoritario y que, bajo el rótulo de
septiembre de 1930 experimentaron un cambio nacionalistas, reducían los problemas políticos a
notable en su concepción de la función que de­ la instalación de un sistema antidemocrático. En
sempeñaban en la sociedad. Lugones había ela­ realidad, el general Molina, como conspirador y
borado una teoría de las Fuerzas Armadas como amenaza del gobierno de Iusto, sólo fue un per­
una presencia excluyente y dominante en la vida sonaje irresoluto e inoperante, fácilmente con­
republicana, como la única posibilidad de una trolado por el espionaje policial.
autoridad que salvaguardara la nacionalidad de
su desnaturalización y la revolución. Estas ideas,
tajantes y absolutas, sorprendieron a los milita­ EL FINAL DE UNA ÉPOCA

res, agradaron a un sector que representaba el


proceso de asimilación de los nuevos sectores so­ La ideologización de la política sorprendió a
ciales de la Argentina y todo se reforzó cuando, al los partidos en un proceso de cambio por el ago­
reiniciarse la restauración conservadora, su op­ tamiento de sus líneas tradicionales. En primer
ción por la ilegitimidad del fraude y la incapaci­ lugar, era urgente relevar las elites que compo­
dad o complicidad de los opositores, exhibió la nian las oligarquías partidarias. Si bien los con­
debilidad de la elite dirigente para vivir la pleni­ servadores habían producido dirigentes hábiles
tud de la vida democrática. -desde Vicente Solano Lima y Gilberto Suárez
Mientras los partidos políticos se encerraban Lagos hasta técnicos y administradores moderni­
y se alejaban de un pueblo que los veía con es­ zados, como los de Mendoza y Córdoba, por
cepticismo e indiferencia, su desprestigio -na­ ejemplo- y habían ampliado sus bases electora­
cional y mundial— daba paso a las nuevas con­ les, no lograban una legitimación auténtica y se­
cepciones autoritarias. A pesar de la difusión del guían necesitando del fraude electoral. Además,
fascismo y del nazismo, la extremosidad de ‘sus las presiones internacionales trazaban un cuadro
ideas, sus regímenes políticos eran inimitables en complejo frente al cual carecían de líderes con
la Argentina; pero su eficacia y el acento puesto una percepción de los intereses del país y una vi­
en la autoridad y el orden los convertía en mode­ sión del futuro que se avecinaba.
los para los hombres de armas. Como lo ha estu­ Los radicales habían estado sometidos a la
diado Potash, un gran número de oficiales se ins­ dirección de Alvear, quien limitó el acceso de los
truyeron en Alemania; pero esta germanización disidentes, y escaseaban los dirigentes capaces.
no representó la nazificación del Ejército, sino Sabattini había creado su círculo en Córdoba, la 291
LA DIMENSIÓN PoLmcA

Intransigencia mantenía una posición expectan­ ción política de las Fuerzas Armadas en la época
te y otros miraban hacia FORIA, activísima en la actual, una de las formas tradicionales de la con­
prédica ideológica. Además, la vacancia de ideas quista del poder en la Argentina.
que el radicalismo habia suplido con el carisma En ese vacío y ante la falta de una orienta­
de sus líderes y la reiteración de su reclamo deli­ ción clara de la república democrática, los mili­
bertad de sufragio, era insuficiente para afrontar tares, hondamente penetrados por los grupos
los problemas nacionales e internacionales. Para ideológicos de derecha, se consideraban como
peor, sus dirigentes aparecían ante la opinión los responsables del cambio. La idea de que otro
pública como sospechados de complicidad con golpe de Estado militar transformaría la Argen­
la corrupción. También erosionó al radicalismo tina se instaló, por lo tanto, en la conciencia de
su proclividad a una izquierda que, por estar gran parte de las Fuerzas Armadas y les dio un
muy ligada al internacionalismo ideológico, lo protagonismo decisivo, ya que, ante la acepta­
presionaba para alianzas y compromisos ajenos a ción de la dependencia británica en la política y
la tradición del partido. la economía, la defensa del patriotismo y la
Una parte de la sociedad civil contribuyó a soberanía nacional, sólo parecía ser una divisa
fortalecer estas ideas. En primer lugar, los nacio­ exclusiva de estas instituciones. El nuevo inter­
nalistas, que agregaban a la función militar, la vencionismo militar se reforzó con el éxito de
idea de una cruzada católica pues tal había sido el Franco en España y mostró que, en efecto y tal
ejemplo español y lo difundía la misma Iglesia, como se concebían a sí mismas y lejos del caudi­
que en aquel tiempo proponía una configuración llismo militar sudamericano, las Fuerzas Arma­
hegemónica de la sociedad por el catolicismo. En das cobraban una conciencia teórica de su supe­
segundo lugar, los políticos liberales de las más rioridad moral y patriótica como la única
diversas extracciones, que se habían sumado al reserva de un país que naufragaba, según ellos,
clima de conspiración permanente que el propio entre el fraude, la corrupción y el fracaso de los
sistema había alentado con su incapacidad para políticos democráticos.
consolidar la legitimidad de la República. En ese momento y como lo han estudiado,
Estos políticos que “golpeaban las puertas de por ejemplo, Potash y Díaz Araujo, se reactivaron
los cuarteles”, para usar la conocida fónnula, no las logias. Cuando se tramaba la sucesión presi­
ejercían una práctica nueva, pues desde finales del dencial, en 1940, la Logia General San Martín
siglo XIX y principios del siglo XX, los radicales, -liderada por Iusto-, con el apoyo de radicales y
y en particular Yrigoyen y Alvear, lo habían prac­ del general Márquez, intentó restablecer el poder
ticado, claro está que con unas Fuerzas Armadas de Ortiz y formar un triunvirato con Alvear,
ligadas a la sociedad de una manera diferente. En Márquez y Mario Bravo. El proyecto fue abando­
las décadas de 1930 y 1940, la irregularidad cons­ nado por la oposición de Ortiz y Alvear. En 1942,
titucional y la violación de la ley por parte de los cuando el ministro de Guerra, general Juan M.
políticos se completaban con los manejos de go­ Tonazzi -justista—, fue reemplazado por el gene­
bemantes y opositores, los cuales, en la conquista ral Pedró Pablo Ramírez, surgió otra logia: el
y la defensa de sus posiciones, no titubeaban en Grupo de Oficiales Unidos (GOU). Los radicales
comprometer a los militares. El golpe de Estado, pensaron que un candidato que arruinaría las
292 por lo tanto, había llegado a ser, hasta la desapari­ pretensiones del conservador Patrón Costas po­
Los GOBIERNOS DE LA CONCORDANCIA

El presidente surgido de la revolución del 4 de junio de 1943, general Pedro Pablo Ramírez, asiste con su esposa y altos
funcionarios a un Te Deum en la Catedral de Buenos Aires. Archivo General de la Nación.

dría ser Ramírez. En las Fuerzas Armadas se vivía rrumbe de un sistema que había perdido su sen­
un clima de conspiración franca y acelerada, tido político. Ante la actitud de Ramírez frente a
pues frente a militares y marinos nacionalistas, Castillo, las Fuerzas Armadas —en las cuales co­
entre los cuales descollaba el general Benjamín menzaba su carrera política Iuan Domingo Pe­
Menéndez, se movilizaban jefes y oficiales vincu­ rón— decidieron, bajo el mando del general Artu­
lados al radicalismo y al justismo, mientras fra­ ro Rawson, derrocar al gobierno. Fue el 4 de
casaba el profesionalismo, superado por el de­ junio de 1943.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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da, Buenos Aires, 1960; OSVALDO COGGIOLA, His­ Argentine Right. Its History and Intellectual Ori­
toria del trotskismo argentino (1929-1960), Bue­ gins. 1910 to the Present, Wilmington, 1993.
nos Aires, 1985. Sobre el revisionismo histórico, pueden consul­
En lo que respecta al grupo FORIA, pueden tarse: TULIO HALPERIN DONGHI, Ensayos de histo­
verse los siguientes trabajos: MIGUEL ANGEL riografia, Buenos Aires, 1996; ANTONIO CAPONET­
SCENNA, FOR/A. Una aventura argentina, 2 tomos, TO, Los críticos del revisionismo histórico, tomo l,
Buenos Aires, 1972; RENE ORSI, Iauretche y Scala­ Buenos Aires, 1998; DIANA QUATROcCHI-WOIS­
brini Ortiz, Buenos Aires, 1985; NORBERTO GA­ SON, Los males de la memoria. Historia y politica
LAssO, Vida de Scalabrini Ortiz, Buenos Aires, 1970. en la Argentina, Buenos Aires, 1995.

297
9. LA ERA PERONISTA (1943 — 1955)

Lila M. Caimari

EL RÉGIMEN MILITAR (1943-1946) logia militar anticomunista en el seno de la


cual se había gestado el golpe de junio. La ma­
Los argentinos testigos del golpe de Estado gra proclama del nuevo gobierno evocaba
del 4 de junio de 1943 no podían imaginar lo consignas de orden y moralidad, no del todo
que hoy se sabe bien: que ese movimiento mi­ novedosas en el contexto del desprestigiado
litar, que terminaba adustamente con más de sistema partidario que emergía de trece años
una década de fraude conservador, iba a poner de fraude. No era un secreto, además, que el
en marcha una transformación profunda de la nacimiento del nuevo gobierno había estado
sociedad argentina que poco tenía que ver con también determinado por un contexto inter­
el tono castrense que iniciaba esta nueva era. nacional cuyas reverberaciones locales marca­
El peronismo, esa derivación inconcebible de ban el pulso cotidiano de la vida política. La
la revolución militar, sería el detonante de caída del presidente Ramón S. Castillo es un
profundos cambios en la sociedad argentina, y buen ejemplo del impacto de la guerra mun­
el catalizador triunfante de muchas transfor­ dial en este alejado horizonte. El sucesor pre­
maciones iniciadas previamente. La irrupción sidencial por él escogido, Robustiano Patrón
de la clase trabajadora como actor central de Costas, agregaba a su impopular origen social
la comunidad nacional, la redefinición de la de terrateniente azucarero insistentes rumores
relación entre el Estado y la sociedad, una sobre su simpatía aliadófila. Temiendo el
nueva concepción de ciudadanía y democra­ abandono del preciado neutralismo argentino
cia, la emergencia de nuevas identidades polí­ —sostenido desde 1939 a pesar de encendidas
ticas: éstos son sólo algunos de dichos cam­ polémicas en el seno de la clase dirigente- los
bios, cuya interpretación ha fascinado a coroneles del GOU precípitaron en un golpe
generaciones de argentinos desde entonces. de Estado las reuniones conspirativas que ve­
Nada de todo esto, claro, estaba en la agen­ nían realizando.
da del general Pedro Pablo Ramírez, líder del Pero por mucha importancia que tuviera
régimen militar que en pocos días reemplazó la definición de una política exterior para na­
al jefe inicial del levantamiento, general Artu­ vegar las turbulentas aguas del conflicto mun­
ro Rawson. Tampoco era éste el programa po­ dial, consolidar el neutralismo no alcanzaba a
lítico del Grupo de Oficiales Unidos (GOU), la constituir un proyecto de gobierno. Durante 299
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

tarismo (asociados a un intenso anticomunis­


mo) habían sido parte central de los orígenes
ideológicos del régimen de facto. El mundo ca­
tólico, por otra parte, había desarrollado múl­
tiples relaciones con el militar durante la déca­
da del treinta. Si los acontecimientos tomaron
un curso inesperado fue gracias a dos factores
que no habían entrado en la ecuación inicial
de los revolucionarios de junio: que la guerra
se definiría a favor de los aliados, y que de es­
te Estado militar nacería una nueva relación
con la clase obrera que cambiaría irreversible­
mente el mapa político. Así, a partir de princi­
pios de 1944, el incierto destino de esta revo­
lución se fue definiendo por dos canales
separados: uno que era, en gran medida, un
capítulo periférico de la lucha mundial entre
fascismo y democracia; y otro que, lentamen­
te, empezaba a tomar forma por los caminos
de la justicia social.
l General Pedro P. Ramírez. Archivo General de la Nación. El primero de estos cambios es el que
ocupaba los titulares de los diarios y las dis­
los seis meses iniciales, el gobierno militar se cusiones políticas de la época: el conflicto
fue definiendo hacia el autoritarismo liso y lla­ mundial se definía, y definía la suerte de
no: disolución de los partidos políticos, ola de quienes habían apostado por este neutralis­
arrestos, instauración del estado de sitio, in­ mo sospechoso de simpatías nazis. Estados
tervención de las universidades (con el conse­ Unidos comenzó a ejercer presiones cada vez
cuente vaciamiento de intelectuales de tradi­ más intensas para que la díscola Argentina se
ción liberal), censura de prensa y radio, uníera al bloque americano mediante medi­
etcétera. Autoritarismo asociado, además, a fi­ das (simbólicas) de sumisión. La era del auge
guras y consignas tomadas de un universo ca­ nacionalista dejaba lugar a la de un pragma­
tólico que se había expandido en la década pre­ tismo poco decoroso, pero capaz de garanti­
cedente en torno a ambiciosos proyectos de zar un lugar, acaso incómodo, en las flaman­
reforma cristiana de la sociedad. La introduc­ tes Naciones Unidas. En enero de 1944, se
ción por decreto de la enseñanza religiosa en rompieron relaciones diplomáticas con Ale­
las escuelas públicas (31 de diciembre) se con­ mania y Japón. El 27 de marzo, a dos meses
virtió así en la medida emblemática de este au­ de la derrota oficial de Alemania, se les decla­
toritarismo de inspiración católica. ró la guerra. Era el fin del auge de los funcio­
Todo esto era novedoso, pero no comple­ narios nacionalistas, muchos de los cuales re­
300 tamente sorprendente: nacionalismo y autori­ nunciaron, seguidos poco tiempo después
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

por el propio Ramírez. En febrero, el general


Edelmiro I. Farrell era el nuevo presidente.
Tantos cambios fundamentales, a pocos me­
ses de iniciado el régimen, transmitían una
imagen de improvisación y debilidad. La
oposición democrática, hasta entonces silen­
ciada por la censura, aprovechó para deman­
dar, en voz cada vez más alta, la restauración
de las libertades y una salida constitucional.
Mientras tanto, los cambios en la cúpula
reflejaban el aumento del poder de la persona­
lidad ascendente del GOU, el coronel Juan
Domingo Perón, que lejos de las primeras filas
de la escena política había tejido una red de
apoyos que sólo ahora revelaba su impor­
tancia. Por un lado, se había movido con enor­
me habilidad en los laberintos del poder mili­
tar. En un contexto cada vez más faccioso,
Perón consiguió apoyos clave (el de Farrell, .' ¡y. a¡l! ,­—
A, , .
por ejemplo), que cristalizaron a la hora del
cambio de rumbo de la política exterior, cam­
bio que el coronel abrazó con un pragmatis­
mo que desagradó a sus ex aliados nacionalis­
tas. El vertiginoso ascenso de Perón en la l General Edelmiro I. Farrel. Archivo General de la Nación.
cúpula del gobierno es fácilmente ilustrado
por su trayectoria de 1944, año en que agregó de octubre de 1945- estuvo relacionado con el
a su cargo de secretario de Trabajo y Previsión menor de sus cargos. Los primeros encuentros
el puesto clave de ministro de Guerra (febre­ subrepticios entre el flamante director del De­
ro) y de vicepresidente (julio). A esto se suma­ partamento Nacional de Trabajo (convertido
ba su protagonismo en el Consejo Nacional de en Secretaría en noviembre de 1943) y los sin­
Posguerra creado en agosto, donde su eficaz dicatos habían comenzado temprano. Como
colaborador, el español Iosé Figuerola, planifi­ ha mostrado Iuan Carlos Torre, la dirigencia
có las reformas destinadas a preparar la tran­ obrera (en aquel momento muy fragmentada)
sición de una industria que debía tanto al pro­ estuvo lejos de ser una receptora acrítica de los
teccionismo artificial creado por el conflicto favores dispensados desde el Estado. La acti­
mundial. tud de los sindicatos en aquellos meses clave
Sin embargo, el resultado político más im­ estuvo guiada, más bien, por la expectativa y el
pactante y duradero de este trabajo febril —el cálculo oportunista. Esta reserva es muy com­
segundo canal de desarrollo del régimen, cuya prensible si se recuerda que los líderes obreros
importancia se revelaría dramáticamente el 17 que acudían a las primeras conversaciones con 301
LA DIMENSION POLÍTICA

Perón provenían de una larga tradición anti­ puede ser entendida contra el telón de fondo
fascista, y traían consigo la experiencia de más de la indigencia y desprotección de un prole­
de una década de trato con un Estado que ne­ tariado industrial que había crecido muy rápi­
gaba amparo y dispensaba, en cambio, abun­ damente en un lapso muy corto. Entre 1935 y
dante represión. 1946, el número de industrias había pasado de
Las concesiones prometidas, que comen­ 38.456 a 86.440. Atraídas por las nuevas posi­
zaron a implementarse a mediados de 1944, bilidades de trabajo, masas de trabajadores ha­
constituían una cantidad considerable de de­ bían llegado a los suburbios de las grandes
cisiones específicas: aumentos salariales, pro­ ciudades: 1.368.000 de ellos fueron contados
tección de la estabilidad laboral, vacaciones en el censo de Buenos Aires de 1947. Numero­
pagas, extensión de la jubilación, constitución sos estudios indican que los cambios introdu­
de los tribunales de trabajo, etc. Perón tam­ cidos por Perón tenían raíces más profundas
bién instituyó un Estatuto del Peón Rural que de lo que indicaba la percepción de los con­
establecía condiciones mínimas para los tra­ temporáneos. Pero si la ruptura con el pasado
bajadores del campo, introduciendo así un no era total, es innegable que el creciente apo­
inédito control estatal en las relaciones —has­ yo obrero era la respuesta a una política oficial
ta entonces muy privadas- entre estancieros y que había transformado en pocos meses la
peones. En su conjunto, estas medidas refleja­ imagen del Estado ante los trabajadores ar­
ban el importante cambio de actitud de un gentinos.
Estado que se constituía, por primera vez, en Desde sus múltiples puntos de acción, Pe­
instancia protectora por encima de los patro­ rón dominaba todos los ámbitos importantes
nes. Tal cambio generó una transformación del régimen, y se introducía en las conversa­
paralela entre los trabajadores, cuyos dirigen­ ciones políticas de los argentinos. Y no por­
tes comenzaron a comprobar con sorpresa que todos aplaudieran su infatigable desplie­
que una figura del oficialismo podía conver­ gue de actividad: de hecho, la impresión que
tirse en su instrumento de ascenso social. El transmite la lectura de los diarios principales
retrato del apoyo de la dirigencia obrera a Pe­ de la época (dirigidos a las clases medias y
rón, que ha emergido de un nutrido debate altas) es la contraria. En estos medios, la opo­
historiográfico sobre los orígenes del peronis­ sición al hombre fuerte del régimen se identi­
mo es, entonces, esencialmente racional y de ficaba con la oposición universal al fascismo.
una consistente autonomía. En otras pala­ En los círculos patronales, por otra parte,
bras, un perfil sustancialmente diferente al del Perón nunca logró persuadir a empresarios y
diagnóstico sociológico original, que explica­ terratenientes de que los cambios introducidos
ba el origen del peronismo en términos de fuesen el antídoto necesario contra el peligro
irracionalidad y arcaísmo, fruto de una clase de reversión comunista. Estancieros, empresa­
obrera inexperimentada de inmigrantes re­ rios y accionistas veían al autoproclamado sal­
cién urbanizados. vador como el causante de la desgracia subver­
Esto no significa que los obreros “nuevos” siva que identificaban en el alarmante cambio
estuviesen ausentes de este caudal de apoyo. de actitud de sus trabajadores. Esta animosi­
302 La transformación iniciada por Perón sólo dad no era el sentimiento predominante en el
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

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l Un aspecto de la concentración obrera del l7 de octubre de 1945 en la Plaza de Mayo. Archivo General de la Nación.

mundo católico, donde los militantes intere­ intransigente, cuya expresión más palpable
sados en cuestiones sociopolíticas se sintie­ ‘fueron las multitudinarias manifestaciones
ron naturalmente aludidos por este líder que populares realizadas en 1944 y 1945: esta era
se declaraba admirador de la doctrina social de masas comenzaba, paradójicamente, con
de la Iglesia. Los cuadros medios, envueltos calles dominadas por manifestantes de clase
desde hacía tiempo en debates sobre la “cues­ media.
tión social” y sobre la opción entre autorita­ Todas estas tensiones hicieron eclosión en
rismo y democracia, vieron en Perón la sali­ octubre de 1945. Los enemigos militares de
da de muchos de los dilemas ideológicos Perón, liderados por el general Eduardo I.
debatidos en los años treinta. Y la jerarquía, Ávalos, procuraron sacar al régimen de su pa­
más interesada en los intereses corporativos rálisis eliminando al que veían como el res­
de la institución, veía en Perón a un heredero ponsable de la crisis. El 9, Perón era obligado
del régimen militar que había dado tanto es­ a renunciar a sus cargos y a retirarse de la vi­
pacio a la Iglesia. En el Ejército, involucrado da pública. Numerosos resortes del poder, no
institucionalmente en el torbellino político obstante, quedaban en manos de sus aliados.
del momento, eran cada vez más los que acu­ Por lo demás, se trataba de un retiro singular,
saban a Perón de los problemas por los_que precedido de un mensaje de despedida trans­
atravesaba el régimen. Y estos problemas mitido por la cadena oficial de radiodifusión.
eran urgentes. La apasionada oposición, en­ En los barrios obreros, la noticia desencadenó
valentonada por el debilitamiento de la cen­ una movilización general. Ante el encarcela­
sura y el desenlace de la guerra en Europa, miento de Perón en la isla Martín García (12
demandaba la conclusión del experimento de octubre) y rumores sobre la inminente
militar mediante el paso del gobierno a la anulación de su obr_a_ social, las organizacio­
Corte Suprema . Una demanda cada vez más nes síndicales se unieron para llamar a una 303
LA DIMENSIÓN POLITICA

huelga general para el 18. Pero la moviliza­


ción en las calles de los barrios industriales de
todo el país ya había empezado. El 17 de oc­
tubre, los sorprendidos habitantes de las
grandes ciudades vieron cómo gruesas co­
lumnas de obreros —esa gente hasta entonces
“invisible” en el horizonte mental de la clase
media- avanzaban de los suburbios a los cen­
tros comerciales y barrios elegantes. En La
Plata, y en muchos otros centros urbanos
(Tucumán, Rosario, Córdoba), las sedes de los
grandes diarios, edificios de bancos y univer­
sidades fueron atacados: bastiones de la opo­
sición, claro, pero también bastiones de una
cultura de clase media cuya destrucción remi­
te a un impulso de reversión social mucho
más profundo que el cambio político coyun­
tural en cuestión. Por primera vez, los obreros
se apropiaban de espacios urbanos que hasta
entonces habían sido patrimonio de las clases El candidato a presidente por la Unión Democrática. José
medias y altas. Pero fueron los eventos en P. Tamborini. durante un acto en Rosario. Archivo General
Buenos Aires, donde el movimiento que con­ de la Nación.

fluyó en la Plaza de Mayo se mantuvo pacífi­


co y casi festivo, los que dieron resultados po­ sar de Perón, que había procurado apoyar
líticos más tangibles. Después de mucho sus ambiciones políticas sobre bases partida­
esperar, la multitud impuso sus demandas a rias tradicionales (como el radicalismo y el
una cúpula militar sumida en la confusión. conservadorismo), las organizaciones obre­
Era el gran triunfo de Perón sobre sus adver­ ras lo pusieron al frente de un Partido Labo­
sarios: salvado por los obreros, inauguraba su rista al estilo inglés, capaz de traducir en tér­
vuelta al poder mediante un discurso pro­ minos políticos el triunfo de octubre. A este
nunciado desde el balcón de la Casa de Go­ bloque, definido por consignas de justicia
bierno. Era el inicio de una larga serie de en­ social, se unieron (no sin fricciones) radica­
cuentros entre el líder y su pueblo. les de la disidente Junta Renovadora. La re­
El inesperado desenlace de la crisis preci­ tórica nacionalista y las invocaciones a la
pitó el fin del gobierno de facto. Las eleccio­ doctrina social de la Iglesia atrayeron, tam­
nes fueron convocadas para abril de 1946 bién, algunos apoyos de clase media. En una
(fecha luego adelantada al 24 de febrero). En decisión con enormes consecuencias electo­
una campaña electoral febril, signada por un rales, el conservadorismo se dividió entre los
clima de urgencia, se enfrentaron dos coali­ dos bandos. La apasionada oposición a Pe­
304 ciones de notable heterogeneidad. Muy a pe­ rón se organizó en una coalición, la Unión
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

Democrática, que aglutinaba a radicales, so­ LA NUEVA ARGENTINA (1946-1949)


cialistas, demócratas progresistas y comunis­
tas en torno de banderas de libertad y demo­ El peronismo que iniciaba su experiencia
cracia. Tras estas banderas se alinearon en el poder era una fuerza de formación extre­
también las organizaciones patronales, fran­ madamente reciente. Con excepción de las
camente lanzadas a detener las alarmantes orientaciones sociales, el programa y perfil de
reformas laborales del candidato oficial. La los cuadros dirigentes del nuevo gobierno
coalición de la libertad adquiría así un tono eran todavía muy inciertos. Esta inicial poro­
de defensa del orden social que, ahogado ba­ sidad, propia de una entidad política en for­
jo las consignas antiautoritarias, no reveló su mación, permitió que grupos muy diversos y
importancia inmediatamente. La Unión De­ hasta opuestos (católicos sociales y sindicalis­
mocrática recibió otra ayuda de connotacio­ tas anticlericales, representantes del viejo con­
nes complejas: el ex embajador norteameri­ servadorismo provincial e ideólogos de la re­
cano Spruille Braden procuró dar el golpe de forma agraria) soñaran con imprimir a esta
gracia a Perón publicando un Libro Azul que experiencia la dirección de ideales largamente
denunciaba las conexiones nazis del régi­ acariciados, o de intereses frustrados. De esta
men. Resucitando su retórica nacionalista, confluencia de voluntades —y del supremo
Perón denunció la intriga imperialista, rede­ pragmatismo de un líder necesitado de cua­
finió la disyuntiva electoral como “Braden o dros— surgió una profunda renovación de la
Perón”, y capitalizó, a último momento, vo­ clase dirigente. Un ejemplo ilustrativo de este
tos esenciales. fenómeno era la mayoría peronista en la Cá­
El resultado de la elección revelaba un mara de Diputados: de 109 representantes,
nuevo país político, ampliamente definido 107 eran debutantes en la vida parlamentaria.
por la pertenencia de clase. En las zonas rura­ Setenta provenían del laborismo y las luchas
les más afectadas por la modernización, las sindicales; unos treinta, del radicalismo reno­
osadas promesas de reforma agraria del can­ vador, y los restantes, de orígenes diversos (ca­
didato laborista y la congelación de los arren­ tólicos nacionalistas, conservadores, etc.). Este
damientos le habían ganado el apoyo de joven peronismo parecía rebosante de energía
arrendatarios y peones rurales, y la antipatía renovadora y lleno de potencialidades, prome­
de los estancieros. En las grandes ciudades, los tedoras para unos, alarmantes para otros.
obreros industriales votaron masivamente El comienzo del gobierno pareció dar la
por Perón. Las clases medias (con las excep­ razón a los católicos que habían optado por
ciones ya mencionadas) y propietarias vota­ Perón: amplio espacio acordado al catolicismo
ron en su contra. En su contra, más que a fa­ en la educación pública, alusión permanente a
vor de Iosé P. Tamborini y Enrique Mosca, los la inspiración cristiana del gobierno, generosa
candidatos de la Unión Democrática. Porque ayuda económica del Estado a la Iglesia: este
en la Argentina polarizada que iniciaba la peronismo se parecía bastante a los proyectos
nueva era, estar a favor o en contra de Perón de recristianización de la sociedad elaborados
ya eran los términos que dominaban el nuevo durante los años treinta. Cuando, en marzo de
universo político. 1947, la mayoría parlamentaria peronista lega­ 305
LA DIMENSION POLÍTICA

lizó la enseñanza religiosa -contra la oposi­ mentaba los cambios previstos por el nuevo
ción que denunciaba una cruzada clerical-au­ gobierno. Éstos no eran inesperados o contes­
toritaria-, la euforia católica ahogó el impacto tados fundamentalmente, porque estaban
de algunos elementos disonantes: la protesta muy a tono con el clima ideológico de la épo­
de ofuscados diputados laboristas, que se reti­ ca. Pero las tendencias preexistentes fueron
raron de la banca oflcialista en disidencia, y multiplicadas, expandidas y aceleradas hasta
cierto incipiente anticlericalismo en los (ra­ lo espectacular. Espectaculares eran, también,
ros) discursos del Presidente que se referían a los golpes de efecto que rodeaban dichos cam­
temas religiosos. bios: la Declaración de la Independencia Eco­
La euforia de los católicos era compartida nómica, leída a todo el país por Perón desde la
por muchos que observaban el arrollador im­ Casa de Tucumán el 9 de julio de 1947, o el
pulso fundacional de este nuevo gobierno. En discurso radiofónico trasmitido dos días antes
la lista de iniciativas coexistían elementos muy al mundo entero, en el que presentó una “Ter­
diversos, muchos de ellos cargados de conno­ cera Posición” argentina destinada a consoli­
taciones sirnbólicas que justifican la recurren­ dar la paz y solucionar la disyuntiva ideológi­
te imagen de ruptura con el pasado que reco­ ca mundial de la “Guerra Fría”.
rría el discurso político de la época: la creación La plataforma para muchos de los carn­
del Partido Peronista, la nacionalización de los bios más concretos de este período había sido
servicios públicos, la profundización de los preparada por Farrell en los meses transcurri­
beneficios para las clases trabajadoras, la ins­ dos entre la elección y la asunción oficial del
tauración del sufragio femenino, la reforma de nuevo presidente, realizada el 4 de junio, en
la Constitución, etcétera. Como pasa a menu­ un desafiante gesto que subrayaba la continui­
do cuando se analizan retrospectivamente las dad entre el gobierno electo y el régimen mili­
rupturas históricas, ahora se sabe que había tar. De la administración precedente provenía,
más continuidad en estas políticas de lo que por ejemplo, la nacionalización y aumento del
parecía en su momento. control crediticio del Banco Central, preludio
Tal era el caso, por ejemplo, del monu­ a la nacionalización de todo el sistema banca­
mental proceso de transferencia y centraliza­ rio, herramienta clave de las políticas econó­
ción de la vida económica en manos del Esta­ micas por venir. El Estado peronista agregó, en
do. El aumento de la injerencia estatal (y la rápida sucesión, el control de la mayoría de los
protección de la industria, el otro elemento servicios públicos, los transportes aéreos y la
emblemático de las políticas económicas del flota mercante. Este clima de ideas económi­
peronismo temprano) no eran tendencias cas fue cristalizado en la Constitución refor­
nuevas. Ambas habían crecido de la mano de mada en 1949, que consagró al Estado como
proyectos económicos conservadores concebi­ dueño de los servicios públicos y de las fuen­
dos para contrarrestar los efectos de la crisis tes energéticas.
de 1930. La Secretaría Técnica (versión expan­ De todas las nacionalizaciones, la de los fe­
dida y centralizada del Consejo Nacional de rrocarriles fue la más cargada de connota­
Posguerra de Figuerola) publicó el Primer ciones simbólicas y la más celebrada por la
306 Plan Quinquenal, que planificaba y funda­ mayoría de los argentinos. Muchos opositores
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

denunciaron los términos dela sinuosa nego­


ciación (1946-1948), al cabo de la cual el Esta­
do absorbió los enormes gastos de moderniza­
ción y reequipamiento que las empresas
(británicas en su mayoría) delegaron de buena
gana en vísperas de la expiración de sus privi­
legios impositivos. Pero estos gastos (que di­
chas compañías no podían enfrentar) eran el
precio que muchos Estados estaban pagando,
ya que desde la crisis de 1930 la nacionaliza­
ción de los ferrocarriles era una tendencia
mundial. En la Argentina, era parte de la “re­
cuperación”, uno de los grandes temas del na­
cionalismo económico que a través de FORIA
y otros grupos de ideólogos antiirnperialistas
había generado amplio consenso en la socie­
dad, peronista o no.
El aumento del papel del Estado en la eco­
nomía explica la importancia de las institucio­
nes oficiales de la época. La más emblemática
fue el Instituto Argentino de Promoción del
Intercambio (IAPI), que controlaba el comer­
cio exterior. Emblemática por la desmesurada
ambición de sus objetivos: creado sobre la ba­
se de una institución de promoción de expor­
Fotografía oficial del recién ascendido a general de brigada
taciones fundada en 1940, el IAPI se convirtió presidente Iuan Domingo Perón.
en el intermediario monopólico de buena par­
te de las importaciones y de la exportación de una dirigencia poco experimentada. Los líde­
granos y oleaginosas del país, en un sistema que res de los sectores agropecuarios tradicionales,
dejaba amplio margen a la discrecionalidad. El cuya desconfianza hacia el nuevo gobierno se
monopolio de la exportación de productos remontaba al Estatuto del Peón, consolidaron
agropecuarios en años de excepcionales ténni­ así un antiperonismo con pocos matices, que
nos de intercambio permitió, además, la aplica­ perduró a pesar de que las promesas electora­
ción de una política de transferencia de benefi­ les nunca condujeron al movimiento de refor­
cios del sector rural a una industria ansiosa de ma agraria que habían insinuado, y que las
protección en la era de posguerra, y financió políticas de subordinación de la producción
una espectacular expansión salarial. El pode­ rural a otras prioridades se modificaron a par­
roso líder del IAPI, Miguel Miranda, provenía tir de 1952.
de las filas de la nueva industria y representa­ Esto no significa, por lo demás, que el an­
ba a ojos de muchos la peligrosa audacia de tiperonismo de los estancieros tuviese una 307
LA DIMENSION POLÍTICA

contrapartida simétrica de simpatía oficialista Estas mejoras eran garantizadas por un Es­
de los industriales. Para estos empresarios, el tado que esperaba, a cambio, una clase obrera
saldo de la experiencia peronista era ambiguo. lealmente encuadrada en organizaciones pero­
El gobierno protegía vigorosamente a las in­ nistas. Éstas crecieron desmesuradarnente a
dustrias dela competencia exterior, en un am­ expensas de organizaciones sindicales tradi­
plio manto bajo el cual nacieron industrias cionales (comunistas, socialistas, católicas,
muy diversas de pequeña y mediana escala. Es­ anarquistas), gracias al decreto-ley de “asocia­
ta multitud de nuevas empresas tenía escasa ciones profesionales” aprobado el 2 de octubre
representación en la Unión Industrial Argenti­ de 1945, que promovía la unificación sindical
na (UIA), cuya actitud crítica hacia el gobier­ mediante el reconocimiento estatal de un solo
no le costaría una intervención. La reticencia gremio por industria. El índice de trabajadores
de los grandes empresarios estaba ligada, na­ sindicalizados bajo este régimen aumentó es­
turalmente, al alarmante cambio que enfren­ pectacularmente: de una masa de tres millones
taban en sus relaciones con los obreros, orga­ y medio de trabajadores, 473.000 estaban sin­
nizados en sindicatos masivos que ahora se dicados en 1940, medio millón en 1946, y más
sentían apoyados por el Estado. La percepción de dos millones en 1950. Pero el crecimiento
de este cambio era, además, amplificada dia­ exponencial de la organización de los obreros
riamente en la retórica oficial que celebraba la bajo signo peronista no garantizó el orden
transformación del lugar de la clase obrera en buscado por Perón. De hecho, los primeros
el conjunto de la sociedad. De hecho, el tem­ años de su gobierno fueron de intensa movili­
prano rumbo de la economía no había estado zación y abundantes huelgas: 142 en 1946, 64
ligado exclusivamente a la decisión de proteger en 1947 y 103 en 1948 (huelgas de trabajado­
la industria, sino también a la de estimular el res de la carne, portuarios, petroleros, munici­
consumo interno a expensas de la exporta­ pales, metalúrgicos, bancarios, gráficos, entre
ción, mientras se expandían los programas so­ otras). Estas medidas de fuerza no estaban di­
ciales iniciados desde la Secretaría de Trabajo. rigidas contra el gobierno, sino contra patro­
Una vez más, esta dirección provenía de la ad­ nes remisos a consolidar los cambios reciente­
ministración precedente. En plena campaña mente impuestos desde el Estado. Fue la
electoral (20 de diciembre de 1945), Farrell movilización obrera, entonces, lo que impulsó
-siguiendo directivas de Perón- había intro­ la expansión y consolidación de los logros que
ducido por decreto un aumento general de sa­ habían comenzado como decretos del gobier­
larios, la extensión de las vacaciones pagas a la no militar. La huelga era, como ha mostrado
mayoría de los trabajadores, mayores indem­ Louise Doyon, la herramienta que los obreros
nizaciones por despido, y (para indignación de utilizaron para transferir la victoria política de
los empresarios) el aguinaldo que debía pagar­ 1946 al área de las relaciones de trabajo.
se a partir de ese mismo año. Entre 1945 y Aunque el gobierno miraba con ojo críti­
1949, los salarios reales de los trabajadores ar­ co muchas de estas medidas de fuerza,‘ los
gentinos aumentaron el 62%, y los sectores huelguistas eran, en su enorme mayoría, pe­
más pobres de la sociedad experimentaron el ronistas, y no sólo porque el peronismo les
308 mayor aumento de bienestar de la historia. había brindado muchas y muy concretas me­
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

El secretario general de la CGT, Iosé Espejo, condecora a Eva Perón con la “Medalla peronista en grado extraordinario", el l7
de octubre de 1951. Archivo General de la Nación.

joras. La enorme receptividad que el discurso Este lugar era definido de muchas mane­
de Perón encontró en estos medios estaba li­ ras, porque pronto fue evidente que para que
gada, también, al establecimiento de una no­ el apoyo de los obreros fuese compatible con
vedosa conexión entre un líder político y una los proyectos de su líder, éste iba a procurar
audiencia de clase trabajadora. Como ha se­ controlarlo y encauzarlo por canales determi­
ñalado Daniel James, Perón cultivaba una nados. Las ruidosas huelgas de aquellos años
asombrosa sintonía con imágenes, expresio­ fueron posibles porque la CGT todavía no se
nes, prejuicios y hasta chistes de la cultura po­ había transformado en lo que sería a partir de
pular de la época. Introdujo un discurso polí­ 1949: un organismo centralizado que contro­
tico diferente, transmitido en lenguaje realista laba férreamente a los sindicatos, y cuya rela­
y concreto, que asumía como propios algunos ción con el régimen era de unívoca identidad,
prejuicios populares comunes (como el odio la “Tercera Rama” del partido (después de las
a la oligarquía terrateniente, el antiintelectua­ femenina y masculina), según la fórmula con­
lismo y, más tarde, el anticlericalismo), que sagrada en el congreso de abril de 1950. Para
glorificaba la cultura obrera y que daba por llegar a éste, el ideal de Perón, la organización
un hecho, a la vez, su lugar central en la co­ tuvo que ser antes purgada de dirigentes sindi­
munidad nacional. cales independientes. El primer secretario de 309
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

la CGT, el dirigente telefónico (y fundador del nografía y formatos de las celebraciones masi­
Partido Laborista) Luis Gay, fue defenestrado vas que recreaban la consagración pública del
en 1948. Sus reemplazantes, Aurelio Hernán­ lazo entre Perón y los trabajadores se fueron
dez y luego el incondicional José Espejo, eran homogeneizando progresivamente, como ins­
figuras desprovistas de inquietante vuelo pro­ tantáneas de la evolución del experimento po­
pio. Una operación de ordenamiento similar lítico iniciado en 1945. La memoria de octubre
se había realizado en el frente político. En las se fue estilizando: en las recreaciones anuales
provincias, donde el peronismo había triunfa­ de la gesta desaparecieron los signos de auto­
do gracias a la alianza con diversas entidades nomía obrera, o el recuerdo del papel de los
políticas preexistentes (nacionales o regiona­ mediadores entre Perón, sus enemigos milita­
les), las intervenciones federales pusieron en res y los obreros; paralelamente, apareció cada
claro que quienes quisieran participar del vez más prominentemente el papel (inventa­
nuevo orden deberían renunciar al _vicio de la do) de Evita. Los actos tradicionales del l" de
indisciplina política. El Partido Laborista, por mayo -que durante las décadas precedentes se
su parte, adolecía de independencia y divisio­ habían convertido en eventos festivos de sirn­
nes internas, males que, después del triunfo bología profusamente nacional— experimenta­
electoral, Perón ya no necesitaba tolerar. Los ron un proceso paralelo de peronización. A lo
choques con los dirigentes obreros más inde­ largo de nueve años, el peronismo reemplazó
pendientes se iniciaron a principios de 1946, la memoria de las tradicionales fiestas socialis­
en una sorda lucha que se prolongaría por dos tas por la de un pasado de violencia y repre­
años. El resultado fue la eliminación de los lí­ sión —cuyo único referente real se remontaba a
deres laboristas más díscolos (Cipriano Reyes, la largamente desaparecida tradición anar­
por ejemplo, pasaría el resto de la década pe­ quista de principios de siglo- que permitiera
ronista en prisión), y el inicio de un largo ca­ contrastarlo con el tono celebratorio de tiem­
mino de peronización del aparato político pos presentes. En ambas fechas, un dispositivo
-bautizado Partido Peronista- en enero de estatal cada vez más complejo dirigía los pasos
1947- que organizaba a las fuerzas reunidas en del ritual de reafirmación del lazo entre los
la elección en una entidad que se definía, aho­ trabajadores y los líderes peronistas.
ra sin ambigüedades, por la lealtad a su líder. El aumento del control que Perón ejercía
Las manifestaciones populares de dicha dentro de su movimiento era parte de un pro­
lealtad fueron cuidadosamente formalizadas ceso más amplio, que estaba afectando a la so­
desde el gobierno mediante un aparato propa­ ciedad entera. Algunos de los signos de esta
gandístico cuyo uso extensivo revela una com­ tendencia eran la remoción de la mayoría de
prensión muy moderna del papel de los me­ los miembros de la Corte Suprema y su reem­
dios masivos de comunicación en la política. A plazo por magistrados más dóciles (abril de
partir de 1946, el 17 de octubre fue convertido 1947); la censura de la radio y prensa no pero­
en feriado, decisión que inscribía la génesis del nistas mediante medidas diversas (tomadas
peronismo en la genealogía histórica nacional, por una comisión parlamentaria liderada por
y la equiparaba a las fechas conmemorativas el diputado Emilio Visca, que clausuró la ma­
310 de la fundación de la Nación. Discursos, ico­ yoría de los diarios opositores y controló el ra­
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

cionamiento selectivo de papel) y su reempla­ constituyendo una nueva herramienta de uni­


zo por un imponente aparato de propaganda ficación cuya eficacia comprobaron centena­
centralizado desde la Secretaría de Prensa y res de publicaciones clausuradas por olvidar
Difusión; la intimidación y arresto de políti­ publicar la frase conmemoratoria indicada
cos opositores, etc. Este giro estaba sin duda li­ por el gobierno.
gado a la intransigencia de origen que en 1945 Nadie sintió tan intensamente esta presión
había signado las relaciones entre el peronis­ unificadora como los argentinos que vivieron
mo y la oposición, cerrando muchas posibili­ la década peronista desde la oposición. Su voz
dades de entendimiento. Pero sus raíces más política más articulada estuvo en la Cámara de
profundas también pueden rastrearse en el Diputados y en los grandes diarios tradiciona­
universo ideológico de Perón, en el que con­ les (hasta que en 1951, La Prensa fue expropia­
cepciones militares de orden y jerarquía deja­ da y convertida en órgano de la CGT, y La Na­
ban poco espacio a la espontaneidad o a la ción fue poniendo sordina a sus críticas
coexistencia con elementos que no cuadraran iniciales). Pero en esta era de polarización, el
fácilmente en un proyecto dado. Dichos prin­ antiperonismo fue mucho más que la expre­
cipios aparecían ya en sus primeros escritos sión de oposición política a un gobierno. A di­
sobre estrategia de guerra, pero sólo pudieron ferencia de los dirigentes agropecuarios o in­
ser aplicados en un proyecto global de “Co­ dustriales, el grueso de las clases medias no
munidad Organizada” cuando las riendas del había sido afectado decisivamente por los
poder estuvieron firmemente controladas. cambios económicos y sociales introducidos
por el peronismo. Lo que simpatizantes radi­
cales (indignados por la persecución de sus re­
APOGEO Y CRISIS DE LA COMUNIDAD presentantes), docentes (obligados a politizar
ORGANIZADA (1950-1955) sus clases), periodistas (silenciados), profeso­
res universitarios (reemplazados por colegas
En 1950, la inicial heterogeneidad del pe­ nacionalistas o católicos integristas), emplea­
ronismo había sido reemplazada por la férrea dos públicos (forzados a afiliarse al partido
centralización y la personalización, en una di­ oficial), estudiantes universitarios (agredidos
námica que tendía a englobar a toda la socie­ por la retórica antiintelectual y la intervención
dad. La coincidencia de dicho contexto con la de la universidad) y oficiales de las Fuerzas Ar­
conmemoración del centenario de la muerte madas (molestos ante el clima de revancha so­
del general José de San Martín proporcionó cial y la politización impuesta a su institución)
una doble oportunidad de asociar al partido más resentían del peronismo era el sinnúmero
gobernante con las más incontestables tradi­ de imposiciones -algtmas graves, otras sirn­
ciones históricas nacionales y de poner a prue­ plemente exasperantes— que la era de la justi­
ba el poder homogeneizador del gobierno so­ cia social les había deparado. De este modo, la
bre la sociedad. Así, los omnipresentes y vida cotidiana se politizó a niveles sin prece­
vigorosos homenajes al Libertador fueron la dentes, haciendo que los hechos más nimios
ocasión de irnaginativos paralelos entre el fun­ de la vida pública, y muchos de la privada, ad­
dador de la Patria y el de la Nueva Argentina, quiriesen significado político. El antiperonis­ 311
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

mo se transformó en la clave (tácita o explíci­


ta) que recorría toda una cultura cotidiana de
la “contra”. Dominaba con más unanimidad
en algunos medios (intelectuales, terratenien­
tes) que en otros, donde había más fluctua­
ción y divisiones internas (católicos, militares,
industriales). Pero era una grilla de interpreta­
ción de la realidad que compartían sectores
cada vez más amplios de las clases medias,
aglomerando en una identidad común a ar­
gentinos de los orígenes ideológicos más di­
versos.
La Iglesia también se había visto afectada
por la dinámica política general. Por un lado,
el peronismo se había apropiado de espacios
tradicionalmente suyos, como la beneficencia
y la ayuda a mujeres y niños. Sin abandonar la
impronta católica de las organizaciones asis­
tenciales tradicionales, las peronistas combi­ gd [Slug
S
naban simbología religiosa con un sello parti­
dario mucho más vigoroso. Por otro lado, los
Caricatura de Perón, realizada por Tristán en La
cuadros católicos que habían abrazado la ex­ Vanguardia, titulada: “Escalera a dos puntas”. Alude a que
periencia peronista —rechazando las presiones mientras en Buenos Aires Perón se entretenía con los

contrarias de su entorno social- comenzaban poderosos, Eva Perón aparecía obsequíando a los pequeños
“descamisados” del interior.
a reconocerse cada vez más en las objeciones
de la clase media. En un gobierno que deman­ peronista”, definido como una religión popu­
daba lealtad excluyente, su doble identidad de lar, desinteresada de las formas pero respetuo­
católicos y peronistas se volvía cada vez más sa de la esencia social del mensaje de Cristo,
difícil. Muchos debían optar, y cada vez eran reemplazó al respetuoso catolicismo tradicio­
más los que optaban por retornar a la Iglesia. nal de los orígenes. Las huellas de este cambio
La crítica al autoritarismo reflejaba un desen­ son múltiples: están en la definición del buen
canto más general ante la evidencia de que el o mal cristiano formulada por los líderes pe­
peronismo no era el instrumento de instaura­ ronistas, en los contenidos religiosos de la
ción de la utopía de sociedad cristiana. Hacia “Doctrina Nacional”, en una nueva apertura
1950, el gobierno se había disociado de su ini­ oficial hacia los cultos no católicos, en las
cial imagen piadosa y se mostraba más reacio imágenes religiosas introducidas en la educa­
a responder a las demandas de la jerarquía. ción a partir de 1952, que competían exitosa­
Paralelamente, el lugar del catolicismo en el mente con una lánguida instrucción religiosa.
universo referencial peronista experimentó Están, en fin, en la “canonización laica” de Eva
312 una metamorfosis. Un nuevo “cristianismo Perón.
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

El lugar prominente que ésta alcanzaría en un sinfín de servicios a los sectores más vulne­
la experiencia peronista no fue evidente desde rables de la sociedad, consolidaron la imagen
el principio. Si bien su pasado poco conven­ de Evita como agente personal de la justicia
cional, su estilo directo y su constante presen­ social. La Fundación fue el instrumento ideal
cia durante la campaña electoral habían lla­ de ejecución de dicha obra y de construcción
mado la atención, los inicios de esta primera de dicha imagen. La exuberante propaganda
dama no dieron una inmediata idea de su pa­ que rodeó a esta ayuda de sello fuertemente
pel en el proyecto peronista. Las primeras personalista y las historias sobre el financia­
campañas oficiales asociadas a su nombre —la miento obtenido de manera poco espontánea
ley de sufragio femenino y la legalización de la contribuyeron, paralelamente, a consolidar la
instrucción católica en las escuelas públicas, leyenda negra de Evita enla oposición.
sancionadas en agosto de 1946 y marzo de En 1951, la estrella de Evita estaba en su
1947, respectivamente- la mantenían en un apogeo. En un multitudinario “Cabildo Abier­
lugar relativamente tradicional, asociado a to” del justicialismo, convocado el 22 de agosto
cuestiones religiosas y femeninas. Incluso en en la avenida Nueve de Julio, la CGT solicitó
su viaje a Europa en calidad de embajadora del públicamente para la primera dama la candida­
peronismo -matizado por acogidas gloriosas tura a vicepresidente en las elecciones de no­
en la España de Franco, y menos gloriosas en viembre, honor que ella rechazó días más tarde
el Vaticano de Pío XII- se mantuvo este tono. en circunstancias nunca bien esclarecidas. Fue
Fue a su vuelta, con su intervención cada vez en esos días también que los rumores sobre la
más abierta en asuntos de Estado, su control gravedad de su enfermedad comenzaron a cir­
de sectores importantes de la prensa, la expan­ cular. El tono de los discursos de Evita -que ha­
sión de su actividad mediadora en el Ministe­ cía mucho que se había liberado de libretos pa­
rio de Trabajo, la creación de la Fundación de ra dar rienda suelta a la fuerza de su pasión y
Ayuda Social María Eva Duarte de Perón (ju­ fanaüsmo- se endureció cada vez más. En
nio de 1948) y la del Partido Peronista Feme­ mensajes cargados de emoción, que hablaban
nino (julio de 1949), que la identidad política de enemigos conspirando en la sombra y de
de “Evita” adquirió un giro decisivo. Su activi­ una adhesión peronista ligada a imágenes de
dad vertiginosa era siempre desplegada en vida y muerte, Evita contribuyó a alimentar el
nombre de Perón, pero definía espacios de po­ enrarecido clima de polarización que envolvía a
der en los que la figura dominante era indis­ toda la sociedad. Su agonía y muerte -ocurrida
cutiblemente suya. Gradualmente, algunos de el 26 de julio de 1952, a los 33 años- desenca­
estos espacios fueron adquiriendo más irnpor­ denaron una de las manifestaciones de dolor
tancia en su agenda cotidiana y definieron popular más memorables de la historia argen­
irreversiblemente su imagen. El despliegue de tina. Oraciones callejeras masivas, peregrina­
ayuda directa a los necesitados (que incluía el ciones a Luján, la multitud esperando bajo la
regalo de dinero en efectivo a gente que hacía lluvia durante días enteros para decir un póstu­
cola frente a su oficina), la construcción de vi­ mo adiós personal, velorios grandes y peque­
viendas populares, los hospitales, las escuelas, ños en todo el país: imágenes de una devoción
los hogares de ancianos, los regalos infantiles y de espontaneidad inconfundible, y de naturale­ 313
LA DIMENSIÓN POLITICA

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La Fundación Eva Perón proyectó su acción fuera del país. Camiones del organismo llevan ayuda a Cuzco. Perú. Archivo
General de la Nación.

za muy diferente a la manipulación del fenó­ sivamente en este resultado. Este peronismo
meno orquestada por Raúl Apold, director de triunfante estaba más unificado que nunca: sus
la Secretaría de Prensa y Difusión. colaboradores eran ahora figuras cuya enver­
Esto ocurría durante los primeros meses gadura era menos segura que su incondiciona­
de la segtmda presidencia de Perón. La posibi­ lidad al líder. La defenestración del prestigioso
lidad misma de una segunda presidencia había equipo del gobemador de Buenos Aires, Do­
sido creada por la reforma de la Constitución, mingo Mercante, mostró esta tendencia a la luz
que en 1949 introdujo la figura de la reelección del día. Sin embargo, los cómputos mostraban
presidencial para un segundo término conse­ también que a pesar (o a causa) de los esfuer­
cutivo. Los comicios de noviembre de 1951 re­ zos oficiales por construir una sociedad unáni­
velaron que una importante mayoría de la so­ me, la oposición (concentrada ahora en el vo­
ciedad apoyaba al peronismo: era el holgado to radical) era irreductible. En la Capital, ésta
62,5 % de los votos que daba al oficialismo la representaba el 45 por ciento de los votos.
unanimidad en el Senado, el control de todas Un signo de la gravedad de la polarización
las provincias y una mayoría muy amplia en política se había puesto en evidencia durante la
Diputados. Las mujeres, que votaban por Pre­ campaña electoral. El 28 de septiembre, una
314 sidente por primera vez, habían influido deci­ sublevación militar liderada por el general
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

Benjamín Menéndez fue aplastada a tiempo, lo de la industria pesada y la producción rural;


pero expuso el profundo malestar en los me­ para sorpresa de los estancieros, el IAPI se con­
dios militares, atravesados también por la divi­ virtió en protector del campo. En sus últimos
sión entre peronistas y antiperonistas. Líderes tramos, el gobiemo incluso promovió conce­
y soldados involucrados fueron castigados, siones a grandes empresas extranjeras en áreas
aunque sin demasiada severidad. El peso de la ideológicamente sensibles como los yacimien­
retórica de revancha cayó, sin embargo, sobre tos petrolíferos, contradiciendo los artículos
la oposición partidaria, acusada (no del todo nacionalistas de la Constitución de 1949.
injustamente, en algunos casos) de alentar a los Ante este viraje que las favorecía, las orga­
militares golpistas. El antiperonismo había en­ nizaciones patronales tradicionales, como la
trado en la categoría de traición a la patria, una Bolsa de Comercio, la Unión Industrial
especie de sociedad paralela con la cual la con­ Argentina y la Sociedad Rural, transformaron
vivencia parecía cada vez más problemática. su oposición sistemática en un apoyo entu­
Este endurecimiento del discurso político siasta de las medidas. Sus declaraciones favo­
se insertaba en un contexto de creciente auste­ rables al cambio, acompañadas de signos ri­
ridad. Hacia 1949, los indicadores económicos tuales de sometimiento, cubrían mal una
ya acumulaban señales alarmantes -aumento oposición política ya irreversible. La creación
de la inflación, déficit de las empresas de una organización empresarial más explíci­
nacionalizadas, caída de la producción indus­ tamente alineada con el oficialismo -la Confe­
trial. Este cambio tenía origen en el deterioro deración General de Empresarios (CGE), fun­
de los términos de intercambio de la Argenti­ dada a principios de 1953- llevó mucho
na, cuya exportación de productos tradiciona­ tiempo y debió reclutar la mayor parte de sus
les experimentó una baja estrepitosa a la que miembros en las empresas del interior.
tampoco eran ajenos algimos factores locales, Más importante aún, el cambio de rumbo
como la política reguladora de precios del económico afectó las bases mismas de apoyo
IAPI, el aumento del consumo intemo y una del gobierno, que abandonaba las políticas re­
devastadora serie de sequías. A principios de distributivas por rigurosos planes de austeri­
1949, el equipo de Miranda fue reemplazado dad y un insistente énfasis en la disciplina la­
por el de Alfredo Gómez Morales. Pero el ver­ boral y la productividad. La coyuntura de
dadero giro económico no fue adoptado hasta crisis puso de relieve una de las tensiones cen­
después de la victoria electoral. La nueva trales del fenómeno peronista, hasta entonces
orientación —definida en un Plan Económico y disirnulada bajo la prosperidad de la posgue­
el Segtmdo Plan Quinquenal, lanzados en’ fe­ rra. Por un lado, Perón se había convertido en
brero y diciembre de 1952, respectivamente­ el heraldo de la modernidad económica me­
revertía mucho de lo que había sido más popu­ diante un discurso y una práctica que daban
lar en las políticas iniciales. El énfasis viró ha­ clara prioridad al desarrollo industrial. Por
cia la promoción de inversiones destinadas a la otro, su existencia política estaba irreversible­
productividad, la flexibilización de las políticas mente ligada al apoyo de la clase trabajadora y
cambiarias, restricción de créditos y obras pú­ su identificación con la justicia social. Cuando
blicas, el estricto control de precios, el estímu­ la crisis económica -la inflación en particu­ 315
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

lar- erosionó las conquistas salariales de los mo parte del nuevo plan de austeridad, una
años cuarenta (en 1952, el salario promedio intensa silbatina, dirigida contra el secretario
real de un trabajador no especializado había general de la CGT Iosé Espejo al entrar a un
caído el 21% con respecto al de 1949) y cuan­ estadio de fútbol, precipitó su renuncia.
do fue evidente que, en la lucha contra dicha Además del énfasis en la productividad, el
erosión, los trabajadores ya no contaban con Segundo Plan Quinquenal consagraba la adop­
el apoyo del gobierno (Evita, que se había ción de la doctrina justicialista como “Doctrina
mantenido cerca de las bases sindicales y lejos Nacional”. Esto significaba que sus preceptos
de los empresarios, había muerto), las tensio­ —elaborados por Perón y desarrollados más for­
nes entre el liderazgo peronista y las bases malmente en una nueva Escuela Superior Pero­
obreras se agudizaron. nista- iban a guiar a todas las organizaciones
Dichas tensiones eran, sin embargo, subte­ del pueblo que, según el plan del Presidente,
rráneas. La propaganda oficial -los diarios, la encuadraban a la Comunidad Organizada. Con
radio, la iconografía, los discursos, los rituales la creciente importancia acordada a esta em­
políticos— seguía celebrando la identificación presa de unificación espiritual, el gobiemo co­
entre el peronismo y los trabajadores. Perón menzó a prestar más atención a la educación.
mismo nunca renunció a esta imagen de iden­ Los libros de texto escolares -a los que en 1952
tificación con sus bases sindicales, única fuen­ se había sumado, como lectura obligatoria en
te confiable de apoyo en un mapa político todos los niveles de la educación pública, la au­
donde los enemigos se estaban acumulando. tobiografia de Evita, La Razón de mi vída- fue­
Por eso muchas de las demandas obreras -co­ ron aggiornados siguiendo nuevas regulaciones
mo las de la huelga ferroviaria de 1950-1951, del Ministerio de Educacion. Tal es el origen de
que costó el despido a muchos trabajadores y los famosos libros de lectura peronistas, cuyo
la intervención a la Unión Ferroviaria- fueron abierto contenido político tuvo efectos dificiles
satisfechas públicamente sólo después de in­ de evaluar en la conciencia de los niños, pero
tensa represión. Dicha represión era delegada muy fáciles de evaluar en la de los padres de la
en manos de los dirigentes de la CGT (que exasperada oposición.
reactivó su retórica anticomunista, intervino La peronización de los contenidos educa­
sindicatos y arrestó dirigentes disidentes) y, a tivos fue completada con la Unión de Estu­
menudo, de la policía. Aunque los directivos diantes Secundarios (UES), destinada a en­
de la CGT no hacían más que representar leal­ cuadrar las actividades extraescolares de los
mente las tendencias dictadas por Perón, las estudiantes mediante la organización de com­
manifestaciones de desacuerdo de las bases petencias deportivas, picnics, entretenimiento
concentraron el peso de su crítica en la direc­ y vacaciones organizadas y gratuitas. La UES
ción de dicho organismo. Pero como las huel­ fue el último y más polémico intento de orga­
gas se habían tomado un método demasiado nizar una comunidad peronista y completaba
peligroso, fueron reemplazadas por manifes­ así la cadena de organizaciones de corte cor­
taciones de protesta menos arriesgadas. En poratista, de éxito desigual, que el gobierno
septiembre de 1952, poco después del conge­ había promovido en diferentes ámbitos de la
316 lamiento de salarios de dos años decretado co­ sociedad civil: CGT (trabajadores), CGE (em­
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

i Ricardo Balbín y Arturo Frondizi constituyeron la fórmula opositora en los comicios de l9S2.

presarios), CGP (profesionales) y CGU (estu­ multitud de partidarios concentrados en Plaza


diantes universitarios). La UES era, además, la de Mayo. El saldo del atentado fue de siete
culminación de una tendencia de atención muertos y 93 heridos. Esa noche, las sedes de
creciente a la juventud, que estaba ligada a la los partidos Radical y Demócrata fueron ataca­
necesidad de ampliar las fuentes de apoyo del das y las del Iockey Club y el Partido Socialista,
peronismo, siempre tan dependientes del con­ incendiadas. La reacción oficial a las bombas
trol de la CGT sobre las bases obreras. A par­ —obra de células antiperonistas que contaban
tir de 1953, los jóvenes se convirtieron en el con miembros de la sociedad más tradicional­
centro de las atenciones oficiales. El tiempo fue una ola de alrededor de cuatro mil arres­
que Perón (ya viudo) y sus colaboradores más tos en pocos días. La composición de las pri­
próximos pasaban viendo las exhibiciones de­ siones —donde dirigentes radicales y socialistas
portivas de los adolescentes de la organización compartían la experiencia con conservadores,
y, sobre todo, la instalación de la rama femeni­ católicos y miembros de la alta sociedad,
na en los jardines de la residencia presidencial, acompañados de figuras de la cultura nacional
fomentaron sórdidas historias de corrupción y el deporte- daba prueba de los niveles de
moral que perjudicaron fatalmente la imagen polarización producidos por la experiencia
del gobierno. del peronismo.
En este contexto irrumpieron pruebas Tal vez por lo alarmante de esos signos, la
dramáticas de la subyacente tensión política. violencia cedió paso a un esfuerzo de disten­
El 15 de abril de 1953, dos bombas terroristas sión. En diciembre, una ley de amnistía bene­
explotaron mientras Perón se dirigía a una fició a la mayoría de los presos políticos. Perón 317
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

hizo referencias a la posibilidad de diálogo con mo y de “infiltración en las organizaciones del


sectores de la oposición, opción aplaudida en pueblo”. El aparato partidario secundó al líder
los editoriales de La Nación. Algunos dirigen­ inmediatamente. En esos días, discursos y artí­
tes opositores, como el conservador Federico culos en los medios oficialistas compeúan en su
Pinedo, procuraron cambiar el clima de en­ anticlericalismo. Las declaraciones fueron se­
frentamiento. Los indicadores económicos guidas por medidas concretas: arresto de sacer­
mostraban que lo peor de la crisis había sido dotes, supresión de cinco feriados religiosos,
superado, y el resto del año transcurrió sin desmantelamiento del espacio del catolicismo
presagios de cambios políticos inminentes. en el Ministerio de Educación. En el Congreso,
Distensión efímera, no obstante. El discur­ los diputados aprobaron vertiginosamente una
so presidencial del 17 de octubre de 1954 re­ serie de medidas de inconfundible tono an­
tornó al conocido tema de la oposición. Esta tieclesiástico: equiparación de derechos de
vez, Perón hizo referencia a un enemigo nuevo, hijos “legítimos” e “ilegítimos”, supresión de
cuya identidad no resultó inmediatamente cla­ la enseñanza religiosa, legalización del divor­
ra. La campaña anticlerical lanzada en esos días cio y, finalmente, un proyecto de reforma
pronto reveló que el nuevo enemigo del pero­ constitucional destinado a separar la Iglesia y
nismo era la Iglesia. Como se ha visto, la diso­ el Estado.
ciación entre el universo católico y el peronista La reacción católica -que fue una reacción
precedía al conflicto de 1954-1955. Cuando és­ de los cuadros laicos medios, y no de una je­
te estalló, el peronismo ya tenía un discurso re­ rarquía que buscó sobre todo conciliación- se
ligioso propio que era difícilmente compatible manifestó en una campaña de panfletos que
con el eclesiástico. Paralelamente, los católicos desafió todos los controles oficiales. Los defen­
opositores habían descubierto que su identi­ sores de la Iglesia encontraron apoyo en secto­
dad religiosa podía proporcionar un espacio a res muy diversos de la sociedad. La procesión
salvo de la peronización general de la socie­ de Corpus Christi del ll de junio de 1955 (cul­
dad. Al reivindicar su pertenencia a la Iglesia y minación de la segimda fase del conflicto des­
el derecho a pronunciarse sobre temas de la pués de una tregua estival) se convirtió en una
vida pública desde su doctrina, las organiza­ verdadera manifestación antiperonista. A los
ciones de estudiantes, profesionales y empre­ militantes de la Acción Católica se unieron ca­
sarios católicos reafirmaban implícitamente tólicos más tibios, cuya identidad religiosa se
su voluntad de sustraerse de los brazos de la encendió a la hora de defender a la Iglesia de
Comunidad Organizada. La competencia con los ataques del “tirano”. Radicales laicistas, so­
las organizaciones promovidas desde el Esta­ cialistas y comunistas marcharon con esta
do era evidente. En Córdoba, los actos católi­ multitud al grito de “¡Viva Cristo Rey! ”.
cos de celebración del Día del Estudiante de El Poder Ejecutivo reaccionó expulsando
1954 empañaron los festejos promovidos por del país a dos obispos que habían oficiado la
la UES. misa de Corpus Christi en la catedral metropo­
El conflicto emergió a la superficie el ll de litana, bajo acusaciones de promover el reem­
noviembre de 1954, cuando Perón acusó a plazo de una bandera nacional por la del Vati­
318 ciertos miembros de la Iglesia de antiperonis­ cano. El 16 de junio, después de un golpe
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

fallido de la Marina que dejó un saldo de nu­ divisiones internas de la institución. En la


merosos muertos y heridos civiles, la Curia Marina, donde numerosos oficiales estaban
metropolitana y las iglesias principales del pagando por su participación en el reciente
centro de Buenos Aires (no las de los barrios) golpe fallido, el sentimiento conspirador per­
fueron incendiadas. El eco de los ataques a manecia muy vivo, aun antes de que el discur­
edificios de la “contra” del año anterior reso­ so presidencial reinstalara el clima de urgen­
naba en este último episodio —el más especta­ cia. Pero la experiencia había enseñado que la
cular- del enfrentamiento de dos Argentinas victoria era imposible sin la cooperación del
que ya no podían convivir en paz. Ejército, que en junio se había mostrado muy
La sucesión de episodios tan tramnáticos y leal al gobierno. Para el contralmirante Isaac
cargados de contenido simbólico -bombar­ F. Rojas, la figura más importante de la cons­
deos en pleno Buenos Aires, incendios y sa­ piración naval en curso aquel agosto de 1955,
queos rituales de iglesias— tuvo el efecto de lla­ nada era menos claro que el apoyo del Ejérci­
mar ala sobriedad. En el gobierno se consideró to. Entre los raros generales de esa fuerza in­
llegado el momento de detener la dinámica teresados en la empresa, Pedro E. Aramburu
conflictiva llamando a la conciliación. El 15 de optó por abandonar el proyecto, convencido
julio, Perón se dirigió al país en calidad de pre­ de que faltaba el consenso necesario.
sidente “de todos los argentinos, amigos o ad­ Es por esta razón que la revolución que ce­
versarios”. Por primera vez desde 1946, voces rraría la década peronista no comenzó en Bue­
opositoras reaparecieron en los medios de co­ nos Aires, sino en Córdoba, ciudad de antigua
municación. Pero la política de pacificación tradición católica donde el enfrentamiento en­
estaba destinada al fracaso, por haber nacido tre el gobiemo y la Iglesia había sido vivido
demasiado tarde y desprovista de genuina vo­ con gran intensidad, y donde sí abundaban
luntad política. Los dirigentes opositores co­ oficiales del Ejército dispuestos a arriesgarlo
menzaron por demandar el desmantelamien­ todo para derribar a Perón. Es también por eso
to de la estructura legal represiva. Apenas que un general con relaciones personales cor­
iniciado este camino, Perón se negó a ceder, y dobesas, Eduardo Lonardi, se convertiría en el
la dinámica polarizada de una década reemer­ jefe de la nueva rebelión militar, que estalló el
gió en toda su irreversibilidad. Reaparecieron 16 de septiembre. A diferencia de las anterio­
los rumores y panfletos hablando de conspira­ res, en tres días ésta se propagó al resto del país.
ciones inminentes. Los violentos incidentes El éxito estaba lejos de ser evidente, sin embar­
callejeros cotidianos eran otra prueba del ma­ go, a juzgar por los enfrentamientos armados
lestar general. En este contexto, la retórica ofi­ en numerosos puntos —Corrientes, Puerto Bel­
cial recuperó su tono más incendiario y cul­ grano, Córdoba- en los que las tropas leales li­
minó el 31 de agosto en un discurso en el que deradas por el general Franklin Lucero opusie­
Perón habló a sus seguidores del enfrenta­ ron gran resistencia a los revolucionarios. En
miento entre “ellos” y “nosotros” y de vengan­ todos los casos, se trataba de enfrentamientos
zas de “cinco por uno”. entre fracciones leales y revolucionarias de las
Estos desbordes producían alarma cre­ Fuerzas Armadas, es decir, entre profesionales
ciente en las Fuerzas Armadas, agudizando las de las armas. A pesar de los años de retórica 319
LA DIMENSIÓN POLITICA

Concentración espontánea en la Plaza de Mayo, al asumir la presidencia el general Eduardo Lonardi. el 23 de septiembre de
i955. Archivo General de la Nación.

política oficial saturada de imágenes de lealtad gió en la embajada paraguaya. La “Revolución


a muerte, la CGT llamó a los trabajadores a Libertadora”, como dio en llamarse el movi­
mantener la calma y abstenerse de participar miento triunfante, había puesto fin a la década
en los enfrentamientos. Fue la Marina, ya sóli­ peronista. Ése había sido su objetivo, aunque
damente alineada con el movimiento revolu­ poco más había en común entre los líderes de
cionario, el ámbito desde el que se lanzó la los sectores victoriosos; qué papel atribuirle al
amenaza que quebraría el equilibrio de fuer­ peronismo en una Argentina sin Perón era to­
zas: Rojas declaró el bloqueo de la costa bonae­ davía una pregtmta inexplorada. Pero por el
rense y amenazó con bombardear los depósi­ momento poco importaban los problemas im­
tos petroleros de La Plata y Dock Sud. El 19 de plícitos en la victoria de los revolucionarios. El
septiembre, Mar del Plata fue víctima de un 23 de septiembre, la Plaza de Mayo volvió a lle­
ataque naval que operó como advertencia. narse de una multitud, la otra multitud, que vi­
Después de muchos vaivenes, una Iunta Mili­ toreó enfervorizada al nuevo presidente, el ge­
320 tar aceptó la renuncia de Perón, quien se refu­ neral católico Eduardo Lonardi.
LA ERA PERONISTA (1943-1955)

ORIENTACIÓN BIBLIOGRAHCA

La bibliografia sobre el período 1943-1955 en fuentes originales, ROBERT PoTAsH recons­


es tan frondosa que ella constituye un libro en truyó la historia e ideología de la logia secreta
sí. Un útil trabajo de compilación (que incluye GOU en Perón y el GOU, Buenos Aires, 1984.
material publicado hasta 1993) ha sido efectua­ El lugar de la Iglesia en la experiencia militar
do por LAszLo HORVATH, A Half Century of Pe­ es reconstruido en mucho detalle por LORIS
ronism, 1943-1993, Stanford, Califomia, 1993. ZANATTA, Perón y el mito de la nación católica,
Las obras generales sobre la era peronista Buenos Aires, 1999. Una clásica crónica de los
son numerosas pero de calidad despareja. Una eventos que condujeron al triunfo del peronis­
panorámica vivaz y completa de todo el perío­ mo se halla en FELIX LUNA, EI 45. Crónica de un
do, con mucha información sobre la vida coti­ año decisivo, Buenos Aires, 1969 (existen edi­
diana en la sociedad peronista puede consul­ ciones posteriores).
tarse en FELIX LUNA, Perón y su tiempo, tres La bibliografía sobre los orígenes del pero­
tomos, Buenos Aires, 1984-1986 (primera edi­ nismo es muy abundante. La primera inter­
ción unificada, Buenos Aires, 1992). Dos li­ pretación sociológica articulada del fenómeno
bros de TULIO HALPERIN DONGHI, La democra­ es la de GINO GERMANI, Política y sociedad en
cia de masas, 3* edición, Buenos Aires, 2000, y una época de transición, Buenos Aires, 1962; la
Argentina en el callejón, Buenos Aires, 1999, hipótesis subyacente en este libro fue revisada
combinan crónica y agudo análisis. Sobre los por el mismo autor en: “El surgimiento del pe­
factores centrales del poder peronista, véase ronismo y los migrantes internos”, Desarrollo
PETER WALDMAN, El peronismo, Buenos Aires, Económico, n‘ 55, Buenos Aires, octubre-di­
1981. Aunque su foco de atención es el Ejército, ciembre 1974. T. HALPERIN DONGHI criticó es­
el libro de ROBERT PoTAsH, El ejército y la políti­ tas teorías en “Algunas observaciones sobre
ca en Ia Argentina. De Perón a Frondizi. 1945­ Germani, el surgimiento del peronismo y los
1962, Buenos Aires, 1981, contiene una amplia migrantes internos”, Desarrollo Económico, n°
descripción del contexto político de la época. 56, Buenos Aires, enero-marzo 1975. Una in­
También se ocupa PEDRO SANTOs MARTÍNEZ, La fluyente revisión crítica de las teorías de Ger­
Nueva Argentina 1946 -1955 2 vols., Buenos mani fue desarrollada por: MIGUEL MURMIS y
Aires, 1976. Otros libros generales, desde pers­ JUAN CARLOS PORTANTIERO, Estudios sobre los
pectivas muy críticas del peronismo, son los orígenes del peronismo, vol. l, Buenos Aires,
de RICARDO DEL BARCO, El régimen peronista 1972. IUAN CARLOS TORRE reconstruyó paso a
1946-1955, Buenos Aires, 1983, y HUGO GAM­ paso el lugar de los sindicatos en la etapa for­
BINI, Historia del peronismo, vol. 1, Buenos Ai­ mativa del peronismo, aportando valiosa
res, 1999. información y análisis en La vieja guardia sin­
Sobre el período 1943-1946, véanse: DA­ dical y Perón, Buenos Aires, 1990; artículos so­
NIEL RODRIGUEZ LAMAS, Rawson-Ramírez-Fa­ bre el momento fundacional del peronismo
rrell, Buenos Aires, 1983, y ALBERTO CIRIA, Par­ fueron reunidos por el mismo autor en El 17
tidos y poder en la Argentina moderna de octubre de 1945, Buenos Aires, 1995. RICAR­
(1930-1946), Buenos Aires, 1975. Basándose DO GAUDIO y JORGE PILONE pusieron en pers­ 321
LA DIMENSION POLITICA

pectiva el papel del Departamento de Trabajo class consciousness, Pittsburgh, Pennsylvania,


antes de Perón en “Estado y relaciones labora­ 1992.
les en el período previo al surgimiento del pe­ Los trabajos que Se concentran en aspectos
ronismo, 1935- 1943", Desarrollo Económico, n“ específicos del fenómeno peronista son muy
94, Buenos Aires, julio-Septiembre 1984. Un numerosos. Aquí Sólo Se mencionan algunos
balance de este nutrido debate puede encon­ en las áreas mejor conocidas.
trarse en EMILIO DE IPOLA, “Ruptura y conti­ Un temprano repertorio del debate teóri­
nuidad. Claves parciales para un balance de las co ideológico en torno del peronismo se
interpretaciones del peronismo”, Desarrollo encuentran en CARLOS FAYT, La naturaleza del
Económico, n" 115, Buenos Aires, octubre-di­ peronismo, Buenos Aires, 1967. Aspectos elec­
ciembre 1989. Un análisis del lugar que el de­ torales del peronismo (con detallados análisis
bate sobre los orígenes del peronismo ha ocu­ sociológicos de todas las elecciones entre 1946
pado en el universo intelectual argentino, Se y 1955) pueden consultarse en MANUEL MORA
halla en FEDERICO NEIBURG, Los intelectuales y Y ARAUJO e I. LLORENTE (comp.), El voto pero­
la invención del peronismo, Buenos Aires, 1998. nista, Buenos Aires, 1980. Las obras de EMILIO
Varios trabajos sobre la relación entre el DE IPOLA, Ideología y discurso populista, Bue­
peronismo y los sindicatos arrojan luz sobre nos Aires, 1983, y de SILVIA SIGAL y ELISEO VE­
sus orígenes y naturaleza. Entre ellos, cabe ci­ RÓN, Perón o muerte. Los fundamentos discursi­
tar loS de HUGO DEL CAMPO, Sindicalismo y pe­ vos del fenómeno peronista, Buenos Aires,
ronismo. Los comienzos de un vínculo perdura­ 1986, analizan la evolución del discurso políti­
ble, Buenos Aires, 1983; HIROSHI MATSUSHITA, co de Perón. En el libro de DANIEL JAMES, Re­
Movimiento obrero argentino, 1930-1945: sus sistencia e integración. El peronismo y la clase
proyecciones sobre los orígenes del peronismo, trabajadora argentina (1946-1976), Buenos
Buenos Aires, 1983, y IoEL HoRowITz, Argenti­ Aires, 1990, su autor pone el énfasis en la iden­
ne Unions, the State and the Rise of Perón, tificación que los obreros experimentaron con
1930-1945, Berkeley, California, 1990. En dos el universo cultural del peronismo. Desde una
artículos, LOUISE DOYON aportó valiosas pers­ perspectiva similar (que utiliza también testi­
pectivas para la comprensión de la relación monios orales), JAMES y MIRTA Z. LOBATO ana­
entre Perón y los sindicatos: “Conflictos obre­ lizan la cultura de género en las fábricas, en
ros durante el régimen peronista (1946­ DANIEL JAMES y PETER FRENCH (comp.), The
1955)”, Desarrollo Económico, n’ 67, Buenos gendered world of working women in Latin
Aires, octubre-diciembre 1977; “La organiza­ America, Durham, North Carolina, 1998. Los
ción del movimiento sindical peronista, 1946­ componentes de la ideología “justicialista" son
1955”, Desarrollo Económico, n" 94, Buenos Ai­ estudiados en CRISTIAN BUCHRUCKER, Nacio­
res, julio-Septiembre 1984. Artículos de ésta y nalismo y peronismo. La Argentina en la crisis
de otros autores han Sido reunidos en IUAN C. ideológica mundial (1927-1955), Buenos Aires,
TORRE (comp.), La formación del sindicalismo 1987. Los cambios económicos introducidos
peronista, Buenos Aires, 1988. Sobre el tema, por el peronismo han sido analizados crítica­
también puede consultarse a PETER RANIS, Ar­ mente por CARLOS DIAZ ALEJANDRO, Ensayos
322 gentine workers: Peronism and contemporary sobre historia económica argentina, Buenos Ai­
LA ERA PERONISTA (1943-195 5)

res, 1975, y menos críticamente por PABLO cultura popular. La Argentina peronista 1946­
GERCHUNOFF y LUCAS LLACH, El ciclo de la ilu­ 1955, Buenos Aires, 1983, y Treinta años de po­
sión y el desencanto. Un siglo de políticas econó­ lítica y cultura. Recuerdos y ensayo, Buenos Ai­
micas argentinas, Buenos Aires, 1998. La histo­ res, 1990. Véase también la obra de ERNESTO
ria de los aparatos de control social del GOLDAR, Buenos Aires: vida cotidiana en la dé­
peronismo (educación, beneficencia, rituales cada del 50, Buenos Aires, 1980. La compleja
políticos) es reconstruida de manera pionera relación de los intelectuales con el peronismo
por MARIANO PLOTKIN, Mañana es San Perón, ha sido objeto de varios estudios de calidad,
Buenos Aires, 1994. Para estudiar las relacio­ entre los que cabe citar a: OSCAR TERAN, Nues­
nes con las Fuerzas Armadas, se cuenta con los tros años sesenta, Buenos Aires, 1991; SILVIA S1­
trabajos ya clásicos de POTAsH, El ejército y la GAL, Intelectuales y poder en la década del sesen­
política citado, y de ALAIN ROUQUIE, Poder mi­ ta, Buenos Aires, 1991, y NEIBURG, op. cit. Las
litar y sociedad política en la Argentina, vol. II, relaciones del peronismo con la clase empre­
Buenos Aires, 1982. Una crónica pormenori­ sarial pueden consultarse en IORGE SCHVARZER,
zada de la Revolución de 1955 se encuentra en Empresarios del pasado. La Unión Industrial
ISIDORO I. RUIZ MORENO, La Revolución del 55, Argentina, Buenos Aires, 1991, y DARDO CU­
Buenos Aires, 1994, 2 vols. Las sinuosas relacio­ NEO, Comportamiento y crisis de la clase empre­
nes entre el peronismo y la Iglesia son analiza­ saria, Buenos Aires, 1984, 2 tomos.
das en LILA M. CAIMARI, Perón y la Iglesia cató­ Dos completas biografías de Perón, una
lica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina tradicional y otra novelada (pero basada en
(1943-1955), Buenos Aires, 1995. Sobre la uni­ información real) son las de JOSEPH PAGE, Pe­
versidad durante este período, véanse: CARLOS rón. A biography, New York, 1983, y TOMAS
MANGONE y IORGE WARLEY, Universidad y pero­ ELOY MARTÍNEZ, La novela de Perón, Buenos
nismo (1946-1955), Buenos Aires, 1984, y T. Aires, 1986. La bibliografía sobre Eva Perón
HALPERIN DONGHI, Historia de la Universidad constituye una categoría en sí. Dos de las más
de Buenos Aires, Buenos Aires, 1962. Los usos completas biografías son las de MARYSA NA­
que de la historia hicieron el peronismo y el VARRO, Evita, Buenos Aires, 1994, y OTELO
antiperonismo son el foco de atención de DIA­ BORRONI y ROBERTO VAccA, Eva Perón, Buenos
NA QUATROCCHl-WOISSON, Los males de la me­ Aires, 1970. La relación de Evita con las orga­
moria. Historia y política en la Argentina, Bue­ nizaciones femeninas del partido es recons­
nos Aires, 1995. Aspectos culturales y truida por SUSANA BIANCHI y NORMA SANcHIs,
cotidianos de la década peronista son descrip­ El Partido Peronista Femenino, Buenos Aires,
tos por ALBERTO CIRIA en dos libros: Políticaiy 1988.

323
10. DE PERON A PERÓN (1955-1973)
Samuel Amaral

Cuando Perón cayó, en septiembre de produjo esa transformación del peronismo,


1955, había sido presidente de la Argentina de la actitud de los otros partidos políticos
durante algo más de nueve años. En los die­ respecto del peronismo y del orden político
ciocho años que transcurrieron entre su caí­ argentino en los años de gran inestabilidad
da y su regreso al poder en octubre de 1973, que mediaron entre la caída de Perón y su re­
gobernaron diez presidentes. Tres de ellos greso al poder es el objeto de estudio de este
llegaron al poder por medio de elecciones, capítulo. La atención se concentra en los pro­
dos debido al distorsionado uso de los meca­ blemas políticos y en los principales actores.
nismos constitucionales de sucesión y los Eso no significa que no haya habido proble­
otros cinco como producto del ejercicio de la mas económicos u otros actores políticos.
fuerza. Ninguno -ni los presidentes elegidos Significa sí que el peronismo fue el gran pro­
ni los de facto— duró demasiado: dos perma­ blema político de esos años y que hasta que
necieron en el cargo menos de dos meses; éste no fue resuelto, no hubo manera de ata­
otro, nueve meses; y quien más estuvo, cayó car los otros problemas. Este capítulo se divi­
pocos días antes de cumplir cuatro años. de, aproximadamente, según las presidencias
Dentro del período de inestabilidad institu­ del período. La razón de esta división se en­
cional que se había inaugurado en septiem­ cuentra menos en la decisión de dar cuenta
bre de 1930 y se cerraría en 1983, el subpe­ de los logros o fracasos de cada uno de esos
ríodo 1955-1973 fue el más inestable. Esa presidentes que en la necesidad de explicar
inestabilidad se debió, sin duda, al problema cómo enfrentaron el problema que presenta­
que la herencia de Perón presentaba para el ba el peronismo y su conflictiva relación con
orden político de la Argentina: la reconstruc­ los otros actores. En primer lugar se explica,
ción democrática no podía realizarse con el esquemáticamente, cuáles fueron los moti­
peronismo, pero tampoco sin él. Fueron ne­ vos por los que cayó Perón; a continuación,
cesarios esos dieciocho años para que los dis­ los intentos efectuados para resolver el enig­
tintos actores políticos se aceptaran unos a ma peronista; y, finalmente, la resolución del
otros. Cuando en 1973 se restauró la demo­ enigma con el regreso de Perón y la integra­
cracia, el peronismo ya no era el paria políti­ ción del peronismo al orden político, y los
co de 1955 sino un partido más. Cómo se costos de esa operación. 325
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

PERON: LA CAÍDA nos liberales), sino por su incapacidad para lle­


var a cabo su revolución social sin alterar los
Perón cayó por tres motivos principales. principios fundamentales del orden político
En primer lugar, por la cuestionada legalidad democrático. Puede dudarse de la necesidad de
de la reforma constitucional de 1949 que per­ alterar éstos para producir aquélla, pero así fue
mitió su reelección dos años más tarde. En se­ como lo llevó a cabo Perón. Un político más
gimdo lugar, por la falta de legitimidad de su sutil de lo que él era por entonces, quizás hu­
gobierno. En tercer lugar, como reacción de la biese logrado producir cambios sociales -ya
sociedad frente a la expansión del Estado. Los que los económicos no se le cuestionaban- en
tres motivos están vinculados entre sí. La lega­ un contexto de libertad; pero Perón no logró
lidad del gobierno de Perón no pudo cuestio­ en sus casi diez años de gobierno aprender los
narse, aun cuando seiobjetasen sus métodos, rudirnentos de la política democrática. Había
hasta la reforma constitucional. El modo co­ llegado al poder sin necesidad de aprenderlos,
mo se aprobó la necesidad de la reforma hizo porque desde su punto de vista la política lo
que la legalidad subsiguiente fuese rechazada había ido a buscar. Los artificios de la política
por la oposición. La legitimidad del gobierno, se habían evaporado ante su sinceridad —o al
es decir, su aceptación por los derrotados, se menos así lo creía—. Denunciar la política sue­
perdió. Perón respondió acentuando la exclu­ le dar buenos resultados siempre que no se
sión de los opositores. El cambio de las reglas crea en la denuncia, pero él creyó sinceramen­
del juego político por Perón produjo su forta­ te. Durante sus años de gobierno, Perón usó
lecimiento en los sectores de la sociedad que del poder y supuso que de eso se trataba la
lo apoyaban y su paralelo debilitamiento en política. El resultado fue más su fracaso que el
los sectores que no lo apoyaban, profundizan­ de su proyecto: la sociedad argentina podía
dose la división de la sociedad argentina entre estar profimdamente dividida en 1955, pero
peronistas y antiperonistas. Si todo se hubiese su revolución social no era reversible. Las dos
limitado al plano político, ya hubiese sido una décadas siguientes a la caída de Perón estuvie­
complicación tremenda superar esa división, ron marcadas, por un lado, por la dificultad
pero el cambio de las reglas del juego también de reconstruir las bases de un orden político
se extendía al plano social. Perón era dos cosas legítimo; por otro, por la dificultad en reco­
distintas para dos mitades de la sociedad ar­ nocer que esas transformaciones sociales eran
gentina y ambas tenían razón: para la clase definitivas.
trabajadora, como se la llamaba en el lenguaje Tras la caída de Perón, el Estado se retrajo
oficial, Perón encarnaba la “justicia social”; más frente a la sociedad que frente a la econo­
para los sectores medios y altos, Perón había mía. Pocos de quienes criticaban la interven­
conculcado los derechos civiles, manteniendo ción estatal en aspectos sociales antes reserva­
las formas de la democracia pero vaciándola dos a la sociedad misma extendían su crítica a
de sus contenidos sustanciales. Esto debe re­ la regulación de la actividad económica. Si al­
marcarse: Perón no cayó por su política eco­ gún aspecto de ella era criticado, sólo lo era
nómica, con la que la mayoría de la oposición por la corrupción a que había dado lugar, pe­
326 coincidía (especialmente con sus aspectos me­ ro ésta era considerada una característica del
DE PERON A PERON (1955-1973)

“régimen depuesto”, no de la regulación mis­ Éste fue el dilema de la reconstrucción de­


ma. Parecía que bastaba con usar honesta­ mocrática: un orden político democrático no
mente los instrumentos de intervención que el podía fundarse sin el peronismo, por el apoyo
Estado había desplegado en la década peronis­ de que aún gozaba entre las masas, ni con el
ta, para superar los problemas que el país ha­ peronismo, por un pasado de exclusión e into­
bía enfrentado en la posguerra. Lejos de con­ lerancia. Este pasado podía parecer semejante
fiar en el restablecimiento de una libertad a ese presente, pero sólo al precio de omitir un
económica desconocida desde hacía siete lus­ rasgo distintivo esencial: mientras que el or­
tros, ante la que el mundo mismo aún hesita­ den político peronista consagraba la exclusión
ba, los gobiernos argentinos de las décadas si­ del adversario transformado en enemigo, el
guientes siguieron creyendo que el Estado, orden político posperonista se basaba en la
como si no se encarnara en hombres, era ino­ ilusión de la inclusión del enemigo que debía
cente y los hombres, culpables de que el país transformarse en adversario. Allí radica la di­
no encontrase la ruta de la prosperidad, de la ferencia de la exclusión anterior y posterior a
que parecía haber sido desviado sólo por la septiembre de 1955. Antes, los excluidos, anti­
demagogia del “tirano prófugo”. No fue enton­ peronistas, eran los recalcitrantes enemigos de
ces el disenso en torno de políticas económi­ una Nueva Argentina que les negaba un lugar
cas intervencionistas, con las que más allá de y que les prometía hacerles pagar su renuencia
las diferencias respecto del modo y grado de la con su destrucción personal; después, los ex­
intervención todos acordaban, el motivo prin­ cluidos, peronistas, fueron el objeto preferen­
cipal de los desaguisados políticos de las dos cial de la acción política en un orden basado
décadas que siguieron a la caída de Perón. La en el número de votos, que al mismo tiempo
razón de éstos fue, sí, el desacuerdo respecto que los negaba colectivamente aspiraba a su
del legado político y social de Perón. plena integración individual. Esta incoheren­
El desacuerdo social no tocaba el fondo de cia —la negación colectiva frente a la afir­
las transformaciones operadas bajo el régi­ mación individual, tan distinta de la anterior
men depuesto en 1955, sino el modo de im­ coherencia, que negaba colectiva e individual­
plementarlas. Ausente Perón, sin embargo, mente al adversario- produjo casi dos décadas
esas transfonnaciones se revelaron demasiado de inestabilidad política. Ese nudo gordiano
apegadas a un orden político que sí se busca­ de la política argentina no pudo desatarse a la
ba alterar para dar fundamento a una nueva manera de Alejandro; aunque no faltaron los
era construida sobre un Estado de derecho intentos, éstos sólo revelaron que el dilema de
que suplantara la arbitrariedad y sobre la sus­ la reconstrucción de la democracia se resolve­
tancia, no la forma, de la democracia. Pero ría, paradójicamente, con la aceptación de Pe­
¿cómo fundar un orden tolerante del disenso rón por todos sus antiguos enemigos. ¿Fueron
con un actor político que había mostrado en vano, entonces, los esfuerzos de dieciocho
cuánto lo despreciaba? Y, contrariamente, años? Así debe haber parecido a muchos de
¿cómo fundar un orden tolerante del disenso quienes lucharon para restablecer la democra­
en la exclusión de ese actor al que las masas cia, para que ésta resultara en la restauración
no abandonaban? del dictador. Sin embargo, no fue así: Perón 327
LA DIMENSIÓN POLITICA

volvió al cabo de dieciocho años, pero no pa­ ¿Cómo superar tal dicotomía en medio de la
ra revivir el pasado sino para consolidar el or­ marea de odio que los ahogaba?
den político democrático que comenzó a El problema que se presentaba a los ven­
construirse a su caída. cedores no era qué hacer con el peronismo, si­
no qué hacer con sus despojos. Su desapari­
ción se descontaba: la enfermedad debía
LA REVOLUCIÓN LIBERTADORA curarse con la extirpación del agente que la
había provocado. El problema no era el pero­
Cuando el 20 de septiembre de 1955 Perón nismo sino cómo rescatar a las masas engaña­
se refugió en la embajada del Paraguay, para das por el demagogo para la nueva era de li­
los antiperonistas se cerró una década viciada bertad. La tarea de los vencedores se veía
por la demagogia y el paternalismo, por la magnificada por su propia heterogeneidad.
chabacanería y la adulación, por el fraude y la Sólo la euforia del momento podía disimular
opresión. Para los peronistas, por el contrario, las profundas diferencias sobre el significado
se cerraba una década en la que habían acce­ de su victoria. La unión contra el demagogo
dido a bienes y servicios antes desconocidos y no garantizaba acuerdo alguno más allá de
a un reconocimiento social que excedía la su expulsión. El disenso se manifestó con la
magnitud de los favores materiales. La década asunción del nuevo gobierno. El general
peronista había dividido profundamente a la Eduardo Lonardi, jefe de una de las muchas
sociedad argentina entre quienes se habían conspiraciones que desembocaron en el le­
beneficiado por las “conquistas sociales” y vantamiento de septiembre, no duró en la
quienes aborrecían la ausencia de libertad. presidencia. Su posición como vencedor de
Frente a quienes habían sido tocados por la la “segunda tiranía” fue establecida a] repetir
generosidad de la Fundación Eva Perón esta­ las palabras del vencedor de la primera: “ni
ban quienes se sentían abrurnados por la om­ vencedores ni vencidos”. Esto anunciaba a los
nipresencia del nombre del presidente y de su peronistas cierta tolerancia de sus personas,
difunta esposa en estaciones de trenes, calles, pero no necesariamente de su identidad po­
ciudades, provincias, y libros de lectura esco­ lítica; pero a los antiperonistas más aguerri­
lares. Frente a quienes gozaban de los benefi­ dos les mostraba que su lucha no había ter­
cios concedidos por el gobierno, como la esta­ minado. El proyecto de Lonardi parecía
bilidad laboral, las vacaciones pagas y la consistir en quedarse con cuanto había signi­
jubilación, estaban quienes añoraban una ficado el peronismo, reemplazando a su ca­
prensa libre. Parecía que el precio de la justi­ beza. Falto de fuerzas físicas por la enferme­
cia social había sido la supresión de los dere­ dad que en pocos meses lo llevaría a la
chos políticos y de la libertad civil. La tragedia tumba y falto de fuerzas políticas por el con­
de las dos décadas siguientes fue que ambas vencimiento de la mayoría de los vencedores
visiones del peronismo eran ciertas para sec­ —la Marina y una parte considerable del Ejér­
tores opuestos de la sociedad. Los vencedores cito surgido de la rebelión- de que el pero­
querían restaurar la libertad perdida; los ven­ nismo debía sucumbir, Lonardi no tardó en
cidos lloraban la pérdida de la justicia social. ser desplazado. Con él fracasó la tesis de la
DE PERON A PERON (1955-1973)

' «a
_¿ “a .4.

l La antigua cañonera Paraguay llevó a Iuan Domingo Perón al exilio. Archivo General de la Nación.

preservación purificada, la primera respues­ cho menor en la Argentina que en Alemania.


ta al dilema de las dos décadas siguientes: A pesar de la prohibición de publicación de
¿qué hacer con los seguidores de Perón? Así los nombres del “tirano prófugo”, de su segun­
al menos se planteaba la pregunta para quie­ da esposa y de su partido, como también de la
nes pensaban que el peronismo estaba muer­ difusión de la pegajosa marcha que los identi­
to. Pronto se advirtió que no lo estaba y que ficaba, el peronismo sobrevivió.
era necesario matarlo. Este misterio de supervivencia ha atraído
El general Pedro Eugenio Aramburu, el menos atención que el de origen, pero no es
reemplazante de Lonardi en la presidencia, en­ menos misterioso. Para explicar la continui­
cabezaba la amplia franja que sostenía esa po­ dad es necesario atender tanto a las relaciones
sición. Ante la evidencia de que el peronismo entre Perón y los peronistas cuanto a las de los
se resistía a desaparecer, había que proceder a antiperonistas con los peronistas. Las prime­
eliminarlo. La enfermedad que representaba el ras explicaciones del origen del peronismo
peronismo perduraba tras la erradicación del (que de algún modo explicarían su persisten­
virus que había sido su jefe. Era necesario en­ cia) fueron esbozadas por Gino Germani, el
tonces recurrir a procedimientos purificado­ sociólogo italiano que había llegado a la Ar­
res probados: la desnazificación de Alemania gentina huyendo del fascismo para encontrar
era el mejor ejemplo del camino a seguir con poco después lo que otros, pero no él, consi­
lo que se definía como el fascismo criollo. La deraban su versión local. Germani, contra
suerte de este proceso fue, sin embargo, mu­ quienes interpretaban la relación de Perón 329
LA DIMENSION POLÍTICA

de la deferencia, que son dos visiones de la re­


volución social llevada a cabo por el peronis­
mo, explican al mismo tiempo el origen y la
durabilidad de la relación entre Perón y los
peronistas. Ése es el factor de rechazo que ex­
plica esa relación. Pero también hubo un fac­
tor de atracción que se advierte al observar la
relación entre peronistas y antiperonistas.
Esos antiperonistas cerriles que esperaban
desperonizar al país no estaban tan decididos
a eliminar todos sus vestigios. El botín políti­
co que Perón dejó a su fuga era demasiado
atractivo para dispersarlo. Aunque el Partido
Peronista había sido prohibido y la CGT in­
tervenida, las estructuras sindicales quedaron
intactas: ése era el botín que todos los políti­
cos querían para sí, para sacar ventaja a los
otros en un nuevo orden político que —todos
los diferentes integrantes de la coalición victo­
riosa coincidían- sería de libre competencia
electoral. Un observador, el corresponsal del
El general Eduardo Lonardi en el momento de leerse el acta
de asunción a la Presidencia. Archivo General de la Nación. Times de Londres, que no tenía arte ni parte
en las luchas intestinas, señaló con la ingenui­
con los peronistas en términos de demagogia dad de quien vio al rey desnudo que los sindi­
o enfermedad, señaló como ninguno los fac­ catos peronistas no estaban siendo destruidos.
tores “psicosociales” que habían operado du­ Los dirigentes que habían tenido cargos sindi­
rante el peronismo. Para Germani, Perón era cales durante el peronismo, muchos miles,
mucho más que el demagogo que había con­ fueron excluidos, pero la segunda línea, otros
seguido el apoyo de las masas: era la manifes­ miles, permaneció activa y pudo luego reto­
tación de un fenómeno político (ya que se mar el control de las organizaciones. En la ho­
concentró más en explicar al peronismo que a ra más crítica, los antiperonistas fueron vícti­
Perón) que formaba parte del proceso de mo­ mas de las consecuencias de la propia decisión
demización de la sociedad argentina. Una ree­ de restaurar un orden político competitivo, en
laboración posterior de la tesis de Germani, la el que ese botín en apariencia mostrenco sería
de Iuan Carlos Torre, explica la duración de el factor decisivo. La ambición de sus enemi­
ese vínculo inmaterial entre el líder y la masa gos salvó al peronismo.
por la ruptura de la deferencia - el respeto na­ La instalación del general Aramburu en la
tural de los sectores más bajos de la sociedad presidencia, el 13 de noviembre de 1955, inau­
por los más altos- operada durante el pero­ guró, entonces, una nueva actitud frente a los
330 nismo. La modernización social y la ruptura antiguos peronistas. Ya no se esperaba su pre­
DE PERON A PERON (1955-1973)

El presidente general Pedro Eugenio Aramburu y el vicepresidente. contraalmirante Isaac Francisco Rojas, en el Te Dcum
celebrado el 25 de mayo de 1956. Archivo General de la Nación.

servación en un nuevo movimiento de inspi­ de una marcada intolerancia del disenso. El


ración católica, como querían el general Lo­ nuevo orden, basado en la aceptación del di­
nardi y los nacionalistas católicos que lo senso, no podía incluir, por lo tanto, al pero­
acompañaban. El general Aramburu creía que nismo. El drama de los años siguientes fue que
los seguidores de Perón, ya sin partido, retor­ el peronismo sobrevivió y, por lo tanto, el or­
narían a los partidos políticos tradicionales, den político tampoco pudo reconstruirse sin
que competirían libremente por sus votos y él. Entonces sí, cuando el peronismo dio mar­
los de los demás ciudadanos. La diferencia en­ cadas señales de existencia, la pregtmta fue
tre uno y otro proyecto no era menor: mien­ ¿qué hacer con el peronismo?
tras que el primero suponía mantener la base La primera señal de existencia del peronis­
social del peronismo en un único conglome­ mo fue la Resistencia. La evidencia es tan par­
rado político, el segundo apostaba a su efecti­ ca que cabe preguntarse si realmente existió
va disolución en el océano de los partidos más allá de las campañas periodísticas alenta­
preexistentes; mientras que el primero retenía, das por el gobierno, necesitado de agitar la
a los ojos de los otros miembros de la coali­ amenaza del tirano prófugo porque ella era la
ción antiperonista, un pronunciado sesgo au­ única garantía de unidad en un conglomerado
toritario, el segundo aceptaba plenamente la no sólo heterogéneo sino también inestable.
competencia. El orden político, sin embargo, En qué medida la resistencia, de cuya desorga­
no podía reconstruirse con quienes le habían nización y descontrol da prueba la corres­
negado un carácter competitivo; no podía re­ pondencia de Iohn W. Cooke, el presunto he­
construirse con un actor político como el pe­ redero político de Perón, pudo ser una real
ronismo que había dado muestras en el poder amenaza para el gobierno es una pregunta aún
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

sin respuesta clara. Aunque los diarios regis­ purgas y, sobre todo, el alzamiento del 9 de ju­
tran la reacción peronista expresada primero nio de 1956, mostraban una turbulencia inter­
en sabotaje y las primitivísirnas bombas que na cuyas imprevisibles consecuencias eran te­
por entonces se llamaban “caños”, muy pocos midas por la cúpula de la fuerza y por el
resistentes cayeron en manos de la represión mismo gobierno. Los fusilarnientos zanjaron
policial -porque las Fuerzas Armadas no se la disputa, pero a un precio altísimo. Si pare­
dieron por enteradas— y los escasísirnos testi­ ció necesario pagarlo entonces, sólo puede ha­
monios de los presuntos protagonistas dejan berse debido a la necesidad de afirmar el con­
más dudas que certidumbres. trol de la institución frente a los socios
Aunque señal de existencia, la Resistencia desplazados en noviembre del año anterior.
era políticamente inocua. Ningún grupo de Aunque la presencia de muchos peronistas en
los muchos que parecen haber participado al­ las filas rebeldes y entre los fusilados hizo que
canzó una magnitud significativa como para el intento pareciera un episodio más de la Re­
inquietar a las autoridades. Mucho más peli­ sistencia -y como tal fuese recordado en años
grosa para éstas —y el peligro puede medirse posteriores—, Perón no lo creyó así. Molesto,
por la desmesurada reacción que suscitó- era quizá, por una proclama que no lo menciona­
la amenaza que representaba la inquietud en ba y más aún por la beligerancia de jefes y ofi­
el seno del Ejército. Ésta era la consecuencia ciales que no lo habían defendido en septiem­
natural del modo como se había producido la bre, en su correspondencia privada Perón dio
revolución de septiembre. A diferencia de los rienda suelta a su ira.
golpes de 1943, 1966 y 1976, en que las Fuer­ La segunda señal de supervivencia del pe­
zas Armadas tomaron el poder como institu­ ronismo estuvo dada por su triunfo en las
ción, preservando las jerarquías internas, la re­ elecciones de julio de 1957. Estas elecciones no
volución de 1955 no sólo depuso a Perón sino parecen haber sido necesarias. La Constitu­
que sacudió la cadena de comando. La Mari­ ción de 1949 había sido derogada por decreto,
na, más homogéneamente antiperonista, su­ de modo que por el mismo medio podrían ha­
frió menos, pero aun dentro de ella se produ­ berse introducido cambios en la de 1853. No
jeron situaciones inusuales. En primer lugar, se entiende por qué el gobierno intentó refor­
la conspiración, organizada por los mandos mar la Constitución por medio de una con­
medios, sólo contó con la adhesión de un vención, tal como lo requería el texto de 1853,
miembro del almirantazgo, quien se transfor­ cuando faltaba el paso previo, la declaración
mó en su jefe y luego en vicepresidente de la de la necesidad de la reforma por el Congreso,
Nación. Aunque se preservó la jerarquía, la re­ entonces inexistente. Sólo se entiende la nece­
volución descabezó a la institución. En segun­ sidad de llevar a cabo alguna elección por la
do lugar, la tensión entre la capacidad técnica frase con que Américo Ghioldi dejó a ésa ca­
y la lealtad política no pudo resolverse de ma­ racterizada para siempre: era necesario un re­
nera satisfactoria. Mucho peor fue la situación cuento globular. Desde la perspectiva de la in­
dentro del Ejército, donde los triunfadores terpretación prevaleciente del peronismo, que
conformaban un grupo mucho menos seguro lejos de ser la de Germani seguía siendo la de
332 de su control de la institución. Las repetidas la enfermedad, era necesario que los partidos
DE PERON A PERON (1955-1973)

políticos, antes de lanzarse a la aventura de la mo Frondizi, cuyos guiños a la falange pero­


restauración democrática, vieran cómo se ha­ nista eran demasiado obvios —incluyendo el
bía reacomodado el electorado peronista. Era retiro de los representantes de su partido en la
también el ensayo de un régimen electoral, la convención constituyente, invocando su apo­
representación proporcional, reclamado por yo a la derogada Constitución de 1949-. Fron­
los partidos menores y resistido por los radi­ dizi nunca aceptó haber firmado un pacto, co­
cales, que ya se probaban los ropajes del poder. mo si su firma hubiese sido necesaria para que
La diáspora de la coalición de septiembre, sin existiese. Hay mejores pruebas: su triunfo se
embargo, hizo que el voto en blanco del elec­ dio por un porcentaje muy similar al que su­
torado peronista obtuviera la primera mino­ maban los obtenidos por los votos en blanco y
ría. Perón -lo decía en los documentos ante­ por su partido, la Unión Cívica Radical In­
riores a la elección- esperaba repetir los transigente, en la elección de julio de 1957. Y
resultados de 1951. La pérdida de más de cua­ la migración de los votos no fue espontánea,
renta puntos porcentuales entre ambas elec­ como él hubiese preferido —pero no se animó
ciones lo debe de haber tornado escéptico res­ a correr el riesgo—, sino suscitada por una or­
pecto de la lealtad de sus seguidores. Aunque den de Perón, recién llegado a Ciudad Trujillo,
hubiese obtenido la primera minoría, la san­ como se llamaba Santo Domingo bajo el dicta­
gría podía continuar por el exitismo de los vo­ dor amigo suyo, tras escapar de Caracas, donde
tantes y, sobre todo, por la ley del mal menor: otro dictador amigo, Marcos Pérez Jiménez,
ante la ausencia de candidatos propios, mu­ acababa de ser expulsado por la ira popular. Así
chos votarían, seguramente, por aquellos que fue como Frondizi llegó a la presidencia: había
les fuesen menos hostiles. Y había quienes ya ganado, pero para los antiperonistas más furi­
estaban en competencia por ganar ese puesto. bundos, encabezados por el vicepresidente
El ensayo salió tan mal que sirvió para con­ Isaac F. Rojas, su triunfo era espurio por ese
vencer al político que ya había insinuado su apoyo.
vocación por salvar a esas almas perdidas, Ar­ El triunfo de Frondizi hizo que los caños
turo Frondizi, que debía asegurar su rescate de la Resistencia cesaran, pero produjo reme­
mediante un pacto con su exilado líder. zones en el seno del gobierno, que esperaba un
Perón, que por entonces residía no del to­ triunfo de Ricardo Balbín. Una parte, al
do cómodamente en Caracas, donde había so­ menos, lo esperaba, ya que los más duros, no
brevivido a un atentado contra su vida organi­ encontrándolo suficientemente duro, en los
zado por alguna agencia del gobierno trámites previos a la definición de las candida­
argentino, se encontraba entre la espada y la turas habían apostado a otro candidato de la
pared. Si sugería a sus partidarios votar por Unión Cívica Radical del Pueblo, como se lla­
Frondizi, el líder de una de las dos fracciones maba el agrupamiento de tendencias unidas
en que se había dividido el radicalismo, corría por su común desconfianza a Frondizi. La en­
el riesgo de que los votos entregados en présta­ trega del gobierno a Frondizi, el 1° de mayo de
mo no volvieran; pero peor era la alternativa: 1958, fue una victoria de quienes creían en
que la sangría continuara y que el beneficiario una democracia real, encabezados por el pre­
de la misma, sin su aquiescencia, fuese el mis­ sidente Aramburu, ffEnte a quienes, liderados 333
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

por el vicepresidente Rojas, creían en una de­ lo veían su acercamiento a los partidarios del
mocracia ideal que la realidad se resistía a pro­ régimen depuesto y eso les causaba suficiente
ducir. Para decepción de unos y otros, el pero­ horror. Las dificultades de Frondizi no se lirni—
nismo seguía existiendo, su líder seguía siendo taban a la sutileza de la maniobra política ni a
Perón y había sido el factor decisivo en la elec­ la tosquedad de sus adversarios. También en
ción presidencial. La democracia restaurada sus propias filas cundía la confusión, sólo ali­
estaba amenazada por los nubarrones del pa­ viada por el hecho de que el poder era un efec­
sado. La tarea de Frondizi era dar respuesta al tivo calmante de las dudas: en su camino ha­
enigma planteado: ¿cómo reconstruir la de­ cia la presidencia, Frondizi había enfatizado
mocraciaí’, que en las circunstancias podía tra­ posturas nacionalistas y antiirnperialistas, que
ducirse en: ¿cómo reconstruir la democracia ya en la presidencia resultaron contradictorias
sin que fuese perturbada por el peronismo? con su programa de desarrollo acelerado. Un
Frondizi tenía una respuesta. amplio sector de la juventud, que se había fo­
gueado en las luchas contra la dictadura en la
universidad y que lo había acompañado en su
FRONDIZI campaña, se hundió en la frustración. Aunque
en términos puramente numéricos Frondizi
La respuesta de Frondizi al problema de la hacía bien en arriesgar la lealtad de esos gru­
reconstrucción democrática se sintetizaba en pos —pequeñas islas en el mar del electorado­
dos palabras, integración y desarrollo, que en pos de la apuesta mayor, que eran el desa­
dieron nombre a un partido que creó años rrollo y la integración, esos descontentos
más tarde cuando, por divisiones internas, se pronto comenzarían a buscar en otros hori­
vio impedido de usar el de la UCRI que lo ha­ zontes la posibilidad de concretar una política
bía llevado al gobierno. En sus planes, el desa­ transformadora que ya no coincidía con la del
rrollo era la condición de la integración: de tal presidente. Para ellos, como para otros grupos
modo se tornarían obsoletas las divisiones del juveniles de los viejos partidos de izquierda,
pasado y se alcanzaría la integración al orden cuyo caudal electoral había resultado mucho
político democrático (naturalmente en el par­ más modesto que sus proyectos, la restaura­
tido del presidente) de quienes habían votado ción democrática les había deparado su pri­
por él pero de cuya lealtad no gozaba. Esta mera frustración política.
maniobra debía llevarse a cabo en un contex­ Salvo para el partido victorioso, la restau­
to de extrema inestabilidad en las Fuerzas Ar­ ración democrática resultó frustrante: para
madas, que desconfiaban del maquiavelismo los militares, por el peso electoral de los pero­
del presidente. Frondizi parecía regodearse de nistas; para los radicales del pueblo, porque se
las dificultades ante las que otros hubiesen re­ sentían los herederos naturales de un proceso
trocedido: mientras que él veía en esa integra­ de purificación política que ahora veían
ción de los peronistas la solución del proble­ abruptamente interrumpido; para los pero­
ma del peronismo y de su propio futuro nistas, porque el apoyo a Frondizi no produjo
político (su mayoría electoral dependía de todas las consecuencias esperadas. En cierto
334 esos votos prestados), mentes más simples só­ sentido, el voto a Frondizi se había debido a
DE PERON A PERON (1955-1973)

asesor, Rogelio Frigerío, y el ascenso de econo­


mistas menos amigos de la inflación. Frondizi
falló al creer que encontraría una solución
económica para el principal problema políti­
co, pero también fracasó en el plano específi­
camente político. Su política de integración de
los peronistas (no del peronismo como tal),
para ser creíble requería otorgarles cierto mar­
gen de acción. Los peronistas, empeñados en
aprovechar esos espacios para reconstituir al
peronismo, poca tregua dieron al gobierno. La
prohibición de organizarse políticamente en­
fatizó el papel de los sindicatos, que tras la
normalización iniciada por el gobierno ante­
rior, habían caído mayoritariamente en manos
El presidente Arturo Frondizi y el canciller alemán Konrad
de la segunda línea de dirigentes peronistas.
Adenauer en animado diálogo. Archivo General de la Antes de finalizar el primer año de gobierno,
Nación. Frondizi debió hacer frente a huelgas que
cuestionaban aspectos de su política económi­
que era el mal menor frente a los gorilas que ca y, en conjunción con ellas, la reaparición de
debían ser castigados. Pero como ese apoyo la práctica que había caracterizado a la Resis­
no se había producido naturalmente sino por tencia: los caños. La nueva ola que comenzó a
un pacto —la orden de Perón llegó efectiva­ principios de 1959 fue menos espontánea que
mente a las bases- era razonable esperar una la ocurrida entre fines de 1955 y comienzos de
contraprestación. La capacidad de Frondizi de 1958. La gran diferencia fue el respaldo a esa
hacerla efectiva, aun en el caso de que lo hu­ acción de los sindicatos controlados por los
biese intentado, estaba limitada por su preca­ peronistas, que podían así enfrentar al gobier­
ria relación con los militares, siempre dis­ no con su propia política de golpear y nego­
puestos a ver el renacimiento del monstruo ciar. En ese terreno desconocido, que poco a
peronista dentro de su gobierno. También lo poco ganaban los sindicatos en su exploración
limitaba la militante oposición del otro radi­ cotidiana de los límites de su poder, comenzó
calismo, que servía de marco político para los a surgir un gran estratega. Augusto T. Vandor,
reclamos militares. fogueado en esos años, se transformaría en
Frondizi fracasó en su intento de integrar poco tiempo más en la principal amenaza del
al peronismo por medio de un acelerado desa­ poder y en la principal amenaza de Perón.
rrollo económico. Los desequilibrios financie­ Tras el fracaso de su política de integrar al
ros provocados por su política económica lo peronismo, Frondizi intentó su jugada más
obligaron a buscar caminos menos heterodo­ arriesgada: convertirse en el freno del peronis­
xos. Símbolo de tal cambio fiie la caída del mo para los gorilas y en el freno de los gorilas
ideólogo de su política económica y principal para el peronismo. De ese doble significado
LA DIMENSIÓN POLITICA

esperaba cosechar resultados doblemente fa­ pecialmente entre la juventud, que había de­
vorables. Con una herencia menos pesada, jado el brusco cambio de programa de Fron­
quizás hubiese tenido éxito en su maniobra, dizi al inicio de su período. Pero, por otro la­
pero los militares estaban poco dispuestos a do, el creciente acercamiento a la Unión
jugar con ese fuego. Por obra de los sindicatos, Soviética y los mal disirnulados intentos de
del neoperonismo y, ¿por qué no?, de Perón exportar la revolución a América Latina
mismo, los peronistas se habían reencontrado abrieron un nuevo frente para los Estados
en el peronismo. Aunque no pudiesen votar Unidos, que de atender a la guerra fría sola­
directamente por sus candidatos, por mante­ mente en la lejana Europa, ahora debía en­
nerse la prohibición establecida a comienzos frentarla a pocos kilómetros de sus costas.
de 1956 en el marco de la desperonización, ha­ Frente a la Revolución Cubana, Frondízi
bían encontrado en los pequeños partidos adoptó un papel más acorde con su visión de
neoperonistas un vehículo para su expresión sí mismo como estadista que con la del polí­
electoral. Pero el eje de la reconstituida identi­ tico comprometido con solucionar el proble­
dad peronista estaba en el sindicalismo: los di­ ma del peronismo. Por esta razón se vio más
rigentes que construyeron el poder por sus como mediador entre Cuba y los Estados
propios medios, no los sumisos de la década Unidos, que como aliado de la principal po­
peronista, fueron quienes transformaron a los tencia de Occidente. La Revolución Cubana
sindicatos en la columna vertebral del pero­ jugó así un papel crucial en la política inter­
nismo. El reconocimiento de tal condición lle­ na, ya que el intento neutralista de Frondízi
gó con las elecciones de marzo de 1962, cuan­ fue visto por los militares como una defec­
do el candidato del peronismo a la ción frente al peligro comunista. Este podía
gobernación de Buenos Aires fue un sindica­ parecer remoto a quien mirase solamente el
lista, Andrés Framini. mapa, pero en esa Tercera Guerra Mundial en
Frondízi efectivamente fracasó, pero no que el campo de batalla era la mente, las dis­
puede decirse que le tocara enfrentar proble­ tancias no existían. Las ideas circulaban sin
mas nimios, ni que pensara en soluciones poder ser detenidas y, con la ayuda de Cuba,
simples. Antes de cumplir un año en el go­ armaban los brazos juveniles de una izquier­
bierno se produjo, lejos del país, es cierto, un da en crisis. El peligro se magnificaba en la
hecho nuevo —en el lenguaje de Perón- que Argentina por la falta de resolución del pro­
influiría en la política de todo el continente: blema del peronismo. Ya no bastaba con ape­
la Revolución Cubana. El enfrentamiento de lar a los peronistas, esperando su purificación
Cuba con los Estados Unidos creció a lo largo o su integración natural al orden político: su
del segundo año de la presidencia de Frondí­ identidad política había sobrevivido y era ne­
zi, e hizo crisis casi al comenzar el tercero, en cesario dar una respuesta que aceptara esta
abril de 1961, cuando se produjo la invasión realidad. La Iglesia la había aceptado y desta­
de los anticastristas en Bahía de Cochinos. cados pastores actuaban en consecuencia,
Las profundas transformaciones que se esta­ acercándose al peronismo, olvidando los
ban llevando a cabo en Cuba eran un imán agravios de 1954 y 1955. Pero con todo el pe­
336 para la atención de los muchos frustrados, es­ so que puedan haber tenido la Iglesia o los
DE PERON A PERON (1955-1973)

partidos, las Fuerzas Armadas conservaban


más poder que otras instituciones.
Las Fuerzas Armadas, sin embargo, co­
menzaron un debate interno que tras la caída
de Frondizi se dirirnió con los tanques en la
calle. Mientras un grupo, que luego se deno­
minó “colorado”, no cejaba en su cerrado an­
tiperonismo, otro, luego llamado “azul”, aun­
que no era menos antiperonista, veía un
peligro mayor que el peronismo por sí mis­
mo: la conjunción de peronismo y castrismo.
Aquellos seguían apostando a la cada vez más
remota posibilidad de la desaparición del pe­
ronismo; éstos, aceptando la evidencia de su
supervivencia, creían necesaria una solución
—que no sabían cuál era- que impidiera tal
convergencia. Aunque estos grupos sólo se
definieron nítídamente con los enfrenta­
mientos de septiembre de 1962 y abril de
1963, las dudas se habían generado en los
años anteriores. A esas dudas se debió la ac­
ción militar que culminó con el derroca­
miento de Frondizi.
El presidente José María Guido. Archivo General de la
Nación.

GUIDO disentir pero a la que su pasado antiperonis­


ta obligaba a respetar como idea. Es posible
Aunque una versión popular supone que que al dar la solución para su reemplazo
la maniobra que permitió la asunción de la Frondizi quisiera equipararse a otros presi­
presidencia por Iosé María Guido, el presi­ dentes derrocados, como Yrigoyen y Perón
dente provisional del Senado (quien, por la (no debe de haber pensado seguramente en
renuncia de Alejandro Gómez a la vicepresi­ Ramón Castillo); o que ante la evidencia del
dencia a fines de 1958, era el primero en la lí­ disgusto de los militares, intentara con su sa­
nea sucesoria) se debió a un miembro de la crificio ganar apoyo popular en el futuro; o
Corte Suprema, Julio Oyhanarte, la paciente aun que, al no renunciar, pudiera ser llamado
reconstrucción de Robert Potash muestra nuevamente al poder por esos militares tan
que la mano de Frondizi diseñó también su confundidos, como había sucedido casi cua­
sucesión. Los militares, por mucho que resis­ tro décadas antes con Arturo Alessandri en
tieran a Frondizi, dudaban en eliminar esa Chile. Cualesquiera fuesen los motivos de su
frágil democracia con cuya práctica podían decisión, Frondizi nunca pudo sacar prove­ 337
LA DIMENSION POLITICA

cho de ella. Se mantuvo activo en la política representante de Perón, a comienzos de 1963,


argentina por muchos años, pero su estrella en la Asamblea de la Civilidad, el primero de
nunca volvió a brillar. muchos intentos de fortalecimiento de los
De manera para él completamente ines­ partidos políticos como pilares del orden de­
perada, Guido accedió a la presidencia sin ha­ mocrático. Cierto es que en tal ocasión el re­
berla buscado. El no estaba en la conspiración presentante de Perón era -a pocos meses de
contra Frondizi y, siendo un hombre de par­ la provocación que constituyó la candidatura
tido, no pudo haberla aceptado sin la anuen­ de Framini a la gobernación de Buenos Ai­
cia del ex presidente. Su misión fue, entonces, res- una persona impecable, el neurocirujano
salvar los restos del naufragio para recons­ Raúl Matera, que unía a su prestigio profesio­
truir el orden político democrático cuando se nal tres cualidades clave: su cercanía con la
encontrase una solución para el enigma pero­ Iglesia, su inocencia política y un pasado aje­
nista. Si los militares acentuaban su antipero­ no a cuanto los gorilas aborrecían del pero­
nismo, era probable que Frondizi (o su candi­ nismo. Pero todas sus cualidades no podían
dato, si él se viese impedido de participar en disimular para ellos el hecho de que era, en
la reconstrucción democrática) pudiese vol­ efecto, el representante del tirano prófugo.
ver a ser para los peronistas el mal menor. La Aun cuando la declaración con que se cerró
sorpresa fue que en los enfrentamientos de la Asamblea de la Civilidad no marcó el sen­
1962 y 1963 prevalecieron los azules, quienes dero por el que transitaría la política argenti­
buscaban una solución para el problema del na en los años siguientes, sí señaló que a dife­
peronismo con harta reticencia pero sin la ce­ rencia de los militares que aún distinguían
rrazón de sus antagonistas. Como consecuen­ entre peronistas y peronismo, algunos anti­
cia de esos enfrentamientos, que marcaron el guos adversarios aceptaban al peronismo tal
pico más alto de la inestabilidad política en cual era, liderado por Perón. Este peronismo,
las casi seis décadas de crisis de la democracia, sin embargo, y a pesar de muchos de sus diri­
el peronismo perdió sus características más gentes locales, buscaba distanciarse de un pa­
virulentas a los ojos de muchos de sus anti­ sado que lo condenaba, enfatizando, como lo
guos rivales. hacía Matera, su condición de partido popu­
Los militares veían el peligro de una con­ lar y democrático. Era Perón quien detrás del
vergencia entre peronismo y castrismo, pero neurocirujano manifestaba una vocación
algunos políticos (uno al menos, Ricardo electoral que no podía pasar desapercibida
Balbín) veían el peligro de que la irresolución para los radicales. Para algunos radicales, al
del problema del peronismo condujera a la menos, ya que entre ellos se contaban tanto
autonomía militar. Desde este punto de vista, los que aceptaban al peronismo porque ha­
si no se encontraba esa solución, los militares bían visto un mal mayor y quienes, ciegos a
podían pensar en buscarla por sí mismos, sin ese mal que años más tarde los devoraría, no
la intervención de los políticos. Es posible podían aceptar que el peronismo fuese nada
que pocos compartieran el temor de Balbín, distinto de cuanto había sido en el gobierno.
pero él a.l menos dio muestras claras de que De este sector surgió el candidato presiden­
338 ya había roto con su pasado al sentarse con el cial del radicalismo.
DE PERON A PERON (1955-1973)

lLLIA

Para Arturo Illia, el vencedor en l_as elec­


ciones de julio de 1963, la magra cosecha de su
partido no fue un obstáculo para gobernar co­
mo si hubiese recibido un claro mandato en
las urnas. Lejos de reconocer que uno de los
actores principales había sido proscripto y que
su triunfo se debía al apoyo en el Colegio Elec­
toral de fuerzas muy diversas, que quizá se vol­
casen más por la gobernabilidad que por un
candidato, intentó gobernar como un triunfa­
dor en una democracia consolidada. Su go­
bierno fue el de su partido, o peor aún, el de
una fracción de su partido, aquella que igno­
raba al peronismo y el problema que su mala
integración al orden político planteaba para la
frágil democracia restablecida. Desde esa pers­
pectiva, la integración del peronismo al orden
político se produciría, por omisión, a través de
los partidos neoperonistas. De hecho, había en
el Congreso una pequeña representación de ‘ ElBiblioteca.
presidenteArchivo
Arturo Histórico
Illia. Fotografia de Iorge García.
de la UCR.
esos partidos, como producto de los desen­
cuentros de los diversos planes políticos que grupo no demasiado grande, pero visible, de
los militares consideraron durante el gobierno representantes neoperonistas. Éstos, después
de Guido. Uno de los más irnaginativos políti­ de todo, eran beneficiosos para los planes de
cos de ese año de emergencia, el dos veces mi­ los militares más duros que habían consegui­
nistro del Interior Rodolfo Martínez, había do la proscripción del peronismo y de los par­
visto que un cambio en la ley electoral, de la tidos que lo representaban demasiado directa­
lista incompleta preferida por los radicales a la mente. Ya desde las elecciones de 1958 se había
representación proporcional preferida por los alentado la diáspora provincial para quitar al
partidos menores, reducía notablemente el líder exilado el control de los votos de muchos
peso electoral del peronismo y, por consi­ de sus partidarios. En las elecciones de 1963,
guiente, el problema de su integración al or­ estos partidos, encabezados por sus jefes pro­
den político. Víctima de la confusión de los vinciales, habían jugado el papel del mal me­
militares, que no se resignaban a que el pero­ nor. Esos jefes provinciales, no obstante, ha­
nismo fuera lo que era, no fue él quien condu­ bían adquirido cierta autonomía frente a
jo el proceso de restauración democrática, pe­ Perón, cuya vocación electoral anticiparon en
ro su propuesta fue finalmente adoptada. Así, su propio favor. No había, sin embargo, repre­
en la nueva Cámara de Diputados había un sentantes de la principal corriente en la que se 339
LA DIMENSIÓN POLITICA

encolurnnaba el peronismo detrás de Perón, les surgidos en la etapa posperonista. Como


que tras la prescripción del Frente Nacional y parte del intento de expansión de su poder in­
Popular había decidido votar en blanco. La re­ terno, lanzó en 1964 un plan de lucha. Este era
presentación proporcional había servido, con una enorme movilización con un fin en apa­
todo, como una vía de integración del pero­ riencia meramente económico. Vandor, sin
nismo. Parecía que sólo había que dejar que embargo, consiguió el poder que buscaba. Pa­
continuara operando para que la magia de la ra no dejar dudas de que ese poder era suyo,
democracia diluyera la amenaza de ese actor debía probar que Perón no podría volver. Ese
todavía inestable. mismo año se lanzó una campaña anuncian­
Los años de proscripción y los distintos in­ do el retorno de Perón. El intento se produjo
tentos de integración parcial habían tenido en diciembre y, naturalmente, fracasó. El go­
consecuencias dentro del peronismo. Por un bierno se las arregló para que Perón fuera de­
lado, ante la debilidad del sector político, que vuelto desde Río de Janeiro a Madrid. Ésa era
se veía impedido de operar plenamente, sur­ la prueba que faltaba para que Vandor con­
gió otro que operaba casi sin restricciones: el solidara su poder. Las elecciones legislativas
sindicalismo. Por otro lado, Perón había des­ del 14 de marzo de 1965 marcaron la concre­
cubierto la técnica de conducción pendular ción de su triunfo: controlaba el Partido Justi­
que le permitiría mantener el control de su cialista, la representación en el Congreso, y
movimiento a la distancia: el apoyo a todos y naturalmente a los sindicatos. Vandor había
a ninguno, la media palabra, jugar -como él ganado, pero a costa de hacerse de poderosos
decía- al “Padre eterno”, bendiciendo a todos enemigos.
por igual. Estas dos fuerzas eran contrapues­ La gloria no le duró mucho. En octubre de
tas. Mientras que el sindicalismo actuaba den­ ese año, a diez meses de haber bloqueado el re­
tro del país y necesitaba acumular reservas pa­ torno de Perón, su tercera esposa, María Este­
ra la confrontación política interna y extema, la Martínez, conocida como “Isabel”, llegó al
Perón estaba fuera del país y necesitaba dis­ país en una misión de “paz y conciliación”, cu­
gregar a todos los sectores internos que pudie­ yo objetivo real era destruir el poder que Van­
sen desarrollar su propia base de poder. El dor había acumulado. En esto ganaban tanto
choque era inevitable, pero cuando se produ­ Perón como el gobierno, que fingió ignorar las
jo tuvo consecuencias inesperadas. actividades de aquélla. Su presencia logró en
El sindicalismo se había reorganizado y poco tiempo quebrar el dominio de Vandor
desarrollado tras la caída de Perón, sin su in­ sobre el partido y dividir sus fuerzas tanto le­
tervención. Poco podía hacer el exilado sino gislativas como sindicales. En abril de 1966, a
consentir a los dirigentes que invocaban su seis meses de su arribo, consiguió que su can­
nombre como principal fuente de legitirna­ didato postergara al de Vandor en las eleccio­
ción. Perón estaba lejos y el tiempo jugaba en nes para la gobernación de Mendoza. María
su contra: el sindicalismo necesitaba afirmar Estela Martínez se limitó a seguir el libreto es­
su poder en el país e independientemente de crito por Perón. No necesitaba hablar: como el
Perón. Al menos eso le pareció necesario a poder de Vandor dentro del peronismo se ha­
340 Vandor, el más capaz de los dirigentes sindica­ bía creado por métodos no siempre sutiles,
DE PERON A PERON (1955-1973)

terminó con la paciencia de los militares. An­


te un gobierno que no daba respuesta al pro­
blema del peronismo y que permanecía pasivo
ante lo que veían como el avance izquierdista
en la universidad, los militares se sintieron
obligados a tomar nuevamente el poder.

LA REVOLUCIÓN ARGENTINA

El 28 de junio de 1966 se produjo el segun­


do golpe de estado institucional. Las Fuerzas
Armadas, como institución, tomaron el poder.
Para evitar los enfrentamientos de su expe­
riencia anterior, durante el gobierno de Gui­
do, esta vez decidieron alejarse del gobierno,
dejándolo en manos de un presidente al que le
concedieron total autonomía. La llegada a la
presidencia del general Juan Carlos Onganía,
el jefe azul triunfante en los enfrentamientos
de 1962 y 1963, tenía por objeto recomponer
El teniente general Iuan Carlos Onganía luce los atributos
del mando presidencial. Archivo General de la Nación. lo que los militares veían como un orden polí­
tico maltrecho, dando respuesta al problema
que habían dejado muchos disconformes en el del peronismo.
camino, éstos hicieron de su debilidad la for­ El autoritarismo golpeó doblemente a la
taleza de ella. democracia. Por un lado, mediante la poster­
Illia había llegado al gobierno como con­ gación indefinida de la actividad política, has­
secuencia de la decisión de los oficiales azules ta que se cumplieran los “tiempos” económico
de llevar a cabo las elecciones y retirarse del y social con que el nuevo gobierno intentaba
poder que ejercían detrás de Guido. Para esos dar solución, a la larga, al problema de la inte­
oficiales la restauración democrática era in­ gración del peronismo; por otro, mediante la
dispensable para implementar la parte de su justificación que proveyó a quienes incubaban
programa que requería la integración del pe­ la violencia a la que sucumbiría la siguiente
ronismo al orden político, pero no daba por sí restauración democrática.
misma ninguna solución a ese enigma. El in­ Entre mediados de 1966 y principios de
tento de Vandor era negativo para ellos en 1969, salvo episodios menores, el país parecía
cuanto había vulnerado el orden público más tranquilo, tanto desde el punto de vista políti­
allá de lo tolerable, pero era positivo en cuan­ co, debido a la prohibición de la actividad de
to buscaba consolidar un peronismo sin Pe­ los partidos, como desde el económico, por el
rón. El fin del proyecto autónomo de Vandor aparente éxito del ministro Adalbert Krieger 341
LA DIMENSIÓN POLITICA

Vasena en contener la inflación. La tranquili­ dujo el fin de la utopía de los “tiempos”. El


dad, pronto se advirtió, era una ilusión. Onga­ “Cordobazo”, como desde el comienzo se lla­
nía debía mantenerse aislado de la presión de mó a esa reacción cuyas consecuencias fueron
las Fuerzas Armadas, pero se aisló demasiado tanto o más impactantes que las del Bogotazo
de ellas y del resto de la sociedad. Su visión dos décadas antes, se produjo de un modo tal
mesiánica del poder y su falta de respuesta a que aún se debate su grado de preparación y de
los problemas que lo habían puesto en él alla­ espontaneidad. Quienes reclaman de algún
naron el camino hacia su fracaso. A falta de modo esa herencia enfatizan uno u otro aspec­
una solución, el gobierno de Onganía se trans­ to según se acomode a las peculiaridades de su
formó en un problema: la democracia se había imaginación política. No hay duda de que al­
pospuesto indefinidamente. gimos sindicatos y agrupaciones universitarias
La prohibición de los partidos obligó a los contribuyeron a la organización de las prime­
distintos sectores de la sociedad a defender sus ras instancias, y tampoco parece haberla de
intereses por sus propios medios. Desde fines que los grupos todavía anónimos que se prepa­
de 1966 se produjeron enfrentamientos entre raban para otro tipo de violencia puedan ha­
el gobierno y los sindicatos, que rechazaban ber participado una vez que la ciudad quedó
distintos aspectos de la política económica. sin control. Las sospechas de que el Ejército de­
Los sindicatos reaccionaban ante los intentos jó hacer, sin embargo, absteniéndose de actuar
de racionalización de áreas de la economía en ante el peligro de alteración del orden público,
la que la acción del Estado, iniciada en los porque su jefe esperaba cosechar los resultados
años treinta, ampliada bajo el peronismo y políticos del desorden, todavía se esgrirne co­
mantenida por los gobiernos que lo sucedie­ mo una acusación contra él por los nostálgicos
ron, ya se había probado ineficiente. El gobier­ de esa experiencia autoritaria. El nuevo co­
no podía tratar con mano dura a los sindica­ mandante del Ejército, el general Alejandro
tos, pero la misma ausencia de actividad Agustín Lanusse, a quien el presidente había
política impedía la formación de un consenso designado en tal posición a mediados del año
que no se obtuvo sino décadas más tarde. Ade­ anterior, quizá no haya encontrado otro modo
más de los sindicatos, los estudiantes universi­ de hundir el proyecto autoritario que demo­
tarios también reaccionaron, pero en este caso rando la intervención de sus tropas, pero es in­
contra la excesiva intervención del gobierno. genuo atribuirle el fracaso de ese proyecto, que
El fin del autogobiemo de las universidades y a tres años de su inicio seguía sin dar respues­
la prohibición de la actividad política también ta a los problemas que le habían dado origen.
dentro de ellas alentó a buscar soluciones, a Tras el Cordobazo, Onganía se demoró en la
veces para problemas triviales, a través de la presidencia un año, que mostró el paradójico
acción y no de un diálogo que ya se sabía era resultado de un autoritarismo debilitado, de
rechazado por el gobierno. un gobierno que subsistía porque sus mandan­
Obreros y estudiantes, que ya habían cho­ tes, las Fuerzas Armadas, todavía no habían en­
cado con el gobiemo en esos años de aparente contrado la manera de reemplazarlo.
tranquilidad, se unieron en Córdoba a fines de No se habían apagado aún los ecos del
342 mayo de 1969 en una acción colectiva que pro­ Cordobazo cuando el país fue sacudido por
DE PERON A PERON (1955-1973)

l Tropas en las calles durante el Cordobazo, 1971. Archivo General de la Nación.

el primero de muchos asesinatos políticos más tarde. Entonces más que general ya un
que seguirían. Pero entonces fue un relám­ político, a quien se veía como el puente entre
pago en el cielo azul: un mes después del un gobierno militar sin destino y la plena res­
Cordobazo, en una operación de tipo co­ tauración democrática, Aramburu fue secues­
mando, Vandor fue asesinado. Las conjeturas trado y asesinado a fines de mayo de 1970 por
acerca de su muerte siguen vivas. Dos años una organización hasta entonces desconocida,
después se la atribuyó una organización gue­ Montoneros, que justificaba su acción por la
rrillera desconocida, que sólo habría llevado venganza de los fusilados de 1956. Los amigos
a cabo esa acción y, catorce meses después, el de Aramburu no podían creer que el designio
asesinato de otro prominente sindicalista, de sus asesinos estuviese ligado al papel que el
Iosé Alonso. Aunque la “burocracia sindical” general había jugado entonces y no al que le
se transformó, poco más tarde, en el princi­ esperaba en el futuro inmediato.
pal enemigo de Montoneros, cuyos seguido­ El asesinato de Aramburu no evitó la caí­
res coreaban amenazantes que a otros sindi­ da de Onganía, pero sí quizás una transición
calistas les pasaría “lo que le pasó a Vandor" menos disputada hacia la democracia. Tras un
(y a muchos, efectivamente, les pasó), las de­ breve interinato del general Roberto Marcelo
bilidades y contradicciones del relato de los Levingston, destacado en la jerarquía azul pe­
asesinos deja las dudas en pie. Los amigos de ro desconocido del público, quien sucumbió
Vandor, aun cuando después debieron so­ en nueve meses por demorar una respuesta
portar el embate de quienes decían ser sus clara al problema de la transición democráti­
asesinos, no dejaron de sospechar del go­ ca, el comandante del Ejército, el general La­
bierno. Pero ¿se le puede negar la culpa a nusse se hizo cargo de la presidencia en marzo
quien la reclama? de 1971, tras un nuevo estallido de la ira po­
Casi lo mismo puede decirse del asesinato pular en Córdoba, menos espontáneo que el
de Aramburu, que conmovió al país un año anterior. Que la presidencia no estaba en sus 343
LA DIMENSIÓN POLITICA

planes lo demuestra el hecho de que diera un lejos de aspirar a la toma del poder por la vio­
paso al costado en junio de 1970. Se tenía por lencia. La primera ola de violencia peronista,
un hombre de acción, no por político, por lo la Resistencia, había terminado con las elec­
que estaba más dispuesto a comandar la reti­ ciones presidenciales de 1958; la segunda ola,
rada militar que el proceso de transición. Las la Segunda Resistencia, que se había iniciado a
circunstancias -el asesinato de Aramburu, el fines de 1958, cuando los sindicatos comenza­
fracaso de Levingston- le impidieron elegir. ron a chocar con el presidente Frondizi, había
terminado, por un lado, por el éxito de la re­
presión instrumentada de acuerdo con el Plan
LANUSSE Conintes en 1960 y, por otro, porque los sindi­
calistas advirtieron cuánto podían perder si
Cuando Lanusse tomó la presidencia, en continuaban apoyándola. Desde entonces, ni
marzo de 1971, las amenazas que los militares Perón, ni los sindicalistas, ni los políticos pe­
habían tratado de eliminar al tomar el poder ronistas apostaban a un retorno violento. Si lo
en 1966, se habían transformado en realidad. hubiesen hecho, mal pueden entenderse las
Por un lado, por obra de ellos mismos; por grandes maniobras electorales que se sucedie­
otra, como resultado de fuerzas que operaban ron entre fines de 1961 y principios de 1966,
autónomamente. Los militares habían contri­ con una creciente participación del peronis­
buido al clausurar la política, pero al mismo mo y un creciente protagonismo de Perón. Só­
tiempo, una sed de cambio atacaba a América lo ínfimos grupos marginales del peronismo,
Latina y al mundo. El Cordobazo sucedió po­ sin mayor trascendencia continuaban pensan­
cos meses después de las convulsiones juveni­ do en la violencia. Esos pequeños grupos
les que sacudieron el mundo en 1968. Y no só­ pronto encontraron en otros ámbitos una re­
lo juveniles: ése fue el año de la ofensiva del percusión que no tenían en el peronismo.
Tet y de la primavera de Praga. El fracaso del El fantasma de otra violencia distinta de la
comunismo soviético en Checoslovaquia pa­ del peronismo recorría América Latina desde
recía confirmar que el camino de la revolución comienzos de la década del sesenta. La Revo­
pasaba por los movimientos de liberación na­ lución Cubana era el modelo para la genera­
cional. La derrota de Guevara en Bolivia en ción de universitarios que irrumpía en la polí­
1967 sólo era el fin de una forma de guerra, la tica en esos años. Así como en las dos décadas
guerrilla rural, pero desde fines de 1966 había anteriores el activismo universitario había es­
salido a la luz otro método, la guerrilla urba­ tado marcado por el antiperonismo, en la dé­
na, que los Tupamaros estaban perfeccionan­ cada del sesenta aquella revolución dejó en él
do en el Uruguay. una huella profimda. Una nueva generación
Para los jóvenes que estaban llegando a la de activistas fue conmovida por la propuesta
política a mediados de la década del sesenta, la de llevar a cabo una revolución inmediata, pa­
total clausura de esa actividad por el gobierno ra la que el modelo cubano suministraba una
de Onganía fue una invitación a buscar el po­ receta menos laboriosa que la soviética y en
der por otros medios. Los peronistas tradicio­ apariencia menos ligada a intereses externos.
344 nales, con Perón a la cabeza, estaban ya muy En la Argentina se habían producido dos in­
DE PERON A PERON (1955-1973)

tentos guerrilleros fallidos: uno, a fines de


1959 y comienzos de 1960, el nunca aclarado
misterio de los Uturuncos (cuyos rastros se di­
fuminan tanto como para pensar que se trató
de una operación similar a la de los submari­
nos avistados en la Patagonia durante la presi­
dencia de Frondizi), que atacaron una comisa­
ría en Santiago del Estero y huyeron para no
ser vistos jamás; otro, a fines de 1963 y co­
mienzos de 1964, el foco establecido por el
Ejército Guerrillero del Pueblo, un emprendi­
miento manipulado a la distancia por el Che
Guevara. Pero fue durante los años de Onga­
nía que se incubaron las organizaciones gue­
rrilleras cuya actividad marcó de manera tan
decisiva casi toda la década del setenta. En
1968 se produjo un último intento de estable­
cer una guerrilla rural, que sucumbió sin ma­
yor trascendencia aparente en Taco Ralo, Tu­
cumán, casi al mismo tiempo en que en
Buenos Aires moría Iohn W. Cooke, un políti­
Alejandro Agustín Lanusse, en uniforme de campaña.
co tradicional afectado por su experiencia en cuando era presidente de la Nación. Archivo General de
el exilio y en la clandestinidad, que tras su re­ la Nación.

sidencia en Cuba se había transformado en el


solitario y frustrado ideólogo del encuentro por la acción social y terminaron en la violen­
entre el foquismo cubano y las masas peronis­ cia. Símbolo de esos años y también de las
tas. Éstas se mantuvieron alejadas del foquis­ contradicciones que la prédica de la violencia
mo, pero muchos de los nuevos revoluciona­ presentaba a los miembros de la Iglesia, fueron
rios comenzaban a considerarse peronistas. el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer
En 1970, entonces, con el surgimiento de Mundo y su figura más visible, el padre Carlos
Montoneros y muy poco más tarde de las Mugica. El Movimiento surgió en 1967 y se
Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), la deshizo en 1973, por los enfrentamientos po­
pesadilla se volvía realidad: la guerrilla pero­ líticos y doctrinarios internos. El padre Mugi­
nista parecía la síntesis temida por los milita­ ca, que consecuente con su visión del peronis­
res desde hacía diez años. Montoneros tenía su mo como la expresión política de los pobres,
origen en el fermento que se estaba produ­ se había alejado de los Montoneros y de la vio­
ciendo en el seno de la Iglesia desde principios lencia, fue asesinado en mayo de 1974. Nunca
de los sesenta. Ióvenes católicos, tanto ordena­ se supo quién lo mató, pero el manto de sos­
dos como laicos —éstos más jóvenes que aqué­ pecha que cubrió a sus antiguos discípulos
llos-, transitaban senderos que comenzaron aún no se ha disipado. Las FAR tuvieron su 345
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

origen en los grupos de jóvenes comunistas rando la democracia una década más tarde.
que estuvieron vinculados de algún modo con Había una dificultad en ese camino y, co­
el intento de Guevara de establecer un foco en mo desde hacía dieciséis años, esa dificultad
Bolivia. A su muerte, en octubre de 1967, a era Perón. Su electoralismo de 1961-1966; la
esos grupos les quedó la opción, en sus pro­ coincidencia con sus antiguos adversarios en la
pias palabras, de transformarse en “una patru­ Asamblea de la Civilidad; la negociación irnplí­
lla perdida en el espacio de la lucha de clases" cita o explícita con el gobierno radical que per­
o mirar hacia la realidad nacional. Optaron mitió la larga visita de María Estela Martínez al
por lo segtmdo y se declararon peronistas. país para derrotar al enemigo común, Vandor;
Otro grupo, el Ejército Revolucionario del el llano compartido desde junio de 1966: ésos
Pueblo (ERP) —conducido, según su ficción, fueron los factores que llevaron a los contactos
por el Partido Revolucionario de los Trabaja­ directos entre el sector mayoritario del radica­
dores-, había surgido de uno de los sectores lismo del Pueblo y el exilado. Aquello que Bal­
del trotskismo. El ERP, que al igual que las bín temía en 1962, la autonomía militar, se ha­
otras organizaciones había comenzado a ope­ bía producido finalmente con Onganía y
rar solapadamente en 1969, también inició sus Levingst '11. En ese punto, durante la breve pre­
operaciones abiertas en 1970. sidencia de este último, salieron finalmente a la
Al llegar Lanusse a la presidencia, enton­ luz aquellos contactos. Peronismo y radicalis­
ces, había dos caminos para enfrentar a la gue­ mo unidos reclamaron a fines de 1970 el pleno
rrilla: uno, puramente militar; el otro, político. retorno a una democracia que entonces ambos
El camino militar era el señalado hacía más de aceptaban y sobre cuyo significado, por fin,
una década por los oficiales franceses, frescos concordaban. La Hora del Pueblo, el agrupa­
de la experiencia de Argelia, que habían intro­ miento de los dos grandes partidos con algu­
ducido en la Argentina la doctrina de la guerra nos socios menores, significó el definitivo re­
contrarrevolucionaria. Ese camino, que irnpli— conocimiento de la comunidad política de que
caba destruir a las organizaciones guerrilleras el peronismo, encabezado por Perón, era uno
rápida y drásticamente, era peligroso porque de sus legítimos miembros.
tales métodos tendrían un costo político. Éste Lanusse, el hombre de acción a quien las
podría ser más alto aún si no se resolvía antes circunstancias pusieron a obrar de político, te­
el problema que el peronismo había presenta­ nía su cuenta personal con Perón: cuatro años
do al orden político desde 1955 y que, tras el de cárcel en el sur por su participación en el
fracaso de Onganía, era hora de resolver. La alzamiento de 1951. Más importante, sin em­
opción entre el camino militar y el político era bargo, que esa cuenta era la mala gana con que
difícil, pero Lanusse y los comandantes de las Lanusse (y, quizá, los altos mandos de las
otras fuerzas se decidieron por el segtmdo. Pa­ Fuerzas Armadas) había llegado a la conclu­
radójico, si se piensa que se trataba de milita­ sión de que Perón era necesario para recons­
res; bastante menos paradójico si se considera truir la democracia y que ésta era la mejor ba­
la historia política de esos militares a quienes rrera contra la expansión de la guerrilla. Era
su compromiso con la democracia había lleva­ necesario, por lo tanto, garantizar la salida de­
346 do a derrocar a Perón, sólo para verse oblite­ mocrática obteniendo la condena de la guerri­
DE PERON A PERON (1955-1973)

meses como consecuencia de las medidas dis­


puestas por Lanusse para obstaculizarla.
Para complicación de Lanusse y de Perón,
durante l972 y comienzos de 1973 creció nota­
blemente la actividad guerrillera. Peor aún, és­
ta era vista con buenos ojos por la mayoría de
la población, a la que irnportaban menos sus
objetivos últimos —la toma del poder para lle­
var a cabo una revolución cuyo modelo era Cu­
ba- que las consecuencias inmediatas -el hosti­
gamiento de los militares en retirada-. Lanusse,
además de su confrontación con Perón, tenía
que mantener unido su frente intemo. Ésta no
era una tarea sencilla. Las tensiones dentro de
las Fuerzas Armadas podían advertirse tanto
por el levantamiento de algunas unidades en
Azul y Olavarría a fines de 1971, como en la irn­
plementación por algtmos oficiales de los mé­
todos de represión aprendidos de los franceses.
Una manifestación de esas tensiones fue la res­

l Perón durante su exilio en Madrid, |97|. Archivo General


puesta violenta a la fuga de los principales diri­
de la Nación. gentes guerrilleros de la prisión de Rawson en
agosto de l972, cuando algunos guerrilleros,
lla por Perón. Las negociaciones en tal sentido, que no habían podido unirse a los fugados, fue­
sin embargo, fracasaron. Perón, obtenidas ya ron muertos en una base de la Armada cercana
sus credenciales democráticas por el reconoci­ a Trelew, en una acción de la que esa institución
miento de sus pares, no estaba dispuesto a fa­ no pudo dar una explicación convincente.
cilitar la retirada del poder a los militares.
Consecuentemente, no condenó a la guerrilla.
Quizá por rencor hacia sus antiguos subordi­ PERON: EL REGRESO
nados; quizá porque confió en su propia capa­
cidad para manipular a quienes a poco andar Por un cálculo político cuyo precio paga­
llamaría “jóvenes imberbes”; quizá porque" el ría al llegar al poder, Perón confió en lograr el
secreto de su éxito en el exilio era aceptar a to­ apoyo de un pueblo irritado con los militares,
dos los que quisieran seguirlo, tras fracasar las irritándolos. El antiguo general que se descri­
negociaciones, Perón se enfrascó en un tira y bía a sí mismo como un “león herbívoro”, de­
afloje con el presidente, que en el corto plazo cidió que era la hora de volver al país para se­
perjudicó a los dos. A Lanusse, porque fue evi­ llar las alianzas que llevarían al triunfo a su
dente su fracaso ante Perón; a Perón, porque partido y para mostrar a los militares que la
su llegada a la presidencia se demoró varios democracia por la cual habían luchado irnpli­ 347
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

caba necesariamente su retorno al poder. En do a Montoneros en favor de las milicias obre­


noviembre de 1972, después de diecisiete años ras, respondió con su exclusión de la fantas­
y dos meses en el exilio, transcurrido desde magórica conducción del Movimiento Pero­
enero de 1960 en la España de Franco, Perón nista; a la visita que le hicieron los dirigentes
regresó a la Argentina. Apenas un mes estuvo Montoneros, respondió explicándoles que su
en el país, en la casa de la calle Gaspar Cam­ lugar no estaba en el gobierno sino en una re­
pos, de Vicente López, que le había comprado diviva Fundación Eva Perón. A través de su se­
su partido. Allí recibió a un antiguo adversa­ cretario, el todavía ignoto Iosé López Rega, les
rio, Ricardo Balbín, quien, para eludir la con­ hizo saber que si no se desarmaban volunta­
centración de seguidores del general, saltó la riamente, sabía cómo derrotarlos. Los dirigen­
tapia -real y simbólicamente- desde una casa tes de la guerrilla peronista, en su hora de
vecina. Muy cerca, en el restaurante Nino, de triunfo, no tenían por qué escucharlo. Mucho
Avenida del Libertador, Perón se reunió con el menos el ERP, la guerrilla no peronista, que en
arco casi completo de los partidos políticos en una carta al nuevo presidente dejó expresa
lo que pareció una rendición de pleitesía de constancia de que su lucha no cesaba. Pronto
los futuros vencidos, pero que también era la se descubríría que, en efecto, la vuelta a la de­
ceremonia de su investidura como político. mocracia no significaba el fin de la guerrilla.
Tras su breve permanencia en el país, Pe­ El 25 de mayo de 1973, el presidente elegido
rón regresó a España. Dejó como candidato a por el pueblo asumió la presidencia. Se cerraba
la presidencia a su último delegado personal, de esta manera no solamente un período de ex­
Héctor I. Cámpora, un hombre a quien las cepdón que había durado siete años, sino tarn­
malas lenguas asignaban una fidelidad canina bién un periodo de reconstrucción democrática
a Perón, pero al que las circunstancias habían de casi dieciocho años. El peronismo volvía al
puesto demasiado cerca de Montoneros. En poder como un par'tido democrático, elegido
las elecciones del ll de marzo de 1973, las pri­ por el democrático método del voto popular.
meras elecciones tras ocho años de abstinen­ Esos dieciocho años de dificultades habian ser­
cia, Cámpora obtuvo casi el 50% de los votos. vido para que los otros actores reconocieran fi­
Aun cuando en la campaña los Montoneros y nalmente al peronismo como una pieza clave
sus organizaciones aliadas fueron más visibles del orden político, pero también para que el pe­
que sus antagonistas sindicales, desde el mís­ ronismo, y especialmente Perón, reconocieran
mo momento del triunfo Perón se preocupó que el orden político debia basarse, como que­
por desengañarlos de cualquier ilusión que se rían sus adversarios, en la tolerancia del disenso.
pudiesen hacer de que ellos, y no él, llegarían La democracia, como la entendía Balbín,
al poder. Mientras el país se preparaba para la había sido restaurada, pero quedaban varios
difícil transición de un gobiemo de facto a dilemas por resolver: primero, el papel de Pe­
otro democrático, complicada por la conti­ rón; segundo, el papel de los militares; tercero,
nuación de los actos de violencia de las orga­ el papel de la guerrilla. El primer dilema se re­
nizaciones guerrilleras, Perón iniciaba un ope­ solvió con el regreso definitivo de Perón al
rativo de clarificación de su poder: a las país, el 20 de junio de 1973. En menos de un
348 declaraciones de un dirigente juvenil vincula­ mes, tras la renuncia de Cámpora, inició el ca­
DE PERON A PERON (1955-1973)

i;
‘l
2;
Ü

Héctor I. Cámpora y Vicente Solano Lima al asumir el gobierno, en presencia del presidente saliente, Alejandro A. Lanusse.
Archivo General de la Nación.

mino hacia su tercera presidencia, que obtuvo las que se proclamaban peronistas, continua­
en las elecciones del 23 de septiembre, con ca­ ron operando.
si el 62% de los votos. El segimdo dilema, el La ruptura de Perón con las organizacio­
papel de los militares, se solucionó después de nes guerrilleras había comenzado en el mismo
algunos equívocos. La conducción del Ejército momento del triunfo electoral. Aunque en el
había adquirido desde la asunción de Cámpo­ pasado reciente hubiese admitido su fervor re­
ra un matiz populista, que se manifestó sobre volucionario, también había subrayado su
todo en la colaboración con la Juventud Pero­ compromiso democrático. Perón había dicho
nista controlada por Montoneros en una ope­ a todos cuanto querían escuchar, pero él tenía
ración de ayuda a zonas afectadas por inunda­ sus propias intenciones y no había hecho mu­
ciones. A fines de 1973, ya presidente, Perón cho por ocultarlas. Dentro de esa democracia
eliminó esa conducción en favor de otra más restablecida, el poder derívaba de la voluntad
profesional y menos proclive a mezclarse con popular expresada en el voto. Perón, que ama­
quienes él ya veía como sus principales enemi­ ba el poder, no tenía por qué arriesgar el que
gos. El tercer dilema, el papel de la guerrilla, había conseguido de esa manera, con tanto es­
no se resolvió tan fácilmente: las organizacio­ fuerzo, en nombre de un proyecto que, ya an­
nes guerrilleras, no sólo el ERP sino también tes de las elecciones pero con mayor claridad 349
LA DIMENSIÓN POLITICA

aun después de su regreso, dejó saber que le CGT, dos días después del triunfo de Perón en
era ajeno. En su propio proyecto, el que lo ha­ las elecciones presidenciales. Ésa fue la acción
bía desvelado desde su caída, las guerrillas que de mayor envergadura política de Montone­
le manifestaban su adhesión no eran sola­ ros y FAR (que poco después se fusionaron
mente una adición tardía sino también una bajo el nombre de Montoneros) en 1973 y su
molestia. Ellas reproducían, ahora en torno acción de mayor complejidad militar hasta
del “socialismo nacional”, la dicotomía pero­ entonces. En el lenguaje montonero, “había
nismo-antiperonismo a la que Perón había lo­ que tirarle un cadáver a Perón” para advertir­
grado enterrar con su abrazo a Balbín. Las le que aún debía tenerlos en cuenta. Para Pe­
guerrillas peronistas no comprendieron la rón, esa parte de la “juventud maravillosa” ya
nueva mecánica política que la democracia había dejado de serlo y sólo quedaba contes­
imponía, ni aceptaron pasivamente el ejercicio tarle del modo que les había anunciado en
del poder por Perón. Por un lado, refirmaron abril a través de su secretario. En los ocho me­
su confianza en las movilizaciones masivas ses y medio de su presidencia se preocupó por
más que en la representatividad de las institu­ hacérselos entender.
ciones. Por otro, reaccionaron con violencia Perón asumió la presidencia el 12 de octu­
contra el símbolo de otrora reencarnado en bre de 1973, acompañado en la vicepresiden­
un político que luchaba por el poder, incluso cia por su tercera esposa. La incógnita acerca
contra ellos. de los motivos de Perón para elegirla también
Ejemplo de lo primero fue la conducta de como compañera institucional aún no ha sido
las organizaciones guerrilleras peronistas en la despejada. Las circunstancias posteriores sólo
masiva manifestación del 20 de junio en Ezei­ complicaron la respuesta. La tesis cínica, inde­
za: ignorando una distancia que hasta poco mostrable, es que quiso vengarse del fracaso
antes habían sabido reconocer, se creyeron no que su segunda esposa había sufrido en su in­
ya vanguardia sino el pueblo mismo y como tento de alcanzar esa posición. La tesis realista
tal, con derecho a hostigar con estudiada es­ subraya la soledad política del exilado y las
pontaneidad al aparato de seguridad que Pe­ consecuencias de su técnica pendular de con­
rón había dispuesto para su custodia personal. ducción: sólo gente para él inocua, cuya exis­
Peor que las consecuencias de la reacción del tencia política dependía completamente de su
aparato fue la derrota política: las palabras de voluntad, ampliaba su espacio político y le
Perón de esa noche y de la siguiente dejaron evitaba cedérselo a miembros de fracciones
en claro a todos los oyentes que quisieron en­ enfrentadas de su movimiento. Si algím rasgo
tenderlo quiénes eran los nuevos contendien­ de cinismo se atisba en esta explicación, debe
tes por el poder. Ése fue el punto de inflexión, recordarse su predilección por Ricardo Balbín,
como reconoce un miembro de la conducción cuyo extremo apego a las formalidades de la
montonera en sus memorias: en la solapada vida interna del radicalismo impidió que par­
lucha de un año con Perón, los Montoneros ticipara en semejante artificio político. Alguna
sólo cosecharían derrotas. virtud había visto Perón en ese antiguo adver­
Ejemplo de lo segundo fue el asesinato de sario de torcida prosa como para seguir bus­
350 Iosé Ignacio Rucci, secretario general de la cando en su lecho de muerte, infructuosa­
DE PERON A PÉRÓN (1955-1973)

l Iuan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón durante un acto de juramento de ministros. Revista Gente.

mente, la forma de instalarlo en la presidencia que provocaron la caída de los gobernadores


(como afirma el libro póstumo del periodista de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, aliados
mejor informado de esa hora). de Montoneros, y del comienzo de las acciones
Perón gobernó hasta su muerte, el 1° de directas de hostigamiento a esa organización,
julio de 1974. Su fugaz paso por la presidencia que sólo tras su muerte Hevaron la marca de la
tuvo, en más de un sentido, consecuencias de­ Triple A. En un mismo día, el 1° de mayo de
cisivas para la política argentina. Por un lado, 1974, Perón, actor central de tres décadas de
quedó claro que el peronismo estaba plena­ política argentina, clausuró el pasado con su
mente integrado a la constelación democráti­ elogio a la oposición en el discurso de apertu­
ca y que Perón pensaba que debía aprender de ra de las sesiones ordinarias del Congreso e
la oposición a comportarse correctamente inauguró el futuro con la expulsión de los
dentro de ella. Por otro, también quedó claro Montoneros de la Fiesta del Trabajo celebrada
que veía a la guerrilla como el principal pro­ esa misma tarde en la Plaza de Mayo.
blema por resolver, por las buenas o por las Así se cerró un período crucial de la histo­
malas. Por las buenas, mediante una reforma ria argentina reciente con el regreso del pero­
de la legislación penal para dificultar la acción nismo al poder, con Perón como su líder,
guerrillera, que promovió en enero de 1974; aceptado por todos los otros actores políticos,
por las malas, a través de acciones políticas en el contexto de la reconstrucción democrá­ 35]
LA DIMENSIÓN POLITICA

tica. Semejante final no era inevitable: Perón argentina en 1955. Esa concepción unificada
podría haber muerto en el exilio y el peronis­ de la libertad chocaba contra quienes la nega­
mo podría haber demorado mucho tiempo ban. Quedaba pendiente, por lo tanto, el pro­
más en integrarse al orden político democráti­ blema que presentaban los adversarios de la
co o podría no haberse integrado jamás. Que democracia, la guerrilla peronista y la no pe­
nada de esto sucediera se debió a decisiones ronista, cuya propia naturaleza los excluía de
tomadas en el curso de esos dieciocho años de ese acuerdo. Perón no pudo solucionar ese
enfrentamientos, que llevaron a los adversa­ problema en el plano militar (aunque sabía
rios a encontrarse en el terreno común de una cómo hacerlo: “al terror no se lo vence sino
democracia cuyos principios, finalmente, con otro terror superior”, había dicho en los
compartieron. Sólo en ese momento se unie­ momentos iniciales de su exilio), pero al me­
ron en un único orden las dos concepciones nos antes de morir lo resolvió en el plano po­
de la libertad —como capacidad de ejercitar los lítico, al definir claramente la orientación de­
derechos civiles y como afirmación de la dig­ mocrática de su movimiento. Sólo restaba
nidad personal— que Germani había identifi­ pacificar el país para consolidar el pleno ejer­
cado como la grieta que cortaba a la sociedad cicio de esa libertad.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Este capítulo es una reelaboración de SA­ mercado en la Argentina, Buenos Aires, 1997) y
MUEL AMARAL, “Del exilio al poder: la legitimi­ de TULIo HALPERIN DONGHI, La larga agonía de
dad recobrada”, en SAMUEL AMARAL y MARIANO la Argentina peronista, Buenos Aires, 1994. En­
BEN PLOTKIN, Perón: del exilio al poder, Buenos tre los estudios más destacados de aspectos
Aires, 1993, págs. 281-308, y se apoya en las parciales de este período, debe incluirse a TU­
contribuciones de los autores de los otros ca­ LIO HALPERIN DONGHI, Argentina en el callejón,
pítulos de ese libro. Montevideo, 1964 (2= edición: Buenos Aires,
La producción sobre las casi dos décadas 1995) y LILIANA DE R12, La política en suspen­
que transcurrieron entre la caída de Perón y su so: 1966-1976, Buenos Aires, 2000. Un libro de
regreso al poder es muy abundante y variada. gran utilidad es la cronología de ANDREW GRA­
Cada uno de los problemas del período ha da­ HAM-YooLL, De Perón a Videla, Buenos Aires,
do lugar a varios estudios y también hay algu­ 1989.
nos intentos de explicar este período comple­ Dos obras indispensables para compren­
ta o parcialmente como parte de otro que se der el comportamiento de un actor político
cierra con la restauración democrática de central de ese período, el Ejército, son las de
1983. Entre estos últimos, cabe destacar los ROBERT A. PoTAsH, EI ejército y la política en la
aportes de MARCELO CAVAROZZI, Autoritarismo Argentina, 1945-1962: de Perón a Frondizi, tra­
y democracia (1955-1983), Buenos Aires, 1983 ducción de Enrique Tejedor, Buenos Aires,
(reedición ampliada: Autoritarismo y demo­ 1981, y El ejército y la política en la Argentina,
352 cracia, 1955-1996: la transición del Estado al 1962-1973: De la caída de Frondizi a la restau­
DE PERON A PERON (1955-1973)

ración peronista, traducción de Elvio Gandol­ nos Aires, 1980. Dos importantes testimonios
fo, Buenos Aires, 1994, 2 volúmenes; y de periodísticos, que cubren momentos opuestos
ALAIN ROUQUIE, Poder militar y sociedad políti­ de la vida de Perón dentro del período estu­
ca en la Argentina, II: 1943-1973, traducción diado, son los de ESTEBAN PEIcOvIcH, Hola Pe­
de Arturo Iglesias Echegaray, Buenos Aires, rón, Buenos Aires, 1965 (hay una reedición
1982. ampliada de 1973), y HERIBERTO KAHN, Doy fe,
Un aspecto que debe subrayarse es la can­ Buenos Aires, 1979.
tidad de memorias y testimonios que se han Las actividades políticas de Perón desde su
publicado y siguen publicándose. Ellos son, caída hasta su regreso al poder han dado lugar
como cabe esperar del género, muy desiguales, a una vasta producción. La mejor obra para
pero aun en los menos explícitos se encuentra ver toda su carrera es la última edición de la
algtma información útil sobre la experiencia biografía escrita por JOSEPH PAGE, Perón. Una
de sus autores. Pocos han hecho un esfuerzo biografía, Buenos Aires, 1999. Las obras escri­
similar al del ex presidente ALEJANDRO AGUSTIN tas por Perón durante ese lapso, como así
LANUSSE, quien publicó tres libros autobiogra­ también muchos reportajes, documentos po­
ficos: Mi testimonio, Buenos Aires, 1977; Prota­ líticos y escritos ocasionales han sido recopila­
gonista y testigo (Reflexiones sobre 70 años de dos en JUAN DOMINGO PERON, Obras comple­
nuestra historia), Buenos Aires, 1988, y Confe­ tas, vols. 24-27, Buenos Aires, 1987- 1989. Para
siones de un generaL Buenos Aires, 1994. Entre comprender su actividad política en el perío­
los pocos políticos que han publicado sus me­ do, debe consultarse también JUAN DOMINGO
morias, sean escritas por sí mismos o produc­ PERON, Correspondencia, compilación de Enri­
to de conversaciones con quienes las recopila­ que Pavón Pereyra, Buenos Aires, 1983-1985,
ron, se encuentran ALVARO C. ALSOGARAY, 3 volúmenes. Más importante aún es la co­
Experiencias de 50 años de política y economía rrespondencia mantenida entre Perón y John
argentina, Buenos Aires, 1993; RAUL BUSTOS William Cooke, recopilada —según se sabe por
FIERRO, Desde Perón hasta Onganía, Buenos testimonios indirectos, ya que en ninguna
Aires, 1969; ANTONIO CAFIERO, Desde que grité: parte se aclara- por la viuda de Cooke, Alicia
¡Viva Perónl, Buenos Aires, 1983; OSCAR CAMI­ Eguren. Esta obra, publicada como PERON­
LION, Memorias políticas. De Frondizi a Menem COOKE, Correspondencia, Buenos Aires, 1972,

1993. _
(1956-1996), Buenos Aires, 2000; EMILIO J.
HARDOY, No he vivido en vano, Buenos Aires,

También deben destacarse los testimonios


2 volúmenes, es clave para el período que co­
rrió entre junio de 1956 y febrero de 1959, al
que pertenecen el 89% de las cartas de Perón
y el 63% de las cartas de Cooke allí recopila­
aportados por algunos personajes a diversos das. Otras cartas de Perón del mismo período,
periodistas y estudiosos, publicados en los li­ que sirven para confrontar la autenticidad de
bros de ANTONIO EMILIO CASTELLO, Hablan los las incluidas en los volúmenes compilados por
protagonistas de la historia, Buenos Aires, Eguren, pueden encontrarse en JUAN DOMIN­
1994; FANOR DIAZ, Conversaciones con Rogelio GO PERON, Cartas del exilio, compiladas por
Frigerio, Buenos Aires, 1977; PABLO JOSE HER­ Samuel Amaral y William E. Ratliff, Buenos
NANDEZ, Conversaciones con Raúl Matera, Bue­ Aires, 1993. 353
LA DIMENSION POLÍTICA

La primera interpretación sociológica del Aires, 1980, y Los detractores, Buenos Aires,
peronismo, que fue publicada inmediatamen­ 1981. El estudio más exhaustivo de la Revolu­
te después de la caída de Perón, y aún puede ción Libertadora, desde los antecedentes del
leerse con extraordinario provecho para en­ alzamiento de junio de 1955 hasta la asunción
tender cuanto sucedió en las dos décadas si­ del poder por Lonardi, es el de ISIDORO I. RUIZ
guientes, es el artículo de GINO GERMANI, “La MORENO, La revolución de 1955, Buenos Aires,
integración de las masas a la vida política y el 1994, 2 volúmenes. Esta obra se basa en una
totalitarismo", Cursos y Conferencias, vol. 48, sólida investigación, de la que fonnaron par­
n" 273, Buenos Aires, junio 1956, págs. 153­ te, muy especialmente, los testimonios orales
176 (luego publicado como capítulo 9 de su o escritos que muchos de los participantes
Política y sociedad en una época de transición, pusieron a disposición del autor. También so­
Buenos Aires, 1962). Una revisión de las inter­ bre la revolución misma deben mencionarse
pretaciones del peronismo se encuentra en MA­ los libros de IUAN V. ORONA, La revolución del
RIANO BEN PLOTKIN, “Perón y el peronismo: un 16 de septiembre, Buenos Aires, 1971, parte de
ensayo bibliográfico”, Estudios Interdisciplina­ una serie que el autor dedicó a la historia po­
rios de América Latina y el Caribe, vol. 2, n‘ l, lítica del Ejército desde su irrupción en la po­
Tel Aviv, 1991, págs. 113-135; y en FEDERICO lítica en septiembre de 1930; y de IOSE OSCAR
NEIBURG, Los intelectuales y la invención del pe­ FRIGERIO, El síndrome de la “Revolución Liber­
ronismo, Buenos Aires, 1998. Una obra clave tadora”: la Iglesia contra el Iusticialismo, Bue­
para la comprensión de la política de Perón en nos Aires, 1990, 3 volúmenes, que estudia
el exilio es la de SILVIA SIGAL y ELISEO VERÓN, también la gestación de la revolución desde la
Perón o muerte. Los fundamentos discursivos perspectiva de las relaciones con la Iglesia. La
del fenómeno peronista, Buenos Aires, 1986. única obra dedicada a los dos años y medio
Sobre la Revolución Libertadora hay algu­ de gobierno revolucionario es la de DANIEL
nos testimonios tempranos de participantes RODRIGUEZ LAMAs, La Revolución Libertadora,
directos o indirectos, como MARIO AMADEO, Buenos Aires, 1985. La justificación que la Re­
Ayer, hoy y mañana, Buenos Aires, 1956; LUIS volución Libertadora produjo de sí misma
E. LONARDI, Dios es justo, Buenos Aires, 1958; fue publicada por la COMISION NACIONAL DE
BONIFACIO DEL CARRIL, Crónica interna de la INVESTIGACIONES, Documentación, autores y
Revolución Libertadora, Buenos Aires, 1959; cómplices de las irregularidades cometidas du­
ANIBAL O. OLIvIERI, Dos veces rebelde, Buenos rante la Segunda Tiranía, Buenos Aires, 1958,
Aires, 1958; y algunos más tardíos, pero igual­ S volúmenes.
mente interesantes, como los de IORGE PE­ Los testimonios sobre la Resistencia Pero­
RREN, Puerto Belgrano y Ia Revolución Liberta­ nista son escasos y tardíos, ya que se publica­
dora, Buenos Aires, 1997, y JORGE GONZALEZ ron ante la proximidad del retorno del pero­
CRESPO (ed.), Memorias del Almirante Isaac F. nismo a.l poder. El más detallado se debe a
Rojas, Buenos Aires, 1993. Debates posterio­ IUAN M. VIGO, Crónicas de la Resistencia. ¡La
res dieron lugar a dos libros escritos por la hi­ vida por Perón!, Buenos Aires, 1973. Este testi­
ja de uno de los protagonistas, MARTA LONAR­ monio, sin embargo, no va más allá de junio
DI, Mi padre y la revolución de 1955, Buenos de 1956, cuando su autor cayó preso. Aunque
DE PERON A PERON (1955-1973)

la escasez testimonial es difícil de remediar, al­ res, 1959. Testimonios de distintos aspectos de
gtmos estudios recientes se han concentrado la presidencia de Frondizi se encuentran en
en su interpretación. Entre ellos, cabe mencio­ NICOLAS BABINI, Frondizi. De la oposición al go­
nar el libro de DANIEL JAMES, Resistencia e inte­ bierno, Buenos Aires, 1984; EMILIO PERINA, De­
gración. El peronismo y la clase trabajadora ar­ trás de la crisis, Buenos Aires, 1960, y RAMON
gentina, 1946-1976, traducción de Luis Justo, PRIETO, El Pacto, Buenos Aires, 1963. El traba­
Buenos Aires, 1990; y los artículos de JULIO jo de DANIEL RODRÍGUEZ LAMAS, La presidencia
CESAR MELON, “La resistencia peronista, alcan­ de Frondizi, Buenos Aires, 1984, cubre toda la
ces y significados”, Anuario del IEHS, n“ 8, presidencia, mientras que ROSENDO PRAGA, El
Tandil, 1993, págs. 215-246; ERNESTO SALAS, ejército y Frondizi (1958-1962), Buenos Aires,
“Cultura popular y conciencia de clase en la 1992, trata con nuevas fuentes un aspecto ya
resistencia peronista”, Ciclos, vol. 4, n’, 7, Bue­ considerado en las obras citadas de POTASH y
nos Aires, 1994, págs. 157-175; y CESAR TCACH, ROUQUIE. La división del radicalismo y sus
“Neoperonismo y resistencia obrera en la Cór­ consecuencias para la candidatura y la presi­
doba Libertadora (1955-1958)”, Desarrollo dencia de Frondizi pueden verse en RICARDO
Económico, vol. 35, n“ 137, Buenos Aires, 1995, GALLO, Balbín, Frondizi y la división del radica­
págs. 63-82. Sobre la actitud de Perón frente a lismo (1956-1958), Buenos Aires, 1983, y CA­
la Resistencia, véase SAMUEL AMARAL, “El avión TALINA SMULOVITZ, Oposición y gobierno. Los
negro: retórica y práctica de la violencia”, en años de Frondizi, Buenos Aires, 1988, 2 volú­
AMARAL y PLOTKIN, op. cit., págs. 69-94. Sobre menes. La crisis final de la presidencia de
la actitud de algunos intelectuales peronistas Frondizi ha sido estudiada por CATALINA SMU­
respecto de ella, véase MARTA CICHERO, Cartas LOVITZ, “Crónica de un final anunciado: las
peligrosas, Buenos Aires, 1992. Sobre el alza­ elecciones de marzo de 1962”, Desarrollo Eco­
miento del 9 de junio de 1956, debe señalarse nómico, vol. 28, n‘ 109, Buenos Aires, 1988,
por su valor testimonial la obra de RODOLFO I. págs. 105-119.
WALsH, Operación Masacre, 33 edición, Buenos La política económica de Frondizi ha sido
Aires, 1969, que fue publicada por primera vez estudiada por CELIA SzUsTERMAN, Frondizi and
como una investigación periodística en 1957. the Politics of Developmentalism in Argentina,
Algunos testimonios de la “Segtmda Resisten­ 1955-62, London, 1993 (versión castellana:
cia”, de 1959-1960, como así también de los Buenos Aires, 1998); ALAIN ROUQUIE, Radicales
orígenes de la primera Juventud Peronista, y desarrollistas en la Argentina, traducción de
pueden encontrarse en OSCAR ANZORENA, IP: Jorge Liberati, Buenos Aires, 1975; KATHRYN
Historia de la Juventud Peronista, 1955-1988, SIKKINK, Ideas and Institutions: Developmenta­
Buenos Aires, 1989. lism in Brazil and Argentina, Ithaca, 1991, y
Sobre lo que podía esperarse de una futu­ GARY W. WYNIA, Argentina in the Postwar Era.
ra presidencia suya, ARTURO FRONDIZI dejó tes­ Politics and Economic Policy Making in a Divi­
timonio en La lucha antiimperialista, Buenos ded Society, Albuquerque, New Mexico, 1978
Aires, 1955. El programa de gobierno efectiva­ (versión castellana: Buenos Aires, 1986). Entre
mente seguido puede verse en ROGELIO FRIGE­ los libros más recientes sobre Frondizi, aun­
RIO, Las condiciones de la victoria, Buenos Ai­ que no solamente sobre su presidencia, están 355
LA DIMENSION POLÍTICA

los de EMILIA MENOTTI, Arturo Frondizi: bio­ “Del exilio al poder: la legitimidad recobrada",
grafia, Buenos Aires, 1998, y JORGE LANDABU­ ibidem, págs. 281-308.
RU, Una alternativa en la historia. Frondizi: del Sobre la presidencia de Illia, especialmen­
poder a la política, Buenos Aires, 1999. te los conflictos que llevaron a su caída, véan­
Sobre la presidencia de Guido hay también se EUGENIO KvATERNIK, El péndulo cívico-mili­
un libro de DANIEL RODRIGUEZ LAMAs, La pre­ tar. La caída de Illia, Buenos Aires, 1990, y
sidencia de José María Guido, Buenos Aires, CATALINA SMULOVITZ , “La eficacia como crítica
1990. La larga crisis política en que transcu­ y utopía. Notas sobre la caída de Illia”, Desa­
rrió ese período ha sido estudiada por EUGE­ rrollo Económico, vol. 33, n‘ 131, Buenos Aires,
NIO KVATERNIK, Crisis sin salvataje: La crisis po­ 1993, págs. 403-423. Durante la presidencia de
lítico militar de 1962-63, Buenos Aires, 1987, y Illia culminó el ascenso político de Augusto T.
ANTONIO MANNA, “Coacción y coalición: pero­ Vandor, cuyas actividades han estudiado IA­
nismo y partidos políticos, 1962-1963”, en MES, op. cit.; MARCELO CAvAROzzI, Sindicatos y
AMARAL y PLOTKIN, op. cit., págs. 127-170. Los política en Argentina, Buenos Aires, 1984, que
estudios de Kvaternik y Manna son parte de cubre el movimiento sindical entre 1955 y
un conjunto más amplio de trabajos que dis­ 1959, y, desde otra perspectiva, VIVIANA GOR­
cuten las dificultades de la reconstrucción de BATO, Vandor o Perón, Montevideo, 1992, y AL­
la democracia entre 1955 y 1966. Entre éstos, VARO ABÓS, Augusto l". Vandor: sindicatos y pe­
cabe destacar la contribución de GUILLERMO ronismo, Buenos Aires, 1999. Aunque su tema
A. O’DONNELL, “Un ‘juego imposible’: compe­ es más vasto, alglmos capítulos clave de JAMES
tición y coalición entre partidos políticos en W. MCGUIRE, Peronism without Perón: Unions,
Argentina, 1955-1966”, Revista Latinoamerica­ Parties, and Democracy in Argentina, Stanford,
na de Sociología, n“ 2-3, Buenos Aires, 1971, California, 1997, tratan acerca del sindicalis­
págs. 103-131; EUGENIO KVATERNIK, “Sobre par­ mo en los sesenta y el desafío que su actividad
tidos y democracia en la Argentina entre 1955 planteó para el gobierno radical y para Perón.
y 1966”, Desarrollo Económico, vol. 18, n" 71, El neoperonismo, antes y después de la presi­
Buenos Aires, 1978, págs. 409-431; GUILLERMO dencia de Illia, ha sido estudiado por MARIA F.
O’DONNELL, “¿Qué democracia? Respuesta a ARIAS y RAÚL GARCIA HERAS, “Carisma disper­
un comentario de E. Kvaternik”, Desarrollo so y rebelión: los partidos neoperonistas”, en
Económico, vol. 18, n‘ 72, Buenos Aires, 1979, AMARAL y PLOTKIN, op. cit., págs. 95-125;
págs. 607-612; CATALINA SMULOVITZ, “El siste­ ORIETTA FAVARO, “El Movimiento Popular Neu­
ma de partidos en la Argentina: modelo para quino, 1961-1973 ¿Una experiencia neopero­
armar", Desarrollo Económico, vol. 26, n” 101, nista exitosa?”, Estudios Sociales, vol. 5, n‘ 8,
Buenos Aires, 1986, págs. 143-147, y “En bus­ Santa Fe, 1995, págs. 117-144, y MARIA FER­
ca de la fórmula perdida: Argentina, 1955­ NANDA ARIAS, “From Rebellion to Rupture: Pe­
1966”, Desarrollo Económico, vol. 31, n" 121, ronist Party Politics in Neuquén, 1961-1973”,
Buenos Aires, 1991, págs. 113-124. Sobre este en IAMES P. BRENNAN, Peronism and Argentina,
mismo asunto, véase también SAMUEL AMA­ Wilmington, DeL, 1998, págs. 57-77.
RAL, “Perón en el exilio: la legitimidad perdi­ Un panorama general de los problemas
356 da”, en AMARAL y PLOTKIN, op. cit., págs. 5-13, y enfrentados por los gobiernos militares que se
DE PERON A PERON (1955-1973)

sucedieron entre 1966 y 1973 se encuentra en organizado. La historia sin mitos, Buenos Aires,
la recopilación de artículos publicados en la 1999. Otro de los principales actores, Agustín
revista católica Criterio de NATALIO BOTANA, Tosco, ha sido estudiado en JAMES BRENNAN,
RAFAEL BRAUN y CARLOS FLORIA, El régimen mi­ Agustín I. Tosca. Por la clase obrera y la libera­
litar 1966-1973, Buenos Aires, 1973. Un análi­ ción nacional, Buenos Aires, 1999, y sus escritos
sis clave del período, especialmente por sus re­ han sido publicados en JORGE O. LANNOT,
percusiones teóricas, se debe a GUILLERMO ADRIANA AMANTEA y EDUARDO SGUIGLIA (com­
O’DONNELL, 1966-1973. El estado burocrático piladores), Agustín Tosca. Escritos y discursos,
autoritario. Triunfos, derrotas y crisis, Buenos Buenos Aires, 1988. Otros testimonios han sido
Aires, 1982. Otros estudios destacables sobre publicados en JORGE BERGSTEIN, El ‘Cordobazo’.
el mismo período son los de RUBEN PERINA, Testimonios, memorias, reflexiones, Buenos Ai­
Onganía, Levingston, Lanusse. Los militares en res, 1987, y JUAN CARLOS CENA (compilador), El
la política argentina, Buenos Aires, 1983, y WI­ Cordobazo: una rebelión popular, Buenos Aires,
LLIAM C. SMITH, Authoritarianism and the Cri­ 2000.
sis of the Argentine Political Economy, Stanford, Otro hecho definitorio de la presidencia
Califomia, 1989. Dos funcionarios próximos a de Onganía fue el asesinato de Aramburu, so­
la presidencia dieron su testimonio —el prirne­ bre el que se han escrito varios libros que avi­
ro de ellos como ficción- de los años de On­ van las sospechas, como los de EUGENIO MEN­
ganía: ALEJANDRO LOSADA, Andá cantale a Gar­ DEZ, Aramburu, crimen imperfecto, Buenos
del, Buenos Aires, 1970, y ROBERTO ROTH, Los Aires, 1987; PRÓSPERO GERMAN FERNANDEZ AL­
años de Onganía, Buenos Aires, 1980. Sobre la VARIÑO, Z Argentina: el crimen del siglo, Buenos
política económica durante la presidencia de Aires, 1973, y ALDO LUIS MOLINARI, Aramburu:
Onganía, véase JUAN CARLOS DE PABLO, Política la verdad sobre su muerte, Buenos Aires, 1993.
antiinflacionaria en la Argentina, 1967-1970, Con ese asesinato surgió a la luz pública
Buenos Aires, 1972. una de las organizaciones guerrilleras urba­
Uno de los hechos definitorios de la presi­ nas, Montoneros, cuya actividad marcó la dé­
dencia de Onganía fue el Cordobazo, que ha cada del setenta; otras dos, FAR y ERP, la se­
sido estudiado por FRANCISCO JOsE DELIcH, guirían poco después. Dos de los libros más
Crisis y protesta social. Córdoba, mayo 1969, importantes sobre ellas son los testimonios de
Buenos Aires, 1970 (hay dos reediciones pos­ dos miembros de la conducción desde sus eta­
teriores); BEBA C. BALvE y BEATRIZ S. BALVÉ, El pas iniciales, ROBERTO CIRILO PERDIA, La otra
‘69. Huelga política de masas. Rosariazo._ Cor­ historia. Testimonio de un jefe montonero, Bue­
dobazo. Rosariazo, Buenos Aires, 1989; JAMES P. nos Aires, 1997, y LUIS MATTINI, Hombres y
BRENNAN, El Cordobazo. Las guerras obreras en mujeres del PRT-ERP, Buenos Aires, 1990 (2‘
Córdoba, 1955-1976, traducción de Horacio edición, La Plata, 1995). Las recopilaciones
Pons, Buenos Aires, 1996, y MONICA GORDI­ documentales de ROBERTO BASCHETTI son irn­
LLO, Córdoba en los ‘60. La experiencia del sin­ prescindibles para el estudio de las actividades
dicalismo combativo, Córdoba, 1996. Uno de de la guerrilla peronista y del clima que las ro­
los principales actores del Cordobazo, ELPIDIO deaban: Documentos de la Resistencia Peronis­
TORRES, publicó su testimonio en El cordobazo ta 1955-1970, Buenos Aires, 1988 (2° edición 357
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

aumentada, La Plata, 1997), y De la guerrilla ganización. Críticas a Montoneros por ex mi­


peronista al gobierno popular. Documentos litantes de la organización son los libros de
1970-1973, La Plata, 1995. También incluye PABLO GIUssANI, Montoneros. La soberbia ar­
testimonios de activistas de los sesenta y se­ mada, Buenos Aires, 1984, y IUAN GASPARINI,
tenta el libro de LILIANA GARULLI, LILIANA CA­ Montoneros. Final de cuentas, Buenos Aires,
RABALLO, NOEMI CHARLIER y MERCEDES CAI=IE­ 1988 (23 edición revisada, La Plata, 1999). Me­
RO, Nomeolvides: memoria de la Resistencia nos crítico, pero igualmente interesante por lo
Peronista, 1955-1972, Buenos Aires, 2000. Las que dice y calla, es el libro de MIGUEL BoNAs­
autoras, como Baschetti, extienden el uso de la so, Diario de un clandestino, Buenos Aires,
palabra “resistencia” —en coincidencia con la 2000. Con una información abrumadora pero
visión autojustificativa de Montoneros- a to­ sin intención analítica, MARCELO LARRAQUY y
do el período transcurrido desde la caída de ROBERTO CABALLERO, Galimberti: de Perón a
Perón hasta su regreso al país, ignorando tan­ Susana, de Montoneros a la CLA, Buenos Aires,
to la vocación electoral de Perón desde co­ 2000, revela las actividades de un dirigente ex­
mienzos de los sesenta como la clara disconti­ tremadamente visible de la organización. Un
nuidad cronológica e ideológica existente subgrupo dentro de este género está integrado
entre la Resistencia Peronista de fines de los por obras de antiguos militantes dedicados,
cincuenta y la guerrilla de los setenta. La acti­ sin ninguna vocación crítica, al cultivo de la
vidad del ERP puede seguirse en la recopila­ nostalgia. Entre estas obras se cuentan las de
ción documental de DANIEL DE SANTIs, A ven­ ERNESTO IAURETCHE, Violencia y política en los
cer o morir. PRT: documentos, Buenos Aires, 70. No dejés que te la cuenten, Buenos Aires,
1998-2000, 2 volúmenes. Testimonios de gue­ 1997; GREGORIO LEVENSON y ERNEsTO IAURET­
rrilleros han sido recogidos por EDUARDO AN­ CHE, Héroes. Historias de la Argentina revolu­
GUITA y MARTIN CAPARROS, La voluntad. Una cionaria, Buenos Aires, 1998, y GONZALO LEO­
historia de la militancia revolucionaria en la NIDAs CI-IAvEs y JORGE OMAR LEWINGER, Los del
Argentina, 1966-1973, Buenos Aires, 1997 73. Memoria montonera, La Plata, 1998. Me­
(otros dos volúmenes de los mismos autores nos obvia, pero no menos alejada de las inten­
cubren los años siguientes); y MARTA DIANA, ciones justificativas de la organización por sus
Mujeres guerrilleras. Buenos Aires, 1996. Los ex militantes, es la obra de un profesional de la
orígenes remotos de la guerrilla ha sido estu­ pluma, HORACIO VERBITSKY, Ezeiza, Buenos
diados por GABRIEL ROT, Los orígenes perdidos Aires, 1985. La mejor recreación del clima que
de la guerrilla en la Argentina, Buenos Aires, rodeó a ese episodio es, sin duda, la de IORGE
2000. La actividad de Montoneros desde sus Asís, Los reventados, Buenos Aires, 1974.
inicios hasta la derrota y el exilio ha sido estu­ La mejor manera de conocer los orígenes,
diada por RICHARD GILLESPIE, Soldados de Pe­ las actividades y las justificaciones del PRT­
rón. Los Montoneros, traducción de Antoni Pi­ ERP es mediante la lectura de MATTINI, op. cit.
grau, Buenos Aires, 1987. Aunque se trata de Esos aspectos también son analizados por uno
un estudio de origen académico, se ha señala­ de sus militantes, IULIO SANTUCHO, quien ade­
do que el autor escribe desde una perspectiva más era hermano del jefe de esa organización,
358 demasiado apegada a la conducción de esa or­ Mario Roberto Santucho, en Los últimos gue­
DE PERON A PERON (1955-1973)

varistas. Surgimiento y eclipse del Ejército Revo­ ERNESTO GONZALEZ y colaboradores, quien ha
lucionario del Pueblo, Buenos Aires, 1988. Va­ coordinado cuatro volúmenes hasta ahora
liosa información sobre el comandante del (tres de ellos sobre el período posterior a
ERP puede encontrarse en la biografía escrita 1955) sobre el grupo trotskista liderado por
por MARIA SEOANE, Todo o nada, Buenos Aires, Nahuel Moreno: El trotskismo obrero e inter­
1991. Un testimonio que echa luz sobre los nacionalista en la Argentina, tomo 2: “Palabra
orígenes de esa organización es el de HELIOs Obrera y la resistencia (1955-1959)”, tomo 3:
PRIETO, “Memorias volterianas con final ma­ “Palabra Obrera, el PRT y la Revolución Cuba­
quiavélico”, El Rodaballo, año VI, n‘ ll-l2, na”, vol. l: “1959-1963” y vol. 2: “1963-1969",
Buenos Aires, 2000, págs. 62-73. Buenos Aires, 1996-1999. Clave también para
Otros estudios sobre las organizaciones comprender la posición de dos intelectuales de
guerrilleras que vale la pena leer, por dar izquierda muy influyentes dentro de esa tradi­
cuenta de puntos de vista contrapuestos, son ción política es el libro de HORACIO TARCUs, El
los de RAMON GENARO DIAz BEssONE, Guerra marxismo olvidado en la Argentina: Silvio
revolucionaria en la Argentina (1959-1978), Frondizi y Milcíades Peña, Buenos Aires, 1996.
Buenos Aires, 1986 (reeditado en 1988 y Testimonios de militantes de diversas agrupa­
1996); MARIO ORSOLINI, Montoneros. Sus pro­ ciones de izquierda, no todas ellas vinculadas
yectos y sus planes, Buenos Aires, 1989, y PABLO con la actividad guerrillera, se encuentran en
BONAVENA y otros, Orígenes y desarrollo de la PABLO POzzI y ALEJANDRO SCI-INEIDER, Los se­
guerra civil en la Argentina, 1966-1976, Buenos tentistas: izquierda y clase obrera, 1969-1976,
Aires, 1995. Buenos Aires, 2000.
Explicaciones más profundas de la guerrilla La transición a la democracia, desde la caí­
se encuentran en estudios realizados desde una da de Onganía hasta el triunfo peronista, es es­
perspectiva académica. Un análisis de la cultu­ tudiado en los libros ya citados de O’DONNELL
ra política que originó ese tipo de violencia se y PERINA, y por MARIA MATILDE OLLIER, Orden,
halla en MARIA MATILDE OLLIER, El fenómeno poder y violencia (1968-1973), Buenos Aires,
insurreccional y la cultura política (1969-1973), 1989, 2 volúmenes, y “Perón y las fuerzas ar­
Buenos Aires, 1986. La misma autora ha publi­ madas: la ambigüedad de un desafío”, en AMA­
cado un estudio de las motivaciones y de la vi­ RAL y PLOTKIN, op. cit., págs. 219-260; ALFREDO
da cotidiana de los guerrilleros en La creencia y PUCCIARELLI (compilador), La primacía de la
la pasión. Privado, público y político en la iz­ política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en
quierda revolucionaria, Buenos Aires, _l998. tiempos del GAN, Buenos Aires, 1999, y WAYNE
Otro estudio que busca desentrañar las raíces SMITH, “El diálogo Perón-Lanusse”, en FREDE—
de ese tipo de violencia basándose en testimo­ RICK C. TURNER y IOsE ENRIQUE MIGUENS (com­
nios de guerrilleros es el de MARIA JOSE MOYA­ piladores), La racionalidad del peronismo, Bue­
NO, Argentina? Lost Patrol. Armed Struggle, nos Aires, 1988, págs. 117-166.
1969-1979, New Haven - London, 1995. Un sector que jugó un papel central a fines
Una empresa sin par, por dar detallada de los sesenta y comienzos de los setenta fue la
cuenta de la historia de uno de los grupos más Iglesia Católica, especialmente un sector mili­
activos de la izquierda no guerrillera, es la de tante dentro de ella, el Movimiento de Sacer­ 359
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

dotes para el Tercer Mundo. Los documentos El clima cultural desde mediados de los
de este movimiento han sido recopilados por cincuenta hasta principios de los setenta, es­
DOMINGO BRESCI, Movimiento de Sacerdotes pecialmente en el seno de una izquierda en
para el Tercer Mundo. Documentos para la convulsión, puede reconstruirse a través de los
memoria histórica, Buenos Aires, 1994. Los testimonios de IOSE ARJCO, La cola del diablo,
aspectos políticos de la división que llevó a la Buenos Aires, 1988, y OSCAR TERAN, Nuestros
disolución del movimiento pueden apreciar­ años sesenta, Buenos Aires, 1991 (2a edición
se en dos textos contrapuestos de miembros revisada, Buenos Aires, 1993). Otras publica­
de ese movimiento: ROLANDO CONCATTI, ciones que se ocupan de este mismo aspecto
Nuestra opción por el peronismo, 2° edición, del período son las de SILVIA SIGAL, Intelectua­
Mendoza, 1972, y PADRE [Carlos] MUGICA, les y poder en la década de 1960, Buenos Aires,
Una vida para el pueblo, compilación de Ior­ 1991; MARCELA CROCE, Contorno: izquierda y
ge Vernazza, Buenos Aires, 1996 (la mayor proyecto cultural, Buenos Aires, 1996; PABLO
parte de los textos de Mugica allí publicados IOSE HERNANDEZ, Peronismo y pensamiento na­
ya habían sido incluidos en su Peronismo y cional, 1955-1973, Buenos Aires, 1997, y
Cristianismo, Buenos Aires, 1973). Una bio­ EDUARDO LUIS DUHALDE, “Peronísmo y revolu­
grafía del más visible de sus miembros es la ción. El debate ideológico-político en los 60:
de MARTIN DE BIAsE, Entre dos fuegos. Vida y una experiencia”, Pensamiento de los Confines,
asesinato del padre Magica, Buenos Aires, n" 6, Buenos Aires, 1999, págs. 53-65.
1998, aun cuando acepta sin crítica mucha Algtmos libros publicados en este período
información sobre su biografiado. El estudio tuvieron marcada influencia dentro y fuera de
más completo sobre el Movimiento se debe a los ámbitos intelectuales, convirtiéndose —más
JOSE PABLO MARTÍN, El Movimiento de Sacer­ allá de los temas que tratan- en una suerte de
dotes para el Tercer Mundo, Buenos Aires, iconos culturales. En esta categoría se pueden
1992. Un resumen útil, con una breve selec­ incluir: JORGE ABELARDO RAMOS, Revolución y
ción documental, es el de GUSTAVO PONTORIE­ contrarrevolución en la Argentina, Buenos Ai­
R0, Sacerdotes para el Tercer Mundo: “el fer­ res, 1957 (con dos reediciones aumentadas en
mento en la masa” (1967-1976), Buenos 1961 y 1965); JUAN IosE HERNANDEZ ARREGUI,
Aires, 1991, 2 volúmenes. La radicalización La formación de la conciencia nacionaL Buenos
del catolicismo puede seguirse en los libros Aires, 1960, y ¿Qué es el ser nacional?, Buenos
ya mencionados de PERDIA y de ANGUITA y Aires, 1963; IOsE LUIS DE IMAZ, Los que man­
CAPARRÓS, como asimismo en MARIA LAURA dan, Buenos Aires, 1964; FELIX LUNA, Los cau­
LENCI, “La radicalización de los católicos en dillos, Buenos Aires, 1966, y El 45. Crónica de
la Argentina. Peronismo, cristianismo y re­ un año decisivo, Buenos Aires, 1969, y ARTURO
volución (1966-1971)”, Cuadernos del CISH, IAURETCHE, El medio pelo en Ia sociedad argen­
n“ 4, La Plata, 1998, págs. 175-200. tina, Buenos Aires, 1966.

360
1 1. MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

Carlos F loria

LA INTENCIÓN Y LOS LÍMITES Explicar es decir “por qué”, pero decir por
qué no es dar la explicación, supuesto que és­
En el libro primero de El Antiguo Régimen ta sea posible. Es examinar elementos expli­
y la Revolución, escrito más de medio siglo cativos, factores que permiten comprender
después de 1789, Alexis de Tocqueville afirma: mejor una situación, una institución, una rela­
“Estamos lo bastante alejados de la Revolu­ ción de fuerzas, conflictos y crisis, comporta­
ción para no experimentar, a no ser muy dé­ mientos, creencias y militancias. Los historia­
bilmente, las pasiones que turbaron la visión dores procuran desde siempre conocer las
de los que la hicieron, y estamos también lo distinciones sutiles entre lo profundo y lo oca­
suficientemente próximos para comprender el sional. Pero desconfiando, como decía André
espíritu que la animó”. Siegfried, de la explicación única, de “la llave
El breve relato que aquí se emprende, se que abre todas las cerraduras”. Los factores que
refiere a acontecimientos separados por un actúan son múltiples. Las causas cruzadas po­
cuarto de siglo. No se trata de una gran revo­ nen en cuestión las explicaciones armoniosa­
lución triunfante, aunque sí probablemente de mente construidas. La clave única que abre to­
una situación revolucionaria de inéditas vio­ das las puertas de la comprensión no existe.
lencias. Y las pasiones son tan intensas como Pero también es verdad que la reunión de ele­
las que turbaban la visión de los actores que mentos y su organización racional —en la que
evocaba Tocqueville. Si está ausente su genio la subjetividad del autor tiene su parte- pro­
analítico, están presentes los condicionamien­ ponen una explicación al cabo menos incom­
tos que padece toda explicación —en este caso, pleta que la anterior a la búsqueda.
política- de un pasado que para generaciones ¿La búsqueda de qué? Los años setenta
de argentinos es historia vivida, a flor de piel: —años antes, años después- parecen la con­
los años setenta, hasta la instauración demo­ densación de vicios públicos y privados de la
crátíca de 1983. Años de crímenes y memorias Argentina contemporánea y uno de los perío­
frecuentemente dislocadas, porque se llamará dos más violentos y delirantes de nuestra his­
crimen al de los otros, al que el adversario re­ toria. El historiador no debe inhibirse para
chazará llamar así. ¿Cómo, en esa materia, tratarlos ni para emplear los recursos que las
pensar con rigor y con justicia? ciencias sociales y las sensibilidades colectivas
LA DIMENSIÓN POLITICA

y personales le proporcionan, pese a la proxi­ nar o consolidar situaciones de poder nacio­


midad de los hechos. Su intento no será el úl­ nales. La política comparada es una cantera de
timo ni será completo. Tampoco será —no experiencias que es preciso explorar. Es irn­
puede serlo- totalmente objetivo. En esa ma­ probable la comprensión de las doctrinas de la
teria, la objetividad absoluta no existe. Sobre “guerra revolucionaria”, de la “seguridad na­
todo cuando se trata de sufrimientos y de tra­ cional”, de la dialéctica subversión-contrasub­
gedias, de victimas y culpables, de eclipses de versión en expresión militar, de la difusión del
humanidad. nacionalismo populista y de la izquierda na­
Quien historia y analiza es sujeto, no obje­ cional, y de las decisiones de los militares y de
to; es decir, persona situada en el tiempo y en los militantes comprometidos con la lucha ar­
el espacio, cargada de memorias, de valores, de mada, sin atender al entorno internacional y a
aspiraciones y de dudas. Sin embargo, la dife­ las percepciones de los “peregrinos políticos”,
rencia es grande entre quienes tienden hacia la en expresión de Paul Hollander. Un juego de
objetividad y quienes encubren —delíberada­ influencias hostil a interpretaciones lineales.
mente o por ignorancia de sus propias deter­ Entorno que incluye, con alguna especifici­
minaciones— el prisma interior que deforma dad, el contexto regional -Brasil, Uruguay,
su percepción de los otros. Chile y Perú eran gobernados por militares de
No se hace historia desde la impasibilidad forma directa o índirecta— y la explicación del
deshumanizada. Conviene, en todo caso, ex­ clima político nacional y sus turbulencias.
poner los motivos y valores de la propia subje­ El tema de la guerra revolucionaria está
tividad. ¿La búsqueda de qué, pues? La bús­ asociado tanto a la prédica de Lenin y Mao co­
queda de la verdad. La intención de su mo a la experiencia francesa en Argelia y de los
búsqueda, no de su posesión. norteamericanos en Vietnam y en América
Central. El nacionalismo populista y la iz­
quierda nacional tienen vinculación estrecha
LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL con las versiones del nacionalismo no sólo en
EN EL PROCESO POLÍTICO sus fuentes europeas, sino en su traslado a si­
tuaciones nacionales latinoarnericanas. La se­
La Argentina de los años setenta no existía guridad como valor constitucional y su deri­
en un espacio aislado ni en un tiempo exclusi­ vación absolutizada en las dictaduras militares
vo. Se dio en medio de las tensiones interna­ se vincula con las concepciones francesa, nor­
cionales de la guerra fría, de luchas ideológicas teamericana y soviética durante la guerra fría.
intensas, de teorías operantes en torno de la La explotación de la política intemacional en
seguridad, del imperialismo, de la moderniza­ orden a la consolidación de las situaciones y
ción, del tipo de régimen político imperante, relaciones de poder en la política interna —fre­
de los procesos de tomas de decisiones y de la cuente en la política comparada- se manifies­
relación entre los factores internacionales y la ta en la decisión militar que condujo a la gue­
política interna, y viceversa. Por lo tanto, de la rra de las Malvinas. Y el militarismo de las
influencia de aquellos factores y de la explota­ izquierdas militantes es una manifestación de
362 ción de la política internacional para erosio­ la “militarización” de toda una cultura política
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

según se comprueba en el caso argentino y en djción entre nosotros, a la situación de blo­


buena parte de América Latina. La guerra fría queo para el disidente, y a la marginación po­
fue ambiente propicio para la aceptación de lítica de una juventud que buscaba espacios
reglas maquiavélicas del juego político por de­ públicos ausentes.
rechas e izquierdas. Como dice uno de los per­ La pasión revolucionaria era alimentada
sonajes de Jean-Paul Sartre en Las manos su­ por lo que Furet describió en El pasado de una
cias evocando a Robespierre, “no se hace una ilusión, provocativo ensayo dedicado a la tra­
tortilla sin romper huevos”. Pero Sartre mismo yectoria de la idea comunista en el siglo XX,
sería víctima de esa concesión como compa­ como un catecismo marxista-leninista ex­
ñero de ruta en los momentos de los procesos puesto en fórmulas sencillas y sacramentales
stalinianos y debió reconocer tardíamente la en los Fundamentos del leninismo y EI pequeño
“razón razonante” de Raymond Aron cuando libro rojo: dos grandes best-sellers mundiales.
denunciaba ese tipo de complacencias irnpro­ Pasión revolucionaria que se había desplazado
pias del papel crítico del intelectual. de Stalin a Mao, encubierta por el enfrenta­
Retrospectivamente, el comportamiento miento entre la URSS y la China popular que
de no pocos actores durante el período de la gravita en los seguidores ideológicos y mili­
guerra fría hace pensar en una suerte de blo­ tantes de las décadas del sesenta y del setenta,
queo de la razón intelectual, de renuncia a la en sus tácticas y estrategias. Hay cierta ironía
autonomía de pensamiento en provecho de eurocéntrica en los pasajes que el notable his­
una razón partidista o de mitologías persona­ toriador francés dedica al “castrismo”, en el
les y colectivas, revolucionarias o reacciona­ que comprueba en la misma época la otra en­
rias. La discusión en torno de los parecidos y carnación de la idea revolucionaria en Occi­
diferencias entre los grandes totalitarismos del dente. Ella tuvo en común con la China de
siglo —fascismo y su expresión extrema el na­ Mao, “la presencia de un líder carismático, la
zismo, por un lado, comunismo por el otro efigie del intelectual elegido por la historia que
(Hitler y Stalin, solía resumir Francois Furet )— conduce al triunfo a un ejército popular”. Y la
permeaba posiciones intelectuales, militantes Larga Marcha, menos larga pero más reciente
y militares. Pero había un punto en que esos a la cabeza de los guerrilleros con quienes con­
totalitarismos coincidían: el repudio a la “de­ quista el poder a principios de 1959, siendo
mocracia burguesa” en terminología ideológi­ demasiado joven y estando demasiado lejos
ca, y al cabo a la democracia misma. Preciso es para ser arrollado por las pugnas que desunen
retener esta comprobación hoy compartida al universo comunista. Y como distinto, un
entre los mejores historiadores y pensadores marxismo que tiene “el encanto de los trópi­
políticos, especialmente entre quienes proce­ cos en lugar de la austeridad de las intermina­
den del campo principal de la lucha: Europa. bles llanuras euroasiáticas”.
Preciso es decir que semejante debate agitaba Percepción europea de la imagen de Fidel
más el clima internacional que la situación na­ Castro y del Che Guevara: como en el caso de
cional argentina, pocos de cuyos actores ape­ Mao, la izquierda europea inventará un culto
laban a ellos; eran condicionados, más bien, menor del “dictador barbado en una versión
por el desapego hacia la democracia, frágil tra­ menos hierática, mejor adaptada a la dimen­ 363
LA DIMENSION POLITICA

sión del escenario cubano y a la dulzura de la triunfo de la revolución nicaragüense, el 19 de


vida en el oeste”. El culto de Mao había sido julio de 1979 y por fin, la derrota electoral de
uno de los últimos destellos del mesianismo aquellos mismos sandinistas el 25 de febrero
puro y estricto. La China maoísta representa de 1990, cuando por primera vez en la historia
en París, para los discípulos de Louis Althusser, de la izquierda latinoamericana, fue desaloja­
la utopía de un universo pobre, austero y justo. da democráticamente del gobiemo en el régi­
La Cuba de Castro, para los estudiantes califor­ men que había gestado.
nianos, el paraíso latino del calor comunitario. Las organizaciones político-militares que
La agitación de finales de los años sesenta suceden a la revolución cubana adhieren a la
exhibe un conjunto de marxismos como en lucha armada, exhiben afinidad con la Cuba
“foto de familia” que será preciso interpretar de Fidel Castro, tienen a los Estados Unidos
para descubrir las discordias que harían desa­ como “enemigo principal” y se expresan a tra­
parecer la fidelidad unánime hacia una patria vés de respuestas diferentes al impacto revolu­
de adopción. cionario cubano según fueran izquierdas polí­
La dimensión internacional se manifestó tico-militares de obediencia comunista o
en América Latina a través de precipitados nacionalista-populista. No hay duda en cuanto
históricos, sociales y políticos distintos, aun­ a la marca impresa por la revolución cubana;
que no totalmente distantes, de los experi­ en cambio, es discutible sostener que la lucha
mentos ajenos. En los ámbitos militantes, vie­ armada pueda atribuirse a su invención, cuan­
jos y nuevos, se hicieron tantas lecturas como do se trata de un continente cruzado por lar­
las diferentes situaciones alentaron. Pero tam­ gas historias de pelea y pendencia.
bién hicieron sus lecturas los ámbitos milita­ ¿No hubo, sin embargo, algtma diferencia
res y sus aliados civiles, y la entera “constela­ cualitativa? La intervención de los militares en
ción del poder" en cada situación nacional, en la política también es una constante en la his­
la geografía regional y en la continental. A de­ toria latinoamericana y argentina. Pero nunca
recha e izquierda o, más bien, desde el dere­ hasta la crisis o revolución de 1930 ese tipo de
chismo y el izquierdismo, como espíritus de intervención tuvo una justificación ideológica
sistema. como la que proporcionó el nacionalismo an­
La izquierda latinoamericana marcará cin­ tiliberal -especialmente desde su versión
co fechas como “hitos descriptivos”, cuales­ maurrasiana y la consagración de “la hora de
quiera sean los cruces temporales que se regis­ la espada”-. Esa comprobación significó para
tren: la primera fecha -la más irnportante- es la sociedad militar una diferencia cualitativa y
la del triunfo de la Revolución Cubana y la en­ no sería la única: quedaba por delante el sur­
trada de Fidel Castro en La Habana en enero gimiento de una “burocracia militar” con pre­
de 1959. La segunda es en realidad una zona tensión de instalar regímenes —nunca logrados
de fechas que van desde la muerte del Che como tales al menos en la experiencia argenti­
Guevara en Bolivia, el 8 de octubre de 1967, na, según se verá- y de “partidos militares” y
hasta la del presidente Salvador Allende en sus secuencias singulares y perturbadoras pa­
Santiago de Chile durante el golpe de Pino­ ra los ejércitos profesionales. La intervención
364 chet, el 11 de septiembre de 1973. Luego, el política de los militares tendría, pues, inclina­
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

ciones ideológicas de justificación que venían tos válidos para la revolución y, por fin, argu­
del pasado, y factores provocativos que servi­ mento dominante de la estrategia cubana du­
rían a la cohesión, como el fenómeno guerri­ rante los años sesenta, “la revolución conti­
llero y la guerra interna. El militarismo de los nental y socialista” sólo podía llevarse a cabo y
militantes llevaría a la politización —y la “des­ resultar victoriosa a través de la lucha armada,
militarización”, en cuanto profesionales de la en oposición a las “vías pacíficas” tradicionales
guerra- del poder militar. De donde el trata­ que previamente había defendido la izquierda
miento del período de los setenta puede pare­ latinoamericana. Una táctica para la conquis­
cer un dramático ejercicio paradójico si se ta del poder se erigía, así, en precepto estraté­
omite el derrotero de la politización militaris­ gico. Esto habría de enfrentar a Cuba con las
ta de las cuatro décadas precedentes. organizaciones comunistas latinoamericanas
El fenómeno guerrillero latinoamericano y aun con la Unión Soviética. Pero al cabo, fue
se incorporó a la tradición de la lucha armada, este argumento dominante el que habrían de
pero desde los años cincuenta hasta los años compartir grupos como el M-19 en Colombia
setenta, esa tradición se hizo parte de un pro­ y Montoneros en la Argentina, suscribieran o
ceso continental dentro de la lógica de los blo­ no las premisas restantes. Se advertirá que
ques de la guerra fría, de las características do­ ningtma de esas premisas contenía el tipo de
minantes de los regímenes militares que se régimen político al que apuntaba la revolu­
sucedían en la región y de la violencia como ción. La democracia -en el nivel nacional o
ideología difusa que militares y militantes ha­ continental- no formaba parte del caudal
brían de abrazar. ideológico militante de esos años ni había, en
La revolución cubana fue clave en el desa­ la prédica, teoría política consistente para re­
rrollo de situaciones y procesos revoluciona­ pensarla, así como era sólo retórica en los in­
rios en América Latina y el Caribe, pero sus tentos de legitimación de los regímenes mili­
premisas fundamentales no fueron totalmente tares. Izquierdistas y derechistas no tenían a la
compartidas y al cabo se escindió de la mayo­ democracia como una “idea nueva” que mere­
ría de las izquierdas latinoamericanas. Para los ciera otra cosa que un peligroso escepticismo.
cubanos, la revolución tenía carácter “conti­ cuando no menosprecio. Y el nacionalismo
nental”, en el sentido de que las condiciones que con frecuencia se invocaba contra el irn­
“objetivas” debíanfconsiderarse esencialmente perialismo -en este caso, el norteamericano-,
idénticas en todo el hemisferio; afirmaba la procedía de las vertientes antiliberales, mau­
naturaleza “socialista” de la revolución conti­ rrasianas, fascistas o corporativistas, con igno­
nental y toda altemativa aparecía como capi­ rancia de la posibilidad de un nacionalismo
tulación refonnista; la dirigencia debía reclu­ democrático o de una “devolución de la na­
tarse entre la “pequeña burguesía”, como ción al pueblo”.
vanguardia revolucionaria de las masas; el El escenario de la guerra fría contenía no
cambio debía realizarse a través de alianzas sólo la polarización entre las grandes poten­
revolucionarias, con exclusión de todos los de­ cias y sus intervenciones directas o por dele­
más sectores y factores; los partidos comunis­ gación. Los Estados Unidos estaban siempre
tas históricos habían dejado de ser instrumen­ presentes con su doble discurso entre el Ser­ 365
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

món de la Montaña y las variaciones sobre cionaria y revolucionaria a un tiempo, desde


Clausewitz, metáfora expresiva y preferida de el momento en que considera a la política —en
Hans Morgenthau, sacudidos por el fiasco de la línea de los “realistas”- como producto del
la bahía de Cochinos y la crisis de los misiles poder, y en la línea de los “leninistas”, el poder
en Cuba, los asesinatos del presidente John F. en estado puro. Cuando la violencia es parte
Kennedy y de Martin Luther King y la guerra constitutiva y aun central de una cultura po­
de Vietnam, triunfo de un nacionalismo asiá­ lítica, todos los protagonistas —militares, mi­
tico contra el imperio americano. La Unión litantes, señores de la guerra o guerrilleros­
Soviética sostenía a duras penas cierto atrac­ son abrasados por ella y por lo que se ha lla­
tivo para occidentales desencantados de sus mado con propiedad racionalidades de la vio­
sociedades, mientras el 68 parisino recorría el lencia extrema.
mundo y China ocultaba el lado oscuro de su
“revolución cultural”. ¿Cómo asimilar seme­
jante torrente de energías ideológicas y me­ LA ESCENA Y LA OBRA

morias manipuladas? Jeanne Kirkpatrick ex­


ponía las diferencias entre totalitarismo y Cuando comenzaban los años sesenta, Tu­
autoritarismo con ejercicios intelectuales que lio Halperin Donghi tenía por averiguado que
eran interpretados por militares y aliados co­ la Argentina venía viviendo “una larvada gue­
mo legitimación de sus regímenes. La Unión rra civil, a condición de que (qtïien quiera lo
Soviética actuaba según sus intereses contri­ diga) no eluda con ello considerar que esa
buyendo a la tensión internacional que guerra civil permaneció en efecto larvada, y
ambos actores hegemónicos tenían dificulto­ que este hecho requiere también ser explica­
samente a raya. La dialéctica comunismo-an­ do” en un país que se resistía “vigorosamente a
ticomunismo era una simplificación peligro­ entrar en la historia contemporánea”. Como
sa y ambigua, pero al mismo tiempo operante en aquel excelente film El jardín de los Finzi­
en procesos políticos y sociales en los que la Continí, nos ocurrió al revés: fue la historia
violencia era entendida por derechistas e iz­ contemporánea la que irrumpió en la Argenti­
quierdistas como la forma dominante y difí­ na, en una Argentina demasiado atrapada por
cilmente evitable de la acción política. Ya no nostalgias del pasado, incluso en quienes pro­
tendría la excepcionalidad de la violencia metían apoderarse del futuro.
propia del pensamiento clásico, sino la califi­ La denominada “Revolución Argentina”
cación catártica de una violencia purificado­ (1966-1973) sucedió a muchos años de crisis
ra, según la frase emblemática de Sartre en su signados por la existencia de un protagonista
prólogo a los Condenados de la tierra de Franz prohibido -el peronismo—, de otro protago­
Fanon: la violencia es como la lanza de Aqui­ nista debilitado -el radicalismo- y de un ter­
les, que con el mismo golpe hiere y cura. La cero que al fin de cuentas parecía jugar el pa­
violencia contemporánea será, pues, revolu­ pel de dominador efectivo —los militares—.
cionaria, proyectada hacia el futuro desde la Fueron siete años en los que los militares in­
esperanza utópica, pero también —como cul­ tentaron organizar un régimen y terminaron
366 tura política- “cultura de la violencia” reac­ en una sucesión de gobiernos incapaces al fin
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

de gobernabilidad para resolver uno de los


problemas políticos centrales: el dominio de
la sucesión. Las experiencias frustradas de los
generales Iuan C. Onganía y Roberto M. Le­
vingston derivaron en la experiencia de Ale­
jandro A. Lanusse. Esta experiencia se insertó
en un contexto interno encuadrado ahora
por la convergencia de los partidos en La Ho­
ra del Pueblo. Si Onganía había fracasado en
su intento de una suerte de Argentina corpo­
rativa institucionalizada —la “comunidad or­
ganizada”, según expresión con tradición ex­
tensa y cara a los nacionalismos antiliberales
del siglo- y Levingston cayó en su pretensión
de construir el partido que monopolizara la
“profundización de la revolución”, Lanusse
comenzó su gestión “con una misión y un rol
definido: asumir la realidad del peronismo,
subrayar la nueva realidad de un ‘no-peronis­
mo’ dominante sobre el viejo antiperonismo,
romper la clausura política, situarse por enci­
ma de los partidos y emprender una estrate­
gia de democratización”.
Lanusse no se propuso como Onganía
clausurar la política, ni como Levingston dar
cuenta de los líderes tradicionales para fundar
un partido. Quiso llegar a un “acuerdo” que
contuviese al peronismo con Perón, al radica­
lismo con Balbín, pero con Lanusse presidente
constitucional, según presunciones diftmdi­ Bandera del denominado Ejército Revolucionario del
das. Pretensión audaz, porque suponía no só­ Pueblo, enarbolada en la noche de la amnistía, 25 de mayo
lo desalojar al líder viejo y ausente, sino des­ de 1973. Archivo General de la Nación.

plazar de la lidia por el poder al líder "viejo y


vigente. Este último Lanusse perdió. Pero el de el gobierno militar y Perón desde el exilio
penúltimo Lanusse -el líder militar lanzado a activo de Madrid.
la reforma política asumiendo la realidad del La gestión de Lanusse pasó por varios pe­
peronismo- había abierto un proceso político ríodos. El primero, desde el 22 de marzo de
que conduciría al último Perón. El prólogo re­ 1971, cuando comienza su presidencia, hasta
lativamente inmediato a ese último Perón con­ octubre de ese año, en que sucedió la rebelión
tiene “el duelo de dos generales”. Lanusse des­ militar de Olavarría y Azul. Es el tramo rele­ 367
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

vante de esa presidencia militar que conduce a anuncia la enmienda constitucional y la no


su titular a sobrestirnar su poder y a subesti­ prescripción del peronismo, y la cláusula del
mar a Perón. Produce la apertura política, re­ 22 de agosto, por la cual podrían participar en
conoce la realidad del peronismo, negocia, la competencia electoral quienes estuviesen en
lanza la política internacional contra las “fron­ el país pero no en el gobierno. El cuarto perío­
teras ideológicas”, decide la devolución del ca­ do comenzó esa noche y siguió con el desafío
dáver de Eva Duarte de Perón a su esposo, po­ de Lanusse a Perón en charla en el Colegio Mi­
niendo fin a la explotación deshumanizada de litar: si Perón no vuelve al país no será porque
una tragedia, y persiste en tratatívas complejas no pueda, sino “porque no le da el cuero”. Ma­
presentándose como un presidente “funda­ nifestación audaz, expresión cuartelera, fue
dor” que al principio cosecha simpatías, para cerrando el ciclo de la “Revolución Argentina”
erosionar su autoridad tan pronto es percibi­ con una política que puso punto final a dieci­
do como un presidente que busca su autosu­ siete años de proscripción del peronismo. Por
cesión. Percepción pendiente de exploraciones sí misma, ella convirtió a Lanusse en protago­
específicas pero entonces cultivada por Perón, nista decisivo de un desenlace que llevaría a
el presidente fundador será desde entonces los argentinos a una experiencia inesperada y
“rival”. que testimonios contradictorios insinúan que
En esas condiciones se abre un segundo
período en el que su adversario congrega el
con Perón. f
no todos quisieron del todo: vivir —de nuevo­

Frente Cívico de Liberación Nacional y pro­ Ese último período contiene una variedad
duce el documento conocido como “La única de ingredientes: una escalada insurreccional
verdad es la realidad”, con influencia atribuida que muchos temían habría de explotar el 17 de
al dirigente frondicista Rogelio Frigerio. La octubre, la fuga de importantes jefes de la gue­
guerrilla acosa en nombre de Perón, quien no rrilla —entre ellos, Mario Roberto Santucho, di­
la condena, guarda silencio público o sostiene rigente máximo del Ejército Revolucionario
a los “duros” de su movimiento, en línea con del Pueblo (ERP)— del penal de máxima segu­
su llamado a la “resistencia peronista” desde ridad en Rawson el 22 de agosto, seguida por
los comienzos de su exilio en 1956. El diálogo la represión -irnpresionó como calculada­
se rompe; para sus aliados y subordinados, la que terminó con la vida de dieciséis detenidos
autoridad del presidente Lanusse está herida. —con proceso y sentencia de la Cámara Fede­
Un tercer período culmina el 7 de julio de ral- que no habían logrado escapar, y unas
1972: en la comida de camaradería de las manifestaciones de Perón relativas a la situa­
Fuerzas Armadas, Lanusse procura reunir los ción que desconcertaron a sus vanguardias re­
restos de su autoridad política y afirmar su au­ volucionarias: “Nunca hemos utilizado la
toridad militar. Anuncia las reglas del juego fuerza. La fuerza nuestra está en los votos. Ésa
cuando termina una jornada crítica. “No sé si es nuestra fuerza. Con ella llegamos y con ella
esta noche seré Presidente”, dirá a su esposa, nos mantuvimos”.
segím propia confesión. Perón volvió al país el 17 de noviembre de
El discurso contiene medidas decisivas: 1972. Llegó a Ezeiza en medio de fuertes me­
368 suspende la personería jurídica de la ‘CGT; didas de seguridad. “No tengo odios ni renco­
MJLITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

LA VICTORIA DEL FRENTE

Luego de su retorno y de establecer su ca­


becera de puente en dirección a los comicios,
Perón partió al Paraguay sin pronunciarse so­
bre la fórmula del frente electoral que había
formado. El Frente Justicialista de Liberación
Nacional (FREJULI) quedó integrado por el
Partido Justicialista, el Conservador Popular
de Vicente Solano Lima, el Movimiento de In­
tegración y Desarrollo de Arturo Frondizi y
Frigerio, el Partido Popular Cristiano, la rama
del socialismo conducida por Jorge Selser y
siete partidos provinciales neoperonistas. Lle­
gado a Madrid, Perón homologó la candidatu­
ra presidencial de un fiel y leal peronista, Héc­
tor J. Cámpora; candidato a vicepresidente
sería el conservador popular Vicente Solano
Lima, viejo y pícaro conservador, afiliado a la
verticalidad en su relación con el líder.
Cámpora había establecido relaciones es­
Ricardo Balbín en campaña. Biblioteca y Archivo de la
UCR. trechas con militantes de la Juventud Peronis­
ta (JP) y comunicación frecuente con sus alas
res. No es tiempo de revanchas. Retorno como radicalizadas. La decisión de Perón, adjunta a
paciflcador de los espíritus”. Lo recibió una so­ la designación de Juan Manuel Abal Medina
ciedad que contenía seguidores entusiastas, -hermano del jefe de los Montoneros- como
militares en estado de alerta, militantes en ac­ secretario general del movimiento justicialis­
ción, en medio de un clima general de perple­ ta, parecía consolidar un escenario propicio
jidad y tensión. El viejo líder se instaló en una para la JP y así lo percibieron sus seguidores,
casa del barrio de Vicente López a poca dis­ para quienes Cámpora se había transformado
tancia de la Capital. Perón permaneció aquí en garantía de “socialismo nacional”. Percep­
veintiocho días, actuando como árbitro de ción inquietante para los sindicalistas y la en­
una reconciliación civil en su momento insi­ tonces identificada como “derecha peronista”,
nuada en La Hora del Pueblo y sellada con el quienes tenían como candidato natural al pro­
principal dirigente del partido radical, Ricar­ pio Perón en su versión histórica, según inter­
do Balbín, ante representantes de la mayoría pretación contradictoria de las consignas del
de la clase política, sindicalistas de la CGT y “camporismo”. Liliana de Riz dice con propie­
empresarios de la CGE, en la reunión del res­ dad: “cada peronista tenía su propio Perón”, e
taurante Nino conocida como “Asamblea de ilustra un factor clave en la estrategia del líder
Unión Nacional”. a través de sus palabras: “La confusión es el lu­ 369
LA DIMENSIÓN POLITICA

rriese merced a la decisión de un gobierno mi­


litar y que por él, por vez primera desde 1955,
el peronismo no fuera presa de competidores
que montaban sus estrategias sobre el presu­
puesto de la proscripción de los vencidos de
entonces. De donde el protagonismo de La­
nusse y de su ministro del Interior, Arturo
Mor Roig, deben tomarse en cuenta en la ex­
plicación objetiva de los acontecimientos.
Triunfó una coalición integrada sobre el eje de
un partido otrora hegemónico que coincidió
con su adversario relativamente más irnpor­
tante —la UCR- en acuerdos institucionales y
de comportamiento, además de programáti­
cos, en La Hora del Pueblo. La polarización
peronismo-antíperonismo pareció superada,
mientras la coalición del Frente ratificaba el
policlasismo original en el peronismo y carac­
terístico de los movimientos populares argen­
tinos. El hecho mayor era que por primera
vez, tras dieciocho años de gobiernos civiles y
militares antiperonistas y no peronistas, el pe­
ronismo había llegado democráticamente al
luan Domingo Perón luce en su uniforme de teniente
general la banda presidencial. Archivo General de Ia poder. Su contrincante principal pagó el pre­
Nación. cio de haber jugado el papel de una suerte de
“fiador republicano”, papel gris comparado
gar donde mejor estamos. El arte de hacer po­ con la “función tribunalicia” del peronismo.
lítica no es gobernar en el orden, sino gober­ La victoria del Frente cubrió todo el terri­
nar en el desorden”. Todos se disponían a go­ torio nacional con más del 49% de los votos.
bernar la confusión, y todos —incluso el Perón La UCR obtuvo poco más del 21%; la derecha
“verdadero”— terminarían atrapados por ella. conservadora representada por el dirigente
El ll de marzo de 1973, en comicios libres Francisco Manrique, 14,60%, y el centro-iz­
y abiertos precedidos por la enmienda de la quierda de Oscar Alende y Horacio Sueldo, el
Constitución Nacional, triunfó el Frente; epi­ 7,10%. Se estaba ante un triunfo con mayoria
sodio singular e inédito por sus características nítida. El segtmdo partido -la UCR- no repre­
desde la caída del gobierno peronista en 1955. sentaba a la derecha neta, que lo votaba cuan­
A partir de ese momento, ninguna elección do no tenía alternativa. La derecha era un con­
presidencial había contado con la participa­ glomerado sin partido nacional y la alianza de
ción del peronismo con sus propios candida­ Alende reunió el 80% de sus votos entre la Ca­
370 tos. No eran datos menores que el hecho ocu­ pital Federal y la provincia de Buenos Aires.
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

Seis millones de votos, sin embargo, no fueron clamaban una zona de poder propia que no
al Frente sino a otros partidos. Si la mitad del reconocía autoridad a los partidos —sin em­
país gobierna, la otra mitad es gobernada, se bargo, actores en la dimensión institucional de
diría, pero en régimen democrático. Luego del la vida política-, mientras en la zona del “po­
escrutinio, el gobierno militar decidió “consi­ der moral” predominaban las ideologías mili­
derar definitivo el resultado de la elección de tantes de la izquierda y la derecha nacionalis­
presidente y vicepresidente de la Nación”, ce­ tas, la circulación más acotada de versiones del
rrando esa parte del capítulo electoral que hu­ marxismo, de teólogos de la liberación y -pre­
biera llevado a un ballotage, por cuanto la fór­ dicadores extraños a la “militarización” de la
mula Cárnpora-Solano Lima, con 5.908.414 política y a las militancias de izquierda y dere­
votos, había llegado al 49,56%. Con la procla­ cha- demócratas liberales.
mación de los candidatos del Frente comenzó El cambio del último gobierno militar de
la tensa transición hacia el 25 de mayo, día de la “Revolución Argentina” al nuevo gobierno
la transmisión del mando. El 15 de abril hubo constitucional pretendió ser una “ruptura
elecciones en aquellos distritos en los que los pactada”, según expresión canonizada luego
candidatos a gobernadores y senadores nacio­ en la transición española. Pero los actores que
nales no habían alcanzado la mayoría absoluta ocupaban la escena no eran todos los que ha­
en la primera vuelta. Actuó el efecto de arrastre cían la obra. La Argentina institucional daba
de las elecciones del ll de marzo, con algunas letra a los “moderados”, papel que el propio
excepciones. La más espectacular fue el triunfo Perón eligió asumir tan pronto quedó en cla­
del candidato radical Femando de la Rúa en la ro que era el duelista vencedor. Hubo ruptura
Capital Federal sobre el candidato nacionalis­ como discontinuidad entre una dictadura y
ta propuesto por el peronismo, Marcelo Sán­ un gobierno constitucional, aunque perma­
chez Sorondo. Un módico ejercicio compara­ neció la continuidad de la violencia que habi­
tivo permite advertir que De la Rúa obtuvo tuó a los argentinos a tiempos de desprecio y
muchos votos más que los resultantes de su­ miedo.
mar los sufragios de fuerzas antiperonistas o Una periodización es probable, aunque
no peronistas que actuaron en la primera sea polémica, para la década: una primera
vuelta. El voto de la Capital introducía una etapa entre 1971 y 1973, desde el gobierno de
nota significativa: Alberdi consideraba a Bue­ Lanusse hasta la breve presidencia de Cámpo­
nos Aires la base real del poder del presidente. ra, y su caída; una segunda entre 1973 y 1975,
¿Dónde estaba la “base real del poder” en la señalada por el vigor y la violencia armada de
Argentina de 1973? _ la guerrilla, el operativo Tucumán y la res­
El poder militar, el poder sindical, el poder puesta rotunda de la represión, y una tercera
económico evocaban la Argentina corporativa entre 1976 y 1983, los años del Proceso, cuan­
que se reconocía en alianzas objetivas o en do actos terroristas guerrilleros son reprimi­
conflictos transitorios en una expresiva conti­ dos por la expansión nacional del terrorismo
nuidad que atravesaba cambios de régimen y desde el Estado, claudica la guerrilla y, al ca­
de gobierno. Pero desde los setenta, las organi­ bo, el régimen militar y sus aventuras inter­
zaciones armadas de grupos contestatarios re­ nacionales. 371
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

EL FENOMENO PERONISTA prensiva de Silvia Siga], abonada por las peri­


Y sus INTÉRPRETES pecias y aventuras de intelectuales decepcio­
nados por los resultados de la revolución de
El nuevo escenario político daba un lugar 1955, sorprendidos por la fidelidad de la clase
dominante al fenómeno peronista y sus aparen­ obrera al antiguo dictador, rendidos a la evi­
tes metamorfosis. No era un secreto para na­ dencia de que era preciso interrogarse y en­
die que el peronismo era uno y varios a la vez, contrar respuestas sobre la significación del
incluyendo afluentes desconcertantes. El pero­ movimiento peronista. Si el peronismo histó­
nismo como movimiento, como régimen, co­ rico se había caracterizado por su “anti-inte­
mo forma de política, como forma de Estado; lectualismo”, el peronismo proscripto y, sin
en su ascenso, plenitud y sedicentes agonías, embargo, resistente a sedicentes seductores
había marcado hacia los años setenta más de populistas civiles o militares, debía ser incor­
un cuarto de siglo de la historia contemporá­ porado a toda empresa de cambio, cuando
nea de los argentinos. menos desde un elemental realismo. Desde
La naturaleza “movimientista” del pero­ 1969, toda reserva respecto del peronismo se­
nismo y la relación de masas populares con un rá frecuentemente considerada como una he­
líder carismático de origen y estilo de conduc­ rejía y toda actividad cultural, si no tiene in­
ción militar con notables condiciones políti­ mediata traducción política, será denunciada
cas, permitieron que sortease todas las tentati­ como una traición. Los intelectuales no eran
vas enderezadas a su debilitamiento sustantivo una categoría social equivalente a la que los
y a su disolución. La política de los antis supo­ franceses reconocerían desde el ajïaire Drey­
nía esa disolución como condición necesaria fus. Pero es interesante comprobar que desde
para volver a una Argentina sin peronismo. los años sesenta, los sectores intelectuales con
Dado que la Argentina sin peronismo descan­ mayor presencia política se sienten inclinados
saba en políticas de exclusión —a través de una a aceptar al “peronismo” como una realidad
forma de fraude, la proscripción-, éstas se tra­ inescapable. En esto coincidirán sin proponer­
dujeron en expedientes reaccionarios. Al re­ selo con los militares. El itinerario intelectual
actuar la historia, el antiperonismo se había es relativamente más nítido en quienes se re­
situado en el pre-peronismo, con lo que termi­ conocían como “progresistas”, aunque la pros­
nó por guarecer al peronismo al brindarle cripción del peronismo los aproximaría a los
justificaciones morales e ideológicas para nacionalistas —antiliberales, sobre todo- como
transformarse en oposición conspirativa. La intelectuales contestatarios para quienes las
proscripción sistemática del peronismo, factor “clases populares peronistas” integrarían un
evidente de ilegitimidad política prolongada, imaginario ideológico y su suerte, la “recons­
penetró el mundo intelectual y el imaginario trucción retrospectiva del peronismo como
ideológico de generaciones jóvenes que no ha­ un socialismo nacional, a la manera argenti­
bían vivido al peronismo como régimen sino na”. El “revisionismo histórico” era un lugar de
como “pueblo excluido”. encuentro para un corpus ideológico hetero­
En el mundo intelectual se venía cultivan­ géneo, pues esa izquierda nacional contenía
372 do una cultura de oposición, en expresión com­ tanto a los nacional-populistas herederos de
MILITARJZACIÓN Y VIOLENCIA

FORIA como a integrantes de la intelligentzia tral: aquel que opondrá, por los discursos o
marxista, católicos “progresistas” y aun inte­ por las armas, la izquierda peronista y los di­
gristas encubiertos. Itinerarios que habían co­ rigentes sindicales” y que será el eje de la es­
menzado en muchos casos desde la ruptura, trategia política del “peronismo revoluciona­
venían a comprobar que la clase obrera per­ rio”, y la justificación de crímenes políticos
manecía fiel a un movimiento y un líder, y por que tendrán repuestas simétricas desde el po­
lo tanto, era imposible cerrar los ojos a una der sindical, los militares y la ultraderecha pe­
“identidad peronista” que había resistido ten­ ronista. En nombre de un “peronismo revolu­
tativas políticas de integración venidas de las cionario” que atribuía a la clase obrera y a su
“clases dominantes”. Según la interpretación líder la ideología así expresada, los Montone­
de Iosé Aricó, un intelectual gramsciano con­ ros exigirían el retorno de Perón, bajo la con­
testatario del Partido Comunista, se había signa “luche y vuelve” y la visión de un símbo­
“creado un vasto campo a disposición de una lo de la realización de una “patria socialista".
política de izquierda”. Ése era, para los militantes, el peronismo -y el
Las actitudes existenciales que evocaban el Perón- “verdaderos”. Para Silvia Sigal, hacia
“progresismo” y su hermano enemigo, el “in­ los años setenta el intelectual comprometido y
tegrismo”, tenían resonancias europeas; ambas militante tenía ante sí dos opciones, “Clase o
expresiones no eran nuevas en los usos france­ Nación”, que le daba autonomía “a condición
ses, que se cultivaban cuando menos desde los de permanecer en el interior de un imaginario
años cincuenta. El primero evocaba en aque­ político preservado de la política efectiva”.
llos usos una suerte de compañía de ruta sin Siempre escindido, el espacio político-intelec­
adhesión oficial ni total a postulados del par­ tual argentino se vincularía a la política desde
tido comunista. El segundo, posiciones com­ una versión progresista que in extremis se in­
placientes con el maurrasismo y el fascismo. El sertó en el guevarismo y desde una tradición
examen de esas mentalidades explicaría mejor “nacionalista y católica” sus herederos, los
las -para muchos- desconcertantes migracio­ Montoneros, Hevarían por la tortuosa vía del
nes de derechistas hacia el izquierdismo y, con peronismo.
menor frecuencia por entonces, los desplaza­ Así identificado, ese espacio deja afuera a
mientos inversos, así como el clericalismo am­ intelectuales que predicaban la democracia
biente en sectores militares y militantes, co­ constitucional como “idea nueva” en la Ar­
municados por las tendencias autoritarias del gentina militar y militante. Ni “progresistas”
integrismo. en el sentido expuesto, ni nacionalistas, ese
Esos derroteros habrían de marcar inter­ sector intelectual no tuvo audiencias entu­
pretaciones del peronismo y de Perón que es­ siastas. Experiencias posteriores darían a esa
cuelas distintas de la historia y de la política prédica, entonces -para muchos- principis­
no aceptaban o recogían con reservas. Lo que ta, cierto crédito que en los tiempos de lucha
interesa retener ahora es que el rumbo de las no se le había concedido. La vigorosa díada
proposiciones militantes no pasaba por la derecha-izquierda, además, no hacía lugar al
construcción de la democracia cuando hacia “centro”, ni a clasificaciones, bidimensiona­
los años setenta se define un “conflicto cen­ les. 373
LA DIMENSION POLITICA

Cuando avanzaban los años setenta, la es­ en seres cobardes y sádicos; “deshumanización
cena era dominada por protagonistas con pa­ sobre todo en los torturados”, sometidos cual
siones, intereses e intenciones que la lucha objetos a un tratamiento que busca en forma
por el poder habría de revelar: las coaliciones sistemática el quebrantamiento de su intimi­
de gobierno, el mundo militar y la militancia dad física y psíquica, la destrucción de su con­
armada, el sindicalismo, los partidos, la Igle­ dición de sujetos, la negación de su calidad de
sia y sus expresiones institucionales y contes­ personas.
tatarias, y los grupos económicos jugando su La tortura era en sí misma una opción que
papel según los acontecimientos que suce­ llevaría a la victirnización de muchos inocen­
dían en la superficie y en los sótanos de la so­ tes; y era un procedimiento contra la ley que
ciedad. terminaba por sospechar como cómplices a las
autoridades civiles y judiciales. ¿Para qué el te­
rrorismo? ¿Para qué la tortura? ¿Qué tipo de
LA POLÍTICA ARMADA régimen político querían instaurar o decían
defender sus practicantes?
La sociedad de los setenta conocerá la con­ El gobierno de Cámpora comenzó el 25
vivencia con el miedo, cuando se sabe que al de mayo de 1973 como una suerte de “coha­
fin el miedo envilece y hace difícil la conviven­ bitación” que duró menos de dos meses. De­
cia. Ansiedad colectiva y personal con datos legado de Perón, Cámpora era-tributario de
extremos: guerrilla, represión, terrorismo. Se la IP y sus vertientes montoneras. El gabinete
usaba del terror como arma de agitación polí­ de Cámpora evocaba el precipitado de ten­
tica o de sometimiento, como acto simbólico dencias del peronismo y sus aliados objeti­
destinado a alterar el comportamiento políti­ vos. La izquierda juvenil se sentía próxima a
co de gobernantes y gobernados, por medios los ministros del Interior y de Relaciones Ex­
extranormales que incluyen el uso de la vio­ teriores (Esteban Righi y Iuan Puig); el pero­
lencia sobre actores y pacientes del drama que nismo tradicional, de los ministros de Eco­
no eran sólo el terrorista y la víctima. Uno de nomía, Justicia, Educación y Defensa (José
los objetivos era crear la confusión; otro era Gelbard, Antonio Benítez, Iorge Taiana y Án­
provocar la represión y aun el golpe de Estado, gel Robledo); la CGT, de su vocero, el minis­
como eslabones de una cadena difícil de cor­ tro de Trabajo Ricardo Otero, y el “entorno
tar. La cadena terminaría por atrapar a todos, de Madrid”, del ministro de Bienestar Social,
incluyendo al Estado. Iosé López Rega. En suma: cohabitación pre­
Había, pues, un doble juego de la violencia visiblemente transformada en una coalición
con la actividad simultánea de la tortura, una centrífuga que haría imposible la gobernabi­
práctica repugnante que Rafael Braun regis­ lidad. Un presidente con fidelidades encon­
traba ya en un escrito de 1972. Para asumirla tradas, que era sostenido por las cuerdas ten­
en todos sus alcances debía transformarse “en sadas de ¡tendencias opuestas. Movilización y
un asunto de piel”, en “deshumanización en acción directa de las organizaciones juveniles
primer término de los torturadores” que, para que ocupaban empresas y universidades, in­
374 poder cumplir su tarea, tienen que convertirse cluyendo la ahora “Universidad Nacional y
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

Popular de Buenos Aires” conducida por Ro­ imagen de un melting pot sino de un salad
dolfo Puiggrós —historiador nacionalista ex­ bowl, un recipiente que apenas contenía ingre­
pulsado del PC en 1948, cuando defendía dientes separados sin intención de mezcla sino
desde esa izquierda la colaboración con el pe­ de recíproca expulsión.
ronismo- y transformada en universidad mi­ Las Fuerzas Armadas tenían sus propias
litante con signo inverso a la que sucedió a la percepciones del proceso político. Actores re­
crisis de 1955. levantes y decisivos de la Argentina “corpora­
Los sectores del peronismo histórico, del tiva” vigente en medio de largas crisis de legi­
sindicalismo y de las organizaciones situadas timidad con entremeses constitucionales
cerca del “lopezreguismo” presionaban en el durante casi medio siglo, venían registrando la
sentido insinuado por el propio Perón cuando “escalada subversiva” desde el 19 de setiembre
antes de asumir Cámpora había destituido a de 1968 en la localidad tucumana de Taco Ra­
Rodolfo Galimberti de su papel como delega­ lo, una acción de las Fuerzas Armadas de Libe­
do nacional de la juventud en el Consejo Su­ ración (FAL) en 1969 en Campo de Mayo, y el
perior del movimiento peronista. Perón -el asesinato del general Pedro E. Aramburu el 29
general- manifestó la segunda naturaleza de de mayo de 1970. En los primeros años de la
su conducción política cuando eligió para la década del setenta, analistas militares conclu­
destitución declaraciones de Galimberti pro­ yen en que el fenómeno guerrillero produjo,
poniendo la creación de milicias populares. El comprueba Rosendo Fraga, “un impacto y una
viejo caudillo, que creía en el poder como “re­ transformación decisiva dentro del Ejército”.
ducción a la unidad”, tomó con pinzas la pala­ Los principales grupos guerrilleros que ac­
bra de los militantes que hicieron bandera de tuaban en esos primeros años de la década
su retorno y de la consigna “Cámpora al go­ eran cinco, con inspiraciones ideológicas dife­
biemo, Perón al poder”. Se había ido llamando rentes: Montoneros, que se reclamaba pero­
a la “resistencia peronista”, encomendando la nista y nacionalista, predicando un socialismo
guerra de guerrillas contra el antiperonismo nacional; el Ejército Revolucionario del Pue­
gobernante, según recuerda Segovia, y había blo, de orientación trotskista, con el activo li­
vuelto como un moderado, dejando atrás tác­ derazgo de Mario Roberto Santucho, hostil a
ticas de exilio, evocando la idea nunca aban­ un Perón que veía como obstáculo de la revo­
donada de la “comunidad organizada” inclusi­ lución que predicaba; las Fuerzas Armadas de
va de empresarios y sindicalistas, y ahora Liberación (FAL), próximas al maoísmo, aun­
también de peronistas y radicales. ¿Quiénes que vinculadas con escisiones del PC y del
quedaban, en un proceso de democratización Partido Comunista Revolucionario; las Fuer­
así concebido, “fuera del plato”, según expre­ zas Armadas Revolucionarias (FAR) castristas,
sión preferida de Perón, sujeta a su diseño, que y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Mon­
debía contener un melting político y un “Pacto toneros era una confluencia de nacionalistas,
Social”, amenazados tanto por acciones deses­ católicos de derecha pero también tercermun­
tabilizadoras como por la movilización des­ distas, castristas y peronistas. Las afiliaciones
bordante de demandas populares? El peronis­ eran objeto de interpretaciones encontradas
mo gobernante y el gobernado no eran la desde la perspectiva militante, pero era la cla­ 375
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

sificación dominante en el Ejército, según sus so narcotraficante francés salió caminando


intérpretes de la época, luego resumida en tor­ por su cuenta- detenidos en la cárcel de Devo­
no de la influencia cubana. Con el tiempo, la to y otros penales. La ley de amnistía llegó dos
sensación de los militantes y la percepción de días después. De donde la designación del jefe
la sociedad convergerían en dos organizacio­ del Ejército sería una difícil resolución para el
nes relevantes: “montos" y “erpianos”, al cabo, presidente Cámpora. No fue una decisión aje­
estrellas mayores de la constelación guerrillera na a Perón. Designado el general Iorge R. Car­
en el primer lustro de los años setenta. cagno, permanecería en la Comandancia en
Entre los años 1970 y 1973 se habían de­ Iefe -luego Comandancia General del Ejérci­
cantado métodos y planes que el Ejército ex­ to— entre ese 25 de mayo y fines de diciembre
tendería a los años del Proceso. La “doctrina de 1973. Acompañó a Cámpora, asistió a su
de la seguridad nacional” tenía semejanza con caída (renuncia), siguió durante el intermedio
la aplicada por los militares brasileños, perua­ relativamente constitucional de Raúl Lastiri
nos y uruguayos y por los Estados Unidos des­ hasta el 12 de octubre y con Perón hasta que
de Panamá, y antes por los militares franceses éste designa en su reemplazo a un infante pro­
en Argelia. Esa doctrina sería denunciada por fesionalista de una familia tradicional de mili­
la Teología de la Liberación como “ideología”, tares: Leandro E. Anaya.
con un valor absoluto que sometía a todas las La región era escenario de la dialéctica
otras dimensiones de la realidad. militar-militante, aunque los rasgos naciona­
Fraga señala que los primeros casos de les diferenciaban su inserción con el Brasil cí­
“desaparecidos” y de centros de detención ile­ vico-militar desde 1964, el Uruguay de la ex­
gal —denunciados por organizaciones militan­ periencia de Iuan María Bordaberry, los
tes de izquierda— datan de aquellos años. Las militares y los Tupamaros, la Bolivia de Hugo
líneas internas militares —en las que no es in­ Banzer, el Paraguay de Alfredo Stroessner, el
diferente el arma (la caballería predomina Chile de Salvador Allende en vísperas del gol­
desde Onganía hasta Lanusse)— eran identifi­ pe de Augusto Pinochet, con el Perú, en fin,
cadas, cuando asume Cámpora, como el del general “populista” Iuan Velazco Alvarado
“lanussismo”, los “profesionalistas” y los “na­ en tránsito hacia el conservador general Fran­
cionalistas”, especialmente críticos de la con­ cisco Morales Bermúdez. En ese contexto, la
ducción de Lanusse y vistos con alguna sirnpa­ designación de Carcagno fue entendida como
tía por el peronismo. Esas líneas tenían forma de marginación de fórmulas militares
propósitos, representaban mentalidades o su­ “continuistas” y resultado de presiones ten­
gerían designios diferentes, pero cuando asu­ dientes a “descabezar” el Ejército según las
mió Cámpora, ningtma dejó de registrar los intenciones radicalizadas. Carcagno era un
desórdenes, los ataques y el repudio antirnili­ candidato propiciado por retirados con afini­
tar que rodearon el acto del 25 de mayo de dades peronistas, del arma de infantería, críti­
1973. Debió suspenderse el desfile militar, en co del lanussismo y no resistido por militan­
medio de un coro multitudinaria: “se van, se tes y militares partidarios de las soluciones
van, y nunca volverán”. Durante la jornada drásticas que se creían postergadas. Según
376 fueron liberados los guerrilleros —algún famo­ coincidirían intérpretes de procedencias dis­
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

tintas, Carcagno tenía un proyecto: reconci­ bría de leer como “el más antiguo de quienes
liar a los militares con el pueblo desde un mo­ habían pasado a retiro el año anterior”, a Pe­
derado profesionalismo, asumir un perfil na­ rón, pocas horas antes de la ceremonia.
cionalista frente a los Estados Unidos y
aceptar la relación con la Juventud Peronista.
Decisiones de Carcagno fueron el retiro de las EL ÚLTIMO PERON
misiones militares francesa y norteamericana,
el rumbo de su intervención en la X Confe­ El 20 de junio de 1973 retornó Perón defi­
rencia de Ejércitos Americanos y el Operativo nitivamente, y aquí quedaría hasta su muerte,
Dorrego, que cuadros militares compartieron el 1° de julio de 1974. Fue un tramo dramáti­
con la Juventud Peronista, que en la ocasión co que resumiría los trazos fundamentales de
reunía, en realidad, cuadros montoneros. un liderazgo, de sus contradicciones y contra­
Pero esa línea que lo acercaba a los sectores dictores, de la realidad y sus imaginarios, y de
del “camporísmo”, lo alejaba de Perón, de su su agonía. El 20 de junio se reunió en Ezeiza y
entorno íntimo, del sindicalismo y de los mi­ zonas vecinas una multitud impresionante, la
litares que habían hecho de la guerrilla su movilización popular más grande que los ar­
contradicción principal, así como el ERP, ex­ gentinos conocieran, difícil de calcular en es­
plícitamente, había declarado al ejército “ene­ pacios abiertos, cientos de miles. La enorme
migo principal”. En todo caso, la reconcilia­ mayoría iba a una fiesta y fue sorprendida y
ción del Ejército con el pueblo tenía su propia desconcertada por las secuelas de un combate.
gramática que sólo Perón interpretaba; esto Un combate de crueldad inusitada que apenas
decidió el destino de Carcagno y la designa­ atinaban a describir locutores radiales azora­
ción de Anaya. El objetivo inmediato era la dos y cámaras de televisión que cubrían el tea­
“cohesión del Ejército", en la lógica interna de tro principal en torno del palco previsto para
la sociedad militar desde su profesionaliza­ la presencia y la palabra del líder, ocupado por
ción; en los años cuarenta, el GOU que Perón organizaciones de la ultraderecha peronista
integró y terminaría por liderar, no en vano repeliendo a tiros columnas montoneras.
evocaba la “unidad” y en esa clave es elocuen­ Perón no llegó al aeropuerto de Ezeiza; su
te un episodio que rezuma aquella lógica na­ avión fue desviado hacia la zona militar de
da indiferente para entender comportamien­ Morón. En mensaje breve lamentó su desen­
tos y sospechar consecuencias: la ceremonia cuentro con la “pobre gente” que lo había es­
de despedida de los generales que habían pa­ perado en vano. El desconcierto dominó la
sado a retiro en 1973, convocada por Anaya. escena, encubrió la realidad de lo ocurrido,
En la oportunidad estuvieron presentes La­ permitió interpretaciones interesadas y esca­
nusse, Alcides López Aufranc, Tomás Sánchez moteó por breve tiempo la más probable:
de Bustamante y otros protagonistas del “ré­ “había sido —según Horacio Verbitsky- el
gimen militar” del período 1966-1973, así co­ combate con el que se inauguraba la fractura
mo también Carcagno y quienes habían pasa­ sangrienta del peronismo”. Al día siguiente,
do a retiro con la designación de Anaya. Perón leyó un mensaje significativo, en la lí­
Lanusse envió el texto de su discurso, que ha­ nea de la razón de Estado, según la interpreta­ 377
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

ba: debía reorganizarse el Estado y para eso El 13 de julio, Cámpora y Lima presenta­
“no hay nuevos rótulos que califiquen nuestra ron la renuncia. Una operación de palacio que
doctrina. Los que ingenuamente piensan que sorteó al senador Alejandro Díaz Bíalet, a la
pueden copar nuestro movimiento o tomar el sazón presidente de su cuerpo y sucesor cons­
poder que el pueblo ha reconquistado, se titucional en llamativa ausencia, llevó al yer­
equivocan. (...) Estamos viviendo las conse­ no de López Rega, Raúl Lastiri, presidente de
cuencias de una posguerra civil”, cuando “la la Cámara de Diputados, a la presidencia in­
revolución debe ser hecha en paz”. En una so­ terina. Lastiri debía convocar a elecciones. Los
ciedad atrapada por el miedo, se presentó co­ comicios fueron fijados para el 23 de septiem­
mo un político partidario del “orden legal y bre. Hubo una alianza objetiva entre lopezre­
constitucional”, de un orden que debía co­ guistas y sindicalistas, con el influyente diri­
menzar en el propio peronismo en dirección gente metalúrgico Lorenzo Miguel a la
a una “democracia integrada”. La oposición cabeza, enderezada a marginar a eventuales
institucional recibió con alivio el mensaje. La candidatos de la izquierda peronista —que
Juventud Peronista y los sectores de la iz­ pretendía insistir con Cámpora en la fórmu­
quierda combativa, con aprensión. López Re­ la— y a movilizar la campaña electoral en cier­
ga atribuyó la responsabilidad de la “masacre nes. Cuando el Consejo Nacional justicialista
de Ezeiza” al ministro del Interior; la CGT, a la consagró la fórmula “Perón-Perón” -el líder y
“sinarquía internacional”, y la izquierda pero­ su esposa, María Estela Martíneï- se definió
nista, a Manuel Osinde, Norma Kennedy, Al­ una orientación y una concepción del poder;
berto Brito Lima y otros representantes de la también, las clásicas dificultades del peronis­
derecha del movimiento, en la que el sindica­ mo con el tema de la sucesión, dentro de sí
lismo buscaba y lograba espacios privilegia­ mismo y en el sistema político. La izquierda
dos que pronto lo enfrentarían con transito­ peronista había perdido pero siguió dispu­
rios aliados objetivos dominados por el tando su futuro, que no era el diseñado por
lopezreguismo. Perón. La guerrilla siguió martillando con
Richard Gillespie anota que la izquierda atentados. Entre ellos, un ataque contra el Co­
peronista menospreció la subordinación de mando de Sanidad militar, el 6 de septiembre,
Osinde a López Rega y comprobó el naci­ cinco días antes del golpe militar que en Chi­
miento de la Triple A que habría de radicalizar le derroca al presidente Salvador Allende y lle­
el antagonismo interno del movimiento. El va al poder al general Pinochet.
“camporismo” tenía los días contados. Si el le­ Los comicios tuvieron el final previsto: la
ma de lucha había sido “Cámpora al gobierno, fórmula Perón-Perón obtuvo el 61,85% de los
Perón al poder”, Perón reuniría muy pronto votos. Victoria rotunda. Lejos, con el 24,42%,
poder y gobierno. Se entrevistó con Ricardo Balbín-De la Rúa por la UCR. Entre el entu­
Balbín —líder del radicalismo—, con el general siasmo y el fatalismo, Perón sería consagrado
Carcagno -jefe del Ejército—, con José I. Rucci por la más importante victoria electoral de su
y los líderes sindicales, con los integrantes, en vida pública. Dos días después fue asesinado
fin, de la “comunidad organizada”, y recuperó Rucci y, en la semana siguiente, es clausurado
378 por ley su grado militar. el diario El Mundo por difundir comunicados
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

del ERP, declarado ilegal pocos días antes. so de combate del líder, la ruptura. Pero es la
Mientras se hablaba de la “guerra interna" en plaza el escenario de la discordia. Los militan­
la prensa nacional y extranjera, en el lenguaje tes montoneros silbaron a la vicepresidente,
militarizado de derechas e izquierdas, Perón gritaron “Si Evita viviera sería montonera”, le­
había entrado en su último año. Según alguna yeron nombres de peronistas desaparecidos, e
interpretación, “la sociedad se reconocía en él interpelaron: “¿qué pasa, qué pasa, general,
como astucia, no como entrega auténtica”, de­ que está lleno de gorilas el gobierno popular?”.
positando en su autoridad pasiones e intereses Entonces vino la respuesta, no ya del presiden­
de improbable conciliación. Viejo maquiave­ te conciliador, sino del líder desafiado: Perón
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lista, se aplicó a reorganizar el Estado; afín a la repudió a los “imberbes , mercenarios al ser­
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ambivalente idea de la comunidad orgánica, vicio del extranjero , idiotas útiles gritones
alentó un “pacto social” que entendía como contra organizaciones sindicales fieles”; el lí­
un pacto político integrativo de la sociedad der los acusaba de cultivar la guerra interna,
entera -partidos y corporaciones incluidas—; inevitable “si estos malvados no cejan”. Los
lector de la experiencia europea, justificó su acusados fueron abandonando la plaza en me­
empresa como búsqueda de una “democracia dio del discurso. Desafío, desacato y violencia
integrada” que sólo un buen “conductor”, sos­ creciente exhibían a un presidente conciliador
tenía el general, habría de orientar a través del y a un líder desbordado. El ll de mayo es ase­
pueblo como material de encuadramiento. sinado el padre Carlos Mugica, activo sacerdo­
Una de las cuestiones abiertas era si el líder te tercermundista en la pastoral villera, en ac­
con estilo pragmático, realista y con sentido de ción tan gratuita y estremecedora como serían
la oportunidad, aplicaba esos atributos a una el asesinato del político radical y ex ministro
realidad real o imaginada. El desafío principal de Lanusse, Arturo Mor Roig —asesinato que
era su capacidad para reducir el poder a la enajenó apoyos de sectores del radicalismo a
unidad con él en el gobierno: el ERP y Monto­ la guerrilla- y otras verdaderas inmolaciones
neros acosarían esa capacidad. En enero de políticas. Un mes después, el 12 de junio, Pe­
1974, el ERP atacó un cuartel del Ejército en rón habla al país y amenaza con renunciar. Re­
Azul, situando a los militares en su mira. Pe­ curso extremo, mensaje amargo, tiene esta vez
rón respondió llamando a “aniquilar cuanto como destinatarios a un sindicalismo indócil
antes a este terrorismo criminal (. . .) tarea que frente a las derivaciones críticas del “pacto so­
compete a todos los que anhelamos una patria cial” que había esbozado con el auxilio de Gel­
justa, libre y soberana”, si bien reservó para bard, un hábil empresario y economista prác­
otro momento la proscripción de Montone­ tico con pasado de izquierda, buenos lazos con
ros, marcando diferencias ideológicas en la los soviéticos y los europeos del Este, pero des­
violencia guerrillera. bordado por la situación. Los arbotantes del
El l“ de mayo se formaliza la reconcilia­ edificio político que el viejo caudillo quiso do­
ción de Perón con la oposición institucional y minar, ya no lo sostenían.
su ruptura con la juventud montonera. En el El l“ de julio, Perón murió. El gran media­
Congreso, el mensaje presidencial consagra la dor desapareció de la escena y dejó enfrenta­
reconciliación; en la Plaza de Mayo, el discur­ dos a rivales excluyentes bajo la impotente tu­ 379
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

l Allanamiento de un local de la organización Montoneros. Revista Gente.

tela de la vicepresidente Martínez de Perón, por el Buenos Aires Herald sólo en 1975 y era
asediada por el sindicalismo y la guerrilla, re­ un cálculo “cauto”: 1.100 muertos. Las crisis
fugiada en un “entorno” bajo la influencia si­ de gabinete eran mensuales y la lucha intragu­
niestra de López Rega, tolerada por la oposi­ bernamental, tan encamizada como la que de­
ción institucional que debió apelar a las sarrollaban militares y guerrilleros.
recomendaciones de Alberdi reclamando res­ Es posible identificar tres etapas de la pre­
peto “a quien el voto del país coloque en la si­ sidencia de María Estela Martínez de Perón en
lla difícil de la Presidencia”, para justificar su 1975. La primera culmina en mayo y se resu­
apoyo a una heredera mediocre, flanqueada me en la designación de López Rega en la se­
por Fuerzas Armadas ocupadas en la lucha cretaría privada de la Presidencia; de hecho, el
contra la subversión como “profesionalistas” y control del gobierno. En ese tramo aparece el
aparentemente distantes de una intervención Partido Auténtico como fuerza de superficie
directa. En su gobierno se enfrentaron las co­ de Montoneros. Una segunda etapa comenzó
rrientes “verticalistas” y “antiverticalistas” y en junio con el apogeo del lopezreguismo, la
fuera de él, los rivales que disputaban un po­ conquista por éste del Ministerio de Econo­
der que los contendientes consideraban, “va­ mía y el conflicto con el sindicalismo que ex­
ciado” desde la muerte de Perón. Andrew Gra­ plota con el llamado “Rodrigazo”, por la auto­
380 ham-Yooll recordaría las víctimas registradas ría del ministro de Economía, Celestino
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

Rodrigo. La inflación trepa a entre el 7% y el


10% mensual, mientras el sindicalismo discu­

il y‘J
te no sólo una política de ingresos, sino su po­
X

sición como factor de poder. La pugna llevó a


la anulación de convenios colectivos donde se x
actuó literalmente a punta de pistola y la Pre­
sidente padeció el primer paro general que la
CGT hiciera contra un gobierno peronista. La
estrella de López Rega comienza a decaer, es
reemplazado sucesivamente por dos persona­
jes que terminaron procesados y, por fin, es
militarmente desalojado de la quinta de Oli­
vos y expulsado al exterior. La tercera etapa
contiene el compromiso creciente del Ejército
en las crisis gubernamentales, mientras le es
encomendado por decreto el aniquilamiento
del accionar subversivo. El ERP y sus opera­
ciones en Tucumán, y Montoneros en zonas
urbanas y rurales alentaban objetivamente el
retorno militar. El jefe del Ejército, general
Numa Laplane -quien había propuesto cierta
El primer día de María Estela Martínez de Perón como
forma de “participacionismo”-, fue reempla­ presidente de la Nación. Archivo General de la Nación.
zado por el general Iorge Rafael Videla, un
“profesionalista” prestigioso, dando jaque a un nada sin tratamiento alguno. Días después, el
coronel Damasco, que se atribuía un “proyec­ Partido Peronista Auténtico, en un acto que
to nacional” redactado por Perón y había lle­ preside Andrés Framini, pide su renuncia. El
gado -en actividad— a ocupar el Ministerio del partido será proscripto semanas después.
Interior. El 18 de diciembre, un sector de la Fuerza
De pronto, la señora de Perón se declaró Aérea, de inspiración nacionalista, se rebela
enferma, delegó el mando y se fue a descansar. contra el gobierno. Más que represión hay di­
En ese contexto, la presidencia provisional de suasión. Se le discute la oportunidad y el pro­
Ítalo Lúder -el quinto presidente del peronis­ cedimiento, reñido con las decisiones “insti­
mo desde Cámpora- pareció a muchos una tucionales” de las Fuerzas Armadas. El 23 de
suerte de intervalo lúcido. Se estaba viviendo diciembre, el ERP, en acción militar sin prece­
en el surrealismo de una sociedad civil plural dentes en el país, ataca un cuartel del Ejército
subgobernada por una oligarquía emergente en Monte Chingolo. ¿Una emboscada que se
de la lucha por el poder y de los asaltos corpo­ arma sobre el elitismo militarizado de los je­
rativos. De la privatización de la violencia y de fes atacantes? Muere un centenar de guerrille­
la represión. En noviembre, Martínez de Pe­ ros; entre ellos, adolescentes que la guerrilla
rón abandona una clínica donde estuvo inter­ estaba reclutando para cubrir sus cuadros. En 381
LA DIMENSIÓN POLITICA

febrero de 1976 ocurren dos hechos institu­ dad civil víctima de la resignación, el fastidio,
cionales significativos: el anuncio de eleccio­ el miedo, la acción psicológica y la deserción
nes generales para el 12 de diciembre de 1976 dirigente.
y el rechazo en la Cámara de Diputados de un El 23 de marzo por la noche, la Presidente
proyecto de juicio político a la Presidente, fue recogida por un helicóptero en la Casa Ro­
presentado por la Fuerza Federalista Popular, sada y en el Aeroparque de la ciudad un oficial
iniciativa que respalda la UCR. No progresa­ de la Fuerza Aérea le informó que había deja­
rá. Pero el golpe de Estado militar circula co­ do de ser presidente, y que sería confinada en
mo un final previsto. El peronismo es impo­ el sur. Era el golpe de Estado. La población su­
tente en cuanto a la crítica interna y el juicio po de la decisión militar al día siguiente con
político necesario. La oposición no tiene fuer­ moderada sorpresa y sin alarma. Los coman­
za para evitar la claudicación del gobierno. La dantes militares, general Jorge Rafael Videla,
sociedad política cede espacios preciosos a la almirante Emilio Massera y brigadier general
sociedad militar. Orlando Agosti, dieron a conocer los docu­
mentos institucionales básicos que tenían pre­
parados: la proclama, el acta con los objetivos
EL “PRocEso” básicos del llamado Proceso de Reorganiza­
ción Nacional, las bases para las Fuerzas Arma­
“¿Qué pensar?”, preguntaba la revista Cri­ das en el sistema y el estatuto. Cinco documen­
terio el ll de marzo de 1976. Las jerarquías tos identificados como leyes fundamentales
militares daban a entender que los militares del régimen militar que había elegido una de­
se aprestaban a intervenir. Órganos de prensa nominación menos espectacular que en 1966.
y comentaristas mediáticos preparaban a la Los argumentos del golpe eran previsi­
opinión pública para que aceptase lo aparen­ bles: vacío de poder, contradicciones del go­
temente ineluctable. Estaban en crisis el go­ bierno depuesto, falta de una estrategia global
bierno, el Poder Legislativo, el peronismo an­ contra la subversión, incremento de los extre­
te un verticalismo en el que sucumbían la mísmos, corrupción, irresponsabilidad en el
razón, la ley y la dignidad personal; la lealtad manejo de la economía, especulación y otros
de la oposición ya no era correspondida por vicios que las Fuerzas Armadas erradicarían
el oficialismo, el pacto social disuelto; no obs­ mediante el ejercicio severo de la autoridad.
tante, ¿se había hecho todo para salvar al ré­ Los objetivos tenían la factura de un docu­
gimen democrático a pesar del peronismo? mento militar con alusiones tradicionales:
La respuesta de pocos era negativa, denuncia­ concreción de “una soberanía política basada
ban al partido golpista que constituían fuer­ en el accionar de instituciones revitalizadas”,
zas empresarias y políticas -incluyendo a pe­ “vigencia de valores de la moral cristiana, de
ronistas a la búsqueda de una coartada- y la tradición nacional y de la dignidad del ser
explicaban por qué la “solución militar” no argentino” y de la seguridad nacional para
sería tal, sino fórmula “indeseable y cargada erradicar la subversión y sus causas, vigencia
de peligros”. Esos análisis, contra la corriente, plena del orden jurídico y social y del orden
382 acertaban, pero no conmovieron a una socie­ económico; ubicación internacional en el
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

mundo occidental y cristiano. Una Iunta Mi­ Durante el Proceso, la sociedad vivió en
litar asumía el poder político de la República dos niveles superpuestos. En la superficie ins­
y sus Bases se remitían a una filosofía pública titucional, conflictos y coincidencias altema­
que se ejecutaría en tres fases “sin solución de das con fuerzas políticas y sociales. En los sóta­
continuidad ni lapsos (sic) de duración prees­ nos, la represión antisubversiva de intensidad
tablecidos”: asunción del control, reordena­ inédita, con prácticas a menudo aberrantes, las
miento institucional y consolidación. Las tres respuestas violentas contestatarias y la multi­
fases serían explicadas “en su oportunidad”. El plicación de grupos paramilitares aparente­
Estatuto establecía la formade designación y mente autónomos y desenfrenados.
causales de remoción del presidente, de reor­ El Proceso tiene sus “tiempos” y éstos, sus
ganización de la justicia y de las facultades le­ diferencias dentro de la inercia y la lógica in­
gislativas atribuidas a una comisión de aseso­ terna de un Estado militarizado.
ramiento. La Iunta Militar actuaba, en suma, Entre 1976 y 1977, la búsqueda de una le­
“en ejercicio del poder constituyente”. Un gol­ gitirnación sociológica desde la ilegitimidad
pe aséptico. El poder militar se hacía cargo del política; entre 1978 y 1979, la erosión de los
“control operacional” de un Estado sin rum­ asentimientos; entre 1980 y 1982, el agota­
bo ni gobierno, según insinuaron los prime­ miento; y desde la derrota de las Malvinas, el
ros comunicados, frente a una sociedad blo­ derrumbe.
queada. Las Fuerzas Armadas dividieron En ese orden de percepciones dominantes,
responsabilidades por tercios -zonas geográ­ el gobierno de Videla contiene un tiempo de
ficas, áreas de gobierno, aplicación de los ser­ adhesión social, la fase más dura de la guerra
vicios de informaciones, conducción local de sucia y la represión, “tablita y plata dulce” en la
actividades antisubversivas- en decisión que política económica; luego, erosión de los asen­
explica algunas de las contradicciones y arbi­ timientos y decadencia; el gobierno de Viola se
trariedades del proceso. asocia con la primera crisis faccional de suce­
El régimen militar se estableció con el gol­ sión dentro del sistema militar, el mando del
pe de Estado y claudicó luego de la derrota en silencio estéril y el desplazamiento forzado,
la guerra de las Malvinas, atinando apenas a luego de un intento de apertura política; el go­
convocar a elecciones libres y abiertas que da­ biemo de Galtieri, con la tentativa de revigori­
rían el triunfo a la UCR y la presidencia a Raúl zar un proceso en crisis que la derrota en la
Alfonsín a fines de 1983. guerra de las Malvinas lleva a la claudicación,
No fue, en rigor, un régimen. Si se escribe y el de Bignone, con la administración de la
la arqueología de la sucesión, se verá que fue retirada política del poder militar.
una sucesión de gobiernos de militares que Para el gobierno militar, el primer objetivo
comenzó con la gestión presidencial de Vide­ era el restablecimiento del orden y esto supo­
la, siguió con la dificultosa y breve designación nía la aniquilación de la subversión represen­
de Roberto E. Viola, pasó por la turbulenta je­ tada por Montoneros y el ERP en primera lí­
fatura de Leopoldo F. Galtieri y terminó con la nea. Los militares guardaban las arengas de
agónica administración de la salida electoral Firmenich cuando respondió a Perón en un
por Reynaldo B. Bignone. acto público en la cancha de Atlanta, en el que
LA DIMENSION POLÍTICA


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l La casa de Guillermo Walter Klein, alto funcionario del Ministerio de Economía, destruida por un atentado terrorista en 1979.

resumió la estrategia general de Montoneros confiados, y alienta sospechas sobre los verda­
como una “revolución continental” conducida deros designios y vinculaciones del jefe mon­
por la “clase trabajadora organizada” hacia la tonero, como constata Martin Andersen en su
“constitución definitiva del socialismo nacio­ “dossier secreto”.
nal”. La vanguardia conductora era, natural­ Para el investigador inglés Richard Gilles­
mente, Montoneros, según la interpretación pie, llegó -un momento en que “los guerrilleros
de su dirigente principal, a la sazón Firme­ corrían el peligro de que, incluso para los civi­
nich, estimulando las contradicciones hasta les que veían con indiferencia el asesinato de
contribuir, objetivamente, al golpe de Estado jefes de policía, los ataques de venganza poco
militar desde la clandestinidad, donde habían ‘obvios’ se considerasen parte de una guerra
vuelto los dirigentes más bien que los dirigi­ privada entre bandas armadas (...) Los Mon­
dos, en decisión que el montonero Roberto toneros vagaban cada vez a mayor profundi­
Perdía llamó “el desatino más grande de nues­ dad en la penumbra que media entre la guerra
tra historia”. Decisión que indigna a la mayo­ de guerrillas urbana y el terrorismo, y se man­
ría de la militancia de entonces y de sus intér­ tenían al borde de lo que la prensa llamó ‘te­
pretes actuales, deja en descubierto a miles de rrorismo colectivo?’
jóvenes que actuaban en la superficie, en su La respuesta de las Fuerzas Armadas —que
384 mayoría desde un idealismo de militantes actuaban desde el decreto de María Estela
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

Martínez de Perón en 1975, cuando le fue or­ coeur. El fallo de la Cámara Federal que con­
denado al Ejército “ejecutar todas las opera­ denó a los ex comandantes es expeditivo y cla­
ciones militares que sean necesarias a efectos ro: la situación de esos años ciegos puede ser
de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los calificada de guerra revolucionaria, sin que ello
elementos subversivos” en Tucumán- fue cre­ justifique las aberraciones que se cometieron
ciendo en dureza, extendiéndose a todo el te­ en su nombre. El historiador no puede pasar
rritorio nacional. Pero la metodología aplica­ con indiferencia por las frecuentes calificacio­
da habría de responder a prácticas aberrantes nes militarizadas de los protagonistas: “el po­
que por entonces el jefe militar de aquella zo­ der político viene de la boca de un fusil” (Fir­
na insinuaba públicamente: “Hubo que olvi­ menich); “debemos desmilitarizar la política”
dar -dijo el general Acdel Vilas- las enseñan­ (Santucho, citado por María Seoane, en auto­
zas del Colegio Militar y las leyes de la guerra crítica tardía); sin ignorar la terminología de
convencional donde los formalismos (el ho­ la extrema derecha, de la Triple A y de la pro­
nor y la ética) son parte esencial de la vida cas­ gresiva inclinación hacia formas del fascismo
trense, para consustanciarnos con este nuevo vernáculo en sectores nacionalistas militares.
tipo de lucha”. Cada vez más lejos de los pre­ Otra cuestión, más compleja y polémica
ceptos de Carl von Clausewitz. que la precedente, es la que evoca la califica­
El honor del guerrero esforzadamente ción de genocidio, empleado con frecuencia
acuñado para distinguir la guerra profesional para condenar el Proceso y hechos que inclu­
de las prácticas sin códigos en la lucha contra yen el período inmediatamente precedente
los infieles, se había esfumado. En palabras de desde que se ordenara la “aniquilación del ac­
Iohn Keegan, un historiador militar británico, cionar subversivo”. Tema muy controvertido,
“no existe un sustituto del honor capaz de irn­ reclama del historiador un examen severo que
poner la decencia en el campo de batalla”. debe dar cuenta de la Convención sobre el ge­
Fue, en parte, el origen de cuestiones dis­ nocidio que las Naciones Unidas sometió a los
putadas que acompañaron al Proceso y que Estados miembro el 9 de diciembre de 1948, a
según indica la experiencia comparada, acosa­ partir de la resolución de la Asamblea General
rán tanto a sus protagonistas como a las me­ de la organización que, en resolución 96 del ll
morias enfrentadas a partir de esos tiempos de de diciembre de 1946, declaró al genocidio
tragedia. Una de esas cuestiones pasa por la “un crimen del derecho de gentes en contra­
calificación de los hechos: ¿fue o no una gue­ dicción con el espíritu y los fines de las Nacio­
rra? Alberto Jordán dice bien que los militares nes Unidas y que el mundo civilizado conde­
“confiaron excesivamente en el poder de esa na”. El artículo II.6 considera al genocidio, sea
palabra, como si ella sola bastara para justifi­ cometido en tiempos de paz o de guerra, un
car toda clase de aberraciones”, mientras que crimen derivado de “la intención de destruir,
cierta historia militante de la guerrilla la ex­ en todo o en parte, un grupo nacional, étnico,
pulsa para dejar al enemigo con la responsabi­ racial o religioso, como tal”, detallando casos
lidad total de la tragedia. Una y otra posición en que la calificación procede. Como señala
son insostenibles, salvo que se opere desde Alfred Grosser en su notable y corajudo ensa­
“memorias manipuladas”, como decía Paul Ri­ yo Le crime et la mémoire, donde explora sin 385
LA DIMENSION POLÍTICA

mentación confusa y vulnerable, con inespe­


radas derivaciones si se quiere revisar la pro­
pia historia contemporánea de España, y obje­
to de críticas en ambientes jurídicos y
académicos hispanos. Como dijeron Carlos
Malamud y Enrique Bacigalupo en un semi­
nario a propósito del tema en el Instituto Or­
tega y Gasset de Madrid, “no es procedente
reemplazar el concepto legal de genocidio
(...) por un concepto ‘social’ de genocidio”
que la Convención de 1948 no autoriza, “limi­
tada como se sabe a los grupos étnicos, raciales
o religiosos”. Esta conclusión no hace menos
dramática la acción que inspiraron afirmacio­
nes tales como “Si es preciso en la Argentina
deberán morir todas las personas necesarias
para lograr la seguridad del país” (general Vi­
dela, Montevideo, 1975), o las procedentes del
gobernador militar en la provincia de Buenos
Aires, para quien la acción contrainsurgente
El presidente Jorge Rafael Videla, en la Casa de Gobierno.
debía dirigirse desde los subversivos hasta los
Archivo General de la Nación. “indecisos”. Afirmaciones que explican el de­
rrotero del Proceso hacia el terrorismo de Es­
complacencias las perversiones en la historia tado y del otro lado, mentalidades dispuestas a
política, se trata de un artículo problemático “hacer el cálculo matemático de cuánta gente
por lo que excluye y por lo que incluye, y es tenía que morir para llegar al triunfo”, según el
propicio para debates recurrentes en cuanto a testimonio de una militante en Página/IZ del
los casos que merezcan la calificación crimi­ 8 de abril de 2001, a propósito de las respues­
nal. La cuestión fue actualizada por fallos de la tas de Firmenich en entrevista con Gabriel
justicia española relativos a Pinochet y a no­ García Márquez, quien concluye: “es el hom­
venta y ocho militares argentinos comprome­ bre más raro que haya encontrado en mi vida”.
tidos en el Proceso. Preciso es decir que dichos No era extraño que una sociedad sofocada ig­
fallos abonan la posición de los partidarios de norase cuál era el futuro que debía esperarse
la calificación criminal, tanto para el caso chi­ de la violencia militarizada.
leno como para el argentino. Pero al interpre­ El pretendido “régimen” militar no se ha­
tar “genocidio” como actos contra un “grupo bría de explicar sólo desde la perspectiva de
nacional” (sin atender a que sea étnico, racial una “burocracia autoritaria” —perspectiva qui­
o religioso “como tal”) y extender la noción a zá demasiado global y anclada en factores pre­
“grupos diferenciados nacionales, discrimi­ dominantemente económicos—, por cuanto la
386 nándolos respecto de otros”, expone una argu­ política represiva de las dictaduras militares, si
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

se las compara, no aparece necesaria y directa­ con científicos, políticos y escritores —tan sig­
mente ligada a un programa económico deter­ nificativos como Alfredo Lanari, Federico Le­
minado. Lo que estaba sucediendo desde antes loir o René Favaloro, Hipólito Paz y Luis Ma­
del despegue del Proceso y se afirmaría en és­ ría de Pablo Pardo, Jorge Luis Borges, Ernesto
te, era un doble movimiento que conducía a la Sabato y Leonardo Castellani, entre otros- lo
progresiva “militarización” de las organizacio­ que ponía de manifiesto disposición civil
nes guerrilleras, por un lado, y la simétrica frente a la gravedad de la crisis, proclividad de
“desmilitarización” —en el sentido del abando­ los partidos a dar tiempo para establecer una
no de los códigos profesionales de la guerra­ situación nueva que cerrara el ciclo de la gue­
de las Fuerzas Armadas y su control por lo que rra interna y llamativa inclinación del perio­
se ha llamado el “partido militar”. Ni la circu­ dismo para dar crédito a propuestas militares
lante “teoría de los dos demonios”, más bien con objetivos y sin plazos.
argumento que teoría, ni slogans del tipo “so­ Hacia fines de 1977, el principal dirigente
mos derechos y humanos”, habrían de expre­ radical Ricardo Balbín da cuenta de que “na­
sar la realidad de una sociedad con miedo, an­ die reclama el retorno inmediato a un proce­
siosa de seguridad y dispuesta a aplazar el so eleccionario”, y tanto él como Ítalo Luder
retorno de la libertad en ese “estado de natu­ extendían el “período de gracia” hasta des­
raleza” hobbesiano. Eran muchos los viejos y pués del verano de 1978, sin que se advirtie­
nuevos demonios que habitaban la ciudad, en ran propuestas alternativas a la política mili­
el sentido preferido por Guglielmo Ferrero. Y tar ni hubiera adquirido vigencia lo que más
los slogans eran un ejercicio de trivialidad adelante sería la propuesta de Raúl Alfonsín,
practicado para encubrir, mal, el eclipse de los fincada en la reconstrucción de la democra­
derechos humanos que se vivía. cia. Las contradicciones circulantes eran “na­
)) (1
La primera parte de la presidencia de Vi­ ción o imperialismo , liberación o depen­
dela, cuyo estilo sobrio y formalmente profe­ dencia”, pero sus sostenedores no parecían
sional le había dado autoridad entre sus pa­ tener una teoría ni fórmula que hiciera sos­
res, resumió buena parte de las características pechar preocupación por la democracia, sino
del Proceso entero: ascenso, asentimiento re­ por el poder.
lativo pero notorio en la sociedad civil y polí­ La represión fue inclemente hasta la de­
tica, y erosión progresiva de su capacidad de rrota de las guerrillas y fue declinando en
gobierno y de “legitimación por el ejercicio” 1978, en cuya segunda mitad, cuando hay cri­
del poder, ya que no de origen. El primer pre­ sis de gabinete en el gobierno de Videla, emer­
sidente del Proceso propuso una tarea funda­ ge una oposición más articulada que encabeza
mental que las Fuerzas Armadas debían enca­ el radicalismo desde la unidad de sus líneas in­
rar, enderezada a “la convergencia cívico ternas: la Nacional (Balbín), Renovación y
militar, constituyendo así una nueva síntesis Cambio (Alfonsín) y Córdoba (Arturo Illia y
histórica”, según expresó al cumplirse un año Eduardo Angeloz). La oposición no acosaba a
del golpe de Estado. Confiaba todavía en la la dictadura militar, en todo caso más preocu­
viabilidad de una política “dialoguista" que pada por conflictos internos faccionáles insi­
había abierto en mayo de 1976 en almuerzos nuados por el politizado almirante Massera, 387
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

l El presidente Roberto Eduardo Viola con el almirante Massera. Archivo General de la Nación.

sus alianzas y sus prácticas. La Iglesia se había humanos había aislado a la Argentina en un
pronunciado en 1977, sosteniendo que “nin­ contexto internacional que incluso trascendía
guna teoría acerca de la seguridad colectiva, a el “imperialismo moral” que se atribuía a la
pesar de la importancia de ésta, puede hacer política exterior norteamericana, y ese contex­
naufragar los derechos de la persona”, indica­ to carecía de intérpretes no complacientes ca­
ción temprana de que pese a sus complejas paces de análisis realistas, cuando se añadió al
mediaciones y mentalidades procastrenses re­ problema de la deuda externa, el conflicto con
conocidas en su seno, estaba llamada por el Chile por el Beagle. El campeonato mundial
Concilio Vaticano II a no endosar manifesta­ de fútbol que ganó el equipo argentino en
ciones de barbarie que la “doctrina de la segu­ 1978 fue objeto de explotación política por el
ridad nacional” —aplicada como ideología o Estado militar. Desarrollado en una suerte de
evocando la seguridad absolutizada- alentaba tregua, los gobernantes y sus partidarios vol­
en protagonistas delirantes. vieron a sus percepciones fallidas: pudo ha­
Videla fue designado para un nuevo perío­ berse entendido como alegría popular y ansie­
do gubernamental luego de tensiones milita­ dad de paz y se interpretó como apoyo al
res manifiestas. La política económica estaba oficialismo; pudo aceptarse con resignación el
en crisis y la política interna tenía resonancias hecho de que la imagen exterior de la Argenti­
388 internacionales. La cuestión de los derechos na militar no hubiera cambiado por el triunfo
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

futbolero, y se percibió como una suerte de dente, el general Viola, un militar enigmático
conspiración internacional. que cultivaba el silencio —sin las dotes que
La cuestión más peligrosa fue el desconoci­ Gregorio Marañón reconoce en Hipólito Yri­
miento del laudo arbitral a favor de Chile por goyen— y que accedió al gobierno con los vo­
el canal de Beagle, los aprestos y desplazamien­ tos del Ejército y de la Fuerza Aérea y sin apo­
tos militares y las expresiones de jefes del Ejér­ yo de la Armada, influida por el “masserismo”.
cito y dela Armada ansiosos por hacer la gue­ Seis meses tardó el nuevo presidente en
rra. En paralelo existía el tema de los ríos con asumir el gobierno. El verano de 1981 se vivió
Brasil, por lo que los brasileños observaban en la incertidumbre. Viola llegó herido antes
con aprensión el clima bélico que sectores mi­ de comenzar a gobernar. No puso en pie una
litares y civiles nacionalistas alentaban en la economía maltrecha que sus técnicos maltra­
Argentina; la cancillería contribuía a la confu­ taron más y desperdició un ambiente prepa­
sión, y comentaristas mediáticos, al oportunis­ rado por Balbín y alentado incluso por la Igle­
mo. No sólo había clima bélico: había ambien­ sia en un documento de julio de 1981, para
te aparentemente propicio para la soberbia encaminar una salida política “sin proscrip­
irresponsable que se manifestaba en declara­ ciones, inhabilitaciones, marginaciones o
ciones de jefes militares y de la Armada, cuya condicionamientos a la voluntad popular”. El
lectura y comportamientos insinuaban lo que título del documento -“La reconciliación na­
harían años después a propósito de Malvinas. cional”- sería el lema de un encuentro multi­
Sectores militares triunfantes en la guerra in­ partidario que evocaba la reacción de la clase
terna estaban dispuestos a llevarla contra política.
nuestro vecino de extensa frontera. En ese La guerrilla estaba diezmada, pero el fac­
punto crítico, Videla presta un servicio objeti­ cionalismo militar estaba vigente y exhibía
vo a la racionalidad y maniobra a favor de la ambiciones de poder en algunos personajes
intervención del Vaticano a través del nuncio como el comandante en jefe Galtieri y sus ca­
papal. Viaja a Buenos Aires y a Santiago el car­ maradas adictos, varios de ellos designados en
denal Samoré y el 8 de enero de 1979, los dos su entorno castrense. En la significativa jorna­
cancilleres suscriben en Santiago el acta que da del día del Ejército —ocasión que los milita­
permite la mediación papal. Los insensatos res solían usar para tomar posiciones—, Galtie­
fueron, en esta oportunidad, neutralizados. ri señalaba límites a toda apertura política,
La guerra intentada por balcones que que­ daba por vencida a la subversión pero advertía
daron con la sangre en el ojo, pudo evitarse en sobre el tratamiento futuro del tema, y se ex­
el momento decisivo, pero en Chile quedó la hibía como un halcón amenazante en contras­
sensación de que el Estado militar argentino te con la línea Videla-Viola. El desempeño de
contenía, para decir lo menos, gente peligrosa. Viola movió las alas del halcón, “majestuoso”
Y cabe conjeturar que esa sensación gravitó en según una frivolidad atribuida a un funciona­
el comportamiento chileno durante la guerra rio del gobierno de Ronald Reagan. Galtieri
de Malvinas. actuó para convencer a los integrantes de la
La sucesión de Videla fue traumática. El Iunta Militar de que era preciso remover a un
gobierno pasó al anunciado delfín del presi­ presidente “ineficaz y enfermo”. 389
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

i El presidente Galtieri con el general Menéndez en las Islas Malvinas. Archivo General de la Nación.

LA ÚLTIMA CARTA que habría precipitado el golpe de palacio


contra Viola.
El ll de diciembre de 1981, Viola fue des­ Interpretación no excluyente de otro fac­
tituido y Galtieri se convirtió en el tercer pre­ tor que parecía olvidado: Viola ensayaba una
sidente del Estado militar, “para el período 22 línea de apertura. Esa apertura daba juego al
de diciembre de 1981-29 de marzo de 1984”, peronismo. Sectores militares y aliados civiles
reteníendo por excepción el cargo de coman­ comenzaron a emplear la descalificación de
dante en jefe del Ejército. esa “línea populista” aplicada a Viola y su mi­
Terminaba así otra etapa del Proceso nistro Horacio Tomás Liendo, y desde esa des­
—ocho meses de tensión y de relativa apertu­ calificación sugerían la necesidad de neutrali­
ra- para comenzar la que condujo a su de­ zarla. Así las cosas, la suerte de Viola estaba
rrumbe. Entre quienes venían examinando los echada.
comportamientos de la corporación militar La cuestión crítica para la supervivencia
prevalecía la impresión de una alianza objeti­ del Estado militar fue, al cabo, la guerra de las
va entre el almirante Jorge I. Anaya —porfiado Malvinas. Aspiraciones de poder que eran y se
guerrero favorable a una operación militar en demostraron irresponsables, la explotación
pos de los reclamos por la soberanía en Malvi­ política consecuente de un tema caro a la so­
390 nas- y el impulsivo general-presidente, alianza ciedad argentina, displicencia británica, una
MILITARIZACION Y VIOLENCIA

suma de errores —auténticos o deliberados, naí, pero no otras demandas como el retorno
por mediocridad o por soberbia o ambas progresivo a la democracia, la distensión con
cosas- en la apreciación de los gobernantes ar­ Chile, la liberación de presos políticos y medi­
gentinos —incluyendo su cancillería- de la si­ das enderezadas a la disolución de grupos pa­
tuación internacional, de las alianzas perma­ ramilitares. Galtieri declaró: “la situación ar­
nentes y ocasionales, de la distancia entre la gentina en el mundo no es compatible con
retórica y la acción en el sistema internacional. posiciones equivocas o grises, susceptibles de
Fue un precipitado de factores que, reunidos, debilitar nuestra raíz occidental, ni con deva­
condujeron a la guerra con Inglaterra, o sea neos o coqueteos ideológicos que desnaturali­
con un miembro de la OTAN y de la comuni­ zan los intereses permanentes de la Nación”.
dad europea. La lucha contra la guerrilla, que los pro­
La gestión de Galtieri se había lanzado por pios militares habían dado por victoriosa y
el camino de un retorno a la ortodoxia econó­ terminada como ciclo de “guerra interna”, de­
mica neoliberal, como forma de ratificación jaba de ser un factor decisivo de cohesión. El
de que su intención era “volver a las fuentes” sexto aniversario de la crisis de 1976 venía
del Proceso, cerrando las expectativas políticas acompañado por una propuesta de normali­
abiertas por el interregno de Viola. Fue, en zación institucional que incluía un acuerdo
realidad, una experiencia liberista, según el para una transición pactada, según había deja­
término de origen italiano que expresa la do trascender Galtieri en conversaciones con
mentalidad de neoliberales económicos sin dirigentes de la derecha peronista, que dará a
respaldo ni interés manifiesto por una teoría conocer el periodista Joaquín Morales Solá.
política congruente, por lo tanto, disponibles Pero la oposición política -incluyendo el jus­
también para regímenes autoritarios. Cien ticialismo— denuncia una maniobra ambiva­
días después, la conducción económica que lente. Galtieri hablaba de un “espacio que es
había comenzado anunciando la desregula­ imperioso ocupe una fuerza política que re­
ción, la desinflación y la desestatización, se en­ presente orgánicamente una forma de opinión
frentaba con una fuerte resistencia política y nacional independiente”, que pretendía no se
social. Los partidos fueron notificados de que entendiese como voluntad de “propiciar un
se abría una ruta hacia una transición pactada partido oficial”; lo que no impidió que hiciese
con la promesa de confección de un estatuto y precisamente eso en un acto de lanzamiento
de un cronograma, mientras circulaban noti­ en La Pampa. La oposición promueve una
cias del aliento presidencial para la organiza­ “movilización política” para presionar al go­
ción de una fuerza afín al oficialismo heredera bierno y la CGT, una “movilización sindical”
del Estado militar. en todo el país para el 30 de marzo, que en
La política exterior manifestaba una línea Buenos Aires tuvo por escenario natural la
de acercamiento a Estados Unidos, al que se Plaza de Mayo. Dura represión policial, más
habría prometido la revisión de los acuerdos de un millar de detenidos, incluyendo dirigen­
comerciales con Moscú, la firma del tratado de tes de todas las líneas sindicales y manifesta­
no proliferación nuclear, ayuda militar para el ciones de crítica abierta que ganaban la calle,
régimen de El Salvador y envío de tropas al Si­ hasta entonces guardada. El poder militar es­ 391
LA DIMENSIÓN POLITICA

taba aislado de la sociedad política y de la so­ cher, necesitada como Galtieri y los suyos de
ciedad civil. un conflicto que vigorizara su gestión, aunque
El primer día de abril, el presidente Rea­ no tanto si se tiene en cuenta que gobernaba la
gan, informado por los servicios secretos de la democracia inglesa y no un Estado militar ase­
OTAN, se comunicó con Galtieri para que de­ diado por la opinión interior e internacional.
sistiese de una operación militar temeraria Pero lo más grave fue la secuencia de irrespon­
que se había insinuado en un incidente en las sabilidades, de improvisación y de desapren­
Georgias, tensando las relaciones con los in­ sión con que jefes militares decidieron la gue­
gleses y que derivaba hacia la guerra. Galtieri rra y se obstinaron maltratando negociaciones
le contestó que la decisión estaba tomada. que pudieron evitar una derrota sin atenuan­
El 2 de abril de 1982, fuerzas armadas ar­ tes, a través de la manipulación de la informa­
gentinas desembarcaban en las Malvinas y el ción hasta el punto de desconcertar a su pro­
acto de guerra sería condenado por el Conse­ pia gente con complicidades periodísticas e
jo de Seguridad de las Naciones Unidas —con intelectuales. Un nacionalismo sentimental
la oposición solitaria de Panamá y la absten­ respaldó acciones heroicas.
ción de Rusia y Polonia- en resolución 502 del Horas después del repudio sindical, la Pla­
3 de abril. La comunidad internacional reac­ za de Mayo fue escenario de un apoyo masivo
cionó con mayoría condenatoria para la Ar­ al gobierno; la dirigencia política y social se
gentina, sobre todo en el mundo anglosajón y solidarizaba con la acción militar emprendi­
europeo, el apoyo latinoamericano en la cues­ da, procurando con esfuerzo distinguir entre
tión “de fondo”, salvo Colombia y Chile, y de­ la expedición a las islas y sus inmediatos be­
claraciones que en resumen denunciaban la neficiarios. El lO de abril, reunió cien mil per­
debilidad analítica de nuestros estrategas mili­ sonas en la misma plaza, mientras el secreta­
tares y diplomáticos. Pero así como el golpe de rio de Estado norteamericano, Alexander
1976 nació en medio de un asentimiento ma­ Haig entrevistaba a Galtieri. Raúl Alfonsín
yoritario entre la resignación y el alivio, su reaccionaba proponiendo el tránsito inme­
epílogo surgió de una decisión guerrera basa­ diato “por el camino de la democracia”, pero
da sobre una cuestión genuinamente popular el gobierno militar y eventuales aliados pen­
que reunió el apoyo explícito de una enorme saban en una posguerra con un gobierno de
mayoría y la reserva respetuosa de una mino­ concertación cívico-militar, para el cual se
ría opositora que, como suele ocurrir con las proponían líderes como el propio Galtieri. La
decisiones nacionales de guerra, apenas era to­ disposición especulativa del oficialismo mili­
lerada. Una encuesta de Gallup había compro­ tar parecía no tener límites cuando su minis­
bado que “el 90% de los consultados reafirmó tro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa
un espíritu belicista y sólo el 8% expresó su Méndez, visitó a Fidel Castro y declaró su
desacuerdo”. apoyo al régimen cubano, con saludos al pue­
Entre los graves errores de estimación de blo de Vietnam por la lucha que lo llevó a “su
la situación internacional, no fue el menor la liberación”. Una propuesta de cese del fuego
subestimación con que el gobierno militar fue frustrada por el veto -discutible en su le­
392 trató al gobierno de la señora Margaret That­ galidad- de Gran Bretaña con el apoyo de los
MJLITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

l Raúl Alfonsín asume la Presidencia. Archivo General de la Nación.

Estados Unidos, donde el ministro argentino Galtieri, marchó a entrevistarse con el general
negociaba en condiciones menos favorables Moore y evitar el inútil sacrificio de miles de
que las logradas por Haig, Fernando Belaún­ jóvenes. Manipulador consecuente, el gobier­
de o Javier Pérez de Cuellar sucesivamente, no informó del “cese del fuego”: el texto del
rechazadas por militares que seguían apos­ acta firmada en Puerto Argentino dice: “Yo, el
tando a su última carta. general Mario Benjamín Menéndez, me rin­
Esa carta nunca fue mostrada; en medio do”. Dos días después, Galtieri reconoció la
de la guerra llegó el papa Iuan Pablo II en vi­ derrota, y en otros dos días se iría a su casa.
sita de paz, que en rigor era de consuelo y con­ La última carta de Galtieri quedó para las
fortación. El ll de junio, dos millones de fie­ presunciones, graves y concordantes en el sen­
les lo recibieron y acompañaron. La multitud tido de una decisión de guerra que apostaba a
gritaba “¡Queremos la pazl”. El Papa exhorta­ la legitimación de una probable dictadura re­
ba por la vida y la civilización, en mensaje se­ vigorizada. Esa última carta sostenía un casti­
mejante al que escucharon los ingleses, y la llo de naipes que se desmoronó con la derrota
Iunta Militar que lo recibió seguía mintiendo a militar, es decir, con la derrota en el campo es­
través de comunicados de exagerada torpeza. pecífico y profesional aplicado a una guerra
En un intervalo lúcido, el general Mario Ben­ internacional. Una comisión encabezada por
jamín Menéndez, sin el consentimiento de el general Benjamín Rattenbach, antiguo, 393
LA DIMENSION POLITICA

prestigioso soldado ajeno al “partido militar”, res para establecer las reglas del juego, limpio
daría un informe preliminar según el cual hu­ y abierto. Iuan Pablo II oró por la paz con jus­
bo fallas graves en la apreciación de la situa­ ticia. “Nosotros -decía un editorial de Crite­
ción internacional, en la conducción política y rio- debemos añadir una oración profunda
estratégica, y aun en la táctica. En 1986, el para que el arte político se cultive y las pasio­
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas nes sean gobernadas por la razón, desde la
aplicó catorce años de prisión mayor al almi­ unión nacional”.
rante Anaya, doce al general Gatieri y ocho al El gobierno del Ejército buscó una con­
brigadier Basilio Lami Dozo, integrantes de la certación, pero la derrota y sus consecuencias
junta militar responsable de la decisión y con­ habían agotado su capacidad de iniciativa.
ducción de la guerra. Reunirá sus últimas energías para el capítulo
Fue dicho: la victoria tiene muchos padres; final del Proceso: las responsabilidades de la
la derrota es huérfana. La sociedad despertó guerra antisubversiva, cuya naturaleza llevó a
entre la decepción y el engaño, hallando que la “adoptar procedimientos inéditos de lucha”.
derrota tenía padres naturales y la victoria, El documento declara que la información y
madre y padrino. Quienes por respeto a los explicaciones proporcionadas son todo cuan­
sentimientos de la mayoría habían callado y to las Fuerzas Armadas pueden dar a conocer
veían que les pertenecía una razón razonante, a la Nación sobre esa lucha, remite al juicio
comprobaron lo que también la experiencia histórico la “responsabilidad diïecta de méto­
comparada suele mostrar: la mayoría belicista dos injustos o muertes inocentes” aplicados
había desaparecido; en su lugar había surgido en accionar que califica como “actos de servi­
una comunidad imaginada de sedicentes críti­ cio” por mandato del gobierno nacional, asu­
cos de la guerra irresponsable. Los soldados miendo con “dolor auténtico de cristianos
sobrevivientes volvieron en medio de omino­ que reconocen errores que pudieron haberse
so silencio. cometido en cumplimiento de la misión asig­
A la crisis sucedió la disolución de la Iun­ nada”. La Iglesia reconoce aspectos positivos,
ta Militar y el gobierno pasó a la responsabili­ pero lo califica de “insuficiente”; más de
dad del Ejército, luego de peligrosas disiden­ 50.000 personas lo repudian en una marcha
cias corporativas de posguerra. De la decisión por los derechos humanos y Raúl Alfonsín
del Ejército resultó la presidencia de Bignone, denuncia la existencia de un pacto militar­
un “gobiemo militar del Ejército”, con la mi­ sindical, denuncia que conmueve a sectores
sión de administrar la transición. Si la dis­ militares y a la constelación política, y será
cordia militar evocaba la claudicación del ré­ uno de los lemas de campaña del líder radical.
gimen, la preocupación por un tránsito El clima se enrarece en medio de la presión
gobernable en dirección a la instauración de política y de reacciones militares que evocan
una república democrática era ostensible en el vientos golpistas. Hay rumores de la presencia
mundo político civil. Éste se esforzaba por dis­ en el país de dirigentes montoneros —Firme­
tinguir entre el heroísmo de los combaüentes nich y Vaca Narvaja- y declaraciones de mili­
y el fracaso del régimen y sus titulares. Recla­ tares tan provocativas como el contenido de
maba un pacto claro y sencillo con los milita­ los rumores.
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

El 13 de julio de 1983, el gobierno publica En esos tiempos, el autor del presente ca­
el texto de la ley 22.847 convocando a eleccio­ pítulo solía recordar un cuento de Arthur
nes y en septiembre, una “ley de amnistía” -se Koestler: el de un verdugo que cortaba cabe­
entiende como de “autoamnistía” por la opo­ zas con tal perfección que un día, en vísperas
sición—, seguida por otra de “enjuiciamiento de su jubilación profesional, decidió hacer su
de subversivos y terroristas”. Instrumentos le­ mejor trabajo. Las cabezas no se darían cuen­
gales que el gobierno militar considera indis­ ta de que habían sido cortadas. El golpe ha­
pensables para dejar el gobierno y que la opo­ bría de ser tan perfecto, seco y aséptico que las
sición y la mayoría de la sociedad rechazan, cabezas quedarían en su lugar. Una de ellas,
según lo admiten los propios servicios de inte­ sin embargo, habló y dijo su esperanza de que
ligencia de las Fuerzas Armadas. El nudo gor­ en realidad, nada había pasado. El verdugo di­
diano de la política argentina pasaba por la jo algo como “inclínese, por favor”, y la cabe­
negación del olvido. za cayó. Nada la unía al cuerpo. Todos sus
nervios habían sido segados y la sangre no
fluía hacia el cerebro. Ya no había, humana­
EL GOBIERNO DE LA LEY mente hablando, cerebro, sino un contenido
vacío de vida.
El 30 de octubre de 1983 triunfó la Unión Ese cuento, tremendo y expresivo, lo había
Cívica Radical, y perdió el peronismo en elec­ empleado más de una vez y en 1982 lo hizo
ciones libres y abiertas por vez primera desde confiando fuera la última vez. Sospechaba en­
su creación, hegemonía, proscripción, diáspo­ tonces que la metáfora dibujaba la situación cir­
ra y retorno. El 6 de diciembre se dio a cono­ cular que atrapaba a los argentinos desde que
cer el acta de disolución de la Iunta Militar, de­ tenía memoria política y desde antes, por la lec­
legando en Bignone sus facultades hasta el tura de la historia. El Proceso había claudicado
paso del mando al nuevo presidente constitu­ y la historia, vieja maestra de la ironía, aplicaba
cional, Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre. Fue a sus autores descalificaciones casi idénticas a
el fin formalizado del Proceso de Reorganiza­ las que habían empleado para justificar la ope­
ción Nacional. ración militar de 1976 y su desarrollo por situar
El radicalismo duplicó con holgura su en un mismo plano los crímenes cometidos
promedio histórico desde 1956 —alrededor del por el poder con la fuerza que confiere un Es­
25% de votos-, triunfando un líder principis­ tado militar y los de los militantes militariza­
ta, fiel a la disciplina partidaria, que supo dos, como si nada se hubiese aprendido de las
plantear el dilema entre democracia y dicta­ posguerras contemporáneas.
dura corporativa, conquistó el sufragio juve­ Crímenes y memorias se habrían de acu­
nil, arrastró el voto femenino y condujo al mular en trágica analogía con muchas expe­
triunfo a un partido con buenos pergaminos riencias de la castigada humanidad del siglo XX
para la transición democrática. y la presencia insondable del misterio del mal.

395
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

ORIENTACIÓN BIBLIOGRAFICA

Materia polémica, los años setenta son y lencia, y las exigencias de la ética y moral polí­
serán objeto, hasta donde es conjeturable, de ticas en la zona del siglo XX que es escenario
exámenes e interpretaciones encontradas. Los de protagonismos y acciones que exceden una
franceses siguen discutiendo sobre Vichy y Ar­ situación particular Se partió de la experiencia
gelia, sin mencionar la Vendée ni traer más comparada, particularmente dramática en el
ejemplos comparados de casi todo el mundo tratamiento de ALERED GROSSER, Le crime et la
sobre crímenes y memorias. mémoire, Paris,l989; HELENE CARRERE D’EN­
Los últimos libros leídos cuando este capí­ CAUSSE, Lenin, Buenos Aires, 1998; SERGIO
tulo estaba escrito, no se hallan citados, pero COTTA, La ideología de la violencia, Buenos Ai­
abren y cierran su recorrido temático y con­ res, 1982, y MICHEL WIEWORKA, Sociétés et Te­
viene mencionarlos: PAUL RICOEUR, La mémoi­ rrorisme, Paris, 1998, y de la razón razonante
re, I’histoire, Poubli, París, 2000; MARCELO LA­ de Raymond Aron sobre el difícil papel del
RRAQUY y ROBERTO CABALLERO, Galimberti, historiador en la explicación del siglo XX
Buenos Aires, 2000; MIGUEL BONAss0, Diario (“impensable sin interpretaciones y aprecia­
de un clandestino, Buenos Aires, 2000, y MARIA ciones”, dirá); las “religiones seculares” -trata­
SEoANE y VICENTE MULEIRO, El Dictador, Bue­ miento ejemplar de las ideologías del siglo-y
nos Aires, 2001. El notable libro de Ricoeur re­ la “república imperial”, con ¡ma descripción
corre desde los usos y abusos de la memoria culta del significado y consecuencias de la
hasta el difícil perdón, con lecciones irnpor­ “guerra fría”. Esos textos están reunidos en
tantes para la reflexión aplicada al tema de es­ RAYMOND ARON, Une Histoire du XXe. Siecle,
te capítulo. Los ensayos mencionados pueden Paris, 1996. Pero será bienvenida la lectura de
contribuir a recrear el clima de la época a tra­ Paul Hollander sobre las “percepciones” que
vés de la biografía de uno de los líderes guerri­ los intelectuales de Occidente tenían de sus
lleros y de las notas recuperadas de uno de sus propias sociedades y de la Unión Soviética de
escritores militantes. El libro de Larraquy y Stalin, la China de Mao o la Cuba de Castro
Caballero ha suscitado un fuerte debate den­ entre los años treinta y las décadas de los se­
tro de la izquierda, en general crítica en cuan­ senta y los setenta, como otros intelectuales
to pudiera interpretarse el fenómeno guerri­ ilustres -en sus campos específicos- habían
llero a partir de aquel referente, sin embargo, a exhibido respecto del fascismo y del nazismo.
su manera, representativo de zonas singulares Testimonios importantes para entender los
de aquella realidad. “climas de época”, aunque deban atravesarse
El capítulo fue concebido desde el examen frivolidades intelectuales sin cuento -Sartre
general de la realidad internacional y un so­ no era un solitario en esto- se hallan en PAUL
brevuelo regional, para llegar a una descrip­ HOLLANDER, Political Pilgrims. Western Inte­
ción del escenario nacional y sus actores prin­ llectualls in Search of the Good Society, Lon­
cipales. Su arquitectura se apoya en ciertas don, desde su primera edición en 1981 hasta
lecturas fundamentales que dan base a refle­ su cuarta edición en 1998, con una nueva in­
396 xiones sobre la memoria, los crímenes, la vio­ troducción del autor. Hay edición española:
MILITARIZACIÓN Y VIOLENCIA

Los peregrinos políticos, Madrid, 1987, que cu­ cripciones expresivas se hallan en la produc­
bre parcialmente la edición inglesa de 1998. ción de MIGUEL BONAsso, Recuerdo de la
Lectura queimilitantes de los setenta, intelec­ Muerte, Buenos Aires, 1984; El presidente que
tuales relevantes hoy en la Argentina y en paí­ no fue. Los archivos ocultos del peronismo, Bue­
ses de Europa y de América, señalaron como nos Aires, 1997 y el citado Diario de un clan­
expresiva de lo que ellos percibían en los tiem­ destino. Material para la interpretación surge
pos que este capítulo _procura resumir en sus de los volúmenes testimoniales de EDUARDO
rasgos esenciales. ANGUITA y MARTIN CAPARRÓS, La Voluntad.
Sobre el paisaje político latinoamericano, Una historia de la militancia revolucionaria en
destacamos el libro del politólogo mexicano la Argentina. 1973-1976, Buenos Aires, 1984;
JORGE CASTAÑEDA, La utopía desarmada. Intri­ del examen de la violencia política, en IUAN
gas, dilemas y promesa de la izquierda en Amé­ PABLO FEINMANN, La sangre derramada, Bue­
rica Latina, Buenos Aires, 1997. nos Aires, 1998, y de la visión personal de PA­
El fenómeno guerrillero de los años seten­ BLO GIUssANI, Montoneros. La soberbia armada,
ta se remite sobre todo a la excelente tesis de Buenos Aires, 1984. Una exposición en clave
RICHARD GILLESPIE en su versión original Sol­ opuesta a la militancia guerrillera, con infor­
diers of Perón. Argentina? Montoneros, Ox­ mación importante e interpretación simétrica­
ford, 1982, y su edición en español: Soldados mente selectiva, se encuentra en CARLOS MA­
de Perón. Los Montoneros, Buenos Aires, 1987. NUEL ACUÑA, Por amor al odio. La tragedia de
También MARTIN EDwIN ANDERSEN, Dossier la subversión en la Argentina, Buenos Aires,
Secreto. Argentina’s Desaparecidos and the 2000; menos intensa es la de CARLOS M. TU­
Mith of the “Dirty War”, New York, 1993; es ROLO, De Isabel a Videla. Los pliegues del poder,
importante leer la edición “actualizada y defi­ Buenos Aires, 1996. En sugestiva tesis, publi­
nitiva” con prólogo sugerente: Dossier Secreto. cada por la ACADEMIA DE DERECHO Y CIENCIAS
El mito de la “guerra sucia” en la Argentina, SOCIALES DE CORDOBA, El proceso subversivo en
Buenos Aires, 2000. Si en los libros preceden­ la Argentina a través de la bibliografia nacio­
tes se encuentran perfilados los caracteres y nal. Origen y evolución (1955-1975), Córdoba,
mentalidades de los líderes principales -espe­ 2000, EMILIO VAZQUEZ VIERA explora la vio­
cialmente Mario Firmenich—, en MARIA SEOA­ lencia desde el 1955, y MARIA DE Los ÁNGELES
NE, Todo o nada. La historia secreta y la histo­ YANNUzzI, “Política y dictadura. Los partidos
ria pública del jefe guerrillero Mario Roberto políticos y el ‘Proceso de Reorganización Na­
Santucho, Buenos Aires, 1991, hay material y cional’. 1976-1982”, Rosario, 2000, extiende
testimonios interesantes para desentrañar los hasta proponer un balance del Proceso y el
propósitos y métodos del dirigente principal desenlace democrático.
del ERP y en el libro citado de LARRAQUY y Un ejercicio comparativo interesante es el
CABALLERO, los rasgos por lo menos singulares de PETER WALDMAN, Terrorismo y guerrilla: un
de un protagonista montonero que supo go­ análisis comparativo de la violencia organizada
zar de la confianza de Perón hasta su remo­ en Europa yAmérica Latina, Ausburg, 1991, así
ción como su delegado juvenil. Ilustraciones como el de WIEWORKA, op. cit. La cuestión del
inéditas y justificaciones militantes en des­ terrorismo de Estado está presente en EUGENE 397
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

VICTOR WALTER, Terror and Resistance, Oxford, nistía” que pretendieron los protagonistas ha­
1969, y GIANFRANCO PASQUINO (ed.), Terroris­ cia fines del Proceso, véase la autorizada críti­
mo e violenza politica, Bologna, 1980, y aplica­ ca de DARDO PEREZ GUILHOU, Gobiernos de fac­
do a la Argentina de los setenta en el relevante to y amnistía política, Buenos Aires, 1984.
ensayo de ERNESTO GARZON VALDES, El velo de El papel del sindicalismo —relevante en el
una ilusión. Apuntes sobre una vida argentina y derrotero de los setenta, en sus aspiraciones
su realidad política, Buenos Aires, 2000. corporativas— remite a los sustantivos trabajos
Para el análisis del poder militar, se siguen de JUAN CARLOS TORRE, en especial: “Interpre­
las clásicas obras de ROBERT A. POTASH, EI ejér­ tando (una vez más) los orígenes del peronis­
cito y la política en la Argentina, 1928-1945: de mo”, Desarrollo Económico, vol. 28, Buenos Ai­
Yrigoyen a Perón, Buenos Aires, 1981; El ejérci­ res, 1989, y La vieja guardia sindical y Perón.
to y la política en la Argentina, 1945-1962: de Estudios sobre los orígenes del peronismo, Bue­
Perón a Frondizi, Buenos Aires, 1981, y El ejér­ nos Aires, 1990.
cito y la política en la Argentina, 1962-1973: De Las referencias al papel de la Iglesia se en­
la caída de Frondizi a Ia restauración peronista, cuentran en la colección de la revista Criterio
2 volúmenes, Buenos Aires, 1994, ejemplares (Buenos Aires) acotada a los años 1955 a 1983.
por su minuciosa reconstrucción de la inter­ La revista no es un órgano de la Iglesia, sino
vención‘ militar en la política argentina. El expresión de miembros en su mayoría católi­
examen se detiene en “el último Perón” y se sa­ cos de la sociedad civil, de la cual se suele ci­
be que Potash encara un examen especial de la tar su trayectoria de los años 1928 a 1945 -con
gestión de Lanusse —clave, según se expresa en fuerte presencia nacionalista antiliberal- y se
el texto de este capítulo- y necesitada de revi­ desconoce o se suele omitir su prédica demo­
sión; encarada por Potash, será seguramente crática constitucional del último medio siglo.
imperdible. También pueden consultarse: Dado que el autor del presente capítulo inte­
ALAIN ROUQUIE, Poder militar y sociedad políti­ gra su consejo de redacción, cita expresamen­
ca en la Argentina, tomo II, 1943- 1973, Buenos te el editorial “¿Qué pensar?”, por cuanto fue
Aires, 1978; ROSENDO PRAGA, Ejército: del es­ una de las escasas manifestaciones fundadas
carnio al poder ( 1973-1976), Buenos Aires, contra el golpe de Estado de 1976, expresadas
1988, y el capítulo correspondiente en esta antes de la decisión militar. Fue precedido por
obra, y NATALlO BoTANA, RAFAEL BRAUN y CAR­ un significativo editorial —“La guerra y la
LOS FLORIA, El régimen militar (1966-1973), paz”— de enero de aquel año. Buena parte de
Buenos Aires, 1973. Desde una perspectiva ese material se encuentra en el número que
comparada, véase RAOUL GIRARDET, La Société Criterio publicó en la Navidad de 1982 y que
Militaire, Paris, 1998. La cita en el texto de MI­ se difundió en el libro 1943-1982. Historia Po­
CHAEL IGNATIEFF se refiere a El honor del gue­ lítica Argentina, Buenos Aires, 1985. Se tuvie­
rrero, Madrid, 1998, y la de ALAIN TOURAINE a ron en cuenta la revisión crítica de monseñor
La parole et le sang, Paris, 1988, en torno de la .CARMELo GIAQUINTA, arzobispo de Resisten­
militarización de los militantes y la “desmilita­ cia, publicada en la misma revista con el títu­
rización” de los militares, en el sentido evoca­ lo “La conciencia ciudadana”, en la entrega de
398 do por Ignatieff. Para el análisis de la “autoam­ junio de 2000; el libro de EMILIO F. MIGNONE,
MILITARIZACION Y VIOLENCIA

Iglesia y Dictadura, Buenos Aires, 1986, y la nos Aires, 1995. Las intervenciones de CARLOS
obra de BRUNO PASARELLI y FERNANDO ELEN­ MALAMUD y ENRIQUE BACIGALUPO pueden leer­
BERG, Il Cardinale e i Desaparecidos. L’opera del se en CARLOS MALAMUD (coord.), El caso Pino­
Nunzio Apostolico Pio Laghi, Roma, 1999, chet. Un debate sobre los límites de la impuni­
donde testirnonian Mignone, Iacobo Timer­ dad, Madrid, 2000. La entrevista que hizo
man, Adolfo Pérez Esquivel y Angel Centeno, GABRIEL GARCIA MARQUEZ a Firmenich fue pu­
con juicios favorables a la gestión del nuncio, blicada en L’Espresso, Roma, 17 de abril de
y Hebe de Bonafini, con previsibles juicios ad­ 1977, y es transcripta por ANDERSEN, op. cit.,
versos. Hay varias cuestiones disputadas que, págs. 269-270.
como se advierte, permanecen abiertas cuan­ La tortura no se trata, en cambio, como
do se creían cerradas. Sobre progresismo e in­ cuestión disputada sino como una práctica de
tegrismo, se remite al notable estudio de IO­ sectores militares y paramilitares, y en casos
SEPH FOLLIET publicado en Criterio, Buenos aislados, de la guerrilla. La cita de RAFAEL
Aires, 1955, expresivo del sentido de califica­ BRAUN pertenece a su artículo “Contra la tor­
tivos que se abrirán camino en los conflictos tura”, Criterio, Buenos Aires, 1972. PIERRE­
intemos del catolicismo y la política, sentido HENRI SIMON denunciaba esa práctica inhu­
no siempre correspondiente con el de uso ca­ mana a propósito de Francia y Argelia en
da vez más frecuente en el mundo intelectual, Contre la torture, Paris, 1957.
pero no diverso. Documentos expresivos de la época se en­
Entre esas cuestiones disputadas está el te­ cuentran en el significativo aporte de HUGO
ma del “genocidio”, calificación que -como se QUIROGA, El tiempo del “Proceso? Conflictos y
explica en el texto- se suele emplear en un coincidencias entre políticos y millitares, Rosa­
sentido militante más bien que ajustado al rio, 1994; EDUARDO BLAUSTEIN y MARTÍN ZUBIE­
sentido cabal del concepto, como si los tiem­ TA, Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el
pos de tragedia fueran menos conmovedores Proceso, Buenos Aires, 1998, y ROBERTO BAS­
si se discute la propiedad de una expresión. CHETTI, Documentos de la Resistencia Peronista
También el tema del “terrorismo de Estado”, 1955-1970, Buenos Aires, 1988 (2a edición au­
que el texto da, en cambio, por probado, y la mentada: La Plata, 1997), y De Ia guerrilla pe­
cuestión de los desaparecidos y su tratamien­ ronista al gobierno popular. Documentos 1970­
to. Para todas esas cuestiones, se remite al 1973, La Plata, 1995. El informe de la COMISION
ponderado examen de GARZON VALDES, op. cit., NACIONAL SOBRE DESAPARICIÓN DE PERSONAS
a las reflexiones de MARÍA A. GELLI en ALFONSO (CONADEP), Nunca Más, Buenos Aires, fue con­
SANTIAGO (H) y FERNANDO ÁLVAREZ (coord.), sultado en sus ediciones de 1984 y 1995.
La función política de la Corte Suprema, Bue­ El capítulo se ha beneficiado con textos
nos Aires, 1998, y a los escritos de CARLOS comprensivos de aspectos sustanciales de la
AcUNA y CATALINA SMULOvITz, “¿Ni olvido ni realidad argentina desde la lectura de la his­
perdón? Derechos humanos y tensiones cívico toria, la sociedad y el Estado, como los de TU­
militares en la transición”, en CARLOS ACUÑA y LIO HALPERIN DONGHI, Argentina en eI calle­
otros, Iuicio, castigos y memorias. Derechos hu­ jón, Buenos Aires, 1994; LILIANA DE R12, La
manos y justicia en la política argentina, Bue­ política en suspenso. 1966-1976, Buenos Aires, 399
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

2000; CARLOS FLORIA, El comportamiento de la llectuels en Argentine, Paris, 1996, quien con
oposición en la Argentina, Buenos Aires, 1968; ELISEO VERON había escrito el penetrante ensa­
BEATRIZ SARLO, La izquierda en Argentina, en yo Perón o Muerte. Los fundamentos discursivos
entrevista con J. Trímboli, Buenos Aires, del fenómeno peronista, Buenos Aires, 1986. La
1998; JULIO GODIO, El último año de Perón, lectura del texto de CARLOS ALTAMIRANO, “El
Bogotá, 1981; OSCAR ANzORENA, Tiempo de peronismo verdadero”, Punto de Vista, n" 433,
violencia y utopía. Del golpe de Onganía al Buenos Aires, agosto 1992, ilustra bien uno de
golpe de Videla, Buenos Aires, 1998; ALBERTO los ejes de los ensayos precedentes.
R. JORDAN, El Proceso. 1976-1983, Buenos Ai­ Por fin, quiero dejar constancia de la ina­
res, 1993; ANDREW GRAHAM-YOOLL, Memoria preciable ayuda, alerta y paciente, de amigos
del miedo. Retrato de un exilio, Buenos Aires, de la vida académica o en la vida, en fin, que
1985 y 1999. aceptaron leer los borradores del texto prece­
Sobre la guerra de las Malvinas, se emplea dente y exponer sus comentarios críticos con
uno de los libros mejor documentados y escri­ independencia de espíritu, ecuanimidad y
tos: OSCAR CARDOSO, RICARDO KIRscI-IBAUM y hasta profunda compasión.
EDUARDO vAN DER KOOY, Malvinas. La trama Me refiero a Silvia Sigal, Rafael Braun,
secreta, Buenos Aires, 1983, considerando la Carlos Strasser, Juan Llach, Jean-Yves Calvez,
bibliografía citada por ALBERTO JORDAN, op. Carlos Rodríguez Braun, Robert Potash,
cit., y ciertos aportes informativos interesantes Joseph Tulchin y Jorge Mejía, quienes
en OSCAR CAMILION, Memorias políticas, Bue­ incluyeron testimonios e impresiones inéditas.
nos Aires, 1999. Inmediatamente aplicable es Conste también mi deuda de gratitud, que
el agudo análisis de JOSEPH TULCHIN, “Authori­ no hace sino aumentar, hacia Vicente Espeche
tarian Regimes and Foreign Policy: the case of Gil, Santiago Kovadloff, Juan Carlos de Pablo,
Argentina”, en HERALDO MUÑOZ y JOSEPH TUL­ Víctor Pérez Díaz, María Angélica Gelli y
CHIN (eds.), New York, 1984. Francisco Corigliano, colegas y estudiantes de
El papel político de los intelectuales del la Universidad de San Andrés y de la Facultad
progresismo es tratado con precisión y delica­ de Derecho de la Universidad de Buenos Aires,
deza por SILVIA SIGAL, Le róle politique des inte­ donde las interpretaciones centrales del texto
llectuels en Amérique Latine. La dérive des inte­ fueron sometidas a estimulantes debates.

400
12. EL PENSAMIENTO POLÍTICO
(1914-1943)

Carlos A. Egües

DE LAS IDEAS A LAS IDEOLOGÍAS te. Nuestro país no fue ajeno a este fenómeno,
que se vio reflejado en un incremento mani­
La Argentina que había celebrado el Cen­ fiesto de la tensión ideológica que acompañó
tenario en la engañosa satisfacción de la opu­ al proceso histórico nacional en el período en
lencia, llegaba a su fin. La república de la mi­ consideración.
noría, la república oligárquica, concluía en El pensamiento político que había sosteni­
1912 con la Ley Sáenz Peña y la instauración do la organización constitucional y configura­
del sufragio universal, secreto y obligatorio. Se do a la Argentina tributaria de la generación
iniciaba el ciclo de la república democrática y, del Ochenta, entró en conflicto con nuevas
con él, el imperio del debate ideológico. Dos ideas, trocadas ahora en ideologías al servicio
ejes fijarán las coordenadas del pensamiento de la lucha por la conquista del poder. Como
político nacional en el período que se extiende tales actuaron, por una parte, como legitiman­
desde 1914 a 1943: el profundo impacto que tes de la acción de fuerzas cada vez más estruc­
los acontecimientos externos producirían en turadas bajo la forma de partidos políticos y,
nuestro país y la notoria transformación de las por otra, como expresiones diversas de la so­
ideas en ideologías. ciedad deseada, ofrecidas a la ciudadanía cuya
La Primera Guerra Mundial, la revolución voluntad y adhesión se pretendía captar. Do­
rusa, la Guerra Civil española y la segunda ble función inseparable de la naciente institu­
conflagración mundial representaron mucho cionalidad democrática, que pugnaba por
más que violentos enfrentamientos nacionales afirmarse en tiempos en que no gozaba de ge­
e internacionales. Fueron la expresión de pro­ neralizada aceptación y sufría los embates, no
ftmdos conflictos ideológicos que pretendían menos ideológicos, de sus cuestionadores.
dirimirse en el terreno de las armas. El ascen­ Sobre el telón de fondo de aquellos con­
so del comunismo, del nacionalsocialismo y flictos internacionales y sometidos a las in­
del fascismo -con la carga de crítica a las de­ fluencias que llegaban desde el escenario euro­
mocracias liberales que entrañaban—, puso en peo, los argentinos librarán sus propios
cuestión la organización política, económica y combates políticos, en una etapa cargada de
social consagrada hacia fines del siglo XIX y entusiasmos, pasiones y excesos, donde las
comienzos del XX en buena parte de Occiden­ ideologías cumplirán un papel fundamental. 401
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Las izquierdas, el republicanismo democráti­


co, los nacionalistas, pugnarán por imprimir a
la sociedad nacional el rumbo que sus convic­
ciones les señalan. Muchas ideas y magros re­
sultados institucionales: tal es el balance de un
período que concluye en el golpe militar.

LAS IZQUIERDAS

Las ideas de Marx, en la Argentina, tuvie­


ron su primera expresión orgánica con la fun­
dación, hacia 1896, del Partido Socialista. La
fecha es significativa, pues en ese mismo año
comenzaba en Alemania la crítica reformista
de Eduard Bernstein, quien pondría en entre­
dicho algimas de las tesis centrales del marxis­
mo. El proceso crítico adquiría especial rele­
vancia porque se concretaba en el seno del
Partido Social Demócrata alemán, la forma­
ción política más importante del socialismo
europeo de aquellos tiempos, tomada como
modelo por los partidos obreros nacientes en
diversas partes del mundo.
Iuan B. Justo y Nicolás Repetto. en 1916. Archivo General
Bernstein comenzaba cuestionando la de la Nación.
convicción del padre del socialismo científico,
referida a la inminente crisis final del capita­ ria hacia la pronta instauración del comunis­
lismo y a la no menos inminente toma del po­ mo, no era tal. Sin perjuicio de reconocer el
der por el proletariado. Sostenía, en cambio, carácter clasista del socialismo, Bernstein ad­
que lejos de generalizarse la pauperización vertía sobre la incapacidad proletaria para
creciente de la sociedad que precedería al de­ asumir, repentinamente, las riendas del poder
rrumbamiento capitalista, como Marx había en una sociedad cada vez más compleja en su
afirmado, podía comprobarse un marcado organización económica, y la necesidad -in­
fortalecimiento de las clases medias y un in­ herente a esta comprobación-, de abandonar
cremento de los propietarios a través de las so­ la táctica de la revolución violenta y sustituir­
ciedades por acciones. Todo indicaba que la la por la lucha política. Proclarnaba al socialis­
organización económica capitalista generaba mo como heredero del liberalismo y sostenía,
variantes y adecuaciones que escapaban a al mismo tiempo, que la democracia y el su­
aquellas predicciones catastróficas y, por ende, fragio universal eran las vías adecuadas para
402 que el pretendido curso inevitable de la histo­ concretar el ideal igualitario. El mismo espíri­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

tu campeaba en otros partidos socialistas eu­


ropeos, proclives a incorporarse a la lucha par­
lamentaria como camino de reforma social.
Con sus particularidades, lean Iaures, a quien
Juan B. Iusto había conocido en Francia, era
un claro ejemplo de esta tendencia.
El Partido Socialista argentino, nacido en
este clima intelectual de fin de siglo, lleva des­
de su origen la marca del reformismo, que
perdurará a lo largo de toda su existencia. A
través de la influencia fundacional de Juan B.
Iusto, buen conocedor de los protagonistas
principales del debate entre la ortodoxia mar­
xista y sus críticos, y del aporte de sus figuras
de primera línea como Alfredo L. Palacios,
Américo Ghioldi, Mario Bravo, Nicolás Repet­
to, Enrique Dickman y muchos otros, se cons­
tituyó en una fuerza que, sin renegar del lega­
do intelectual de Marx y Engels, se encolumnó
decididamente en la línea del socialismo de­
mocrático.

EL IDEARIO SOCIALISTA
Una clásica fotografía de Alfredo Palacios. con su alado
sombrero y sus grandes bigotes. Archivo General de la
Quizás la nota característica del socialismo Nación.

reformista deba buscarse, más que en el terre­


no de las sutilezas ideológicas, en el plano de sangrías, el Partido Socialista argentino man­
las actitudes. El antidogmatismo y la tenden­ tuvo lo que fue una convicción de su funda­
cia a no dejarse encerrar en los estrechos lími­ dor: antes que la ortodoxia doctrinaria, cuen­
tes de la ortodoxia, caracterizaron a esta fuer­ tan los resultados prácticos, de modo que la
za política nacional a lo largo de su historia. cantera ideológica originaria debida a los tra­
Cuestión central en el período en estudio, bajos de Marx y Engels, debía ser revisada y
pues con el triunfo de los discípulos de Marx actualizada constantemente, a la luz de las
en Rusia en octubre de 1917, y el franco pre­ nuevas circunstancias históricas y de las parti­
dominio ideológico y político de Lenin, el cularidades locales.
marxismo internacional -dirigido ahora El punto de partida fue la preeminencia
desde la República de los Soviets- adquirió rá­ de la acción política orientada a consolidar un
pidamente las características de una fuerza rí­ partido obrero que encabezara las acciones
gida y disciplinada, dependiente de una con­ tendientes, en el marco del Estado democráti­
ducción centralizada. Aun a costa de sucesivas co, al reconocimiento y ampliación de los de­ 403
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

rechos políticos y sociales de los trabajadores. en la línea del reformismo político socialde­
La lucha por la conquista del poder y la acción mócrata. Claro que para sostener con cohe­
parlamentaria tenían, en palabras de Iuan B. rencia esta posición, fue necesario una percep­
Iusto, un claro objetivo: “valerse de la fuerza ción de lo que el Estado significaba, ajena a la
del Estado para moderar la explotación pa­ tradicional concepción marxista que lo pre­
tronal, liberar al pueblo de la expoliación fis­ sentaba como instrumento de opresión al ser­
cal y hacer que el Estado y los municipios vicio de la burguesía. Iuan B. Justo advertía
cumplan sus deberes elementales de higiene, que, en los países en que la clase trabajadora
educación y asistencia”. Este programa de ba­ había accedido a los beneficios de la educa­
se no suponía el explícito abandono del ideal ción y la cultura, el Estado aparecía como “un
marxista de alcanzar una sociedad sin clases, poder coordinador y regulador de las relacio­
en que se concretara la colectivización de los nes de los hombres en la producción, función
medios de producción. Pero implicaba su cuya importancia se acrece a medida que los
postergación como objetivo de pronta con­ procesos técnicos se concentran y sistematizan
creción y la asunción de la táctica de las refor­ y que el pueblo obrero es llamado a influir
mas parciales, paulatinas y, en tanto fuera po­ mediante el sufragio universal. (...) El Socialis­
sible, alcanzadas por vías pacíficas. Algunos mo conduce, pues, al pueblo obrero a la con­
socialistas vernáculos llegaron incluso a soste­ quista del poder político como condición
ner que la socialización de los medios de pro­ esencial de su emancipación «económica, a
ducción no era más que una hipótesis por apoderarse de la fuerza del Estado para mode­
confirmar en el desarrollo histórico. En la rar la explotación capitalista hasta abolirla por
práctica, el socialismo reformista abandonó la completo. La fórmula es grande, su objetivo
pretensión de sustituir de raíz el régimen ca­ remoto".
pitalista y su sostén, la propiedad privada de Dos cuestiones centrales se derivan de esta
los medios de producción, conformándose heterodoxa —en términos marxistas- idea del
con la generalización creciente de los benefi­ Estado: la importancia capital que el Partido
cios capitalistas para el mayor número, en el Socialista otorgó a la educación popular como
marco de una legislación protectora de los condición del desarrollo de la conciencia polí­
trabajadores. Se convirtió, en definitiva, en un tica del proletariado y la relevancia del sufra­
radicalismo democrático fuertemente iguali­ gio universal como instrumento de acceso al
tario en lo político, vale decir, en la expresión poder de los trabajadores. En el primero de es­
local de la socialdemocracia. tos campos, además de postular la educación
Desde sus primeros programas partidarios común, gratuita y laica, como función esencial
surge clara esta orientación: derecho de inicia­ del Estado, el Partido Socialista desarrolló una
tiva y referéndum, como formas de posibilitar incansable y reconocida tarea pedagógica en los
la legislación popular; mandato revocable; su­ sectores trabajadores, creando bibliotecas po­
presión del Senado; Ejecutivo colegiado; re­ pulares y convirtiendo a sus centros en locales
presentación de las minorías; juicio por jura­ de difusión de ideas, a través de conferencias y
dos, son algunas de las propuestas que se publicaciones. La educación del proletariado,
404 reiteran, marcando este claro perfil inscripto entendida como su acceso al conocimiento
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

científico y a la cultura, aparecía a los ojos de propiedad social. Por su propio proceso de
los socialistas como la precondición insoslaya­ evolución, el capitalismo avanzaba inexo­
ble para un ejercicio racional y con conciencia rablemente hacia formas cada vez más genera­
de clase, de sus derechos políticos. Con obre­ lizadas de colectivización de las formas de
ros sacados de la ignorancia y utilizando el su­ producción que, además de dar lugar a un
fragio como instrumento de acción política proletariado industrial con capacidades acor­
para el acceso al poder, podía aspirarse a una des a dicho desarrollo, generaba las condicio­
refonna pacífica de la sociedad, concretando nes objetivas para el tránsito de la propiedad
el ideal igualitario. Enrique Dickrnann sinteti­ individual a la propiedad social de los medios
zaba la convicción socialista: “En los países de producción. La evolución, pues, y no la re­
más cultos y civilizados y donde el proletaria­ volución caótica y destructiva, concretaría las
do es organizado en el triple terreno gremial, aspiraciones del proletariado.
cooperativo y político, el socialismo se realiza­ Hasta tanto se alcanzara este estadio de
rá en y por la democracia”. evolución del capitalismo, el socialismo refor­
Hacia la igualdad por la educación, el su­ mista debía constituirse en un defensor del li­
fragio universal y la acción parlamentaria. Tal brecambio, la competencia, la moneda sana y
fue la fórmula central del Partido Socialista. los presupuestos equilibrados. Esta posición,
Pero, ¿qué alcances tendría dicha igualdad? sostenida con singular énfasis por Justo y
¿En qué medida era compatible con el desa­ Repetto y, en general, por los representantes
rrollo del capitalismo? Como ya se anticipó, el parlamentarios del Partido, llevó a vastos
socialismo argentino, por inspiración funda­ sectores de la izquierda argentina a calificarlos
mental de su fundador, asumió desde sus ini­ como sostenedores de un socialismo amarillo,
cios la crítica reformista de Bernstein y quie­ comprometidos con las ideas liberales. Es
nes en la misma línea se pronunciaban en cierto que alguna fracción partidaria terminó,
Europa. Iusto adhería a las tesis bernstenianas como se verá, asumiendo estos postulados co­
referidas al incremento del número de propie­ mo convicciones permanentes. Pero para los
tarios en los países más adelantados, fenóme­ socialistas, esta defensa tenía una doble justi­
no acompañado por la elevación de los sala­ ficación: por una parte, en una sociedad capi­
rios medios y el aumento del consumo. talista el proteccionismo, la inflación y los
Además de los beneficios que este desarrollo desbordes presupuestarios afectaban princi­
del capitalismo traía aparejado para los tra­ palmente a los trabajadores en términos de
bajadores —en tanto que consumidores-, pérdida del valor adquisitivo del salario y re­
advertía el carácter favorable a los fines del so­ ducción de sus posibilidades de consumo; por
cialismo que la concentración económica irn­ otra, aquellas reglas fundamentales de la or­
plicaba. A su juicio, este fenómeno típico del ganización económica y social liberal debían
sector industrial, que se verificaba en las socie­ sostenerse a fin de que el desarrollo capitalis­
dades capitalistas, además de las ventajas que ta continuara hasta alcanzar los máximos ni­
generaba en términos de progreso científico­ veles de concentración como preparatorios de
tecnológico, reducción de costos y eficiencia la propiedad social. Más aún, debían expan­
productiva, preparaba el advenimiento de la dirse hacia los sectores agrícolas, francamente 405
LA DIMENSIÓN POLITlCA

atrasados en dicho proceso evolutivo. Se tra­ creciente a las organizaciones sindicales en la


taba pues, de utilizar los mismos elementos vida política nacional.
del capitalismo, como vía de progreso hacia el Las definiciones fundamentales ya anali­
socialismo. zadas, le fueron creando al Partido Socialista,
Desde esta perspectiva, la concepción desde su fundación, varios frentes de disputa y
marxista de la lucha de clases como motor de conflicto en el seno del marxismo local, en
la historia, sufría inevitables adaptaciones. Le­ momentos en que adquiría singular presencia
jos de ser un conflicto violento que sólo termi­ en el fermento favorable del descontento
naba con la destrucción de la burguesía, se obrero. Hacia afuera de la organización parti­
convertía en un constructivo enfrentamiento daria, mantuvo un enfrentamiento constante
de intereses presentado como un “doloroso con el anarquismo y el sindicalismo en el te­
pero saludable desgarramiento interno” en el rreno gremial. internamente, el reformismo y
que las clases diversas, pugnando por el logro la moderación de su conducción generaron
de sus intereses, irnpulsaban en sentido pro­ persistentes críticas de la izquierda partidaria
gresivo a la sociedad. Decía Iuan B. Iusto: “A la que provocaron diversas fracturas.
lucha de clases la entendemos como la acción El anarquismo en nuestro país, ya en 1914,
diaria, metódica, en el sentido de mejorar las había superado la etapa inicial signada por la
condiciones materiales de vida de la clase tra­ acción violenta individual inspirada por la cé­
bajadora, a fin de que ésta por su propio es­ lebre afirmación de Bakunin: “La-voluntad de
fuerzo eleve su cultura, desarrolle su inteligen­ destrucción es al mismo tiempo una voluntad
cia y adquiera hábitos de asociación”. El final creadora”. Sin perjuicio de que pudieran en­
que se avizoraba, tras un largo y pacífico pro­ contrarse aún algunos representantes del indi­
ceso de educación, progreso y cambios políti­ vidualismo originario —desde Germán Boris
cos democráticos, era una gran “República Wladirnirovich hasta Severino Di Giovanni,
Cooperativa" como forma de concreción de la pasando por todos aquellos llamados con pos­
propiedad social de los medios de producción terioridad anarquistas expropíadares-, lo cier­
y de compatibilidad entre libertad individual e to es que las fuerzas significativas se nucleaban
igualdad. en torno al ideal anarcocomunista. Predomi­
naban entre ellos las ideas de Kropotkin y Ré­
LA IZQUIERDA ENTRE 1914 Y 1943 clus y, en especial, las del anarcosindicalismo
que confería clara preeminencia a la acción
Socialistas, anarquistas y sindicalistas colectiva del proletariado organizado en sin­
dicatos, como vía de concreción de la revolu­
Hacia 1914, año de inicio de la primera ción económica y social. Expresaban sus ideas
Gran Guerra, que las izquierdas no tardarían en una multitud de publicaciones periódicas
en calificar como guerra capitalista, la condi­ libertarias que circulaban en el país, en espa­
ción de los sectores obreros en el país era ñol, italiano y francés, entre las que descolla­
preocupante. La crisis golpeaba con dureza y ban, por su importancia y continuidad, La
comenzaron a extenderse huelgas en diversas Protesta -fundada en 1897, y en la que se des­
406 actividades, que otorgaban un protagonismo tacará Diego Abad de Santillán- y La Antor­
EL PENSAMIENTO POLITICO (1914-1943)

cha, resultado de una escisión producida en la til y burguesa la acción parlamentaria. El obje­
dirección de la primera, hacia 1921. tivo de la lucha sindical debía ser derribar a la
Si bien el anarquismo era una variante del burguesía, socavando las bases de su predomi­
socialismo, en tanto ambos adherían al objeti­ nio económico, como modo de precipitar la
vo común de la colectivización de los medios desaparición del Estado, sostén de la explota­
de producción —con las limitaciones ya señala­ ción del proletariado. El Partido Socialista, co­
das con respecto al socialismo reformista ar­ mo se ha visto, se ubicaba en las antípodas:
gentino-, sus discrepancias políticas y tácticas mantenía la preeminencia de la acción políti­
eran sustanciales. El conflicto entre ambos se ca y parlamentaria para alcanzar reformas
había desnudado ya en el seno de la Primera progresivas que mejoraran la condición de los
Internacional, teniendo como principales sectores obreros; sostenía una táctica de alian­
contendientes nada más y nada menos que a zas con otras fuerzas partidarias progresistas y
Marx y Bakunin, y se trasladó desde allí a los descalificaba la huelga general como práctica
diversos escenarios nacionales. Las diferencias permanente —aunque ocasionalmente se justi­
centrales se ubicaban en dos frentes: en el te­ ficara—, por su carácter destructivo de la acti­
rreno estratégico, los anarquistas rechazaban vidad económica que, en definitiva, perjudica­
todo compromiso con la democracia burguesa ba a los trabajadores.
y sus prácticas, en tanto los marxistas propi­ El tercer grupo en discordia, aun antes de
ciaban la participación en el sistema institu­ 1914, estaba constituido por los denominados
cional con el fin de ahondar las contradiccio­ sindicalistas, conformado por aquellos secto­
nes del capitalismo; en el político, disputaban res que reivindicaban el carácter revoluciona­
respecto de los modos de organización que se rio de las organizaciones obreras en la lucha
establecerían una vez alcanzada la socializa­ contra el capitalismo, aspecto en que se acer­
ción de la propiedad. El marxismo defendía la caban a los anarquistas; pero, al mismo tiem­
dirección y planificación centralizada desde el po, reconocían la trascendencia de la acción
Estado, al menos en la etapa de la dictadura del política y parlamentaria orientada a idéntico
proletariado, en tanto los anarquistas rechaza­ fin y la conveniencia de alcanzar, por dicha
ban cualquier forma de estructura política que vía, reformas paulatinas en beneficio de la cla­
excediera los tenues vínculos de una federa­ se trabajadora. Con carácter pragmático y
ción de comunidades locales autogobemadas. marcadamente economicista, el sindicalismo
En la Argentina y habida cuenta del recha­ abjuraba de toda filiación partidaria en nom­
zo anarquista hacia la acción política y parla­ bre de la autonomía de los sindicatos.
mentaria, el conflicto se limitó al ámbito sin­ La primera década del siglo se caracterizó
dical. Las diferencias en este terreno estaban por el predominio de los anarquistas en las or­
claramente demarcadas: los anarquistas otor­ ganizaciones obreras. Favorecían su prepon­
gaban una preferencia prácticamente exclu­ derancia ciertas circunstancias objetivas: el
yente a la denominada acción directa y en es­ gran número de obreros extranjeros -funda­
pecial a la huelga general, como instrumento mentalmente italianos y españoles—, que ya
de lucha al servicio de la liberación económi­ habían recibido la influencia anarquista en sus
ca de la clase trabajadora, rechazando por inú­ países de origen; el escaso desarrollo de la in­ 407
LA DIMENSION POLITICA

dustria nacional, con la consecuente prepon­ El Partido Comunista y las sucesivas fracturas
derancia de los sectores artesanales donde los de la izquierda
anarquistas lograban mayoritaria inserción y,
finalmente, las limitadísirnas posibilidades de Siempre existió en el partido fundado por
participación en la vida política, que convertía Juan B. Justo un ala izquierda conformada por
a estas agrupaciones gremiales en vía exclu­ quienes cuestionaban, en mayor o menor medi­
yente de reclamo. da, el reforrnismo bemsteiniano que mantenía
Esta situación varió sustancialmente en la como impronta fundamental la conducción
segunda década, en la que se verifica una irn­ partidaria. Pero a partir de 1910 esta oposición
portante pérdida de predicamento por parte intema empieza a cobrar mayor importancia y
de los anarquistas y un claro avance de los sin­ divulgación, en especial en los sectores juveni­
dicalistas, debido al desarrollo de los sectores les de la agrupación. A través de dos periódicos
industriales —que marcó el crecimiento de los -Palabra Socialista (1912) y Adelante (l9l6)— y
gremios del sector, en desmedro de las peque­ del Comité de Propaganda Gremial, se expresa­
ñas agrupaciones de artesanos- y a la instau­ ban los disidentes que concentraban sus dardos
ración del sufragio universal que abrió cauces en el reformismo político y la prescindencia
políticos antes inexistentes. También contri­ sindical como pilares doctrinarios del partido.
buyó a la disminución de la importancia del Reivindicaban, en cambio, la ortodoxia marxis­
anarquismo, su posición intransigente en el ta, la acción revolucionaria y el‘ compromiso
terreno de la negociación política, en la que se activo con las masas obreras.
veían superados por la flexibilidad que en esta Dos hechos apuraron la crisis en ciernes:
materia mostraban sindicalistas y socialistas. la guerra mundial y la revolución rusa. Am­
Sin embargo, estos últimos mantuvieron, co­ bos contribuyeron a exacerbar los ánimos y
mo directiva táctica gremial, la autonomía de convertir en irreconciliables diferencias de
la acción sindical respecto de la organización larga data, exigiendo definiciones concretas
partidaria. Esta posición, plasmada en la reso­ que, por las disparidades ideológicas, no po­
lución del 14° Congreso Partidario, celebrado dían coincidir. En el III Congreso Extraordi­
en 1918 en Avellaneda, constituyó una seria li­ nario, celebrado en abril de 1917, en el salón
mitación a las posibilidades de expansión de Verdi de la Boca, el motivo de conflicto fue la
las ideas socialistas en el movimiento obrero, posición a asumir ante la guerra. La dirección
impidiendo la acción concertada de los secto­ del partido y su grupo parlamentario —con­
res políticos y gremiales del partido. formado por entonces por nueve diputados y
Hacia 1920, el sindicalismo, como expre­ un senador-, sostenían una clara tendencia
sión de la izquierda gremial, no partidaria, aliadófila, en tanto que el ala izquierda man­
aparecía como la fuerza más importante de un tenía a rajatablas la neutralidad frente a la
movimiento obrero en expansión, donde el guerra capitalista, invocando el internaciona­
Partido Socialista no conseguía afirmarse. Un lismo y el interés de clase, ante lo que califica­
nuevo elemento vino a complicar aún más el ban como nacionalismo burgués. Triunfaron
panorama político y sindical de la izquierda: la los opositores neutralistas, pero la conduc­
408 fimdación del Partido Comunista. ción partidaria y el bloque parlamentario,
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

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E E 4. 0 9
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

desconociendo la resolución del Congreso, No terminaron allí las sangrías del socia­
sostuvieron la ruptura de relaciones con Ale­ lismo. En 1920, el senador Enrique del Valle
mania tras el hundimiento de dos barcos Iberlucea lidera un nuevo sector disidente,
mercantes nacionales por submarinos de esa que reclama el abandono de la Segunda Inter­
nacionalidad. La fractura entre los dos secto­ nacional y la incorporación a la Tercera, de
res se había consumado. donde tomaron el nombre de terceristas. Tras
El triunfo bolchevique en Rusia, en no­ el velo de la alineación en el marxismo inter­
viembre de 1917 (octubre para el calendario nacional se ocultaba, en realidad, un renovado
juliano usado entonces en Rusia), no hizo más embate doctrinario contra el reformismo, ex­
que acelerar el cisma, trasladando a nuestro presado en una histórica publicación: Clari­
país el mismo enfrentamiento que explotaba dad. Fueron expulsados del partido en 1921 y,
en el seno de la Segunda Internacional. Las ín­ salvo el anciano senador, la mayoría se incor­
fulas revolucionarias y la convicción de la in­ poró al Partido Comunista.
minente caída del capitalismo ganaban a los Si esto ocurría en el sector más radicalizado,
militantes, quienes reclamaban el retorno a la no eran más tranquilas las aguas entre lo que se
ortodoxia marxista. Las tibiezas del reformis­ denominaba la derecha partidaria. Los diputa­
mo pequeño burgués sonaban a cobardía para dos Federico Pinedo y Antonio De Tomaso se
quienes abrazaban la causa de la revolución mostraban proclives, en el enfrentamiento con
proletaria mundial. El 5 y 6 de enero de 1918, el radicalismo, a un entendimientó con los par­
se crea el Partido Socialista Internacional, que tidos conservadores, al tiempo que profundiza­
en 1920 cambia su nombre por el de Partido ban su adhesión a las ideas liberales. Ia disputa
Comunista, incorporándose como sección ar­ por el poder intemo partidario, que debilitó
gentina de la Tercera Internacional fundada sensiblemente su presencia política, concluyó en
por Lenin. una nueva escisión con la constitución, en 1927,
Este primer gran desgarramiento del Par­ del Partido Socialista Independiente.
tido Socialista fue encabezado por militantes El Partido Comunista no corría mejor
obreros, sectores juveniles y viejos hombres suerte. Ya en 1920 cobra forma una línea ul­
del partido. Iosé Femando Penelón, Iuan Fer­ traizquierdista, liderada por Tomás Velles y
lini, Alberto Palcos, Ruggiero Rugilo, Victorio otros dirigentes como Angélica Mendoza, que
Codovilla y Rodolfo Ghioldi, fueron algunos logra imponer sus ideas en sucesivos congre­
de los comprometidos con la nueva forma­ sos partidarios. Se los conoció como chispistas,
ción. Sus bases ideológicas expresaban el ma­ por el nombre del periódico en que se expre­
ximalismo marxista -expresión en boga en saban: La Chispa. Convencidos de la inminen­
aquellos tiempos—, reclamando el internacio­ cia de la caída mundial del capitalismo, soste­
nalismo a ultranza, que implicaba el rechazo a nían la necesidad de abandonar el programa
toda expresión de nacionalismo patriótico; el partidario y adoptar como estrategia la oposi­
desarme militar y la supresión del ejército; la ción sistemática a toda labor constructiva y la
expropiación de la tierra, los ferrocarriles y la crítica despiadada del régimen imperante. Ex­
flota naviera y la solidaridad con el gobiemo pulsados en 1925, formaron el Partido Comu­
410 de los soviets en Rusia. nista Obrero, de muy corta vida.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

Poco después, en 1927, una nueva ruptu­ mente el campo de la izquierda. En el otro
ra involucra a quien fuera uno de los funda­ extremo, el Partido Comunista, objeto favori­
dores del partido y su figura más importante to de persecuciones, no lograba superar el
en los primeros años, el concejal capitalino nivel de la respuesta verbal, declamatoria y ale­
Iosé F. Penelón. Fue, en realidad, una lucha jada del acontecer nacional. Por acción u omi­
interna por el poder que concluyó con la vic­ sión, la izquierda, paradójicamente, contribuía
toria de Codovilla y Ghioldi, la expulsión de así al desalojo del poder del primer movimien­
Penelón y sus seguidores y la creación por és­ to de masas del país.
tos del Partido Comunista de la Región Ar­ Sin embargo, la Guerra Civil española y el
gentina, luego Partido Comunista de la Repú­ ascenso del nazismo y del fascismo en Europa,
blica Argentina. A partir de allí y bajo la férrea dieron a los discípulos vernáculos de Marx
conducción de los vencedores en la disputa nuevas oportunidades de protagonismo que,
interna, el Partido Comunista se alineó sin en el terreno político, contribuyeron a fortale­
cortapisas en la ortodoxia stalinista, convir­ cer su presencia. En especial, el Partido Comu­
tiéndose en la caja de resonancia local del co­ nista supo sacar ventaja de estos dos conflictos
munismo soviético. internacionales, a través de la táctica frentista,
Como se advertirá, hacia 1930 la izquierda orientada a consumar alianzas con los sectores
presentaba, para sus seguidores, un panorama progresistas -a los que hasta no mucho antes
desesperante. Su feroz divisionismo se había descalificaban por reformistas y pequeño bur­
trasladado del ámbito político al sindical, gueses-, en apoyo de la República española y
donde pugnaban cuatro centrales obreras por del sistema democrático. El Partido Socialista,
captar el favor de los trabajadores, sin lograr­ en cambio, siguió con sus sangrías. Hombres
lo. Las sucesivas crisis habían desdibujado la de importante militancia, como Ernesto Giu­
imagen inicial de una fuerza llamada a con­ dici, emigraron al Partido Comunista y otros,
quistar el futuro. El golpe de Estado del 6 de encabezados por el mendocino Benito Maria­
septiembre, que iniciaría el ciclo del militaris­ netti, formaron el Partido Socialista Obrero
mo y su secuela de interrupciones del orden luego de ser vencidos por el oficialismo en
institucional, los sorprende debilitados, en­ 1935, en una reedición de los intentos por
frentados, carentes de vigor y convicción. La orientar la linea partidaria hacía la izquierda
respuesta no podía escapar a estas lirnitacio­ revolucionaria.
nes. El Partido Socialista se mantuvo en una El final de la década sorprendió al Partido
posición ambigua, dubitativa, marcada por Comunista intentando justificar el tratado so­
cierto entusiasmo inicial frente a un movi­ viético-alemán, pagando el precio, una vez
miento que creían llamado a depurar y rege­ más, de su férreo alineamiento internacional.
nerar la política criolla. No tardaron en desilu­ Y al socialismo, como a todas las fuerzas de iz­
sionarse, pero ya la confusión los había quierda, pugnando por formar frentes electo­
ganado. El Partido Socialista Independiente rales contra el fraude. Nadie parecía advertir
apoyó al movimiento que llevó al poder a los cambios que se avecinaban. El elitismo de
Uriburu y se sumó al posterior gobierno de las izquierdas, su propensión a las divisiones
Agustín P. Iusto, abandonando definitiva­ ideológicas y su incorregible inclinación a 4ll
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

priorizar las definiciones internacionales so­ más notable. Quedaban atrás las intentonas
bre los problemas nacionales, las alejaba de las revolucionarias frustradas, la abstención co­
masas y del país real. mo táctica y las indefiniciones ideológicas que
permitían sumar adeptos a diestra y siniestra.
Hasta ese momento, pocas, aunque trascen­
EL REPUBLICANISMO DEMOCRÁTICO dentes, eran las ideas que moldeaban el perfil
político del radicalismo. El eje central de su
El 9 de agosto de 1914 moría Roque Sáenz ideario —mantenido a lo largo del tiempo- pa­
Peña, el presidente que llevó adelante, a través saba por la postulación del respeto a la Cons­
de la ley que quedó inseparablemente unida a titución de 1853-1860 y a la voluntad popular
su nombre, el tránsito entre la república oli­ expresada en las urnas.
gárquica y la democrática. Desde febrero de La historiografía de izquierdas ha critica­
1912, aquella norma que había instaurado el do, invariablemente, la contradicción que a su
sufragio universal, secreto y obligatorio, in­ juicio encerraba este ideario básico que pre­
trodujo en la vida política argentina cambios tendía conciliar la democracia de masas con el
profundos, incorporando una masa de electo­ formalismo liberal individualista. Y lo que no
res antes ausente y posibilitando el acceso al se advierte es que, precisamente, en la con­
poder de sectores y personajes hasta ese mo­ fluencia de estos dos impulsos se situaba la de­
mento marginados. Con la efectiva vigencia finición republicana tal como el fadicalismo la
de la república democrática se inicia el perío­ entendía: soberanía popular enmarcada o en­
do de preponderancia de las fuerzas políticas cauzada por la Constitución formal, el respeto
que habían luchado por su concreción. El pri­ a los derechos individuales, la división de po­
mer lugar en esa lucha le correspondía —por deres, la periodicidad de las funciones. Desde
méritos propios— a la Unión Cívica Radical, sus orígenes esta fuerza representaba, pues, la
por lo que no puede llamar la atención su pretensión demoliberal de conciliar la tensión
predominio inicial, que se extendió desde —característica de la modernidad- entre liber­
1916 a 1930, compartiendo la escena con el tad individual e igualdad.
Partido Socialista y sus desmembraciones, el Hasta 1912, fecha que marca el fin del abs­
Partido Demócrata Progresista y los restos de tencionismo, la lucha por la pureza electoral y
la antigua oligarquía que pugnaba por re­ el sufragio universal ocupan el centro de las
construir su presencia en el nuevo escenario preocupaciones radicales. Ninguna otra defi­
democrático. nición parecía relevante, hasta tanto se con­
cretara esta transformación de fondo de la ví­
LA UNIÓN CÍVICA RADICAL da política nacional. La tarea reparadora que
Yrigoyen insistentemente proponía a sus se­
Nacido de la heterogénea Unión Cívica de guidores, encontraba en este tema uno de sus
la Juventud, moldeado en su espíritu de lucha principales cometidos. Todo se postergaba
al calor de la revolución de 1890, el viejo par­ hasta el momento en que se pudiera afirmar
tido de Leandro Alem llega al poder en 1916 —como lo haría en su mensaje de apertura del
412 de la mano de Hipólito Yrigoyen, su caudillo Congreso Nacional en 1919- que “la Nación
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

EL. PODER EJECUTlvO


(Culcatvr; por I Puan:­

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“El Poder Ejecutivo”, caricatura de M. Ferreira en la que se muestra a Yrigoyen solo en el centro de la escena. Museo de la
Ciudad.

ha dejado de ser gobernada para gobernarse a la administración pública y, en general, a toda


por sí misma”. la vida social y política. Ya en la Carta Orgánica
Pero una vez en el poder, el radicalismo re­ fundacional, del l7 de noviembre de 1892, ocu­
quería precisiones ideológicas que, en el mar­ paba un lugar central en su programa “el cum­
co del respeto constitucional, llenaran de con­ plimiento honrado de la ley y la pureza de la
tenido la acción de gobierno. Es a partir de ese moral administrativa”, rescatando la inseparable
momento que las ideas radicales —antes en vinculación entre ética y política que constituirá
germen y escasamente explicitadas- adquie­ una constante del talante radical. Esta impronta
ren virtualidad y comienzan a manifestarse las primaria, acrecentada por el espiritualismo de
líneas centrales de una doctrina que adquiere que hacía gala Yrigoyen, impulsará otras defini­
mayores precisiones. ciones: el institucionalismo sostenido en la de­
Preside todas las preocupaciones radicales mocracia representativa, el solidarismo en ma­
el regeneracionismo moral que, desde las prácti­ teria social, la preeminencia de la política sobre
cas electorales, se expande al ejercicio del poder, la economía, el policlasismo. 413
LA DIMENSIÓN POLITICA

Como expresión del republicanismo de­ y económico. Desde el manifiesto de la revolu­


mocrático, el radicalismo será firme sostene­ ción de 1905 es clara la definición en este te­
dor del principio de soberanía popular expre­ rreno: “Triste condición sería la de un país, si
sado a través de la democracia representativa. su prosperidad sólo hubiera de consistir en el
Es ésta la base legitirnante de la acción de go­ fomento de sus intereses materiales. El progre­
bierno, que da fundamento ético a la relación so es preferentemente constituido por las fuer­
mando-obediencia: porque han sido elegidos zas morales”. Este modo de enfocar el proble­
a través del sufragio universal, los gobernantes ma sitúa la respuesta a la cuestión social más
ejercen una potestad legítima y expresan, en en el plano ético que económico. El solidaris­
un momento dado, la voluntad nacional. Pero mo constituirá el recurso ético-político al que
esta validación de origen no agota las exigen­ echará mano el radicalismo —alterando los cá­
cias éticas del ejercicio del poder. Es menester, nones clásicos del liberalismo económico—,
además, que su acción cotidiana se desarrolle para enfrentar las crecientes convulsiones so­
a través del marco institucional que la legali­ ciales que agitan al país entre 1916 y 1930. En
dad impone, a partir del pleno imperio de los nombre de la solidaridad que debe primar en­
mecanismos constitucionales. Sin embargo, tre todos los componentes de la Nación, justi­
cierta visión orgánica de la sociedad —de cuño ficará la acción estatal orientada a corregir y
krausista— incorporó, como nota distintiva, la evitar las distorsiones que el libre juego del
superación del puro formalismo liberal indí­ mercado genera. Sostendrá así ‘la acción del
vidualista, en la línea del institucionalismo. La Estado tendiente a beneficiar a los sectores
sociedad en su conjunto, como totalidad na­ más postergados, promoviendo la legislación
cional, se expresa a través de sus instituciones social, y persiguiendo “una más amplia distri­
personalizadas en los representantes libre­ bución de la riqueza, dando a las grandes ma­
mente elegidos. La Nación no es ya una suma sas una mayor capacidad de producción y
de individuos que pugnan por concretar sus consumo”, según dijera el presidente Yrigoyen
ambiciones —como en el liberalismo decirno­ en su mensaje al Congreso de 1922. El impul­
nónico—, sino una realidad viva, con aspira­ so redistributivo y la revalorización del papel
ciones comunes, llamada a concretar el bie­ del Estado en la economía, marcarán una línea
nestar de todos. Por ello afirmaba Yrigoyen en constante de esta fuerza política que, de este
su mensaje al Congreso de 1920: “La democra­ modo, acentuaba su componente democrático
cia no consiste sólo en la garantía de la liber­ en el terreno social.
tad política, entraña a la vez la posibilidad pa­ En el campo internacional sostuvo firme­
ra todos de poder alcanzar un minimum de mente, junto al postulado americanista, la de­
felicidad siquiera”. De allí la expansión del fensa del neutralismo durante la Gran Guerra,
postulado participativo a todos los campos de expresión concreta de lo que se convertiría en
la actividad social, económica e incluso cultu­ componente central del ideario radical: el
ral, como se plasma en la Reforma Universita­ mantenimiento de una política internacional
ria de 1918. independiente, como manifestación de sobe­
El mismo tono de regeneración moral irn­ ranía nacional. En este punto como en el refe­
pregnará las ideas radicales en el campo social rido a la política petrolera, con la creación de
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) —la


primera gran empresa estatal-, el radicalismo
incorporará elementos de un nacionalismo
democrático que caracterizará su trayectoria.
Sobre estas bases doctrinarias, la UCR
mantuvo una característica que, hasta el adve­
nimiento del peronismo, la destacó del resto
de las fuerzas políticas actuantes: su presencia,
a través de una estructura unificada, en todo el
territorio del país. Además de conferirle ven­
tajas apreciables frente a sus adversarios elec­
torales, esta diferencia organizativa le permi­
tió trasladar al plano interno sus postulados
democráticos, mediante una compleja red de
representaciones que vinculaba a militantes y
dirigentes. Fue, al mismo tiempo, un podero­
so instrumento para la incorporación a la vida
partidaria de sectores carentes de prosapia
—descendientes generalmente de inmigran­
tes—, ansiosos de ocupar un lugar en las fun­
ciones de gobierno. Lisandro De la Torre fundó primero la Liga del Sur y luego
el Partido Demócrata Progresista. Archivo General de la
VARIANTES YMATICES HASTA 1943 Nación.

Estas líneas generales del pensamiento ra­ realizaciones sociales superaban incluso al yri­
dical sufrieron las vicisitudes de los cambios goyenismo nacional. La franca diferencia se si­
políticos que se operaron en el país. La pre­ tuó, pues, en el terreno de la acción política,
sidencia de Alvear fue el escenario de los en­ con la concreción del entendimiento de los
frentamientos entre yrigoyenistas y antiperso­ antipersonalistas con los conservadores, ven­
nalistas, que adquieren franca repercusión cidos en la elección de 1928 por el ex presiden­
institucional a partir de 1924. En realidad, el te Yrigoyen.
conflicto se centraba más en diferencias de es­ Después de la revolución del 6 de septiem­
tilo y enconos personales, que en cuestiones bre de 1930 y, en especial, tras la muerte del
ideológicas. Si bien, en general, se adscriben al viejo caudillo en 1933, se ahondan en el radi­
antipersonalismo alvearista las figuras del ra­ calismo aquellas diferencias nacidas en el fra­
dicalismo menos proclives al populismo y más gor de la lucha entre personalistas y antiperso­
apegadas al liberalismo tradicional, no es me­ nalistas, trasladándose ahora decididamente al
nos cierto que se suman a sus filas los lencinis­ campo de las ideas. La conducción del partido
tas mendocinos y bloquistas de San Juan, for­ quedará en manos de Alvear y sus seguidores,
maciones provinciales que en sus postulados y al tiempo que entre los sectores juveniles cre­ 415
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

ce el reclamo por el retorno a la intransigencia bre de 1914. Salvo en las elecciones presiden­
originaria y la profundización de los postula­ ciales de 1916, cuando el común antiyrigoye­
dos doctrinarios. Precisamente uno de los nismo había nucleado bajo tal denominación a
grupos más significativos de la década del los seguidores de De la Torre y de diversos par­
treinta, por su aporte intelectual, se gestará tidos provinciales conservadores o liberales
hacia 1935 desde el radicalismo, en este clima vinculados al antiguo régimen, su influencia
de renovación. La Fuerza de Orientación de la política se limitó a la provincia de Santa Fe y,
Joven Argentina (FORIA) aunará la tradición en menor medida, a la Capital Federal.
democrática del viejo partido, con los irnpul­ Las ideas políticas de Lisandro de la Torre
sos nacionalistas que tiñen la época, alum­ y, en general, de la democracia progresista,
brando una variante de nacionalismo popular, transitan los carriles clásicos del pensamiento
de tono industrialista, que anuncia el espíritu demoliberal, aunque con diferencias de grado
de la década siguiente. en tomo a ciertos temas. Algimos aspectos de
Al mismo tiempo otro núcleo interno co­ su pensamiento merecen, sin embargo, ser des­
menzaba a formarse en el mismo clima de crí­ tacados. El primero es su marcado y consisten­
tica a la dirigencia partidaria, inclinando las te laicismo que los tuvo como principales pro­
ideas tradicionales hacia posiciones más cer­ tagonistas en la lucha por la separación total
canas a la izquierda. Hombres como Moisés entre Iglesia y Estado, propiciando la educa­
Lebensohn, Crisólogo Larralde, Oscar Alende, ción laica, el divorcio y la neutralidad religiosa
Gabriel del Mazo y Arturo Frondizi, participa­ estatal, en posición que con el tiempo los apro­
rían del movimiento de ideas que cristalizaría ximaría a los socialistas con quienes, incluso,
en 1945 con la creación del Movimiento de In­ celebrarían alianzas electorales transitorias. Se
transigencia y Renovación (MIR). El acento se destacaron también en la defensa del interés
desplazaría ahora hacia lo social y económico, nacional frente al capital extranjero, constitu­
postulándose la nacionalización de los servi­ yendo ejemplo paradigmático de esta actitud
cios públicos, la economía planificada, la re­ el célebre “debate de las cames”, que tuvo en Li­
forma agraria y la cooperación económica re­ sandro de la Torre su expositor más relevante
gional e internacional, como pilares de la en el Senado nacional. Finalmente, su clara in­
democracia económica y social. serción provincial —obtuvieron el gobierno de
Santa Fe en 1931, único éxito político de irn­
EL PARTIDO DEMOCRATA PROGRESISTA portancia en el período- marcó una constante
línea política partidaria de tono federal, defen­
Lisandro De la Torre, inspirador y máximo sora de las autonomías provinciales, del muni­
dirigente de esta organización partidaria, ini­ cipalismo y de los pequeños intereses agrícolas.
ció su carrera en la Unión Cívica Radical, de la Estas notas que individualizan su pensarnien­
que se alejó en 1897 por profundas diferencias to, se vieron plasmadas en el proyecto de refor­
con Hipólito Yrigoyen. Funda en 1908 la Liga ma de la Constitución nacional que presenta­
del Sur, formación política santafesina que ron en 1923 los diputados nacionales del
constituirá el antecedente inmediato del Parti­ Partido, entre quienes se contaban Correa,
416 do Demócrata Progresista, creado en diciem­ Bordabehere y el propio De la Torre.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

EL LIBERALISMO CONSERVADOR y Castillo aunque —al mismo tiempo—, quedan


indisolublemente asociados, en la considera­
Las fuerzas políticas y sus respectivas diri­ ción popular, al fraude electoral que domina­
gencias que habían predominado en el país an­ rá la década del treinta.
tes de la Ley Sáenz Peña, mantuvieron su pre­ En el terreno de las ideas políticas no se
sencia en el período en consideración, aunque registran cambios ideológicos relevantes en­
con variada suerte. Como se anticipó, algunas tre 1916 y 1931. Fraccionados en una multi­
de las formaciones provinciales que respon­ tud de agrupaciones políticas provinciales,
dían a la difusa denominación de conservado­ mantienen como legado común de fines del
res o liberales, se sumaron inicialmente a la siglo XIX, un difuso liberalismo político y
conformación del Partido Demócrata Progre­ económico, conjugado con una marcada re­
sista, creyendo ver en él la oportunidad de sistencia a aceptar los cambios que traía apa­
presentarse ante la sociedad bajo una aparien­ rejada la instauración de la institucionalidad
cia renovadora. Conformaban la Iunta Pro­ democrática. Liberales, antes que demócratas,
motora, bajo la presidencia de Lisandro de la republicanos de viejo estilo, pragmáticos a la
Torre, Ioaquín V. González, Indalecio Gómez, hora de la disputa por el poder, reciben la de­
Norberto Quirno Costa, Iosé F. Uriburu, Iosé nominación común de conservadores más
M. Rosa, Julio Roca (h) y Carlos Rodríguez por la actitud de rechazo a las consecuencias
Larreta. de la irrupción de la democracia masiva y ple­
Sin embargo, los conflictos internos —en beya, que por pertenencia ideológica al con­
especial con el líder del conservadorismo bo­ servadorismo tal como se lo conocía, por
naerense, Marcelino Ugarte—, el fracaso elec­ ejemplo, en Europa.
toral y el consecuente triunfo del radicalismo, Con la conformación del Partido Demó­
sumados a un programa impuesto por el líder crata Nacional se anuncian, a nivel programá­
santafesino —demasiado progresista para el tico, algunos cambios ideológicos. Así, se pro­
gusto de sus ocasionales socios—, frustraron clama la adhesión al sistema democrático, la
este primer intento de conformar una fuerza elección directa de senadores, la defensa de la
nacional que unificara el viejo tronco conser­ producción nacional ante la competencia des­
vador. No cejarán, a pesar de ello, en el inten­ leal extranjera, el proteccionismo agrario ein­
to. En las elecciones presidenciales de 1922 y dustrial y la instauración del salario mínimo.
1928 concurren, como alianzas ocasionales de Se pone el acento, de este modo, en la preocu­
escasa estructuración y magros resultados, ba­ pación democrática y social, en tanto se incor­
jo diversas denominaciones. Recién en 1931, poran notas del nacionalismo en boga. En la
en que se organiza el Partido Demócrata Na­ misma línea debe considerarse el proyecto de
cional, logran superar aquella condición de reforma de la Constitución nacional presenta­
fuerzas provinciales carentes de unidad y de da, entre otros, por los diputados Reynaldo
una estrategia política nacional. Comienza en­ Pastor, Juan C. Agulla, Daniel Videla Dorna y
tonces el período en el que alcanzan su mayor Raúl Godoy, en 1938, con el objeto de incluir
presencia política, jugando un papel de pri­ la condición de ciudadano argentino de ori­
mer orden bajo las presidencias de Iusto, Ortiz gen para elegir diputados, y haber nacido en 417
LA DIMENSION POLÍTICA

mitieron la permanencia de estas fuerzas en el


escenario político nacional hasta 1943.

Los NACIONALISTAS

Desde la derecha del espectro político, el


nacionalismo -concepto elusivo, de siempre di­
fícil definición- superó incluso a las izquierdas
en su propensión al divisionismo. Luego de una
primera etapa, signada por el pensamiento de
los reconocidos precursores Manuel Gálvez y
Ricardo Rojas —que comienzan a exponer sus
ideas en tomo al Centenario—, se inicia el perío­
do fundacional en el que, hacia fines de la déca­
da del veinte, ciertos grupos con cohesión ideo­
lógica suficiente irrumpen en la escena política
reclamando su condición de nacionalistas. El
movimiento militar del 6 de septiembre de
1930 les ofrece la ocasión de participar activa­
mente del poder. Momento crucial que, al mis­
mo tiempo que contribuye a la consolidación
de su presencia activa en las disputas políticas
Ricardo Rojas, caricatura de Valdés, 1930, publicada en
del momento, pondrá en evidencia las diferen­
Cams y Caretas. cias —irreconciliables en algunos casos— que
palpitaban bajo aquella difusa denominación.
territorio argentino o ser hijo de ciudadano A partir de allí, y a lo largo de esta convulsiona­
nativo, para aspirar a una diputación o sena­ da década, proliferarán las facciones y los en­
duría nacional. frentamientos signados, paradójicamente, por
Si bien tales enunciados y propósitos no un insistente llamado a la unidad. Recorrer bre­
guardaron siempre coherencia con el accionar vemente este itinerario permitirá comprender
concreto de esta agrupación —tal el caso del el núcleo central de las ideas en juego, su in­
fraude, o del pacto Roca-Runciman—, lo cierto fluencia en el acontecer nacional y la suerte del
es que implicaron un intento renovador, de nacionalismo hacia 1943.
adecuación a los nuevos requerimientos. Diri­
gentes como Robustiano Patrón Costas, Ro­ Los PRECURSORES
dolfo Corominas Segura, Adolfo Vichi, Emilio
Olmos, Iosé Aguirre Cámara, Manuel Fresco y Ricardo Rojas y Manuel Gálvez son señala­
Rodolfo Moreno, entre tantos otros, con fuer­ dos, habitualmente, como antecesores relevan­
418 te presencia en sus respectivas provincias, per­ tes de las diversas vertientes del nacionalismo
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

que cobran forma en la década del veinte. Si


bien pueden formularse reparos de diversa ín­
dole a tal calificación, lo cierto es que introdu­
jeron a partir de 1910, en el terreno literario es­
pecialmente, ciertas ideas y preocupaciones
que contribuirían a conformar el clima inte­
lectual en el que aquél florecería. Provincianos
ambos, representaban de manera eminente la
reacción del ambiente tradicional del que pro­
venían, ante la capital cosmopolita, invadida
por dialectos, costumbres y atavíos que señala­
ban la pujante presencia de la inmigración. Si
tal era la imagen que, en las calles del Buenos
Aires del Centenario, recogían los ojos de los
argentinos de viejo cuño, no mejor impresión
causaban las clases dirigentes, tributarias de la
generación del Ochenta, ganadas también por
el extranjerismo —aunque más refinado- de
origen inglés o francés. Cada uno a su manera
y con sus particularidades, estos dos hombres
del interior expresarán la preocupación ante la
decadencia del espíritu nacional, el idioma y
las tradiciones frente al embate de las masas,
los capitales y las ideas foráneas.
Fotografía juvenil de Manuel Gálvez. Archivo General de la
Rojas abrirá el camino con La restauración Nación.
nacionalista (1909), en donde el término nacio­
nalista no alcanzaba aún las significaciones luchas y la venalidad del sufragio”, en un tono
ideológicas que luego adquiriría, limitándose a que anticipaba su incorporación —dos décadas
la apelación al sentimiento patriótico como ba­ después- al radicalismo. La solución que pro­
se de la educación común, instrumento por ex­ ponía transitaba un camino conocido: la edu­
celencia, a su juicio, para revertir la crisis del es­ cación, signada por el conocimiento de la his­
píritu nacional. Crítico aislado de una sociedad toria y la cultura nacional, como instrumento
que festejaba su opulencia, se empeñaba en se­ de unidad y recuperación de los lazos solidarios
ñalar al “ansia de riquezas sin escrúpulos”, a la entre los argentinos. En esta obra, como en el
“disolución de viejos núcleos morales y al indi­ resto de las que escribir-ía en su extensa y prolí­
fl ((
vidualismo demoledor —entre otros rasgos—, flca vida intelectual, Rojas no aporta una res­
como indicadores de la declinación argentina. puesta doctrinaria, específicamente política,
Y penetrando en el terreno de la cultura políti­ que contribuya a conformar el nacionalismo
ca, arremetía contra “la indiferencia para con venidero. No es extraño que se mantuviera aje­
los negocios públicos, la falta de pasión en las no y aun en discrepancia, con las diversas va­ 419
LA DIMENSIÓN POLITICA

riantes de aquél. Su condición de precursor se cambio ideológico. Sostiene que tras la guerra
limita al reproche que formulaba a la cultura li­ mundial, la revolución rusa y el imperio de la
beral de su época, en nombre de las tradiciones democracia sustentada en el sufragio univer­
y la argentinidad, y al fuerte tono patriótico que sal y obligatorio, el mundo occidental se en­
campeaba en sus escritos, que contribuiría a contraba en proceso de franca decadencia
preparar el ambiente propicio para el desarro­ manifestada en desorden e indisciplina social.
llo posterior del nacionalismo político. A sus ojos, la Semana Trágica de 1919 simbo­
Mayor contundencia tendría el aporte de lizaba para nuestro país el riesgo de la anar­
Gálvez. A partir de El diario de Gabriel Quiro­ quía, asociada a los trabajadores extranjeros y
ga (1910) y de El solar de la raza (1913), se su­ a los maximalistas que alentaban la revolu­
mará con perfiles propios al movimiento cul­ ción inspirados en la República de los Soviets.
tural que cuestionaba el extranjerismo Esta desilusión originaria fue adquiriendo,
dominante. Su contribución adquiriría rele­ rápidamente, el carácter de convicción anti­
vancia al agregar al reclamo de recuperación democrática y antiparlamentaria que plasma­
de las tradiciones nacionales, marcadas notas ría -en célebre conferencia pronunciada en Li­
de catolicismo e hispanismo que caracteriza­ ma en 1924-, en lo que, con acierto, Enrique
rían a buena parte del nacionalismo posterior. Zuleta Álvarez ha denominado militarismo in­
No fue hombre de militancia partidaria y el tegral. La fórmula adquiriría rápida fama: “Ha
camino de sus adhesiones estuvo plagado de sonado otra vez, para bien del mundopla hora
sinuosidades. Legó, sin embargo, al naciona­ de la espada”.
lismo en formación, su especial combinación Inspirado por las figuras de Mussolini en
de tradicionalismo, catolicismo e hispanismo, Italia y del general Primo de Rivera en España,
junto a una sostenida crítica a la política y la desde las páginas de La Nación y en obras que,
cultura liberal, que se resumía en una fórmu­ en general, eran compendio de sus artículos
la central: “gobernar es argentinizar”. periodísticos, Lugones expresó su pensamien­
A estos dos clásicos precursores cabe agre­ to signado por esta convicción de base: sólo la
gar la figura de Leopoldo Lugones, aunque fuerza, encarnada en la jefatura militar, puede
destacando diferencias fundamentales. En asegurar la cohesión nacional en un mundo
primer lugar, Lugones fue hombre de militan­ en que la democracia y el pacifismo han de­
cia y compromiso político, si bien no partida­ mostrado su esencial debilidad. Reconstruir la
rio. En segundo lugar, su ideario nacionalista nacionalidad sobre las bases del orden jerár­
transitó carriles muy diferentes de los de Ro­ quico, requería repudiar la utopía socialista y
jas y Gálvez, alejado del hispanismo y catoli­ la no menos utópica pretensión de dejar en
cismo de éstos. Como muchos de los hombres manos de la mayoría -a través del sufragio
que alimentarían las filas del nacionalismo, universal- la elección de los gobernantes y la
era Lugones un desilusionado de las ideas de­ decisión de las acciones políticas fundamenta­
moliberales de la época. Socialista en su ju­ ‘les del Estado. La férrea conducción de un
ventud, liberal en tiempos del Centenario, co­ caudillo militar, capaz de garantizar el orden
mienza hacia 1921 una revisión crítica del social, era la condición para dotar a la Nación
420 pasado inmediato que lo llevará a un nuevo de una nueva institucionalidad de tipo corpo­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

rativo —nunca descripta con precisión—, que que los núcleos definitorios. Pero sirven para
sustituyera a la democracia igualitaria y plebe­ demarcar un territorio ideológico complejo,
ya. Lugones preparaba y anunciaba, así, la re­ donde las distinciones son indispensables pa­
volución de septiembre de 1930. ra no caer en la arbitrariedad de asignar, a to­
dos los que invocaban la misma denomina­
EL NACIONAUSMO ARGENTINO EN LA DÉCADA ción, un bagaje de ideas y actitudes que no
DEL TREINTA siempre compartían.

La prédica cultural de Rojas y Gálvez, co­ Nacionalismo católico


mo la de muchos otros intelectuales jóvenes de
su época, contribuyó a exaltar el espíritu pa­ Esta vertiente del nacionalismo nace en tor­
triótico frente a lo que se percibía como ame­ no de dos publicaciones periódicas señeras: La
naza externa, proviniera ésta de las masas de Nueva República, que ve la luz el 1° de diciem­
inmigrantes que inundaban el país, de los capi­ bre de 1927, y Criterio, que se publica a partir
tales ingleses que colonizaban nuestra econo­ de 1928. La primera, dirigida por Rodolfo Ira­
mía o de los representantes vemáculos del so­ zusta, se instala decididamente en el terreno
cialismo intemacional. Lugones aportó el tono político, en tanto la segunda, bajo la inicial con­
heroico, el sentimiento de cruzada viril y el ducción de Atilio Dell’Oro Maini, centra su
desprecio aristocratjzante hacia la democracia preocupación en el campo de la cultura, aun­
de masas. Los movimientos europeos como el que al acercarse la crisis de 1930 la reflexión po­
fascismo italiano, la maurrasiana Acción Fran­ lítica se incrementa en sus páginas. Ciertos te­
cesa y su equivalente española, influían en la mas eran comunes a ambas publicaciones: la
misma dirección. El clima de época estaba car­ defensa y revalorización de la tradición hispá­
gado por la tensión entre el demoliberalismo nica, la divulgación de un catolicismo militan­
—que se juzgaba vulgar y decadente—, el socia­ te exaltado a la condición de compromiso polí­
lismo —caracterizado como disolvente de la na­ tico y la asunción del nacionalismo como
cionalidad— y el reclamo de orden y autoridad. altemativa ante el socialismo y el liberalismo,
En ese marco cobrarían forma diversas mani­ condenados por su común laicismo y su de­
festaciones del nacionalismo que comenzarían pendencia de modelos extranjeros.
su actuación política hacia fines de la década Sin embargo, era La Nueva República el ór­
del veinte, afianzando su presencia en los años gano político por excelencia de este grupo na­
posteriores. cionalista. Contaba entre sus colaboradores
Muchos intentos se han hecho por siste­ habituales a los hermanos Iulio y Rodolfo Ira­
matizar los diversos grupos que reclamaban zusta, Ernesto Palacio, César Pico y Iuan E.
para sí esta condición. Deben distinguirse, al Carulla, entre otros. Eran intelectuales de plu­
menos, tres vertientes: el nacionalismo católi­ ma afilada, mordaces críticos y polemistas,
co, el filofascista y el nacionalismo popular. formados en las ideas de Maurras -que conta­
Como ocurre siempre en este tipo de clasifica­ ba con dispar adhesión-, de los contrarrevolu­
ciones, la realidad desborda sus estrictos lími­ cionarios europeos y del tradicionalismo cató­
tes y las zonas grises suelen ser más pobladas lico. No tardaron en sumarse al ataque que, 421
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

impulsos anarquizantes de la democracia ple­


biscitaria, sostenida en el sistema de partidos
políticos, los hombres de La Nueva República
reclamaban el cambio del sistema electoral,
postulando una difusa y nunca bien definida
representación orgánica, de tipo corporativo,
que fundaban en el pensamiento católico tra­
dicional antes que en el ejemplo de la Italia de
Mussolini.
Precisamente fue la posibilidad de ver con­
cretadas estas reformas y el deseado aparta­
miento definitivo de los políticos profesionales
y los partidos de la vida pública, lo que provo­
có la inicial adhesión de este sector a la figura
del general Uriburu y al movimiento militar
que estallar-ía en septiembre de 1930. A la pré­
dica periodística sumaron la acción directa, ca­
llejera, encauzada a través de la creación en
1929 de una fuerza de choque, la Liga Republi­
cana, donde confluían nacionalistas de diver­

Carlos Ibarguren. Caricatura de Eduardo Álvarez en Caras


sos grupos y orientaciones. Sin embargo, salvo
y Caretas, 1937. Carulla y Palacio, que tuvieron un compromi­
so mayor con el movimiento revolucionario, y
desde diversos sectores, se dirigía contra el go­ algtmos otros hombres cercanos en las ideas,
bierno de Hipólito Yrigoyen, contribuyendo a como Lugones, Carlos Ibarguren —interventor
la conformación del clima preparatorio de la en Córdoba- y Juan P. Ramos, en general el
revolución del 6 de septiembre de 1930. A las nacionalismo republicano y católico pasó rápi­
descalificaciones comunes a todos los antiy­ damente del apoyo al gobierno de Uriburu, a
rigoyenistas —desde socialistas a conserva­ su crítica. El abandono por parte del gobierno
dores-, que giraban en torno de la mala ad­ militar de las intenciones iniciales de reforma
ministración, el desorden, el clientelismo del sistema electoral y de la Constitución, el
partidario, etc., agregaban un cuestionamien­ entendimiento con los viejos políticos conser­
to ideológico de fondo al sistema democrático. vadores y el retorno final a las elecciones, mar­
Distinguían insistentemente república de de­ caron los hitos de la desilusión de estos grupos
mocracia y afirmaban que el republicanismo que creyeron ver en la férrea conducción de un
de la Constitución de 1853-1860 había sido general, el medio para concretar sus ideas de
desfigurado por la irrupción caótica de las _ orden, autoridad y jerarquía.
masas en el sistema político, a través del sufra­ En 1932 deja de aparecer La Nueva Repúbli­
gio universal y obligatorio instaurado por la ca y Criterio limita su atención al campo cultu­
422 Ley Sáenz Peña. Ante lo que percibían como ral y religioso. Los hombres que conforrnaban
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

Leopoldo Lugones (el segundo sentado a la izquierda) con un grupo de civiles y militares en el Círculo de Armas. Archivo
General de la Nación.

esta línea del nacionalismo seguirán, a lo largo radicalismo -reconociéndole el contenido na­
de la década, derroteros diversos. Mientras la cional de sus postulados centrales de gobier­
mayoría -Ibarguren, Lugones, Laferrere, Ra­ no—, y llegarán, incluso, a aceptar las reglas de
mos- persistirán en el reclamo de sustitución juego de la democracia, mediante la fundación,
del sistema representativo por el modelo cor­ en 1942, del Partido Libertador.
porativo, otros, como los hermanos Irazusta,
variarán el eje de su preocupación. Dirigirán su
atención, en adelante, a la necesidad de concre­ Fïlafascismo
tar la soberanía nacional, inexistente como
consecuencia de la histórica dependencia eco­ El catolicismo de base que caracterizaba a
nómica del país respecto del capital inglés. El los grupos hasta aquí considerados —con la
pacto Roca-Runcirnan fue el disparador de_una clara excepción de Lugones- los alejaba, en ge­
obra central: La Argentina y el imperialismo bri­ neral, del racismo nacionalsocialista y del pa­
tánico (1934). A partir de allí, ahondarán la pré­ ganismo fascista, aunque no carecían de sim­
dica contra la oligarquía vernácula, servidora patía por el segundo, en especial por lo que
del capital extranjero, y abogarán por la nacio­ representaba en la lucha contra el comunismo
nalización de la economía como condición in­ en Europa. Una importante carga de elitismo
dispensable para la refundación del Estado so­ aristocratizante contribuía también -incluso
berano. Revisarán, también, su crítica visión del por razones estéticas- a alejarlos del ampulo­ 423
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

so Mussolini y la impronta masificante del fas­


cismo. Por las mismas razones los atraerá, en
cambio, el nacionalismo español —de marcado
tono confesional— encarnado enlas figuras de
Francisco Franco y José Antonio Primo de Ri­
vera, con el que mantendrán una clara identi­
ficación a lo largo de la Guerra Civil que se de­
sató en la Península.
No ocurría lo mismo con otras agrupacio­
nes, más permeables a la influencia italiana,
cuando no decididamente admiradoras de las
ideas del Duce y las prácticas políticas de sus se­
guidores. El primer ejemplo claro en este senti­
do lo constituyó la Legión Cívica, nacida en
1931 como “milicia ciudadana”, propiciada y
sostenida por elementos cercanos al propio
Uriburu. Fueron dos militares en actividad —los
coroneles Kinkelin y Molina- y un civil prove­
niente de las filas republicanas -Emilio Caru­
lla—, sus organizadores y conductores. Sin de­
masiada elaboración ideológica, se declaraban
partidarios del liderazgo autoritario para con­ l Raúl Scalabrini Ortiz. Archivo General de la Nación.
cretar la instauración del Estado corporativo y,
consecuentemente, acérrirnos enemigos del co­ tes: descalificación virulenta de la política de
munismo y de la democracia de partidos. Su partidos; exaltación del Estado corporativo;
organización militarizada, sus escuadras uni­ rechazo de toda tradición institucional —el fas­
formadas, el saludo a la romana y la acción vio­ cismo se proclamaba revolucionario—; culto
lenta contra los adversarios, confirmaban en la del liderazgo autoritario; antisemitismo y en­
práctica la asunción del modelo italiano. frentarniento sin cuartel con las izquierdas. En
No faltaron las agrupaciones que adopta­ la misma línea se inscribe la Alianza de la Iu­
ron el fascismo explícitamente, tales como el ventud Nacionalista, fundada en 1937, parti­
Partido Fascista Argentino —con sede en Ave­ cularmente activa en las luchas callejeras de la
llaneda— y, con mayor relevancia y trascenden­ época en las que se destacaría por su organiza­
cia en su época, la Unión Nacional Fascista en ción y violencia. Desde 1932, el órgano por ex­
la que desplegaba un protagonismo excluyen­ celencia de estas corrientes fue Crisol, dirigida
te el filósofo cordobés Nimio de Anquín. En por Enrique P. Osés, periodista combativo, de­
estas formaciones, como en otra multitud de clarado admirador del nacionalsocialismo ale­
facciones y grupúsculos varios que prolifera­ mán, que extenderá su prédica, en los prime­
ron en la década del treinta y en los comienzos ros años de la década siguiente, en El Pampero
424 de los años cuarenta, las ideas eran recurren­ (1939-1944) y El Federal (1944).
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

Nacionalismo popular y los Estados Unidos. En especial, los separa­


ba la diferente concepción que unos y otros
Sobre el telón de fondo de la defensa de sostenían en torno de la idea de nación: los
la nacionalidad, se recorta esta línea del na­ hombres de FORIA criticaban la falta de
cionalismo argentino caracterizada por su contenido popular del nacionalismo prece­
rechazo al elitismo y aristocratismo de las dente, su desprecio por las masas y el conse­
variantes anteriores, y su aceptación del sis­ cuente autoritarismo que subyacía en sus
tema democrático como cauce para concre­ ideas, y reclamaban para la nación plebeya el
tar los cambios que proponía. Su expresión cometido de refundar el Estado soberano so­
más relevante, hasta el ascenso del peronis­ bre bases democráticas. La revolución nacio­
mo al poder, se constituyó en torno de la ya nal era para ellos, al mismo tiempo, revolu­
referida Fuerza de Orientación Radical de la ción popular.
Joven Argentina, normalmente conocida por
sus siglas: FORIA. Fundada a mediados de MILITARES Y CATOLICOS

1935 por un grupo de jóvenes de extracción


radical yrigoyenista -.Arturo Iauretche, Ho­ El escenario del debate ideológico no se
mero Manzi, Manuel Ortiz Pereyra, Iuan agotaba en el terreno partidario. Las Fuerzas
Fleitas y Félix Ramírez García, a quienes lue­ Armadas y el catolicismo comprometido
go se sumaria Raúl Scalabrini Ortiz-, nace constituían, en un corte horizontal de la trama
como reacción en el seno de la Unión Cívica social, componentes fundamentales de los
Radical por lo que entendían como actitud conflictos de la época. Una visión simplista,
claudicante del partido desde los tiempos de gestada con posterioridad, ha tendido a iden­
Alvear. tificar militarismo, nacionalismo y catolicis­
Revisionistas en materia histórica, como mo. Tal identificación, como se verá, no se
sus predecesores de La Nueva República, tie­ ajusta estrictamente a la realidad.
nen además en común la preocupación por la La acción organizada de grupos católicos
soberanía económica y la crítica despiadada a en el campo social se inicia con la decisiva ac­
los servidores locales de los inversores forá­ tuación del Padre Grote y sus Círculos de
neos. Profundizando la línea de los hermanos Obreros, a fines del siglo XIX y, a comienzos
Irazusta apuntarán sus dardos contra lo que del siguiente, con la conformación en 1902 de
Iauretche denominó “el estatuto legal del co­ la Liga Democrática Cristiana, luego Unión
loniaje”, refiriéndose al conjunto de normas Democrática Cristiana. Alejadas de las pujas
legales que posibilitaban el predominio del partidarias, estas agrupaciones —como otras
capital extranjero sancionadas, incluso, con menores del mismo signo que proliferaron en
el apoyo del radicalismo alvearista. Las coin­ la época- ponían el acento en la labor social
cidencias, sin embargo, terminaban allí. Los del cristiano y, bajo la influencia de la encícli­
forjistas no participaban del catolicismo mi­ ca Rerum Novarum, sostenían un ideal alejado
litante ni del hispanismo de los nacionalistas tanto del individualismo liberal cuanto del co­
católicos, proclamándose americanistas y an­ lectivismo socialista. En el terreno gremial, en
tiimperialistas, en común alusión a Inglaterra especial, libraban una enconada lucha de 425
LA DIMENSION POLÍTICA

principios contra anarquistas y socialistas, aun aceptando que a partir de 1930 éstos fue­
promoviendo cambios legislativos que mejo­ ron mayoría.
raran las condiciones de vida y trabajo de los Un fenómeno similar se advierte en las fi­
obreros, sobre la base del entendimiento pací­ las militares. Antes del golpe del 6 de septiem­
fico entre los diversos factores de la produc­ bre -momento crucial, que marca el inicio de
ción. A partir de 1912, la presencia dominante la preponderancia de las Fuerzas Armadas en
de monseñor Miguel De Andrea atempera el la vida política de las décadas siguientes- el
obrerismo del movimiento social cristiano, ti­ Ejército y la Marina adscribían mayoritaria­
ñéndolo de notas propias del catolicismo con­ mente al liberalismo. Aun durante el proceso
servador europeo, en tanto que en el campo que se abre con la revolución, la injerencia del
político De Andrea se vincula con los sectores nacionalismo católico en la organización mili­
más tradicionales de la sociedad porteña, de tar no es mayoritaria. Como bien ha destaca­
marcada inclinación liberal. do Loris Zanatta, el Ejército de aquella época
La década del veinte se caracteriza por el se proclamaba aconfesional, los principales
renacimiento del pensamiento católico en el profesores de la Escuela Superior de Guerra
ámbito intelectual, tras décadas de predomi­ eran notables liberales y el muy católico gene­
nio del positivismo. La iniciación en 1922 de ral Uriburu encargaba la redacción de la pro­
los Cursos de Cultura Católica, marcará el clama revolucionaria al irreductible agnóstico
surgimiento de un activo grupo de militancia Lugones. La línea liberal —en lo económico y
en el que se destacaban los nombres de Atilio social-, bajo el liderazgo indiscutido de Agus­
Dell’Oro Maini, Tomás Casares y Tomás Pico, tín P. Iusto, coincidió con el uriburismo en su
donde el catolicismo se oponía, como ideal, al común antiyrigoyenismo pero, al mismo
liberalismo. Muchos de los integrantes de tiempo, actuó decididamente para frustrar los
aquellos cursos se incorporarán con el tiempo planes de reforma constitucional y electoral
al nacionalismo católico y alimentarán las pá­ que el presidente de facto alentaba, inspirado
ginas de Criterio. La Guerra Civil española y el por los civiles nacionalistas que conformaban
consecuente vuelco masivo de los católicos su núcleo más cercano. La importancia de los
argentinos a favor de Franco, alimentarán la militares liberales fue decisiva en este sentido,
vinculación entre nacionalismo y catolicismo. contribuyendo con ello a abrir el camino a la
Pero al mismo tiempo, y aunque en franca presidencia de Justo en 1932, manteniendo su
minoría, otros mantendrán su adscripción al influencia durante toda la década y hasta bien
pensamiento demoliberal siguiendo los pasos avanzado el gobierno de Castillo. Paralela­
del filósofo francés Jacques Maritain. Su visi­ mente surge otra corriente derivada de un
ta al país en 1936 desató furiosas controver­ acercamiento creciente entre militares y cató­
sias, que pusieron en evidencia el conflicto licos, que se concreta a lo largo de los años
entre nacionalistas y liberales en el catolicis­ treinta, como consecuencia del común recha­
mo local. zo al liberalismo y al socialismo, y a la asun­
Resulta pues que en las tres primeras déca­ ción de la defensa de la tradición nacional en
das del siglo, se puede constatar la presencia que se inscribían tanto la Iglesia como las
426 de católicos sociales, liberales y nacionalistas, Fuerzas Armadas.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

Resulta así que, hasta 1940, cuatro grupos ciones y de la legitimidad necesarias para su­
podían identificarse en el terreno militar: los plir el vacío que aquellas muertes producían
profesionalistas que pretendían absoluta pres­ en las elites dirigentes. A su vez, los partidos
cindencia frente a los problemas políticos, los políticos opositores no lograban resolver rápi­
radicales raleados después de diversos alza­ damente la crisis de liderazgo que enfrenta­
mientos frustrados, los liberales que acompa­ ban, abriendo la posibilidad de un nuevo
ñaron a Agustín P. Justo y mantuvieron im­ triunfo del fraude, en la figura del candidato
portante presencia bajo la presidencia de sostenido por el Presidente, Robustiano Pa­
Ortiz, y los nacionalistas que adquirirían mar­ trón Costas. Todo confluía hacia una nueva
cado predominio a partir de ese momento. Es­ crisis institucional que se concretaría en el
te último fenómeno se vio favorecido por el golpe militar de junio de 1943.
impacto de situaciones internacionales como Las fuerzas que poblaron el escenario
la Guerra Civil española y la Segunda Guerra ideológico desde 1914 y que se han considera­
Mundial. El conflicto en la península, en cuan­ do a lo largo de este capítulo, estaban a punto
to intensificó la identidad entre catolicismo, de comprobar su fracaso. El Partido Socialista
militarismo y nacionalismo —aunados en la no logró nunca inserción nacional —lirnitando
cruzada española de Franco contra el comu­ su presencia a la Capital Federal, la provincia
nismo y el republicanismo—, aportaba un nue­ de Buenos Aires y, en menor medida, Mendo­
vo modelo de conducción política de la Na­ za- y, como el resto de las variantes de izquier­
‘ción por las Fuerzas Armadas. La guerra da, había naufragado en sus incontables en­
mundial, en tanto dividió las aguas entre alia­ frentamientos y divisiones. Sus dos principales
dófilos y germanófilos, puso en el centro del desprendimientos no corrieron mejor suerte:
debate nacional la cuestión del neutralísmo el Partido Comunista no era más que la expre­
como expresión de soberanía nacional. A co­ sión local, fuertemente disciplinada, del co­
mienzos de los años cuarenta, pues, el milita­ munismo soviético y compartía con el viejo
rismo —de cuño liberal o nacionalista— recupe­ tronco partidario su incapacidad para ganar
raba el protagonismo que había perdido un espacio preponderante en los sectores
después de la frustración de 1930. obreros. El Partido Socialista Independiente
alcanzó algunos logros electorales irnportan­
tes en la Capital Federal, pero a costa de aban­
HACIA EL 4 DE IUNIO DE 1943 donar sus postulados fundamentales, sumán­
dose a las fuerzas que representaban a la
Entre 1942 y enero de 1943 mueren tres ex Argentina anterior a la Ley Sáenz Peña. Las iz­
presidentes: Marcelo T. de Alvear, Roberto M. quierdas, pues, iniciaban la década del cuaren­
Ortiz y Agustín P. Iusto. Se va con ellos la pri­ ta constatando una falencia que, para sus
mera línea de dirigentes políticos que había ideas, era fatal: no habían logrado aceptación
dominado el escenario de la década del trein­ ni apoyo popular.
ta. El presidente Castillo, expresión del conser­ El radicalismo, que a diferencia de las iz­
vadorismo de viejo cuño y de las prácticas quierdas había contado en su momento con
electorales fraudulentas, carecía de las condi­ una clara y sostenida adhesión electoral de las 427
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

mayorías, había perdido a sus dos líderes prin­ formular una alternativa institucional viable a
cipales y no lograba articular una renovación la tan criticada democracia liberal. El corpora­
indispensable para enfrentar sus propias divi­ tivismo, nunca claramente definido, y su des­
siones. Personalistas y antipersonalistas se ha­ precio por el sufragio universal no superaban
bían encargado de despilfarrar la herencia el estadio de un elitismo anacrónico.
que, con sus diferencias de estilo, les legaran Por una razón o por otra, las diversas
Yrigoyen y Alvear. fuerzas políticas actuantes en los últimos
Los viejos partidos del liberalismo conser­ treinta años, y las ideas que les servían de sus­
vador, tributarios de la república oligárquica, tento, se estaban quedando sin vínculos con
no habían aportado en este período al campo los deseos de la sociedad real, que empezaba a
de las ideas mucho más que su inveterado re­ buscar otros cauces de expresión. No podían
chazo a las prácticas democráticas. Sólo el saber que en el horizonte político se dibujaba
fraude les procuró alguna permanencia en el un nuevo movimiento de masas, que se apro­
poder y creían que, una vez más, por esta vía piaría de los más diversos elementos ideológi­
entronizarían un nuevo presidente. La cegue­ cos en pragmática síntesis. El 4 de junio de
ra política que sostenía esta pretensión estaba 1943 no sería más que el primer paso de un
a punto de ponerse en evidencia. proceso que sabría aprovechar un casi desco­
Los nacionalistas, en fin, atisbaban una nocido coronel, que recogería ideas y hom­
nueva oportunidad de que se concretara el de­ bres a derecha e izquierda, para realiza? su
seo de ver ordenada la sociedad por la mano propio proyecto político. El peronismo incu­
firme de algún general. No percibían, sin em­ baba, sin que nadie lo advirtiera, en aquellos
bargo, su falla más notable: sus ideas vivían de días de 1943, para enseñorearse de la escena
la excepcionalidad, pues no habían logrado política del futuro. Y ya nada sería igual.

428
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Para una adecuada orientación bibliográ­ ria argentina, Buenos Aires, 1979. A falta de
fica, que posibilite al lector ampliar el conoci­ estudios que se ocupen específicamente de la
miento de ciertos aspectos particulares de los evolución de las ideas políticas entre 1914 y
tratados en este capítulo, es necesario explici­ 1943, estas obras generales aportan un marco
tar algunos criterios básicos seguidos en su de­ consistente de las principales corrientes de
sarrollo. En este sentido, la característica de pensamiento consideradas en este capítulo.
base del período en estudio es la marcada dis­ Un valioso y reciente aporte que involucra a
persión del pensamiento político. Dispersión las ideas políticas en una visión más general,
que se manifiesta en un doble nivel: por un la­ aunque limitada al período 1910-1930, es el
do, en cuanto irrumpen en la vida política na­ de TULIO HALPERIN DONGHI, Vida y muerte de
cional ideologías diversas, cada una de ellas la República verdadera, Buenos Aires, 2000,
con variantes y matices múltiples y, por otro, con una completa selección de textos repre­
en tanto dichas ideas encarnan en formacio­ sentativos de la época.
nes políticas, partidarias o no, que sufren a su
vez diversos fraccionamientos fruto de con­ Las izquierdas
cretas luchas por el poder. De allí la decisión
de transitar un camino intermedio entre la Si, en general, la abundante bibliografía
historia de las ideas y de las fuerzas políticas, sobre las distintas corrientes de pensamiento
desplegando el complejo abanico de opciones consideradas contiene un alto grado de fervor
que, a lo largo de estos años, se presentó a la militante en sus autores, en el caso de las iz­
consideración de los argentinos. La extensión quierdas este fenómeno común se ve notable­
impuesta al trabajo, obligó a elegir entre el en­ mente potenciado. En su lectura es indispensa­
sayo de interpretación o la exposición panorá­ ble separar la paja del trigo, el relato
mica que privilegia la información. Se prefiere descriptivo de la apología o la descalificación e,
esta última alternativa, por entender que es la incluso, la manifiesta intención de justificacíón
que mejor satisface las características genera­ personal de quienes son, al mismo tiempo, his­
les de la obra, con relación a las particularida­ toriadores y partícipes de los hechos narrados.
des ya señaladas del período en consideración. Con esta advertencia, resulta siempre útil la
La bibliografía general sobre las ideas po­ consulta de RODOLFO PUIGGROS, Historia crítica
líticas argentinas ya ha sido reseñada en otros de los partidos políticos argentinos, Buenos Ai­
capítulos de esta obra. Aquí deben destacar­ res, 1986, en especial el tomo II, y JORGE ABE­
se, sin embargo, tres que resultan de especial LARDO RAMOS, Breve historia de las izquierdas
utilidad para una visión de conjunto: las de en Ia Argentina, Buenos Aires, 1990, versión
JOSE LUIS ROMERO, Las ideas políticas en Ar­ parcialmente revisada de la Historia del stali­
gentina, Buenos Aires, 1981, y El desarrollo de nismo en la Argentina, del mismo autor.
las ideas en la sociedad argentina del siglo XX, Específicamente sobre el Partido Socialis­
Buenos Aires, 1998, y la de MARCOS MER­ ta, pueden consultarse: IOSE VAZEILLES, Los so­
CHENSKY, Las corrientes ideológicas en la histo­ cialistas, Buenos Aires, 1967; JACINTO ODDONE, 429
LA DIMENSION POLÍTICA

Historia del Partido Socialista, Buenos Aires, y sus diversas variantes ideológicas. Sobre el
1983; IORGE ENEA SPILIMBERCO, El socialismo en anarquismo, en los aspectos considerados en
la Argentina, Buenos Aires, 1974; PABLO LA­ este capítulo: DIEGO ABAD DE SANTILLAN, La
COSTE, El socialismo en Mendoza y en la Argen­ EO.R.A. Ideología y trayectoria, Buenos Aires,
tina, Buenos Aires, 1993. Un breve pero muy 1971; OsvALDO BAYER, “Los anarquistas expro­
útil trabajo referido a la inserción sindical del piadores”, Todo es Historia, n°S 33-34, Buenos
socialismo es el de MARÍA CRISTINA TORTTI, Es­ Aires, 1970, y FERNANDO QUESADA, “La Protes­
trategia del Partido Socialista. Reformismo polí­ ta. Una longeva voz libertaria”, Todo es Histo­
tico y reformismo sindical, Buenos Aires, ria, n“ 83-84, Buenos Aires, 1974.
[1983]. Sobre la acción y el pensamiento de
Iuan B. Iusto y los principales líderes del socia­ Republicanismo democrático
lismo vernáculo se ha escrito mucho, en gene­
ral de carácter predominantemente biográfico Como historia general de los partidos po­
y apologético. Resultan de especial utilidad, en líticos y, en especial de los referidos en este
el estricto campo de las ideas políticas: IAVIER acápite, sigue siendo recomendable la consul­
FRANZE, El concepto de política en Iuan B. Justo, ta del clásico de CARLOS R. MELO, Los partidos
Buenos Aires, 1993; LUIS PAN, justo y Marx. El políticos argentinos, Córdoba, 1970. Lo mismo
socialismo en la Argentina, Buenos Aires, 1964, ocurre, respecto de la doctrina y desarrollo de
DARDO CÚNEO, Iuan B. Iusto y las luchas socia­ la Unión Cívica Radical, con las obras de GA­
les en la Argentina, Buenos Aires, 1997, y JOSE BRIEL DEL MAZO, en especial: El radicalismo.
ARICO, La hipótesis de Iusto. Escritos sobre el so­ Ensayo sobre su historia y doctrina, Buenos Ai­
cialismo en América Latina, Buenos Aires, res, 1957. Resulta útil la consulta de HEBE CLE­
1999. Una visión reciente sobre las diversas MENTI, El radicalismo. Trayectoria política,
personalidades del socialismo vinculadas a Buenos Aires, Hyspamérica, 1983, y DAVID
Iusto, en CARLos IosE ROCCA, Iuan B. Iusto y su ROCK, El radicalismo argentino. 1890-1930,
entorno, La Plata, 1998. Sobre las sucesivas des­ Buenos Aires, 1977. Una visión crítica desde la
membraciones del socialismo, además de las izquierda, además de la obra de PUIGGROS ya
obras generales ya referidas, resulta útil consul­ citada, es la que aporta JORGE ENEA SPILIMBER­
tar: EMILIO I. CORBIERE, Orígenes del comunismo GO, Historia crítica del radicalismo, Buenos Ai­
argentino (El partido socialista intemacional), res, 1974. Para las variantes y divisiones, véan­
Buenos Aires, 1984, y HORACIO SANGUINETTI, se: LUIS C. ALEN LASCANO, Yrigoyenismo y
Los socialistas independientes, Buenos Aires, antipersonalismo, Buenos Aires, 1986; PABLO
1981. LACOSTE (comp.), Populismo en San Iuan y
Para la historia del movimiento obrero en Mendoza, Buenos Aires, 1994; ALEJANDRO GO­
este período, el estudio más importante sigue MEZ, La significación de Lebensohn en el radica­
siendo el de HIROsI-II MATSUSHITA, Movimiento lismo, Buenos Aires, 1993, y EMILIO I. CORBIE­
obrero argentino. 1930-1945, Buenos Aires, RE, “Lebensohn, una voz olvidada”, Todo es
1987. A pesar de la delimitación temporal del Historia, n° 189, Buenos Aires, 1983.
título, su capítulo I contiene una ilustrativa re­ Una breve historia de la democracia pro­
430 seña del movimiento sindical anterior a 1930 gresista y de sus ideas fundamentales, es la de
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943)

RICARDO F. MOLINAS y SANTIAGO F. BARBERIS, El 1955, Buenos Aires, 1987. Un excelente ensayo
Partido Demócrata Progresista, Buenos Aires, de interpretación es el de CARLOS FLORIA, Pa­
1983. Para el liberalismo conservador, aunque siones nacionalistas, Buenos Aires, 1998. De
se refieren al período anterior al desarrollado menor relevancia, por su esquematismo, re­
en el texto, véanse: NATALIO R. BOTANA, El or­ sulta el libro de MARYSA NAVARRO GERASSI, Los
den conservador. La política argentina entre nacionalistas, Buenos Aires, 1968.
1880 y 1916, Buenos Aires, 1998, y EDUARDO A. Para ciertos aspectos parciales considera­
ZIMMERMANN, Los liberales reformistas. La dos en este capítulo, que merecerían un ma­
cuestión social en la Argentina. 1890-1916, yor desarrollo, véanse: LUIS MARIA CATERINA,
Buenos Aires, 1995. Sobre el desarrollo de es­ La Liga Patriótica Argentina. Un grupo de pre­
tas fuerzas políticas entre 1916 y 1943, pueden sión frente a las convulsiones sociales de la dé­
consultarse con utilidad: FELIX LUNA, Fuerzas cada del ’20, Buenos Aires, 1995; EDUARDO l.
hegemónicas y partidos políticos, Buenos Aires, CARDENAS y CARLOS M. PAYA, El primer nacio­
1988; ALBERTO CIRIA, Partidos y poder en la Ar­ nalismo argentino en Manuel Gálvez y Ricardo
gentina moderna, Buenos Aires, 1986, y más Rojas, Buenos Aires, 1978; MONICA QUUADA,
específico y comprometido, ROBERTO AzARET­ Manuel Gálvez: 60 años de pensamiento nacio­
TO, Historia de las fuerzas conservadoras, Bue­ nalista, Buenos Aires, 1985; ALFREDO CANEDO,
nos Aires, 1983. Especialmente valiosa, en Aspectos del pensamiento político de Leopoldo
cuanto conjuga la reflexión teórica con el Lugones, Buenos Aires, 1974; ENRIQUE ZULETA
aporte testimonial, es la obra compilada por ALVAREZ, “España y el nacionalismo argenti­
MARCELO MONTSERRAT, La experiencia conser­ no”, en Cuadernos del Sur, n° 23-24, Bahía
vadora, Buenos Aires, 1992. Blanca, 1993; JUAN FERNANDO SEGOVIA, “El na­
cionalismo republicano y la crisis institucio­
Los nacionalistas nal. De la revolución del '30 al gobierno de
Iusto”, en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA,
Sigue siendo la más completa y sugerente Actas del Décimo Congreso Nacional y Regio­
obra de conjunto la de ENRIQUE ZULETA ÁLVA­ nal de Historia Argentina, Buenos Aires, 1999;
REZ, El nacionalismo argentino, Buenos Aires, MARCELO MONSERRAT, “El pensamiento de
1975. Aunque limitado en el tiempo hasta Gustavo I. Franceschi y la revista Criterio en la
1930, resulta sumamente útil el libro de MARIA cultura política de la Argentina”, en AUTORES
INÉS BARBERO y FERNANDO DEvOTO, Los nacio­ VARIOS, Usos de la memoria, Buenos Aires,
nalistas, Buenos Aires, 1983. Lo mismo cabe 1996.
decir, centrando el análisis en las vinculacio­
nes con el peronismo, de las obras de ELENA Militares y católicos
PIÑEIRO, La tradición nacionalista ante el pero­
nismo. Itinerario de una esperanza a una desi­ El estudio más completo del compromiso
lusión, Buenos Aires, 1997, y CRISTIAN BUCH­ social de los católicos argentinos y sus ideas,
RUCKER, Nacionalismo y peronismo. La es el de NESTOR T. AUZA, Aciertos y fracasos so­
Argentina en la crisis ideológica mundial. 1927­ ciales del catolicismo argentino, Buenos Aires,
431
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

1987. De menor relevancia, pero útil para nismo. 1930-1943, Buenos Aires, 1996, y su
una primera aproximación, resulta la obra de continuidad, Perón y el mito de la Nación cató­
RICARDO G. PARERA, Democracia cristiana en lica, Buenos Aires, 1999. En general, para la
la Argentina. Los hechos y las ideas, Buenos evolución de las Fuerzas Armadas y su ads­
Aires, 1967. cripción política en este período, consúltense
En lo referente a la vinculación entre cato­ dos libros clásicos: ROBERT A. POTASH, El ejér­
licismo, nacionalismo y militarismo, resultan cito y la politica en la Argentina. 1928-1945. De
de fundamental importancia las obras de L0­ Yrigoyen a Perón, Buenos Aires, 1971, y ALAIN
R15 ZANATTA, Del Estado liberal a Ia Nación ca­ ROUQUIE, Poder militar y sociedad política en la
tólica. Iglesia y ejército en los orígenes del pero­ Argentina, tomo I, Buenos Aires, 1981.

432
1 3. EL PENSAMIENTO POLÍTICO
(1943-1983)
Juan Femando Segovia

IDEOLOGÍAS, MITOLOGÍA Y CULTURA el deseo de actuar, cuando en realidad fue la ac­


POLÍTICAS ción la que buscó la justificación ideológica,
poniendo a las ideologías en su sitio de instru­
LAS IDEOLOGIAS mentos del hacer.
La originalidad de la época estuvo dada
El confuso y denso panorama ideológico de por el peronismo, esa compleja tendencia
la segtmda posguerra se trasladó desde su esce­ ideológica que, en su intrínseca ambigüedad,
nario europeo al latinoamericano. En la Argen­ transformó el escenario político e intelectual
tina de los cuarenta se vivía entre “las brumas nacional. Su naturaleza inasible llevó a defi­
de una atmósfera que no parecía ofrecer nir1­ nirlo como el más fuerte sentimiento político
gtma salida”, escribió Iosé Luis Romero. Pocas o el gran “mito” argentino, en una época en la
cosas estaban claras. La mezcolanza ideológica que la política parecía dominada más por la
fue un carácter nítido del período. No extrañan pasión que por la razón. El peronismo dio sin­
las repetidas concentraciones políticas en las gularidad al pensamiento político de estas dé­
que comulgaban comunistas, conservadores, cadas, pues pretendió ser la expresión genuina
socialistas, liberales, unidos por lemas comu­ de una “ideología nacional”, por más que cier­
nes, tales como democracia o libertad, que en tas corrientes de ideas que anidaron en su se­
el repertorio ideológico de cada uno adquirían no puedan rastrearse en ideologías conocidas.
un significado diferente. Al volverse cada vez Si se ha de creerle a Iauretche, el peronismo
más inmediatas y vulgares, preñadas de lo con­ sentó las bases del pensamiento nacional. Tal
creto, alimento de los políticos en las luchas co­ vez por esto, la revisión del significado del pe­
tidianas, las ideologías consumaron su papel, ronismo y la apropiación de su sentido histó­
revelando su naturaleza instrumental y su per­ rico cambiante se convirtieron en obsesión de
meable pragmatismo. El rebajamiento del pen­ los intelectuales y los sectores políticos. Se in­
samiento político, rendido a la prioridad del tentó su encasillamiento ideológico, se buscó
activismo, a la pasión por “hacer”, es concomi­ su significación y se pretendió su apropiación
tante con la supremacía de la acción sobre la y/o transformación. En estos años aparecieron
reflexión. En este marasmo, el idealista corrió los primeros textos sintéticos de historia de las
el riesgo de ver las ideologías desvirtuadas por ideas argentinas que trataron de descubrir 433
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

tradiciones de pensamiento nacional que ex­ zados de águilas bicéfalas”, reconoció que ellos
plicaran el aluvión peronista. El reconoci­ no eran el desecho de la intelectualidad argen­
miento del peronismo fue un ejercicio de au­ tina sino su promedio; concesión y confesión
torreconocirniento. Las ideologías, las ideas y que revelan la debilidad teórica de estos tiem­
el pensamiento político de casi medio siglo vi­ pos. El coro de ideólogos se rernitía a conceptos
vieron mirando el peronismo: explicándolo, elementales; los temas del debate ideológico
atacándolo, entendiéndolo o negándolo; todo fueron estrechos y arnbiguos. La equivocidad
era posible, menos la indiferencia ante el fenó­ del discurso político dio a las ideas un sentido
meno peronista. sólo reconocible por los iniciados en la misma
escuela de aprendizaje ideológico. Para desci­
EL IDEÓLOGO frar los significados había que conocer sus có­
digos: el pensamiento político se definía ne­
Frente a una realidad que exigía definicio­ gativamente, por el “anti”, que era ya todo un
nes inmediatas, la postura intelectual fue la del mensaje “pro” algo; la fraseología política da­
“compromiso”. El mundo intelectual se hizo ba muestras de una vaciedad de contenido
voluntarista y antiintelectual; valía más la “so­ que hacía posible que cada uno lo rellenara a
ciología de la calle” que la filosofía. El teoriza­ gusto.
dor dejó paso al ideólogo vulgarizador, al inte­
lectual militante, lo que tuvo su precio: por un La MITOLOGÍA POLITICA ­
lado, se achicó el espacio para la reflexión se­
rena o la teoría no apegada a la inmediatez de La revolución y la democracia fueron dos
la acción; por el otro, la tarea intelectual con­ mitos centrales del período; podían conjugar­
sistió en sumarse al entusiasmo revoluciona­ se, cual verbos irregulares, tanto con regíme­
rio. En todo caso, si había elaboración intelec­ nes militares como con los civiles. Las palabras
tual, se trataba de un saber que permitiera la podían estar en la boca de la derecha, de la iz­
revolución, que fuera estímulo de la acción in­ quierda o del centro, sin perder vigencia, pero
mediata, herramienta para ganar o recuperar adquiriendo significado variable según quien
el poder, y no tranquilo refugio de pensadores las pronunciara. Ni la revolución ni la demo­
aislados de la realidad. En los setenta, el mili­ cracia poseían un contenido institucional evi­
tante armado, la elite combatiente, fue el mo­ dente; evocaban imágenes y símbolos que pro­
delo del ideólogo a la vez que del conductor de curaban la acción, pero estaban hueras de
esta seudo política mutada en guerra violenta. instituciones o, cuando menos, seguían giran­
Por estas razones no es fácil descubrir do dentro de las eidstentes, para sostenerlas o
grandes pensadores, con originalidad y frescu­ cuestionarlas. Como herencia de las revolu­
ra; el papel del intelectual ha cambiado y es di­ ciones militares, pero también como legado de
fícil hallar aquellos capaces de superar las ren­ la política de masas del peronismo, las institu­
cillas inmediatas, de elevarse por sobre las ciones demostraron ser débiles, maleables,
disputas cotidianas. Cuando Ezequiel Martí­ porque no resistían a las fuerzas sociales; al
nez Estrada calificó a los intelectuales peronis­ mismo tiempo, tales acontecimientos parecie­
434 tas de “liliputienses con zancos, gansos disfra­ ron revelar que las instituciones no eran más
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

que un velo que encubría intereses y privile­ Rasgo irrefutable de esta época fue la defi­
gios que cortaban a la República en tajadas. nición de posiciones ideológicas propias por
Como telón de fondo se desplegó el mito la caracterización del enemigo: uno se ubicaba
de la crisis: revolución y democracia no fueron en la escena definiendo aquello a lo que se
más que anhelos superadores de la crisis na­ oponía; era más fácil decir contra lo que se es­
cional. Se pensaba el tiempo vivido como una taba que señalar aquello que se quería. La
profunda crisis; se veía el entorno político, so­ identificación por el “anti” se vulgarizó y el
cial, económico, padeciendo una crisis aguda. enemigo era perfilado mediante consignas va­
El horizonte del pensamiento señalaba la falta gas, vacuas, repetidas, recargables del conte­
de arraigo de todo, la inestabilidad y volatili­ nido que quisiera darle quien las usara. El
dad de cualquier empresa; la experiencia de la proceso de simplificación del enemigo fue
desintegración y de la imposibilidad de alcan­ acelerado en los años sesenta y setenta: la po­
zar un destino común; la transformación ina­ lítica se pensó y se practicó como un proceso
cabada; la existencia de dos Argentinas que no de enfrentamiento y antagonismo irreducti­
alcanzaban a integrarse. Aunque todos reco­ bles que acababa por dilucidarse fuera de la
nocieron y afirmaron la crisis, no se comulga­ política.
ba en sus causas, tampoco en los remedios ni
la ocasión para aplicar los cauterios en las he­
ridas nacionales. EL PERONISMO

LA CULTURA POLÍTICA EL cum IDEOLOGICO

De una manera insospechada, a los mitos Ya desde 1930, las refriegas ideológicas gí­
de la crisis y de la revolución apareció ligado el raban en torno al cuestionamiento del libera­
culto a la violencia, método preferido en estos lismo democrático. Este clima intelectual cul­
años en los que la dialéctica amigo-enemigo tivaba la certeza de la crisis del Estado de
adquirió perfiles enloquecedores, porque el Derecho liberal burgués, título de un libro de
enemigo no pocas veces fue considerado irre­ Arturo Sampay, aparecido en 1942, que es to­
ductiblemente tal y no mero opositor o tran­ do un emblema del momento. Las tensiones
seúnte de la vereda de enfrente. Las posiciones sociales y las pretensiones políticas comenza­
se volvieron extremas, puntos sin retorno; se ron a dar forma a un nuevo Estado caracteri­
pasó con suma rapidez del desentendirniento a zado por la seguridad social, la mayor centra­
las armas. Se olvidó la política para dejar el ca­ lización y concentración de poder, y el
mino despejado a las más diversas formas de dominio más ajustado de los instrumentos
negación, intolerancia e incomprensión. La económicos y financieros. Estos indicios pre­
violencia sirvió para higienizar el contenido disponen a entender el origen y la función pri­
humano -lo afirmaba Perón- de un país que maria del peronismo como resultado de una
no se comprendía. La guerra, el recurso a la crisis ideológica que puso en cuestión las ideas
violencia, fue la negación de la política, porque que presidieron el proyecto liberal de país. Al
anuló el entendimiento y canceló el diálogo. peronismo hay que entenderlo como una 435
LA DIMENSIÓN POLITICA

ideología y una cultura políticas nuevas, que, segundo nacimiento de la Patria bajo su signo.
generándose subterráneamente —por debajo Este tono fundacional y salvífico de la doctri­
de las formas políticas y las expresiones ideo­ na peronista se advierte con nitidez en el Acta
lógicas preexistentes—, fue capaz de reflejarlas de la Declaración de la Independencia Econó­
en su mayoría. mica, firmada el 9 de julio de 1947, cuyo obje­
tivo fue reafirmar el propósito popular de
REVOLUCIÓN consumar la emancipación económica de los
poderes capitalistas foráneos; por eso la nueva
Perón no tenía dudas de que el tiempo en independencia pasaba por una economía re­
el que vivía era el de las revoluciones popula­ cuperada, “libre del capitalismo foráneo y de
res. En un discurso de 1945 dijo que la revolu­ las hegemonías económicas mundiales”.
ción rusa había introducido en la órbita de la
gran política a las masas. Ésa era la tarea de la NACIONALISMO

hora. Perón parecía comprender que el mun­


do vivía una enorme revolución; percibía su El peronismo en cierta forma continuó al
época como el tiempo del cambio social por nacionalismo que le precedió. El nexo entre
excelencia y, como tenía conciencia de ello, es­ ambos se halla en FORIA, símbolo de un mo­
taba entusiasmado por la idea de dominarlo. mento ideológico de síntesis entre democracia
Resulta vital en la doctrina peronista el y nacionalismo, lo popular y la crítica a la-oli­
emparejamiento de los conceptos de revolu­ garquía. Tomó Perón de ellos no sólo material
ción y organización: para que la revolución no humano sino también una idea escasamente
se saliera de madre había que organizarla, desarrollada por el primer nacionalismo: el
controlarla, dominarla. El peronismo era “el papel reformista de un Estado intervencionis­
método argentino” para alcanzar “la solución ta. La retórica antioligárquica y antiirnperia­
de la felicidad argentina”; era la revolución au­ lista, la aparición del caudillo militar defensor
tóctona, que no emulaba a movimientos o de la soberanía nacional, así como el repudio
ideologías extranjeros. La conciencia de un al liberalismo, las confesiones de hispanidad y
nuevo tiempo, del advenimiento de nuevos de religiosidad, todos estos elementos recuer­
actores sociales y de nuevas formas de organi­ dan a ese nacionalismo; pero, al mismo tiem­
zación, irnponían al peronismo la adopción, al po, su transformación en peronismo, esto es:
menos retóricamente, de una política diferen­ la redefinición del significado del nacionalis­
te de la anterior. Al descartar el pasado se de­ mo para el peronismo, acomodando su heren­
bía empezar de cero, porque el peronismo no cia dentro de la doctrina y dándole un conte­
reconocía precedente alguno, exigía métodos y nido social.
procedimientos nuevos, de modo que el pasa­ Perón proclamó un nacionalismo visceral,
do político no volviera jamás, según dijo Al­ si se quiere difuso, cuando insistía en que las
berto Teissaire en 1946. El primer peronismo, instituciones y el Estado debían servir a la Na­
consciente de su papel revolucionario en un ción y ser dirigidas por patriotas honrados y
mundo de revoluciones, se ofrecía como doc­ leales. Ciertos gestos de Perón se entendieron
436 trina de refimdación nacional; auguraba un como respuestas a las pretensiones nacionalis­
EL PENSAMIENTO POLÍ'I']CO (1943-198 3)

tas. Sin embargo, algo más hizo de Perón un munismo, sustentada en la defensa de la justi­
personaje atractivo a ciertos sectores naciona­ cia social, reconocía como antecedente la doc­
listas: aparecía como el único capaz de conte­ trina católica; pero el peronismo no se conten­
ner el ascenso de las masas y evitar su radica­ taba con asumir esa deuda, debía superarla:
lización, pues no debe olvidarse que para los por eso se presentaba como cristianismo prác­
nacionalistas era tan peligroso el liberalismo tico, vital y verdadero, no anquilosado por las
que falseaba las instituciones como el socialis­ estructuras eclesiásticas. Fue Perón, en un dis­
mo que exacerbaba al pueblo con el senti­ curso de 1950, quien indicó que el cristianis­
miento de la revolución social. En todo caso, y mo de su doctrina era el “cristianismo prácti­
para preservar la identidad, sus seguidores co justicialista”. Por eso se entendió al
aceptaban definir al peronismo como un na­ justicialismo como superación del catolicis­
cionalismo de corte humanista. mo; tratando de igualar la universalidad de és­
te, la doctrina peronista se hizo la doctrina na­
CATOLICISMO cional, porque el peronismo era “una mística”
que perseguía “el triunfo de la nacionalidad”,
Hay en los orígenes doctrinarios del pero­ motivo por el cual no era ajeno a ningún ar­
nismo un aire de humanismo cristiano que gentino. En el montaje del nuevo rito fue
sirvió de fundamento e inspiración a sus lí­ esencial la mediación, no de la Iglesia sino del
neas políticas, económicas y sociales. Perón propio Perón, entre Dios y el pueblo, media­
quería entroncar sus ideas con la tradición ción dela cual provenían los frutos materiales
cristiana de Occidente y remontaba la anti­ y espirituales del gobierno.
güedad del justicialismo a los años de vida del
cristianismo, proponiéndose hacer de éste un ANTTLIBERALISMO

objeto de consumo popular. Se trataba de po­


ner en ejecución lo que hacía dos mil años ha­ El peronismo estuvo signado en lo econó­
bía anunciado Cristo, pero “en términos que mico por una conjunción de industrialismo
lo entienda la gente”. Sin embargo, parece que militar -con rasgos estatistas—, y justicialismo
esta retórica católica se debió más a la necesi­ —como compensación de las desigualdades de
dad de hallar un elemento que diera unidad clase-, concepto católico que ya estaba en bo­
espiritual a su doctrina política que a una pia­ ca de todos.
dosa respuesta católica; en este sentido debe En los años iniciales, la doctrina económi­
entenderse la revalorización de la hispanidad ca y social del peronismo no tuvo nada de li­
como matriz de nuestra nacionalidad, que le beral y sí algo de “colectivista”, como recono­
permitió aglutinar a nacionalistas y católicos cía el líder. Perón criticó a los gobiernos
tras sus propuestas. En realidad, el peronismo anteriores al suyo por sostener la ausencia del
hizo uso y abuso de ciertas enseñanzas católi­ Estado de las actividades sociales, Estado abs­
cas hasta el extremo de perfilarse como un tencionista de ciudadanos aislados y débiles.
cristianismo peronista. Como réplica, confió en poner bajo la concen­
La idea de Perón de construir una tercera tración estatal diversas actividades humanas,
opción política, allende el liberalismo y el co­ respondiendo al “espíritu de socialización” de 437
LA DIMENSIÓN POLITICA

Juan Perón, acompañado de Ricardo Guardo y Luis Gay, cn un curso de capacitación para agregados obreros en las embajadas.
Archivo General de la Nación.

la época. El conductor coreaba, con mayor tin­ mutación ideológica: anunciaban la muerte
te social, críticas que desde antes de 1930 se del individualismo negativo. Era la misión
habían desgranado contra el régimen liberal; económica y social del Estado dentro de la
mas la orientación de esa crítica hacia las fa­ ideología peronista la que transmitía de ma­
lencias del liberalismo en el campo de las rela­ nera nítida el repudio al liberalismo por la crí­
ciones laborales y de la seguridad social le da­ tica a la desprotección y explotación sociales
ban al peronismo un tinte socialista que que producía un Estado inerme.
perduraría con los años.
Es ese matiz el que destacó John W. Cooke ANTIIMPERIALISMO

cuando recordó que la Constitución de 1949


vino a suprimir la economía de mercado, el Aunque los comunistas se desgañitaron
papel neutral del Estado, la presunta igualdad gritando que el peronismo no era más que
de los contratantes y la ilimitada propiedad una variante del gobierno burgués, lo cierto es
privada. Perón sería más prudente: condenó el que la ideología peronista añadió a sus bande­
capitalismo y anunció que el Estado interven­ ras la del antiirnperialismo. Perón ligó este as­
dría por derecho propio allí donde la libertad pecto doctrinario con la necesidad de alcanzar
de mercado produjera injusticias. Aunque con la independencia económica y desligamos del
estas palabras mitigaba el estatismo absorben­ dominio del capitalismo antipatria; designio
438 te socialista, ellas importaron una enorme que Cooke tradujo como el derecho a no vivir
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

en “adulterio mental con lo extranjero”. Ser una economía social diferente de la liberal y de
antiimperialista era algo más que sumarse a la dirigida; y en lo político, al poner la sobera­
las filas de quienes condenaban la explotación nía nacional al servicio de la humanidad, “en
capitalista; significaba alinearse en defensa de un sistema cooperativo de gobierno mundial”.
los “oprimidos por la codicia y las contradic­ La tercera posición si fue eco de postulados
ciones de la exacerbación capitalista”. humanistas y cristianos, pronto ganaría una
El discurso antiimperialista, antioligárqui­ significación propiamente peronista: evocó un
co y popular produjo una identificación últi­ estado de armonía social, combinación del
ma entre nacionalidad y peronismo, de modo “colectivismo logrado por la superación, por
que el elemento nacionalista de la doctrina la cultura, por el equilibrio”, con la libertad
acabó sirviendo al peronismo: dejó de ser en la positiva determinada por “el estado ético y
intención de éste un corte horizontal de las moral”. El concepto era flexible en extremo
creencias diferentes para tornarse en una di­ pues reposaba en una visión dialéctica del
sección vertical de las doctrinas políticas. Co­ mundo en la que se enfrentaban el individua­
mo toda hendidura profimda en las capas de lismo (imperialismo capitalista) y el colecti­
la sociedad, el peronismo produjo, inventó, un vísmo (imperialismo comunista), postulan­
enemigo en el que acumuló toda la maldad, dose como salida intermedia y superadora,
mientras que atrajo hacia sí las bondades que armónica y equilibrada, que suprirnía la ex­
CD Cl OÍIO [10 ICCOIIOCÍH. plotación del hombre por el hombre.

TERCERA POSICIÓN
Iusncm SOCIAL
La tercera posición, que definía el papel de
la Argentina en el orden internacional, reco­ En el peronismo, la ayuda a los necesitados
nocía como antecedente la neutralidad frente se convirtió en justicia social, cuestión de Es­
a las potencias en guerra, pero insuflaba un tado: ni Estado abstencionista ni sindicalismo
hálito iberoamericano en el peronismo. Fue revolucionario, sino “dirección racional” de la
también un foco de referencia respecto de ayuda popular a través del Estado. La Doctrina
ciertas definiciones ad intra; por ejemplo, la Peronista recoge esta idea central de Perón co­
idea peronista de democracia (ni burguesa ni mo supresión de la lucha de clases, suplantán­
colectivista), el sentido peronista de la revolu­ dola por “un acuerdo justo entre obreros y pa­
ción (ni oligárquica ni extranjerizante), o el tronos, al amparo de la justicia que emane del
carácter ecléctico de sus principios (ni a la de­ Estado”.
recha ni a la izquierda, “centrismo”). La justicia social poseyó dentro del discurso
Perón se jactaría no sólo de ser el inventor peronista un sentido renovado: fue una justicia
de esta doctrina, núcleo central del credo pe­ sectorial, debida a una clase social postergada,
ronista, sino también de extenderla a todos los que irnpulsaba una política dislïibucionista de
aspectos de la vida colectiva: en lo social, co­ ingresos y beneficios; fue también misión del
mo sistema intermedio entre liberalismo y so­ Estado y de la sociedad el procurarla, no el pro­
cialismo; en lo económico, por la adopción de ducto de las voluntades individuales; y, final­ 439
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

mente, desplazó los términos del debate de la seguridad sociales. En este juego, la figura de
esfera política a la social, no sólo en el sentido Evita desempeñó un papel fundamental:
de darle una dimensión social a la ciudadanía, “abanderada del pueblo", ella se proclamó
sino además en el de otorgar a la legitimidad “plenipotenciaria espiritual de todos los hu­
política un fundamento material que le venía mildes de mi patria”. Con lo cual venía a rati­
del servicio al pueblo. Perón solía decir que la ficarse la desinstitucionalización de la legiti­
justicia social implicaba tres grandes tareas: la midad: ya no pasaba por los corredores de la
elevación de la cultura social de las masas, la Vetusta estructura de poder, sino por la diná­
dignificación del trabajo y la humanización del mica de la consanguinidad, del sentimiento
capital; advertía que la orientación de esta jus­ compartido y del lenguaje común que poseían
ticia respondía a un nuevo concepto de Estado Perón, Evita y el pueblo.
en el que el trabajo y la dignidad del trabaja­
dor eran elementos fundamentales de la na­ ¿CORPORAHVISMO?
cionalidad. Los modelos podían ser la expe­
riencia inglesa laborista o el New Deal de Las ideas sobre cómo reorganizar el poder
Franklin D. Roosevelt; en todo caso, un Esta­ fueron fluyendo con los éxitos electorales,
do social en camino al de bienestar. Por ello el pues, por un lado, debía asegurarse la conti­
Estado apoyaba las reivindicaciones de los nuidad del liderazgo de Perón, y, por el otro,
trabajadores, redistribuía la riqueza, dirirnía trasladar al plano institucional el modelo'de
conflictos laborales y, por sobre todas las co­ la “sociedad organizada”. En realidad, el men­
sas, procuraba intervenir en todos los proble­ tado corporativismo peronista no deja de ser,
mas sociales y económicos cuando el sistema desde el punto de vista institucional, más que
de libre iniciativa pusiera en peligro los inte­ la intermediación del Estado en los conflictos
reses nacionales o generara injusticias o desi­ entre capital y trabajo; desde el punto de vis­
gualdades. Esta idea escondía una función de ta emocional, una exaltación del pueblo co­
disciplinamiento de las masas, porque la jus­ mo sujeto de poder; y, desde el punto de vis­
ticia social debía ser organizada y no dejada a ta ideológico, una invocación a la armonía
la anarquía espontánea de ellas; así se entien­ entre trabajadores y empresarios, a la justicia
de la admiración con la que Manuel Gálvez social.
definió la política social de Perón: “en forma Perón rechazó desde un comienzo toda
avanzada, dentro del orden, desde arriba y rá­ asimilación de sus ideas sindicalistas al cor­
pidamente”. porativismo u otra forma de asociacionismo
Para la concepción peronista, la pobreza estatal, defendiendo la unidad gremial, defi­
no era asunto privado sino cuestión pública, nida y apoyada por el Estado, para organizar
relativa al orden social que debía imponer el a la masa, porque eran los enemigos del pue­
Estado, reconociendo los derechos sociales. La blo quienes la querían desorganizada y sin
liberación integral de los trabajadores y la agremiación que la defendiese. Ese corporati­
igualdad social pasaban indefectiblemente por vismo no fue sino la nueva organización de
el Estado, es decir por Perón, a través de un los trabajadores que suplantó al viejo sindi­
440 proceso de centralización de la asistencia y la calismo autónomo e implantó un nuevo mo­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-193 3)

delo sindical organizado por el Estado para nizado “que procediese racionalmente, de
controlar el mundo del trabajo. Perón quería acuerdo con las directivas del Estado”. El pue­
que el sindicato fuera la institución que re­ blo como masa estaba disperso y era política­
presentara a los obreros ante el gobierno, la mente inútil; por eso el problema de la organi­
justicia y los patrones, pero no un instru­ zación fue el más relevante, pues incluía el
mento político; una institución ajena a toda derecho a mandar en diversos grados, lo que
ideología que no fuera la obrera, representa­ Perón llamaba, en lenguaje castrense, primero
da por obreros de una misma actividad que el conductor, luego los cuadros y por último la
tuvieran una importante predisposición: per­ masa.
manecer “unidos para ser fuertes en la lucha El pueblo de la doctrina peronista es la
a emprender en colaboración con el Estado”. masa organizada, no la inorgánica; y la masa
En realidad, el peronismo transmitía una vi­ está organizada cuando se sindicaliza; y eso la
sión jerárquica de la sociedad, recogida en el hace pueblo. Entre esos dos conceptos de
sentido orgánico-social de la doctrina pero­ pueblo se inscribieron las políticas de Perón:
nista y en el concepto de comunidad organi­ para la masa, disciplina y verticalidad, orga­
zada; visión que poco debe al corporativismo nización o, cuando las circunstancias lo acon­
fascista y bastante más a lo que el propio Pe­ sejasen, a ese falso pueblo “hay que restringir­
rón había tomado de la vida militar: el ejérci­ lo, cerrarlo, no dejarlo mover”. Para el pueblo
to fue el ejemplo de organización, el mejor y de la comunidad organizada, condescendencia
más poderoso sindicato, al que debían emu­ y piedad. Cuando en 1947 Perón proclamó los
lar los demás. derechos del trabajador, no sólo le enseñó al
pueblo los postulados que lo beneficiaban, si­
EL PUEBLO no que le recordó la necesidad de fomentar
los medios económicos para hacerlos reales,
El gran misterio peronista fue esa especial esto es, que el pueblo trabajador sólo podía
trabazón existente entre el líder y su pueblo. tener una finalidad: “trabajar y producir”.
En el discurso de Perón hay un doble sentido
del pueblo: un pueblo idealizado, institucio­ VERTICALISMO, ANTINOMIA Y RITUALES
nalizado, incorporado al aparato de dominio
peronista, el pueblo que es, en la doctrina, La legitimidad peronista se basó en la re­
parte de la comunidad organizada y que se lación dialéctica (según Cooke, directa y físi­
confundía con la Nación misma; y otro pue­ ca) del líder y la masa, de la que resultaron
blo, más real, la masa, con hábitos que le lleva­ inspiración y lealtad, conducción y disciplina,
ban a la desobediencia y al desborde infruc­ mando y movilización; relación en la que el
tuoso, a sostener lealtades sindicales, parciales. líder simbolizó la íntima unión de las partes y
Entre uno y otro pueblo, como tempranamen­ que resultó en su primacía: las masas “vivían”
te declaró Perón, había que instituir al con­ en el líder. La legitimidad peronista, más allá
ductor y montar la maquinaria estatal, de mo­ del carisma, desnuda mecanismos propios de
do que el movimiento popular se organizase e la verticalidad castrense: el líder decía inter­
hiciese de esta masa anárquica, un todo orga­ pretar y traducir a las masas; ellas, seguirlo y 44]
LA DIMENSIÓN POLITICA

apoyarlo. Así, una y otra cara de la legitimi­ Desde los cincuenta se incrementó el “cul­
dad se alimentaban mutuamente: había una to político” al líder y a su esposa, mientras se
alianza de sectores diversos (la sociedad orga­ fomentaba una clara antinornia entre partida­
nizada), de la misma manera que existían ri­ rios y enemigos del peronismo, y en conse­
tuales cargados de simbolismo (las moviliza­ cuencia, crecía la conflictividad política. Si en
ciones), que resultaron en apoyo masivo al ese entonces se volvieron difusos los límites
líder indiscutido. Este doble proceso fue ex­ entre el Estado y el partido y entre éste y su lí­
plicado por Cooke: el partido era un instru­ der, se acentuaron también los aspectos auto­
mento de acción del pueblo, y éste había de­ ritarios del régimen. Perón convocó al pueblo
positado la conducción unilateralmente en el l7 de octubre de 1951 a juramentarse para
Perón, porque él era el único que comprendía derrotar a los enemigos extemos e intemos
y realizaba la revolución popular; al tiempo “hasta exterminarlos”. Un lenguaje ideológico
que el pueblo creía en la palabra de su con­ agresivo descalificaba a los no peronistas co­
ductor porque poseía una “virtud mágica” y mo “vendepatrias”, “brutos que no nos entien­
definía la “ortodoxia”. den” o “eternos enemigos del pueblo y sus rei­
Se ha dicho que el poder de Perón (uniper­ vindicaciones”.
sonal, arbitrario) no era dictatorial; sin embar­
go, el apoyo popular, la adulación de seguidores LA UNIDAD NACIONAL

y la propaganda oficial, configuraron una mo­


dalidad del culto a la personalidad, muy en bo­ La máxima de la unidad nacional, Perón la
ga por aquellos años. Empero, siempre fue posi­ tomó del nacionalismo antiimperialista de los
ble una doble lectura: desde el peronismo, la treinta y la reformó para darle la forma por él
relación se presentó como alineación (vertica­ deseada: la unidad de la Nación como un todo
lismo, lealtad) de todos con Perón; fuera del operaba como comunidad de ideas o identi­
movimiento, demandó una ritualización de la dad doctrinaria, comunión en la doctrina pe­
política que fadlitara el contacto fisico del pue­ ronista. Perón jamás dejó de enfatizar la nece­
blo con su líder. Las celebraciones del 1° de ma­ sidad de unir política y doctrinariamente a la
yo y del 17 de octubre se convirtieron en escena­ Nación. Para legitimar su discurso ideológico
rios simbólicos de comunión directa de Perón se requería de la verticalidad en el movimien­
con su pueblo, sin intermediarios, generando to y de una doctrina propia que fuera patri­
un espacio y un tiempo de identificación que monio de todos los argentinos. Perón llamaba
escapaban a las estructuras formales. Aun en es­ a esa doctrina “una mística común”; no brota­
tos casos de aparente espontaneidad, el control ba espontáneamente de nuestra historia ni
de las movilizaciones era indispensable para que traducía en forma directa las apetencias del
el pueblo no degenerara en masa. Por ello, Pe­ pueblo; por el contrario, era una doctrina ela­
rón debió concentrar el poder; fue, al mismo borada por los dirigentes, quienes la inculca­
tiempo, líder, teórico, intérprete y conductor del ban en el pueblo para alcanzar la “unidad de
movimiento. En palabras de Evita, ser peronista acción”.
requería “fidelidad a Perón, subordinación a Pe­ La unidad doctrinal exigía una interpreta­
442 rón y confianza ciega en Perón". ción guiada y dirigida de la ideología, para de­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1933)

senmascarar la falsa política, las ideologías ex­ LA POLÍTICA


trañas y los falsos apóstoles, diría Perón.
La unión nacional, como meta del gobier­ El peronismo rechazó la política tradicio­
no, se convertiría en unidad doctrinaria. Pe­ nal —que había sido condenada ya por anar­
rón percibió que la unión de los argentinos quistas, socialistas revolucionarios y naciona­
demandaba capacidad de acción en común, la listas—, la política del sectarismo, del comité,
que sólo se alcanzaba por medio de la unidad de los partidos y de la oligarquía. Pero no hay
doctrinaria como germen de la unidad espiri­ que engañarse: en el discurso peronista se ad­
tual perdida. La unión nacional consistía en vierte el reconocimiento de una física política,
“la coincidencia fundamental” de todos los ar­ una manera de actuar políticamente que, al
gentinos en los “principios esenciales” o mismo tiempo que se admite como tal, se pre­
“grandes objetivos” que debían guiar a la Na­ tende superar. Es la política como confronta­
ción; fijar esos principios era la función de la ción, que Perón había mamado en el cuartel:
doctrina nacional justicialista que perseguía la política es lucha, escribió, “siempre se trata
“una Nación socialmente justa, económica­ de una voluntad que vence a otra”. Pero esta
mente libre y políticamente soberana”. La doc­ visión objetiva de cómo era la vida política
trina justicialista, como doctrina nacional, sa­ contrastaba con el anhelo de unidad de todos
lía del campo de la política y de las disputas los argentinos; por eso, el Perón que sirnboli­
partidarias, como si fuera neutral, y se erigía zaba la argentinidad era el que, en aras de la
I (t
en indisputado estandarte de la nueva nación, unidad, combatia toda clase de lucha, porque
única doctrina argentina; por eso no había es­ la lucha, producto del odio, destruye valores y
pacio para ideologías extrañas o doctrinas fo­ energías”. Era posible disentir, luchar, en rela­
ráneas, frases que Perón aplicaba a toda otra ción con temas que admitían diversidad de in­
ideología que no fuera la peronista. tereses en el pueblo; pero, en el “objetivo polí­
Porque la doctrina definía al “otro”, Perón tico derivado del sentir de la nacionalidad de
tuvo el poder de definir a los leales y de casti­ ese pueblo, por ser único e indivisible, no ca­
gar a los traidores, de identificar al adversario ben opiniones divergentes”, señaló. Reconocía
que rehusaba integrarse y se mantenía como como natural que la vida política fuese hetero­
extraño o enemigo. Perón jamás abandonó es­ génea y que suscitara conflicto; mas esa natu­
ta intención; en 1974 insistió en que la doctri­ raleza debía ser corregida por la unidad. De
na peronista creaba una “segunda naturaleza” esta manera, la política natural era la política
en todo argentino, de modo tal que ella seguía falsa, de los políticos que dividen al pueblo y
siendo un resguardo para la nacionalidad en disocian las fuerzas del Estado; contrariamen­
peligro, porque todo argentino era, en el fon­ te, la política correcta era la que se preocupa­
do, peronista. El peronismo se convirtió en ba por la unidad nacional, cuestión de estadis­
una religión política: poseía su propio rito, ha­ tas que sólo miraban los fines y objetivos del
bía generado su peculiar santoral y trató de Estado. La política justa era la represión del
consolidar su doctrina como auténtico evan­ conflicto, al que el peronismo tenía horror,
gelio del argentino. porque el conflicto aparejaba la división en
banderías enconadas; la política justa consistía 443
LA DIMENSION POLITICA

en amalgamar y no en dividir, porque dividir del Estado”; llegando de esta suerte a una doc­
era contribuir a la destrucción interna. El trina del humanismo estatista, que era huma­
punto culminante de este proceso llegó con el nista porque “considera al hombre por sobre
Segundo Plan Quinquenal, el que resolvió to­ toda otra consideración, siempre que con ello
da oposición entre peronismo y patria, adop­ no se perjudique al Estado”; y que era estatal
tando la doctrina del primero como credo ofi­ porque el Estado no tiranizaba al hombre y el
cial de la segunda. hombre “no hace uso ni abuso de cuestiones
Perón asoció “su” política de unidad a dos que perjudican al Estado”. Sin embargo, este
elementos clave: la organización y el Estado. No equilibrio era difícil de mantener, sobre todo
creía que las transformaciones sociales siguie­ por la acción tutelar del Estado, dado que la
ran un proceso natural, un desarrollo sin plani­ confianza en el Estado como mecanismo de
ficar; al contrario, en su concepción política fue organización permitía superar la diversidad.
vital el dominio de los acontecimientos por la Perón decía ya en 1944 que allí donde estaba el
organización. “No hay nada sin organización”, punto que separaba al bien del mal, allí debía
afirmó Perón; sin ella sólo había anarquía. El hacerse presente la autoridad estatal como co­
logro de cualquier fin político dependía de la rrector moral. Una parte fundamental del le­
organización, lo que significaba someter el fu­ gado peronista se encuentra en esta legitima­
turo a una “racionalidad absoluta”, porque al ción del papel del Estado: si la política se
mundo cambiante era posible dominarlo sólo organizaba en el Estado, se confundía en él, la
por la tecnificación. Para procurar ese dominio intervención estatal se creyó imprescindible
estaba el Estado. Perón definió al Estado como para garantizar cualquier fin colectivo.
“una máquina que funciona dentro de la Na­
ción”, pero que es independiente de ella, con­
cepto tremendo que desencarna al Estado, lo Dos DECADAS DE CAMBIOS IDEOLÓGICOS:

separa de su historia hasta convertirlo en puro LA ARGENTINA SIN PERON

instrumento técnico. Este Estado máquina sólo


tenía sentimientos y emociones frente a la an­ INTERPRETAR AL PERONISMO,
gustia humana, ante las necesidades del pueblo: COMPRENDER AL PAÍS
ahí radicaba su derecho a intervenir en forma
rápida y eficaz, enérgicamente. Eso significó el La proscripción convirtió al peronismo en
Estado social: el sometimiento del dolor huma­ un mito que parecía encerrar el secreto de la
no a la organización estatal para ser aliviado. historia nacional. Interpretarlo era entender­
Entre la fragilidad de la vida humana y la orga­ nos, tarea dificil, pues —descontado que Perón
nización al pueblo, Perón insertó una tercera no tenía intenciones teóricas sino políticas— el
instancia: el Estado, que no sólo fue un dispen­ peronismo como toda ideología redujo afir­
sador de beneficios sociales sino también un maciones y doctrinas a rápidas y digeribles
espacio donde las clases podían disputar y diri­ consignas de consumo masivo, lo que le dio
mir sus conflictos. gran generalidad pero escasa precisión. Coo­
Perón creyó posible defender “lo sagrado ke, en su Informe y Plan deAcción, de 1957, de­
del hombre” al mismo tiempo que “lo sagrado cía del peronismo que era “un conglomerado
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

de extraordinaria amplitud ideológica y hu­


mana”, que poseía un núcleo doctrinario cen­
tral, pero cuyos límites eran indistintos y se
desdibujaban. Además, la doctrina peronista
fue un sincretismo ideológico, una combina­
ción de las ideologías irnperantes, lo que le da­
ba un tono de ambigüedad y polivalencia, re­
volucionario y tradícionalista a la vez, al borde
de la incoherencia. Y sin olvidar que el gran
intérprete de la doctrina fue Perón, el dueño
de la palabra, lo que acentuaba el personalis­
mo hegemónico del jefe en la definición ideo­
lógica. Todo lo cual conduce al mismo térmi­
no de análisis: no es extraño que el discurso
político peronista se nutra de fragmentos dis­
persos que suenan ora a la derecha, ora a la iz­
quierda. El rompecabezas de la ideología pe­
ronista es Perón y su intuición del sentido de
la “revolución mundial”, al igual que su capa­
cidad para orientarla interiormente.
Estas dificultades se revelan a la hora de
Iohn William Cooke en 1958. Revista Mayoría.
explicar qué es el peronismo. Parece haber
coincidencia en el “populismo” de su ideolo­
gía, su apelación contraria al liberalismo en la
construcción de un sistema simbólico popular peronismo como un “capítulo histórico anti­
y democrático; populismo que no se contradi­ moderno” (así, Gino Germani), la sobreviven­
ce con el personalismo en la conducción, el es­ cia de una sociedad con rasgos típicamente
tilo autoritario-plebiscitario de gobierno, el tradicionales (autoritaria, carismática, rural,
culto al líder que vive en comunión con el sin movilidad social, de reglas consuetudina­
pueblo, el entrecruzarniento de elementos tra­ rias) que atrasaba el advenimiento de una so­
dicionales (reaccionarios) y modernos (pro­ ciedad moderna (democrática, individualista,
gresistas) en el discurso político, etc. La idea de con movilidad social abierta, industrial y ur­
que el peronismo fue una “revolución demo­ bana, de reglas irnpersonales). Para el primer
crático burguesa sin burguesía” (según Iorge Germani, el peronismo fue un proyecto fascis­
Abelardo Ramos), necesaria para la moderni­ ta y totalitario inacabado, con una ideología de
zación argentina a pesar de la oposición o de la superficie marcadamente populista que mani­
incapacidad de esa burguesía, contrasta con la pulaba a las masas de trabajadores desarraiga­
tendencia a definirlo como antidemocrático, dos y marginales. Sirnilarmente, la izquierda
estigma impuesto por sectores liberales y co­ radical vio al peronismo como un momento
munistas. Otros, por el contrario, conciben al más del gobierno de la oligarquía capitalista 445
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

antinacional entregada al imperialismo. No den, corporativismo, que el imaginario liberal y


obstante, hay quienes lo tomaron como un socialista ligaba inmediatamente al fascismo.
movimiento de liberación nacional, emparen­ La izquierda también optó por calificar al pero­
tado con el nacionalismo y los movimientos nismo de “bonapartismo” (como repetiría Sil­
africanos y asiáticos de liberación; esta co­ vio Frondizi, entre otros), experiencia demagó­
rriente, popularizada en los sesenta por Juan gica, forma intermedia de organización política
Iosé Hernández Arregui, fue continuada en los que controló las nacientes tensiones sociales sin
setenta por una parte de la izquierda que en­ violencia, amortiguando el carácter revolucio­
tendió al peronismo como la inicial instancia nario de las clases trabajadoras mediante el
en la evolución hacia el socialismo nacional. aparato estatal y militar que se definía como
Para el nacionalismo, el peronismo fue una equidistante: hacía concesiones sociales al pue­
incógnita. Algtmos lo calificaron de un movi­ blo mientras se entregaba al poder burgués y al
miento carente de iniciativa de acción, que ha­ imperialismo, bloqueando la naturaleza revo­
bía sabido absorber el resentimiento de la so­ lucionaria de la masas. Por eso el peronismo no
ciedad argentina, proponiendo una suerte de dejaba de ser un movimiento reaccionario,
“socialismo vernáculo” (como decía Máximo conservador, que podía encontrar sus raíces en
Etchecopar); otros destacaban que el liderazgo la prolongación de las tendencias políticas y
carismático revelaba su perfil nativo, lejos del económicas de la “década infame”.
fascismo u otro modelo autoritario europeo,
como “dictadura legalizada” o “caudillismo” SUCEDÁNEOS PERONISTAS

fundado en la irresistible gravitación del man­


do personal sobre las masas, que rebasaba el El peronismo no podía ser reemplazado,
Estado de Derecho, según explicaba Marcelo pero sus ideas podían ser asumidas y retoca­
Sánchez Sorondo. Una osada interpretación das, como hicieron Arturo Frondizi y Rogelio
provino de la vinculación de peronismo y “na­ Frigerio. El desarrollismo se sostuvo en tres
cionalsocialismo”, que en los orígenes mismos soportes: el general Pedro Eugenio Aramburu
del movimiento respondió a la propaganda daba el apoyo de las Fuerzas Armadas, Frondi­
norteamericana, atribuida al embajador esta­ zi aportaba los ideales populares de Yrigoyen,
dounidense Spruille Braden. A esta lectura se y Perón arrimaba al pueblo y los votos. No es
prestaron gustosos comunistas y liberales loca­ extraño que el desarrollismo fuese visto como
les: el peronismo se relacionó con una visión de una forma de populismo elitista que retomó
la historia a la luz de los acontecimientos euro­ banderas peronistas de atractiva evocación en
peos, dominada por diversas formas de totali­ las mentes nacionalistas (la independencia
tarismo, autoritarismo, fascismo y nazismo; económica, el antiimperialismo); las reformu­
fue el “naziperonismo” (como lo denominó ló (la unidad nacional se llamó “integración”,
Victorio Codovilla). Por eso se lo consideró una Argentina sin diferencias de clases, donde
una forma de “fascismo”, atendiendo a la in­ todas fueron convocadas a trabajar por el
fluencia de nacionalistas, militares y católicos país); le añadió el tinte revolucionario que re­
que habían defendido conceptos tales como quería el momento (la intransigencia como si­
446 autoridad, religión, hispanidad, tradición, or­ nónimo de lucha); e intentó erigirse como al­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

Ejército, con lo cual, según la izquierda, se


ARTURO FRONDIZI abandonaban el laicismo y el antirnilitarismo
esenciales en cualquier programa revolucio­
nario. De todas formas, el desarrollismo expli­

PETROLEO Y cado por Frigerio tomó la forma de una ideo­


logía economicista, de tintes nacionalistas, que
POLITICA remató en un liberalismo singular, que abor­
daba el crecimiento económico mediante el
comruustscnóx M. I-Its"l‘lJDl0 m: m capital extranjero como correspondía a una
msmnn Ec0_\'4'n.\II(:..\ ..u«;r:.\'1'1.\'.—\ ï
m; us Ill-ZIAGZIONES I-’.\’I'lll-: EL nación subdesarrollada. No por nada la iz­
un-+:¡u.u.¡s.uo r L.\ \'u).\
I‘()I.Í'I‘I1:.\ x" xcuoxyu.
quierda nacional calificó a la ideología desa­
rrollista como “neocolonial”; y los liberales
descubrieron en ella ingredientes que la aleja­
ban del verdadero liberalismo, debido al papel
planificador del Estado en la fijación de metas
(modernización e industrialización) y su gra­
EDFFOIHAI. ltAltL-H. vitación en las decisiones económico-sociales.
BUENOS AIRES
Si el desarrollismo fue uno de los primeros
intentos serios de suceder al peronismo, el
proyecto del gobierno de la revolución de
Primera edición de la obra en la que Frondízi expresó su
pensamiento político-económico. 1966 abrió las posibilidades de la sucesión de
Perón. La “Revolución Argentina” fue la pri­
ternativa ideológico-política en la Argentina mera intervención militar sin límites tempo­
posperonista. Frondízi, en Petróleo y política rales, que renunció a ser provisoria porque se
(1954), proclamó la transformación del viejo mantendría en el poder hasta restaurar la paz
orden mediante una revolución democrática social tras diez años de deformación del siste­
en la economía, corrigiendo el desarrollo su­ ma político, asumiendo el problema de resta­
bordinado al imperialismo y las injusticias so­ blecer la democracia sin fraude y superar la di­
ciales del capitalismo oligárquico. Estas bases visión entre peronistas y antiperonistas. Esta
estructurales permitían acabar con las reitera­ pretensión de una nueva legitimidad se fundó
das dictaduras que lirnitaban los derechos. La en la fuerza del poder de un jefe militar, bus­
integración repetía la idea peronista de supe­ cando el consenso social. Estabilidad econó­
ración de la lucha de clases y remedaba otro mica, pacificación social y paso de la “legali­
concepto tomado de aquél: la unidad nacional dad falaz” a la democracia posperonista, ésas
se expresaba como la continuidad entre la fueron sus metas. Si bien es innegable que es­
ideología, el planeamiento y la acción. El desa­ te régimen se nutría ideológicamente de co­
rrollismo llegó al poder prometiendo la “paci­ rrientes del catolicismo, del nacionalismo y
ficación nacional”, la convivencia armónica de del liberalismo (en economía), unidos para
todos los sectores, incluida la oligarquía, lo combatir al comunismo, políticamente buscó
que importaba concesiones a la Iglesia y al expresar la alianza militar sindical que carac­ 447
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

terizó al régimen peronista. Onganía reempla­ Como sostiene Ezequiel Gallo, en vez de rever­
zó las ideologías democráticas vencidas con la tir el avance de lo público, apoyó la creciente
modificación de los mecanismos de decisión: estatización, especialmente de la economía;
despojó a los actores sociales y políticos de su por lo que si este liberalismo se parecía más al
poder de negociación y los emplazó como keynesianismo, el verdadero liberalismo se re­
partes de un Estado controlado por una elite fugió en pequeños grupos con escasa influen­
civil y social, integrada por hombres de ten­ cia en la opinión pública, concentrados en las
dencia liberal, conservadora y reformista. La ideas económicas, relegando a un segundo
singular síntesis resultó en un régimen autori­ plano el valor de las instituciones tuitivas de
tario que concentró y centralizó el poder del las libertades individuales. Este era el liberalis­
Estado tras un proyecto neocorporativo, de re­ mo “verdadero”, de sesgo economicista, como
miniscencias gaullistas, expresado en los con­ el de Mises o Hayek.
sejos, para ordenar pacíficamente la vida eco­ Una de las principales razones del descré­
nómica y social. Pero mientras los sindicalistas dito liberal se debió a la aventura militarista,
pensaban en el cogobíerno como realización una cirugía en la que los liberales se mutilaban
de la soñada patria metalúrgica, los militares a ellos mismos. A medio camino entre las re­
intentaban ubicar las huestes trabajadoras vanchas políticas y las aspiraciones ideológi­
dentro de un Estado autócrata y ordenado, co­ cas, los liberales apostaron a los militares para
mo antes había hecho Perón. recuperar el poder y realizar sus ideas, aunque
importara poner por sobre la Constitución li­
EL DESENCUENTRO LIBERAL beral “el derecho a la revolución” (según Mar­
celo Sánchez Sorondo) y demorar la vigencia
Durante estas décadas es posible percibir de aquélla por exigencias del momento. Fue la
la permanencia de un “difuso” credo liberal, impotencia frente al peronismo lo que les lle­
unido en torno a las ideas de la Constitución vó por este camino; pues si hubo algo en lo
de 1853; un liberalismo institucional que se que comulgaron los liberales fue en el antipe­
identificaba con aquel modelo y con ciertos ronismo acérrirno, ese que desde Sur expresa­
valores (libertad individual, derechos perso­ ba Enrique Anderson Imbert cuando, contra
nales, control del poder) incorporados a las la política de integración de Frondizi, decía
creencias generales; y un pertinaz -e igual­ que “a Perón y al peronismo hay que desinte­
mente frágil- liberalismo económico como grarlos, liquidarlos cuanto antes”. Este libera­
reacción contra la regulación y el dirigísmo es­ lismo en bancarrota frustró la Convención
tatales. Sin embargo, este liberalismo “resi­ Constituyente en 1957, denunciando el inten­
dual” vivía un tiempo histórico que no le era to mayoritario de propulsar las ideas de un
propicio, que lo sometía a mutaciones. Por eso “colectivismo de izquierda” que debilitaban “el
no faltaron abogados de un socialismo liberal derecho individual de propiedad”, tales como
que preconizaran la incorporación de los de­ la reforma agraria, la estatización de la econo­
rechos sociales junto a la restricción de los pa­ mía privada, el monopolio de los servicios pú­
trimoniales, bajo el control de un Estado regu­ blicos o la nacionalización de los impuestos.
448 lador. La pureza liberal parecía perderse. Este documento prueba que el liberalismo es­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

taba consciente de su naturaleza minoritaria, Advertidos de la guerrilla comunista, conci­


reconocía el nuevo aire socialista que impera­ bieron la política como una reacción armada,
ba en las ideas políticas, y no se resignaba a ver hicieron el elogio de las armas como resguar­
desaparecer los principios que lo inspiraban. do final de la patria. Jordán Bruno Genta ala­
baría esa violencia nacida de las Fuerzas Ar­
EL NACIONALISMO madas, porque cada vez que ellas blandían el
sable con honor, conservaban inmaculada su
Antes de la aparición de Perón, el naciona­ dignidad, dado que el sufrimiento y la muerte
lismo se debatía en divisiones internas que se eran “servidores de la justicia”. Los que se de­
mantuvieron y profundizaron con el surgi­ jaron tentar por la contrarrevolución, vivieron
miento del nacionalismo populista, sector que su tiempo como una guerra final entre comu­
entró en el peronismo al descubrir que la reac­ nismo y nacionalismo católico, no admitiendo
ción no conducía a nada y que la soberanía más opciones para éstos que un catolicismo
popular era el principio político activo. Perón antidemocrático adornado de corporativismo.
fue entonces signo de contradicción: muchos Durante los sesenta hubo también un des­
nacionalistas vieron en él a la persona indica­ lizamiento de intelectuales de la derecha
da, al líder que irnpondría la doctrina nacio­ nacionalista hacia la izquierda nacional. Iuan
nal; otros no se dejaron seducir y mantuvieron Iosé Hernández Arregui sugirió que el revi­
distancia crítica con el nuevo movimiento. sionismo histórico nacionalista había abierto
Después de Perón, el nacionalismo quedó a la el camino a la izquierda al cuestionar e invali­
deriva. Fuera de la pertinaz tendencia al auto­ dar la historia oficial. El nacionalismo se con­
ritarismo de algunos militantes, que se tradu­ virtió en una ideología con contenido popu­
cía en apoyo a los gobiernos militares, la dere­ lar, más secular, igualmente reaccionaria y
cha no sólo continuó antiliberal sino también antiliberal. Los viejos nacionalistas, en cam­
anticomunista, pues desde mediados de los bio, fueron desencantándose tanto de estos
cincuenta esta amenaza era más poderosa que virajes ideológicos como de la política favora­
la liberal. Para los nacionalistas peronizados, ble a los golpes de Estado y al militarismo. El
el liberalismo pasó a ser objeto de proceso padre Leonardo Castellani denunció esa cala­
acusatorio tras la revisión histórica, del cual se midad que consistía en olvidar que el orden
esperaba una sola sentencia: “es forzoso que militar no pertenecía al orden civil; que por
perezcan los liberales”, según la fórmula de querer cambiarlo todo, porque todo estaba
Atilio García Mellid. Mas el peligro comunista podrido, se fiaba erróneamente en el Ejército
fue el escenario dominante; permitía justificar como “paladín de todas las virtudes y sabe­
el exceso de poder, confundido con el orden, y res”. A estos nacionalistas sólo le quedaban
la falta de libertad, asimilada al libertinaje. dos armas: la crítica y la esperanza de que en
Muchos nacionalistas cayeron en el mani­ algún momento fueran oídos; pero como la
queísmo: la historia fue cruzada contra el co­ sordera parecía crónica, la crítica fue el arma
munismo; la política, monólogo de la autori­ predilecta, volviendo otra vez sobre la vapu­
dad; el destino del país, el aislamiento ante los leada clase dirigente, la elite -militar, civil o
riesgos del imperialismo y del comunismo. partidaria- que no reunía las virtudes sufi­ 449
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

cientes de una minoría rectora, desvirtuando Criterio. Los trabajos que publicaba demos­
el sistema político y minando la base espiri­ traban la preocupación por la legitimidad del
tual de la República. sistema político -que excluía al peronismo
mediante proscripciones o prohibiciones-, y
Los CATOLICOS por la suerte de las masas obreras, las que en
situación de disponibilidad se orientarían a la
En el momento de aparición y triunfo del izquierda como el peronismo lo estaba ha­
peronismo, los católicos, además de la preo­ ciendo. Pero el verdadero cambio estaba por
cupación por los problemas sociales, tenían producirse. Hacia 1966 apareció Cristianismo
en su seno varias tendencias políticas: una de y Revolución, una publicación que sintetizaba
ellas adhería a un nacionalismo antiliberal los extremos en una dialéctica humanista, fra­
cauto ante los excesos autoritarios; otra, más ternal, sensible para con los pobres, los harn­
autoritaria, hispanista, también antiliberal, brientos, los desamparados, los explotados.
estaba prendada del franquismo y de las ideas Fue el órgano de expresión de las ideas libera­
antidemocráticas. Había también un sector cionistas y revolucionarias dentro del catoli­
tradicionalmente liberal y democrático, se­ cismo, que pasaba de la solidaridad a la revo­
guidor de Jacques Maritain, que defendía la lución y de la caridad a la violencia armada
constitución y la legitimidad electoral, y criti­ casi sin solución de continuidad y con funda­
caba el militarismo. El advenimiento de Perón mento en los Evangelios. Para ese entonces ya
y las reformas sociales impulsadas por éste se había abierto el diálogo entre católicos y
produjeron divisiones internas de otra índole, marxistas, que aproximaba a los primeros a
en torno a la figura del líder y al peligro de la las posiciones de los segundos, en especial las
demagogia populista. Tempranamente, mon­ revolucionarias. Los Sacerdotes para el Tercer
señor Gustavo Franceschi advirtió que no era Mundo tenían su propia interpretación de la
lo mismo democracia cristiana que demago­ “opción cristiana por los pobres”: se trataba
gia cristiana; el padre Castellani vio en las me­ de elegir al proletariado en la lucha de clases
didas obreras la influencia del socialismo, y que llevaba contra la burguesía; de optar por
Julio Meinvielle creyó que la satisfacción de los pueblos del Tercer Mundo en su lucha in­
los apetitos populares conduciría al comunis­ ternacional contra las naciones ricas y explo­
mo. Todos parecían estar contra Perón. Sin tadoras. En un conocido documento de 1968,
embargo, para algunos, como Manuel Gálvez el Movimiento centró su mensaje en cuatro
y el padre Hernán Benítez, Perón fue el hom­ puntos: la admisión de la violencia como jus­
bre providencial capaz de construir un fuerte ta respuesta de los oprimidos; la existencia de
Estado católico con contenido social. De ahí una situación de violencia que permitía a los
nacería un peronismo católico que se debati­ pueblos latinoamericanos la legítima defensa;
ría entre los virajes del líder y los cambios el compromiso cristiano en la lucha por la li­
eclesiásticos. beración real del hombre, y la más amplia li­
Estas posiciones se reiteraron a la caída de bertad de elección de los medios para obtener
Perón, predominando en un principio la tó­ la liberación y construir la sociedad más justa
450 nica más cívica y conciliadora de la revista y fraternal.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

EL GIRO A LA IZQUIERDA de atacar al colonialismo. Hasta algunos secto­


res democráticos radicales abandonaron su
LA IZQUIERDA NACIONAL viejo discurso reformista, plegándose al éxito
de la nueva ideología.
Hacia fines de la década del cincuenta re­ Todas estas tendencias formaron una fuer­
nacieron las esperanzas de un futuro socialis­ za ideológica conocida como izquierda nacio­
ta, abierto y a disposición de una izquierda nal, mediata o inmediatamente fundada en el
popular y revolucionaria; socialismo que no marxismo, que supo recoger las enseñanzas de
dependía de leyes de desarrollo histórico eco­ Antonio Gramsci -el principal mentor espiri­
nómico sino de un “acto de voluntad política”. "tual de la publicación Pasado y Presente-, del
Esta izquierda parecía tener sentido sólo si se existencialismo de Jean Paul Sartre, de la revo­
definía en contradicción con el sistema capita­ lución cubana, de sectores católicos radicali­
lista, como altemativa no burguesa, proletaria zados, de la resistencia peronista, etc. Al andar,
o popular, con lo cual sepultaba la vieja políti­ esta izquierda nacional se encontró con los in­
ca de Iuan B. Iusto y sus herederos, e insistía en telectuales del populismo nacionalista, más o
que el proletariado debía encabezar el proceso menos marxista, como Iorge A. Ramos, Iuan
de liberación nacional e internacional. Si algu­ Iosé Hernández Arregui o Rodolfo Puiggrós,
na ideología podía impugnar la tradición libe­ quienes jugaban con la dialéctica que oponía
ral y republicana de la Argentina, parecía ser el lo popular al imperialismo, abriendo el cami­
marxismo, con sus ortodoxias y sus heterodo­ no a las luchas por la liberación nacional con
xos, por su capacidad de develar las explota­ sentido latinoamericano. Todas estas expre­
ciones y traiciones encubiertas. Ser de izquier­ siones, tarde o temprano, confluirán en el po­
da era ser lúcido, tomar conciencia, vivir en la pulismo armado.
verdad.
El análisis marxista de la realidad nacional EL cmo PERONISTA
conducía siempre al mismo axioma: “El dile­
ma dela hora es bien claro: o socialismo revo­ A partir de los sesenta, la necesidad de re­
lucionario o dictadura burguesa”, decía Silvio ver el significado del peronismo llevó a un sec­
Frondizi. La izquierda, convencida del carácter tor de la izquierda a aproximar ambos térmi­
irreversible del proceso histórico hacia el so­ nos, siguiendo un camino similar al de los
cialismo, debía abandonar su política de cola­ peronistas que revisaron la doctrina desde una
boración con el liberalismo y constituirse en óptica socialista. El peronismo de la resisten­
movimiento revolucionario de masas, abrien­ cia propuso un vuelco hacia la izquierda, im­
do una instancia nacional de la revolución pulsado por el propio Perón, acompañado por
proletaria. Por eso, la izquierda fue la inevita­ algunos intelectuales, como Iohn W. Cooke,
ble intersección de las diversas ideologías: cris­ Hernández Arregui o Arturo E. Sampay, que
tianos, socialistas, nacionalistas, peronistas, preconizaron un nacionalismo socialista o
todos confluían liacia un programa de van­ una acentuación del peronismo revoluciona­
guardia, progresista, de izquierda, que preco­ rio. Según Cooke, durante la transición del
nizaba el socialismo nacional con el objetivo nacionalismo revolucionario al socialismo la­ 45]
LA DIMENSIÓN PoLmcA

tinoamericano, el peronismo debía dominar Cuando la escalada revolucionaria puso al


la lucha antiimperialista; siendo el puente al peronismo del lado de las fuerzas subversivas,
socialismo, el peronismo debía emular a los Perón mantuvo un doble discurso que dejó a
movimientos de liberación nacional, de base la legitimidad boyando entre los cauces elec­
proletaria, pues era una fuerza de izquierda, torales y las prácticas guerrilleras: en una gra­
revolucionaria, intransigente, que debía ope­ bación de 1972 para un acto proselitista, había
rar mediante la acción directa para poner en un párrafo lapidario en el que Perón anuncia­
jaque a los gobiernos militares. Cooke, como ba “el fin del sistema demoliberal, burgués, ca­
Sorel, creía que el momento inicial de la revo­ pitalista”. Un año más tarde afirmaría que el
lución era la huelga general y popular que ser­ peronismo era un movimiento de izquierda,
viría de gatillo a la explosión del pueblo. Pos­ no comunista o anárquico, sino izquierda jus­
tulaba la validez de la guerrilla como método ticialista. Es cierto que la actualización doctri­
de liberación nacional y reivindicaba para la naria de Perón podía tener una lectura más li­
Argentina la pertenencia. al Tercer Mundo. To­ gera, vinculadas al igualitarismo no socialista
do lo cual demandaba que el peronismo se del Estado de Bienestar y a la democracia so­
convirtiera en un partido revolucionario, el cial; empero, predominó la otra interpreta­
partido de la vanguardia de la revolución. ción. Los Montoneros fueron el ejemplo más
Perón, por su parte, explotaba estas ideas nítido de esta tendencia revolucionaria: conci­
con una estrategia deliberada y prolijamente liaron la izquierda con el liderazgo del Perón
ambigua que buscaba siempre mantener el exiliado, síntesis del “poder popular”, asu­
consenso en torno a su persona. La idea de un miendo ellos la vanguardia político-militar
socialismo peronista o nacional, encabezando del pueblo que buscaba destruir al Estado ca­
las fuerzas de izquierda, incitaba a usar el mar­ pitalista y su ejército. Fueron todo lo socialista
xismo como método de interpretación de la que permitía la militancia peronista. Perón los
realidad nacional y de conducción de las ma­ protegió, como lo hizo con todos los que lu­
sas en la lucha práctica contra el imperialismo, chaban por la liberación: éstos eran los arni­
tal como sugieren las resoluciones de Huerta gos, pues más allá de las diferencias ideológi­
Grande de 1962. Perón, desde el exilio, había cas estaban las coincidencias metodológicas.
alentado la revolución proletaria contra la re­
volución burguesa, amenazando con adueñar­ COMUNISMO E IZQUERDA RADICAL
se del peligro socialista (“No han tolerado al
justicialismo: pues tendrán socialismo?) Co­ La izquierda tradicional —el socialismo y
mo dirá en La hora de los pueblos, el demolibe­ el comunismo- perdía rápidamente terreno.
ralismo había sido superado por el tiempo, El socialismo de Iuan B. Iusto carecía de pro­
quedando sólo dos opciones: el socialismo na­ vocación revolucionaria y pecaba de refor­
cional cristiano y el socialismo internacional mista; el comunismo, dependiente de las con­
dogmático. El peronismo era la versión argen­ signas del marxismo soviético, inutílizaba
tina del primero y el marxismo debia ser cualquier intento de renovación intelectual o
adaptado a la posición existencial de la revolu­ política. La mediocridad del intelectual co­
452 ción nacional. munista, salvo raras excepciones, es un signo
EL PENSAMIENTO POLITICO (1943-1983)

de ese colonialismo mental, que se acentuaba El sector más agresivo de la izquierda res­
por otra razón: sólo se podía ser auténtico co­ pondía a la visión más extrema: Perón no era
munista plegándose al PC y sometiéndose a ningún libertador; al contrario, era “el salvador
las directivas revolucionarias y obreras del del capitalismo argentino”, según Mario Ro­
partido. Mientras el comunismo oficial rehu­ berto Santucho, opositor a la verdadera salida
yó la renovación, el marxismo recibía el oxí­ que era la “guerra revolucionaria”. El “Ejército
geno novedoso del existencialismo y del es­ Revolucionario del Pueblo” (ERP) reiteraba la
tructuralismo; se asomaba a las ideas de crítica marxista al peronismo como bonapar­
Gramsci que inspiraba a los intelectuales re­ tismo. Insistía en la censura a la democracia
beldes; aceleraba las ideas revolucionarias electoral como trampa del capitalismo, y que­
trotskistas con las nuevas inspiraciones del fo­ ría comprenderse a sí mismo como frente civil
quismo del “Che” Guevara o del maoísmo. El y militar: Estado-Partido-Ejército a la vez. Su
comunismo oficial, intelectualmente pro so­ programa marxista coreaba las consignas del
viético, seguía apegado políticamente a los momento: antiimperialismo, antidictadura,
frentes populares dentro del juego institucio­ anticapitalismo, nacionalización de la econo­
nal democrático, rechazando las aventuras mía, reformismo social. Para la izquierda trots­
militares de los sectores radicales de la iz­ kista, la falsa utopía del socialismo nacional
quierda. Según Régis Debray, intentaban so­ encarnada en Perón no era creíble; si no se
brevivir a los asaltos del poder, antes que to­ quería revivir la experiencia uruguaya o chile­
mar el poder por asalto. na, había que pasar de la situación prerrevolu­
El problema de la izquierda fue cómo con­ cionaria a la revolucionaria.
ciliar una ideología plagada de consignas in­
ternacionales con la demanda de entender al
país tal cual era. ¿Qué significaba “camino na­ EL MILITARISMO Y LA NEGACIÓN

cional al socialismo”? Había dos posibilidades: DE LA POLÍTICA

o sumarse al peronismo como fuerza popular


y orientarlo a la izquierda, o convertir a ésta en EL MILITARISMO

la cuna de todas las expresiones ideológicas re­


volucionarias. La última alternativa fue defen­ La ideología militarista suponía que el
dida por la izquierda revolucionaria no pero­ proceso político debía ser dirigido o controla­
nista y por sectores peronistas que, desde do por los militares, quienes eran la última re­
1974, marcaron su disidencia con el gobierno serva de orden y moral en el país. Los argu­
de Perón y la burocracia que lo rodeaba.- La mentos de 1943, según los cuales los militares
primera alternativa, en cambio, fue sostenida intervinieron no por un interés político sino
por la izquierda “nacional”, peronista o arri­ como una reacción moral para sacar a los la­
mada al peronismo, que creía utópica toda drones públicos del gobierno, se reiteraron y
idea revolucionaria que no arraigara en la tra­ perfeccionaron a lo largo de estas décadas.
dición popular excluyentemente peronista, Iorge Rafael Videla, cuando gobernaba Héc­
que no partiera de la experiencia social del tor I. Cámpora, había confirmado en un dis­
pueblo recreando su continuidad histórica. curso que el Ejército estaba por sobre los 453
LA DIMENSION POLITICA

hombres y se confundía con la idea misma de institucional sin exclusiones. Mas lo que en un
Patria. La prueba final de esta función de las comienzo fue un reconocimiento a un sistema
Fuerzas Armadas resurgía con cada nuevo político al que las Fuerzas Armadas debían su­
golpe de Estado: las tropas asumieron la mi­ bordinarse, pronto se convirtió en un planteo
sión superior, no sujeta a plazos ni términos, inverso, en el cual el régimen militar aparecía
de producir un cambio estructural que per­ como el único adecuado para salvar al país de
mitiera superar los males de la Patria. La Re­ la decadencia. Recogiendo enseñanzas de la
volución Argentina y el “Proceso de Reorgani­ doctrina de la seguridad nacional, los militares
zación Nacional” fueron intentos militaristas jusfificaron la intervención militar en el esce­
de reconstrucción sociopolítica sin límites nario político cuando el gobiemo civil fuera
temporales. Una vez restaurada la soberanía incapaz de mantener la seguridad nacional.
popular electoral, los militares no pensaban
desaparecer de la escen_a política, pues se re­ LA POLÍTICA DE LA ANÏÏÏPOLÏTICA

servaban el papel de tutores del nuevo orden


y guardianes de que las transformaciones si­ La política y las armas han estado siempre
guieran por los carriles correctos. próximas; pero la tarea de la política ha sido la
Caracteriza al militarismo esa exaltación de administrar, econornizar, el uso de la violen­
del papel histórico y del papel político de las cia legítima. El militarismo no sólo implicó
Fuerzas Armadas, a las que se recurrió como una inversión de papeles sino además una des;
último baluarte de la nacionalidad y línea final naturalización de la política; como pretendía
de defensa de las instituciones. Así, el golpe de Leopoldo Lugones, el gobierno militar acabó
1976, además de las circunstancias que lo hi­ con la política. El militarismo señaló a los po­
cieron previsible, vino impulsado por esa con­ líticos y al sistema político como culpables, por
cepción de que las Fuerzas Armadas consti­ ineptitud y corrupción, de la crisis, la inestabi­
tuían la reserva moral de la argentinidad, el lidad y el desorden moral, social y económico.
repositorio de los valores de la Patria y el arma Afirmó la asunción por las Fuerzas Armadas de
con que vencer al enemigo antinacional. El la misión de reconstruir y limpiar de corruptos
Ejército se convirtió en la “casta salvadora”. En el Estado, restaurando los valores de una socie­
las últimas revoluciones los militares se man­ dad bien gobernada: el orden, la obediencia, la
tuvieron en el poder más por el consenso pasi­ estabilidad y el respeto a la autoridad.
vo que activo del pueblo, por la aceptación tá­ Si bien estas ideas estuvieron en la base de
cita que por el apoyo decidido -reconoció las revoluciones militares desde 1930, la ideo­
Alejandro Lanusse-, lo que significaba que la logía antipolítica comenzó a perfilarse con más
legitimidad de estos gobiernos era precaria. Sin precisión en los sesenta con el peligro comu­
embargo, rara vez pudieron los militares resis­ nista, la presencia cubana en América Latina y
tir la tentación de convertir esa precariedad en la respuesta norteamericana conocida como
fortaleza: Onganía había sostenido en sus co­ Alianza para el Progreso, factores todos que re­
municados de 1962 y 1963 que la legitimidad forzaron el poder coercitivo de los gobiemos
política reposaba en la soberanía del pueblo y militares. Era misión de éstos encargarse de la
454 que los partidos debían participar de la vida seguridad nacional, que excedía el viejo con­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

cepto de defensa y abarcaba todo lo que de una sión de la intolerancia política, una incom­
manera u otra podía afectar la vida de la na­ prensión del país y un revanchismo que paga­
ción: las condiciones políticas, sociales y eco­ ba los abusos y excesos anteriores con nuevos
nómicas nacionales. En última instancia, la se­ abusos y excesos. Américo Ghioldi, el dirigen­
guridad nacional justificó la restricción y te socialista democrático, escribió que la re­
supresión de derechos e instituciones ligados a presión gubernamental enseñaba a los argen­
la política civil. El modelo de gobiemo militar tinos que la letra con sangre entra, que no se
se caracterizó por la centralización del poder, podía volver al pasado y que se había acabado
la intolerancia para con la oposición, la exclu­ la “leche de la clemencia”. No son pocos los in­
sión de los políticos y los partidos, la propen­ dicios que llevan a creer que a causa de esta
sión a gobernar por decreto y la clausura de la mentalidad —el “gorilismo”— se explica la radi­
prensa opositora. El “Proceso” añadió otro ele­ calización de posiciones y la incontenible vio­
mento: el concepto de enemigo interno que lencia que asoló al país.
justificó el terrorismo en las prácticas milita­
res. Quedó así perfilada la antípolítica militar: EL PROCESO
liderazgo de las Fuerzas Armadas, fuerte víncu­
lo entre Estado y coerción, demanda insistente El clima político y espiritual que precede al
de orden, desprecio a la oposición y rechazo de golpe de 1976 presentaba al inmediato gobier­
la política, causa del subdesarrollo, la corrup­ no peronista como uno de los más perversos
ción y los males de la República. En este con­ de la historia argentina, debido a la grave si­
texto se entiende la extensión inaudita del con­ tuación nacional que se definía como “clima
cepto de enemigo: más allá del político de odio”, “situación límite” o, sin mayores eu­
corrupto o del revolucionario armado, enemi­ femismos, “guerra civil”. Cada cinco horas
go fue todo aquel que difundiera “ideas contra­ ocurría un asesinato político y cada tres horas
rias a la civilización occidental y cristiana”, dijo estallaba una bomba. Desde mayo de 1973 se
el general Videla. calculaba en 1.358 el número de víctimas del
En realidad, los gobiernos militares no hi­ terrorismo. Acabar con los corruptos y los
cieron más que radicalizar la esencia de la Re­ subversivos fue la consigna del gobierno mili­
volución Libertadora. Ésta no trató solamente tar, ideológicamente influido por el liberalis­
de oponer la patria a la tiranía; fue ganada por mo económico y cierto conservadorismo so­
un espíritu de revancha que, alimentado por cial, barnizado de retórico nacionalismo como
años, explotó con fervor maniqueo, enten­ vuelta a la civilización occidental y cristiana.
diendo la revolución como una guerra de la Esta mixtura de objetivos inmediatos y propó­
parte sana del país contra el hombre y el par­ sitos restauradores mostró en seguida las in­
tido que encarnaban todo el mal. Por eso, más compatibilidades; por un lado, la contradic­
importante que los matices liberales de los ción entre la transferencia del gobierno a los
ideólogos revolucionarios y la imposible res­ civiles y la tentación de continuar en el poder;
tauración de la vieja república previa a Perón, por el otro, el conflicto entre la metodología
es la evidencia de que la Libertadora demostró antisubversiva y los principios morales y cons­
C011 SUS ¿CÏOS dC violencia una DUCVB dirnen­ titucionales de garantía de los derechos. 455
LA DIMENSIÓN POLITICA

El teniente general Jorge Rafael Videla, flanqueado por el almirante Massera y el brigadier general Agosti. en el desfile del 9 de
julio de 1978.

Los primeros años del Proceso se caracte­ subsistir con lo mínimo, ganar lealtades ines­
rizaron por la guerra antisubversiva, ilegal, se­ peradas, actuar por sorpresa, variar objetivos
creta, en la que el “subversivo” había perdido de ataque, procurando crear un clima político
todo derecho, pues el Estado, para aquél, no y psicológico de anarquía en el que la violen­
tenía derecho ni justicia que brindarle, sino cia guerrillera obtenía siempre ventajas. Los
sólo violencia. Se trataba de encarar una ver­ militares argentinos y la derecha contrarrevo­
dadera guerra, no sólo porque los militares lo lucionaria que se ocuparon del tema, tomaron
creyeron, sino porque los diferentes grupos de conciencia de la naturaleza antinatural de esta
izquierda que estaban en lucha venían hacién­ guerra, no sólo por la divulgación de los mé­
dola desde la década anterior. La novedad del todos y los objetivos revolucionarios, sino
Proceso fue la misión de la violencia de cara a también por la lectura de las experiencias mi­
la guerra antisubversiva. La literatura sobre la litares francesas en Argelia e Indochina.
guerra revolucionaria o guerra sucia la trataba La forma de combatir entre 1966 y 1976
como un enfrentamiento no convencional, ca­ había cambiado: la guerra no convencional,
racterizado por un enemigo subrepticio, mo­ ideológica y contrarrevolucionaria se llevaba
vedizo, clandestino y resistente fisica y mental­ contra un enemigo sin signos externos que lo
456 mente, aguerrído en extremo, acostumbrado a diferenciara, que habitaba en el mismo territo­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

rio, que se encontraba entremezclado con la de inconclusa decadencia que coincidía con la
gente común, pero que tenía, en cambio, una inestabilidad política y las incesantes hostili­
convicción irreductible, una férrea ideología dades en torno a las desviaciones del poder. La
que animaba su combatividad y su indiscrirni­ crisis se presentaba como destrucción de lo
nada violencia. De ahí que la guerra modema nacional, como pérdida del sentido de la “ar­
requiriera de métodos no usuales, similares a gentinidad” (según Eduardo Mallea), como
los de los guerrilleros: secuestro, tortura, muer­ postergación de las promesas, como caduci­
te, clandestinidad. El legado del Proceso no pa­ dad de lo viejo, pero también como momento
sa, entonces, por el retorno liberal ni por el des­ propicio para encarar el cambio, el renaci­
precio institucional; tampoco por los airecillos miento, la renovación o la revolución. Hubo
nacionalistas. El Proceso innovó en la historia una versión moderada u optimista y otra ex­
argentina al introducir una concepción de la trema o pesimista de la crisis nacional. La cri­
política y del accionar del Estado similar a la del sis, desde la última perspectiva, era decadente,
totalitarismo: al tiempo que mantenía las exte­ antinacional; era la sepultura del progreso y el
rioridades del Estado de Derecho, limitado por estancamiento de la historia. Cuando recurria
la vigilancia militar, pergeñó una máquina de a la crisis, la ideología política trataba de des­
poder clandestina para luchar contra el enemi- ' pertar imágenes de pérdida de identidad, de
go clandestino, una estructura de dominio se­ aguda desolación, de angustiosa decadencia,
creta para combatir al secreto enemigo. De con el fin de aprovechar las sensaciones y sen­
acuerdo con Hannah Arendt, es esta forma pa­ tirnientos que provocaba en beneficio de un
ralela de dominación política un elemento del poder, efectivo o potencial, que fue o sería
Estado totalitario, que permite mantener la ejercido con más intensidad y menos control,
apariencia de normalidad mientras se forma en evadiendo los recintos institucionales, como
la oscuridad un Estado paralelo represor. Ade­ única salvación pública. En una interpretación
más, fue totalitaria la concepción del enemigo: moderada, la crisis era siempre una oportuni­
empezó siendo el terrorista, el subversivo, pero dad para la regeneración, alentaba el cambio
en los códigos secretos del Estado paralelo po­ profundo, la transformación de estructuras o
día serlo cualquiera. la transición hacia un estadio superador. Tam­
bién en este caso era necesario un esfuerzo ex­
cepcional, medidas extraordinarias para refor­
MÁS ALLÁ DE LAS IDEOLOGÍASZ zar los poderes políticos y sociales que debían
LA MITOLOGÍA POLÍTICA llevar adelante esa transición o transforma­
ción. Ernesto Sabato dijo que la encrucijada
EL MITO DE LA CRISIS nacional abría las esperanzas de una revolu­
ción profunda y justiciera; y Iosé Luis Romero
Crisis fue un verbo irregular que cada uno afirmó que la sensación de frustración no era
conjugaba a gusto en estos años. La idea de sino síntoma de un cambio. Vivir en la crisis
que el país pasaba por una época de crisis pue­ no significaba tener que resignarse.
de rastrearse hasta la década del veinte; desde A partir de 1930, todas las ideologías in­
entonces el país habría entrado en un período corporaron el mito de la crisis nacional como 457
LA DIMENSION POLITICA

factor condicionante de sus representaciones, revolucionaria, algunos argentinos de con­


mito al que agregaron un nuevo fantasma: el ciencia lúcida advertían, entre el desengaño y
fascismo o el nazismo que trasladaba sus ten­ la nostalgia, la parábola de la decadencia que
dencias autoritarias a América Latina. Este te­ llevaba a la crisis de identidad de la Argentina.
mor fue típico de liberales y comunistas: todo La muerte de Perón agravó el diagnóstico; una
lo que oliera a gobierno fuerte, representación revista católica, no partidaria del militarismo,
social, unidad nacional, era fascista. Por eso, la describía la situación como un “estado de
revolución de 1943 y el ascenso de Perón fue­ anarquía política, social y económica sin pre­
ron un síntoma de descomposición política y cedentes”, en un “asfixiante clima moral, mez­
social y de anarquía generalizada; y todo el lar­ cla de esperanzas perdidas, corrupción yfalta
go período peronista fue vivido como una in­ de autenticidad”; situación crítica que dejaba
terminable crisis de los valores republicanos, al país a la deriva. En ese _año de 1974, el mito
liberales y conservadores de la sociedad argen­ habíase encarnado y tornado realidad.
tina. Perón tuvo su propia versión: durante sus
años de gobierno siempre hubo amenazas de EL MITO REVOLUCIONARIO

crisis por la presencia de ideologías extrañas,


de doctrinas antinacionales y de grupos anti­ La idea de la revolución —crecida en el
patriotas que atentaban contra la doctrina, el vientre del mito de la crisis-, fuese de izquier­
pueblo y los logros del Estado peronista. i da, de derecha o de centro, pacífica o violenta,
La caída de Perón no solucionó los proble­ temporaria o duradera, cubre el panorama
mas; en adelante, la crisis sobrevivirá por la ex­ ideológico de la época. Era un rnito que resis­
clusión y la prohibición del peronismo. Este tía las pruebas de la experiencia, pues ésta en­
factor, en lo político, produjo una permanente señaba que “el régimen” sobrevivía a la revolu­
inestabilidad, e ideológicamente alimentó di­ ción. La constatación de los fracasos aceleró
versas formas de rebeldía, cada vez más exage­ las decisiones: ante la revolución en aparien­
radas, caracterizadas todas ellas por la conde­ cia, había que hacer la revolución verdadera,
na al sistema represivo y tiránico. Si se toman que se identificó con la Nación o con el pue­
en cuenta estos extremos (ingobemabilidad y blo o con destinos históricos supranacionales.
rebeldía) y se le agregan nuevos factores de cri­ Las pocas revoluciones triunfantes, en previ­
sis (económicos, sociales, etc.), se tendrá el sión de la frustración siempre latente de sus fi­
cuadro perfecto de “un país al borde del preci­ nes, procuraron retardar la salida electoral
picio”, frase de Perón que todos parecían com­ hasta haber producido un cambio estructural
partir. Al retomar, el viejo líder encontró al de carácter revolucionario; de lo contrario, to­
país en el período de una “posguerra civil”, en do seguiría igual que antes. El mito de la revo­
el que las fuerzas ocultas de la perversión na­ lución incubó el desprestigio de la política co­
cional no habían sido derrotadas. En realidad, mo actividad “profesional” y “partidista”,
eran los años de la preguerra civil. En los se­ despertó la esperanza de nuevas formas de ha­
tenta, a pesar de la euforia provocada por el re­ cer política, con otros actores o de otra mane­
greso del líder, la Argentina entró en el camino ra, pero siempre sustituyendo aquella indig­
458 descendente de la decepción: ante la mística nante política “oligárquica” y “sectorial”.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1933)

El ejemplo más claro fue esa juvenil revo­ de la especie humana”. Incluso el hombre ilus­
lución de los setenta que glorificó la violencia, trado, el intelectual, debía vivir en su interior
se erigió en proeza heroica propia de semidio­ la rebeldía y hacer lo que dijera Iosé María Ro­
ses, se legitimó en los baños de sangre y encar­ sa de sí mismo: salir a buscar la primera revo­
nó una política desconocida, revolucionaria, lución disponible. La sed de revolución era in­
de muerte cotidiana y de víctimas inesperadas. saciable en un joven intelectual de izquierda,
La revolución producía equívocos significa­ reconoció Iuan José Sebreli; y en la Argentina
dos: dependía en cuanto a su orientación y de los sesenta y los setenta, el mito revolucio­
contenido de quiénes la invocaban, cómo la nario fue patrimonio reclamado por la iz­
proponían y qué esperaban de ella. La palabra quierda, que proponía encararla con concien­
era una, pero no siempre quería decir lo mis­ cia de clase.
mo; se desgastó por su “uso verbal ilimitado”, La izquierda cultivó una estética revolu­
algo similar a lo ocurrido con un sinónimo cionaria que se manifestaba en la pasión por la
que la evocaba: liberación. crítica (Julio Cortázar decía que la literatura
Lo que la revolución cuestionaba era la re­ era su ametralladora), en el arte no convencio­
presentatividad y la legitimidad de aquellos nal y en el intento de dar a la revolución un
que mandaban; y cuando éstos no eran repre­ rostro no político, capaz de irnpugnarlo todo,
sentativos ni legítimos, las minorías podían como en el Mayo francés: cultura, sociedad,
acudir a la violencia para limpiar el camino de economía, moral, todo tambaleaba. Era la es­
piedras y obstáculos, como sugirió el pruden­ tética de la rebeldía que no postulaba la revo­
te Arturo Sampay en 1964. Por eso el mito re­ lución ideal o teórica, prejuicio culto de la iz­
volucionario postergó o desconoció la impor­ quierda intelectualizada, sino la revolución
tancia de las instituciones; éstas se revelaron real, “caótica y oscura”, según las palabras de
secundarias frente a un poder que, sostenido Ismael Viñas, que rechazaba las tendencias
por armas, podía suspenderlas; o ante otro aristocratizantes. Esa revolución verdadera
que, aludiendo a la fuente popular de la que que el intelectual paladeaba fue, antes que na­
emanaba, podía sobrepasarlas. Gobiernos re­ da, lucha armada, violencia organizada, invi­
volucionarios “provisionales” y gobiernos tación al combate final de la historia. Si el
“populares” se sumaron a la hora de vaciar a la marxismo perdía encanto intelectual, si la po­
República de toda referencia institucional. lítica reformista estaba desacreditada, si el po­
La revolución, en la medida que se hizo pulismo se había frustrado, si el cristianismo
patrimonio de la izquierda, se reveló hija del parecía pasivo, la revolución venía a dar vida a
voluntarismo, mostró su dependencia con la todo esto, como salida y realización. La iz­
subjetividad revolucionaria, pues no había re­ quierda tuvo a partir de los sesenta algunos
volución sin voluntades revolucionarias que la modelos para imitar de la guerrilla vencedora
quisieran, sin voluntades que buscaran hacer­ del imperialismo; pero Cuba fue la revolución
se hombres con la sangre de otros. Esa fue la en la revolución. En agosto de 1967, grupos
invitación del “Che”, quien en su Diario había políticos de todo el continente, reunidos en la
escrito que la revolución permitía “graduar­ isla del C_ar_il_)e, ratificaron su adhesión al mar­
nos de hombres”, alcanzar “el escalón más alto xismo leninismo, proclamaron el derecho y el 459
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

deber de los pueblos de hacer la revolución co­ der abandonó la prédica revolucionaria. Si­
mo lucha armada contra el imperialismo y las guiendo con la tradición legitimadora, la pre­
oligarquías burguesas y terratenientes, e ins­ sencia del conductor terminaba por definir la
taurar el socialismo. Este mensaje llegó a los oí­ tendencia predominante. Aquel discurso en
dos de Perón. mayo de 1974, en el que Perón les endilgó a los
Durante su ausencia, Perón apostó a la re­ jóvenes el ser “estúpidos”, “irnberbes” y “mer­
volución popular y a la violencia. Es cierto que cenarios”, supuso un distanciamiento con los
la estrategia de recuperación del poder podía sectores más revolucionarios y una ruptura
tomar diversos rumbos, pero en el discurso y con las prácticas guerrilleras. La revolución
en los hechos predominaron las ideas y las tác­ tomó el rostro de la reconstrucción pacífica
ticas revolucionarias. En 1963, Perón hizo pú­ para frenar la destrucción nacional, una re­
blico un mensaje en el cual instaba al pueblo a conciliación con la física política democrática
seguir “el camino insurreccional y la lucha antes denostada por Perón, una apuesta al
cruenta con todos sus efectos”. En consonan­ gradualismo reformista. Al formular su propia
cia con esto, ese año el Primer Congreso de la versión revolucionaria, el viejo conductor
Iuventud Peronista (IP) instaba a los peronis­ prometió combatir a los violentos con las
tas a la “lucha revolucionaria total hasta sus fuerzas de la ley y la constitución, imponiendo
últimas consecuencias”. Perón insistía: en la las fuerzas del nuevo orden revolucionario
carta escrita con motivo de la muerte del que él encarnaba, por sobre las del viejo or_-_
“Che” Guevara no se contentó con nombrarlo den. No cabían dudas: Perón era ya “la” revo­
“héroe y mártir”, sino que proclamó la necesi­ lución y “el” orden. Sin embargo, la izquierda
dad de la revolución socialista, a la que debían peronista insistió en su proyecto de dar al pe­
dedicarse los cuadros partidarios y los sectores ronismo un contenido ideológico que debía
populares. Sin embargo, las más de las veces su quebrar el discurso Canónico (el peronismo es
lenguaje era ambiguo y parecía jugar a dos lo que Perón dice que es) e invertir la relación
puntas: apostaba a los jóvenes para la revolu­ entre el pueblo y Perón, con lo cual el pueblo
ción armada, al mismo tiempo que la elite po­ podía ser interpretado por otros, incluida la
lítica y sindical recibía señales de organización juventud revolucionaria. Fue así que se quebró
electoral. La revolución podría significar tanto la legitimidad original peronista en aras del
el triunfo armado como el éxito democrático. mito revolucionario. La verticalidad se volvió
Una vez vuelto definitivamente al país, dijo a obsecuencia y la lealtad ya no fue debida al lí­
la juventud que el camino era la lucha, la revo­ der sino al pueblo, al genuino pueblo ausente
lución, pero que había que hacerla con dos en el discurso del líder. Mario Firmenich, en
elementos: sangre y tiempo; si se empleaba una charla a la Juventud Peronista durante
mucha sangre, se ahorraría tiempo; si se em­ 1974, remarcaría esta separación: para Perón,
pleaba mucho tiempo, se ahorraría sangre. socialismo era justicialismo; para los Monto­
Cada joven debió escrutar qué camino escogía neros, socialismo era socialismo, rechazo de la
el líder o esperar a que él eligiera. conciliación social y la alianza de clases. Socia­
El retorno de Perón se produjo en el mo­ lismo era revolución; y revolución era lucha
460 mento de auge de la subversión; entonces el lí­ armada popular, guerra.
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

IA DEMOCRACIA COMO MITO fue un modelo democrático cuya legitimidad


-basada en la relación personal entre el líder y
La democracia, en medio del caos violento el pueblo- desbordó los mecanismos de me­
y el desconcierto ideológico, era una idea con­ diación tradicionales e instaló a las multitudes
tradictoria y dudosa, moneda devaluada en la en el corazón de la democracia. Fue una de­
que casi nadie creía, pero que todos pensaban mocracia plebiscitaria, de participación sim­
realizar a su manera. Después de Perón y su bólica, en la que el pueblo refrendaba las deci­
“democracia social”, advienen al escenario mí­ siones del líder, compatible con un sistema de
tico nuevas fórmulas de la democracia: la poder concentrado, presidencialismo fuerte o
constitucional del liberalismo, la republicana dictadura personalista. Lo cual permitió ob­
de ciertos nacionalistas, la cristiana de algunos viar el problema institucional, ubicarlo en un
católicos, la revolucionaria de la izquierda, etc. plano secundario, pues la democracia se re­
Cuando surge el peronismo, el descrédito de la producía en el ritual mítico de unidad de pue­
democracia y de los políticos era un hecho. blo y gobernante.
“¿Quién creía en la democracia y en la política Después de 1955, algunos intelectuales
hacia 1943?”, se preguntó con acierto Ismael peronistas rompieron el noviazgo con la de­
Viñas. En medio de la incredulidad, la con­ mocracia y en nombre de las masas reivindi­
frontación más nítida fue entre liberalismo y caron los regímenes autoritarios, como Her­
democracia, disytmtiva que atrapó a diversos nández Arregui. La izquierda (socialista,
sectores que renegaban de las instituciones comunista o marxista), luego de la frustrada
formales del liberalismo constitucional y pos­ experiencia de Arturo Frondizi, fue conci­
tulaban, en palabras de Iauretche, que la de­ biendo de manera más clara la opción por
mocracia era “el gobierno del pueblo, con o una democracia no liberal, no burguesa, sepa­
sin Parlamento, con o sin jueces”, y que era rando lo estatal democrático de los conteni­
preferible el “gobierno del pueblo sin institu­ dos liberales. En el lenguaje vulgar de la iz­
ciones” al “gobierno de instituciones sin el quierda, democracia y socialismo se volvieron
pueblo”. sinónimos y se repitieron al unísono: si la de­
Esta fraseología penetrará fuertemente en mocracia liberal era la expresión de los intere­
la ideología peronista. Perón se proclamó más ses capitalistas, la democracia socialista era el
democrático que sus adversarios, porque pre­ “centralismo democrático” proclamado por
dicaba una democracia real, social, sin apa­ Lenin. A esto se agregaba un tópico discursi­
riencias, pues no era la democracia partidaria. vo: la democracia del socialismo demandaba
A la democracia estática de los privilegios. oli­ poner al pueblo en armas, restituirle el poder
gárquicos, y a la democracia electoralista y de­ para construir una sociedad nueva, igualita­
magógica, Perón opuso la democracia sin vi­ ria, no fundada en la Constitución, porque los
cios, cuyo contenido era la justicia social, los derechos constitucionales eran privilegios de
derechos sociales y la distribución de la rique­ los propietarios y para eliminarlos no había
za. Según Perón, no se podía “conjugar el ver­ más camino que “la destrucción inmisericor­
bo igualar, sin proporcionar posibilidades de y completa de todas sus instituciones y de
idénticas a todos los argentinos”. El peronista toda su cultura”, segúnexpresó Carlos Olme­ 461
LA DIMENSIÓN PoLmcA

do en Cristianismo y Revolución. Para el ERP, democracia y el liberalismo habían debilitado


la democracia era el “gobierno revolucionario la nacionalidad argentina. La historia enseña­
del pueblo dirigido por la clase obrera”; de­ ba, además, que la democracia era el gobierno
mocracia radical que se construía desde la de la anarquía popular, el desorden constitui­
violencia, porque no habría construcción del do en sistema en nombre del pueblo. Ésta era
poder popular sin enfrentar al enemigo, sin la idea de un nutrido grupo que recurría tan­
agravar las contradicciones entre la izquierda to a las enseñanzas de Charles Maurras como
revolucionaria y el imperialismo. a los escritos de José Antonio Primo de Rivera
Liberales y conservadores creían que el pro­ o los discursos de Francisco Franco. Inclusive
blema de la democracia consistía en cómo go­ los nacionalistas con ascendencia liberal no
bernar con el pueblo pero sin Perón, cómo jus­ dejaron de señalar el sin sentido democrático
tificar la exclusión de una fuerza política y, al y la ausencia de un principio que inspirara a
mismo tiempo, disponer de la masa popular. estos gobiernos, como no fuera el temor difu­
Las estrategias ideológico-políticas se dirigían a so, vago y artero al poder de las masas. Súme­
mantener vigente la hipocresía democrática, la se a este repudio lo que los católicos naciona­
democracia proscriptiva, la abominación de la listas, como Julio Meinvielle, gustaban de
experiencia peronista. Algimos intelectuales recordar: el gobierno popular era peligroso
propusieron el retorno al concepto liberal de­ porque conducía al imperio de la licencia y el
mocrático de la ciudadanía política, recono­ libertinaje. Esto mismo, pero con otras pala­
ciendo que la dignidad personal era el único bras, reiterará sorpresivarnente Gino Germani
medio de que los hombres disponían para de­ en uno de sus últimos trabajos: la democracia
fender sus intereses. Germani proponía una de­ en sociedades secularizadas corre el riesgo de
mocracia representativa y participativa en la la restauración autoritaria de los valores.
que el desarrollo económico industrial debía En 1983, el mito democrático renació co­
procurar una estratificación social abierta con mo una fuerza religiosa en una Argentina de
mayores márgenes de movilidad social; una so­ larga tradición antidemocrática. El proceso de
ciedad guiada por criterios individualistas y ur­ transición se inició con la conciencia de la su­
banos, y el paso de la legitimidad carismática a perioridad moral y política de la democracia
otra racional estatal y burocrática. El problema sobre el autoritarismo, retrotrayendo la legiti­
radicó en que este proyecto estatal burocrático midad ala Constitución de 1853. Este retorno
fue encarnado por los militares, lo que se tra­ a las aguas bautismales (que Raúl Alfonsín, en
dujo en la paradoja de convertir a la democra­ la campaña electoral de 1983, declamaría reci­
cia en una “ficción agresiva” y a la legitimidad tando por todo el país el Preámbulo), ilustró
en un “verdadero escarnio”. Como explica Eze­ el advenimiento de la nueva democracia que,
quiel Gallo, los liberales fueron reticentes al devuelta a su momento originario, fundaba
juego democrático y, precavidos por Tocquevi­ un gobierno y un Estado nuevos en un mito
lle sobre la tiranía de la mayoría, invocaron en convocante y unitivo, en el que ya no tenían
su favor el derecho de rebelión lockeano. lugar las dicotomías que nos habían dividido
Los nacionalistas tuvieron menos empa­ en el pasado. Fue el triunfo del mito de la de­
462 cho en definirse antidemocráticos, porque la mocracia sobre los mitos de la revolución y de
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

la crisis; pero de una democracia renovada, vi­ enderezar el discurso ideológico a la respuesta
vida como construcción de la sociedad civil y violenta, que no sólo afectaba la seguridad del
no como patrimonio de un sector, pacto polí­ Estado sino que, en lo profundo, trastornaba
tico que unió a todas las fuerzas sociales (par­ la convivencia y aniquilaba las esperanzas de
tidos, gremios, Iglesia, intelectuales, etc.) en normalidad, sembrando un clima de fragili­
torno a los principios de 1853. La democracia dad, irracionalidad y voluntarismo. La violen­
que el líder radical proclamó fue la consuma­ cia fue mucho ‘más que un factor de poder:
ción de todos los anhelos (“con la democracia fue, por largos momentos, la expresión acaba­
se come, se educa y se cura”): el sistema polí­ da del poder.
tico ofrecía a todos la vida buena y plena sobre Hubo una violencia peronista que el líder
la base de la libertad reconquistada, porque sostuvo en una clara visión antagóníca de la
“vamos a vivir en libertad, de eso no quepa política en la que el “otro” era definido por su
duda”, dijo el candidato devenido en Presiden­ condición de antinacional: la ideología foránea,
te, separando los nuevos tiempos de los duros extraña a la Nación, y los vendepatria que se
recuerdos del autoritarismo militar y de la re­ unían contra su gobierno, que era el pueblo
volución sangrienta; y también, renovando el mismo. Cuando Perón dijo “el que no está con
mito. nosotros está contra nosotros”, se apropió del
mensaje cristiano y lo tergiversó; no invitó a la
reconciliación sino a la “depuración”, esto es, a
LA CULTURA POLÍTICA la eliminación del “otro” por el Estado. El fa­
moso discurso del 31 de agosto de 1955 fue una
LA VIOLENCIA obra de intolerancia, alegato en favor de la re­
presión violenta en defensa de las autoridades
La drástica simplificación del lenguaje y de constitucionales, pues quien atentara contra
las formas de lo político en estos años parece ellas podía ser muerto “por cualquier argenti­
consecuencia de la creciente polarización de no”. El Perón del exilio, ya se ha visto, apostó
las opciones ideológicas que aceleró la cultura buena parte de la suerte de su retorno a la vio­
de la violencia. Porque la violencia fue una no­ lencia armada de las formaciones especiales de
ta que compartieron las diversas ideologías en la “juventud maravillosa”. Cooke lo había di­
distintos momentos y que terminó por angos­ cho: “Cuanto más violentos seamos, mejor”. De
tar el espacio de deliberación, descolorar los todas maneras, la violencia será una de las for­
matices y eliminar las zonas grises, al extremo mas de expresión del peronismo proscripto.
de brindar un arco de posibilidades estrecho. El culto a la violencia se adueñaría paula­
Democracia o dictadura, peronismo o antipe­ tinamente de la escena política argentina. La
ronismo, oligarquía o pueblo, revolución o ti­ violencia de los grupos de izquierda no sólo
ranía, libre o dependiente, son algunos ejem­ fue un instrumento para la toma del poder o
plos de esta reducción de los mensajes en una estrategia política: la guerra popular era la
consignas cargadas de significados equívocos. política del socialismo. Concebir la política
Ese maniqueísmo necesariamente produjo la como revolución violenta o como guerra per­
equivocidad y fue el recurso más sencillo para mitió sacudirse de encima los vestigios refor­ 463
LA DIMENSIÓN POLITICA

mistas que quedaban de la vieja izquierda. Los evaporado, no quedaba otra cosa a que asirse
sectores ideológicos que preconizaban la vio­ que al ritual de la violencia, porque esa violen­
lencia sabían bien que en un momento el arte cia ofrecía una política de blanco y negro, sin
político se convertiría en “arte militar”. La re­ matices, pretendidamente inequívoca, que
volución, para esta izquierda, no podía ser pa­ sirnplificaba la dialéctica amigo-enemigo. Las
cífica; necesariamente tenía que ser violenta y, ideologías revolucionarias y violentas perrni­
para ello, debía alentar la dialéctica amigo­ tieron mantener vivas las esperanzas de cam­
enemigo, fundada, como afirmaba el “Che” bio pero demandaron el sacrificio de genera­
Guevara, en el odio intransigente al enemigo, ciones y colectividades, observó Iuan Iosé
de modo que el revolucionario se convirtiera Sebreli, confiando en un futuro mejor, en el
en “una efectiva, violenta, selectiva y fría má­ que las masas se harían del poder. La violencia
quina de matar”. La izquierda concibió la polí­ fue el último barrote al que se adhirió el pro­
tica como construcción del socialismo greso, aunque jamás pudo engendrar la paz o
mediante la guerra popular prolongada, con­ la democracia.
cepción en que las tareas militares pasaron a
primer término, pues de acuerdo a los Monto­ LA POLITICA

neros -a tono con Clausewitz- la guerra era la


continuación de la política por otros medios. La idea de la política, como realización de
Purificadora o rastrera, la violencia todo lo la relación amigo-enemigo, resume estos cua­
trastornaba. La política se sintetizó en el poder renta años. Esta dialéctica se aplicó a la políti:
armado. Mario Firrnenich declaró irnpertérri­ ca interna en proporciones epidémicas, con el
to: “El poder político brota de la boca de un agravante de que “enemigo” fue considerado
fusil”. La política devino guerra popular inte­ todo compatriota disidente de la tendencia de
gral. La violencia no se entendió sólo como otro compatriota. Durante los setenta, la de­
violencia: fue la forma de la política, porque a gradación de la política llegó a un punto sin
la violencia institucionalizada había que opo­ retorno: el discurso político simplista y mani­
ner la violencia popular. queo cotidianamente buscaba opuestos con­
¿Se puede buscar justificaciones y hallar tradictorios de que alimentarse. Esta tenden­
explicaciones a esta escalada de la violencia cia impuso una inmensa anarquía semántica e
que llegó hasta extremos incomprensibles? La ideológica, una corrupción del lenguaje políti­
intolerante Libertadora, la influencia de la re­ co que se trasladó necesariamente a la convi­
volución cubana y el peligro comunista inter­ vencia. La expresión última fue esa confusión
nacional, la doctrina de la seguridad nacional, de política y guerra o, más bien, la conversión
el “fascismo” de 1966, la necesidad revolucio­ de la política en quehacer militar, lo que supu­
naria, la sensibilidad excitada por la injusticia, so que la política se definiera en las armas y
la impaciencia juvenil, todo se confabuló para que el político se volviera soldado: el mejor
hacer de la Argentina un país enamorado de la militante era el armado.
muerte. Mas hay otra razón que se remonta La vieja política —esa ligada a la república
hasta lo profimdo del alma humana: en una demoliberal- fue despojada de todo; impúdi­
464 época de incertidumbre, donde la certeza se ha camente desnuda, nada ligado a ella quedó
EL PENSAMIENTO POLÍ'I‘ICO (1943-1933)

oculto o reservado. De ahí su debilidad, por­ mente inútil por excelencia, el universo de ex­
que la política en sí misma se concebía como tremas e irreductibles opiniones y posiciones,
una actividad sucia y maliciosa en la que los donde fue imposible la coincidencia, abun­
hombres desplegaban toda su malignidad; lo dando el antagonismo y escaseando el consen­
que hacían los políticos era empleado para re­ so. Volvemos al punto de partida: toda defini­
pudiar a la política. Fracasados los intentos ción política se contenía en el “anti” antes que
por rescatarla de la degradación práctica e in­ en el “pro”, lo que envolvió toda una estrategia:
telectual a la que se la sometía, la política aca­ acentuar lo que separaba antes de lo que unía,
bó siendo el mundo más contaminado que el conceptualizar la política por lo que nos ene­
hombre pudiera habitar, el campo polémica­ mistaba antes de por lo que nos amigaba.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Este capítulo fue discutido con varios his­ ron y se entretejieron a la luz de lecturas y ex­
toriadores, especialmente con DARDO PEREZ periencias personales, porque trata de una
GUILHOU, HÉCTOR GHIRETTI y JORGE NALLIM, época que el autor ha vivido en gran parte.
cuya generosidad y el acierto de sus comenta­ Sólo pocos estudios, que no abarcan todo
rios se agradece aquí, al igual que su apoyo bi­ el período, se refieren a las ideas políticas de
bliográfico y las referencias a fuentes y mate­ esa época. Entre ellos, se destacan dos obras de
riales de estudio. Particularmente, al licenciado IOSE LUIS ROMERO, Las ideas políticas en Argen­
GHIRETTI se deben numerosas refleidones so­ tina, Buenos Aires, 1983, 3a parte, y El desarro­
bre el período estudiado, incluidos unos llo de las ideas en la sociedad argentina del siglo
“Apuntes” y un “Ensayo sobre la radicalización XX, Buenos Aires, 1983, capítulo IV. De menor
del compromiso y la acción política”, ambos importancia es la de MARCOS MERCHENSKY,
inéditos, que han sido muy valiosos. Las corrientes ideológicas en la historia argenti­
La historia de las ideas políticas del perío­ na, Buenos Aires, 1979. Colaboraciones despa­
do tratado en este capítulo aún no ha sido es­ rejas se encuentran en A. ITURRIETA (ed.), El
crita en su conjunto. Esta circunstancia operó pensamiento político argentino contemporáneo,
como un desafío y una invitación al conoci­ Buenos Aires, 1994. Por su carácter reflexivo,
miento. En razón de la complejidad de los pro­ es útil el libro de MARCELO SÁNCHEZ SORONDO,
blemas descubiertos, se optó por combinar el La Argentina por dentro, Buenos Aires, 1988,
estudio de las ideologías con la cultura políti­ desde el capítulo XXV. Las contribuciones bi­
ca, pues una y otra se nutren recíprocamente. bliográficas de MARCELO MONTSERRAT, R. Rus­
Entre ambos niveles, como corte perpendicu­ SELL y ROBERTO ETCHEPAREBORDA, en AUTORES
lar, impusieron su presencia ciertos mitos: la VARIOS, 1943-1982 Historia política argentina,
revolución, la democracia y la crisis. Así podría Buenos Aires, 1983, son importantes, a pesar
decirse que el enfoque ha sido plural: de ideas, de los años transcurridos.
mitología y cultura políticas. El capítulo está Se han consultado las fuentes documenta­
sustentado en anticipaciones o suposiciones les contenidas ef) las obras más importantes
(no en hipótesis científicas previas) que surgie­ del período. Sería fatigoso —además de ocioso­ 465
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

enumerarlas aquí detenidamente. Por otra ropolis.com.ar/papers/0/0/64, sobre la ideo­


parte, la lista más o menos completa de estos logía de dicho movimiento. Una perspectiva
textos (desde los documentos del GOU hasta interesante brinda IEANNE KIRKPATRICK, Lea­
los discursos de Raúl Alfonsín) ocuparía va­ der and vanguard in mass society: a study of
rias páginas. Peronism in Argentina, Cambridge (Mass.),
1971. Para el concepto de política en Perón,
EI peronismo además de los trabajos de TULIO HALPERIN
DONGHI, “El lugar del peronismo en la tradi­
Una reseña bibliográfica sobre el tema, ción política argentina”, y de MARIANO PLoT­
que cubre hasta 1988, es la de MARcEuI MARIA KIN, “La ideología de Perón: continuidades y
MIGUEL, “Bibliografía”, en loss ENRIQUE MI­ rupturas", en la obra compilada por SAMUEL
GUENS, FREDERICK C. TURNER y otros, Raciona­ AMARAL y MARIANO B. PLOTKIN, Perón, del
lidad del peronismo. Perspectivas internas y ex­ exilio al poder, Buenos Aires, 1993, capítulos
ternas que replantean un debate inconcluso, l y 2, se debe consultar el polémico libro de
Buenos Aires, 1988, que debe completarse con LEON ROZITCHNER, Perón entre la sangre y el
la publicada por MARIANO PLOTKIN en la revis­ tiempo, Buenos Aires, 1985.
ta Estudios Interdisciplinarios de América Lati­ Sobre la relación del peronismo con el fas­
na y el Caribe, año 2 n’ l, enero-julio de 1991. cismo y el nacionalismo, además de CHRISTIAN
Una visión general sobre el peronismo es BUCHRUCKER, Nacionalismo y peronismo, Bue;
la que aportan los colaboradores de LEOPOL­ nos Aires, 1987, hay una síntesis menor en E.
D0 FRENKEL, El justicialismo, su historia, su PIÑEIRO, La tradición nacionalista ante el pero­
pensamiento y sus proyecciones, Buenos Aires, nismo, Buenos Aires, 1997.
1983. Dentro de la bibliografía central, AL­ La relación de Perón con el catolicismo es­
BERTO CIRIA, Política y cultura popular: la Ar­ tá bien estudiada en LILA M. CAIMARI, Perón y
gentina peronista. 1946-1955, Buenos Aires, la Iglesia Católica. Religión, Estado ysociedad en
1983, brinda una de las visiones más pene­ la Argentina (1943-1955), Buenos Aires, 1995;
trantes del fenómeno. MARIANO PLOTKIN, la autora, sin embargo, comprende mejor al
Mañana es San Perón, Buenos Aires, 1993, es peronismo que al catolicismo. También pue­
un valioso trabajo sobre los rituales de legi­ den consultarse: R. BOscA, La Iglesia nacional
timación y adoctrinamiento peronistas. SIL­ peronista, Buenos Aires, 1997, y SUSANA BIAN­
VIA SIGAL y ELIsEO VERON, Perón o muerte, CHI, La Iglesia Católica y el Estado peronista,
Buenos Aires, 1985, representa un difícil pe­ Buenos Aires, 1988. El triángulo formado por
ro imprescindible texto de análisis del dis­ catolicismo, militares y peronismo es estudia­
curso peronista, y PETER WALDMANN, El pero­ do por LORIs ZANATTA, Perón y el mito de la Na­
nismo 1943-1955, 2‘ edición, Buenos Aires, ción católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del
1986, es el mejor estudio sobre el Estado peronismo. 1943-1946, Buenos Aires, 1999.
justicialista. También debe consultarse el ar­ Sobre el posperonismo y el regreso, pue­
tículo de NOEMI M. GIRBAL-BLACHA, Historia den consultarse: AMARAL y PLOTKIN (comp),
y cultura en la construcción del discurso polí­ Perón, del exilio al poder cit.; JORGE LUIS BER­
466 tico peronista (1946-1955), http://www.argi­ NETTI, El peronismo de la victoria, Buenos Ai­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-198 3)

res, 1983; LILIANA DE RIZ, Retorno y derrumbe: El desarrollismo


el último gobierno peronista, México, 1981, y I.
W. MCGUIRE, Peronism without Perón, Stan­ La idea del desarrollismo como sucedáneo
ford (Ca.), 1997. del peronismo ha sido destacada en el plano
político más que en el ideológico. La apropia­
Interpretaeíones del peronismo ción de ideas peronistas por los ideólogos de­
sarrollistas se puede ver, entre otros, en: ROGE­
Como lectura general, aún conserva uti­ LIO FRIGERIO, Estatuto del subdesarrollo,
lidad la obra de CARLOS S. FAYT, Naturaleza Buenos Aires, 1983, y ARTURO FRONDIZI, Petró­
del peronismo, Buenos Aires, 1967. Visiones leo y política, Buenos Aires, 1955. Particular­
sintéticas se encuentran en las colaboracio­ mente valioso para comprender el desarrollis­
nes de IOsE ENRIQUE MIGUENs y CHRISTIAN mo es el libro de JULIO OYHANARTE, Poder
BUCHRUCKER en el libro de MIGUENS, TURNER politico y cambio estructural en la Argentina,
y otros, Racionalidad del peronismo cit.; tam­ Buenos Aires, 1969. También lo es la obra pos­
bién en el artículo de E. DE IPOLA, “Ruptura y trera de ARTURO FRONDIzI, El proyecto nacio­
continuidad. Claves parciales para un balan­ nal, Buenos Aires, 1983. En general, puede
ce de las interpretaciones del peronismo”, consultarse a I. E. NOSIGLIA, El desarrollismo,
Desarrollo Económico, año 19 n‘ 115, Buenos Buenos Aires, 1983.
Aires, octubre-diciembre de 1989. Es útil el El liberalismo
breve libro de ALBERTO CIRIA, Perón y el jus­
ticialismo, Madrid, 1975; y clásico, desde Es escasa la bibliografía relevante sobre el
otro punto de vista, es el texto de ERNESTO liberalismo, ya que se presume la muerte o
GOLDAR, El peronismo en la literatura argen­ pérdida de la tradición liberal. Es de esperar
tina, Buenos Aires, 1971. F. NEIBURG, Los in­ que la tesis doctoral en curso de IORGE NALLIM
telectuales y la invención del peronismo, Bue­ eche nueva luz sobre el asunto. Dentro de los
nos Aires, 1998, se propone ofrecer una ensayos sintéticos, deben recordarse los de
visión de las interpretaciones del peronismo EZEQUIEL GALLO, “Las ideas liberales en la Ar­
en los sesenta, pero no cumple con su come­ gentina”, en A. ITURRIETA (ed.), op. cit., págs.
tido. Para la perspectiva de la izquierda, véa­ 151-176, y “Tradición liberal argentina”, Estu­
se SILVIO FRONDIzI y otros, Las izquierdas en dios Públicos, n° 27, Buenos Aires, 1987, págs.
el proceso histórico argentino, reportajes de 351-378. También puede consultarse el recien­
Carlos Strasser, Buenos Aires, 1959. Otro te de E. ZIMMERMANN, “La idea liberal”, en C.
texto crítico, aunque con juicios muy discu­ ALTAMIRANO (ed.), La Argentina en el siglo XX,
tibles, es el de JUAN IosE SEBRELLI, Los deseos Buenos Aires, 1999, págs. 263-272. Considera­
imaginarios del peronismo, Buenos Aires, ciones de interés hace NATALIO R. BOTANA, El
1992. La clásica interpretación marxista del siglo de la libertad y del miedo, Buenos Aires,
peronismo-populismo está en ERNESTO LA­ 1998, dentro de la tradición del liberalismo
CLAU, Política e ideología en la teoría marxis­ institucional.
ta, Madrid, 1986.
467
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

El nacionalismo Socialismo y comunismo

Como visión general, sigue siendo útil el Las entrevistas de J. TRIMBOLI en La iz­
clásico de ENRIQUE ZULETA ALVAREZ, El nacio­ quierda en la Argentina, Buenos Aires, 1998,
nalismo argentino, 2 tomos, Buenos Aires, sugieren diversas ideas. Una breve y aguda sín­
1975; en menor medida, MARYSA NAVARRO GE­ tesis de lo que pasó con la izquierda, la da JUAN
RAssl, Los nacionalistas, Buenos Aires, 1968. CARLos PORTANTIERO, “La idea socialista”, en C.
Para la relación entre nacionalismo y peronis­ ALTAMIRANO (ed.), op. cit., págs. 273-278.
mo, véanse los trabajos ya citados de BUCH­ El caso del comunismo es singular; su his­
RUCKER y PIÑEIRO. La reconstrucción del na­ toria puede rastrearse en OSCAR AREVALO, El
cionalismo posperonista debe hacerse a base Partido Comunista, Buenos Aires, 1983, y AT­
de textos nacionalistas editados en Buenos Ai­ HOS FAVA, ¿Qué es el Partido Comunista?, Bue­
res por la “Biblioteca del Pensamiento Nacio­ nos Aires, 1983. La tesis de maestría de P. BA­
nalista”, que incluye títulos de LEONARDO CAs­ RRIO DE VILLANUEVA, “El discurso político
TELLANI, JULIO IRAZUSTA, RAMON DOLL, JORDAN durante la Segtmda Guerra Mundial. El caso
BRUNO GENTA, CARLos IBARGUREN y JULIO del Partido Comunista”, Mendoza, 1999, es un
MEINVIELLE, entre otros. Son útiles las colabo­ análisis brillante de las ideas y estrategias polí­
raciones de R. J. WALTER, L. SENKMAN y P. LEwIs ticas del comunismo.
en el libro de S. MCGEE DEUTSCH y R. H. DOL­ Sobre los intelectuales marxistas, JOSE ARI­
KART (ed.), The Argentine Right, Wílmington CO, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci e71
(De), 1993. Algunas pistas, no siempre claras, América Latina, Buenos Aires, 1988; del mis­
del nacionalismo de los sesenta pueden verse mo autor, “El marxismo latinoamericano”, en
en TOMAS ABRAHAM, Historias de la Argentina F. VALLESPÍN (ed.), Historia de la teoría política,
deseada, Buenos Aires, 1995, págs. 37-81, y en tomo 4, Madrid, 1992, págs. 379-414; HORA­
J. F. MARSAL, La sombra del poder, Madrid, CIO TARCUS, El marxismo olvidado en la Argen­
1975, págs. 43-89. Debe mencionarse, a pesar tina. Silvio Frondizi y Milcíades Peña, Buenos
de las confusiones de su autor, el crítico libro Aires, 1996. De este último autor, “El corpus
de DAVID ROCK, La Argentina autoritaria, Bue­ marxista”, en S. CELLA (dir), op. cit., págs. 465­
nos Aires, 1993. El giro a la izquierda de los 500, es una buena síntesis.
nacionalistas puede verse en M. SONDEREGUER, En cuanto al socialismo, sus rasgos ideoló­
“Avatares del nacionalismo”, en S. CELLA (din), gicos puede consultarse en JOSE RATzER, El mo­
La irrupción de Ia crítica, Buenos Aires, 1999, vimiento socialista en la Argentina, Buenos Ai­
págs. 447-464. Un balance bibliográfico e his­ res, 198 l; JORGE ENEA SPILIMBERGO, El socialismo
toriográfico se encuentra en ENRIQUE ZULETA en la Argentina, 2 tomos, Buenos Aires, 1974, y
ÁLVAREZ, “El nacionalismo argentino y la histo­ JOSE VAzEILLEs, Los socialistas, Buenos Aires,
riografía contemporánea”, en ACADEMIA NA­ 1967. Un inteligente planteo se encuentra en
CIONAL DE LA HISTORIA, Noveno Congreso Na­ NORBERTO GAI.AssO, ¿Qué es el socialismo nacio­
cional y Regional de Historia Argentina, Buenos nal?, Buenos Aires, 1973.
Aires, 1996. La versión de un socialismo nacional pe­
468 ronista, como movimiento de liberación na­
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

cional, está en G. CARDENAS y otros, El peronis­ DANIEL JAMES, Resistencia e integración. El pe­
mo, Buenos Aires, 1973, y C. A. FERNANDEZ ronismo y la clase obrera argentina. 1946-1976,
PARDO y A. LÓPEZ RITA, Socialismo nacional, Buenos Aires, 1990. Es muy valioso el aporte
Buenos Aires, 1973. También, de manera ge­ documental de ROBERTO BASCHETTI, Docu­
neral, sobre la denominada izquierda nacio­ mentos de la resistencia peronista 1955-1970,
nal, véase PABLO JOSE HERNANDEZ, Peronismo y Buenos Aires, 1997; De la guerrilla peronista al
pensamiento nacional. 1955-1973, Buenos Ai­ gobierno popular. Documentos 1970-1973,
res, 1997. Buenos Aires, 1995, y De Cámpora a la ruptu­
ra. Documentos 1973-1976, 2 vols., Buenos Ai­
El giro a la izquierda res, 1996 y 1999.
En particular sobre el ERP, véanse LUIS
La radicalización de la izquierda es objeto MATTINI, Hombres y mujeres del PRT-ERP,
actual de una investigación. Como obra gene­ Buenos Aires, 1996; JULIO SANTUCHO, Los últi­
ral, la crónica histórica “novelada” de EDUAR­ mos guevaristas, Buenos Aires, 1988; MARÍA
DO ANGUITA y MARTÍN CAPARRÓS, La voluntad, SEOANE, Todo o nada, Buenos Aires, 1983, y S.
Buenos Aires, 1997-1998, recorre en tres in­ BLIXEN, Conversaciones con Gorriarán Merlo,
constantes tomos de 1966 a 1978. También se Buenos Aires, 1988. Hay una compilación do­
recogen las impresiones de la izquierda en los cumental realizada por DANIEL DE SANCTIs, A
trabajos de MARÍA MATILDE OLLIER, El fenóme­ vencer o morir. PRT-ERP. Documentos, 2 to­
no insurreccional y la cultura política argentina mos, Buenos Aires, 1998 y 2000. Para otro sec­
(1969-1973), Buenos Aires, 1986, y La creencia tor de la izquierda revolucionaria, es útil el
y la pasión. Privado, público y político en la iz­ anónimo de PRENSA OBRERA, El Partido Obrero
quierda revolucionaria, Buenos Aires, 1998. y el peronismo, Buenos Aires, 1983.
Una síntesis discutible es la de H. CERUTTI La figtira de Cooke ha sido rescatada en va­
GULBERG, “El pensamiento político de la libe­ rias obras, especialmente RICHARD GILLEsPIE, I.
ración (1969- 1975)”, en A. ITURRIETA (ed.), op. W Cooke. El peronismo alternativo, Buenos Ai­
cit., págs. 267-294. La situación de la izquierda res, 1989; ERNESTO GOLDAR, Iohn William Coo­
en los años cruciales de los setenta, en A. PUC­ ke y el peronismo revolucionario, Buenos Aires,
CIARELLI (ed.), La primacía de la política, Bue­ 1985, y MIGUEL MAZZEO (comp.), Cooke, de
nos Aires, 1999. vuelta, Buenos Aires, 1999.
Sobre la izquierda revolucionaria peronis­ Sobre el papel de Perón en el fomento de
ta, al clásico libro de RICHARD GILLEsPIE, Solda­ la guerrilla, véanse: EMILIO VAZQUEZ VIERA, El
dos de Perón. Los Montoneros, Buenos Aires, proceso subversivo en la Argentina a través de la
1987, hay que añadir los testimonios de OSCAR bibliografía nacional. Origen y evolución
ANZORENA, IP. Historia de la Juventud Peronis­ (1955-1975), Córdoba, 2000; y los artículos de
ta 1955-1988, Buenos Aires, 1989; JORGE GAS­ SAMUEL AMARAL, “El avión negro: retórica y
PARINI, Montoneros. Pinal de cuentas, Buenos práctica de la violencia”, y W. RATLIFF, “Perón y
Aires, 1999, y PABLO GIUSSANI, Montoneros. La la guerrilla: el arte del engaño mutuo”, ambos
soberbia armada, Buenos Aires, 1997. Sobre el en AMARAL y PLOTKIN (comp.), op. cit., capítu­
sector obrero peronista, es clave el texto de los 3 y 8. 469
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

los católicos: ortodoxia y disidencia mo, Buenos Aires, 1972, y El Estado burocráti­
co autoritario, Buenos Aires, 1984. También
El marco general, rico en aportes, reflexio­ véase DARIO CANTON, La política de los milita­
nes y bibliografia, lo proporciona la tesis deli­ res argentinos: 1900-1971, Buenos Aires, 1971.
cenciatura, inédita, de V. L. MARTINEZ, “Teolo­ Sobre la pendular política argentina, véan­
gía de la Liberación y Revolución en la Iglesia se las obras de ALAIN ROUQUIE, Poder militar y
y desde la Iglesia”, Universidad Nacional de sociedad política en la Argentina, tomo 2, Bue­
Cuyo, Mendoza, 1999. Sobre el tercermundis­ nos Aires, 1986, y El Estado militar en América
mo argentino, véase G. PONTORIERO, Sacerdo­ _ Latina, Buenos Aires, 1984. También pueden
tes para el Tercer Mundo: “el fermento en la ma­ consultarse: MIGUEL ÁNGEL SCENNA, Los mili­
sa” (1967-1976), Buenos Aires, 1991. Para la tares, Buenos Aires, 1980, y E. KVATERNIK, El
justificación cristiana de la lucha armada, véa­ péndulo cívico militar: la caída de Illia, Buenos
se la publicación de la revista CRISTIANISMO y Aires, 1990.
REVOLUCION, Teología para el Tercer Mundo. Los estudios ideológicos de la Revolución
Los cristianos, Ia violencia y la revolución, Bue­ Libertadora aún no se renuevan. Al viejo
nos Aires, 1969. Los principales escritos del aporte de BONIFACIO DEL CARRIL, Crónica inter­
padre CARLOS MUGICA se recogieron en Pero­ na de la Revolución Libertadora, Buenos Aires,
nismo y cristianismo, Buenos Aires, 1971. So­ 1959, poco agrega DANIEL RODRIGUEZ LAMAS,
bre el catolicismo tradicional, puede consul­ La Revolución Libertadora, Buenos Aires, l985_._
tarse el trabajo de MARCELO MONTSERRAT y Sobre la Revolución Argentina, enfoques
CARLOS A. FLoRIA, “El pensamiento de Gusta­ optimistas iniciales se encuentran en la obra
vo ]. Franceschi y la revista Criterio en la cul­ colectiva del INSTITUTO DE CIENCIA PoLITIcA DE
tura política de la Argentina contemporánea LA UNIVERSIDAD DEL SALVADOR, La “Revolución
(l928—l978)”, en MARCELO MONTSERRAT, Usos Argentina”, Buenos Aires, 1966. La crítica ca­
de la memoria, Buenos Aires, 1996, págs. 170­ tólica puede verse en NATALIO R. BOTANA, RA­
215. En el apéndice del libro de CAIMARI, op. FAEL BRAUN y CARLOS A. FLoRIA, El régimen mi­
cit., se contraponen tres visiones católicas litar 1966-1973, Buenos Aires, 1973. Una
acerca del peronismo. sobria apología es la de MARIANO N. CAsTEx, El
Escorial de Onganía, Buenos Aires, 1981. Un
Militarismo y antipolitica balance irregular se encuentra en R. M. PERI­
NA, Onganía. Levingston. Lanusse. Los militares
Un texto importante para comprender la en la política argentina, Buenos Aires, 1983.
ideología militar latinoamericana es el editado Una consumada diatriba es la de GREGORIO
por B. LOVEMAN y T. M. DAVIES IR., The politics SELSER, El onganiato, 2 tomos, Buenos Aires,
of antipolitics, Wilmington (De), 1997. SÁN­ 1986.
CHEZ SORONDO, op. cit., dedica varios capítulos Sobre el Proceso de Reorganización Na­
de agudeza singular al tema. Sobre el modelo cional, consúltese la importante investigación‘
político de los gobiernos militares, GUILLERMO de A. C. ARMONY, La Argentina, los Estados
A. O’DONNELL proporciona valiosas indicacio­ Unidos y la cruzada anticomunista en América
470 nes en sus Obras Modernización y autoritaris­ Central. 1977-1984, Buenos Aires, 1999. En el
EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1943-1983)

trabajo de ALBERTO R. JORDAN, El proceso 1976­ en menor grado, H. R. LEIS, Intelectuales y po­
1983, Buenos Aires, 1993, se proporciona la vi­ lítica (1966-1973), Buenos Aires, 1991.
sión más equilibrada de esos años. Otros tex­ Sobre la democracia argentina faltan estu­
tos útiles son: LUIS MORENO OCAMPO, Cuando dios más profundos. Se recomiendan dos en­
el poder perdió el juicio, Buenos Aires, 1996; sayos: el clásico de JOSE LUIS ROMERO, El drama
HUGO QUIROGA, El tiempo del “Proceso? Con­ de la democracia argentina, Buenos Aires,
flictos y coincidencias entre políticos y militares, 1989, y el de D. GARCIA DELGADO, Raíces cues­
Rosario, 1994, y PETER WALDMANN y E. GAR­ tionadas: la tradición popular y la democracia,
ZON VALDEZ (comp.), El poder militar en la Ar­ Buenos Aires, 1989. El resurgimiento de la de­
gentina 1976-1981, Buenos Aires, 1983. mocracia está estudiado en MARIA SAENZ QUE­
SADA, El camino de la democracia. 1972-1983,
Mitologia y cultura politicas Buenos Aires, 1993.
La cultura de la violencia, ligada a la de­
Una historia de la Argentina centrada en glradación de la política, ha sido explicada por
los mitos que rodearon al peronismo (aunque JUAN PABLO FEINMANN, La sangre derramada,
muchos lo trascienden) es la de ROBERTO A12­ Buenos Aires, 1999, y PETER WALDMANN, “Ano­
CORBE, Argentina: the Peronist myth, New York, mia social y violencia”, en ALAIN ROUQUIE
1975. Sobre el concepto y el desarrollo de la (comp.), Argentina, hoy, Buenos Aires, 1982,
crisis en la Argentina en particular, hay su­ capítulo 6. Una sesgada interpretación es la
gerencias en A. E. BRAILDVSKY, Las crisis ar­ que propone ERNESTO IAURETCHE, Violencia y
gentinas, Buenos Aires, 1984. Sobre el mito política en los 70, Buenos Aires, 1997.
revolucionario y el ambiente intelectual, pre­ Lamentablemente, se carece de estudios
ferentemente la izquierda nacional, es impor­ sobre lo que los argentinos pensaban de la
tante el trabajo de OSCAR TERAN, Nuestros años política en estas cuatro décadas. El único
sesenta, Buenos Aires, 1993. También puede aporte original conocido es el de IULIO IRA­
consultarse SILVIA SIGAL, Intelectuales y poder ZUSTA, La política, cenicienta del espíritu, Bue­
en la década del sesenta, Buenos Aires, 1991, y nos Aires, 1977.

471
14. EL CONSTITUCIONALISMO

Dardo Pérez Guilhou

Si bien la constitución es la estructura le­ modalidad propia, “fruto del medio ambiente,
gal fundamental que cimenta la organización del pasado histórico, del atavismo racial, de su
política del Estado fijando sus fines y enun­ cultura y de su mentalidad”. Criticaba así a los
ciando los medios adecuados para conseguir­ que pretendían interpretar la letra ateniéndo­
los, ella no está reducida al mero texto formal. se a la imitación servil de la constitución nor­
Materialmente, comprende también los com­ teamericana, y terminaba, acertadamente, ma­
portamientos institucionales, la legislación nifestando: “Mi opinión es la inversa: lo
básica inmediata emergente de tal norma su­ nuestro es lo decisivo y lo norteamericano, lo
prema y, especialmente, la jurisprudencia concomitante. Vale más un pequeño detalle
constitucional. criollo en apoyo a una disposición constitu­
Este concepto enriquecido permite hablar cional que centenares de opiniones y fallos ex­
con más precisión del objeto de este capítulo. tranjeros, pues si en alguna disciplina es me­
Se puede así exponer el desarrollo consideran­ nester ser celosarnente nacional es en la del
do a la constitución como fruto de la historia, derecho constitucional, en la cual hay que te­
la realidad y la razón. ner siempre presente la argentinidad”.
Con gran acierto, la Corte Suprema de Ius­ Cumplía, de este modo, con el manda­
ticia de la Nación ha expresado que “no se miento alberdiano de interpretar la Constitu­
pueden olvidar los antecedentes que hicieron ción como una “combinación especial de he­
de la Constitución una creación viva, impreg­ chos, de hombres, de cosas”.
nada de realidad argentina, a fin de que dentro Como corolario de lo expresado, es que no
de su elasticidad y generalidad que le impide se puede estudiar el proceso constitucional ar­
envejecer con el cambio de ideas, crecimiento gentino sin tener en cuenta la historia nacio­
o redistribución de intereses, siga siendo el nal y sus ramas especiales, tales como la de las
instrumento de ordenación política y moral ideas, la política, la economía, la sociedad, la
de la Nación”. cultura, la religión. Nuestro orden jurídico
Ya en 1918, Ernesto Quesada señalaba que político supremo, en su crecimiento, está ines­
el texto supremo de nuestro pueblo se debe cindiblemente vinculado también a tales as­
comprender e interpretar teniendo en cuenta pectos. Por ello, este capítulo no se debe leer
lo que toda agrupación humana tiene como ignorando los otros que acompañan este volu­ 473
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

men y se refieren a tópicos de la más vasta his­ un conjunto coherente de estructuras que sa­
toria argentina, y de ahí también, la preocupa­ tisfacen las pregimtas de ¿cómo se ensamblan
ción de los directores de la redacción de esta los gobernantes, por qué, qué procedimientos
amplia obra, de incluirlo por considerar fun­ utilizan?
damental el papel jugado por la historia para El régimen, en cambio, puede definirse co­
entender el desarrollo del constitucionalismo mo el conjunto de respuestas históricas o im­
con las características que se han subrayado. puras y, por consiguiente, complicadas, referi­
Conviene anticipar que para comprender das a las mismas pregimtas. Viene a ser la
mejor el alcance y significación de los múlti­ visión singular de la realidad política, la mani­
ples e importantes proyectos de reforma que festación particularizada del sistema. El régi­
se han sucedido, y de las reformas que alcan­ men se da en las normas propias y únicas de
zaron efectiva concreción, resulta importante cada texto supremo y también, por cierto, en
disünguir brevemente entre forma de gobier­ la manera especial en que se traduce en la rea­
no, sistema político y régimen político. Esta lidad concreta.
distinción ayuda a perfilar mejor la mayor o Así, en la primera parte del artículo l de la
menor pretensión revolucionaria o de cambio, Constitución Nacional, se fija el sistema gene­
que acompaña a los diversos intentos. ral “representativo, republicano y federal”, y en
La forma se refiere al número de personas el final del mismo artículo, en la expresión “se­
que gobieman, el origen de la legitimidad del gún lo establece la presente constitución”, se__
poder y los fines a que apunta. De ahí, la per­ está abriendo la presencia de nuestro régimen
manente vigencia, en tal aspecto, de la vieja propio, concreto, que, entre otras notas, es
clasificación de los gobiemos en: monárquicos presidencialista, con un ministerio híbrido
-el de uno-, aristocráticos -el de un grupo- y con el parlarnentarismo, un federalismo uni­
democráticos -el de los más—. tario o unidad federativa, un órgano judicial
La forma habla de la organización estática no periódico, y tantas otras características más
del poder. Era preferentemente en el siglo XIX que nos singularizan, institucional, histórica y
cuando, con confianza ciega en lo que la razón geográficamente, y que cambian o morigeran
había ordenado esquemáticamente, se creía el sistema representativo, republicano y fede­
más en la posibilidad de incluir a todas las or­ ral como lo tienen consagrado en puridad la
ganizaciones políticas dentro de la clasifica­ doctrina y el derecho comparado.
ción aristotélica ya enunciada. Estas distinciones son muy importantes
En cambio, sistema y régimen político su­ para medir la magnitud de las reformas que
gieren que la configuración estructural no es se han proyectado y se han realizado. Según
un diseño estático sino que, conteniendo acti­ se cambie la forma o legitimidad, el sistema
vidad intrínseca, se expresa en un proceso que general o el régimen singularizado por la
se constituye sin cesar, que fluye, que se mue­ aplicación al lugar y, sobre todo, al momento,
ve en pro de un fin, conformando una entidad se podrán valorar la importancia y oportuni­
política que tiene trayectoria y movimiento. dad de la reforma y también la recepción
El sistema es la manera más abstracta y ge­ otorgada por la comunidad y sus órganos re­
474 neralizada que se presenta como definiendo presentativos.
EL CONSTITUCIONALISMO

FORMA Y SISTEMA HEREDADO ción del poder a través del uso abusivo de las
intervenciones federales a las provincias que
El texto de 1853-1860 ha experimentado, ven disminuir constante y aceleradamente su
en el siglo XIX, dos breves reformas que no lo autonomía; con la consolidación de un Ejecu­
han alterado mayormente: la de 1866, por la tivo fuerte aunque no absolutista; con contro­
que financieramente se fortaleció el gobierno les que se van desplazando del parlamento al
nacional, y la de 1898, por la que se posibilitó órgano judicial, habiendo éste comenzado a
la designación de mayor número de ministros. independizarse de los precedentes norteame­
No obstante que, en esta última, alguna mino­ ricanos; con reconocimiento de indiscutidos
ría intentó que fuera más amplia y que ya Es­ derechos civiles naturales; con indecisión so­
tanislao Zeballos, en 1881, había planteado in­ bre el camino a seguir sobre la concreción de
fructuosamente la necesidad de una reforma los derechos políticos; con un despertar más
por “la multiplicidad y gravedad de cuestio­ emotivo que racional sobre la posible vigencia
nes” que era necesario resolver, se arribó al de los derechos sociales y con la conciencia de
año 1900 sin alteraciones importantes en el que todavía el orden superior está adscripto a
texto y en el sistema fonnal fundamental. los principios del bien común, fundado en el
Sin embargo, el orden material nacional se catolicismo al que se da trato constitucional
había conmovido y agigantado con dos acon­ preferencial, y coloca en “el techo ideológico”
tecimientos políticos trascendentes: la Con­ la Constitución -tal como lo expresa el
quista del Desierto de los años 1877-1881, que Preámbulo—, no obstante la libertad de cultos
duplicó la superficie gobernable afirmando, garantizada.
además, la soberanía nacional, y la capitaliza­
ción de Buenos Aires, que entregó el dominio LOS PROYECTOS DE’ REFORMA CONSTTIUCIOMQL

de la ciudad a toda la Nación. ANTERIORES A 1930

Por otra parte, a instancias, en buena me­


dida, de las ideas positivistas reinantes a partir A pesar de que la mayor parte de la biblio­
de la década de 1880, hubo un fortísimo deba­ grafía existente en materia de historia consti­
te alrededor de las leyes de enseñanza laica y la tucional niega gran relevancia a la veintena de
sanción del matrimonio civil que caló hondo proyectos de reforma que se presentaron des­
en las bases de la cultura y de la sociedad pa­ de 1900 a 1930, no es posible coincidir con el
tricia tradicional. criterio que afirma, apresuradamente, que
La Argentina entró en el nuevo siglo con "sólo se referían a cuestiones de detalle y lejos
un sistema donde no se discuten los funda­ estaban de pretender alterar la filosofía de la
mentos de su legitimidad asentada en la sobe­ Constitución”.
ranía del pueblo, aunque sí se problematizan Es cierto que ningimo prosperó y que la
los carriles electorales por los que ésta debería mitad de ellos, empezando por el de Juan A.
expresarse; con seguridad inequívoca de que Argerich de 1909 hasta el de Diego Luis Moli­
las notas de representativo, republicano y fe­ nari de 1927, pasando por los de José M. Zala­
deral perfilan el orden legal, aunque, cada vez zar Altamira ( 1919), Roberto Parry ( 1920),
más, se vayan debilitando ante la centraliza­ Marcelo T. de Alvear y Iosé Nicolás Matienzo 475
LA DIMENSIÓN POLITICA

(1923), Matías Sánchez Sorondo (1923), ponían agregar la creación de un nuevo Mi­
Adrián Escobar (1923), Alejandro Ruzo (1925) nisterio del Trabajo o de Industria y Trabajo, y
y Horacio Sánchez Loría (1926), no plantearon consagrar el divorcio, no se los puede calificar
reformas sustanciales que alteraran “la filoso­ genéricamente de inspiración socialista o sin­
fía” del sistema. Sin embargo, otro gran núme­ dicalista. Por ejemplo, los demócratas progre­
ro pretendió calar en profundidad, eviden­ sistas que acompañaban a Lisandro de la To­
ciando que, además de mejoras técnicas o de rre deseaban exaltar el régimen municipal, y
procedimientos, había que considerar serias Carlos Conforti, en su discurso de presenta­
exigencias de los nuevos tiempos. ción de la reforma, se quejaba amargamente
Es notable cómo siete proyectos —los de contra sus compañeros de pensamiento por­
Carlos Olivera de 1903, Carlos Conforti de que “los mismos liberales tenemos la culpa,
1913, dos de Joaquín Castelllanos de 1916, Li­ destituidos como estamos de una organiza­
sandro de la Torre, Enzo Bordahere, Francisco ción eficaz que fuese estímulo y apoyo de los
Correas y otros de 1923, Leopoldo Bard de legisladores liberales”.
1924, y Iuan B. Iusto y Mario Bravo de 1925­ En rigor, se hacían eco, principalmente, de
tienen como seria preocupación principal, y un fuerte espíritu laicista que embargaba, en
en algunos casos única, la de eliminar las no­ esos momentos, a la sociedad argentina y pre­
tas religiosas del texto constitucional, buscan­ tendía mutar la “filosofía” de 1853.
do consagrar un “Estado civil y laico”. Las ex­ Cuando realmente afloró una honda preo-__
presiones de Iuan B. Justo y Mario Bravo son cupación por la transformación social, fue al
explícitas: “La moral social nos veda embotar presentarse los proyectos del senador Pedro
las inteligencias con dogmas arcaicos (...) hay Olaechea y Alcorta en 1911, del senador del
que desacreditar la revelación y el mesianismo Valle Iberlucea en 1914, y el de los diputados
para alejar la influencia de los mesías fautores socialistas Odone, Pérez Leiroz, Castellanos,
de la política criolla”. Dickrnann y Repetto, en 1927. Allí, el tema
Ya Carlos Olivera, en los fundamentos de asumió una jerarquía que no tuvo en el pro­
su proyecto, había calificado al texto de 1853 yecto de los senadores Iuan B. Justo y Mario
como “ambiguo, equivoco, indeciso. Su flexi­ Bravo, exponentes jerarquizados de dicha
bilidad oculta malicias profundas. A un ánimo fuerza política.
severo podrá parecer que sus más solemnes Con seguridad que cuando Pedro Olae­
promesas contienen perfidias”. Agregaba: “a la chea y Alcorta propuso modificar el artículo
soberanía nacional opone la soberanía papal”, 37 para mejorar la representación de la Cáma­
y terminaba afirmando que “nuestros políti­ ra de Diputados, no sin antes manifestarse
cos se mueven con una conducta tortuosa que partidario de la reforma total, no imaginó que
oscila entre la Virgen de Luján y los sarcasmos iban a terciar en su discusión los senadores
volterianos”. Láinez y Joaquín V. González. El primero sos­
No se puede negar que se abrigaba el pro­ tuvo que la reforma, en todo caso, debía ir más
pósito de cambiar el comprometido funda­ allá del citado artículo, debía ser total y con
mento ético cristiano del orden constitucional ello se registrarían “los peligros que acrecen
476 heredado. Además, si bien varios de ellos pro­ con la participación en la revisión de elemen­
EL CONSTITUCIONALISMO

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l Juan B. Iusto, senador nacional. Archivo General de la Nación.

tos completamente nuevos, recientemente in­ ces a esta fórmula escrita y dejar un poco más
corporados al país que pueden traer un soplo de amplitud a la interpretación constitucio­
de espíritu más revolucionario y una pertur­ nal”; y agregó, interrogando: “¿Qué cosas nos
bación honda en el organismo nacional”. indicarían los gremios que trabajan y elaboran
Ioaquín V. González, presidente de la Co­ la grandeza material y económica del país, si
misión de Asuntos Constitucionales, se opuso les preguntáramos qué reformas requieren a
a una reforma total sin que se hiciera un tra­ su juicio? Nos dirían muchas cosas”. El proyec­
bajo previo de investigación que concretara to acompañó el destino de los anteriores. No
un pensamiento claro y terminante, porque se trató.
era grave “el peligro que importaba abrir todas Del Valle Iberlucea propone una reforma
las puertas (...) un error de experiencia y- de sustancial del Senado, en cuanto al carácter de
ciencia”, sin tal meditación detenida. Pero ex­ su representación, número de senadores, elec­
presó conceptos premonitorios que alertaron ción, renta y duración de su mandato, no sin
sobre las soluciones posibles y los problemas antes manifestar, en un erudito discurso, que
vigentes. “Para que podamos armonizar el de­ es contrario al sistema bicameral y partidario
sarrollo de la Constitución con el desarrollo del unicameral, porque considera al Senado
social, económico, político e intelectual del “una fuerza reaccionaria frente a los avances
país —dijo— necesitamos abrir un poco los cau­ de la democracia”. 477
LA DIMENSION POLÍTICA

Gran parte de sus argumentos los encuen­ Justo, quien seguía la doctrina pacífica del so­
tra en el hecho de que la Argentina “ha modi­ cialista alemán Eduard Bernstein y del francés
ficado profundamente su estructura econó­ Jean Iaures, que respondían al reformismo so­
mica y condición social”, que ha llevado a cialdemócrata, opuesto a la cruenta metodolo­
poner en crisis el federalismo por la desapari­ gía marxista soviética.
ción de las barreras económicas entre los esta­ El proyecto se concreta en solicitar la sus­
dos particulares. titución del artículo 15 de la Constitución Na­
“El federalismo -exclama— es ahora un re­ cional que, en sintesis, prohibía la esclavitud y
cuerdo histórico. La tendencia hacia la centra­ “todo contrato de compra y venta de perso­
lización política es clara y manifiesta. La evo­ nas”. Se propone cambiarlo por un extenso
lución natural tiende al unitarismo. El texto que diga: “En el territorio de la Repúbli­
progreso de la civilización consiste en el pro­ ca ni de hecho ni de derecho la persona o el
greso de la centralización”. Y recurriendo a trabajo de un ser humano pueden ser asirnila­
abundante bibliografía francesa, norteameri­ dos a una mercancía. Todos los trabajadores
cana y argentina, expone enfáticamente que tienen derecho a un salario suficiente para su
“el remedio no está en cambiar los hombres mantenimiento y desarrollo normal y el de sus
sino el sistema”. familias; a una jomada de trabajo y a períodos
Es interesante consignar que, si bien en su de descanso que les permitan cultivar sus fa­
exposición palpita gran parte del alegato so­ cultades y practicar la vida de relación propia_
cialista contra las instituciones conservadoras de todo ser humano; a justas indemnizaciones
y, en especial, contra el Senado, sin embargo, por los accidentes y perjuicios que sufran con
no se anima a pedir la supresión sino su trans­ motivo de los trabajos que realicen; a trabajar
formación con clara conciencia del alcance en buenas condiciones de seguridad e higiene,
destructivo de sus argumentaciones contra la y a ser sostenidos en caso de invalidez, enfer­
“vieja república”. medad, desocupación y vejez”.
El proyecto que tiene verdadero parentesco Interesantes son los fundamentos, que de­
con la dialéctica revolucionaria es el de los di­ sarrollados en un extenso documento, con
putados socialistas presentado en 1927. Con­ abundante bibliografia entre la que predomi­
viene precisar que su contenido es revolucio­ nan el alemán Menger y el francés Iaures, se
nario, en cuanto ataca a la parte dogmática de hace la crítica al Estado individualista burgués
la Constitución, proponiendo la ampliación y a la legislación hija de él, no obstante que se
fundamental de sus fines al incluir otro sujeto reconoce que "el proletariado ha conseguido
titular de derechos: al trabajador, a quien sin­ atenuar mucho la dependencia de él con res­
gulariza del ciudadano, del extranjero y del ha­ pecto del patrón, gracias a su acción política y
bitante, únicos considerados, hasta ahora, ge­ gremial de clase que le ha procurado la relati­
néricamente. No es revolucionario en cuanto va libertad de que goza”.
no propicia una metodología de violencia para Funda la constitucionalización de los de­
desarrollar una dialéctica combativa. Por otra rechos del trabajador, que lograrán su pleni­
parte, era ésa la línea general del socialismo ar­ tud “cuando los medios de producción y de
478 gentino, liderado ideológicarnente por Iuan B. cambio sean de propiedad social”. Cuando “la
EL CONSTITUCIONALISMO

propiedad social -expresa— sea al mismo da Sáenz Peña que, al asegurar la libertad del
tiempo individual sobre lo que se produce con sufragio permite el significativo tránsito de la
el propio esfuerzo y no sea antisocial como lo república liberal a la demoliberal. Cambio tan
determina el Código Civil en cuanto al domi­ fundamental, que adquiere el carácter de revo­
nio absoluto de las cosas y por lo que tiene de lucionario al desplazar el efectivo ejercicio del
antihumana, perturbadora y anárquica”. Se poder aristocratizante desde la minoría de “los
abona lo afirmado con las cláusulas sociales ya notables”, a la legitimidad alcanzada por las
incluidas en las constituciones de Mendoza, mayorías en ejercicio del sufragio realmente
Tucumán y San Juan. universal.
Este proyecto se puede considerar el pri­ En el orden social se han sancionado la ley
mer antecedente importante de los futuros in­ 4661 de 1905, por la que se estableció el des­
tentos del constitucionalismo social y de la canso dominical; en 1907 se creó la Dirección
enumeración detallada de los derechos del tra­ General del Trabajo, que en 1912 se transfor­
bajador. No tiene nada que envidiarle, en esta mó en el Departamento Nacional del Trabajo;
materia, a la que consagrará el artículo 37 de la en 1914 se sancionó la ley 951 l, por la que se
Constitución de 1949. Además, es curioso que estableció la inembargabilidad de ciertas por­
en ambas se omita el derecho a la huelga y se ciones del sueldo; en 1915 se dictó la ley 9688
dé significativa presencia al núcleo familiar. sobre accidentes de trabajo; en 1924 se sancio­
Se intenta un paso de profundo cambio en na la ley 11337 sobre trabajo de menores y
los fundamentos doctrinarios del nuevo orden mujeres, y en 1929 se establece, por la ley
superior. 11.544, límites a la jornada de trabajo. La pré­
Finalmente, un proyecto que no debe pa­ dica en materia social a instancias de los anar­
sar desapercibido es el del diputado radical quistas, socialistas, sindicalistas y la doctrina
Carlos Melo en 1917. Además de proponer la de la encíclica Rerum Novarum de la Iglesia ha
autonomía de las provincias y la elección di­ cuajado en leyes que acercan a la democracia
recta del presidente, en él existe el propósito social.
de aproximarse al sistema parlamentario, dan­ Por su parte, la Corte Suprema de Justicia
do mayor poder al Congreso, introduciendo dicta en 1922 un importante fallo en el caso
un control sobre el Ejecutivo al establecer una “Ercolano c/Lanteri de Renshaw”, por el que se
suerte de censura al ministerio si los dos ter­ acepta la regulación estatal de la economía, no
cios de votos de las Cámaras deciden que un obstante la disidencia del ministro Antonio
ministro no debe permanecer en su cargo. Se Bermejo. Se limitan los derechos individuales
hace eco así de la importante polémica queen de contenido económico. Se introduce así la
1910 y 1911 desató la Revista Argentina de función social de la propiedad privada que, en
Ciencias Políticas sobre la disyuntiva futura rigor, alcanza significado revolucionario por
entre presidencialismo y parlamentalismo. la alteración que produce en el goce absoluto
La legislación y la jurisprudencia ya se han de la propiedad privada que protegía el Códi­
adelantado en el cambio de la constitución go Civil.
material. En el orden político, el Congreso Na­ Se arriba así al final de la década de 1920,
cional ha dictado, en 1912, la ley 8871, llama­ con ricos precedentes constituyentes y precons­ 479
LA DIMENSIÓN POLITICA

tituyentes que han colaborado en la creación de decididamente, el sistema político representa­


una nueva mentalidad que no se sorprende, en­ tivo argentino e inclusive llega hasta poner en
tre otras cosas, de que sea cuestionada la vigen­ discusión las bases del principio de legitirni­
cia del viejo orden liberal. dad democrática que alimenta nuestra forma
En general, no se le ha prestado suficiente de gobierno.
atención al avance de este proceso reformista Iosé Félix Uriburu, en su manifiesto dirigi­
que denota la presencia de serias fisuras en el do al pueblo el 1° de octubre de 1930 justifi­
anterior respeto a la interpretación individua­ cando el alzamiento, entre otras cosas dijo:
lista del plexo jurídico-político superior. For­ “No consideramos perfectas e intangibles ni la
ma parte de la culminación de este desarrollo Constitución ni las leyes fimdarnentales vi­
crítico, el cuestionamiento que desde 1928 se gentes (...) es necesario que la Constitución
hace, decididamente, por grupos políticos e sea reformada (...) para el perfeccionamiento
intelectuales en los que campea, por un lado, del régimen electoral, de suerte que él pueda
el ataque a los abusos del poder y, por el otro, contemplar las necesidades sociales, las fuer­
a la legitimidad democrática, a la ley electoral zas vivas de la Nación”. Y agregaba: “Conside­
y al régimen de los partidos políticos. Aparece ramos que cuando esos intereses puedan gra­
justificada por estos grupos la denuncia de vitar de manera efectiva no será posible la
una situación de caos, producto de la prepo­ reproducción de los males que ha extirpado la
tencia presidencial y el clientelismo político revolución. Cuando los representantes del
del partido oficial que ha conducido a la ab­ pueblo dejen de ser meramente los represen­
sorción de los órganos del Estado por el comi­ tantes de los comités políticos y ocupen las
té; todo ello, ajeno a la “verdadera o nueva re­ bancas del Congreso obreros, ganaderos, agri­
pública” que reclama cierta parte de la cultores, profesionales, industriales, etcétera,
opinión pública y del ejército. la democracia habrá llegado a ser entre noso­
tros algo más que una bella palabra”. Junto con
estas expresiones, que son las que más se han
EL GOLPE DE ESTADO DE 1930. subrayado, enumeraba, también, otras refor­
EL INTENTO DE REFORMA mas que hacían al régimen tributario, a la au­
CONSTITUCIONAL REVOLUCIONARIO tonomía de las provincias y del Parlamento, a
la independencia del Poder Judicial y a la reor­
Se suele destacar el evento, por iniciar la ganización de la administración pública.
cadena de golpes militares que interrumpie­ Quince días después, el interventor en
ron la continuidad legal en el siglo XX y por Córdoba, Carlos Ibarguren, uno de los mento­
denotar la aproximación de un movimiento res intelectuales, en el teatro Rivera Indarte
ideológico que deseaba hacer de los miembros pronunció una conferencia en la que explicó
de las Fuerzas Armadas, los titulares del poder. los fines de la revolución, que produjo una
Sin perjuicio de aceptar la parte de verdad que fuerte reacción. Allí, interpretando la natura­
rodea a esta aseveración, su mayor importan­ leza y fines del movimiento, dijo: “El país
cia reside en que constituye el primero y más quiere otra cosa: ni vuelta a la demagogia y al
480 serio proyecto revolucionario para cambiar, imperio de los comités, ni reformas exclusiva­
EL CONSTITUCIONALISMO

catoria de las manifestaciones ya adelantadas


por Uriburu en su “Manifiesto” anterior, en el
sentido de que “declaramos que ella no puede
ser reformada sino por los medios que la mis­
ma constitución señala (...) y que será el Con­
greso elegido por la Ley Sáenz Peña quien de­
clare la necesidad y extensión de las reformas,
de acuerdo con lo preceptuado por el artículo
30 de la Constitución Nacional”.
Pero lo que hería a los viejos partidos po­
líticos era la propuesta de lograr una represen­
tación que escapara a su exclusividad y, en ma­
yor magnitud, el intento de derogar el sufragio
universal igualitario de la Ley Sáenz Peña para
reimplantar el voto calificado. Ya, a esa altura
del desarrollo histórico político, democracia
era sinónimo de soberanía popular más la
igualdad garantizada por la ley, que era una
suerte de mito en las fuerzas populares.
En rigor, estaba cuestionando la misma le­

Carlos Ibarguren en la década del treinta. Archivo General


gitimidad de la forma de gobierno retrotra­
de la Nación. yéndola a la república aristocrática de los no­
tables y, además, se atacaba al sistema y al
mente fascistas (...) En el parlamento puede régimen, al pretender suplantar el individua­
estar representada la opinión popular y acor­ lismo partidocrático por un organicismo
darse, también, representación de los gremios asentado más en los grupos funcionales que
y corporaciones que están sólidamente estruc­ en las personas para, en definitiva, suplir los
turados. La sociedad ha evolucionado profun­ fundamentos históricos del viejo bicameralis­
damente del individualismo democrático que mo. Era la revolución y no el simple golpe de
se inspira en el sufragio universal, a la estruc­ Estado. Se iba contra los usos y no contra los
turación colectiva que responde a intereses ge­ abusos.
nerales más complejos y organizados en forma Fue tal el impacto que produjo el cambio
coherente dentro de los cuadros sociales. Estas propuesto, que era atacado unánimemente por
trascendentales ideas de las grandes reformas los partidos políticos, por gran parte de la
que la revolución anhela son entregadas al prensa y por un grupo importante de militares
examen de la opinión pública, no para impo­ seguidores de Agustín P. Iusto que habían adhe­
nerlas por la fuerza sino para discutirlas a la rido al movimiento más que nada por despla­
luz de la razón”. zar del poder al presidente, al vicepresidente y a
Esta afirmación de que la reforma no se los ministros, sin buscar cambios instituciona­
impondría por la fuerza, en realidad es ratifi­ les. Estas circunstancias, más una serie de desa­ 48]
LA DIMENSlON POLÍTICA

ciertos en la gestión golpista -entre los que se te anticipar sintéticamente ciertas conclusio­
encuentra la anulación de las elecciones de la nes atrayentes en la pluma de destacados juris­
provincia de Buenos Aires de 1931, en las que tas argentinos.
había triunfado el radicalismo—, condujeron al Mariano de Vedia y Mitre, Salvador Dana
fracaso del proyecto primitivo de Uriburu y Montaño, Rodolfo Rivarola, Iuan Ramón Vi­
que éste se viera obligado a transar con la Fun­ dal, Pedro Olaechea y Carlos Ibarguren se ma­
dación Nacional Democrática que nucleaba a nifestaron favorables a la propuesta. Con más
los partidos que inicialmente habían apoyado inclinación a apoyarla que a criticarla, lo hi­
al gobierno provisional. De este acuerdo nació cieron Arturo M. Bas, Clodomiro Zavalía,
un nuevo proyecto, que se hizo conocer por un Leopoldo Melo y Félix Sarria. En cambio, más
manifiesto del 18 de junio de 1931, que ya no propensos a la crítica que al aplauso fueron
incluía las notas críticas al sistema sino meros Carlos A. Tagle y Francisco Correa. En contra,
cambios interesantes pero no de significación de manera absoluta, Rómulo S. Naón. Se ex­
revolucionaria. presó calificándola de inoportuna, Marcelo T.
Mucho se ha escrito sobre las presuntas de Alvear.
ideas fascistas de Uriburu y del grupo de inte­ Lo cierto es que no pasó de un proyecto.
lectuales que lo llevaron a intentar el golpe y Agustín P. Iusto, que lo recibió de manos de
el cambio. Pertenece a otro capítulo de esta Uriburu, en el momento de asumir la presi­
obra el análisis detallado de tales ideas, pero dencia, lo relegó al olvido.
ya la bibliografía moderna ha acreditado la Pero han aparecido dos aspectos nuevos
ausencia de tal “fascismo”. En todo caso, el que no deben despreciarse. Por un lado, se
pensamiento predominante del grupo mentor rompió la continuidad pacífica, o aparente­
y seguidor fue de un nacionalismo antiliberal mente pacífica, del orden constitucional, recu­
de claras raíces maurrasianas, que apoyaba rriéndose a un remedio extra legal para “solu­
una democracia orgánica, sustitutiva de la re­ cionar abusos”. Por otro, se puso en evidencia
presentativa cuantitativa. Uriburu nunca se que la intelectualidad y los políticos argenti­
autocalificó de nacionalista y siempre negó nos de las más diversas líneas y militancias
ser fascista. cuestionaban, y a veces sin mayor respeto, el
Queda un balance no despreciable de la histórico texto de 1853-1860. Su intangibili­
experiencia. El nuevo proyecto elaborado por dad no expresaba el proyecto político a que as­
la transacción motivó que el diario La Nación piraba la nueva sociedad argentina.
organizara una encuesta entre las más desta­
cadas personalidades del país, que se difundió
por más de dos meses, en la que opinaron LOS PROYECTOS ANTERIORES A 1948
veintitrés figuras sobresalientes de la política y
el derecho. Lo sorprendente es cómo en ese Desde 1931 hasta 1948 se presentaron tre­
momento se puso en evidencia la existencia de ce proyectos de reforma. La mayor parte, ca­
un clima reformista propicio para ciertos rentes de trascendencia.
cambios del texto supremo. Su análisis ya rea­ El de Adrián Escobar, de 1932, actualiza la
482 lizado por Carlos Guillermo Frontera, permí­ consideración del segundo proyecto y mensa­
EL CONSTTTUCIONALISMO

je de Uriburu de 1931. Si bien fue aplaudido, ra ser diputado se requiere “haber nacido en el
no fue canalizado su trámite. territorio argentino o ser hijo de ciudadano
Los de Iosé Nicolás Matienzo de 1934, y nativo, habiendo nacido en país extranjero”, e
Marcial I. Zarazaga de 1935, como el socialista igual requisito para ser electo senador nacio­
de 1936 de los diputados Besasso, Castiñeira, nal. Se deja así de lado la generosidad de la
Korn y otros, no lograron repercusión. Este Constitución de 1853, que permitía ejercer el
último se limitó a repetir el viejo proyecto an­ sufragio, tanto activo como pasivo, a los ex­
ticlerical de la década anterior, perteneciente a tranjeros naturalizados.
los senadores Iusto y Bravo. Los proyectos de Está inspirado en la fuerte prédica nacio­
Iusto G. Medina y otros de 1939, de extracción nalista que ha comenzado en la década ante­
demócrata nacional, como el de 1946 de Her­ rior, que mueve “un sentimiento sano de na­
man Iofré, Iuan Polizzi y otros, promoviendo cionalidad y un propósito de legítima defensa
la reelección indefinida del presidente, no tu­ del espíritu y de la raza argentina”, y responde
vieron eco. “al anhelo de todos los argentinos de mante­
Se tuvo que llegar a los reiterativos proyec­ ner ajustada a nuestra noble tradición históri­
tos del diputado peronista Eduardo Colom de ca la vida nacional en su múltiple y compleja
los años 1947 y 1948, como de sus legisladores exterioridad”.
correligionarios, Bustos Fierro y Miel Asquía, Critica la exagerada liberalidad de nuestra
y otro de 1948 de Iosé E. Visca, para que dipu­ Constitución con los extranjeros y expresa
tados del partido gobernante se decidieran a que las circunstancias del momento interna­
unificar en texto único sus diversas y diferen­ cional exigen tomar medidas de “preserva­
tes propuestas. Así nació el proyecto determi­ ción de nuestro régimen político interno”. Re­
nante que impulsó la reforma constitucional vela que existen “organizaciones disolventes”
de 1949. que se han infiltrado en la enseñanza y hasta
Pero antes de pasar al capítulo especial que en el mismo órgano legislativo. Escuelas en las
merece tal reforma, es necesario detenerse, que “no se habla el idioma nacional, no se co­
aunque sea brevemente, en la propuesta de noce la bandera argentina, ni se enseña la his­
cambio que, en 1938, hacen diez diputados del toria y geografía de la República”. Añade que
Partido Demócrata Nacional. Los firmantes “casi sería obvio recordar la existencia de or­
son Reynaldo A. Pastor, Samuel Alperín, Mi­ ganizaciones políticas extremistas que obede­
guel Osorio, Abel Gómez Rincón, Honorio cen a las directivas de Moscú, que tienen sus
Basualdo, Iuan Labayén, Iuan C. Agulla, Ben­ representantes en el Congreso de la Nación
jamín S. González, Daniel Videla Dorna y Raúl (...) vinculados directamente a la Tercera In­
Godoy. ternacional simulando acatamiento a las leyes
La reforma proyectada es breve pero muy argentinas”. Denuncia el “reciente ensayo de
significativa, porque será importante antece­ un frente popular para regir la vida parla­
dente de una de las notas de la futura de 1949. mentaria de una de las ramas del Congreso” y
Se propicia modificar los artículos 37, 40 y 47, que “en comicios nacionales se ha llegado al
haciendo que los diputados sean elegidos “por uso de los símbolos del Soviet impresos en las
los ciudadanos argentinos de origen”; que pa­ boletas del sufragio". 483
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Luego de más extensos e ilustrativos car­ las democracias”, con el que se había compro­
gos, se manifiesta que la solución está en que metido Estados Unidos con la adhesión de la
“la función legislativa debe estar confiada a los mayor parte de los países americanos; éstos, si
hijos del país, (...) estos que son sus represen­ no con la guerra, al menos, casi en su totali­
tantes, elaboran la ley y detentan una suma de dad, con la ruptura de las relaciones con el Eje
poderes y atribuciones tales que requieren pa­ Berlín-Roma-Tokio. Esta definición presiona­
ra bien de la Nación que estén perfectamente ba sobre la política interna nacional, en la cual
compenetrados de los intereses, anhelos y as­ existían, por un lado, fuertes grupos neutralis­
piraciones de su pueblo". tas de disimulada simpatía con el Eje, y por el
Es el “Parlamento de la Patria el crisol de otro, los calificados de aliadófilos.
las leyes y de la doctrina argentina (...) que de­ Por otra parte, el gobierno argentino y la
be reflejar el espíritu de la raza nueva y fuerte oposición política vivían, luego de las muertes
que debe expresarse con voz inconfundible­ de Alvear y de ‘Agustín P. Iusto, una verdadera
mente argenüna”. Terminan expresando los crisis de conducción y definiciones claras ante
fundamentos: “Por eso queremos un parla­ la próxima renovación de autoridades presi­
mento genuinamente argentino constituido denciales que debía producirse en 1944.
por ciudadanos argentinos de nacimiento”. El golpe fue llevado a cabo, predominante­
mente, por militares que en sus luchas inter­
nas provocaron, a su vez, con celeridad distin­
PASOS MEDIATOS PREVIOS A LA REFORMA ta alternancia de generales en el pode-r,
CONSTITUCIONAL DE 1949 culminando el interregno de facto en la elec­
ción democrática del entonces coronel Juan
Los proyectos de reforma entre los años Domingo Perón, para la primera magistratura
1946 y 1948 precedieron el más importante de en 1946.
1948, que surgió de la redacción acordada por Este llega a la presidencia respaldado, fun­
una comisión legislativa que tuvo por misión damentalmente, por las fuerzas sindicales in­
“recibir, estudiar y sistematizar los distintos corporadas para la acción política en las filas
proyectos e iniciativas” que tenían como ori­ del Partido Laborista, con el apoyo de parte
gen las variadas propuestas peronistas para re­ importante de los simpatizantes socialistas y
formar la Constitución. de afiliados radicales reagrupados en la Unión
En 1943 se produjo un nuevo golpe de Es­ Cívica Radical (Iunta Renovadora).
tado que sustituyó las autoridades civiles que Pero el gran sostén ideológico predomi­
gobernaban, fruto de una discutida legalidad, nante había sido aportado por los viejos na­
ya que el fraude electoral era el sostén de su le­ cionalistas adheridos a una decidida línea an­
gitimidad. Además, el sistema se deslizaba es­ tiliberal, católica, hispanista, tradicional, con
tragado por una lucha ideológica interna que sensibilidad social inspirada en las encíclicas
había sido excitada por la presión que ejercía Rerum Novarum y Quadragessimo Anno y vi­
el tener que definirse entre uno de los bandos goiizada con la realización del Congreso Eu­
de la contienda mundial. La alternativa estaba carístico Nacional de 1934. Por ello, este com­
484 entre el régimen nazi de Hitler y el “mundo de plejo ideológico gozaba de las simpatías de la
EL CONSHTUCIONALISMO

mayor parte de los miembros de la Iglesia ar­ escuelas. Con ello se pretendía afianzar los va­
gentina, aunque algunas minorías católicas y lores cristianos de la cultura argentina.
nacionalistas nunca se entusiasmaron dema­ Las medidas tomadas en materia social
siado y desconfiaron de la sinceridad del hom­ también han operado una transformación.
bre que lideraba la empresa. Como señalan Carlos Alberto Floria y César
A fines de 1947 y principios de 1948 se di­ A. García Belsunce, Perón y el coronel Domin­
fundió, a través de grupos y asociaciones, la go Mercante, desde la Secretaría de Trabajo,
necesidad de que Perón fuera reelecto para no producen “aumentos de salarios, revisión de
frustrar e interrumpir la “carrera ascendente” las condiciones laborales, estatutos destinados
en que veían el destino del país conducido por a la protección de trabajadores de gremios di­
su liderazgo. No sin la invocación de otros versos, creación de Tribunales del Trabajo, re­
motivos por parte de numerosos políticos e glamentación de las asociaciones profesiona­
intelectuales, se promovió decididamente la les, unificación del sistema de previsión social,
reforma de la Constitución para hacer factible extensión de los beneficios de la ley 11.729 a
tal deseo de reelección. todos los trabajadores, y frecuentes entrevistas
Así, luego de frustrados intentos, en junio con los dirigentes de los niveles altos y medios
de 1948, se presentó en la Cámara de Diputa­ de las organizaciones obreras; todos hechos
dos el más serio proyecto que provocaría el concretos, con gran efecto multiplicador en
gran debate sobre la reforma. sectores sociales que hasta entonces no habían
Este clima reformista se había visto tonifi­ tenido la sensación de participación política y
cado por la defensa, en 1945, en la Facultad de social que esas medidas insinuaban”. Esos de­
Derecho, de la tesis premiada de Iorge S. Oría cretos leyes fueron ratificados y convalidados
sobre “Ficción y realidad constitucional. El legalmente al poco tiempo de asumir Perón la
drama de la nueva Argentina”. Ella tuvo gran presidencia constitucional.
repercusión en los ámbitos académicos, por En esta lista no hay que olvidar la ley que,
haberse sostenido la necesidad de la reforma en 1947, proclama los Derechos del Trabaja­
en la imposibilidad de cumplimiento del viejo dor y que se asegura la marcha hacia la efecti­
texto. Se propiciaba una reforma trascenden­ va unificación de la Confederación General
tal para “crear una nueva mística, un nuevo del Trabajo (CGT). Este proceso culminará
entusiasmo, una nueva fe, para asegurar una con la representación de los diputados obreros
larga etapa renovadora y fecunda”. en proporción de un tercio en el bloque oficial
Antes de tratar el proceso que se desató de la Cámara de Diputados, y con la designa­
con motivo del proyecto peronista, siguiendo ción de “agregados obreros” en las embajadas
con el propósito de considerar la constitución argentinas. Todo ello daba el perfil de un siste­
real, es importante consignar que el régimen ma próximo al Estado sindical y en los hechos
político material argentino ya había alcanzado transformaba a la CGT en “pieza maestra del
cambios notables, a partir del golpe de 1943. régimen”.
En efecto, al poco tiempo se dictó por par­ Los cambios políticos no son menos im­
te del gobierno de facto, el decreto-ley por el portantes. En septiembre de 1947 se dicta la
que se implantó la enseñanza religiosa en las ley 13.010 de sufragio femenino. Ahora sí se 485
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

puede hablar de la efectiva democratización En el desarrollo de los fundamentos se ex­


del sufragio universal. presa que se parte de la base de que la necesi­
En el mismo año se tiñe, además, al régi­ dad de la reforma “es punto al margen de toda
men partidocrático de un personalismo que discusión”, y que las discrepancias giran sobre
no era recomendable en la ley de partidos po­ los asuntos que ella debe comprender. Sor­
líticos, ya que anteriormente éstos debían prendentemente, aparentando una defensa del
asentar su convocatoria más en los principios texto de 1853-1860, se agrega que “no se ha
y plataformas que en los dirigentes. Ahora se querido redactar una nueva Constitución por­
crea el Partido Peronista, que tiene a Perón que creemos que la actual honestamente in­
como dirigente máximo. Éste no había sido terpretada y aplicada llena las necesidades del
nada más que el afiliado número uno del Par­ país”.
tido Laborista. Ahora es el conductor indiscu­ En la_ misma línea termina la introducción
tible de la mayoría. manifestando que “la constitución actual es en
La Corte Suprema de Justicia fue enjuicia­ gran parte síntesis de la realidad argentina
da y condenada en 1947, con el claro propósi­ permanente e inmutable”. Pero se añade: “sólo
‘to de evitar su control, que podía someter a re­ el sistemático y malicioso falseamiento de la
visión la discutida legalidad de la legislación historia argentina ha llevado a muchos espíri­
social que en más de un aspecto parecía con­ tus el convencimiento de que los errores co­
tradecir el espíritu de la Constitución vigente. metidos por la clase dirigente, tienen por cau­
Fue destituida, entre otros cargos, por haber sa la Constitución. Ello no es así”. f
legitimado a gobiernos de facto, algo que re­ Este prólogo de defensa del texto de 1853­
sultaba descabellado por cuanto el gobierno 1860 y acusación contra los ejecutores históri­
peronista se había originado como conse­ cos, pareciera anticipar nada más que un cues­
cuencia del golpe de Estado de 1943. Este jui­ tionamiento de la falsa interpretación de que
cio golpeó fuerte al sistema republicano, al ha sido objeto. Sin embargo, el desarrollo pos­
afirmar más el liderazgo del órgano ejecutivo, terior contradice lo anticipado abiertamente,
rompiendo el posible equilibrio o control por y entonces, en un extenso alegato histórico­
parte del órgano judicial que fue integrado, en político de fuerte tónica revisionista, que lleva
su mayoría, por “jueces sumisos”. más de sesenta y cinco páginas del Diario de
Sesiones, se redacta una nueva versión de la
historia política argentina, en la que se con­
EL PROYECTO DE IUNIO DE 1943 funden testimonios documentales extensos,
transcriptos de las Asambleas Constituyentes
Está firmado por diez diputados peronis­ Argentinas, con citas bibliográficas extraídas
tas de relevancia y de los más distintos oríge­ de los más variados autores de Derecho Públi­
nes ideológicos intemos. Ellos son Iohn Wi­ co, de muy desparejo nivel académico, traídos
lliam Cooke, Ricardo Guardo, Oscar Albrieu, . a escena según sea el tema que se pretende
Joaquín Díaz de Vivar, Ernesto Palacio, Anto­ fundar.
nio I. Benítez, Manuel E. Lema, Alejandro Le­ Iunto con el ataque a la “oligarquía porte­
486 loir, Alcides Montiel y Eduardo I. Rumbo. ña y sus servidores encandilados con los mitos
EL CONSTITUCIONALISMO

de las teorías foráneas, en 1810”, aparecen “las


muchedumbres argentinas que se levantaron
al conjuro de consignas primarias que ence­
rraban el ensueño de la voluntad instintiva de
3) (l
la patria . Los jefes de esas multitudes gau­
chas” dan base a la unidad de la nueva nación
hasta 1852.
Llega Caseros, que significa al “margen de
la literatura de los pálidos proscriptos del 52, el
régimen del país volteado por una conjuración
intemacional inspirada en motivos económi­
cos (...) Es que en realidad el país se organizó
tomando como modelo una sociedad anóni­
ma, con directorio en el extranjero”. El proceso
argentino, desde 1852 hasta 1943, salvo el “efí­
mero” paréntesis de 1916 en que “las masas po­
pulares llegan al gobierno”, es la historia de un
“feudo con directorio en ultramar”. No obs­
tante, “el pueblo mantiene inmutables sus va­
lores morales” y en 1943, cuando llega la revo­
lución “es nuevamente interpretado”.
Arturo Enrique Sampay, pensamiento y acción en la
No debe sorprender este alegato crítico de Reforma de 1949.

la historia argentina. Desde la aparición, en


1934, del libro de Iulio y Rodolfo Irazusta, La ro Enrique Sampay; Rosas y Thiers, de Carlos
Argentina y el imperialismo británico, se ha su­ Pereyra, en 1944; Lecciones de Historia Riopla­
cedido en el país un fuerte movimiento inte­ tense, de Federico Ibarguren, en 1947. En
lectual revisionista que somete a aguda críti­ 1941 se había creado, con gran predicamento
ca, aunque no siempre del mismo nivel, los entre el público nacionalista, el Instituto de
estudios históricos sobre nuestro pasado. Investigaciones Históricas Juan Manuel de
Hasta 1948 se publican varios libros que tu­ Rosas. Entre sus fundadores estaban Iulio Ira­
vieron verdadera repercusión. Entre ellos, La zusta, Manuel Gálvez y Ernesto Palacio. Este
historia falsificada, de Ernesto Palacio, en último pertenecía al grupo de diputados pe­
1938; Política británica en el Río dela Plata, de ronistas que había firmado el proyecto de
Raúl Scalabrini Ortiz, en 1940; La Unidad Na­ 1948, y hay derecho a pensar, por el tono del
cional, de Ricardo Font Ezcurra, en 1941; La texto, que tuvo mucho que ver en su redac­
crisis del Estado de Derecho liberal burgués, de ción. Toda esta literatura alimenta también,
Arturo Enrique Sampay, en i942; Defensa y inequívocamente, los discursos de Sampay,
pérdida de nuestra independencia económica, cuando al año siguiente le toca ser el miem­
de Iosé María Rosa, en 1943; La filosofía del bro informante del proyecto que se defiende
iluminismo y la constitución de 1853, de Artu­ en el seno de la Convención. 487
LA DIMENSION POLITICA

La introducción del proyecto termina: “La Este largo párrafo sintetiza los propósitos
revolución inició la supresión de todo lo inter­ de lo que se había querido hacer en cinco años
nacional, liquidó malas deudas, canceló con­ y lo que se intentaría hacer en el futuro. En
tratos humillantes y onerosos, retomó lo que rigor, la refonna propuesta tenía una carga te­
legítimamente le pertenecía al país e inició su leológica, pero predominaba en ella el sociolo­
régimen con el capital permanente de la Na­ gismo justificador de lo ya realizado y la preo­
ción: pueblo y trabajo. Del Estado prescinden­ cupación fundamental de lograr la reelección
te en materia económica, del clásico Estado dc Perón.
gendarme, sumiso con el amo, duro con el dé­ Se proponía una reforma parcial, que en
bil, se ha pasado, por imperio de los hechos y realidad era muy amplia, puesto que com­
de las circunstancias, a un Estado planificador prendía desde los recursos financieros hasta la
y equilibrador de todas las actividades. De un introducción del recurso de casación, pasando
Estado insensible al ‘debe’ y al ‘haber’ de las por los derechos sociales, las garantías de ha­
transacciones internacionales en materia de beas corpus y amparo, juicio político, supre­
productos y de moneda, la necesidad de salva­ sión de libre navegación de los ríos, elección y
guardar la riqueza y el porvenir del país ha irn­ reelección del presidente, etcétera.
puesto un Estado comprador y vendedor úni­ En el extenso desarrollo de los fundamen­
co de sus productos y de sus divisas, ante el tos de los distintos rubros hay partes que son
extranjero. De un Estad.o que no tenía inter­ de muy buena factura y hasta se pueden califi­
vención, en materia de trabajos y de salarios, car de brillantes, como los referidos a la refor­
de acuerdo con las supuestas leyes de la oferta ma del Senado, a la introducción del recurso
y la demanda, se ha llegado a un Estado de jus­ de casación y la supresión de la libre navega­
ticia social, que vela por el bienestar y la segu­ ción de los ríos interiores. En cambio, en otros
ridad efectiva y real de todos los habitantes. De se perciben argumentos “escogidos” de citas
un Estado manejado por cenáculos de notables fragmentarias de reconocidos constituciona­
y camarillas áulicas, se ha llegado a un Estado listas que se “usan de apoyo”.
donde el pueblo, después de estar fuera del co­ No deja de llamar la atención la ausencia
nocimiento y de la cosa pública, manifiesta, re­ argumental doctrinaria en el capítulo referido
cién ahora, su voluntad libérrima en limpios al sostén de los derechos del trabajador. Así,
comicios. Y todo ello, bajo el imperio del ac­ como en otros puntos se recurre reiterada­
tual texto constitucional. No se hizo una revo­ mente a la cita de anteriores precedentes legis­
lución contra la Constitución, sino dentro de lativos y doctrinarios que comenzaron desde
ella, buscando interpretarla lealmente en lo principio de siglo, en éste es imperdonable la
mucho que tiene de democrático, de popular, ignorancia del proyecto socialista de 1927, en
de justiciero. Con las modificaciones que pro­ el que hay un claro anticipo de los derechos
ponemos, a las que indudablemente habrían del asalariado.
de agregarse otras, podrá adaptarse nuestro su­ Resulta interesante, como nota aparte, que
premo texto a la realidad de la República Ar­ para justificar la reelección del presidente de la
gentina, que va reencauzándose por la trayec­ Nación, además del argumento de la sobera­
488 toria auténtica de su destino como nación”. nía popular, se recurra a una suerte de inter­
EL CONSTITUCIONALISMO

pretación histórico-sociológico-psicológica de revolución justicialista como personal cursus


la Argentina y de sus habitantes. “Nuestro país honorum, medro o privanza a la sombra del
ofrece —se expresa- desde el punto de vista po­ poder, emprendieron una vertiginosa carrera
lítico, rasgos propios que son típicos de nues­ de adivinaciones, acercamientos, trenzas y
tra individualidad nacional. El caudillismo es empujones en procura del todavía incógnito
una de ellas. La declamación que hacen contra Presidente del 51”.
el caudillismo los que quieren una política ‘a la Tal fue la importancia del tema, que supe­
europea’ en suelo americano se estrella frente ró el debate. La reforma prácticamente quedó
a la realidad argentina (por otra parte, esa po­ reducida a si se votaba o no por la reelección
lítica ‘a la europea’ suele no funcionar muy efi­ de Perón.
cazmente ni aún en Europa). El hecho es que La presentación de este proyecto, el mejor
nuestros mejores gobernantes han sido caudi­ por su “enjundia y rigor”, según lo manifestó
llos ‘a la criolla’. La adhesión a los grandes con­ después el mismo Bustos Fierro, abrió un
ductores no es una actitud de sumiso acata­ amplio y activo debate que provocó, tanto en
miento -que el argentino repudia como el mundo político como en el académico, una
incompatible con su concepto de la dignidad­ fuerte e interesante confrontación de opinio­
sino que constituye una postura de lealtad ha­ nes. En. el mundo político, la discusión exaltó
cia aquellos líderes que saben captar el sentir los ánimos en una polémica reducida a las
del hijo de la tierra”. posibles y desmedidas ambiciones de Perón
Es un párrafo confuso, con posibilidades que pretendía perpetuarse en el poder. En el
de extraviar a más de un investigador que qui­ ámbito intelectual surgieron importantes
siera saber quiénes son los caudillos “ala crio­ opiniones.
lla” y que permite abrir un amplio abanico en Carlos Ibarguren, en noviembre de 1948,
el que entran las supuestas condiciones perso­ editó un estudio bajo el título La Reforma
nales de Perón, quien sin lugar a dudas es su Constitucional. Sus fundamentos y su estructu­
destinatario y pudiera parecer le atrajera más ra. Expresa que lo hace “espontáneamente”,
el ejercicio de un cacícazgo tribal que realizar para “contribuir así con desinteresado y pa­
la política “a la europea”. triótico anhelo a orientar a los que serán en­
Los argumentos señalados a favor del cargados” de rehacer la Carta Fundamental.
“caudillo a la criolla” solamente son explica­ Anticipa que es fruto de su “larga experiencia
bles en el clima que se había creado en el país en asuntos públicos y jurídicos argentinos” y
a partir del mensaje presidencial del l“ de ma­ que “no está basado” en libros y teorías extran­
yo de 1948. jeras. Critica la Constitución vigente de 1853­
Bustos Fierro, con testimonio insospecha­ 1860 por ser una “imitación de las institucio­
ble por su leal militancia justicialista y amistad nes extranjeras” y estar bajo el influjo de la
con Perón, manifiesta: “Apenas formulado el “gran corriente liberal individualista”. Su pro­
anuncio de la posible reelección, una ola de yecto, sin negar el sistema republicano y repre­
apresuramientos sacudió a las corrientes turi­ sentativo está impregnado de la tónica nacio­
ferarias infiltradas en nuestras -filas partidistas nalista, antiliberal, católica, intervencionista,
(...) Empero quienes siempre entendieron a la presidencialista, organicista y social. 489
LA DIMENSION POLITICA

Propone la transformación del Estado li­ trabajo. De la segunda, hay dos opiniones de
beral individualista hacia la “socialización de gran valor: la de Carlos Astrada y la de Fran­
las funciones estatales”. Defiende “un nuevo cisco Valsechi.
concepto de libertad individual ante las nece­ Cabe destacar que hay un decidido clima
sidades e intereses colectivos de la Nación que por la reforma. Pocos la desean total como
deben ser dirigidos y satisfechos por el Esta­ Carlos Cossío, Héctor Llambías, Marcelo Sán­
do” y “no librada su solución a la acción priva­ chez Sorondo, Iuan M. Bargalló Cirio y Iosé
da”. Debe “predominar la acción social y del Canasi. Los más, la prefieren parcial pero con
Estado frente al individualismo y deben ga­ diferencias muy grandes entre ellos.
rantizarse los derechos sociales, los del trabajo Sin perjuicio de defender ciertos princi­
y los de la família”. La propiedad privada debe pios inmutables, como los casos de Faustino
tener límites impuestos por la sociedad. Legón, Bengolea Zapata, Zavala Rodríguez y
La familia tiene por “base legítima el ma­ Valsechi, existen los que llevan una fuerte crí­
trirnonio indisoluble”. Los extranjeros son li­ tica al pensamiento de los hombres de 1853,
mitados en sus derechos: para ser diputado hay como es el caso de Ricardo Levene, que los ca­
que ser argentino nativo y para ser presidente, lifica de mentalidad eminentemente económi­
vicepresidente, senador y miembro de la Corte ca, positivista y aun materialista. Esta posición
Suprema de Iusticia, argentino nativo y varón. cuenta con el apoyo de Sánchez Sorondo, As­
Fiel a su pensamiento de la década ante­ trada, Llambías. Este último, al igual que Bar­
rior, apoyándose en Iosé Manuel Estrada, pro­ galló Cirio y Elguera, extiende su adhesiónla]
pone que el Senado esté integrado por dos se­ proyecto que había publicado Ibarguren en lo
nadores por provincia, doce representantes de relativo al senado orgánico. Se destaca una
las fuerzas organizadas del trabajo nacional, preocupación general por la inclusión de los
doce por las organizaciones agropecuarias, in­ derechos sociales del trabajador. Solamente
dustriales y comerciales, y seis por las acade­ Bargalló Cirio, Valsechi, Legón, Gómez Forgué
mias y universidades nacionales. y Moyano Llerena proponen a la familia fun­
Muy importantes son los documentos dada en el matrimonio indisoluble.
editados por la Universidad de Buenos Aires:
la Encuesta sobre la Revisión Constitucional,
que en octubre de 1948 convoca el decano de LA REFORMA DE 1949
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
doctor Carlos María Lascano, apoyado por el El espíritu de su redacción definitiva na­
director del Instituto de Derecho Político, ció, preferentemente, del pensamiento y ac­
doctor Faustino l. Legón, y la publicación he­ ción de Arturo Enrique Sampay, convencional
cha por el rectorado. En la primera, fueron in­ entrerriano que representaba a la provincia de
vitados a contestar los profesores y más de Buenos Aires y que se desempeñaba como fis­
quince de ellos lo hicieron. Las respuestas tie­ cal de Estado de dicha provincia, y profesor de
nen riquísimo contenido e inclusive encierran Derecho Político en la Facultad de Ciencias
reflexiones y sugerencias muy interesantes y Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional
490 novedosas, que darían pie para un extenso de La Plata. Era un brillante estudioso de am­
EL CONSTITUCIONALISMO

plia y profimda formación en la filosofía polí­


tica y en el derecho público europeo, america­
no y argentino, con una predominante línea de
ideas adscriptas al pensamiento tomista, ac­
NUEVA
tualizada con el acabado conocimiento del tex­
to de las múltiples encíclicas y documentos pa­
pales y también influida singularmente por el
Constitución
derecho público alemán de tendencia estatista.
La Comisión de Estudios del Anteproyecto de
la Reforma estuvo a cargo de él, quien, oportu­
Argentina
namente, sería el redactor final del documento
base de la discusión, no sin antes haber oído y
La Reforma de la Carta
leído las diversas sugerencias y modificaciones Magna aprobada y jurada
propuestas por los más variados convenciona­ por la Convención Nacional
les peronistas. Esto explica la gran coherencia EN VIGENCIA DESDE LA
que embarga a la doctrina y a la letra de la car­ PRESENTE PUBLICACION
ta sancionada.
El peronismo sancionó la convocatoria MARZO Precio
por la ley 13.233 pese a no haber alcanzado el 1949 50 Cts.
número mínimo de dos tercios de votos de los . 7.1.1 v.v.v v r.

miembros de la Cámara de Diputados exigi­ l Edición popular de la Constitución de 1949.


dos para lograr, legalmente, la realización de la
Convención Constituyente Reforrnadora. Ello El análisis del nuevo texto lleva a rechazar
significó la impugnación de su validez desde las dos visiones extremas sobre él. No es, como
los primeros momentos, tanto durante el trá­ afirman los panegiristas, íntegramente nove­
mite en el Congreso, como, posteriormente, doso y revolucionario, abriendo una nueva y
en la misma Convención. Las fuerzas oposito­ completamente distinta etapa en el constitu­
ras, con su posterior retiro de la asamblea, cionalismo argentino. Tampoco se la puede
abrieron una discusión que perduró hasta el invalidar sosteniendo que su único fin fue la
momento en que cayó Perón, cuando fue de­ reelección del líder, acompañada con un mero
rogada la sanción cuestionada. ropaje accesorio profuso para justificarla.
La atención contemporánea al trámite re­ En general, se respetó la estructura de la
formista y la discusión misma, tal como lo Constitución de 1853. Para un mejor análisis
afirman Legón y Medrano, “no es desvincula­ conviene recurrir a la distinción entre la parte
ble a la conformidad para la reelección: desde dogmática y la orgánica. En la primera, refe­
luego, prácticamente, ése fue el punto eje de la rente a los principios, declaraciones y garan­
campaña y de la polémica”, y agregan con gran tías, el cambio fiie muy importante, y puede
acierto que “desde el comienzo y sin parénte­ afirmarse que rayó en lo revolucionario.
sis, pues, en pro o en contra, el personalismo El techo ideológico fundado en los princi­
se sobrepuso al doctrinarismo proyectista”. pios de la ética cristiana no cambiaron. Por el 491
LA DIMENSlON POLITICA

contrario, las expresiones que alirnentaron el contra la libertad” y, por el segundo, si bien se
debate parecieron afirmar esa nota y, en los reconocen los derechos individuales, se dispo­
discursos de Sarnpay, hubo una permanente e ne que “los abusos de esos derechos que perju­
inequívoca referencia a la doctrina social cris­ diquen a la comunidad o que lleven a cual­
tiana. Sin embargo, no se puede decir categó­ quier forma de explotación del hombre por el
ricamente que se instaurara un régimen cató­ hombre, configuran delitos.”
lico social. Fueron muchas las vertientes Las limitaciones por el orden social y la
ideológicas que confluyeron, de ahí que al fi­ fuerte carga nacionalista condujeron a consa­
nal se impuso una suerte de sincretismo muy grar el intervencionismo estatal, que se tradu­
propio de Perón y su movimiento. Pero lo que jo en tres importantes artículos. El primero de
marcó, decididamente, la reforma fue el cam­ ellos, el 38, proclamó la “función social de la
bio del eje social. La fuerte prédica más antiin­ propiedad privada”. El segundo, el 39, estable­
dividualista que antiliberal, trasladó la célula ció que “el capital debe estar al servicio de la
social desde el individuo a la familia y, expre­ economía nacional y tener como principal ob­
samente, se sancionaron cláusulas que fortale­ jeto el bienestar social”. Y el tercero, el 40, fija­
cían a ésta y condenaban los riesgos de los ex­ ba un “orden económico conforme a los prin­
cesos de aquél. El artículo 37, II parte, estaba cipios de la justicia social”; el Estado “podía
dedicado a sostener a la familia “como núcleo intervenir en la economía y monopolizar de­
primario y fundamental de la sociedad”. Se terminada actividad”; la exportación e irnpor­
protegían el matrimonio, la unidad económi­ tación quedaban a cargo del Estado; los mine?
ca familiar, el bien de familia y la atención y rales, los yacimientos de petróleo, carbón y gas
asistencia de la madre y el niño. Esta cláusula son “propiedades imprescriptibles e inaliena­
se complementaba con la primera parte del bles de la Nación y los servicios públicos per­
mismo artículo, que establecía el derecho del tenecen originariamente al Estado”. De esta
trabajador a “la protección de su familia” y manera se suprimía el “Estado neutral”.
con la cuarta parte, que disponía que “la edu­ La carga nacionalista, a tono con la prédi­
cación y la instrucción corresponden a la fa­ ca que había realizado anteriormente Carlos
milia”. Sin embargo, a pesar de las opiniones Ibarguren, se tradujo, además, en la limitación
de pensadores y grupos católicos, no se irn­ de la “libre navegación de los ríos interiores de
plantó el matrimonio indisoluble. la Nación para todas las banderas”; ahora, se
La carga social se subrayó manifiestamen­ permitía “en cuanto no contraríe las exigen­
te con los derechos “especiales” del artículo 37, cias de la defensa, la seguridad común o el
que abarcó los derechos del trabajador, de la bien general del Estado”. Se estableció el requi­
familia, de la ancianidad y de la educación y la sito de ser argentino nativo para los cargos de
cultura, completada por el artículo 68, inciso senador, presidente, vicepresidente, ministro y
ll, que disponía el dictado del Código de De­ miembro de la Corte Suprema de Iusticia.
recho Social. En la parte orgánica no se alteró mayor­
El antiindivídualismo se perfiló con los ar­ mente el sistema político. Se puede decir que
tículos 15 y 35. Por el primero, se dispuso que se democratizó más el poder al permitir la
492 “el Estado no reconoce libertad para atentar elección directa del presidente y por todo el
EL CONSTITUCIONALISMO

pueblo de la Nación, lo que significaba que los


ciudadanos de los diez territorios nacionales
adquirían, en esta materia, la igualdad con los un. y. aaa-Wan’
ALEGRE. POLITIC,
de las provincias. Por otro lado, se acentuaron DEPORTIVA

los perfiles del liderazgo del Ejecutivo al per­


rnitírsele, además de las jefaturas que ya tenía
de Estado, administración, ejército y capital
federal, las de declarar el “estado de preven­
ción y alarma”, ejercer el veto parcial, la atribu­
ción de “hacer sellar moneda, fijar su valor y el
de las extranjeras”.
Tratamiento aparte merece la posibilidad
de la reelección indefinida del presidente de la
Nación. Corresponde señalar que el argu­
mento principal no se apoyó en la soberanía o
en la voluntad del pueblo, como comúnmen­
te lo hacen los justificadores de las reeleccio­
nes presidenciales. Aquí se fundó en la necesi­
dad de la conducción de la masa y los cuadros
de que no haya dos sin tres, \,
“por una personalidad política excepcional
(...) que conduce el país, con firmeza y clari­ Caricatura de Iuan Domingo Perón, publicada por PBT en
videncia, hacia la superación del momento vísperas de asumir por segunda vez la presidencia,
crucial que vive el mundo”. Sampay subraya: habilitado por la reforma de la Constitución de 1949.

“Este movimiento popular en torno al general


Perón —porque cronológicamente lo primario tal como lo denunciaban los opositores. La
fue el Iefe político, y la consecuente forma­ reelección tenía “carácter personal y temporal”,
ción de los cuadros masivos que lo sostienen­ lo que colocaba al régimen en la trampa de la
se funda en una amplísima confianza en su finitud y precariedad de ambos aspectos.
virtud política y apunta a la realización revo­
lucionaria de los más altos valores de la co­
munidad. Esta forma extraordinaria de go­ LA DEGRADACIÓN DEL RÉGIMEN FORMAL

bierno es por su propia naturaleza de carácter Y LA FRUSTRADA REFORMA DE 1955


personal y temporal (...) se comprende que si
la suerte de esta empresa argentina depende La especie de monarquía constitucional,
de la posibilidad constitucional de que el ge­ sancionada formalmente, degradó hacia 1952
neral Perón sea reelegido por el voto libre de en despotismo personal y populista. Las leyes
sus conciudadanos, debe quitarse de la Cons­ que en consecuencia de la Constitución se fue­
titución ese impedimento”. ron dictando, afirmaron la preeminencia ab­
Está claro que no se trataba de la reelección soluta del presidente y del partido gobernante,
del presidente sino de la reelección de Perón, lo que se puso de manifiesto a partir de fines 493
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

de 1951. Luego del levantamiento militar en­ “perturbadora” no fuera aumentada, dictán­
cabezado por el general Menéndez en sep­ dose un decreto reglamentario, calificado co­
tiembre de ese año, se declaró el “estado de mo el de “las circunscripciones víboras” por el
guerra interno”, que se mantuvo mientras go­ modo en que se las distribuía, entorpeciendo
bernó Perón. Este singular “estado" —contra triunfo alguno de la oposición. Si se agrega a
un militar derrotado y preso- no previsto en ello que la totalidad de las bancas del Senado
la Constitución y que se impuso, primero, por pertenecían al Partido Justicialista, y no se ig­
un decreto, luego legalizado por la ley 14.062 nora que en el acto electoral, el oficialismo, en
de octubre de 195 l, dio facultades especiales al realidad, no iba más allá de doblar a la oposi­
Poder Ejecutivo. La Corte Suprema de Justicia, ción en votos, se puede comprender la despro­
en actitud “sumisa”, las convalidó en fallo re­ porción representativa opresora que gobema­
caído en el caso “Attias, Alberto”, del 24 de ju­ ba la República.
lio de 1952. Éste ponía los poderes presiden­ Debe tenerse en cuenta, además, que la re­
ciales por encima de la Constitución y sus forma constitucional de 1949 fue acompañada
garantías. De ahí en más se sucedieron normas de varias cláusulas transitorias. Por una de
uniformadoras de corte totalitario que dieron ellas, la 4*, se dispuso que todos los jueces de
una fisonomía opresora al régimen. El Segim­ la Nación, los embajadores y ministros pleni­
do Plan Quinquenal, en su artículo 3°, declaró potenciarios debían tener nuevo acuerdo del
al justicialismo “doctrina nacional”. Ello trajo Senado, que era unánimemente justicialista.
como consecuencia que todo empleado, desde Cabe agregar que la CGT, unificada y mo=
la menor hasta la mayor escala, pasando por nopolizada por el ministerio del ramo, canali­
los docentes de todos los niveles, debió afiliar­ zaba políticamente su presencia a través del
se al Partido Peronista y se impuso la enseñan­ partido oficialista, que adjudicaba un tercio de
za obligatoria de tal doctrina. las bancas de su representación parlamentaria
Se suele olvidar un aspecto legal muy im­ a los gremios. Esta presencia fue fortalecida
portante en este proceso. Se trata del régimen por la designación de delegados obreros en el
electoral. Así como la Ley Sáenz Peña en 1912 servicio exterior, que llegó a incorporar sindi­
produjo un cambio fundamental, democrati­ calistas en las embajadas.
zando el régimen político argentino, en 1951 se Acallada la oposición política, disciplinada
alteró uno de los principios clave del sistema doctrinariarnente la burocracia estatal, lirnita­
republicano, cual es la real participación de las das las reuniones públicas por la ley 14.400 y
minorías en el poder. Por la nueva ley electoral controladas la información y la prensa, acom­
14.032 se implantó el sistema “uninominal por pañado todo ello por la exaltación permanen­
circunscripciones”, y así como en los hechos la te del líder, la República perdió perfil. En sin­
ley de 1912 aseguró la presencia de una mino­ tesis, el régimen derivó en el autoritarismo
ría importante, equivalente a un tercio de la re­ desmedido, que al decir de Floria y García Bel­
presentación en la Cámara de Diputados, aho­ sunce, cayó en “ una autocracia populista”, que
ra, la oposición quedó, en la práctica, reducida al tener dominio casi total de los medios de
a menos de una décima parte. Además, poste­ expresión, “se liberó de la crítica y comenzó a
494 riormente se aseguró que esta ínfima presencia padecer la corrupción cortesana”.
EL CONSTITUCIONALISMO

La crisis defonnadora dio fundamentos


para “justificar” el golpe militar del 16 de sep­
tiembre de 1955 que derrocó a Perón. Pero, no
sin antes intentar éste por las leyes 14.404 y
14.424 convocar a una nueva convención cons­
ütuyente para cambiar “todo cuanto se vincula
a la Iglesia y a sus relaciones con el Estado, a fin
de asegurar la efectiva libertad e igualdad de
cultos”. El golpe militar de septiembre frustró
la realización de esa convención.
Perón y la Iglesia, en 1954, habían roto las
amigables relaciones que se remontaban a
1943 cuando se estableció la enseñanza reli­
giosa. Desde fines de 1954, la tirantez en las re­
laciones fue desde la supresión de la Dirección
de Enseñanza Religiosa hasta la abolición de la
enseñanza religiosa, pasando por el retiro de
las subvenciones a los colegios privados y la
ley de profilaxis social que legalizaba los pros­
tíbulos. La culminación fue la quema de los
templos católicos realizada por “bandas arma­ Los constituyentes de 1957, Rodolfo Ghioldi. Alfredo
Palacios. Rodolfo Coromines Segura. Adolfo Vicchi y
das que actuaron impunemente” el 16 de ju­
Américo Ghioldi, en el momento de prestar juramento.
nio de 1955. Todo ello había preparado el cli­ Archivo General de la Nación.
ma para el intento reformista que se frustró.
parte importante de las Fuerzas Armadas y de
los políticos de decidida militancia antipero­
LA REFORMA DE 1957 Y LOS PROYECTADOS nista, que temían el resurgimiento o retorno
INTENTOS DE CAMBIO del caudillo expulsado- provocó un enfrenta­
miento que llevó al poder al general Pedro Eu­
A la caída de Perón acaecieron vicisitudes genio Aramburu, el 13 de noviembre de 1955.
que pusieron en crisis la autoridad del general Aramburu se afirmó en el gobiemo y, me­
Eduardo Lonardi, quien había encabezado el diante el ejercicio de “poderes revoluciona­
golpe. Este, de tendencia nacionalista, bajo el rios”, dictó una “Proclama” el 27 de abril de
lema de “ni vencedores ni vencidos”, convocó 1956. Por ella se retornó a la vigencia de la
a todo el pueblo a trabajar en común e inició Constitución de 1853-1860, derogando la re­
su gestión haciendo jurar a los nuevos funcio­ forma de 1949. El proceso antiperonista, tran­
narios de la Corte Suprema de Justicia por la sitando por la vía autocrática, continuó en­
Constitución de l949._ Esta circunstancia tonces con la intervención de la CGT y la
-más la filiación de algunos ministros desig­ inhabilitación de los dirigentes del régimen
nados que no contaron con el apoyo de una depuesto, la suspensión de la ley de asociacio­ 495
LA DIMENSIÓN POLITICA

nes profesionales, la disolución del Partido Pe­ Es importante consignar que la Conven­
ronista y la inhabilitación de todos los que ha­ ción nació herida de muerte. El electorado se
bían ocupado cargos políticos desde 1946. pronunció con muy poca calidez sobre sus po­
Posteriormente declaró necesario considerar sibilidades de éxito. Un cuarto de él, pertene­
la reforma parcial de la Constitución de 1853­ ciente al proscripto Partido Peronista, con
1860 en más de treinta artículos, y para llevar­ simple mayoría, votó en blanco. Otro cuarto
la a cabo, convocó al pueblo para elecciones de lo hizo por la Unión Cívica Radical 1ntransi—
convencionales constituyentes para el 28 de gente liderada por Arturo Frondizi. Ambos
julio de 1957. movimientos írnpugnaron desde la metodolo­
Todo ello se determinó invocando “pode­ gía de la derogación de la Constitución de
res revolucionarios” que pasaban por encima 1949 hasta la validez de la convocatoria de la
de todas las exigencias de la formalidad legal Asamblea, siendo acompañados en esta irn­
del artículo 30 de la Constitución de 1853. pugnación por otros partidos minoritarios
Además, conviene aclarar que la Convención, como la Unión Federal, el Partido Laborista, el
para reforzar la legitimidad de su acción, “afir­ Partido de los Trabajadores y por la rama del
mó su carácter soberano fundando sus pode­ Radicalismo Intransigente Nacional que se­
res y su composición en el acto eleccionario y guía a Amadeo Sabattini. Otro cuarto del elec­
en el carácter originario del poder que asumía”. torado adhirió a la Unión Cívica Radical del
Esta circunstancia produjo un duro y extenso Pueblo, que fue el más firme apoyo a la reali­
debate dentro de las filas de los diferentes par­ zación de la Convención. Y el otro cuarto vo=
tidos políticos que habían sido opositores al tó por diferentes y tradicionales partidos rni­
justicialismo. Cuestionaban la metodología re­ noritarios: Demócrata, Socialista, Demócrata
volucionaria de Aramburu, poniendo en serios Progresista, Comunista y la nueva Democra­
riesgos la realización de la citada nueva con­ cia Cristiana, a los que se sumaban algunos
vención, y provocaron, en definitiva, su fraca­ partidos de figuración provincial.
so al perder ésta el quórum necesario para La ausencia de la Unión Cívica Radical 1n­
continuar con las exiguas deliberaciones que se transigente, de la Unión Federal, de algunas
habían iniciado el 30 de agosto de 1957. Éstas agrupaciones neoperonistas y de los radicales
solamente alcanzaron para aprobar un nuevo sabattinistas, dejó al cuerpo con vida anémica
artículo: el 14 bis, que fue una suerte de actua­ hasta que se extinguió, definitivamente, cuan­
lización de los “derechos del trabajador” pero­ do once de los representantes de los Partidos de
nistas. Las novedades importantes estuvieron Centro decidieron “retirarse”. Éstos lo explica­
en el agregado a dicha lista del “derecho de ron por el sesgo exageradamente progresista
huelga” y la utópica concesión a los trabajado­ que le daban a las deliberaciones las fuerzas so­
res de “participación de las ganancias de las brevivientes, con riesgos de imponer con san­
empresas, con control de la producción y cola­ ciones revolucionarias, “una peligrosa orienta­
boración en la dirección”. También, se agregó ción de colectivismo de izquierda que contraria
al inciso 11 del artículo 67 el “código del traba­ nuestro derecho y que este país no quiere”. Así
jo y la seguridad social” como nueva facultad se expresaron en defensa de los derechos fun­
496 del Congreso Nacional. damentales de la constitución histórica.
EL CONSTTTUCIONALISMO

Las modificaciones sancionadas fueron, de 1853- 1860, al que considera abstencionista,


posteriormente, impugnadas ante la justicia; y por el otro, el planteo fuertemente sociali­
pero la Corte Suprema de Justicia no hizo lu­ zante de los partidos Socialista y Comunista.
gar a tal pedido de nulidad y quedó en vigen­ El primero de éstos expresa que debe “tender­
cia, con general acatamiento, la antigua cons­ se al progresivo establecimiento de la propie­
titución con el aditamento del artículo 14 bis, dad colectiva mediante cooperativas y corpo­
y del inciso ll del artículo 67. raciones públicas (...) la propiedad quedará
Esta experiencia rcformista, a pesar de su subordinada” al “interés social” y a “la justicia
fracaso, deja un balance no despreciable en el económica”. El segundo, en lo referente a las
campo de los proyectos y de las ideas constitu­ “tierras incultas y las dedicadas a la agricultu­
cionales de mediados del siglo XX. ra y ganadería así como los útiles de labranza
Se presentaron más de cien proyectos. En­ y ganado (...) pertenecientes a latifundistas y a
tre ellos, aproximadamente, setenta radicales las sociedades anónimas extranjeras y nacio­
que luego fueron unificados; más de veinti­ nales serán expropiados sin indemnización
cinco socialistas, que siguiendo el camino de l por el Estado (...) los que trabajan la tierra no
los anteriores, también fueron agrupados, y podrán ser desalojados y las deudas campesi­
significativas propuestas de los demócratas nas quedarán anuladas”.
progresistas, demócratas cristianos, demócra­ Este tema hace que los dos últimos proyec­
tas y comunistas. El estudio de todas estas tos asuman un fuerte tono clasista, cosa que
propuestas merece una investigación aparte. no sucede con los otros. Inclusive la UCRP su­
Sin embargo, se hará una escueta referencia braya que su planteo se efectúa con un “senti­
individualizadora. do no clasista”, y el proyecto de los radicales
En materia de derechos sociales, todos mendocinos -Cortés y Albarracín Godoy- ín­
aceptan la presencia de los particulares del tra­ siste en que “pretenden fomentar y amparar la
bajador e inclusive consagran el derecho a la clase media independiente en la agricultura,
huelga, a la que los demócratas pretende agre­ industria y comercio”.
gar infructuosarnente que debe “ser pacífica, No se atacan los principios básicos del sis­
no perturbando el funcionamiento de los ser­ tema representativo, republicano y federal sal­
vicios públicos”. También la generalidad reco­ vo los socialistas que sostienen la “república
noce la función social de la propiedad privada, democrática, social, federal y laica”, y los co­
salvo los demócratas, que insisten en su natu­ munistas, que defienden la “república demo­
raleza privada y en el goce antiestatista de los crática, parlamentaria, representativa, federal
derechos y limitaciones, salvaguardando la ac­ y popular”. En éstos, la mayor nota revolucio­
tividad privada. naria la constituye el parlamentarismo que re­
En lo referente a la organización de la eco­ posa en un unicameralismo sostenido en la
nomía, de los servicios públicos, de la propie­ Asamblea Nacional, que “decide sobre la con­
dad de los yacimientos y fuentes de energía, ducción de los asuntos del Estado en todos sus
también existe gran uniformidad en seguir los órdenes”.
principios justicíalistas, salvo, por un lado, la Se rechaza, unánimemente, la reelección
oposición demócrata que defiende el Estado presidencial y se opta por el sistema electoral 497
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

proporcional, a excepción de los radicales, que en materia social y económica. Tiene razón
propician el sistema de lista incompleta con Miguel Padilla cuando afirma que “se dio en
las proporciones de dos tercios para la mayo­ ella una verdadera carrera proselitista. Ningún
ría y un tercio para las minorías. partido quiso quedar rezagado, si no en cuan­
Para los radicales y demócratas cristianos, to a la audacia de sus propuestas, al menos en
la célula social es la familia; para estos últimos, cuanto a su número”.
fundada en el matrimonio indisoluble. Expre­
samente se pronuncian por el divorcio vincu­
lar socialistas, demócratas progresistas y co­ REFORMA DE 1972
munistas, quienes además piden la separación
de la Iglesia del Estado. En abril de 1971, el gobierno militar presi­
El municípalismo es preocupación gene­ dido por el general Alejandro A. Lanusse —he­
ral. Los demócratas progresistas, siguiendo su redero de los que condujeron los generales
tradición, ponen especial énfasis en él como lo Iuan Carlos Onganía y Roberto M. Levinsgton
venían haciendo desde que aparecieron como sucesivamente, desde el golpe de 1966-, a tra­
partido político en la segunda década del si­ vés de su ministro Arturo Mor Roig, anunció
glo. Los demócratas, en cambio, no adhieren a públicamente la rehabilitación de la actividad
su autonomía. n política y que se ponía “en marcha el proceso
Los que tienen mayor inquietud en fundar de reforma institucional, para alcanzar y con­
doctrinariamente sus planteos siguen la línea solidar con la participación de todos una de-"
de los autores liberales, sorprendiendo la suje­ mocracia representativa, modema, estable y
ción a que todavía se atan los más progresistas, eficiente”.
con su obsesión por el marxismo soviético y el En el Ministerio del Interior se constituyó
de los países de la Europa oriental. una “Comisión Asesora para el Estudio de la
Solamente los Partidos de Centro hacen Reforma Institucional”, integrada por juristas
una firme defensa de la constitución histórica de alto prestigio, de diferentes orientaciones y
y destacan que los cambios que se produzcan militancias doctrinarias y políticas. Ellos fue­
sin considerar “las modalidades del país y sus ron Germán Bidart Campos, Carlos María Bi­
antecedentes históricos constituyen improvi­ degain, Natalio R. Botana, Carlos S. Fayt, Ma­
saciones peligrosas (...) hay que tener en cuen­ rio Iusto López, Julio C. Oyhanarte, Roberto
ta nuestra imperfecta y a veces accidentada Ignacio Peña, Pablo A. Ramella, Adolfo R.
evolución política”. Rouzaut, Alberto A. Spota y Jorge R. A. Vanos­
Esta breve consideración de los proyectos si. Esta comisión, en octubre de 1971, elevó al
confirma dos aspectos para tener en cuenta en Presidente su opinión sobre los posibles pun­
esta historia: en primer lugar, que se impone tos por refonnar.
una actitud reformista, y en segtmdo lugar, En mayo de 1972 se dicta la ley 19.608, lla­
que la reforma peronista derogada, no obstan­ mada “Ley declaratíva fundamental”, por la que
te su discutida validez, ha calado hondo en la se expresa la necesidad de la reforma. El 24 de
dirigencia y en la opinión política nacional, agosto del mismo año, se publica el Estatuto
498 viéndose obligados a considerarla, sobre todo Fundamental dictado por la Junta de Coman­
EL CONSTITUCIONALISMO

dantes, que introduce enmiendas en la Consti­ se producía en la duración de los mandatos y,


tución de 1853-1860. por otro lado, acelerar el trámite legislativo
El propósito principal “es dictar normas mediante instrumentos más expeditivos.
fundamentales con miras a corregir la crisis de Era una norma condicionante y condicio­
funcionalidad de los órganos de gobiemo”, nada, que regir-ía hasta el 24 de mayo de 1977.
cuidando que las disposiciones que se toman “Si una convención constituyente no decidiera
“no afecten los derechos, declaraciones y ga­ acerca de la incorporación definitiva al texto
rantías que consagra la primera parte de la constitucional o su derogación total o parcial,
Constitución”, limitándose a contribuir al per­ antes del 25 de agosto de 1976, su vigencia que­
feccionamiento y estabilidad de las institucio­ dará prorrogada hasta el 24 de mayo de 1981”.
nes republicanas. No pasó de ser un intento frustrado. El
Son varios los puntos de la parte orgánica golpe militar, provocado en marzo de 1976
del texto de 1853-1860 que se modificaron. por el llamado “Proceso de Reorganización
Entre ellos merecen señalarse los siguientes. Nacional”, interrumpió el camino constitucio­
Se unificó la duración de los mandatos nal que se había iniciado en marzo de 1973 y
del presidente, legisladores nacionales, gober­ las posibles expectativas que había creado.
nadores de provincia y legisladores provin­ Pero más grave aún fue que su aplicación
ciales, fijada en cuatro años. Su renovación era incoherente y de discutida legalidad. Va­
debería realizarse simultáneamente y en su nossi, en su estudio ¿Cuál es el actual “status”
totalidad. El presidente puede ser reelegido constitucional de la República Argentinañ lo
una sola vez; los legisladores, en cambio, in­ denuncia. Efectivamente, fueron “duales” las
definidamente. interpretaciones de los tres órganos de gobier­
Los senadores por provincia serán tres, no frente a su aplicación y en más de una
dos por la mayoría y uno por la minoría. El oportunidad, “reconociendo y desconociendo
presidente y los senadores son elegidos direc­ la vigencia”.
tamente por el pueblo, pero aquél necesita de
la mayoría absoluta.
El Poder Ejecutivo puede enviar al Con­ CONSTITUCIONALISMO PROVINCIAL

greso proyectos con pedido de urgente trata­


miento, los que se tendrán por aprobados si La mayor parte de los autores que sinteti­
no son desechados en los plazos fijados. zan la historia parcial de las constituciones
Las Cámaras pueden delegar en sus comi­ (provinciales, luego de aclarar que éstas han es­
siones internas la discusión y aprobación de tado condicionadas por el mandato de la
determinados proyectos. Constitución Nacional en su artículo S, que les
Los jueces inferiores son excluidos del jui­ exige a los Estados locales cumplir con un mí­
cio político y serán juzgados por un jurado nimo de requisitos legales para garantizar su
constituido por igual número de miembros existencia, pasan muy por encima de un com­
del Poder Judicial, Legislativo y abogados. plejo y variado mundo de textos.
Abreviadamente, se puede apreciar que se No es objeto de este capítulo hacer un aná­
buscaba eliminar el desajuste institucional que lisis detallado de las vicisitudes de cada provin­ 499
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

cia en su estructura jurídico-política, pero se cipalmente, la económica, acompañada de un


trata de fijar algunas líneas orientadoras para sentido social de la propiedad privada. Este cí­
encarar su estudio histórico con cierto orden. clo, si bien comienza con la novedosa consti­
Desde 1819, en que se dicta la primera tución mendocina de 1916, alcanza su mayor
constitución santafesina, hasta nuestros días en expresión luego del dictado de las constitucio­
que se redactan la última reforma de la Consti­ nes provinciales que tienden a ponerse a tono
tución Nacional y las consiguientes reformas con los nuevos textos nacionales: justicialista
locales, se pueden fijar cuatro grandes períodos. de 1949 y neoliberal de 1957. Aquí la materia
El primero llega hasta el dictado de la Constitu­ es riquísirna; por ello es que puede subdividir­
ción Nacional de 1853; el segtmdo, hasta los co­ se en dos momentos: uno que llega hasta la
mienzos de la Primera Guerra Mundial; el ter­ década del cuarenta y otro que comprende a
cero, hasta 1983, fecha a partir de la cual se ella y las manifestaciones posteriores.
inicia un ciclo de múltiples redacciones moder­ El cuarto momento, aunque existen expre­
nas, y el cuarto, llega hasta nuestros días. siones previas, se perfila nítidamente luego del
El primer período es el de los reglamentos, comienzo de la presidencia de Raúl Alfonsín,
estatutos, textos cartas y constituciones que se en que se desencadena un prolífero constitu­
dictan antes de 1853 y son prácticamente es­ cionalismo provincial. Juan Fernando Sego­
bozos preconstituyentes de los que se' sancio­ via, con acierto, lo ha calificado como el del
narán con posterioridad a Caseros. constitucionalismo postindustrial, muy influi­
El segtmdo es el que se ha llamado del cons­ do por las constituciones yugoslava de 1974 y"
titucionalismo clásico, por estar preocupado española de 1978. Se hace presente en él una
por cumplir con las grandes premisas del Esta­ “pluralidad de componentes sociales” y la mo­
do liberal exigidas por el artículo 5 de la Cons­ dernización, racionalización, la dimensión
titución Nacional: dictado de la constitución científico-tecnológica, la perspectiva ecologis­
representativa y republicana, reconociendo los ta, etcétera.
derechos y garantías del texto nacional, y asegu­ El constitucionalismo social comienza
rando la administración de justicia, la enseñan­ contemporáneamente con la Primera Guerra
za primaria y el régimen municipal. Es cierto Mundial. La bibliografía nacional menciona
que estos largos años no transcurrieron monó­ como hitos de iniciación los textos de las cons­
tonamente, porque en ellos se dictaron irnpor­ tituciones de Querétaro (México) de 1917 y la
tantes constituciones que enriquecieron nota­ de Weimar (Alemania) de 1919. Es explicable
blemente el objeto del contenido de la nacional, que los autores extranjeros lo ignoren, pero es
como es el caso de la provincia de Buenos Aires imperdonable que en la bibliografia nacional
en 1873; pero sus preocupaciones no alcanza­ no se reconozca que este movimiento se inicia
ron la vastedad de miras que luego se lograría. en la Argentina, y concretamente en Mendoza,
El tercer momento comprende lo que se en 1916.
ha calificado como el del constitucionalismo La constitución mendocina de ese año es
social, atraído por los “nuevos derechos” del la primera que proclama, en sus artículos 44
trabajador y una mayor intervención del Esta­ y 45, el descanso dominical; la reglamenta­
500 do que aspira a regular ciertas materias, prin­ ción del trabajo de las mujeres y niños me­
EL CONSTITUCIONALISMO

nores de dieciocho años en fábricas, talleres y


casas de comercio; las condiciones de salu­
bridad en el trabajo y habitación; la jornada
de trabajo; la de ocho horas en las obras o
servicios públicos en establecimientos del PROVINCIA DE SANTA FE
Estado. Estas novedades son seguidas y preci­
sadas mejor por las constituciones de Santa
Fe de 1921, San Iuan de 1927 y Entre Ríos de
1933. CONSTHIKJÓN
Luego, bajo la influencia de la Constitu­
AÑO |92|
ción Nacional peronista de 1949, derogada
en 1956, como por la reforma nacional de
1957, se desarrolla un rico proceso formal
constituyente, en el que tiene mucha impor­ .1 —- " l ’ ' ' ,­
tancia la necesidad de reglar el orden jurídi­
co-político de las nuevas provincias creadas.
Estas habían dictado sus primeras constitu­
.. ,.- z. //,/ ­
v/r ¿"ru/r Nim/V." ¡zm , lx- «¿"44
*" r¡V1044
x 43/‘ 24v ‘¡íuez/Ó ¿lg/é . 'f¿¿ ¿á
/// rfp,” . ,//¡_._,qp, y,‘ fi ,‘. 4M,“ , ¡,
ciones inspiradas en la nacional de 1949, pe­ + e ‘xr/¡Wñ/f/ff
ro tuvieron necesidad de reformarlas, mejor
dicho, reformularlas, por el discutido man­ .2cÚ¿«<c¿.z- /
dato de la reforma nacional de 1957. Así se
Constitución de Santa Fe de 1921. Ejemplar dedicado a
sancionaron las del Chaco, Neuquén, Chubut David Peña por el convencional Leandro Meineia.
y Santa Cruz, todas de 1957; Misiones de Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.

1958; La Pampa de 1960, y fueron acompa­ Además, las constituciones del Chaco y de
ñadas por las de algunas viejas provincias: Misiones dedican capítulos expresos a los deno­
Corrientes en 1960 y Santa Fe en 1962. Todas minados derechos sociales y a la economía, po­
ellas subrayan —aunque la de Corrientes no niendo de manifiesto la importancia que se les
tanto- una recepción amplia de la normativa atribuye a esos temas. Por su parte, las del Chu­
nacional que se enrola en el constitucionalis­ but, Santa Cruz y la Pampa tratan conjunta­
mo social. mente lo referido al régimen social y económico.
De esta forma, las tres primeras cartas se En lo que respecta al tratamiento de los
caracterizan por contener manifestaciones so­ derechos, se caracterizan por concebirlos en
ciales desde el preámbulo, donde se fijan entre su carácter de naturales y anteriores al Estado.
otros fines, los de “afianzar la democracia po­ Siguiendo al artículo 14 bis de la Constitución
lítica, económica y social” (Chaco), “promover Nacional, contienen en los citados capítulos
el bienestar general consolidando la seguridad referencias al trabajo, a los gremios, a la fami­
y solidaridad social, la economía regional y la lia, a la seguridad social con múltiples regla­
más equitativa distribución de la riqueza” mentaciones. En cuanto al derecho de propie­
(Chubut). Similares disposiciones contiene la dad, en general le atribuyen función social y lo
de Santa Cruz. someten en su ejercicio al bien común. 501
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Específicamente en materia económica, el cer privado comercial e industrial, cuando ello


texto provincial Chaqueño incorpora con ma­ sea necesario para el bienestar general.
tices, en su capítulo respectivo, disposiciones Los consejos económicos y sociales llegan
donde se conjugan como principios generales, al derecho público de las provincias argentinas
el de la función privada y social de la econo­ en la década del sesenta; primero, en la Cons­
mía. Así, si bien se reconoce la iniciativa priva­ titución de Catamarca (1965), que lo conside­
da y se asegura el ejercicio de los derechos in­ ró en el ámbito de la asesoría del Poder Ejecu­
dividuales, se deja sentado que todo ello se tivo y luego, en el frustrado “Consejo Asesor
regirá por los postulados de la economía so­ de Córdoba”, creado en 1969.
cial. Conforme con esto, se permite la amplia Además, a pesar de habérselo denominado
intervención del Estado en este campo, repri­ Consejo de Planificación, habrá que tener en
rniendo monopolios, transformando latifun­ cuenta el original antecedente que brinda la
dios y minifimdios, propiciando integraciones Constitución del Neuquén de 1958, aún vi­
económicas regionales, etcétera. gente, en la medida que ha servido de prece­
En el efímero texto Chaqueño de 1951 apa­ dente a alguna nueva constitución.
rece una nota de verdadero carácter revolucio­ Este constitucionalismo social también
nario. En el artículo 33 se consagra que una compromete cambios en el orden político. Se
mitad de la Cámara de Representantes estará introduce la elección directa de gobemadores;
integrada por diputados de los partidos, pero se recurre a la consulta popular como recurso
la otra mitad la conformarán diputados de las en el trámite o ratificación de las reformas
asociaciones profesionales. Ya en el preámbu­ constitucionales; se concede el voto femenino;
lo de la Constitución habían aparecido como se acepta la presencia de los partidos políticos
sujetos del poder constituyente: “Nos, los re­ en el control de los actos eleccionarios o como
presentantes del pueblo trabajador de la pro­ órganos paraestatales; se fijan pautas para los
vincia”, dándosele, así, una impronta clasista. sistemas electorales; se acepta la libre postula­
Finalmente, dentro de este grupo de textos ción de candidatos al margen de los partidos;
provinciales se encuentran los del Neuquén se crean órganos extra poderes, tales como fis­
(1957) y de Santa Fe (1962), que merecen un calías de Estado, tribunales de cuenta, asesores
tratamiento aparte por diferenciarse de las an­ de gobierno, departamentos de irrigación, mi­
teriores. Si bien contienen notas sociales, tam­ nisterio público; se afirma el sistema munici­
bién presentan elementos propios del llamado pal, aunque todavía con renuencia a consagrar
consútucionalismo postindustrial, adelantan­ la plena autonomía.
dose en gran medida a sus contemporáneas. Finalmente, existe una decidida adhesión
Por otra parte, como nota típica del consti­ para que el Estado asuma una mayor inter­
tucionalismo postindustrial, se le encomienda vención, no sólo como el que garantiza la
al Estado una serie de tareas de promoción, co­ igualdad de oportunidades sino como el me­
mo el mejoramiento del nivel de vida y la sub­ jor capacitado para conducir hacia el bien co­
sistencia social, fomentando cooperativas de mún que ha sido postergado por la iniciativa
producción, consumo y crédito. También se le­ privada y el ejercicio libre y abusivo de todos
502 gitima el intervencionismo estatal en el queha­ los derechos.
EL CONS'I'ITUClONALISMO

El constitucionalismo provincial se ade­ Yrigoyen, en 1943 a Ramón S. Castillo, en 1955


lanta en novedades superadoras al nacional de a Iuan D. Perón, en 1962 a Arturo Frondizi, en
1949 y 1957, abriendo un proceso preconsti­ 1966 a Arturo U. Illia, y en 1976 a María Estela
tuyente con respecto a la futura ley suprema Martínez de Perón. Su estudio detenido brin­
nacional. Proceso cargado de interrogantes y daría interesantes matices diferenciadores, pe­
expectativas, que en más de un texto abren la ro la limitación de espacio obliga a presentar
lista del catálogo de ilusiones que no será fácil ciertos perfiles generales que no dejan de ser
de controlar por el del período postindustrial respetables.
que viene. Es importante destacar que hay una cons­
tante en todos los acontecimientos. Por un la­
do, usaron la violencia, tratando de lograr su
ÜRDEN LEGAL DE LOS GOBIERNOS legitimidad por el consenso o asenso con que
DE FACTO alcanzaron la función, dándole así una suerte
de justificación ética; y, por otro, los hombres
Es importante aclarar que se califican co­ que tomaron el poder reconocieron a la Corte
mo gobiemos “de facto” por oposición a los Suprema de Justicia, como órgano cotitular
“de jure”, a los que no han surgido de acuerdo del poder.
con el procedimiento constitucional o legal, Algimos se limitaron a comunicarle el he­
sin que por ello pueda apelarse, necesaria­ cho militar, otros sustituyeron los miembros
mente, a la categoría de revolucionarios para del alto tribunal, pero todos se comprometie­
caracterizarlos. La categoría de revoluciona­ ron a respetar ciertas pautas que éste les fijó.
rio, lejos de aclarar, complica la sistematiza­ Puede decirse que así como la Corte tuvo que
ción, porque habría que precisarla según pau­ asumir el hecho del golpe triunfante, también
tas coherentes. Si, en principio, se entiende las nuevas autoridades aceptaron el hecho his­
por revolución el cambio fundamental de una tórico-institucional de la presencia de un ór­
estructura jurídico-política, no resulta dificil gano de control integrado por civiles. Es cier­
comprobar que esta revolución, también, pue­ to que este control nunca fue de oficio, sino
de operarla un gobiemo de derecho, sin nece­ que se limitó a los casos concretos que se le
sidad de recurrir a la violencia. Además, tam­ plantearon.
poco resulta fácil determinar el carácter de Mueve a reflexión el comprobar que desde
revolucionarios de ciertos gobiemos de facto el aparente simple golpe de Estado de sep­
en la historia argentina, que solamente preten­ tiembre de 1930, hasta la nítida invocación re­
dieron desplazar al que ejercía el poder abusi­ volucionaria del poder constituyente origina­
vo buscando, en definitiva, volver a la antigua rio en 1966, siempre se aceptó la presencia de
legalidad. Por ello, es más apropiada la califi­ la Corte Suprema como uno de los órganos de
cación “de facto” para los gobiernos que no gobiemo.
han surgido constitucionalmente. Quienes asumieron la jefatura del Estado
Teniendo en cuenta lo anterior, es posible no sólo aceptaron a la Corte como órgano, si­
enumerar como gobiemos de facto en el siglo no que toleraron y acataron, en cierta medida,
XX a los que sustituyeron en 1930 a Hipólito sus acordadas y sentencias en las que se tradu­ 503
LA DlMENSION POLITICA

cen limitaciones a su autoridad y hasta altera­ mente indispensable, y en los segtmdos, la asu­
ciones al nuevo orden instaurado. Es induda­ mió el presidente con mayor amplitud a través
ble que, entre otros elementos que justifica­ de decretos-leyes, que alcanzaron el carácter de
ban la legitimidad de la nueva legalidad, extraordinarios en el caso de 1956, cuando se
estaba este reconocimiento al alto tribunal. derogó la Constitución de 1949 y se convocó a
Por lo menos, era el argumento decisivo que nueva convención constituyente.
demostraba que, al menos formalmente, no se Recurrieron para su gestión al auxilio de
quería constituir un poder despótico y discre­ comisiones, juntas o consejos asesores y con­
cional, aunque algunas veces se lo hiciera con sultivos. Además del control de la Corte Su­
más énfasis que en otras. Acierta Oyhanarte prema de justicia, se “autolimitaron” con el
cuando dice que el alto tribunal “procuró y respeto a los derechos de la parte dogmática
obtuvo la salvación del sistema institucional de la Constitución, que la jurisprudencia les
en la parte que no había sido irremediable­ hizo recordar permanentemente al estar com­
mente dañada por el hecho disolutivo. Es de­ prometidos bajo juramento a cumplir y hacer
cir que, con este alcance, ejerció una función cumplir la Constitución.
de salvación institucional. Creemos que éste El golpe de 1966 abrió un período más
es el sentido más hondo de las acordadas de complejo. Invocó y asumió abiertamente el
1930 y 1943. A través de ellas, la Corte Supre­ poder constituyente originario al dictar un
ma, después de verificar los hechos históricos nuevo orden legal fundamental, disponiendo­
e irreversibles que se habían consumado y de se que el gobiemo ajustaría su cometido a las’
apreciar correctamente sus dimensiones ine­ disposiciones del Estatuto revolucionario, a
vitables, ejerció la función antedicha, dentro las de la Constitución Nacional y leyes y decre­
de la situación fáctica creada, y logró rescatar tos que en su consecuencia se dictaran, en
nada menos que el control judicial de consti­ cuanto no se opusieran a los fines enunciados
tucionalidad, en el que debe verse, tal vez, la en el Acta de la Revolución Argentina. Los in­
principal garantía que a los argentinos les tegrantes de la Corte fueron separados y se hi­
confiere su ley suprema”. zo jurar a los nuevos miembros por el nuevo
Finalmente, en ningún momento, el gobier­ orden legal. Se atacó a la “falacia de la vieja le­
no deja de manifestar el propósito de encauzar galidad formal” y no se contrajo, explícita­
el país en la legalidad que está o subyace en el mente, el compromiso del retorno a la Consti­
viejo texto histórico; como tampoco se duda de tución de 1853.
que, en definitiva, el principio de legitimidad es Sin embargo, no se puede ignorar que la
el democrático, aunque se cuestione si la repre­ Cámara Federal en el caso “Moreau de Iusto,
sentación es la cuantitativa o la orgánica. Alicia, y otros”, el 28 de noviembre de 1967,
Los primeros tres golpes hicieron girar la sentenció afirmando que el Estatuto, el Acta, los
estructura del poder sobre dos órganos princi­ Objetivos y la Constitución Nacional “estaban
pales: el presidente o jefe de gobiemo, que ejer­ en el mismo nivel”, cuestionando de esa mane­
ció facultades legislativas y ejecutivas, y la Cor­ ra, la supremacía que se pretendía imponer.
te Suprema. Disuelto el Congreso, limitaron su En junio de 1970, la Junta de Comandan­
504 actividad legislativa, en el primero, a lo estricta­ tes desplazó del poder al general Onganía y
EL CONSTITUCIONALISMO

eligió como presidente al general Levingston, significación en oficiales retirados. A tono con
quien, a su vez fue reemplazado al año siguien­ esta nota, gran número de empresas privadas
te por el general Lanusse. Este último convocó incorporaron en sus directorios a oficiales re­
a elecciones, sujetándolas al viejo texto de tirados de prestigio. No puede escapar a la ob­
1853-1860, más las cláusulas reformadoras del servación el significado político de esto, si se
nuevo Estatuto Fundamental que se había dic­ recuerda el carácter disciplinario de las Fuer­
tado y que ya se desarrollaron anteriormente zas Armadas, carácter que incluye tanto a los
en este capítulo. oficiales en actividad como a los retirados.
El 24 de marzo de 1976 acaeció el golpe En tercer lugar, hay que poner en relieve el
militar que dirigieron los comandantes de las carácter de transitorio con el que el mismo
Fuerzas Armadas, presididos por el general gobierno se autocalificaba. Si bien no se fija­
Jorge Rafael Videla, desplazando del poder ron plazos para la tarea por realizar, se insistía
constitucional a María Estela Martinez de Pe­ en que se buscaba volver a instaurar “el accio­
rón. Se encarnó en el gobierno bajo el nombre nar de las instituciones constitucionales revi­
de Proceso de Reorganización Nacional. Este talizadas”.
proceso presenta ciertas notas generales que lo En cuarto lugar, si bien se pretendía que
diferencian de los anteriores gobiernos de fac­ las Fuerzas Armadas controlaran el proceso en
to argentinos. forma casi exclusiva, también es cierto que to­
En primer lugar, se accede al poder, tenien­ maron recaudos para evitar, en lo posible, el
do como nota prioritaria, la guerra contra la crecimiento dentro de ellas de un caudillo que
subversión. No son los moldes de un simple es­ pudiera monopolizar y desvirtuar la conduc­
tado de sitio. El tono militar se percibe inmedia­ ción del mismo. Se limitó el tiempo de dura­
tamente cuando son ocupados los distintos re­ ción del presidente de la Iunta. Fueron creados
sortes del poder, desde el Ejecutivo nacional varios órganos con división de funciones y
hasta la más pequeña municipalidad, en una es­ controles recíprocos muy especiales. La pre­
tratégica, rápida y eficaz operación. Y el mismo sencia de la Junta Militar, el Poder Ejecutivo, la
espíritu alienta más adelante cuando se procede Comisión de Asesoramiento Legislativo y la
a los sumarios, cesantías y reorganizaciones de Corte Suprema de Justicia, establecía un siste­
las distintas ramas de la administración. ma que se contraponía y diferenciaba de los
En segtmdo lugar, y como consecuencia de gobiernos surgidos de los golpes de 1930,
lo anterior, pero innovando en la historia ar­ 1943, 1955 y 1966, en que solamente se pre­
gentina, el proceso fue dominado institucio­ veían dos órganos principales: presidencia y
nalmente por las Fuerzas Armadas. En los gol­ Corte Suprema. Es indudable que ha pesado
pes anteriores, ellas habían puesto a la cabeza en los conductores evitar un liderazgo similar
del gobierno de facto a un militar que asegu­ a los de Onganía, Lanusse o de Augusto Pino­
rara los perfiles autoritarios del poder; pero chet en Chile, y se ha buscado que las Fuerzas
ahora, la toma es institucional. La casi totali­ Armadas en pleno controlasen los distintos
dad de los órganos de gobierno están en ma­ aspectos de la conducción política y militar.
nos de los militares. Los más importantes re­ Aquí cabe una reflexión, cuando se dice que
caen en oficiales en actividad, los de menor “es evidente que el problema de los controles 505
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

orgánicos que actúan -0 pueden actuar- en un Franz Neuman, en razón de que se hallaba so­
régimen de forma autocrática, depende gran­ metida al control de jueces independientes y al
demente de la homogeneidad o heterogeneidad self restraint, que deriva de su propia constitu­
de intereses y fines que inspiran a las concretas cionalización; y, además, republicana según la
fuerzas animadoras y propulsoras del régimen tipología de Maurice Duverger, en tanto y en
así instaurado: no es lo mismo la dimensión o cuanto no habría surgido como expresión de
los alcances del control de un sistema de cesa­ repudio a la democracia, sino como una ten­
rismo consensual que en otro de partido único, tativa de crear las condiciones económicas y
o que un tercero que se sustenta en el apartidis­ políticas que posibilitaren la recuperación de
mo y en la gravitación decisoria -por ejemplo­ una democracia genuina y eficiente.
de las Fuerzas Armadas (solas o en compañía Este proceso hizo crisis en 1982, convo­
de otros factores de poder)”. Estas notas han cando al pueblo a elecciones que entregarían
permitido calificar a ese régimen de una auto­ el poder a un gobiemo que retornaría a la
cracia de minorías, en la cual las Fuerzas Arma­ Constitución de 1853.
das eran las detentadoras responsables y predo­ Es muy importante subrayar que este re­
minantes del poder. Los intentos de signos torno a la vieja legalidad constitucional, fue
republicanos estaban dados por la presencia de producto no de la pura voluntad de las Fuer­
distintos órganos de fiscalización, por la perio­ zas Armadas, sino que surgió luego de la de­
dicidad dela mayor parte de ellos y sobre todo rrota de la guerra de Malvinas, de un nuevo y
por el control judicial. tácito gran pacto político que firmó toda la‘
No se puede dejar de mencionar el signifi­ sociedad argentina. Surgió sin prescripciones
cativo y valiente papel que jugó la Corte Supre­ ni tachas, del acuerdo de las Fuerzas Arma­
ma Nacional, dentro de sus posibilidades, fren­ das, la Iglesia, las distintas confesiones, los
te al ejercicio desmedido del poder partidos políticos, las fuerzas culturales y las
Dictó varias sentencias que marcaron un jalón universidades y academias, las fuerzas econó­
para siempre en la historia de los controles ins­ mico-sociales, tanto patronales como obre­
titucionales argentinos. Entre otros, fueron fa­ ras, los estudiantes y las más diversas asocia­
mosos los casos “Pérez de Smith”, de 1977, sobre ciones, que conscientes del agotamiento
efectiva privación de justicia a cuatrocientos de­ nacional producido por las reiteradas pros­
saparecidos; “Berrueta”, de 1979, en el que se cripciones e hipócritas invocaciones de la de­
emplazó al comandante en jefe del Ejército pa­ mocracia y los frustrados intentos de orden,
ra que pusiera bajo la autoridad jurisdiccional en una actitud de madurez, recurrieron a la
civil a un suboficial que se pretendía sustraer de antigua y siempre joven constitución históri­
esa competencia; “Zamorano”, de 1977; “Timer­ ca que les prometía garantías para sus dere­
man”, de 1978 y 1979; y “Solari Yrigoyen”, de chos, participación en el poder y controles
1983; en estos cuatro, se cuestionó la pretensión contra los abusos. Es interesante recordar
de la Iunta Militar de ejercer con exceso sus fa­ que el candidato presidencial que obtuvo la
cultades de estado de sitio. mayoría de votos, Raúl Alfonsín, hizo su
En definitiva, se trataba de una dictadura campaña recitando con voz emocionada “el
506 simple, conforme con la terminología de viejo Preámbulo, lleno de esperanzas”.
EL CONSTITUCIONALISMO

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Las mejores fuentes editadas son las si­ Son muy pocas las obras que se han dete­
guientes: REPÚBLICA ARGENTINA, Diario de Se­ nido concretamente en la historia de las con­
siones del Senado de la Nación del siglo XX; venciones constituyentes argentinas en el siglo
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados XX y de los proyectos que las motivaron o
de la Nación del siglo XX; Fallos de la Corte Su­ acompañaron. Se pueden recomendar: GER­
prema de Iusticia de la Nación, siglo XX; Refor­ MAN I. BIDART CAMPOS, Historia política y cons­
ma dela Constitución Argentina, Buenos Aires, titucional argentina, tomos I, II y III, Buenos
1948; FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIA­ Aires, 1977, y Tratado Elemental de Derecho
LEs DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIREs, En­ Constitucional Argentino, tomo I, Buenos Ai­
cuesta sobre la revisión constitucional, Buenos res, 1993, capítulo V; ALFREDO GALLETTI, Histo­
Aires, 1949; Diario de Sesiones de la Conven­ ria Constitucional Argentina, tomos I y II, La
ción Nacional Constituyente. Año 1949, Buenos Plata, 1972; RICARDO HARO, El constituciona­
Aires, 1949; La Constitución de 1949. Comen­ lismo argentino en el último medio siglo, Cór­
tada por sus autores, Buenos Aires, 1975; ]UN­ doba, 1992, ALBERTO DAVID LEIvA y EZEQUIEL
TA CONsULTIvA NACIONAL, Reforma de la Cons­ ABASOLO, El constitucionalismo argentino en el
titución Nacional. Debate, tomos I y II, Buenos siglo XX, Buenos Aires, 1997; RICARDO LEVENE,
Aires, 1957; Diario de Sesiones de la Conven­ Historia del Derecho Argentino, Buenos Aires,
ción Nacional Constituyente. Año 1957, tomos 1958; SEGUNDO LINAREs QUINTANA, Tratado de
I y II, Buenos Aires, 1958; DIRECCION GENERAL la Ciencia del Derecho Constitucional Argenti­
DE POLÍTICAS NACIONALEs DE SEGURIDAD, Linea­ no y Comparado, 9 volúmenes, Buenos Aires,
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Aires, 1970; MINISTERIO DEL INTERIOR, Comi­ Congresos en Argentina. Mitos y realidades,
sión Asesora para el Estudio de la Reforma Ins­ Buenos Aires, 1991; JULIO OYHANARTE, “La
titucional. Dictámenes y antecedentes. 1971, Constitución como instrumento del cambio”,
Buenos Aires, 1971, y Proyectos y Bases elabo­ en AUTORES VARIOS, ¿Qué Argentina queremos
rados por la Comisión Coordinadora del Plan los argentinos?, Buenos Aires, 1974; ALEJANDRO
Político. 1971, Buenos Aires, 1971. PADILLA, “Proyectos y Refonnas a la Constitu­
También corresponde ratificar lo manifes­ ción Nacional. Apuntes sobre el período 1930­
tado en el desarrollo del capítulo: para su me­ 1983", Criterio, n‘ 1975, Buenos Aires, 1986;
jor comprensión se hace necesario consultar MIGUEL M. PADILLA, Reforma de la Constitu­
los diferentes capítulos de este volumen, refe­ ción Nacional, Buenos Aires, 1970; LUIS PAEZ
ridos a la historia política, económica y social ALLENDE, El espíritu de la Constitución, Buenos
argentina. Como de capital importancia, se Aires, 1971; ARTURO ENRIQUE SAMPAY, “La evo­
subrayan los redactados por Carlos Egües, lución constitucional argentina", estudio preli­
Juan Femando Segovia y Mario Daniel Serra­ minar a A. E. SAMPAY, Las constituciones de la
fero sobre las ideas e instituciones políticas ar­ Argentina (1810-1972), Buenos Aires, 1975;
gentinas en el siglo XX, con la correspondien­ MARIO DANIEL SERRAFERO, Momentos institu­
te referencia bibliográfica. cionales y modelos constitucionales, Buenos Ai­ 507
LA DIMENSIÓN POLITICA

res, 1993; VICTOR TAU ANzOATEGUI y EDUARDO deben consultarse los siguientes artículos: RO­
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nes Argentinas, 6° edición, Buenos Aires, 1996; la crisis de 1930”; ROBERTO F. GIUSTI, “La su­
MIGUEL UNAMUNO y RUBEN BORTNIK, La Refor­ blevación civil y militar de 1930; FEDERICO PI­
ma Constitucional en el siglo XX, Buenos Aires, NEDO, “Testimonio sobre la revolución de
1986; CARLOS VALIENTE NOAILLES, Manual de 1930”, y MATIAS SANCHEZ SORONDO, “6 de sep­
Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia tiembre de 1930”, todos ellos incluidos en el
de la Nación, Buenos Aires, 1970; IORGE REI­ número dedicado a “La Crisis de 1930” de la
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ción”, Todo es Historia, n” 316, Buenos Aires, Para la reforma de 1949 y los proyectos
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Buenos Aires, 1983. RRO, Desde Perón hasta Onganía, Buenos Aires,
Para estudiar los proyectos de reforma 1969; IUAN CASIELLO, Derecho Constitucional
constitucional anteriores a 1930, es irnportan­ Argentino, Buenos Aires, 1954; MARCELO CAVA­
te, además de la bibliografía general ya citada, ROZZI, Autoritarismo y democracia (1955­
leer directamente los textos y sus fundamen­ 1983), Buenos Aires, 1983; JOHN WILLIAM
tos, pues en ellos hay múltiples aspectos toda­ COOKE, Peronismo y Revolución, Buenos Aires,
vía no analizados detenidamente. 1973; ALBERTO GONZALEZ ARzAc, “Vida, pasión
Para el intento reformista de 1930, véanse: y muerte del artículo 40" y “La Constitución
JUAN E. CARULLA, “Entretelones de la revolu­ Justicialista de 1949”, ambos publicados en To:
ción de 1930”, en AUTORES VARIOS, La crisis de do es Historia, n“ 31-41 y 52, respectivamente,
1930, tomo II: “Testimonios”, Buenos Aires, Buenos Aires, 1969, 1970 y 1971; del mismo
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Tres ensayos de historia de las ideas políticas, nos Aires, 1982; CARLOS IBARGUREN, La reforma
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1994; JORGE REINALDO VANOSSI, Teoría Consti­ tico, Buenos Aires, 1970; LILIANA DE RIz, La
tucional, y Poder Constituyente, Buenos Aires, política en suspenso. 1966-1976, Buenos Aires,
1975. 2000; ADOLFO GABRIELLI, La Corte Suprema de
Para el estudio de la Historia del Derecho Justicia y la opinión pública. 1976-1983, Bue­
Público Provincial, existen pocos trabajos es­ nos Aires, 1986; ALBERTO R. JORDAN, El Proce­
pecíficos pero puede extraerse su contenido de so. 1976-1983, Buenos Aires, 1983; ÍTALO AR­
parte de los capítulos de las obras generales GENTINO LÚDER, El proceso argentino, Buenos 509
LA DIMENSION POLITICA

Aires, 1977; FELLx LUNA, Argentina. De Perón a cia y los gobiernos de facto (1861-1983)", en
Lanusse, 1943-1973, Buenos Aires, 1972; ER­ DARDO PEREZ GUILHOU y otros, El Poder ]udi­
NESTO I. MIQUEO FERRERO, Régimen Constitu­ cial, Buenos Aires, 1989; HUGO QUIROGA, El
cional Argentino, Buenos Aires, l967; ADOLFO tiempo del “Proceso? Conflictos y coincidencias
C. MUGICA, El nuevo sistema institucional a la entre políticos y militares, Rosario, 1994; Ro­
luz de la teoría política en Revolución Argenti­ BERTO RoTH, Los años de Onganía. Buenos Ai­
na, Buenos Aires, 1966; GUILLERMO O’DoN­ res, 1980; MARIA SAENZ QUESADA, El camino de
NELL, El Estado burocrático autoritario. 1966­ la democracia. 1972-1983, Buenos Aires, 1993;
1973, Buenos Aires, 1982; IULIo OYHANARTE, JORGE R. VANossI, “Reflexiones sobre el nuevo
“Prólogo” a ALBERTO GONZALEZ ARzAc, El dere­ régimen institucional argentino”, Carta Políti­
cho de autoridad y Ia legitimidad de los gobier­ ca, Buenos Aires, julio de 1976, y “¿Cuál es el
nos de facto, Buenos Aires, 1966; DARDO PÉREZ actual ‘status’ constitucional de la República
GUILHOU, “El nuevo orden jurídico político Argentina", La Ley, Buenos Aires, 23 de abril
instaurado el 24 de marzo de 1976”, Idearium. de 1975; EMILIO VÁZQUEZ VIERA, El proceso
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y subversivo en Argentina a través de la bibliogra­
Sociales de la Universidad de Mendoza, n‘ 2, fía nacional. Origen y evolución (1955-1975),
Mendoza, 1976 y “La Corte Suprema de Justi­ Córdoba, 2000.

510
1 S. Los PODERES PÚBLICOS NACIONALES
Y SU FUNCIONAMIENTO

Mario D. Serrafero

PODERES PÚBLICOS Y RÉGIMEN POLÍTICO estarían cada vez más anudadas. En ese con­
texto ampliado, la Argentina debía pasar de la
La presidencia de Roque Sáenz Peña había tarea decirnonónica de construcción estatal
enarbolado la intención de reforma del régi­ -de la cual había salido con un saldo de mayor
men polítjco. La república liberal conservado­ éidto que de fracaso- a la instalación de un ré­
ra —bajo la inspiración de la fórmula política gimen político, el democrático. Ello implicaba
de Alberdi- había arrojado un resultado más no sólo la implantación de hábitos políticos
que satisfactorio en el desarrollo y el progreso distintos sino la inclusión de nuevos actores
económico del país, pero la cuenta pendiente estelares. Del partido hegemónico —o maqui­
era la cuestión electoral. Entre la textura naria electoral- debía llegarse a la irnplanta­
constitucional y la práctica política electoral ción y al desarrollo de un verdadero “sistema
existía un vacío, que no se salvaba con la de partidos” que representara a las distintas
transmisión pacífica del mando en sucesivos visiones ideológicas, dentro de una matriz cla­
gobiernos. La distancia entre las normas elec­ ra de andamiaje de gobierno-oposición. Si la
torales, de un lado, y la realidad comicial, del Constitución implicaba el formato republica­
otro, había motivado los alzamientos y reac­ no básico y necesario para el funcionamiento
ciones contra el régimen; baste señalar los rei­ institucional del país, la cuenta pendiente se
terados intentos frustrados de Hipólito Yrigo­ desplazaba a la cuestión del régimen. Y en es­
yen para acabar con el sistema por la vía de la te régimen nuevo, los partidos políticos ten­
violencia armada. drían el papel fundamental en la inédita escri­
Con esta inquietud de reforma política se tura institucional que emergería de la letra de
iniciaba la Argentina del nuevo siglo. Pero con los poderes públicos.
el transcurrir de las décadas siguientes, las cri­ En este capítulo se da cuenta del desplie­
sis, las oportunidades y los inconvenientes su­ gue y repliegue de los poderes públicos, sus
marían dilemas y cuestiones para el logro productos institucionales, sus patrones de in­
efectivo de la mejora política. El ansiado desa­ teracción y los mecanismos de recíproco con­
rrollo institucional de la Argentina iba a coe­ trol. ¿Primó el conflicto o la cooperación? ¿Se
xistir con un mundo en permanente cambio y estableció un relativo equilibrio, o bien la su­
donde política interna y política internacional premacía de alguno de los poderes del Esta­ 511
LA DIMENSIÓN POLITICA

do? Dos preguntas clave y andariveles inevi­ estado de sitio en caso de ataque exterior y
tables de una reflexión sobre la Argentina juzgaba en juicio político.
institucional. En este diseño, el presidente ostenta diver­
sas jefaturas. Es el “jefe supremo de la Nación”,
jefe de la “administración general del país”,
EL SISTEMA PRESIDENCIALISTA ARGENTINO “comandante en jefe” de las Fuerzas Armadas
de la Nación, y “jefe inmediato de la capital de
El diseño básico del presidencialismo ar­ la Nación”. A estas jefaturas formales deben
gentino que se plasmó en la Constitución de adicionarse las que pueden resultar de la diná­
1853-1860 se inspiró, principalmente, en la mica política, esto es, su liderazgo en el siste­
obra de Iuan Bautista Alberdi, Bases y puntos ma político en general, y en el Congreso en
de partida para la Organización Nacional. Se particular, si es que logra la mayoría parla­
trató de un “presidencialismo fuerte” que re­ mentaria y mantiene la disciplina partidaria.
servaba al presidente un papel predominante Pero un factor institucional parece reforzar es­
en el sistema político. Diseño institucional te liderazgo informal: el carácter unipersonal
inspirado en el Estado de Derecho propio del del Ejecutivo (más allá de las interpretaciones
constitucionalismo liberal latinoamericano que han negado que el Ejecutivo sea sólo el
del siglo XIX, con la distinción entre los tres presidente). La centralidad política de la figu­
tipos de funciones -ejecutiva, legislativa y ju­ ra presidencial se acentúa por el protagonismo
dicia1—, implicaba la existencia de tres poderes: que cumple en el ámbito de la política exterior
el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. La y la defensa nacional. Asimismo, con el correr
Constitución era pensada como un plan que del tiempo y gracias al desarrollo tecnológico,
perseguía el logro de un orden político y el el fácil acceso a los medios de comunicación
progreso económico, y el único que podía ga­ masiva lo colocan siempre en la vitrina públi­
rantizarlos era un presidente vigoroso ubica­ ca. La centralidad política implica momentos
do en la cúspide del poder político. Más allá de cíclicos de apoyo y desaprobación de la figura
este preponderante papel de la presidencia, en presidencial, una cadencia que lo puede sitiar
el diseño de la Constitución de 1853-1860 en los umbrales de la popularidad masiva o en
aparece el clásico modelo del Ejecutivo y del el límite del abismo de la ilegitimidad política.
Legislativo con sus dos cámaras, una represen­ El Poder Legislativo adoptó el sistema bi­
tando al pueblo de la Nación y la otra, a los Es­ cameral. En el esquema de pensamiento del
tados de la federación, en un pie de igualdad. presidencialismo clásico temprano, la Cámara
Bicameralísmo simétrico, en tanto ambas Cá­ alta y el Ejecutivo servirían así como medio
maras compartían el mismo poder, aunque para evitar la “tiranía de las mayorías”, que en
con ciertas atribuciones diferentes; por ejem­ aquellos días se percibía localizada en la Cá­
plo, la Cámara baja era cámara de origen de mara baja. En el mismo sentido obraría la di­
las leyes impositivas y el reclutamiento de tro­ ferente duración de los mandatos, cuya funda­
pas y acusaba en juicio político y el Senado mentación teórica podría ligarse a la visión
prestaba su acuerdo a determinadas designa­ madisoniana de la democracia que remonta a
512 ciones del Ejecutivo, lo autorizaba a declarar el Locke y a Montesquieu. En perspectiva arn­
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

pliada, se perseguía la división del poder a tra­ pertenezcan a distintas fuerzas políticas. El
vés de su partición con el ax profesa fin de evi­ Poder Ejecutivo y el Legislativo tienen origen
tar su concentración y abuso. Los liberales clá­ electivo, elección directa en el caso de los di­
sicos manifestaron sus prevenciones sobre lo putados, e indirecta en el caso de presidente y
que entendieron como la probable “tiranía de senadores. Los miembros de la Corte se eligen
la Mayoría”. La inquietud se observó en la ver­ por un procedimiento en el cual el presidente
tiente conservadora, pero también en la radi­ nombra los candidatos, pero éstos deben tener
cal. Así, tanto para Alexis de Tocqueville como acuerdo del Senado. Los ministros de la Corte
para John Stuart Mill, tal tiranía era una de las permanecen en sus cargos hasta que “dure su
amenazas que desplazaría a la democracia ha­ buena conducta”.
cia el desfiladero del despotismo. Luego de este breve panorama, resta brin­
El Congreso tiene a su cargo la elabora­ dar una rápida visión de los aspectos más sig­
ción de las leyes, pero el Ejecutivo “participa” nificativos del sistema de frenos y contrapesos
en el mecanismo a través de la iniciativa legis­ que constituyen las herramientas del control
lativa y la posibilidad de vetar las leyes sancio­ político interinstitucional.
nadas por las Cámaras. La Constitución fija El presidente efectúa un control político
además una serie de competencias y atribu­ del Congreso a través de estos mecanismos: a)
ciones al Congreso, que exceden la mera tarea la facultad de colegislador, que incluye la ini­
legislativa, como por ejemplo, el control insti­ ciativa legislativa, la participación en la elabo­
tucional y la toma de decisiones políticas. ración de las leyes a través de los ministros y el
Con relación al Poder Judicial, constitucio­ veto a las leyes del Congreso, y la facultad de
nalmente se le atribuye una amplia competen­ reglamentación; b) luego de terminadas las se­
cia a la Corte Suprema, cabeza de esta rama de siones ordinarias del Congreso que van del 1°
gobierno, y a los tribunales inferiores. En los de mayo al 30 de septiembre, puede determi­
hechos, ha existido una discutida inhibición nar su continuación o su cese; las decisiones
de la Corte en las denominadas “cuestiones sobre prórrogas o períodos extraordinarios se
políticas”. ha entendido por lo general -aunque esta in­
En cuanto a la integración de los poderes y terpretación no es unánime- que pertenecen
duración de los cargos —según la Constitución al presidente; c) tiene la facultad de recauda­
de 1853-1860-, el presidente dura seis años y ción fiscal y de inversión con arreglo a la ley de
no puede ser reelecto sino luego de un inter­ presupuesto. El presidente tiene cierto control
valo. Los diputados duran cuatro años y se re­ sobre el Poder Judicial, gracias a estas herra­
nueva la Cámara por mitades cada bienio. Los mientas: a) nombra a los jueces de la Corte y
senadores duran nueve años en sus cargos, y se tribunales inferiores con el solo acuerdo del
renueva la Cámara por tercios cada trienio. Senado; b) según el artículo 86, inciso 6, pue­
Diputados y senadores cuentan con la posibi­ de indultar o conmutar las penas por delitos
lidad de reelección indefinida. Este “ajedrez sujetos a la jurisdicción federal.
constitucional” puede derivar más fácilmente El Congreso realiza el control político del
en el llamado gobierno dividido, donde presi­ Ejecutivo a través de los siguientes mecanis­
dencia y Congreso -o una de las Cámaras­ mos: a) la facultad de interpelar a sus minis­ 513
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

tros; b) las comisiones de investigación parla­ blica que lesionen, restrinjan, o alteren esos
mentaria; c) el juicio político, formalmente el derechos. Asimismo, las medidas cautelares
instrumento de mayor poder de control; d) el que puedan dictarse contra el poder público y
acuerdo del Senado para las siguientes situa­ para salvaguarda de los derechos individuales.
ciones: declaración de estado de sitio en caso Por último, cabe señalar que en la Constitu­
de ataque exterior, nombramiento de magis­ ción —de tipo “rígido” en cuanto al procedí­
trados del Poder Judicial, nombramiento y re­ miento de reforma-, la limitación más irnpor­
moción de ministros plenipotenciarios y en­ tante del poder presidencial es la prohibición
cargados de negocios, empleos militares de la de reelección inmediata, destinada a evitar la
Nación y empleos o grados de oficiales supe­ “tiranía”, disposición que complementa la
riores de las Fuerzas Armadas; e) el llamado elección indirecta del mandatario encargada
“poder de bolsa” del Congreso, relativo al pre­ —supuestamente— de evitar la “demagogia”.
supuesto de gastos de la administración de la El texto constitucional sufrió una irnpor­
Nación y a la cuenta de inversión; d) en algu­ tante reforma en 1949 y otra menor en 1957,
nos casos excepcionales, el Congreso decide en tiempos de gobierno militar. Esta última
sobre la suerte de la titularidad del Ejecutivo dispuso la vigencia de la Constitución de 1853
(cuando en el escrutinio de los votos de los co­ con las reformas de 1860, 1866 y 1898 y apro­
legios electorales ningún candidato lograre la bó como artículo nuevo el “14 bis” que consa­
mayoría absoluta y también en el caso de re­ graba constitucionalmente los derechos socia­
nuncia del presidente, debe aceptarla o recha­ les. Otro régimen militar, en sus postrimerías;
zarla). Por último, la Constitución expresa que modificó la Constitución. El Estatuto Funda­
en caso de acefalía del presidente y vicepresi­ mental, sancionado el 24 de agosto de 1972,
dente, el Congreso designará al funcionario introducía —entre otras— las siguientes refor­
público que deberá desempeñar la presiden­ mas al Ejecutivo y Legislativo: la elección di­
cia. Aunque la ley de acefalía 252 ha declarado recta del presidente y vice y el acortamiento
un “orden sucesorio”, dejando de lado esta fa­ del mandato a cuatro años, con posibilidad de
cultad parlarnentaria. En 1975, esta ley fue de­ reelección inmediata; la unificación de man­
rogada y se promulgó la nueva ley de acefalía datos en cuatro años para presidente, diputa­
del Poder Ejecutivo, que lleva el número dos y senadores; la ampliación del número de
20.972. senadores de dos a tres y la elección directa de
El Poder Judicial tiene las siguientes facul­ los mismos; la modificación del sistema de
tades de control: a) la más importante, sin du­ sanción de las leyes y del régimen de sesiones.
da, es el control de constitucionalidad de las El diseño institucional emerge de la Cons­
leyes, de los actos administrativos y presiden­ titución Nacional y de leyes esenciales que re­
ciales; b) el recurso de habeas corpus contra los gulan la estructura y el funcionamiento de las
actos de las oficinas públicas y para defensa de instituciones. Además del diseño, en el proce­
la libertad física de los ciudadanos. También, so político influyen las prácticas instituciona­
el recurso de “amparo” para proteger las ga­ les o comportamientos paraconstitucionales
rantías y derechos constitucionales contra los desplegados regularmente por los actores po­
514 actos arbitrarios o ilegales de la autoridad pú­ lítico-institucionales. El funcionamiento del
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

presidencialismo es producto de la interacción Peña-, cuya base estuvo compuesta funda­


entre el diseño institucional (reglas institucio­ mentalmente, pero no exclusivamente, por la
nales) y cierta dinámica política (los modos de clase media. Comprende la primera presiden­
juego posibles de los actores, en cuanto al uso cia de Hipólito Yrigoyen, el ascenso de Marce­
de aquellas reglas). Entre los factores que jue­ lo T. de Alvear y la vuelta al gobierno del pri­
gan un peso considerable en la dinámica polí­ mero. El presidente Yrigoyen, en parte de su
tica, cabe mencionar el sistema de partidos, el gobierno, tuvo una Cámara de Diputados
estilo de liderazgo presidencial y la cultura po­ opositora, al igual que el Senado durante toda
lítico-institucional. Asimismo, el presidencia­ su gestión. Durante todo el período, el radica­
lismo argentino convivió, durante distintas lismo fue el partido predominante —en térmi­
épocas, con diferentes experiencias constitu­ nos de la clasificación de Sartori-, en un mar­
cionales: regímenes no competitivos, semi­ co de mejora de las prácticas electorales. Pero
competitivos y competitivos, según fueran la el partido se dividió en dos líneas: los persona­
participación efectiva y la transparencia elec­ listas y los antipersonalistas, según siguieran o
toral, de ciudadanos y de partidos. Así, bajo un no a Yrigoyen. En 1924 se crea la Unión Cívi­
mismo formato constitucional, el presidencia­ ca Radical Antipersonalista. Las fuerzas con­
lismo ha funcionado históricamente de modo servadoras se dispersaron y no pudieron reto­
distinto, advirtiéndose diferencias entre regí­ mar su anterior protagonismo político. El
menes y presidencias. período concluyó con el golpe de Estado de
1930, que ubicó en el sillón presidencial al ge­
neral Iosé Félix Uriburu, quien en los primeros
RÉGIMEN Y PARTIDOS tramos de su gobiemo propiciaba un régimen
corporativo.
El período aquí tratado puede dividirse a La etapa 1932-1943 abarca la denominada
los efectos analíticos en etapas que condensan restauración conservadora, con las presiden­
momentos históricos, semejanzas y diferen­ cias de Agustín P. Justo, Roberto Ortiz y Ra­
cias entre presidencias, puntos de inflexión y món S. Castillo. Este período constituyó un
las continuidades y rupturas de la vida políti­ régimen —al menos- semicompetitivo, pues se
ca nacional. Especialmente denotan diferen­ retornó al fraude electoral —salvo en algunos
cias en cuanto al tipo de régimen y al sistema distritos -. La fuerza hegemónica fue la Con­
de partidos, que se traducen también en el cordancia, que no era un partido político sino
ámbito de las instituciones. Cabe recordar que una coalición entre conservadores, radicales
en 1914 fallecía Roque Sáenz Peña, artífice de antipersonalistas y socialistas independientes.
la reforma electoral que abría el sistema polí­ El radicalismo se abstuvo de participar en el
tico y lo reemplazaba Victorino de la Plaza, úl­ sistema político, hasta que en 1935 levantó la
timo presidente de la república liberal conser­ abstención. En el período se restringió la apli­
vadora y de un régimen en retirada. cación de la Ley Sáenz Peña. Los estilos y acti­
En la etapa comprendida entre 1916 y 1930 tudes de los tres presidentes no fueron homo­
se desarrolla el período radical dentro de un géneos. Culmina con el golpe militar del 4 de
régimen competitivo —gracias a la Ley Sáenz junio de 1943. 515
LA DIMENSION POLITICA

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Yrigoyen llega al Congreso Nacional para jurar por segunda vez como presidente. En ambos mandatos. sus relaciones con el
Parlamento no fueron buenas. Archivo General de la Nación.

La etapa 1946-1955 es el período del régi­ fue la Unión Democrática, que nucleaba a ca­
men peronista, que abarca las dos presidencias si todo el arco político del momento, bajo la
consecutivas del general Juan Domingo Pe­ fórmula presidencial del radicalismo. El pero­
rón. Tras las elecciones generales de 1946 nismo fue un partido predominante que se
—nuevamente bajo la Ley Sáenz Peña-, el pe­ fue convirtiendo en partido hegemónico, en
ronismo logró la mayoria de las bancas del sintonía con un régimen que se tornaba me­
Congreso y la casi totalidad de los gobiemos nos competitivo al restringir los márgenes de
516 provinciales. Su contrincante en las elecciones la oposición política. Perón se constituyó en
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

un líder carismático que tuvo relación directa nuevo presidente no tuvo el control del Con­
e intensa con las masas. El partido de la oposi­ greso y el poder sindical fue un duro opositor
ción fue el radicalismo, que denunció -desde al gobierno. En 1966, Illia fue derrocado por
su propia perspectiva— el carácter “totalitario” los militares y asumió el general Iuan Carlos
del régimen. Perón obtuvo la reelección en Onganía. Los dos gobiernos anteriores emer­
1951 gracias a la reforma de la Constitución, gieron de reglas de juego semidemocráticas, ya
producida en 1949. En 1952 se practicó una que hubo exclusión del peronismo; se trató,
reforma electoral, introduciendo circunscrip­ por lo tanto, de un régimen semicompetitivo
ciones uninominales, cuyo diseño favoreció al que, además, tuvo una fuerte presencia corpo­
oficialismo (práctica conocida como “gerry­ rativa. En 1973, en elecciones abiertas -con
mandering”). En sus gobiernos se efectuó una sistema de “doble vuelta” entre los dos candi­
subordinación y control de las instituciones y datos presidenciales más votados— triunfó el
las fuerzas políticas, a través de mecanismos justicialista Héctor Cámpora. Poco después,
normativos y de los medios de comunicación. tras la renuncia de Cámpora y del vicepresi­
Alrededor de la figura de Perón se produjo un dente Vicente S. Lima y la breve gestión provi­
verdadero clivaje, no sólo social sino también sional de Raúl Lastiri, asumió, luego de nuevas
político. Esta etapa concluye con el golpe mili­ elecciones, el general Perón, que derrotó al
tar del 16 de septiembre de 1955, denominado candidato radical Ricardo Balbín. El peronis­
“Revolución Libertadora”. mo logró la mayoría en ambas Cámaras y el
La etapa 1958-1976 comprende un perío­ radicalismo fue el primer partido de la oposi­
do circular de democracia y autoritarismo, ca­ ción. A la muerte de Perón, lo sucedió la vice­
racterizado por una gran inestabilidad políti­ presidente María Estela Martínez. Su gobierno
ca. Abarca principalmente las presidencias de fue presa de los violentos enfrentamientos en­
Arturo Frondizi, Arturo Illia, y los gobiernos tre la izquierda y la derecha del peronismo,
justicialistas de Héctor I. Cámpora, Iuan Perón conflictos que se llevaron al seno del poder.
y María Estela Martinez de Perón. El radicalis­ Conflictos sindicales y violencia política com­
mo se dividió en dos, por un lado, los radicales pletaron un cuadro de desquicio. En 1976, un
intransigentes, por el otro, el radicalismo del nuevo golpe militar desalojó al gobierno cons­
pueblo. Frondizi —radical intransigente- acce­ titucional y el general Jorge R. Videla asumió
dió al gobierno en 1958 con la proscripción del el poder.
peronismo. Logró la mayoría en las dos Cáma­
ras del Congreso. El radicalismo del pueblo fue
el principal partido de la oposición. Frondizi LA ELITE PRESIDENCIAL

fue destituido por las Fuerzas Armadas y as­


cendió al poder Iosé María Guido, presidente Cuando se habla del Ejecutivo debe tenerse
provisional del Senado. En 1963 triunfó el ra­ en cuenta -que se trata de un poder unipersonal
dical del pueblo Illia, nuevamente con pros­ en el cual, la capacitación institucional previa,
cripción del peronismo, aplicándose por pri­ el estilo político, las características personales,
mera vez para una elección presidencial el la ideología y fundamentalmente las concep­
sistema de representación proporcional. El ciones institucionales juegan un papel esencial. 517
LA DIMENSIÓN POLITICA

En cuanto a la capacitación institucional, se había desempeñado anteriormente en la


hasta Yrigoyen los presidentes habían sido pre­ Cámara baja. Con Iusto vuelve la práctica an­
viamente legisladores provinciales o naciona­ terior -el general había sido ministro de Gue­
les, ministros de gobierno provincial o nacio­ rra de Alvear-, que se continúa con Ortiz, que
nal, gobernadores y, en múltiples ocasiones, había ocupado una cartera en la presidencia
acumularon en su recorrido cargos nacionales de Alvear, que repitió con Justo. Castillo había
y provinciales, legislativos y ejecutivos en la sido ministro de Justicia e Instrucción Pública
misma persona. Durante la Organización Na­ y luego del Interior en la presidencia de Iusto.
cional y la república liberal conservadora no se Estos tres casos son las excepciones del perío­
permitía la Hegada de outsiders o extraños al do. Perón, si bien no había ocupado cargo eje­
sistema y sí existía un cursus honorum que cutivo alguno en anteriores gobiernos consti­
cumplir. Había un sistema de hegemonía lleva­ tucionales, previo a su elección presidencial
do a cabo por la maquinaria electoral del Par­ practicó un aprendizaje, sin duda, veloz y muy
tido Autonomista Nacional (PAN) y la partici­ completo. Acumuló los cargos de director y
pación en el poder de elementos marginales luego secretario de Trabajo y Previsión, minis­
del sistema no era probable. El “orden conser­ tro de Guerra y vicepresidente de la Nación en
vador” implicaba un control institucional de el régimen militar emergente del golpe de Es­
acceso a los lugares de poder, en una época en tado de 1943. Frondizi llegó a la presidencia
que la elite tenía un proyecto político homogé­ con un previo recorrido en la tarea parlamen;
neo y a pesar de las diferencias de estilo, los taria, al igual que Illia y Alfonsín. Ninguno de
presidentes mantuvieron una gran unidad de ellos desempeñó cargos ejecutivos de relevan­
contenido en sus políticas básicas. cia en gobiernos anteriores, aunque sí habían
En una larga serie de mandatarios, la fun­ tenido una participación activa y relevante en
ción en el ámbito legislativo fue un elemento las agrupaciones políticas en las que actuaron.
común o de semejanza, salvo algimas excep­ María Estela Martínez de Perón nunca antes
ciones. Existe un límite notorio, ubicable en de ser electa vicepresidente había desempeña­
1916. La diferencia estriba en que los presi­ do cargo institucional algimo.
dentes anteriores no sólo habían acumulado Surge claro que hasta la primera década del
notable experiencia en el manejo de las cues­ siglo XX existió un proceso de prueba y selec­
tiones de Estado, sino principalmente en el ción institucional de los líderes presidenciales.
ámbito del Ejecutivo mediante la titularidad La contracara negativa de éste fue su desarro­
de una cartera ministerial, nacional o provin­ llo dentro de un régimen hegemónico, sin que
cial, o bien de una gobemación. De 1916 a se pudieran —o quisieran- construir mecanis­
1983, en cambio, no todos los presidentes tu­ mos selectivos de reemplazo al abrirse el siste­
vieron un paso previo por un puesto elevado ma político e instaurarse la metodología de­
de carácter ejecutivo. Yrigoyen, antes de ser mocrática. ¿Qué ocurrió en las décadas
presidente, no había ejercido funciones ejecu­ posteriores? Varias causas convergieron para
tivas, aunque sí tuvo un breve ingreso en el que se produjera el corte observado. Los mili­
ámbito legislativo. Alvear encontraba su pro­ tares provocaron quiebras institucionales con
518 pia horma en la representación diplomática y graves consecuencias: ruptura de las carreras
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

políticas y proscripciones de sectores políticos, Perón); dos renunciaron (Ortiz y Cámpora);


que afectaron hacia el futuro provocando un cuatro fueron depuestos por los militares (se­
recorrido institucional de los líderes más lirni­ gunda de Yrigoyen, segunda de Perón, Frondi­
tado y sesgado. El clima de ideas irnperantes zi e Illia) y uno falleció (tercer gobierno de Pe­
poco favoreció para que el criterio de idonei­ rón). Asimismo, los dos vicepresidentes que
dad de la dirigencia fuera visto como factor llegaron a la presidencia en este período
clave en el funcionamiento de la democracia li­ (Castillo y Martínez de Perón) fueron también
beral. La selección institucional pasó también derrocados. Los casos de reelección presiden­
por otros filtros: el liderazgo carismático o cial fueron cuatro. Uno en el siglo pasado (Ro­
bien la bendición de tal líder a un candidato. ca, en 1898) y tres en el período aquí tratado.
En cuanto a la extracción social de los presi­ Yrigoyen, en 1928, bajo el texto constitucional
dentes —y también de los vicese, en términos ge­ de 1853-1860, que permitía la reelección pero
nerales podría decirse que la pertenencia a farni­ con un período intermedio entre una y otra
Iias tradicionales o patricias fue uno de los presidencia. Perón obtiene en 1951 la reelec­
canales de reclutamiento de la elite ejecutiva ción bajo la vigencia de la Constitución de
—no sólo el binomio presidencial, sino también 1949, que habilitaba la reelección en forma in­
del ministerio- hasta el fin de la república libe­ mediata e indefinida. Nuevamente, Perón ac­
ral conservadora. Luego de la experiencia yrigo­ cede a la presidencia en 1973, siendo el único
yenista y con la restauración conservadora, to­ mandatario argentino que ejerció la presiden­
davía el 66% de los miembros del Poder cia en tres oportunidades.
Ejecutivo —incluyendo los ministros- pertenecía
al estrato superior. A partir de la experiencia pe­
ronista iniciada en 1946, el origen social de la LA VICEPRESIDENCIA

mayoría de los componentes de los binomios


no representará más a las “familias patricias”, La función regular del vicepresidente fue
hecho que también coincide con una renova­ la presidencia del Senado —con voto en caso
ción más general del reclutamiento político en de empate- y la eventual, el reemplazo del pri­
otros espacios institucionales, como el Congre­ mer mandatario en ocasión de los casos seña­
so. En relación con la edad promedio de los pre­ lados por el artículo 75 de la Constitución Na­
sidentes al asumir —y vices que llegaron a la pri­ cional, que representan todos alguna suerte de
mera magistratura—, entre Mitre y Roque Sáenz crisis institucional (renuncia, muerte, destitu­
Peña fue en tomo de los 52 años. En el período ción o inhabilidad del presidente). La elección
aquí tratado y considerando los mandatarios de los candidatos obedeció por lo general a
constitucionales, ascendió a los 60 años. acuerdos entre fracciones de un mismo parti­
¿Cuál fue la suerte o el destino de los pre­ do o entre distintas agrupaciones, con el fin de
sidentes? Entre 1914 y 1983, de los presidentes sellar un acuerdo electoral. Asimismo, estaba
elegidos por los ciudadanos como tales (sin presente Ia cuestión del origen de los miem­
considerar a Alfonsín), tuvieron los siguientes bros del binomio. Una primera mirada histó­
destinos: cuatro terminaron el mandato (pri­ rica sobre las fórmulas de presidente y vice
mera de Yrigoyen, Alvear, Iusto, primera de muestra que casi siempre existió una negocia­ 519
LA DIMENSION POLITICA

ción que pudo haber obrado como fórmula lealtad ciega a Yrigoyen. También entre Fron­
de equilibrio territorial. Parece algo más que dizi y su vicepresidente, Alejandro Gómez,
casualidad que, desde 1862 hacia delante, el quien tuvo que renunciar, sospechado de
binomio ejecutivo se decidiera entre un por­ conspiración contra el presidente.
teño (o proveniente de la provincia de Buenos Durante el período, en dos ocasiones los
Aires) y un provinciano (del “interior” del vicepresidentes se hicieron cargo del Ejecuti­
país). Incluso, cierto equilibrio territorial vo. Castillo reemplazó al presidente Ortiz, gra­
también trató de llevarse a la integración mis­ vemente enfermo y fallecido pocos días des­
ma del gabinete nacional. Es cierto que mu­ pués de renunciar y María Estela Martínez de
chos de aquellos provincianos en realidad ha­ Perón al viejo caudillo tras su fallecimiento.
bían desarrollado gran parte de su actividad Ortiz intentaba sanear los vicios electorales y
política en Buenos Aires, pero no es menos en política exterior no sólo simpatizaba por
cierto que existió incluso en estos casos cierto los aliados, sino que proponía un papel más
resquemor en los círculos porteños. En el si­ activo en la conflagración mundial. Castillo,
glo pasado predominó el presidente provin­ por el contrario, participaba de los viejos vi­
ciano y el vice de Buenos Aires, en el siglo XX cios del fraude electoral y en política interna­
se invirtieron los papeles y predominaron los cional mantenía un neutralismo que significa­
hombres del interior en el segundo lugar de ba simpatía inocultable con las fuerzas del Eje.
las fórmulas. La norma implícita del origen o El nombramiento de la señora de Perón había
procedencia de los integrantes del binomio obedecido, más que nada, a sortear una situa:
tuvo pocas excepciones. En las fórmulas Ius­ ción interna del peronismo de polarización
to-Roca (h) y Frondizi-Gómez no había re­ ideológica entre una derecha y una izquierda
presentación de Buenos Aires. inconciliables. La presidente carecía de bases
Si la finalidad de la sucesión vicepresiden­ ideológicas definidas, no tenía capacitación
cial es el reemplazo del primer mandatario, es institucional alguna ni experiencia política y
esencial que entre los compañeros de fórmula debía reemplazar a un líder carismático que,
exista un acuerdo básico sobre lo que será la además, había llegado a la presidencia en tres
tarea de gobierno pues, de lo contrario, podría oportunidades. Estas dos sucesiones culmina­
existir un severo cambio de rumbo, aunque a ron en golpes de Estado. Las sucesiones vice­
veces ello podría ser necesario para encauzar presidenciales del período anterior tuvieron
un proceso de crisis institucional motivado mejor suerte, Carlos Pellegrini superó la crisis
por el presidente a quien se reemplaza. No ha­ institucional que había ocasionado el eclipse
ce falta resaltar la imprescindible capacitación definitivo de Miguel Iuárez Celrnan, Iosé E.
del vicepresidente para el eventual manejo del Uriburu sorteó la intemperie política bajo la
gobierno. Asimismo, la comunión mínima se­ cual debió renunciar Luis Sáenz Peña y José
rá necesaria también, para que no existan con­ Figueroa Alcorta, en el gobierno por la muer­
flictos mientras ambos coexistan en el poder. te de Manuel Quintana, pudo transmitir el
La historia política mostró distintos casos. mando pacíficamente a Roque Sáenz Peña.
Hubo conflictos entre el presidente Alvear y su La Constitución no ofrece una solución
520 vice, Elpidio González, político que profesó para la situación de vacancia de la vicepresi­
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

dencia. En los dos casos que se procedió a una encrucijadas de futuro sino también el desa­
nueva elección el vicepresidente había falleci­ rrollo de posibles tendencias, sustentadas en
do antes de asumir. En el caso de Francisco ciertas experiencias históricas propias y en
Beiró se reunieron nuevamente las juntas elec­ Iniradas comparativas que hacían prever un
torales que designaron a Enrique Martínez; en viraje hacia un sistema de corte más parla­
el caso de Hortensio Quijano -reelecto en mentario, con un presidente menos protagó­
1951 gracias a la reforma constitucional de nico y más distante de la “política pequeña”, y
1949- se realizó una elección directa, en 1954, con ministros más responsables de las políti­
en la fue elegido Alberto Teissaire. En el perío­ cas públicas. Se trató de un debate paralelo al
do aquí analizado, los destinos de los vicepre­ de la reforma electoral y que pretendía tam­
sidentes fueron los siguientes: dos fallecieron bién una reforma, pero en la cúspide del siste­
en el cargo (Pelagio Luna y H. Quijano); dos ma institucional.
renunciaron (Arturo Gómez y Vicente Solano La evolución posterior que experimentó el
Lima); tres terminaron el mandato (Elpidio sistema político, dejó en quimera el viraje ins­
González; Iulio A. Roca (h) y la primera de H. titucional profetizado por los hombres del
Quijano); dos llegaron a la presidencia (Casti­ Centenario. En tiempos más recientes, prácti­
llo y María Estela Martínez), y tres fueron des­ camente casi no se discute ya la exclusividad
tituidos (Enrique Martínez; A. Tessaire y Car­ en la titularidad del Ejecutivo. Se ha expresa­
los Perette). do, por ejemplo, que el “acuerdo” de ministros
no implica la existencia de un consejo de go­
biemo, sino sólo que, oídos los ministros, el
EL MINISTERIO presidente decide lo que en su opinión corres­
ponde. También que los ministros desempe­
Normativamente, la Constitución arroja­ ñan una función de “control”, pues el refrendo
ba dudas sobre el verdadero carácter de la ins­ y la legalización del acto presidencial exige que
titución ministerial, según surge de la lectura éste se enmarque en el campo de la legalidad y
de los artículos 74, 87 y 88. ¿Cuál era la verda­ la oportunidad. Más allá de las interpretacio­
dera sustancia de la institución ministerial y, nes, el relieve político e institucional de los
en definitiva, del régimen en sí? ¿Ejecutivo ministros se ha desdibujado a lo largo del
unipersonal, colegiado, presidencialismo pu­ tiempo y la figura del presidente ha ocupado
ro, gobierno de gabinete próximo a una silue­ mayor centralidad. Es cierto que han existido
ta parlamentaria? El Centenario fue testigo de ministros que se han destacado en las distintas
un debate medular, cobijado por la Revista Ar­ administraciones —a veces, hasta “superminís­
gentina de Ciencias Políticas a partir de 1910, tros”—, pero también que no han llegado a
donde un núcleo de publicistas de nota pre­ opacar el brillo presidencial y que su suerte, en
tendía desentrañar la “función constitucional definitiva, estuvo atada a la decisión del pri­
de los ministros”. Bajo la pluma de Rodolfo mer mandatario.
Rivarola, Iosé Nicolás Matienzo, Isidoro Ruiz En cuanto al número de ministerios, la
Moreno, Raúl Orgaz, Enrique de Vedia, Ro­ Constitución de 1853-1860 establecía cinco y
berto Piñero —entre otros-, aparecían no sólo sus áreas de competencia fueron: Relaciones 521
LA DIMENSIÓN POLITICA

Exteriores; Interior; Justicia, Culto e Instruc­ sistema representativo. En su seno, los parti­
ción Pública; Hacienda; Guerra y Marina. El dos políticos obtienen escaños de acuerdo en
número se eleva a ocho en la reforma de 1898 las preferencias de los ciudadanos y —teórica­
y, en las modificaciones constitucionales de mente- los distintos sectores sociales se ven
1949 y la de 1972, se deja librado a la ley el nú­ reflejados y representados en su composición.
mero y sus competencias. La ley 13.529 de La elite parlamentaria tuvo distintas carac­
1949 elevó el número a veinte; la ley 14.121 de terísticas, según las épocas. Hacia 1890, el
1952, a veintiuno; la ley 14.303 de 1954, los re­ Congreso estaba integrado mayoritariamente
dujo a dieciséis. Los regímenes militares varia­ por sectores del estrato superior de la pobla­
ron también la cantidad de ministerios y con ción. La reforma electoral, el acceso del radica­
el retorno a los gobiernos civiles se volvió a lismo y del peronismo luego, modificarán la
ocho. fisonomía de la legislatura. El Congreso de
Una cuestión importante es la estabilidad 1916 contendrá más profesionales universita­
ministerial o bien, la rotación frecuente. Ello rios que el de 1890 y el de 1946, evidenciando
puede ser indicador de cambios de rumbo, el ascenso e ingreso a la Cámara de Diputados
discrepancias en el seno del gobierno y hasta de sectores de clase media, hijos de inmigran­
de crisis políticas. En el período anterior al tes, pequeños propietarios o comerciantes, etc.
aquí considerado, los gobiernos de Juárez Cel­ En 1946 y con el peronismo, se produjo el in­
man y de Luis Sáenz Peña tuvieron una alta greso de otros sectores sociales, especialmente
rotación, y el más estable fue el de Quintana del segmento obrero -calificado y no califica:
(si bien tuvo una presidencia muy corta). En­ do- y también pequeños propietarios, em­
tre 1914 y 1983, considerando presidencias pleados de nivel medio y pequeños empresa­
que completaron el período, el gobierno de rios. El peronismo también reflejó la inserción
ministerio más estable fue el de Iuan D. Perón de estructuras intermedias del conservadoris­
y el de mayor rotación ministerial el del gene­ mo del interior y determinados desprendi­
ral Justo, siguiéndole las administraciones de mientos del radicalismo.
Yrigoyen y Alvear. Si se consideran los manda­ El trabajo parlamentario que realizan los
tos truncos, la mayor rotación de ministros se legisladores de los distintos partidos y bloques
observó en la gestión de María Estela Martínez se ve enmarcado dentro de un calendario y pe­
de Perón, siendo aquí un indicador claro de ríodo de sesiones. Asimismo, la labor se reali­
una profunda crisis institucional. za dentro de las distintas comisiones, que son
las que analizan y estudian las distintas inicia­
tivas de los congresistas, elaboran los dictáme­
EL CONGRESO Y SU FUNCIONAMIENTO nes y hasta iniciativas propias. Las comisiones
pueden ser permanentes y especiales, estas úl­
El Congreso es sitio de encuentro de las timas conformadas para un determinado fin.
distintas dirigencias, de entrenamiento de la El número de comisiones permanentes ha va­
clase política y de formación de liderazgos. riado con el tiempo, reflejando distintas nece­
Representa intereses diversos, regula o resuel­ sidades. Así, según el Reglamento de la Cáma­
522 ve conflictos y legitima el funcionamiento del ra de Diputados de 1878, existían nueve. En
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

1932, el número aumenta a catorce; en 1940 se te período. La reforma de 1949 dejó claramen­
agregan dos más, en 1955, ascienden a veinti­ te en manos del presidente la facultad de pro­
dós, y en 1973, a veintiséis. rrogar las sesiones ordinarias y la convocatoria
de las extraordinarias. En cambio, la reforma
militar de 1972 permitió la convocatoria del
LAS SESIONES DEL CONGRESO Congreso a los diferentes tipos de sesiones. En
la concreta práctica institucional se interpretó
Las reuniones de las Cámaras se realizan en que la convocatoria a estos tipos de sesiones co­
las sesiones, durante el período legislativo. La rrespondía al presidente. Entre 1854 y 1903
Constitución distingue entre sesiones ordina­ predominaron casi totalmente las sesiones de
rias, extraordinarias y de prórroga. Normativa­ prórroga; en cambio, de 1905 en adelante, las
mente existieron ciertas ambigüedades. Con las sesiones extraordinarias. Con este instrumento,
sesiones ordinarias no había duda, según el ar­ el Ejecutivo podía manejar la agenda del Legis­
tículo 55: “Ambas Cámaras se reunirán en se­ lativo y, Io que es más grave, en su poder que­
siones ordinarias todos los años desde el 1° de daban las llaves del Congreso, la decisión sobre
mayo hasta el 30 de septiembre”. Con relación a la permanencia del receso de las Cámaras y, en
la prórroga de las ordinarias y el llamado a ex­ consecuencia, la vía expedita para el ejercicio de
traordinarias, el mismo artículo expresaba con los poderes extraordinarios —intervención fede­
cierta indefinición: “Pueden también ser con­ ral y estado de sitio—. Resta mencionar otro tipo
vocadas extraordinariamente por el presidente de sesiones: las preparatorias. Si bien no figuran
de la Nación, o prorrogadas sus sesiones”. Más en la Constitución, se contemplan en los regla­
clara y terminante era la disposición comple­ mentos de las Cámaras. Se realizan días antes
mentar-ia del artículo 86 (atribuciones del Po­ del inicio de las sesiones ordinarias y tienen la
der Ejecutivo), inciso 12: “Prorroga las sesiones finalidad de elegir las autoridades del cuerpo,
ordinarias del Congreso, o lo convoca a ex­ verificar los diplomas de los nuevos legisladores
traordinarias, cuando un grave interés de orden y establecer los días y horas de reunión.
o de progreso lo requiera”. ¿Podía el Congreso En cuanto a la apertura de las sesiones, el
prorrogar por sí mismo las sesiones ordinarias? inciso ll del artículo 86 de la Constitución se­
¿Podía el Legislativo, además del Ejecutivo, con­ ñalaba que el presidente hacía anualmente la
vocar a sesiones extraordinarias? El tema fue apertura de las sesiones del Congreso, “dando
profusamente discutido por los especialistas. cuenta en esta ocasión al Congreso del estado
Ha sido interpretación predominante entre los de la Nación, de las reformas prometidas por la
constitucionalistas que, en las sesiones extraor­ Constitución, y recomendando a su considera­
dinarias, el Congreso es convocado por el Eje­ ción las medidas que juzgue necesarias y conve­
cutivo y debe limitarse a tratar los puntos por nientes”. Se interpretó que la norma no signifi­
los cuales es convocado. En cambio, en la inter­ caba que el comienzo de las sesiones ordinarias
pretación sobre las sesiones de prórroga, si bien se supeditaba a la apertura del presidente, pero
no es unánime, un amplio sector de especialis­ en los hechos el primer mandatario concurría
tas señala la facultad del Congreso —comparti­ al Legislativo, inauguraba sus sesiones y su pre­
da con el Ejecutivo— y su capacidad plena en es­ sencia confería en sí un marco ceremonial y 523
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

respetuoso de la dignidad congresional y un


símbolo de la cooperación entre los poderes.
* fïvxsr>z*'rtrxs
En la práctica institucional merece destacarse,
como caso histórico, la no concurrencia del
presidente Yrigoyen quien, como se señaló,
contaba además con un Congreso opositor. La
actitud de Yrigoyen hacia el Legislativo tampo­
co ayudó mucho para atenuar las rispideces
que se sucedieron desde el principio de su ad­
ministración. Que el presidente nunca acudie­ CAÏWKXFOD‘:
ïsxïix-xwa
ra a inaugurar las sesiones anuales del Congre­
DW JT 9x3 CVS
Qïïxïüï
so fue especialmente interpretado y sentido
como una falta de respeto hacia las Cámaras.
Suplía su asistencia con el envío de una comu­
nicación escrita. El hecho no sólo alteraba una
tradición seguida puntillosamente por los
mandatarios argentinos, sino que también era
muestra de cierto desdén presidencial hacia un
poder ocupado por la oposición. En 1919 y en ‘ « nuÍktbndn « —­
VUELOS SIN "MOTOR"
A r: u . u la.
q rrvnavuu n n! "an A
los períodos de 1920 a 1922, la Asamblea Legis­
lativa resolvió que el mensaje no debía leerse y
El presidente Alvear. destacado deportista. se lanza en
sólo ser publicado en las actas del Congreso. picada en busca de la aprobación del presupuesto por el
Congreso. Caras y Caretas titula la caricatura “Vuelos sin
‘motor’”.

LA PRODUCCIÓN LEGISLATIVA constitucionales, las políticas de los gobiemos


emergieron casi exclusivamente de la legisla­
La tarea central del Congreso en el sistema ción dictada en Congreso, fuera por iniciativa
presidencial es la producción legislativa. De presidencial o congresional.
ella dependerán la eficacia del gobierno —en En cuanto al procedimiento, el proceso de
cuanto satisfacción de las demandas ciudada­ formación de leyes está establecido en los ar­
nas- y la calidad del régimen político. Esta tículos 68 a 73 de la Constitución Nacional.
producción legislativa tiene dos costados: el Las leyes pueden tener principio en cualquie­
cuantitativo y el cualitativo. El primero es de ra de ambas Cámaras del Congreso o en el Po­
más fácil evaluación pues permanece en el der Ejecutivo. La cámara que aprueba en pri­
campo de la estadística; el segundo se interna mer término es la iniciadora y la otra, a la cual
en el terreno de la interpretación acerca de la se gira el proyecto, la revisora. En caso de que
pertinencia y los resultados de la legislación, se den los requisitos prescriptos por la norma,
desde una perspectiva de eficacia y legitimi­ el proyecto aprobado pasa al Ejecutivo, quien
dad política. Apenas hace falta señalar que en lo sanciona y promulga como ley, o lo veta. Si
524 los distintos períodos y administraciones el Ejecutivo decide vetar la ley, el Congreso
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

puede insistir e imponerse al presidente si reú­ El presidente vetó 6 leyes (3% del total) y hu­
ne las mayorías necesarias. bo una insistencia congresional. En el gobier­
A continuación se brinda un panorama de no de Castillo se dictaron 89 leyes y el presi­
la producción legislativa en las distintas presi­ dente ejerció el veto en 4 ocasiones (5% sobre
dencias considerando, además, los vetos presi­ el total), no hubo insistencia. En el primer go­
denciales y las insistencias congresionales. Las bierno de Perón se sancionaron 1.292 leyes,
cifras y porcentajes -redondeados— que se hubo 26 vetos y ningtma insistencia. En su se­
brindan en relación con el veto y la insistencia, gundo mandato se promulgaron 314 leyes. El
no consideran las leyes de pensiones gracia­ presidente ejerció una vez el veto y no hubo
bles y las jubilaciones extraordinarias. Cabe insistencia congresional. En el gobierno de
resaltar que vetos e insistencias pueden ser in­ Frondizi se promulgaron 2.017 leyes. El presi­
dicadores de la posible existencia de conflicto dente vetó 36 (3% del total) y hubo 3 insisten­
entre presidencia y Congreso. cias. Durante el mandato de Illia se dictaron
En el gobiemo de Yrigoyen se sancionaron 441 leyes, el presidente vetó 9 y no hubo nin­
l.l l4 leyes. El presidente ejerció su poder de guna insistencia del Congreso. En el gobiemo
veto en 13 oportunidades (4% del total) y hu­ de Cámpora se promulgaron 10 leyes; en el de
bo una insistencia del Congreso. En el gobier­ Lastiri, 27; el presidente ejerció el veto en una
no de Alvear se sancionaron 226 leyes. Alvear oportunidad (4% del total) y no hubo "insis­
vetó 2 leyes (1% del total) y hubo una insis­ tencia. En el tercer gobiemo de Perón se dicta­
tencia congresional. En el segundo gobierno ron 142 leyes. El presidente ejerció el veto 7 ve­
de Yrigoyen se sancionaron 170 leyes. En el ces (6% del total) y no hubo insistencias
gobierno de Iusto se dictaron 782 leyes. El pre­ congresionales. En la presidencia de María E.
sidente vetó 13 leyes (1% del total) y el Con­ Martínez de Perón se dictaron 569 leyes. La
greso ejerció la insistencia en 3 oportunidades. presidente vetó 36 leyes (12% del total) y hubo
En el gobierno de Ortiz se dictaron 378 leyes. una insistencia del Congreso.

CUADRO l
ORIGEN DE LOS PROYECTOS DE LEYES

Presidentes Períodos Total % Proyectos To tal %


de leyes del PEN sin pensiones
Iusto 1932-1937 782 202 25,8 478 42,3
Ortiz-Castillo 1938- l 943 467 102 21,8 258 39,5
Perón (P) 1946-1951 1.292 398 30,8 714 55,7
Perón (2‘) 1951-1955 314 188 5,98 311 60,5
Frondizi 1958-1961 2.017 231 11,4 1.097 21,1
Illia 1963- 1966 441 129 29,2 390 32,9
Cámpora - Lastirí - 1973- 1976* 748 242 32,5 - ­
Perón - Martínez

' En el período l973- 1976, con Perón, la iniciativa del Ejecutivo llegó al 85,7% en 1974, y con María Estela Martinez a alrededor del 24%.
Fuente: Elaboración propia, según los datos brindados por la Oficina de información Parlamentaria.
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

Si la función de legislar está en alguna for­ radicalismo de fines de la segunda década y de


ma compartida entre el Poder Ejecutivo y el los años veinte. Y si se computa la incidencia
Legislativo, interesa conocer si ha sido el Con­ del Ejecutivo sólo en relación con las leyes de
greso o bien el presidente quien ha tenido el orden económico-financiero, las cifras son las
predominio en la tarea de la producción legis­ siguientes: 1917-1929, 62%; 1950-1954, 70%;
lativa. Los porcentajes en relación con las le­ 1959-1964, 90 por ciento.
yes originadas en el Ejecutivo en las distintas En el seno del Congreso ha tenido origen
presidencias son los que aparecen en el cua­ aproximadamente la mitad de la legislación
dro l (los más significativos son los que no promulgada. A lo largo de las últimas décadas,
contemplan leyes de pensión ni jubilaciones las críticas e intentos de reformular el funcio­
extraordinarias). namiento parlamentario dieron cuenta de
Las presidencias de Perón destacan por la problemas en torno a la eficacia del cuerpo y
elevada incidencia del Ejecutivo. Las de el uso del tiempo. Entre 1900 y 1955, el 30%
Frondizi e Illia, por el contrario, parecen ser de la legislación de fondo fue sancionada fue­
las de mayor actividad del Congreso en la ra del período ordinario y el 36% de las san­
función legislativa. Las de Justo, Ortiz y Cas­ ciones de fondo ocurrió en la última semana
tillo presentan un perfil que si bien demues­ del mes de septiembre, sobre el cierre de las se­
tra actividad legislativa en el Ejecutivo, no siones ordinarias. Sólo la tercera parte se san­
predomina en tal función. Si se toman en cionó entre el mes de mayo y la tercera sema­
cuenta los períodos históricos, el promedio na de septiembre inclusive. Si se toma la’
de 1932-1943 fue del 41,30%; el de 1946-55, legislación promulgada hasta 1958, el 68% de
57,17%, y el de 1958-1976, 24,20%. Desde las leyes lleva fecha del último mes de las se­
esta perspectiva cuantitativa es claro el pre­ siones ordinarias. Se ha advertido también
dominio del Ejecutivo peronista en esta ma­ que este fenómeno no es propio de una época,
teria. Pero en otras etapas históricas también ni exclusivo de la Argentina.
existió elevada injerencia del Ejecutivo en la Se señalaron distintas causas que obraron
producción legislativa. En el período que va en contra del mejor funcionamiento del Con­
de 1862 a 1882, el porcentaje de leyes origi­ greso. Entre otras, la insuficiencia de asesoría
nadas en el Ejecutivo, sin considerar las pen­ técnica en el ámbito legislativo, lo cual redun­
siones, fue del 58%. daba tanto en la falta de eficacia del cuerpo co­
Si se consideran sólo las leyes de mayor irn­ mo en cierta dependencia de los técnicos y
portancia, los proyectos del Ejecutivo alcanza­ asesores del Ejecutivo. A ello se agregan la fal­
ron los siguientes porcentajes: 1917- 1929, 30%; ta de orden y la mala distribución del tiempo
1950-1954, 62%; 1959-1965, 58%. Los resulta­ en relación con el horario de las sesiones, las
dos presentan ciertas variaciones desde esta etapas de éstas, los homenajes y la discusión
perspectiva. La primera diferencia es el fuerte en general. Se advirtió también la importancia
aumento del período Frondizi-Illia y el peque­ de las comisiones para la buena calidad legis­
ño incremento del Ejecutivo peronista. Parece lativa, el importante papel de los órganos de
que la acción del Poder Ejecutivo se mantuvo información y asesoramiento y el de los órga­
526 siempre en límites elevados, salvo el periodo del nos de colaboración.
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

PRESIDENCIA Y CONGRESOI INTERVENCION ro no fue incorporada tal cual. Si bien el fin


Y ESTADO DE SITIO era el amparo de los gobiernos locales, donde
el constituyente norteamericano dispuso
La intervención federal y la implantación “proteger”, el argentino puso “intervenir”. En
del estado de sitio fueron históricamente re­ los Estados Unidos estaba previsto que el fede­
sueltas por el presidente o el Congreso, según ralismo actuara también como un modo de
las situaciones en que se dictaron. Pertenecen menguar la posible concentración del poder
parcialmente a la esfera de ambos órganos es­ en algún departamento del gobierno federal.
tatales y los ámbitos sobre los cuales se ejercen Tal concepción no parece haber existido en el
estos dos mecanismos constituyen un intere­ caso argentino.
sante indicador. La intervención federal a las La facultad de intervención corresponde al
provincias denota, en lo sustancial, la actitud Congreso, pero cuando éste se encuentra en
del Ejecutivo —y del Congreso— con relación a receso, es el Poder Ejecutivo quien decide la
las situaciones y gobiernos provinciales. En intervención federal. En el cuadro 2 se consig­
esencia, la protección o el respeto hacia los ór­ na el origen de la medida, según los distintos
ganos y poderes de los Estados constituyentes períodos históricos.
de la República Federal. La declaración del es­ Las cifras también pueden desglosarse por
tado de sitio, por suspender las garantías y de­ presidencias distinguiendo las que han sido
rechos emanados de la Constitución, incumbe resueltas por el Ejecutivo mediante decreto o
a los propios ciudadanos. por el Congreso mediante ley, según se obser­
El artículo 6, que ha generado no pocos va en el cuadro 3.
problemas de interpretación, señala: “El go­ En el período radical de Yrigoyen y Alvear
bierno federal interviene en el territorio de las es cuando se producen más intervenciones del
provincias para garantir la forma republicana Ejecutivo. La cifra de intervenciones federales
de gobierno, o repeler invasiones exteriores, y por decreto es igualmente alta en el período de
a requisición de sus autoridades constituidas la restauración conservadora, y en los otros pe­
para sostenerlas o restablecerlas, si hubiesen ríodos baja tanto el número de intervenciones
sido depuestas por la sedición, o por invasión —pero los años de gobierno fueron menos- co­
de otra provincia”. Esta institución tuvo su mo aquellas que fueron dictadas por el Ejecu­
fuente en la Constitución norteamericana, pe­ tivo. Esta lectura sobre un papel más activo del

CUADRO 2
INTERVENCION FEDERAL A LAS PROVINCIAS

Períodos
1916-1930Intervenciones Ejecutivo8Congreso
33 25 (76%) (24%)
1932-1943
1946-1955 13
15 10
11 (77%)
(73%) 34 (23%)
(27%)
1958-1976 16 9 (56%) 7 (44%)
Fuente: Elaboración propia. 527
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

CUADRO 3
INTERVENCIÓN FEDERAL A LAS PROVINCIAS POR PRESIDENCIAS

Períodos Intervenciones Ejecutivo Congreso


Yrigoyen
Alvear 12(P) 8
19(67%)
15 (79%)
4 4(33%)
(21%)
Yrigoyen
Justo 6 4 (2°) 222
(67%) (100%)
(33%)­
Ortiz 4 3 (75%)
Castillo l (25%)­
3 3 (100%)
Perón (P)
Perón (2°)910
5674(67%)
(70%)
(80%)33l (33%)
(30%)
(20%)
Illia 1 - l (100%)
Frondizi
Perón (3a)
Martínez 4 3 2(75%)
- 2 (100%)
l (25%)
Fuente: Elaboración propia.

Congreso requiere ciertos matices. Durante el efectivo de los presidentes. Presídencias sin de­
régimen peronista, las medidas de interven­ cretos de intervención federal durante el perío­
ción podían pasar por el seno del Congreso sin do fileron la de Illia y la tercera de Perón y la,
demasiada preocupación, pues estaba domina­ más significativa, teniendo en cuenta los años
do absolutamente por el partido gobernante. de mandato, fue la de Illia.
Además, las administraciones provinciales en En relación con el estado de sitio, si se
su mayoría eran también oficialistas. La oposi­ consideran los mismos períodos, se obtienen
ción fue perdiendo influencia política y el pe­ las cifras que aparecen en el cuadro 4, donde
ronismo, en cambio, aumentó su poder electo­ también se consigna la existencia o no de pla­
ral. Con relación al período 1958-1976, a pesar zo y la extensión territorial de la medida. No
de los datos, el intervencionismo fue impor­ se dictó declaración algtma en la primera pre­
tante si se considera el tiempo de mandato sidencía de Yrigoyen ni en la de Alvear. En la

CUADRO 4
ESTADO DE smo

Períodos Casos Plazo Territorio


Con Sin Parcial Total
1916- l 930 L
2 -D2 D
— L—Dl L—Dl
1932- l 94335—
1946-1955 —- ll 4—- 2- -—5
1958- l 976 3 — l 2 — - - 3
528 L: por ley; D por decreto.
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

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L.
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l El recinto del Senado Nacional. Archivo General de la Nación.

segtmda de Yrigoyen, el vicepresidente Enri­ sitio el 6 de noviembre de 1974 y el presidente


que Martínez, en ejercicio del Poder Ejecutivo, provisional, Ítalo Luder, hizo lo propio el 10 de
dictó dos decretos previos al inminente golpe octubre de 1975 (en realidad, fue prórroga del
de Estado comandado por el general Uriburu. decretado anteriormente).
Castillo dictó dos declaraciones de estado de La declaración del estado de sitio, en el pe­
sitio, una fue aprobada por el Congreso, fiján­ ríodo considerado, muestra diferencias con la
dole plazo, y en la otra no llegó a expedirse. En época anterior: más declaraciones por decreto
el gobiemo de Perón, el Legislativo lo declaró del Ejecutivo y la tendencia a declararlo en to­
en dos oportunidades y como reacción a cona­ do el ámbito nacional y sin plazo, como surge
tos de levantamiento militar (el l7 de junio y el del cuadro 4. Ello implicaba, en algtma medi­
1° de septiembre de 1955). En la presidencia de da, un Ejecutivo con poder acrecentado.
Frondizi, el Ejecutivo decretó el estado de" sitio En vinculación con la suspensión de las
el ll de noviembre de 1958 y el Congreso lo garantías constitucionales, caben también
aprobó al día siguiente. El Legislativo, el ll de otras referencias. La reforma constitucional de
diciembre de 1958, declaró nuevamente el esta­ 1949 trajo aparejada una innovación de im­
do de sitio. En el gobiemo de Illia y en la terce­ portancia: la introducción del “estado de pre­
ra presidencia de Perón, no hubo declaración vención y alarma”. El recurso del estado de si­
alguna. María E. Martínez decretó el estado de tio según la vieja Constitución era resorte del 529
LA DIMENSION POLÍTICA

Congreso, y el Ejecutivo sólo podía decretarlo cutivo nacional. La “reparación política” esta­
cuando aquél estaba en receso y en caso de ba en el centro de esta concepción, que tenía
conmoción interior. La nueva figura daba una en miras acabar con los residuos provinciales
autonomía mayor al Ejecutivo, pues podía de­ del “régimen”. Los vestigios de la república li­
clararlo y sólo dar cuenta al Congreso. El régi­ beral conservadora debían ser extirpados des­
men peronista aparece como el único período de la legitimidad plebiscitada que adquiría el
en que el estado de sitio se utilizó a través de nuevo gobierno radical. Es ilustrativo el texto
la decisión del Congreso. En realidad, una se­ del decreto de intervención a la provincia de
rie de instrumentos jurídicos cumplió similar Buenos Aires, en abril de 1917: “El pueblo de
finalidad que el estado de sitio, sin olvidar la la República al plebiscitar su actual gobierno
ley 14.062, por la cual se declaraba el “Estado legítimo, ha opuesto la sanción soberana de
de guerra interno”. Por último, durante el go­ su voluntad a todas las situaciones de hecho y
bierno de Frondizi y a raíz de acciones de agi­ a todos los poderes ilegales (...) la obra de la
tación -atentados, huelgas, tomas de fábricas­ reparación política que alcanzada en el orden
de sectores del peronismo, mediante el decre­ nacional debe imponerse en los estados fede­
to 2628/60 se puso en ejecución en todo el te­ rales, desde que el ejercicio de la soberanía es
rritorio nacional, el 14 de marzo de 1960, el indivisible dentro de la unidad nacional, y
denominado plan de Conmoción del Orden desde que todos los ciudadanos de la Repú­
Interno (CONINTES) que puso bajo jurisdic­ blica tienen los mismos derechos y prerroga­
ción militar a los civiles que cometieran una tivas”. Yrigoyen señalaba, de un lado, la indi-'
serie de delitos vinculados con la seguridad visibilidad de la soberanía y, del otro
pública. Junto con la medida se dictaba el de­ -implícitamente—, el depósito de esa sobera­
creto 2639/60, que declaraba la “situación de nía en el Ejecutivo.
emergencia grave”, de acuerdo con la ley Durante el período de la llamada restau­
13.234 de organización de la Nación para ración conservadora, la intervención funcio­
tiempos de guerra. El Plan CONINTES originó nó unas veces como mecanismo para el “con­
conflictos de competencia entre la jurisdicción trol político” de la oposición; por ejemplo, en
civil y militar y su aplicación se extendió has­ el gobierno de Justo. En cambio, con Ortiz, las
ta el 2 de agosto de 1961. intervenciones dictadas en Catamarca y en
Buenos Aires fueron reacción contra los vi­
cios electorales y para garantizar la libertad
CONCEPCIONES Y USOS DE LA INTERVENCIÓN de sufragio. En el peronismo se recurrió a la
FEDERAL intervención con distintos objetivos; por
ejemplo, para mantener la unificación parti­
El período de Yrigoyen es el más activo en daria dentro de la agrupación política en el
materia de intervención. La concepción del poder o para recomponer los poderes judicia­
presidente fue que así como el poder nacional les locales por no seguir los postulados esen­
se había legitimado a través del voto masivo, ciales de la Constitución de 1949. El no cum­
los Estados provinciales debían seguir la mis­ plimiento de los fines de la revolución era
530 ma suerte, pero a través de la acción del Eje­ motivo suficiente para desencadenar el reme­
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

dio federal. En la época de Frondizi se desta­ lugar, por lo general, a una declaración del re­
can las intervenciones dictadas a cinco pro­ chazo o aceptación de las explicaciones o a la
vincias donde el peronismo había triunfado constitución de comisiones de investigación.
en las elecciones de 1962. Diez días después, En relación con las interpelaciones en la
el presidente era depuesto. Con relación a las Cámara de Diputados -según los trabajos de
intervenciones que se practicaron durante el MolineHi—, en el gobierno de Yrigoyen hubo
retorno peronista (1973-1976), cabe destacar 35 pedidos, 6 rechazados por la Cámara y 29
que en gran parte obedecieron al cambio aceptados. Se realizaron 12 y hubo 16 inasis­
ideológico y de elencos políticos, que comen­ tencias (en 8, sin justificación alguna, en 4 los
zó a producirse luego que Perón accediera al ministros contestaron por escrito, y en otros 4
poder, tras la breve gestión presidencial de se alegó que el tema no era “legislable” y por lo
Cámpora. Fueron intervenidas las provincias tanto no correspondía la interpelación). En el
que eran gobernadas por los elementos más gobierno de Alvear hubo 37 pedidos y todos
radicalizados o revolucionarios del peronis­ fueron aceptados por la Cámara. Se realizaron
mo y bajo la fuerte presión de los sindicalistas 30, y 3 resultaron fracasadas por inasistencia
“ortodoxos” del movimiento que los acusaron del ministro, sin presentación de informe por
de “infiltrados”. escrito o justificación alguna. En el segundo
gobierno de Yrigoyen, hubo 19 pedidos y todos
fueron rechazados por la Cámara. Tal rechazo
LA INTERPELACIÓN PARLAMENTARIA fue reflejo de la influencia del presidente sobre
la composición de la Cámara baja. En la época
La interpelación parlamentaria estaba pre­ de Iusto hubo 35 pedidos, 2 aceptados y 33
vista en el artículo 63 de la Constitución el aceptados, un fracaso por inasistencia y se rea­
cual estipulaba que cada una de las salas “pue­ lizaron 27. En el gobierno de Ortíz, se hicieron
de hacer venir alos ministros del Poder Ejecu­ 8 pedidos y todos fueron aceptados por la Cá­
tivo para recibir las explicaciones e informes mara. Los ministros de Ortiz concurrieron a
que estime convenientes”. Se ha relacionado las interpelaciones. En el gobíemo de Castillo
esta facultad con otra norma que permite a los fueron 25 pedidos y todos aceptados por la Cá­
ministros a concurrir y tomar parte en los de­ mara. Se realizaron 16 interpelaciones y hubo
bates de las Cámaras, pero sin derecho a votar. 7 fracasos por inasistencia de los ministros. En
La interpelación fue un instrumento de con­ el gobierno de Perón, hasta 1948 se computan
trol parlamentario y mecanismo al servicio de 3 pedidos, uno rechazado y dos aceptados por
la tarea legislativa. Tuvo diferentes interpreta­ la Cámara y realizados. La Constitución de
ciones y se cumplió de modo diverso por los 1949 eliminó la facultad de la Cámara de hacer
poderes públicos. En los debates instituciona­ llamar a sus salas a los ministros, quienes po­
les del Centenario se interpretó que implicaba dían responder por escrito. En la presidencia
rasgos “parlamentarios” en el sistema. Pero, de de Frondizi se realizaron 7 interpelaciones que
hecho, este tipo de mecanismo, a diferencia de representaron el 4,93% de las pedidas y en la
los sistemas parlamentarios, no puede derivar época de Illia se llevaron a cabo 13, el 10,92%
en la censura a los ministros sino que ha dado de las solicitadas por legisladores de la Cámara
LA DIMENSIÓN POLITICA

baja. Las interpelaciones realizadas durante el interpelación de sus ministros. Alvear fue el
gobierno peronista de 1973- 1976, se centraron presidente que más mociones recibió, la mayo­
en el tema económico, de defensa y política in­ ría de la Concordancia no guareció a Iusto de
terior y la presencia de los ministros reflejó la la inquisición legislativa y los ministros de Or­
inquietud de los parlamentarios en tomo de la tiz no faltaron nunca a la cita parlamentaria. El
crisis que envolvió al período (por ejemplo, peronismo desalojó del texto constitucional la
desabastecimiento, el “Rodrigazo”, etc.). antigua interpelación y las conexiones entre el
A partir de 1916 es mayor la frecuencia‘ de Ejecutivo y el Legislativo no se realizaron más
incumplimiento de la asistencia de los minis­ a través de este mecanismo hasta que llegó el
tros alas Cámaras, la sustitución por contesta­ siguiente gobierno constitucional bajo el im­
ción escrita y el rechazo de la interpelación perio de la Constitución de 1853.
por materia “no legislable”. Sólo en relación
con el rechazo por intentarse la interpelación
en sesiones de prórroga o extraordinarias, la COMISIONES DE INVESTIGACIÓN

frecuencia es mayor arítes de 1916 que poste­ PARLAMENTARIA

riormente. Puede afirmarse también que antes


de Yrigoyen, la incomparecencia injustificada, La facultad investigadora de las Cámaras
la práctica por escrito y el rechazo justificado no tiene expresión concreta en ningima norma
ya habían sido practicados. Pero la cantidad de de la Constitución, sino que se fundamenta en
veces que se recurre a estos expedientes marca los denominados “poderes implícitos” (inciso '
una diferencia significativa. El rechazo por 28 del artículo 67 de la Constitución Nacio­
“materia no legislable” —que aumenta más que nal). En este sentido, las investigaciones pue­
los otros rubros a partir de 1916- implica re­ den estar vinculadas a la tarea legislativa o a
cluir al Congreso a su competencia como po­ otro tipo de funciones propias del Congreso o
der legislador, negándole de tal forma su papel de sus Cámaras. Existiría extralimitación en el
o poder de control político. uso de esta facultad cuando se ejerce sin existir
Recapitulando, la interpelación parlamen­ una justificación basada en alguna de las fun­
taria muestra diferencias significativas a lo lar­ ciones parlamentarias e ingresa en el campo de
go del tiempo. Etapas donde los ministros con­ las competencias de los otros poderes —Ejecu­
currieron al Congreso y no se produjeron tivo o )udicial—, o en el ámbito de las activida­
problemas graves entre el Ejecutivo y el Legis­ des privadas. Para hacer viable la facultad de
lativo, pero también momentos en los cuales el investigación, el Congreso debe tener un grado
conflicto fue intenso. El caso de los gobiernos suficiente de independencia y poder contar
de Yrigoyen fue el más significativo. El manda­ con la infonnación y los recursos adecuados.
tario fue claro al precisar que el sistema era La investigación parlamentaria ha sido utiliza­
presidencialista y no parlamentario y que el da también como herramienta política parti­
voto de censura no existía. Tampoco resulta­ daria dentro del juego entre gobierno y oposi­
ban del diseño institucional obligaciones recí­ ción, donde los márgenes de extensión han
procas entre los dos poderes políticos. Castillo dependido de los distintos momentos, oportu­
532 fue otro presidente que se mostró reacio a la nidades e intereses políticos.
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

Durante todos los períodos históricos han plísimo listado de facultades, entre otras: re­
existido comisiones investigadoras surgidas querir testimonios, disponer pericias, revisar
del seno de las Cámaras que trabajaron con documentos, tomar informes, compulsar li­
mayor o menor intensidad. Un rápido repaso bros de comercio, allanar domicilios, arrestar
sobre los temas que fueron motivo de las in­ testigos y requerir el auxilio de la fuerza públi­
vestigaciones, encontraría comisiones —mu­ ca si fuere necesario.
chas de ellas bicamerales— a lo largo de toda la En la época del presidente Ortiz, los con­
vida institucional y que pretendieron contro­ servadores y nacionalistas intentaron despres­
lar la gestión de la administración pública. tigiar al gobierno y desembarazarse del minis­
Durante el período de Iusto -y de la res­ tro de guerra, el general Carlos D. Márquez.
tauración conservadora- funcionaron algtmas Denunciaron actos de corrupción en el caso
comisiones de investigación parlamentaria, conocido como “los negociados de las tierras
cuya labor tuvo una resonancia extraordinaria de El Palomar”, irnplicando a legisladores y
en el seno de las Cámaras y, fundamentalmen­ militares. Motivó la formación de una comi­
te, en el ambiente político del país. Un caso sión investigadora en el Senado que reunió
paradigmático fue el “debate de las carnes”, pruebas con relación al mayor precio -que el
que se llevó a cabo en el Senado en los meses de mercado- pagado por las tierras a “especu­
de junio y julio de 1935. La investigación se ladores”. El tema de mayor resonancia fue la
proponía indagar sobre la industria y comer­ distribución de ganancias —o comisiones- que
cialización de las cames. Abruptarnente llegó a recibieron ex legisladores y fue especialmente
su fin a raíz del asesinato del senador electo implicado el ministro de Guerra. La comisión
Enzo Bordabehere. Se la ha vinculado con los persiguió fundamentalmente un fin político.
contenidos conflictivos que había suscitado en Nacionalistas y conservadores estaban intere­
la política -y luego en la historia- el Pacto Ro­ sados en Ia caída de Márquez. Los partidarios
ca-Runcirnan. Lo cierto es que, como investi­ de Iusto veían en el ministro un obstáculo pa­
gación parlarnentaria, la repercusión no fue ra el control de los nombramientos militares
menor. y, en definitiva, para la carrera futura del ex
En relación con la investigación parlamen­ presidente. La bancada radical trató de defen­
taria, en 1934, la Cámara baja emitió una de­ der el comportamiento del ministro, pero el
claración reiterando la facultad de investiga­ Senado aprobó el informe de la Comisión por
ción señalada en la declaración del mismo 21 votos contra 5. La repercusión pública del
cuerpo del 10 de septiembre de 1915, pero escándalo fue notoria, mucho más de lo que
además se agregaron nuevos aspectos yfacul­ en realidad había sido el afiaire y la conse­
tades y se estableció que “la desobediencia a cuencia de este proceso parlamentario no fue
las medidas adoptadas por la comisión inves­ menor. Como una suerte de contraofensiva, el
tigadora constituye un desacato y una viola­ presidente Ortiz presentaba su renuncia ante
ción de los privilegios parlamentarios”. En el el Congreso, el 22 de agosto. En su mensaje de­
mes de noviembre del mismo año y con rela­ nunciaba la confabulación de intereses de
ción a la investigación -ya referida— del co­ quienes estaban en contra de la verdadera vi­
mercio de las carnes, el Senado declaró un am­ gencia del sistema democrático. Dos días des­ 533
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

pués, el Congreso reunido en Asamblea, re­ ba su improcedencia para ventilar o revelar


chazaba en forma casi unánime su renuncia. asuntos de la gestión gubemamental. Si la in­
En tiempos de la presidencia de Perón, las vestigación no perseguía el juicio político, era
investigaciones parlamentarias podían con­ improcedente. La Cámara sancionó un pro­
cluir en la persecución a los opositores. Tal fue yecto de declaración en contestación al mensa­
el destino de la llamada “Comisión Visca”. La je del Ejecutivo y declaró su facultad de desig­
comisión aludida se había creado para investi­ nación de comisiones investigadoras para fines
gar las denuncias de la oposición sobre tortu­ de iniciativa parlamentaria, de reforma de la
ras, pero concluyó en la represión y clausura legislación o de responsabilidad de los funcio­
de periódicos opositores e independientes narios públicos, conforme a las disposiciones
—del interior y de la Capital- en forma directa pertinentes de la Constitución Nacional. La
o indirecta (por ejemplo, mediante el control presidente Perón rescataba las posiciones res­
del stock de papel). La minoría parlamentaria trictivas que había sostenido el presidente Yri­
no contaba con fuerza para iniciar o proseguir goyen frente a la facultad de investigación, al
los mecanismos de investigación al Ejecutivo o reafirmar que las Cámaras aisladamente no
en relación con sus políticas. tienen más facultades que las taxaúvamente
Durante la presidencia de la viuda de Pe­ expresadas en la Constitución.
rón, se puso en marcha una investigación so­ Como se observa, la Cámara reivindicó la
bre el manejo de fondos en el Ministerio de función que se había sostenido en diversas
Bienestar Social y la Cruzada de Solidaridad oportunidades y en distintos momentos histó­
Justicialista. La presidente rechazó la investiga­ ricos. Por su parte, la facultad de las Cámaras
ción de la Cámara baja fundándose en la re­ fue objetada, condicionada o aceptada según
cepción de la “Doctrina Yrigoyen”. El mensaje las concepciones presidenciales y los intereses
del Ejecutivo, del 17 de noviembre de 1975, fue políticos puestos en juego en las distintas ad­
de la mayor trascendencia. Vinculó los gobier­ ministraciones.
nos populares con los ataques parlamentarios
vía comisiones de investigación. Adoptó, ade­
más, la postura institucional yrigoyenista en EL JUICIO POLÍTICO
dos temas sustanciales: la independencia de
poderes y la trascendencia de la investidura El juicio político, institución presente en
presidencial. El mensaje expresaba que el pedi­ todos los presidencialismos latinoamericanos
do de informes era el medio de investigar del —aunque a través de diferentes procedimien­
Congreso y no las comisiones investigadoras, tos—, consiste en un mecanismo para destituir
pues de lo contrario, el Congreso ejercería un a los gobernantes o funcionarios, que mencio­
predominio sobre los otros órganos concul­ na el artículo 45 de la Constitución, por las ex­
cando el equilibrio y la separación de poderes. presas causales allí establecidas. Implica, por
El mensaje continuaba señalando que la inves­ tanto, un desplazamiento anticipado a la expi­
tigación era un medio y no un fin, por tanto, ración de los mandatos normales, y una vez
debían especificarse los objetivos perseguidos separado del cargo, el funcionario queda suje­
534 por ella para evaluar su procedencia. Destaca­ to a los tribunales ordinarios.
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

Los funcionarios considerados en la nor­ gar, es difícil que los pedidos de resolución de
ma son: presidente, vicepresidente, sus minis­ formación de causa y acusación prosperen: en
tros, miembros de la Corte Suprema y tribu­ el 78,8% de los casos, la Cámara baja no hizo
nales inferiores de la Nación. Se establecen tres lugar a los pedidos. En segundo lugar, los fun­
causas de remoción: mal desempeño, delito en cionarios más acusados fueron los integrantes
el ejercicio de sus funciones y crímenes comu­ del Poder Judicial, en el 94% de los casos. En
nes. El procedimiento se lleva a cabo por las tercer término, dentro de este grupo de fun­
Cámaras del Congreso, adoptando el mecanis­ cionarios, los jueces de primera instancia fue­
mo de un juicio. Es la Cámara de Diputados la ron, mayoritaria y abrumadoramente, los su­
que ejerce el derecho de acusar a los funciona­ jetos pasivos del intento de juicio político: el
rios ante el Senado, a quien corresponde “juz­ 71% de los pedidos. Esto -en parte— es lógico
gar en juicio público” a los acusados y decidir teniendo en cuenta su elevado número en re­
sobre la probable condena. La petición de acu­ lación con el resto de las autoridades pasibles
sación es girada a la Comisión de Juicio Polí­ de ser juzgadas por el procedimiento consti­
tico, que emite un informe con relación a su tucional. El funcionario cuyas eventuales acu­
procedencia o no; pero es la Cámara baja la saciones han sido menos tratadas por los le­
que, mediante el voto de los dos tercios de sus gisladores fue el presidente de la Nación, sólo
miembros presentes, declara “haber lugar a la una vez. Luego le siguen los ministros del Eje­
formación de causa”. Igual número de miem­ cutivo, con dos pedidos de formación de
bros presentes se requerirá en el Senado para causa. En ningimo de estos casos el trámite
llevarse a cabo la remoción de los fimciona­ parlamentario prosperó más allá de su trata­
rios acusados. Si el acusado es el presidente de miento. Igual suerte han seguido los proyec­
la Nación, el Senado será presidido —para efec­ tos de acusación a camaristas y Supremos Tri­
tos del juicio- por el presidente de la Corte bunales de provincias.
Suprema de Iusticia. El fallo condenatorio ten­ Los pedidos de juicio político a la Corte
drá como efecto principal la destitución del Suprema de Justicia de la Nación merecen una
acusado y puede también “declararle incapaz explicación especial. De los cuatro casos, tres
de ocupar ningún empleo de honor, de con­ no prosperaron; sólo se llevó a cabo el incoa­
fianza o a sueldo en la Nación”. do a la Corte en 1946. Esta Corte había dicta­
El análisis cuantitativo sobre el funciona­ do sentencias contrarias a no pocas medidas
miento de la institución entre 1862 y 1975 dictadas por el régimen militar iniciado en
arroja, como resultado, un total de 52 casos 1943. En este régimen de facto, Iuan D. Perón
tratados por la Cámara de Diputados. En 41 de había ocupado puestos relevantes y proyecta­
ellos, la Cámara no hace lugar a la solicitud, 2 do en el ámbito nacional su liderazgo carismá­
casos quedaron paralizados en el Senado, en 2 tico. En 1946 triunfa en las elecciones presi­
oportunidades hubo fallo absolutorio y en 7 denciales y el gobierno peronista consideró a
casos, condena dictada por la Cámara alta. En aquella Corte como un órgano opositor. Ante
relación con estos resultados y los funcionarios dudosos cargos prosperó la acusación en Di­
sometidos a pedidos de juicio político, caben putados y el Senado condenó a los magistra­
las siguientes consideraciones. En primer lu­ dos del Tribunal. En ambas Cámaras existía S35
LA DIMENSION POLITICA

mayoría del peronismo y el proceso tuvo un toso. Uno de ellos fue tratado sobre tablas po­
color partidario innegable. Cabe destacar que, co tiempo antes de producirse el golpe de Es­
entre otros cargos, se la acusó de “haberse in­ tado de 1976, comandado por Jorge Rafael Vi­
miscuido en materia política” al legitimar los dela. Los pedidos de juicio político contra los
gobiernos de facto (1930 y 1943), lo cual era ministros, no tratados por la Cámara baja,
contradictorio con la reivindicación que el ré­ fueron también numerosos. Ningún ministro
girnen hacía de la revolución de 1943. Otros del Ejecutivo ni vicepresidente de la Nación
cargos también ponían en evidencia la hostili­ fue destituido por juicio político.
dad entre aquel régimen y la Corte juzgada.
Las mayorías requeridas por la Constitu­
ción implican que el componente partidario PREDOMINIO DEL EJECUTIVO
en la Cámara baja se convierte en el factor cla­
ve del progreso inicial del mecanismo y la inte­ A lo largo del siglo DC ha existido un au­
gración del Senado es relevante para decidir la mento del poder presidencial y un predomi­
absolución o condena del acusado. Es probable nio del Ejecutivo que ha obedecido a distintas
que también llegaran a la Cámara baja pedidos causas: históricas, políticas e institucionales.
que no constituyeran casos claros de juicio po­ Este predominio ha significado también —se­
lítico, ya sea porque no se encuadraban dentro gún no pocos autores— una supuesta declina­
de sus causales, o por deficiencia de pruebas o ción del poder parlamentario.
bien por excesiva tonalidad política. El mayor papel del Ejecutivo ha sido un fe- ’
El caso que más interés despierta es el de la nómeno histórico general, motivado por la
remoción del presidente, en atención al lugar presencia más activa del Estado en cuestiones
que tiene en el sistema presidencialista. Cabe económicas y sociales y la necesidad de res­
recordar el caso de Iosé María Guido, quien puestas políticas rápidas ante la emergencia de
había llegado a la presidencia en 1962, tras ser problemas y fenómenos de cierta gravedad.
depuesto por los militares el presidente cons­ Cabe recordar aquí la influencia de la primera
titucional Arturo Frondizi y haberse aplicado Gran Guerra, la Gran Depresión, la Segunda
-en una forma muy peculiar- la ley de acefa­ Guerra Mundial y la política de posguerra,
lía. El juzgamiento del mandatario fue solici­ que justiflcaron el papel que los Ejecutivos
tado por un senador y tratado por la Comi­ iban asumiendo, tanto en los sistemas presi­
sión de Iuicio Político. La Comisión produjo denciales como en los parlamentarios. Pero si
despacho descartando su juzgamiento por tra­ bien el gobierno se afincaba con mayor fuerza,
tarse de un “ex presidente” al momento de ser ello —teóricamente— no debía impedir tam­
incoado el trámite parlamentario. Además del bién un mayor control político sobre su
caso de Guido," existieron muchos otros pedi­ gestión. Entre las causas de dinámica política
dos de juicio político no tratados por la Cá­ cabe mencionar el papel de los partidos mo­
mara baja. Habría que mencionar que duran­ dernos o de masas que otorgaron al ocupante
te la gestión de la presidente María Estela del cargo un poder adicional al que por dise­
Martínez de Perón se presentaron proyectos ño constitucional ya tenía la presidencia. Asi­
536 de juicio político que no tuvieron trámite exi­ mismo, la cultura política “personalista” refor­
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

zaba la importancia real y simbólica de la ofi­ futuro. No fueron pocos los que advirtieron la
cina. Si el primer mandatario es una suerte de inconstitucionalidad de esta medida y la viola­
líder del sistema institucional, cuando además ción implícita que constituye al principio de
tiene carisma —por ejemplo, en el caso de Pe­ división de poderes.
rón-, el control institucional interorgánico se Con relación al Senado, una nota de im­
torna aún más dificultoso. portancia en el sistema institucional argentino
El repaso de las vinculaciones con el Con­ es el “acuerdo” que debe prestar para ciertos
greso ha mostrado —con diferencias según los nombramientos del Ejecutivo. El lugar de la
estilos y concepciones poIíticas- a un presi­ Cámara alta, desde los orígenes constituyen­
dente con iniciativa legislativa y que ejerce el tes, fue pensado como “Templo de Gloria” y
poder de veto, que administra medidas excep­ allí “debían ir a ocupar un lugar los que hubie­
cionales, y que intenta que su poder no sea re­ sen merecido bien de la Patria por sus anterio­
cortado o amenazado por interpelaciones o res servicios”. Era claro el carácter estamental
investigaciones. Al análisis pueden agregarse que ocuparía en el juego de poderes -institu­
otros factores que pudieron haber engrosado cionales y fácticos- su perfil conservador y el
el perfil de la silueta presidencial, aunque es cariz de cuerpo más reflexivo y sereno que la
difícil precisar en qué medida. En este sentido, Cámara joven. Fue reducto de las oligarquías
suelen citarse la delegación legislativa y los de­ provinciales, pero también, a mediados de si­
cretos de necesidad y urgencia. La delegación glo, ocupado por un partido de masas. Con el
implica la transferencia de competencias legis­ tiempo, la legislación del Congreso fue dicta­
lativas al Ejecutivo y ello está reñido, a todas minando la necesidad del “acuerdo” para altos
luces, con la Constitución. Pero el Legislativo nombramientos del Poder Ejecutivo, más allá
ha dictado leyes que permitieron completar de los casos previstos en el texto constitucio­
ciertos pormenores al poder administrador. Si nal. Pero el Congreso de 1974, mediante la ley
bien el Ejecutivo estaba constitucionalmente 20.677, dejó sin efecto la necesidad de acuerdo
autorizado para producir reglamentos de eje­ para aquellos nombramientos que no estaban
cución o decretos reglamentarios y los deno­ previstos en el texto constitucional. La nueva
minados decretos autónomos, tímidamente ley recortaba el poder de control de la Cáma­
comenzó una tendencia que autorizó los lla­ ra alta.
mados “reglamentos delegados”, una suerte de El proceso de aprobación del presupuesto
transferencia parcial de la facultad legislativa a del Estado es un indicador, tanto del poder del
la burocracia administrativa. También se justi­ Parlamento como de los posibles conflictos en­
ficó el dictado de los llamados “reglamentos tre presidente y Congreso. En realidad, es este
de necesidad y urgencia”, por los cuales sin au­ poder el que históricamente contaron Ios par­
torización ni previa delegación del Legislativo, lamentos, y significó Ia “fuerza parlamentaria
el Ejecutivo, basado en fundamentos de decisiva” capaz de denegar dinero al Ejecutivo.
“emergencia”, decretó sobre temas de compe­ Una forma de “política negativa”, como afirma­
tencia parlamentaria. Por cierto, existieron an­ ba Max Weber. En relación con la presentación
tecedentes históricos, pero las excepciones en tiempo del presupuesto, el Ejecutivo siem­
sentaban el riesgo de tornarse rutina hacia el pre ha tenido algtma demora y respecto de la 537
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

aprobación por el Congreso las diferencias en­ EL CLIMA POLÍTICO! COOPERACIÓN,


tre las distintas épocas fueron importantes. En O CONFLlCTO-SUPREMACÍA O EQUILIBRIO
ocasiones se dictaban los llamados “duodéci­
mos”, leyes o decretos que autorizaban los gas­ Yrigoyen llegaba al poder con las dos Cá­
tos del Ejecutivo por un corto período sobre la maras dominadas por los conservadores. Si
base del presupuesto anterior (por ejemplo, en bien en sucesivas elecciones mejoró la repre­
las presidencias de Yrigoyen y Castillo). Si bien sentación radical en la Cámara de Diputados,
puede decirse que no existieron consecuencias no pudo nunca dominar la arena parlamenta­
significativas en tomo de las irregularidades ria y el Senado fue siempre opositor. Las dife­
traducibles en crisis concretas -salvo el caso de rencias ideológicas y políticas entre radicales
Illia—, también puede afirmarse que irnplicaron y conservadores y sus mutuas imputaciones,
la pérdida de una herramienta sustancial del tuvieron en el escenario de las instituciones
Congreso, y un mayor autonomismo en el ejer­ un nuevo campo de batalla, donde la figura
cicio de gobiemo del Ejecutivo. Las explicacio­ del presidente ocupaba un sitio estelar. La ac­
nes sobre las deficiencias del control parlamen­ titud de Yrigoyen hacia el Legislativo, como se
tario acentúan el elemento político o el factor vio, tampoco ayudó mucho para atenuar las
técnico. En el primer sentido se ha dicho que rispideces que se sucedieron desde el princi­
pudieron existir varios factores: complicidad pio de su administración. A las diferencias
partidista en el Congreso, dejadez de los parla­ políticas entre los radicales y los restos con­
mentarios o bien falta de acuerdo entre los ór­ servadores del antiguo sistema y el tipo de
ganos. Desde la perspectiva técnica se ha expre­ “gobierno dividido” —sin mayoría del partido
sado que la tarea excede la labor de los pocos del presidente en las Cámaras—, se sumaron
legisladores que conforman la comisión bica­ las ideas institucionales del presidente acerca
mera], que el Congreso no cuenta con medios de un presidencialismo rígido con escasos va­
suficientes y especializados para efectuar la re­ sos comunicantes con el Legislativo. La dura
visión, y que debería innovarse en el procedi­ oposición de las Cámaras tampoco coadyuvó
miento de examen y control. a que la relación interinstitucional fuera más
No puede obviarse una mención de la re­ cooperativa.
forma constitucional de 1949, más allá de su Alvear, desde el inicio de su mandato, es­
corta vigencia. En la geometría institucional taba dispuesto a estrechar el vínculo con el
que emergía de la nueva Constitución, el Ejecu­ Legislativo y a establecer relaciones más cor­
tivo ganaba en facultades (administrativas, po­ diales y cooperativas, a diferencia de su ante­
líticas, de control social y económico) y se ubi­ cesor. Fue reglamentarista y respetuoso del
caba hegemónicamente en la cúspide del nuevo Congreso y a partir de 1923 concurrirá todos
diseño. El Congreso adquiría un papel más se­ los años a la apertura de las sesiones ordina­
cundario y se modificaban, en consecuencia, rias y leerá el mensaje presidencial. Bajo su
los mecanismos de control, tomándose más administración, los ministros nuevamente
asirnétricos. Y cabe destacar una reforma sus­ concurren a las salas de las Cámaras, cuando
tancial de incremento del poder presidencial: la son llamados por los legisladores. Pero más
538 reelección inmediata e indefinida. allá del presidente, hacia 1923 los incidentes
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

entre los dos radicalismos se expresan en la mo, sufragios que fueron capitalizados por la
Cámara de Diputados. Al año siguiente, los oposición. Al reunirse el bloque radical se co­
yrigoyenistas tildarán de “contubernio” a la menzó a cuestionar algunos diplomas de los
proximidad política entre antipersonalistas y diputados electos de la oposición. Por falta de
conservadores, y los antipersonalistas de “ge­ quorum, las sesiones preparatorias no pudie­
nuflexos” a los yrigoyenistas. En ese marco de ron comenzar el 1° de abril, y recién el 1° de
división del radicalismo, el presidente no con­ septiembre quedaron constituidas las autori­
tó con la colaboración plena —ni mucho me­ dades de la Cámara baja. El Senado, mientras
nos— de un radicalismo fracturado y se hicie­ tanto, esperaba que se resolviera la cuestión en
ron necesarias permanentes negociaciones del Diputados. El golpe del 6 de septiembre cerró
oficialismo con los conservadores, los socia­ las puertas de un Congreso que no pudo inau­
listas y los demócratas progresistas. Así fue­ gurar sus sesiones ordinarias y, por lo tanto,
ron postergándose o sancionándose los pro­ dictar ley algima. La relación entre poderes en
yectos de leyes del Ejecutivo y las diferentes la segunda presidencia de Yrigoyen fue con­
medidas presidenciales. Si bien con el acceso flictiva y penosamente pobre. Por su lado, el
de Alvear el estilo presidencial había cambia­ presidente continuaba sustentando las ideas
do, la cooperación entre Presidencia y Con­ institucionales de un presidencialismo de rígi­
greso estuvo minada por la división del radi­ da separación de poderes, pero que contaba,
calismo. El Legislativo fue el escenario donde esta vez, con un importante control en la Cá­
tal fractura se puso en juego, prenunciando la mara baja. Ya no estaba frente a un Congreso
duplicación radical. El presidente debió mo­ decididamente conservador que lo obligara a
verse en forma equilibrada para no ahondar tener una actitud recalcitrante; no obstante, su
más el conflicto partidario que repercutiría actitud no había variado. Ello ratifica la sospe­
directamente en la gobernabilidad institucio­ cha de que las ideas institucionales del presi­
nal. La difícil equidistancia debía resolverse, dente iban más allá del cuestionamiento a
de un lado, contemplando la necesidad de lo­ aquel “régimen” que aún pervivía en su pri­
grar apoyos para gobernar y, del otro, cuidan­ mera presidencia. Y el Congreso se convertía
do que los propios actos no convirtieran la en el sitio donde oficialistas y opositores libra­
tensión y la fractura en un callejón sin posibi­ ban la continuación de la contienda electoral.
lidades de retorno futuro. Este clima no era ajeno a una atmósfera más
En su segunda presidencia, Yrigoyen no al­ general de desorden y confusión que había
teró su relación con el parlamento. Durante provocado el declive del apoyo ciudadano a
sus casi dos años de gobierno no concurrió al un presidente que aún contaba con un irnpor­
Congreso para la lectura del mensaje de inau­ tante respaldo popular. En la segunda admi­
guración de sesiones y en 1929 no se produjo nistración de Yrigoyen ya operaban factores
interpelación alguna, a pesar de haber existido que correrán en paralelo a las ideas y la vida de
diecinueve peticiones. El Congreso, sin duda, las instituciones de la democracia liberal. De
fue el escenario más conflictivo en 1930. Las un lado, el nacionalismo de derecha y antilibe­
elecciones del 2 de marzo habían significado ral de los años veinte recorrerá distintos seg­
una fuerte pérdida de votos para el radicalis­ mentos de la vida política cuestionando la le­ 539
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

gitirnidad constitucional; del otro —y con irn­ De 1946 a 1955 existió una clara suprema­
portantes vasos comunicantes-, un Ejército cía presidencial que determinó un Congreso
que al calor del propio estímulo yrigoyenista subordinado. Durante el período existió un
había decidido que la política también era “gobierno unificado”, pues el Ejecutivo y el
cuestión castrense. Legislativo se encontraban en las mismas ma­
La presidencia de Justo y la Concordancia nos partidarias y el peronismo fue pasando de
mostró aspectos curiosos. Más allá del origen ser un partido predominante a constituirse en
viciado del gobierno y la mayoría absoluta que una fuerza hegemónica. A la ecuación favora­
ostentó en parte de su período, la relación en­ ble al peronismo en términos de fuerza políti­
tre poderes no fue ni cáscara vacía ni ficción ca, deben adicionarse el liderazgo carismático
institucional, como podría haberse supuesto. de Perón y el diseño institucional de la Consti­
El Congreso tuvo debates importantes, las co­ tución de 1949. Asimismo, Perón contó con el
misiones de investigación sostuvieron el relie­ apoyo de otros factores de poder -sindicatos,
ve de las facultades parlamentarias, se d.ictarni­ Fuerzas Armadas e Iglesia—, hasta que se llegó
nó acerca de la improcedencia del veto parcial a un grave deterioro del régimen, que fue mi­
del Ejecutivo y los ministros del presidente nando su legitimidad y quitando el sostén de
fueron convocados por las Cámaras y concu­ actores relevantes del sistema político del
rrieron. Probablemente existieron varios facto­ país. Medidas para acallar las voces discor­
res que coadyuvaron a que las relaciones entre dantes fueron el juicio político que se inició
Ejecutivo y Legislativo tuvieran un relieve su­ contra cuatro de los cinco miembros de la
perior de lo que había sido el acto electoral vi­ Corte Suprema de Justicia de la Nación, el au­
ciado del cual emergía el gobiemo. Entre otros mento del control de los medios de comuni­
factores, cabe mencionar: una época conflicti­ cación y la ley electoral 14.032 que favoreció
va -en la Argentina y en el mundo- de carn­ al oficialismo.
bios y transformaciones en la economía, la po­ El Congreso, durante los primeros años,
lítica y la sociedad; la existencia de una “alianza tuvo una intensa e importante actividad san­
de gobiemo”, que más allá de coincidencias, cionando un número importante de leyes de
cargaba también con diferencias significativas; contenido social y convirtiendo en ley parte de
un clima de fuerte debate ideológico. Las rela­ la normativa decretada en el anterior régimen
ciones entre Ejecutivo y Legislativo en el go­ de facto. Hacia 1950, el Congreso dictó una se­
bierno de Ortiz y de Castillo reflejaron una si­ rie de leyes que irnplicaron el recorte de los
tuación diferencial de estilos presidenciales y márgenes de maniobra de los opositores. Pero
de apoyos políticos. Ortiz, desde un renovado que el Congreso como institución respondiera
legalismo, debió sortear oposiciones de con­ al Ejecutivo no significaba que en su seno no
servadores y nacionalistas y, a su hora, Castillo existiera oposición. Por el contrario, el bloque
hizo lo propio con el radicalismo y los oposito­ radical o de “los 44”, comandado por Arturo
res a su gestión. El estilo presidencial de Ortiz Frondizi y Ricardo Balbín, tuvo el papel de
significó una relación menos conflictiva que la oposición contra el gobierno. Fue un grupo
de Castillo, cuya gestión tuvo patrones claros que contó con importantes figuras políticas e
540 de confrontación institucional. intelectuales y que contrastaba con la inexpe­
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

riencia de un gran sector de los legisladores sancionadas fue la de amnistía: la UCRI plan­
peronistas. En 1948 se renovó la mitad de la teaba una amnistía amplia y general para to­
Cámara y a raíz de lo dispuesto en la sancio­ dos los delitos políticos cometidos hasta la
nada Constitución de 1949, con el objetivo de promulgación de la ley. La UCRP proponía
unificar el período de las distintas representa­ una amnistía limitada que abarcara a deter­
ciones de los órganos, se extendió el mandato minados delitos políticos como la rebelión y
de los diputados elegidos hasta 1952. Los di­ la sedición. Con motivo de los planteos mili­
putados radicales no aceptaron la prórroga y tares de junio de 1959, en la Cámara de Dipu­
por tal motivo su representación se vio mer­ tados se desarrolló un debate crispado y los
mada. Con el paso de los años y en consonan­ legisladores de la UCRP pidieron la renuncia
cia con la evolución del régimen, el Congreso del presidente. También en ese ámbito se
fue cada vez más un apéndice sumiso que polemizó acerca del pacto Perón-Frondizi,
exaltaba permanentemente la figura del pre­ cuya existencia negaba el oficialismo. La en­
sidente y de su esposa, María Eva Duarte de cendida polémica “laica-libre”, sobre las uni­
Perón. El grave conflicto con la Iglesia tuvo versidades privadas, también se trasladó al
también su recorrido institucional en las Cá­ ámbito parlamentario.
maras, a través de legislación que fue sentida El período de Frondizi reflejó la preemi­
por la Iglesia como un duro ataque (divorcio nencia de los factores de poder sobre los órga­
vincular, modificación de la situación de los nos institucionales, dentro de una atmósfera
hijos extramatrimoniales, proyecto de refor­ sobrecargada de la antinomia peronismo-an­
ma constitucional para la separación de la tiperonismo y la división que se había produ­
Iglesia del Estado). cido años antes en el radicalismo. Rodeando a
En el gobierno de Frondizi, el oficialismo la sociedad política estaban los factores de po­
contaba en la Cámara de Diputados con 129 der, los militares y los sindicatos, que limita­
legisladores, mientras que la segunda fuerza, ban y jaqueaban la política presidencial.
la UCRP, con 48. En las elecciones legislativas En relación con el período de Illia, las elec­
de 1960, la UCRP aumentó su representación a ciones de 1963 habían conformado una com­
74 escaños y la UCRI descendió a 101. El Sena­ posición de la Cámara baja donde el oficialis­
do estaba compuesto por 46 legisladores de la mo contaba con 72 asientos sobre un total de
UCRI entre 1958 y 1960. La composición varió 192. Por el contrario, en el Senado contaba
levemente en el período 1961/1962: 43 de la con mayoría al haber logrado 25 bancas sobre
UCRI; l de la UCRP; l del Partido Socialista y un total de 46. Las elecciones de 1965 modifi­
l del Partido Demócrata. Se trató, entonces, de caron el cuadro de la Cámara de Diputados
un “gobierno unificado”. Pero más allálde los con la siguiente composición: UCRP, 70 asien­
legisladores que el presidente sumaba en el tos; Partido Justicialista, 52; Demócrata Pro­
Congreso, la oposición fue tenaz e implacable gresista, 9; UDELPA, 6; Demócrata Cristiano, 4;
con la política de Frondizi. Se repetía el esce­ Socialista Argentino, 4; Partido Cívico Inde­
nario del peronismo gobernante con un Con­ pendiente, 4; Socialista Democrático, 2 y par­
greso a su favor, pero con una oposición muy tidos provinciales, 4 representantes. Existió un
dura en su interior. Una de las primeras leyes corte, entonces, causado principalmente por 541
LA DIMENSION POLÍTICA

la presencia del peronismo. Esta modificación ron aún más la figura presidencial. Y en el
del panorama legislativo se tradujo también Congreso, la demora de leyes fundamentales
en la relación entre poderes, pudiendo ha­ ayudó a crear la atmósfera propicia para el
blarse de dos períodos en el gobierno de Illia, golpe de Estado.
antes y después de los comicios de 1965. En En cuanto al período de 1973-1976 se han
cuanto a la producción legislativa, se evi­ consignado aspectos parciales de la relación
denció que en el segundo período el Ejecutivo entre la presidencia y el Congreso, dentro de
inició menos leyes. Frente a la mayor fragmen­ un clima enrarecido, motivado -en gran
tación de la Cámara baja, fue el Senado el ám­ parte- por los propios conflictos internos del
bito escogido por el Ejecutivo para la presen­ peronismo. Baste señalar la severa crisis insti­
tación de sus proyectos de legislación. El tucional que deparó el desempeño de la vice­
presidente Illia vetó nueve leyes; en el primer presidente en el poder, su actitud reacia al
período, sólo una, y en el segundo, ocho. Las control parlamentario y los frustrados inten­
interpelaciones a los ministros se duplicaron tos de un sector de los legisladores para recon­
luego de las elecciones de 1965. En el primer ducir un proceso político en estado terminal.
período, la negociación entre las fuerzas polí­ No prosperaron ni el llamado a una Asamblea
ticas permitió el juego parlamentario y facili­ Legislativa ni el intento de juicio político, un
tó la producción legislativa. En el segtmdo, en mes antes del golpe de Estado, para destituir a
cambio, existió mayor confrontación entre la la presidente de su cargo.
UCR y la oposición parlamentaria. Un indica­
dor del conflicto fue la falta de aprobación del
presupuesto de 1965. LA CORTE Y SU PAPEL POLÍTICO

El gobierno de Illia emergió en condicio­


nes semicompetitivas por la prohibición del El lugar real que ha ocupado el Poder Iu­
peronismo. En tales condiciones de legitimi­ dicial, y la Corte Suprema en particular, no ha
dad mermada, la gobernabilidad era difícil de sido el nulo sitio político reservado por Mon­
lograr. El presidente, no obstante, obró en for­ tesquieu, pero tampoco el de un acentuado
ma prudente y respetuosa con el Congreso. “activismo”. Parece haber desempeñado un
Las relaciones entre gobierno y oposición fue­ papel de poder débil durante toda su existen­
ron de una mayor convivencia de lo que ha­ cia, pero sería extremo calificar su actitud de
bían sido las fracciones radicales en la época sumisa. También ha tenido incursiones “polí­
de Frondizi, pero el juego del peronismo rein­ ticas” en la más concreta vida institucional,
sertado en las instituciones produjo fricciones más allá de las funciones y competencias —co­
complementarias en el difícil equilibrio. El mo supremo tribunal- sobre las cuales no hay
margen de maniobra del presidente se redujo discusión.
considerablemente, mientras aumentaba la Entre estas funciones, cabe destacar el
campaña que lo mostraba como la cabeza de ejercicio del control de constitucionalidad que
un gobierno ineficaz y lento. Operaron en implica la última palabra en relación con la le­
contra del gobierno el poder militar y el sindi­ galidad de los actos confrontados con el texto
542 cal y los medios de comunicación que mina­ constitucional. No sólo interpreta la ley, sino
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

también —en cierto sentido- la crea o deroga, En materia de intervención federal, la Cor­
aunque sea sólo a través de una sentencia que te convalidó indirectamente el poder de inter­
rige para un caso particular, y sin implicar, por vención del que hicieron uso y abuso los po­
tanto, un acto legislativo. Es también la cabeza deres nacionales, principalmente el Ejecutivo,
del Poder Judicial y debe mantener la inde­ al considerarla un “acto político” ajeno a la
pendencia de este tercer poder del Estado. competencia de los magistrados. De tal forma
A pesar de la norma constitucional en re­ se avanzó en dos sentidos: de un lado, se debi­
lación con la competencia plena del tribunal litó la precaria estructura federal y, del otro, se
(“todos los asuntos que versen sobre la Cons­ acrecentó el poder presidencial al legalizarse la
titución”), la Corte trató de evitar diversos ti­ invasión de las soberanías provinciales. En los
pos de pronunciamientos por causa de “cues­ hechos, también sirvió para legitimar las dife­
tión política o no justiciable”. Se entiende que rentes concepciones y usos sobre la interven­
la cuestión política o de gobierno es compe­ ción federal. En relación con el estado de sitio,
tencia del Ejecutivo —y el Legislativo— y expe­ la jurisprudencia sufrió una innegable evolu­
dirse sobre tales puntos podría implicar la in­ ción desde la consideración de la medida co­
vasión en terreno ajeno. Se han considerado mo acto político irrevisable privativo de los
“cuestiones políticas o no justiciables” -entre órganos políticos, hasta cierto control de los
otras—, la intervención federal a las provincias, efectos de los actos concretos del Ejecutivo. El
las impugnaciones electorales, cuestiones de camino por donde avanzó la Corte fue la pro­
orden político en cuanto a la validez o invali­ tección de la libertad individual, con relación
dez de una Constitución provincial, situacio­ a las prohibiciones y facultades que el artículo
nes referentes a la organización de los poderes 23 le otorga al presidente. Lo revisable son las
públicos de las provincias, estado de sitio y de formas, límites y extensión de esas competen­
guerra, el “acierto, oportunidad, conveniencia cias. Un fallo importante fue el del caso “So­
y aun justicia de las leyes”, etcétera. fía” (1959), donde se introduce una cuestión
La Corte acompañó, a grandes trazos, el se­ nueva y fundamental: el “control de razonabi­
llo de los tiempos políticos de los distintos pe­ lidad”. Dos años antes, la Corte tuvo un pro­
ríodos y en un clima de más cooperación que nunciamiento trascendente, en el caso “Siri”
conflicto. Esto se reflejó en las sentencias que se (1957), al acoger la acción de amparo, más allá
fueron adecuando conforme a la preeminencia de su falta de regulación legal. A través de esta
de los distintos idearios, fueran liberales, con­ vía quedaba expedita la acción sumaria para la
servadores o bien de contenido más social. protección de los derechos diferentes a la li­
No fueron pocos los casos en que la Corte bertad física o corporal.
tuvo una directa actuación en materiaude es­ En este acotado espacio es difícil referir la
tricta política, participando en procesos en actuación de la Corte que le tocó actuar en la
donde lo que se encontraba en juego era la pro­ época del Proceso de Reorganización Nacio­
pia continuidad del régimen político. En otros nal. Baste señalar el dictado de fallos que im­
casos, sus declaraciones influyeron, o bien en la plicaron cierta presencia del órgano máximo
exorbitancia del Poder Ejecutivo, o bien en su de la justicia en un tiempo complejo y dramá­
limitación. tico de la vida institucional. En los casos “Pé­ 543
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

rez de Smith” y “Berrueta”, la Corte se dirige al “desconstitucionalizó” el proceso político, pe­


Poder Ejecutivo, en el primer caso para que se ro también lo es que intentó sujetar el gobier­
investigue el paradero y situación de las perso­ no militar dentro de la normativa constitucio­
nas denunciadas y, en el segundo, para que el nal respecto de la cual la Corte declaraba su
encausado sea reintegrado al instituto de de­ supremacía. El texto de la acordada no ofrece
tención primitivo. La justificación de sus pro­ dudas. El tribunal obró consciente de su debi­
nunciamientos fue la de asegurar la eficacia de lidad, del hecho del golpe y de sus efectos. Y si
la función judicial y la protección de los dere­ desde una lectura jurídico-política posterior
chos y garantías constitucionales. sus culpas no se eximen, desde la perspectiva
Otros fallos se refirieron al ejercicio de los histórica que contempla el contexto de la épo­
poderes excepcionales del presidente durante ca y la intención de los actores, al menos se
la vigencia del estado de sitio y a la extensión comprende.
del control judicial en esa esfera. En el caso Otra actuación política de la Corte de sig­
“Zamorano” (1977), en relación con un ha­ nificación para el esquema institucional -en
bea: corpus, la Corte señaló que no bastaban este caso para su continuidad o salvataje-, se
respuestas “genéricas e irnprecisas” para justi­ produjo durante la caída de Frondizi. Una rá­
ficar el ejercicio de los poderes de excepción. pida combinación entre el ministro de Defen­
En el caso “Tirnerman” (1978), en cuanto al sa y el ministro de la Corte, Iulio Oyhanarte,
control de razonabilidad se vinculó, de un la­ posibilitó que el presidente provisional del Se­
do, la relación entre la garantía afectada y el nado, Iosé María Guido, jurara como presi­
estado de conmoción interno y, del otro, la ve­ dente ante la Corte Suprema, evitando así que
rificación de si el acto de la autoridad guarda un general ocupara el sillón presidencial.
adecuada proporción con los fines persegui­
dos, mediante la declaración del estado de si­
tio. Nuevamente, la Corte se expide a raíz de LOS MILITARES Y LAS RUPTURAS

un pronunciamiento en el caso “Timerman” DEL RÉGIMEN

(1979) que pone luz en relación con el régi­


men jurídico-político emergente del golpe de La Argentina tuvo una notable continui­
1976, en cuanto a la coexistencia y confronta­ dad institucional entre 1862 y 1930, más allá
ción entre las normas de facto dictadas bajo la de los cuestionamientos que pudieran reali­
forma de actas institucionales y estatutos, de zarse en relación con las prácticas electorales o
un lado y, del otro, la Constitución Nacional. la calidad de su democracia (juicio que debe
Si bien se expide sobre una situación límite, la respetar los marcos temporales). La experien­
Corte preserva la supremacía constitucional cia militar en el gobierno comienza con el pri­
cuando está en juego la libertad personal. mer golpe de Estado exitoso, contra Hipólito
No puede obviarse una breve referencia a Yrigoyen, el 6 de septiembre de 1930. El go­
la polémica acordada de 1930 y el golpe de bierno militar comandado por el general José
Uriburu, si bien requeriría un análisis extenso Félix Uriburu cerró el Congreso Nacional y se
y profundo. Es cierto que la Corte sentó la enviaron interventores a las provincias, a ex­
544 doctrina de los gobiernos de facto y que se cepción de dos. La Corte Suprema de Justicia
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

se mantuvo y prácticamente no se produjeron berto M. Levingston y Alejandro A. Lanusse.


cambios en el Poder Judicial. Uriburu desempe­ La experiencia del peronismo, iniciada en
ñó la presidencia hasta el acceso de Iusto. El se­ 1973, fue concluida por otro golpe militar al
gundo golpe militar exitoso se produce el 4 de mando del general Iorge R. Videla. Como en
junio de 1943; aquí también se disolvió el Con­ anteriores golpes, se disolvió el Congreso, se
greso y se mantuvo a la Corte Suprema de Ius­ removió a la Corte y se intervinieron las pro­
ticia de la Nación y no existió una intervención vincias. A Videla lo sucedieron Roberto E.
total en las provincias, sino en algimas de ellas. Viola, Leopoldo F. Galtieri y Reynaldo Bigno­
La presidencia fue desempeñada por el general ne. Esta suerte de “presidencialismo militar”
Pedro Pablo Ramírez y luego por el general no fue más estable que el presidencialismo ci­
Edelmiro I. Farrell. El tercer golpe militar se vil. Fue común el “golpe dentro del golpe”, ge­
produjo el 16 de septiembre de 1955 contra el nerales que sucedieron a otros generales, den­
gobiemo del general Iuan D. Perón y se deno­ tro del mismo proceso político.
minó Revolución Libertadora, en tanto que
-según sus actores- venía a liberar al país del
“Tirano” o del “Dictador”. Se disolvió el Con­ Los GOBIERNOS DE FACTO Y LA FUNCIÓN
greso, se intervinieron las provincias y, a dife­ LEGISLATIVA

rencia de los otros golpes, los miembros de la


Corte Suprema de Iusticia fueron removidos y En relación con la función legislativa, los
sustituidos, y todo el Poder Judicial declarado gobiernos de facto dictaron los llamados “de­
en comisión. El general Eduardo Lonardi de­ cretos-leyes”; los resultantes de los golpes de
sempeña la presidencia un breve lapso y lo 1966 y 1976 se denominaron lisa y llanamente
continúa el general Pedro Eugenio Aramburu. “leyes”.
La próxima intervención militar se produjo La acordada de 1930 que estableció la lla­
contra el presidente Arturo Frondizi, en 1962. mada “doctrina de los gobiernos de facto”, no
En este caso, se aplicó la ley de acefalía y el pre­ se expidió concretamente sobre la función le­
sidente provisional del Senado, Iosé María gislativa del gobierno de hecho. Sólo aparece
Guido asumió la presidencia. El nuevo gobier­ en el texto lo siguiente: “la posibilidad de rea­
no se comportó como uno de facto, intervino lizar válidamente los actos necesarios para el
todas las provincias, por decreto declaró el re­ cumplimiento de los fines perseguidos”. El go­
ceso del Congreso y posteriormente su disolu­ bierno provisional, en realidad, se cuidó de
ción y se arrogó las atribuciones legislativas. El dictar decretos-leyes, salvo en la parte final de
siguiente golpe, encabezado por el general su gestión y en relación con temas impositi­
Onganía, se produjo contra el presidente radi­ vos. La Corte fijó su posición luego de esta ex­
cal Arturo Illia en 1966 y se autodenominó periencia, señalando básicamente que el presi­
Revolución Argentina. También se disolvió el dente de hecho asumió las facultades propias
Congreso, se intervinieron las provincias y se del presidente legal y no facultades y atribu­
removió y sustituyó a los miembros de la Su­ ciones legislativas ni judiciales; pudiendo no
prema Corte. Ejercíeron la presidencia los si­ obstante justificarse el desempeño de las fun­
guientes militares: Iuan Carlos Onganía, Ro­ ciones legislativas por motivo de necesidad y
LA DIMENSIÓN POLITICA

gobiemo que dictó los decretos-leyes. Existió


un enfrentamiento entre el régimen militar y
la Corte que cuestionó la necesidad de legislar
en varias oportunidades. Con la llegada del
nuevo gobierno, en 1946, el Congreso ratificó
en su mayoría la legislación emitida por el go­
bierno de facto. La Corte fue sometida a juicio
político (excepto el ministro Tomás D. Casa­
res) y el nuevo tribunal varió la jurispruden­
cia. La nueva doctrina afirmaba que la necesi­
dad de legislar constituía un acto político no
sujeto a la revisión judicial y los decretos-leyes
mantendrían su vigencia salvo derogación ex­
presa del Congreso.
Los sucesivos gobiernos de facto, a dife­
rencia de los surgidos en 1930 y 1943, senta­
ron expresamente su facultad de legislar y las
Cortes posteriores no variaron en lo esencial
La caricatura de Flax alude a las Fuerzas Armadas como la doctrina. Los Congresos de los nuevos go­
factor de poder durante la presidencia de José María biemos, a pesar de la vigencia indefinida de
Guido. los decretos leyes, procedió a rafificarlos con
excepción de la legislatura de 1983, que no
ante la ausencia del Congreso y, en tal caso, los realizó una ratificación global sino una dero­
actos tendrían vigencia durante la situación gación específica de los decretos del “Proceso”.
anormal y la perderían al finalizar la experien­ El régimen militar de 1976-1983 merece
cia de anormalidad institucional. En cuanto al unas consideraciones especiales con relación
Congreso del gobiemo constitucional entran­ a la organización del poder político en gene­
te, dictó la ley 11.582 que convirtió en ley las ral y a la función legislativa en particular. El
normas dictadas por el gobierno provisional. Estatuto para el Proceso de Reorganización
En el siguiente gobierno de facto -1943­ Nacional modificó la Constitución y con ello
l946-, la actividad legislativa fue más activa. la estructura institucional en distintos aspec­
La Corte debió expedirse durante la propia tos. Cabe mencionar -entre otros- los si­
gestión militar y se ratificó la doctrina senta­ guientes: a) la Iunta Militar se constituyó en
da, aunque con un voto en disidencia. Las fa­ “órgano supremo de la Nación”; b) las atri­
cultades legislativas de los gobiernos de facto buciones presidenciales sufrieron menoscabo
sólo podrian aceptarse en forma limitada y ex­ en relación con la declaración del estado de
cepcional cuando existiera una necesidad refe­ sitio, el nombramiento de los jueces de la
rida al cumplimiento de los fines de la revolu­ Corte Suprema y dejó de ser el “jefe supremo
ción, tales actos estarían sometidos al control de la Nación”, c) las atribuciones legislativas
546 judicial y su vigencia concluir-ía con el fin del del presidente de facto tuvieron limitaciones
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

en ciertos temas que fueron competencia de ron la situación del país, la emergencia y el
la Iunta. La estructura jerárquica del poder eclipse de fuerzas políticas y sociales, las con­
quedó constituida así: la Iunta Militar como vergencias o divergencias de los líderes y la
el órgano supremo de la Nación; el Poder cultura general que irnpregnó también el cli­
Ejecutivo Nacional como administrador ge­ ma institucional de la Argentina.
neral del país y responsable de llevar a cabo El Poder Ejecutivo en cabeza de la presiden­
las decisiones de la Iunta; la Comisión de cia fue la pieza central del engranaje insütucio­
Asuntos Legislativos (CAL) como órgano de nal. Los presidentes, con sus distintos estilos de
consulta, desempeñando una suerte de fun­ liderazgo y proyectos políticos, impusieron su
ción de colegislación. sello distinüvo a la época y los regímenes en que
La CAL era un órgano colegiado, inte­ les tocó actuar. Los Congresos, con sus distintas
grado por tres representantes de cada una de composiciones partidarias —y el peso de los gru­
las Fuerzas Armadas. Esta apariencia de pos representados en él-, utilizaron sus recursos
cuerpo deliberativo en realidad era sólo for­ y herramientas institucionales, aunque de dis­
mal pues se votaba por Fuerza y no por los tinto modo y según los momentos históricos.
integrantes en forma individual. Por lo tan­ En cuanto a la evolución de los poderes,
to, no podían existir más que tres posiciones durante el período tratado puede hablarse de
en juego. Asimismo, cada Fuerza se maneja­ un proceso de acrecentarniento del poder pre­
ba en forma autónoma, pues no sólo desig­ sidencial y una declinación del poder del Con­
naba a sus miembros en la CAL sino que se greso. El fortalecimiento del poder presidencial
reservaba para sí el establecimiento de su tuvo los antecedentes históricos e instituciona­
duración en el cargo. Los proyectos podían les del siglo anterior, las experiencias de los go­
originarse en el Poder Ejecutivo o en cada biemos de facto que dejaron su impronta a
Comando en Iefe y se remitían a la CAL, que partir de 1930, las prácticas institucionales acu­
podía considerarlos como de “significativa muladas y las propias concepciones de los pre­
trascendencia” o bien mantener silencio. En sidentes acerca de su papel institucional en el
este último supuesto, el Ejecutivo podía pro­ sistema políúco. Algunos mecanismos irnplica­
mulgar el proyecto como ley; en el primero, ron una herramienta poderosa en manos de los
el Ejecutivo podía formular objeciones den­ mandatarios, por ejemplo la intervención fede­
tro de un plazo y, en caso de discrepancia, se ral y el estado de sitio. Existieron también ele­
remitía lo actuado para la decisión definitiva mentos de diseño institucional que influyeron
de la Iunta Militar. Las leyes dictadas por la en la relación institucional asimétrica entre el
Iunta no necesitaban ser promulgadas por la Ejecutivo y el Legislativo y fueron —entre otros
presidencia. y al solo efecto ilustrativo-: el carácter de jefe
supremo de la Nación que ostentaba el presi­
COMENTARIOS FINALES dente; el modo en que se regularon y diseña­
ron los poderes exorbitantes: la intervención
A lo largo del siglo XX, el desempeño de federal y el estado de sitio; el diseño ambiguo
los poderes públicos y las relaciones entre Eje­ que tuvo la interpelación; la insuficiencia de
cutivo y Legislativo en cierta forma reproduje­ las comisiones de investigación como “poder 547
LA DIMENSION POLITICA

implícito”; el régimen de sesiones ordinarias, cía presidencial tuvo como elementos contri­
de prórroga y extraordinarias que otorgó al buyentes: el liderazgo carismático de Perón; el
presidente las llaves del Congreso; la facultad carácter de partido predominante y luego he­
nominativa del presidente con respecto a los gemónico que tuvo el peronismo; el gobierno
ministros de las Cortes Supremas. Son sólo al­ unificado como resultado de tal predominio y
gunos ejemplos. el peso de la normativa constitucional de la re­
Si bien puede hablarse de cierta declina­ forma de 1949.
ción del Congreso, siempre tuvo presencia y, Una pregunta que retorna insistentemente
salvo un período histórico determinado, no en el análisis de los procesos institucionales
fue un sello que rubricara automáticamente argentinos es si las deficiencias del funciona­
los deseos presidenciales. La declinación del miento de los poderes públicos se debieron al
poder congresional parece vincularse con di­ diseño presidencial adoptado o bien a los
versos factores. Algunos, institucionales, que comportamientos políticos de los actores. Di­
implicaron desde el inicio cierta asimetría con lema que estaba presente en los publicistas del
el Ejecutivo; otros, políticos, como la existen­ Centenario en ocasión de los debates sobre la
cia de partidos predominantes o hegemónicos reforma política y que reaparece hacia el final
vinculados al liderazgo presidencial; final­ del período aquí tratado. La pregunta vuelve
mente, cuestiones técnicas que dificultaron un sobre las dificultades de vivir un régimen de­
mejor funcionamiento del Legislativo e irnpli­ mocrático bajo el imperio efectivo de las insti­
caron mayor dependencia con el Ejecutivo. tuciones. Y ha sido persistente el atajo que in­
También fue el propio Congreso el que no tentó zanjar el dilema recurriendo a la
ejerció en forma plena sus facultades. Así y to­ necesidad de implementar un sistema de cor­
do, fue sitio de importantes debates, de defini­ te más parlamentario. No es aquí el sitio para
ciones de identidades partidarias, de forma­ desarrollar la cuestión. Simplemente cabe vol­
ción de liderazgos políticos -como sostenía ver al principio y remarcar la responsabilidad
Max Weber-, de diseño de políticas públicas y que en el régimen democrático le cabe a los
caja de resonancia de los hechos y sucesos más partidos políticos y sus líderes.
relevantes de la política nacional. En los períodos analizados no pudo es­
En cuanto al tipo de relaciones o patrones tructurarse un sistema pluralista y competiti­
de interacción entre presidencia y Congreso vo. En su lugar se instaló una cadencia recu­
durante la época tratada, existieron relaciones rrente entre gobiernos civiles, golpes militares,
ostensibles de conflicto y de cooperación. El regímenes de facto y salidas electorales. Y la
conflicto impregnó claramente las relaciones causa fue más allá del sistema institucional
institucionales en los gobiernos de Yrigoyen y adoptado. Falta de tolerancia cívica y de nego­
también fue así en la gestión de Castillo. Exis­ ciación política, rigidez ideológica y antino­
tió notoria cooperación en las dos primeras mias inconciliables, dentro de una actitud de
presidencias de Perón. En realidad, este último escaso respeto de las instituciones y las nor­
caso significó una contundente supremacía o mas. ¿De haber existido un régimen parla­
superioridad institucional y control de la pre­ mentario, se hubieran minimizado estas acti­
548 sidencia sobre el Congreso. La clara suprema­ tudes? No es fácil responder a esta pregunta
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

contrafáctica. El régimen oligárquico o con­ futuro político. El período 1958-1976 estuvo


servador funcionó aceitadamente con el pre­ dominado por la proscripción del peronismo
sidencialismo y sus logros no fueron pocos. en buena parte, la omnipresente figura de Pe­
Es cierto que hubo escasa participación polí­ rón, las divisiones en el seno del radicalismo, el
tica, pero también cierto control al gobierno y ejército como regulador del proceso político y
un sistema amplio de libertades civiles. La el predominio de la política en clave extrains­
transición hacia la democracia que implicó el titucional o de los factores de poder. Parece
radicalismo de Yrigoyen se vio fallida por di­ que esta síntesis breve escapa a las responsabi­
versas causas. Desde lo ideológico la prédica lidades del diseño original, más allá de las fa­
del nacionalismo antiliberal; desde lo institu­ lencias y deficiencias que pueden advertirse
cional, el conflicto del Ejecutivo con las Cá­ en relación con el papel predominante del
maras, producto de la reescritura institucio­ Ejecutivo. Así como algunos expresan que de
nal del presidente y la inclemente actitud de la haber existido un régimen parlamentario el
oposición; desde lo partidario, la imposibili­ destino político hubiera sido otro, puede
dad de agrupar el disperso conservadorismo también arriesgarse que de no haber existido
como alternativa en un marco competitivo. este comportamiento cargado de intolerancia
En la restauración conservadora hubo frau­ y falta de pluralismo, el presidencialismo hu­
des electorales y proscripción y abstención biera funcionado en forma más armoniosa y
del radicalismo en una parte del período. regular. Y como clave de bóveda de una legiti­
Tampoco pudo armarse un sistema de parti­ midad sitiada y de una arquitectura institu­
dos. Con la hegemonía peronista, el presiden­ cional más fallida que lograda, faltó, sobre to­
cialismo se apartó nuevamente del diseño do, el respeto a la ley, sin el cual ninguna
original, se obstruyó a la oposición radical y institución puede prever conductas, organi­
se introdujo la reelección, agravando el pro­ zar los comportamientos, administrar y resol­
ceso político. Primó el conflicto, la intoleran­ ver los conflictos y, menos aún, promover el
cia y se radicó la antinomia que dominaría el bien común.

549
LA DIMENSIÓN POLITICA

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Las obras que se mencionan a continua­ Para profundizar la institución de la vicepresi­


ción son útiles para ampliar y profundizar los dencia puede consultarse MARIO D. SERRAEE­
diferentes temas tratados en este capítulo. En RO, El poder y su sombra. Los vicepresidentes,
relación con las perspectivas históricas de los Buenos Aires, 1999. La intervención federal ha
períodos políticos, se recomiendan los traba­ sido tratada por LUIs SOMMARIVA en distintos
jos incluidos en este tomo y la obra de la ACA­ trabajos, por ejemplo, La intervención federal
DEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, Historia Ar­ argentina comparada con la norteamericana y
gentina Contemporánea 1862-1930, volumen I, la suiza, Buenos Aires, 1935, y una perspectiva
Buenos Aires, 1965. más extensa puede verse en JUAN V. SOLA, La
intervención federal en la Argentina, Buenos
El Ejecutivo Aires, s/f. Sobre los modelos constitucionales,
el Poder Ejecutivo y distintos aspectos de la
Un amplio panorama sobre el Poder Eje­ presidencia, pueden verse los trabajos de MA­
cutivo en perspectiva política, jurídica y socio­ RIO D. SERRAPERO, Momentos institucionales y
lógica puede verse en la obra del INSTITUTO DE modelos constitucionales, Buenos Aires, 1993 y
EsTUDIOs CoNsTITUcIoNALEs Y POLITICOS, Atri­ Reelección y sucesión presidencial, Buenos Ai­
buciones del Presidente Argentino, Buenos Ai­ res, Belgrano, 1997.
res, 1986. Un trabajo muy importante que El Congreso
aporta datos sobre las gestiones presidenciales
es el libro de N. GUILLERMO MOLINELLI, M. VA­ El trabajo más completo que aporta da­
LERIA PALANZA y GISELA SIN, Congreso, Presi­ tos sobre la integración, el funcionamiento y
dencia y Iusticia en la Argentina, Buenos Ai­ la producción congresional es el de MOLINE­
res, 1999. Sobre la vinculación entre la LLI, PALANzA y SIN, op. cit. Otros textos de
presidencia y el Congreso, pueden verse la consulta sugerida son la obra colectiva del
obra de N. GUILLERMO MOLINELLI, Presidentes INSTITUTO DE EsTUDIOs CoNsTITUcIoNALEs Y
y Congresos en Argentina: Mitos y Realidades, POLITICOS, Atribuciones del Congreso argenti­
Buenos Aires, 1991, y el trabajo de ese mismo no, Buenos Aires, 1986; el libro de ARTURO
autor, “Los vetos presidenciales y las insisten­ PELLET LASTRA, El Congreso por dentro, Bue­
cias congresionales en el período 1862-1986”, nos Aires, 1992, y ALBERTO ZARZA MENsAoUE,
Revista Jurídica de Buenos Aires, Buenos Ai­ El Congreso en la Argentina finisecular, Cór­
res, 1990. doba, 1986.
Sobre la historia de las presidencias, pue­ Un panorama histórico del Parlamento
den consultarse visiones panorámicas en MI­ puede verse en H. I. IÑIGO CARRERA, “Historia
GUEL ANGEL ScENNA, “Historia del Poder Eje­ del Poder Legislativo”, Todos es Historia, n° 61
cutivo”, Todo es Historia, n‘ 61, Buenos Aires, citado. Para un análisis sociológico del Con­
1972, y GUsTAvO GABRIEL LEvENE, Historia de greso, en sus distintas épocas, véase DARIO"
los Presidentes Argentinos, Buenos Aires, 1992. CANTON, El Parlamento Argentino en épocas de
550
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

cambio: 1890, 1916 y 1946, Buenos Aires, 1966. RO, “El Congreso de la Nación Argentina y los
Recortes históricos sobre secuencias de la vida proyectos de reforma constitucional”, Revista
parlamentaria pueden consultarse en RAMON Española de Derecho Constitucional, n" 37,
COLUMBA, El Congreso que yo he visto, Buenos Madrid, 1993. Sobre el juicio politico pueden
Aires, 1951. verse los trabajos de MARIO D. SERRAFERO, “El
Trabajos específicos y muy útiles de N. juicio político: la experiencia argentina”, Es­
GUILLERMO MOLINELLI sobre distintos meca­ tudios de la Academia Nacional de Ciencias de
nismos parlamentarios son: “Las interpela­ Buenos Aires, Buenos Aires, 1995; “Juicio po­
ciones parlamentarias”, Todo es Historia, n" lítico y derrumbe institucional en la Argenti­
217, Buenos Aires, 1985, y “El rol del Con­ na (l976)”, Estudios Interdisciplinarios de
greso en la iniciativa legislativa”, Revista ]urí­ América Latina y el Caribe, n’ 2, Tel Aviv,
dica de San Isidro, n‘ 8, San Isidro, 1974. 1997.
Igualmente ilustrativos sobre distintos as­
pectos del funcionamiento legislativo son los La Carte Suprema
siguientes trabajos: CARLOS MARIA BIDEGAIN,
“Notas sobre el funcionamiento del Congre­ Un panorama amplio sobre la Justicia y
so en el 90° período legislativo”, Boletín de la la Corte Suprema puede verse en la obra del
Biblioteca del Congreso de la Nación, n" 79, INSTITUTO DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES Y
Buenos Aires, 1960; ANGEL F. MONTI, “La POLITICOS, El Poder Judicial, Buenos Aires,
construcción jurídica y la labor parlamenta­ 1989. Un estudio sobre temáticas esenciales
ria argentina desde 1900”, La Ley, tomo 97, abordadas por la Corte es el de GERMAN BI­
Buenos Aires, 1960; MIGUEL A. PADILLA, “Un DART CAMPOS, La Corte Suprema, Buenos Ai­
mecanismo de control parlamentario: el exa­ res, 1982. Para una concisa sistematización
men y aprobación de la cuenta de inversión”, histórica de las concepciones del máximo
La Ley, n“ 61, Buenos Aires, 1972; I. C. HE­ tribunal, véase IULIO ÜYHANARTE, “Historia
RRERA, La Reforma Parlamentaria, Buenos del Poder Judicial”, Todo es Historia, n“ 61 ci­
Aires, 1983. tado. Otros trabajos históricos de consulta
Sobre los problemas institucionales en la son los de CLODOMIRO ZAvALIA, Historia de la
primera presidencia de Yrigoyen, resulta Corte Suprema de Justicia de la República Ar­
muy útil el trabajo de ANA MARÍA MUSTAPIC, gentina en relación con su modelo americano,
“Conflictos institucionales durante el primer Buenos Aires, 1920, y Ricardo Zorraquín Be­
gobierno radical 1916-1922”, Desarrollo Eco­ cú, “La Corte Suprema y sus grandes presi­
nómico, n” 93, vol. 24, Buenos Aires, 1984, y dentes”, Boletín de la Academia Nacional de la
sobre la presidencia de Illia y las relaciones Historia, vol. XXXIV, Buenos Aires, 1963,
con el Congreso, la tesis doctoral de MARÍA págs. 247-263.
ELENA ACOSTA, Relaciones Ejecutivo-Legislati­ Sobre el golpe de 1930 y la acordada de la
vo bajo el gobierno de Illia, Buenos Aires, s/f. Corte, puede consultarse SUSANA CAYUSO y
En relación con los proyectos de reforma MARIA ANGELICA GELLI, Ruptura de la legitimi­
constitucional presentados en el Congreso, dad constitucional. La Acordada de la Corte
puede verse el artículo de MARIO D. SERRAFE­ Suprema de Justicia de la Nación de 1930, Bue­ 551
LA DIMENSIÓN POLÍTICA

nos Aires, 1988. Un estudio sociológico sobre zOATEGUI y EDUARDO MARTIRE, Manual de
la Corte es el de ANA KUNZ, Los magistrados de historia de las instituciones argentinas, Buenos
la Corte Suprema de Iusticia de la Nación Aires, 1981; MARIO D. SERRAFERO, Primacía de
(1930-1983), Buenos Aires, 1989. Fallos rele­ las Instituciones, Buenos Aires, 1995; CARLOS
vantes de la Corte pueden consultarse en IO­ MARIA BlDEGAlN, Cuadernos del Curso de De­
NATHAN M. MILLER, MARIA A. GELLI y SUsANA recho Constitucional, 4 tomos, Buenos Aires,
CAYUSO, Constitución y poder político, 2 volú­ 1986; CARLOS FLORIA, Introducción al análisis
menes, Buenos Aires, 1987. También puede de la Política y el Estado, Buenos Aires, 1986;
ampliarse la información sobre la Corte y el ALBERTO D. LEIvA y EZEQUIEL ABASOLO, El cons­
Poder Iudicial en los textos de teoría y dere­ titucionalismo argentino en el siglo XX, Bue­
cho constitucional citados en esta orientación nos Aires, 1998; IORGE R. VANOssI, Teoría
bibliográfica. Constitucional, 2 tomos, Buenos Aires, 1976.
Un análisis clásico sobre las elites y los facto­
Instituciones res de poder en la Argentina, durante parte
del período aquí tratado, es el trabajo de IOsE
Para conocer la matriz básica del diseño LUIS DE IMAZ, Los que mandan, Buenos Aires,
constitucional argentino es siempre impres­ 1964. Un análisis esencial para compren­
cindible la lectura del texto de JUAN BAUTISTA der la Argentina desde la teoría sociológica
ALBERDI, Las Bases, Buenos Aires, 1915. Una es el de IUAN CARLOs AGULLA, Estudios sobre
obra muy importante para comprender el la sociedad argentina, Buenos Aires, 1987.
funcionamiento del sistema político argenti­ Sobre el funcionamiento de los partidos
no, previo al período aquí tratado, es la obra políticos y las elecciones resulta muy útil la
de IOsE NICOLAS MATIENzO, El gobierno repre­ obra de DARIO CANTON, Elecciones y partidos
sentativo federal de la República Argentina, políticos en la Argentina. Historia, interpre­
Madrid, 1917. Otros trabajos igualmente im­ tación y balance 1910-1966, Buenos Aires,
portantes s'on los de NATALIO BOTANA, El or­ 1973, y el citado trabajo de MOLINELLI, PA­
den conservador, Buenos Aires, 1985, y EZE­ LANzA y SIN.
QUIEL GALLO, La República Conservadora, Distintas perspectivas sobre el régimen
Buenos Aires, 1972. Algunos textos constitu­ militar de 1976-1983 pueden consultarse en:
cionales y políticos para el conocimiento de ENRIQUE GROISMAN, Poder y Derecho en el
la Argentina institucional, entre muchos “Proceso de Reorganización Nacional”, Bue­
otros, son los siguientes: IUAN A. GONZALEZ nos Aires, 1983; DARDO PEREZ GUILHOU, “El
CALDERON, Derecho constitucional argentino, nuevo orden jurídico político instaurado el
Historia, Teoría y Jurisprudencia de la Consti­ 24 de marzo de 1976”, Idearium. Revista de la
tución, 3 tomos, 3‘ ed. Buenos Aires, 1931; Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
COMIsION DE EsTUDIOs CONSTITUCIONALES, Universidad de Mendoza, n" 2, Mendoza, oc­
Materiales para la reforma constitucional, 7 tubre de 1976; IORGE R. VANOssI, “Reflexio­
tomos, Buenos Aires, 1957; JULIO OYHANARTE, nes sobre el nuevo régimen institucional ar­
Poder político y cambio estructural en la Ar­ gentino”, Carta Política, n” 33, Buenos Aires,
552 gentina, Buenos Aires, 1969; VICTOR TAU AN­ julio de 1976.
LOS PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y SU FUNCIONAMIENTO

Nuevos enfoques sobre el presidencialisma M. CAREY, Presidents and Assemblies, Cambridge,


1992; ScOrr MAINWARING y MATTHEW SOBERT
En relación con eI debate sobre el presiden­ SHUGART, Presidentialism and Democracy in La­
cialismo latinoamericano, liderado en los años tin America, Cambridge, 1997; CARLOS S. NINO y
ochenta por el profesor Iuan Linz desde una otros, Presidencialismo versus Parlamentarismo,
perspectiva politológica, pueden consultarse los Buenos Aires, 1988; MARIO D. SERRAFERO, “Presi­
siguientes textos: IUAN I. LINZ y ARTURO VALEN­ dencialismo y parlamentarismo en América La­
ZUELA, The failure of Presidential Democracy, Bal­ tina: un debate abierto”, Revista Mexicana de So­
timore, 1994; MATTHEW SOBERT SHUGART y JOHN ciología, vol. 60, n’ 2, México, 1998.

553
COLABORADORES DEL TOMO VII

SAMUELAMARAL FERNANDO DEVOTO


Doctor en Historia. Académico de número Licenciado en Historia. Profesor titular de la
de la Academia Nacional de la Historia. Pro­ Facultad de Filosofía y Letras de la Universi­
fesor Titular del Seminario de Historia So­ dad de Buenos Aires. Investigador del Institu­
cial y Política en la Universidad de Tres de to de Historia Argentina y Americana “Emilio
Febrero. Ravignani” de la misma casa de estudios.

RICARDO M. BACH CARLOS EGÜES

Ingeniero Civil y Sanitario (UBA). Profesor titu­ Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Profe­
lar del Instituto de Ingeniería Sanitaria (UBA). sor titular de la Facultad de Ciencias Iurídicas
Consultor privado en programas ambientales y Sociales de la Universidad de Mendoza.
de organismos nacionales e intemacionales.
CARLOS FLomA
LILA M. CAIMARI Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Acadé­
Doctora en Ciencias Políticas. Investigadora mico de número de la Academia Nacional de
adjunta del Consejo Nacional de Investigacio­ Ciencias Morales y Políticas. Profesor Consul­
nes Científicas y Técnicas. Profesora invitada to de la Facultad de Derecho de la Universidad
de la Universidad de San Andrés. Nacional de Buenos Aires. Profesor plenario
de la Universidad de San Andrés.
EDUARDO A. CRIVELLI

Doctor en Filosofia y Letras. Investigador inde­ CÉSAR A. GARCIA BELSUNCE

pendiente del Consejo Nacional de Investiga­ Abogado. Académico de número de la Acade­


dones Científicas y Técnicas. Profesor asociado mia Nacional de la Historia. Director del Gru­
de Prehistoria General y del Viejo Mundo de la po de Trabajo para la Historia de la Población
Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de la misma entidad. Profesor titular de la Fa­
de Buenos Aires. cultad de Historia y Letras de la Universidad
del Salvador. 555
RAMON GUTIÉRREZ mia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Arquitecto. Académico de número de la Acade­ Profesor titular de Derecho Constitucional de la
mia Nacional de la Historia y de la de Bellas Ar­ Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
tes. Investigador principal del Consejo Nacio­ Universidad Nadonal de Cuyo y de la Facultad de
nal de Investigaciones Científicas y Técnicas. Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de
Mendoza. Director del Instituto Argentino de Es­
FÉLIX LUNA tudios Constitucionales y Políticos de Mendoza.
Abogado. Académico de número de la Acade­
mia Nacional de la Historia. Director de la re­ JUAN FERNANDO SEGOVIA
vista Todo es Historia. Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Aca­
démico correspondiente de la Academia Na­
GLADYS MASSÉ cional de la Historia. Investigador del Conse­
Magister en Demografia Social. Directora (a jo Nacional de Investigaciones Cienüficas y
cargo) de la Dirección de Estadísticas Pobla­ Técnicas. Profesor de Historia de las Ideas Po­
cionales del Instituto Nacional de Estadística y líticas y Sociales de la Facultad de Filosofía y
Censos. Secretaria de la Asociación de Estu­ Letras de la Universidad Nacional de Cuyo y
dios de la Población en Argentina. profesor de Historia de las Ideas Politicas y del
Doctorado de la Facultad de Ciencias Jurídicas
HERNAN OTERO de la Universidad de Mendoza.
Doctor en Demografía y Ciencias Sociales.
Investigador del Consejo Nacional de Inves­ MARIO D. SERRAI-‘ERO

tigaciones Científicas y Técnicas. Profesor ti­ Doctor en Ciencias Políticas y Psicología. In­
tular del programa del Doctorado Interuni­ vestigador Independiente del Consejo Nacio­
versitario en Historia, de Psicología de la nal de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Población, Historia Argentina III, Seminario Director del Departamento de Ciencias Socia­
de Técnicas de la Investigación Histórica y les y Humanidades de la Universidad Argenti­
director del Departamento Epistemológico­ na de la Empresa.
Metodológico dela Universidad Nacional del
Centro. ENRIQUE ZULETA ÁLVAREZ

Profesor en Filosofía y Letras. Académico de


DARDO PÉREZ GUiLHoU número de la Academia Nacional de la Histo­
Doctor en Derecho. Académico de número de la ria. Profesor emérito de la Universidad Nacio­
Academia Nacional de la Historia y de la Acade­ nal de Cuyo.

556
ÍNDICE

Glosario 7l
CUARTA PARTE
LA ARGENTINA DEL SIGLO XX
c. 1914-1983 11
Anexo 75
Orientación bibliográfica 72

INTRODUCCIÓN 13 2. LA INMIGRACIÓN 77
César A. García Belsunce Fernando I. Devoto
La vida política Entre disposiciones restrictivas
La vida religiosa 23 y prácticas permisivas:
La vida económica 31 las migraciones de los años veinte 78
La vida cotidiana 33 Las migraciones y las crisis
La educación 35 de los años treinta 83
Dimensión científica y cultural 37 La inmigración y la Argentina de
entreguerras: las vías de la integración
I. POBLACIÓN Y SOCIEDAD 41 y las formas del prejuicio 85
Inmigrantes y refugiados en
1. LA POBLACIÓN 43 tiempos de extremismos 92
Gladys Massé La inmigración y el Estado
El crecimiento total y sus durante el primer peronismo 97
componentes demográficos 45 Migración de masas, políticas
El crecimiento demográfico ambiguas y prácticas permisivas 100
según regiones 46 Un balance de las migraciones
El proceso migratorio íntemacional 49 europeas en la inmediata posguerra 103
La evolución de la mortalidad El ciclo de la inmigración limítrofe 105
y la fecundidad 50 Orientación bibliográfica 107
Distribución espacial de la población 57
Tendencia general del 3. LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD 1 1 1

proceso de urbanización 66 Hernán Otero


Estructura de la población 67 La estructura social 112
El proceso de envejecimiento de la Desde la Primera Guerra Mundial
población 70 hasta la crisis de 1930 112 557
De la crisis del treinta al peronismo 114 Los cambios internos de la ciudad
El peronismo histórico 116 ( 19 l 4- l 950) 182
Luces y sombras del desarrollismo ll9 De la traza al nuevo paisaje urbano 184
Del Proceso de Reorganización Las nuevas tipologías urbanas 187
Nacional a la restauración
democrática 122 La ciudad argentina en la segimda
mitad del siglo 189
Continuidades y rupturas en la Cambios en usos urbanos 189
estructura social 126 Los intentos de planificación.
Un país, diversas estructuras 129 Ideas y realidades 192
La movilidad social 131 Las políticas de vivienda 198
Etapas de la movilidad social 131 La arquitectura pública 201
Vías y obstáculos de la Las nuevas tipologías urbanas 203
movilidad social 134 Orientación bibliográfica 205
Orientación bibliográfica 138
6. EL TERRITORIO Y EL MEDIO AMBIENTE 209
4. LAs SOCIEDADES ABORÍGENES 145 Ricardo M. Bach
Eduardo A. Crivelli El desarrollo del saneamiento urbano 209
Estimaciones demográficas 145 Balnearios, villas turísticas
La región chaqueña 146 y centros termales 214
La cuña chiriguana 152 El patrimonio natural
Los guaraníes de Misiones 153 220
El Noroeste 154 y el papel de las ciudades
La higiene urbana: recolección
Las pampas 158 y disposición de los residuos 223
Los ranquelinos de la provincia Evolución y nuevos enfoques
de La Pampa 159 de los problemas ambientales 226
La Patagonia 160 Orientación bibliográfica 229
Tierra del Fuego 166
Las alternativas al hegemonismo H. LA DIMENSIÓN POLÍTICA
del Estado nacional: el indigenismo (ACONTECIMIENTOS, IDEAs
y las religiones evangélicas 167 E INSTITUCIONES) 233
Síntesis de las tendencias generales
de la vida aborigen en el siglo XX 172 7. Los RADIcALEs EN EL GOBIERNO 235
Orientación bibliográfica 172 Félix Luna
Los cambios 235
5. LA CIUDAD Y sus TRANSFORMACIONES 1 79 El primer gobierno radical 238
Ramón Gutiérrez La renovación presidencial 250
La ciudad argentina en la Otro estilo, otro pensamiento 251
primera mitad del siglo XX 179 Hacia la catástrofe 259
París: el modelo urbano 180 Orientación bibliográfica 263
Propuestas de grandes
558 intervenciones urbanas 181
8. LOS GOBIERNOS DE LA CONcORDANcIA26 5 1 1. MILITARIzAcION Y VIOLENCIA 36 1
Enrique Zuleta Álvarez Carlos Floria
Declinación y caos 266 La intención y los límites 361
Las conspiraciones 267 La dimensión internacional
El golpe de Estado 269 en el proceso político 362
Después del golpe 270 La escena y la obra 366
Elecciones 272 La victoria del frente 369
Las provincias 273 El fenómeno peronista
Revoluciones y elecciones 274 y sus intérpretes 372
El gran cambio 278 La política armada 374
El escenario provinciano 282 El último Perón 377
Otros escenarios 284 El "Proceso" 382
De Ortiz a Castillo 285 La última carta 390
La guerra 287 El gobierno de la ley 395
Los disidentes 288 Orientación bibliográfica 396
Los militares 291
El final de una época 291 12. EL PENSAMIENTO POLÍTICO
Orientación bibliográfica 293 (1 9 l 4- l 94 3) 40 l
Carlos A. Egües
9. LA ERA PERONISTA (1 943- 1 9 5 5) 299 De las ideas a las ideologías 401
Lila M. Caimari Las izquierdas 402
El régimen militar (1943-1946) 299 El republicanismo democrático 412
La Nueva Argentina (1946-1949) 305 Los nacionalistas 418
Apogeo y crisis de la Comunidad Militares y católicos 425
Organizada (1950-1955) 3ll Hacia el 4 de junio de 1943 427
Orientación bibliográfica 321 Orientación bibliográfica 429

SamuelAmaral (1943-1983) 433


10. DE PERON A PERON (1955-1973) 325 13. EL PENSAMIENTO POLÍTICO

Perón: la caída 326 Iuan Fernando Segovia


La Revolución Libertadora 328 Ideologías, mitología
Frondizi 334 y cultura políticas 433
Guido 337 El peronismo 435
Illia 339 Dos décadas de cambios
Lanusse 344 sin Perón 444
La Revolución Argentina 341 ideológicos: la Argentina

Perón: el regreso 347 El giro a la izquierda 451


Orientación bibliográfica 352 El militarismo y la negación
de la política 453
Más allá de las ideologías:
la mitología política 457
La cultura política 463 El sistema presidencialista argentino 512
Orientación bibliográfica 465 Régimen y partidos 515
La elite presidencial 517
1 4. EL CONSTITUCIONALISMO 4 7 3 La vicepresidencia 519
Dardo Pérez Guilhou El ministerio 521
Forma y sistema heredado 475 El Congreso y su funcionamiento 522
El golpe de Estado de 1930. Las sesiones del Congreso 523
El intento de reforma La producción legislativa 524
constitucional revolucionario 480 Presidencia y Congreso:
Los proyectos anteriores a 1948 482 intervención y estado de sitio 527
Pasos mediatos previos a Concepciones y usos de la
la reforma constitucional de 1949 484 intervención federal 530
El proyecto de junio de 1948 486 La interpelación parlamentaria 531
La reforma de 1949 490 Comisiones de investigación
La degradación del régimen fonnal parlamentaria 532
y la frustrada reforma de 1955 493 El juicio político 534
La reforma de 1957 y los Predominio del Ejecutivo 536
proyectados intentos de cambio 495 El clima político: cooperación o
Reforma de 1972 498 conflicto-supremacía o equilibrio 538
Constitucionalismo provincial 499 La Corte y su papel político 542
de facto 503 del régimen 544
Orden legal de los gobiemos Los militares y las rupturas

Orientación bibliográfica 507 Los gobiernos de facto


y la función legislativa 545
1 5. Los PODERES PÚBLICOS NACIONALES Y Comentarios finales 547
su FUNCIONAMIENTO 5 1 1 Orientación bibliográfica 55o
Mario D. Serrafero
Poderes públicos y régimen político Sll COLABORADORES DEL TOMO VII 5 5 5

Esta edición se terminó de imprimir en Compañía Gráfica Intemacional, S. A.


Amancio Alcorta 1695, Capital Federal. en el mes de junio de 2001.
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PLAN GENERAL DE LA OBRA

Tomo I
PRIMERA PARTE: La Argentina aborigen.
La conquista española (siglo XVI)

Tomos 11 y 111
SEGUNDA PARTE: La Argentina
en los siglos XV1ly XVIII, hasta 1810.

Tomos IV, V y VI
TERCERA PARTE: La configuración
de la República independiente (l810-c.1914).

Tomos VII, VIII y 1X


CUARTA PARTE: La Argentina del siglo XX.
CONTENIDO DEL SÉPTIMO TOMO:
Introducción (César A. García Belsunce).
I. Población y Sociedad: 1- La población (Gladys Massé);
2- La inmigración (Fernando Devoto); 3- Estructura de la so­
ciedad .(Hernán Otero); 4- Sociedades aborígenes (Eduardo
Crivelli); 5- La ciudad y sus transformaciones (Ramón Gu­
tiérrez); 6- Territorio y medio ambiente (Ricardo M. Bach).
II. La dimensión política (acontecimientos, ideas e ins­
tituciones): 7- Los radicales en el gobierno (Félix Luna);
8- Los gobiernos de la Concordancia (Enrique Zuleta Álva­
rez); 9- La era peronista (1943-1955) (Lila M. Caimari);
10- De Perón a Perón (1955-1973) (Samuel Amaral): l 1- Mi­
litarización y violencia (Carlos Floria); 12- El pensamiento
político (1914-1943) (Carlos Egües); 13- El pensamiento po­
lítico (1943-1983) (Juan Fernando Segovia); l4- El constitu­
cionalismo (Dardo Pérez Guilhou); 15- Los poderes públicos
nacionales y su funcionamiento (Mario D. Serrafero).

Tomo X
Indices generales
ISBN OBRA C().\|Pl_l:lTr\:
950-49-02 l 4-6

I\li\' *I%(I-4‘J-(I'*)|-l
9 7895 04 90791 ó

PLANETA

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