Sei sulla pagina 1di 2

Uno de los más curiosos temas en la mitología irlandesa es la descripción de los primeros

habitantes de la isla que precedieron a los irlandeses en ella. Varias razas y pueblos se suceden en
la conquista de Irlanda hasta la toma de posesión por los actuales gaélicos.
En el Leabhar Ghabhala o libro de las invasiones se relata que la primera en poner el pie en la isla
fue Cessair, nieta de Noé. Esta, al no poder viajar en el arca de su abuelo, decide construir su
propio barco al oriente del mar Caspio y embarcarse rumbo a Irlanda, con la idea de que el diluvio
no alcanzaría tierra tan remota. Acompañada por tres hombres: su padre, su marido y el timonel
del barco, y de cincuenta mujeres, alcanzan la remota isla cuarenta días antes del diluvio. Por ello,
aún hoy, isla de Cessair es el nombre poético de irlanda. Pero dos hombres mueren por exceso de
lujuria, y el marido de Cessair, Fintan, desaparece para evitar el mismo destino. Cessair muere
entonces con el corazón roto. Finalmente el diluvio ahoga al resto de las mujeres.
Cientos de años después llegan Partholon (“espíritu de la cosecha”) y sus compañeros. Príncipe de
una polis griega en Sicilia, Partholon es acusado de matar a sus padres, los reyes y por eso es
obligado a huir con sus seguidores. Tras un largo periplo, llegan a Irlanda, donde desarrollaron la
agricultura, la ganadería y el comercio, construyendo el primer molino y otras edificaciones y
elaborando por vez primera cerveza en la isla. Sin embargo, los nuevos colonos tuvieron que
defender su territorio contra los terribles Fomoraigh (“los de bajo el mar”) o fomorianos, que
vivían en barcos y consumían sólo pescados y aves. Estos seres tenían sólo un ojo, un brazo y una
pierna, eran de gigante estatura y sus rostros tenían rasgos equinos o caprinos. Los descendientes
de Partholon resultaron victoriosos y vivieron en armonía en Irlanda durante más de doscientos
años hasta que una terrible plaga acaba con todos ellos.
Unos años más tarde, zarpan treinta y cuatro barcos en Escitia capitaneados por Neimhedh
(”sagrado”), llegando a un banco de arena entre los mares donde se hallaba una torre de oro, la
codicia de los escitas se desata y desembarcan para apoderarse del oro, pero al subir la marea casi
todos mueren ahogados salvo los pocos que Neimhedh y sus hijos consiguen rescatar. Tras un año
errando por los mares y con un contingente muy mermado el clan de Neimhedh atraca en Irlanda.
Pero los piratas fomorianos vuelven a la isla obligándolos a defender sus nuevas posesiones con su
escaso número. Neimhedh dirige la construcción de unos fortines y lo propio hacen los
fomorianos. En tres batallas se enfrentaron por el dominio de Irlanda y en las tres venció el clan de
Neimhedh, pero sufrieron tantas pérdidas, incluidas las de sus líderes, que eventualmente los
fomorianos establecieron su soberanía, oprimiendo a los nemedianos con costosísimos tributos.
Dos tercios de su comida y sus hijos debían ser entregados cada año en el baluarte fomoriano.
Tras largos años, los nemedianos se cargaron de ira y se decidieron a rebelarse ante tal injusticia y
tras una terrible lucha salieron victoriosos, pero sólo treinta hombres sobrevivieron.
Apesadumbrados por la terrible matanza que habían sufrido y los años de opresión decidieron
zarpar a la mar y abandonar Irlanda.
Durante doscientos años la isla estuvo deshabitada hasta que los Fir Bolg se establecieron en ella.
Los Fir Bolg (“hombres del saco”) eran descendientes de los nemedianos establecidos en Grecia.
Pero allí los griegos les sometieron a esclavitud usándolos para el acarreo de pesados sacos. Un
día, hartados de tal trato fabricaron canoas con las pieles de los sacos y se hicieron a la mar. Los Fir
Bolg eligieron por primera vez a un rey en Irlanda para gobernarlos a todos.
Sin embargo, tras sólo cuarenta años de su llegada, unos nuevos invasores llegaron a las costas de
la verde isla: los Tuatha Dé Danann (“el pueblo del dios Danan”). Estos nuevos habitantes eran
también descendientes de los nemedianos refugiados en Grecia, pero en búsqueda de sabiduría
viajaron a diversas tierras aprendiendo en cada ciudad de los mejores hombres que encontraron.
Finalmente decidieron embarcarse hacia Irlanda para reclamar la herencia de sus antepasados. Los
Tuatha Dé Danann excedían en artes, magia y sabiduría a todos los pueblos, y poseían cuatro
tesoros de gran poder: la piedra del destino, que lanza un grito cuando se sitúa bajo un rey
legítimo; la espada de Nuadu, de la que nadie escapa; la lanza de la victoria, y el caldero de Dagda,
capaz de dejar satisfecho a cuantos se acerquen. Al llegar a Irlanda, vencieron a los Fir Bolg en
batalla a pesar de que estos les excedían grandemente en número, ganándoles con sus artes
mágicas mediante una espesa niebla que cubrió el sol durante tres días.
Pero su dominio fue pronto puesto en entredicho, pues los fomorianos formaron un formidable
ejército. En vísperas de la batalla, un enigmático individuo llamado Lugh el del largo brazo, llega a
la capital del rey de los Tuatha Dé Danann. Afirma ser un excelente artesano, pero el guardián no
le permite acceder a la corte dado que ya tienen un artesano real, cerrándole la puerta. Entonces
vuelve a llamar al portón aseverando que también es un sublime herrero, pero su entrada es
denegada por la misma razón. En sucesivas llamadas Lugh se revela como guerrero, arpista, poeta,
historiador, mago, médico y orfebre. Ante todas las negativas Lugh pregunta finalmente si tienen
algún hombre capaz de realizar todas estas artes y entonces es admitido en la corte. Nuadu, el rey
de los Tuatha Dé Danann, ve entonces en Lugh la posibilidad de vencer a los fomorianos. El
ejército de los fomorianos se presenta entonces frente a los Tuatha Dé Danann capitaneado por el
terrible Balor, cuyo ojo era capaz de matar con la mirada, por lo cual siempre lo llevaba cerrado
salvo en batalla. Pero mientras lo estaba abriendo con el ánimo de matar a los Tuatha Dé
Dannann, Lugh le lanza una piedra con una honda con tanta potencia que le saca el ojo de la
cabeza y cae apuntando al propio ejército de los fomoreanos matando a varios de sus hombres,
mientras el resto huyen derrotados. El rey de los Tuatha Dé Danann nombra a Lugh heredero al
trono otorgándole la lanza de la victoria que se llamaría desde entonces lanza de Lugh. Se revela
entonces el origen de Lugh como el nieto de Balor, al que se había profetizado que un nieto suyo
lo mataría. Por ello Balor decide matar al vástago de su propia hija cuando supo que estaba
encinta. Pero da a luz a trillizos y consigue esconder a uno de la furia homicida de su padre. Su
madre entonces le cría en secreto con el empeño de que vengue a sus hermanos.
Los últimos en llegar a Irlanda fueron los descendientes de Fenius, bisnieto de Noé. Este fue el
primero en aprender todas las lenguas tras la torre de Babel; casó con la hija de un faraón llamada
Scota, y tuvieron un hijo llamado Ghaedhel, por lo cual los irlandeses son llamados fenios, escotos
o gaélicos. Durante cientos de años vagaron por el Mediterráneo hasta asentarse en España en el
reino de Brigantia, llamado así por Breoghan (“alto”), hijo del rey que lo fundó y constructor de
una alta torre. El nieto de Breoghan fue llamado Míl (“soldado”), este tras muchos viajes donde
alcanzó mucha fama y fortuna fue elegido rey de Brigantia. Un día, su hermano, subido en la torre,
creo divisar una isla y decidió embarcarse hacia ella para descubrirla. Cuando llegó a Irlanda, los
Tuatha Dé Danann temiendo que quisiera volver con un ejército y apoderarse de la isla lo
mataron. Sin embargo, la noticia llegó a los hijos de Mil, los cuales llenos de rabia decidieron
embarcarse para vengar a su tío. Los Tuatha Dé Danann desencadenan entonces una tormenta
para empujar los barcos al centro del océano, pero Amairgin, uno de los hijos de Mil, y experto en
druidismo cantó un poema mágico amansando las aguas y desembarcando por fin. Enfrentándose
en dos batallas contra los Tuatha Dé Danann, el pueblo de Mil, o milesios como luego se les
conocería, salió victorioso repartiéndose la isla entre sus principales caudillos. Los supervivientes
de entre los Tuatha Dé Danann se escondieron bajo los túmulos y colinas, donde aún hoy habitan
aunque ahora se les conoce como Áes Sídhe (“gente inmortal”) o pueblo de las hadas.
Muchos de los habitantes primitivos de Irlanda desaparecieron sin dejar descendientes, luego
¿cómo todas estas invasiones han quedado registradas para la posteridad? Fintan (“el anciano
blanco”), marido de Cessair, la primera mujer en pisar Irlanda desapareció en un río donde se
convirtió en salmón, salvándose del diluvio. Muchos años más tarde se convirtió en águila viviendo
durante largos años en esta forma, mutando una vez más en halcón, hasta que 5500 años después
recuperó su forma humana habiendo sido testigo de toda la historia de Irlanda.

Potrebbero piacerti anche