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Una Invitación a Descansar (Mateo 11:28-30)

Introducción ; En este pasaje el Señor se estaba dirigiendo al pueblo de Israel quien estaba

atribulado y agobiado con el externalismo y los legales argumentos de haz esto y no hagas esto de

los Fariseos, y con las consecuencias de eso—la culpa, frustración, y el descontento que siempre

acompaña al legalismo.

Por ejemplo, en Mateo 23:2, Cristo se refiere a los Escribas y los Fariseos como los hombres que se
sientan en “la silla de Moisés”. ¿Cual era Su punto? Los Fariseos reclamaban la autoridad de Moisés
como intérpretes y maestros de la Ley, lo que quería decir que ellos también demandaban que todo
aquello en Israel que se sometía a Moisés debería someterse también a ellos.

Entonces en Mateo 23:4, el Señor advirtió al pueblo acerca de la opresiva y legalista manera de ser
de los Fariseos. El dijo, “Y ellos atan pesadas cargas, y las colocan sobre los hombros de los
hombres.” El hablaba acerca de la manera como ellos habían Escondido el verdadero significado de
la ley del Antiguo Testamento con todas las reglas y regulaciones religiosas que estos externalistas
religiosos habían instituido como el modo de ser de Dios, como la verdadera espiritualidad, y como la
manera de recibir las bendiciones de Dios en la vida. Ellos habían codificado la ley Mosaica en 365
prohibiciones y 250 mandamientos.

Pero aunque la ley del Antiguo Testamento era buena, santa, y justa no les daba libertad porque era
su debilidad estaba en que dependía del hombre. No suministraba los medios para cumplir la ley y
dejaba de esta ,manera al hombre bajo la culpa y la carga del pecado. Mas que libertad, traía
opresión. Pablo la llamo una administración de muerte. En lugar de un sentido de liberación, traía un
sentido de culpa y falla.

A aquellos que estaban bajo la ley Mosaica se les decía que estaban uncidos con Moisés. Aquellos
que estaban bajo la autoridad de los fariseos se decía que estaban uncidos a los Fariseos. Como
ilustración, vea 15:7-11.

Es en medio de este escenario religioso que el Señor hace una muy amable invitación a todos
aquellos que quieran experimentar el alivio, gozo, y las bendiciones de Su vida a través de una
relación de gracia y fe con El. Esta es una invitación que apunta a todos, al curioso y al convencido
para llevarlos a un nivel de compromiso mas profundo en el cual ellos tomarán Su yugo y aprenderán
de El como discípulos comprometidos.

¿Pero que significa todo esto?

La Invitación

“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados”


(11:28a)
“Vengan” es deute, una particular imperativa de exhortación y estímulo con la fuerza de un imperativo,
una fuerte súplica sobre la voluntad de los otros. Expresa el deseo y el compasivo corazón del
Salvador y su súplica para que la gente venga a Él como un descanso de su opresión. Es una llamada
a volverse de cualquier cosa que de lo que al presente este dependiendo y depender de Él.
Para aquellos que no tienen el Señor, es el equivalente a una llamada a creer en Él. Compare el
contexto de la previa incredulidad en las ciudades de Corazín y Betsaida. (Mateo. 11:20-24).

Para aquellos que ya son creyentes, es un llamado a seguirle como un discípulo comprometido; es
una llamada a volver completamente sus vidas hacia El.

“Hacia” es la preposición pros, una preposición que expresa cercana proximidad y una comunión
íntima. Es la misma que se utiliza para expresar la comunión del Padre con el Hijo.
“Mí” es un pronombre personal, me. Note que los fariseos básicamente dijeron, “hagan como
decimos, obedezcan nuestro sistema” pero el Señor Jesús dijo, “vengan a mí” ¿Cual es Su punto?
Esto nos conduce a uno de los más grandes conceptos del Cristianismo que debe ser enseñado y
comprendido. El Cristianismo es una relación con la persona de Jesucristo. Esto no es una llamada a
un programa, ni a un sistema de religión, ni a una iglesia, y ciertamente no a un discipulador, o algún
líder humano.
Demasiado a menudo los que discipulan a las personas terminan clonando subordinados mas que
desarrollando personas semejantes a Cristo. Ellos hacen en las personas bosquejos de si mismas y
reproduce imágenes talladas. En esencia, ellos dicen cosas como, “ponte de acuerdo conmigo, piensa
como yo, vístete como yo, ensaña como yo lo hago, actúa como yo, y tendrás éxito, o tendrás un
ministerio exitoso.”

A pesar que Dios usa a las iglesias, a las personas, y los sistemas teológicos, el Cristianismo es una
relacion y personal con Jesucristo.
“Todos” apunta al significado universal de esta oferta. Nosotros nunca debemos ser parciales hacia
ningún grupo, o clase o nacionalidad. En Cristo, Dios alcanza al mundo entero.

“Los que están cansados y cargados” apunta hacia los objetos de la suplica. Notemos varias cosas
aquí:

Por favor tengan paciencia conmigo mientras uso un poquito de técnica y gramática. Tenemos aquí
dos adjetivos participativos que son muy descriptivos. Aunque están apuntando a aquellos que están
bajo el sistema Farisaico. Ellos realmente describen realmente la condición de todos aquellos que
están ya sea sin Cristo como su Salvador, o a quienes, siendo creyentes, no están sometidos a El en
intima comunión como discípulos aprendices. Estos son los que están “cansados y cargados.” Estos
participios están conectados juntos cercanamente de una forma gramatical ( un articulo con ambos
participios conectados con kai) como causa y efecto. La primera palabra, “cansado,” es el efecto, y la
otra palabra, “cansados” nos da la causa. Veamos la causa primero.
“Cargados” es phortizo, “colocar una carga sobre; cargar como cuando se coloca una carga en el
lomo de un buey. Entonces vino a significar “oprimidos por cargas legales.” Compare los siguientes
versículos de Lucas.
Lucas 11:46 Pero El dijo,“Ay de ustedes juristas también !! Porque colocan cargas difíciles de llevar
sobre los hombres, mientras ustedes mismos ni siquiera tocan las cargas con uno de sus dedos.”

El tiempo de la oración es perfecto lo cual llama nuestra atención al hecho de que tenemos resultados
permanentes, la opresiva carga sobre las espaldas de los hombres. El Salvador obviamente tiene en
mente a los Fariseos, pero incluye las carga del pecado como lo demuestra claramente la Ley del
Antiguo Testamento la cual nos muestra a todos bajo el pecado, su culpa, y su muerte, y de este
modo también, la carga y la frustración de cualquier solución por medio de la cual los hombres buscan
negociar con su pecado y su vació sin Cristo.

“Cansado” es kopiao, “trabajar, agotarse, gastar gran esfuerzo en un trabajo duro y desagradable,”
“cansarse, exhausto; trabajar al punto de quedar exhausto” Esta en el tiempo presente continuo, e
indudablemente describe los esfuerzos sin fruto del hombre de tratar con su pecado, su culpa, y su
miseria personal por medio de alguna forma de legalismo religioso, o por cualquier método o
estrategia humana con la que él trata de tratar con el vació y las frustraciones de su alma (Col. 2:16-
23).
La Seguridad y el Compromiso

“Y yo les daré descanso”


(11:28b)
“Yo” es la primera persona del singular del pronombre personal el cual de Nuevo nos recuerda que
nuestra necesidad es la persona de Cristo, y una relación personal con El.

“Descansar” es anapauo que significa “refrescar, descansar,” pero también “dejar de trabajar.” Pero
¿como puede Cristo dar descanso? Su solución no parece del todo una solución después de todo.
Después de todo , una broma es una broma.¿Correcto? No!
El Mandato

“Toma mi yugo sobre tí, y aprende de Mí”


(11:29a)
Esta es una llamada al discipulado y a los medios por los cuales el hombre encuentra descanso.

“Toma” es airo y significa “ocupar, elevar.” Aquí esta usado en el sentido de “llevar sobre uno mismo
lo que ha sido levantado a modo de llevarlo” Es un aoristo imperativo y representa una decisión,
algunas veces en crisis, de someterse al Señor. Es sin duda equivalente a “tomar tu cruz.”
“Mi yugo” es por supuesto la frase clave. El Señor no dijo, “vengan y les quitaré todo.” ¿Que es lo que
significa esto? ¿Cómo no es esto simplemente otra broma o una contradicción?

“Y aprende” Este verbo está en el presente continuo y describe un proceso de discipulado, de un viaje
de crecimiento y cambio a la semejanza de Cristo.

“Aprende” es manthano, la forma del verbo del cual viene mathetes, “discípulo”. Significa “aprender
por investigación, pero también por el uso y por la practica, para adquirir el hábito de, estar
acostumbrado a.”1 Significa “aprender, apropiarse por uno mismo menos por instrucción que por la
experiencia y la practica.”2 (Ver también Heb. 5:8; 1 Ti. 5:4, 13; Tit. 3:14.)
La idea clave es adquirir una costumbre o un habito a través de la practica. ¡Comprende? El Señor
esta hablando acerca de algo mas que la simple adquisición de información. El tiene en mente un
cambio de vida, un estilo de vida transformado a través de una intima relación con El. Permítame
comparar varios—Deut. 17:19; Ezra 7:10; Ps. 119:11; Jam. 1:22; Luke 6:47-49; 8:21; 11:28. Estamos
hablando acerca de tener la actitud de un aprendiz, alguien que capta y busca aplicar la información
que viene de Dios.
Los Incentivos

“Porque Yo soy manso … encontrarán descanso … y Mi carga es ligera”


(11:29b-30)
Este, hasta donde yo sé, es el único lugar donde el Señor nos dice como es realmente Su persona,
pero esta descricipcion nos dice el porque tomar Su yugo no es simplemente cambiarlo por otro.
¿Cuál es Su punto? “Porque soy apacible … No teman mi yugo porque no siy como sus anteriores
amos. Do not fear my yoke for I am not like your previous masters. Soy apacible y humilde. Ustedes
sufren ahora porque sus amos presentes (los sistemas del mundo, Satanás, y su propia naturaleza
pecadora) son arrogantes, orgullosos, y dominantes.”

“Fácil” es chrestos. Viene de un verbo que significa “provechoso, manejable, útil, aquel que llena una
necesidad y lo hace bien.” En otrs palabras, esta diseñado para llenar nuestras necesidades, hecho a
la medida.
“Luz” es elaphros, “ligero de peso, ágil, no gravoso, o dominante.”
Así que ¿qué significa tomar el yugo de Cristo? Tomar el yugo de Cristo significa someterse a Su
persona como aquel que es apacible y manso, como uno que es gentil y compasivo y preocupado por
nosotros. Significa ponerse a si mismo bajo su, unirse con El, pero la diferencia es, que El es el
compañero de yugo y así es como El da descanso.

Tome nota de esta siguiente ilustración de dos bueyes, uno enorme, y uno muy pequeño.

Había un granjero labrando con un equipo de bueyes. Cando vi este equipo de alguna manera me
sorprendí, porque uno era enorme y el otro un muy pequeño novillo. Este buey destacaba sobre el
pequeño novillo que trabajaba con él. Yo estaba sorprendido y perplejo de ver un granjero tratando de
arar com dos animales tan desiguales en el yugo y comenté esta disparidad al hombre con el cual yo
estaba viajando. El detuvo el carro y dijo, ‘Quiero que te des cuenta de algo. ¿Ves la manera como
esas huellas estan enganchadas al yugo? Observarás que el buey grande esta halando todo el peso.
Ese buey pequeño esta atado al yugo pero realmente no esta halando ningun.’ Mi mente
instintivamente vino a este pasaje de la donde nuestro Señor dice, “Toma mi yugo sobre tí, aprende
de mí; porque yo soy …” Al uncir normalmente la carga es igualmente disribuida entre los dos que
están uncidos juntos, pero cuando estamos uncidos a Jesucristo, El lleva la carga y nosotros que
estamos uncidos a El compartimos el gozo y el acompañamiento del trabajo pero sin llevar la carga
del yugo.3
Conclusion

¿Como podemos someternos al yugo del Señor ? La respuesta esta en el “aprende de mí.”

El nos esta llamando a servir, pero trabajamos y servimos en la fuerza que El nos dá. El esta siempre
a nuestro lado halando el peso por nosotros si solamente rendimos nuestras vidas a El. La única
ocasión en que la carga viene a ser opresiva es cuando tratamos de hacernos cargo de la situación y
halar o manejar la carga por nosotros mismos.
Muchos de nosotros nos llamamos “discipulos” a nosotros mismos, pero ¿tenemos realmente ese
derecho? Hemos respondido a El como nuestro Salvador, hemos venido a El, pero cuando El quiere
ponernos el yugo alrededor del cuello y unirnos a El, bien, nos resistimos, retrocedemos, nos
rehusamos a escuchar verdaderamente y someternos a Su Palabra y reconocer Su autoridad.

Realmente rehusamos confiar en Su mansedumbre y bondad. Miramos hacia el yugo y pensamos que
no nos queda cuando en realidad, esta perfectamente diseñado para nosotros en el hecho de que nos
hará semejantes a El, pero tambien porque esta hecho a nuestra medida.

VEN TAL COMO ERES

"Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré


descansar." -- Mateo 11:28

Sin duda, ustedes han escuchado ya muchos sermones que han tenido como base este texto.
Yo mismo lo he utilizado no sé cuántas veces; sin embargo, no las veces suficientes como
quisiera hacerlo si Dios me presta vida. Este versículo es una de aquellas grandes e
inagotables fuentes de salvación de las que podemos extraer un contenido de manera
permanente, sin que lleguen a extinguirse. Un proverbio nuestro dice: "las fuentes
probadas son las más dulces", y entre más hurguemos en un texto como éste, se tornará
más dulce y lleno de significado.

En esta ocasión, voy a utilizar este versículo de una manera especial para extraer un solo
punto de su enseñanza. Podría hablar, si así lo quisiera, del reposo que Jesucristo da al
corazón, a la mente y a la conciencia de aquellos que creen en Él. Éste es el reposo, éste es el
refrigerio que encuentran aquellos que vienen a Él, ya que podemos leer en el texto: "yo los
refrescaré" o "yo los aliviaré". Tendría un tema muy dulce si hablara acerca del maravilloso
alivio, del divino refrigerio, del bendito reposo que llega al corazón cuando hay fe en
Jesucristo. ¡Que todos ustedes experimenten esa bendición, queridos amigos! ¡Que su
reposo y su paz sean muy profundos! ¡Que no sea un descanso fingido, sino un descanso
que resista las pruebas y los escrutinios! ¡Que su reposo sea duradero! ¡Que su paz sea
como un río que nunca deja de correr! ¡Que su paz sea siempre una paz segura, no una paz
falsa, cuyo fin es la destrucción! ¡Que sea una paz verdadera, sólida, justificable, que resista
durante toda su vida y que al fin se diluya en el reposo de Dios, a Su diestra, por toda la
eternidad! ¡Bienaventurados los que descansan así en Cristo! Esperamos contarnos entre
ellos; y si es así, que podamos penetrar de manera más profunda en su glorioso reposo.

También podría hablar, queridos amigos, acerca de las diversas maneras en las que el Señor
da descanso a los creyentes; podría dirigirme especialmente a algunos de ustedes que,
siendo creyentes, no consiguen obtener el descanso prometido. Algunos de nosotros nos
afanamos con las cosas de este mundo o somos atribulados por nuestros propios
sentimientos; nos encontramos perplejos y sacudidos de acá para allá por dudas y temores.
Deberíamos estar descansando, ya que "los que hemos creído, sí entramos en el reposo". El
reposo nos corresponde por derecho: "Siendo justificados por la fe, tenemos paz con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo"; pero, por alguna razón u otra, algunos de los que
son así justificados no parecen alcanzar esta paz, ni gozar del reposo como deberían. Tal
vez, mientras hablo, puedan encontrar la causa por la que no obtienen la paz y el reposo
que deberían tener. Ciertamente, nuestro Señor Jesucristo, cuando pronunció las palabras
de nuestro texto, no le habló a un grupo en particular. A todos los que están fatigados y
cargados, ya sean cristianos maduros o gente inconversa, Él dice: "Venid a mí, y yo os haré
descansar." Ciertamente me gozaré si, como resultado de mi sermón, algunos que están
tensos y quejumbrosos tal vez, con un espíritu decaído y un corazón oprimido, vienen
nuevamente a Cristo, acercándose a Él una vez más, entrando en contacto nuevamente con
Él, y así encuentran descanso para sus almas. Entonces será doblemente dulce estar
sentado a la mesa de la comunión, descansando en todo momento, reposando y festejando,
no de pie, con los lomos ceñidos y con el báculo en la mano, como lo hicieron quienes
participaron de la Pascua en Egipto, sino más bien reposando, como lo hicieron quienes
participaron de la última cena, cuando el Maestro estaba reclinado en medio de sus
apóstoles. Por tanto, que sus cabezas reposen espiritualmente sobre Su pecho y que sus
corazones encuentren refugio en sus heridas, mientras le oyen decir: "Venid a mí, todos los
que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar."

Sin embargo, no es acerca de esa verdad en particular sobre la que les hablaré hoy. Quiero
tomar solamente este pensamiento: la gloria de Cristo, de manera que Él nos pueda decir
algo así; el esplendor de Cristo, para que sea posible que Él diga: "Venid a mí, todos los que
estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar." Estas palabras, salidas de la boca de
cualquier otro ser humano, serían ridículas, llegando hasta la blasfemia. Pensemos en el
poeta más inspirado, en el más grande filósofo, el rey más poderoso, pero ¿quién, aun con
el alma más grande, se atrevería a decir a todos los que están fatigados y cargados en toda
la raza humana: "Venid a mí, y yo os haré descansar"? ¿Dónde hay alas tan anchas que
puedan cubrir a toda alma entristecida, excepto las alas de Cristo? ¿Dónde hay una bahía
con la capacidad suficiente para albergar a todos los navíos del mundo, para refugiar a cada
barco sacudido por la tempestad que alguna vez haya surcado el mar? ¡Dónde sino en el
refugio del alma de Cristo, en quien habita toda la plenitud de la Deidad y, por lo tanto, en
quien hay espacio y misericordia suficientes para todos los atribulados hijos de los
hombres!

¡Ése será, entonces, el sentido de mi mensaje¡ ¡Que el Espíritu de Dios por su gracia me
ayude a presentarlo!

I. Primeramente, fijemos nuestra atención en LAS PERSONALIDADES DE ESTE


LLAMADO: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré
descansar." Si escudriñamos el texto cuidadosamente, notarán que hay una doble
personalidad involucrada en el llamado. Es: "Venid todos lo que… -venid todos los que...-
a mí; y yo daré descanso a ustedes." Se trata de dos personas que se aproximan entre sí,
una otorgando y la otra recibiendo el descanso; pero no es, de ninguna manera, una ficción,
un producto de la imaginación, un fantasma, un mito. Son ustedes, ustedes, USTEDES, que
están realmente fatigados y cargados, y que, por lo tanto, son seres reales, dolorosamente
conscientes de su existencia; son ustedes quienes deben de ir a otro Ser, que es tan real
como ustedes mismos, Uno que es un ser tan viviente como ustedes son seres vivientes. Es
Él quien les dice a ustedes: "Venid a mí, y yo os haré descansar."

Queridos amigos, quiero que tengan una convicción muy clara de su propia personalidad;
porque, a veces, da la impresión de que a la gente se le olvida que son individuos distintos
de todo el mundo. Si se regalara una moneda de oro, y su sonido se escuchara a la distancia,
la mayoría de los hombres estarían conscientes de su propia personalidad, y cada quien
miraría por sí mismo, y trataría de obtener el premio; pero a menudo encuentro, en
relación con las cosas eternas, que los hombres parecen perderse en la multitud y piensan
en las bendiciones de la gracia como una suerte de lluvia general que puede caer en los
campos de todos de manera igual, pero no necesariamente esperan la lluvia en su propia
parcela, ni desean obtener una bendición específica para sí. Entonces, pues,
ustedes, ustedes, USTEDES, que están fatigados y cargados, despiértense. ¿Dónde están? El
llamado del texto no es para su hermana, su madre, su esposo, su hermano o su amigo, sino
para ustedes: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré
descansar."

Bueno, ahora que se han despertado y sienten que son una personalidad distinta de todos
los demás en el mundo, sigue el punto de mayor importancia de todos: ustedes tienen que
ir a otra Personalidad. "Venid a mí" -dice Cristo- "y yo os haré descansar." Aquí les pido
que admiren la maravillosa gracia y la misericordia de este arreglo. De acuerdo con las
palabras de Cristo, ustedes obtendrán la paz del corazón, no al venir a una ceremonia o a
una ordenanza, sino a Cristo mismo: "Venid a mí." Ni siquiera dice: "Venid a mi
enseñanza, a mi ejemplo, a mi sacrificio", sino "Venid a mí." Es a una Persona a quien
deben ir, a esa misma Persona que, siendo Dios e igual que el Padre, se despojó de sus
glorias y asumió cuerpo humano,

"primeramente para, en nuestra carne mortal, servir;


y después, en esa misma carne, morir."

Y ustedes deben ir a esa Persona; debe haber una cierta acción de parte de ustedes, el
movimiento de ustedes hacia Aquel que les llama: "Venid a mí", un movimiento que se aleja
de toda otra base de confianza o puerta de esperanza, hacia el que llama como la Persona
que Dios ha designado y ungido para que sea el único Salvador, el gran depósito de gracia
eterna, en quien el Padre ha querido que habite toda la plenitud. ¡Oh hombre glorioso, oh
glorioso Dios, que puede hablar así con autoridad, y decir: "Venid a mí, y yo os haré
descansar"! Les suplico que hagan a un lado cualquier otro pensamiento, excepto el de
Cristo viviendo, muriendo, resucitando y subiendo a la gloria, ya que Él les señala, no la
casa de oración, ni el trono de gloria, ni el baptisterio, ni la mesa de la comunión; ni
siquiera las cosas más santas y sagradas que Él ha ordenado para otros propósitos; ni
siquiera al Padre mismo, ni al Espíritu Santo, sino que dice: "Venid a mí." Aquí debe
empezar su vida espiritual, a Sus pies; y aquí debe ser perfeccionada su vida espiritual, en
Su pecho, ya que Él es a la vez el Autor y el Consumador de la fe. Adoremos a Cristo, en
cuya boca estas palabras son tan adecuadas y llenas de significado; no puede ser menos que
divino quien así se expresa: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os
haré descansar."
II. Ahora, en segundo lugar, quiero que se den cuenta de LA MAGNANIMIDAD DEL
CORAZÓN DE CRISTO, manifiesta en el texto: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y
cargados, y yo os haré descansar."

Dense cuenta, primero, de la magnanimidad de su corazón al destacar a aquellos


verdaderamente necesitados para hacerlos objeto de su llamado amoroso. ¿Alguna vez se
han dado cuenta del cuadro que el Señor ha dibujado mediante estas palabras? "Todos los
que están fatigados." Ésa es la descripción de una bestia que tiene un yugo sobre su cuello.
Los hombres pretenden encontrar placer al servicio de Satán, y le permiten que unza su
yugo sobre sus cuellos. Seguidamente tienen que trabajar y batallar y sudar en lo que ellos
denominan placer, sin encontrar descanso ni contentamiento en ello; y entre más trabajan
al servicio de Satanás, más se incrementa su trabajo, ya que él utiliza aguijada y látigo, y
siempre los está impulsando a esfuerzos renovados. Ahora, Cristo dice a esas personas que
son como animales de carga: "Venid a mí, y yo os haré descansar."

Pero ellos se encuentran en una peor condición de la descrita, pues no solamente trabajan,
como el buey en el arado, sino que también llevan una carga muy pesada. Muy pocas veces
sucede que los hombres convierten a un caballo o a un buey simultáneamente en una bestia
de tiro y de carga, pero así es como el diablo trata al hombre que se convierte en su siervo.
Satanás lo engancha a su carroza y lo obliga a arrastrarla, y luego salta sobre sus espaldas y
cabalga como un jinete. Así que el hombre trabaja y está severamente cargado, ya que tiene
que arrastrar el carro y llevar al jinete. Tal hombre se fatiga en pos de lo que él llama placer,
y, al hacerlo, el pecado salta sobre su espalda, y luego le sigue otro pecado, y luego otro,
hasta que pecados sobre pecados lo aplastan contra el suelo, pero aun así tiene que
continuar arrastrando y jalando con toda su fuerza. Esta doble carga es suficiente para
matarle; pero Jesús lo mira con piedad, viéndolo fatigado bajo la carga del pecado y
trabajando para obtener placer en el pecado, y le dice: "Ven a mí, y yo te haré descansar."

¿Cristo quiere a las bestias de tiro del diablo, aun cuando ya se han desgastado al servicio
de Satanás? ¿Quiere persuadirlas de abandonar a su viejo amo para que vengan a Él? ¿A
estos pecadores que sólo están cansados del pecado porque ya no pueden encontrar fuerzas
para seguir pecando, o que no se sienten cómodos, puesto que ya no disfrutan del placer
que antes encontraban en la maldad, Cristo los llama a venir a Él? Sí, y una muestra de la
magnanimidad de Su corazón es Su deseo de dar descanso a aquellos grandemente
fatigados y cansados.
Pero la magnanimidad de Su corazón se comprueba en el hecho de que invita a todos esos
pecadores a venir a Él; a todos esos pecadores, repito. ¡Cuánto significado contiene esa
pequeña palabra: "todos"! Creo que, generalmente, cuando un hombre usa grandes
palabras dice pequeñas cosas; y cuando usa palabras pequeñas, dice grandes cosas; y,
ciertamente, las pequeñas palabras de nuestro idioma son usualmente las que tienen mayor
significado. ¿Cuál es el significado de esta pequeña palabra, "todos", o, más bien, qué es lo
que excluye? Y Jesús, sin limitar su significado, dice: "Venid a mí, todos los que estáis
fatigados y cargados." ¡Oh magnificencia del amor y de la gracia de Cristo, que invita a
todos a venir a Él! Y más aún, invita a todos a venir de inmediato. "Vengan todos conmigo"
-dice Él- "todos los que están fatigados y cargados; vengan en una multitud, vengan en
grandes masas; vuelen a mí como una nube, como palomas a sus ventanas." Nunca serán
demasiados los que vengan a Él y le hagan sentir satisfecho; Él dice: "Entre más, más
contento." El corazón de Cristo se regocija por todas las multitudes que vienen a Él, porque
ha hecho una gran fiesta, y ha invitado a muchos, y sigue enviando a Sus siervos a decir:
"Aún hay espacio; por tanto, venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados."

Recordemos, también, que la promesa de Cristo está dirigida personalmente a cada uno
de estos pecadores. Cada uno de ellos vendrá a Él y Él dará el descanso a cada uno. A cada
uno que está fatigado y cargado, Jesús le dice: "Si tú vienes a mí, Yo, Yo mismo te daré
descanso; no te enviaré al cuidado de mi siervo, el ministro, para que te cuide, sino que yo
mismo haré todo el trabajo y te haré descansar." Cristo no dice: "Te llevaré a mi palabra, y
allí encontrarás alivio." No; más bien dice: "Yo, una Persona, te daré descanso a ti, una
persona, por medio de un claro acto mío, si tú deseas venir a Mí."

Ese trato directo de Cristo con las personas es ciertamente bendito. Tennyson es autor de
un poema que es, para mí, el más dulce de todos los que escribió. Tiene que ver con una
niña que fue hospitalizada y que sabía que debía ser operada, con gran riesgo de su vida.
Así que ella le preguntó a su compañera de la cama contigua qué debía hacer. Su
compañera le dijo que le contara todo a Jesús y le pidiera que la cuidara. Entonces la niña
preguntó: "Pero, ¿cómo me podrá conocer Jesús?" Las dos niñas estaban confundidas
porque había muchísimas hileras de camas en el hospital infantil, y además pensaban que
Jesús estaba tan ocupado, que no sabría cuál niña le había pedido que la cuidara. Entonces
acordaron que la niña pusiera sus manos fuera de la cama, para que cuando Jesús las viera,
supiera que ella era la niña que lo necesitaba. La escena, tal como el poeta la describe, es
conmovedora. Al relatarla le quito algo de su encanto, pues, por la mañana, cuando los
doctores y las enfermeras se paseaban por el pabellón, se dieron cuenta de que Jesús había
estado allí y que la niña había ido a Él sin necesidad de la operación. Él la había cuidado de
la mejor manera posible; y allí estaban sus manitas, extendidas fuera de la cama.

Bien, nosotros ni siquiera tenemos que hacer eso, puesto que el Señor Jesús nos conoce a
cada uno, y Él vendrá personalmente a cada uno de nosotros, y nos hará descansar. Aunque
es muy cierto que tiene mucho que hacer, aún puede decir: "Mi Padre hasta ahora trabaja;
también yo trabajo", ya que el universo entero se mantiene en funcionamiento por su fuerza
omnipotente, y Él no olvidará a ninguno que venga a Él. De igual manera que una persona
con abundantes alimentos puede decir a una gran multitud de hambrientos: "Vengan
conmigo, y yo les daré alimento a todos", de la misma manera Cristo sabe que en Sí mismo
tiene el poder para dar descanso a cada alma fatigada que venga a Él. Tiene absoluta certeza
de ello, por lo que no dice: "Ven a mí, y haré todo lo que esté de mi parte contigo" o "si me
esfuerzo, tal vez pueda hacerte descansar". ¡Oh, no; sino que Él dice: "Ven a mí, y yo te haré
descansar"! Es algo que se da por sentado en Él, ya que, déjenme decirles, ha ejercitado Su
mano en millones de personas, y no ha fallado ni una sola vez, por lo que habla con un aire
de sólida confianza. Estoy seguro, tal como mi Señor lo estaba, que si hay alguien aquí entre
ustedes que quiera venir a Él, Él puede dar y dará descanso a su alma. Él habla con la
conciencia de poseer todo el poder requerido, y con la absoluta certeza de que puede
realizar el acto requerido.

Porque, fíjense, Jesús promete sabiendo todo de antemano acerca de los casos que
describe. Él sabe que los hombres están fatigados y cargados. No hay dolor en el corazón de
alguien aquí presente, que Jesús no conozca, porque Él lo sabe todo. Los pensamientos de
ustedes pueden estar retorcidos de muchas maneras, y todos sus métodos de juicio pueden
parecer un laberinto, un rompecabezas que, según creen ustedes, nadie puede descifrar.
Pueden estar sentados aquí diciéndose: "Nadie me entiende, ni siquiera yo mismo. Me
encuentro atrapado en las redes del pecado, y no veo ninguna forma de escapar. Estoy
perplejo más allá de toda posibilidad de liberación." Te digo, amigo mío, que Cristo no
habla sin sentido cuando dice: "Ven a mí, y yo te haré descansar." Él puede seguir el hilo a
través de la madeja enmarañada y puede extraerlo en línea recta. Él puede seguir todas las
torceduras del laberinto hasta llegar a su propio centro. El puede quitar la causa de tu
problema, aunque tú mismo no sepas de qué se trata; y lo que para ti se encuentra envuelto
en misterio, un dolor impalpable que no puedes manejar, mi Señor y Salvador sí puede
eliminarlo. Él habla acerca de lo que puede hacer cuando da esta promesa, ya que Su
sabiduría es tal, que puede percibir las necesidades de cada alma individual, y su poder es
lo suficientemente grande para aliviar todas las necesidades; así que Él dice a cada espíritu
fatigado y cargado el día de hoy: "Ven a mí, y yo te haré descansar."

Recordemos también que, cuando Cristo dio esta promesa, Él sabía el número de los que
habían de ser incluidos en la palabra "todos". A pesar de que para nosotros ese "todos"
incluye una multitud que ningún hombre puede contar, "el Señor conoce a los que son
suyos" y cuando dijo: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré
descansar", no hablaba desconociendo que hay miles y millones y cientos de millones que
están fatigados y cargados, y Él se dirigía concretamente a ese vasto conglomerado cuando
dijo: "Venid a mí, y yo os haré descansar."

Queridos amigos, ¿he logrado hacerlos pensar acerca de la grandeza del poder y la gracia
del Señor? ¿Los he motivado para que lo adoren? Espero que así sea. Mi propia alma desea
postrarse a Sus pies, absorta en la dulce consideración de la grandeza de esa gracia que de
tal manera se expresa y que habla con la verdad cuando dice a toda la raza humana en la
ruina: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo" -con una certeza
absoluta- "os haré descansar."

No debemos olvidar tampoco que lo que Cristo ha prometido tiene vigencia para todos los
tiempos. Aquí tenemos a un hombre hablando que fue "despreciado y desechado por los
hombres". Veámoslo claramente ante nuestros ojos, el hijo del carpintero, el hijo de María,
"varón de dolores y experimentado en el sufrimiento". Sin embargo, Él dijo a los que se
congregaban a su alrededor: "Venid a mí, y yo os haré descansar"; pero Él miraba a través
de todos los siglos que habrían de venir, y nos habló a nosotros congregados aquí ahora, y
luego miró a todas las multitudes de esta gran ciudad, y de este país, y de todas las naciones
de la tierra, y dijo: "Venid a mí, y yo os haré descansar." En efecto, Él dijo: "Hasta que yo
venga de nuevo a la tierra, sentado sobre el trono del juicio, prometo que toda alma cargada
que venga a Mí encontrará descanso." Por su multitud, los sufrimientos de los hombres son
semejantes a las estrellas del cielo, y los hombres mismos son innumerables. Cuenten, si
pueden, las gotas del rocío de la mañana, o las arenas del mar y seguidamente traten de
contar a los hijos de Adán desde el principio del tiempo; pero, nuestro Señor Jesucristo,
hablando a la vasta multitud de hijos de los hombres que están fatigados y cargados, les
dice: "Venid a mí; venid a mí; porque el que a mí viene jamás lo echaré fuera; y al que viene
a mí, yo le daré descanso para su alma."

Muestra, también, la grandeza del poder y la gracia de Cristo cuando recordamos a los
muchos que han comprobado que esta promesa es verdadera.Ustedes saben que a través
de todos estos siglos hasta ahora, ninguna alma fatigada y cargada ha venido a Cristo en
vano. Aun en los últimos confines de la tierra, no se ha encontrado un criminal tan vil, o un
alma totalmente encerrada en el calabozo de la Gigante Desesperación, que al venir a Cristo
no haya recibido el descanso prometido y, por lo tanto, Cristo ha sido engrandecido.

III. Ahora consideremos juntos, por unos minutos, la SIMPLICIDAD DE ESTE


EVANGELIO.

Jesucristo dice a todos los que están fatigados y cansados: "Venid a mí, y yo os haré
descansar." Esta invitación implica un movimiento, un movimiento de algo a algo. Ustedes
son invitados a alejarse de todo aquello en lo que han venido poniendo su confianza, y a
caminar hacia Cristo y confiar en Él; y en cuanto lo hagan, Él les dará el descanso. ¡Cuán
diferente es esta simplicidad, de los sistemas complejos que los hombres han establecido!
Pues, de conformidad con las enseñanzas de ciertos hombres, para ser cristianos y para
seguir todas las regulaciones del culto, necesitan tener una pequeña biblioteca de consulta
para saber a qué hora hay que encender las veladoras, y cómo mezclar el incienso, o la
manera adecuada de usar el velo, y adónde deben voltear al decir cierta oración, y a qué
otro lugar deben de voltear al decir otra, y si su entonación o su canto o su murmullo será
aceptable a Dios.¡Oh queridos, queridos, queridos! Toda esta compleja maquinaria
inventada por el hombre (el así llamado "bautismo" en la infancia, la confirmación en la
juventud, "tomar el sacramento", como algunos lo llaman) es un maravilloso abracadabra,
lleno de misterio y falsedad y engaño; pero, de acuerdo con la enseñanza de Cristo, el
camino a la salvación es solamente éste: "Venid a mí, y yo os haré descansar." Y si tú,
querido amigo, vienes a Cristo y confías en Él, encontrarás ese descanso y esa paz que Él se
complace en otorgar; encontrarás el corazón de la nuez, alcanzarás la esencia y la raíz de
todo el asunto. Si tu corazón abandona cualquier otra confianza y sólo está dependiendo en
Jesucristo, encontrarás la vida eterna, y esa vida eterna nunca será arrebatada de ti. Por
tanto, no esperes para gozarte en ello.

Y prosiguiendo, esta invitación está en el tiempo presente: "Ven ahora." No esperes a


llegar a casa, sino deja que tu alma se mueva hacia Cristo. Nunca vas a estar en mejor
condición para ir a Él de lo que estás ahora; ni estarás en nada peor al venir a Él, a menos
que, al posponer el llamado, estés más endurecido y menos inclinado a venir. En este
mismo momento necesitas a Cristo; por lo tanto, ve a Él. Si estás hambriento, ésa es
ciertamente la mejor razón para comer. Si estás sediento, ésa es la mejor razón para beber.
O puede ser que estés tan enfermo que no tengas hambre. Entonces ve a Cristo, y come de
las provisiones del Evangelio hasta que se abra tu apetito de esas provisiones. Al pecador
que afirma: "no tengo sed de Cristo", me gusta decirle: "ve y bebe hasta que se abra tu sed",
porque de la misma manera que una bomba de agua no funciona si no le echas líquido
primero, así sucede con ciertos hombres. Cuando reciben algo de la verdad en sus almas,
aunque pareciera al principio una recepción muy imperfecta del Evangelio, eso les ayudará
posteriormente a ansiar más profundamente a Cristo y a sentir un gozo más intenso de las
bendiciones de la salvación.

De todas maneras, Cristo dice: "Ven ahora", y Él dice de manera implícita: "Ven, tal como
eres". Tal como son, vengan a mí, todos los que están fatigados y cansados, y yo les haré
descansar. Si ustedes trabajan, entonces, antes de lavar sus manos mugrosas, vengan a mí,
y yo les haré descansar. Si ustedes están débiles y cansados, y al borde de la muerte,
mueran en mi pecho; porque para eso han venido a mí. No venimos a Cristo cuando
ejercitamos nuestro propio poder de venir, sino cuando nos olvidamos de nuestro deseo de
permanecer alejados de Él. Cuando el corazón se rinde, suelta todo aquello que está
sosteniendo, y se arroja a las manos de Cristo; es en ese momento que se realiza el acto de
fe, y es a ese acto que Cristo los invita cuando dice: "Venid a mí, y yo os haré descansar."

"Bien" -dice alguno- "yo nunca he entendido el Evangelio; siempre me ha intrigado y me ha


dejado perplejo." En ese caso, voy a tratar de presentártelo de manera muy sencilla:
Jesucristo, el Hijo de Dios, vivió y murió por los pecadores, y tú estás invitado a venir y
confiar en Él. Confía en Él; depende de Él; echa todo el peso sobre Él; ve a Él y Él te dará
descanso. ¡Oh, que por su infinita misericordia Él revele esta sencilla verdad a tu corazón, y
que tú estés presto a aceptarla ahora mismo! Yo quiero glorificar a mi bendito Señor, que
trajo al mundo un plan de salvación tan sencillo como éste. Hay algunos hombres que
parecen rompecabezas, ya que les gusta perderse en dificultades y misterios, y desplegar
ante sus oyentes los frutos de su gran cultura y su maravilloso saber. Si su Evangelio es
verdadero, es un mensaje exclusivamente para la élite; y muchos tendrían que ir al infierno
si ésos fueran los únicos predicadores. Pero nuestro Señor Jesucristo se gloriaba en
predicar el Evangelio a los pobres, y es para honra Suya que puede decirse, hasta este día,
"no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo
necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió
Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo
que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia". Es una
bendición que haya un Evangelio que se adecua al hombre que no sabe leer, y que también
se adapta al hombre que no puede hilvanar dos pensamientos consecutivos, y que se rebaja
al hombre cuyo cerebro ha fallado casi completamente a la hora de la muerte; un Evangelio
que se adecua al ladrón muriendo en la cruz; un Evangelio tan sencillo que, si sólo hubiera
gracia para recibirlo, no requiere de grandes poderes mentales para ser entendido. Bendito
sea mi Señor por darnos un Evangelio tan sencillo y simple como éste.

Quiero que presten atención a un punto más, y luego concluyo mi mensaje. Y es éste: LA
GENEROSIDAD DEL PROPÓSITO DE CRISTO.

Vengan, amados que aman al Señor, escuchen mientras les repito estas dulces palabras
Suyas: "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cansados, y yo os haré descansar." "Yo
os haré…" Él no dice: "Vengan a mí y tráiganme algo", sino "Venid a mí, y yo os haré
descansar". Tampoco expresa: "Venid y haced algo para Mí", sino "Yo haré algo por
ustedes". Posiblemente éste haya sido su problema, queridos hermanos, que han deseado
traer hoy un sacrificio aceptable; y en la escuela dominical, o en alguna otra forma de
servicio, han estado tratando de honrarle. Me da gusto, y espero que sigan intentándolo,
pero cuídense de no caer en el error de Marta, y "afanarse con mucho servicio". Por un
instante olvídense de la idea de venir a Cristo para traerle algo; vengan ahora, ustedes que
están fatigados y cargados, y reciban una bendición de Él, pues ha dicho "yo os haré
descansar". Cristo puede ser honrado cuando ustedes le dan, pero debe ser honrado por lo
que Él les da. No hay duda de la bondad de lo que recibirán si vienen a Él; entonces, ahora
mismo, no piensen en traerle nada a Él, sino vengan a Él para que puedan recibir de Él.

"Quiero amar a Cristo", dice uno. Bien, olvídate de eso ahora; más bien trata de sentir
cuánto te ama Él. "¡Oh, pero yo quiero consagrarme a Él!" Muy bien, mi querido amigo;
pero, mejor ahora piensa cómo se consagró por ti. "¡Oh, pero yo deseo no pecar más!" Muy
bien, querido amigo; pero, mejor ahora piensa cómo cargó con tus pecados en su propio
cuerpo en el madero. "¡Oh -dice uno-, quisiera tener un frasco de alabastro con un
ungüento muy precioso, para ungirle Su cabeza y Sus pies, y que toda la casa se llene de un
dulce perfume!" Sí, todo eso está muy bien, pero escucha: Su nombre es un ungüento
derramado; si no tienes nada de ungüento, Él tiene; si no tienes nada que traerle a Él, Él
tiene abundancia que darte.

Cuando mi querido Señor llama a alguien para que venga a Él, no es para Su propio
beneficio que lo llama. Cuando les otorga favores, cuando viene con grandes promesas de
descanso, no es un soborno para comprar sus servicios. Es demasiado rico para tener
necesidad de los mejores y los más fuertes de nosotros; solamente nos pide, en nuestra gran
caridad, que seamos tan amables de recibir todo de Él. Esto es lo más grande que podemos
hacer por Dios, estar totalmente vacíos para que su todo pueda verterse en nosotros. Eso
es lo que quiero hacer cuando me siente a la mesa de la comunión. Quiero estar sentado
allí, sin pensar en nada que pueda ofrecer a mi Señor, sino abrir mi alma, y tomar todo lo
que Él quiera darme. Hay momentos en que los tenderos están vendiendo su mercancía,
pero también hay momentos en que reciben mercancía, como ustedes saben. Por tanto,
ahora, abran la puerta de la gran bodega y dejen entrar todos los bienes. Dejen que Cristo
entero entre en su alma.

"No siento" -dice uno- "como si yo pudiera gozar la presencia de mi Señor." ¿Por qué no?
"Porque he estado dedicado intensamente todo el día a su servicio; y ahora estoy tan
fatigado y cargado." Tú eres alguien a quien especialmente llama el Señor a venir a Él. No
trates de hacer nada, excepto simplemente abrir tu boca, y Él la llenará. Ven ahora y
simplemente recibe de Él, y dale gloria recibiendo. ¡Oh sol, tú alumbras; pero no hasta que
Dios te hace brillar! ¡Oh luna, tú alegras la noche; pero no con tu propio brillo, sino sólo con
luz prestada! ¡Oh campos, ustedes producen cosechas; pero el gran Agricultor crea el grano!
¡Oh tierra, tú estás llena; pero solamente llena de la bondad del Señor! Todo recibe de Dios,
y le alaba cuando recibe. Permítanme que mi cansado corazón se incline quieto bajo la
lluvia de amor; permítanme que mi alma cargada descanse en Cristo, y lo pueda alegrar al
estar alegre en Él.

¡Dios los bendiga a todos, y que Cristo sea glorificado en su salvación y en su santificación,
por causa de Su nombre! Amén.

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