Sei sulla pagina 1di 5

DECISIONES FINANCIERAS, UNA PERSPECTIVA

CONDUCTUAL.
Eliana Núñez Díaz
Programa: Ingeniería Industrial.

Actualmente las personas actúan en gran medida basándose en sus emociones, conductas
y/o comportamientos, por lo que resulta importante estudiar y analizar cómo estos factores
intervienen en el mundo de las inversiones. Se plantea el siguiente interrogante, ¿Cómo
afecta el estado emocional de los inversionistas las finanzas? En general las personas
enfrentan necesidades básicas a lo largo de su vida cotidiana, hechos que los obliga a tomar
decisiones con respecto al dinero, estas necesidades básicas son: consumo, inversión,
ahorro y protección.

El paradigma tradicional en finanzas asume que los individuos constituyentes del mercado
son racionales, de manera que toman decisiones óptimas basadas en la información que
disponen (Shleifer, 2000). Sin embargo, actualmente surge lo que se conoce como finanzas
conductuales, que son aquellas que pretenden formular una teoría más realista del
comportamiento económico de las personas, al tratar de explicar, entender y predecir el
comportamiento y actitud del hombre, con el objetivo de comprobar si se ajusta a los
supuestos del marco de decisión racional (Maletta, 2010).

Por lo tanto, el inversor juega un papel fundamental en el mundo financiero, debido a que
destina su capital con el objetivo de generar más ingresos y así obtener ganancias
adicionales de acuerdo al tipo de inversión que le brinde más beneficios y satisfaga sus
necesidades y expectativas. Debido a la importancia del inversionista en el sector
financiero, se han realizados varios estudios y teorías sobre ellos, Kahneman plantea en su
teoría de las perspectivas o prospectivas que las personas al momento de tomar decisiones
en entornos de incertidumbre se apartan de los principios básicos de la probabilidad, es
decir, se toman decisiones teniendo en cuenta escenarios o situaciones que se consideran
seguros y cuyo objetivo final se cree será satisfactorio para suplir con las diferentes
necesidades. Muchas veces los resultados no son lo esperado y es ahí cuando las personas
experimentan sensaciones nefastas que en un futuro le pueden generar sesgos al momento
de tomar decisiones (Kahneman, 2002).

Existen diferentes tipos de inversionistas como son los intuitivos que la mayoría de sus
decisiones están guiadas por sus emociones que en determinado momento estén sintiendo,
así mismo, el inversionista explorador quien siempre tiene los riesgos en mente y presenta
un amplio conocimiento de los mercados financieros actuales, por otro lado, el inversor
realista es quien no se deja llevar por las emociones, por tal motivo estos inversionistas son
muy centrados, y por último se encuentran los inversionistas estratégicos que siempre fijan
sus objetivos financieros que pretenden lograr.

Por tal razón, es importante tener cuenta que el inversionista puede presentar varios sesgos
que pueden ser emocionales o cognitivos, dependiendo de que estén motivados por
sentimientos y emociones, o bien por diferentes fallos derivados de deficiencias al
interpretar la información: fallos en la memoria o errores al calcular, entre otros, y que
pueden ser heurísticos o esquemas mentales” (Tversky, 1979). Entre los sesgos
emocionales más comunes se pueden encontrar el exceso de confianza, autocontrol,
dotación, aversión al remordimiento, y afinidad. Bajo el efecto del exceso de confianza, el
inversor sobreestima su habilidad para predecir, para valorar activos y para tomar
decisiones. Como consecuencia infravalora los riesgos, limita la diversificación y aumenta
el número de operaciones. Entre los sesgos cognitivos más frecuentes está el de la
contabilidad mental, según el cual el individuo trata de forma diferente el dinero
dependiendo de su origen. También está el sesgo de la historia reciente, que consiste en
utilizar una pequeña muestra de historia reciente para hacer predicciones o tomar decisiones
de inversión, así mismo, el de autoatribución, en donde el inversor considera que las
ganancias que ha obtenido se deben más a su habilidad que a la suerte, pero que, en caso de
pérdidas, son consecuencia de la mala suerte.

Cabe resaltar que, los seres humanos usualmente desean predecir correctamente y existe
una tendencia en ciertos analistas a darles más importancia o mayores grados de
probabilidad de la que realmente merecen, a ciertos hechos, reportes o estados. Los propios
analistas y administradores de fondos de terceros, en su papel de especialistas en la
materia, usualmente manejan proyecciones o escenarios para establecer sus
recomendaciones a clientes. Sin embargo, los diferentes analistas no siempre llegan a las
mismas conclusiones o poseen diferencias en la interpretación de esta información. Dada
esta realidad, las respuestas a las situaciones heterogéneas obedecerán a cómo los puntos a
tratar han sido enmarcados, produciendo que los inversores realicen reflexiones diferentes
ante las distintas situaciones. Por lo que, las finanzas conductuales trabajan estudiando las
diferentes interpretaciones ante las mismas circunstancias y cómo los usuarios de un
análisis pueden reaccionar a tales diferencias (Fromlet, 2001).

Con la aplicación de técnicas de psicología cognitiva y su intento por explicar anomalías


presentes en la toma de decisiones económicas racionales, los trabajos de Kahneman y
Tversky propusieron, con evidencia empírica, que las personas son irracionales de una
manera consistente y correlacionada, y criticaron fuertemente la teoría de la utilidad
esperada, considerada hasta la fecha como el modelo descriptivo que guiaba los procesos de
toma de decisiones bajo riesgo. Por tal razón, Kahneman y Tversky observaron que las
preferencias de la gente son incoherentes, cuando las mismas opciones se presentan de
formas diferentes, lo que ayuda a explicar comportamientos económicos irracionales. Por
ejemplo, cuando las personas van a una tienda lejana para obtener descuento por un artículo
barato, pero no lo hacen por el mismo descuento en algo caro. También observaron que la
reacción ante la pérdida es mucho más intensa que ante la ganancia, lo que originó el
concepto de aversión a la pérdida. Se da menos importancia a los resultados meramente
probables que a los seguros. Esto explica, porque un jugador con racha perdedora se niega a
aceptar la pérdida y sigue apostando, con la esperanza de recuperar lo perdido. (Kahneman
y Tversky, 1979)

Estas investigaciones aportaron el marco conceptual de la llamada economía del


comportamiento que estudia la toma de decisiones de inversión en condiciones de no
equilibrio, e ineficiencia de mercado, introduciendo el concepto de irracionalidad,
cuestionando el concepto de racionalidad en dichas decisiones. De esta manera, se puede
afirmar que las decisiones no son tan racionales como se pensaba. Cada individuo percibe
de distinta manera la realidad, influenciadas por aspectos emocionales, de estrés o de gran
volatilidad. Esto induce a cometer errores de manera continua repercutiendo en el entorno.

Las personas cometen errores sistemáticos en la manera en que piensan y toman decisiones
ya que muchas veces son confiados, en otras ocasiones les dan demasiado peso a las
experiencias recientes, y también pueden crear distorsiones (Fama, 1997). Las finanzas del
comportamiento utilizan este conjunto de conocimientos, en lugar de tomar un enfoque
arrogante e ignorar estas evidencias. Por tanto, según las finanzas conductuales existe una
brecha gigante entre el modelo ideal de comportamiento racional y el comportamiento real
de los individuos en la vida cotidiana. Sugiere que las decisiones económicas son
irracionalmente previsibles y obedecen a "fuerzas ocultas". A estas "fuerzas ocultas" se las
denomina "efectos contextuales". Es decir, influencias irrelevantes del entorno inmediato,
emociones irrelevantes, estreches de mirada y otras formas de irracionalidad, por lo que los
individuos son predeciblemente irracionales, pues repiten sus errores de forma sistemática
y, por lo tanto se vuelven previsibles.

De igual forma, existen tres pilares fundamentales que son la esencia y aplicación de las
finanzas conductuales; el primer pilar se centra en el estudio de la influencia de la
psicología, la psiquiatría y la antropología cultural en el comportamiento de los
consumidores financieros. El segundo pilar consiste en el análisis cerebral de los
inversionistas, desde el punto de vista fisiológico y anatómico y el último pilar nos dice la
relación del inversionista con sus diferentes entornos y de estos mismos como factores de
influencia en la toma de decisiones financieras de corto plazo. Con la descripción de dichos
pilares entendemos que el mundo de las finanzas va más allá de una simple circulación de
capital y alzas y bajas, se debe analizar a la persona en todos sus aspectos y entender el
¿por qué? de sus acciones en cada decisión financiera que tomen.

Por otro lado, “el consumidor es un ser hecho de deseos y apetitos que cree, con o sin
razón, en la utilidad agregada del deseo cuando se consigue” (Tarde, 1935), de lo
anteriormente dicho se puede analizar que el consumidor en muchas ocasiones se deja
llevar por sus emociones y las ganas o deseo que este experimentando en ese momento,
situación que debe ser percibida y aprovechada por el ofertador.

En conclusión, las finanzas conductuales describen un acontecimiento muy común en los


inversionistas y consiste en el efecto manada, es decir, seguir las acciones de determinado
grupo de personas, debido a que esto le genera más confianza, seguir acciones en solitario
no representaría para el inversor seguridad o éxito, cabe resaltar que esto se relaciona con
un proceso psicológico que ha estado presente en los seres humanos durante la historia, en
donde siempre tomar decisiones en grupo es más confiable. Las manadas responden a una
euforia grupal, en donde las emociones de dichos grupos determinan el éxito o fracaso. Esta
tendencia no siempre representa una iniciativa errónea, cuando se analiza el objetivo de la
manada, se identifica cuáles son las tendencias de ganancias o pérdidas del grupo y el
tiempo estimado de dichas tendencias debido a que en los mercados financieros nada es
estable.

Consecuentemente, los inversores están expuestos a escenarios de ansiedad en donde


muchas veces sus miedos son mayores a sus conocimientos financieros y le provocan
pérdidas de capital, esta ansiedad es manejable si el inversor es empoderado, creador de
negocios y sagaz, para lograr estas cualidades el inversor debe estudiar los mercados
financieros minuciosamente, aprender a leer indicadores económicos, y no caer en errores
de interpretación que lo lleven a crear en el esa sensación de ansiedad.

Así mismo, investigaciones recientes buscan integrar ideas del campo de la economía,
psicología, neurociencia en un esfuerzo por especificar modelos más precisos para el
desarrollo de modelos integrados de decisión (Sanfey A, 2006). La neurociencia ha ido
dando paso así al desarrollo de una nueva rama en los estudios económicos denominada
"neuroeconomía" (Glimcher, 2004). Por lo tanto, la neuroeconomía es el resultado de
combinar métodos de neurociencia y economía para entender mejor la forma en que el
cerebro humano genera las decisiones económicas y sociales. Específicamente, se trata de
investigar los que los economistas llamaron el "lado oscuro" del cerebro, o "caja negra"
apoyados en técnicas más avanzadas como: los perfiles genéticos, los
electroencefalogramas, los análisis de química sanguínea, los análisis hormonales, los
estudios de actividad neuronal, test y medidas conductuales, las imágenes de actividad
neuronal, entre otros .

BIBLIOGRAFÍA.

• Fama, E. (1997). Market Efficiency, Long-term returns and Behavioral Finance. Journal
of financial, 49, 283-286.

• Fromlet, H. (2001). Behavorial Finance - Theory and Practical Application. Bussines


Economics, 36.

• Kahneman, Daniel. (2002). Prospect Theory, revista Ciencia Ergo Sum. Julio 2010,
203-212.

• Kahneman, D. (2011). Thinking, fast and slow. New York: Farrar, Straus and Giroux.

• Kahneman, D and Tversky, A (1974). Judgment under uncertainty: Heuristics and


Biases, Science New Series, 185 (4157):1124-1131.

• Kahneman, D and Tversky, A. (1979). Prospect Theory: An Analysis of Decision under


Risk. Econometrica: Journal of the Econometric Society, 47(2):263-292.
• Glimcher, P. W. (2004). Decisions, uncertainty, and the brain: The science of
neuroeconomics: MIT press.

• Maletta, H. (20 de junio de 2010). Universidad Javeriana. Recuperado a partir de:


https://bases.javeriana.edu.co/vdesk/index.php3?Z=0,5

• Sanfey, A., Loewenstein, G., McClure, S., & Cohen, J. (2006). Neuroeconomia:
corrientes cruzadas en la investigation sobre toma de decisiones. Trends in Cognitive
Sciences, 10(3), 108-116.

• Shleifer, A. (2000). Inefficients Markets: An Introduction to behavioural Finance.


Oxford: Oxford University Press.

Potrebbero piacerti anche