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ONTOLOGÍA EN

EL ABRAZO DE LA SERPIENTE

Marisol Moncada Vivas1

«No me es posible saber si ya la infinita selva


ha iniciado en mí el proceso que ha llevado a tantos
otros a la locura total e irremediable.
Si es el caso, sólo me queda disculparme y pedir
tu comprensión, ya que el despliegue que presencié durante
esas encantadas horas fue tal que me parece imposible
describirlo en un lenguaje que haga entender a otros
su belleza y esplendor; solo sé que cuando regresé,
ya me había convertido en otro hombre»
(Theodor von Martius, Amazonas 1909).2

Muchos vamos a cine a ver películas de acción, suspenso, terror, aventura, comedia y de
género animado, categorías que nos llaman la atención. Sin embargo, si nos ponen a elegir
entre una película extranjera y una colombiana, escogemos la primera opción, debido a que
no confiamos en lo nuestro. Esto hace que nuestro conocimiento sea pisoteado por
Occidente no por ellos, sino por nosotros mismos porque afirmamos que lo de afuera es
mejor que a lo que tenemos en nuestro continente. Por lo tanto, el presente ensayo tiene
como propósito mostrar la importancia ontológica que brinda «El abrazo de la serpiente».

En esta película el personaje principal es el río, que es representado con la serpiente, ser
mítico que abraza con su energía cíclica y que acompaña al hombre amazónico en su vida
entera. El río es el camino que recorre el indígena, él le indica cuando remar y cuando no,
es el medio en que el nativo se adentra a comprender su ser. Su ser se comprende desde una
afectividad hacia la naturaleza y sus tradiciones, las cuales hacen de ellos lo que son, hijos
amantes de la tierra.

Además, las figuras de Karamakate Joven y Karamakate


Abuelo resaltan el saber ancestral, un saber que es único
entre las comunidades indígenas. Para Karamakate
Joven es difícil aceptar ayudar a un hombre blanco, ya
que por culpa de ellos su comunidad ha desaparecido,
pero decide ayudarlo, esta acción de colaborar se ensalta
el ser del indígena, un ser afectivo y noble ante las
circunstancias a pesar de su inconformidad frente al

1
Estudiante de segundo semestre de la Maestría en Filosofía Latinoamericana de la Universidad Santo
Tomás.
2
Gallego, Cristina. (Productor) y Guerra, Ciro. (Director). (2015). El abrazo de la serpiente [Cinta
cinematográfica]. Colombia.
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blanco, le comparte sus saberes medicinales y le ayuda a sobrevivir. Igualmente,
Karamakate Abuelo recibe al hombre blanco sin temor, al contrario se comunica con él, con
seguridad y lo escucha atentamente, es grandioso ver como el indígena se burla del hombre
blanco cuando este le ofrece dinero, aquí se demuestra el desprendimiento material que
posee el indígena, su interés es cuidar y estar en sintonía con su entorno.

No obstante, estas dos figuras son en realidad la misma persona, es maravilloso, porque la
experiencia y el recuerdo de Karamakate nos hacen ver que las creencias y tradiciones no
se pierden al pasar los años, sino al contrario, se trata de mantener y trasmitir esa sabiduría
ancestral a los otros.

El hombre Occidental a diferencia del indígena, es


egoísta, ambicioso, materialista, solo quiere que todo
lo que le rodea sea para él, esto se nota cuando
Theodor le exige a la comunidad indígena que le
devuelva la brújula y como no lo hacen reniega «su
sistema de radiación se basa en los vientos y las
estrellas, si la usan ese conocimiento se perderá», es
una prueba de que el hombre Occidental se centra solo
es su saber y no es capaz de compartirlo, él rechaza la
intención de estar en comunión con el otro y más si se
trata de intercambiar saberes, ya que considera que el
otro, es decir, el indígena debe quedarse en lo que sabe
y ya.

Sin embargo, Karamakate Joven lo mira fijamente y


le dice «no se les puede prohibir a que ellos aprendan
porque el conocimiento es todo», en otras palabras,
debemos aprender que todo tiene un conocimiento,
desde la planta, la piedra, el viento, hasta el mismo
animal, cuando se logra entrar en contacto con esto,
cambia nuestra visión de vida. Más aún, ellos tienen
el derecho de aprender de cualquier modo, eso no
significa dejar sus tradiciones atrás, sino adentrarse
en el ser del otro, de comprenderse y de valorar los
dos saberes como caminos que nos conducen a una
verdad.

Lo anterior, se asemeja a lo que vivieron y viven las mujeres en nuestro continente, en la


antigüedad la mujer no podía votar, ella poseía la capacidad de opinar, pero el hombre la
enmudecía; ella solo debía obedecer y encargarse de los hijos y del hogar. Actualmente no
se vive tanto, pero hay mujeres que no estudian, no salen adelante por miedo a lo que dicen
sus maridos, quienes las humillan diciendo que cómo van ejercer trabajos que solo le
corresponden a los hombres, es un machismo, es no valorar la capacidad que posee la
mujer, quien tiene una sabiduría maternal, que para mí, es otro camino para comprender el
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ser, el cual habita en ellas quienes nos brindan lo más importante que es la vida y un amor
que no nace de una razón, sino de un sentir que traspasa el alma.

De manera que, compartir el saber científico con


el saber ancestral es una salida para
comprendernos y ver a nuestros hermanos
indígenas como iguales y no como aquellos que
obstaculizan el desarrollo de nuestro país.
Además, debemos ser lógicos y tomar conciencia
de que somos nosotros que no dejamos desarrollar
nuestro continente como deber ser, somos esos
perritos falderos atrás de las ideas de Occidente,
pero no damos la vuelta y reconocemos la
cantidad de riquezas que tenemos, al contrario nos da pena saber que tenemos unos
antepasados indígenas y que muchos de nosotros somos herederos de esta cultura.

Por otra parte, algo que me impactó fue cuando Karamakate joven, Theodor y Manduca
llegan a la comunidad de San Antonio de Padua donde salen a su encuentro unos pequeños
indígenas, uno empieza hablar su lengua y el otro le dice que no hable de esa forma, porque
les tienen prohibido hacerlo, debido a que están siendo evangelizados por un franciscano
quien les prohíbe hablar su dialecto, el cual según él proviene del diablo. Karamakate
joven, los llama a parte y les dice que no deben olvidar quienes son y de donde provienen,
pero el franciscano se entera y los coge a latigazos, es ahí donde Manduca no aguanta más
y va donde están los niños y trata de detener al franciscano quien finalmente cae al suelo
muerto.

Con base a lo anterior, la religión es otro factor que el hombre Occidental trata de inculcar a
la fuerza a los indígenas, con la conquista y la colonización, muchos indígenas fueron
masacrados por no profesar la fe, los consideraban salvajes, seres sin alma y con pactos con
el diablo, por mi parte, los seres sin alma, salvajes y partidarios del diablo eran ellos,
porque era tan grande su poder de imponer sus creencias, de conquistar pueblos para tener
una ganancia monetaria que se olvidaron que evangelizar consiste en aceptar el ser del otro,
de comprenderlo y de amarlo. Así mismo, el ser de los indígenas fue oprimido y
encarcelado no podían ser lo que eran, tenían que regirse a lo que el hombre de Occidente
decía, algunos aceptaban y otros preferían morir, porque para ellos sus dioses y tradiciones
son sagrados son lo que les permite mostrar su verdadero ser.

Occidente no comprendió y todavía no comprende que la lengua de los indígenas tiene un


sentido ancestral, es un medio de comunicación entre el ser y la naturaleza, nosotros
pensamos que solo existe el inglés, portugués entre otros para podernos comunicar con los
demás, son necesarios sí, pero ¿estos idiomas nos permiten tener un diálogo con nuestro
ser? Es complicado acercarnos, y comprender en sí nuestro propio ser, ya que poco a poco
hemos olvidado de dónde venimos, nos hemos dejado seducir por Occidente, olvidamos
nuestro ser afectivo y preferimos la razón a poder corazonar y mostrar lo que en realidad
somos seres afectivos en el mundo.
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Otro punto que es fascinante en esta cinta
cinematográfica es que los hombres
blancos y Karamakate Joven-Abuelo
comparten un viaje que abraza el misterio
y aventura a través de un río que los guía
hacia la Yakruna aquella que nos
sumerge en la historia y en los recuerdos
de Karamakate Abuelo. La balsa y el remo son instrumentos de comunicación entre el
hombre blanco y el indígena haciendo que su ser este armónicamente unido. Sin embargo,
en ocasiones esa armonía se divide por los objetos materiales del hombre blanco, el mismo
Karamakate Abuelo le dice deshazte de esto que vamos a terminar hundiendonos, pero es
tanta la terquedad de Evan que no le hace caso, hasta que con rabia se deshace de sus
pertenencias y sigue a su compañero en su viaje.

De manera que, el despojo es fundamental para comprender nuestro ser y estar en sintonía
con él, en muchas ocasiones nuestro ser es ocultado por nuestro materialismo, el cual solo
nos enceguece y no nos permite avanzar, se me viene a la mente la escena donde
Karamakate Joven le dice a Theodor que para que esas maletas, él le contesta que son sus
pertenencias, las cuales le recuerdan quien es y de donde es y para tener pruebas de que
estuve en esta expedición, Karamakate Joven, se ríe y le dice « ¡estás loco!» es un gran
ejemplo de que nos encerramos a lo que tenemos y no nos abrimos a descubrir nuevas cosas
que nos permitan despojarnos de lo que en verdad no nos sirve y de atesorar lo que vale la
pena como es abrir nuestro ser al mundo que nos rodea, en especial a nuestras tradiciones
que nos constituyen verdaderamente como seres latinoamericanos.

Por mi parte, lo más interesante que vi en esta


película es como el indígena Karamakate Abuelo,
le enseña a Evan y le trasmite sus saberes
ancestrales, sin importar sus diferencias, le da el
abrazo de la serpiente, que significa entregarle el
poder y el conocimiento de sus creencias y
tradiciones a una nueva generación que en este
caso es Evan Schultes quien deberá compartir ese
legado ancestral.

Esta película nos muestra que los indígenas sí saben escuchar, en comparación de nosotros
que solo escuchamos lo que queremos escuchar y ya, en cambio ellos escuchan el río, los
árboles, las piedras, todo lo que los rodean, lo que hace que vivan en constante diálogo
entre su ser y la naturaleza propia.

Los indígenas ante todo son nuestros hermanos mayores que cada día nos muestran con su
afecto que debemos valorar las riquezas que tenemos en latinoamérica y de creer en nuestra
cultura, de dejar de avergonzarnos de lo que somos y ante todo de independizarnos de
Occidente, a ellos no debemos pedirles permiso para hacer las cosas, sino que nosotros
mismos decidamos que hacer y qué no. Algo importante es que en nuestro continente
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poseemos algo que no tiene Occidente, una integración cultural única que debemos rescatar
del olvido y hacerla presente como la gran riqueza latinoamericana.

Finalmente, es un intento de mirar la realidad de los ríos y de las selvas del Amazonas
colombiano desde el punto de vista de los habitantes nativos de la región. En ella se da
importancia a personajes singulares, que a modo de chamanes encantan, sueñan, ensueñan,
sanan y enseñan, hablando en sus lenguas nativas, con palabras que nos suenan misteriosas,
orgullosas y mágicas, dando testimonio de una sabiduría que en esencia se ha perdido o que
está a punto de perderse.

Se busca dar un mensaje de


diversidad cultural que mezcla dos
extremos de las culturas enfrentadas:
Por un lado, la visión científica,
exploradora, bien intencionada,
curiosa, del establecimiento del culto
occidental, obsesionado no solo por
la riqueza cultural y natural de la
región, sino también por los
misterios encerrados en sus planta
únicas, de poder sanador y mágico.
En el viaje, poderosamente acompañados por fotografías de impacto, los espectadores
sentimos a los ríos, en verdad, como serpientes míticas que nos abrazan y nos hacen
especular y soñar con una diversidad cultural respetuosa, con una sostenibilidad que admire
y aprecie, sin destruir, esas impenetrables selvas y esos ríos que las surcan.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
5
Gallego, Cristina. (Productor) y Guerra, Ciro. (Director). (2015). El abrazo de la serpiente [Cinta
cinematográfica]. Colombia.

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