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Etimológicamente el término proviene de dos voces griegas: “axios” que significa “valioso,
estimable, digno de ser honrado”; y logos que significa “estudio, tratado o ciencia”. La axiología,
entonces, se entiende como la disciplina filosófica que se ocupa del problema del valor, es decir,
¿Cuál es la naturaleza del valor?, ¿los valores, son de un solo modo, se dan de un solo modo o
hay tipos de valores? ¿De qué manera existen los valores?
El hombre al relacionarse con su medio social, con su entorno, con el mundo, va a dar cuenta de
él, va a tomar conciencia de él de dos maneras o de dos modos.
Juicios de existencia: Es aquel juicio en el cual el predicado sólo se hace referencia a las
características, a las propiedades primarias o secundarias del objeto. Ejemplo: En verano hace
calor.
Juicios de valor: Es aquel juicio por el cual el sujeto manifiesta su aceptación o su rechazo con
respecto a un objeto. Ejemplo: El Perú es un país maravilloso.
Elementos de la experiencia valorativa
Sujeto: Es la persona que de alguna manera se relaciona con el objeto y acepta o rechaza. Esta
estimación está influenciada por los siguientes factores:
•Afectivo: Esta aceptación o rechazo del objeto según su valor, está influenciada por la relación
afectiva que puede tener la persona con el objeto, o por los sentimientos que de alguna manera
puede sentir con respecto al objeto que está valorando.
•Activo: Es el conjunto de necesidades, intereses, motivos, etc. Que dentro de su actividad van a
orientar la valoración del sujeto.
Supera lo afectiva
•Intelectual: El acto valorativo no está determinado únicamente por la afectividad que
Por la razón
presentamos o el deseo que tengamos, discernimos el valor de una cosa a través de un proceso
racional, que es reflexivo, en e cual evaluamos por medio de nuestra capacidad racional los pro
y los contra que hay en el objeto y con relación a los demás.
Con respecto a estos factores esta división es esquemática, sabemos que estos se encuentran
interrelacionados y hacen referencia al contexto social en e cual el sujeto de la valoración se
desenvuelve.
Objeto: Todo hombre, animal o cosa, es decir, todo objeto concreto; o toda situación,
circunstancia o idea, es decir todo objeto abstracto.
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dice que pertenecen a los objetos, que son no independientes, entes parásitos (necesitan apoyarse El valor depende del
que.... se valora
en las muletas de la realidad). Antes de depositarse en los bienes, los valores son”meras
posibilidades”; para actualizarse necesitan plasmarse, concretizarse en los bienes tangibles.
b. Bipolaridad.- El valor oscila siempre dentro de una polaridad. Toda polaridad encierra los
dos valores límites: bueno-malo (moral); verdadero-falso (ciencia); bello-feo (arte). Al primer
término de toda valoración se le llama valor positivo y al segundo, valor negativo; a estos últimos
también se les llama disvalores o contravalores.
La característica de polaridad o bipolaridad consiste en que los valores se presentan desdoblados
en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. Es necesario advertir que el disvalor no
implica una inexistencia, una negación del valor positivo; el valor negativo tiene tanto existencia
efectiva como el valor positivo.
c. Jerarquía.- Hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y otros como
inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales). Las jerarquías de valores no
son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo progresivamente a lo largo de la vida de
cada persona.
d. Durabilidad.- los valores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que son más
permanentes en el tiempo que otros. Por ejemplo, el valor del placer es más fugaz que el de la
verdad.
f. Flexibilidad.- los valores cambian con las necesidades y experiencias de las personas.
g. Satisfacción.- los valores generan satisfacción en las personas que los practican.
h. Trascendencia.- los valores trascienden el plano concreto; dan sentido y significado a la vida
humana y a la sociedad. Consiste en que los valores se dan de un modo perfecto sólo en su
esencia; pero cuando se encarnan en los seres materiales, existen de un modo imperfecto.
Por ejemplo: El adolescente suele concebir los valores en toda su perfección, y no faltan
ocasiones en las que sufre una grave desilusión cuando se percata de que la realidad de la vida
no está a la altura de su concepción. La justicia, el amor, la fidelidad. La honradez, la bondad en
general, siempre están en un nivel inferior al ideal que le corresponde. Lo peor acontece cuando
la decepción crea un resentimiento; el sujeto llega a renegar de todos los valores. Porque no
encuentra la libertad perfecta, reniega de la libertad y dice que no existe; no encuentra la justicia,
la verdad, el amor perfectos, y reniega de ellos y actúa como si no existieran. Esto hay que
delatarlo; porque, lejos de ser una actitud aceptable, es simplemente un acto de cobardía y
debilidad. Los valores no están encarnados con perfección; pero el hombre es el encargado de
encarnarlos con su esfuerzo y su perseverancia. Los valores proporcionan grandes satisfacciones
al hombre; pero antes hay que conquistarlos.
i. Preferibilidad.- Consiste en esa particularidad por la cual los valores atraen o inclinan hacia
sí mismos la atención, las facultades y, en especial, la voluntad del hombre que los capta. Enfrente
de las cosas, el hombre prefiere las que encierran un valor.
En efecto, un objeto o una persona valiosa, inmediatamente nos inclina hacia ella. El hombre
tiene una tendencia natural para dirigirse hacia algo valioso. Cuando una persona no ha captado
un valor, queda indiferente hacia él, su ánimo no se inclina en pro o en contra. Pero basta atisbar
el valor contenido en una persona o en un objeto, para que entre en función toda nuestra capacidad
de apropiación. Quien ha captado la belleza, trata de conservarla para sí, e inclusive crearla.
j. Objetividad.- Consiste en que los valores se dan en las cosas o personas (objetos)
independientemente de que sean conocidos, o no, por alguien en particular.
Así, por ejemplo, el valor “utilidad” reside en una máquina de escribir, aunque ésta caiga en
poder de unos salvajes analfabetos que no conozcan su uso y, por tanto, su utilidad. El valor
moral de una persona reside en ella, aun cuando otros la juzguen en sentido opuesto, e inclusive,
aun cuando el propio sujeto no sepa valorizar su propia actitud honesta. A propósito de esto, se
puede añadir aquí que no es raro que se den casos de alto valor moral en los que el propio sujeto
no se percate de los niveles que está viviendo, tan inaccesible para el común de los mortales.
También sucede (y esto es lo más común) que la persona se sobre valorice en el orden moral, o
intelectual o estético.
Por lo dicho, ya se puede concluir que no es lo mismo el valor que la valoración. El valor es
objetivo, se da independientemente del conocimiento que de él se tenga. En cambio, la valoración
es subjetiva, o sea, depende de las personas que juzgan. Sin embargo hasta la misma valoración,
para que sea valiosa, necesita ser objetiva, es decir, basarse efectivamente en los hechos reales
que se están juzgando y no ser un producto arbitrario de las tendencias viciosas o circunstanciales
desfavorables del que juzga.
l. Aplicabilidad.- los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida; entrañan acciones
prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona.
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Existen diversos criterios para jerarquirizar los valores. Una de las jerarquías más importante fue
la propuesta Marx Scheler (1874 - 1928), en su obra El formalismo de la ética y la ética material
de los valores en la que considera a los valores de menos a más, así:
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Los valores morales únicamente se dan en actos o productos humanos. Sólo lo que tiene una
significación humana puede ser valorado moralmente, lo cual nos lleva a afirmar que sólo los
actos o productos que los hombres pueden reconocer como suyos son los realizados con plena
conciencia y libertad, y con respecto a los cuales se les puede atribuir una responsabilidad moral.
En este sentido, podemos calificar moralmente la conducta de los individuos o de ciertos grupos
sociales, así como las intenciones de sus actos, sus resultados y consecuencias.
Un mismo producto humano puede soportar varios valores, aunque uno de ellos sea el
determinante. Una obra de arte puede tener no sólo un valor estético, sino también una
significación política y moral. Es perfectamente legítimo abstraer un valor de esta constelación
de valores siempre y cuando no haya una reducción de valor entre uno y otro.
Se puede juzgar una obra de arte por su valor religioso o político con la condición de que no se
pretenda con ello deducir de esos valores su valor propiamente estético; simplemente se afirma
que dicha obra no cumple con el valor moral esperado. Un mismo acto o producto humano puede
ser valorado desde diversos ángulos ya que en él se encarnan o realizan distintos valores. Pero
aunque los valores se conjuguen en un mismo objeto, no deben confundirse. Esto se aplica de un
modo especial a los valores morales y no morales. Sin embargo, al establecer la distinción entre
los primeros y los segundos hay que tener presente que los valores morales sólo se encarnan en
actos o productos humanos y, dentro de éstos, en aquellos que se realizan libremente, es decir,
con plena conciencia y voluntad.
John F. Kennedy dijo alguna vez: “Un hombre hace lo que debe sin importarle las consecuencias
personales, los obstáculos, las presiones ni los peligros, éste es el fundamento de toda moralidad
humana”. En esta frase se pone de manifiesto la importancia del acto moral que tiene por objetivo
otro ser humano. Lo cual nos lleva a preguntarnos efectivamente puede haber un acto moral que
no incluya a otro individuo. La respuesta es sí, incluso una obra de caridad sin pensar en el
beneficio inmediato, como hacer a un lado una piedra del camino para que cuando otra persona
pase por ahí después no se tropiece; o la de construir un asilo para ancianos o un orfanato. Pero
el valor moral más importante es aquel que se lleva a cabo de manera directa tal y como lo
establece Gibran Jail cuando dice: “Es bueno dar cuando nos piden, pero es mejor dar cuando no
nos piden porque significa que comprendemos a los demás. Esta clase de valores tiene un crédito
doble, pues por un lado se hace el bien y por el otro se comprende al prójimo anticipándose a lo
que necesita. Hacer el bien suele ser un tanto complicado. Los filósofos griegos eran llamados
“perros” precisamente por argumentar la ingratitud después del favor recibido. Mark Twain,
escritor norteamericano, uno de los mayores en su país, dijo: “Recogéis a un perro que anda
muerto de hambre, lo engordáis y no os morderá. Ésa es la diferencia más notable que hay entre
un perro y un hombre”. La virtud dentro de los valores es hacer el bien sin esperar algo a cambio,
incluso la gratitud.
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a.El subjetivismo axiológico: Afirma que los valores son el resultado de las reacciones,
individuales y colectivas. El subjetivista se pregunta: ¿Puedo algo tener valor si nadie lo ha
percibido ni puedo percibirlo?, evidentemente que no; el valor no tiene sentido ni existencia
propiamente sin que exista el sujeto. La valoración real o potencial parece ser un elemento
indispensable del valor. En última instancia, el valor es para el hombre o los seres vivos. Resulta
impensable algo que tuviera valor sin referencia a ninguna clase de sujeto.
Según el subjetivismo, los valores no existen en sí y por sí, sino que son meras creaciones de la
mente, existen solamente para mí; lo que hace a una cosa valiosa es el deseo o el interés
individual. El subjetivista piensa: El valor de un exquisito manjar, no está en él, sino en mi
paladar, que lo saborea y le confiere un valor determinado.
Discrepancia. Es obvio que no puede uno ponerse de acuerdo en problemas éticos, estéticos,
religiosos, políticos, donde a menudo se producen conflictos o desacuerdos de valores. Las
personas frecuentemente discrepan sobre la belleza de un cuadro, una novela, una película; sobre
la eficiencia de un equipo de fútbol; sobre un acto moral (por ejemplo, acerca de la guerra de
Vietnam, unos sostienen que es una guerra justa y moralmente justificada; y otros, lo contrario).
Constitución biológica. Los valores están supeditados a la constitución peculiar y subjetiva.
Así, surgen argumentos de este tipo: ¿Qué valor estético tendría la pintura si los hombres no
tuvieran ojos? ¿y qué sentido tendría hablar del valor estético de la música si estuviéramos
condenados a una sordera eterna?
Interés. Otro argumento que mencionan frecuentemente los subjetivistas es que una cosa
adquiere valor en la medida en que se le confiere un interés. Por ejemplo: ¿Dónde radica el valor
de los sellos de correo? ¿hay algo en la calidad del papel o en la belleza del dibujo o en la
impresión que explique el valor que se les da?... Es obvio que sin el interés de los filatélicos los
sellos no tendrían ningún valor. El deseo e interés de coleccionarlos es lo que les ha conferido su
valor. Otro ejemplo: si la gente perdiera interés en la pintura de Rembrandt, sus cuadros
carecerían de valor.
Historicidad de los valores. La relatividad de los valores se debe a su carácter concreto e
histórico; gracias a éste, los valores están condenados a quedar encerrados en la prisión del sujeto;
ya en la antigüedad decía el sofista Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”.
La situación real y la conducta real del hombre demuestran que no es posible una valoración
universal. En cada grupo humano y en cada individuo varía la estimativa hasta lo infinito. En
resumen para el subjetivismo no hay objeto valioso sin sujeto.
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