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Cfr. Revel, Jacques. “Microanálisis y construcción de lo social”. En Entrepasados Nº10, Bs. As.,
1996.
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Zavala, Ana. “Caminar sobre los dos piés. Didáctica, epistemología y práctica de la enseñanza”. En
Praxis educativa N° 2, junio – diciembre de 2006. Universidad Estadual de Ponta Grossa, Brasil. P.
99.
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Por lo tanto, es necesario saber Historia. Pero, ¿qué queremos decir con
esta afirmación? Los conocimientos a los que aludo son los referidos
especialmente a las cuestiones epistemológicas de la disciplina. Permítanme
recurrir a otra especialista para fundamentar esta afirmación. Pilar Maestro dice al
respecto: “Hay que insistir en que una multitud de decisiones de un profesor de
Historia sobre la forma de organizar y entender los contenidos y sobre la forma de
enseñarlos dependen de la concepción que tenga de la Historia, implícita o
explícita. Es decir de la forma en que entienda aspectos tan básicos como la
interpretación, explicación o comprensión de la Historia, el papel de las fuentes y
su relación con el historiador, el tiempo histórico y la idea de evolución, la idea de
causas y efectos, de cambio y continuidad, el papel de los acontecimientos o de
las estructuras, de la función del individuo y de las sociedades, de la objetividad o
de la cientificidad de la Historia...”3
Podríamos concluir que el proceso de la “trasposición” en la enseñanza de
la Historia se parece en algunos aspectos al de las matemáticas pero que, sobre
todo, tiene otras características que son propias y muy distintas al que se opera en
las matemáticas. Estas particularidades son las que hacen improductiva la
aplicación mecánica de las adaptaciones del conocimiento que Chevallard
describe, porque una ciencia exacta como las matemáticas tiene características y
propósitos educativos distintos a una ciencia social como la Historia.
¿Qué podemos hacer, entonces, con lo que se refiere a la didáctica? En mi
opinión, todas estas contradicciones se deben a que no se ha dado en nuestro
país un verdadero debate acerca de las didácticas disciplinares y se suele hablar
indistintamente de “didácticas especiales “ y “específicas” como si fueran
sinónimos, cuando tradicionalmente se ha distinguido con estas denominaciones a
dos grandes orientaciones contrapuestas. Por un lado, bajo la denominación
"spezielle Didaktik" se entendía a la “didáctica especial” como una aplicación
metodológica de los principios didácticos generales a un campo disciplinar. Este
es el concepto que predomina en nuestro país y que, desde mi punto de vista, es
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Maestro González, Pilar. “Conocimiento histórico, enseñanza y formación del profesorado”, en AA.
VV. La formación docente en el Profesorado de Historia. Rosario, Homo Sapiens, 2001.P. 78.
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estéril y produce los problemas que intenté describir. Por el otro, el discurso sobre
la "Fachdidaktik" (o “didáctica específica”) se ocupa de poner de relieve los
principios didácticos propios y específicos de un ámbito del saber. Pedagogos
alemanes como Klafki consideraban a la “didáctica específica” como una materia
autónoma, ubicada entre dos tipos de conocimiento: el científico-general y el
científico-educacional. En nuestro caso, entre la Historia y su enseñanza
considerando a ésta última como un problema particular de la disciplina histórica.
Para cumplir con este propósito tendremos la difícil misión de convencer a los
historiadores, la inmensa mayoría de los cuáles sólo presta atención al rol de
investigador, todavía considerado como más “glamoroso” que la enseñanza. Pero
esto no siempre fue así y no tiene por qué serlo en el futuro. Como dice Jörn
Rüsen, “Para aquellos que están atentos a la historia de la Historia como
disciplina, especialmente en lo referido a su transformación en una actividad
profesionalizada, no debería resultar sorprendente que la didáctica pueda
desempeñar un papel importante en la escritura y la comprensión histórica”4. Esta
última orientación es la que creo adecuada para abordar concretamente los
problemas de la enseñanza.
Por supuesto que con todo lo anterior no propongo desentenderse de las
diferentes teorías de aprendizaje o de las diversas propuestas metodológicas y su
fundamentación teórica. Pero saber Historia para enseñarla, aunque no es una
condición suficiente sí es una condición necesaria, porque como decía Lucien
Febvre, “No hay una pedagogía de la Historia en abstracto. Para saber cómo
enseñar Historia es necesario antes saber qué es la Historia”
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Rüsen, Jörn. “Didatica da História: passado, presente e perspectivas a partir do caso alemao”. En
Praxis educativa N° 2, junio – diciembre de 2006. Universidad Estadual de Ponta Grossa, Brasil. P. 8.