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CAPITULO II

LA RAZÓN VITAL

1. Primer encuentro con el tema

Las ideas fundamentales acerca de la razón vital se pueden descubrir en las obras destacadas de
Ortega y en aquellos temas que para cualquier estudioso de su filosofía le resultan conocidos. El
primer capítulo de Aurora de la razón vital (obra que no escribió) sería aquella publicación del año
1940 titulada Ideas y creencias que se complementaría con su idea de pensamiento y con el
capítulo que titularía Principios de una nueva filología, anunciado en su ensayo sobre Velásquez;
en este escrito señalaba: “En un estudio titulado “Principios de una nueva Filología”, que espero
dar pronto a la estampa, formulo, entre otras, dos leyes de apariencia antagónica que se cumplen
en todo enunciado. Una suena así: “Todo decir es deficiente” –esto es, nunca logramos decir
plenamente lo que nos proponemos decir. La otra ley, de aspecto inverso, declara: “Todo decir es
exuberante” – esto es, que muestra, manifiesta siempre muchas más cosas de las que nos
proponemos e incluso no pocas que queremos silenciar. El cariz contradictorio de ambas
proposiciones desaparece con solo advertir que defecto y demasía van referidas formalmente,
como a un nivel, al decir. Ahora bien, decir es siempre un querer decir tal cosa determinada. Esta
cosa determinada es la que jamás logramos decir con plena sufiencia. Siempre habrá una cierta
inadecuación entre lo que en la mente teníamos y lo que efectivamente decíamos”1 . Para el
filósofo es primordial iniciar tan agudo tema por la vía del lenguaje, ya que es este el que permite
pensar, pero no tan solo esto sino que un modo muy particular de pensar, ya que se trata de un
lenguaje “vital”, nuevo, “primario” y que solo se le entiende como lengua materna, como
pensamiento en lengua castellana.

El primer nivel en el cual el hombre se encuentra es la familia; es allí en donde primariamente el


hombre aprende el ejercicio de recepción y convivencia de las ideas y creencias, formas de vida,
educación, religión, etc. Luego será la escuela, la lectura, el trato y relación social, la formación
religiosa, etc. También encontramos un idioma o “lengua materna”, la cual será el elemento que
formará nuestro propio pensamiento. Para Ortega se piensa siempre en un idioma que es –repito-
la “lengua materna”. Así, nuestro contorno social está determinado fundamentalmente por la
lengua, como lo expresa Cruz: “Desde que venimos al mundo nos encontramos en un contorno
social que actúa sobre nosotros a través fundamentalmente de una lengua dada. En el sentido
estricto, “hablar” es usar de una lengua que está hecha y es recibida desde afuera. “Hablar, pues
(citando a Ortega) es una operación que comienza en dirección de afuera a dentro. Mecánica e
irracionalmente recibida del exterior, es mecánica e irracionalmente de vuelta al exterior, (HG,
259). El hablar implica que la lengua ha sido hecha y por tanto que se pone a disposición del

1
Velásquez, op. Cit.p.493
individuo. El hablar es una función supeditada a la recepción de una lengua dada, al igual que el
sonido del gramófono de lo que ha quedado impresionado en el disco”2

Además esta lengua es algo que tiene absoluta movilidad, no es un hecho, sino una creación
permanente: “La lengua –sigue diciendo Cruz- no es un “hecho”, sino una creación permanente,
en trance siempre de hacerse y deshacerse. Más para conseguir penetrar la realidad del lenguaje
el hacerse de éste, es suficiente reconstruir sus formas anteriores; eso nos daría meras etapas de
una lengua, pero no su hacerse. Ni siquiera es preciso remontarse al pasado para columbrar dicho
devenir, porque si la lengua es “un constante hacerse y deshacerse, esto acontece hoy lo mismo
que ayer” (HG, 284). Para encontrar las condiciones de posibilidad de una lengua, o sea, las raíces
que la engendran, no hay que retroceder en su pasado, sino ahondar en sus causas genéticas”3

La interpretación de la realidad exige un constante diálogo con la circunstancia. Un diálogo


dinámico con el contorno, diálogo e interpretación que no es sólo intelectual, sino que es también
sentimental. Así, en la zona más profunda en donde primariamente aparece a mi conciencia –
anterior a toda interpretación intelectual- y de la cual la interpretación intelectual depende con
respecto a las cosas, es lo que Ortega llama “sentimiento radical respecto a lo que me rodea”.
Esto incluye el paisaje, el contorno de los seres objetivos, etc. Según el filósofo, “la vida” no es
sólo el sujeto que se “siente vivir”, sino “la relación coexistencial y emocional” entre ese sujeto y el
contorno de seres y cosas con que se encuentra en el mundo (también hay un “decir” de las
cosas). Por esto, en el Espectador II, afirma; “Nuestra vida “es” diálogo donde el individuo es sólo
un interlocutor: el otro es el paisaje, lo circunstante. ¿Cómo entender al uno sin el otro? La más
reciente biología comienza a corregir los métodos del siglo XIX en el estudio del fenómeno vital,
buscando la unidad orgánica, no es el cuerpo aislado frente a un medio homogéneo e idéntico

2
Cruz, Juan. Ortega ante el lenguaje, en “Anuario filosófico”, VII, (1975), p.5.
Ortega le otorga fundamental importancia al tema del lenguaje y la lengua ya que para él existe una íntima
relación entre pensamiento y “lengua materna”. Como ejemplo, cito aquella impresión que entregó
Heidegger en su encuentro con el filósofo español en Alemania: “… muy pronto el coloquio se centró en la
relación entre el pensamiento y la lengua materna. Los rasgos de Ortega se iluminaron súbitamente; se
encontraba en sus dominios y por los ejemplos lingüísticos que puso, adiviné cuán intensa e
inmediatamente pensaba desde su lengua materna” Heidegger, Martín. Encuentros con Ortega y Gasset, en
“Clavileño”, VII, 39 (1956) p.1
Acerca del tema de la lengua materna, cfr., En torno a Galileo, O.C.T.V. p. 25; El hombre y la gente, T. VII,
pp.233 ss; Garagorri, P., Ortega. Una reforma de la filosofía, Madrid 1958, pp. 76-77; Gaos, José,
Pensamiento en lengua española, México, 1945; Maldonado de Guevara, F., El lenguaje de Ortega y Gasset,
en “Revista de filosofía”, 60-1, pp. 125 ss.
3
Cruz, J. Ortega ante el lenguaje, art. Cit., p.75. Pero, la lengua no es en absoluto cambio, como podría
pensar un relativista, sino que en ella permanecen –en su raíz- un conjunto de estructuras mentales, como
las creencias (tema fundamental en esta filosofía) Así, en este cambio, no están implicadas las creencias que
se transmiten de generación en generación como principios firmes y permanentes.
para todos, sino en el todo funcional que constituye cada cuerpo y su medio… El paisaje (contorno,
circunstancia) es la otra mitad de nuestro ser”4.

El lenguaje en Ortega alcanza niveles de razón etimológica. El hombre es un animal etimológico.


El modo fundamental que tiene el pensamiento de conocer es la metáfora que permite apartarse
del sistema categorial del racionalismo y de este modo capturar aquellas realidades que son
indómitas para cualquier modo de pensamiento. La metáfora es “la potencia más fértil que el
hombre posee”5, “ un instrumento mental imprescindible, es una forma del pensamiento
científico”6. El pensar metafórico es decisivo ya que no son meros elementos decorativos del
lenguaje, sino que tienen la prodigiosa capacidad de crear imágenes con sentido, abrir mundos,
entender la vida como cambio constante y permanente mudanza. Y, para explicar lo que es la
metáfora, metafóriza sobre la propia metáfora cuando la llama “la célula bella”7. Este lenguaje
metafórico es el mejor camino para emprender la marcha hacia ese proyecto fundamental de la
filosofía orteguiana denominada la razón vital.

La razón vital se arraiga en la vida humana mediante una fe. De la vida humana brota el deseo de
saber, la búsqueda de claridad, de verdad que constituye la misión de claridad del hombre sobre la
tierra. Esta misión brota de lo profundo y abismático de la vida humana que es una realidad
extraña y radical, de tal manera que, como realidad extraña, extranjera, ajena a este mundo sufre
de ostracismo, de destierro que da origen a la conciencia cuya exaltación8 es ese extrañamiento,
ese no tener una naturaleza dada y por tanto que tiene que “hacerse” su propia vida, de acuerdo a
su vocación, deseo, voluntad de aventura en una circunstancia única e ineludible. La vida humana
tiene un contenido que es nuestra historia personal y colectiva, de allí que la razón vital sea
constitutivamente razón histórica y, por el hecho de que el ingrediente fundamental de la vida
humana sea un yo que se está “haciendo” siempre hacia futuro, la razón vital-histórica es también
razón proyectiva.

El primer elemento que encontramos en la razón vital es el intelecto.

4
O.C., T. II, p.149
5
O.C.T. III, p.372
6
O.C.,T.II, p.379
7
O.C., T. VI, p. 257
8
En torno al tema de la “exaltación” de la conciencia en la historia cfr. Scheler, Max, La idea del hombre y la
historia, Editorial Pléyade, Buenos Aires, 1986
1. El intelecto

Por el hecho de vivir en el mundo, el hombre tiene que interpretar la realidad y en esas
interpretaciones que va logrando, va “haciendo” su vida. Este ocuparse de las cosas que le
rodean, va produciendo en el hombre una dependencia; de allí también, el carácter propio
y personal que cada individuo adquiere del lugar y el paisaje en donde le ha correspondido
vivir. La vida es esencialmente diálogo con el contorno, es preguntarse por las cosas
interpretándolas. De este modo, la vida se relaciona con esa realidad que no es la vida
humana y es allí en donde traza su programa o plan vital de su existencia (pero esa
realidad no son sólo las cosas, sino que es, además, el mundo social, histórico y
generacional). El hombre es el explorador que para desarrollar su tarea debe pensar; por
esto, Ortega dice que el hombre habita en dos mundos: el exterior, que son las cosas y el
interior que es su propia intimidad, el mundo del pensamiento, mediante esa cualidad que
tiene éste y que el filósofo ha denominado: “ensimismamiento”. Precisamente por esto,
el hombre se diferencia del animal ya que este último está constantemente “alterado”9. Y
como el hombre posee esta característica del ensimismamiento, puede trazarse un
proyecto vital –considerando su circunstancia-, para poder vivir en el mundo (ya que no
tiene una constitución dada para adaptarse a la naturaleza, a diferencia del animal que
posee un sistema de instintos que le permiten adaptarse al mundo que le rodea).

Esta situación, lleva al hombre a tener que autofabricarse un mundo “artificial” en donde
poder vivir, ya que al perder su instinto en el entretejido subjetivo de su vida con el
mundo, viene a enfrentarse a una realidad que le resulta extraña y que tiene que
interpretar. De esta forma, para Ortega la filosofía es una necesidad primaria, no en el
sentido biológico: “Pero la necesidad de lo útil es sólo relativa, relativa a su fin. La
verdadera necesidad es la que el ser siente de ser lo que es –el ave al volar, el pez de
bogar y el intelecto de filosofar. Esta necesidad de ejercitar la función o acto que somos
es la más elevada, la más esencial”10. El hombre, desde sus orígenes ha estado “alterado”
y luchando por “ensimismarse”11; y, después de mucho esfuerzo ha ido interpretando la
realidad y la vida, gracias a su aparato intelectual. Pero esta interpretación que el hombre
fue una filosofía, en el sentido griego, o sea una “interpretación perceptivo-conceptual del
mundo”, sino una creencia social, que algunas veces fue realizada en base a una
representación y otras… en forma de danza. Por esto, Ortega le dice a Heidegger: “que
para los negros de África filosofar es bailar y no preguntarse por el ser”12.

Esto lo señala Ortega para explicar que el pensamiento del hombre, “antes de la
interpretación perceptivo-conceptual, que le creó la posibilidad de la filosofía, los hombres

9
Cfr. Ensimismamiento y Alteración, O.C., T.V., pp. 289 y ss.
10
¿Qué es Filosofía?, op. Cit. P.330
11
Cfr. Ensimismamiento y alteración, op. Cit., p.289
12
La idea de principio en Leibniz. O.C.T.VII, pp. 271-292 en relación a las críticas de Ortega e Heidegger, cfr.
Además, algrave, J.H., La Filosofía de Ortega y Gasset, Madrid, 1965, pp. 240-244
empleaban durante muchos centenares de miles de años otros métodos”, como por
ejemplo, el emotivo-imaginativo y mitológico y, anteriormente, el método visionario que
conservan todavía los chamanes. El filosofar se origina cuando una sociedad logra un
contacto con el pensamiento de otros pueblos y que la pregunta por la verdad surge
cuando ha caído en la duda; esto es, cuando se ha quebrado el sistema de creencias en el
cual estaba instalada.

La filosofía nace y renace cuando en el hombre se produce el quiebre de su sistema de


creencias y su perspectiva del mundo cambia, como ocurrió en Grecia, cuando el mito no
fue suficiente para explicar la realidad. Surge así la filosofía como una “nueva vía” o
método. La filosofía se torna necesaria para el hombre, no para alcanzar un fin utilitario,
sino para el desarrollo del pensamiento y “descubrir la verdad” de las cosas. Además, para
interpretar la realidad que le rodea y para que su vida se espiritualice; como ha dicho al
grave, “ese desarrollo del ser humano conlleva, sin embargo, que las necesidades vitales
del hombre se van espiritualizando cada vez más, es decir, trascienden lo corpóreo-
biológico y se orienta hacia “la vida espiritual”. “Vida” y “Biología” son conceptos
análogos”13. Estas ideas que se establecen entre vida humana y vida biológica deben
tenerse presentes, ya que la confusión que se ha hecho de ambas ha producido una
comprensión distinta a la que el filósofo madrileño quiso darle. La vida humana es “bios”,
biografía, no es biología (zoo).

La realidad tiene diversas vertientes; por eso nunca se termina de conocer una cosa. Pero
este intento de conocer el mundo no es un pasivo ver, ya que si esto ocurriese el mundo
quedaría reducido a un caos de puntos luminosos; y como eso no es el mundo, si sólo se
viera eso, “no habría mundo” (en el sentido de cómo se le ha entendido hasta ahora). Se
trata de ver las vertientes de la realidad, interpretándolas, “El único ver humano –dice
Marías- “real”, el ver activo o mirar, es interpretación, y por eso hay mundo. No hay
interpretación sin visión, ni visión sin interpretación. La “percepción” es “interpretación” y
la “interpretación” es perceptiva. Por eso lo que llamamos “cosas” son “interpretaciones”
–se entiende- de la “realidad”14.

A este nivel, podemos decir que, paso a paso, la vida humana –que es una perspectiva- va
cobrando mayor importancia, ya que se constituye en la realidad fundamental, en la base
de las demás realidades, esto es, en la “realidad radical”.

Ortega insiste en decir que la realidad hay que “descubrirla” “desvelarla”, etc., ya que
ésta, aparece oculta al hombre, y de ahí su carácter enigmático. Pero este
“desvelamiento” y “descubrimiento” nos lleva directamente a la idea de verdad

13
Ibid., p.245
14
Marías, J. Ortega, Circunstancia y vocación, op. Cit. P.554
desarrollada tempranamente en sus escritos. Si vemos su obra Meditaciones del Quijote
encontramos el siguiente enunciado:

“Esa pura iluminación subitánea que caracteriza a la verdad tiene ésta sólo en el instante
de su descubrimiento. Por eso el nombre griego alétheia –significó originariamente lo
mismo que después la palabra apocalipsis, es decir, descubrimiento, revelación,
propiamente desvelación, quitar de un velo o cubridor. Quien quiera enseñarnos una
verdad, que nos sitúe de modo que la descubramos nosotros”15.

Esta idea acerca de la verdad –dentro de la filosofía de Ortega-, caracterizada como “pura
iluminación subitánea”, está íntimamente ligada a la noción de claridad que tiene el
hombre acerca de las cosas, por esto, en un capítulo más delante de sus Meditaciones…,
titulado precisamente. “La luz como imperativo”, hace notar que el hombre lleva dentro
de sí una misión de claridad, de verdad. Esta misión es en el mundo en el cual el hombre
está inserto. De esta forma lo explica: “… el hombre tiene una misión de claridad sobre la
tierra. Esta misión no le ha sido revelada por un Dios ni le es impuesta desde afuera por
nadie ni nada. La lleva dentro de sí, es la raíz misma de su constitución”.

De la idea de verdad del pensador madrileño surge un sugerente modelo de ideas


capitales que perfectamente se van relacionando y nos permite una dimensión intelectual
renovadora y rica en posibilidades; ideas como perspectiva, conexión, latencia y patencia,
profundidad y superficie, interpretación de la realidad, escorzo y cuyo fin es llegar al
sentido de la verdad como alétheia, como “desvelamiento” o “desocultar”. Pero esto no
es todo, ya que es la verdad la que permite al hombre coincidir consigo mismo, esto es:
“La verdad de la coincidencia del hombre consigo mismo”; que es, encajar en sí mismo,
encontrarse a sí mismo. Cuando esto no sucede, cuando soy lanzado a la circunstancia y
me pierdo en ella, acontece la situación de “naufragio” del hombre: “Al vivir –dice Ortega-
, he sido lanzado a la circunstancia, al enjambre caótico y punzante de las cosas: en ellas
me pierdo, pero me pierdo no porque sean muchas y difíciles e ingratas, sino porque ellas
me sacan de mí, me hacen otro (“alter”), me alteran y me confunden, y me pierdo de vista
de mí mismo. Ya no sé qué es lo que de verdad quiero o no quiero, siento o no siento,
creo o no creo. Me pierdo en las cosas porque “me” pierdo a mí.

La solución, la salvación es encontrarse, volver a coincidir consigo, estar bien en claro


sobre cuál es mi sincera actitud: sabia o erudita, positiva o negativa. Lo que importa es
que el hombre piense en cada caso lo que efectivamente piense”16.

La inteligencia como constituyente fundamental de la razón vital es capacidad de elección


–para ello el hombre es libertad-, porque etimológicamente la palabra inteligencia es in-t-

15
Meditaciones del Quijote, O.C.T. I, p.349
16
En torno a Galileo, op.cit.,p.86
elegans, de ahí elegans, elegante; el elegante es el que sabe elegir bien. Pero no podría
funcionar la inteligencia sin el “fantasear” que es el otro constituyente esencial de este
modo de pensar.

La inteligencia conjuntamente con el “fantasear” y la memoria constituyen el fundamento


de la razón vital, por eso el siguiente paso para constituir este paradigma es analizar la
idea del pensar “fantasear”.

2. Pensar “Fantasear”

Para el filósofo madrileño el pensar está muy cercano a la función del “fantasear”17. Esta sería una
de las características del hombre. En esta filosofía raciovitalista hay que señalar que no es
acertado definir al hombre como “animal racional”, en el sentido que para él, racionalidad se ha
entendido siempre como la capacidad mínima que posee el hombre para reflexionar. En cambio,
entiende la racionalidad como la capacidad plena de reflexionar. En el pensamiento orteguiano el
hombre ha sido más bien un “animal pensante”; y en el transcurso de la historia, después de
grandes esfuerzos, ha logrado que su pensamiento mítico, fantástico, llegue a descubrir los
principios y categorías que le dan el título de “racional”.

La fantasía del hombre segrega una pluralidad de “mundos” interiores”: poesía, “experiencia de la
vida”, etc. En el transcurso de la historia, el hombre ha “fantaseado” de distintos modos acerca de
la realidad; ha habido épocas en que la poesía le parecía lo más cercano a la realidad; esto sucedió
en la Grecia de Homero18. También existieron períodos en que la realidad era vista desde la
perspectiva religiosa y luego desde el punto de vista de las ciencias, etc.19 Para ortega, lo que
determina el pensamiento es su finalidad. “Pensamiento es cuanto hacemos –“sea ello lo que
sea”- para salir de la duda en que hemos caído y llegar de nuevo a estar en lo cierto”20. El
pensamiento. Por ejemplo, la interpretación del mundo primitivo es la magia, que no es
explicativa, sino que es práctica. Ha existido luego un pensamiento mítico, etc.21. El mito, en el
momento de su gestación, no es una “creencia” en la cual se está, sino que es algo que el hombre
inventa para solucionar el problema de una duda práctica que se le presenta, enfrentarse a un
acontecimiento hasta ese momento sin explicación22. Entre los modos de pensar existentes,
Ortega distingue el mítico, poético, religioso, filosófico, etc. Estos tipos de pensar son un
“quehacer” histórico; y en dicho desarrollo histórico se han ido configurando hasta llegar a una
plenitud que se ha denominado razón. Para que surgiera el pensamiento filosófico ha sido

17
Cfr. La idea de principio en Leibniz, O.C., T. VIII, p.353
18
Cfr. Ibid., op. 381
19
Cfr. Ideas y creencias, O.C., T.V., p.530
20
Apuntes sobre el pensamiento, O.C., T.V, p.530
21
Cfr. La idea de principio en Leibniz, op. Cit., pp.382 s.
22
Cfr. Gaete, A., El sistema maduro de Ortega, Editorial Compañía General Fabril, Buenos Aires, 1962, página
92
necesario que hayan acontecido dos cosas; por una parte, que el hombre deje de estar en las
“creencias” que le sostenían hasta determinadas fechas y se instale en una nueva “creencia” que
ha venido a sacarle de la perplejidad en que ha caído; esta nueva creencia ha sido la razón. A
partir de ahora cree en la razón y siente la necesidad de justificar sus “creencias” anteriores, las
cuales pasan a ser simples ideas23. El hombre cree en la razón como capacidad de conocimiento,
pero no en sus productos24, siendo éstos los que sustituyen las viejas explicaciones de la realidad.
Cuando el hombre cree en la razón, se le presenta como una nueva “vía”, o método para llegar a la
verdad. Por ese camino de ideas de la razón el hombre pudo acercarse al enigma de la realidad25.
El filósofo ante la realidad actúa de un modo semejante al científico. “En este juego de descifrar
enigmas, el filósofo crea una figura del Universo; como el poeta, como el pintor, como el
fantasmágora”26. La filosofía está constituida por un sistema de ideas que, como la física, trata de
descubrir el enigma de la realidad. Pero nada le asegura que logre lo que se propone; en todo
caso, el hombre lo vuelve a intentar en cada período histórico ya que en cada momento para
poder actuar necesita saber a qué atenerse acerca de la realidad. Cuando el hombre busca la
salida que le llevará a una realidad nueva, recurre a la razón y la necesidad de ejecutarla.
“Mientras no haya otra forma nueva y superior, mientras no descubra el hombre la ultra filosofía,
aun siendo un perpetuo fracaso, habrá quiérase o no, que renovar sin pausa su empeño y será
forzoso reconocerla como un ensayo necesariamente perpetuo y perpetuamente necesario”27.

Para Ortega el pensamiento es una función de la vida humana, y ésta función está exigida por la
estructura misma de ésta. “El hombre no es un ente pensante, en el sentido de que goce de la
capacidad de pensar y la use naturalmente –comenta Marías-, sino sólo en el sentido de que no
puede vivir más que pensando, de que “para vivir tiene que pensar”, y esto le acontece así porque
se encuentra en una circunstancia, náufrago en ella, sinhaber sido consultado, en una vida, pues,
que le es dada, pero no le es dada hecha, sino que tiene que hacerla en vista de la situación
concreta en que se halla. A la idea naturalista del pensamiento como mecanismo que el hombre
posee, es decir, como un “hecho” bruto, en cuanto tal incomprensible, sustituye Ortega la idea del
pensamiento como un hacer del hombre, definido por un “por qué” y un “para qué” derivado de la
vida, radicado en ella y por tanto comprensible, porque es la vida la que así “da razón” de eso que
llamamos pensar y el pensamiento aparece desde este punto de vista no solo como un hacer, sino
como una necesidad vital, como algo que el hombre tiene que hacer: como un “quehacer”
inexorable, al que el hombre tiene que dedicarse, quiera o no, le guste o no, pueda o no, para ser
hombre”28.

23
Cfr. La idea de principio en Leibniz, op. Cit., p.323.
24
Cfr. Ideas y creencias, op. Cit., pp. 390-391
25
Cfr. La idea de principio de Leibniz, op. Cit., pp.323-349.
26
Ibid., p.388
27
Ibid, pp. 387-388
28
Marías, J. La Escuela de Madrid, op. Cit. P. 352
3. Pensar “Racionalista” y Pensar “Vital”

El pensamiento tiene una trayectoria histórica, en dicha trayectoria ha ido adquiriendo


características, tales como los principios, categorías, las “leyes lógicas” y las “leyes psicológicas”.
Estas estructuras, según Ortega, han ido formando “masas” que ha ido ocultando el pensamiento.
Es lo que el filósofo llama “las ocultaciones del pensamiento”. Este hecho se evidenciaría cuando
se plantea la pregunta acerca del pensamiento “mismo”. Este ha quedado “tapado” por todo “lo
que tiene que ver” con éste; pero que no es el pensamiento. “Cuando nos lanzamos a buscar allí,
donde parezca estar, el ser del Pensamiento, esto es, el Pensamiento en lo que tiene de
auténticamente tal, nos encontramos cercados, solicitados, apremiados por un tropel ingente y
tupido de cosas que se nos presenta como siendo el Pensamiento, pero no lo es en verdad.

La aventura no es peculiar a este caso, sino que es esencial y permanente. Cuando buscamos el
ser de algo o su verdad, esto es, la cosa misma y auténtica de que trata, lo primero que hayamos
siempre son sus ocultaciones, sus máscaras. Ya lo advirtió Heráclito: “La realidad se complace en
ocultarse” (Fragmento 123: Physis Khryptsthai philei). El universo es por lo pronto, un constante
carnaval. Máscaras nos rodean. Los árboles no dejan ver el bosque, la fronda no deja ver el árbol
y así sucesivamente. El ser, la cosa misma, es por esencia lo oculto, lo encubierto”. “El fenómeno
de la ocultación no es complicado. Consiste sencillamente en que el ser de la cosa o, lo que es
igual, la cosa misma, la cosa en su “mismidad” queda tapada por todo lo que tiene que ver con
ella, pero no es ella. Y nosotros en el itinerario de nuestra mente hacia la “cosa misma”
comenzamos por tomar “lo que tiene que ver con ella como si fuera ella”29.

¿Cuáles son estas ocultaciones? El pensamiento queda oculto, de momento, por el psicologismo,
que confunde el pensamiento con las funciones psíquicas que el hombre ocupa cuando piensa,
aun cuando, se debe decir que sin esas funciones no se podría penar. Pero para el filósofo
madrileño, estos son meros mecanismos del pensar. Otra ocultación la constituye las leyes de la
lógica, la cual consiste en una esquematización. “La lógica suplanta la infinita morfología del
Pensamiento por una sola de sus formas: el pensamiento “lógico”, es decir, el pensamiento en que
se dan ciertos caracteres –ser idéntico a sí mismo, evitar la contradicción y excluir un tercer
término entre lo “verdadero” y lo “falso”30. En el logicismo, ve un grave problema para el
desarrollo del pensamiento y que este fenómeno ha hecho problemático el propio pensamiento
lógico31. Lo que acontece es que la idea de pensamiento orteguiano intenta abrir un amplio
horizonte de posibilidades y no quiere quedarse en el nivel de las estructuras de la lógica, la cual
no rechaza, sino que la considera como un método de conocimiento, uno de los modos de
acercarse a la realidad. Todo este planteamiento es para que en el pensar se admitan también la

29
Apuntes sobre el pensamiento, O.C., T.V., p. 521
30
Ibid., p.527
31
Cfr. Marías, J., La Escuela de Madrid, op. Cit., p.353
poesía, el “fantasear”, el mundo de la imaginación32. En este horizonte intelectual, postulado en
su doctrina de la razón vital, se representaría como una vía abierta hacia el futuro33. Desde esta
perspectiva, el ámbito cerrado que se intenta superar es el de la razón pura. Por este motivo, en
1924, en sus reflexiones acerca del Centenario de Kant, decía: “Con gran esfuerzo me he evadido
de la prisión Kantiana y he escapado a su influjo atmosférico… De la magnífica prisión kantiana
sólo es posible evadirse ingiriéndola. Es preciso ser kantiano hasta el fondo de sí mismo, y luego,
por digestión, renacer a un nuevo espíritu”34. Después de hacer abandono de este lugar de
reclusión, Ortega quiere desarrollar un pensamiento de los espacios amplios, de la sociedad, del
paisaje, del hombre en una circunstancia, lo cual se opone al subjetivismo kantiano. “Llamo
subjetivismo al destino misterioso en virtud de lo cual un sujeto, lo primero y más evidente que
halla en el mundo es a sí mismo. Todo ulterior ensayo de salir afuera, de alcanzar el ser
transubjetivo, las cosas, los otros hombres, será un trágico forcejeo…

La “Crítica de la Razón Pura” es la historia gloriosa de esta lucha. Un yo solitario pugna por lograr
la compañía de un mundo y de otros YO- pero no encuentra otro medio de lograrlo que crearlo
dentro de sí35.

En la idea de pensamiento se incluyen la sociedad, el mundo, la realidad, no como creación


interna, sino como algo con lo cual el sujeto tiene que contar, es el “yo soy yo y mi circunstancia”.
Este pensamiento de la poesía, del “fantasear”, ¿por qué orden se regirá? Ortega dice que el
pensamiento está formado por “masas de pensamientos” que obedecen a un orden que cada cual
pone, mediante la meditación. “En la meditación, nos vamos abriendo camino entre masas de
pensamientos, separamos unos de otros los conceptos, hacemos penetrar nuestra mirada por el
imperceptible intersticio que queda entre lo más próximos, y una vez puestos cada uno en su lugar
dejamos tendidos resortes ideales que les impiden confundirse de nuevo. Así, podemos ir y venir
a nuestro saber por los paisajes de las ideas que nos presentan claros y radiantes sus perfiles”36.
Este orden que se pone al pensamiento, es lo que se podría calificar como “orden vital” (“Es que tú
tienes el orden geométrico y yo tengo el orden vital”- solía decir Ortega a su hija Soledad- acerca
del orden personal de sus cosas)37.

En la filosofía orteguiana se ve un gran afán por redescubrir nuevas realidades del pensamiento,
de intentar encontrar una nueva visión de esa realidad tan escurridiza que es la vida humana; ¿lo

32
Cfr. Apuntes sobre el pensamiento, op. Cit., pp. 527 ss.
33
Cfr. Marías, J., La Escuela de Madrid, op. Cit., p.368
34
Reflexiones de un Centenario, O.C., T.IV, pp.25 s.
35
Ibid., p.35
36
O.C. T.I, pp. 340-341
37
Ortega Sportorno, Soledad, José Ortega y Gasset: Imágenes de una vida, Madrid, 1983, p. 38
logró? Sin duda, que el propósito del pensador madrileño al no concluir una obra patente y formal
se quedó en un propósito, en un proyecto que existe en forma latente en lo profundo de su
pensamiento vital. Su idea es que la razón no es una dote, que ni la tiene todavía totalmente el
hombre y que con gran esfuerzo se ha ido forjando a sí mismo un comienzo de racionalidad38.
Esto se enfrenta con la problemática de que como se puede entender esta idea acerca de la razón
la cual se ha ido logrando y construyendo a sí misma, si el hombre no posee la debida potencia
racional. A través de la obra de Ortega se ven constantes análisis acerca de la razón, como es el
caso de sus ensayos: La bronca en la física, La idea de principio en Leibniz, etc. Su actitud hacia el
racionalismo es de constante crítica, pero en su pensamiento, permanece en forma latente formas
de la lógica tradicional. “Efectivamente –dice Fernández de la Mora-, al contrario de lo que se
debía esperar, la simple lectura de la obra orteguiana lleva a la conclusión de que su lógica tácita
es la tradicional, y sus modos de conceptuación favoritos la intuición y la inducción, es decir, los
que a su juicio, constituyen precisamente, el talón de Aquiles del esquema clásico”39. Esto
confirmaría que Ortega no abandonó la razón tradicional en la concepción de este nuevo tipo de
pensar que quería inaugurar con el nombre de raciovitalismo.

Cuando Ortega dice desde el punto de vista histórico que el hombre no ha usado plenamente la
razón, quiere indicar que en la época del pensar mítico el hombre tiene una visión del mundo
desde el punto de vista del mito y no ha descubierto los principios y categorías que caracterizan el
pensar lógico; en otros términos, el primitivo hace uso de ellos sin darse cuenta. “Para el negro
africano filosofar es bailar. Entre los amerindios del Norte la cosa es aún más estricta, porque en
ellos las danzas que son también sociales, provienen de invención individual obtenida en los
sueños, y los sueños son el “modo de pensar” metafísico de los primitivos. Pues conviene recordar
que antes que del “modo de pensar” perceptivo-conceptual que hizo posible a la filosofía usaron
los hombres de otros muy distintos durante centenares de miles de años. Antes, en efecto,
predominó en la humanidad del “modo de pensar” emotivo-imaginista o mitológico, y aún antes,
decenas de milenios antes, el “modo de pensar” visionario que conservan hoy en gran parte estos
amerindios y los pueblos chamanistas del Norte de Asia”40. De este modo alude al “predominio”
de estos modos primitivos de pensamiento alguno de los cuales persisten hoy en algunos puntos
geográficos de nuestro planeta). Después de muchos años de esfuerzo el hombre inventó el modo
de pensar racional. Pero se debe tener cuidado con este término técnico de su pensamiento:
inventar para el filósofo español es descubrir, “quitar los velos o cubridor”, que tapaba una
realidad que estaba ahí antes que se la descubriera. Esto se relaciona con su idea de verdad y con
el “auténtico” quehacer del hombre. Lo que ocurría con el hombre primitivo, era que no tenía
conocimiento o ciencia de los principios que rigen el pensamiento, sino que simplemente “vivía”
con ellos, o recurría a otras formas más simples de entender la realidad; a través del

38
Cfr. O.C., T.V., pp.493-494
39
Fernández de la Mora, G., Ortega y el 98, op. Cit. P.205
40
La idea de principio en Leibniz, op. Cit. P. 382
conocimiento sensible, los sueños, etc. Con el advenimiento de la filosofía, se “desvela” un nuevo
tipo de pensar, el pensamiento racional, el cual viene a suplantar la antigua creencia en los mitos.

Quiero dejar establecido que es ésta una interpretación que hacemos del pensamiento
orteguiano, ya que en ninguna parte de su obra alude en forma directa a esta problemática. En
todo caso, existen escritos suyos en los que se evidencian estos planteamientos. En El hombre y
la gente dice que la forma más primaria del pensamiento es la acción, pero una acción precedida
por un pensamiento y por una contemplación, “no vivimos para pensar” sino que pensamos para
lograr subsistir o pervivir”. Véase cómo eso de atribuir al hombre el pensamiento (pleno) como
una cualidad ingénita –que, al pronto, parece un homenaje y hasta una adulación a su especie-, es,
en rigor, una injusticia. Porque no hay tal don ni tan obsequio, sino que es una penosa fabricación
y una conquista, como toda conquista –sea de una ciudad, sea de una mujer-, siempre inestable y
juidiza.

Era necesaria esta advertencia sobre el pensamiento para ayudar a comprender mi enunciado
anterior, según el cual el hombre es “primaria y fundamentalmente acción”; y, “acción” no es
cualquier andar a golpes con las cosas en torno, o con los otros hombres: eso es infrahumano, eso
es “alteración” (lo propio de los animales). La “acción” es actuar sobre el contorno de las cosas
materiales o de los otros hombres conforme a un plan preconcebido en una previa contemplación
o pensamiento. No hay, pues, acción auténtica si no hay pensamiento, y no hay auténtico
pensamiento, si éste no va debidamente referido a la acción y virilizado por su relación con ésta.

Pero esa relación –que es la efectiva- entre acción y contemplación ha sido desconocida
pertinazmente. Cuando los griegos descubrieron que el hombre pensaba, que existía en el
universo esa extraña realidad que es el pensamiento (hasta entonces los hombres no habían
pensado, o como el bourgeois gentilhomme, lo habían hecho sin saberlo), sintieron tal
entusiasmo por las gracias de las ideas, que atribuyeron a la inteligencia, el logos, el rango
supremo en el orbe”41.

En su idea de pensamiento, Ortega insiste en la parte creativa de éste, en la imaginación; y en la


fantasía, ya que en este ámbito se crean los argumentos del proyecto o programa del yo, de la vida
humana. En este sentido, cree encontrar en la poesía la respuesta adecuada a sus nuevos
postulados. “Hace mucho tiempo que sostengo en mis escrituras que la poesía es un modo de
conocimiento, o dicho con otras palabras, que lo dicho por la poesía es verdad. La diferencia entre
la verdad poética y la científica se origina en caracteres secundarios; secundarios en comparación

41
El hombre y la gente, O.C., T.VII, p. 92 (Los dos primeros paréntesis y los destacados son míos)
con el hecho que tanto una como la otra dicen cosas que son verdad, esto es, que los hay efectiva
y realmente en el mundo de que hablan”42. ¿Qué es ese mundo poético que aquí se anuncia? “El
mundo poético, representa el grado extremo de lo fantástico y, en comparación con él, el de la
ciencia nos parece estar más cerca del real. Perfectamente, pero, si el mundo de las ciencias nos
parece casi real “comparado” con el poético, no olvidemos que también es fantástico y que,
“comparado con la realidad”, no es sino fantasmagoría. Pero esta doble advertencia nos permite
observar que esos varios “mundos interiores” son encajados por nosotros dentro del mundo real o
exterior, formando una gigantesca articulación”43. El pensador madrileño quiere dejar establecido
que eso que se conoce como ciencia formada por leyes rígidas y rigurosas, que explica tan
claramente lo real, fue “primariamente” fantasía, imaginación del hombre y que tenía el mismo
rango que el pensar poético; luego esta fantasía del hombre, al ajustarse con la realidad, pasó a
ser “fantasía exacta” o realidad científica. “Lo que se llama pensamiento científico no es sino
fantasía exacta”44. El científico es, entonces, el poeta de las fantasías exactas.

El mundo creativo del hombre es amplio y complejo y en este ámbito se va creando un edificio de
fantasías organizadas que permiten al ser humano habérselas con las cosas. Las sensaciones se
precipitan en imágenes que son recuerdos de aquellas, por tanto imágenes memoriosas; pero con
éstas imágenes memoriosas, tomadas como materia, la vida humana recurre a las ideas del
pasado y de “su” tiempo para realizar este proyecto vital. Estas ideas cuando se transforman en
verdaderas estructuras que sostienen nuestra vida, estamos en lo que es la razón vital son las
“ideas” y “creencias” que sin lugar a dudas en esta filosofía constituyen una de las estructuras
fundamentales de la razón vital.

4. Las “ideas” y “creencias”

Dentro de la trayectoria orteguiana este tema tiene su génesis en los escritos en donde habla de
ese sistema de convicciones últimas y razonables (creencias), que forman, al mismo tiempo un
“sistema de intereses”45 y de actitudes primarias 46, constituyéndose en la “raíz última” de nuestra
vida47 formando el último estrato de nuestro “suelo y subsuelo espiritual”48, etc.

42
El hombre y la gente, op. Cit. P. 132
43
Ideas y creencias, op. Cit. P. 402
44
Ibidem
45
Corazón y cabeza, O.C., T. VI, p. 151 (1927)
46
Cfr. Estudios sobre el amor, O.C., T.B.p. 603
47
Cfr. España invertebrada, O.C., T. III, p. 125
48
Larraín, H., La génesis del pensamiento de Ortega, op. Cit., pp.218
Más tarde, en el desarrollo de su pensamiento, encontramos que “El hombre está siempre en
alguna creencia y vive entre las cosas “desde” ella, conforme a ella”49. Las “creencias” son
aquellas estructuras fundamentales de la realidad en las cuales ésta se nos presente en forma de
aquello con lo cual se cuenta, “el hombre tenga que estar siempre en una creencia y que la
estructura de su vida dependa primordialmente de la creencia en que está y que los cambios más
decisivos en la humanidad sean los cambios de creencias, la intensificación o debilitación de las
creencias”50.

Existe una relación y combinación entre “ideas” y “creencias”. De entrada, existen dos tipos
distintos de “ideas”. Por una parte, están los pensamientos que se nos ocurren a nosotros lo que
permite al “hombre construir imágenes “originales”, nuevas y, en el sentido fuerte de la palabra,
fantásticas. Merced a la fantasía –y conste que ésta no consiste sino en “sensaciones liberadas”-
puede el hombre fabricarse frente al tejido de las cosas sensibles en que está prisionero un mundo
de cosas fantásticas; o dicho de otro modo: un edificio de fantasías organizadas en fantástico
mundo”51. Esta capacidad creativa del hombre, la imaginación, es la que el pensador madrileño
trata de salvar. Por tal motivo, no quiere que se confunda todo el pensar con las leyes
psicológicas, ni con las leyes lógicas (se plantea, en este sentido, el problema de la conciencia y los
mecanismos de la conciencia; ser real y ser ejecutivo)52.

El hombre es libre para fantasear; mediante esta condición – aun cuando está forzado a una
realidad determinada- puede evadirse de ella, actitud propia del poeta. El hombre es una poeta a
quien se da un pie forzado; esta forzosidad es impuesta por la circunstancia. Mediante su
imaginación crea un programa o proyecto vital sacando de su pasado histórico los argumentos
necesarios que le permitirán construir tal o cual tejido imaginativo, o bien los tomamos de la
sociedad y cultura en la cual estamos insertos. Estas ideas surgen un buen día y pueden ser de los
temas y cuestiones más variables y son fruto de nuestra personal actividad, son pensadas por
nosotros con una conciencia clara y precisa. Estas ideas son relativas a contenidos particulares de
nuestra vida, son ideas que “poseemos”. Estas ideas-ocurrencias es lo que llama “simples ideas”
sin más, que son distintas de esas otras ideas básicas en las cuales “estamos instalados” y que se
llaman “creencias”. Las simples ideas se organizan en un “repertorio de ideas” sobre una realidad
particular53. El origen de una idea se encuentra en la “ocurrencia” o bien, como lo he indicado, en
la sociedad. “Hay ideas que el hombre tiene, que piensa, que inventa, que se le ocurren: las ideas-
ocurrencias. Y hay otras ideas que lejos de ocurrírsele a este hombre, a este época, se las
encuentra ahí; por tanto, fuera mejor decir que se encuentra en ellas, que no las ve como ideas

49
En torno a Galileo, op. Cit. P. 124
50
Historia como sistema, op. Cit., pp.13 s.
51
La idea de principio en Libniz, op. Cit., p. 160
52
Acerca de este tema, cfr. Palacios, Leopoldo Eulogio, Filosofía del saber, Madrid, 1974, pp. 262-303
53
Cfr. El Espectador VIII, O.C., T. II, p.672
suyas, sino al contrario, como siendo la realidad misma. Son ideas que no se le ocurren a uno, sino
al revés, ideas en que se cree: las ideas-creencias. Se refieren a las órdenes más diferentes del
Universo –no se entienda por creencias solo las religiosas-. Lo esencial en ellas es que tienen para
nosotros el carácter de realidades y no de meros pensamientos, por “científicas” que estas
sean”54.

Con las “creencias” el hombre posee las interpretaciones fundamentales de la realidad en la cual
está instalado. De esta forma, la creencia aparece como aquello con lo cual se cuenta. La creencia
constituirá el soporte de nuestra vida, ya que en ella “estamos instalados”55. “Cuando se ha caído
en la cuenta de la diferencia existente entre esos dos estratos de ideas, aparece, sin más, claro el
diferente papel que juegan en nuestra vida. Y, por lo pronto, la enorme diferencia de rango
funcional. De las ideas-ocurrencias- y conste que incluyo en ellas las verdades más rigurosas de las
ciencias- podemos decir que las producimos, las sostenemos, las discutimos, las propagamos,
combatimos en su pro y hasta somos capaces de morir por ellas. Lo que no podemos es… vivir
“de” ellas. Son obra nuestra y por lo mismo, supone ya nuestra vida, la cual se asiente en ideas-
creencias que no producimos nosotros, que, en general, ni siquiera nos formulamos y que, claro
está, no discutimos ni propagamos ni sostenemos: Con las creencias propiamente no “hacemos”
nada, sino que simplemente “estamos” en ellas…. El lenguaje vulgar ha inventado certeramente la
expresión “estar en la creencia”. En efecto, en la creencia se está, y la ocurrencia se tiene y
sostiene. Pero la creencia es quien nos tiene y sostiene a nosotros”56 .

Cotidianamente casi nadie repara en las creencias, ya que “se cuenta con ellas”; funcionan
vitalmente en una sociedad determinada. Pero cuando una creencia entre en crisis, o “falla la
creencia” que hasta esos instantes sostenía a una colectividad, casi todos se ocupan de ella. “El
sentido fundamental del saber es el “saber a qué atenerse” –dice Marías- un sentido nada
intelectualista-; el hombre está siempre en un sistema de “creencias” en que se apoya para vivir,
en las cuales “está”. Pero ocurre que a veces esas creencias fallan, en todo o en parte, y el
hombre, al dejar de estar en ellas, no tiene donde estar, no sabe a qué atenerse, no sabe, en
suma, qué hacer; y como vivir es hacer ahora y aquí algo determinado, una cosa y no otra, y nos
obliga a elegir entre las posibilidades una, el hombre tiene que hacer algo para volver a saber a
qué atenerse, y eso que hace es pensar. “Pensamiento es cuando hacemos –sea ello lo que sea-
para salir de la duda en que hemos caído y llegar de nuevo a estar en lo cierto”57. Estar en la duda
es cuando dos “creencias”, incompatibles entre sí, batallan dentro de cada hombre. Estar en la
duda, es estar en dos creencias a la vez58.

54
Vives, O.C., T. IX pp. 495 s.
55
Cfr. Historia como sistema, op. Cit., p.18
56
Ieas y creencias, op. Cit, p.384
57
Marías, J.; La Escuela de Madrid, op. Cit., p.351
58
Cfr. Vives, op.cit. p.497
Si insistimos un poco más en establecer la diferencia entre la “idea-ocurrencia” y la “creencia”, se
puede decir, que la “idea-ocurrencia”, agota su papel y consistencia en ser pensada, y un hombre
puede pensar cuanto se le antoje, y aún muchas cosas contra su antojo. La creencia no es, sin
más, la idea que se piensa, sino aquello en que además se cree. Y creer no es ya una operación del
mecanismo “intelectual”, sino que es una función del viviente como tal”59. “Como fenómeno vital
la creencia no se parece nada a la ocurrencia: su función en el organismo de nuestro existir es
totalmente distinto y, en cierto modo, antagónico”60.

Ortega sostiene que las ideas presentan una característica que pareciera que éstas nos pusieran
en contacto con la realidad misma, transformándose en “intermediaria” entre ambas; pero
aunque nuestra “idea” se acerque más o menos a la realidad, no es la realidad misma61. “Los
pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean originales o recibidos, no poseen en nuestra vida
valor de realidad. Actúan en ella precisamente como pensamientos nuestros y sólo como tales”62.
De igual forma la distinción entre “idea” y “creencia” se produce también por el tipo de convicción
con que las poseemos. La primera, tiene para nosotros un valor intelectual, y, a la segunda nos
adherimos con una certidumbre vital; esta certidumbre vital es de tal profundidad que se
identifica con lo que nosotros somos. Las “creencias” de algún modo, son algo que somos;
mientras que las “ideas” son algo que poseemos63. Con estas palabras, llegamos a entender en
Ortega tres aspectos importantes de la realidad: la realidad, lo que “creemos” que es la realidad y
nuestra “idea” de la realidad.

Hay momentos en que la “idea” se constituye en el sustituto de la “creencia”, en el aparato


ortopédico de una “creencia” fracturada64. Se trataría de un casi-creer, lo cual se logra
fantaseando, inventando mundos65. El “fantasear” en esta filosofía, es uno de los temas
fundamentales y que está ligado a la naturaleza de las ideas “Pero el mundo de la fantasía, de la
imaginación, es la poesía. Bien, no me arredro; por el contrario, a esto quería llegar. Para hacerse
bien cargo de lo que son las ideas, de su papel primario en la vida, es preciso tener el valor de
acercar la ciencia a la poesía mucho más de lo que hasta aquí se ha osado”66. La forma de cómo
surge en nuestra mente las “ideas” es cuando el hombre, en un momento determinado, necesita
decidir lo que va a hacer y no sabe a qué atenerse en relación a la realidad. Por tal motivo, pone

59
Historia como sistema. Op. Cit. P. 14
60
Ideas y creencias, op. Cit. P.385.
61
Cfr. Ibid. P.400
62
Ibid. P.388
63
Cfr. Gaete, A., El pensamiento maduro de Ortega, op.cit.p.84
64
Cfr. La idea de principio en Leibniz, op. Cit. P.354
65
Ideas y creencias, op. Cit. P.393
66
Ibid. P.391
en funcionamiento su aparato intelectual. “El hombre imagina una cierta figura o modo de ser de
la realidad. Supone que es tal o cual, inventa el mundo o un pedazo de él. Ni más ni menos, que
un novelista por lo que respecta el carácter imaginario de su creación. La diferencia está en el
propósito con que lo crea… El “mundo interior” que es la ciencia, es el ingente plano que
elaboramos desde hace tres siglos y medio para caminar entre las cosas. Y viene a ser como si
dijéramos: “suponiendo” que la realidad fuera tal y como yo la imagino, mi comportamiento mejor
en ella y como ella debería ser tal y tal. Probamos si el resultado es bueno. La prueba es
arriesgada. No se trata de un juego. Va en ello el acierto de nuestra vida… podemos elegir entre
fantasear o no. El hombre está condenado a ser novelista. El posible acierto de sus
fantasmagorías será todo lo posible que se quiera; pero, aún así, esa es la única probabilidad con
que el hombre cuenta para subsistir”67. La fantasía segrega en el hombre una pluralista de
“mundos interiores”: poesía, experiencia de la vida, etc. Esto se entronca con la idea de
pensamiento del filósofo español. El hombre cree en determinadas cosas, también cree en las
ultimidades o últimas causas y muchas veces no piensa en ellas porque “cuenta con ellas”.

Dentro del amplio horizonte histórico, cuando una creencia que sostenía nuestra vida pierde
fuerza y se desvanece, el hombre cae en la duda, y entonces se ve obligado a pensar en nuevas
realidades que sustentan y soporten su vida. Esta etapa de “la muerte de una creencia2 o de
duda, es lo que también puede entenderse como crisis histórica; lo que sería el intervalo del
cambio entre dos creencias: la que muere y la que viene a ocupar su lugar. Este reemplazo de la
creencia fenecida por una nueva, supone, a la par, un destino nuevo, una fórmula distinta para la
cultura y para la vida humana. Lo que no se puede hacer, es tratar de entender una vida, si no se
la entiende “constituida” por ciertas creencias básicas que las sostengan. El vivir significa tener
que habérselas con algo en el mundo y consigo mismo; al enfrentarse el hombre con ese mundo,
sup0one partir ya de un “sistema de creencias” básicas que esa realidad supone. Las creencias nos
dan seguridad, son como el suelo que nuestra vida pisa confiada. La antípoda de la creencia es la
duda. Las creencias son una categoría decisiva para el conocimiento del hombre, ya que el ser
humano está constituido por esas realidades que son la base de toda una creación cultural y que
está ligada al proceso de continuidad histórica68. La creencia es la certidumbre del hombre. “La
creencia es la certidumbre en que nos encontramos sin saber cómo ni por dónde hemos entrado
en ella”69.

El tema de las creencias es bastante interesante ya que existe relación entre esta idea del filósofo
español y el cristianismo, ya que no son las simples ideas, sino son las creencias las que van

67
Ideas y creencias, op. Cit. Pp.404-405
68
Cfr. Uriarte, Fernando, La crisis de la creencia en Ortega y Jaspers, en “Anales de la Universidad de Chile”,
CXIII, 100 (1955), pp. 81-82
69
Ideas y creencias, op. Cit. P.403
empujando la marcha angustiosa y dramática de la historia (en este sentido el “sistema de
creencias” que sostiene a la cultura Occidental es el cristianismo).

Para el filósofo las creencias no son ideas que a uno se le ocurren sino al revés, ideas en las que se
cree y lo esencial en ellas es que tienen el carácter de realidades y no de meros pensamientos
nuestros por científicos que sean70. Este pensador sostiene que las creencias son los cimientos
que portan y sustentan todo lo demás ya que todo lo que hacemos y pensamos se mueve siempre
en el horizonte que está delimitado por el sistema de creencias71. A esto agregamos que si las
creencias son una estructura de la “razón vital” y estas creencias son los cimientos y fundamento
de nuestra vida, podemos decir que las creencias son uno de los puntos de unión entre la razón y
la vida; en este sentido la razón está en la base de la vida humana.

Las creencias tienen para nosotros –fundamentalmente- las de carácter religioso- una solidez y
profundidad, de la cual carecen las “ideas-ocurrencias”. Por otra parte, al hacer una lectura
estricta de la doctrina de las “ideas” y “creencias”, nos damos cuenta que son una parte
importante de la interpretación de la historia del filósofo; ya que cada cambio histórico se
produciría por el quiebre del sistema de creencias fundamentales que está vigente en una
sociedad en una época determinada. Pero, cuesta un poco intuir “por debajo de sus escritos”
como se originan particularmente algunos tipos de creencias. En el caso de las ciencias, por
ejemplo, dice que las ideas que conforman la arquitectura fundamental de ésta, fueron en una
época meras “ideas-ocurrencias”. La ciencia física es uno de estos ejemplos. Estas ideas que
sustentan la física fueron en un período pasado simples “ideas”, pero hoy están actuando como
creencias nada más, nada menos72. La “ocurrencia” mítica pasa a transformarse de “creencia” en
idea científica. En esta área del saber puede quedar más o menos claro; pero, en forma rigurosa,
en relación a otros tipos de creencias, Ortega no aborda el problema; solamente en su obra Vives,
nos dice que “en una creencia no se entra, sino que mágicamente se encuentra uno en ella desde
siempre”73.

De toda suerte se puede intuir que están integradas en su doctrina filosófica las ideas y creencias
con su noción de verdad como “revelación”, ya que la verdad que se “desvela” pasa a constituir el
soporte de una creencia que sustenta nuestra vida.

70
Cfr. Vives, op. Cit. P. 403
71
Ibidem
72
Cfr. Ideas y creencias, op. Cit. P.402
73
Vives, op. Cit. P.502
El pensamiento se ha configurado y estructurado mediante las “ideas” y las “creencias” que son
las “categorías” fundamentales de la razón vital. Estas incluyen también el lenguaje lógico y las
nociones del “espacio” y “tiempo” que también son “creencias”. Todas estas “categorías”
fundamentales de la razón vital. Estas incluyen también el lenguaje lógico y las nociones del
“espacio” y “tiempo” que también son “creencias”. Todas estas “categorías vitales” se encuentran
formando sistemas en el repertorio de nuestra vida pasada, tanto individual (biográfica) como
colectiva (histórica). Esto, en el entendido de que la razón vital es consecutivamente razón
histórica, o razón narrativa. Para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso
contar una historia. Un hombre o una nación hacen tal cosa y así de este modo “porque”
fundamentalmente antes hizo tal cosa o fue de tal modo. La vida humana se va volviendo
transparente ante la presencia de este modo radical de recuerdo que es la “razón histórica”74.

74
Cfr. Historia como sistema. Op. Cit. P. 40

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