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SESIÓN 15
Tasas de Interés y Tipo Cambiario
Equilibrio del mercado de bienes
Para que el mercado de bienes esté en equilibrio, la producción debe ser igual a la demanda de
bienes interiores. La demanda es igual, a su vez, al consumo más la inversión más el gasto público
más las exportaciones menos las importaciones, como lo vimos en la fórmula de demanda
agregada.
De nuestros supuestos sobre las importaciones y las exportaciones se deduce que las
exportaciones netas dependen de la producción interior, la producción extranjera y el tipo de
cambio real.
Una subida del tipo de interés real provoca una reducción del gasto de inversión y por lo tanto, de
la demanda de bienes interiores, lo cual reduce la producción a través del multiplicador.
Dado que estamos centrando la atención en el corto plazo, hemos supuesto en nuestro análisis
que el nivel de los precios de los bienes interiores (nacionales) es fijo. Ampliaremos este supuesto
al nivel extranjero de precios, por lo que el tipo de cambio real y el tipo de cambio nominal siguen
un mismo comportamiento.
Ya que consideramos fijo el nivel de precios, no consideraremos los efectos de la inflación. Por lo
tanto, el tipo de interés nominal y real son iguales y podemos considerar que no afectará en la
tasa de interés.
Cuando nos fijamos en una economía abierta, es decir, cuando consideramos la participación de la
economía de otros países veremos que se tienen algunos otros efectos, por ejemplo en la emisión
de bonos o deuda pública. Si el interés que pagan los bonos extranjeros son distintos a los
intereses que pagan los bonos nacionales, entonces habrá una preferencia por alguno de ellos. Por
ejemplo, si los bonos extranjeros ofrecieran un interés mayor que el interés ofrecido por los bonos
nacionales, entonces habrá una mayor propensión a la compra de bonos extranjeros, y de esa
forma habría menos dinero extranjero en circulación en el mercado. Teniendo un efecto, por lo
tanto en el tipo de cambio.
Supongamos que el tipo de cambio sube tanto en USA como consecuencia de una contracción
monetaria (menos dinero circulando en el mercado). Si el tipo de cambio no varía, los bonos
americanos se vuelven más atractivos, por lo que los inversores financieros quieren deshacerse de
los bonos alemanes y comprar bonos americanos. Para ello, deben vender los bonos alemanes a
cambio de euros. Cuando los inversores venden sus euros a cambio de dólares, el dólar se aprecia.
La razón intuitiva por la que una subida del tipo de interés de USA provoca una apreciación del
dólar es sencilla. Un aumento de la demanda de dólares provoca una subida en su precio, lo que
es menos intuitivo es cuánto debe apreciarse el dólar. Lo importante aquí es que si los inversores
financieros no modifican sus expectativas sobre el tipo de cambio futuro, entonces cuanto más se
aprecie hoy el dólar, más esperarán los inversores que se deprecie en el futuro (ya que esperan
que retorne al mismo valor en el futuro, mintiéndose todo lo demás constante, esta expectativa
hace que los bonos alemanes sean más atractivos , cuando se espera que el dólar se deprecie, una
determinada tasa de rendimiento en euros significa una tasa de rendimiento más alta en dólares.
Esto nos da la respuesta. La apreciación inicial del dólar debe ser tal que la futura depreciación
esperada compense la subida del tipo de interés de USA, cuando ocurre así, los inversores se
muestran de nuevo indiferentes y prevalece el equilibrio.
Ambos efectos actúan en el mismo sentido: una subida del tipo de interés reduce
directamente la demanda e indirectamente a través del efecto negativo de la apreciación.
Examinemos una vez más una variación en el gasto público. Supongamos que partiendo de un
equilibrio presupuestario el gobierno decide elevar el gasto de defensa y, por lo tanto, incurrir
en un déficit público.
¿En qué medida concuerdan las implicaciones de este modelo con los hechos? Para entender
difícilmente podríamos concebir un experimento mejor que los bruscos cambios de las
políticas monetarias y fiscal que se realizaron en la economía de USA a finales de los 70 y
principios de los 80. Éste es el tema que se aborda en el siguiente caso de una contracción
monetaria y una expansión fiscal.
A finales de los 70, el presidente de la Reserva Federal de USA, Paul Volcker, llegó a la
conclusión de que la inflación era demasiado alta en USA y de que había que reducirla, a
partir de 1979, se embarcó en una brusca senda de contracción monetaria, dándose
cuenta de que podía provocar una recesión a corto plazo, pero que conseguiría una
reducción de la inflación a mediano plazo.
El cambio de la política fiscal fue provocado por la elección Reagan en 1980, fue elegido
con la promesa de tomar medidas más conservadoras, a saber, una reducción gradual de
los impuestos y del papel de USA en la actividad económica. Este compromiso fue lo que
inspiró la ley de recuperación económica de 1981. Los impuestos sobre la renta de las
personas iban a reducirse un total de 23% en tres plazos durante el periodo de 1981 a
1983, los impuestos de sociedades también se redujeron. Sin embargo, estas reducciones
de los impuestos no fueron acompañadas de la correspondiente reducción del gasto
público, por lo que los déficit públicos experimentaron un continuo aumento, que alcanzó
un máximo en 1983 con un 5.6% del PBI.
¿Qué llevó a la administración Reagan a recortar los impuestos sin recortar el gasto? Estas
cuestiones siguen debatiéndose hoy, pero existe unanimidad en que los motivos
principales fueron dos:
Uno se debe a las ideas de un grupo de economistas marginal, pero influyente, llamado
economistas de la oferta, que sostenía que una reducción de los tipos impositivos llevaría
a los individuos y a las empresas a trabajar mucho más y de una manera más productiva y
que el aumento resultante de la actividad económica no provocaría una reducción de los
ingresos fiscales sino un aumento. Cualesquiera que parecieran entonces los méritos del
argumento, los hechos demostraron que era falso. Aun cuando algunas personas sí
trabajan más tras las reducciones de impuestos, los ingresos fiscales disminuyeron y el
déficit público aumentó.
Desde 1980 hasta 1982, la evolución de la economía estuvo dominada por los efectos de la
contracción monetaria, los tipos de interés, tanto nominales como reales, subieron
bruscamente, lo que provocó tanto una gran apreciación del dólar como una recesión. Se
consiguió el objetivo de reducir la inflación, aunque no de inmediato. En 1982, ésta se
había reducido a cerca de 4%. La disminución de la producción y la apreciación del dólar
produjeron efectos contrarios en la balanza comercial (la reducción de la producción
produjo una disminución de las importaciones y una mejora de la balanza comercial y la
apreciación provocó un deterioro), lo que apenas alteró el déficit comercial hasta 1983.
A partir de ese año, la evolución de la economía estuvo dominada por los efectos de la
expansión local. Estos modelos fueron un poderoso crecimiento de la producción, unos
elevados tipos de interés y una nueva apreciación del dólar. Los efectos del elevado